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“Había un problema y se ha resuelto”.

Legitimación de la Expulsión de Inmigrantes “Ilegales”


en el Discurso Parlamentario Español. Luisa Martín Rojo UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE
MADRID - Teun A. Van Dijk UNIVERSIDAD DE ÁMSTERDAM

1. INTRODUCCIÓN Y OBJETIVOS

En verano de 1996, en la ciudad española de Melilla, unas decenas de inmigrantes


indocumentados provenientes de varios países subsaharianos protestaron contra las
condiciones miserables en las que se encontraban. Puesto que las conversaciones no produjeron
resultado alguno y los inmigrantes continuaron con sus protestas, las autoridades españolas
reaccionaron transportando al grupo a la península y encarcelándolo en Málaga, después de lo
cual se deportó por la fuerza a 103 "ilegales" a sus diferentes países africanos de origen. A bordo
de los aviones militares empleados para esta operación extraordinaria, varios inmigrantes
fueron sometidos administrándoles narcóticos disueltos en su agua. El presidente Aznar, Su
reacción fue simplemente decir: "Había un problema y se ha resuelto".

Este análisis se basará en el marco del Análisis Crítico del Discurso, y pretende contribuir al
estudio del actual discurso europeo sobre inmigración, asuntos étnicos, xenofobia y racismo.
Más en concreto, nos centraremos en las estructuras y estrategias de legitimación y su papel
tanto en el proceso político en general, como en el discurso y la interrelación política
(parlamentaria) en particular.

Demostraremos cómo los procedimientos rutinarios que emplea el Estado al manejar una crisis
(en este caso, un cuestionamiento de su legitimidad), se reflejan en el lenguaje político de
justificación.

Así demostraremos que, tras haber "resuelto un problema" de inmigración, las Autoridades
fueron capaces de resolver también un problema discursivo y sociopolítico, es decir, silenciar y
deslegitimar a sus detractores, persuadir a la oposición (socialista) y así obtener el apoyo
parlamentario en lo que muchos vieron como una violación de los derechos fundamentales de
los inmigrantes.

El poder político y la legitimidad están constantemente en peligro. Pueden ser cuestionados por
rivales políticos, instituciones civiles, tales como la prensa y las ONG, así como por la población
en general.

Esta legitimación discursiva tiene su función dentro de un proceso más general de legitimación
social y política, en el cual están en juego las instituciones que ostentan el poder, el Estado, la
ley, los valores compartidos y el orden social.

Las estrategias discursivas y políticas de legitimación tienen muchas facetas:

- Una de estas facetas puede designarse como "el conflicto de versiones", es decir, la
forma en la que el Estado emplea su autoridad para definir y justificar los "hechos" en
contraste con la versión crítica de los inmigrantes y sus representantes.
- Otro aspecto es la participación de los diferentes participantes (interventores) en este
juego del "campo político", tanto en el Parlamento como en la sociedad española (e
incluso europea) en general.

De esta forma, el acto sociopolítico y discursivo de legitimación puede analizarse al menos en


los siguientes ámbitos: legitimando: (a) la acción controvertida en sí (la expulsión); (b) la
descripción, representación o versión subjetiva o parcial de esa acción y sus protagonistas, que
se ofrece como verdadera y fiable (en contraste con las versiones de, por ejemplo, la prensa o
las ONG); y (c) el propio discurso ministerial (como apropiado y autoritativo y, por lo tanto,
deslegitimador de los discursos alternativos) que lleva a cabo.

(a) y (b). Podemos llamar a estos tres ámbitos el nivel pragmático, semántico y sociopolítico de
la legitimación. Al menos de forma implícita, Mayor Oreja, hace referencia a normas y valores,
sus derechos y obligaciones como ministro responsable, la relevancia de la ley de extranjería,
las rutinas y procedimientos habituales y muchos otros aspectos del orden moral, normativo,
social y político.

Este artículo pretende aumentar nuestros conocimientos sobre las estructuras y estrategias
discursivas propias de la legitimación y sus funciones sociales y políticas en general, y su papel
en la reproducción del poder estatal y dominación étnica en la sociedad europea occidental en
particular. Dentro del marco del Análisis Crítico del Discurso.

2. EL CONTEXTO SOCIOPOLÍTICO: INMIGRACIÓN

Tras la Segunda Guerra Mundial se empleó a "trabajadores invitados" que habían venido de los
países del Mediterráneo. Al mismo tiempo, la descolonización y la independencia generaron una
emigración de ciudadanos provenientes de antiguas colonias a Gran Bretaña, Francia, Holanda
y Bélgica. En los años 70 las economías de la Europa occidental mostraron signos de una
ralentización en su crecimiento y las políticas sobre inmigración cambiaron drásticamente.
Pronto se adoptaron medidas cada vez más duras para detener lo que se veía como una
"invasión" de extranjeros y ciudadanos de las antiguas colonias.

A mediados de la década de los 80 los sucesos políticos en varios países de África y Asia
añadieron un gran número de refugiados al elevado número de personas que seguían llegando
a Europa. Redefiniendo rápidamente a estos refugiados como "refugiados económicos", la
mayor parte de los gobiernos de Europa occidental, respaldados por un rencor popular cada vez
más acentuado, comenzaron a cerrar sus fronteras, reducir los servicios o adoptar otras medidas
destinadas a disuadir a los inmigrantes potenciales. Sin embargo, obligados por la violencia, la
opresión política y la pobreza de sus países de origen, gran cantidad de personas siguió
intentando entrar, a menudo sin documentos, en los países de una Unión Europea que ya se
conoce como la "Fortaleza Europea". Las políticas en la década de los 90 en la Europa occidental
se centran principalmente en identificar y expulsar a aquellos a los que se criminaliza
rutinariamente con el término "extranjeros ilegales"

Inmigración en España: En 1985, el gobierno socialista de Felipe González aprobó lo que se


conoce comúnmente como la "Ley de Extranjería", que regulaba estas formas de restringir la
inmigración, al igual que la expulsión de "ilegales”. Estaban apoyadas por una creciente
xenofobia entre la población española.

El partido conservador había llegado al poder recientemente, por primera vez desde la
restauración de la democracia. De ahí que el problema político al que se enfrentaba el actual
Gobierno conservador tuviera sus raíces no sólo en la supuesta transgresión de las leyes y la
violación de los derechos humanos, sino también en la amenaza de una vuelta al pasado
antidemocrático.

3. LEGITIMACIÓN
Puesto que los actos de legitimación son casi siempre discursivos, en teoría es una limitación
tratar de la legitimación sin considerar sus características lingüísticas, discursivas, comunicativas
o de interrelación.

El elemento fundamental en la mayoría de las formas de legitimación social y política es que un


grupo o institución poderosa (a menudo el Estado, el gobierno, los dirigentes, las élites) necesita
la aprobación normativa para sus políticas y acciones.

En este discurso de legitimación, las acciones y políticas institucionales se describen como


beneficiosas para el grupo o sociedad en su conjunto, al tiempo que las acciones moralmente
censurables o controvertidas se ignorarán, distorsionarán o reinterpretarán como si fueran
aceptables.

Si tiene éxito, la legitimación no sólo conlleva la aprobación de actuaciones específicas, sino que
también se extiende al grupo o instituciones dominantes en sí, al igual que su posición y
liderazgo. Esto significa que la legitimación tiene una dirección ascendente y otra descendente:
el grupo o institución (dominante) que pretende legitimarse mediante la aprobación del
dominado y el grupo dominado que legitima al grupo o institución dominante mediante
diferentes formas de acuerdo en mayor o menor medida activo, aceptación, conformidad o, al
menos, consentimiento tácito.

En el caso del discurso del Ministro Mayor Oreja, tenemos un ejemplo del primer tipo: el
Gobierno español intentando obtener el apoyo del parlamento y una aceptación social de mayor
amplitud (por ejemplo, por parte de la prensa y las ONG) de un acto de expulsión y, más en
general, de su política en materia de inmigración. Como suele suceder en estos casos, dicho
intento es especialmente necesario cuando la legitimidad del grupo dominante ha sido
amenazada por sus rivales con actos de deslegitimación, en este caso, las acusaciones de haber
violado los derechos humanos de los inmigrantes y, por lo tanto, de haber transgredido la ley o
el orden moral. Así, la legitimación es más necesaria en el contexto de las acciones
controvertidas, las acusaciones, dudas, crítica o conflictos sobre las relaciones entre grupos,
dominación y liderazgo.

Oreja se defiende apelando al estado de derecho, el orden democrático y, por ende, a la


legitimidad de todas las acciones gubernamentales que permite o prescribe la ley. Sin embargo,
no sólo debe demostrar que las políticas y actuaciones como la expulsión de inmigrantes
"ilegales" son legales, sino también que han sido llevadas a cabo dentro de los límites del orden
moral. Para invalidar las acusaciones y volver a dar legitimidad a su posición y actuaciones,
también tendrá que insistir en que todas las acciones llevadas a cabo durante la expulsión se
han realizado según procedimientos correctos.

Los criterios por los que la gente mide su aportación suelen haber sido establecidos por las élites,
por ejemplo, gobernantes, maestros o superiores. Por lo tanto, podemos esperar que estos
criterios favorezcan claramente los intereses de estas mismas élites (clases, organizaciones). A
pesar de resentimientos ocasionales y, a largo plazo, la creación de normas contrarias y la
resistencia de los grupos dominados, la estratificación social puede ser legitimada (en sentido
tanto descendente como ascendente) mediante estrategias de hegemonía y otros medios de
manipulación intelectual de la gente, de forma que no vean una alternativa realista al estado de
cosas actual. En nuestro caso aparece una estrategia de este tipo, ya que el Ministro Mayor
Oreja, dirigiéndose a la oposición parlamentaria, incide en la responsabilidad compartida
respecto a la legislación que regula la inmigración y, por lo tanto, en la necesidad de alcanzar un
consenso.
4. DISCURSO Y LEGITIMACIÓN

Su discurso debe volver a dar legitimidad a una práctica institucional criticada, restablecer el
consenso y evitar el desencanto con la institución (en especial con el Gobierno) y sus metas.

Para cumplir estos objetivos, el Ministro debe prestar atención a algo más que la pragmática
funcional de su discurso, es decir, hacer algo más que simplemente explicar o justificar una
operación controvertida. Por otra parte, la semántica del discurso, esto es, la representación
cognitivo-discursiva de los sucesos como los "hechos" (verdaderos) debe ser legitimada para así
neutralizar las "versiones" alternativas de los hechos. Es evidente que esta representación es
funcional respecto a la pragmática de la justificación. Por ejemplo, es más sencillo justificar la
expulsión si los que han sido expulsados son definidos y descritos como "ilegales" y "violentos"
en lugar de "refugiados".

Además de estos aspectos discursivos (el pragmático y el semántico) de la legitimación, Mayor


Oreja también debe enfatizar la legitimidad sociopolítica y legal del propio hecho discursivo,
resaltando su fuente autoritativa y contexto formal. Es un discurso oficial, pronunciado en una
institución por una persona que, dado su papel y deberes profesionales, está autorizada (y citada
formalmente) para realizar una declaración en una sesión oficial de una comisión parlamentaria.
Estas propiedades del contexto político institucional (entorno parlamentario, circunstancias,
participantes, papeles, objetivos, etc.) definen la autoridad de este discurso, que a su vez influye
en su eficacia política, social y simbólica.

Es especialmente relevante en la teoría de este artículo el complejo juego de relaciones entre


las dimensiones discursiva y sociopolítica de la legitimación. El discurso disculpatorio sólo puede
tener una función legitimadora si se cumplen una serie de requisitos contextuales, tales como
el poder y autoridad del orador, el entorno institucional, etc. Por otra parte, esta legitimidad
sociopolítica puede perderse en los enfrentamientos que se producen en el campo político, por
lo que los discursos de relegitimación son necesarios para restablecer la autoridad amenazada.
Dicho de otro modo, nuestro análisis permite comprender las relaciones entre las
microdimensiones y las macrodimensiones de la legitimación.

Así, la (1) autoridad institucional de este discurso sostiene la (2) verdad y credibilidad de su
representación o versión de los hechos, lo cual a su vez sostiene (3) la justificación de la
operación. Lo que define la naturaleza general del proceso de legitimación que acomete Mayor
Oreja dentro del contexto actual es la interrelación de estas tres estrategias globales. De hecho,
aquí se dan dos tipos de contexto, por una parte uno local o específico constituido por los hechos
actuales (la expulsión, las protestas de la prensa y las ONG, su intervención en el Parlamento,
etc.), y por la otra, uno global o estructural, constituido por la autoridad ministerial, el sistema
político español, la ley, los acuerdos con la Unión Europea, y los procedimientos y reglas
democráticas en general.

Estructuras y funciones del discurso de legitimación: aunque en gran medida se realiza con
palabras, la legitimación como tal es un acto sociopolítico de nivel superior. Así, si en adelante
hablamos de "discurso de legitimación", será una simplificación de la expresión "legitimación
sociopolítica conseguida mediante el discurso".
Pragmáticamente, los macro actos discursivos de legitimación tienen las siguientes condiciones
generales de propiedad: (1) el Hablante (H) ha hecho (A); (2) (H cree que) el Oyente (O) piensa
o puede pensar que A ha sido un error; (3) H piensa que A no ha sido un error. Estas condiciones
pragmáticas son similares a aquellas del acto discursivo de defenderse tras el acto verbal de una
acusación. Un acto verbal relacionado es el de negación, en el que, o bien el orador afirma no
haber hecho A, o al menos no haber hecho o pretendido que A fuera como se ha descrito en la
acusación (para un análisis más detallado de dichas negaciones políticas, también en relación
con la inmigración, véase *Van Dijk, 1992).

Semánticamente, el discurso de legitimación presupone o se refiere de forma explícita a


acciones pasadas del hablante/participante o de otros por los cuales asume responsabilidades
o actúa como representante. Esto significa que podemos esperar descripciones más o menos
detalladas de estas acciones, como también observamos en la intervención de Mayor Oreja.
Además, podemos esperar argumentos que expresen opiniones del hablante/agente acerca de
por qué la acción, tal como la describe, no ha sido un error. Por lo tanto, es fundamental para el
hablante que se acepte su versión de las acciones o hechos, lo cual a su vez requiere una
formulación estilística (por ejemplo, léxica) adecuada de la descripción.

Esquemáticamente (super estructuralmente), las proposiciones del discurso de legitimación se


suelen organizar mediante un esquema argumentativo complejo, con premisas relacionadas con
la naturaleza de la acción, y conclusiones relacionadas con su aceptabilidad social, moral o
política.

Estilística y retóricamente, la descripción de las actuaciones cuestionadas y sus razones


refuerzan la opinión del hablante de que la acción ha sido aceptable. Mientras que las
acusaciones previas pueden describir las acciones en términos negativos, el discurso de
legitimación tenderá a describir las acciones en términos neutrales o positivos o mediante
recursos retóricos que conceden importancia a la aceptabilidad o se la restan a la naturaleza
problemática de la acción, por ejemplo, mediante eufemismos o metáforas positivas.

Interactivamente, la legitimación suele emplearse como respuesta o en previsión de críticas


explícitas o acusaciones de otros. Una de sus funciones socio-cognitivas en la interrelación es
persuadir a los coparticipantes o los observadores de que la acción fue aceptable. De este modo,
interactivamente la legitimación suele tener dos direcciones: prevenir, responder o desacreditar
opiniones negativas sobre alguna acción, y hacer que éstas pasen de ser negativas a ser
positivas.

Socialmente, el discurso de legitimación es resultado de acusaciones, o dudas sobre si las


normas sociales o culturales, los valores o, en términos más generales, el orden moral han sido
transgredido por la actuación. Las acusaciones expresan opiniones y no (solamente)
afirmaciones sobre los hechos. La respuesta a estas opiniones en un pulso de legitimidad
también se expresará en forma de opiniones, por ejemplo, sobre las razones o bases sobre las
cuales la acción fue aceptable. En otras palabras, la legitimación implica que los
hablantes/participantes se consideran miembros competentes y moralmente rectos del orden
social (o del grupo o institución de la que se trata).

La "Gramática" de la Legitimación: Theo van Leeuwen ha establecido ciertos elementos de lo


que él llama una "gramática de la legitimación", basada en cuatro categorías fundamentales de
legitimación:
฀ Autorización (basada en la autoridad de la tradición, la costumbre, la ley o las personas con
autoridad). ฀ Racionalización (la utilidad de la acción institucional y su validez cognitiva en el
conocimiento aceptado). ฀ Evaluación moral (basada en normas). ฀ Mito poyesis (legitimación
expresada en forma de narrativa).

5. LEGITIMACIÓN DE PRÁCTICAS INSTITUCIONALES Y REPRESENTACIÓN OFICIAL DE LOS HECHOS

5.1. Estrategias semánticas de legitimación

Legalidad: Teniendo en cuenta el contexto presente (sesión de la comisión parlamentaria de


Interior y Justicia), y su función como ministro de Interior, la condición fundamental para la
legitimación política de las prácticas oficiales es que éstas sean legales. Por lo tanto, Mayor Oreja
se esfuerza por hacer referencia a las leyes relevantes durante su discurso, e insiste en que la
expulsión se produjo "estrictamente" según dichas leyes:

1) (...) medidas éstas que se adoptan con el carácter de medidas gubernativas y en cumplimiento
estricto de lo dispuesto en la ley Orgánica Reguladora de los Derechos y Libertades de los
Extranjeros en España, conocida habitualmente como Ley de extranjería.

Una vez que se ha definido la operación como una "expulsión" y una "devolución", puede
declarar las provisiones que contempla la ley para ser aplicadas a las acciones, así legitimándolas
según la ley, la cual precisamente estipula dichas acciones. De hecho, en otro momento Mayor
Oreja enfatiza el hecho de que la expulsión no sólo era legalmente posible, sino incluso
"obligatoria", sugiriendo con ello que no tenía otra alternativa excepto aplicar la ley. Así cambia
el foco de atención de una acción posiblemente controvertida y de sus decisiones personales, a
las obligaciones "objetivas" que impone una ley adoptada de forma democrática (de la cual es
responsable el Partido Socialista).

Pero el Ministro va más allá de esta ley de inmigración y también se acoge a la Constitución y la
Ley que protege la seguridad de sus ciudadanos, en cuyo caso es evidente que se refiere sólo a
los ciudadanos españoles, con lo que excluye a los inmigrantes de la categoría de ciudadanos:

(2) No hay que olvidar que, conforme a lo señalado en los artículos 149 y 104 de la constitución
y el artículo 1 de la Ley Orgánica de Protección de la Seguridad Ciudadana, corresponde al
Gobierno, a través de sus autoridades y de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado,
proteger y garantizar la seguridad ciudadana y remover los obstáculos que la impidan (pág. 848).

Este ejemplo muestra que la expulsión no sólo fue legal, sino también beneficiosa para "el
pueblo", una táctica conocida en la retórica política: la acción fue para el "bien común". La
estrategia de apelar a estas leyes y artículos puede fortalecer la base legal de estas decisiones.
Sin embargo, esta estrategia es vulnerable, y requiere mucha más libertad en la interpretación
de estas previsiones legales. Lo que argumenta el Ministro es que él (o el Gobierno) tienen el
derecho, si no la obligación, de hacer cualquier cosa que proteja la seguridad de los ciudadanos.
En primer lugar, esta interpretación presupone mediante la semántica que la seguridad de los
ciudadanos estaba en realidad seriamente amenazada. Esta presuposición podría ser fácilmente
atacada si sabemos que el aparente "peligro" consistía en una acción de protesta de unas pocas
decenas de inmigrantes desarmados, en un enclave situado fuera de la península y que no
estaba dirigida hacia los ciudadanos, sino hacia las propias autoridades. En otras palabras, este
argumento podría anularse con el contra argumento de que el Ministro está exagerando el
peligro. Esto es, las implicaciones de su presuposición son que el Ministro en realidad está
diciendo que el Estado tiene la libertad de protegerse contra la "amenaza" de las
manifestaciones y, como sugiere más adelante, contra cualquier acción que se defina como una
perturbación del orden público.

Procedimientos legales: De forma estrechamente relacionada con el argumento de que la


expulsión fue legal, el Ministro también detalla los procedimientos legales que se siguieron
durante toda la operación. Explica qué jueces tomaron qué decisiones, qué documentos fueron
firmados por quién, qué otros juristas participaron y, especialmente, señala que los inmigrantes
recibieron asistencia legal, de forma que sus derechos fueran respetados:

(3) Efectivamente, señorías, los inmigrantes estuvieron asistidos por el letrado de oficio
designado en el correspondiente turno por el Colegio de Abogados de Melilla, que
trimestralmente procede a realizarse (pág. 849).

Hemos visto que la legalidad puede resultar una base insuficiente para la legitimación. Después
de todo, una acción tolerada por la ley puede ser realizada de forma que viole la ley u otras
normas generales. Por ello, el Ministro debe aclarar que todos los procedimientos relevantes
que en conjunto definen el macro acto de la expulsión fueron en sí legítimos. De hecho, como
sucede en el ejemplo (3), los procedimientos a los que se hace referencia se representan con
términos positivos (los inmigrantes fueron "asistidos" por letrados). Es más, la aclaración de
estos detalles contribuye a la retórica de la verdad, puesto que todas estas acciones pueden ser
comprobadas por cualquier persona.

Autorización: una serie de maniobras con las que se detallan cómo los diferentes organismos
estatales se desplegaron para llevar a cabo de forma correcta la acción de la expulsión. Al hacer
referencia a estos participantes, Mayor Oreja se protege frente a sus detractores, porque éstos
también tendrían que denunciar a gran número de organismos y particulares, por lo demás de
gran credibilidad y reputación. Al mismo tiempo, asume y acepta su responsabilidad y por lo
tanto "cubre" (y por lo tanto ratifica y legitima su propia autoridad) todas las acciones posibles
de los distintos organismos, mientras que al mismo tiempo comparte con ellos posibles culpas
si se hubieran cometido errores. Esto es, si se percibe que tiene credibilidad y legitimidad como
Ministro responsable de Interior, lo mismo deberá pensarse de sus subordinados y los
organismos estatales. Por otra parte, al atribuir a otros la ejecución de la expulsión, de cierta
forma se distancia a sí mismo (y a su oficina) de los posibles aspectos ilegales o inmorales de la
operación:

(4) Quiero decir que la decisión sobre su uso y aplicación no partió directamente de las
autoridades del Ministerio, sino que fue decidida por los responsables policiales de la operación
y, sin embargo, este Ministro asume tal decisión porque, además, tiene fundamento jurídico
(pág. 851).

Normalidad y procedimientos excepcionales: Al centrarse en el acto de la expulsión y los


diferentes procedimientos de su ejecución, una estrategia política de legitimación fundamental
es insistir en que esta operación no fue de ningún modo nueva, excepcional ni por su propia
iniciativa. El Ministro hace esto, en primer lugar, insistiendo en que todas las acciones que él
mismo y las autoridades han llevado a cabo no sólo son legales, sino también procedimientos
convencionales para la expulsión de inmigrantes "ilegales". Por otro lado, lo cual es incluso más
relevante desde el punto de vista político, Gobierno socialista de Felipe González actuaba del
mismo modo. De esta forma, neutraliza una posible crítica de los socialistas, ahora en la
oposición, de que el Gobierno actual aplica políticas y procedimientos más duros contra los
inmigrantes. De esta forma, su argumento de que la presente operación no tiene nada de
especial ni nuevo es eficaz recordando a los miembros de la comisión de que en realidad
comparten la responsabilidad de la acción. También en su descripción del trato dado a los
inmigrantes, emplea las palabras "habitual" y "usual" para incidir en que la acción fue normal y,
por ende, legítima.

Consenso: Mayor Oreja va un paso más adelante en su estrategia para implicar a sus detractores
y, con ello, compartir las responsabilidades con ellos, argumentando que no debe existir ninguna
disensión cuando se trata de expulsar a inmigrantes "ilegales". En muchos otros momentos de
la intervención se dirige de forma explícita a la oposición, sugiriendo que ellos fueron los que
elaboraron la Ley de Extranjería, y por lo tanto deben aceptar las consecuencias. Es más, al
insistir en que "todos nosotros" somos parte del problema (de la inmigración "ilegal"), también
sugiere que "todos nosotros" debemos contribuir a solucionarlo.

Comparación: Una táctica muy conocida en varias estrategias de legitimación es la de la


comparación, es decir, argumentar que otros (que han disfrutado de legitimidad) han realizado
acciones parecidas. Como veremos en nuestro análisis retórico, en esta comparación se puede
hacer uso de una metáfora, por ejemplo, cuando insiste en que las acciones de su Gobierno no
deberían ser estudiadas con microscopio mientras que las del Gobierno anterior se miraban con
una lupa.

(5)Convendría, en primer lugar, antes de pasar a informar sobre los extremos de la operación en
particular de Melilla, recordar que en Melilla concurre un conjunto de circunstancias que, sin
duda, significan y denotan una situación de carácter singular, no sólo ya porque Melilla
constituye un enclave singular sino también porque nos encontramos en un año singular, un
aniversario singular y por ello, al margen de todas las consideraciones que se quieren hacer sobre
política de inmigración (...) (pág. 848).

La repetición retórica de "singular" para subrayar las circunstancias especiales, elimina cualquier
culpa residual que se pudiera imputar a este Gobierno. Culpa al anterior Gobierno socialista por
haber creado esta situación en Melilla de forma que, de nuevo, la responsabilidad de la
oposición puede ser establecida de forma legítima y con ello afectando al argumento y
credibilidad de la oposición.

Cuidado: Puede que las circunstancias hayan sido (definidas como) serias e incluso calificadas
de amenaza, y la expulsión haya sido considerada necesaria, pero es evidente que eso no da
carta blanca a las autoridades para que actúen como les plazca. Como ya hemos visto, no sólo
se debe legitimar la expulsión, sino también el modo (excepcional) en que se llevó a cabo. Por
lo tanto, es necesario que el Ministro, a pesar de la legitimidad de la expulsión, se vea obligado
a recalcar que la operación fue llevada a cabo "muy cuidadosamente" y con competencia, con
la debida preparación, planificación y consideración por la ley vigente. Por ejemplo, insiste en
que se seleccionó con gran cuidado los países a los que se enviaba a los inmigrantes, basándose
en su historial de respeto por los derechos humanos.

Presentación negativa del Otro y positiva de Nosotros. Una de las estrategias más empleadas en
el discurso entre un grupo interno y otro externo, y por lo tanto también en este caso, en el que
"nosotros"(el Gobierno, las Autoridades) se sitúan contra un grupo externo de inmigrantes, es
la caracterización negativa del Otro. Se acusa a los inmigrantes de destruir su documentación,
para no ser "identificables". Esta descripción de los hechos asocia a los inmigrantes con una
violación de la ley y, por extensión, con el delito. Dicha forma de transgresión, sin embargo, no
justifica una operación militar y por ello se debe describir a los otros como violentos y agresivos
(contra nosotros, pero también entre ellos).
La lógica de polarización en grupos que rige en este discurso sobre NOSOTROS y ELLOS, no sólo
hace necesario recalcar las supuestas características negativas de los Otros, sino insistir en que
NOSOTROS somos fundamentalmente buenos.

(6) (el juez y el fiscal) se personaron inmediatamente en la comisaría de policía, hacia las once
horas de la mañana del viernes y cuya presencia garantizaba el cumplimiento de los distintos
derechos previstos en las leyes, (pág. 849).

Concesión y negación: Una forma muy común de "captatio benevolentiae" es hacer pequeñas
concesiones, admitiendo no ser perfectos.

(7)Yo quiero dejar muy claro que no he venido a presentar una operación precisamente
modélica. (pág. 852).

No es sorprendente que en caso serio como es éste, y tras haber sido acusado por la prensa y
diferentes organizaciones, las concesiones lleguen acompañadas de negaciones, como ya hemos
visto anteriormente. De hecho, en lugar de legitimar una acción que se ha percibido como
negativa, uno puede comenzar simplemente negando las acusaciones: no se violó ningún
derecho humano, los inmigrantes no fueron sedados (sino simplemente "calmados"), etc.

Más importante en el aspecto político es que el gobierno insiste en que la acción presente no
tiene que ver con la intolerancia o el racismo una negación (aparente) que es habitual en
discursos de sectores opuestos a la inmigración "No somos racistas, pero..."

(8) (...) este Gobierno no quiere caracterizarse precisamente (...), por lo que viene a significar un
discurso desde la intolerancia (...). (pág. 868).

Comentario final: Las estrategias semánticas guardan estrecha relación entre sí. La credibilidad
(buscada, por ejemplo, aduciendo pruebas) se emplea para sostener la verdad, la cual a su vez
se emplea para legitimar el discurso del Ministro, quien vuelve a legitimar sus acciones. Al mismo
tiempo, las pruebas se basan en las declaraciones de las autoridades y la referencia a su
cooperación es en sí parte de la legitimación de la acción.

5.2. Interpretación de la versión oficial de los hechos

Debemos atender ahora a las estructuras de naturaleza gramatical y otras de este discurso de
legitimación, tales como el estilo léxico, la sintaxis, estrategias semánticas locales, figuras
retóricas, estrategias argumentativas y otras características de su intervención.

Estilo léxico: es un método evidente pero poderoso para expresar, transmitir e influir en los
modelos y sus opiniones. Por ello en esta intervención las palabras empleadas para describir las
acciones y a sus protagonistas se escoge con sumo cuidado, como función de los modelos
subyacentes de Mayor Oreja respecto a los hechos, y como reflejo de las diferentes
características contextuales de la sesión de la comisión parlamentaria. Ambos tipos de modelos
incluyen las opiniones de Mayor Oreja sobre la operación y sobre sus rivales parlamentarios
respectivamente.

Descripción del grupo externo: La primera pregunta que puede surgir respecto al estilo léxico es
qué palabras se emplean para describir a los Otros, es decir, los inmigrantes. Un análisis de las
tablas de frecuencia léxica compiladas para este texto muestra que las palabras "personas" (22),
"extranjeros" (21) e "inmigrantes" (19) se emplean con gran profusión. Estas palabras se
emplean casi exclusivamente en su forma plural: no se menciona a inmigrantes individuales.
Aunque se distinguen diferentes nacionalidades, los inmigrantes son descritos como un grupo
homogéneo, y no como personas que puedan tener diferentes motivos (y derechos) para haber
venido a España (por ejemplo, como refugiados), como suele suceder en las descripciones de
los grupos externos en general y con los inmigrantes en particular. Es más, la elección de
"inmigrante" (en lugar de “emigrante”) expresa "nuestra" perspectiva y no la de la gente que ha
abandonado sus propios países.

Descripción del grupo interno: El grupo interno de este discurso, en este caso el propio Mayor
Oreja, el Ministerio y las autoridades, se describen sin términos evaluativos, y siempre se
"funcionalizan", por ejemplo, citando "Ministro" (diez veces) (para referirse a sí mismo, en lugar
de "yo"), "Ministerio" (dieciséis veces) y las expresiones empleadas para referirse a la policía
(diez veces), y otras instituciones y autoridades estatales.

Descripción de las acciones oficiales: Las principales expresiones evaluativas que señalan
opiniones subyacentes pueden encontrarse en las descripciones de las acciones llevadas a cabo
por el grupo interno y el externo. De este modo, la acción del Gobierno se describe
rutinariamente como "expulsión" (doce veces) junto con la expresión formal eufemística
"devolución" (diez veces). Las diferentes actuaciones de las autoridades durante los hechos
tienden a ser descritas con términos neutros, formales o positivos o legitimadores: "se procede
a la comprobación de la situación", "cumplimentar trámites", "garantizar la seguridad
ciudadana", "inexcusable obligación de proceder", "cumplimiento de la ley", "respetar la ley" y
descripciones de diversas acciones legales: "dictar autos", "asistencia letrada", etc.

La palabra genérica más utilizada para la descripción de la expulsión es el término militar


"operación" (empleada dieciocho veces). Cuando se hace mención de medidas coercitivas las
descripciones no implican el empleo de la violencia, como es el caso de "devolución", "ingresar",
"distribuir", "trasladar" o "suministrar". Todas estas acciones se evalúan como "métodos (o
procedimientos) habituales". Se declara que los oficiales cumplen sus funciones, y la mayoría de
estas palabras son típicas de los registros burocrático, legal o médico. En lugar de "violencia
estatal", encontramos en una ocasión la expresión formal y, por lo tanto, eufemística "fuerza
coercitiva del Estado". Aquí tenemos un ejemplo típico en el que se emplea estas expresiones
formales al referirse a las actuaciones del Estado:

(9) Seguidamente se procedió a cumplimentar los posteriores trámites para la expulsión y, en su


caso, devolución del territorio nacional de aquellos, en aplicación de la vigente Ley de extranjería
y del reglamento que la desarrolla (...). (pág. 848)

Empleando las jergas médica, legal y burocrática en este proceso de "nominación", el Ministro
está mostrando con claridad cómo los agentes de control y coerción (la policía, el ejército, el
Ministerio) tienden a hacer uso de la información proporcionada por los agentes del tratamiento
y la rehabilitación (medicina, derecho, criminología, etc.). Como muestra el siguiente ejemplo,
el Ministro parece ser consciente de las implicaciones de sus elecciones léxicas. Mediante una
estrategia discursiva, la intertextualidad, evoca discursos ajenos y los reelabora mediante un
procedimiento sistemático y explícito de relexicalización:

(10) No es verdad, por ello, que se haya producido un proceso de narcotización y que se hubiese
drogado a los inmigrantes. Quiero recordarles que no hubo ni droga ni narcóticos, sino que se
hizo uso de una especialidad farmacéutica autorizada. (pág. 851).

Descripción de las acciones de los Otros: Por otra parte, las acciones de los inmigrantes (y sus
efectos) se describen a menudo con términos negativos, tales como "ilegalmente", "desorden
público", "incendio", "violento", "destrucción", "alteración del orden público", "actitud
amenazante", “armados con piedras, palos y botellas”, “máxima gravedad”, etcétera. Es decir,
el estilo léxico del texto refuerza la opinión del Ministro de que los inmigrantes eran violentos,
y suponían una amenaza para otras personas, en este caso, Nosotros. De igual forma, de la
"oposición interna", es decir, las personas y organizaciones españolas que condenaron la
expulsión, se dice que causaron "alarma social" y difundieron "inexactitudes", "deformaciones"
y" distorsiones".

Las funciones discursivas y sociales de este estilo léxico en la descripción de la dualidad Nosotros
y Ellos pueden resumirse del siguiente modo: (1) Es coherente con la estrategia general de
presentar el aspecto propio de forma positiva y el ajeno de forma negativa: apenas existen
términos peyorativos en la descripción propia, pero sí muchos para describirles a Ellos, pero
sucede lo contrario en la aplicación de palabras con asociaciones positivas. Por ello, también en
el ámbito léxico, esta intervención contribuye a las funciones generales de legitimación. (2) Uno
de sus efectos más importantes, la burocratización del discurso, fomenta la representación de
las prácticas institucionales como una rutina, un procedimiento anónimo, normalizado y
fuertemente establecido. (3) Además del efecto eufemístico de la elección léxica cuando el
Ministro se refiere a las actuaciones institucionales, los recursos empleados en la representación
de los inmigrantes contribuyen a la conceptualización de estas actuaciones como apropiadas,
lógicas y racionales.

Estructuras sintácticas y papeles semánticos: Entre los procedimientos comunes para mitigar
actuaciones negativas se encuentra el uso de las pasivas y las nominalizaciones. La intervención
de Mayor Oreja está plagada repleta de este tipo de expresiones formales que reducen el papel
del agente y su responsabilidad. Así, en lugar de las formas activas "expulsar" y "devolver",
solemos encontrar tan solo la nominalización "expulsión y devolución". De forma parecida, en
lugar de decir que la policía empleó material antidisturbios, se emplea la expresión "se hizo
necesario el uso de ...", culpando así a las víctimas. De este modo también se puede esconder el
papel agente y la responsabilidad de la (ejecución) de la operación: "se solicitó del Ejército del
Aire la puesta a disposición de un contingente de aviones". Otro recurso semántico-sintáctico
para minimizar las implicaciones negativas de las actuaciones oficiales es describir estas acciones
en frases que están inmediatamente precedidas o seguidas de un elemento que justifica esta
actuación.

Por otra parte, las actuaciones negativas de los inmigrantes se suelen describir en voz activa, o,
si no, se menciona el agente de estas acciones negativas: "se dirigió [...] en actitud amenazante".
No se hace referencia en ningún momento a las causas y razones que tenían los inmigrantes
para protestar en Melilla. De hecho, simplemente mencionando su "violencia", estas acciones
se convierten en irracionales, y por lo tanto, se asocian a la violencia de los disturbios, lo cual
también sucede en la representación de las minorías por parte de la prensa.

Apenas es necesario señalar que la sintaxis de la intervención del ministro es muy formal y
compleja, como se puede esperar de este contexto formal (parlamentario). La mayor parte de
las frases de este discurso tienen más de 50 palabras y consisten de más de 5 oraciones. Tal
complejidad sintáctica, junto con la reducción del papel agente y la responsabilidad, tienen
valores asociados. En primer lugar, contribuyen a la burocratización del discurso, adoptando el
mismo estilo impersonal por el cual se presentan las actuaciones como rutinas normalizadas,
procesos sin agente y, por lo tanto, inevitables. Esta estrategia refuerza las estrategias de
legitimación de legalidad, procedimiento legal, autorización, y normalidad. En segundo lugar,
gracias a ellas, el Ministro puede presentarse como ajeno a los hechos de los que está
informando. Esta estrategia posibilita lo que más tarde llamaremos la "disociación" del Ministro.
Por último, este estilo formal y burocrático juega un papel importante en la evocación de la
autoridad, y a apropiación del discurso que estudiamos a continuación.

Estructuras retóricas: Los discursos políticos persuasivos presentados frente a representantes


de los ciudadanos han sido objeto de análisis retórico y emulación desde la Antigüedad. Por lo
tanto, se puede esperar que la intervención de Mayor Oreja tenga rasgos retóricos destinados a
cumplir de forma efectiva sus funciones de legitimación. Tradicionalmente, uno de los
elementos retóricos más importantes ha sido la "elocutio", que formula las figuras retóricas que
en jerga contemporánea se describen como recursos transformativos específicos en los
diferentes niveles textuales, es decir, estructuras sonoras, sintaxis y significado.

Figuras retóricas: En el nivel semántico de estas operaciones retóricas, podemos encontrar


ironía, hipérboles, eufemismos, comparaciones y metáforas, entre otros, algunos de los cuales
también aparecen en el discurso de Mayor Oreja. Ya hemos visto que una de las estrategias
generales de legitimación es la de representar de forma positiva el grupo propio y de forma
negativa el ajeno. Este principio general también se realiza de forma retórica, por ejemplo,
exagerando la amenaza de los inmigrantes y usando elementos léxicos eufemísticos y jerga
burocrática (médica, legal) para describirla expulsión, como ya se ha analizado anteriormente.

En una ocasión, emplea la metáfora del microscopio y la lupa para enfatizar la atención que sus
detractores han puesto de forma "injusta" en esta operación, en contraste con anteriores
expulsiones del gobierno socialista.

En diversos fragmentos de su discurso, el ministro también emplea repeticiones y


enumeraciones para recalcar la seriedad de la situación. Es decir, su discurso debe ser
persuasivo, no sólo en el terreno macro sintáctico (en los temas), sino también en el nivel
estilístico de expresión retórica: cuanto más se describa los hechos como excepcionales, más se
puede emplear esta descripción para legitimar las acciones del gobierno. Mientras que estos
recursos retóricos tienen su función en la justificación (pragmática) de las acciones, el discurso
también puede autolegitimarse como verdadero y autorizado mediante una serie de figuras
retóricas. Una de estas, como ya sabemos por la prensa, es el consabido "baile de cifras".
Mencionar muchas cifras o estadísticas no sólo cumple una función de precisión semántica,
como se podría esperar del discurso oficial, sino que también sugiere la veracidad de la
representación y, por lo tanto, la credibilidad del hablante. Así, Mayor Oreja enumera
detalladamente cuántos de los africanos detenidos, y a qué países fueron enviados. Estos
contrastes retórico y semántico funcionan dentro de la estrategia general de representación
positiva de sí y negativa del otro: nuestras buenas acciones se describen a un nivel bajo y
específico, con muchos detalles, mientras nuestras acciones controvertidas son, o bien
ignoradas o descritas en un nivel bastante abstracto (y en términos eufemísticos) y con poco
detalle. Lo mismo sucede con las malas acciones del grupo externo.

Argumentación: Para justificar actuaciones controvertidas y versiones en general, es necesario


recurrir a varios argumentos, tales como los principios morales generales o los "hechos" sobre
los que no puede haber controversia. La forma elemental de esta argumentación aparece en
oraciones complejas en las que una frase se refiere a una actuación oficial, y otra frase a la
necesidad de razones suficientes para dicha actuación.

(11) En este caso se podía proceder a su expulsión ya que se trataba de la ejecución de una orden
ya dictada. (pág. 849).
En este caso, la primera frase expresa una opinión que sirve de conclusión de un argumento, del
cual la segunda frase funciona como premisa (objetiva): se requiere una decisión legal para la
expulsión.

(12) Señorías, también quiero recalcar, junto a la legalidad de la operación descrita, otro aspecto
que no puedo dejar de tener en cuenta y es el aspecto social de la operación. Estos inmigrantes
es verdad que son además traídos por organizaciones que se aprovechan de estas personas para
introducirlos a cambio de dinero en países de la Unión Europea, que responden a consignas en
sus comportamientos, en sus respuestas, y que todas las que se producen normalmente suelen
ser, más que una respuesta a una falta de legalidad o a un comportamiento ilícito de la policía,
consecuencia de instrucciones y consignas previamente dadas por estas organizaciones cuyo
objetivo no es, insisto, que se queden en España siguiera, sino que puedan introducirse en los
países de la Unión Europea. (pág. 849).

Esta larga y complicada frase tiene la doble función acostumbrada de combinar presentación
positiva de Nosotros y negativa del Otro. Mayor Oreja sostiene (con una negación) que no es el
comportamiento ilícito de la policía lo que hace a los inmigrantes responder como lo hacen, sino
que han sido instruidos así por organizaciones que se aprovechan de ellos. De este modo asegura
que las autoridades no tienen culpa, y es evidente que presupone que ésta es una acusación que
se podría imputar a la policía. Pero, en lugar de culpar directamente a los inmigrantes, los
presenta como víctimas. Esta descripción sirve como una conocida estrategia de (aparente)
simpatía, la cual cumple una función en la estrategia general de transmitir una impresión
favorable por parte de las autoridades. Al mismo tiempo, sin embargo, culpa a las organizaciones
internacionales (ilegales) que trafican con inmigrantes ilegales. La estructura argumentativa
(simplificada) de esta frase es la siguiente:

a) DECLARACIÓN (NEGACIÓN): El comportamiento de los inmigrantes no se debe al


comportamiento ilícito de la policía.

b) ARGUMENTO 1 (CONTRAARGUMENTO): Su comportamiento se debe a las instrucciones de


una organización internacional.

c) ARGUMENTO 2: Estas organizaciones internacionales les traen a España por dinero.

d) CONSECUENCIA DEL ARGUMENTO 2: Éstas son organizaciones delictivas.

e) ARGUMENTO IMPLÍCITO: Las organizaciones delictivas están interesadas en instruir a los


inmigrantes ilegales para comportarse como lo hacen.

f) CONOCIMIENTO PRESUPUESTO: (a) Los inmigrantes ilegales tienen que ocultar su identidad
para evitar su expulsión, (b) Por lo tanto, mienten a las autoridades.

Integración: Si la legitimación se define como la búsqueda de aprobación normativa para una


actuación institucional, especialmente en el contexto de una acusación y una crisis, la
aceptabilidad de dicha actuación puede ser potenciada mediante gran cantidad de métodos
discursivos. Las estrategias semánticas generales pueden representar y así justificar las
actuaciones como prescritas por ley, ajustadas a los procedimientos legales, ejecutadas con gran
cuidado, etc. Las mismas estrategias pueden también construir una polarización muy conocida,
es decir, entre Nosotros (buenos) y Ellos (malos), mediante diversos recursos para la
representación positiva de sí y negativa de los demás.
Esta estrategia general también se realiza en otros niveles de representación y expresión, tales
como el estilo con el cual se describe a los protagonistas (nuestros y suyos) y sus actuaciones, la
retórica de la hipérbole o la sobriedad, además de diversas formas de falacias argumentativas.
Así, en la justificación de actuaciones pasadas controvertidas, se recurre a todos los niveles
discursivos que puedan influir de forma positiva en las opiniones de los receptores. Esto es, la
legitimación en este nivel de análisis es esencialmente persuasiva y orientada hacia lo que es (o
puede hacerse) aceptable para un público, del cual se pretende que otorgue su aprobación a las
actuaciones institucionales. Dicho de otro modo, los modelos mentales preferidos o pretendidos
de los receptores deben ser coherentes con la información y actitudes compartidos socialmente
y, por ende, con el orden moral.

6. LA AUTOLEGITIMACIÓN DEL DISCURSO

Para Bourdieu, la autoridad y la legitimidad son factores "externos" que pertenecen al orden
social y no al discursivo, sin embargo, desde el momento que se proyectan sobre éste le
confieren un estatus social determinado por lo que será posible establecer una distinción entre
discursos legitimados y no legitimados. Cuando el poder y la autoridad de la institución y de sus
representantes se evocan, se reproducen y mantienen por medio de distintos recursos
discursivos, entonces la legitimidad de la institución pasa a ser 'interna' o discursiva. Por el
proceso inverso, la legitimación de la institución puede verse reforzada a través del discurso. Si
el hablante no está investido con la autoridad de la institución o del grupo, si no se le considera
fiable o veraz, entonces la legitimidad de su discurso puede ser cuestionada y puesta en duda,
lo que significaría en el caso que estamos analizando que la justificación de las acciones
gubernamentales quedaría invalidada.

Esta estrategia autolegitimadora se apoya en tres movimientos correlativos: (1) la enfatización


de las diferencias de estatus en el discurso, de manera que la autoridad y la legitimidad de la
institucion se transfieren al hablante; consideramos este movimiento un intento de monopolizar
la legitimidad social, puesto que se acompaña de un intento correlativo de privar de ésta a otros
agentes sociales; (2) la presentación del discurso como un reflejo de la realidad, esto es, a través
de un proceso de objetivación; consideramos este movimiento un intento de apropiación de la
verdad, por el que otros discursos son presentados como deformaciones; (3) el control de la
producción, de la circulación y del acceso al discurso, a través de un proceso de exclusión e
inclusión, por medio del cual la legitimidad personal y grupal se transfiere al discurso;
consideramos esta maniobra un intento de apropiarse del discurso: únicamente las fuerzas y los
grupos sociales legitimados tienen derecho a poseer un discurso autorizado y sólo ellos tienen
acceso a determinados discursos (como el discurso parlamentario) y a determinados
acontecimientos comunicativos, como los debates parlamentarios. Para reforzar esta
legitimación discursiva, otros modos de expresión, otros discursos, son desacreditados y
devaluados y su circulación se verá restringida.

En los apartados anteriores ya hemos señalado cómo, de una manera más general, los discursos
se consideran legitimados cuando se cumplen las tres condiciones siguientes: (i) la fuente del
discurso (el hablante, la institución a la que representa, etc.) tiene que estar legitimada; (ii) la
representación de los acontecimientos que se realiza a través del discurso debe considerarse
verídica y fiable; (iii) tanto las formas lingüísticas (registros, dialectos, etc.) como discursivas
(géneros, estrategias discursivas) deben considerarse socialmente apropiadas, autorizadas o
'políticamente correctas'. En el caso que estudiamos, Mayor Oreja resalta cómo su discurso
posee estas características, de las que, según su presentación, careen los discursos de sus
oponentes. De esa manera actúa sobre el orden social de los discursos, ya que al legitimar su
discurso y deslegitimar versiones diferentes, restringe la circulación de estas últimas y limita su
posible aceptación.

La gestión discursiva del poder y a legitimidad: En la legitimación de la acción institucional,


analizada en los apartados precedentes, vimos cómo el énfasis recaía en la atribución de
propiedades negativas a los inmigrantes, justificando con ello su expulsión. A la hora de legitimar
su propio discurso, Mayor Oreja dirige su acción desacreditadora y deslegitimadora contra otras
fuentes de represetación, como la oposición y los medios de comunicación. Estas fuentes
generaron diferentes versiones de los hechos y criticaron las políticas de inmigración. Para
desacreditar estas representaciones rivales de los acontecimientos, estas fuentes han de
difuminarse, mientras que la autoridad y la legitimidad del Ministro han de resaltarse.

De igual forma, su descripción negativa de los inmigrantes hace hincapié en el hecho de que
éstos carecen de legitimidad, de autoridad, de estatus, estableciendo con ello el contraste que
existe entre el poder y el estatus de la institución que representa y los inmigrantes, de forma
que su autoridad resulta así reafirmada.

Al mismo tiempo, el Ministro recurre a menudo a distintas formas de autodesignación (siempre


en tercera persona) que corroboran su autoridad y su condición de representante, entre ellas:
'el Ministro', 'la autoridad del Ministerio', 'el Ministro de Interior', 'el Gobierno'. Al referirse a sí
mismo en términos de su función, refuerza su identificación con la institución y su participación
en la autoridad de ésta. Los términos 'Ministro' y ‘Ministerio' se utilizan como sinónimos y, en
consecuencia, no parece existir ninguna fisura entre la institución y su representante. El Ministro
se presenta a sí mismo como un 'medium' (Bourdieu, 1988), sin afirmar en ningún momento su
independencia (esto no es una constante en los discursos políticos, como han señalado los
autores que estudian los cambios de referente del pronombre 'nosotros' en el discurso político).
Mayor Oreja habla así en el nombre de la institución ('este Gobierno'). Estas formas de
'titulación' y 'honorificación' (van Leeuwen, 1996) actúan como un 'proceso discursivo de
investidura', por el que el hablante se presenta como la persona legítima y autorizada. Podemos
ver este contraste de poder y estatus en el siguiente ejemplo:

(13) El Ministro de Interior, ante estos graves acontecimientos que ponían en grave peligro el
orden público y suponían una alteración grave de la seguridad ciudadana, tenía la inexcusable
obligación de proceder, en nuestra opinión, a la expulsión o devolución de los inmigrantes
ilegales. (p. 848)

Las diferencias de estatus y de autoridad entrañan diferencias de poder. En este sentido, el


Ministro Mayor Oreja, al optar por estas formas de presentación que destacan sus funciones y
responsabilidades ('el Ministro' en lugar de 'yo'), asume el papel de agente y con ello enfatiza su
poder y su capacidad de control sobre los inmigrantes, pero también sobre otras instituciones y
autoridades del estado: el ejército, la policía e incluso los poderes independientes como las
autoridades legales. Estas elecciones léxicas y semánticas que realiza Mayor Oreja son parte del
proceso de investidura: la imagen que crea de sí mismo tiene que corresponderse con la
representación de la autoridad. Así a partir de la elección de unos recursos lingüísticos
determinados el Ministro crea una topología de las posiciones desde las cuales genera su
discurso y desde las que otros se expresan. En esta representación, asume una posición
dominante en la cima de la pirámide social, mientras ubica a los inmigrantes, a quienes priva de
toda capacidad agentiva, en la base de la misma. En el relato de Mayor Oreja los inmigrantes
pasan de tener un papel agentivo (destructivo) a asignárseles uno pasivo en el momento en el
que entran en escena las autoridades policiales y otras del Ministerio del Interior. El contraste
que así se establece entre unos actores cargados de poder y otros privados de él, también
contribuye a la diferente valoración de los discursos que compiten en la presentación de
versiones distintas de estos acontecimientos.

Para la legitimación del propio discurso, Mayor Oreja utiliza la misma estrategia de 'autorización'
a la que nos hemos referido en la legitimación de la acción institucional. En este sentido, el
Ministro no sólo reproduce otros discursos autorizados, sino que, incluso, se apropia de su
prestigio al adoptar las jergas médica y legal que se asocian a estas instituciones

(14) No hay que olvidar que, conforme a lo señalado en los artículos 104 y 149 de la Constitución
y el artículo 1º de la Ley Orgánica de Protección de la Seguridad Ciudadana, corresponde al
Gobierno, a través de sus autoridades y de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado,
proteger y garantizar la seguridad ciudadana y quitar los obstáculos que la impidan (p. 848)

La deslegitimación de otras fuentes de discursos: Simultáneamente, se desacreditan otras


fuentes de información y otros intérpretes de los acontecimientos y se cuestiona su autoridad.
Esta desacreditación se realiza, bien mediante un proceso de 'indeterminación', es decir, los
actores se representan como grupos e individuos anónimos o bien mediante su eliminación del
discurso: sólo se reproduce el contenido de sus críticas, pero la fuente que las ha producido no
es menciona explícitamente. Estos recursos de exclusión y ocultación discursiva limitan la
autoridad y, en consecuencia, la legitimidad de sus oponentes

(15) (...) alarma social, que unas veces se ha provocado interesadamente, pero que otras veces
no tengo ninguna duda que se han producido desde la buena fe. (p. 852)

Téngase en cuenta que sus ataques a aquellos que han producido estas críticas, al menos en una
ocasión, se mitigan al aceptar el Ministro que es posible que sus oponentes hayan actuado de
buena fe; recurso que responde tanto a una voluntad de mostrar su respeto por las instituciones
con prestigio y legitimidad social, pero también a estrategias de autopresentación positiva y de
persuasión.

Contrastando con esta 'despersonalización' e 'indeterminación' de otras fuentes de


representación, Mayor Oreja adopta un discurso victimista, en el que se presenta como el
objetivo de críticas y acusaciones injustas. Como consecuencia, el Ministro (que se refiere a sí
mismo como 'yo' o como 'nosotros') aparece aislado frente a una conspiración, de la que
denuncia la falta de objetividad y neutralidad de aquellos que critican su decisión.

(16) Se nos ha acusado, señorías, de haber actuado con irresponsabilidad enviando a los
funcionarios policiales sin la vacunación necesaria. (p. 852)

Toda representación de los acontecimientos que difiere de la defendida por el Ministro aparece
como el producto de una fuente anónima, carente de autoridad y estatus y, en consecuencia,
de eficacia simbólica. Más aún estas representaciones se consideran rumores, deformaciones,
calumnias:

(17) Yo he querido ser fiel al relato de los hechos, he querido actuar con la mayor transparencia
posible, he querido tratar de trasladar, más que la búsqueda, como antes decía, de la operación
modélica, el conjunto de inexactitudes y deformaciones que se han ido produciendo y que han
distorsionado la realidad de la misma. Esa era mi obligación y en ese sentido estoy
evidentemente a disposición de las intervenciones de los diferentes grupos. (p. 852)
Con frecuencia, Mayor Oreja reelabora sistemáticamente, mediante un proceso de
relexicalización, la visión que de los acontecimientos transmiten estos discursos rivales, o bien
adopta una estrategia de negación categórica: "No es verdad que...". A ambos comportamientos
discursivos subyace la oposición que el Ministro establece entre discursos verdaderos y falsos,
oposición a través de la cual trata de apropiarse de un capital simbólico que posee una
importancia crucial: la verdad.

La legitimidad moral y la retórica de la objetividad: Mayor Oreja no sólo trata de apropiarse de


la verdad, sino que reivindica para sí, la legitimidad moral, presentándose como un hablante
creíble y fiable, en quien se puede confiar. Tanto la credibilidad como la fiabilidad se derivan y
al mismo tiempo confirman su poder y autoridad.

La impresión de veracidad se refuerza por el propio juicio, que mediante la metáfora de la


'moviola', MO hace de su propio discurso, y con la que sugiere que en él sólo refleja los
acontecimientos, como si de un simple 'playback' se tratara:

(18) esto es como una especie de moviola posterior, donde realmente vamos observando los
acontecimientos. (p. 869)

En otras palabras, para Mayor Oreja sólo existe una interpretación fiable de los acontecimientos,
la suya, por lo que en algunos momentos llega a afirmar explícitamente que se encuentra en
posesión del monopolio de la verdad:

(19) He querido ser fiel al relato de los hechos, he querido actuar con la mayor transparencia
posible. (p. 852)

Contrariamente a lo expuesto en el ejemplo, en el que el uso del pronombre de primera persona


sugiere que el Ministro daba fe de la verdad con su integridad personal, Mayor Oreja, en la
primera parte de su discurso sólo hace referencia a sí mismo mediante expresiones en tercera
persona como 'el Ministro'. De esta manera se distancia o disocia de los sucesos y de sus propias
decisiones. Esto no solamente mitiga sus responsabilidades, sino que al distanciarse él de las
decisiones y acciones que 'hubo' que llevar a cabo, también su Gobierno se libera de dichas
responsabilidades. Dicha 'disociación' también tiene una función en la retórica de la verdad, la
de que él mismo pueda presentarse como un observador externo, neutral y objetivo con
respecto a lo ocurrido. Así, el informe de los sucesos se presenta como imparcial y, por
consiguiente, verdadero.

Objetivos del discurso: Los objetivos declarados son: 'explicar', 'aclarar', 'dejar lo más claro
posible', 'anular las deformaciones e inexactitudes'. Todas esas expresiones presuponen que
está en posesión de la única versión auténtica y autorizada de los sucesos. El Ministro así asume
el papel de vidente, el papel de alguien capaz de revelar la verdad, al mismo tiempo que desafía
y, por consiguiente, deslegitima las versiones 'sesgadas ‘o 'injustas' de sus oponentes políticos y
de los medios de comunicación.

Compromiso personal: Una estrategia crucial que hemos encontrado anteriormente es la de


realzar la credibilidad. A un hablante verosímil le resultará más fácil legitimar una acción
controvertida que una inverosímil. No obstante, como estrategia persuasiva en general, la
enfatización de la credibilidad puede ir más allá de la mera presentación de los hechos
verosímiles, pruebas, indicios u otros recursos semánticos que apoyen la interpretación de una
situación.
En la última parte de su discurso, Mayor Oreja lo hace a través de una transición, pasa del uso
del auto-referencial nominal ('el Ministro') al uso de pronombres de primera persona. De esta
manera se representa a sí mismo primero como representante autorizado de la institución, y lo
hace de la manera distanciada y 'objetiva' que se espera de su Ministerio. Para entonces, hace
alarde de su compromiso personal al garantizar la verdad del informe del Ministro, aumentando
así su credibilidad. Al mismo tiempo demuestra que tiene las agallas para hacer frente a la crítica
y a las acusaciones, y que no tiene miedo a 'implicarse'. Este es un movimiento muy común en
la estrategia persuasiva general para expresar sinceridad. Así, se sugiere que el grupo en su
totalidad (España) confía en su Ministro:

(20) Señorías, yo creo que aquí hay dos formas de plantear las cuestiones: con transparencia u
ocultando una realidad (...) (p. 851)

(21) Yo prefiero decir la verdad, no ocultarla. Posteriormente, se podrá producir la reflexión que
se crea conveniente, pero a mí me parece que el que en estos momentos tratemos de esconder
la realidad o una decisión determinada no nos ayudará en nuestro esfuerzo común para la
mejora de las circunstancias de esta operación que, reitero una vez más, no es en modo alguno
la primera vez que se lleva a la práctica. (p. 851)

La elaboración del consenso y la solidaridad grupal: Además de los movimientos anteriores, el


Ministro tiene que promover la identificación, solidaridad y apoyo político grupal, para lo cual
intenta restablecer el consenso, si es que no elabora el visto bueno de sus oponentes político.
Mientras anteriormente enfatizaba su propia credibilidad, ahora también necesita hacer un
llamamiento a la responsabilidad de los Otros institucionales, como participantes profesionales
en el mismo juego (político), y en este caso en la gestión de un problema compartido por todos:
restringir la inmigración 'ilegal'.

Aquí, el inclusivo 'nosotros' hace referencia a su persona ya los miembros de la Comisión, y


también a 'nosotros' los políticos que necesitamos responsabilizarnos conjuntamente. Mediante
el uso del 'nosotros', el Ministro invita también a la oposición a adoptar su punto de vista en el
asunto.

(22) No se puede resolver un problema si no somos capaces de hacer un diagnóstico común. (p.
870).

Al realinear la oposición política en una perspectiva común, Mayor Oreja resalta otras
oposiciones entre Nosotros y Ellos. Primero, entre Nosotros los políticos, que nos encargamos
de cumplir las disposiciones de la ley, por un lado, y por el otro, Ellos fuera de la política, medios
de comunicación y diferentes organizaciones no gubernamentales, que Nos acusan de violar los
derechos humanos aunque seguimos escrupulosamente los procedimientos. Es decir, las
interpretaciones alternativas de lo ocurrido desafían nuestra legitimidad común como
legisladores.

En esta lucha simbólica el secretario hace un llamamiento a la solidaridad de todos los miembros
del grupo, todos ellos relacionados por su participación en la institución, e insiste en el esfuerzo
común para impedir el acceso y la circulación de interpretaciones rivales que puedan amenazar
'nuestra' legitimidad:

(23) Es posible que siga aumentando la alarma social, pero eso no solamente va a depender de
las medidas del Gobierno; también va a tener una enorme importancia y una enorme
transcendencia si se quiere hacer un esfuerzo en esa dirección por parte de los grupos de la
oposición. (p. 869)

Jerga autorizada: Al mejorar la comunicación grupal, las jergas funcionan como fuerza de
cohesión, una manera de formar una unidad social. Las jergas pueden entenderse de esta forma
como un tipo de territorialización. Al crear un vocabulario alternativo funcionan como un
instrumento para saber, construir y mantener una 'realidad' alternativa, con sus propios actores
sociales, jerarquías, reglas, valores, formas de vida. De esta forma, las jergas son un instrumento
de integración social. Al mismo tiempo, las variedades profesionales con poder definen la
exclusión, impidiendo que los intrusos entren en contacto con aquellos que forman parte de la
autoridad, y estableciendo una marcada división entre el conocimiento 'sagrado' y 'profano'.
Como es bien conocido en el estilo léxico médico, legal y político, la jerga puede tener también
una variedad de funciones manipuladoras, al confundir, ocultar o mitigar los hechos
desagradables, como ocurre en la propaganda política.

No obstante, incluso si todas las variedades de jerga tienen casi las mismas funciones, no todas
ellas se evalúan de la misma manera. Algunas se consideran legítimas ('saludables'), como es el
caso de la jerga médica, y otras ilegítimas ('destructivas'), como la jerga de los delincuentes.
Como hemos visto en nuestro análisis del estilo léxico, las jergas burocráticas, médicas y legales
desplegadas por Mayor Oreja son variedades prestigiosas y autorizadas. Evocan la asociación de
su propia legitimidad profesional con la del Ministro y su discurso, si es que no lo asocia con la
forma grupal del 'nosotros' los políticos en general. En otras palabras, junto con los
profesionales, 'nosotros' sabemos mejor que nadie lo que es bueno para este país. De forma
similar, en este caso concreto, 'nosotros' sabíamos mejor que nadie lo que había que hacer con
los inmigrantes 'ilegales':

(24) Se les suministró un producto que habitualmente se prescribe para el uso de niños
superactivos. (p. 851).

Además del efecto eufemístico asociado a esas variedades, el Ministro Mayor Oreja está
legitimando su discurso al englobar otros discursos legítimos. Y, al mismo tiempo, levanta una
barrera entre aquellos que tienen el conocimiento 'profesional', y aquellos que son ignorantes.

El proceso de cambio en el discurso político en España:

El discurso del Ministro Mayor Oreja parece regresivo, si se le compara con la relativa franqueza
y democratización del discurso durante las últimas dos décadas en España.

Su estilo y géneros son más formales y por lo tanto tienden a excluir las formas populares y
coloquiales.

Al mismo tiempo, tiende a incorporar jergas y géneros autorizados al igual que registros
formales. Este desplazamiento no sólo promueve la exclusión de la gente corriente, sino que
también refuerza la profesionalización de la arena política. Este procedimiento puede verse
como un proceso de largo alcance de monopolización del discurso político, lo que parece
exceder la crisis actual.

7. CONCLUSIONES

En este artículo, hemos examinado algunas propiedades del discurso de legitimación. Al utilizar,
como en nuestro ejemplo, un discurso parlamentario del Ministro español de Interior Mayor
Oreja, en el que defiende su decisión de expulsar de Melilla a 103 africanos, nuestro primer
objetivo era el de comprender las estrategias discursivas y las funciones de la legitimación social
y política. En teoría, la legitimación puede primero analizarse como el acto social de conceder
aceptabilidad a los actores sociales, acciones y relaciones sociales dentro del orden normativo.
De arriba abajo, la legitimación conlleva estrategias que intentan establecer, mantener o
restablecer la posición social y la autoridad aceptable de un grupo o institución, normalmente
el Estado. De abajo arriba, la forma complementaria de la legitimación es la acción de los grupos
dominados (ciudadanos, minorías, etc.) a aceptar pasivamente o conceder activamente dicha
jerarquía o autoridad a los grupos dominantes o instituciones (élites, gobierno, parlamento).

En el caso que nos ocupa tratamos principalmente con la primera, de arriba abajo, en la que el
Gobierno conservador español, representado por su Ministro de Interior intenta restablecer su
legitimidad tras el desafío que le dirigió la opinión pública y los medios de comunicación por la
expulsión de los inmigrantes 'ilegales'. En nuestro análisis, distinguimos tres niveles diferentes
pero interdependientes de legitimación discursiva: (a) un acto pragmático de justificación de
acciones y políticas controvertidas; (b) una representación semántica de la propia versión de los
sucesos como verdadera y fiable, y (c) una autorización socio-política del propio discurso
legitimador. La justificación es una explicación discursiva de acciones pasadas cuyo objetivo es
el de persuadir a un público crítico de que dichas acciones eran aceptables dentro del orden
normativo, es decir, que fueron conformes a la ley, a las normas sociales imperantes o a otros
principios normativos de conducta social adecuada. Las estrategias a todos los niveles del texto
o conversación pueden emplearse para lograr dichas versiones persuasivas. Así, en el discurso
de Mayor Oreja, encontramos estrategias semánticas globales que tienen como objetivo la
aceptabilidad de la expulsión, esto es, su legalidad, respeto por los procedimientos legales y
burocráticos, su cuidadosa ejecución, su autorización por organismos estatales y profesionales
apropiados, y las circunstancias especiales como eran la amenaza al orden público. Estas
estrategias al mismo tiempo implican una dicotomía entre la presentación positiva de sí y la
presentación negativa del otro, en la que 'nuestras' acciones y políticas fueron correctas y
beneficiosas, y 'sus' acciones anormales y una amenaza para el país. También a otros niveles de
análisis, tales versiones para justificar acciones controvertidas pueden ser más persuasivas, por
ejemplo, mediante el menoscabo léxico de los Otros, el énfasis sintáctico o la ocultación de la
gente y la responsabilidad, o por medio de la enfatización retórica de opiniones positivas o
negativas.

Las funciones pragmáticas y persuasivas de justificación sólo tienen éxito cuando están basadas
en una semántica de representación defensible: El hablante tiene que verse como portavoz de
la verdad, y, por consiguiente, tanto la representación de sí mismo como su versión de lo
ocurrido como verosímil, para que las versiones alternativas de los sucesos se deslegitimen. De
nuevo, hay muchas estrategias para realzar los efectos de la verdad del discurso, como la de
describir los detalles, hacer referencia a fuentes fiables tales como instituciones autorizadas,
insistir en que los hechos pueden verificarse, el uso del sentido común, el conocimiento general
y la inferencia, la integridad personal y la fiabilidad, etc. Los discursos producen conocimiento.
Presentan versiones específicas de la realidad, formulan las características de los actores y
grupos sociales y de esa manera sostienen y refuerzan las ideologías y los valores sociales. No
obstante, como ocurre con las personas, no todos los discursos son iguales. Unos son
dominantes o legítimos, otros no lo son o lo son menos. Este trabajo muestra como los factores
sociales (contextuales) y discursivos contribuyen a la (des)legitimación del texto y la
conversación, tales como la legitimidad y autoridad de la fuente, la representación verdadera o
verosímil y la forma apropiada. Los hablantes tienen medios lingüísticos y otras formas
discursivas para enfatizar el papel y los efectos de dichos factores de la legitimación. Una vez
que los hechos se establecen como representados y justificados como normativamente
aceptables, el discurso y sus propios hablantes necesitan legitimarse, y los oponentes bien han
de persuadirse e incorporarse o deslegitimarse y excluirse del orden 'permisible' del discurso
público verosímil. En este caso Mayor Oreja principalmente autolegitima su persona y su
discurso al resaltar la autoridad de su Ministerio, de los organismos estatales, así como de las
instituciones independientes. De esta manera, el poder institucional se concede y se apoya en
el discurso institucional con poder, mientras que al mismo tiempo se desacreditan las fuentes
alternativas. Dicho discurso, como resulta obvio desde el punto de vista de la semántica de la
credibilidad se auto-atribuye su autoridad a través también de su estilo objetivo, por medio de
la gestión de las pruebas e indicios, del uso de la jerga profesional, y en concreto al buscar el
consenso político y la solidaridad de sus oponentes políticos en el parlamento.

Esto es, a lo largo de su discurso, Mayor Oreja intenta hacerse con las mentes de su público de
diferentes maneras, las cuales van más allá del debate y la crisis actuales. Justificar una expulsión
en términos de las propiedades negativas de los inmigrantes 'ilegales' puede resultar después
de todo ad hoc, un argumento adaptado a la situación. Mucho más importante es su estrategia
general de influir en la imagen general de los inmigrantes en las élites políticas, en particular, y
en la población, en general. Se les representa persuasivamente no como pobres víctimas que
despiertan la solidaridad y la compasión, sino como sujetos que infringen la ley, sujetos
anómalos que suponen una amenaza para la nación. Al mismo tiempo, Mayor Oreja opera sobre
su propia imagen y la de su partido a través de estrategias de presentación positiva de sí. Esto
es, intenta por todos los medios presentarse y presentar a los conservadores no como
reaccionarios, por no decir racistas, o como un grupo que ignora los derechos humanos, sino
como demócratas que respetan la ley y atienden escrupulosamente los principios decentes del
Gobierno y la acción política. Excluye así a los Otros de Nuestra nación y grupo, mientras que al
mismo tiempo se incluye él e incluye a los conservadores. El hecho de que la legitimidad no es
un bien permanente, sino el objeto de la lucha social y política, explica por qué no puede
preservarse en condiciones libres de producción y circulación de los discursos. La intervención
en el orden del discurso mediante la imposición de restricciones en la producción, acceso o usos
de los discursos hace así de vínculo entre la legitimación socio-política a nivel macro y la
legitimación discursiva a nivel micro. De esta manera, dentro del orden social y político
discursivo de la sociedad española, el discurso legitimador oficial también contribuye a la gestión
y reproducción del poder. Lo hace al intentar monopolizar la legitimidad política y social de la
institución, al monopolizar la verdad y el discurso público. Como consecuencia se hace una
división entre actores y discurso legítimos e ilegítimos. Al mismo tiempo, dicha gestión social del
discurso conlleva unas restricciones en su acceso y distribución. Los inmigrantes no sólo son
excluidos de 'nuestro' país, sino que también son excluidos de 'nuestro' discurso y del discurso
público en general. Por lo tanto, la legitimación de la expulsión y su extraordinaria naturaleza
militar conlleva al mismo tiempo la legitimación de la desigualdad étnica, y una contribución a
la reproducción de la dominancia étnica, es decir, al racismo.

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