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INTRODUCCION……………………………………………………………………..3
ESCUELA
HOLANDESA………………………………………………………………………….4
NORMA DE
REPROCIDAD………………………………………………………………………. 7
BUSTAMANTE………………………………………………………………………. 9
CONCLUSION………………………………………………………………………..11
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INTRODUCCION
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ESCUELA HOLANDESA
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aplicación de una ley extranjera, respondieron que ello no obedecía a razones
jurídicas, sino que era sólo una consecuencia del principio de la “Cortesía
Internacional” ó “Comitas gentium”.
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NORMA DE REPROCIDAD
Se trata de conceder a las leyes de un determinado país la misma eficacia que en
el mismo se otorgue a las del Estado en cuyo territorio se pretende aplicarlas”. Estas
normas tienen una gran similitud al método utilizado en la Escuela Holandesa de la
Cortesía. La aplicación de normas de reciprocidad es una práctica realizada en
pocas ocasiones y únicamente en casos concretos en donde es imprescindible la
aplicación de las mismas. Esto debido a que su uso se basa en el criterio del
juzgador y no en un fundamento legal.
Esta es una práctica iniciada por la Escuela Holandesa, en donde las leyes
extranjeras eran aplicadas facultativamente por un determinado Estado.
Lastimosamente su práctica existía atendiendo a criterios personales y
beneficiosos, lo cual quebranta el principio de objetividad procesal. La aplicación de
normas de reciprocidad consiste en conceder a la norma jurídica, que emano de
otro Estado, el trato de una ley nacional. Esto le otorga todos los ámbitos de validez
para su eficacia completa dentro del territorio nacional. Es claro que para que se de
este supuesto, debe existir un punto de conexión entre la ley nacional y la ley
extranjera. La doctrina establece casos en donde se aplica las normas de
reciprocidad siendo los más frecuentes: “para la interpretación de cláusulas de un
tratado o convenio; en la extensión de privilegios diplomáticos o consulares,
concedidos por los Estados en convenios consulares o tratados de establecimiento;
en casos particulares del orden procesal internacional o régimen de extranjería”.
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cuanto se distingue de la moral por referirse a la actividad exterior de los sujetos y
de la jurídica por carecer de organización coactiva. La cortesía internacional o
comitas gentium plantea el doble problema de su valor o función y de su contenido.
Las normas de cortesía internacional, para unos, realizan una función de suavizar
las relaciones internacionales y, para otros, una función mucho más amplia en
cuanto consideran que todo el Derecho Internacional o la mayor parte de él, está
constituido, en realidad, por estos usos sociales. Lo que por otro lado resulta
imposible prácticamente es precisar el catálogo de los actos internacionales de
cortesía y determinar su exacto contenido.
La cortesía internacional hace referencia a la aplicación de las reglas de decoro en
el trato externo de los sujetos de derecho internacional (Estados, Organismos y
demás sujetos de derecho internacional como la Santa Sede, Orden de Malta, etc.),
se basa en la reciprocidad que se estila en las relaciones entre Estados. La cortesía
internacional acoge principios adoptados por la diplomacia en el uso de las buenas
costumbres, la solidaridad, el respeto, la prudencia. Su uso demuestra afecto entre
los Estados y mantiene la cordialidad en la comunidad internacional.
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LA ESCUELA HOLANDESA DE LOS ESTATUTOS.
LOS ESTATUTARIOS DEL SIGLO XIX. JUICIO DE
LAS ESCUELAS ESTATUTARIAS (BUSTAMANTE)
Según Pablo y Juan Voet y Ulrico Huber, dicen que de un modo particular los dos
últimos, fueron autores de la nueva evolución doctrinal que en el siglo XVII dió por
resultado lo que se llama la Escuela holandesa. El primero de los tres escritores
citados, Pablo Voet, parece más bien que recoge; sin darse cuenta cabal de su
importancia, algunas ideas territoriales, poderosamente influidas por las tradiciones
de la época feudal, que debían flotar
En el ambiente jurídico de su época, y las mezcla con la exposición del sistema
francés, entonces generalizado.
En cambio, Juan Voet afirma terminantemente que los estatutos se pueden
distinguir en personales, reales o mixtos desde el punto de vista de su objeto,
abarcando los primeros únicamente la condición de las personas, sin que importe
que hagan mención de las cosas dado que les sirvan las personas de objeto
principal; comprendiendo los segundos aquellos que tienen por único objeto la
condición de los bienes, o se refieren a. ellos como fin principal, aunque mencionen
las personas; y ocupándose los terceros de los actos judiciales o extrajudiciales eje-
ciliados por las personas respecto de las cosas.
Desde el punto de vista de sus efectos, que es 10 realmente importante para la
aplicación práctica del Derecho Internacional Privado, sostiene Juan Voet que las
leyes no pasan las fronteras del país que las dicta, terminando para toda clase de
estatutos la potestad del legislador donde esa frontera divide los, Estados, sin más
excepción que la cortesía internacional.
Todos los que residan dentro de sus límites, de una manera definitiva o
temporalmente. Y no concibe sino a virtud de la comitas la aplicación extraterritorial
de ciertas leyes personales.
La Escuela holandesa tiene, pues, como carácter fundamental, la territorialidad
estricta de las leyes. Cree que no hay motivo jurídico alguno para su aplicación fuera
de territorio, y subordina esa aplicación extraterritorial a simples móviles de interés,
de reciprocidad o de conveniencia, extraños al derecho, sobre los que no puede
descansar ni una legislación justa ni una ciencia verdaderamente jurídica. Por ese
camino la doctrina de los Estatutos tenía que Ilegal a un conjunto de principios en
absoluto inconciliables con las exigencias de la vida contemporánea.
La codificación napoleónica, imitada y secúndala por otros países, estorbó en
Europa desde principios del siglo XIX el desarrollo científico del Derecho
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Internacional Privado. Como el Código civil francés recogió́ la doctrina estatutaria
en las últimas fases de su evolución, no es extraño que algunos res volvieran la
mirada a sus principios y soluciones y quisieran continuar usando su técnica y a
veces sus procedimientos. Por otra parte, la influencia de los tratadistas holandeses
en el derecho inglés, y por el derecho ingles en el angloamericano, dió en ellos
nuevos horizontes a las mismas ideas.
No sucede lo mismo con el norteamericano, que llevó a la jurisprudencia de su país,
y en parte recogió́ también de ella, casi todo el espíritu de la doctrina estatutaria
holandesa, solo modificada en algunos casos por el influjo de escritores realistas
que se pueden colocar entre los partidarios de Agentes. La autoridad extraordinaria
de que ese libro ha disfrutado y disfruta, el número de sus ediciones y su
conformidad con los principios generales de los países de lengua inglesa, han
influido extraordinariamente para que el Derecho Internacional Privado
De Inglaterra y de los Estados Unidos de la América del Norte obedezca a un
sistema que hemos de exponer en el capítulo inmediato y en el que abundan las
analogías con la doctrina estatutaria.
En todos los escritores que últimamente hemos mencionado predomina la división
tripartita de las leyes reales, personales y formales. En el primer grupo incluyen las
que se refieren a las personas para determinar su capacidad, condición y estado.
En el segundo, las que tienen por objeto principal las cosas inmuebles, sin
consideración al estado a la capacidad de las personas. Y en el tercero las que rigen
los actos jurídicos del hombre y establecen las formalidades a que deben sujetarse.
Desde el punto de vista de los detalles prácticos, la aplicación de los tres grupos de.
Leyes que acabamos de mencionar se hace casi siempre de un modo mecánico,
sin atender a las exigencias propias de la función legislativa de los Estados y de su
coexistencia jurídica, ni a las necesidades de los individuos surgidas del
cosmopolitismo humano.
Entre ellos figura la afirmación de que tuvo un sentido práctico evidente al decidir
que el estatuto personal seguía y se aplicaba al individuo en territorio extranjero, y
que el real se aplicaba solo a los inmuebles situados en el país del legislador. Se
dice que esa afirmación dejó abierta una brecha permanente en el sistema de la
absoluta territorialidad de las leyes y que los glosadores adivinaron el lugar que
corresponde a la personalidad humana en el Derecho Internacional Privado, desde
entonces favorecido por esa tendencia doctrinal. Acabamos de ver que la división
entre los estatutos personales y reales no se admitió́ con carácter fundamental hasta
el siglo XVI y fué en la doctrina italiana un mero accidente entre otras muchas
clasificaciones. Y lejos de alterarse con ella el principio de la territorialidad, al
aprovecharse los jurisconsultos holandeses de las afirmaciones de De Argenté la
convirtieron en la única base del Derecho Internacional Privado.
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CONCLUSION
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