Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
1
2. LA ESTRUCTURA DE LOS MATERIALES
2.1. INTRODUCCIÓN
Para poder interpretar los efectos que producen en los materiales las fuerzas que le pueden ser
aplicadas y sus variados comportamientos según sus estructuras, es necesario conocer primera-
mente distintos aspectos de la constitución íntima de los mismos, así como también las caracte-
rísticas físico - mecánicas que les competen.
Demócrito (siglo V a.C.) observando los fenómenos de la naturaleza, entre otros, los distintos
estados que pueden presentar los líquidos, creó la doctrina filosófica del atomismo, por la cual
consideró que todos los elementos naturales estaban constituidos por pequeñísimas partículas,
no divisibles a las que consecuentemente denominó «a-tomos» (átomo), indivisibles al observa-
dor y que representaban la última subdivisión de la materia.
Este principio, surgido de especulaciones filosóficas, fue olvidado por siglos, hasta que John
Dalton en 1804 los hace resurgir mediante comprobaciones experimentales (enunció la ley de
proporciones múltiples). Determinó que los átomos de un mismo elemento son iguales entre sí
y por lo tanto de igual masa, la que difiere de la de otros elementos, y que las sustancias están
formadas por átomos, que resultan la menor partícula de materia que puede obtenerse a partir
de un cuerpo simple (elementos químicos: hasta hoy son 103 los registrados) (figura 2.1), o por
moléculas que corresponden a la última porción de materia de un cuerpo constituido por átomos
diferentes (compuestos químicos).
El carácter atómico de la electricidad hizo deducir a H. L. Helmholtz (1860) que a igual que la
materia presenta átomos de electricidad que sólo pueden variar por múltiplos enteros de una
unidad mínima.
A partir de la bien comprobada existencia de los iones positivos o negativos J. W. Hittor (1869)
verificó que en el electrodo negativo de un tubo de descarga en el que se ha producido vacío, se
generaban rayos (rayos catódicos) lanzados a gran velocidad, a los que P. Lenard denominó
electrones.
Con los estudios y teorías que sintéticamente se han explicado, Thomson ideó un modelo atómi-
co constituido por una masa esférica de cargas positivas en la que se encontrarían alojados los
electrones en igual número que aquéllas, que neutralizaban la carga de la masa. Bajo esta con-
cepción el átomo resultaba impenetrable.
Fue Rutherford en 1911 quien determinó que radiaciones de rayos α emitidas por sustancias
radioactivas (emisión material de átomos de helio doblemente ionizados) traspasaban finas lá-
minas metálicas cuando impactaban sobre ellas con cierta velocidad, lo que sólo resultaba posi-
ble si los rayos se filtraban a través de la estructura atómica del metal, demostrando que los
átomos no llenaban la masa sin solución de continuidad (fig. 2.2).
Simultáneamente C. Wilson fotografió las trayectorias de los rayos α (positivos) al pasar la
lámina metálica, comprobando que experimentaban desviaciones en sus trayectorias, que se-
rían producidas por la existencia de cargas eléctricas en el metal, el que al encontrarse
eléctricamente neutro debía poseer tantas cargas negativas como positivas.
Las comprobaciones de
Thomson sobre la carga ne-
gativa de los electrones y la
relación de su masa con la
del átomo elemental (hidró-
geno: 1 ion positivo y 1 elec-
trón), sumadas a la acción
de los rayos a sobre finas lá-
minas metálicas, permitie-
ron a Rutherford formular
su teoría atómica, en base a
Fig.2.2. la cual suponía al átomo
2. 3
constituido por una masa de iones positi-
vos (protones) concentrada en un volu-
men muy pequeño en relación al del con-
junto atómico, este núcleo se encontraría
rodeado de igual cantidad de cargas ne-
gativas para obtener un cuerpo eléctrica-
mente neutro (átomos no ionizados) (fi-
gura 2.3).
Fig.2.3.
Justificó que la fuerza de atracción que
surge de la ley de Coulomb entre cargas de distinto signo, se compensaba con la centrífuga que
generaban los electrones que se desplazarían alrededor del núcleo según trayectorias a las que
denominó órbitas (niveles de energía), al comparar al conjunto atómico con el sistema solar.
Criterio que se contradice con las leyes del electromagnetismo clásico (Maxwell, Lorenz), me-
diante las cuales se verifica que una partícula eléctrica acelerada emite energía en forma de
ondas electromagnéticas (radiación), lo que no es observable en átomos estables, en los que sus
electrones, en sus desplazamientos orbitales están afectados por aceleraciones tangenciales y
centrípetas.
Para que el átomo irradie energía es necesario que disminuyan continuamente sus niveles ener-
géticos (átomo inestable).
El modelo no explica además el porqué cuando los átomos son excitados presentan, en la obser-
vación en un espectroscopio, espectros formados por una serie de líneas (espectro de rayas).
La radiación electromagnética o de luz, que es emitida a determinadas frecuencias, corresponde
sólo a algunos niveles de energía del átomo, generando el espectro a rayas que resulta caracte-
rístico para cada uno de ellos.
Si el electrón perdiera energía describiría una hélice introduciéndose en el núcleo del átomo,
dando un espectro de luz continua (espectro continuo), con todas las longitudes de onda entre
ciertos límites.
En el año 1900 Max Planck pronosticó que la luz, al igual que la materia, presenta átomos de
energía, a los que designó con el nombre de quantum y que representan la menor cantidad de
energía que se requiere para emitir o absorber una radiación, energía radiante que varía por
«saltos» de cuantos y no de forma continua, correspondiéndole a Planck el primer testimonio de
cuantización de la energía.
En la teoría correspondiente y sobre la base de una de sus hipótesis que dice que “un oscilador
puede absorber o emitir energía de radiación en una cantidad proporcional a su frecuencia”,
se fijó como energía de un quantum a E = h . f; en la que h es la Constante Universal de Planck
2. 4
e igual a 6,626 176 x 10 -34 Js y f la frecuencia de radiación.
Si la energía de un oscilador está cuantizada sólo variará a partir del quantum de energía h . f
pudiendo ser: n .h . f en la que n representa el número cuántico en valores enteros de 1 a 7.
A un quantum de energía luminosa h . f se lo denomina fotón, el que al incidir sobre una super-
ficie metálica, puede transmitir a un electrón la energía que le permita escapar del metal atrave-
sando la barrera particular de su energía potencial.
Un haz de luz avanza por el espacio en forma de haces concentrados de fotones (Efecto Compton
- 1923) contrariamente a lo estimado por Planck, que supuso que lo hacía en forma de ondas
electromagnéticas.
En la energía radiante deben distinguirse su intensidad (cantidad) y su frecuencia (calidad de la
radiación).
Las suposiciones de Planck, que si bien no se consideran absolutamente correctas, fueron las
precursoras del nacimiento de la teoría cuántica, considerándose a su constante como una de las
más importantes de la tísica.
Los átomos de un cuerpo sólo son capaces de emitir radiaciones cuando se los excita convenien-
temente, aumentando la energía cinética de algunos de sus electrones de manera de permitirles
saltar su barrera de energía potencial, ya sea por calentamiento (emisión termoióníca - O. W.
Richardson - 1920), por bombardeo electrónico (emisión secundaria), aplicando a las superfi-
cies de los metales campos eléctricos negativos muy intensos (emisión de campo) o bien por
emisión fotoeléctrica (emisión de electrones de la superficie de un metal cuando incide sobre
ella una radiación - A. Einstein – 1905).
Al estudiar el fenómeno de la emisión fotoeléctrica Einstein partió de la teoría del quantum de
radiación de Planck y verificó que conserva su individualidad en la radiación.
El análisis de la relación entre la interacción de la radiación y la materia (procesos de emisión y
de absorción de la radiación) se realiza según principios de la física cuántica que analiza los
desplazamientos de las partículas subatómicas, cuyos movimientos no coinciden con las teorías
de la mecánica newtoniana.
Intuitivamente y ante la evidencia del comportamiento de los átomos estables, Niels H. D. Bohr
en 1913. consideró que las leyes de Maxwell no resultaban aplicables a nivel atómico, formuló
nuevas hipótesis teniendo en cuenta los postulados de Planck y la definición del fotón, a partir
de los cuales puso en evidencia la inestabilidad del átomo de Rutherford y la imposibilidad de
explicar el origen del espectro a rayas que emiten los cuerpos, aunque aceptando su modelo con
núcleo de cargas positivas y electrones con cargas negativa que lo circundan en igual cantidad.
Consideró en primer lugar que las órbitas en que se desplazan los electrones corresponden a
determinados niveles de energía, constituyendo una propiedad inherente a la estructura atómi-
ca, aún sin explicación precisa en los átomos estables.
Estudiando el espectro del hidrógeno Bohr verificó la existencia de líneas espectrales bien defi-
nidas, que siguen un patrón regular para cada serie de longitudes de onda, formulando por
primera vez una interpretación teórica fundada en ideas cuánticas, al comprobar que el átomo
de hidrógeno no irradia energía para ciertos estados estacionarios y que la radiación tiene lugar
exclusivamente cuando pasa de un estado de energía determinado a otro menor y siempre que su
diferencia resulte igual a un fotón h .f.
Extendiendo el análisis espectral del hidrógeno se comprobó que la emisión difiere para cada
tipo de átomo excitado según las cargas de sus núcleos, emitiendo espectros que le son privati-
2. 5
vos a cada uno de ellos.
En uno de sus postulados Bohr establece que la única posibilidad que un átomo genere una
radiación se produce cuando se le entrega una cierta cantidad de energía, que puede desplazar a
un electrón de su órbita al ganar energía potencial (átomo excitado). En tal situación el átomo
espontáneamente (10–8 s) tiende a recuperar su estado inicial de equilibrio, devolviendo la ener-
gía recibida en forma de radiación con una frecuencia dada por la fórmula de Planck. Cada
electrón desplazado, emitirá energía radiante de un quantum, la radiación emitida puede o no
estar en el espectro visible.
Bohr en su modelo atómico (figura 2.4) justificaba el origen de las rayas espectrales emitidas
por átomos excitados, considerando al átomo con sus niveles energéticos variando con un nú-
mero cuántico, sin em-
bargo en el espectro ob-
tenido en un espectró-
grafo de gran dispersión,
se observa que casi to-
das las rayas emitidas,
que deberían aparecer
como líneas finas y úni-
cas de acuerdo con su
teoría, se presentaban
desdobladas en dos, tres Fig.2.4. Atomo de Bohr.
y más veces, lo que es
atribuido a que los niveles de Bohr no son los únicos sino que admiten la existencia de varios
subniveles con energías ligeramente diferentes, siendo por lo tanto 2 los números cuánticos que
definen la verdadera energía de cada nivel: el cuántico principal n, que representa lo niveles
energéticos principales y el cuántico secundario l, que específica los subniveles de energía
dentro de los niveles principales, conocidos con las letras s, p, d y f para definir los términos
orbitales de un elec-
trón (fig.2.5).
Además y si bien por
el principio de com-
plementariedad Bohr
aseveró la dualidad de
la materia, recono-
ciendo que presenta
propiedades corpus-
culares y ondulatorias,
para el cálculo de la
órbita del electrón lo
consideró exclusiva-
mente como corpús-
culo, aplicando la me-
cánica newtoniana, de
imposible desarrollo
en partículas del ta-
maño de un electrón.
Si bien la intuición y
experiencias de Bohr Fig.2.5. Forma de las nubes de probabilidad de los orbitales.
2. 6
permiten conocer con aproximación la constitución atómica, el origen de la luz y los espectros
de emisión y absorción, las modernas teorías electrónicas demuestran la imposibilidad de acep-
tar todos sus principios ya que algunos surgieron de conceptos erróneos y por consiguiente no
interpretan un sinnúmero de fenómenos atómicos
El hecho de suponer que la estructura atómica es realmente un símil del sistema solar donde las
órbitas y velocidades de los electrones son posibles de ser calculados está desvirtuado a partir
del principio de incertidumbre de W. Heisenberg (1925); quien estimó que “la duda de determi-
nar la posición del electrón es infinita y por consiguiente imposible de localizarlo y que si ello
fuera posible se estaría totalmente ignorante de su velocidad”, este principio basado en teorías y
determinaciones de incertidumbres, que tienen en cuenta a la constante de Planck, resulta uno
de tos fundamentos principales de la teoría atómica moderna.
Por otra parte si se considera el dualismo de la energía radiante, que puede comportarse como
partícula, que mediante sus fotones generan la emisión y la absorción, y con carácter ondulato-
rio en los fenómenos de interferencia y difracción justifica la imposibilidad de considerar al
electrón individualmente ya sea como partícula o como onda, que al complementarse hacen
imposibles los cálculos numéricos para interpretar una gran cantidad de fenómenos atómicos.
Esta indeterminación hace suponer que aún hoy no se tiene la certeza de que es realmente un
electrón.
Los electrones poseen en el conjunto atómico energía potencial y cinética (energías vibratorias)
que los mantienen en sus órbitas describiendo ondas estacionarías localizadas, más o menos
circulares alrededor del núcleo y posibilitando su desplazamiento orbital. Tienen tendencia a
ocupar las posiciones en las cuales la energía potencial es mínima.
Resulta de la naturaleza misma del átomo que sus electrones se encuentren en ciertos niveles de
energía principales de alta densidad atómica, cada uno de los cuales poseen características
propias, que definen el número máximo de electrones que pueden estar ubicados en los distintos
niveles. Así tos electrones más ligados al núcleo se encuentran formando la capa interna que
contiene 2 electrones, el siguiente de mayor energía, acomoda a 8 electrones y así sucesivamen-
te, pudiéndose expresar que cada nivel principal cumple con la relación: Ne = 2 n2 (aplicable el
principio de exclusión de W. Pauli - 1900 - 1958), en la que Ne será el número de electrones y n
el número de capas ascendentes (n° cuántico principal) (figura 2.6).
2. 7
Frecuentemente la capa
exterior no queda satu-
rada de posibles electro-
nes de acuerdo a la rela-
ción anterior constitu-
yendo los denominados
electrones de valencia.
Normalmente los elec-
trones de un átomo no
pueden desprenderse
por no poseer la energía
suficiente que les permi-
ta atravesar su barrera
de energía potencial.
A este respecto, debe-
mos hacer mención que
un metal y debido a la
gran aproximación de
sus átomos, la barrera de Fig.2.6.
potencial es más peque-
ña, por lo que algunos
electrones exteriores la rebasan (electrones libres) y se desplazan por la estructura en forma
desordenada y caóticamente, intercambiando energía entre sí y con los átomos del metal, vi-
brando alrededor de sus posiciones medias.
Se comprobó experimentalmente que cada átomo comparte un electrón, lo que permite deducir
que en cada centímetro cúbico del metal pueden moverse libremente aproximadamente 1022
electrones.
A partir de 1897 en que J. J. Thomson dedujo la relación de carga eléctrica a masa mecánica del
electrón, de la primera medición de su carga por R. A. Millikan en 1910 y del modelo atómico
de Rutherford en 1911 en el cual las cargas eléctricas negativas de los electrones se neutralizan
con las positivas de las partículas del núcleo denominadas protones. se fueron determinando
otros componentes como así también sus características físicas.
Si bien es el electrón la partícula elemental del átomo de mayor importancia en ingeniería,
deben tenerse en cuenta que incluidos en el núcleo se encuentran los neutrones (J. Chawick -
1932), como partículas sin carga y eventualmente los mesones de corta vida y que sólo aparecen
en algunos fenómenos atómicos como los rayos cósmicos.
La masa del átomo se encuentra en su núcleo, así la del protón en reposo es, considerando tres
decimales, de 1,673 x 10-27 kg y la del neutrón, ligeramente más pesado igual a 1,675 x 10-27 kg.
La masa aparente del electrón en reposo, calculada teóricamente a partir de la teoría relativista,
es de sólo 9,109 x 10-31 kg, que pone de manifiesto que es 1836 veces menor que la del protón.
La concentración de la masa en el núcleo del átomo hace que el electrón sólo revista carácter
eléctrico, correspondiéndole la menor cantidad de electricidad que puede obtenerse individual-
mente (carga elemental), que resulta de 1,602 x 10-19 C.
2. 8
Si bien todos los verdaderos sólidos presentan estructuras cristalinas, sus propiedades difieren
de uno a otro, diferencias que dependen de sus enlaces atómicos. Los enlaces pueden ser de 2
tipos: fuertes o primarios (principalmente entre átomos) y débiles o secundarios (entre molécu-
las). En general se clasifican según cuatro enlaces básicos, pero que pueden presentarse como
enlaces mixtos.
a. Enlaces fuertes:
• Iónico (heteropolar): cloruro de sodio, cloruro de cesio, etc.. Son duros y frágiles, rompen
por clivaje (planos frágiles), malos conductores del calor y de la electricidad.
• Covalente (homopolar): diamante, estructuras del tipo del arsénico, etc.. Extremadamente
duros, malos conductores del calor y de la electricidad.
• Metálico: aluminio, hierro, cobre, etc.. Buenos conductores de la electricidad y el calor, son
dúctiles.
• Fuerzas de Van der Waals, puente de hidrógeno, etc. (cristales moleculares): metano, sóli-
dos de gases inertes. Son blandos, en muchos agregados funden a temperaturas muy por
debajo del 0°C.
FC = -K / a2 (2.2-1)
FR = l e-a/ρ (2.2-3)
F = dE / da (2.2-4)
a. Número de coordinación
Fig.2.16.
2. 14
que 0,155 no puede permitir coordinación triple, del mismo modo que la coordinación cuádru-
ple fue inestable en la figura 2.14. Al aumentar r/R a más de 0,155, la coordinación triple es
estable, por ejemplo, en la figura 2.14, para n/R = 0,20; esto sigue así hasta que r/R = 0,225 hace
posible la coordinación cuádruple. En la tabla de la figura 2.16 se resume la relación entre el
número de coordinación y la relación de radio. Al aumentar r/R hasta 1,0, es posible un número
de coordinación de 12. La pregunta obvia sería: “¿Por qué en la tabla 2.16 no vemos relaciones
de radio mayores que 12?”. Es obvio que podrían ser más de 12 iones pequeños los que tocaran
en forma simultánea a uno mayor. Sin embargo, hay restricciones prácticas en la unión de los
grupos de coordinación de la tabla 2.16 para formar una estructura periódica y tridimensional, y
por ello el número de coordinación para los iones mayores tiende a ser menor que 12. Un buen
ejemplo, de nuevo, lo tenemos en la figura 2.9, en la cual el número de coordinación del Na+ es
6, tal cual predice el valor r/R = 0,098 nm/0,181 nm = 0,54, y el apilamiento regular de los
sodios de coordinación 6, a su vez, da un número de coordinación de 6 para el Cl–. También
cabe preguntar ¿por qué no hay números de coordinación de 5, 7, 9, 10 y 11? No se consideran,
debido a la dificultad de integrar esas coordinaciones en estructuras cristalinas repetitivas.
Vimos que el enlace iónico es no direccional. En contraste, el enlace covalente es de una natu-
raleza altamente direccional. El nombre de “covalente” se deriva de la distribución compartida,
cooperativa, de electrones de valencia, entre 2 átomos
adyacentes. Los electrones de valencia son los de los
orbitales electrónicos externos que intervienen en el
enlazamiento o unión. Recuérdese que, en el enlaza-
miento iónico, la valencia del Na+ fue +l. porque un
electrón había pasado a un anión. La figura 2.17 mues-
tra este tipo de enlace para el caso de una molécula de
cloro gaseoso, Cl2, y se ven (a) el modelo planetario en
comparación con (b) la densidad electrónica real, que
claramente está concentrada a lo largo de una recta,
entre los dos núcleos de Cl. En las partes (c) y (d) se
muestran notaciones taquigráficas comunes, la de “elec-
trones” (son los puntos) y la de “la línea de enlaza-
miento”, en donde una raya representa un par de elec-
trones compartidos.
La figura 2.18(a) muestra una representación de enla-
ces mediante rayas, en este caso de otra molécula co-
valente, de etileno (C2H4). Se debe notar la doble raya
entre los dos átomos de carbono, que significa un do-
ble enlace, doble ligadura, o distribución covalente
compartida de dos pares de electrones de valencia. Al
convertir el doble enlace a dos enlaces sencillos, pue-
den unirse moléculas de etileno entre sí, produciendo
una molécula de cadena larga, de polietileno (figura
2.18(b)). Estas moléculas poliméricas, en donde cada
unidad de C2H4 es un monómero (mero) son las bases
estructurales de los polímeros. Las moléculas de cade- Fig.2.17. Enlace covalente.
na larga como ésta tienen la flexibilidad suficiente
2. 15
como para llenar un espacio tridimensional a cau-
Fig.2.18. sa de su complicada estructura retorcida. La fi-
gura 2.19 es un esquema bidimensional de esa
estructura, semejante al espagueti. Es importan-
te darse cuenta que los enlaces fuertes, covalen-
tes se representan mediante rayas entre C y C y
entre C y H. Entre las secciones adyacentes de
las largas cadenas moleculares sólo se presentan
uniones débiles, o secundarias. Son éstos enla-
ces secundarios los que funcionan como “esla-
bón débil”, o “fusible” que causa las bajas resis-
tencias y los bajos puntos de fusión de los
polímeros normales. En contraste, el diamante,
que tiene una dureza excepcionalmente alta y un
punto de fusión mayor que 3500°C, tiene enlaza-
miento covalente entre cada par adyacente de áto-
mos de C (figura 2.20).
Debemos notar que el enlazamiento covalente
puede producir números de coordinación bastante
menores que los predichos con la relación de ra-
dio en el enlazamiento iónico. Para el diamante,
la relación de radio, ya que se trata de átomos de
carbono de igual tamaño, es r/R = 1,0; sin em-
bargo, vemos en la figura 2.20 que el número de
coordinación es 4, y no el 12 que predice la tabla
de la figura 2.16 En este caso, el número de co-
ordinación del carbono queda determinado por
su enlazamiento característico de hibridación sp3,
en el cual los cuatro electrones de la capa exter-
na del átomo de carbono están compartidos con
átomos adyacentes, en direcciones repartidas por
igual.
Fig.2.19. En algunos casos, las consideraciones de empa-
Fig.2.20.
2. 16
La principal causa de cohesión dentro de determinado material técnico es uno o varios de los
tres enlaces que se describieron. Como se ve en la tabla 2.23, las energías características de
enlazamiento primario van de 200 a 700 kJ/mol ( 50 a 170 kcal/mol). Es posible obtener cierta
2. 19
unión, con energías bastante menores, sin transferencia o distribución compartida de electrones.
A esto se le llama enlace secundario, o de van der Waals. A veces, a los enlaces primarios se les
llama enlaces químicos, y a los secundarios enlaces físicos. El mecanismo de enlazamiento
secundario es algo semejante al iónico, esto es, por atracción de cargas opuestas. La diferencia
clave es que no se transfieren electrones. La atracción depende de distribuciones asimétricas de
carga positiva y negativa dentro de cada unidad atómica o molecular que se enlaza. Esa asime-
tría de carga se llama dipolo. El enlazamiento secundario puede ser de dos tipos, según los
dipolos sean (1) temporales, o (2) permanentes.
Las energías de enlazamiento secundario son algo mayores cuando se trata de unidades
moleculares que contienen dipolos permanentes. Quizá el mejor ejemplo en este caso sea el
puente de hidrógeno, que une a moléculas adya-
centes de agua, H2O (figura 2.28). Debido a la na-
turaleza direccional de la distribución compartida
de electrones en los enlaces O-H covalentes, los
átomos de H se vuelven centros de carga positiva, y
los átomos de O de carga negativa en las moléculas
de H2O. La mayor separación de carga en una de
esas moléculas polares produce un momento dipolar
mayor. El momento dipolar es el producto de la
carga por la distancia entre centros de cargas opues-
tas. La energía es, por consiguiente, mayor, en este Fig.2.28. Dipolo permanente.
2. 20
caso de 21 kJ/mol, o 5 kcal/mol. También es importante señalar que algunas de las propiedades
importantes y relativamente exclusivas del agua se derivan del puente de hidrógeno. Por ejem-
plo, la expansión del agua al congelarse se debe al alineamiento regular y repetitivo de molécu-
las adyacentes de H2O, como se ve en la figura 2.28. Esto produce una estructura relativamente
abierta. Al fundirse, las moléculas vecinas retienen el puente de hidrógeno, pero al mismo tiem-
po se empacan en un arreglo aleatorio más denso.
El enlazamiento secundario entre las cadenas poliméricas adyacentes en plásticos como el
polietileno es de este tipo.
Una representación vívida de las energías relativas de enlace de los diversos tipos mencionados
en este capítulo se tiene al comparar los puntos de fusión. El punto de fusión de un sólido
determinado es la temperatura a la que se le debe someter para que la energía térmica agregada
pueda romper los enlaces. La tabla 2.5-1 muestra ejemplos característicos. Se debe mencionar
por separado al polietileno, que es de carácter de enlace mixto. Como se describió, el enlaza-
miento secundario es un “eslabón débil”. Esto hace que el material pierda rigidez estructural a
más de unos 120°C. Este no es un punto de fusión exacto, sino una temperatura arriba de la cual
se reblandece rápidamente el material a mayores temperaturas. La irregularidad de la estructura
polimérica (figura 2.19) produce enlaces secundarios de longitud variable y, por consiguiente,
energías variables de enlazamiento. Más importante que la variación de energía de enlazamien-
to es su magnitud promedio, que es relativamente baja. Aun cuando el polietileno y el diamante
tienen enlaces covalentes C-C semejantes, la ausencia de “eslabones débiles” permite que el
diamante retenga su rigidez estructural a 3000°C más que el polietileno.
Ya hemos visto cuatro tipos principales de enlaces, tres primarios (iónico, covalente y metáli-
co), y el enlace secundario. Por tradición se distinguen tres materiales estructurales fundamen-
tales (los metales, las cerámicas y los plásticos), y se consideran directamente asociados con los
tres tipos de enlaces primarios (metálico, iónico y covalente, respectivamente). Se trata de un
concepto útil, pero ya hemos visto que los polímeros deben su comportamiento a enlaces cova-
lentes y secundarios, a la vez. También se ha hecho notar que algunas de las cerámicas más
importantes tienen carácter iónico fuerte y covalente a la vez. En la tabla 2.29 se resume el
carácter del enlace asociado con los 4 tipos fundamentales de materiales técnicos, junto con
algunos ejemplos característicos, el mismo determina las propiedades que poseerá el material
(figura 2.30). Se debe recordar que el carácter de enlace mezclado de las cerámicas, es de
naturaleza iónica y covalente a la vez, para determinado enlace (por ejemplo, Si-O), mientras
que el carácter de enlace mezclado de los polímeros se refería a que los enlaces eran distintos:
Fig.2.29.
2. 21
Fig.2.30.
RESUMEN
© GFM (2001)