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Beligerantes
Imperio Nuevo Egipcio Pueblos del Mar
Comandantes
Ramsés III, faraón egipcio Desconocido
Fuerzas en combate
Desconocidos Desconocidos
Bajas
Desconocidas Desconocidas
(considerablemente mayores)1
La batalla del delta del río Nilo es la primera batalla naval registrada de la historia. Fue
un cruel enfrentamiento entre los Pueblos del Mar y la flota egipcia al mando de Ramsés
III , ocurrida en el año 1178 a. C. o 1175 a. C.2 Estos pueblos ya habían destruido a
los micénicos, al imperio hitita y habían sumido toda la actual costa turca en el caos más
absoluto y pretendían asentarse en Egipto. Eran de origen pelasgo y huían ante la invasión
dórica.3
El conflicto se produjo en algún lugar frente a las costas de la región oriental del Delta del
Nilo y en parte en las fronteras del Imperio egipcio en Siria, aunque su ubicación exacta se
desconoce. La batalla está registrada en los muros exteriores del templo funerario del
faraón Ramsés III en Medinet Habu.
Índice
1Antecedentes históricos
2La batalla
3Consecuencias
4Véase también
5Referencias
o 5.1Notas
o 5.2Enlaces externos
o 5.3Bibliografía
Antecedentes históricos[editar]
Los Pueblos del Mar eran una amalgama formada tjeker, peleset, sherdan y otros. En
el siglo XII a. C. invadieron el Oriente Medio, arrasaron el Imperio hitita y destruyeron y
saquearon su capital, Hattusa. También atacaron Siria y Canaán, donde muchas ciudades
fueron incendiadas, así como Chipre y su capital, saqueada. Es evidente que su objetivo
final era encontrar una tierra rica, y Egipto parecía una elección perfecta. El ataque de los
Pueblos del Mar fue probablemente la mayor amenaza a que el Antiguo Egipto se enfrentó
nunca, ya habían destruido al imperio hitita cuando lo atacaron; Los relieves de Medinet
Habu representan a decenas de familias de los Pueblos del Mar en las fronteras del
Imperio egipcio en Siria, donde Ramsés III les hizo frente en tierra en la Batalla de Djahy el
año 8 de su reinado para poner fin a la marea de gente que arremetía contra la región
oriental de su imperio. Ilustra el hecho de que el conflicto estaba en parte producido por
una gran migración para conquistar y colonizar Egipto y su imperio asiático la opinión
del hititólogo Trevor Bryce:
"Los guerreros peleset y Tjekker guerreros que lucharon en la batalla terrestre [en
contra de Ramsés III, en Siria] están acompañados en los relieves por las mujeres
y los niños, que van cargados en carros de bueyes".4
La gravedad de la crisis a que se enfrentan los Estados del Cercano Oriente la resume
Ammurapi, el último rey de Ugarit, que escribió varias cartas pidiendo la ayuda de
Eshuwara, el rey de Alasiya. Amurapi pone de relieve la desesperada situación a que
se enfrenta en la carta Ugarit RS 18.147:
"Mi padre [Eshuwara], he aquí, que los barcos del enemigo vinieron (aquí); mis
ciudades (?) Fueron quemadas, e hicieron cosas malas en mi país. ¿No sabe mi
padre que todas mis tropas y carros (?) están en la tierra de Hati, y todos mis
barcos están en la tierra de Luka? ... Así el país está abandonado a sí mismo. Mi
padre debe saberlo: los siete barcos del enemigo que llegaron aquí nos han
causado mucho daño".5
Inscripciones en el muro del templo de Medinet Habu.
La batalla[editar]
Ramsés III venciendo a los Pueblos del Mar. Bajorrelieve del templo de Medinet Habu.
Peleset cautivos. Bajorrelieve del templo de Medinet Habu.
Consecuencias[editar]
Si bien no hay documentación sobre alguna posible persecución de
los vencidos Pueblos del Mar, que huyeron a Levante, Egipto se salvó
del destino de una destrucción total que habían sufrido Hatti, Alasiya,
y otros grandes estados del Cercano Oriente (Carchemish sobrevivió
a los ataques de los Pueblos de Mar) en lo que se llama crisis de la
Edad del Bronce. Ramsés consideraba que había obtenido una gran y
decisiva victoria, pero, aunque había derrotado a los Pueblos del Mar,
el faraón no pudo evitar que los peleset, tjeker y denyen se asentaran
en la costa de Retenu. Otros grupos participantes en estas oleadas
darían nombre a Sicilia (shekelesh), a Cerdeña (sherdan). 8 Los
egipcios rechazaron el ataque, pero el conflicto agotó su Hacienda
hasta tal punto que nunca volvió a recuperarse tanto como para ser
de nuevo un poderoso imperio: a Ramsés III se le considera como el
último gran faraón del Imperio Nuevo.9
Batalla de Djahy
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Batalla de Djahy
Lugar Djahy
Beligerantes
Imperio Nuevo Egipcio Pueblos del Mar
Comandantes
Ramsés III, faraón egipcio Desconocido
Fuerzas en combate
Desconocidos Desconocidos
Bajas
Desconocidos Muchos muertos, y
prisioneros.
La Batalla de Djahy fue una gran batalla terrestre entre las fuerzas del faraón Ramsés III y
los Pueblos del Mar que intentaban invadir y conquistar Egipto. El conflicto se produjo en
algún lugar de la frontera oriental del Imperio Egipcio Antiguo en Djahy o en el
actual Líbano meridional, en el octavo año del faraón Ramsés III o alrededor de c. 1178 a.
C.
En esta batalla, los egipcios, liderados personalmente por Ramsés III, derrotaron a
los Pueblos del Mar que intentaban invadir el Antiguo Egipto por tierra y mar. Casi todo lo
que sabemos sobre la batalla proviene del templo mortuorio de Ramsés III en Medinet
Habu. La descripción de la batalla y los prisioneros está bien documentada en las paredes
del templo donde también encontramos la inscripción jeroglífica más larga que conocemos.
Los relieves de los templos cuentan con muchos prisioneros atados derrotados en la
batalla.
Índice
1Antecedentes históricos
2Batalla
3Consecuencia
5Referencias
Antecedentes históricos[editar]
Véase también: Colapso de la Edad del Bronce Final
En Egipto, Ramsés III luchaba por salvar a su país y al Imperio en medio del colapso de
la Edad del Bronce, un período prolongado de sequías en toda la región, malas cosechas,
despoblación y colapso de los centros urbanos. Es probable que las tierras irrigadas
del Nilo siguieran siendo fructíferas y hubieran sido muy deseables para los vecinos
de Egipto. Durante este tiempo caótico, un nuevo grupo guerrero del norte, el Pueblo del
Mar, atacó y saqueó repetidamente varias potencias del Cercano Oriente.
Ramsés III había derrotado previamente un ataque de los libios en la frontera occidental
del Imperio egipcio, en su quinto año. Una amenaza mayor fue presentada por un grupo de
pueblos migratorios llamados Pueblos del Mar. Estos fueron tiempos de crisis en
el Mediterráneo, ya que muchas civilizaciones del siglo XII a. C. fueron destruidas por
los Pueblos del Mar y otras naciones migratorias. Cayó el gran Imperio hitita, al igual que
la civilización micénica, el reino de Chipre y Ugarit y otras grandes culturas.
Cualesquiera que sean sus orígenes, los Pueblos del Mar se movieron alrededor
del Mediterráneo oriental, atacando las costas de Anatolia, Chipre, Siria y Canaán, antes
de intentar una invasión de Egipto en la década de 1180 a. C. Sabemos que los Pueblos
del Mar eran grandes guerreros, y algunas pruebas sugieren que tenían un alto nivel de
organización y estrategia militar. Egipto estaba particularmente en peligro porque los
invasores no solo querían el botín y los bienes de la tierra, sino la tierra misma; y no había
un país con mejores suelos y acceso al oro que Egipto. Los egipcios dicen que ningún otro
país había resistido sus ataques, como atestiguan estas inscripciones del templo
mortuorio de Ramsés III en Medinet Habu:
Los países extranjeros (es decir, los Pueblos del Mar) hicieron una conspiración en sus
islas. De repente, las tierras fueron removidas y dispersas en la refriega. Ninguna tierra
podía pararse frente a sus brazos:
desde Hatti, Qadesh, Carchemish, Arzawa y Alashiya en adelante, siendo cortadas (es
decir, destruidas) al mismo tiempo. Un campamento fue creado en Amurru. Desolaron a su
gente, y su tierra fue como la que nunca ha existido. Avanzaban hacia Egipto, mientras la
llama estaba preparada delante de ellos. Su confederación
era Peleset, Tjeker, Shekelesh, Denyen y Weshesh, tierras unidas. Pusieron sus manos
sobre la tierra hasta el circuito de la tierra, sus corazones confiados y confiados: '¡Nuestros
planes tendrán éxito!2
Batalla[editar]
Antes de la batalla, los Pueblos del Mar habían saqueado el estado
vasallo hitita de Amurru, que estaba ubicado cerca de la frontera del Imperio egipcio. Esto
le dio tiempo al faraón para hacer preparativos para la embestida esperada por los
invasores. Como señala Ramsés III en una inscripción de su templo mortuorio en Medinet
Habu: "equipé mi frontera en Zahi (Djahy) preparada antes que ellos".3 Las fuerzas
terrestres de los Pueblos del Mar se movían hacia el sur a lo largo de la costa del Levante
mediterráneo y Palestina cuando fueron confrontados y detenidos por las fuerzas de
Ramsés en la frontera egipcia en Djahy, en la región de la posterior Fenicia", escribe el
hittitólogo Trevor Bryce.4
Ramsés III se refiere a su batalla con los Pueblos del Mar en términos estrictos e
intransigentes:
Los aurigas [egipcios] eran guerreros [...] y todos los buenos oficiales estaban listos. Sus
caballos temblaban en sus extremidades, listos para aplastar a los países [extranjeros]
bajo sus pies ... Los que llegaron a mi límite, su semilla no lo está; su corazón y su alma
están terminados por los siglos de los siglos.5
Consecuencia[editar]
Véase también: Batalla del Delta
Mientras la batalla terminaba con una gran victoria egipcia, la guerra de Egipto con
los Pueblos del Mar aún no había terminado. Los Pueblos del Mar atacarían Egipto con su
flota naval, alrededor de la desembocadura del río Nilo. Estos invasores fueron derrotados
en una gran batalla naval durante la cual muchos fueron asesinados por granizo de flechas
egipcias, o arrastrados de sus barcos y asesinados en las orillas del río Nilo por las fuerzas
bien preparadas de Ramsés III.
Aunque el faraón los derrotó, Egipto finalmente no pudo evitar que se establecieran en las
partes orientales de su imperio décadas más tarde. Con este conflicto, y una segunda
batalla subsecuente con las tribus libias invasoras en el año 11 de Ramsés III, el tesoro de
Egipto se agotó tanto que nunca recuperaría completamente su poder imperial. El Imperio
egipcio sobre Asia y Nubia se perdería permanentemente menos de 80 años después del
reinado de Ramsés III bajo Ramsés XI, el último rey del Imperio Nuevo de Egipto.
Batalla de Megido
Fecha 609 a. C.
Lugar Megido, Israel
32°35′00″N 35°11′00″ECoordenadas: 3
Coordenadas
2°35′00″N 35°11′00″E (mapa)
Beligerantes
Comandantes
Necao II Josías †
En la batalla de Megido del año 609 a. C., los ejércitos de Egipto vencieron a los del reino
de Judá.
Como se describe en Reyes II 23:29, cuando acudían en ayuda de los asirios de Ashur-
uballit II, los egipcios bajo el mando del faraón Necao II, fueron confrontados en la Vía
Maris de Megiddo por el ejército de Judá, dirigido por su rey Josías, quien resultó muerto
en la batalla. A pesar de esta victoria, Egipto no fue capaz de impedir la derrota de
los asirios a manos del rey babilonio Nabucodonosor II cuatro años después en la batalla
de Karkemish.
Batalla de Megido
Beligerantes
Imperio Nuevo de Egipto Canaán
Qadesh
Megido
Mitani
Comandantes
Tutmosis III Durusha, rey de Kadesh1
Fuerzas en combate
10 000-30 000 hombres2 10 00059-20 0005hombres
(posiblemente 10 000-15 000)34567 (posiblemente 10 000-15 000)57
68
2000 caballos 2000 caballos8
(~1000 carros de guerra)8 (~1000 carros de guerra)8
Bajas
Desconocidas, pero muy altas. 83 muertos, 340 prisioneros,
924 carros y 200 armaduras5
La batalla de Megido (siglo XV a. C.) se libró entre las fuerzas egipcias bajo el mando
del faraón Tutmosis III contra una coalición cananea comandada por el rey de Kadesh,
para dirimir la soberanía sobre Retenu. La fecha más comúnmente aceptada de su
desarrollo es el 16 de abril de 1457 a. C (conforme a la Cronología del Antiguo Oriente
Próximo), aunque algunos autores la sitúan en el 1482 a. C. o en el 1479 a. C. Terminó
con una victoria egipcia, que obligó a los cananeos a retirarse a la ciudad de Megido,
donde posteriormente fueron asediados y vencidos. Con el restablecimiento de la
dominación egipcia en Canaán, Tutmosis III comenzó un reinado en el que el imperio
egipcio alcanzó su época de mayor expansión.
Es la primera batalla de la historia de la que existe una relación histórica detallada. En ella
se registra por vez primera la utilización del arco compuesto y se da el primer recuento de
bajas.10 Todos los detalles de la batalla proceden de fuentes egipcias, principalmente de
las escrituras jeroglíficas del templo de Amón en Karnak, Tebas (actual Luxor) hechas por
el escriba militar Tjaneni; también en la estela de Gebel Barkal, en una estela del templo
de Ptah de Karnak y en una estela de Armant.
Índice
1Revuelta cananea
2Campaña egipcia
3Batalla y asedio
4Consecuencias
5Notas y referencias
6Bibliografía
7Enlaces externos
Revuelta cananea[editar]
Al final de la regencia de la reina-faraón Hatshepsut, los gobernantes de la
antigua Retenu intentaron liberarse del yugo de la hegemonía egipcia. Tutmosis III,
sucesor de su madrastra Hatshepsut, tuvo que lidiar desde el primer momento de su
reinado con estos levantamientos.
Retenu se alió con el reino de Mitani en las orillas del Éufrates, y con el de Kadesh, en
cuya fortaleza encontraban refugio. A esta alianza se unió también Megido, ciudad de
importancia estratégica por su situación geográfica en el valle de Jezreel, tras el monte
Carmelo y el Mediterráneo, desde donde se podía controlar la ruta principal
entre Egipto y Mesopotamia. El rey de Kadesh asumió el mando de esta coalición.
Campaña egipcia[editar]
Tutmosis III reunió un gran ejército de carros de guerra e infantería que sumaba 10.000
hombres.11 Este alto número es coherente con la longitud de la línea de marcha descrita,
de varios kilómetros de longitud. Siguiendo el Camino de Horus, este ejército se reunió en
la fortaleza fronteriza de Tharu (llamada Sile en griego) y llegó diez días después a la
ciudad leal de Gaza. Tras un día de descanso, marchó hacia Yehem, donde llegó tras otros
once días. Desde aquí deberían seguir hacia el norte, y pasar por el monte Carmelo, tras
el cual se encontraba la ciudad de Megido, donde se habían reunido las fuerzas alzadas.
Había tres posibles rutas desde Yehem a Megido. Tanto la del norte, vía Zefti (o Dyefti),
como la del sur, vía Taanach, daban acceso seguro al valle de Jezreel.12 La ruta del medio,
pasando por Aruna, era peligrosa: seguía un cañón estrecho, y las tropas sólo podrían
viajar en fila. Si el enemigo esperaba al final del cañón los egipcios podrían ser fácilmente
divididos y atacados. Contra la opinión de los líderes de su ejército de tomar cualquiera de
los caminos más seguros, Tutmosis III decidió marchar por el camino más estrecho pero
más corto hacia Megido.13El propio Tutmosis III condujo a sus hombres hacia Aruna. La
ciudad estaba débilmente protegida: un rápido asalto egipcio dispersó a la guarnición
rebelde. Éstos, en la idea de que los egipcios marcharían por el camino más seguro,
habían dispuesto destacamentos acechando las rutas norte y sur, dejando descubierto el
valle por el que ahora el ejército egipcio avanzaba sin oposición. 12
Batalla y asedio[editar]
Maqueta de Megido.
Tutmosis ordenó acampar y durante la noche desplegó sus fuerzas cerca del enemigo. A la
mañana siguiente atacó. Los rebeldes estaban en la alturas junto a la fortaleza. La línea
egipcia se dispuso en una formación cóncava que amenazaba los dos flancos rebeldes,
con Tutmosis en el centro dirigiendo el ataque. La disposición de los egipcios, junto con su
número y la sorpresa del ataque deshicieron la formación de los rebeldes, que hubieron de
retirarse a la ciudad, cerrando las puertas tras ellos.
Las fuerzas rebeldes dispersas, incluyendo a los reyes de Megido y Kadesh, consiguieron
reorganizarse dentro de la ciudad, y ayudaron a los que habían quedado fuera a subir la
muralla. Los egipcios, entretenidos saqueando el campamento rebelde, perdieron la
oportunidad de una rápida conquista viéndose obligados a sitiar Megido durante siete
meses, tras los cuales la ciudad fue rendida, aunque el rey de Kadesh escapó. 14 El botín
conseguido por los egipcios quedó anotado en Karnak:15
340 prisioneros vivos y 83 manos. 2.041 yeguas, 191 potros, 6 sementales. Un carro trabajado en
oro, su vara de oro, de este vil enemigo; un hermoso carro trabajado en oro del príncipe de Megido,
892 carros de su miserable ejército; en total, 924 carros. Una hermosa armadura de bronce
perteneciente al príncipe de Megido, 200 armaduras de su vil ejército, 502 arcos, 7 varas de madera
del enemigo, trabajadas en plata. Además 1.929 cabezas de ganado grandes, 2.000 de ganado
pequeño, 20.500 ovejas.16
Consecuencias[editar]
Siguiendo la costumbre de la época, Tutmosis III tomó como rehenes a los hijos de cada
uno de los reyes derrotados. Después de ser educados en la corte egipcia, fueron
devueltos a sus lugares de origen, donde gobernaron con el consentimiento de Egipto.
La victoria de Megido fue sólo el comienzo de la pacificación de Canaán y Siria. A esta
batalla seguirían una serie de campañas, con periodicidad casi anual, que supondrían la
expansión del poder de Egipto hasta el norte de Mesopotamia. 17
Batalla de Qadesh
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Batalla de Qadesh
Guerra siria de Ramsés II
Beligerantes
Comandantes
Fuerzas en combate
c. 20 000 hombres: c. 50 000 hombres:
Bajas
La batalla de Qadesh tuvo lugar entre las fuerzas del Imperio Nuevo de Egipto,
gobernado por Ramsés II, y el Imperio hitita, gobernado por Muwatalli II, en la ciudad
de Qadesh, en el río Orontes, en las proximidades del lago de Homs, cerca de la frontera
de Siria con el Líbano.7
La batalla está datada generalmente hacia el 1274 a. C. por la cronología egipcia. Nota 2 Es
la primera batalla de la que se conservan registros históricos detallados de las formaciones
y de las tácticas. Se cree que fue la mayor batalla de carros jamás librada, habiendo
participado entre 5000 y 6000 carros.8910
Como resultado de las múltiples inscripciones de Qadesh, es la batalla mejor documentada
de la Antigüedad.11
Los hititas atacaron primero y estuvieron a punto de derrotar a los egipcios, aunque
gracias al mando de Ramsés II los egipcios lograron contrarrestar el ataque y la batalla
acabó en un empate.12 Tras esto, Ramsés II y Hattusili III firmaron el primer tratado de paz
de la historia.13
Fue el último gran acontecimiento militar de la Edad del Bronce.14
Índice
o 1.2Hititas
3Contexto histórico
4Antecedentes
o 4.1El statu quo: Hatti y Mittani
o 4.3Paz
o 4.7Suppiluliuma I el Grande
o 4.8Akenatón
o 4.10Akenatón fracasa
o 4.11Seti I
o 4.12Último intento
o 5.1Ramsés II
o 5.2Muwatalli
o 6.1Ejército hitita
6.1.1Organización
6.1.2Utilización táctica
o 6.2Ejército egipcio
6.2.1Organización
6.2.2Utilización táctica
7Prolegómenos
o 7.3Víspera de la batalla
8Primera fase
o 8.1Ataque hitita
9Segunda fase
o 9.4Final de la batalla
10Consecuencias
13Cronología
14Notas
15Referencias
16Bibliografía
17Enlaces externos
Hititas[editar]
No se conoce ningún texto hitita que describa la batalla de Qadesh. Muwatalli II no dejó
ningún texto oficial en conmemoración de sus campañas militares, pero se menciona el
conflicto con Ramsés II en textos de sus sucesores: la Apología de Hattusili III (CTH 81) y
un decreto de Hattusili III (CTH 86), que fue el hermano de Muwatalli II y que estuvo
presente en el campo de batalla, así como la historia que aparece en el prólogo del tratado
firmado por su hijo, Tudhaliya IV, y el rey de Amurru, Shaushgamuwa (CTH 105). 25 La
batalla de Qadesh parece ser evocada en cartas enviadas por Ramses II a Hattusili III,
aunque hay poca información sobre eso.26
El Tratado de Qadesh[editar]
Tabla de arcilla conteniendo el Tratado de Qadesh, Museo de Arqueología de Estambul.
Contexto histórico[editar]
La importancia de Siria[editar]
Restos de Ugarit.
Antecedentes[editar]
Tras las campañas del monarca hitita Suppiluliuma I contra el reino de Mittani, en el norte
de la actual Siria, entre los años 1340 y 1330 a.C., Mittani se desintegró y los hititas
llegaron a dominar la mayor parte de Siria. Varios vasallos egipcios cayeron en la campaña
hitita, como el reino de Amurru y Qadesh, pero no parece que el
faraón Akenatón considerase luchar para recuperarlos. Hubo un conflicto entre Egipto y el
Imperio hitita cuando, según fuentes hititas, la reina egipcia Anjesenamón, viuda
de Tutankamón, que le pidió a Suppiluliuma I a uno de sus hijos en matrimonio para
hacerlo rey de Egipto. El rey hitita aceptó la propuesta y envió a su hijo Zannanza como
prometido a la reina, pero fue asesinado por el camino. El rey hitita eligió enfrentarse con
Egipto a pesar del tratado de amistad que habían firmado los dos países hace mucho
tiempo.27 28
A comienzos del siglo XIII a. C. los egipcios y los hititas tuvieron más de veinte años de
relación conflictiva.29
Los conflictos, liderados por los hijos del anciano rey hitita, no dieron resultados
significativos. La respuesta egipcia del progreso hitita vino solo con Horemheb,
considerado el último faraón de la dinastía XVIII. Él apoyó una revuelta de varios vasallos
hititas, entre los que estaban Qadesh y Nuhasse, que fueron difíciles de someter por las
tropas hititas dirigidas por aquellos príncipes, incluida de la de Karkemish. El rey Mursili
II intervino más tarde en persona para restablecer la cohesión entre sus vasallos, firmando
con ellos varios tratados de paz.30
Pero la situación cambió, y los hititas se pusieron a la defensiva frente a los egipcios. Seti
I, el segundo faraón de la dinastía XIX, lideró un contraataque egipcio para recuperar a los
vasallos perdidos. Conmemoró su victoria contra los hititas con una inscripción y un relieve
en un templo de Karnak. Se apoderó de Qadesh y el rey Benteshina de Amurru se unió a
su campaña.313233 Las tropas hititas hititas estaban dirigidas por el virrey de Karkemish,
quien supervisaba la dominación hitita en Siria. El rey Muwatalli II estaba en el oeste de
Anatolia encargándose de una rebelión más grave que la situación en Siria, a pesar del
hecho de que los otros adversarios de la región, los asirios, también avanzaban. La
reacción hitita es lenta. Qadesh volvió al control hitita en los años siguientes por causas
desconocidas, ya que las fuentes hititas no mencionan este hecho. 3435
A finales de la dinastía XVIII de Egipto, las cartas de Amarna cuentan la historia del declive
de la influencia egipcia en la región. Los egipcios mostraron poco interés en la región a
finales de la XVIII dinastía.36
Esto continuó en la dinastía XIX. Al igual que su padre, Ramsés I, Seti I fue un
comandante militar que se propuso que el Imperio egipcio fuese como en los tiempos de
los reyes Tutmosis I, Tutmosis II y Tutmosis III, un siglo antes. Las inscripciones en los
muros de Karnak registran detalles de las campañas de Seti I en Canaán y en la antigua
Siria.37 Ocupó de nuevo las posiciones egipcias abandonadas y las ciudades fortificadas.
No obstante, esas regiones volvieron posteriormente a control hitita. 38
Con la llegada de Ramsés II, alrededor del 1279 a. C., solo Amurru permanecía como
aliado en la campaña egipcia pero Muwatalli intentó que se unieran a él. Los primeros tres
años del reinado del nuevo faraón estuvieron dedicados a los asuntos internos. En el
cuarto año de su reinado, el 1275 a. C., realizó una primera campaña a Amurru,
probablemente pasando por mar. Dejó una estela en Nahr el-Kelb, en la costa central del
Líbano.39 Esta expedición se hizo para mostrar el apoyo a su vasallo contra los hititas. 403841
En mayo del 1274 a. C., el quinto año de su reinado, Ramsés II comenzó una campaña
desde su capital, Pi-Ramsés (el moderno Qantir). El ejército se trasladó a la fortaleza de
Tjel y fue por la costa hasta Gaza.42
El statu quo: Hatti y Mittani[editar]
Dos generaciones antes de Ramsés, el decorado había sido diferente: las potencias
dominantes en la región no eran Egipto y Hatti sino Egipto y el gran reino de
Mittani. Tutmosis IV (1425-1417 a. C.) había logrado formalizar una paz duradera,
consciente de que, habiendo dos reinos grandes y muchos pequeños en la zona, los dos
poderosos sólo podrían dominar a los demás si no guerreaban entre sí.
El Creciente fértil en esta época: Egipto (verde claro), zonas de influencia egipcia (verde oscuro),
Hatti (amarillo) y Mittani (rojo). Asiria (gris) comenzaba a expandirse.
Conocedor de este hecho, el poderoso rey hitita Suppiluliuma I comprendió que, para
llegar a ser uno de los dos grandes, debía destruir al más débil de ellos y reemplazarlo.
Inició así un proyecto a largo plazo de destrucción completa y sistemática de Mittani,
prestando particular atención al proyecto de erradicarlo de sus posiciones militares,
comerciales e industriales del norte de Siria.
Los faraones Tutmosis III y su hijo Amenofis II no reaccionaron ante este hecho, porque
Mittani llevaba dos siglos quitándoles territorios sirios, y pueden haber creído que todo lo
que fuese malo para su enemigo sería bueno para ellos.
Así las cosas, el rey de Mittani, Shaushtatar, decidió acercarse a Egipto para ver si la
agresividad de los hititas se detenía. No quería verse obligado a luchar una guerra en dos
frentes, contra los egipcios al sur y contra los hititas al este. Ofreció a los egipcios un
tratado de "hermandad" que fue aceptado, y sus emisarios llegaron a Egipto en el año
décimo del reinado de Amenofis (1418 a. C.?) con tributos y saludos para el faraón.
Véase también: Mitani
Paz[editar]
La fructífera diplomacia de Amenofis III eliminó a los hititas de la ecuación: Hatti había
vuelto a ser un "pequeño reino" entre las grandes potencias. Los dividendos de la paz
fueron tan grandes, y tan poderosos se hicieron Mittani y Egipto, que nadie en Hatti podía
soñar en desbancar a ninguno de los dos. Sumado esto a la amenaza de una tercera
potencia que se alzaba a sus espaldas, en oriente —la Asiria kasita—, los hititas se vieron
forzados a aceptar su papel de figurantes en la gran obra de crecimiento que
protagonizaban las tres potencias que dominaron el mundo durante los dos siglos
siguientes: asirios, egipcios y mitanos.
La estratégica región de Amurru y Qadesh[editar]
Amurru era el nombre con que los egipcios llamaban coloquialmente al estratégico valle
del Eleuteros (gr.; "Río de los Hombres Libres"), especie de pasillo terrestre que les
permitía alcanzar desde la costa y sus puertos las posiciones avanzadas en la Siria
Central, localizadas en las riberas del río Orontes. Amurru era, pues, vital para los
faraones.
Pero Amurru no era importante solo para el comercio y la paz: los reyes anteriores habían
debido mantener el paso abierto para poder enviar a sus ejércitos al norte para hacer la
guerra a Mittani. Y sucedía que, para mantener el paso de Amurru a su disposición, Egipto
debía dominar la ciudad de Qadesh, sobre el Orontes. Caída Qadesh, caería Amurru y el
comercio y las comunicaciones egipcias se verían anuladas por entero. Este solo hecho es
la justificación de toda la guerra siria de Ramsés, y de los esfuerzos de sus predecesores
para mantener la zona en sus manos.
Véase también: Amorreos
Suppiluliuma I el Grande fue coronado rey de Hatti alrededor de 1380 a. C., y desde el
mismo día de su ascensión demostró que su principal interés era obtener y conservar el
control hitita de la Siria Norte y Central. De inmediato atacó a Mittani y le arrebató los
reinos de Alepo, Nuhashshe, Tunip y Alalakh. Este conflicto se conoce como Primera
Guerra Siria.
Diez años más tarde, Mittani intentó recuperarlos por la fuerza. Suppiluliuma consideró que
esta iniciativa lo habilitaba a volver a atacar, y así la Segunda Guerra Siria llevó
destrucción y caos al reino vecino. Waššukanni, capital y principal ciudad del reino de
Mitanni, fue saqueada e incendiada. Los hititas cruzaron el Éufrates y, virando al oeste,
capturaron Siria, algo que hoy se cree fue siempre su verdadero objetivo.
Hatti formalizó tratados con los reinos ex-mitanios capturados, los declaró vasallos suyos y
ocupó el sur, llegando hasta Carchemish y haciéndose dueña —además de los nombrados
— de los estados vasallos de Mukish, Niya, Arakhtu y Qatna.
Akenatón[editar]
Artículo principal: Akenatón
Amenofis IV Akenatón.
Mientras tanto, en su palacio de Aketatón, el joven faraón Amenofis IV, que pasaría a la
posteridad con el nombre de Akenatón, miraba el imparable avance hitita con aparente
desinterés. Muchos historiadores le imputan el hecho de haber tolerado la caída de la
importante ciudad comercial de Ugarit y del baluarte estratégico de Qadesh sin haber
intervenido para evitarlo ni para recuperarlas más tarde.
La teoría moderna explica, en parte, la actitud de Akenatón: vistas desde El
Amarna, Qadesh y Ugarit quedaban fuera de las nuevas fronteras establecidas para el
territorio egipcio, lo que convertía su conquista o pérdida en un asunto exclusivo del
conflicto mittano-hitita, en el que Egipto no intervendría mientras pudiese evitarlo. El faraón
tenía ya suficientes problemas con su resistida reforma al sistema de creencias y la
conversión de Egipto a una religión monoteísta como para preocuparse por lo que para él
eran pequeñas aldeas situadas a más de 800 km de distancia. Además, Suppiluliuma le
había dejado en claro que Hatti no traspondría las fronteras, y que la paz entre egipcios e
hititas estaría asegurada mientras él viviese.
De hecho, la conquista hitita de Qadesh había sido consecuencia no deseada de un
imponderable: nunca había estado en la mente de Suppiluliuma atacar a un estado vasallo
de Akenatón. Lo que sucedió fue lo siguiente: el rey de Qadesh, obrando por cuenta propia
y sin consultar a Amarna, había obstruido el paso a las tropas hititas por el valle del
Orontes, obligando a Suppiluliuma a atacarlo y capturar su ciudad. El rey y su
hijo Aitakama fueron llevados como prisioneros a la capital hitita de Hattusa pero
Suppiluliuma, hábilmente, pronto los devolvió sanos y salvos para no dar una excusa que
hiciese a Akenatón poner en marcha la temible maquinaria de guerra nilótica.
Qadesh contra Egipto[editar]
Suppiluliuma restauró, tras la guerra, el estatus de vasallo egipcio al reino de Qadesh y,
durante un tiempo, todo pareció regresar a la normalidad.
Pero a la muerte de su padre y una vez coronado rey, el joven Aitakama comenzó a
comportarse como si en realidad fuese un agente hitita. Algunos reyes vasallos vecinos
notificaron a Akenatón sobre su conducta, que consistió básicamente en adelantarles que
atacaría a la ciudad de Upe (otro importante vasallo egipcio y, por lo tanto, su igual),
"sugiriéndoles" que lo apoyaran en esa campaña.
Una vez más, Egipto decidió no intervenir. En lugar de enviar al ejército e imponer el orden
por la fuerza, Akenatón se comunicó con Aziru, rey de Amurru, y le ordenó proteger los
intereses egipcios en la región, defendiéndolos de la voracidad de Aitakama.
Fiel al estilo de su padre, Aziru aceptó el oro y los suministros del faraón pero, en lugar de
usarlos según le había sido mandado, los invirtió en comenzar su propio proceso
expansionista a expensas de sus vecinos.
Akenatón fracasa[editar]
Enterado de que Aziru de Amurru tenía en su corte una misión diplomática de Hatti,
Akenatón comprendió que el tiempo de las palabras había pasado por fin: con Qadesh en
el bando hitita y Amurru negociando con el enemigo estratégico de Egipto, era el momento
de adoptar una solución militar.
Aunque no se encuentran documentos que lo prueben, hoy se cree que el faraón envió un
ejército que fue derrotado. A partir de entonces la recuperación de Amurru, Qadesh y el
valle del Orontes se convirtió en un objetivo prioritario para los restantes faraones de la
XVIIIª Dinastía y comienzos de la XIXª.
De tal forma, la estratégica zona quedó bajo el dominio hitita hasta que Ramsés se decidió
a recuperarla.
Véase también: Dahamunzu
Seti I[editar]
Artículo principal: Seti I
Seti I.
Tras las muertes de Akenatón y de su hijo Tutankamon, Egipto se vio envuelto en una
sucesión de tres dictaduras militares conducidas por jefes del ejército. Esta situación, que
se prolongó durante treinta y dos años, fue consecuencia del caos institucional heredado
tras la tentativa de reforma social y religiosa de Akenatón. Cualquier ambición de estos tres
generales de recuperar Siria debió ser postergada por causa de la más terrible y urgente
necesidad de apaciguar el ámbito interno de la nación, amenazado por la guerra civil.
Sin embargo, el último de los tres, Horemheb, dejó bien establecida cuál sería la postura
egipcia en relación con Amurru de ahí en adelante: se abandonaría la política de gobierno
indirecto a través de los reyezuelos vasallos de la región, y se implementaría una
ocupación militar en toda regla.
Al iniciarse tras él la XIXª Dinastía, su sucesor, Ramsés I y más tarde el hijo de éste, Seti I,
quisieron recuperar las zonas disputadas. Seti I emprendió de inmediato (en el año 2 de su
reinado) una campaña que era una imitación de las de Tutmosis III. Se puso a la cabeza
de un ejército que se dirigió al norte, con el objetivo de "destruir las tierras de Qadesh y
Amurru", como explica con crudeza su monumento militar en Karnak.
Seti logró recapturar Qadesh, pero Amurru se mantuvo del lado hitita. El faraón siguió al
norte y se enfrentó a un ejército de leva hitita, que fue fácilmente destruido. Hatti no le
opuso fuerzas más conspicuas porque en ese momento su ejército profesional se hallaba
empeñado contra los asirios en la frontera oriental.
La solución fue temporal, no obstante: a la fecha de la muerte de Seti I (1279 a. C.),
Qadesh estaba nuevamente en manos hititas, y la situación se mantendría en equilibrio
inestable durante cuatro años más. Para ese entonces, había ya dos nuevos reyes
sentados en los tronos de los reinos enfrentados.
Último intento[editar]
En 1301 a. C., Ramsés II, hijo de Seti I, tomó una decisión drástica: para mantener Siria
necesitaba Qadesh, y ésta no se sometería a un mero mensajero. Se dirigió al norte, por lo
tanto, con un gran ejército, para recibir personalmente el juramento de lealtad del rey
amorreo, Benteshina, "motivado", tal vez, por la sombría visión de miles de soldados
escoltando al faraón. Está bastante claro que la intención de Ramsés II era someter a
Qadesh, de grado o por la fuerza43
Hatti tenía un nuevo rey, el inteligente y astuto Muwatalli II. Muwatalli no ignoraba las
intenciones del joven Ramsés, y tampoco olvidaba que para Egipto era imperioso dominar
Qadesh si quería recuperar alguna vez el control sobre Siria. En tales circunstancias,
comprendía que estaba obligado a actuar. Si Benteshina era secuestrado o dominado por
Egipto y si Amurru caía en manos del emperador del Nilo, los hititas se exponían a perder
todo el centro y norte de Siria, incluyendo puntos neurálgicos de su estrategia
como Alepo y Carchemish.
Sin embargo, los hititas podían ahora concentrarse en un solo frente, porque tratados
recientes habían eliminado la amenaza asiria a sus espaldas. De modo que en el verano
de 1301 a. C., Muwatalli comenzó a organizar un gran ejército que, esperaba, pondría fin a
la campaña egipcia. El campo de batalla estaba muy claro para ambos comandantes:
lucharían bajo las murallas de Qadesh. Egipto y Hatti se enfrentarían de una vez por todas
en un combate definitivo, una enorme batalla que, por fin, definiría si Siria quedaría bajo el
dominio faraónico o hitita.
Ramsés II.
Sabemos muy poco del soberano hitita: fue coronado cuatro años antes que Ramsés, y
era el segundo de los cuatro hijos varones del rey Mursili II, oponente de Seti I en la guerra
siria anterior.
A la muerte de Mursili II, heredó el trono su hijo primogénito, pero su prematura muerte
ubicó a Muwatalli en la posición de predominio que necesitaba para intentar conservar la
zona en disputa. Se trataba de un gobernante competente y fuerte, bastante honesto y
muy buen administrador: reorganizó toda la administración de su imperio para lograr reunir
el ingente ejército que se enfrentaría con los egipcios en Qadesh. Nunca, ni antes ni
después, ningún otro monarca hitita lograría juntar una fuerza semejante en número y
poder.
3700 carros y
Total
40 000 infantes
Organización[editar]
Como la mayoría de los ejércitos de la Edad del Bronce, el ejército hitita estaba
organizado en torno a su eficiente fuerza de carros de combate y su
poderosa infantería.
Los carros constituían un pequeño y aguerrido núcleo en tiempos de paz, que era
rápidamente aumentado cuando se avecinaba una guerra, reclutando a numerosos
hombres de las reservas. Estos ricos campesinos combatientes cumplían al enrolarse
sus obligaciones feudales para con el rey. Al revés que muchos soldados de levas
feudales de la época, los carristas hititas cumplían sesiones periódicas de
entrenamiento, lo que los convertía en unidades temibles y temidas.
El arma de carros, antecesor de las caballerías posteriores, estaba constituida por
soldados de la pequeña aristocracia rural y la baja nobleza, de alto poder económico
—que era, evidentemente, imprescindible para poder atender al mantenimiento de los
carros, sus caballos y tripulaciones—. Los gastos que ocasionaban los carros eran
también parte de la obligación feudal para con la corona. Así y todo, para alcanzar las
grandes cifras de carros que Muwatalli consideraba necesarias para el éxito en
Qadesh, es indudable que debió recurrir a muchos aurigas mercenarios.
El gasto que significó para el estado hitita la organización de sus unidades de carros
obligó a los dirigentes a ordenar a sus tropas que donasen sus soldadas a la corona.
Esto sólo fue aceptado a cambio de que se les otorgara la totalidad del botín. El
apetito de los soldados hititas por el saqueo del campamento egipcio explica los
sucesos ocurridos en la primera fase de la batalla.
Los tres tripulantes del carro hitita —a los que Ramsés llamaba peyorativamente
"afeminados" o "mujeres-soldados" por su costumbre de llevar los cabellos largos—
eran el conductor —desarmado, ya que necesitaba ambas manos para conducir el
carro—, el lancero y un escudero, encargado de la protección de los otros dos.
Sin embargo, estos carros de tres (a los que P´Ra debió enfrentarse en la marcha de
aproximación) constituían solamente la fuerza nacional hitita. Sus demás aliados sirios
concurrieron al combate en carros de dos tripulantes denominados mariyannu,
copiados de la tradición bélica hurrita, más ligeros y de usos similares a los de sus
equivalente egipcios.
Guerrero hitita.
La infantería era, para los comandantes hititas, un arma subsidiaria y secundaria con
respecto a los carros. Sus uniformes eran muy variados, reflejando las diversas
condiciones físicas y meteorológicas en que combatía. En Qadesh utilizaron un largo
guardapolvos blanco, poco común en las otras campañas.
El infante solía llevar una espada de bronce en forma de hoz y un hacha de combate
también de bronce, aunque las armas de hierro ya comenzaban a hacer su aparición
en tiempos de Qadesh. Asimismo, la guardia personal de Muwatalli (llamada thr)
llevaba lanzas largas como las de los aurigas y las mismas dagas que ellos.
Si bien se sabe que los soldados hititas solían llevar cascos y cotas de láminas de
bronce, son muy escasos los relieves egipcios que los muestran con ellos. Respecto
de las armaduras de láminas, se ha sugerido que las utilizaron en Qadesh, pero que
quedaban ocultas por los guardapolvos.
Utilización táctica[editar]
Al revés que el ejército egipcio, los hititas utilizaban a los carros como arma ofensiva
primaria. Esta actitud se evidencia desde el propio diseño del carro en sí. Se la
consideraba un arma de asalto básica, creada para atravesar las filas de la infantería
enemiga y abrir en ella brechas que la propia infantería pudiese penetrar. Es por ello
que, aunque las tripulaciones estaban equipadas con potentes arcos recurvados, el
arma que utilizaban en toda ocasión era la lanza larga arrojadiza.
El carro hitita, a diferencia del egipcio, tenía el eje ubicado en el centro del chasis y era
más pesado, puesto que su dotación era de tres. Estas dos características lo hacían
más lento y menos maniobrable que el de su oponente, teniendo además una clara
tendencia a volcar si se pretendía que virase en ángulos cerrados. Por ello, necesitaba
amplísimos espacios vacíos para maniobrar. Su ventaja consistía en su
mayor masa e inercia, lo que lo hacía temible al lanzarse en velocidad. Cuando el
impulso y la inercia se disipaban (por ejemplo, al atravesar lomadas u obstáculos), la
ventaja del carro hitita se diluía.
La infantería, como se ha dicho, debía penetrar en las brechas abiertas por los carros
en la infantería enemiga, y por esto se la consideraba solo una fuerza secundaria.
Siempre que era posible, los generales hititas intentaban sorprender a su enemigo en
campos abiertos de dimensiones tales que les permitieran aprovechar la ventaja que
les otorgaban sus carros pesados, teniendo a la vez espacio suficiente para virar con
sus grandes ángulos de giro.
Ejército egipcio[editar]
Artículo principal: El ejército en el Antiguo Egipto
Infantería egipcia.
"Abundancia de
Segundo Cuerpo P´Ra Heliópolis Tradicional
Valor"
Tercer Cuerpo "Fuerza de los Arcos" Sutekh (Seth) Pi-Ramsés Ramsés I o Seti I
Prolegómenos[editar]
La declaración de guerra[editar]
Existen argumentos atendibles que indican que el campo de batalla de Qadesh se
eligió de común acuerdo entre ambos mandos enfrentados. La deserción
de Amurru en el invierno de 1302 a. C. fue considerada por los hititas como una
violación al tratado Seti-Mursilis, y así se manifestó a la corte de Ramsés en misión
diplomática al año siguiente.
Aunque no existe prueba documental, fuentes indirectas señalan que Muwatalli dio
todos los pasos legales necesarios, como acusar formalmente a Ramsés de haber
instigado la traición de su vasallo Amurru, planteando un juicio contencioso a través de
un mensajero que arribó a Pi-Ramsés a principios del invierno de 1301 a. C. Ese
mensaje, prácticamente copia textual del que su padre Mursilis había enviado años
antes, concluía que, ya que las partes no podían ponerse de acuerdo acerca de los
territorios en disputa, la contienda legal debía ser resuelta por el juicio de los dioses,
es decir, en el campo de batalla.
Marcha de aproximación egipcia[editar]
Detalle de un anillo de oro de Ramsés II, mostrando los dos caballos que tiraban del carro real
en la batalla de Qadesh (Museo del Louvre).
Primera fase[editar]
Ataque hitita[editar]
Mientras el Segundo Cuerpo apretaba el paso en dirección norte, apurándose hacia el
campamento de Ramsés en cumplimiento de las instrucciones llevadas por el visir, se
aproximó a la ribera del río Al-Mukadiyah, un afluente del Orontes que rodeaba la base
del monte donde se hallaba edificada Qadesh y luego discurría hacia el sur.
La visibilidad era muy mala, porque el tiempo había estado seco durante meses y el
polvo levantado por miles de pies y las ruedas de los carros flotaba en el aire y tardaba
mucho en asentarse.
Las márgenes del río estaban cubiertas de vegetación, llenas de matorrales, arbustos
y aún árboles que no permitían a los egipcios ver el agua ni lo que se encontraba más
allá.
Cuando P´Ra estuvo a 500 metros del río, sobrevino la sorpresa: de la línea de
vegetación de Al-Mukadiyah —a la derecha de los egipcios en marcha— emergió una
enorme masa de carros de guerra hititas, que se arrojaron sobre la columna. Los
carros egipcios que custodiaban la derecha de la fila fueron arrollados y destruidos por
la marea de vehículos, caballos y hombres que seguían surgiendo de entre los árboles
y no daban muestras de terminar. Lanzados al galope, los carristas hititas supieron
que debían aprovechar la enorme inercia de sus carros, y azuzaron aún más a las
bestias, que en loca carrera aplastaron la derecha egipcia. Atravesando las filas de
infantes como un fuego, los hititas siguieron hacia el oeste, destrozaron los carros de
la izquierda y dispersaron a los enemigos, alanceándolos desde los vehículos. Las dos
filas de carros egipcios se derrumbaron, su formación de marcha —totalmente
inadecuada para sobrevivir a un asalto lateral— se desintegró, y los pocos infantes
sobrevivientes se dispersaron para ponerse fuera del alcance de las picas enemigas.
La disciplina egipcia desapareció ante este ataque sorpresa (ver controversia), y antes
de que los últimos carros hititas acabaran de salir de entre los árboles, el Segundo
Cuerpo de Ejército ya no existía. De los sobrevivientes, los que iban en cabeza se
apuraron hacia el campamento de Ramsés, mientras que la retaguardia debe haber
corrido al sur en busca de la protección del Cuerpo de Ptah que venía aproximándose
en la lejanía.
Todo lo que quedaba de la formación egipcia era una senda sangrienta pulverizada por
las ruedas de los carros y los cascos de sus caballos, y varios miles de cadáveres
tendidos en las arenas del desierto.
Los carros egipcios de la vanguardia soltaron riendas y galoparon al norte hacia el
campamento para avisar a Ramsés del ataque inminente. Mientras tanto, los carros
hititas habían alcanzado la gran planicie al oeste, de un tamaño tal que les hubiese
permitido girar en ángulo abierto y regresar para cazar a los sobrevivientes. Pero en
lugar de hacer eso, viraron hacia el norte y se dirigieron a atacar el campamento de
Ramsés II.
Asalto al campamento egipcio[editar]
Ramsés había dispuesto que varias unidades de carros y compañías de infantería
permanecieran de guardia, listas para la acción, en el interior del recinto cercado por
escudos. A pesar de la confianza en que P´Ra y Ptah, en cumplimiento de las urgentes
órdenes del visir, llegarían más tarde ese día, y Sutekh al día siguiente, y tal vez el 12
los ne´arin que venían del norte desde Amurru atravesando el valle del Eleuteros,
muchos vigías se hallaban apostados en los cuatro lados del campamento observando
la lejanía. Su tarea se veía dificultada por el aire caliente del desierto que
distorsionaba las formas y por el polvo suspendido que refractaba la luz.
Los vigías del frente sur gritaron sus alarmas al mismo tiempo que los del lado oeste:
mientras que los primeros anunciaban la frenética carrera de los carros sobrevivientes
de P´Ra, los segundos acababan de ver la enorme formación de vehículos hititas que
se lanzaba hacia ellos.
Aún antes de que los senenys de P´Ra entraran al campamento y comenzaran a
explicar lo sucedido, todas las tropas se hallaban ya en zafarrancho de combate: en
pocos minutos, los carros hititas se abalanzaron sobre el ángulo noroeste de la pared
de escudos, la demolieron y penetraron en el campamento. La fila de escudos, el foso
y las numerosas tiendas, carros y caballos trabados que encontraron a su paso
comenzaron a detenerlos y a hacerles perder su inercia inicial, mientras que los
defensores trataban de atacarlos con sus espadas khopesh en forma de guadaña. El
asalto degeneró rápidamente en una salvaje melée lucha cuerpo a cuerpo. Los carros
hititas se empujaban unos a otros porque el espacio interior no era suficiente para
todos, de modo que muchos de ellos no pudieron ingresar y debieron luchar desde el
exterior de la muralla de escudos y el foso defensivo.
Muchos egipcios murieron, y también numerosos hititas que, derribados de sus carros
por las colisiones contra sus compañeros u obstáculos fijos, eran rápidamente
sacrificados en tierra con un golpe de khopesh.
La guardia personal del faraón (los sherden) rodeó su tienda, dispuesta a defender al
rey con sus vidas. Ramsés II, por su parte —según nos informa el Poema—, "se
colocó su armadura y tomó sus arreos de batalla", organizando la defensa con
los sherden (que disponían de carros e infantería) y varios otros escuadrones de
carros de guerra que se hallaban estacionados al fondo del campamento (esto es, en
su lado oriental).
La guardia del rey puso a los hijos de Ramsés —entre los que se encontraba el mayor
de los varones, Prahiwenamef, que en ese entonces era el heredero al trono ya que
sus dos hermanos habían muerto en la infancia— a buen recaudo en el extremo
oriental, que no había sido atacado.
El faraón se colocó la khepresh (corona) azul y, gritando órdenes a su
conductor (kedjen) personal, llamado Menna, montó en su carro de batalla.
Ramsés organiza la defensa[editar]
Bajorrelieve del templo de Abu Simbel que representa a Ramsés II derrotando a sus enemigos
Segunda fase[editar]
Maniobra hitita de distracción[editar]
De acuerdo con la visión moderna sobre la batalla, el combate no estaba
desarrollándose como Muwatalli había previsto. Además de la precipitada acción de
abalanzarse sobre el cuerpo de ejército en marcha, la decidida reacción de Ramsés y
sus carros había puesto en fuga a los vehículos hititas y ahora los egipcios perseguían
a los carros atacantes.
Muwatalli debía aliviar la presión sobre ellos a como diese lugar: sabía perfectamente
que el grueso de la fuerza egipcia ni siquiera había llegado (Sutekh y Ptah estaban
aún de camino hacia Qadesh) y todo su plan se enfrentaba al desastre.
En consecuencia, eligió pasar a la acción con una maniobra de distracción que le
permitiese recuperar la iniciativa perdida, haciendo regresar a parte de las tropas que
perseguían a las suyas y obligando a Ramsés a regresar a su campamento.
En el puesto avanzado en el que se encontraba el rey hitita había muy pocas tropas:
aparte de su cortejo personal, lo acompañaban solo unos pocos nobles de su
confianza. En consecuencia, les ordenó que organizaran una fuerza de carros, que
cruzaran el río y que atacaran el campamento egipcio desde el lado oriental.
La respuesta fue poco entusiasta (la nobleza no acostumbraba entrar en combate),
pero las tajantes órdenes de su emperador dejaron poco lugar para la inacción. Así,
los hombres más importantes de la jerarquía política hitita —incluyendo a los hijos,
hermanos y amigos personales de Muwatalli— y de los comandos de sus aliados se
reunieron en una escuadra ad hoc y, con dificultades, cruzaron el Orontes hacia
poniente.
Llegan los ne´arin[editar]
Apenas asaltado el campamento por esta escasa fuerza, los carros hititas fueron
arrollados por una gran fuerza de carros que llegaba desde el norte. Se trataba de los
carros amorreos, los ne´arin, que aparecían providencialmente en ese momento de
zozobra egipcia. Más atrás venía la infantería pesada de Amurru. El reporte escrito en
las paredes del templo funerario de Ramsés, en Tebas, dice textualmente a este
respecto: "Los Ne´arin irrumpieron entre los odiados Hijos de Hatti. Fue en el momento
en que estos atacaban el campamento del faraón y conseguían penetrarlo. Los Ne
´arin los mataron a todos".
Como un dejà vu de la primera parte del combate, todo se repitió: los amorreos
asaetearon con sus flechas a los carros hititas que luchaban por ingresar a través de
una brecha en el muro de escudos. Al intentar retroceder para salir de allí y huir
nuevamente a la relativa seguridad de la orilla oriental del Orontes, ocurrió otro hecho
que selló la suerte hitita: mientras comenzaban a vadear las aguas, hicieron su
aparición desde el sur algunas unidades de carros que volvían de la caza y
persecución de la otra fuerza, acompañadas por los elementos avanzados de carros e
infantería pertenecientes al Cuerpo de Ptah que se hacía presente en el momento
preciso.
La muerte llovió sobre los hititas en el camino hasta el río, en las orillas y aún en el
centro del agua: muchos fueron asaetados, otros aplastados por los carros y los más
murieron ahogados al ser arrojados fuera de sus vehículos, agobiados y arrastrados al
fondo por el peso de sus armaduras.
Ramsés castiga a los suyos[editar]
Mientras los últimos carros hititas se ponían a salvo en su orilla del río y los infantes
egipcios amputaban las diestras de los caídos y las guardaban en sacos, Ramsés
reocupó los restos de su campamento para esperar la llegada de Ptah y el retorno de
los sobrevivientes de Amón y P´Ra.
Los prisioneros hititas, entre los cuales había oficiales de alta graduación, nobles e
incluso realeza, fueron conducidos también allí, y debieron esperar en silencio la
decisión que el faraón tomara sobre sus vidas.
El Poema dice que Ramsés recibió las felicitaciones de todos por su coraje y arrojo
personal en la batalla, y que luego se retiró a su tienda y se sentó en su trono a
"meditar lúgubremente".
Por la mañana del día 11, Ramsés hizo formar a las tropas de los Cuerpos de Amón y
P´Ra en una fila frente a sí. Haciendo comparecer a los dignatarios hititas capturados
para que presenciaran los acontecimientos, el faraón —tal vez personalmente— llevó
a cabo el primer antecedente histórico del castigo que más tarde los romanos
llamarían "diezmo": contando de diez en diez a sus soldados, ejecutó a cada décimo
hombre para escarmiento y ejemplo de los demás. El Poema lo describe en primera
persona: "Mi Majestad se puso ante ellos, los conté y los maté uno a uno, frente a mis
caballos se derrumbaron y quedaron cada uno donde había caído, ahogándose en su
propia sangre...".
Si bien no puede decirse que las tropas de Amón y P´Ra hayan combatido con
cobardía —recuérdense que las columnas en marcha fueron sorprendidas por una
fuerza de carros que, según la inteligencia del propio Ramsés no debía estar allí, y
que, además, salió de un lugar fuera de la vista—, hoy se cree que se los castigó por
haber violado la relación paterno-filial que se suponía debían mantener con su señor.
Además, es muy posible que tal escarmiento sirviera a los fines tácticos del faraón.
Los amigos y parientes de Muwatalli fueron, como se dijo, obligados a presenciar la
carnicería, y luego, liberados, corrieron a llevar a su señor las noticias del salvajismo
de los egipcios para con sus propias tropas. Este fue, sin dudas, uno de los factores
que impulsó a los hititas a firmar el armisticio más tarde ese mismo día.
Final de la batalla[editar]
Liberados los prisioneros hititas de alto rango, la línea de acción de Muwatalli quedó
muy clara. La principal fuerza ofensiva de su ejército —los carros— había sido
destruida, y, asimismo, muchos jefes y dignatarios habían muerto en el ataque de los
ne´arin.
No había podido explotar la ventaja táctica de haber llegado primero al campo de
batalla al ser obligado a combatir prematuramente tras el encuentro fortuito de sus
carros con la columna egipcia, por lo que estaba claro que la batalla se había perdido.
Ramsés tenía, en cambio, dos cuerpos de ejército frescos y completos, y los
sobrevivientes de los otros dos fuertemente motivados por las ejecuciones sumarias
que acababan de presenciar.
Sin embargo, las fuerzas egipcias de Ptah, Sutekh y ne´arin no eran suficientes para
mantener la hegemonía egipcia en la región, y el rey hitita se dio cuenta de ello. Los
deseos de Ramsés de sostenerse como potencia reteniendo Qadesh acababan de
esfumarse y, en esas condiciones de derrota táctica y posible empate técnico
estratégico, lo mejor era solicitar un armisticio. Qadesh quedaba en manos egipcias,
pero era imposible que Ramsés pudiera quedarse allí para cuidarla. Debería regresar
a Egipto para lamerse las heridas de sus grandes pérdidas y ello representaría la
restauración del dominio hitita sobre Siria.
Por lo tanto, Muwatalli envió una embajada a solicitar la tregua y Ramsés, al aceptarla,
reveló a los egipcios una debilidad que se confirmaría por los hechos posteriores.
Consecuencias[editar]
Tablilla de barro con el tratado firmado entre Hattusili y Ramsés. Versión encontrada en
Bogazköy (Museo de Estambúl).
Cronología[editar]
NOTA: Como se ha explicado arriba, este artículo utiliza la cronología de la teoría
moderna, liderada por la Universidad de Cambridge. Fuentes más clásicas fechan la
batalla en años más recientes, llegando incluso a 1275 a. C.
Hacia 1674 a. C.: Los hicsos invaden y capturan el Bajo Egipto y someten a
vasallaje al resto del país, haciendo de Avaris su capital.
1570 a. C.: Amosis I es nombrado faraón, establece la Dinastía Tebana (XVIII) y
lucha con los hicsos en la llamada "Guerra de Liberación Egipcia".
Aproximadamente 1565 a. C.: Egipto expulsa y destruye a los hicsos,
convirtiéndose de facto en propietario de Canaán y todo el Oriente Medio hasta el
río Éufrates.
Entre 1546 y 1526 a. C.: Guerra Siria de Amenofis I.
Hacia 1525-1512 a. C.: Primer ataque de Tutmosis I contra las fuerzas mittanas en
Siria. Su ejército coloca un mojón o estela a orillas del Éufrates para indicar la
frontera extrema septentrional del Imperio Nuevo.
1482-1450 a. C.: Campaña de Amenofis II contra el norte de Siria y Canaán, en un
intento de imponer las leyes egipcias en la región. Le cuesta diecisiete
expediciones e innumerables bajas, hasta invadir en el año 33 de su reinado el
propio Mittani. La derrota mittana le granjea honores y prestigio, pero el vencido
renace incluso en vida del faraón, que no puede sino esperar que, a su muerte,
sus sucesores sean capaces de recuperarlo.
Hacia 1450-1425 a. C.: Amenofis II pretende recuperar el dominio egipcio sobre
Mittani, pero es humillado. Un renacimiento del poderío militar hitita provoca
conversaciones entre las dos potencias, ya que tanto el faraón como el rey de
Hatti pretenden subyugar a la díscola región.
1425-1417 a. C.: Tutmosis IV firma un tratado con Mittani, que permite, por primera
vez, una delimitación topográficamente exacta de las fronteras entre los imperios
en el norte de Siria. Egipto modifica sus leyes para considerar a estos límites sus
verdaderas fronteras asiáticas. Siguen a la firma del acuerdo dos generaciones
completas de paz, las primeras en dos siglos y medio.
Batalla de Qarqar
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Batalla de Qarqar
Expansión asiria
Fecha 853 a. C.
35°44′34″N 36°19′50″ECoordenadas:
Coordenadas
35°44′34″N 36°19′50″E (mapa)
Resultado Indeciso.
Beligerantes
Reino arameo de Damasco Asiria
Reino de Israel
Hamath
Amonitas
Fenicios
Irqnata
Ke
Usanata
Arvad
Muzri
Árabes
Comandantes
Ben-Hadad II Salmanasar III
Acab
Fuerzas en combate
60.000 infantes 50.000 a 70.000 infantes
3.940 carros 5.000 a 8.000 jinetes
1.500 a 2.000 carros
Bajas
Según Salmanasar III fueron Desconocidas
14.000
Índice
1Egipto
2Número de tropas de cada una de las fuerzas aliadas
3La batalla
4Resultado
7Véase también
8Referencias
Egipto[editar]
Artículo principal: Osorkon II
En 853 a. C., Osorkon II envío un contingente de mil mercenarios egipcios para prestar
ayuda a esta alianza y a Ben-Hadad II, el rey de Siria, con el fin de frenar la progresión
asiria. El combate tiene lugar en el valle del Orontes cerca del pueblo de Karkar. Esto
señala una nueva fase de la política exterior egipcia: la de apoyo a los reinos sirio-
palestinos. Egipto gracias a esta alianza con los hebreos y sirios, va a resistir a los
ejércitos asirios de Salmanasar III. Los reinos sirio-palestinos van a constituir en adelante
la última defensa que protege a Egipto de la invasión Asiria.
1. El rey Hadadezer comandó 1.200 carros, 1.200 jinetes y 20.000 soldados de a pie;
2. El rey Iruleni de Hamath comandó 700 carros, 700 jinetes y 10.000 soldados de a
pie;
3. El rey Ajab de Israel envió 2.000 carros y 10.000 soldados de a pie;
4. La tierra de KUR Gu-a-a (posiblemente identificada con Que - Cilicia) envió 500
soldados;
5. La tierra de KUR Mu-us-ra- (identificada como Egipto o Cilicia) envió 1.000
soldados;
6. La tierra de Arwad envió 200 soldados.
Estos números bien pudieron ser exagerados por los cronistas asirios para ensalzar su
triunfo sobre la coalición.
La batalla[editar]
Se tiene la certeza de que el combate tuvo lugar en el año de 853 a.C., debido a que en
otra inscripción asiria se tiene registrado, para la misma fecha, un eclipse de sol. El cual,
se calcula que ocurrió con exactitud en el año en cuestión.
Los asirios avanzaron cruzando los ríos Tigris y Éufrates, y llegaron a Anatolia y a Siria,
donde hicieron tributarios a los reyes de Karkemish y Alepo. En este momento el Reino
Arameo de Damasco, bajo el reinado de Ben-Hadad II (llamado Hadad-idri en los
documentos asirios), sugirió a los reinos vecinos que se unieran contra el avance asirio, e
incluso llegó a unirse con el rey Acab (llamado Ahabbu en los documentos asirios), el cual
lo había derrotado hace poco más de dos años en dos batallas. Así se formó la coalición
de reyes de Siria e Israel. Los reyes eran Ben-Hadad II, que aportó 1.200 carros, 1.200
jinetes y 20.000 soldados de infantería. Acab el israelita (Ahabbu mat Syri'la) trajo 10.000
infantes, 2.000 carros y 2.000 jinetes. Entre los otros reyes figuraban los
de Hamath, Muzri, Amón, Arvad, Usanata, Irqnata, Tiro (o mejor dicho de los fenicios), Ke
y los de dos reinos árabes, quienes hicieron aportes menores. En total sumaban 60.000
soldados y 3.940 carros de guerra.
Esta batalla es famosa debido a tener un mayor número de combatientes que en cualquier
batalla anterior y por ser la primera aparición de algunos pueblos en la historia, como los
árabes. El evento fue registrado en la Estela de Kurkh. La antigua ciudad de Karkar donde
ocurrió la batalla es identificada como el moderno sitio arqueológico de Dile Qarqur.
De acuerdo con una inscripción posterior erigida por Salmanasar III, que había comenzado
su campaña anual, dejando a Nínive el día 14 de Aiaru. Cruzó el Tigris y el Éufrates sin
ningún problema y recibió tributo de varias ciudades a lo largo del camino,
incluyendo Alepo. Tras pasar Alepo, encontró por primera vez resistencia en las tropas de
Iruleni, rey de Hamath, al que derrotó totalmente y saqueó los palacios y las ciudades de
Hamath.
Después de irse de Karkar, encontró a las fuerzas aliadas de Israel y Siria cerca del río
Orontes.
Resultado[editar]
Salmanasar se jacta de haber causado 14.000 bajas al Ejército aliado, la captura de un
sinnúmero de carros y caballos, y describe el daño que infligió a sus adversarios de forma
detallada. Sin embargo, las inscripciones reales de este período son notoriamente poco
fiables y nunca reconocen directamente las derrotas, y algunas veces reclaman victorias
obtenidas por los antepasados o predecesores. Si Salmanasar hubiera vencido claramente
en Karkar, no respondió de inmediato con otras conquistas en Siria. Los registros asirios
dejan claro que hizo varias campañas más en la región durante la década siguiente, con la
participación de Hadad-ezer 6 veces, que fue apoyada por Iruleni de Hamath al menos dos
veces. Los oponentes de Salmanasar se aferraron a sus tronos después de esta batalla:
aunque Acab de Israel murió poco después en una batalla sin relación; Hadad-ezer se
mantuvo en su trono hasta el 841 a. C.
Según Salmanasar III, obtuvo una victoria abrumadora, en la cual cayeron 14.000
hombres, pero Salmanasar regresó rápidamente a Asiria, lo que hace creer que sufrió un
revés en la batalla. Además, si fue un triunfo, fue sólo pasajero o de menor importancia, ya
que no pudo quebrantar la resistencia de la liga ni ocupar sus territorios por lo menos
hasta la época de Hazael. Aparte de que los asirios no añadían derrotas o fracasos en sus
inscripciones.
La batalla también es muy importante porque en ella se comprueba la existencia de
personajes bíblicos, como Acab y como Ben-Hadad II, aporta conocimientos sobre el
poderío que estos dos reyes tenían en aquel momento y también permite hacer el
sincronismo más antiguo entre historia bíblica y secular.
Saqueo de Jerusalén
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Saqueo de Jerusalén. Grabado de Johann Christoph Weigel. 1875.
El saqueo de Jerusalén ocurrió durante el 5º año del reinado de Roboam,1 después del
fallecimiento de su padre2 Salomón. Tal suceso ha sido fechado entre 926 y 917 a. C.
El faraón egipcio Sisac (en hebreo, שישק,; egipcio: Sheshonq I) llegó con su ejército —de
60.000 jinetes y 1.200 carros, el cual incluía aliados del Reino de Kush— al Reino de
Judá y después de tomar varias plazas3 llegó a Jerusalén y saqueó el Templo de
Salomón y la casa real llevándose todos los tesoros;4 Roboam reemplazó los vasos que el
faraón tomó y destrozó por otros de bronce. Pese a ello el arca de la alianza no fue llevada
ya que es mencionada durante el reinado de Josías5(ca. 640-609 a. C.)
En el templo de Amón en Tebas (Egipto) se encuentra un bajorrelieve que conmemora las
conquistas de Sheshonq I, figurando todos los pueblos dominados. Entre ellos se
encuentra el de Judá, y se toma como prueba del relato bíblico.