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ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE PLANIFICACIÓN

DESDE LA EDUCACIÓN POPULAR

I. SOBRE LA EDUCACIÓN POPULAR


¿Qué es, y porqué trabajar desde la educación popular? Aunque son preguntas que iremos
respondiendo con el tiempo, a partir de la práctica misma, por ahora es importante tener presentes
algunas consideraciones.

En términos generales, la educación tradicional (o “educación bancaria”, como Paulo Freire la


denominó) concibe el proceso de enseñanza-aprendizaje de manera unilateral, donde el flujo y
movimiento en la relación pedagógica siempre parte desde un sujeto activo (el educador) hacia un
sujeto pasivo (el alumno). Los educadores son los exclusivos portadores del conocimiento, siendo
éste entregado o “depositado” en un alumno (de la raíz latina a-lumen, privado de luz) entendido
como ignorante, representado siempre en el lugar de lo vacío, de la carencia, ubicado en el lugar de
lo primitivo, “de la naturaleza”, de todo aquello que es necesario traer a la civilización. Hay una visión
paternalista y jerárquica de la relación pedagógica. Se produce una “adaptación” del educando a lo
preestablecido, a las estructuras ya impuestas, ajenas a su realidad concreta y sobre las que no se
le reconoce poder de intervención.

Desde la educación popular y las llamadas “pedagogías de la liberación”, la concepción es otra. El


educador (monitor o facilitador) orienta la lectura y análisis de la realidad misma de los participantes
(o “educandos”). Ayuda a visibilizar, explicitar y poner en valor sus propios conocimientos a través de
la relfexión sobre la práctica. No es que los “educandos” no posean conocimiento, sino que al
contrario, el conocimiento de los educandos, el conocimiento de lo real, de las experiencias mismas
de la vida, es el único conocimiento realmente útil pues solo desde ahí es que se podrán construir
alternativas participativas, representativas y democráticas tanto en lo epistemológico como en lo
político-social.

Se trata entonces de una concepción de la educación que apunta a la producción conjunta de


conocimientos, no es el “educador” el que educa a otro entendido como una caja vacía, sino que nos
educamos todos mediante la reflexión de nuestra práctica. Es un “conocimiento situado” no ajeno a
la realidad de los participantes. Así, los conocimientos construidos son siempre novedosos, desde
experiencias particulares y lugares sociales específicos, presentando siempre un carácter político en
la medida que están orientados a la acción y a la transformación de la realidad de la que son parte
los sujetos de la relación pedagógica. Se toma la realidad, se reflexiona sobre la práctica, se
construye y reconstruye la teoría, y se regrese a la realidad con una práctica transformada y
enriquecida tras una reflexión crítica que devuelve y reconoce el poder de los sujetos en tanto
agentes de su propia historia.

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II. SOBRE LA PLANIFICACIÓN
Hay dos consideraciones fundamentales a la hora de construir y diseñar espacios, talleres y
actividades desde la perspectiva de la educación popular, sin los cuales no podría hablarse
realmente de un espacio transformador de la realidad y liberador para los participantes, a saber:

1. Desde un punto de vista estratégico, es necesario tener claro el “PARA QUÉ” SE QUIERE
REALIZAR EL TALLER O ACTIVIDAD.
2. Desde un punto de vista metodológico, lo que jamás se puede obviar al determinar el
“CÓMO CONSTRUIR EL ESPACIO EDUCATIVO”, ES SIEMPRE PARTIR DEL
CONOCIMIENTO DE LOS PARTICIPANTES Y DE SU SITUACIÓN (HISTÓRICA Y SOCIAL)

¿Quiénes son los sujetos participantes? ¿cuál es su historia? ¿porqué están participando? ¿porqué
es importante para ellos la participación en ese espacio? ¿qué utilidad les reporta?

Algunos ejemplos muy sencillos: si no se considera que la principal forma de comunicación de un


grupo es la oralidad, y se realizan dinámicas basadas en la escritura, se estará cometiendo un error
metodlógico por no considerar este conocimiento previo. O si no se considera si las personas se
conocen o no entre sí, o si conocen o no al facilitador/a, lo que influye en las técnicas a usar.

Es un conocimiento concreto y determinado que se genera en un contexto histórico y condiciones


sociales específicas. No es lo mismo hablar sobre qué son los derechos humanos son un grupo de
pobladores a hacerlo con una organización de profesionales, ni es lo mismo hacerlo entre un grupo
de pobladores jóvenes que hacerlo con un grupo de pobladores de mayor edad, porque los
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conocimientos, historias, experiencias y significados son distintos. Por eso se trata de conocimientos
concretos, determinados y contextualizados histórica y socialmente.

Si taller no considera el punto de partido estratégico, no tendrá potencia transformadora y no


favorecerá un proceso de acumulación, siendo funcional a una práctica espontaneista (no hay un
sentido que oriente la actividad)

Si se prescinde del punto de partida metodológico, la relación entre los participantes y el taller será
de ajenidad, o incluso puede implicar una operación de violencia o invasión cultural, y carecerá de
utilidad, significado y capacidad transformadora.

UNA PLANIFICACIÓN
Al comiendo las planificaciones que elaboremos serán genéricas, sin considerar la especificidad de
los sujetos que participen. Es decir, lo primero es hacer una planificación base, sobre la cual
intervenir y trabajar cuando se tenga claro en qué espacio y con quienes se va a realizar el taller.
La planificación base es lo que tenemos que hacer ahora. Cuando la tengamos, al momento de
impartir y aplicar el taller se deben hacer las modificaciones y adaptaciones correspondientes. A
continuación una explicación de una planificación ya adaptada.

Objetivos. Es importante distinguir entre los objetivos que tiene el taller o espacio educativo que se
diseña (tanto para quienes lo organizan como para los participantes), de los objetivos de aprendizaje
propiamente tales.
Por ejemplo:
- Objetivos del espacio-taller (políticos, sociales, orgánicos, etc): ¿porqué queremos hacer un
taller sobre la Constitución con cierto sindicato? (perspectiva de los monitores) y ¿porqué el
sindicato X quiere o necesita participar en el taller? (perspectiva de los participantes)
- Objetivos de aprendizaje (las respuestas a las preguntas guía del espacio pedagógico):
o Comprender qué es la Constitución y los derechos que garantiza
o Identificar los preceptos constitucionales que influyen, rigen y condicionan la actividad
sindical (arts. X, Y, Z)
o Evaluar y analizar el impacto sobre la vida y organización sindical de los principios,
valores y normas establecidos en la Constitución

Se adjunta también un documento con la llamada “taxonomía de Bloom”. Es un recuadro


con distintos verbos rectores para la elaboración de objetivos de aprendizaje de acuerdo a la
complejidad de los procesos cognitivos aparejados, junto a preguntas que nos permitirán
impulsar la consecución de dichos objetivos.

Participantes. Identificar a los participantes es fundamental, como ya hemos señalado. Hacer una
indagación previa respecto de la historia y contexto histórico-social de los participantes.
Por ejemplo: ¿es un sindicato recién formado o es un sindicato con muchos años de organización y
experiencia?, ¿es un sindicato compuesto mayoritariamente por gente joven, o la mayoría son
personas mayores que, por ejemplo, vivieron en dictadura?, etc.

Contenidos. Este ítem está referido al núcleo central de lo tratado en el taller. Por ejemplo:
- Concepto y estructura de la Constitución
- Proceso de formación de la Constitución de 1980: quiénes la redactaron, modo de aprobación,
etc.
- Las disposiciones de los arts. X, Y, Z.

Recursos. Acá debemos considerar todos los implementos y materiales necesarios para la
realización del taller. Por ejemplo: plumones, pizarra, proyector, cartulinas, tarjetas, guías, etc.

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Responsables y roles. Aquí corresponde identificar a los intervinientes tanto directos como
indirectos en la preparación e implementación del taller. ¿Quiénes expondran sobre determinados
temas? ¿quién es responsable de el desarrollo e implementación de cierta actividad? ¿quién elabora
el material gráfico o audiovisual si se utiliza?, etc.

Tiempo. Este punto es fundamental y generalmente es el punto débil de quienes planifican. Hay que
considerar una extensión de tiempo que, por un lado no sea agotadora para los participantes y, por
otra, permita construir un espacio fructífero en conocimientos y reflexión. Antes y después de la
implementación del taller, están los momentos de planificación y evaluación de lo realizado,
respectivamente. Sobre lo primero ya nos hemos referido, lo segundo lo abordaremos más adelante.
Por ahora detallaremos sobre la planificación del desarrollo mismo del taller, en los tres momentos
que es necesario explicitar: apertura, desarrollo y cierre.

MOMENTOS DEL TALLER


1. PLANIFICACIÓN
2. DESARROLLO
a. APERTURA. Primero procede la presentación de los facilitadores y, si se estima
necesario, también de los participantes, junto con la presentación del tema y de la
importancia de su tratamiento.
Lo óptimo siempre es comenzar estableciendo una pregunta guía de la reflexión, la
pregunta central que permitirá tratar y reflexionar sobre los contenidos.
La pregunta guía, en lo posible, no debe plantearse de una manera completamente
abstracta y genérica. Hay muchas maneras de llegar a responder este tipo de
preguntas, pero para lograrlo siempre se deben formular preguntas guía que apelen a
los conocimientos previos, la experiencia y el contexto histórico-social de los
participantes (por eso la cantidad de preguntas posibles es amplísima, porque los
caminos posibles para llegar a responder las cuestiones más abstractas y genéricas
serán siempre difenretes en razón desde dónde se parta) pues sólo partiendo de ellos
es que existirá realmente un aprendizaje real y con efecto transformador tanto para sus
propias vidas como de la realidad social sobre la que deseamos intervenir.
Esta parte por lo general es la más breve.
b. DESARROLLO. Al comienzo, lo óptimo es escuchar las respuestas iniciales a la
pregunta guía, y a partir de ahí observar e intentar identificar qué aspectos van a
requerir más atención en su tratamiento. Exposición del tema, implementacón de las
actividades si se van a realizar, discusión, preguntas y reflexión.
c. CIERRE. Acá se realizan al menos tres actividades: retroalimentación de los
conocimientos construidos en el taller (mediante preguntas verificar “lo que quedó”
asentado en el espacio), a partir de la retroalimentación responder la pregunta guía
dejando abiertas y planteadas otras preguntas relacionadas (en lo posible), abrir
espacio para recibir críticas o sugerencias respecto del taller propiamente tal y de su
realización (qué creen que faltó, qué les pareció bien, qué podría mejorar, si creen que
les sirvió, etc)
3. EVALUACIÓN. Hay una evaluación formativa y rápida que se hace al cierre del taller como ya
señalamos, junto con los participantes, durante la implementación misma del módulo. Pero
hay otra evaluación interna, posterior a su realización, que deben hacer los integrantes del
equipo que diseñó e implementó el módulo, y de la organización en general.

OTROS ELEMENTOS A CONSIDERAR PARA LA PLANIFICACIÓN


- El espacio donde se realizará el taller.
- El registro, de haber alguno.

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