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El proceso Evangelizador en mí, Óscar Lara

Los pasos del proceso evangelizador se han dado en mi propia vida de forma misteriosa, pero
cierta. En primer lugar, estando yo en bachillerato, llegaron unos misioneros laicos a dar un retiro a
los estudiantes. Fue terrible, los muchachos nos burlamos, y se iban tristes los misioneros por no
haber logrado captar la atención de los estudiantes. Sin embargo, finalizado el evento, yo fui para
allá, oraron por mí. Pareciera entonces que no hubiera sido tan perdido el tiempo. Luego, pasaron
los años y un profesor de esa misma parroquia me daba clases de física y no perdía tiempo para
evangelizarme. Luego, ese año de gracia, en esa misma línea, conocí al padre Kafka después de un
encuentro arquidiocesano de jóvenes. Todos eran actividades que implicaban que los agentes
“patearan calle”. También los retiros del padre Roberto Sipols. Hubiera sido más difícil si estos
agentes, los sacerdotes incluidos, se hubieran sin más quedado en sus parroquias dando Misa a sus
propios feligreses, o si estos se hubieran sin más quedado con la fe en la pura esfera de su vida
privada. De ningún modo hubiera yo sido evangelizado, no hubiera conocido al Señor.

Luego, en la parroquia de San Blas, empecé a pertenecer a la Pastoral Juvenil, al grupo de los
monaguillos, la misma pequeña comunidad de los monaguillos me enseñó muchas cosas, junto a
todo lo que aprendía dentro de la comunidad parroquial, en las misas, en la preparación a la
confirmación (Que en mi caso duró exactamente una noche).

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