Sei sulla pagina 1di 10

UNIVERSIDAD CATÓLICA SANTO TORIBIO DE MOGROVEJO

“ENSAYO SOBRE EL MATRIMONIO”

DOCENTE:
LEODAN

INTEGRANTES:

CRUZ LLAMO, AGUSTIN.

DIAZ VALDEZ ANGIE NIKOL.

GAMARRA FARROÑÁN, BRAYAN AARÓN.

RODRÍGUEZ NUÑEZ, ALVARO.

CURSO:
FE Y CULTURA
SEMESTRE 2019 - II

Fe y Cultura
PAGE
\*
MATRIMONIO UNA UNIÓN ETERNA
I. Doctrina del magisterio de la iglesia sobre los desafíos actuales.

I.1. Misión y obras del Magisterio de la Iglesia.


El magisterio de la iglesia siempre ha sido motivo de polémica, como lo
fue la iglesia misma, y el propio cristo, mientras vivió en el mundo. Pero
en la actualidad, se acentúa este problema por la crisis general de la era
moderna, en la que se rechaza toda manifestación de una autoridad que
no se haya elegido. El Concilio Vaticano II definió a la Iglesia “como un
sacramento”; esta frase no pretende afirmar que se añade a los siete
sacramentos conocidos uno más. Se trata de argumentar que, así como
los sacramentos son instrumentos de Cristo para distribuir su gracia
entre los hombres. Cristo no dio a su Iglesia sólo los sacramentos, sino
que le dio su Palabra, o sea el conjunto de su mensaje, para que lo
transmitiera fielmente a todos los hombres de todas las generaciones.
Es la autoridad de la iglesia por los obispos como sucesores de los
apóstoles para enseñar la fe bajo la autoridad del sumo pontifica sucesor
de pedro, recordemos que nuestro vicario es cristo la cabeza visible de
la iglesia católica, incluye la enseñanza de la doctrina moral y
costumbres. En los inicios los filósofos han discutido del tema y la
naturaleza exacta de esta relación entre el sujeto y objeto que hemos
denominado conocimiento.
En la filosofía moderna se entiende por realismo aquella perspectiva
filosófica que considera que las cosas comunes son de mayor grado o
menor, tal cual se presenta los sentidos y tiene la propiedad de existir
fuera del acto del conocimiento.
Es importante que la iglesia dentro de su organización promueve la
interpretación de la palabra de dios y las domas de la fe, revelada por
dios y promulgados por la iglesia mediante la producción de documentos
realizados por la jerarquía de la iglesia que permitan a la comunidad
católica conocer sus puntos de vista para fundamentar y difundir el amor
al evangelio y los directrices eclesiales.
La consumación de la auto-comunicación de Dios en Jesucristo, es
aceptada en cuanto tal, sólo como Tradición de la comunidad de fe de la
Iglesia de Jesucristo, en esta mediación se afirma y se acepta desde el
comienzo su exigencia de validez. Como verdad creída, se convierte así
en la Iglesia de hoy, confirmada concretamente por la confianza y la
competencia (como don del Espíritu).el consenso, hecho realidad por el
Magisterio de la Iglesia en la realización de la «dogmatización» es, de
hecho también, garantía de la exigencia de validez de la Verdad. La
Tradición, como transmisión de la fe, es también transmisión de este
consenso, que se separa de los que no participan de este consenso. La
Tradición como tradición de la fe, unida inseparablemente con la Iglesia,

Fe y Cultura
PAGE
\*
considera con esto al magisterio eclesiástico y a la Teología, a cada uno
a su modo, en su obligación del servicio que se ha de ejercer en y por
medio de la Iglesia, de la proclamación que hay que actualizar.

I.2. La doctrina del magisterio de la iglesia a favor del matrimonio


y la familia.
La iglesia está íntimamente convencida de que solo con la aceptación del
Evangelio se realiza de manera plena toda esperanza puesta
legítimamente en el matrimonio y en la familia. La iglesia asegura la plena
vitalidad del matrimonio y la familia ya que es consciente que el bien de la
sociedad y de sí misma está profundamente vinculada al bien de la
familia, contribuyendo de este modo a la renovación de la sociedad y de
mismo pueblo de Dios.
Dios ha creado al hombre a su imagen y semejanza, el amor es por tanto
la vocación fundamental e innata de todo ser humano. En cuanto a
espíritu encarnado, es decir el alma, el amor abarca también el cuerpo
humano y el cuerpo se hace partícipe del amor espiritual.
En consecuencia, la sexualidad, mediante la cual el hombre y la mujer se
dan uno a otro con los actos propios y exclusivos de los esposos, no es
algo puramente biológico, sino que afecta al núcleo íntimo de la persona
humana en cuanto a tal, esta totalidad exigida por el amor conyugal
corresponde también con las exigencias de una fecundidad responsable,
la cual está orientada a engendrar una persona humana y el único lugar
que hace posible esta donación total es el Matrimonio.
La comunión de amor entre Dios y los hombres, encuentra una
significancia expresión en la alianza esponsal que se establece entre
hombres y mujer. Su vínculo de amor se convierte en imagen y símbolo
de la alianza que une a Dios con su pueblo. La Iglesia, acogiendo y
meditando fielmente la Palabra de Dios, ha enseñado solemnemente y
enseña que el matrimonio de los bautizados es uno de los siete
sacramentos de la Nueva Alianza.
En virtud de la sacramentalidad de su matrimonio, los esposos quedan
vinculados uno a otro de la manera más profundamente indisoluble. Al
hacerse padres, los esposos reciben de Dios el don de una nueva
responsabilidad. Su amor paterno está llamado a ser para los hijos el
signo visible del mismo amor de Dios. Sin embargo, no se debe olvidar
que incluso cuando la procreación no es posible, no por esto pierde su
valor la vida conyugal.
En el matrimonio y en la familia se constituye un conjunto de relaciones
interpersonales. Mediante las cuales toda persona humana queda
introducida en la “familia humana” y en la “familia de Dios”, que es la
Iglesia.

Fe y Cultura
PAGE
\*
La virginidad y el celibato por el Reino de Dios no solo no contradicen la
dignidad del matrimonio, sino que la presuponen y la confirman. En la
virginidad el hombre está a la espera, incluso corporalmente, de las bodas
escatológicas de Cristo con la Iglesia, dándose totalmente a la Iglesia con
la esperanza de que Cristo se dé a esta en la plena verdad de la vida
eterna.

I.3. Doctrina del magisterio de la Iglesia a favor de la dignidad humana

La alianza de Dios y de la humanidad está tejida de llamamientos a reconocer


la vida humana como don divino y de la existencia de una violencia fratricida en
el corazón del hombre: «Y yo os prometo reclamar vuestra propia sangre Quien
vertiere sangre de hombre, por otro hombre será su sangre vertida, porque a
imagen de Dios hizo él al hombre» (Gn 9, 5-6).

La Escritura precisa lo que el quinto mandamiento prohíbe: “No quites la vida


del inocente y justo” El homicidio voluntario de un inocente es contrario a la
dignidad del ser humano.

Sin embargo cuando alguien atenta contra tu vida, la legítima defensa de las
personas y las sociedades no es una excepción a la prohibición de la muerte
del inocente que constituye el homicidio voluntario. Es, por tanto, legítimo hacer
respetar el propio derecho a la vida. El que defiende su vida no es culpable de
homicidio, incluso cuando se ve obligado a matar.

Si para defenderse se ejerce una violencia mayor que la necesaria, se trataría


de una acción ilícita. Pero si se rechaza la violencia en forma mesurada, la
acción sería lícita.

(Santo Tomás de Aquino, Summa theologiae).

La legítima defensa puede ser no solamente un derecho, sino un deber grave,


para el que es responsable de la vida de otro. La defensa del bien común exige
colocar al agresor en la situación de no poder causar prejuicio. Por este motivo,
los que tienen autoridad legítima tienen también el derecho de rechazar, incluso
con el uso de las armas, a los agresores de la sociedad civil confiada a su
responsabilidad.

El quinto mandamiento ¨No matarás¨ condena como grave el homicidio directo


y voluntario. El que mata y los que cooperan voluntariamente con él cometen
un pecado. El infanticidio, el fratricidio, el parricidio, el homicidio del cónyuge
son crímenes especialmente graves a causa de los vínculos naturales que
destruyen. Preocupaciones de eugenesia o de salud pública no pueden
justificar ningún homicidio, aunque fuera ordenado por las propias autoridades.

Por lo tanto, la vida humana debe ser respetada y protegida de manera


absoluta desde el momento de la concepción. Desde el primer momento de su
existencia, el ser humano debe ver reconocidos sus derechos de persona,

Fe y Cultura
PAGE
\*
entre los cuales está el derecho inviolable de todo ser inocente a la vida (cf
Congregación para la Doctrina de la Fe, Instr. Donum vitae, 1, 1).

Desde el siglo primero, la Iglesia ha afirmado la malicia moral de todo aborto


provocado. Esta enseñanza no ha cambiado; permanece invariable. El aborto
directo, es decir, querido como un fin o como un medio, es gravemente
contrario a la ley moral.

La cooperación formal a un aborto constituye una falta grave. La Iglesia


sanciona con pena canónica de excomunión este delito contra la vida humana.
Con esto la Iglesia no pretende restringir el ámbito de la misericordia; lo que
hace es manifestar la gravedad del crimen cometido, el daño irreparable
causado al inocente a quien se da muerte, a sus padres y a toda la sociedad.

Debe ser tratado como una persona desde la concepción, el embrión deberá
ser defendido en su integridad, cuidado y atendido médicamente en la medida
de lo posible, como todo otro ser humano.

Se deben considerar “lícitas las intervenciones sobre el embrión humano,


siempre que respeten la vida y la integridad del embrión, que no lo expongan a
riesgos desproporcionados, que tengan como fin su curación, la mejora de sus
condiciones de salud o su supervivencia individual” (Instr. Donum vitae 1, 3).

Aquellos cuya vida se encuentra disminuida o debilitada tienen derecho a un


respeto especial. Cualesquiera que sean los motivos y los medios, la eutanasia
directa consiste en poner fin a la vida de personas disminuidas, enfermas o
moribundas. Es moralmente inaceptable.

Por tanto, una acción o una omisión que, de suyo o en la intención, provoca la
muerte para suprimir el dolor, constituye un homicidio gravemente contrario a la
dignidad de la persona humana y al respeto del Dios vivo, su Creador. El error
de juicio en el que se puede haber caído de buena fe no cambia la naturaleza
de este acto homicida, que se ha de rechazar y excluir siempre (cf. Sagrada
Congregación para la Doctrina de la Fe, Decl. Iura et bona).

Aunque la muerte se considere inminente, los cuidados ordinarios debidos a


una persona enferma no pueden ser legítimamente interrumpidos. El uso de
analgésicos para aliviar los sufrimientos del moribundo, incluso con riesgo de
abreviar sus días, puede ser moralmente conforme a la dignidad humana si la
muerte no es pretendida, ni como fin ni como medio, sino solamente prevista y
tolerada como inevitable.

El suicidio contradice la inclinación natural del ser humano a conservar y


perpetuar su vida. Es gravemente contrario al justo amor de sí mismo. Ofende
también al amor del prójimo porque rompe injustamente los lazos de
solidaridad con las sociedades familiar, nacional y humana con las cuales
estamos obligados. El suicidio es contrario al amor del Dios vivo.

Cada cual es responsable de la vida que Dios le ha dado. Él sigue siendo su


soberano Dueño. Nosotros estamos obligados a recibirla con gratitud y a

Fe y Cultura
PAGE
\*
conservarla para su honor y para la salvación de nuestras almas. Somos
administradores y no propietarios de la vida que Dios nos ha confiado.

No se debe desesperar de la salvación eterna de aquellas personas que se han


dado muerte. Dios puede haberles facilitado por caminos que Él solo conoce la
ocasión de un arrepentimiento salvador. La Iglesia ora por las personas que
han atentado contra su vida.

I.4. Doctrina del magisterio de la Iglesia a favor del cuidado del medio
ambiente.

Ante un mundo en rápida transformación, las respuestas de los jesuitas a las


preocupaciones ambientales, la pobreza y la violencia suponen nuevos retos
para sus apostolados tradicionales en todo el mundo. El P. Arturo Sosa,
superior general de la Compañía de Jesús, ha llamado a la reconciliación, a un
esfuerzo por restablecer los lazos con Dios, el prójimo y la creación. Esta
llamada resuena con las llamadas de Laudato Si’ a responder a las
preocupaciones sociales y ambientales precisan de una respuesta urgente,
global y local, a medida que los límites planetarios son transgredidos y los
sistemas económicos conducen a muchos a la exclusión.

El deterioro de los recursos naturales es uno de los mayores problemas de la


humanidad. La disminución de la calidad y cantidad de dichos recursos no solo
es negativa por la destrucción del ambiente natural, sino porque merma, en
todas sus expresiones y posibilidades, el potencial para impulsar un desarrollo
humano sostenible, que responda a la justicia social y al clamor de los
desposeídos de la tierra, representado por millones de hombres, mujeres y
niños que carecen hoy de las mínimas condiciones para llevar una vida digna.
La prosperidad del hombre y la erradicación de la pobreza están condicionadas
por las relaciones armónicas que los sistemas culturales establezcan con el
medio natural, que debe ser respetado, conocido y reconocido en todos sus
procesos. El medio natural es una fuente de bienes y servicios para el
desarrollo de la sociedad humana. El ambiente es un bien colectivo
interdependiente y frágil. Si el medio natural se deteriora gravemente, como de
hecho está sucediendo, no existe sistema económico, filosófico, religioso o
cultural que pueda garantizar condiciones de vida justas y dignas para los
seres humanos. Es fundamental profundizar en la relación entre Iglesia, Reino
de Dios, mundo y problemática ambiental. Las ciencias de la tierra lo que nos
indican es que el tiempo es ya escaso para posibilitarle a millones de personas
y de seres vivos unas condiciones mínimas de vida digna que les permitan
contar con unos soportes de subsistencia tan sinfónicos como con los que
contaron muchos de nuestros hermanos que nos precedieron en la fe. Hoy la
vía de la unión, tiene mayores retos que los que vivió san Agustín o san
Francisco. El mundo de ellos nunca estuvo amenazado a una escala
planetaria. Nuestro mundo sufre una crisis global. Ese es el mayor pecado de
la humanidad. La deificación del hombre, tan bellamente descrita por los
Padres de la Iglesia, es decir nuestra santificación, no puede eludir un
compromiso social y político no es ya un asunto de hacer lo que se nos dé la
gana.

Fe y Cultura
PAGE
\*
A nuestro planeta debemos de cuidarlo, como Dios cuida de nosotros, por el
echo de ser seres vivientes que habitamos en este mundo nuestro deber es
proteger y ayudar a nuestro planeta que dios lo creo. Esto da a entender que
cada país debe de analizar y ayudar a crear métodos de enseñanza y asi evitar
la destrucción de nuestro planeta.

II. Argumentos del Magisterio de la Iglesia sobre …………. (fuente de


información consultada)

1. La iglesia al servicio de la familia

El mundo parece, en algunos casos, un desierto espiritual, con grandes zonas


de escepticismo y de desánimo. Las dificultades, que hoy vive la humanidad;
nuestra sociedad, en las crisis familiares, divorcios y familias incompletas es un
hecho con el que nos enfrentamos todos los días. Ahora bien, si son graves y
numerosas las amenazas son también grandes las esperanzas. Si hay muchas
sombras, se aprecia el rumbo positivo de tantos hogares, que a pesar de las
dificultades externas e internas a su propia familia, han sido fieles a su
vocación y a su misión. Familias que viven con plenitud el sacramento del
matrimonio. Familias donde se dice un sí a Dios, al amor, a la vida, a la
verdadera libertad y al respeto mutuo. La familia no es simplemente una
costumbre social, o una forma que impone la autoridad o un remedio para las
debilidades humanas. La respuesta la encontramos en el mismo designio de
Dios sobre el hombre: "Dios ha creado al hombre a su imagen y semejanza:
Llamándolo a la existencia por amor, lo ha llamado al mismo tiempo al amor;
(FC No. 11).

Fe y Cultura
PAGE
\*
La familia está afectada por el cambio cultural que experimenta la sociedad,
pero al mismo tiempo ella debe ser foco de promoción de ese cambio, que ha
de ser a mejor.

2. El sínodo de 1980 continuacion de los sínodos anteriores

El 26 de septiembre de 1980 y 28 de octubre de 1980, la familia fue nuna de


las primeras en la comunidad anunciando el evangelio a la persona en pleno
desarrollo y madurez humana mediante un progresivo comportamiento [2].

En la comunidad educactiva la familia debe de ayudar el hombre a discernir la


vocación y poner empeño a lo necesario el orden con mayor justicia.

3. El bien preciso del matrimonio y de la familia

La Iglesia tiene ideas muy claras de lo que es la familia y el papel que ha de


desempeñar en un mundo tan cambiante, tan falto de alma, “Dado que el
designio de Dios sobre el matrimonio y sobre la familia se refiere al hombre y a
la mujer en lo concreto de la existencia cotidiana de ambos en determinadas
situaciones sociales y culturales, la Iglesia, a fin de cumplir con su servicio,
debe ocuparse por conocer las situaciones en las cuales el matrimonio y la
familia hoy son llamados a realizarse. De este modo, este conocimiento es una
exigencia imprescindible de su obra evangelizadora”, escribió el Papa Juan
Pablo II en la Familiaris consortio (El consorcio familiar, n. 4).

La iglesia da a conocer la verdad del bien, el matrimonio es un conjunto de dos


personas en la cual forma la familia, acerca de su signficado, anuncia el
evangelio que son aquellos llamados parejas en el mundo.

La familia es objeto de muchas fuerzas que trata de destruir, consciente del


bien en la sociedad de si misma esta vinculado al bien familiar.

4. La iglesia al servicio de la familia ha sufrido grandes transformaciones


que ofrece su ayuda en especial a los jóvenes (pilar 2013)

El hombre y la mujer de hoy día, que están en búsqueda sincera y profunda de


una respuesta a los problemas cotidianos y graves de su vida matrimonial y
familiar, se les ofrecen perspectivas y propuestas seductoras, pero que en
diversa medida comprometen la verdad y la dignidad de la persona humana.

5. El sinodo de 1980 es una de las primeras comunidades en anunciar el


evangelio y el estudio pofundo (pilar 2013)
6. El bien del matrimonio y la familia querida por dios desde proclamar el
deseo y la declaración de dios sobre ella. (Pilar 2013)
7. La necesidad de conocer el discernimiento de la situación se ofrece en
conocer y orientar las propuestas seductoras en la cual promueve el
sentido de los medios de la fe y comunidad social en su contra situado
en las familias.
8. En la nueva época promover el nuevo flujo de los valores en la situación
en la cultura, buscar la sabiduria y pedir la conciencia, debemos de
aceptar las culturas como el divorcio, matrimonio civil, sacramentos, etc.
(Pilar 2013)

Fe y Cultura
PAGE
\*
9. El hombre ha creado vocación del hombre la imágen y y semejanza en
el amor en su dios con la totalidad, afecta el nucleo funadmental de la
persona, este amor tienen dos modos fecundidad de expresarse:
matrimonio y virginidad
10. Las familias son testimonio y fermento de vida cristiana en la sociedad
en la medida en que los esposos viven bien las exigencias de su
vocación matrimonial. Ese clima de amor y generosidad cristiana
facilitará prestar ayuda espiritual o material a otras familias que lo
necesiten. También pueden hacerse presentes en las actividades
propias de la pastoral evangelizadora de la Iglesia a través de las
parroquias o movimientos apostólicos.
11. Cuando las familias se forman según la voluntad de Dos, son fuertes,
sanase y felices; hacen posible la promoción humana y espiritual de sus
miembros contribuyendo a la renovación de toda la sociedad y de la
misma Iglesia.
12. ,

CAPITULO IV: PASTORAL FAMILIAR: TIEMPOS, ESTRUCTURAS,


AGENTES Y SITUACIONES.

La Iglesia acompaña a la familia cristiana en su camino Por ello hay que


subrayar una vez más la urgencia de la intervención pastoral de la Iglesia en
apoyo de la familia. Hay que llevar a cabo toda clase de esfuerzos para que la
pastoral de la familia adquiera consistencia y se desarrolle, dedicándose a un
sector verdaderamente prioritario, con la certeza de que la evangelización, en el
futuro, depende en gran parte de la Iglesia doméstica. La solicitud pastoral de la
Iglesia no se limitará solamente a las familias cristianas más cercanas, sino
que, ampliando los propios horizontes en la medida del Corazón de Cristo, se
mostrará más viva aún hacia el conjunto de las familias en general y en
particular hacia aquellas que se hallan en situaciones difíciles o irregulares.
Para todas ellas la Iglesia tendrá palabras de verdad, de bondad, de
comprensión, de esperanza, de viva participación en sus dificultades a veces
dramáticas ; ofrecerá a todos su ayuda desinteresada, a fin de que puedan
acercarse al modelo de familia, que ha querido el Creador desde el principio y
que Cristo ha renovado con su gracia redentora. La acción pastoral de la Iglesia
debe ser progresiva, incluso en el sentido de que debe seguir a la familia,
acompañándola paso a paso en las diversas etapas de su formación y de su
desarrollo. En cuanto gesto sacramental de santificación, la celebración del
matrimonio inserida en la liturgia, culmen de toda la acción de la Iglesia y
fuente de su fuerza santificadora debe ser de por sí válida, digna y fructuosa.
Pero ellos deben comprender también las razones que aconsejan a la Iglesia
admitir a la celebración a quien está imperfectamente dispuesto. Sin embargo,
no se debe olvidar que estos novios, por razón de su bautismo, están ya
realmente inseridos en la Alianza esponsal de Cristo con la Iglesia y que, dada
su recta intención, han aceptado el proyecto de Dios sobre el matrimonio y
consiguientemente al menos de manera implícita acatan lo que la Iglesia tiene

Fe y Cultura
PAGE
\*
intención de hacer cuando celebra el matrimonio. La comunión con la Iglesia
universal no rebaja, sino que garantiza y promueve la consistencia y la
originalidad de las diversas Iglesias particulares ; éstas permanecen como el
sujeto activo más inmediato y eficaz para la actuación de la pastoral familiar. En
este sentido cada Iglesia local y, en concreto, cada comunidad parroquial debe
tomar una conciencia más viva de la gracia y de la responsabilidad que recibe
del Señor, en orden a la promoción de la pastoral familiar. Su misión debe
ponerse al servicio de la edificación de la Iglesia y de la construcción del Reino
de Dios en la historia. Sin salir del ámbito de la Iglesia, sujeto responsable de la
pastoral familiar, hay que recordar las diversas agrupaciones de fieles, en las
que se manifiesta y se vive de algún modo el misterio de la Iglesia de Cristo.
Los obispos se valen de modo particular de los presbíteros, cuya tarea como ha
subrayado expresamente el Sínodo constituye una parte esencial del ministerio
de la Iglesia hacia el matrimonio y la familia. Por lo tanto, su enseñanza y sus
consejos deben estar siempre en plena consonancia con el Magisterio
auténtico de la Iglesia de modo que ayude al pueblo de Dios a formarse un
recto sentido de la fe, que ha de aplicarse luego en la vida concreta. Los
teólogos y los expertos en problemas familiares pueden ser de gran ayuda en
este diálogo, explicando exactamente el contenido del Magisterio de la Iglesia y
el de la experiencia de la vida de familia. El futuro del mundo y de la Iglesia pasa
a través de la familia. Las familias de emigrantes, especialmente tratándose de
obreros y campesinos, deben tener la posibilidad de encontrar siempre en la
Iglesia su patria.

Fe y Cultura
PAGE
\*

Potrebbero piacerti anche