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Titulo POST INCENDIOS FORESTALES Y SISTEMAS DE

RESTAURACION DE ECOSISTEMAS
Nombres y Apellido Código de estudiante
Autor Cecilia Gallardo Surriabre 201506871

Fecha 01/10/2019

Carrera Ing Ambiental


Asignatura Desertificación y Medio Ambiente
Grupo A
Docente Ing. Thelmo Muñoz Rodriguez
Periodo 2-2019
Académico
Subsede Santa Cruz
POST INCENDIOS FORESTALES Y SISTEMAS DE
RESTAURACION DE ECOSISTEMAS

Consecuencias de incendios forestales

Los incendios forestales tienen un impacto devastador. Una de las consecuencias más
visible es la destrucción del ecosistema y del paisaje. La vegetación destruida aportaba
oxígeno, capturaba CO2, sostenía el suelo y daba cobijo y alimento a una gran variedad
de organismos.

La pérdida de suelo por erosión es la más grave de todas las consecuencias de incendios
forestales. La destrucción de la estructura superficial del suelo y arrastre de cenizas
origina una compactación que impide la penetración del agua, reduciendo así su
humidificación. Las lluvias torrenciales arrastran las cenizas y las aguas aumentan su
turbidez contaminándolas.

Los incendios forestales liberan a la atmósfera importantes cantidades de CO2, además


de otros gases y partículas, lo cual favorece el efecto invernadero y el cambio climático.
Las partículas de carbón y las cenizas en suspensión, tienen, por otro lado, un efecto
perjudicial en la salud de las personas.

LOS EFECTOS DE LOS INCENDIOS SOBRE EL ECOSISTEMA

Los incendios forestales tienen muchas repercusiones sobre la diversidad biológica. A


escala mundial, son una fuente importante de emisión de carbono, contribuyendo al
calentamiento mundial que podría modificar la biodiversidad. En los planos regional y
local, modifican el volumen de biomasa, alteran el ciclo hidrológico con consecuencias
sobre sistemas marinos como los arrecifes de coral, e influyen en el comportamiento de
las especies vegetales y animales. El humo procedente de los incendios puede reducir
notablemente la actividad fotosintética (Davies y Unam, 1999) y perjudicar la salud de
los seres humanos y de los animales.

Uno de los efectos ecológicos más importantes de los incendios es la mayor probabilidad
de que se produzcan nuevos episodios del mismo tipo en los años subsiguientes, al caer
los árboles, lo que permite que la luz del sol reseque el bosque y produzca una
acumulación de combustible con un aumento de especies susceptibles a los incendios,
como las herbáceas inflamables. La consecuencia de los incendios repetidos es perjudicial
porque es uno de los factores principales del empobrecimiento de la biodiversidad en los
ecosistemas de los bosques pluviales. Los incendios pueden ser seguidos de la
colonización e infestación de insectos que perturban el equilibrio ecológico.

La sustitución de zonas extensas de bosque por herbáceas inflamables es uno de los


efectos ecológicos más negativos de los incendios sobre los bosques pluviales tropicales.
Estos procesos ya se han observado en algunas zonas de Indonesia y de la Amazonia
(Turvey, 1994; Cochrane et al., 1999; Nepstad, Moreira y Alencar, 1999). Lo que antes
era un bosque denso siempreverde se convierte en un bosque empobrecido poblado por
un número reducido de especies arbóreas resistentes al fuego y una cubierta de malezas
(Cochrane et al., 1999). En el norte de Queensland, en Australia, se ha observado que en
los lugares en los que las prácticas aborígenes de utilización del fuego y los regímenes de
incendios estaban controlados, la vegetación de los bosques pluviales comenzó a ser
sustituida por sabanas arbóreas y herbáceas susceptibles a los incendios (Stocker, 1981).

EFECTOS DEL FUEGO EN LA FAUNA FORESTAL

En los bosques en los que el fuego no es un mecanismo de alteración natural, éste puede
tener efectos devastadores sobre las especies forestales de vertebrados e invertebrados,
no sólo porque les causa la muerte directa, sino también porque provoca efectos indirectos
más duraderos como estrés y desaparición de hábitats, territorios, cobijo y alimento. La
desaparición de organismos de gran importancia para los ecosistemas forestales, tales
como invertebrados, polinizadores y descomponedores, puede retardar de forma muy
significativa el índice de recuperación del bosque (Boer, 1989).

Desaparición de hábitats, territorios y cobijo

La destrucción de árboles huecos en pie y de árboles muertos caídos tiene efectos


negativos sobre la mayor parte de las especies de mamíferos (como los monos tarsius, los
murciélagos y los lemures) y sobre las aves que anidan en las cavidades (Kinnaird y
O'Brien, 1998). Los incendios provocan el desplazamiento de aves y mamíferos, lo cual
puede alterar el equilibrio local y en última instancia la pérdida de vida silvestre, dado
que los ejemplares desplazados no tienen lugar al que dirigirse. Los incendios
devastadores de 1998 en la Federación de Rusia causaron un aumento de la temperatura
del agua y niveles elevados de dióxido de carbono en los lagos y cursos de agua, que
afectaron negativamente al desove del salmón (Shvidenko y Goldammer, 2001). Los
lugares en los que se producen incendios frecuentes de gran intensidad, la preservación
de microhábitats puede contribuir muy favorablemente a conservar la biodiversidad
(Andrew, Rodgerson y York, 2000).

Pérdida de alimentos

La pérdida de árboles frutales se traduce en una reducción del número de especies de aves
y de animales que se alimentan de frutos; este efecto es particularmente acusado en los
bosques tropicales. Algunos meses después de los incendios que ocurrieron en 1982-1983
en el parque nacional de Kutai, en Kalimantan oriental, disminuyó drásticamente el
número de ejemplares de aves como el bucero, cuya alimentación depende de los frutos,
y sólo pervivieron en gran número las aves insectívoras, como el pájaro carpintero,
gracias a la abundancia de insectos xilófagos.

En los bosques quemados se reducen las poblaciones de mamíferos pequeños, aves y


reptiles y también los carnívoros tienden a evitar las zonas quemadas. La disminución de
la densidad de pequeños mamíferos como los roedores puede influir negativamente en el
suministro de alimentos a los carnívoros de tamaño reducido.

Los incendios también destruyen la hojarasca y las comunidades de artrópodos que la


habitan, limitando aún más la disponibilidad de alimentos para las especies de omnívoros
y carnívoros (Kinnaird y O'Brien, 1998).

Sistemas de restauración
Los incendios forestales representan una causa significativa de pérdida del patrimonio
nacional. Anualmente se queman entre 20.000 y 85.000 hectáreas de vegetación,
afectando principalmente vegetación natural, perdiéndose tanto su biodiversidad como
los bienes y servicios ecosistémicos y sociales que esa vegetación presta. En la medida
que la frecuencia e intensidad de los incendios forestales aumenta, la necesidad por
recuperar los ecosistemas nativos es cada vez más patente.

Las acciones de rehabilitación urgente después de incendio son cruciales para mitigar el
riesgo hidrológico-erosivo subsiguiente.
El mulchde paja de cereal se ha revelado como el material con mejores propiedades para
proteger el suelo

Los ecosistemas han estado permanentemente influenciados por agentes perturbadores de


origen natural, sin embargo en la actualidad el principal agente perturbador es el ser
humano. Muchos ecosistemas están dominados directamente por el hombre, y no existe
ningún ecosistema en la tierra que esté libre de la penetrante infl uencia humana, lo que
ha llevado a que alrededor de un tercio de los hábitats naturales del planeta hayan sido
severamente degradados.

Los incendios pueden alterar severamente la estabilidad de los ecosistemas, modifi cando
la estructura y composición de especies, afectando las dinámicas sucesionales, y
perturbando interacciones ecológicas clave del sistema. Factores que sumados se traducen
en una pérdida de funcionalidad del ecosistema de difícil recuperación. Además algunos
incendios, especialmente los de gran extensión y severidad, o repetidos en un corto
espacio de tiempo, pueden dejar profundas huellas en el ecosistema y desencadenar
procesos erosivos y degradativos que pueden incrementan notablemente la magnitud y
duración de los impactos provocados por los incendios. Los ecosistemas brindan
importantes servicios para el ser humano (e.g. regulación del clima, purifi cación del agua,
descontaminación del aire, control de inundaciones, recreación, paisaje, etc.), sin
embargo la constante presión antrópica sobre los hábitats naturales ha provocado que
éstos sean incapaces de suministrar los servicios al mismo nivel que en el pasado,
poniendo en riesgo actividades económicas, la salud humana y por ende repercutiendo
negativamente en el bienestar humano. Por tanto, junto con estrategias preventivas que
eviten que la constante presión los siga degradando, el desarrollo y aplicación de planes
de recuperación debe considerarse como un factor clave para restituir los daños generados
sobre los ecosistemas.

Con el objetivo de revertir los impactos provocados por los incendios sobre los
ecosistemas naturales podemos recurrir a la «Restauración Ecológica», la cual busca,
mediante la aceleración de los procesos sucesionales naturales, lograr la recuperación de
un ecosistema degradado respecto a su salud, integridad y sustentabilidad.

¿Qué es la Restauración Ecológica?

La restauración ecológica es una actividad intencional que inicia o acelera la recuperación


de un ecosistema nativo con respecto a su salud, integridad y sustentabilidad. Como
referencia se puede definir, de una forma general, como el proceso de ayudar al
restablecimiento de un ecosistema que se ha degradado, dañado o destruido (SER, 2004).

Restauración Ecológica Post-Fuego

La combustión es un proceso fisicoquímico donde el fuego produce una serie de efectos


que dependen de las interacciones de la energía liberada (intensidad), duración, cantidad
de combustible, tipo de vegetación, clima, topografía, suelo y área quemada (Robichaud
et al., 2000). La variabilidad del daño a los recursos y la respuesta entre sitios y diferentes
tipos de ecosistemas es altamente dependiente de la severidad del incendio. La severidad
del incendio es una medida cualitativa de los efectos del fuego sobre los recursos en el
sitio (Hartford & Frandsen, 1992). Los incendios con un alto nivel de severidad destruyen
la vegetación, consumen la cubierta vegetal orgánica y exponen el suelo mineral a la
erosión, particularmente durante la temporada de lluvias (Neary et al., 2005). El fuego
puede incrementar la hidrofobicidad (impermeabilidad) de los suelos, reduciendo la
infiltración e incrementando la escorrentía superfi cial, provocando así erosión y traslado
de sedimentos que contaminan los cursos de agua (Peterson et al., 2007; Doerr et al.,
2007). Luego que un ecosistema es afectado por un incendio, se deben considerar dos
fases para su recuperación. Una primera a corto plazo, denominada rehabilitación, que
debe ser ejecutada tan pronto como sea posible luego del siniestro (Vega, 2007), y una
segunda, a mediano y largo plazo, denominada restauración. La rehabilitación busca
contrarrestar los efectos negativos inmediatos de escorrentía superfi cial y erosión,
enfatizando la reparación de los procesos, la productividad y los servicios de un
ecosistema. Para esto se usan diversas estrategias, las cuales incluyen siembra,
fertilización, y aplicación de hydro y dry mulching, en diversas escalas y con diversas
técnicas de aplicación (Robichaud et al., 2000; Robichaud et al., 2003; Macdonald et al.,
2004; Rough et al., 2004). Por su parte, la restauración busca recuperar la estructura y
funcionalidad de los ecosistemas, así como también su resiliencia al fuego (Dorner &
Brown, 2000; Robichaud et al., 2003; SER, 2004; Vega, 2007). Aunque la rehabilitación
comparte con la restauración un enfoque fundamental en los ecosistemas históricos o
preexistentes como modelos o referencias, las dos actividades difi eren en sus metas y
estrategias (SER, 2004).

Etapas de la Restauración

1. Planificación
Un proyecto de restauración correctamente planeado trata de satisfacer metas claramente
expresadas que reflejen atributos importantes del ecosistema de referencia (Davis &
Meurk, 2001; SER 2004). El proceso de planificación de la restauración comienza
eliminando o neutralizando los factores que impiden la recuperación del sistema, por lo
que es de vital importancia definir la problemática del sitio para posteriormente definir la
meta y objetivos que se quieren conseguir. Además, es de suma importancia que los
procesos de planificación se basen en el conocimiento, estructura, funcionamiento y
dinámica de los ecosistemas a restaurar y en las relaciones establecidas entre éstos y los
sistemas humanos (Montes, 2002; SER, 2004; Hobbs, 2005; Vega, 2007). Igualmente es
necesario que éstos sean elaborados por equipos multidisciplinarios formados por
científicos y técnicos de diferentes áreas de conocimiento de las ciencias de la naturaleza,
sociales y tecnológicas,

2. Implementación

Una vez que el agente de daño se remueve o se controla, las comunidades originales
pueden reestablecerse por procesos de sucesión natural a partir de las poblaciones
remanentes. Sin embargo, la recuperación es improbable cuando la mayor parte de las
especies originales ha sido eliminada en grandes áreas y no existen fuentes de
colonizadores (Primack & Massardo, 2001). Tanto los factores bióticos como los
abióticos son críticos en el desarrollo de las comunidades, por lo que las estrategias de
recuperación deben estar basadas en el conocimiento de los efectos de estos factores en
el establecimiento de las plantas (Marsdottir et al., 2003; Dorner & Brown, 2000; SER,
2004). Con esto claro, se procede a evaluar el sitio a restaurar, siendo su condición un
factor crítico para el éxito del proceso de restauración. Es primordial entonces conocer
las condiciones del área que será restaurada (SER, 2004; Kosiel, 2006; Vega, 2007).
Según Dorner y Brown (2000), las variables de importancia que deben incluirse en este
punto son: Suelo, principalmente factores como:

Textura, pH, materia orgánica y compactación, Topografía, para determinar potenciales


problemas futuros como erosión en pendientes fuertes y/o inundaciones en zonas bajas.
Hidrología, indicar la cantidad de agua disponible para las plantas en diferentes épocas
del año. Existencia de comunidades ecológicas. Saber qué especies están presentes en el
sitio puede ayudar a predecir qué especies podrían tener éxito y qué problemas se pueden
presentar antes de realizar una reintroducción. Por otro lado, es importante también poner
atención en las comunidades cercanas que potencialmente puedan ser usadas como
referencia. Perturbaciones, tienen un rol importantísimo en la modelación del paisaje, ya
que muchas veces los sistemas han sido afectados por una combinación de factores que
modela de forma específica cada área. Clima y microclima, ambos afectan la
disponibilidad de agua, radiación solar y tempera-• turas máximas y mínimas, factores
que afectan directamente la sobrevivencia y éxito de las plantas reintroducidas.

3. Monitoreo

El cumplimiento de los objetivos se evalúa realizando monitoreos conforme a estándares


de desempeño, que también se conocen como criterios de diseño o criterios de éxito. En
gran parte, estos estándares o criterios se originan en la comprensión del ecosistema de
referencia (Dorner, 2002; SER, 2004). Según SER (2004), existen tres estrategias para
hacer una evaluación: comparación directa, análisis de atributos y análisis de la
trayectoria. En la comparación directa se determinan o miden parámetros seleccionados
de la referencia y de los sitios de restauración. Si la descripción de la referencia es
minuciosa, se podrán comparar hasta 20 ó 30 parámetros que incluyen aspectos tanto de
la biota como del ambiente abiótico. En el análisis de atributos se utilizan datos
cuantitativos y semicuantitativos de un monitoreo programado y de otros inventarios, para
juzgar hasta qué grado se ha logrado cada meta. El análisis de la trayectoria es una
estrategia para interpretar grandes juegos de datos comparativos. Se grafican
periódicamente los datos recopilados del sitio de restauración para establecer tendencias
que confirmen si la restauración está siguiendo la trayectoria deseada. En cuanto a la
periodicidad del monitoreo, se recomienda que se hagan inspecciones superfi ciales cada
un mes para asegurar que las plantas estén sanas y que no estén siendo depredadas por
algún herbívoro. Asimismo, se sugiere realizar inspecciones más detalladas una a dos
veces por año, para examinar la salud, crecimiento y éxito de establecimiento de las
plantas (Dorner, 2002). Por otro lado, Potash y Aubry (2007) recomiendan que el
monitoreo se realice un año después de la reintroducción, nuevamente al segundo o al
tercero año, y al quinto y décimo año después de terminado el proceso. Así, el monitoreo
es la herramienta que ayuda a determinar cuán bien el proyecto de restauración cumple
con estas metas y objetivos (Potash & Aubry, 2007). Además, tiene una función crítica,
alertando sobre las necesidades de mantenimiento para asegurar el éxito del proyecto
(Dorner, 2002). Cualquiera sea el método utilizado debe ser lo más simple posible,
estandarizado y repetible (Davis & Meurk, 2001).
EJEMPLO DE RESATURACION ECOLOGICA EN CHILE

RESTAURACIÓN ECOLÓGICA: ESTUDIOS DE CASO EN LA ARAUCANÍA


ANDINA.

Incendios de las reservas nacionales Malleco, China Muerta y Parque Nacional Tolhuaca:
causas, impactos y acciones desarrolladas (César Ibáñez, CONAF Región de La
Araucanía).

En marzo de 2015, se originaron en la Región de La Araucanía dos incendios de magnitud


que afectaron a áreas silvestres protegidas (ASP) y zonas aledañas. Estos incendios
corresponden al de China Muerta (RN China Muerta, PN Conguillío, terrenos privados)
y al incendio Malleco-Tolhuaca (RN Malleco, PN Tolhuaca y en menor medida terrenos
privados aledaños).

RESTAURACIÓN ECOLÓGICA POST-INCENDIOS FORESTALES EN LA


ARAUCANÍA ANDINA

De un total de 9.234,6 ha afectadas, el 80% se localizó en ASP, 18% en colonos y un 2%


en terrenos de comunidades indígenas. Al respecto, 3.765,6 ha fueron dañadas en el
incendio China Muerta y 5.469 ha en Malleco-Tolhuaca. Un 26% de la superficie afectada
en el incendio de China Muerta tiene daños de alta severidad y un 54% en el caso de
Malleco-Tolhuaca. El principal tipo forestal afectado es araucaria, el cual representa el
28% del total de superficie dañada.

Posterior al control de los incendios, CONAF impulsó actividades para iniciar la


restauración. Entre estas acciones destacan: diagnóstico del daño, programa de
recolección de semillas, talleres participativos realizados en Melipeuco y Curacautín,
formulación del plan de restauración y presentación de proyecto al Fondo Nacional de
Desarrollo Regional (FNDR). El plan de restauración integró la opinión de expertos y
propuestas originadas en los talleres participativos. Estableció criterios de restauración y
prescripción de actividades. Entre estas últimas, se registran: 1.233 ha a restaurar, 4.000
kg de semillas nativas a colectar, 1.364.880 plantas nativas a producir, 53 km de cercos,
1.257 m² de control de erosión y cauces, 94 proyectos asignados a través de fondo
concursable, cinco brigadas comunitarias para el combate de incendios y 100 habitantes
aledaños al Sistema Nacional de Áreas Silvestres Protegidas del Estado (SNASPE)
capacitados.
El programa inicial de restauración considera cinco años y requiere un presupuesto de $
5.960.084.213.

El fuego y la restauración de los bosques andinos de Araucaria-Nothofagus (Mauro


González, Universidad Austral de Chile).

Los bosques de Araucaria araucana han sido modelados por el fuego desde milenios. En
la Región de La Araucanía, la frecuencia de incendios durante las primeras décadas del
siglo XX aumentó significativamente asociada al proceso de colonización euro-chilena
del territorio (González, 2005).

Estos cambios en el régimen de fuego resultaron en una fuerte degradación y destrucción


de los bosques andinos de araucaria. Sin embargo, después del año 1960, se comienza a
observar una disminución de la frecuencia de incendios debido a un mayor control y
prevención, especialmente efectivo en reservas y parques nacionales.

A partir de los estudios de largo plazo establecidos en el Parque Nacional Tolhuaca, luego
del incendio del año 2002, que afectó más del 60% de la unidad, se comenzó a comprender
adecuadamente las características de los procesos iniciales de recuperación de los bosques
de AraucariaNothofagus. Uno de los aspectos importantes develados fue que,
independiente de la severidad de los incendios, la araucaria tiene la capacidad de
restablecerse a través de semilla o por regeneración vegetativa, junto con otras especies
propias del ecosistema (González et al. 2014).

La recuperación de Nothofagus, por su parte, depende de la especie y la severidad del


fuego. Incendios muy severos matan prácticamente el 100% del bosque que existía
previamente y en esta situación Nothofagus pumilio (lenga) y en cierta medida
Nothofagus dombeyi (coihue) tienen cierto nivel de dificultad en restablecerse, porque
son especies que dependen de la regeneración por semilla. En el caso de N. antárctica
(ñirre), su recuperación es prácticamente instantánea, derivado de su muy fuerte
capacidad de rebrote vegetativo.

Conociendo estos antecedentes básicos de las respuestas que tienen estas especies, se
puede planificar y diseñar de mejor forma la estrategia de restauración, definiendo -por
ejemplo- cómo y dónde sería necesario restaurar activamente o con un enfoque de
restauración asistida, es decir, controlando algunos factores que presionan al sistema
cuando está en proceso de recuperación.
En este sentido, el impacto de la ganadería es un problema serio en las áreas protegidas
después de un incendio y también la invasión de especies exóticas. Por otro lado, el
potencial incentivo al madereo de salvataje (salvage logging) para extraer la madera
quemada es otro aspecto que surge como amenaza en áreas protegidas (González y
Veblen 2007). Esta actividad, que en la práctica constituye un nuevo y consecutivo
disturbio al ecosistema en recuperación, puede socavar definitivamente la resiliencia de
éste. Por tanto, si estos factores son controlados podría esperarse una recuperación natural
del ecosistema, con una pertinente asistencia en casos puntuales asociados a procesos
erosivos e hidrológicos.

DISCUSIÓN

El régimen natural de disturbios se ha visto alterado y acelerado por efecto antrópico en


el centro-sur de Chile en las últimas décadas. El cambio de uso del suelo, los incendios,
la ganadería extensiva, la invasión de especies exóticas, la tala y sustitución de bosque
nativo por plantaciones de rápido crecimiento han sido los principales factores de
degradación y pérdida de los bosques naturales (Cruz y Schmidt 2007). Así, la
restauración ecológica surge como estrategia efectiva para recuperar bosques degradados,
dañados o destruidos (Clewell et al. 2004).

En Chile existen escasas experiencias prácticas de restauración sistematizada,


particularmente en el contexto de incendios de gran escala, como los ocurridos durante
marzo de 2015. Los ocho estudios de caso resumidos en el presente documento dan cuenta
del estado del arte de actividades de restauración en el país, con énfasis en áreas afectadas
por incendios. Las principales conclusiones del seminario son las siguientes:

El cambio climático global está influenciando los regímenes de disturbio asociados a


bosques naturales. La extensión de plantaciones forestales altamente inflamables de Pinus
spp. y Eucalyptus spp. y la interacción positiva de éstas con el fuego podrían ser
perjudiciales para los bosques naturales del centro-sur de Chile. Considerando además, la
sinergia del fuego con especies de plantas invasoras, como Pinus spp., Teline
monspessulana y Ulex europaeus, se evidencia un escenario que hace más probable la
frecuencia de incendios de mayor extensión y severidad en el futuro.

Considerando el efecto de los incendios sobre bosques de Araucaria araucana, éstos


afectan significativamente la producción de semillas (piñones) en el mediano-largo plazo.
Zonas boscosas quemadas presentan de cinco a ocho veces menos producción de semillas
que zonas inalteradas. La araucaria parece ser resistente y capaz de recuperarse
(resiliente) a incendios de mediana intensidad, pero la ganadería asociada a estos bosques
tiene profundos impactos en la conservación de la especie. La conservación de una sola
especie no necesariamente asegura su persistencia en el largo plazo. Es necesario proteger
el ecosistema completo en el cual se establece y desarrolla, e integrar a actores locales en
el diseño de estrategias de manejo, conservación y restauración que reduzcan los impactos
del ganado. En este contexto, el hecho que Araucaria araucana se encuentre catalogada
como Monumento Natural no sería garantía para la conservación de la especie y su
ecosistema asociado.

La restauración ecológica es comúnmente una actividad que requiere un esfuerzo y


desembolso económico significativo, por lo que se debe, en primer lugar, poner el
máximo esfuerzo en políticas y acciones que conduzcan a aminorar o eliminar los
procesos antrópicos de degradación y pérdida de ecosistemas naturales. En consecuencia,
resulta fundamental incluir el control de

las amenazas dentro de los planes de restauración ecológica. En segundo lugar, es


importante considerar -según las condiciones y evaluación técnica- estrategias de
restauración asistida (activa) eficientes en terreno y de bajo costo. Existen métodos que
pueden incrementar los niveles de eficiencia sin incrementar costos, como la plantación
de árboles o arbustos en grupos (clusters), el uso de legados biológicos y la retención de
estructuras para apoyar el proceso de establecimiento de la vegetación y arribo de fauna
silvestre. Las normas actuales se basan en esquemas muy rígidos donde usualmente se
fiscaliza el establecimiento de árboles homogéneamente distribuidos (e.g., plantación en
hileras). En tercer lugar, uno de los desafíos mayores que ya han sido indicados por los
profesionales forestales es la exigua y baja calidad de la producción de plantas de especies
nativas necesarias para proyectos de restauración de gran escala, la cual es muy diferente
a la producción de plántulas para plantaciones comerciales.

Iniciativas como el seminario desarrollado en la Universidad de la Frontera acercan la


brecha que existe entre ciencia y práctica. Nuevas estrategias de acción, implementación
y seguimiento son necesarias de explorar en el ámbito de la restauración ecológica. Esto
particularmente considerando el desafío concreto de restaurar más de 1.200 ha quemadas
en la Reserva Nacional China Muerta en la cordillera de La Araucanía.

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