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Examen Psicología del desarrollo

Ismael Cuevas
1. Describa las etapas del “circulo vicioso” en el cual se movía Margarita antes del
acompañamiento realizado por el párroco. Luego proponga como se puede
romper ese círculo vicioso.
La primera etapa, está ligada al primero conflicto. Aquel bloqueo inicial ocurrió cuando ella
tenía 12 años (terminando la tercera infancia y comenzando la pubertad), al descubrir que su
madre le estaba siendo infiel a su padre. Esto le produce un malestar, y un cambio en el modo
que tenía de relacionarse con sus padres y su familia. Sus padres nunca se separan, y esto
hace que el ambiente familiar sea extraño, poco sano y probablemente doloroso para ella. Su
padre la utiliza de paño de lágrimas, y constantemente critica a su madre. Dejo de confiar en
sus padres como fuente de confianza.
Esto produjo un dolor profundo en su alma, que la llevo a defenderse de experiencias
similares de dolor y relaciones traumáticas, a través del aislamiento, por un lado, de los
demás, y por otro de sus propios sentimientos. Perdió, muchas de las seguridades que se les
dan a los niños en esa edad.
Debido a esto podemos caracterizar su personalidad como tímida, solitaria, evitativa,
agresiva (al menos verbalmente, y sin mucha conciencia de ello), de relaciones superficiales,
y en desconexión de lo que siente y del mundo que la rodea. Siente culpabilidad
constantemente y suele reprimir sus propios sentimientos.
Logra mantener su modo de vivir y de ser, gracias a su poca vida social, y a sus
constantes cambios de trabajo. Su personalidad pesada y evitativa.
Además, tiene muchos sentimientos que la mantienen en este estado constantemente.
La baja autoestima (que se hace evidente al conversar con ella y ver su aspecto desaliñado),
el sentirse poco amada por los demás, el malestar producido por las reuniones sociales de
distinto índole, su constante ansiedad y su sentimiento de abandono, la conservan en este
círculo vicioso.
Personalmente, creo que una buena estrategia para ayudar a Margarita a salir de este
círculo vicioso consiste en “devolverle” su estima o, dicho en otras palabras, recordarle, a
través de actos concretos, que es amado, y que puede ser sujeto de amor, cariño y amistad
sincera y real.
Estos actos concretos serían: buscar su integración en algún grupo, en el que pueda
ejercer algún tipo de liderazgo, pero que también pueda crear relaciones de par. Esto puede
producir, por un lado, que haya cierto tipo de admiración por su trabajo, lo que le ayudará a
sentirse apreciada y el valor efectivo que tiene su trabajo, además, podrá hacer amigos, y
ganar en confianza con ella misma y los demás. Me preocuparía de ser amable con ella, de
prestarle especial atención, pero tampoco la trataría de modo especial, para no hacerla sentir
distinta, o menos cosa, o más necesitada que el resto.
Además, le recomendaría, cuando exista más confianza, otros medios para que se
conozca mejor, como escribir un diario, primero sobre su historia pasada, donde anote no
solo hechos, sino también los sentimientos que estuvieron involucrados en esos hechos, y los
sentimientos que estás involucrados hoy. Luego, que escriba sobre sus sentimientos, durante
la semana. También le recomendaría, muy libremente, hacer un período de terapia (aunque,
esta propuesta la haría cuando exista confianza y un camino ya recorrido, puesto que si lo
propongo en los primeros encuentros ella lo podría entender como una experiencia más de
rechazo).
2. ¿Cuál fue “la puerta” que se abrió en Margarita? ¿Cómo se logró abrir esa
puerta para iniciar el cambio?
La puerta abierta, que permitió crecer a Margarita, fue la disponibilidad del sacerdote, y el
diálogo con él.
Margarita siempre tuvo que estar presente para su padre biológico, ella debía ser la
que estaba disponible, la que entregaba confianza, consuelo y oído. Ella no tuvo esa
experiencia por parte de sus padres. Se encontró sola con sus, problemas, mientras su madre
la consideraba un estorbo, y su padre siempre la uso para su consuelo. Aprendió que debía
valerse por sí misma, ser autovalente, y aprendió a ocultar sus problemas, sus
preocupaciones, a reprimirlos, además de que no podía confiar en aquellos en los que debía
confiar.
Por este motivo, creo que la disponibilidad, y el diálogo efectivo con el párroco, fue
como una puerta que se le abrió a Margarita. Por primera vez, tuvo la posibilidad de que
alguien (que por lo demás, muchas veces simboliza la función del padre biológico), le
prestara atención, la consolara, le mostrara cariño, cercanía y amabilidad.
El cómo, no fue cosa fácil. Primero debió ser el sacerdote el que se acercara a ella,
pidiéndole a todos en la misa que lo esperaran para despedirse. Esto, aunque causo el
descontento de Margarita y una respuesta poco amigable por parte de ella al comienzo, ayudo
para romper con la constante evitación por parte de ella a la comunidad parroquial. Pero
probablemente esto hizo un quiebre en el modo de ver las cosas de Margarita, puesto que, a
pesar de sentirse violentada, y pasada a llevar, al “obligarla” en cierto modo a socializar, el
párroco, le demostró de algún modo que no todos rehúyen de ella, como pensaba Margarita,
sino que había un interés sincero por ella.
Quizá es esta breve pero importante experiencia, la que la mueve a volver para
conversar con el sacerdote. Luego recorrieron un camino importante en confianza, en el que
ella pudo crecer mucho en modo personal.
Ella continuó asistiendo a la parroquia para conversar con el sacerdote, y fue de a
poco, integrándose a la vida comunitaria de la parroquia, donde tomo conciencia de su
capacidad de generar vínculos con los otros. Esto la sacó, aún más, del círculo vicioso en el
que vivía, puesto que le devolvió la autoestima y la capacidad de confiar en los demás, y que
los demás también pueden confiar en ella.
Después de esto, el párroco pudo acercarse un poco más, a través del contacto físico,
“pudiendo apretar su antebrazo” o despidiéndose en algunas ocasiones de un abrazo con ella.
Todo esto le hicieron mucho bien a Margarita, pues logró superar muchos de sus
miedos, y muchos de sus problemas de relación con los demás.
3. Si tu fueras el párroco ¿Qué consejos le darías ya que tiene que cambiar de
ciudad y dejar la comunidad que tanto bien le ha hecho?
En primer lugar, le daría las gracias por toda la labor que hizo en la parroquia, le recordaría
que esta seguirá siendo como su casa, que puede visitarla cada vez que quiere y este de paso.
Luego le recordaría que el trabajo que le han ofrecido fuera es muy bueno y que es
fruto de su trabajo y de sus capacidades.
Le recordaría que la Iglesia siempre la va a acoger este dónde esté, y que no dude en
asistir a la parroquia o capilla más cercana de su hogar.
Le pediría no olvidara a su nueva familia, que le dedique tiempo y cariño, todo el que
necesiten, que se muestre disponible a su marido y a su hijo, y que sea lo más cristiana que
pueda en esas relaciones.
También le recordaría la bonita relación que ha ido forjando con su marido, que le
remendaría seguir trabajando en ella. Que confíe, y ame mucho a su familia.
La animaría a generar vínculos con sus compañeros de trabajo y con sus vecinos,
haciéndole ver que puede ser un gran aporte a ambas comunidades, de distinto modo.
Le recomendaría también iniciar un proceso de reencuentro con su familia, a saber,
sus hermanos. A pesar de estar más lejos ahora, le diría que igual puede mostrar cierta por
ellos llamándolos de vez en cuando.
Además, le organizaría una despedida en la parroquia, y Ema le daría un gran abrazo
de despedida.
Haría todo esto, buscando el bien de Margarita, por supuesto. La idea es que, al
cambiarse de ciudad y trabajo, no retroceda en todo el camino que ha hecho, puesto que ha
mejorado mucho, especialmente en el modo que se relaciona con las personas, y en su auto
percepción. Por esto, hay que estimular en ella comportamientos concretos que le ayuden,
le den interés y ánimo para trabajar por ella misma, por sus relaciones y su autoestima.
Por último, le diría, que no olvide todo el trabajo que ha hecho en su lugar de origen,
que no olvide todo lo que ha mejorado, y lo feliz que es ahora. Le diría que no puede echar
todo esto por la borda, por lo que, si tiene alguna dificultad, acuda a su familia, a alguna
comunidad que le haya recibido allá, o que siempre puede llamarme.
Pero más importante que todos los consejos que pueda darle, es la despedida
afectuosa, lo que más le podría ayudar en su viaje: el saber que es amada, puede ser amada,
y puede y debe confiar en los demás.

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