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CAMBIO CLIMÁTICO ACTUAL

El cambio climático ya es una realidad. La temperatura media global de la superficie terrestre ha


aumentado casi 1 grado desde mitades del siglo pasado a causa del exceso de gases de efecto
invernadero, lo que está perjudicando tanto a nuestros ecosistemas como a nuestros modos de
vida. La pérdida de masas de hielo en los polos, la subida del nivel del mar y en general el
calentamiento de la atmósfera y de los océanos de nuestro planeta, son señales irrefutables para
pasar a la acción.
Los tímidos avances legislativos conseguidos a nivel local e internacional siguen sin estar a la
altura de la magnitud real del problema. No solamente va a ser necesario dejar de quemar
combustibles fósiles en este siglo, sino que va a ser indispensable poner en marcha mecanismos
adecuados para la adaptación a los peores impactos del cambio climático por parte de
comunidades y ecosistemas. Y para lograr esto, entre otras medidas, es fundamental un cambio
a un nuevo modelo energético que esté basado en la eficiencia, la descentralización y las energías
renovables.

Cambio climático y deuda climática

En España y en el resto de los países industrializados tan solo vivimos un 20% de la población
mundial, sin embargo, somos los principales responsables del cambio climático; prácticamente
emitimos un 75% de los gases de efecto invernadero (GEI) totales a la atmósfera.
La ciencia ha sido muy clara: si desde ahora hasta finales de siglo permitimos que la temperatura
media de la Tierra (14ºC) aumente más de un grado y medio, prácticamente todos los sistemas
ecológicos se verán comprometidos.
El calentamiento afectará principalmente a los países más empobrecidos y con menos
responsabilidad histórica, pero los países industrializados también sufrirán los impactos. Sin ir
más lejos, en España ya estamos experimentando una pérdida masiva de biodiversidad y de litoral
marino, además de desertificación, incendios y aumento en la intensidad y en la frecuencia de las
olas de calor y de frío. Necesitamos actuar ya.

Un modelo energético sucio en manos de


grandes empresas

A estas alturas, todo el mundo sabe que la factura de la luz en España nos cuesta el doble que
hace 10 años. Esto se debe a un sistema centralizado, injusto, obsoleto e ineficiente que se
encuentra en manos de unas pocas empresas.
Las malas políticas del Gobierno, la ausencia de mecanismos para facilitar la participación de la
ciudadanía en las decisiones que afectan nuestros mix energético, así como la falta de campañas
de sensibilización que mejoren la percepción de la gente hacia las renovables, han sido las
principales trabas que han detenido el desarrollo de la energía comunitaria en España durante
los últimos años. El Estado Español ha perdido su posición a la vanguardia de las renovables. A
día de hoy, países con menos radiación solar de media, como Alemania, ya han instalado
estructuras con el triple de capacidad para generar energías renovables que nosotros.

Proliferación de proyectos de energía sucia

A día de hoy se sigue subvencionando con dinero público la investigación y/o extracción de
combustibles fósiles en el subsuelo, ya sean convencionales, como el carbón, o no
convencionales como el gas de esquisto (fracking) o las arenas petrolíferas. Las prospecciones
en el Mediterráneo, el fiasco del Proyecto Castor o las futuras infraestructuras gasísticas son
claros ejemplos de la falta de voluntad política para llevar a cabo una transición energética justa.
Amigos de la Tierra remarca la necesidad de que tres cuartas partes de las reservas conocidas de
combustibles fósiles del planeta permanezcan en el subsuelo para lograr mitigar los peores
impactos del cambio climático, al tiempo que transformamos nuestro sistema de generación y
consumo de energía.

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