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LAS PRESTACIONES DINERARIAS DE LA LRT, DESPUÉS DE LA LEY

26.773: UN MODELO PARA ARMAR


Autor:
Ramírez, Luis Enrique

Cita: RC D 982/2015

Tomo: 2013 1 Ley de Riesgos del Trabajo - IV


Revista de Derecho Laboral

Sumario:

1. Introducción. 2. ¿Indemnizaciones o prestaciones? 3. Lo peor de la ley 26.773 no es lo que dice, sino lo que no
dice. 4. Las modificaciones en las prestaciones dinerarias. 4.1. La indemnización adicional de pago único. 4.2. El
ajuste automático de las prestaciones dinerarias. 4.3. ¿El fin del pago mensual de las prestaciones dinerarias? 5.
La aplicación de la ley 26.773 a siniestros anteriores a su vigencia.

1. Introducción

La inmensa mayoría de la doctrina especializada, más allá de sus diferentes posiciones ideológicas [1], ha
criticado duramente la ley 26.773. Por supuesto que los flancos de ataque han sido diversos, aunque casi todos
los autores han hecho hincapié en dos puntos: a) que se perdió una oportunidad histórica para dictar una nueva
ley de riesgos del trabajo, que de mínima se ajuste a la doctrina de la Corte Suprema de Justicia de la Nación
(CSJN), y b) la pésima técnica legislativa y el uso equivocado y confuso del lenguaje jurídico, cuando no del
castellano.
Cada vez que en nuestro país vino un zarpazo a los derechos de los trabajadores, previamente se levantó la
bandera de la litigiosidad excesiva o, peor aún, de la llamada "industria del juicio". Resulta más que llamativo
que, en este caso, el resultado de esa campaña haya sido la ley 26.773, que, por lo dicho precedentemente, está
llamada a generar una enorme inseguridad jurídica y confusión entre los operadores y partes involucradas,
aumentando la conflictividad del sistema.
En anteriores comentarios destaqué que lo peor de la nueva ley no es lo que dice -que lo dice muy mal- sino lo
que no dice. Me refería, claro está, a todos los artículos de la LRT que han sido expresamente cuestionados por
la CSJN en reiterados fallos, y a los demás puntos que, después de dieciséis años de vigencia, han demostrado
su fracaso.
Estructuralmente y pese a la reforma, la LRT mantiene intacta su lógica y su estructura. Todas las modificaciones
que se hicieron hasta la fecha (decretos 1278/2000 y 1694/2009, y ahora la ley 26.773) han apuntado
-fundamentalmente- a la cuestión de la reparación, intentando mejorar las mezquinas prestaciones dinerarias de
la ley original, en la creencia de que así se resolverá el problema que más preocupa al sector patronal y a las
aseguradoras: la litigiosidad del sistema.
Es evidente que una justa reparación de los daños que provocan los siniestros laborales no es una cuestión
menor, pero creer que con esto se corrigen los principales problemas y distorsiones de la LRT, es no entender
por dónde hace agua. Mientras no se modifique de raíz la "privatización" de este subsistema de la Seguridad
Social, ideada por el legislador de los '90, y se saque de la cancha a los operadores privados que lucran con él,
no se logrará solucionar la elevada conflictividad que hoy existe, y que es la base de esa litigiosidad que tanto
aflige a algunos.
Es inexplicable e indefendible que el operador del sistema tenga intereses contradictorios con las víctimas de
siniestros laborales. El fin de lucro que tienen las ART lleva a que su objetivo primario sea mejorar
permanentemente su tasa de ganancias. Después, y en el mejor de los casos, vendrá la cuestión de la tutela de
los trabajadores siniestrados. Mil veces hemos dicho que se ha puesto al lobo a cuidar a las gallinas. Si se las
come, no es culpa del depredador, ya que sigue su naturaleza esencial, sino de los que le abrieron el gallinero. Y
ahora, de los que pudiendo sacarlo, lo dejan que siga dándose un festín.

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2. ¿Indemnizaciones o prestaciones?

La mayoría de los operadores jurídicos fuimos sorprendidos, en 1995, por la aprobación de una ley reguladora de
los siniestros laborales que implicaba un giro de 180° respecto al sistema en vigencia desde 1915 (leyes 9688 y
24.028). Para comenzar, se pasaba de un sistema de responsabilidad individual del empleador, con seguro
voluntario, a un subsistema de la Seguridad Social, con seguro obligatorio [2].
Si bien hemos sido hipercríticos de los autores de esa ley, siempre les reconocimos el esfuerzo por utilizar un
lenguaje que era propio de esa rama del Derecho. Aunque aumentaba la confusión entre los abogados
laboralistas, acostumbrados a una terminología distinta, la LRT tenía en este punto el mérito de la coherencia.
Desde el nombre de la nueva ley se advertía el cambio: el eje ya no eran los "accidentes", sino los "riesgos" del
trabajo. El planteo era filosóficamente interesante. Si con la nueva ley lo importante era la prevención, la mirada
debía estar puesta en los riesgos laborales y en su neutralización. El accidente, en cierta manera, no es otra cosa
que el fracaso de las medidas de prevención. El cambio "revolucionario" que los autores de la LRT pretendían
introducir no podía aceptar un nombre como el que históricamente identificó a la ley 9688: Ley de Accidentes del
Trabajo, que encierra en sí mismo la idea de la frustración del ideario prevencionista.
Y así los accidentes y enfermedades laborales pasaron a ser "contingencias de la Seguridad Social" (art. 6°), y
las "prestaciones" dinerarias y en especie (arts. 11 a 20) reemplazaron a las indemnizaciones de las leyes 9688 y
24.028. Si la memoria no me falla, sólo en el artículo 1° de la LRT el legislador cometió el desliz de mentar la
"reparación de los daños", como uno de sus objetivos, cuando quizás, debió referirse a la "cobertura" de las
contingencias. Pero en todo el texto de la ley sólo se aludía a las "prestaciones" que hay que brindar a las
víctimas de algunas de las "contingencias" previstas en su artículo 6°.
La ley 26.773 nace con el declarado propósito (y sin más pretensión) que complementar y modificar la faz
resarcitoria de la LRT. Todas las otras cuestiones quedan, intencionalmente, como una asignatura pendiente [3].
En lugar de modificar los artículos de la LRT y dejar un solo cuerpo normativo, viene a funcionar en paralelo, lo
que de por sí es un grave error en la técnica legislativa, por la posible colisión de normas de igual jerarquía, y por
la dificultad que ello le genera al intérprete y, peor aún, a los sujetos involucrados.
Si a esto le agregamos que utiliza un lenguaje jurídico diferente al de la LRT, mucho más cercano a un sistema
de responsabilidad civil que a un subsistema de la Seguridad Social; que carece de todo rigor en el uso de los
términos legales, y que falla incluso en la utilización del idioma castellano, entonces tendremos una idea
aproximada del grado de confusión e inseguridad jurídica que provoca la ley 26.773. No se puede creer que la
intención del legislador haya sido superar la litigiosidad del sistema.

3. Lo peor de la ley 26.773 no es lo que dice, sino lo que no dice

Como vimos, lo que dice, lo dice muy mal, pero lo peor es que ha mantenido intocados muchos aspectos de la
LRT que han sido cuestionados por reiteradas sentencias de nuestros tribunales y, en particular, por las de la
CSJN.
Incluso, resignados a que sólo se aborden cuestiones vinculadas con la reparación de los daños, resulta
inexplicable que se haya perdido la oportunidad de modificar el artículo 12 de la LRT, referido al "ingreso base".
Esta norma establece como base de cálculo de las prestaciones dinerarias de la LRT "la cantidad que resulte de
dividir la suma total de las remuneraciones sujetas a aportes y contribuciones, con destino al Sistema Integrado
de Jubilaciones y Pensiones, devengadas en los doce (12) meses anteriores a la primera manifestación
invalidante, o en el tiempo de prestación de servicio si fuera menor a un (1) año, por el número de días corridos
comprendidos en el período considerado".
Sólo podemos intentar justificar esta disposición si nos ubicamos en la época en la que fue pensada, o sea a
mediados de la década de los '90, cuando el flagelo de la inflación parecía derrotado. Pero ya hace muchos años
que la sobrevivencia de esta norma nos resulta inexplicable. El promedio anual de remuneraciones, en épocas
de varios incrementos en los salarios de los trabajadores durante el año, conduce inevitablemente a la licuación
del crédito de la víctima. El Ingreso Base Mensual (IBM), así calculado, se aleja indefectiblemente de la
remuneración real del trabajador siniestrado.
La norma en cuestión tampoco ha previsto un mecanismo eficiente de actualización, una vez que se ha
determinado el IBM, pese a que suele aplicarse mucho tiempo después.
A todo ello deben agregarse los siguientes cuestionamientos:
1. Sólo contempla ingresos del trabajador en el empleo respecto al cual se imputa el siniestro laboral, pero se

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omiten otros ingresos económicos, también afectados por la minusvalía física o el fallecimiento de la víctima,
como los originados en otro empleo o en actividades autónomas.
2. Se promedian únicamente las remuneraciones "sujetas a aportes y contribuciones", lo que deja afuera una
parte del salario cuando supera el tope legal; a las mal llamadas asignaciones "no remunerativas", de las que
hacen uso y abuso muchos convenios colectivos, y a las prestaciones en especie que por cualquier motivo se
dejen de recibir, entre otras cosas.
Aunque excede el tema de este trabajo, no puedo dejar de mencionar que la ley 26.773 no sólo no elimina los
graves problemas del procedimiento médico-administrativo-judicial de la LRT, vapuleado por la jurisprudencia de
la CSJN y de la casi totalidad de los tribunales del país, sino que lo consolida mediante el muy cuestionado
procedimiento de opción entre los diferentes sistemas de responsabilidad, que intenta tornar obligatoria la
intervención previa de las comisiones médicas (art. 4°).
A ello le agregamos que se mantiene el listado "cerrado" de enfermedades profesionales [4], aunque aplaudimos
que, como parte del "paquete", el Comité Consultivo Permanente haya incorporado las várices, la hernia inguinal
y la espondiloartrosis, y se intente corregir algunas inconsistencias de la Tabla Baremo del decreto 659/96 [5].
Por último, me parece deplorable que la reforma a la LRT haya omitido la cuestión de la prevención de los
riesgos del trabajo, estableciendo, por ejemplo, la participación de los trabajadores en el diseño y ejecución de
las políticas patronales en la materia. Nadie mejor que ellos conoce los riesgos de las tareas, de los materiales o
en los establecimientos, y nadie está más interesado en eliminarlos.

4. Las modificaciones en las prestaciones dinerarias

Hemos dicho que uno de los objetivos de la ley 26.773 es la mejora de las prestaciones dinerarias. A tal efecto
crea una "indemnización adicional de pago único", que se suma a las prestaciones dinerarias de la LRT (art. 3°);
establece un sistema de actualización semestral automático de algunas prestaciones dinerarias (arts. 8° y 17.6),
y, de manera harto confusa, elimina el pago de las indemnizaciones en forma mensual (arts. 2° y 4°).

4.1. La indemnización adicional de pago único

El artículo 3° de la nueva ley dice: "Cuando el daño se produzca en el lugar de trabajo o lo sufra el dependiente
mientras se encuentre a disposición del empleador, el damnificado (trabajador víctima o sus derechohabientes)
percibirá junto a las indemnizaciones dinerarias previstas en este régimen, una indemnización adicional de pago
único en compensación por cualquier otro daño no reparado por las fórmulas allí previstas, equivalente al veinte
por ciento (20%) de esa suma. En caso de muerte o incapacidad total, esta indemnización adicional nunca será
inferior a pesos setenta mil ($ 70.000)".
En primer lugar se advierte que esta prestación dineraria sólo se pagará en ciertas contingencias, quedando
algunas excluidas. Cuando el "daño" (entendemos que el legislador quiso decir "siniestro") se produzca "en el
lugar de trabajo", o cuando el trabajador "se encuentre a disposición del empleador", corresponderá el pago de la
indemnización adicional. Si lo que se intentó definir como incluido en la mejora fue el siniestro "por el hecho del
trabajo", para excluir así al que se produce "en ocasión del trabajo", no se entiende por qué no se acudió a esta
terminología, que se viene utilizando desde la ley 9688 hasta la LRT, y que todos comprenden perfectamente su
significado.
Es clara la intención de dejar afuera del incremento a los accidentes in itinere, pero se ha ido mucho más lejos,
ya que quedan excluidos todos los siniestros ocurridos en ocasión del trabajo [6], como el conocido caso del
trabajador accidentado en un torneo deportivo organizado por la empresa [7].
Esta discriminación que sufrirán los trabajadores accidentados "en ocasión del trabajo", respecto a los que se
accidenten "por el hecho del trabajo", ¿es constitucional? A mi entender, no.
Para llegar a esta conclusión parto de la base de que los riesgos del trabajo, por decisión expresa del legislador,
están regulados en un subsistema de la Seguridad Social. Ello significa que la mirada está puesta en la
contingencia social que se pretende cubrir, más que en la relación causal que la provoca, que sí puede interesar
en un sistema de responsabilidad individual. Deslindar factores causales puede ser importante para deslindar
responsabilidades individuales, pero carece de interés cuando estamos en presencia de un sistema de
responsabilidad social.
En nuestro caso, la contingencia social que se intenta amparar es la incapacidad laboral o la muerte del

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trabajador, derivados de un siniestro laboral. En la LRT el accidente in itinere es una de las contingencias
cubiertas. Por lo tanto, no se alcanza a entender cuál es la diferencia, a los ojos de la Seguridad Social, entre un
trabajador que sufre una amputación en un siniestro ocurrido "por el hecho del trabajo", y otro trabajador que
padece la misma amputación en un accidente in itinere. Si la situación es idéntica, respecto al impacto eco-
nómico de la minusvalía laboral, el trato discriminatorio de la cobertura a brindar no parece llevarse bien con el
artículo 16 de nuestra Constitución Nacional. Reitero que estamos hablando de contingencias a las que se les
aplica la LRT, o sea de reclamos sistémicos, y no de planteos de responsabilidad civil que, en principio, es ajena
a los accidentes in itinere.
La segunda pregunta que podemos hacernos es a qué "indemnizaciones dinerarias" se aplica. Como hemos visto
anteriormente, la LRT no se refiere a "indemnizaciones" sino a "prestaciones dinerarias", así que la respuesta no
es sencilla.
De todas las prestaciones dinerarias previstas en la LRT, para las diferentes incapacidades laborales, podríamos
excluir del incremento del 20% a las que corresponden al período de incapacidad temporaria (art. 7°), ya que el
daño no está consolidado. Finalizada esta etapa la incapacidad se considera "permanente" (art. 8°), pero si la
minusvalía es superior al 50%, en la LRT la víctima entra en un período de provisionalidad durante 36 meses,
que puede ser extendido por las comisiones médicas por un máximo de 24 meses más. Durante la incapacidad
temporaria y durante la incapacidad permanente provisoria, el trabajador debe recibir una prestación dineraria
que se liquida conforme a las pautas del artículo 208 de la LCT.
Como el artículo 3° de la ley 26.773 establece que la indemnización adicional de pago único es abonada "en
compensación por cualquier otro daño no reparado por las fórmulas allí previstas", podemos descartar que se
aplique a las prestaciones dinerarias de los períodos de incapacidad temporaria o permanente provisoria, ya que
no son el resultado de "fórmulas", sino que se liquidan, como vimos, conforme a las pautas del artículo 208 de la
LCT.
Si repasamos el cuadro de prestaciones dinerarias de la LRT, advertiremos que sólo hay "fórmulas" para: a) el
cálculo del capital de pago único, en la incapacidad permanente parcial igual o inferior al 50%; b) para la
liquidación de la renta periódica, para la incapacidad superior al 50% e inferior al 66%; c) para la prestación
complementaria del régimen previsional, correspondiente a la incapacidad igual o superior al 66%, y d) para el
caso de fallecimiento.
Por lo tanto, si bien todas las prestaciones dinerarias que no correspondan a la incapacidad temporaria podrían
considerarse de naturaleza "indemnizatoria", me inclino a pensar que la indemnización adicional del artículo 3°
de la ley 26.773 se aplica sobre las cuatro "fórmulas" detalladas precedentemente, sin perjuicio de lo que se dirá
más abajo respecto al período de incapacidad permanente provisoria, frente al derecho al pago único de las
indemnizaciones (art. 2°).
Resumiendo, a partir de la entrada en vigencia de la ley 26.773, el cuadro de prestaciones dinerarias por
incapacidad permanente definitiva, o por muerte del damnificado, puede exponerse así:
a) Incapacidad permanente parcial hasta 50%: (Ingreso base × 53 × incapacidad × 65 ÷ edad) + 20%.
b) Incapacidad permanente parcial, superior al 50% e inferior al 66%: (Ingreso base × incapacidad)+ 20%.
En esta hipótesis la fórmula nos da una prestación de pago mensual. Ya veremos más adelante el problema de
su transformación en un capital de pago único, como pretende la ley 26.773 (art. 2°, in fine).
c) Incapacidad permanente total, igual o superior al 66%: (Ingreso base× 53×65÷edad) + 20%.
d) Fallecimiento: (Ingreso base × 53 × 65 ÷ edad) + 20%.
Como decía precedentemente, todas las fórmulas dan como resultado un capital, menos la que corresponde a la
incapacidad permanente parcial, superior al 50% e inferior al 66%, que da el importe de una renta mensual
vitalicia. En este tipo de incapacidad no hay dudas sobre la eliminación del período de provisionalidad y de la
renta periódica, ya que el artículo 17 de la ley 26.773 deroga el artículo 19 de la LRT, que se refería a ella. Pero
la nueva ley no dice cómo se calculará el capital que la ART debe pagar a la víctima.
A tal fin es posible aplicar una fórmula financiera de capital actual que, partiendo de la renta periódica mensual
que se calcula conforme al artículo 14.2, inciso b, de la LRT (no derogado ni modificado expresamente), y
estimando la expectativa de vida de la víctima, nos permita llegar a un capital. Es una fórmula parecida a la que
se utilizaba en el caso "Vuotto", de la sala III de la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo, para determinar
la indemnización a pagar en una acción civil.
Otro camino sería recurrir, por analogía, a la fórmula del artículo 14.2, inciso a, de la LRT (incapacidades
permanentes de hasta 50%). Esto puede parecer razonable, pero algunos cálculos que hemos realizado
demostrarían que esta solución es claramente perjudicial para las víctimas.
El incremento del 20% en las indemnizaciones tiene un piso de $ 70.000 para el caso de muerte o incapacidad

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total. Es claro que esta cláusula tendrá operatividad cuando la fórmula del artículo 15.2 de la LRT (a la que remite
el art. 18) determine un capital inferior a $ 350.000. Lo curioso es que a partir de la entrada en vigencia de la ley
26.773, la indemnización mínima para los casos de incapacidad total o muerte es de $ 180.000 (art. 11, LRT),
actualizados por el índice RIPTE (Remuneraciones Imponibles Promedio de los Trabajadores Estables) (art. 8°,
ley 26.773), lo que lleva esta cifra a $ 393.083,78 (a septiembre de 2012). Ergo, el "piso" de $ 70.000 ha quedado
desactualizado antes de entrar en vigencia.

4.2. El ajuste automático de las prestaciones dinerarias

El artículo 8° de la ley 26.773 establece que "Los importes por incapacidad laboral permanente previstos en las
normas que integran el régimen de reparación, se ajustarán de manera general semestralmente según la
variación del índice RIPTE, publicado por la Secretaría de Seguridad Social del Ministerio de Trabajo, Empleo y
Seguridad Social, a cuyo efecto dictará la resolución pertinente fijando los nuevos valores y su lapso de
vigencia".
Nuevamente debemos preguntarnos qué quiso decir el legislador cuando habla de los "importes" por incapacidad
laboral permanente. Ahora no se refiere a "prestaciones" ni a "indemnizaciones", sino a "importes", o sea a la
"cantidad a la que asciende una cuenta", según el diccionario.
Como veremos en el punto siguiente, a mi entender la ley 26.773 eliminó el período de provisionalidad de la
incapacidad laboral permanente, así que el artículo 8° podría referirse: 1) a las prestaciones dinerarias
(indemnizaciones) de los artículos 14.2 y 15.2 de la LRT; 2) al "piso" de $ 180.000 establecido por los artículos 3°
y 4° del decreto 1694/2009, y 3) a las compensaciones dinerarias adicionales de pago único, del artículo 11.4 de
la LRT, modificado por los decretos 1278/2000 (art. 3°) y 1694/2009 (art. 1°). En los tres casos hay un "importe
por una incapacidad laboral permanente" que, parecería, debería ser ajustado por el RIPTE. No obstante, para
ser sincero, no creo que la intención del legislador haya sido que el ajuste alcance también a las prestaciones
(indemnizaciones) de los artículos 14.2 y 15.2 de la LRT, cuya fórmula ya contiene un elemento actualizador y
dinámico, como es el ingreso base de la víctima (pese a las falencias que he detallado anteriormente). Se supone
que el RIPTE viene a ajustar "importes" congelados, estáticos, como el piso de $ 180.000 y el adicional de pago
único del artículo 11 de la LRT. Pero, repito, una interpretación literal del artículo 8° de la nueva ley permitiría
plantear que, de alguna manera, también se debe actualizar por el RIPTE el capital indemnizatorio que resulta de
la aplicación de alguna de las fórmulas de los artículos 14.2 y 15.2 de la LRT.
Otra prueba de los "horrores" de la ley 26.773 está en la aparente omisión del ajuste de las prestaciones
dinerarias por la muerte del trabajador (art. 18, LRT). El artículo 8° de aquella ley sólo habla de la "incapacidad
laboral permanente", pero resulta impensable que, dejar sin el incremento del 20% a la prestación dineraria por
fallecimiento, haya sido la intención del legislador.
Podría interpretarse que, como el artículo 18.1 de la LRT (fallecimiento) remite "a las prestaciones establecidas
en el segundo párrafo del apartado 2 del artículo 15 de esta ley" (incapacidad permanente total), también en caso
de fallecimiento de la víctima corresponde realizar el ajuste de las prestaciones dinerarias. Pero resulta
inadmisible que haya que llegarse a esta conclusión vía interpretación, y no por la claridad de la norma.
El artículo 17.6 de la ley 26.773 establece que la actualización general prevista en el artículo 8° se efectuará en
los mismos plazos que los dispuestos para el Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA), por el artículo 32
de la ley 24.241, modificado por la ley 26.417, o sea en marzo y septiembre.
El RIPTE lo publica el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación desde el 1° de enero de
2010. El índice de enero de 2010 es de 344,28, y el de septiembre de 2012 (último conocido al escribir este
artículo) es de 751,84. El artículo 17.6 de la nueva ley dice que las prestaciones en dinero por incapacidad
permanente (y por fallecimiento, agregamos nosotros) "se ajustarán a la fecha de entrada en vigencia de la
presente ley, conforme al índice RIPTE [...] desde el 1° de enero del año 2010".
La ley entró en vigencia, en lo que hace a prestaciones dinerarias, el 26 de octubre de 2012, fecha de su
publicación en el Boletín Oficial. Si utilizamos el índice de septiembre de 2012, el coeficiente de ajuste es de
2,1838. Por lo tanto, el "piso" indemnizatorio de la LRT no podrá ser menor a $ 393.083,78, y las prestaciones de
pago único del artículo 11 llegan a $ 262.055,85 (fallecimiento), $ 218.379,88 (incapacidad permanente total) y $
174.703,90 (incapacidad permanente parcial, superior al 50% e inferior al 66%), respectivamente. Esto significa
que, a octubre de 2012, una indemnización por fallecimiento tendrá un "piso" de $ 655.139,63.
El incremento en las prestaciones dinerarias es significativo, si el punto de partida son las misérrimas
reparaciones fijadas originalmente por la LRT. Pero si llevamos estos números a dólares, por ejemplo, veremos

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que en nuestro país todavía la vida y la salud de los trabajadores no valen mucho. A pesar de lo que ha dicho la
CSJN, el valor de la vida humana se continúa apreciando con criterios exclusivamente económicos, olvidando el
legislador que la integridad física en sí misma tiene un valor indemnizable, más allá de la capacidad de ganancia
de la víctima.

4.3. ¿El fin del pago mensual de las prestaciones dinerarias?

Sabemos que la CSJN ha cuestionado constitucionalmente y en forma reiterada el pago de las prestaciones
dinerarias de la LRT mediante rentas periódicas (art. 14.2.b), o complementos mensuales del régimen previsional
(art. 15.2) [8].
¿Qué hace la ley 26.773 al respecto? Para comenzar, declara enfáticamente que "El principio general
indemnizatorio es de pago único" (art. 2°).
Coherente con ello, el artículo 4° dispone que dentro de los primeros quince días de notificada la ART de la
muerte del trabajador, o de la homologación o determinación de la incapacidad laboral de la víctima de un
accidente de trabajo o enfermedad profesional, debe "notificar fehacientemente a los damnificados o a sus
derechohabientes los importes que les corresponde percibir por aplicación de este régimen, precisando cada
concepto en forma separada e indicando que se encuentran a su disposición para el cobro". Este paso es previo
al ejercicio del derecho de opción entre el sistema de responsabilidad de la LRT y los subsistemas de
responsabilidad del Código Civil. Por lo tanto, es aplicable a todos los siniestros laborales, independientemente
del porcentaje o tipo de incapacidad laboral que padece la víctima. Además, la "homologación o determinación
de la incapacidad" se produce al finalizar el período de incapacidad temporaria (por el alta o el transcurso de un
año desde la primera manifestación invalidante), tal como lo regula la resolución SRT 432/99.
En consecuencia, si finalizado el período de incapacidad laboral temporaria la ART tiene que poner a
"disposición" de las víctimas "los importes que les corresponde percibir" por aplicación de la LRT y de la ley
26.773, resulta más que claro que han quedado derogados los períodos de incapacidad permanente provisoria, y
el pago de la indemnización en forma de renta periódica (art. 15.2.b, LRT), o de complemento previsional (arts.
15.2 y 18, LRT). En efecto, "disposición" es la acción de disponer, y "disponer", según el Diccionario, es "manejar
uno libremente sus bienes". Por lo tanto, si las víctimas pueden disponer libremente de sus indemnizaciones,
sería ilógico que se las obligue a dejarlas en manos de terceros para que se las administren, recibiendo a cambio
un reducido pago mensual.
Esto explica, también, que en diversos artículos de la ley 26.773 sólo se mencione la incapacidad laboral
permanente (arts. 8° y 17.6), sin recurrirse a la distinción entre provisoria y definitiva, como lo hacía la LRT (arts.
9°, 14.1 y 15.1). En resumen, a partir de la vigencia de la nueva ley, al finalizar el período de incapacidad laboral
temporaria las víctimas quedan habilitadas para percibir las prestaciones dinerarias que fija la LRT, en un pago
único.
Aunque esto me parece más que claro, resulta inexplicable que la ley 26.773, en este tema, sólo haya derogado
expresamente el artículo 19 de la LRT, que se refiere a la renta periódica que debían recibir los trabajadores que
sufrían una incapacidad superior al 50% e inferior al 66%, pero de esto no se puede inferir que se mantienen
vigentes el período de provisoriedad de la incapacidad permanente total, o el complemento previsional, de los
artículos 9°, 15.1 y 18 de la LRT. Adviértase que la ley 26.773 deroga el artículo 19 de la LRT, pero no el artículo
14.1.b, que se refiere a la renta periódica. En mi opinión, la omisión de derogar estos artículos sólo puede
atribuirse a la pésima técnica legislativa, y no a la voluntad del legislador de mantenerlos vigentes.
Mientras discutimos todos estos temas, seguiremos aguardando una nueva ley de riesgo del trabajo, que
realmente priorice la prevención y que signifique una derogación de ese "impuesto de sangre", que hoy pagan los
trabajadores para ganar su sustento y el de sus familias. Con parches a la LRT, jamás lo lograremos.

5. La aplicación de la ley 26.773 a siniestros anteriores a su vigencia

Como otro aporte a la confusión, la ley 26.773 tiene tres fechas diferentes para la entrada en vigencia de sus
normas:
a) Las referidas "a las prestaciones en dinero y en especie" entraron en vigencia a partir del 26 de octubre de
2012, fecha de la publicación de la ley en el Boletín Oficial (art. 17.5). Se trata de los artículos 1° a 6°, 8° y 17,
apartados 1 y 6;

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b) las restantes normas son obligatorias después de los ocho días siguientes al de la publicación de la ley (art.
2°, Cód. Civ.);
c) en el caso de la prestación por "gran invalidez" (art. 17, LRT), su "importe y actualización" se realizará desde el
26 de octubre de 2012, "con independencia de la fecha de determinación de esa condición". Es decir que, en
este tema, la ley 26.773 se aplica a las prestaciones dinerarias devengadas con posterioridad a esa fecha,
aunque los siniestros hayan ocurrido con anterioridad a su entrada en vigencia (art. 17.7).
Esta nueva reforma a la LRT, en línea con lo dispuesto sobre la cuestión de la vigencia por los decretos
1278/2000 y 1694/2009, pretende excluir de las mejoras en las prestaciones dinerarias a los siniestros ocurridos
con anterioridad, al aclarar que se aplicará a aquellos "cuya primera manifestación invalidante se produzca a
partir" de su publicación en el Boletín Oficial (art. 17.5). Vale recordar que existe en todo el país una fuerte
corriente jurisprudencial que, por vías diferentes, ordena actualizar las prestaciones dinerarias de siniestros
anteriores, que no estuvieran canceladas al momento de dictarse la sentencia, aplicando los nuevos valores. Me
refiero, claro está, a causas en las que se debatía la aplicación de los decretos 1278/2000 y 1694/2009, aunque
ya hay resoluciones sobre la ley 26.773, en igual sentido, en los tribunales de Mendoza.
Tal como dice Miguel Ángel Maza en su voto en el caso "Graziano" [9], la cuestión relativa a la justicia de aplicar
las pautas de la ley 26.773 a las prestaciones dinerarias de contingencias anteriores a su entrada en vigencia,
que no han sido canceladas, "resulta tan obvia que aparece exenta de controversia" (él se refiere al decreto
1278/2000, pero la situación es idéntica). Por lo tanto, en este debate la meta o punto de llegada está fuera de
discusión; la duda está en el camino. En la sentencia analizada y en el voto de Maza en el caso "Graziano",
prácticamente se agotan las razones de equidad y justicia para resolver como se resolvió, y a ellas remito al
lector.
Sin embargo, un replanteo del tema me lleva a discrepar de la solución técnica propuesta por Maza, y recogida
en las sentencias de numerosos tribunales. Entiendo que la vía correcta es el planteo de inconstitucionalidad,
pero no (sólo) del artículo 17.5 de la ley 26.773, sino, fundamentalmente, de las normas de la LRT que
establecen las diferentes prestaciones dinerarias para cada caso concreto, en valores que se consideran injustos
respecto del daño sufrido.
Al entrar en vigencia la ley 26.773, podían presentarse cuatro situaciones diferentes, a saber:
a) Contingencias cuya primera manifestación invalidante se produce con posterioridad a la publicación de la ley
en el Boletín Oficial (26-10-2012). Se aplican sus disposiciones.
b) Contingencias ocurridas con anterioridad, con prestaciones dinerarias a devengarse con posterioridad. Una
interpretación literal del artículo 17.5 de la ley 26.773 llevaría a negar su aplicación, manteniéndose los valores
vigentes hasta el 25 de octubre de 2012. Este "congelamiento" no resiste el menor análisis. En efecto, el artículo
11, apartado 3, de la LRT, expresamente, facultó a mejorar las prestaciones dinerarias del sistema, lo que es
absolutamente lógico en una ley que ha previsto prolongados períodos de pago. Por otra parte, el propio Poder
Ejecutivo reconoció, en los considerandos del decreto 1694/2009, que la LRT evidenció desde su puesta en
marcha una "imperfección estructural como instrumento de protección social", y que la reforma del decreto
1278/2000 "no fue suficiente para otorgar a ese cuerpo legal un estándar equitativo, jurídico, constitucional y
operativamente sostenible". A ello debe agregarse que habían transcurrido casi diez años y que el flagelo de la
inflación había retornado a nuestro país, licuando las prestaciones dinerarias. El decreto 1694/2009 sólo fue un
tímido paliativo.
En este marco, el intérprete tiene sólo dos caminos por delante. Uno es considerar que la redacción del artículo
17.5 de la ley 26.773 ha sido defectuosa y desafortunada, que no refleja la intención del legislador,
correspondiendo aplicar el principio general del artículo 3° del Código Civil. Por lo tanto, en esta hipótesis, los
nuevos valores deben aplicarse a las prestaciones devengadas a partir del 26 de octubre de 2012, aunque la
contingencia haya sido anterior. El otro camino es la declaración de inconstitucionalidad de la norma. No hay que
olvidar que estamos en un subsistema de la Seguridad Social y no en un régimen de responsabilidad individual,
lo que lleva a interpretar sus normas teniendo en cuenta que su finalidad es cubrir riesgos de subsistencia, con el
mayor alcance posible. Mantener activa esta norma, con una interpretación restringida de su alcance, sería lo
mismo que otorgar un incremento general de los haberes jubilatorios, pero limitarlo a quienes se acogieron al
beneficio previsional con posterioridad a su entrada en vigencia.
c) Contingencias ocurridas con anterioridad al 26 de octubre de 2012, con prestaciones dinerarias abonadas
también con anterioridad. Evidentemente la situación jurídica está consolidada y agotada bajo la norma jurídica
vigente al momento del pago. No obstante, mientras no se haya operado la prescripción, a la víctima del siniestro
laboral siempre le queda la posibilidad de cuestionar la constitucionalidad de las normas de la LRT que
establecen una injusta reparación del daño, atento a la imperfección de las fórmulas de cálculo y a la

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insuficiencia de la actualización de sus valores. Si esto se logra acreditar, el juzgador debería desactivar
constitucionalmente esas normas y, ante el vacío que ello provocaría, podría llenarlo utilizando como una
referencia (y sólo como una referencia) los nuevos valores de la ley 26.773. Es claro que el pago que haya
recibido la víctima deberá ser considerado insuficiente y a cuenta de la justa indemnización que le corresponde
(art. 260, LCT).
d) Contingencias de fecha anterior a la entrada en vigencia de la ley 26.773, con prestaciones dinerarias también
devengadas con anterioridad, pero no canceladas. Tiene aristas muy parecidas al caso anterior, pero en esta
hipótesis las prestaciones están impagas.
Confieso que la solución que muy fundadamente propone Maza en el recordado caso "Graziano", y que recogen
muchas sentencias, me seducía. Parece llevar, sin mayores complicaciones (declaración de inconstitucionalidad),
a la solución más justa. No obstante, entiendo que el argumento de que la norma (en nuestro caso el art. 17.5 de
la ley 26.773) no dice que sus disposiciones se aplican "exclusivamente" a las contingencias producidas con
posterioridad a su entrada en vigencia, y que ello habilitaría la aplicación del artículo 3° del Código Civil, me
parece forzado.
En efecto, lamentablemente el artículo 17.5 de la nueva ley, similar al artículo 16 del decreto 1694/2009, y al
artículo 19 del decreto 1278/2000, es suficientemente claro. No tiene sentido decir que sus disposiciones se
aplican a las contingencias cuya primera manifestación invalidante se produzca a partir de su entrada en vigencia
-lo que es más que obvio- si la intención no hubiera sido excluir de su alcance a las otras contingencias.
Un nuevo examen de este tema me ha llevado a sostener que la norma en cuestión pretende limitar sus alcances
a los siniestros ocurridos a partir del 26 de octubre de 2012. Si esto es así, entonces lo que debemos
preguntarnos es qué ocurre con las contingencias anteriores. Y la respuesta es que continúan con prestaciones
dinerarias manifiestamente insuficientes y desactualizadas, tal como lo prueba la propia ley 26.773 al intentar
mejorarlas, pero para casos futuros. Y ello nos lleva de la mano a concluir que esas normas legales, que fijan
una reparación del daño injusta, son inconstitucionales. La Corte Suprema de Justicia lo ha dicho claramente en
el caso "Lucca de Hoz" [10], al sostener que una indemnización que no repara "integralmente" el daño sufrido por
la víctima "afecta la dignidad de la persona y el derecho de propiedad" (del dictamen de la procuradora fiscal que
la Corte, por mayoría, hace suyo). Entre otras cosas, allí se habla del imperativo "de justicia de la reparación" que
se encuentra en nuestra Constitución Nacional, "que no debe cubrirse sólo en apariencia". También se dice que
en cada caso debe evaluarse si la indemnización fijada consagra "una reparación equitativa, o sea que resguarda
el sentido reparador en concreto".
De tal manera, si el juez desactiva para el caso concreto las normas de la LRT que establecen prestaciones
dinerarias injustas, por no ser efectivamente reparadoras del daño sufrido por la víctima, entonces debe cubrir
ese vacío aplicando las normas de jerarquía superior (Constitución Nacional, tratados internacionales, convenios
de la OIT, etc.), ya que conforme a la teoría de la pirámide jurídica de Kelsen, en el Derecho no hay "lagunas", ya
que siempre existirá una norma superior aplicable. Y en esa tarea el juzgador debería tomar, como ineludible
referencia, los valores que ha fijado la ley 26.773 para las prestaciones dinerarias.
A mi entender ésta es la solución que propone el dictamen de la Procuración Fiscal en el caso "Lucca de Hoz",
ya que aconseja rechazar el planteo de la actora, respecto a la aplicación del decreto 1278/2000 a un siniestro
ocurrido con anterioridad a su entrada en vigencia, pero propone admitir su reclamo contra las prestaciones
dinerarias de la LRT, ya que no reparan "integralmente" los daños. Cierto es que la Corte no había sometido el
punto de la aplicación del decreto 1278/2000 a la Procuración, pero no es menos cierto que al hacer suyo el
dictamen, no efectúa distinción alguna.
De los precedentes de la Corte, aunque como es obvio con otra integración, rescatamos el caso "Camusso" [11].
En él, nuestro máximo tribunal resolvió que la ley 20.695, de actualización de los créditos laborales, podía ser
aplicada a créditos nacidos con anterioridad a su entrada en vigencia, que no habían sido cancelados. Entiendo
que ello no implicaba una aplicación retroactiva de la ley, sino del principio del artículo 3° del Código Civil. En
esta misma dirección hay que citar el caso "Arcuri Rojas" [12], en el que la Corte revocó una resolución de la
Anses, ordenándole que le aplique las disposiciones de la ley 24.241, a una viuda cuyo esposo falleciera estando
vigente la ley 18.037. La sentencia dice, en el considerando 12, que "la posibilidad de aplicar la nueva legislación
a casos regidos por regímenes anteriores ha sido admitida por esta Corte en Fallos: 308:116 y 883; 310:995;
312:2250 y 316:2054", invocando "la finalidad protectora de las disposiciones que regulan la seguridad social", la
aplicación de "la norma más favorable" y del "principio de progresividad".

[1]

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No existe el "operador científico del Derecho", y menos en el Derecho del Trabajo. Lo que sí existe es la
honestidad intelectual de decir cómo pensamos que son las cosas, y no cómo nos conviene o nos gustaría que
sean, disfrazado de juicio objetivo, como algunos hacen.

[2]

El "autoseguro" previsto en el art. 3º de la LRT es casi una ficción, ya que los requisitos son de tal magnitud, que
sólo una decena de megaempresas pueden alcanzarlos.

[3]

El Mensaje de Elevación del proyecto de ley lo dice con absoluta claridad, cuando afirma que "más allá de
continuarse las discusiones sectoriales", se ha tomado la decisión de establecer un "régimen de reparación que
integre las normas de la especialidad". En el art. 1º de la nueva ley se aclara que ese régimen es el integrado por
ella, por la LRT y por el decreto 1694/2009.

[4]

La "apertura" que ofrece el dec. 1278/2000 es una farsa, que no ha dado resultado alguno.

[5]

Ver resolución MTEySS 915/2012, del 19-10-2012.

[6]

Incorporados a nuestra legislación por la ley 12.631.

[7]

CNAT, sala IV, 24-12-74, T. S. y S. 1975-545.

[8]

CSJN, 26-10-2004, autos "Milone, Juan Antonio c/Asociart SA ART s/Accidente. Ley 9688"; 24-6-2008, "Suárez
Guimbord, Lourdes c/Siembra AFJP SA s/Indem. por fallecimiento"; "A. A. R. p/sí y en representación de sus
hijos menores N. A. y M. O. M. A. c/Siembra AFJP y otro Argentina SA y otro", entre otros.

[9]

"Graziano, Antonio y otro c/Trilenium SA y otro", del 31-7-2009.

[10]

"Lucca de Hoz, Mirta Liliana c/Taddei, Eduardo y otro", del 31-7-2010, L. L. Online (AR/JUR/436552/2010).

[11]

"Camusso, Vda. De Marino, Amalia c/Perkins SA", del 21-5-76.

[12]

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"Arcuri Rojas, Elsa c/Anses s/Recurso de hecho", del 3-11-2009.

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