Sei sulla pagina 1di 7

INTOXICACIONES CON ANTINUTRIENTES

“Los antinutrientes son sustancias naturales que se encuentran principalmente en


alimentos de origen vegetal y debido a su capacidad para interferir en la correcta
nutrición del individuo pueden provocar graves problemas si las cantidades
ingeridas son suficientes. Entre los antinutrientes más relevantes de origen vegetal
están el ácido fítico, los oxalatos, la vicina, los inhibidores de α-amilasa, los
inhibidores de tripsina, el gluten, la ricina, la abrina y la ebulina. Algunos de estos
antinutrientes pueden ser muy tóxicos como el gluten e incluso llegar a causar la
muerte como la ricina. Por ello son necesarios procedimientos para eliminarlos o
disminuir sus concentraciones y así evitar los inconvenientes que
acarrean.”[ CITATION GON18 \l 9226 ]

Brote de intoxicación alimentaria asociado al consumo de leche


ultrapasteurizada en la República del Paraguay

Durante marzo de 2007 ocurrió un brote epidémico asociado al consumo de leche


ultra pasteurizada que afectó a las ciudades de San Lorenzo, Ciudad del Este y
Asunción, de la República del Paraguay. Las personas afectadas fueron 400, de
las cuales 60 requirieron hospitalización. Se aisló S. aureus subespecie aureus de
5 pacientes, 3 operarios y 3 muestras de leche. Todas las cepas fueron
productoras de entero toxinas. Las aislamientos de 3 pacientes, de un operario y
de las muestras de leche portaron los genes que codifican las entero toxinas C
(sec) y D (sed), y presentaron un patrón único de macro restricción (SmaI-PFGE).
Se identificó a la leche como fuente de intoxicación y a un operario de la línea de
producción como origen de la contaminación. Este es el primer brote de ETA
denunciado en Paraguay en el cual se pudo aislar, caracterizar y su tipificar el
agente etiológico en la planta de elaboración, en el alimento y en las personas
afectadas.[ CITATION Nat11 \l 9226 ]

Intoxicación por consumo de queso en Valledupar

La presencia de un brote por Enfermedades Transmitidas por Alimentos (ETA), al


parecer por consumo de queso, fue notificada por el personal de vigilancia
epidemiológica del Hospital Eduardo Arredondo Daza, de Valledupar, y la
Secretaria local de salud. “Una vez revisadas las historias clínicas de los casos
reportados, se encontró que el 2 de febrero, 29 personas consultaron al ente de
salud por intoxicación por alimentos. Se logró establecer que se trata de cinco
brotes asociados a Intoxicación por alimentos en diferentes puntos del municipio
de Valledupar. Según la fuente de contacto, en todos los casos fue el consumo de
queso, tomamos muestras biológicas en dos pacientes correspondientes al brote
de ETA por consumo de queso en la Ciudadela 450 Años y todos los pacientes
fueron dados de alta el mismo día de la consulta”, explicó la secretaria Local de
Salud, Claudia Margarita Zuleta Murgas.[ CITATION LUD17 \l 9226 ].

Brote de E. Coli: por qué en Estados Unidos declararon una alerta nacional
por la lechuga roman
Mientras Estados Unidos se prepara para su tradicional cena de Acción de
Gracias, una alerta nacional ha puesto en riesgo algunas recetas típicas.

Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus


siglas en inglés) recomendaron este martes no consumir en todo el país lechuga
romana.

Todo después de que 32 personas se contagiaran con un brote de E. Coli en 11


estados.
De acuerdo con los CDC, los consumidores, restaurantes y comercios
minoristas deberían evitar y tirar a la basura el vegetal de este tipo que ya hayan
comprado.
Los CDC informaron que está en curso una investigación sobre la nueva cepa del
virus por el que fueron hospitalizadas 13 personas hasta la fecha.

Segundo brote
El actual brote de E. Coli sigue a otro, también relacionado con la lechuga romana,
que provocó la muerte de al menos cinco personas en el verano y que también se
extendió a Canadá.
En ese país, al menos 18 casos fueron reportados en las provincias de Ontario y
Quebec, mientras las infecciones en Estados Unidos se extendieron por varios
estados.
La E. Coli es una bacteria que produce una toxina que provoca una intoxicación
alimentaria que puede llevar a la muerte. [ CITATION BBC18 \l 9226 ]

Sobrevivir al pan envenenado de Chiquinquirá

El ícono de la tragedia fue un niño tendido en un sofá. Era Carlos Alfonso Romero,
un hombre que ha intentado olvidar que ese sábado murió una de sus hermanas y
cerca de 300 personas más por un peligroso insecticida que accidentalmente se
mezcló entre bultos de harina.

Antes de tomarle la fotografía, a Carlos Alfonso Romero lo dieron por muerto. Lo


sentaron en un sofá del hospital San Salvador de Chiquinquirá, Boyacá. Le
aplicaron medicamentos para revivirlo, al igual que a sus seis hermanos y a sus
papás. Todos habían desayunado pan con chocolate el 25 de noviembre de 1967.
Y todos se habían envenenado porque a la harina del pan le había caído pesticida
de camino al pueblo.
Así fue como el país lo conoció y de paso se enteró de la noticia. Porque los
intoxicados no eran sólo los Romero: otras 500 personas presentaban los mismos
síntomas, según los periódicos. Los habitantes de ese municipio, a dos horas y
media de Bogotá, se habían ido desmayando en las calles en el transcurso de la
mañana y algunos niños se durmieron para siempre dentro de las casas después
de desayunar.

“En principio creían que era el agua”, cuenta Carlos Alfonso, 50 años después de
la tragedia. Que al río Suárez, que los abastece de agua potable, le habían
arrojado arsénico. Entonces mandaron a cerrar la bocatoma y los grifos por el
resto del día. Eso decían en la radio del pueblo cuando su hermanita menor, de
nueve meses, se puso mal. A ella le habían dado a probar pan remojado y había
llegado muerta al hospital.
Pero los médicos no advirtieron ese detalle cuando atendieron a Joaquín Merchán,
el empleado de la panadería Nutivara, un muchacho bajito de 22 años que había
amasado la harina esa mañana y que se había quejado del olor a ajo. Tanto que le
dijo a su jefe “que lo tenía mareado”. Murió con el cuerpo reventado, le salía
sangre de la nariz, de las orejas, de la boca, que era el efecto inmediato del
veneno.
Pero Carlos Alfonso, de once años, no sentía nada. Estaba solo en la casa, pues
todos andaban en el hospital. “Me había acostado en la cama de mi papá porque
me sentía débil, pero nada más”, dijo. Tenía la radio encendida cuando llegó un
familiar, no recuerda quién, que lo vio tan pálido que lo arrastró hasta urgencias.

Eran cinco cuadras de distancia al centro de salud y a mitad de camino estaba la


panadería. Recordó ese viaje tétrico del que sólo guarda algunos sonidos. Como
la voz de la vecina Irene, una viejita que vivía sola y decía: “Mi dios me los
bendiga”. Se escuchaban los padrenuestros y los ave marías. La gente que
gritaba: “¿Algo está mal? ¿Qué nos está sucediendo?”. Y al llegar al San Salvador,
las arcadas de los enfermos y el llanto de los campesinos.

También a él lo hicieron vomitar. Le metieron a la boca ceniza de carbón vegetal y,


en vez de los dedos, los tallos largos de una cebolla. Eso explica el parche de su
camisa cuando Carlos Caicedo, reportero de El Tiempo, le tomó la fotografía a la
entrada del hospital de Chiquinquirá. Fue portada para ese periódico y luego le dio
la vuelta al mundo en la revista estadounidense Life.
Romero no recuerda nada más sobre ese día. El hospital, que era una casona
antigua de paredes beige, “se convirtió en un verdadero manicomio”, escribió
Guillermo García, enviado especial de El Espectador. Había enfermos en el piso,
en los jardines, en las escaleras, en los patios y en los corredores del lugar. Ya no
había espacio para nadie, ni para los muertos, que al mediodía ascendían a 58. El
90 % de ellos eran niños.
A esa hora apareció la ayuda. En dos helicópteros llegó el ministro de Salud de la
época, Antonio Ordóñez Plaja, respaldado por expertos, el director de Toxicología
de Medicina Legal, Fernando Velasco, y un equipo de médicos y enfermeros. Se
construyó un laboratorio improvisado para analizar los químicos del agua y unas
muestras de pan, que era en lo que coincidían los enfermos. Utilizaron la
cromatografía de capa fina, una técnica para separar moléculas que delató, por
pura reacción química, al culpable.
“Al parecer, en el camión en el que venía la harina para la panadería Nutivara se
transportaban otros artículos, entre ellos una caja de insecticida folidol. Llamado
químicamente metil paratión. Es posible que un frasco se rompiera e impregnara
la harina”, le explicó Velasco a la prensa en ese entonces.

Esa tarde, después de encontrar a los culpables, Chiquinquirá quemó toda la


harina y los panes que tenía en sus tiendas. Levantó el veto de agua y anocheció
con otros 120 intoxicados y tres muertos más. Eran tantos que el gobernador de
Boyacá, Antonio Bayona, pagó en las funerarias los ataúdes que algunas familias
no podían comprar.

Al otro día los velaron en tres tandas bajo un cielo nublado. A los adultos los
dispusieron en féretros oscuros y a los niños en cajas blancas en mitad de la plaza
del pueblo. Ahí estuvo la familia Romero, en plena convalecencia. Ese año había
sido fatal para ellos y para los 25.000 habitantes del municipio. Cuatro meses
antes un terremoto les había destruido más de 500 casas. “No tuvimos nada que
celebrar ese diciembre”, me dijo Carlos Alfonso cuando le pregunté por la Navidad
del 67.

Cinco años después huyeron a Cali por el frío de Chiquinquirá. Y por el recuerdo
de la mayor intoxicación por plaguicidas que ha vivido el país, según el Instituto
Nacional de Salud. Las otras dos fueron en Puerto López, Meta, con una cifra de
siete muertos, y en Pasto, donde 15 personas perdieron la vida. Ambas ocurrieron
en la década de los setenta.
Pero Carlos Alfonso, por más que quiso, nunca lo pudo olvidar. Tampoco
Colombia. Veinte años después de la tragedia, el Instituto Colombiano
Agropecuario (ICA) restringió el uso del metil paratión a plagas en cultivos de
algodón y de arroz tecnificado. Por ser un químico “extremadamente peligroso”
para la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Aunque él no tuvo secuelas por el envenenamiento, sus hermanos dicen que ellos
sí, que les quedó un zumbido en la cabeza y mareos y problemas estomacales.
Sus papás, por ejemplo, empezaron a sufrir de asma y décadas después murieron
de un ataque al corazón. En ese entonces, Carlos Alfonso trabajaba en El Caleño,
un periódico amarillista de la ciudad. “Veía muchas tragedias al día y eso me hacía
recordar a Chiquinquirá y olvidarla al mismo tiempo, porque era el pan de cada
día. Todas las noticias eran muertos”.
Hace un mes apenas, Romero les contó esta historia a sus hijos, que ya son
mayores y ya tienen hijos. Nunca les había dicho que las fotos en el descansador
de pantalla de su computador eran de ese día. Que para las cuentas del pueblo
los muertos fueron casi 300. Que un costal de harina estremeció al país y al
mundo en plena guerra de Vietnam. Que la señorita Colombia viajó hasta
Chiquinquirá para solidarizarse con las víctimas. Y que en ese año no hicieron
pesebre y no comieron más pan.[ CITATION Cam17 \l 9226 ]

Agrotoxicos en el territorio

El 2 de enero de 1970, en Puerto López se presentó otra intoxicación masiva,


cuyo registro fue de siete personas muertas y 190 intoxicados. Se conoció que se
había contaminado el río Negro con “plaguicidas organoclorados”, al parecer con
paration o metil paration, en la fumigación de cultivos de arroz, con la
consecuencia de la muerte de peces y su consumo por parte de los habitantes.

En el año de 1977, en la ciudad de Pasto ocurrió una tercera intoxicación masiva


con plaguicidas en Colombia. Con al menos 300 afectados, 120 hospitalizados y
15 muertos.

Para 2007, desde la Secretaría de Salud del Putumayo se informó de la


intoxicación de 18 campesinos como consecuencia de la fumigación con glifosato
de cultivos ilícitos en Orito. Para noviembre de 2009 se aseguraba de un nuevo
caso con 276 personas intoxicadas con glifosato en el mismo municipio.
[ CITATION Jon18 \l 9226 ].
BIBLIOGRAFIA

GONZÁLEZ, D. A. (2018). EFECTOS TÓXICOS DE LOS ANTINUTRIENTES. Valladolid, España . Obtenido


de https://uvadoc.uva.es/bitstream/handle/10324/31299/TFG-M-
N1350.pdf;jsessionid=789A263593059E612BE5A9704146687F?sequence=1

JÁCOME, L. O. (6 de Febrero de 2017). Intoxicación por consumo de queso en Valledupar. EL


TIEMPO .

Natalie Weiler, G. A. (2011). Brote de intoxicación alimentaria asociado al consumo de leche


ultrapasteurizada en la República del Paraguay. SCIELO, 1.

news, B. (21 de Noviembre de 2018). Brote de E. Coli: por qué en Estados Unidos declararon una
alerta nacional por la lechuga romana. BBC NEWS MUNDO .

Taborda, C. (29 de Noviembre de 2017). Sobrevivir al pan envenenado de Chiquinquirá. EL


ESPECTADOR .

Vera, J. E. (2018). Agrotóxicos en el territorio. AGENCIA PRENSA RURAL .

Potrebbero piacerti anche