Sei sulla pagina 1di 2

Anecdotario de una ausencia*

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.


Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
PABLO NERUDA, Poema 20 (fragmento.)

Aquí estoy, una vez más, siete años después, escribiendo algo para ti. La diferencia
es que ya no estás conmigo y que nuestros caminos han ido en sentidos casi
opuestos. No sé por qué sigo recordándote, torturándome todo el tiempo con tu
recuerdo, con el recuerdo de tus ojos, de tu voz que me ponía nervioso con sólo
escucharla, de la hermosa manera en la que me hacías sentir, de las pocas veces
que pude estar contigo. Me da mucha tristeza darme cuenta de que después de
todo este tiempo no he podido olvidarte y que sigues en mi corazón, aunque tú ya
hayas formado una familia.

Hay muchas cosas que me duelen y quisiera decírtelas en persona, aunque sé que
eso es prácticamente imposible. Me duele mucho saber que yo sufro y me desvelo
hasta las dos o tres de la mañana pensando en ti, recordándote todas las noches
mientras tú ni en cuenta, mientras tú eres una feliz madre y esposa, Naturalmente,
esta contradicción me duele porque revela la triste verdad: tú has hecho tu vida
mientras yo sigo atascado en el hoyo. Ahora comprendo por qué no he podido ser
feliz, en el fondo de mi corazón estabas tú, buscaba alguien que me hiciera sentir
como tú me hacías sentir, buscaba alguien que se pareciera a ti, buscaba alguien
que usara las mismas expresiones y frases que tú. Nunca la encontré, no la hubo,
no eras tú. No hay dos Almas.

Me sigue lastimando recordar que ya nunca más voy a poder volver a verte ni
mirarte, ni siquiera de lejos pues tú eres ya una mujer casada. Probablemente no te
des cuenta de lo que eso significa para mí pero en pocas palabras es conformarme
con tu recuerdo, tenerte solamente en mi mente, aceptar la gran pérdida que
representas en mi vida y comenzar a vivirlo como un duelo. Me cuesta hacerlo
porque sería resignarme a perder una parte de mí, a dejar ir lo más valioso que
alguna vez llegó a mi vida. En definitiva, es dejar ir a la persona que una vez me
hizo el hombre más feliz del mundo. No sé si saldré bien librado de esta.

Me pregunto si nunca me quisiste o hasta donde me quisiste, si sólo jugabas


conmigo o si también llegaste a amarme grandemente como yo a ti, pero si fue así
¿por qué me dejaste y te casaste? Tal vez una relación de lejos no era suficiente
para ti, posiblemente tú necesitabas estar con alguien a quien pudieras ver más
seguido. Lo cierto es que yo no pude estar y no sabes cuánto me arrepiento de eso,
tal vez me faltó regar la delicada flor de nuestro amor pero en ese entonces solo era
un simple estudiante y no tenía miserables quinientos pesos para viajar a verte
cuando es que tú siempre me lo pedías. Ahora dispongo de cualquier dinero pero
ya no te tengo a ti, puedo comprar cualquier cosa menos un minuto contigo.
Perdóname por haberte fallado.

El amor que sentía por ti era tan puro, tal como no lo he vuelto a sentir otra vez en
mi vida, quizá es por ello que me aferro a ti, pues pensaba que tener relaciones
contigo era como profanarte, como quitarte todo tu valor. Te juro que me bastaba tu
voz, tus mensajes, y en persona, el saber que estaba a tu lado, mirar esos ojos
hermosos. Besar tus labios y sentirte en mi pecho era el paraíso en la tierra, pues
yo me enamoré de tu alma, de tu interior, pues así te conocí. Dicen que ese es el
verdadero amor: el que mira con pureza y humildad.

Todos los días a las cuatro de la tarde se repite el mismo ritual: salgo a la calle y
miro el cielo azul con las nubes agolpadas en el horizonte, el sol radiante y me
transporto mentalmente a ese lunes 13 de agosto de 2012 cuando por fin estaba
contigo. Siento la brisa de la tarde y un pequeño escalofrío recorre mi cuerpo.
Recuerdo como si lo estuviera viendo en este momento, tu playera anaranjada que
tenías ese día, el blanco con azul de tu casa, el nombre del condominio en el que
vivías, el suelo de adoquín de tu calle, la tiendita de la esquina, el árbol que está
casi al llegar y ese parque en el que fui feliz. A veces escucho también algunas de
las canciones que ambos nos dedicamos y así por años. ¿Ves cuan presente sigues
en mi vida? Quizás esté volviéndome loco, o ya lo esté.

En el día de tu cumpleaños me diste un regalo que atesoré por un buen tiempo y


que después perdí voluntariamente: una llave en la que me decías que me amabas,
con tu nombre en ella; yo le di el significado de que me habías entregado la llave de
tu corazón. La casualidad o el destino, hizo que la encontrara y ¡rayos! Fue como
volver a vivir todo en un segundo, los recuerdos se arremolinaron en mi mente y me
volví a acordar de ti. Cuando la miro y la toco siento como si tuviera algo sagrado
entre mis manos, pues ese objeto tiene en sí algo de tu esencia, es como poder
sentirte, tocarte, es como si volvieras a estar a mi lado otra vez. Daría cualquier cosa
por volver a estar contigo, quizás hasta mi vida, pues moriría feliz.

Te mando un fuerte abrazo por encima de todo lo que nos separa.

Te sigo amando a pesar de todo.

Héctor.

29/07/2019.

Potrebbero piacerti anche