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Lección 10

para el 7 de
diciembre de
2019
A pesar de todos los
obstáculos que tuvieron que
enfrentar, el muro de
Jerusalén había sido
completamente
reconstruido.
Nehemías 12:27-47 relata la
ceremonia de dedicación del
muro y el gozo con el que
ésta fue realizada.

La reunión de los levitas (v. 27-29).

La purificación (v. 30).

Los dos coros (v. 31-42).

Los sacrificios (v. 43).

Alegría por los sacerdotes y levitas


(v. 44-47).
“Cuando llegó el momento de dedicar la muralla, buscaron a los levitas
en todos los lugares donde vivían, y los llevaron a Jerusalén para
celebrar la dedicación con cánticos de acción de gracias, al son de
címbalos, arpas y liras” (Nehemías 12:27)
David elaboró el “protocolo” de adoración en el
templo. Designó profetas que dirigieran el servicio
de canto con acompañamiento instrumental: Asaf,
Jedutún y Hemán (1Cr. 25:1-8).
Para la dedicación de la muralla, se solicitó la
presencia de todos los levitas.
Unos tocaban instrumentos,
otros cantaban, y otros se
dedicaban a tareas auxiliares
(cuidar los instrumentos, la
vestimenta, etc.).
Su trabajo era alabar de corazón,
y expresarlo de la mejor manera
posible de modo que el pueblo
fuese elevado espiritualmente.
“Después de purificarse a sí mismos, los sacerdotes y los levitas purificaron
también a la gente, las puertas y la muralla” (Nehemías 12:30)
La purificación de personas y objetos se realizaba lavándolos
completamente o, en ocasiones, rociándolos con el agua de
la purificación (Números 19).
Este rito no tenía tanto que ver con el perdón de los pecados
como con la limpieza de la maldad
(1ª de Juan 1:9).
Es decir, cómo Dios
puede cambiar nuestra
mente y nuestra actitud,
de manera que
deseemos servirle y
adorarle.
Ser conscientes de que
Dios nos ha perdonado y
limpiado nos da gozo y
esperanza, y nos conduce
a amarlo y adorarlo.
Se crearon dos grandes coros que se separaron a un
lado y otro de la muralla:
1. Esdras dirigía el primer coro.
2. Nehemías iba tras el segundo.
Bajando de la muralla en el lado opuesto a su
partida, ambos coros se reunieron para entrar juntos
en el Templo.
El pueblo los siguió uniéndose en la
adoración, e inclinándose en oración.
La música ha sido siempre un medio
para elevar los pensamientos a Dios,
realzando nuestra experiencia de
adoración.
En el Cielo y en la Tierra Nueva
seguiremos usando este maravilloso
medio de alabanza.
“Y sacrificaron aquel día numerosas víctimas, y se
regocijaron, porque Dios los había recreado con
grande contentamiento; se alegraron también las
mujeres y los niños; y el alborozo de Jerusalén fue
oído desde lejos” (Nehemías 12:43)
Los sacrificios eran el punto central de la adoración
en el Templo. Ni la purificación, ni la música, ni la
adoración tenían sentido sin el sacrificio.
Éste apuntaba al “Cordero de Dios, que quita el
pecado del mundo” (Juan 1:29). Jesús es el centro
de todo acto de adoración.
Por su muerte en la cruz, Él es
digno de recibir nuestra gratitud
en forma de alabanza y adoración
(Apocalipsis 5:6, 12-13).
El acto de adorar incluye el canto,
la música, el gozo, e inclinarse
reverentemente delante del
Señor (Salmo 95).
La obra de los sacerdotes representaba la intercesión de Jesús
en el Santuario Celestial, mientras que los levitas ayudaban en
las tareas auxiliares.
En la actualidad, ya no es necesario el ministerio
sacerdotal (pues es ejercido directamente por
Jesús), pero sigue siendo de vital importancia para la
iglesia la obra levítica.
La predicación, el evangelismo, el cuidado físico de
la iglesia, la música, todo esto es obra de los
“levitas” modernos.
Por ello, es importante apoyar
económica y moralmente a
nuestros pastores, así como
animar y valorar el trabajo de
las personas responsables de
cada parte del servicio de
nuestra iglesia.
“Educad el alma en la alegría, la gratitud y la expresión
de gracias a Dios por el gran amor con que nos ha amado...
La alegría cristiana es la belleza misma de la santidad…
Dios quiere que, como hijos de la luz, cultivemos un
espíritu animoso y feliz, a fin de que proclamemos las
alabanzas de Aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz
admirable”
E.G.W. (Hijos e hijas de Dios, 10 de junio)

“En cada asamblea de los santos, aquí abajo, los


ángeles de Dios están escuchando las alabanzas, los
agradecimientos, las súplicas que ofrece el pueblo de
Dios mediante testimonios, cantos y oraciones. Que
ellos recuerden que sus alabanzas son apoyadas por
los coros de las huestes angélicas de arriba”
E.G.W. (Nuestra elevada vocación, 10 de junio)

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