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Presentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . IX
María Antonieta MAGALLÓN GÓMEZ
VII
VIII CONTENIDO
IX
LA ORALIDAD EN LAS CONTROVERSIAS DEL ORDEN
FAMILIAR REGULADAS EN EL CÓDIGO DE PROCEDIMIENTOS
CIVILES PARA EL DISTRITO FEDERAL
Roberto O. BERIZONCE**
I. CUESTIONES PRELIMINARES
1
2 HUGO CARLOS CARRASCO SOULÉ L.
1 Gómez Lara, Cipriano, Derecho procesal civil, México, Oxford University Press-
Harla, 1998, p. 5.
2 Ovalle Favela, José, Derecho procesal civil, México, Oxford University Press-
Harla, 1998, p. 39.
ORALIDAD EN LAS CONTROVERSIAS DEL ORDEN FAMILIAR 3
12 Novena Época. Instancia: Segundo Tribunal Colegiado del Sexto Circuito. Fuente:
Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, tomo II, septiembre de 1995. Tesis
VI.2o. J/26, página 381.
10 HUGO CARLOS CARRASCO SOULÉ L.
16 Fuente: Semanario Judicial de la Federación, tomo: XI, febrero de 1993, página 249.
12 HUGO CARLOS CARRASCO SOULÉ L.
22 De esta manera, el juez de lo familiar asume ampliadas atribuciones, que van des-
de el poder de dirección e instrucción de la causa hasta la correlativa discrecionalidad en
la apreciación de los medios de convicción, todo ello bajo el común denominador del
ejercicio oficioso.
23 Berizonce, Roberto O., op. cit., pp. 48 y 49.
ORALIDAD EN LAS CONTROVERSIAS DEL ORDEN FAMILIAR 17
2. Violencia familiar
desarrollo (hechos agresivos), no son únicamente esos actos los que ocasio-
nan afectación, sino también el ambiente hostil y de inseguridad que ellos
provocan, lo que lesiona la psique de los sometidos, cuya integridad tam-
bién está protegida por el precepto legal en cita.25
Amparo directo 448/2004. 26 de agosto de 2004. Unanimidad de votos.
Ponente: Julio César Vázquez-Mellado García. Secretaria: Alicia Ramírez
Ricárdez.
IV. CONCLUSIONES
I. INTRODUCCIÓN
21
22 CARINA GÓMEZ FRÖDE
idea del doctor Cipriano Gómez Lara. En este ensayo trataré de utilizar
esta dimensión tridimensional de los tres planos como método de estudio
y de análisis para ser aplicado al campo del derecho procesal familiar. Se
trata de un experimento motivado por ese tránsito que en mi vida diaria
como profesora de materias procesales en la universidad, como estudiosa
de las leyes y jurisprudencia y como abogada litigante en materia fami-
liar me ha dado la posibilidad de caminar plenamente de manera ascen-
dente y descendente por los tres planos. Los propios lectores deberán ca-
lificarlo en cuanto a su funcionalidad, su oportunidad y su operatividad.
Sería sumamente satisfactorio que esta visión tridimensional se aplique
en un futuro al análisis y estudio de muchos otros temas de nuestro uni-
verso jurídico.
Es decir, es necesario contemplar al proceso jurisdiccional familiar co-
mo un fenómeno jurídico social, así como a las normas que lo rigen, que
son el derecho procesal positivo, y por último a la rama de la ciencia jurí-
dica que se ocupa precisamente de esas normas y de ese fenómeno socio-
jurídico, la cual podríamos denominar como la ciencia procesal familiar.
Se trata de una concepción tridimensional, es decir, tres estancos comuni-
cantes que dan una noción de lo jurídico más amplia, más exacta que la
tradicional normativista, que se nos enseñó en nuestros cursos de introduc-
ción al estudio del derecho, cuando aprendimos que el derecho era solo un
conjunto de normas jurídicas bilaterales, heterónomas y coercibles.
Esta concepción nos parece actualmente reduccionista, pues se confun-
de a las normas o leyes con el derecho. En el campo de “lo jurídico fami-
liar” hay un primer plano, que es el conceptual; estamos aquí en el terreno
de la ciencia del derecho. Un sector de esa ciencia pretendemos que sea la
ciencia del derecho procesal familiar, lo que algunos autores han denomi-
nado el derecho procesal científico. Como toda ciencia, no es sino un con-
junto de conceptos ordenados y sistematizados que tiene por objeto el co-
nocimiento de las normas y las conductas referidas al proceso. Existe
aparte un segundo plano, lo que en ocasiones hemos llamado derecho ob-
jetivo, es decir, el derecho como un conjunto de normas con todas las ca-
racterísticas que puedan atribuírseles, para distinguirlas de otro tipo de
normas sociales, como pueden ser las morales, las religiosas y las del trato
social, y por último, un tercer plano, que es el de la conducta, es decir, el
de los hechos y los actos jurídicos. Estamos en el plano fáctico, de la reali-
dad, de los comportamientos y de las conductas concretas.
VISIÓN TRIDIMENSIONAL DEL DERECHO PROCESAL FAMILIAR 23
2 Saíd, Alberto, La sistemática procesal del Dr. Cipriano Gómez Lara: su aporta-
ción al procesalismo científico en México, México, Ars Iuris, Universidad Panamericana,
31/2004, p. 137.
3 Sistemática procesal, op. cit., p. 160.
4 Barrios de Angelis, “El sistema del proceso”, Revista Procesal, México, año 2,
núm. 4, 1973.
24 CARINA GÓMEZ FRÖDE
16
Ibidem, p. 186.
17
Salcedo Flores, Antonio, “La verdad procesal”, Alegatos, México, UAM, Departa-
mento de Derecho, núm. 58, 2004, p. 382.
VISIÓN TRIDIMENSIONAL DEL DERECHO PROCESAL FAMILIAR 31
22 Lagunes Pérez, Iván, “Oralidad y justicia”, Abogados para Familia, México, sep-
tiembre de 2006, p. 8.
VISIÓN TRIDIMENSIONAL DEL DERECHO PROCESAL FAMILIAR 33
23 Becerra Bautista, José, El proceso civil en México, 15a. ed., México, Porrúa, 1996,
pp. 550 y 551.
36 CARINA GÓMEZ FRÖDE
Mefistófeles24
mano siguen siendo “más efectivas” para “solucionar” todo tipo de situa-
ciones de conflicto. El común denominador de la población mexicana no
cree en la efectividad y funcionalidad de las sentencias que resuelven los
conflictos familiares. En no pocas ocasiones se recurre a la amenaza, a la
violencia doméstica, al robo y secuestro de menores. Muchas veces, si
bien, a las partes materiales del proceso familiar les fueron “resueltas”
judicialmente sus pretensiones en una sentencia firme, lo cierto es que la
problemática de fondo no se soluciona, y, por tanto, la parte afectada, si
todavía posee cierta confianza en el proceso jurisdiccional familiar, pro-
mueve infinidad de incidentes por incumplimiento ante los jueces que re-
solvieron el conflicto principal. Dichos incidentes, a diferencia de lo que
señalan nuestras leyes procesales, son largos, complicados, desgastan-
tes, y se tornan a veces más intrincados que el mismo proceso principal.
Nos dice Manuel F. Chávez Asencio que el abogado debe ser un amiga-
ble componedor y favorecer el arreglo mediante el diálogo entre las
partes contendientes para lograr un convenio en el cual “haciéndose re-
cíprocas concesiones, puedan resolver la crisis”.29 La firma de un con-
venio inducida y generalmente impuesta, para descargar de trabajo a los
tribunales no resuelve tampoco el problema de fondo.30 Sin embargo, el
presidente del Tribunal Superior de Justicia del D. F., José Guadalupe
Carrera, ha señalado que para que tenga éxito la oralidad y la rapidez en
los juicios se deben resolver la mayoría de los conflictos, por otras for-
mas alternas de solución, como la mediación y conciliación.31 No hay
que desconocer que muchas veces se hace tabla raza del plano inequitati-
vo en el que se encuentran las partes, el carácter protector no existe real-
mente, por más que se hable de género, de enfoque de género, de “interés
26 de diciembre de 2006, p. 6.
40 CARINA GÓMEZ FRÖDE
Sin embargo, el “deber ser” no coincide con el “ser”. Así nos lo confir-
man jueces y secretarios de acuerdos en materia familiar,34 al afirmar que
el funcionamiento de los tribunales de lo familiar es “titanesco”, ya no es
adecuado, porque se han incrementado los procesos familiares, y resulta
V. CONCLUSIONES
VI. BIBLIOGRAFÍA
I. NOTA INTRODUCTORIA
47
48 JUAN LUIS GONZÁLEZ ALCÁNTARA
1 Sereni, Angelo Piero, El proceso civil en los Estados Unidos, Buenos Aires, Edi-
ciones Jurídicas Europa-América, 1958, pp. 26 y 27.
BREVES COMENTARIOS DEL DERECHO ANGLOSAJÓN 49
Por otro lado, desde un punto de vista procesal, podemos precisar que
un típico proceso civil, en la primera instancia, de los Estados Unidos de
América, está constituido por cinco fases, etapas o estadios sucesivos, mis-
mos que más adelante se desglosan, denominados: service of process,
pleadings, pre-trial phases, trial, y judgment.
Es de llamar la atención que el juicio posee dos características esen-
ciales. La primera de ellas consiste en ser un sistema meramente acusato-
rio, en virtud de que los abogados litigantes hacen todo lo que está a su
mano para favorecer su posición, bien dicho de su cliente. La segunda, es
la potestad que se les otorga a las partes en los asuntos civiles para poder
decidir que su caso se juzgue ante un jurado.
Al respecto, Santos2 señala que
2 Autor citado por Sarrabayrouse Oliveira, María José, Los juicios orales y la cons-
trucción del objeto judicial, en El Portal de Antropología en español, http://www.antro
pologia.com.ar.
50 JUAN LUIS GONZÁLEZ ALCÁNTARA
dos los procedimientos penales que hace valer dentro de su contexto, mis-
mos que aun cuando los conocemos a través de los medios de comunica-
ción, vale la pena enunciar, dado el alcance jurídico que revisten dentro
del procedimiento, y los que sin más preámbulo consisten en que el acusa-
do gozará del derecho a juicio sin dilaciones indebidas ante un jurado im-
parcial, y tendrá derecho a ser informado de la naturaleza y los cargos de
la acusación, así como a carearse con los testigos de cargo. A fin de poder
defenderse, podrá servirse de citación obligatoria para conseguir la compa-
recencia de testigos en su defensa, y gozará de asistencia letrada.
En este orden, también se cuenta con la enmienda VII, cuyo contenido
abunda en un aspecto de la enmienda anterior: el derecho a juicio con ju-
rado, pero esta vez referido a los procesos civiles (suits at common law).
Tales enmiendas podemos válidamente compararlas con las garantías que
nuestra carta magna establece en sus artículos 14 y 16 constitucionales.
En fin, los juicios orales constituyen una notable eficacia de los proce-
dimientos civiles del derecho anglosajón, por lo que en el sumario del
presente habremos de enfocarnos al origen del mismo en Inglaterra hasta
la aplicación del juicio oral en Estados Unidos de América, para terminar
con el juicio oral en México, de la siguiente manera.
II. ANTECEDENTES
3 López Monroy, José de Jesús, Sistema jurídico del common law, México, Porrúa,
2006, p. 107.
BREVES COMENTARIOS DEL DERECHO ANGLOSAJÓN 51
sistema con sus costumbres y conocimientos elementales, los que sin du-
da se fusionaron con las de los entonces invadidos —anglosajones—; el
periodo culmina con una tercera invasión efectuada por los normandos
en 1066, dirigida por Guillermo el Conquistador, duque de Normandía y
primer rey normando de Inglaterra, quien hizo implantar las costumbres
de su pueblo, el cual revestía de naturaleza feudal sometidos a método
mixto, el cual estaba inserto de un toque franco-romano (siendo ésta la
fecha que comúnmente se invoca para señalar el inicio de la formación
del common law cuando los normandos derrotaron a los nativos de Ingla-
terra en la conocida batalla de Hastings).
La gran cantidad de invasiones al territorio inglés dio origen a un de-
sarrollo jurídico único, para convertirse en una amalgama en la historia
del derecho, total y completamente diferente a la ya existente y aplicada
en ese entonces por los romanos, cuya labor en gran medida se debe a las
sentencias elaboradas por los jueces que vivieron desde el siglo XII hasta
el XIV.
Así entonces, resulta válido sostener que los usos y costumbres rudi-
mentarios de los pobladores anglosajones, daneses y normandos, y que
hoy en día fundamentan o dan vida a la jurisprudencia de los jueces in-
gleses, constituyeron el denominado corpus juris llamado también com-
mon law.
En la historia de Inglaterra se recuerda la última conquista (normanda)
referida como la punta de lanza de la organización contemporánea de ese
país, ya que fue a partir de ésta cuando comenzó a formarse la centraliza-
ción del gobierno bajo el poder absoluto de Guillermo el Conquistador, y
con el fin de delegar su omnipotente autoridad decidió establecer los pri-
meros tribunales, los que en todo caso, los jueces, instituidos a su juris-
dicción, resolvían los asuntos sometidos a su potestad con base y funda-
mento en las costumbres, normas y reglas rudimentarias características
de su población, imponiendo sus resoluciones, las que poco a poco fue-
ron ocupando e influyendo sobre todo el territorio real, dando inicio al
origen a lo que hoy conocemos como derecho o sistema anglosajón.
Consecuentemente, el tiempo y la práctica convirtieron las costumbres
impuestas en jurisprudencia, que a su vez adquirió la fuerza de ley supre-
ma aplicable para toda Inglaterra.
Después del reino de Guillermo el Conquistador vinieron coaliciones
producidas por descontentos, y no fue sino hasta que el reino de Eduardo
I fue considerado como el Justiniano inglés, en el que por primera vez se
52 JUAN LUIS GONZÁLEZ ALCÁNTARA
...al decir de Emilio Rabasa, en su obra El Artículo 14, fue malamente re-
producido en una disposición confusa que desvirtuó el verdadero concepto
original del precepto inglés reproducido en la Constitución norteamerica-
na. La disposición aludida es el artículo 14 de la Constitución de 1857,
que decía: “Nadie puede ser juzgado ni sentenciado, sino por leyes dadas
con anterioridad al hecho y exactamente aplicada a él, por el tribunal que
previamente haya establecido la ley”.
11 Sarrabayrouse Oliveira, María José, “Los juicios orales y la construcción del obje-
to judicial”, en El Portal de Antropología en español, http://www.antropologia.com.ar.
60 JUAN LUIS GONZÁLEZ ALCÁNTARA
ricano, pues es sabido que en los procesos a los que son sometidas las
partes, éstas renuncian al derecho de que se les imparta justicia con au-
diencia del jurado; empero, aun cuando se actualiza dicha renuncia las
normas procesales siguen siendo las mismas, con la diferencia de que en
el juicio sin jurado corresponde al juez resolver tanto sobre los hechos
como sobre el derecho aplicable al caso en concreto.
En el juicio oral norteamericano las partes tienen un interés y derecho
a decidir el modo en que quieren hacer valer sus razones, el decidir cuá-
les son los hechos que quieren hacer del conocimiento del juez mediante
las pruebas, así como escoger —con cierto límite— las tesis jurídicas so-
bre las cuales deberá decidirse la litis, en cuyo caso el papel el juez asu-
me las funciones de un árbitro.
Siendo el juicio norteamericano oral, exige el dominio del uso del len-
guaje en el sentido de que sea competentemente comunicativo; que sea
comprensible en cuanto a que maneje la expresión del lenguaje jurídico
solemne, y que maneje la comprensión del lenguaje coloquial o vulgar, y
que además tenga conocimiento del habla utilizada por el hampa que se
oye en la sala de vistas.
La primera de ellas, la competencia comunicativa, se adquiere durante
la fase formativa, esto es, en los juicios simulados, siendo su objetivo
primordial el de no únicamente determinar los hechos, sino también la
honradez y la credibilidad de los testigos. Es por este motivo que a los
abogados norteamericanos se les enseña a sondear, provocar, repetir, re-
formular, insistir, y a incitar a los testigos; aunado a que se les explica
que las técnicas lingüísticas empleadas para obtener datos de los testigos
nunca son imparciales o inocentes. A manera de ejemplo, cuando un tes-
tigo aparece como sujeto de la oración, se le aplica el uso de la activa,
que va dirigida a inculpar al testigo.
Al comienzo de cada sesión del juicio el funcionario judicial llama al
orden con un golpe ligero del mazo o gavel; esto es, como solemnidad
para dar entrada al juez en la sala, y ordena que todos se pongan de pie
hasta que éste haya tomado asiento; acto seguido el juez anuncia la aper-
tura de la sesión, la cual se divide en cuatro secciones, a saber:
Ahora bien, los medios de prueba que pueden aportar las partes son
los documentos, expedientes, fotografías, testimoniales y periciales, entre
otras probanzas.
Por otra parte, la normatividad de procedimiento de los Estados Uni-
dos de Norteamérica tiene sus orígenes en el sistema procesal inglés, in-
tegrado, como ya se mencionó, por decisiones judiciales sobre el propio
procedimiento, autorreglamentación de los tribunales, estatutos y la cos-
tumbre. Bajo tal tesitura, cabe resaltar que a diferencia del sistema inglés,
el sistema norteamericano es más flexible en cuanto a formalidades y ac-
tuaciones, y brinda un mayor énfasis en la regulación del procedimiento
por parte de los poderes Legislativo y Judicial.
Fue desde la segunda mitad del siglo XIX cuando Nueva York inició la
tendencia de privilegiar una codificación en cuanto al derecho procesal, en
las materias tanto civil como penal, circunstancia que aún en nuestros días
se utiliza, siendo el caso que dichos códigos sirvieron de modelo para la
legislación procesal adoptada por la mayoría de los estados de la Unión
americana.
Debido a que en el sistema jurídico del common law, que es el utilizado
en la cultura anglosajona, la legislación procesal incurrió poco a poco en el
vicio de un extremo detallismo, lo cual resulta incompatible y contradicto-
rio con la tradicional independencia del Poder Judicial, en 1934, a través
de presiones por parte de jueces y abogados, se forzó al Congreso a dele-
gar en la Corte Suprema la facultad de establecer reglas generales del pro-
62 JUAN LUIS GONZÁLEZ ALCÁNTARA
cedimiento, por lo que hacía a las cortes de distrito, lo cual culminó en que
se dictaran las Reglas Federales de Procedimiento Civil, que fueron pro-
mulgadas en 1938, y permanecen vigentes hasta el día de hoy, aunque con
numerosas modificaciones, siendo las últimas las adoptadas en 1993, y
que a su vez han sido la base para la formación de reglas locales en la ma-
yoría de los estados.
En forma general, y a pesar de la diversidad procedimental que impera
entre los estados y la Federación, es de hacerse notar que existen dos si-
militudes en el sistema estadounidense, a saber:
1. Su carácter adversarial
2. La participación del jurado.
batorio aportado por las partes, donde en muchos de los casos el hecho a
dilucidar es rebatido.
Cabe hacer hincapié en que un documento no puede ser producido co-
mo medio de prueba en el procedimiento norteamericano sino a condición
de que la parte que quiere producirlo haya demostrado con antelación que
tiene relación con los hechos; esto es, que ya haya sido admitida, a dife-
rencia del derecho italiano, en el que las partes pueden presentar cualquier
documento siempre que a juicio del oferente tenga valor probatorio.
Desde un punto de vista ideal, los veredictos debían concluirse por
unanimidad; sin embargo, en la actualidad en la mayoría sólo requiere del
voto por mayoría.
Por obviedad, el veredicto da fin a la primera instancia a la que somete
el juicio. Así que a partir del momento en que el jurado deja ver el senti-
do de su veredicto, el juez toma el lugar del jurado respecto a sus obliga-
ciones y emite la sentencia basada en dicho veredicto.
Al concluir el juicio (primera instancia), las partes tienen derecho a
impugnar la sentencia siempre que estén inconformes con el sentido de la
misma, por estimar que el juez cometió errores durante la sustanciación
del proceso, pero no para revisar el veredicto del jurado, con la excep-
ción de que el tribunal superior considere que el mismo excede los lími-
tes de la experiencia y la razón.
Aquel que interpone el recurso de apelación se le denomina común-
mente apallant o petitioner, y su contrario, apelle o respondent.
Es importante resaltar que el recurso de apelación no implica otro jui-
cio, en primer término, porque en éste no interviene jurado, y, en segundo
término, porque tampoco se desahogan pruebas, amén de que éstas debie-
ron desahogarse durante la sustanciación del juicio en primera instancia;
únicamente se permite que las partes argumenten en forma oral cuestiones
de derecho.
Al resolver el recurso interpuesto, el tribunal de apelación tiene la op-
ción de confirmar, revocar o modificar la sentencia impugnada.
Según las circunstancias, el tribunal superior podrá confirmar, revocar
o modificar la sentencia recurrida, a consecuencia de las cuales ordena la
realización de un nuevo juicio, o bien da por concluida perentoriamente
la contienda.
En gran parte la estructura de los sistemas que constituyen los estados
de la unión americana coinciden en estar constituidas por tres niveles o
instancias. De esta forma, cualquier interesado en el juicio del que sea
BREVES COMENTARIOS DEL DERECHO ANGLOSAJÓN 67
...el procedimiento oral permite a las partes tener gran libertad de ataque y
de defensa y esa libertad la pueden emplear hasta la terminación de la vis-
ta: “las partes pueden emplear todos los medios de ataque y defensa, for-
mular peticiones, hacer afirmaciones, oponer las excepciones y aportar las
pruebas y contrapruebas que dejaron pasar en un período anterior, hasta el
momento en que el tribunal declara visto el asunto y en condiciones de ser
decidido el procedimiento no está sujeto a amarre rígidos, sino que se deja
adaptar a las necesidades del caso concreto; las partes observan toda la di-
ligencia por su propio interés”.15
14 Casanueva Reguart, Sergio E. y Mancera Espinosa, Miguel Ángel, op. cit., pp.
46-68.
15 Becerra Bautista, José, El proceso civil en México, México, Porrúa, 1992, XIV,
p. 169.
BREVES COMENTARIOS DEL DERECHO ANGLOSAJÓN 69
Específicamente,
16 Ibidem, p. 172.
17 El Universal, 13 de julio de 2006, http//: www.eluniversal. com.mx.
18 La Opción, 3 de enero 2007, htpp://www.laopcion.com.
BREVES COMENTARIOS DEL DERECHO ANGLOSAJÓN 71
VI. CONCLUSIONES
parte del rector del proceso. Así las cosas, el juez de lo familiar no sólo
tiene la responsabilidad de impartir el derecho a las partes contendien-
tes; de valorar con sensibilidad los hechos narrados por aquéllos, sino
también tendría la oportunidad de observar las reacciones y comporta-
miento de las partes, los menores, peritos, testigos, etcétera, ya que de
esta forma enriquecería su justipreciación al mostrarse ante él como
realmente son, logrando conocer en gran parte la verdad de los hechos
narrados por los mismos.
No existe mayor responsabilidad como el deber de impartir justicia.
Decidir quién tiene la razón es un reto que todo juzgador debe enfrentar
en cada asunto día con día. Difícil es asir la pluma, pero más lo es tomar
la decisión que la empuja ya sea para condenar o para absolver.
El trato con la ley es más fácil cuando la misma no se doblega; no
existe conciencia ni humanidad cuando la decisión se debe tomar en es-
tricto derecho; empero, el derecho de familia puede ser tan flexible como
el caso lo amerite; como suele decir el maestro Manuel Bejarano Sán-
chez, “cuando se trata de menores, nunca hay exceso”, postura que el
juez de lo familiar desafía cada vez que un niño lo encara para reclamarle
y preguntarle: “¿por qué…?”. Pues, qué respuesta hay que el niño pueda
comprender cuando se le explica que existe la ley, la que además debe
aplicar, muchas veces en contra de su voluntad.
De ahí que lejos de negarse a la aplicación del juicio oral en nuestro
país en el derecho de familia, se debería ponderar el beneficio que la pro-
porcionaría a la sociedad, amén de que con ello se acercaría de una for-
ma tangible la justicia a las manos de quien la pide, no sólo de una mane-
ra práctica, sino también humana, con el simple hecho de llevar en forma
el juicio oral, así como los principios que lo sustentan.
VII. BIBLIOGRAFÍA
1. Libros
2. Legislación
http://www.courts.state.mn.us/documents/0/Public/Rules/General.
El Universal, Carlos Áviles, 13 de julio de 2006, http//:www. eluniversal.
com.mx.
La Opción, 3 de enero 2007, htpp://www.laopcion.com.
FUNDAMENTOS JURÍDICOS PARA ESTABLECER
EN MÉXICO LOS JUICIOS ORALES
EN DERECHO FAMILIAR
75
76 JULIÁN GÜITRÓN FUENTEVILLA
2. Su importancia
15 Pina, Rafael de y Pina Vara, Rafael de, Diccionario de derecho, 27a. ed., México,
Porrúa, 1999, p. 391.
16 Güitrón Fuentevilla, Julián, Panorama internacional de derecho de familia. Cultu-
ras y Sistemas Jurídicos Comparados, Rosa María Álvarez de Lara (coord.), México,
UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, 2006, p. 20.
LOS JUICIOS ORALES EN DERECHO FAMILIAR 85
Instancia: Tercera Sala. Octava Época. Fuente: Gaceta del Semanario Ju-
dicial de la Federación. Parte: 56, Agosto de 1992. Tesis 3ª/J. 12/92. Pá-
gina 23. Divorcio necesario. No le son aplicables todas las reglas especia-
les de las controversias del orden familiar, pero sí la relativa a la suplencia
de la deficiencia de los planteamientos de derecho de las partes cuando de
ellas dependa que se salvaguarde a la familia, con independencia de que
86 JULIÁN GÜITRÓN FUENTEVILLA
más convenga al interés preponderante del menor que sólo podrá suspen-
derse, limitarse o perderse por resolución judicial expresa y cuando se
haya perdido la patria potestad. Como se advierte, la teleología del ar-
tículo 417 en comento se encamina a la conservación de un entorno fa-
miliar saludable y favorable para el pleno desarrollo personal y emocio-
nal de los sujetos cuando no se encuentran bajo su custodia, si ejercen la
patria potestad, tendrán derecho a convivir y disfrutar de momentos en
común, en aras de tutelar el interés preponderante del menor, teniendo
sólo como limitante para que se suspenda, el ejercicio del derecho de vi-
sita y convivencia que exista peligro para el menor, caso en el que el juz-
gador podrá aplicar las medidas correspondientes a fin de salvaguardar
el interés superior del menor, contra alguno de los progenitores.
Respecto a este tema específico, el legislador en septiembre del 2004,
ha modificado este supuesto de la visita y convivencia para regular lo que
llama guarda y custodia compartida, autorizando al Juez Familiar a decre-
tar el cambio de custodia de los menores siguiendo el procedimiento res-
pectivo.17
V. EL PROCEDIMIENTO ORAL
1. Principios de oralidad
26 Ibidem, p. 640.
94 JULIÁN GÜITRÓN FUENTEVILLA
2. Límites a la oralidad
Como corolario, si bien está entendido que el juicio oral tiene como
esencia las expresiones verbales, con preeminencia sobre las formas escri-
tas en todos los actos procesales, existen límites a esta regla, sobre todo
“los escritos fundamentales del juicio y a los llamados de documentación,
o sea las actuaciones judiciales en las que se haga constar la fijación del
debate, el resultado de las pruebas, las promociones de las partes durante
la audiencia, etcétera”.32
31 Idem.
32 Idem.
96 JULIÁN GÜITRÓN FUENTEVILLA
33 Código de Procedimientos Civiles para el Distrito Federal, 6a. ed. corregida y ac-
tualizada, México, Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal-UNAM, Instituto de
Investigaciones Jurídicas, 2003, p. 257.
LOS JUICIOS ORALES EN DERECHO FAMILIAR 97
1. Pruebas en la audiencia
Los Tribunales podrán decretar en todo tiempo, sea cual fuere la naturale-
za del negocio, la práctica o ampliación de cualquier diligencia probatoria,
siempre que sea conducente para el conocimiento de la verdad sobre los
puntos cuestionados.
En la práctica de esas diligencias, el Juez obrará como estime proce-
dente para obtener el mejor resultado de ellas, sin lesionar el derecho de
las partes, oyéndolas y procurando en todo su igualdad.40
2. Audiencia oral
40 Idem.
41 Ibidem, p. 257.
100 JULIÁN GÜITRÓN FUENTEVILLA
suficiente poder para escuchar o para los efectos jurídicos que esa sen-
tencia pueda producir.
El texto que sigue es una obligación, un deber impuesto al juez, para
que verifique los hechos, los evalúe, y viene otra cuestión trascendente, que
es donde los consejos de familia, a los que nos hemos referido antes, se-
rían un apoyo invaluable para el juez. Él va a evaluar, pero en un momen-
to dado va a requerir de psicólogos, médicos, trabajadores sociales, un
abogado experto en derecho familiar o el apoyo de instituciones especiali-
zadas en lo que ahí se está resolviendo, y sería importante, ya en la orali-
dad, que estas personas o instituciones fueran conminadas, incluso con
vías de apremio, a entregar a tiempo para cada audiencia, los informes o
dictámenes, ya que sin ellos el juez no podrá emitir su sentencia.
Igualmente, para que el juez tenga todos los elementos y la ley le da
esa facultad, esos sujetos auxiliares de la administración de justicia ten-
drían que estar presentes para, en su momento, ser interrogados por el
juez o por las partes. Por otro lado, es importante destacar que el juez de-
berá valorar esas pruebas, en los términos del artículo 402, el que de una
manera explícita y en materia oral sería fundamental, ordena lo siguiente:
“Los medios de prueba aportados y admitidos, serán valorados en su
conjunto por el juzgador, atendiendo a las reglas de la lógica y la expe-
riencia. En todo caso, el tribunal deberá exponer cuidadosamente los fun-
damentos de la valoración jurídica realizada y de su decisión”.42
También debemos hacer referencia, siempre dentro de la hipótesis de
las pruebas y propuesta de crear el juicio oral en el derecho familiar me-
xicano, al artículo 387, que específicamente, en el rubro de la audiencia,
se refiere a la celebración de ésta, y así, ordena que
42 Ibidem, p. 125.
43 Ibidem, p. 121.
LOS JUICIOS ORALES EN DERECHO FAMILIAR 101
Las audiencias en todos los procedimientos —en este caso se entiende que
igual se aplicarían en el juicio oral del derecho familiar— se llevarán a ca-
bo observando las siguientes reglas:
I. Serán públicas, pero el tribunal podrá determinar que aquellas que se
refieren a divorcio, nulidad de matrimonio, o las demás que a su juicio
convenga, sean privadas. En todos los supuestos en que no se verifiquen
públicamente, se deben de hacer constar los motivos para hacerlo en pri-
vado, así como la conformidad o inconformidad de los interesados. El
acuerdo será reservado;
II. El Secretario, bajo la vigilancia del Juez, hará constar el día, lugar y
hora en que principie la audiencia, así como la hora en que termine;
III. No se permitirá interrupción de la audiencia por persona alguna, sea
de los que intervengan en ella o terceros ajenos a la misma. El Juez queda
facultado para reprimir los hechos de interrupción con medios de apremio
o correcciones disciplinarias, además de ordenar la expulsión con uso de
la fuerza pública de aquél o aquéllos que intenten interrumpirla; y
IV. En los términos expresados en la fracción IV del artículo 62, serán
corregidos los testigos, peritos o cualesquiera otros que, como partes o re-
presentándola, faltaren en las vistas y actos solemnes judiciales de palabra
o de obra o por escrito, a la consideración, respeto y obediencia debida a
los tribunales.46
En el juicio oral del derecho familiar es más grave que en cualquier otra
materia la valoración hecha por el juez familiar. Incluso, los auxilios técni-
cos y apoyos que reciba de otros profesionistas serán fundamentales para
ello, ya que en su momento, al citar esta cuestión del derecho familiar, se
deberá profundizar, haciendo más detallada la valoración de las pruebas.
3. Testigos
50 Ibidem, p. 115.
51 Obregón Heredia, Jorge, op. cit., p. 262.
LOS JUICIOS ORALES EN DERECHO FAMILIAR 107
52 Ibidem, p. 43.
108 JULIÁN GÜITRÓN FUENTEVILLA
4. Término de la audiencia
En este caso encontramos varios preceptos, entre otros, los artículos 947
y 945 del Código de Procedimientos Civiles, que mencionan esta materia
específicamente. Incluso, los numerales 387, 398 y 402 ya los citamos,
cuando nos referimos a la audiencia oral. El artículo 947, que debe ser ob-
jeto de una reforma importante, dispone que “La audiencia se llevará a ca-
bo dentro de los treinta días contados a partir del auto que ordene el trasla-
do, en la inteligencia de que la demanda inicial deberá ser proveída dentro
del término de tres días”.53 En este caso, aun cuando estemos dentro de la
hipótesis de las controversias de orden familiar, al pensar ya en una sola
audiencia, sería importante analizar cuántos días se requerirían, a partir de
que se admitió la demanda, se contestó, se hizo todo para fijar la litis y en
un momento dado, está listo el juez, para esta audiencia en que se desaho-
guen las pruebas y alegatos y dicte la sentencia correspondiente. Si se ha-
bla de proveer en tres días la demanda inicial, sería conveniente establecer
un plazo máximo, que podría ser de diez, no de treinta, para recibir todas
las cuestiones por escrito, referidas al conflicto de derecho familiar, y en
ese lapso, citar a audiencia para la resolución.
Por otro lado, como ya lo habíamos mencionado, el artículo 945 dispo-
ne que la audiencia se realizará estén o no presentes las personas (ya co-
mentamos sobre esta hipótesis anteriormente).
Las pruebas van a ser un elemento fundamental para que el juez resuel-
va; por ello, tanto la confesional cuanto la testimonial necesitarán una san-
ción drástica, para que se puedan desahogar en forma adecuada. En este
caso se tendrán que aplicar las reglas de la audiencia de pruebas y alega-
tos; igualmente, las norma para los testigos y, por supuesto, las medidas
disciplinarias para llegar a buen término.
El artículo 948, en relación a este tema, expresa:
53 Ibidem, p. 258.
LOS JUICIOS ORALES EN DERECHO FAMILIAR 109
54 Idem.
110 JULIÁN GÜITRÓN FUENTEVILLA
Las personas físicas que sean parte en juicio, sólo están obligadas a absol-
ver posiciones personalmente, cuando así lo exija el que las articula —en
derecho familiar esto no sería admisible y tendría que irse desde el princi-
pio a la respuesta personal— y desde el ofrecimiento de la prueba se seña-
la la necesidad de que la absolución, deba realizarse de modo estrictamen-
te personal y existan hechos concretos en la demanda o contestación, que
justifique dicha exigencia, la que será calificada por el tribunal para así or-
denar su recepción.
Sin perjuicio de lo señalado en el párrafo anterior, el mandatario o re-
presentante que comparezca a absolver posiciones por algunas de las par-
tes —fijarse que esto es muy delicado en derecho familiar— forzosamente
será conocedor de todos los hechos controvertidos propios de su mandante
6. Sentencia
56 Ibidem, p. 98.
112 JULIÁN GÜITRÓN FUENTEVILLA
diencia, de ser así posible o dentro de los ocho días siguientes”.57 Si bien
es breve el precepto, es fundamental, porque haberle agregado la parte
que dice, “de ser así posible” se dicte la sentencia o se den ocho días
más, tendría que modificarse, y en derecho familiar, determinar que co-
mo ésta se tiene que dictar en el momento de la audiencia de pruebas y
alegatos, el juez, el secretario y todo el personal del juzgado tendrían que
haber trabajado antes, para que en el momento no haya falla, que estén
los testigos, los peritos, los oficios y todo lo que se requiere, porque no
debemos olvidar que en una sola audiencia se va a resolver un juicio de
esa magnitud. Por otro lado, si bien se dice que debe ser breve y concisa
la sentencia, encontramos, por ejemplo, que en el artículo 81, en cuanto a
los requisitos para las soluciones, las resoluciones y las sentencias, se or-
dena lo siguiente:
59 Idem.
60 Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, 150a. ed., México, Po-
rrúa, 2005, p. 15.
114 JULIÁN GÜITRÓN FUENTEVILLA
61 Ibidem, p. 28.
LOS JUICIOS ORALES EN DERECHO FAMILIAR 115
7. Apelación
Aquí, habría que considerar lo que ordena el artículo 691, que en cuanto
a las revocaciones y apelaciones en el título de las apelaciones, en que ésta
se interponga ante el juez, en este caso, debería continuarse en esta forma,
y así el precepto ordena que
62 Ibidem, p. 259.
63 Ibidem, p. 189.
116 JULIÁN GÜITRÓN FUENTEVILLA
cepto, así como del 704, que menciona la revisión, calificación y térmi-
nos para resolver la cuestión de derecho familiar. Para complementar es-
ta hipótesis, con el artículo 951, que dispone que sólo en el supuesto del
artículo 700 en que se admiten ambos efectos, sentencias definitivas en
juicios ordinarios, autos definitivos que paralicen o ponga término al jui-
cio o sentencias interlocutorias, de acuerdo con lo que dice el 951, siem-
pre el recurso de apelación se admitiría en el efecto devolutivo.64
8. Revocación
Los autos que no fueren apelables y los decretos, pueden ser revocados
por el Juez que los dicta.
Son procedentes en materia de recursos, igualmente los demás previs-
tos en este Código y su tramitación se sujetará a las disposiciones genera-
les del mismo y además de los casos ya determinados expresamente en es-
ta ley, para lo no previsto al respecto, se sujetará a las disposiciones
generales correspondientes.65
I. NOTA INTRODUCTORIA
117
118 MARÍA ANTONIETA MAGALLÓN GÓMEZ
nueva noción del derecho3 que trata de argumentar una superación de los
metarrelatos del siglo XX, y de inscribirse en un nuevo diseño de autori-
dad y de producción de normas e instrumentos legales de coerción, con
los que pretende tanto garantizar el cumplimiento de las obligaciones co-
mo la tutela del orden social. Para lograrlo, reta a los estudiosos del dere-
cho a impulsar la construcción de un sistema jurisdiccional dinámico,
que permita transitar del proceso normativo lento y seguro, a un proceso
veloz y eficaz.
Dicha expectativa surge —entre otros factores— porque el ser huma-
no ha quedado sometido a un ritmo de competencia y vida acelerados,
como efecto del fenómeno de la mundialización,4 la cual le ha impuesto
la necesidad de producir bienes y servicios, utilizando las actuales técni-
cas de información y los sistemas de comunicación, que han adquirido
una nueva dimensión y significación a partir de la existencia de la física
del nanotiempo;5 este fenómeno, en los albores de este nuevo milenio, ha
cambiado la percepción de la dinámica de la vida. Este acontecer ha obli-
gado al hombre a reducir constantemente la duración de los procesos de
adquisición y transformación de los bienes y servicios que requiere, con-
virtiéndose así el factor “tiempo” en un elemento de competitividad es-
tratégico. Asimismo, el individuo debe procurar obtener tiempo del tiem-
po, a fin de desarrollar tanto las actividades que le permitan trascender su
limitada dimensión6 como fortalecer sus relaciones familiares, favore-
ciendo así un entorno familiar óptimo.
Es un reclamo social del presente milenio, el proporcionar a las fami-
lias mexicanas un sistema judicial eficiente, lo que implica que se le per-
mita resolver rápida y eficazmente las controversias habidas entre sus
miembros, así como superar convenientemente los cuestionamientos que
sobre su institucionalidad le desafían los nuevos paradigmas, ya que, co-
3 Hardt, Michael y Negri, Antonio, op. cit., nota 1, p. 26. Los autores señalan que se
trata de una nueva inscripción de la autoridad y un nuevo diseño de la producción de nor-
mas e instrumentos legales de coerción, que garantizan los contratos y resuelven los con-
flictos.
4 Vilar, Sergio, La nueva racionalidad. Comprender la complejidad con métodos
transdisciplinarios, Barcelona, Cairos, 1997, pp. 184-186. Se refiere a una nueva civili-
zación, en la que considera que el tiempo de las nuevas tecnologías significa —para las
escalas temporales humanas— la simultaneidad.
5 Miller K., David, Intervenciones planetarias, http://www.elistas.net/lista/grupo40
/archivo/indice/4541/msg/4538/.
6 Vilar, Sergio, op. cit., nota 4, pp. 98 y 99.
APROXIMACIÓN A UNA CONSTRUCCIÓN DEL PROCESO FAMILIAR 119
10 Holmes, Oliver W., The Common Law, 45a. ed., trad. de Fernando N. Barrancos y
Vedia, Buenos Aires, Litlle, Brown and Co., Tipográfica Editora Argentina, 1964, p. 45.
Véase también la edición publicada en su idioma original en 1991 por Dover Publica-
tions, Inc., Nueva York, con una introducción de Sheldon M. Novick.
11 Casanovas, Pomepeu y Moreso, José Juan (eds.), El ámbito de lo jurídico. Lectu-
ras de pensamiento jurídico contemporáneo, Barcelona, Crítica/Filosofía, 1994, p. 128.
12 Mill, John Stuart, Observaciones sobre la filosofía de Bentham, cit. por Pomepeu
Casanovas, Moreso José Juan, op. cit., nota 11, p. 153.
APROXIMACIÓN A UNA CONSTRUCCIÓN DEL PROCESO FAMILIAR 121
2. Economía procesal
16 Ihering, Rudolf von, Theorie der juristichen Technik, cit. por Pomepeu Casanovas,
y Moreso, José Juan (eds.), op. cit., p. 61. Véase del mismo autor la abreviatura del El es-
píritu del derecho romano, por Fernando Vela, 2a. ed., Madrid, Revista de Occidente,
1962, cuya sección III dedicó al “Arte jurídico”. Incluye un capítulo sobre el procedi-
miento, en el que expone su mecanismo analítico, las acciones y la defensa.
17 Idem.
APROXIMACIÓN A UNA CONSTRUCCIÓN DEL PROCESO FAMILIAR 123
22 Llewelyn, Kart N., El realismo jurídico norteamericano, cit. por Pomepeu Casa-
novas y Moreso, José Juan (eds.), op. cit., nota 11, pp. 255, 256 y 280.
APROXIMACIÓN A UNA CONSTRUCCIÓN DEL PROCESO FAMILIAR 125
23 Pound, Roscoe, Mi filosofía del derecho cit. por Pomepeu Casanovas y Moreso,
José Juan (eds.), op., cit., nota 11, pp. 305 y 313.
24 Couture, Eduardo, J., Fundamentos de derecho procesal civil, 3a. ed., México, Ed.
Nacional, 1981, p. 121.
25 Hart, H. L. A., Una mirada inglesa a la teoría del derecho norteamericano: la pe-
sadilla y el noble sueño, cit. por Pomepeu Casanovas y Moreso, José Juan (eds.), op. cit.,
nota 11, pp. 333 y 334.
126 MARÍA ANTONIETA MAGALLÓN GÓMEZ
1. Limitación al individualismo
miento de los fines de la misma naturaleza, y observa que tal ética es in-
variable, por lo que concluye que los principios jurídicos más generales
no dependen de la época, ni están condicionados por ésta, y agrega que
en tanto los fines esenciales del hombre y las responsabilidades morales
que le están vinculada dejen un espacio amplio para los propósitos perso-
nales y sociales, se constituyen éstos en una exigencia básica del derecho
natural. Por ello, asevera que en tanto que aquellos principios sean cum-
plidos, no se debe impedir a ningún pueblo que configure su vida social
como desee. Agrega que al derecho natural pertenecen esencialmente
tanto la validez intemporal de sus principios esenciales como el condi-
cionamiento histórico de su realización; afirma que el derecho puede rea-
lizarse en formas históricas, es decir, de maneras muy diversas y cam-
biantes, y que por ello está sometido al desarrollo o evolución tanto en lo
tocante a la conciencia ético-jurídica como también en cuanto a las for-
mas efectivas del derecho. Para demostrar lo primero invoca a Tomás de
Aquino, al considerar que la razón humana progresa “naturalmente” des-
de lo imperfecto a lo más perfecto, y para acreditar lo último exige en
particular aquello que corresponde mejor a la utilidad o al bien de todos
en las instituciones sociales.
Por último, Messner comenta que es necesario buscar la razón profun-
da de la evolución de la conciencia y de las formas jurídicas, en cuanto
que es una función esencial y básica de todo derecho el crear condiciones
para la realización del bien o de su utilidad, esto es: hacer posible el
cumplimiento de todas las responsabilidades que se fundan en los fines
de la vida humana. Al mismo respecto, agrega que dicho bien o utilidad
constituye la tarea fundamental del derecho en sus tres sentidos: 1. Como
orden y paz de la sociedad, mediante la seguridad jurídica; 2. Como el
bien común en tanto su participación proporcional de todos los grupos
sociales en el desarrollo de la cooperación social, y 3. Como progreso
cultural, al dar cumplimiento cada vez más fructífero a las otras dos ta-
reas precedentes. De lo anterior, el repetido autor advierte que esa utili-
dad o ese bien está determinado de un modo objetivo, porque deriva de
los fines esenciales de la vida; sin embargo —a la vez— comenta que el
cumplimiento de esas tres tareas presupone un conocimiento que se de-
senvuelve constantemente sobre lo establecido de modo general, para el
bien común, y —consecuentemente— sobre su virtual realización.
Tenida consideración de que en las familias se aprehenden el orden y
la paz, la fraternidad y el desarrollo que trasciende en bienestar social;
130 MARÍA ANTONIETA MAGALLÓN GÓMEZ
Orden social
Dentro del estilo del autor en cita, encontramos además que el tercer
elemento antes considerado se determina o define a sí mismo como ley
moral o como institución, en virtud de que el mismo autor designa a la
37 Ibidem, p. 83.
38 Ibidem, p. 84.
39 Recaséns Siches, Luis, op. cit., nota 9, t. I, pp. 121 y 122.
40 Vilar, Sergio, op. cit., nota 4, p. 161.
132 MARÍA ANTONIETA MAGALLÓN GÓMEZ
liar, y por ello se le debe proteger con un sistema judicial firme y eficaz
que le permita mejorar las condiciones de vida de sus miembros y el
cumplimiento de los altos valores morales que la conciencia social exi-
ge a los jueces y a los enjuiciados, antes de que enfrentemos los estra-
gos de su posible quebrantamiento.
A la vez, debe precisarse que la ministración de la justicia familiar no
debe quedar sometida al arbitrio de tradiciones particulares, así como
tampoco debe residir en la voluntad subjetiva de los individuos ni en la
de los legisladores o en la de determinados individuos conformados en
grupos minoritarios, sino que debe determinarse de conformidad con la
propia naturaleza de las normas de orden público, es decir, del interés ge-
neral, del bien común y de las buenas costumbres, lo cual es y debe ser el
bien jurídico e interés superior a tutelar.
43 Arazi, Roland, Elementos de derecho procesal. Parte general, 2a. ed., Buenos Ai-
res, Astrea, 1991, pp. 149-152.
44 Ovalle Favela, José, Derecho procesal civil, 7a. ed., México, Harla, 1980, p. 11.
134 MARÍA ANTONIETA MAGALLÓN GÓMEZ
Por último, con respecto a las ventajas que ambos procesos jurídicos
ofrecen a los justiciables, Giuseppe Chiovenda46 señala que en la mate-
ria es necesaria la reunión de todas las actividades procesales (que es-
tán dirigidas a la instrucción de la causa: pruebas y discusión de las
pruebas) en una sola sesión o en limitado número de sesiones, en todo
caso próximas unas de otras; señala que se denomina concentración al
principio con el que se aproximan los actos procesales en el tiempo y
en el espacio, y al carácter opuesto lo llama el de la descentralización o
del fraccionamiento.
Asimismo, el autor en cita asegura que el proceso oral requiere la
presencia del principio de inmediación; explica que al no quedar cons-
tancia en actas de las declaraciones realizadas por los llamados a juicio,
el juez tendrá que presidir fatalmente la o las audiencias; a la vez que
será necesario aplicar el principio de concentración, de modo tal que se
reúnan todas las pruebas en una sola audiencia o en unas cuantas fija-
das sucesiva y próximamente entre sí, aunadas al momento del dictado
de la sentencia. Asimismo, comenta que el proceso oral precisa del
principio de inmutabilidad del juez que presidirá la(s) audiencia(s) y
del que dictará la sentencia. A la vez, afirma que será necesaria la ins-
tancia única, ya que en caso de admitirse la revisión de la sentencia, el
tribunal superior carecería de los elementos probatorios que el inferior
tuvo en cuenta para fallar, salvo que la segunda instancia sólo se estable-
ciera estrictamente para el examen de la aplicación del derecho. Por últi-
mo, agrega que —al contrario de lo expuesto— el proceso escrito, para
ser eficaz, necesita fundamentalmente de la inmediación en la etapa pro-
batoria, no en cambio la identidad del juez, ni la inapelabilidad de la sen-
tencia, entre otros factores.
47 Ibidem, p. 95.
48 Vilar, Sergio, op. cit., nota 4, p. 152.
136 MARÍA ANTONIETA MAGALLÓN GÓMEZ
2. Fenómeno social
49 Recaséns Siches, Luis, op. cit., nota 9, t. II, pp. 207, 208, 239 y 240.
APROXIMACIÓN A UNA CONSTRUCCIÓN DEL PROCESO FAMILIAR 137
La felicidad que un orden social puede asegurar, sólo puede ser felicidad
en el sentido colectivo, es decir, la satisfacción de ciertas necesidades,
reconocidas por la autoridad social como necesidades dignas de ser satis-
fechas, como son las de tener alimentos, vestidos y viviendas. Pero ¿cuá-
les son las necesidades humanas dignas de ser satisfechas, y cuál es su
jerarquía? 52
...sólo un orden jurídico… que produzca una transacción tal entre los in-
tereses opuestos como para minimizar las posibles fricciones, tiene pro-
babilidades de una existencia relativamente duradera. Sólo tal orden es-
tará en condiciones de asegurar la paz social a sus ciudadanos sobre una
base relativamente permanente.54
En este último punto cabe ser solidaria con la pregunta que se formula
Magdalena Espinosa Gómez:55¿hasta dónde es la justicia una tarea exclu-
siva del derecho?, ya que hoy por hoy en México, al exigirse un Estado
de derecho, se reclama la “injusticia sentida”.
La comunidad que otorgue a la familia su justo valor debe confirmar,
reprobar o solicitar la desmitificación del formalismo jurídico, a fin de
que fluya la necesaria adecuación de sus normas, para atenderla y prote-
gerla, de conformidad con la movilidad permanente en que se encuentra
la sociedad, que —a la vez— modifica sus estándares de estructuración
social, moral y, por ende, jurídica; así como que se dé estricto cumpli-
miento a lo ordenado por el artículo 17 de la ley suprema.
V. CONCLUSIÓN
VI. BIBLIOGRAFÍA
1. Enciclopedia
2. Legislación
I. NOTA INTRODUCTORIA
La oralidad ha sido vista en los últimos años como una de las respuestas
acertadas a la exigencia de la expeditez en la administración de justicia, y
particularmente para encontrar en los procesos familiares la celeridad de-
seable en la solución de controversias jurídicas de esta índole. Sin em-
bargo, la oralidad no es el remedio absoluto: no puede englobarse en ésta
la solución a todos los problemas que dificultan la sencillez, la rapidez,
el bajo costo y, finalmente, la solución de conflictos familiares, que re-
quieren de la intervención de la autoridad jurisdiccional bajo las exigen-
cias mínimas de seguridad y certeza jurídicas.
La oralidad plantea problemas concretos en los que podemos encon-
trar más dificultades que alternativas para lograr sus beneficios en la so-
lución de los problemas a resolver en los procesos familiares.
143
144 GABRIEL MORENO SÁNCHEZ
3 Código Civil para el Distrito Federal, disco compacto, s. f., México, Suprema
Corte de Justicia de la Nación, compila XII, 2006.
4 Código de Procedimientos Civiles para el Distrito Federal, disco compacto, s. f.,
México, Suprema Corte de Justicia de la Nación, compila XII, 2006.
PROPUESTAS PARA LOGRAR BENEFICIOS DE LA ORALIDAD 149
que las partes no hayan ofrecido dichas pruebas, o porque éstas, habien-
do sido admitidas, no sean idóneas para probar la necesidad o el riesgo
real de decretar un régimen provisional de convivencias o por lo menos
de visitas. Habrá que esperar a la sentencia incidental y a las resoluciones
sobre apelación y amparo, para lograr la convivencia de los menores con
el cónyuge que no ejerce la guarda y custodia.
Independientemente de lo anterior, si el juzgador ordena la recepción
de pruebas periciales para mejor proveer —como estudios psicológicos a
las partes y a los menores hijos—, las más de las veces los peritos adscri-
tos al Centro de Convivencia Familiar Supervisada, si bien tienen la pre-
paración deseable, no cuentan con otros colegas o con el personal de
apoyo para desahogar los estudios con la celeridad y el cuidado que se
requiere: los estudios se practican satisfactoriamente, pero es necesario
aguardar a que se proporcione cita uno o dos meses después, que las par-
tes accedan y colaboren para su práctica, y que el resultado del estudio se
envíe en un lapso semejante, para desahogar esa prueba.
Cúmulo de asuntos o carga de trabajo, falta de personal de apoyo, asun-
tos pendientes de resolver, son dificultades que traducen la necesidad de
mayor personal en los juzgados, mejores prestaciones laborales, mayor ca-
pacitación y actualización, mayor especialización de los juzgadores en la
materia, mayores espacios físicos (aunque esto en parte ya se está logran-
do, con el traslado de las oficinas de los juzgados a la “Plaza Juárez”).
Análoga conclusión podemos obtener del análisis de los juicios orales
implementados en los artículos 2o. al 47 del título especial de la justicia
del paz en el Código de Procedimientos Civiles, que si bien evidente-
mente no se refieren a controversias familiares, sí nos proporcionan ele-
mentos para ponderar si en realidad los juicios orales, así como están im-
plementados en la actualidad en el Distrito Federal, ofrecen la celeridad
deseable.
Los juzgados de paz en materia civil, para el año de 2007, conocen de
controversias sobre propiedad o demás derechos reales sobre inmuebles
con valor de hasta $211,762.86 (doscientos once mil setecientos sesenta
y dos pesos, 86/100, m. n.) y de los demás negocios de jurisdicción co-
mún o concurrente hasta por la cantidad de $70,587.97 (setenta mil qui-
nientos ochenta y siete pesos, 97/100, m. n.).5
5 “Acuerdo del Consejo de la Judicatura del Tribunal Superior de Justicia del Distri-
to Federal”, Boletín Judicial, México, 2 de enero de 2007, p. 1.
PROPUESTAS PARA LOGRAR BENEFICIOS DE LA ORALIDAD 151
6 Calamandrei, Piero, Elogio de los jueces escrito por un abogado, México, Oxford
University Press, 2004, pp. 157 y 158.
PROPUESTAS PARA LOGRAR BENEFICIOS DE LA ORALIDAD 153
...la principal distinción que puede hacerse, atendiendo al fin de los plazos,
es en aceleratorios y dilatorios. Los primeros tienden a hacer más rápida la
marcha del procedimiento, impidiendo que hayan de sufrir largos retrasos,
y son los más numerosos dentro del proceso. Los segundos son los que
tienen por objeto evitar que una excesiva rapidez pueda dificultar la defen-
sa de alguna de las partes, y exigen que medie un lapso mínimo entre dos
actividades determinadas.12
VI. BIBLIOGRAFÍA
I. INTRODUCCIÓN
161
162 ALFONSO ESTUARDO OCHOA HOFMANN
5 Todd, Stephen C., “Law and oratory at Athens”, en Gagarin, Michael, The Cam-
bridge Companion to Ancient Greek Law, Cambridge, Cambridge University Press,
2005, p. 97.
164 ALFONSO ESTUARDO OCHOA HOFMANN
9 Wormser, Rene A., The Story of the Law and the men who made it, from the ear-
liest times to the present, Simon and Schuster, 1962, p. 187.
10 Aunque algunos autores sostienen que es en 1215, ya que en 1216, dada la cerca-
nía de su muerte, no realizó decreto alguno.
11 Es importante que él observa esta transición alrededor de los duelos o de casos de
materia penal; sin embargo, es un elemento de análisis reiterado por los analistas de los
juicios orales.
12 Sostiene Montesquieu: “El uso de los escritos fija las ideas y permite el secreto;
pero no existiendo semejante uso, no pueden fijarse las ideas por otro medio que la publi-
cidad, y como puede haber incertidumbre acerca de lo juzgado por hombres, o según la
expresión de Beaumanoir, o de lo que se litiga ante los hombres”, Montesquieu, Carlos
Luis de Secondat, Del espíritu de las leyes, México, Porrúa, 2001, p. 509.
13 Ferrajoli, Luiggi, Derecho y razón, 6a. ed., Madrid, Trotta, 2004, p. 619.
166 ALFONSO ESTUARDO OCHOA HOFMANN
...como un proceso que consiste en asegurar para todas las partes que in-
tervienen en un proceso penal que sus derechos se verán salvaguardados
y que, en el caso de los acusados, solamente se verán afectados por órde-
nes judiciales y nunca por la actuación arbitraria de la policía o del órga-
no investigador de los delitos.17
14 Ferrajoli hace una seria crítica a la instauración de ese tipo de proceso y sus defi-
ciencias; cfr. Ferrajoli, Luigi, op. cit.
15 Carbonell, Miguel, op. cit.
16 Considero importante observar que el concepto de debido proceso legal o due pro-
cess tiene otro tipo de acepciones. La Enciclopedia Británica en línea lo define como “el
curso de un procedimiento de acuerdo a las reglas y principios establecidos por un siste-
ma jurídico para garantizar y proteger los derechos privados. En cada caso el debido pro-
ceso contempla un ejercicio de poderes de gobierno como el derecho permite y sanciona,
bajo las salvaguardas reconocidas para la protección de los derechos individuales”. De
ser así como está establecido en esta definición, no encuentro el rasgo que separe un pro-
cedimiento escrito de uno oral, pues ambos pueden garantizar, de estar bien establecidos
y regulados, el debido proceso, así como ambos pueden garantizar que éste no aparezca,
si es que ambos no son bien establecidos y regulados, razón por la cual no considero sea
la piedra angular de los juicios orales. El debido proceso sería la piedra angular de todo
proceso. Cfr. Encyclopedia Britannica Online, http://www.britannica.com/eb/article-903
1369/due-process (15 de enero del 2007).
17 Carbonell, Miguel, op. cit.
18 Hernández Ruiz, Roberto, op. cit.
RACIONALIDAD COMUNICATIVA Y OBJETIVIDAD 167
juez analiza todas las versiones involucradas para de ahí tomar una deli-
beración que se manifestará en una sentencia.
A fin de poder dar claridad a lo que a lo largo de este ensayo entienda
por juicio oral, que es aquel que se sustancia de viva voz ante el juez que
entiende del litigio. A diferencia del juicio escrito, en el juicio oral las
pruebas y los alegatos se efectúan ante el juzgador, de ahí que se consi-
dere que tanto la inmediación como la oralidad están estrechamente uni-
das en este tipo de proceso.
28 Según el propio Habermas: “Yo utilizo «sistema» y «mundo de Vida» como con-
ceptos de esferas sociales que se distinguen por sus respectivos mecanismos de integra-
ción, es decir por los mecanismos de concatenación de interacciones”. Habermas, Jünger,
op. cit., pp. 193 y 194.
29 “Ambos paradigmas mundo de la vida y sistema tienen razón de ser, otro proble-
ma es asociarlos”, Habermas, Jünger, Problemas de legitimación en el capitalismo tar-
dío, Madrid, Amorrortu, 1991, p. 19, cit. en Melich, Joan Carles, Antropología simbólica
y acción educativa, Paidós, 1996, p. 47, nota 88.
30 Ritzer, George, Teoría sociológica contemporánea, Madrid, McGraw-Hill, 1993,
p. 491.
31 Bernstein, Richard, Praxis y acción, Madrid, Alianza, 1979, p. 240.
32 Habermas, Junger, La teoría de la acción comunicativa, Madrid, Taurus, t. 2, p. 117.
172 ALFONSO ESTUARDO OCHOA HOFMANN
33 Ibidem, p. 139.
34 Habermas, Jünger, Conocimiento e interés, Madrid, Taurus, 1987, p. 126.
35 Habermas, op. cit., nota 32, p. 177. Junto con este, los párrafos que vienen a conti-
nuación están extraídos de Melich, Joan-Carles, Antropología simbólica y acción educa-
tiva, Madrid, Paidos, 1996.
36 Habermas, op. cit., nota 32, p. 178 y t. 1, p. 104.
37 Ibidem, p. 179.
RACIONALIDAD COMUNICATIVA Y OBJETIVIDAD 173
Habermas quiere hacer justicia a la integridad del mundo vital y a los sis-
temas sociales, y demostrar cómo cada uno presupone al otro. No pode-
mos comprender el carácter del mundo vital a menos que comprendamos
los sistemas sociales que lo configuran, y no podemos comprender los sis-
temas sociales a menos que veamos cómo surgen a partir de las activida-
des de los agentes sociales.38
hablar de una época posmetafísica (no hay accesos a mundos ideales por
fuera de los códices ideales, rechazando que los significados pertenecen
a una comunidad, para así afirmar que son propios al sujeto, y por ende
relativos).
Imaginemos un proceso oral en Oaxaca: un juez que se encuentra en la
capital, poco, si no es que nada, conoce de las tradiciones, usos y costum-
bres de la comunidad indígena. Los entendimientos comunicacionales del
juez se limitan a su mundo de la vida, no teniendo así elementos para po-
der entender el mundo de la vida de la comunidad indígena; los significa-
dos que el juez genera son propios a él, y el hecho de que se presente la
prueba por vía oral o por vía escrita no aleja ese presupuesto del tintero.
La decisión del juez seguirá siendo relativa a su mundo de la vida.
Lo que la publicidad de los juicios orales generará es hacer más visibles
las condiciones de otredad que hoy por hoy predominan en México, hacer-
la más clara y, por consiguiente, más hiriente para aquel que es el otro.
Entiendo por otredad una mezcla paradójica de presencia y ausencia,
de cercanía y lejanía; es una acción en donde observo a quienes me ro-
dean como el otro, al cual no lo defino por lo que es o lo que sé de él, si-
no que lo defino según su experiencia, de la cual obtengo acceso a lo que
originalmente era inaccesible.44
Y es que los sistemas jurídicos anteriores a la modernidad se funda-
mentaban en el encantamiento divino a que se veía sometido nuestro
mundo (siendo el derecho natural teológico un ejemplo) y una vez desen-
cantado empieza el derecho a perder rumbo. Habermas considera que
con su teoría de la acción comunicativa puede devolverle al Estado de-
mocrático de derecho el fundamento esperado.
Pero el análisis de la nueva fundamentación del Estado de derecho y
de la democracia exige clarificar la metodología a utilizar para tan ardua
tarea. En los principios de la modernidad empiezan a resquebrajarse las
relaciones entre la política y el derecho, en la medida en que se necesita-
vidada por cualquier científico social. Por un lado, las restricciones nece-
sarias para la convivencia social, y por el otro, la idea de autorregulación
consciente de mis propias conductas. Esta doble dimensionalidad de la
sociedad origina una fuerte tensión entre mi autoconciencia (autonomía)
y la sujeción a normas (heteronomía), para permitir la convivencia.
Esta tensión debe ser resuelta para permitir que el individuo acate las
disposiciones y a la vez se considere como un ser que aún tiene la potes-
tad autorregulativa. Habermas plantea que esta tensión se resuelve al in-
terior del lenguaje, el cual, plasmado en términos jurídicos, nos introduce
en el aspecto de la legalidad y la legitimidad de las normas.
Ahora bien, el derecho moderno se caracteriza por la protección de inte-
reses privados, de derechos subjetivos y de las “órbitas de acción” de los
individuos, protegiéndolos de intervenciones arbitrarias tanto del Estado
como de otros sujetos. Escribe Habermas: “Pues desde un punto de vista
histórico los derechos subjetivos privados, que definen ámbitos de liberta-
des individuales de acción y por tanto están cortados a la medida de una
persecución estratégica de intereses privados, constituyen también el nú-
cleo del derecho moderno”.46
Así las cosas, en el seno del lenguaje son promulgadas varias normas
jurídicas tendientes a la regulación social, normas que están respaldadas
por la fuerza o la coacción, como garantía de cumplimiento de ellas. Se
busca, por tanto, que las conductas de los individuos se acojan a lo dis-
puesto por la ley, y a esto se le denomina legalidad, que no necesaria-
mente está acompañada de una obediencia moralmente motivada, pues si
así lo está ya nos encontramos en el campo de la legitimidad, y como no
puede exigirse esta motivación moral, la coerción irrumpe fácticamente.
La validez (que se plasma en la legitimidad) y la facticidad (que se
manifiesta en las “condiciones de coerción”) señalan para el derecho la
tensión arriba mencionada entre regla social (heteronomía y facticidad) y
autorregulación consciente (autonomía y validez).
La legitimidad del ordenamiento jurídico, y por tanto la superación de
una permanente tensión entre facticidad y validez, no es otra cosa que un
juego de lenguaje, un juego de la acción comunicativa, una conciliación
de extremos.
VI. CONCLUSIONES
Más allá de buscar vías para ser más expedito un proceso que en sí mis-
mo tiene muchas fallas como el escrito, resulta necesario, como observara
Roberto Unger, evitar la desintegración de la sociedad, desarrollando rela-
ciones intergrupales. Si el objeto del proceso oral se avoca a esta labor de
integración social, los beneficios de dicho proceso serán superiores, pues
logrará una integración moral. De no ser así, la modificación de un proce-
so escrito a uno oral no generará mayor transformación.47
Por esto, es importante que al juez se le involucre en una comprensión
transdisciplinaria del derecho, un conocimiento que permita que el juez, en
un modo conversacional, pueda entender la plasticidad de esta forma de
comunicación, que exista, como sostiene Schauer, tolerancia para poder
suponer a partir del contexto hablado, ciertas precisiones implícitas, pues
VII. BIBLIOGRAFÍA
183
184 JOSÉ OVALLE FAVELA
10 Puede leerse sobre todo el capítulo IV, que Calamandrei dedica a la llamada orato-
ria forense, la cual es uno de los graves riesgos y desviaciones de la oralidad. Cfr. Elogio
de los jueces escrito por un abogado, 2a. ed., trad. de Santiago Sentís Melendo, Conrado
Finzi y Niceto Alcalá-Zamora y Castillo, México, Oxford University Press, 2001, pp.
33-48.
11 Cappelletti, Mauro, “Aspectos sociales y políticos del procedimiento civil”, Proce-
so, ideologías, sociedad, trad. de Santiago Sentís Melendo y Tomás A. Banzahaf, Buenos
Aires, EJEA, 1974, pp. 35-45.
188 JOSÉ OVALLE FAVELA
abogacía”, Estudios de teoría general e historia del proceso, México, UNAM, 1974, t. II,
pp. 9-28.
LA ORALIDAD EN EL PROCESO FAMILIAR 189
14 Ovalle Favela, José, “Los antecedentes del jurado popular en México”, Boletín
Mexicano de Derecho Comparado, núm. 39, septiembre-diciembre de 1980, pp. 747-786;
publicado también en Criminalia, año XLVII, núms. 7, 8 y 9, julio-septiembre de 1981,
pp. 61-94, y en Estudios de derecho procesal, México, UNAM, 1981, pp. 299-337. De
esta última obra remitimos al lector en particular a las pp. 333-335.
LA ORALIDAD EN EL PROCESO FAMILIAR 191
propio Código, las audiencias no son dirigidas realmente por el juez, sino
por el secretario de acuerdos, con muy contadas excepciones.
En consecuencia, a pesar de la reforma nominal al artículo 299 del
Código de Procedimientos Civiles para el Distrito Federal, no se introdu-
jo en forma efectiva la oralidad, pues no existe inmediación entre el juez
y los sujetos del proceso, concentración de los actos procesales, identi-
dad física del juez, publicidad de las audiencias ni las instalaciones mate-
riales necesarias para tal fin.
Los actos con los que se introduce y define el litigio familiar —la de-
manda y la contestación— son, por regla, escritos, como deben serlo aun
en los procesos orales. Sin embargo, se prevé que la demanda y contesta-
ción pueda expresarse de manera verbal, “por comparecencia personal”
en el juzgado, en la que deben hacer el ofrecimiento de las pruebas (ar-
tículo 943). No parece que ésta sea la forma más adecuada de presentar
la demanda y la contestación a la misma, pues simplemente para dictarla
cada parte requerirá del asesoramiento de un abogado, el cual bien podría
llevar preparado por escrito el acto respectivo.
Es claro que el principio de la oralidad, el predominio de la palabra
hablada sobre la palabra escrita, no excluye en lo absoluto la escritura,
porque, salvo en la época germánica medieval, en la que no había nada
escrito, no había constancias; en épocas posteriores y en la época actual
todo debe constar por escrito. Recuerdo, por ejemplo, el caso de los juz-
gados de pequeñas causas en Brasil, con los que se quiso establecer la
oralidad total, y se dijo que no iba a haber nada por escrito, por lo que to-
do quedaba registrado en la cinta de una grabadora. En primera instancia
todo funcionó muy bien. Las partes hacían su demanda y su contestación
de manera verbal, las pruebas se practicaban de manera oral y el juez
dictaba la sentencia de la misma manera.
El problema se presentó en la segunda instancia, en la apelación, por-
que a los magistrados de apelación no les gustaba escuchar las grabacio-
nes, y entonces ordenaban a sus secretarias que transcribieran todo. A
partir de ese momento se perdía la rapidez que se había ganado; se perdía
la inmediación, la concentración de los actos procesales, etcétera.
Los actos con los que se introduce y delimita el litigio familiar —la
demanda y la contestación— deben ser escritos, aun en los procesos ora-
les. En este caso la escritura da certeza jurídica a las partes, y al juez, so-
bre el litigio sometido a proceso. La expresión oral de estos actos contri-
buye a que se pierda o se reduzca esa certeza, y no ayuda en nada a
agilizar el proceso. Lo que se debe practicar en forma oral es la audiencia
de pruebas, como lo previenen los artículos 944 y 945 del Código de
Procedimientos Civiles para el Distrito Federal, así como la audiencia
previa, de conciliación y de excepciones procesales. Pero es evidente que
la regulación actual de la audiencia de pruebas es completamente
insuficiente para propiciar la oralidad, con todas las condiciones que la
hacen posible.
LA ORALIDAD EN EL PROCESO FAMILIAR 193
I. INTRODUCCIÓN
195
196 HILDA PÉREZ CARBAJAL Y CAMPUZANO
rra, citando a Jorge Jellinek, manifiesta que “La familia puede ser conce-
bida como una institución de Derecho Público, en el sentido de institu-
ción que reposa sobre el imperium estatal”.1 Para el maestro Antonio
Cicu: “La familia es un conjunto de personas unidas por un vínculo jurí-
dico de consanguinidad o afinidad”.2 En tal virtud, el individuo puede
obrar no sólo en su propio interés, sino en el interés de la colectividad.
Al respecto, en el Código Civil para el Distrito Federal, título cuarto
bis, “De la familia”, en su capítulo único, se establece lo siguiente:
“Artículo 138 Ter. Las disposiciones que se refieran a la familia son
de orden público e interés social y tienen por objeto proteger su organi-
zación y el desarrollo integral de sus miembros, basados en el respeto a
su dignidad”.
Por lo anterior, se deduce que la naturaleza jurídica de la familia es
esencialmente social, no obstante que el derecho de familia se encuentra
comprendido dentro del derecho privado.
Desde el derecho romano se concibieron las dos especies de uniones
familiares: la justae nuptiae y el concubinato, que fueron socialmente
aceptadas y no requerían de ningún tipo de formalidad; eran uniones du-
raderas y monogámicas entre un hombre y una mujer, establecidas con la
intención de procrear hijos y apoyarse mutuamente en la vida.3
A lo largo de la historia los hombres han organizado sus relaciones se-
xuales y familiares de formas diferentes, tales como la poliandria, poliga-
mia, patriarcado, matrimonio monógamo, matriarcado, repudio, divorcio,
homosexualismo, amor libre, promiscuidad, etcétera; sin embargo, es la
familia la que ha conservado la unión entre las personas, por lo que se
puede sostener que la sociedad necesita de la familia para sobrevivir.
Es en la familia en donde se nace y se vive desde una perspectiva hu-
mana, y en la unidad familiar se ponen las condiciones y los valores que
permiten el crecimiento de la personalidad y, por consiguiente, de la li-
bertad del hombre.
Por la gran importancia de los asuntos relacionados con la familia y
debido al incremento de los conflictos familiares, en nuestro país surgió
la necesidad de crear los juzgados y salas de lo familiar, mediante el De-
4 Pina, Rafael de, y Castillo Larrañaga, José, Instituciones del derecho procesal ci-
vil, México, América, 1946, p. 349.
5 Cervantes M., Daniel, La oralidad y la inmediatez en la práctica procesal mexica-
na, México, Ángel Editorial, 2000, p. 62.
198 HILDA PÉREZ CARBAJAL Y CAMPUZANO
cluso con una función de mediación para lograr una solución amigable
entre las partes.
Por lo que hace al divorcio por mutuo consentimiento o divorcio vo-
luntario, su trámite es especial, ya que es un procedimiento instado por
voluntad de las partes.
Se puede hablar de la factibilidad que en la práctica tendrían los jui-
cios orales en lo relativo al parentesco, la nulidad del matrimonio, el con-
cubinato, el divorcio necesario, la adopción, todo lo referente a la patria
potestad y la tutela, así como lo relativo a las acciones derivadas del esta-
do civil de las personas (nacimiento, defunción, filiación, reconocimien-
to, emancipación, ausencia y nulidad o rectificación de actas), toda vez
que estas instituciones familiares regidas en la vía ordinaria civil alcan-
zarían los beneficios que ofrece el juicio oral, como lo son la prontitud,
celeridad en cuanto a los términos y plazos, convicción del juzgador en
el resultado de las pruebas y resolución inmediata del juicio.
La desventaja que en todas ellas se presenta, es la que se deriva del
principio de la suplencia de los planteamientos de derecho en materia fa-
miliar, tal como lo plantea Bejarano Sánchez al considerar que
De acuerdo con lo previsto en los artículos 55, 56, 57, 74, 95, 255, 260,
272-A, 277, 290, 298, 393, 395, del Código de Procedimientos Civiles pa-
ra el Distrito Federal, en los juicio que deben seguirse en la vía ordinaria
civil, el procedimiento judicial es fundamentalmente escrito, además de
considerarlo de orden público; por lo tanto, las partes no pueden alterar las
normas del procedimiento, actuaciones en las que se deben cumplir in-
cluso con requisitos de forma al presentarse todos los escritos y actuacio-
nes judiciales en idioma español, sin abreviaturas, llevando la forma que
establece el Código de Procedimientos Civiles, ya que en caso de que no
se cumplan las normas del procedimiento podrá declararse la nulidad de
las actuaciones. Se ordena, además, que los documentos deberán acom-
pañarse junto con el escrito inicial de demanda, a excepción de los que se
refieran a pruebas supervenientes, de los que se hayan solicitado con an-
terioridad o de aquellos que no puedan obtenerse, sino por conducto de
la autoridad judicial, llenándose los requisitos que toda demanda y con-
testación deben contener.
Resulta importante tomar en cuenta que el sistema escrito es acorde
con el artículo 14 de la Constitución Política de los Estados Unidos Me-
xicanos, precepto que en lo conducente establece:
vada, a fin de que convengan los actos para hacerla cesar y, en caso de que
no lo hicieran, en la misma audiencia el juez del conocimiento determinará
las medidas procedentes para la protección de los menores y de la parte
agredida. Al efecto, verificará el contenido de los informes que al respecto
hayan sido elaborados por las instituciones públicas o privadas que hubie-
ren intervenido y escuchará al Ministerio Público.
En este caso, el proceso penal difiere del procedimiento civil, pero aún
así, del contenido de los artículos 553 al 551 del Código de Procedimien-
tos Penales del Estado de Nuevo León se infiere que en los juicios orales
forzosamente debe quedar registro de las actuaciones (sean escritas, au-
diograbadas, videograbadas, etcétera), además de que el proceso es sus-
ceptible de suspenderse, o incluso de dilatarse, si se presentan los recur-
sos respectivos.
El 29 de marzo de 2004 el presidente Vicente Fox presentó a la Cáma-
ra de Senadores un proyecto de reformas a diversos preceptos de la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en materia pe-
nal, denominándola en la exposición de motivos como “Reforma estruc-
tural del sistema de justicia penal mexicano”, y refiere al “modelo acusa-
torio”, en donde es considerada la oralidad y la economía procesal como
principios rectores del proceso penal.
También en el estado de Nuevo León, en el Código de Procedimientos
Civiles, se contempla la existencia de los juicios orales, en los siguientes
casos:
En tal virtud, los casos en que procede el juicio oral en Nuevo León
quedan reducidos a las controversias de arrendamiento, de alimentos y al
divorcio voluntario, debiéndose destacar que debe quedar también regis-
tro de las actuaciones en el procedimiento oral, y que aunque no lo diga
específicamente el código, la audiencia es susceptible de diferirse.
En el estado de Hidalgo encontramos también la posibilidad de llevar
a cabo juicios orales, y de hecho se contempla la posibilidad de ventilar
en esa forma las diferencias conyugales sobre obligación de la esposa de
vivir al lado del marido, educación de los hijos, y la administración del
patrimonio de la sociedad conyugal, voluntaria o legal, pero no el juicio
de divorcio. Al respecto, el Código Procesal Civil de ese estado establece
lo siguiente:
9
Ibidem, p. 11.
10 Melchor Guerrero, Perla, Juicios orales, rapidez y transparencia, http://portal.
exatec1.itesm.mx/vinculacion/Edi_72/edi72_revista_1.htm.
EL JUICIO ORAL EN MATERIA FAMILIAR 209
recer de los abogados de las partes, simplemente los cita para que vayan a
su oficina a cierta hora y ahí sostiene una reunión personal con ellos, sin
formalidades, solemnidades y sin intercambio de cartas o mensajes. De es-
te tipo de reuniones, en las cuales el juez les pide a los abogados de ambas
partes sendas opiniones o las aclaraciones que él necesita, se levanta una
pequeña acta, con los puntos de vista de los abogados, de la manera más
sintética, y registrando cual fue la decisión del juez para resolver el punto
sobre alguna prueba, o alguna dificultad para obtenerla, o bien señalando
simplemente que el juez tiene ya la información suficiente acerca de lo
que necesitaba aclarar.
Dentro de las controversias del orden familiar que con mayor frecuen-
ta se presentan ante los juzgados de lo familiar en el Distrito Federal, son
los llamados juicios de alimentos que por su naturaleza son considerados
de orden público, ya que tanto los menores como el cónyuge que se dedi-
ca al cuidado de los hijos o a las labores del hogar tienen la presunción
de necesitar los alimentos, y deben recibirlos en forma inmediata para po-
der subvenir a sus necesidades alimentarias, precisamente por el carácter
urgente y perentorio de los alimentos. Por tal razón, sería conveniente que
este tipo de juicios se tramiten en forma oral, pues se agilizaría aún más la
forma de hacer efectivo el pago de la pensión alimenticia. En la actualidad,
en esta clase de juicios, al haberse establecido la posibilidad de reclamar
los alimentos mediante comparecencia personal, sin tener que cumplir
con la formalidad de la presentación de una demanda por escrito, se con-
templa un procedimiento con mayor contenido oral que escrito, máxime
que tratándose de alimentos para menores, procede incluso decretar el
monto de la pensión en forma provisional inmediatamente, sin necesidad
de que la parte demandada haya contestado la demanda, lo cual ya brinda
en parte la celeridad o economía procesal que se busca con los juicios ora-
les en matera de alimentos.
1. Demanda.
2. Emplazamiento (el cual, en caso de imposibilidad de hacer llegar al
demandado la cédula de notificación con las copias de traslado,
puede verificarse por medio de edictos).
3. Contestación de demanda (y reconvención, si así lo estima necesa-
rio el demandado) en términos del artículo 260 del Código Civil
para el Distrito Federal.
4. Audiencia conciliatoria (para tratar de avenir a las partes a llegar a
un arreglo, y de no existir el mismo, se verifica si las partes se en-
cuentran legitimadas, y se resuelven las excepciones procesales de
previo y especial pronunciamiento, y concluida la audiencia se
abre el juicio a prueba), de acuerdo con el artículo 272-A, del Có-
digo de Procedimientos Civiles. Sobre el particular, debe indicarse
que una vez contestada la demanda, y en su caso, la reconvención,
el juez señalará de inmediato fecha y hora para la celebración de
una audiencia previa y de conciliación dentro de los diez días si-
guientes, dando vista a la parte que corresponda con las excepcio-
nes que se hubieran opuesto en su contra, por el término de tres
días. En los juicios de divorcio necesario en que se invoquen como
causales únicamente las fracciones XI, XVII o XVIII del artículo
267 del Código Civil, la audiencia previa y de conciliación se fija-
rá dentro de los cinco días siguientes a la contestación de la de-
manda y, en su caso, de la reconvención.
5. Ofrecimiento de pruebas (por el término común a las partes de diez
días, acorde al artículo 290 del Código de Procedimientos Civiles).
216 HILDA PÉREZ CARBAJAL Y CAMPUZANO
X. CONCLUSIONES
cuenta que el juez de lo familiar puede tener una intervención más direc-
ta, e incluso con una función de mediación para lograr una solución ami-
gable entre las partes.
4. No obstante que se ha planteado la posibilidad de tramitar, me-
diante juicio oral, los asuntos sobre parentesco, la nulidad del matrimo-
nio, el concubinato, el divorcio necesario, la adopción, y todo lo refe-
rente a la patria potestad y la tutela, así como lo relativo a las acciones
derivadas del estado civil de las personas (nacimiento, defunción, filia-
ción, reconocimiento, emancipación, ausencia y nulidad o rectificación
de actas) en este tipo de casos se estima que resultaría poco viable el
juicio oral, precisamente por la complejidad e importancia de esta clase
de asuntos, tales como los juicios de reconocimiento o desconocimiento de
la paternidad.
5. Es en materia penal, en la que se han iniciado los procedimientos
orales, en el estado de Nuevo León, desde el año de 2003, en el que fue-
ron aprobadas reformas al Código de Procedimientos Penales, con las
que entraron en operación los juicios orales para delitos culposos no gra-
ves; en 2006 se incluyeron los delitos dolosos no graves, y existe con-
templado que todos los delitos también sean resueltos mediante juicios
orales, por lo que aun cuando el proceso penal difiere del procedimiento
civil, en las controversias del orden familiar resultaría factible y benefi-
cioso el juicio oral, toda vez que en los procedimientos escritos el juez
sólo toma conocimiento de los hechos a través de escritos y largas au-
diencias, y en cambio en el juicio oral el juez está en contacto con las
partes y los testigos, a quienes escucha y puede apreciar su sinceridad y
valorar sus convicciones.
6. Aun cuando no hay proceso totalmente escrito, como no lo hay
completamente oral, en las controversias del orden familiar únicamente
deben adecuarse las normas existentes a un proceso oral más ágil y efec-
tivo que traiga consigo una resolución que tienda a proteger a los miem-
bros más débiles de la familia, como lo son los menores.
7. Dentro de las controversias del orden familiar que con mayor fre-
cuenta se presentan ante los juzgados de lo familiar en el Distrito Federal
se encuentran los llamados juicios de alimentos, que por su naturaleza son
considerados de orden público, ya que tanto los menores como el cónyu-
ge que se dedica al cuidado de los hijos o a las labores del hogar tienen la
presunción de necesitar los alimentos, y deben recibirlos en forma inme-
EL JUICIO ORAL EN MATERIA FAMILIAR 221
I. INTRODUCCIÓN
223
224 MARÍA GUISELLA STEFFEN CÁCERES
...ordenamiento jurídico existente a fines del siglo XIX fue el marco legal
en la que se formularon e implementaron las políticas públicas en torno a
la familia durante el siglo XX.
En el Código Civil primitivo de 1855, los aspectos determinantes para
la tuición eran la edad y el sexo de los hijos, este criterio de división según
sexo y edad permaneció vigente hasta 1889, posteriormente con la ley
5.680 de 1935, se elevó a 10 años y la ley 10.271 la elevó a 14 años. En
1989, a través de la ley 18.802, Chile hizo su primera gran modificación,
la tuición fue entregada íntegramente a la madre.1
1 Olavaría, J., Y todos querían ser (buenos) padres. Varones en conflicto, Santiago
de Chile, Flacso, 2001, pp. 22-32.
DESTRUCCIÓN VINCULAR PARENTO-FILIAL 225
compartir con sus dos figuras parentales, en todos los ámbitos de trascen-
dencia significativa canalizados a su desarrollo como individuo.
Al respecto, en la mayoría de las situaciones postdivorcio se evidencia
que las decisiones parentales y las disposiciones judiciales no armonizan
con sus necesidades y demandas afectivas que devienen de su propia as-
piración, para evitar antagonismos y resolver de acuerdo con la lógica de
sus preferencias emocionales.
Esta situación plasma el doble discurso imperante. Por un lado, el ám-
bito jurídico considera al niño como un sujeto de derecho íntegro que im-
pregna su soberanía, y, por el otro, el ámbito familiar lo considera un
proceso potencia beneficiario de derechos vivenciales orientados a su
progreso socializador y a su perfeccionamiento integral en el aspecto fí-
sico, psicológico, afectivo, moral y espiritual.
En el escenario de las artificiosas denuncias de abuso se patentiza este
enlace familiar y jurídico. Desde ambas vertientes se instrumentaliza a la
niñez, en consideración a que se programa a un niño para ejecutar como
interventor directo de esta monstruosa estrategia, vulnerando su potestad
jurídica e infravalorando su derecho filial a mantener la cotidianeidad
dialógica vinculante con el padre.
El entorno dinámico de ambos contextos refleja el nivel de oscurantis-
mo del interés superior del niño a nivel familiar y de la ciencia jurídica.
Es un derecho y deber del padre o madre que no tiene el cuidado del hijo,
eliminando el concepto actual de visitas que se ha prestado para limitar en
algunos casos esta comunicación, tanto en cuanto a su sustancia como a la
forma en que puede ejercerse. La entrega al tribunal de la facultad de deter-
minar la frecuencia y libertad con que ha de mantenerse esta relación, se
mantuvo siempre dentro del marco que ella sea directa con el hijo y efec-
tuada con periodicidad regular, pero sólo en acuerdo con quien tiene a su
cargo el cuidado personal del hijo. Se acotaron, en relación con la norma
vigente, las ahora extensas atribuciones del tribunal, en el sentido que esa
frecuencia y libertad será la que el juez estime conveniente para el hijo y
que la comunicación entre el padre o la madre y el hijo sólo se suspenderá
en forma manifiesta, declaración que el tribunal deberá hacer en resolución
fundada, cuando las visitas afecten manifiestamente el bienestar del niño.2
2. Modificaciones
En este contexto
1. Trayectoria
5 Ahrons, C., y Rodgers, R. citado por Hass, A., El don de ser padre, 1995, pp. 170
y 171.
230 MARÍA GUISELLA STEFFEN CÁCERES
do el apego afectivo con sus hijos. No obstante esta realidad, a nivel so-
ciojurídico y familiar subsiste una suerte de desconocimiento, descon-
cierto y desapego respecto del rol socioafectivo del nuevo padre en la
familia disuelta, situación que visibiliza el desgaste paternal por preser-
var el vínculo afectivo con el hijo.
La segunda de ellas sintomatiza el escalonado deterioro comunicacio-
nal e interaccional de base que arrastra la ex pareja conyugal, potenciado
por la circunstancia de la separación y/o divorcio, que frecuentemente
conlleva la característica destructiva y/o conflictiva. Este condiciona-
miento pre y postdisolución vinculativa expresa la incapacidad de sepa-
rar conyugalidad de parentalidad, para ejercer la reciprocidad de roles en
la dinámica relacional de la configuración familiar disuelta.
La tercera surge de la custodia monoparental, contexto vivo que mate-
rializa la inexistencia de correlato entre el derecho y los profundos cam-
bios societales que se reflejan en la plataforma conductual de nuestra fami-
lia chilena y en las diversas constelaciones derivadas que la conforman.
En este aspecto, se considera que la mayoría de los hombres y las mu-
jeres pasan por divorcios traumáticos, y desde esta circunstancia y con el
propósito de proteger el bienestar de los hijos y cautelar sus intereses, se
toman medidas precautorias, pero “el problema surge, cuando uno de los
miembros de la pareja o a veces ambos, padecen algún tipo de trastorno
de la personalidad”.8 Asimismo, y/o derivado del hecho situacional en
que “los padres se quedan enquistados durante la transición, en una situa-
ción psicológica que no es ni de matrimonio, ni de separación ni de di-
vorcio, un patrón que puede surgir incluso cuando sólo uno de los proge-
nitores sufre perturbaciones significativas”.9
Estas características individuales y o de la pareja en conjunto pueden
magnificarse abierta o encubiertamente y desarrollar la obstrucción del
vínculo en la relación paterno-filial.
4. Proceso alienador
...en la obsesión del niño por denigrar al padre objeto, pero, posteriormen-
te vinculó el problema del síndrome con las acusaciones falsas de abuso
sexual, siendo éstas una derivación y que emergen cuando fracasa el es-
fuerzo de excluir al progenitor objeto, e incluso pueden aflorar con ante-
rioridad a la separación matrimonial. Consideró que involucrar a un niño
en falsas acusaciones de abuso, es una forma de abuso en sí mismo y un
indicador de problemas graves en el sistema legal del divorcio. Rand,
Conway D. (1997: I-II).
12 Cartwright, G. F., 1993, citado por Rand Conway, D., “El espectro del síndrome
de alieneación parental”, parte II, Periódico Americano de Psicología Forense, vol. 15,
núm. 3, 1997, 21:3, pp. 205-215.
DESTRUCCIÓN VINCULAR PARENTO-FILIAL 235
que lidian insistentemente vía tribunales, para ser una presencia perma-
nente en la vida de sus hijos postseparación conyugal.
Por tanto, la falsa denuncia de abuso sexual edita una táctica punitiva de
acoso a la relación emocional paterno-filial, orientada a deshonrar la ima-
gen afectiva y presencial del padre, para disfuncionar la nueva correspon-
dencia amorosa que se establece en la dinámica relacional con el hijo. Esta
práctica es sustentada desde la experticia coactiva de la madre, y se encu-
bre como las fortalezas del amor y del cuidado, y la condena al padre tra-
duce la violencia interna que deviene de la desvinculación conyugal.
En este aspecto, no procede que los tribunales suspendan el contacto
entre padres e hijos, a menos que se pruebe lo contrario, porque el cese
de los encuentros amputa la relación y forja una orfandad artificial con
un alto deterioro psicológico y afectivo.
Las sentencias judiciales y las órdenes que emanan respecto de esta te-
mática desarticulan de raíz a la familia, lo que significa su desperfila-
miento como comunidad de personas unidas por procesos afectivos y co-
municacionales en permanente evolución.
mente y portará las secuelas psicológicas desde su inicio y/o las imprimi-
rá a futuro, situación que experienciará toda la comunidad familiar.
La valoración práctica del principio respecto al interés del niño ame-
rita su desinstalación en los procedimientos y procesos legales relativos
a situaciones de falsas denuncias de abuso sexual, porque la oralidad
participativa en este tipo de juicios le genera un severo duelo interno.
El quiebre emocional y duelo afectivo que sobrelleva el niño a poste-
riori lo instala en un severo riesgo psicosocial, porque al fortalecer un
falso abuso construyen uno verdadero. Esta situación demanda la pre-
sencia de personal calificado en familia y salud mental para restaurar su
parcela emocional, para recuperar su memoria afectiva y para resguar-
dar la relación vincular con el padre.
La mediación e intervención del niño impulsada por el progenitor cus-
todio y amparada por el procedimiento judicial reseña la lesiva simbiosis
jurídico-materno, asociación que no obstante la ausencia de intervención
sistémica intrafamiliar y la recepción de informes psicológicos y evalua-
ciones diagnósticas inexactas, decreta la veracidad de la artificiosa de-
nuncia de abuso y declaran culpable al presunto culpable.
El ejercicio profesional como perito en la defensa oral penal me ha per-
mitido revisar expedientes, diagnósticos y evaluar terapéuticamente al pre-
sunto culpable. La legitimidad de esta experiencia expone la clara directriz
inductiva materna y de algunos profesionales de la salud mental, en el uso
y abuso del adiestramiento infantil orientado a testificar contra del padre.
Estas conductas cuentan con mi más absoluto repudio, dado que he te-
nido la posibilidad, no frecuente, de acceder vía audio al interrogatorio
de naturaleza sexual de un niño pequeño frente a tres jueces y a los abo-
gados respectivos. Esta situación instala a la infancia en un contexto que
no puede ni debe legitimarse jurídicamente.
Como corolario, la contribución de profesionales, expertos y peritos
forenses no calificados viabiliza nuestra realidad, e impugna la interven-
ción firmante a nivel país, con respecto a la Convención sobre los Dere-
chos del Niño.
VI. CONCLUSIONES
1. Falsa denuncia
4. Tuición compartida
VII. BIBLIOGRAFÍA
1. Referencias bibliográficas
2. Seminario
3. Documentos
4. Referencias en Internet
DARNALL, Douglas, Consecuencias del SAP sobre los niños y sobre el pa-
dre alienado, trad. de Bronchal, J., 1998, http://www.ve.ch/en/pas/ bw
199809.htm.
EZQUERRO, Milagros, El conflicto entre los padres y sus efectos sobre los
hijos, 2002, Guía hispavista.com/Sociedad y Cultura/Asociaciones
Separados de Galicia. Hispanista, webs.ono.com/unionseparados.
GARDNER, Richard, Addendum 2, http://rgardner.com/refs/addendum2.html
(marzo de 2000).
PIZZEY, Erin, Fragmentos de correspondencia, http://www.adiospapa.org.
(11 de agosto de 2001).
RAND CONWAY, Deidre, “El espectro del síndrome de alieneación parental”,
1997 (partes I y II), Periódico Americano de Psicología Forense, vol. 15,
núm. 3, http://www.geocities.com/apinpach/aarticulos/pas1.htm.
PROPUESTA PARA LA REFORMA DE LOS JUZGADOS
DE FAMILIA
I. PRÓLOGO
241
242 CARLOS LUIS VILLACAMPA ORÚS
II. INTRODUCCIÓN
En los últimos tiempos, las denuncias, aunque falsas, por malos tratos
llevan a los padres a pasar de veinticuatro a cuarenta y ocho horas arres-
tados en los calabozos de las comisarías de policía y al establecimiento,
por el juez correspondiente, violencia de género, de una orden de aleja-
miento del domicilio familiar.
Quizá puedan imaginar, al leer estas líneas, las frustraciones, los senti-
mientos de pérdida de la relación con sus hijos, el dolor que les produce
verlos usados, por la otra parte, para defender intereses personales y ven-
garse del otro. Y, ¿cuándo un padre observa cómo sus hijos quieren per-
manecer algún tiempo más con él y no lo pueden hacer para no traspasar
los límites establecidos? ¿Cómo los niños se callan tantos deseos por
miedo, por temor a las reacciones, que ya conocen, de la persona con la
que conviven de forma permanente?
Pongámonos en el lugar de aquel padre que tiene que soltar a su hijo,
agarrado fuertemente a la pierna de sus pantalones, para que nadie se lo
lleve de allí, porque ese padre tiene que entregarlo a la madre para no in-
cumplir la sentencia. Y el dolor de los hijos que ven sufrir a sus padres,
que temen perder su amor y que ven cómo se van alejando, poco a poco,
de sus vidas.
Por otro lado, les he de manifestar que desde 1996, en que comencé a
formarme como mediador, y vistas estas realidades, fui descubriendo y
conformando cómo debería ser un juzgado de familia. Todo lo que voy a
seguir escribiendo, como ya indiqué, será un preámbulo, un marco para
presentar a ustedes una propuesta, en este sentido.
— lo pasado.
— la despedida.
— el acuerdo de futuro.
dría manifestarles algo, como esto: si ustedes, ciudadanos, con los dere-
chos que conocen que les asisten, adultos, no son capaces de tomar una
decisión por ustedes mismos, pues, ahora, yo la voy a tomar por ustedes.
Esta descripción, así estructurada, puede organizarse, supongo, de
otras maneras, pero lo que no debería perderse de vista son los fines: la
mediación es el sistema, el método. Los jueces intervendrán para ratificar
los acuerdos tomados en la mediación, a petición de la pareja y para en-
juiciar a las que no acepten mediar o no sean capaces de hacerlo. Los pa-
dres, independientemente de la ruptura como pareja, en cumplimiento de
los deberes para con sus hijos, pensando en ellos, amándolos, tienen que
seguir educándolos de la forma lo más ampliamente compartida posible.
La mediación familiar, según mi criterio, es un método, un camino no
adversarial, que tiene dos objetivos fundamentales: uno de carácter gene-
ral, que persigue la resolución del conflicto, y otro de carácter particular
que sería, tal como acabo de insinuar, la custodia compartida, como for-
ma de poder satisfacer las necesidades de sus hijos, y cuyo modo de or-
ganización se analizaría en la mediación. No creo que sea erróneo pensar
que si los padres la tuvieran como norte, si tuvieran la posibilidad de ob-
tenerla, ilusionados asumirían sus responsabilidades, y, si fuera necesa-
rio, se capacitarían para mejor atenderlos, porque lo que no se ha sabido
hacer en el pasado no se pudo o no se quiso, se puede aprender para el
futuro, se querrá y se podrá.
IX. EPÍLOGO
He presentado, tal vez, un sueño, pero si todos los que tengan la opor-
tunidad de leer estas líneas están de acuerdo con los planteamientos, to-
man decisiones, ayudan, empujan, lo hacen suyo, conseguiremos que el
sueño se convierta en realidad.
México, en una apuesta decidida y eficiente como pocas, ha implanta-
do, prácticamente en toda la nación, la mediación familiar, como un sis-
tema alternativo al judicial, y sea, posiblemente, el país en el que se halla
más extendida territorialmente.
Voy a plantearles un nuevo reto, que las autoridades políticas, jurídi-
cas, sociales y, en fin, todos los mexicanos, mujeres y hombres, sean va-
lientes, como estimamos que es ese pueblo y pensando, en conciencia, en
las necesidades educativas de los niños y en los deberes de los padres,
250 CARLOS LUIS VILLACAMPA ORÚS
apuesten por las propuestas que les hago, la mediación familiar, como el
método a aplicar, no alternativo, y la custodia compartida, y, así, tendría-
mos padres colaboradores en la educación de sus hijos y responsables,
con lo que irían apareciendo ciudadanos más pacíficos, más maduros y
más satisfechos de sus responsabilidades y de verse capaces de asumir-
las. Repito: sean valientes; adelante, yo espero y deseo que ustedes los
mexicanos lo conseguirán, ese pueblo, del que este humilde español se ha
ido enamorando poco a poco.
X. BIBLIOGRAFÍA