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REPÚBLICA DEL ECUADOR

FUNCIÓN JUDICIAL

Juicio No: 1772120161110, CORTE NACIONAL, número de ingreso 1


Casillero Judicial No: 5387
Casillero Judicial Electrónico No: 0
Fecha de Notificación: 02 de agosto de 2018
A: BARRE QUIROZ NILSON ANTONIO
Dr / Ab:

SALA ESPECIALIZADA DE LO PENAL, PENAL MILITAR, PENAL POLICIAL Y TRÁNSITO

En el Juicio No. 1772120161110, hay lo siguiente:

Quito, jueves 2 de agosto del 2018, las 12h19, VISTOS: 1.- JURISDICCIÓN Y
COMPETENCIA El infrascrito Tribunal de Casación, conformado por el Doctor Edgar
Flores Mier, Juez Nacional Ponente; el doctor Marco Rodríguez Ruíz, Juez Nacional;
y el doctor Richard Villagómez Cabezas , Conjuez Nacional quien actúa ante excusa
del doctor Luís Enríquez Villacrés, es competente para conocer del presente recurso
extraordinario de casación, en virtud de lo previsto en los artículos 184.1 de la
Constitución de la República (CRE); 141, 160.1 y 186.1 del Código Orgánico de la
Función Judicial (COFJ); 656 y siguientes del Código Orgánico Integral Penal (COIP) -
aplicable al sub júdice-; así como también, según lo dispuesto en las Resoluciones
Nros. 10-2015, 01-2018 y 02-2018 del Pleno de la Corte Nacional de Justicia, y el
respectivo sorteo de ley. 2.- ANTECEDENTES 2.1.- Antecedentes fácticos Los hechos
que dieron inicio a esta causa, según lo que consta fijado en la sentencia de segundo
nivel, ahora impugnada, son los siguientes: … Que el 15 de noviembre de 2015, a
las 18h30 minutos, aproximadamente, miembros de la Policía Nacional que se
habían encontrado de servicio en el Control Sur de esta ciudad de Tulcán, hacen
parar la marcha de un vehículo tipo automóvil marca Chevrolet, Nova, de placas
GCY-0150 en el que viajaban dos personas identificadas con los nombres de: José
Jesús Enríquez Ortíz de nacionalidad colombiana y Nilson Antonio Barre Quiroz, de
nacionalidad ecuatoriana, que al solicitarles un registro personal y del vehículo, en
los laterales del automotor observan un excesivo peso razón por la cual los
trasladan hasta la Unidad Antinarcóticos del Carchi en donde en presencia del
suscrito en calidad de Fiscal, de los hoy procesados y Abogado de la defensa se
procede a la apertura de los laterales del automotor encontrando debidamente
camuflado sustancia sujeta a fiscalización constituida por base de cocaína con un
peso neto de 41.853 gramos y 15.593 gramos de marihuana, razón por la cual se
inició un proceso penal en contra de los acusados. (…) 2.2.- Antecedentes
procesales (Validez Procesal) A la presente sentencia, que pone fin al recurso de
casación presentado por el procesado, le anteceden los siguientes actos procesales,
que denotan su validez: Sentencia de primer nivel, dictada por el Tribunal de
Garantías Penales con sede en el cantón Tulcán, de 26 de abril de 2016, las 12h02,
que declaró la culpabilidad de los ciudadanos José Jesús Enríquez Ortíz y Nilson
Antonio Barre Quiroz, como autores directos del delito de tráfico ilícito de
sustancias catalogadas sujetas a fiscalización, tipificado y sancionado en el artículo
220.1,d) del Código Orgánico Integral Penal (COIP); imponiéndoles, a cada uno, la
pena privativa de libertad de treinta y cuatro años, ocho meses; y multa de ciento
veinte salarios básicos unificados del trabajador en general. Sentencia de segundo
nivel, dictada por la Sala Única Multicompetente de la Corte Provincial de Justicia
de Carchi, de 21 de junio de 2016, las 14h08, que en decisión de mayoría, desecha
los recursos de apelación interpuestos por los procesado, y confirma el fallo subido
en grado. Providencia dictada por la Sala Única Multicompetente de la Corte
Provincial de Justicia de Carchi, que corre de fs. 105 del cuaderno de segundo nivel,
mediante la cual se dispone remitir a la Corte Nacional de Justicia, el recurso de
casación interpuesto por el procesado Nilson Antonio Barre Quiroz. Sorteo del
Tribunal de Casación de la Corte Nacional de Justicia, según lo ya expresado en el
numeral 1 de este fallo. Auto de 4 de diciembre de 2017, las 09h46, mediante el
cual se admite a trámite el recurso de casación interpuesto por el encartado Nilson
Antonio Barre Quiroz. “ú única y exclusivamente por los cargos desarrollados en los
puntos 4.1.1.; y, 4.1.2, de este auto, esto es, en cuanto a la errónea interpretación
del artículo 47.5 del Código Orgánico Integral Penal; y, la contravención expresa de
los artículos 5.1.3; 13.1.2.; y, 17 ejusdem; los mismos que deberán ser
fundamentados en audiencia oral y contradictoria, sin variar su contenido;
recordando, además, la prohibición que tiene el impugnante de alterar los hechos
que se consideran como probados en la sentencia impugnada, devenida del
segundo inciso del artículo 656 del Código Orgánico Integral Penal. …” Audiencia
oral, pública y contradictoria de fundamentación del recurso, en la que
intervinieron: el doctor Eduardo Riofrio, defensor público, como defensa técnica del
procesado Nilson Antonio Barre Quiroz; el doctor Marco Navas Arboleda, delgado
del señor Fiscal General del Estado; y, el doctor Wilson Camino, defensor público,
en representación del procesado no recurrente José Jesús Enríquez Ortíz. 3.-
AUDIENCIA DE FUNDAMENTACIÓN DEL RECURSO DE CASACIÓN 3.1.-
Fundamentación del recurso interpuesto por Nilson Antonio Barre Quiroz,
procesado. Durante la audiencia oral, pública y contradictoria de fundamentación
del recurso, el doctor Eduardo Riofrio, defensor público, en representación del
encartado y con relación al cargo admitido a trámite, arguyó: Errónea
interpretación del artículo 47.5 del Código Orgánico Integral Penal. Se refiere a la
errónea interpretación del norma indicada, la cual, señala, constituye la agravante
que ha sido aplicada en el presente caso a su defendido, toda vez que se encuentran
sentenciados el señor Nilson Antonio Barre Quiroz y José Enríquez, por
presuntamente haber incurrido en la conducta establecida en el artículo 220.1,d)
del COIP, esto es Tráfico. Indica, que hay una errónea interpretación, toda vez que
el artículo 47.5 en su parte pertinente establece que es como agravante el cometer
la infracción con la participación de dos ó más personas; cuando el texto literal de
la norma no establece que es un agravante cometer la infracción dos personas, sino
es una conjunción “de”, con dos; dicha circunstancia permite establecer que existe
una errónea interpretación del artículo 47.5 toda vez que el Tribunal de Apelación
debió haber revisado este punto y al no ser conforme a derecho hacer una
interpretación extensiva, se han violado los artículos 13.1 y 2 que es que hay que
atenerse al tenor literal de la norma y la prohibición de utilización de analogías para
ampliar los tipos penales. Solicita que se acepte la casación y se revoque el fallo
modificándolo parcialmente en el aspecto de la agravante aplicada a su defendido
y al otro procesado. Contravención expresa de los artículos 5.1.3; 13.1.2 del Código
Orgánico Integral Penal. Manifiesta que hay contravención expresa de los artículos
5.1. y 5.3, esto es el principio de legalidad y el principio de in dubio pro reo; de la
misma manera, del artículo 13.1 y 13.2 del COIP, esto es, respecto a la
interpretación de las normas penales que en la parte principal establece la
prohibición de utilización de analogías y aplicación estricta al tenor literal de la
norma. En el presente caso se ha aplicado a su defendido una acumulación de penas
basados en lo establecido en la Resolución 12 de 2015; más sin embargo, bajo los
principios de legalidad y aplicación al tenor literal de la norma, se violenta toda vez
que no se aplica ni el artículo 20 que es un concurso real, ni el artículo 21 del COIP
que establece el concurso ideal, haciéndose claramente una contravención expresa
al principio de legalidad. De la misma manera se contravienen principios
constitucionales como el artículo 82 seguridad jurídica, el artículo 75 que establece
la tutela judicial efectiva, así como normas establecidas en el artículo 11.2.3.4.5
CRE; toda vez que esta resolución (12-2015) se trata de aplicar única y
exclusivamente para delitos catalogados o dentro del ámbito de los delitos de
sustancias estupefacientes. Hace mención que el Estado ecuatoriano en el año 1997
fue sentenciado en el caso Suárez-Rosero versus Ecuador en la sentencia de 12 de
noviembre de 1997 serie No. 35 de la Corte Interamericana de Derechos humanos,
en la cual establecía que no se puede violar el principio de igualdad por el
cometimiento de algunas circunstancias o delito en particular; en ese caso era un
delito de narcotráfico y que todos y cada una de las conductas deben ser juzgadas
por el principio de igualdad y discriminación. En el presente caso claramente se está
realizando una discriminación y violando el principio de igualdad al juzgarlos única
y exclusivamente por ese delito, ya que es público y conocido que en el país no se
juzga o se hace acumulación en otros delitos como de pronto cohecho, peculado o
de otra circunstancia que tal vez revelen mayor peligrosidad. Existen también
consultas elevadas hacia la Corte Constitucional en pro de que esta resolución (12-
2015) adolece de vicios de constitucionalidad; de la misma manera se encuentran
consultas elevadas hacia la presidencia de esta Corte Nacional. La defensa del señor
Nilson Antonio Barre Quiroz, cree que se han violado por contravención expresa los
artículos 5.1.3. 13.1.2, asimismo el artículo 17 COIP, ya que nos dice que las
infracciones deben estar establecidas con anterioridad al cometimiento de la
norma. Solicita que se acepte, de igual manera, el recurso de casación interpuesto
y se reforme la sentencia subida en grado, estableciendo que no existe ni un
concurso real, ni un concurso ideal, conforme lo establecen los artículos 20 y 21 del
COIP para que sea aplicado en la presente causa. 3.2.- Contradicción por parte de
Fiscalía General del Estado El doctor Marco Navas Arboleda, delegado del señor
Fiscalía General del Estado, manifestó: Con relación a que existe una errónea
interpretación del artículo 47.5 COIP; la norma determinada es la precisa, es decir
el artículo 47.5 es la norma jurídica que se debe aplicar; no hay tal equivocación en
tanto y en cuanto hay agravantes dentro de este Tráfico de sustancias
estupefacientes, habida cuenta que está en el grado de gran escala el tráfico que se
realizaba, y así tenemos que cocaína había 41.853 gramos, marihuana 15.593
gramos, pesos netos; lo cual da una gran escala. Se ha aplicado en forma correcta
el artículo 47.5 por cuanto cuando se trafica diferentes sustancias cocaína y
marihuana la pena es acumulativa de conformidad con lo que indica el artículo 17
del COIP, es decir se pondrá una pena privativa de libertad de hasta 40 años y en
este caso se ha puesto 34 años 8 meses, es decir, está dentro de la norma el
quantum de la pena, en tal virtud, no hay tal mala interpretación del artículo 47.5.
En cuanto a que hay una contravención expresa del artículo 5.1.3. COIP, manifiesta
que los procesados tuvieron un debido proceso, conforme lo estipula el artículo 76
CRE; cuando se cometió el delito estaba en plena vigencia el COIP y en cuanto a la
duda razonable, al in dubio pro reo, no hay duda sino certeza y hay el
convencimiento de que se estaba traficando en gran escala por parte de los dos
procesados. Se ha dicho también que se ha sentenciado por analogía a los dos
procesados; la sentencia es por las pruebas que se presentó dentro del proceso por
parte de la Fiscalía, además es un delito flagrante el que se tuvo y fue probada la
materialidad de la infracción, la responsabilidad de los sentenciados, así como el
nexo causal correspondiente;, por lo tanto la sentencia es lógica, clara, precisa y
comprensible y existe la correspondiente razonabilidad. Además, hubo un acuerdo
probatorio dentro del proceso, correspondiente a la materialidad de la infracción la
misma que fue dada entre las partes y aprobada por el correspondiente tribunal. La
sentencia está dentro de la norma jurídica correspondiente, el quantum obedece al
artículo 55 del COIP, consecuentemente Fiscalía pide que se declare improcedente
el recurso de casación planteado y que se ratifique la sentencia venida en grado;
por otra parte no se ha indicado en qué considerando de la sentencia se encuentra
el error en la sentencia y cuál sería la norma jurídica a aplicar. Por tales
consideraciones solicita que se declare improcedente el recurso. 3.3.- Réplica por
parte de la defensa técnica del recurrente - En el considerando 6.10 de la sentencia
recurrida-, se establece el error; y en lo que se refiere a la normativa que debía
aplicarse, en el caso concreto es público y notorio que existe un delito de
narcotráfico y que hay la autoría y participación de los procesados; ese no ha sido
el fundamento del recurso de casación, el recurso se lo fundamenta en la errónea
interpretación así como en la contravención expresa en el momento de aplicar la
pena que es privativa de libertad de 34 años, 8 meses, cuando es por un delito de
65 kilos aproximadamente de sustancia. - Fiscalía refiere que única y
exclusivamente al tratarse de un delito de tráfico a alta escala deba ser tratado de
forma diferente, y que por lo tanto no se tiene derecho a recurrir; el principio de
igualdad establece que debe aplicarse la ley en todos y cada uno de los delitos y
procesos de manera igual y equitativa. 3.4.- Intervención de la defensa del
procesado no recurrente El doctor Wilson Camino, defensor público, en
representación del procesado no recurrente José Jesús Enríquez Ortíz, manifestó: -
Que pido que se haga extensivo el recurso a favor de su defendido; está de acuerdo
en lo indicado por el abogado del recurrente sobre la resolución 12-2015 , así como
de las resoluciones de la Corte Constitucional que ha referido la defensa del
procesado recurrente, de lo cual ha existido una consulta de legalidad por los
señores Jueces de la Sala Penal de la Corte Nacional de Justicia; así mismo de que
existe una consulta de inconstitucionalidad por parte de los señores Jueces de la
Sala de lo Penal de la Corte Provincial de Justicia de Pichincha que se han referido a
ese mismo tema de la acumulación de penas; lo cual pide que se tome en cuenta
para su defendido. 4.- ANÁLISIS JURÍDICO DEL TRIBUNAL DE CASACIÓN 4.1.-
Respuesta a los cargos planteados por el impugnante 4.1.1.- En cuanto a la
alegación de que existe una “errónea interpretación del artículo 47.5 del COIP”, ya
que a decir del recurrente dicha agravante ha sido mal interpretada toda vez que
existe la conjunción “con”, y que eso significa que para que pueda determinarse la
agravante necesariamente debe haber la participación de 3 personas y no de 2
como ha ocurrido en el sub júdice; considerando por tanto, que existe una errónea
interpretación y que por ello se debe aceptar dicho cargo y casar parcialmente el
fallo modificándose en cuanto a la aplicación de la agravante. Así planteada esta
primera alegación, misma que estriba en el denominado “error de interpretación
propiamente dicho”, el cual implica el análisis del sentido y alcance de las
consecuencias jurídicas de la norma; por otro lado, se debe precisar que este error
in iure no se provoca en la adecuación de la narración fáctica que hace el juzgador
con el supuesto de hecho de la norma; es por ello, que cuando se alega esta causal,
se acepta que la norma utilizada por el juez es la correcta, empero, se impugna la
manera en la que éste ha interpretado el sentido y alcance de sus consecuencias
jurídicas. Ahora bien, este Tribunal a efecto de despejar la presente alegación
considera pertinente, en aras de poder determinar el quantum de la pena, que es
menester necesario establecer cuál de las tablas de cantidades de sustancias
estupefacientes y psicotrópicas para sancionar el tráfico ilícito de mínima, mediana,
alta y gran escala (esto es, si la publicada en el R.O. Segundo Suplemento, No. 288
de 14 de julio de 2014; ó, la del R.O. Segundo Suplemento. No. 586 de 14 de
septiembre de 2015, ratificada en el R.O. Segundo Suplemento. No. 628 de 16 de
noviembre de 2015), estaban vigentes al momento de ocurridos los hechos; todo
ello, para establecer si existe o no favorabilidad en cuanto a su aplicación. Así,
acorde con lo que consta en el fallo impugnado se tiene que los hechos ocurrieron
el 15 de noviembre de 2015, es decir, a dicha fecha se encontraba vigente la tabla
publicada en el R.O. Segundo Suplemento. No. 586 de 14 de septiembre de 2015;
más sin embargo, cabe precisar, que tanto en la una como en la otra tabla, con
relación al transporte y la cantidad de sustancia que se halla determinada en el sub
júdice (cocaína 41.853 grs., y marihuana 15.593 grs.) se encasilla en la categoría de
gran escala, sin que esta clasificación jurídica haya variado en ninguna de las tablas;
de allí que, en este caso no existe la posibilidad de aplicar el principio de
favorabilidad, toda vez que la conducta persiste y la clasificación se encuentra en la
misma escala dada la cantidad de los estupefacientes incautados a los procesados.
De otro lado, este Tribunal, ex oficio, advierte que la conducta atribuible a los
justiciables, no ha sido precisada en cuanto al verbo rector, que en este caso es de
transporte, mismo que describe la conducta de los procesados y que en el grado de
participación se subsumen en el artículo 42.3 COIP, es decir, coautoría; y, que en
efecto la circunstancia agravante genérica prevista en el artículo 47.5 ejusdem, de
suyo exige la concurrencia de dos o más sujetos activos, como en el caso concreto
ha ocurrido; es por ello, que el cargo de casación alegado respecto a la errónea
interpretación del artículo 47.5 COIP deviene en improcedente. 4.1.2.- En cuanto a
la alegación de: “contravención expresa de los artículos 5.1.3 13.1.2. y 17 del COIP”,
cargo para el cual se ha indicado que se debe tener en cuenta la institución del in
dubio pro reo, que las normas penales tienen que interpretarse siempre en el
sentido más favorable y no como en este caso que se ha aplicado una analogía a
través de la Resolución No. 12-2015 dictada por el pleno de la Corte Nacional de
Justicia misma que se señala es inconstitucional e ilegal-, atentando al principio de
legalidad lo cual violenta los artículos 20 y 21 COIP que se refiere a los concursos
real e ideal; de allí que, el recurrente señala que se ha contravenido expresamente
el principio de legalidad en relación con los artículos 85, 75, 11.2.3.4.5 CRE; y que
existe una violación flagrante a la ley; se hace referencia al caso Suárez Rosero
versus Ecuador en el que la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha
señalado no se puede violar el principio de igualdad y no discriminación, lo cual se
dice ha ocurrido en este caso; es así que se solicita aceptar este cargo y reformar la
sentencia en cuanto a que no existe ni concurso ideal ni real. Planteado así el marco
argumentativo de esta segunda alegación del recurrente, la cual versa en el
denominado “error de omisión”, el cual implica la comparación de la narración del
juzgador con el supuesto fáctico de la norma; cuando se alega esta causal, el
recurrente debe hacer una comparación entre la narración de los hechos que hace
el juzgador y el supuesto fáctico de la norma, si ambos coinciden y la norma jurídica
no fue considerada para resolver, se encontrará configurado el error caso contrario
no. En el presente cargo se ha indicado que existe la contravención expresa de los
artículos 5.1.3 13.1.2. y 17 del COIP; empero no se ha realizado contraposición
alguna de los elementos indicados supra (narración y supuesto fáctico), el
recurrente afirma que existe delito, empero no se precisa cuál; que existe
responsabilidad, igualmente sin establecer bajo qué grado, y concluye que no hay
concurso ni ideal ni real, es decir, lo determinado en los artículos 20 y 21 COIP.
Ahora bien, frente a la referencia de la Resolución No. 12-2015, del Pleno de la Corte
Nacional de Justicia, que en lo medular es el eje de su cuestionamiento o
argumentación, es importante señalar que la jurisprudencia en el modelo del
Estado constitucional de derechos y justicia es fuente de derechos, por tanto es
exigible por y ante los operadores de justicia, por tanto su aplicación e
interpretación no se analiza por analogía al tratarse de fuente de derecho
independiente. Es por ello que, este segundo cargo, al no haber sido argumentado
en debida forma, ni haber determinado cómo, por qué y/o en dónde subyace el
error de derecho alegado, se lo rechaza, también, por improcedente. 4.2.- Casación
de oficio. Este Tribunal de Casación, desde nuestro rol de órgano de control de la
legalidad de los fallos emitidos por los jueces de instancia y de subsanador de yerros
jurídicos en la sentencia -en el caso de haberlos-; y, en virtud de las potestades
oficiosas que el artículo 657.6 COIP le ha concedido a este órgano jurisdiccional, ha
procedido a revisar la sentencia de segundo nivel, detectándose en ella un error de
derecho en cuanto a una indebida aplicación, esto es, del denominado “error de
pertinencia” que es el yerro que comete el juzgador al haber aplicado una norma
jurídica (Resolución No, 12-2015) cuyo supuesto de hecho no corresponde a la
narración fáctica de la conducta que se intenta juzgar en el fallo; en tanto, conforme
se evidenciará con el análisis y abordaje que sigue, al realizar la contraposición de
estos dos elementos, el precepto jurisprudencial (norma aplicada) no se adecua con
la narración de los hechos fijados por juzgador, y pese a ello, el Ad quem la ha
aplicado para resolver, por lo tanto la vulneración se habrá configurado. 4.2.1.-
Toda vez que el caso sub lite está inmerso dentro de los delitos relacionados con
sustancias estupefacientes y psicotrópicas, entre los cuales existen diferentes tipos
penales, establecidos por la “normativa”; resulta menester referirnos, por un lado
al alcance, espíritu y/o sentido estricto de la Resolución No. 12-2015 del Pleno de la
Corte Nacional de Justicia, la posibilidad de cambio de un criterio jurisprudencial
obligatorio, así como al tema doctrinariamente conocido como “el concurso de
delitos”. 4.2.1.1.- Con fecha 16 de septiembre de 2015, la Corte Nacional de Justicia,
expide la Resolución No. 12-2015, precedente jurisprudencial, que señala: Al
tratarse de las descripciones típicas contenidas en el Código Orgánico Integral
Penal, artículo 220.1, la persona que con un acto incurra en uno más verbos
rectores, con sustancias estupefacientes, sicotrópicas o preparados que las
contengan, distintos y en cantidades iguales o diferentes, será sancionada con pena
privativa de libertad acumulada según sea la sustancia sicotrópica o estupefaciente,
o preparado que la contenga, y su cantidad; pena, que no excederá del máximo
establecido en el artículo 55 del Código Orgánico Integral Penal. Cabe indicar que si
bien la referida Resolución, la cual a su vez, constituye la redacción de un
precedente jurisprudencial, y es jurisprudencia con efecto generalmente
obligatorio desde su publicación en el Registro Oficial, lo cual data de 22 de
septiembre de 2015, en el Suplemento No. 592; no es menos cierto que su
aplicación ha dado lugar a varios cuestionamientos, incluso, se halla interpuesta una
consulta al mismo Pleno de la Corte Nacional de Justicia, planteada precisamente
por uno de los miembros de este Tribunal de Casación, en la cual se plantean
aspectos como: En cuanto a la “identificación del problema jurídico”, se establece:
Que la referida Resolución (12-2015) recoge los fallos de triple reiteración dictados
por diversos Tribunales de la Sala Especializada de lo Penal de este máximo órgano
jurisdiccional , en materia de drogas, particularmente sobre la aplicación del
artículo 220.1 COIP, en concurrencia de varias sustancias prohibidas atribuibles a
una misma persona o personas ya sea en una misma o diferente cantidad y calidad-
, con una dosificación punitiva dentro de un modelo de concurso real (art. 20 COIP),
con un tope de 40 años de pena privativa de libertad. -Se repara que la Resolución
no se pronuncia sobre la acumulación de pena pecuniaria en caso de concurso-. Que
el Pleno de esta Corte declaró como jurisprudencia obligatoria un modelo de
concurso con efecto real (o material) por el que, frente a la concurrencia de varias
sustancias en diversa cantidad y calidad, atribuibles a una misma persona o
personas, la pena a imponerse al o los encartados se acumula conforme a la calidad
y cantidad de sustancia, con un tope de 40 años. Que la referida Resolución (12-
2015) ha provocado el incremento desproporcionado de la punición en los casos
concretos en tratándose de delitos de drogas. Que más allá de la “DECISIÓN” de la
referida Resolución, ésta, en el numeral “IV. CONSIDERACIONES Y FUNDAMENTOS”
determina dos problemas jurídicos a saber: i) Diferenciar los casos expuestos de las
situaciones de concurso real de infracciones y concurso ideal de infracciones; y, ii)
Establecer la idoneidad del tipo penal contenido en el artículo 220.1 COIP, para
acumular la punición y garantizar la proporcionalidad de la pena. Que en nuestro
ordenamiento jurídico (ya sea en el anterior CP y en el actual COIP) se ha mantenido
vigente el modelo de absorción. Que el diseño punitivo recogido por el asambleísta
para la construcción de la tabla de sustancias sujetas o catalogadas a control y
punidas en el artículo 220.1 COIP, se dosifica a partir de dos elementos a saber: i)
La cantidad de sustancia prohibida; y, ii) La calidad de sustancia; empero, en lo que
respecta a los verbos rectores, el referido artículo tiene una estructura polinuclear
que se centra en 14 verbos que anteriormente tenía autonomía en diversos tipos
penales y con diversa dosificación punitiva acorde con el tipo penal específico que
trate. Que la dosificación punitiva ha variado desde la implementación del COIP, al
haberse rediseñado la tabla de drogas por cantidad y calidad, con lo que la
determinación judicial de las penas en los casos concretos también ha sufrido una
notoria variación contra reo. Que en la exposición de motivos de la Resolución (12-
2015), luego de ejemplificar casos hipotéticos, citar doctrina de varios autores,
tomar el marco jurídico vigente, y dilucidar si se trata de concurso real o ideal de
infracciones, se concluye que: “EN EL PRESENTE CASO NO SE REUNE LOS
REQUISITOS DEL CONCURSO NI EN SU FORMA IDEAL (ART. 21 COIP) NI EN LA REAL
(ART. 20 COIP)”. Que la Resolución 12-2015, crea una tercera vía o tercera forma de
concurso no previsto en los artículos 20 y 21 COIP, por la que en el efecto principal
se acumulan las penas con un tope de hasta 40 años en concurrencia de dos o más
sustancias prohibidas de la misma o distinta calidad, atribuidas a una misma
persona o personas. Que el problema jurídico que emana de la aplicación de esta
jurisprudencia obligatoria surge al ser aplicable, también, el artículo 406 COIP sobre
la conexidad, sobre todo en lo atinente a considerar la necesaria comparación de la
pena en abstracto que se establece entre los tipos penales. Es así que, frente a tal
marco problemático con relación a la aplicación de la Resolución No. 12-2015 de la
Corte Nacional de Justicia, la consulta referida, en específico plantea: (…) a. La
resolución nro. 12-2015 dictada por el pleno de la Corte Nacional de Justicia, se
estaría aplicando una forma concursal no prevista en el COIP (arts. 20 y 21), lo que
en doctrina se conoce como “exasperación penal”, y, que conducen a una
dosificación punitiva reforzada, siempre o casi siempre, cercana al tope de 40 años
de pena privativa de libertad, lo que afectaría el fundamento constitucional y legal
de la medida de la pena en atención a la lesividad que deviene de la tutela de bienes
jurídicos relevantes. Las reglas relativas a la conexidad previstas en el artículo 406
COIP, los casos se calificarían judicialmente, en los casos concretos, siempre o casi
siempre como concurso ideal (art. 21 COIP) que se rige por el principio de absorción
en que se pune el tipo penal más grave, considerándose que al conducta leve ya se
encuentra punida en la primera y que satisface los cánones constitucionales (art.
76.6 CRE) de dosificación penal. Este Tribunal Casacional, a fin de aportar al
esclarecimiento de la Resolución No. 12-2015, más allá de que, conforme quedó
indicado se halla, pendiente la consulta al respecto; considera pertinente ir
estructurando criterios y plasmarlos en sentencias como la que ahora nos ocupa,
en las cuales se abonará a aquel fin. 4.2.1.2.- Los precedentes jurisprudenciales,
dentro de la discusión iusfilosófica constituyen ya un lugar común, pues ocupan una
posición muy destacada entre los argumentos de que dispone el juez para justificar
sus decisiones; más aún cuando se considera lo que Dworkin nos dice que “el
derecho es un concepto interpretativo” y que los precedentes, al completar la
norma, posibilitan precisamente esa pre-comprensión de la cual parte toda
interpretación según así lo considera la hermenéutica; de allí que, bien se puede
comprender entonces que aun cuando pareciera ser exagerada aquella frase de
Hughes cuando señalaba, si bien pensando en la Constitución, que el derecho “es
lo que los jueces dicen que es”, resultaría en todo caso innecesario un eventual
alegato en pro del cambio de criterio jurisprudencial, tanto más que, en palabras de
Hart, dos son las técnicas de las que se vale el Derecho para regular las conductas:
el precedente y la legislación, siendo ambos elementos necesarios de todo sistema
jurídico. Ahora bien, la posibilidad de avanzar y/o cambiar un precedente
jurisprudencial, resulta válida en tanto y en cuanto la problemática desde la
observancia misma y el cambio o apartamiento de los precedentes, deben estar
movidos por el interés de contribuir al amplio debate que sobre la teoría de la
interpretación o argumentación jurídica (o, en una terminología más clásica, teoría
de las fuentes del derecho), se ha venido desarrollando con creciente intensidad en
particular desde que von Savigny publicara por allá en 1840 su “Sistema de Derecho
Romano actual” (System des heutigen Römischen Rechts)- hasta llegar a
constituirse en uno de los temas centrales de la filosofía del derecho y, más
concretamente de la lógica jurídica, configurando en ese ámbito lo que Bobbio diera
en llamar “lógica de los juristas”. Antes de entrar en materia referente al “cambio
del criterio jurisprudencial” (stare decisis), es pertinente, reparar -acorde con lo
indicado en el punto inmediato anterior y del precedente expedido mediante
Resolución No, 12-2015 del Pleno de la Corte Nacional de Justicia-, que a los fines
de la interpretación jurídica un precedente constituye toda decisión judicial anterior
que tenga alguna relevancia para el juez que debe resolver el caso; ahora bien, para
el tema que nos ocupa, y conforme se desarrollará y motivará en extenso en el
punto siguiente, el problema del “cambio de jurisprudencia” se lo enfoca desde el
eje de cuando se abandona un criterio propio y ya “no se está a lo decidido”, para
emplear con libertad la conocida fórmula “stare decisis et quieta non movere”,
fórmula que más allá de las polémicas sobre su significado, expresa en definitiva el
principio de que un tribunal debe seguir sus propios precedentes en casos análogos;
para ello corresponde hacer el abordaje de cuándo cambiar y las exigencias del
cambio. Desde el marco planteado, bien podemos remitirnos a Arnio Aulis, quien
nos explica que “a fin de que la vida social no caiga en el caos (...) las regulaciones
tienen que tener algún tipo de contenido. Cuando especifican los contenidos del
sistema jurídico, tanto los funcionarios como los científicos tienen que lograr un
equilibrio entre dos objetivos que apuntan en direcciones opuestas. Por una parte,
tienen que respetar la estabilidad y, por otra, tienen que procurar la flexibilidad
requerida por las circunstancias”; con la primera se permite anticipar las relaciones
sociales y la segunda, a su vez, posibilita ajustar el derecho a las nuevas realidades.
Es así que nos encontramos dado el caso que ahora nos ocupa-, con una exigencia
ineludible de la teoría de los precedentes, reconciliar la obligatoriedad de seguirlos
con la facultad-deber de los jueces de encontrar la solución más correcta o justa
para la disputa jurídica concreta. Al respecto ya Perelman advertía que el “principio
de inercia” no significa que todo lo que es deba permanecer inmodificado, sino sólo
que es irrazonable abandonar sin fundamento una concepción ya aceptada; de allí
que, si bien es cierto que todo precedente se construye con una pretensión de
corrección, nunca puede tener una rectitud absoluta y perennizarse para siempre
“en el sentido de que sea tanto definitiva como válida para todos los tiempos.
Nunca es definitiva porque la inabarcable variedad y el continuo cambio de las
relaciones de la vida ponen constantemente al que aplica las normas ante nuevas
cuestiones. Definitivamente válida tampoco puede serlo porque la interpretación
tiene siempre una referencia de sentido a la totalidad del orden jurídico respectivo
y a las pautas de valoración que le sirven de base”, condicionados siempre por el
factor tiempo, de suerte tal que un cambio en la situación demanda el consiguiente
“ajuste jurisprudencial”. Además, ni es menos cierto que, hablar de que existe un
apartamiento del precedente supone que se ha determinado la sustancial similitud
de casos, extremo que no se presenta cuando más allá de la obvia dificultad que
existe para tal determinación se ha verificado un cambio de circunstancias o de
contexto. En cualquier caso, el concepto clave a manejar es el de “la racionalidad”,
a la luz del cual, la sujeción al precedente perderá justificación cuando sólo se
sustente en lo que Bentham denomina falacia del “miedo a la innovación”,
consistente en el rechazo de toda nueva medida simplemente porque es nueva y
que se da la mano con otros sofismas que discurren en idéntica dirección, también
tratados por Bentham al hablar de las falacias de autoridad, como los de “la
sabiduría de los antepasados o argumento chino” y de “la ausencia de
precedentes”; esa racionalidad supone que todo juez llamado a decidir un caso cuya
materia ha sido resuelta en fallos anteriores puede y debe someter los precedentes
a un “test de fundamentación racional”, y “decidir independientemente, según su
convicción formada en conciencia, si la interpretación expresada en el precedente,
la concretización de la norma o el desarrollo judicial del derecho son acertados y
están fundados en el derecho vigente. Por tanto, el juez no debe aceptar, en cierto
modo 'ciegamente', el precedente. No sólo está facultado sino incluso obligado a
apartarse de él si llega a la convicción de que contiene una interpretación incorrecta
o un desarrollo del Derecho no suficientemente fundamentado o si la cuestión
rectamente resuelta para su tiempo tiene que ser hoy resuelta de otro modo a
causa de un cambio en la situación normativa o de todo el orden jurídico”. De allí
que, aunque el respeto de los precedentes no sea una exigencia caprichosa,
tampoco puede traducirse en un “aprisionamiento de la razón”, ni significar que los
jueces quedemos atrapados por antiguos errores, tal como lo ha manifestado
también Alexy y Drier cuando precisan que “la pretensión de validez de un
precedente más allá del caso concreto se basa solamente en la fuerza de convicción
de sus fundamentos, como así también en la autoridad y competencia del tribunal”
En cuanto a las exigencias para el cambio, podemos indicar que Robert Alexy apunta
que, como derivación del principio de universabilidad, existe la “regla de la carga de
argumentación”, que determina que quien quiera apartarse de un precedente tiene
que asumir la carga de justificar tal apartamiento, siendo inadmisible el abandono
discrecional de los precedentes, lo cual, de suyo y hacerlo así simplemente, sería
ofensivo para la seguridad jurídica y la necesaria previsibilidad de las decisiones
judiciales; hay, pues, una necesidad de “tomar en serio” los precedentes
apropiándonos de la expresión patentada por Dworkin-. El propio Alexy nos remite
así al “principio perelmaniano de inercia”, característico del derecho y de la
mentalidad de los juristas, que determina que la apelación a una praxis preexistente
no necesite ninguna justificación, es así que este autor señala: “lo precedente se
convierte en parte integrante del sistema jurídico, en un modelo del que (los jueces)
pueden prevalerse con la condición de mostrar que el nuevo caso se asemeja
suficientemente al antiguo. (...) En efecto, se estima que el enunciar ciertos actos,
ya se trate de apreciaciones o decisiones, es un consentimiento implícito a su
utilización en concepto de precedentes, una especie de compromiso para
comportarse de forma semejante en situaciones análogas”; lo cual se asienta en la
fórmula de justicia que prescribe “tratar igual a lo igual”, de tal suerte de no
introducir discriminaciones arbitrarias. El Tribunal Constitucional español, por
ejemplo, se ha ocupado de esta exigencia que pretende derivarse del principio de
igualdad, señalando que aunque éste no implica una férrea inmutabilidad de los
criterios interpretativos, “impone que un mismo órgano no puede modificar
arbitrariamente el sentido de sus decisiones en casos sustancialmente iguales, y que
cuando el órgano en cuestión considera que debe apartarse de sus precedentes
tiene que ofrecer para ello una fundamentación suficiente y razonable” (subrayado
fuera de texto). De allí que, una vez adoptado un criterio el mismo sólo puede ser
modificado por razones suficientes (raisons suffisantes), pues detrás se encuentra
esa “continuidad” que constituye la base de la vida social y espiritual, lo cual
también determina que el apartamiento de los precedentes deba ser visto como la
última ratio, cuando el juez, al considerar inconvenientes los criterios disponibles,
no pueda eludir su aplicación aprovechando posibles ambigüedades o vaguedades
lingüísticas, o apelando a otros recursos - como la técnica de “distinción de los
hechos” (distinguishing), que permite esquivar la regla en el caso dejando al mismo
tiempo incólume al menos formalmente el precedente, recurso que también debe
ser utilizado dando razones suficientes. Desde este contexto, si se considera que en
definitiva “la fuerza vinculante de un precedente depende del peso de los
argumentos presentados para la decisión”, y que “su autoridad judicial dependerá
siempre en lo futuro de la fuerza del razonamiento en que se apoya”, queda claro,
entonces, que una de las notas distintivas del precedente es la de estar expuesto a
la contraargumentación, y que ninguno ha de tener la autoridad suficiente como
para clausurar el diálogo, determinando definitivamente la solución correcta para
el caso al cual esté referido; por ende, la dificultad de tal contraargumentación
dependerá del peso de las razones fundantes del precedente a sustituir, y de la
legitimación de que goce el mismo en la comunidad jurídica, cuyo grado se
manifiesta a través de la existencia y/o ausencia de precedentes contrarios, del aval
de las obras científicas o de su aceptación por la opinión dominante, y que nos
hablará eventualmente de cierta incorporación del precedente a la tradición
jurídica, lo cual hace pensar en una variabilidad de la fuerza de los mismos según su
antigüedad o novedad, de lo cual Scalia nos ofrece una lectura posible en su opinión
disidente en el caso “South Carolina v. Gathers” al afirmar que “el respeto acordado
a decisiones anteriores se incrementa, antes que decrece, con su antigüedad (...) La
novedad del error no sólo priva del respeto que merece la práctica largamente
establecida, sino que además aconseja que la oportunidad de corrección sea
aprovechada de inmediato, antes de que el derecho y la práctica se hayan ajustado
al mismo”. Finalmente, cabe indicar, que no se debe perder de vista que la
estabilidad de la jurisprudencia constituye en sí misma una buena razón y que si
bien ninguna regla es inmutable, apartarse de un precedente siempre exige una
especial justificación. Una vez que se ha hecho el abordaje doctrinario y
jurisprudencial comparativo- de los precedentes jurisprudenciales y de su
posibilidad de cambio, debemos precisar que aquello consta recogido en nuestro
ordenamiento jurídico, es así que, el artículo 185, inciso segundo de la CRE, señala
que: “… Para cambiar el criterio jurisprudencial obligatorio la jueza o juez ponente
se sustentará en razones jurídicas motivadas que justifiquen el cambio, y su fallo
deberá ser aprobado de forma unánime por la Sala.”; norma constitucional que es
recogida íntegramente por el Código Orgánico de la Función Judicial, cuerpo legal
que en el penúltimo inciso del artículo 182 establece, a más de lo ya citado que: “…
por la Sala, debiendo ponerse de inmediato en conocimiento del Pleno, el cual
decidirá si se deja o no sin efecto el precedente obligatorio cuyo criterio se ha
cambiado, o si se trata de una cuestión nueva que no se halla comprendida en dicho
precedente.” Por su parte el Pleno de la Corte Nacional de Justicia, mediante
Resolución No. 09-2012, publicada en el Suplemento del Registro Oficial No. 792 de
19 de septiembre de 2012, establece que el cambio de un criterio jurisprudencial,
contenido en un precedente obligatorio como sería el caso referido en el punto
inmediato anterior-, lo puede realizar únicamente un Tribunal de una de las Salas
Especializadas de este órgano jurisdiccional, mediante un fallo o sentencia, en la
cual, a más de cumplir con la sustentación en razones jurídicas motivadas que
justifiquen el cambio, el mismo tiene que ser expedido de forma unánime por el
Tribunal. 4.2.1.3.- Retomando el hilo conductor para el análisis y/o motivación de la
presente casación oficiosa, en cuanto a la indebida aplicación de la Resolución No.
12-2015, y desde el marco que queda referido, en concreto del concurso de
infracciones; este tribunal considera necesario determinar que cuando a un sujeto
le son imputables “varios delitos” que han de juzgarse en un mismo proceso se
suscitan una serie de cuestiones que la doctrina los ha reunido bajo este nombre
“concurso de delitos”; ahora bien, el interés práctico y/o medular del tema en
cuestión, estriba sobre todo, en la medida de la pena a imponer al sujeto activo del
delito; para lo cual, se presentan o son posibles varias hipótesis a saber: i) Que cada
una de las infracciones realizadas se penen por separado; acumulándose las
sanciones que resulten (principio de acumulación) lo cual se ha realizado en el
presente caso y se dice en aplicación de la Resolución No. 12-2015 de la Corte
Nacional de Justicia-; ii) Que se imponga la pena correspondiente al delito más
grave; haciéndola objeto de una agravación (principio de asperación); iii) Que se
condene a la pena que corresponde al delito más grave, sin tomar en consideración
las correspondientes a los otros delitos realizados (principio de absorción) que es el
que debió haberse aplicado-; y, iv) Que se imponga una pena determinada, distinta
a la que está conminada para cada uno de los delitos realizados, independiente del
número de éstos y de la forma en que concurren (principio de la pena unitaria). Para
adoptar cualquiera de estos sistemas, las legislaciones punitivas distinguen, ya sea,
que las diversas infracciones hayan sido realizadas mediante una sola acción, o que
se hayan producido por una pluralidad de acciones; o, existan diversos delitos;
precisamente de esta distinción resulta que el presupuesto ineludible de la teoría
del concurso de delitos es la determinación de cuándo estamos ante una sola
acción, o delito; y, cuándo ante una pluralidad de ellas o ellos; en este sentido, los
criterios apuntados para hacerlo son de diferente naturaleza, por ejemplo el plan
del autor, el número de resultados antijurídicos producidos o de tipos penales
realizados, estar al sentido del correspondiente tipo penal que ofrece lo que debe
entenderse por unidad de acción, etc.; en definitiva, el más adecuado o correcto, es
el que atiende al concepto de acción, según el cual se estará ante un único hecho,
cuando sea único también el acto de voluntad; o cuando se está ante uno o diversos
delitos, entendidos, como tipos penales autónomos e independientes. Con base en
la unidad de acción así determinada, pueden abordarse las cuestiones que plantea
el que una sola acción del sujeto activo del delito produzca dos o más infracciones
penales (concurso ideal); y, el que varias acciones del mismo autor constituyan
varios delitos (concurso real); empero, hay veces, que por configuración legal o
jurisprudencial, varias acciones distintas del sujeto constituyen un solo delito, y su
problemática se incorpora también, doctrinariamente en la teoría del concurso. Es
por ello, que dado el presente caso traído hasta sede de casación, en donde se tiene
que el 15 de noviembre de 2015, cuando miembros de la Policía Nacional que se
encontraban de servicio en el Control Sur de la ciudad de Tulcán, hacen parar la
marcha del vehículo en el que viajaban José Jesús Enríquez Ortíz y Nilson Antonio
Barre Quiroz (ahora recurrente) al solicitarles un registro, en los laterales del
automotor encuentran, camuflada, 41.853 gramos de base de cocaína y 15.593
gramos de marihuana; ahora bien, no es menos cierto que cada tipo de sustancia,
a su vez, acorde con las especificaciones determinadas en la tabla de cantidades de
sustancias estupefacientes y psicotrópicas para sancionar el tráfico ilícito de
mínima, mediana, alta y gran escala (en cualesquiera de las dos que existe tanto la
del 2014 como la del 2015), se ubica en una misma escala (la de gran escala); de allí,
que el tema a despejar, es en qué tipo de concurso de delito se encuentra. Por lo
tanto, amerita hacer el abordaje de cada uno de los concursos, acorde a como se
encuentran determinados en nuestro ordenamiento jurídico; así: Concurso Real; el
COIP, prevé este tipo de concurso de delito, en el artículo 20 que señala: “Art. 20.-
Concurso real de infracciones.- Cuando a una persona le son atribuibles varios
delitos autónomos e independientes se acumularán las penas hasta un máximo del
doble de la pena más grave, sin que por ninguna razón exceda los cuarenta años.”
(subrayado fuera de texto). Acorde con la norma citada, lo que caracteriza y/o
define al concurso real, es la presencia de “varios” delitos autónomos e
independientes; lo cual, dado el caso que nos ocupa y que está dentro de la gama
de los delitos relacionados con sustancias estupefacientes y psicotrópicas; se debe
considerar, si en el artículo 220.1 COIP el cual, conforme se indicó, tiene una
estructura polinuclear que concentra 14 verbos rectores, tales acciones son o no
varios delitos y por lo tanto autónomos e independientes; todo ello, acorde con la
tipificación en el vigente ordenamiento jurídico penal (COIP), y que se encuentra en
el Capítulo III, Delitos contra el derecho del buen vivir; Sección Segunda, titulada
Delitos por la producción o tráfico ilícito de sustancias catalogadas sujetas a
fiscalización; y, en el caso concreto del artículo 220 referente al tráfico ilícito de
tales sustancias, al determinar las acciones o verbos rectores de las conductas
sancionadas por la ley penal, establece diversas modalidades, entre las cuales
están: ofertar, almacenar, intermediar, distribuir, comprar, vender, enviar,
transportar, comercializar, importar, exportar, tener, poseer, o en general efectuar
tráfico ilícito; y se precisa, “en las cantidades establecidas en escalas determinadas
en la norma pertinente”; norma la cual, a su vez es la “Tabla de cantidades de
sustancias estupefacientes y psicotrópicas para sancionar el tráfico ilícito de
mínima, mediana, alta y gran escala”, la cual conforme también se señaló, de las
dos existentes, en cualquiera de ellas, el caso que nos ocupa lo ubica en una misma
escala. Retomando lo del “concurso real”, conocido también como concurso
material; el cual, acorde quedó indicado, se da cuando al sujeto activo del delito le
son atribuibles “varios” delitos autónomos e independientes; la característica que
define a este concurso, se da también por la existencia de dos o más acciones de la
persona, o cuando el mismo autor, mediante una pluralidad de acciones, ha
realizado varios delitos independientes entre sí, los cuales han de juzgarse en el
mismo proceso; lo cual no es el caso que nos atañe tanto más que, para la
apreciación de este tipo de concurso, son necesarios dos presupuestos, el uno de
derecho penal sustancial y el otro de derecho procesal, a saber: i) Que un mismo
autor haya realizado dos o más acciones que constituyan varios delitos
independientes; y, ii) Que esa pluralidad de delitos haya de juzgarse en el mismo
proceso. A manera de corolario, se puede decir que el concurso real de delitos se
da cuando concurren varias acciones o hechos autónomos, es decir, que cada uno
constituye un delito particular e independiente. Concurso Ideal; respecto de este
tipo de concurso de delito, el artículo 21 COIP, señala: “Art. 21.- Concurso ideal de
infracciones.- Cuando varios tipos penales son subsumibles a la misma conducta, se
aplicará la pena de la infracción más grave.”. Este tipo de concurso, también
denominado concurso formal, se da cuando el sujeto activo del delito, mediante
una y la misma acción, viola varias leyes penales o varias veces la misma ley penal;
para la apreciación de este tipo de concurso son necesarios dos requisitos: i) Que
exista una sola acción; y, ii) Que dicha acción suponga la realización de varios tipos
penales. El concurso ideal de delitos se da cuando en una sola acción u omisión se
configuran uno o más delitos; es decir, cuando una misma acción u omisión infringe
varios tipos legales, o infringe el mismo tipo varias veces. Cabe indicar, que desde
el marco del tratamiento penal, el problema que se presenta luego de comprobar
la presencia de un concurso ideal de delitos, es de saber qué pena se debe imponer
al sujeto activo; si las disposiciones en concurso fijan la misma escala, el juez no
tendrá dificultades; pero si son diferentes, se deberá determinar conforme a la más
severa; para saber cuál es la ley que prevé la pena más grave ha de tenerse en
cuenta la naturaleza de la pena y los límites mínimum y máximum. Hay que reiterar
que la unidad de intención delictiva es la que caracteriza al concurso ideal y que lo
diferencia o lo que la distingue del real o material. Sobre la base de lo indicado, y
una vez que se ha identificado en qué casos y cuándo operan, el concurso de
infracciones, esto es, ya sea el concurso real (o material) y el ideal (o formal);
abstrayéndonos al proceso en ciernes, en donde, huelga reiterar, al ahora
recurrente Nilson Antonio Barre Quiroz quien viajaba en un automotor en compañía
del también procesado José Jesús Enríquez Ortíz, el 15 de noviembre de 2015, al ser
registrados por miembros policiales, se les encontró transportando camuflado en
los laterales del automotor 41.853 gramos de base de cocaína y 15.593 gramos de
marihuana; esto es, dos tipos diferentes de sustancias, las cuales pese a que se
encuentran catalogadas de manera distinta y autónoma en la normativa, vale decir,
en la “Tabla de cantidades de sustancias estupefacientes y psicotrópicas para
sancionar el tráfico ilícito de mínima, mediana, alta y gran escala”, empero dada la
cantidad se encuentran en el misma escala y el hecho es producto de una misma
acción, de todo lo cual se deriva y/o pende la sanción. Es por ello, que para el caso
estamos frente a un concurso ideal de infracción; en donde, como señala el artículo
21 del COIP, para efectos de la sanción se debe aplicar la pena de la infracción más
grave; lo cual, traducido en el presente caso, en donde, acorde al tipo de sustancia
(por un lado cocaína y por otro marihuana), y los gramajes de las mismas, que las
ubica en el rango de la gran escala, cuya pena oscila entre un piso de 10 años y un
techo de 13 años; en aplicación del concurso ideal, la pena más grave corresponde
al umbral de 13 años, y por lo tanto, en principio sería, la pena a aplicar, a la cual,
claro está habría que sumar agravantes en el caso de haberla. 4.2.2.- Así
desarrollado el presente análisis ex oficio de casación, la proposición jurídica
completa deviene en que la norma o fuente de derecho indebidamente aplicada
resulta ser la jurisprudencia publicada en la Resolución No. 12-2015 de la Corte
Nacional de Justicia, cuando la norma que debió y tuvo que aplicarse en el sub júdice
es la determinada en el artículo 21 COIP, en relación con el artículo 406 ejusdem;
toda vez que en el caso concreto, el transporte, que es la conducta atribuible a los
justiciables, se expresa en unidad de tiempo y lugar y por lo tanto se les debe
imponer la pena congrua que conforme ley corresponde a la sustancia más
severamente punible, en el caso concreto la base de cocaína en el orden de 41.853
gramos y de marihuana en la cantidad de 15.593 gramos, que como se indicó se
encuadra en la gran escala, punida con la misma pena de 13 años, más un tercio con
la concurrencia de la agravante referida en el artículo 47.5, de allí que la pena a
imponerse a los dos encartados: Nilson Antonio Barre Quiroz (ahora recurrente) y
José Jesús Enríquez Ortiz (procesado recurrente, empero por la regla general de la
impugnación prevista en el artículo 652.7, y el efecto extensivo de la decisión de
este recurso) les corresponde la pena privativa de libertad de 17 años 4 meses. 5.
RESOLUCIÓN En atención al desarrollo jurídico efectuado en líneas anteriores, este
Tribunal de la Sala Especializada de lo Penal, Penal Militar, Penal Policial y Tránsito
de la Corte Nacional, “ADMINISTRANDO JUSTICIA EN NOMBRE DEL PUEBLO
SOBERANO DEL ECUADOR, Y POR AUTORIDAD DE LA CONSTITUCIÓN Y LAS LEYES DE
LA REPÚBLICA”, al tenor del artículo 657 del Código Orgánico Integral Penal, por
unanimidad, resuelve: 5.1.- Declarar improcedente el recurso de casación
interpuesto por Nilson Antonio Barre Quiroz, procesado, al no haber justificado los
errores de derecho alegados y/o por falta de fundamentación jurídica adecuada de
los mismos. 5.2.- Casar de oficio el fallo, de mayoría, dictado por la Sala Única
Multicompetente de la Corte Provincial de Justicia del Carchi, de 21 de junio de
2016, las 14h08, por indebida aplicación de la Resolución No. 12-2015 de la Corte
Nacional de Justicia; cuando en su lugar debe aplicarse lo dispuesto en el artículo
21 del Código Orgánico Integral Penal, en relación con el artículo 406 ejusdem, con
la concurrencia del agravante del artículo 47.5 del mismo cuerpo legal; imponiendo
por lo tanto, a los procesados Nilson Antonio Barre Quiroz y Jesús Enríquez Ortiz la
pena privativa de libertad de 17 años 4 meses. En lo demás se confirma la sentencia
venida en grado. 5.3.- A fin de dar cumplimiento a lo que disponen los artículos 185,
segundo inciso, de la Constitución de la República; 182, penúltimo inciso, del Código
Orgánico de la Función Judicial; y, la Resolución No. 09-201 del Pleno de la Corte
Nacional de Justicia, se dispone que por Secretaría se oficie a la Presidencia de la
Sala Especializada de lo Penal, Penal Militar, Penal Policial y Tránsito de este órgano
jurisdiccional, haciéndole conocer esta sentencia. Una vez ejecutoriado el fallo de
casación, devuélvase el expediente al órgano jurisdiccional de origen. Notifíquese y
Cúmplase.

f: DR. MARCO RODRIGUEZ RUIZ, JUEZ NACIONAL; DR. EDGAR FLORES MIER, JUEZ
NACIONAL; DR. RICHARD VILLAGOMEZ CABEZAS, CONJUEZ NACIONAL

Lo que comunico a usted para los fines de ley.


DRA. XIMENA QUIJANO SALAZAR

SECRETARIA RELATORA

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