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LAS MARAVILLAS DE LA CREACIÓN REVELAN LA GLORIA DE DIOS

A muchas personas les gusta contemplar la creación. Pero muy pocas comprenden que lo que ven
es un reflejo de la mente y el corazón de nuestro grandioso Creador.

Hace mucho tiempo, David conoció a Jehová leyendo Su Palabra inspirada. Pero también lo "vio" y
se acercó a él observando la creación.

"Cuando veo tus cielos, las obras de tus dedos, la luna y las estrellas que tú has preparado, ¿qué
es el hombre mortal para que lo tengas presente, y el hijo del hombre terrestre para que cuides
de él?" (Salmo 8:3, 4)

David amaba a Jehová y veía su poder, su sabiduría y su amor en todo lo que lo rodeaba.

Este mundo está hecho para que la gente se olvide de su Creador.

¿Apartamos tiempo para mirar más allá de este mundo hecho por el hombre? Cuando lo hacemos,
hasta las cosas más comunes se vuelven extraordinarias si abrimos los ojos para ver a Aquel que las
hizo. La vida, este planeta, el cielo estrellado: en estas cosas podemos ver a Jehová, de modo que
nos acercamos más a él.

En Génesis 15:5 leemos que Jehová invitó a Abrahán a 'mirar hacia arriba y contar las estrellas'.
¿Cuántas estrellas pudo contar Abrahán? Nuestra galaxia, la Vía Láctea, tiene más de cien mil
millones de estrellas. ¿Podemos siquiera imaginarnos un número tan grande?

Intentémoslo comparando cada estrella de nuestra galaxia a una página de un libro. ¿Cuánto nos
tomaría examinar esas páginas? ¡A un ritmo de una página por segundo, nos tomaría más de tres
mil años!

Para contarlas todas en nuestra vida, tendríamos que pasar unas cincuenta páginas por segundo
sin descansar ni un solo instante.

Ni siquiera podemos contar las estrellas; sin embargo, Jehová las conoce a todas por nombre. Al
mirar más allá de nuestra galaxia, los astrónomos han descubierto que en los espacios de cielo que
desde la Tierra parecen casi vacíos hay en realidad miles de galaxias. Pero ¿las repartió Jehová al
azar? Incluso a esta escala tan colosal se observa una elegante organización.

“Hay Uno que [...] extiende los cielos justamente como una gasa fina, que los despliega como una
tienda en la cual morar.” (Isaías 40:22)

Todos estos enormes cuerpos celestes se mueven continuamente, con movimientos tan precisos
que se han comparado a la coreografía de un complejo ballet. No solo nos cuesta muchísimo
concebir la cantidad de estrellas, sino también las distancias que las separan. Tratemos de visualizar
la distancia entre el Sol y su estrella más cercana: Próxima Centauri. Imaginemos que pudiéramos
comprimir la Vía Láctea para que el Sol quedara del tamaño de una pelota de fútbol que estuviera
en la ciudad de Nueva York. A esta escala Próxima Centauri estaría a casi seis mil kilómetros de
distancia, en París, y sería un poco más pequeña que una pelota de golf. En realidad, el Sol está a
casi cuarenta billones de kilómetros de su estrella más cercana. Cuando contemplamos las estrellas
nos llenamos de admiración y respeto por Jehová. Sin embargo, como señala el libro de Job, lo que
vemos son apenas "los bordes de sus caminos" (Job 26:14). Cuando el profeta Isaías miraba el cielo
estrellado, percibía las cualidades de Jehová. "Levanten los ojos a lo alto y vean. ¿Quién ha creado
estas cosas? Es Aquel que saca el ejército de ellas aun por número, todas las cuales él llama aun
por nombre. Debido a la abundancia de energía dinámica, porque él también es vigoroso en
poder, ninguna de ellas falta." (Isaías 40:26)

¿Y cuánto poder se necesitó para crear el universo? Hay un increíble poder incluso en el nivel
atómico de la materia, pero el hombre lo ha usado a menudo para destruir. Jehová, en cambio,
como un alfarero con el barro, ha empleado magistralmente su energía dinámica para crear toda la
materia del universo. "Los cielos están declarando la gloria de Dios; Y de la obra de sus manos la
expansión está informando." (Salmo 19:1)

Cuando alzamos la vista a los cielos, vemos pruebas del incomparable poder de Jehová. – Jehová es
poderoso, pero ¿crees que nosotros de verdad le importamos? – Bueno, ha demostrado que si al
prepararnos este cómodo hogar, hecho para nosotros. Piensa en el espacio exterior y en lo desolado
que está, pero la Tierra es como un oasis. Recuerda lo que dijo Isaías, Jehová es 'el Formador de la
tierra y el Hacedor de ella, él no la creó sencillamente para nada, la formo para ser habitada.' (Isaías
45:18)

Pero ¿cómo formó Jehová la Tierra para ser habitada? A menudo se da por sentado el elemento
más abundante de este planeta: el agua. Sin embargo, el agua es esencial para la vida. Cuando la
examinamos más detenidamente, ¿qué aprendemos de su magistral Diseñador? Un solo vaso de
agua contiene incontables billones de moléculas. Cada molécula tiene un diseño engañosamente
sencillo: dos átomos de hidrógeno unidos a un átomo de oxígeno. El lado del oxígeno tiene una
carga ligeramente negativa, y el del hidrógeno, una carga ligeramente positiva. Estas cargas
opuestas se atraen como diminutos imanes y forman los llamados "puentes de hidrógeno". ¿Qué
resulta de este sencillo, pero elegante diseño? Conforme el agua se enfría, se contrae y se vuelve
más densa. Pero a diferencia de la mayoría de los líquidos, cuando se acerca al punto de congelación,
ocurre algo insólito.

El agua comienza a expandirse. Al volverse hielo los puentes de hidrógeno se traban de tal modo
que las moléculas forman un entramado muy abierto. Gracias a este diseño tan singular, el hielo es
menos denso que el agua y flota en la superficie. Esta propiedad impide que gran parte del agua de
los lagos, los ríos y hasta los océanos acabe convirtiéndose en hielo sólido. De este modo, Jehová
creó un aislante natural que preserva la vida en el agua líquida que hay debajo. Realmente, la
sabiduría de Jehová se revela en el magistral diseño del "mar y las fuentes de las aguas". (Revelación
14:7)

Por ejemplo, los secuoyas de Norteamérica pueden superar los cien metros de altura, y el agua, que
transporta los nutrientes debe viajar desde las raíces hasta la última rama del árbol. ¿Cómo vence
el agua la fuerza de la gravedad y alcanza esa gran altura? Para hallar la respuesta observe lo que
ocurre cuando colocamos un tubo estrecho de vidrio en un plato con agua. El agua comienza a subir
dentro del tubo. ¿Porque sucede eso? Como ya hemos visto, las moléculas de agua están
polarizadas, es decir, un lado tiene una carga negativa y el otro una positiva. Por este motivo forman
los llamados puentes de hidrógeno con otras moléculas polarizadas, entre ellas las de vidrio que se
encuentran justo por encima en las paredes del tubo. Al mismo tiempo los enlaces entre las
moléculas de agua tensan la superficie y alzan las moléculas que están más abajo. Como los
eslabones de una cadena. Esas mismas fuerzas, llamadas adhesión y cohesión, están presentes en
los árboles. El agua se eleva dentro del tronco por medio de diminutos tubos, llamados capilares. Al
mismo tiempo, conforme el agua se evapora en las hojas, se produce una succión hacia arriba que
se transmite a lo largo de la cadena de moléculas de agua. Estas dos fuerzas juntas, elevan el agua
que lleva los nutrientes esenciales a todas las ramas y hojas del árbol. Este fascinante y silencioso
proceso ocurre en todas las plantas, desde una pequeña flor, hasta el árbol más gigantesco. Y las
plantas a su vez dan alimento y oxígeno al hombre y los animales.

El diseño de la vida

Al elaborar los planos de una casa, el arquitecto no solo debe prestar atención a todos los detalles,
también debe asegurarse que de todo armonice con el diseño del conjunto. ¿Qué puede decirse
sobre el diseño de la vida? ¿Hay pruebas de una planificación meticulosa y de que exista armonía
de conjunto entre los seres vivos? Nuestro planeta rebosa de creaciones asombrosas, cada una
maravillosamente singular. Sin embargo, como ya hemos visto, todos los organismos vivos tenemos
algo en común: nuestros planos de ADN. Toda la complejidad y diversidad de la vida se debe a estas
diminutas e increíbles moléculas. Pero aparte de la apariencia, los comportamientos, las
capacidades y los instintos de cada organismo, el ADN contiene instrucciones para asombrosas
relaciones entre creaciones distintas. Cuando observamos la naturaleza, emerge ante nuestros ojos
una armonía subyacente en el diseño de los seres vivos.

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