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La visión psicoanalítica sostiene que hay fuerzas internas, inconscientes o fuera de nuestra
conciencia que dirigen de alguna forma nuestro comportamiento. Por ejemplo, un
psicoanalista podría decir que Antonio se expresó mal debido a los sentimientos no
resueltos de su ex, o quizás a causa de las dudas sobre su nueva relación.
La mente consciente
Incluye todo aquello de lo que somos conscientes. Este es el aspecto de nuestro proceso
mental que nos permite pensar y hablar de forma racional. A parte de esto, incluye
nuestra memoria, que no siempre es parte de la conciencia, pero se puede recuperar
fácilmente en cualquier momento y se pone en nuestro conocimiento. Freud llamó a esto
el preconsciente.
La mente preconsciente
Es la parte de la mente que representa la memoria ordinaria. Si bien no somos conscientes
de esta información en cualquier momento dado, podemos recuperarla y tirar de ella en la
conciencia cuando sea necesario.
La mente inconsciente
Es donde guardamos nuestros sentimientos, pensamientos, impulsos y los recuerdos que
se encuentran fuera de nuestro conocimiento consciente. La mayor parte de los contenidos
del inconsciente, según Freud, son inaceptables o desagradables, como los sentimientos
de dolor, ansiedad o conflicto. Para él, el inconsciente puede influir en nuestra conducta y
experiencia, a pesar de que no somos conscientes de estas influencias subyacentes.
De este modo, Freud comparó estos tres niveles de la mente con un iceberg:
La punta del iceberg que se puede ver por encima del agua representa la mente
consciente.
La parte del iceberg que se sumerge debajo del agua, pero es aún visible es el
preconsciente.
El grueso del iceberg está oculto debajo de la línea de flotación y representa el
inconsciente.
Vamos a ver cada una de estas partes clave de la personalidad, cómo funcionan de forma
individual y cómo interactúan.
El Ello
El ello es impulsado por el principio del placer, que se esfuerza por lograr la satisfacción
inmediata de todos los deseos, deseos y necesidades. Si estas necesidades no se satisfacen
inmediatamente, el resultado es un estado de ansiedad o tensión.
El Ello es muy importante desde los momentos más tempranos de la vida, ya que asegura
que se satisfagan las necesidades de un bebé. Si el bebé tiene hambre o se siente incómodo,
él o ella van a llorar hasta que las demandas del Ello sean satisfechos.
Este tipo de comportamiento sería tanto perjudicial como socialmente inaceptable. Según
Freud, el Ello intenta resolver la tensión creada por el principio del placer a través del
proceso primario, que consiste en la formación de una imagen mental del objeto deseado
como una manera de satisfacer la necesidad.
El Yo
El Superyó
El último componente de la personalidad descrito por Freud es el Superyó.
El ideal del Yo, que incluye las reglas y normas para el buen comportamiento.
Incluyen aquellos que son aprobados por las figuras de autoridad de los padres y
otros. Aquí se encontrarían los sentimientos de orgullo, valor y logro.
La conciencia, que incluye información acerca de las cosas que son
consideradas por los padres y la sociedad. Se trata de comportamientos que a
menudo están prohibidos y dan lugar a malas consecuencias, castigos o
sentimientos de culpa y remordimientos.
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Los seres humanos somos entidades bio-psico-sociales, lo que quiere decir que en
cada uno de nosotros coexisten componentes de índole biológico, psicológico y social.
En lo que respecta al comportamiento social, este será el resultado de la fusión
entre las características genéticas (ADN) y los factores del medio ambiente que
rodean a los individuos.
Como lo hemos visto antes, se trata de un tema complejo, así que lo mejor es
conocer las teorías más relevantes sobre el comportamiento social para que
conozcas cómo pueden actuar las personas que te rodean a diario.
Principales teorías
Las teorías del comportamiento social más importantes son las siguientes.
Por ejemplo, en la actualidad es común ver cómo en las redes sociales los
denominados “influencers” influyen de manera significativa en el
comportamiento social, sobre todo en los adolescentes. Dicha influencia puede
ser de dos tipos:
Influencia informativa
5. Teoría Sociocultural
La Teoría Sociocultural de Vygotsky hace énfasis en la interacción de los jóvenes
con el entorno que los rodea, entendiendo al desarrollo cognoscitivo como el
resultado de un proceso multicausal.
Las actividades que realizan de forma conjunta brindan a los niños la posibilidad
de internalizar las formas de pensamiento y comportamiento de la sociedad
donde se encuentran, adaptándolas como propias.
Por lo que se refiere a la norma subjetiva, ésta viene determinada, por un lado,
por la percepción de las creencias que tienen las otras personas significativas
acerca de la conducta que el individuo debe realizar y, por otro lado, por la
motivación del individuo para satisfacer las expectativas que los otros
significativos tienen sobre él.
Ahora bien, en otro orden de cosas, no todas las conductas se encuentran bajo
control consciente del individuo. Para aquellas conductas que se caracterizan por
un bajo control por parte de los individuos, la TAR no es un buen marco a partir
del cual predecirlas. Existen muchas situaciones en las que pueden surgir
imprevistos, o en las que se necesitan ciertas habilidades o recursos por parte de
los individuos que, en última instancia, podrían interferir en la intención de llevar
a cabo una conducta (Ajzen, 1985; Ajzen y Maden, 1986). Este sesgo llevó a
incluir un tercer determinante de la intención de conducta, el control percibido,
recogido en la Teoría de la Acción Planeada (TAP) que fue desarrollada a partir
de la TAR (Ver figura 2).
Figura 2
Teoría de la Acción Planeada
Por lo que respecta a este tercer constructo, diferentes autores han señalado las
similitudes y diferencias existentes entre éste y otros constructos relacionados.
Concretamente, en ciertas ocasiones, este concepto ha sido equiparado al
concepto de autoeficacia propuesto por Bandura (1977). Por su parte, Azjen
(1980) ya manifestó la similitud de dichos conceptos cuando introdujo el
constructo de percepción de control, aunque consideraba que este último era
mucho más amplio y estaba conformado por un gran número de variables. Tal
como fue descrita por su autor, la percepción de control está integrada tanto por
un conjunto de variables externas al individuo (por ejemplo, la oportunidad de
acción, el tiempo o momento en que la conducta ha de realizarse, la necesidad de
otras personas para realizar la acción o los obstáculos que éstas puedan
interponer para que dicha acción no sea llevada a término, etc.), como por
variables internas (por ejemplo, la percepción de habilidad para llevar a cabo la
acción, la percepción de eficacia, etc.).
Los estudios que han utilizado el modelo de la TAP han obtenido resultados
muy diferentes en cuanto a la validez predictiva de cada uno de los constructos
que la integran. Por lo que respecta a la percepción de control, estas diferencias
también se han puesto de manifiesto. Algunos investigadores, debido a la escasa
fiabilidad obtenida en los resultados de sus análisis, expresan la dificultad
encontrada en la descripción operativa del constructo de percepción de control.
El investigador ha de tener claro qué es lo que pretende medir y asegurarse de
que los participantes en su estudio interpretan inequivocamente aquello que se les
está preguntando, de lo contrario se obtendrán resultados erróneos, aspecto que
cuestionará, en última instancia, la utilidad de cada uno de los constructos. En
este orden de cosas, podemos comprobar que, en ocasiones, se confunde el
concepto de control con el de dificultad-facilidad. Aunque existen situaciones en
las cuales se considera que existe control a nivel consciente por parte del
individuo de la conducta a realizar, en realidad puede resultar muy dificil llevarla
a cabo. Al respecto, podemos