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El derecho del niño, niña y adolescente a ser escuchado, es uno de los

cuatro principios generales de la Convención sobre los Derechos del Niño

Todos los niños y niñas tienen derecho a opinar y a que esa opinión, de
acuerdo con su edad y su madurez, sea tenida en cuenta cuando los adultos
vayan a tomar una decisión que les afecte.

Los niños y niñas tienen derecho a opinar sobre todos los procesos sociales
que les concierne, así como formar parte de debates sobre temas de
actualidad, cultura y sociedad, y ser escuchados; por lo que la
sociedad tiene el deber de tomar en cuenta la opinión de los mismos.
Los niños y niñas tienen opiniones propias y fundadas en sus experiencia y
conocimiento, normalmente acorde con su edad. El menor tiene derecho
a ser oído, tanto en el ámbito familiar como en
cualquier procedimiento administrativo o judicial en que esté
directamente implicado y que conduzca a una decisión que afecte a su
esfera personal, familiar o social.

El niño o niña pueden expresar sus opiniones sin presión y decidir si


quieren o no ejercer su derecho. Significa que el niño no puede ser
manipulado, su opinión debe ser propia y no la opinión de otros. Para que
esa opinión sea propia, el niño debe estar informado de los asuntos, las
opciones, las decisiones que puedan tomarse y las consecuencias de las
mismas y son los progenitores o los responsables quienes deben informar
al niño para que este ejerza efectivamente su derecho al omitir su opinión.
Introducción

El derecho a ser niños, a jugar y disfrutar del juego, a ser protegidos de los abusos
del trabajo infantil, a tener el tiempo para ir y permanecer en la escuela, cumplir con
las obligaciones escolares, y aprender. El derecho a un hogar y a una familia, a la
escuela cercana, al profesor que disfruta enseñando y gusta de los niños, a la
educación que prepara no únicamente para la vida adulta sino, sobre todo, para una
infancia feliz.

El derecho a aprender, tanto dentro como fuera de la escuela. El derecho a la


curiosidad, a la pregunta y a la respuesta, a la duda, a pensar y argumentar, a
equivocarse, a ser consultado y a participar, a expresarse espontáneamente y con
libertad, a ser escuchado y respetado en sus opiniones, a discrepar, a imaginar y
crear, a aprender a aprender. El derecho a la autoestima, a altas expectativas por
parte de padres y profesores, a sentirse confiado y a la vez desafiado en sus
capacidades, y reconocido en cada pequeña conquista.
Derecho a la educación
Todos los niños tienen derecho a una educación.

La educación no consiste únicamente en aprender a leer y escribir, sino


que constituye la base del desarrollo personal.

El derecho a la educación es un derecho fundamental de todos los seres humanos


que les permite adquirir conocimientos y alcanzar así una vida social plena.
El derecho a la educación es vital para el desarrollo económico, social y cultural de
todas las sociedades. Sin embargo continúa siendo inaccesible para miles de niños
del mundo.

Cualquier niño necesita la educación básica, leer, escribir y un cultura mínima para
que puedan desarrollar su personalidad e integrarse en la sociedad en igualdad de
condiciones.

La educación es un derecho humano que debe ser accesible a todas las personas,
sin discriminación alguna.

La educación permite también transmitir principios comunes a las nuevas


generaciones, conservando y perpetuando, así, los valores de toda una sociedad.
El derecho a la educación básica de sus padres, porque de ella depende, en gran
medida, la supervivencia, el bienestar, la educación y las perspectivas de los hijos

El derecho a ir a la escuela y a permanecer en ella el tiempo requerido para


desarrollar los conocimientos, habilidades y actitudes indispensables para
sobrevivir, conocer su propio cuerpo y proteger su salud, saber acerca de su cultura
y sus raíces, expresarse y comunicarse oralmente y por escrito, calcular y resolver
problemas básicos de la vida diaria
El derecho al deporte, juego y recreación constituye un estímulo para el
desarrollo afectivo, físico, intelectual y social de la niñez y la adolescencia,
además de ser un factor de equilibrio y autorrealización.

.Los niños, las niñas y los adolescentes tienen derecho al descanso, al


esparcimiento, al juego y demás actividades recreativas propias de su
ciclo vital y a participar en la vida cultural y las artes.
Es importante que los adultos entiendan que la recreación permite que los
niños desarrollemos nuestra capacidad intelectual y recreativa, todos los
menores de edad tenemos derecho a recrearnos porque es la manera en
que podemos compartir con otras personas y así salir de nuestras
actividades rutinarias.

El juego, como un derecho fundamental, permite también que las


personas se conozcan e integren como miembros de una familia.
A través de espacios lúdicos, es decir, aquellos lugares destinados para
que juguemos, los padres pueden enseñarnos valores, principios,
habilidades, incluso asuntos como la capacidad de ganar o perder,
además podemos aprender a sobreponernos ante cualquier
circunstancia.
La Convención Internacional sobre los Derechos del Niño establece que
«los Estados parte reconocen el derecho del niño al descanso y el
esparcimiento, al juego y a las actividades recreativas apropiadas para su
edad y a participar libremente en la vida cultural y en las artes»

Los niños deben jugar y divertirse porque es la base de su desarrollo.


Los juegos fomentan el desarrollo físico e intelectual del niño, promueven
su creatividad y los prepara para vivir en sociedad.

Las actividades lúdicas también aseguran que nuestros niños tengan


una infancia saludable a nivel físico y emocional. Por todo eso y por
mucho más, todos los niños deberían jugar.

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