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SUPUESTO PRÁCTICO MORDISCOS

Supuesto 7

Es usted tutora de un grupo de niñas y niños de 1-2 años en una escuela infantil.

Últimamente se han vivido varios episodios en su aula, en las que un niño muerde,
casi siempre a la misma niña.

Que actuaciones llevaría a cabo.

1. Encuadre del supuesto desde el punto de vista normativo, legal y técnico


2. Propuesta de actuaciones:
a. Desde el punto de vista del trabajo en equipo
b. Con el grupo
c. Con el niño concreto que muerde y con la niña a la que muerden
d. Con las familias (aula, niños implicados)
3. Colaboraciones

1.- Encuadre del supuesto desde el punto de vista técnico.

Desde una perspectiva legal, la propuesta para abordar una situación como la descrita
se encontraría enmarcada en la siguiente normativa, entre otras:

• En los principios generales de las enseñanzas y su ordenación, en la Ley


Orgánica 2/2006 de 3 de mayo de educación (LOE), modificada por la Ley
Orgánica 8/2013 para la mejora de la Calidad educativa, donde se recoge
que la finalidad de la educación infantil es la de contribuir al desarrollo físico,
afectivo, social e intelectual de los niños.

• En el Decreto 17/2008, de 6 de marzo, del Consejo de Gobierno, por el que se


desarrollan para la Comunidad de Madrid las enseñanzas de la Educación
Infantil, se establecen los objetivos generales de la etapa, de los cuales nos
interesan en especial:

 Desarrollar sus capacidades afectivas.


 Relacionarse con los demás y adquirir progresivamente pautas
elementales de convivencia y relación social, así como ejercitarse en la
resolución pacífica de conflictos.
 Desarrollar habilidades comunicativas en diferentes lenguajes y formas
de expresión.

 La temática de este supuesto se relaciona de forma directa con los siguientes


Ámbitos de experiencia:

 El desarrollo del lenguaje como centro del aprendizaje.


 La convivencia con los demás.
 El equilibrio y desarrollo de su afectividad.
 De manera más concreta, tendremos en cuenta documentos propios de la
Escuela Infantil como es el documento elaborado por el equipo educativo, con
el asesoramiento del E.A.T., para afrontar las situaciones de “los mordiscos en
las aulas”, y que contiene las pautas que hay que seguir en el aula -con los
niños- y con las familias.

Para encuadrar el planteamiento de cómo vamos a abordar el conflicto planteado,


además del marco normativo, tendremos en cuenta una BASE TEÓRICA Y TÉCNICA,
destacando:

 Las niñas y niños entre 18 y 36 meses experimentan con los objetos, con su
cuerpo y con las demás personas. Descubren poco a poco que pueden asir
los objetos, tirarlos, patalear, andar, gritar y morder.

 Por otro lado, la expresión de las emociones en esta edad tiene sus propias
características: son intensas, transitorias y hay una ausencia de control en los
impulsos emotivos, dominando éstos a la razón y la voluntad.

 De forma progresiva aprenderán a controlar sus emociones, disminuirá la


intensidad de las mismas y aprenderán a expresarlas a través de las palabras.
En la medida en que el pensamiento avanza en las adquisiciones
simbólicas, el lenguaje sirve más plenamente como modulador de
comportamiento, y las acciones (pegar, morder, empujar, quitar) empiezan a
quedarse en segundo plano.

 La conducta de morder y otras expresiones relacionadas con las rabietas,


como las pataletas, los llantos incontrolados, los empujones... aparecen en
ciertas edades por diversas razones: como forma de expresar un malestar
ante algo que no se consigue de forma inmediata o que impide llevar a cabo un
deseo propio, o como forma de resolver una situación, pues no saben hacerlo
de otro modo, también puede ser una llamada de atención o un mal
aprendizaje.

 El que estos comportamientos se puedan considerar muy problemáticos o no,


depende de la edad del niño, la frecuencia e intensidad de las expresiones
de este tipo, la existencia o no de otros comportamientos más adaptados para
expresar la frustración y de la repercusión en el medio donde se producen.

 Bajo el comportamiento de morder, aparece en la niña o el niño pequeño un


conflicto emocional, puntual o no, que no está sabiendo canalizar o resolver
de otra manera. No tenemos que olvidar que el tolerar las frustraciones es un
proceso que vamos aprendiendo a lo largo de la vida y que en esta etapa
infantil se encuentra solo en el inicio.
2. Propuesta de actuaciones

a) Desde el punto de vista de trabajo en equipo

Se pondrán en marcha los procedimientos pedagógicos acordados por el equipo


educativo a partir del trabajo de reflexión que dio lugar a la elaboración del documento
antes mencionado.

Las niñas y los niños pequeños pueden morder por diferentes razones. Comprender
por qué lo hacen es el primer paso para disminuir e incluso parar este
comportamiento. Para ello se procederá a hacer un trabajo de observación en el aula
que nos permitirá saber:

- Por qué se produce el conflicto: causas ambientales (aspectos organizativos


que potencian o disminuyen los conflictos…) y/o causas internas del niño
(cansancio, aparición de los primeros dientes…).
- Cuándo y dónde se producen los conflictos: momentos de la rutina más
propicios, identificar hábitos (como qué ocurre antes de que lo haga)

En función de las observaciones se podrán tomar medidas encaminadas a disminuir


las oportunidades de que aparezca la conducta de morder.

Además, se seguirá una pauta de actuación consensuada en relación a:

- Qué hacer con los protagonistas del conflicto: cómo actuamos con el niño que
muerde y con la niña que ha sido mordida.
- Cómo abordar el tema con las familias de ambos

Partiendo de la constatación de que los niños muestran desde muy pequeños


conductas pro-sociales (se preocupan por el bienestar de los otros, ayudan,
cooperan, consuelan…) pondremos el foco de nuestras actuaciones en la estimulación
de hábitos de conductas (habilidades sociales, conductas prosociales y evitación de
conductas indeseadas) y en la educación emocional: facilitaremos la expresión de
emociones, desde la comprensión de emociones en el otro, desde la regulación de
afectos, desde la construcción de una buena autoestima (Daniel Goleman, Begoña
Ibarrola).

De esta manera ofrecemos a niñas y niños herramientas para ir afrontando, en la


medida de sus posibilidades, las situaciones de conflicto que van encontrando día a
día en la convivencia con sus iguales.

En el equipo se acuerdan los siguientes criterios de actuación:

 Poner límites:” No se muerde” es la norma que tratamos de inculcar.


 Fomentar los cauces apropiados para la expresión de la agresividad.
 Enseñar otras maneras más apropiadas de expresar sus sentimientos: poner
palabras a lo que el niño que muerde podría desear y no ha conseguido.
 Ofrecer un modelo de actuación diferente y actuar como mediador, como forma
de ayudar desde pequeños en la resolución de conflictos.
 Después de atender y tranquilizar a la niña o niño agredidos, hay que evitar la
regañina al agresor en público:
•Una forma de ayudar por parte de las educadoras es el intentar hacerse
cargo también del malestar del niño que agrede. Si bien es cierto que
resulta más fácil identificarse con el agredido, también el niño que
muerde necesita ser cuidado adecuadamente.
• Es importante tener en cuenta que, por esa característica de
dependencia, si el niño ve amenazada su aceptación por parte del
adulto (figura de apego) y se siente excluido del grupo, su intranquilidad
y desazón aumentarán y, por tanto, es posible que aparezcan, debido a
ese malestar, otros comportamientos agresivos. Así pues, se acordará
evitar actuaciones tales como sacar al niño del aula, o meterlo del patio
al aula etc. Con salir de la situación será suficiente.
 Se crearán pequeños espacios de reflexión en los equipos educativos donde
comentar y discutir de forma constructiva los problemas y las intervenciones
realizadas.

b) Con el grupo

Los conflictos entre las niñas y los niños son oportunidades de aprendizaje de las
relaciones con los demás. La intervención del adulto debe ser la de describir la
situación, hablar de lo sucedido ante el grupo explicándolo como una historia,
ayudándoles a encontrar la solución más satisfactoria para todos.

Se aprende también de forma colateral (aprendizaje indirecto) siendo testigos visuales


y auditivos de las experiencias de otros compañeros, aunque no se esté involucrado
directamente. De ahí la importancia de no olvidar que somos modelos (Bandura) y de
que, por lo mismo, de cara al funcionamiento grupal, puede considerarse más positivo
el destacar acciones, comportamientos o actitudes deseables que resaltar algo que
consideramos mal hecho.

Favorecer la educación emocional de niñas y niños enseñándoles a indicar los


diferentes tipos de emociones será clave en la resolución de conflictos. Mostrarles que
hay distintos grados de emoción y emplear diversos adjetivos para describir los
estados de ánimo (se puede estar enfadado, furioso, enojado etc.), así como
diferentes formas de expresarlas.

c) Con el niño concreto que muerde y con la niña a la que muerden

Después de dejar al niño que muerde inicialmente en segundo plano, una posible
estrategia podría ser:

 Separar al niño que ha mordido de la situación. Es importante sacarle de la


actividad que se esté realizando para romper la dinámica que se acaba de
establecer con el mordisco.
 Atender a la niña que ha sido mordida, calmándola, ofreciéndole consuelo y
curando la “lesión” con hielo o dándole un pequeño masaje para aliviarle el
dolor (físico y emocional).
 Acercarse a él y mostrarle individualmente la desaprobación por su
comportamiento.
 Describir junto a los niños la situación: ¿por qué lloras? ¿os habéis peleado?
 Preguntarle qué ha pasado, incluso sin esperar una respuesta precisa. Hacerle
ver que se ha enfadado mucho y que por ese enfado ha hecho daño a su
compañera. Indicar firme y calmadamente que eso no se puede hacer y cómo
podría hacerlo la próxima vez, reconociendo su situación emocional y
expresando nuestras expectativas sobre su conducta.
 Usar palabras que sirvan para resaltar y visualizar acciones, sentimientos y
resultados. “Cuando muerdes a alguien, entonces…”
 Intentar, a la vez, mostrar acciones alternativas a morder, quitar el juguete…”si
quieres jugar, podrás pedir permiso”, “quizá podríais jugar juntos”
 Mostrar comprensión por su enfado y poner un límite claro a su
comportamiento, ya que esto puede ayudar a disminuir este tipo de
expresiones.
 Acercar a los dos niños y fomentar la integración de todo el grupo. Procurar
esta dinámica grupal, sin escatimar tiempo, nada más ocurra la conducta a
eliminar.

d) Con las familias (aula, niños implicados)

Algunos niños recurren sistemáticamente a este tipo de expresiones, mientras que


otros lo hacen muy esporádicamente o no lo hacen nunca. Esto remite a ciertas
diferencias individuales sobre las que sería conveniente reflexionar, conjuntamente
con las familias, para un adecuado manejo de estas situaciones.

La reflexión debería incluir tanto aspectos relativos a la personalidad del niño


como estilos educativos familiares y escolares, ya que las actuaciones de los
adultos, de los que el niño depende, condicionan y modifican los comportamientos
infantiles, formando parte, como un elemento más, de la situación a la que nos
enfrentemos.

En relación las familias y teniendo en cuenta las dificultades reales, sería necesario
realizar un especial esfuerzo por salvaguardar la privacidad e intimidad necesarias, al
hablar con ellos sobre los problemas de los hijos. Si se sienten demasiado expuestos,
lo que fundamentalmente aparecerán serán actitudes encaminadas a compensar ese
fenómeno, intentando convencer de que la situación no es para tanto y defender a su
hijo.

Algunas pautas que se seguirían son las siguientes:

Con la familia del niño agredido

 Comunicación clara y directa de lo ocurrido: buscar el momento y lugar


adecuados. Convocar a la familia a una entrevista. Es un tema a tratar con más
tiempo, tranquilidad y detalle que el que se tiene en el momento de la
despedida o de la llegada.
 Escucha activa: darles la oportunidad de expresar el malestar, la
frustración/impotencia, lógicas que puede sentir la familia.
 Empatía con la familia:
o Tratar de entender y respetar esa reacción inicial de reproche que
algunas familias tienen.
o Reconocer que no es agradable ver a tu hijo con agresión.
o Sus pensamientos: Su hijo/a ha sufrido. Los mordiscos son muy
visibles. Necesidad de proteger al hijo/a
 Añadir que los mordiscos, y la zona de la cara, parece más grave que otras
agresiones, quizás por estar más visible. Por lo cual, entendemos su alarma.
 Dar argumentos: Explicar las razones por las que algunas niñas y niños
muerden
o Los mordiscos son una agresión más, aunque, a veces, las vivimos peor
que otras.
o Tensiones las cuales provocan estos impulsos, incontrolables en estas
edades, y como en otros aspectos, están en proceso de aprendizaje
para controlarlos e identificarlos.
o Es una manera de expresarse.
o Etapa evolutiva en la que se encuentran (fase oral).
 Dejar claro que se está interviniendo:
o Sin decir el nombre del niño agresor.
o Se está abordando el tema con su familia.
 Plantear la situación como fuente de aprendizaje para los niños.
 Importancia de los modelos que les ofrecemos para gestionar las emociones y
los conflictos.

Con la familia del niño que muerde:

o Explicar las razones por las que los niños muerden.


o Preguntar si ha pasado algo extraordinario en la vida del niño
o Compartir los descubrimientos de cuándo es más probable que muerda.
o Compartir estrategias: objeto de apego, chupete, abrazos y cercanía,
mirada y escucha activa.
o Resaltar la importancia de los modelos que pueden ofrecer a sus hijos
para gestionar las emociones y los conflictos.
o Intentar que todos reaccionen de igual manera cuando muerda.

Ofrecimiento: Recordar que tienen la oportunidad de hablar con nosotras ante


cualquier duda o problema.

Es importante que tanto las familias como la educadora puedan compartir como lo más
prioritario el interés por entender, ayudar y resolver el conflicto creado, intentando ver
desde su rol lo que cada uno puede aportar, sin juicios ni acusaciones, creando un
clima de diálogo que impida que la acusación, el malestar y el sentimiento de
incomprensión, vayan pasándose de unos a otros.
Una medida importante en el trabajo con las familias es la Prevención: tratar el tema
desde el inicio de curso, explicando, no solo las características evolutivas de la etapa
en la que se encuentran sus hijas e hijos, sino también los objetivos, contenidos y
estrategias diseñadas y reflejadas en el documento elaborado con tal fin, para trabajar
la educación emocional y la socialización, la cual es un proceso complejo pues,
como afirma Félix López, implica el desarrollo de procesos cognitivos (normas,
valores, adquisición del lenguaje), afectivos (la formación de vínculos afectivos es una
de las bases más sólidas del desarrollo social) y conductuales (conformación social de
la conducta y cierto control sobre ésta).

3.- Colaboraciones

Cuando un niño muerde de forma reiterada como en el caso que nos ocupa, todo el
Equipo Educativo de la Escuela lo debe conocer. Lo hablaremos en la reunión de
equipo para consensuar pautas de intervención y para extremar las precauciones de
modo que el pequeño sienta siempre los ojos de un adulto acompañándole y
tranquilizándole, haciéndole saber que estamos cerca y que le podemos ayudar a
solucionar sus problemas poniendo palabras. Sobre todo, en el momento del patio el
conflicto puede suceder y siempre ha de tener la mirada de una educadora. Por eso es
importante que nos turnemos para mirarle durante una temporada.

Al principio de curso se llevará a cabo una reunión con las familias y la orientadora del
E.A.T. con el fin de explicar el momento evolutivo en el que se encuentran sus hijos y
los conflictos que pueden surgir a lo largo del curso escolar, como hemos explicado en
el punto anterior.

Por otro lado, si fuera necesario, en el caso de que la familia no se quede conforme
con el procedimiento seguido, se concertaría una entrevista con la orientadora del
equipo de atención temprana, quien, como experta o especialista, y persona ajena (no
implicada) a la situación vivida en el aula, puede ser recibida por los padres con una
disposición más abierta a la escucha.

La orientadora estaría en una posición más favorable para rebajar el nivel de ansiedad
y enfado de las madres y los padres.

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