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Supuesto 7
Es usted tutora de un grupo de niñas y niños de 1-2 años en una escuela infantil.
Últimamente se han vivido varios episodios en su aula, en las que un niño muerde,
casi siempre a la misma niña.
Desde una perspectiva legal, la propuesta para abordar una situación como la descrita
se encontraría enmarcada en la siguiente normativa, entre otras:
Las niñas y niños entre 18 y 36 meses experimentan con los objetos, con su
cuerpo y con las demás personas. Descubren poco a poco que pueden asir
los objetos, tirarlos, patalear, andar, gritar y morder.
Por otro lado, la expresión de las emociones en esta edad tiene sus propias
características: son intensas, transitorias y hay una ausencia de control en los
impulsos emotivos, dominando éstos a la razón y la voluntad.
Las niñas y los niños pequeños pueden morder por diferentes razones. Comprender
por qué lo hacen es el primer paso para disminuir e incluso parar este
comportamiento. Para ello se procederá a hacer un trabajo de observación en el aula
que nos permitirá saber:
- Qué hacer con los protagonistas del conflicto: cómo actuamos con el niño que
muerde y con la niña que ha sido mordida.
- Cómo abordar el tema con las familias de ambos
b) Con el grupo
Los conflictos entre las niñas y los niños son oportunidades de aprendizaje de las
relaciones con los demás. La intervención del adulto debe ser la de describir la
situación, hablar de lo sucedido ante el grupo explicándolo como una historia,
ayudándoles a encontrar la solución más satisfactoria para todos.
Después de dejar al niño que muerde inicialmente en segundo plano, una posible
estrategia podría ser:
En relación las familias y teniendo en cuenta las dificultades reales, sería necesario
realizar un especial esfuerzo por salvaguardar la privacidad e intimidad necesarias, al
hablar con ellos sobre los problemas de los hijos. Si se sienten demasiado expuestos,
lo que fundamentalmente aparecerán serán actitudes encaminadas a compensar ese
fenómeno, intentando convencer de que la situación no es para tanto y defender a su
hijo.
Es importante que tanto las familias como la educadora puedan compartir como lo más
prioritario el interés por entender, ayudar y resolver el conflicto creado, intentando ver
desde su rol lo que cada uno puede aportar, sin juicios ni acusaciones, creando un
clima de diálogo que impida que la acusación, el malestar y el sentimiento de
incomprensión, vayan pasándose de unos a otros.
Una medida importante en el trabajo con las familias es la Prevención: tratar el tema
desde el inicio de curso, explicando, no solo las características evolutivas de la etapa
en la que se encuentran sus hijas e hijos, sino también los objetivos, contenidos y
estrategias diseñadas y reflejadas en el documento elaborado con tal fin, para trabajar
la educación emocional y la socialización, la cual es un proceso complejo pues,
como afirma Félix López, implica el desarrollo de procesos cognitivos (normas,
valores, adquisición del lenguaje), afectivos (la formación de vínculos afectivos es una
de las bases más sólidas del desarrollo social) y conductuales (conformación social de
la conducta y cierto control sobre ésta).
3.- Colaboraciones
Cuando un niño muerde de forma reiterada como en el caso que nos ocupa, todo el
Equipo Educativo de la Escuela lo debe conocer. Lo hablaremos en la reunión de
equipo para consensuar pautas de intervención y para extremar las precauciones de
modo que el pequeño sienta siempre los ojos de un adulto acompañándole y
tranquilizándole, haciéndole saber que estamos cerca y que le podemos ayudar a
solucionar sus problemas poniendo palabras. Sobre todo, en el momento del patio el
conflicto puede suceder y siempre ha de tener la mirada de una educadora. Por eso es
importante que nos turnemos para mirarle durante una temporada.
Al principio de curso se llevará a cabo una reunión con las familias y la orientadora del
E.A.T. con el fin de explicar el momento evolutivo en el que se encuentran sus hijos y
los conflictos que pueden surgir a lo largo del curso escolar, como hemos explicado en
el punto anterior.
Por otro lado, si fuera necesario, en el caso de que la familia no se quede conforme
con el procedimiento seguido, se concertaría una entrevista con la orientadora del
equipo de atención temprana, quien, como experta o especialista, y persona ajena (no
implicada) a la situación vivida en el aula, puede ser recibida por los padres con una
disposición más abierta a la escucha.
La orientadora estaría en una posición más favorable para rebajar el nivel de ansiedad
y enfado de las madres y los padres.