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EL TRIUNFO DEL NO Y EL FRACASO DE LA EDUCACIÓN COLOMBIANA

La derrota del Si representa es una expresión del fracaso de un sistema educativo que no logra transformar
las maneras de pensar, convivir y comunicarse de su población.

Un país en el que 3 de cada mil personas saben leer de manera crítica no se mueve por las ideas, sino por
emociones primarias como el miedo, la ira o la venganza. Un país en el que la mitad de los jóvenes que viven
en zonas de conflicto dicen que atropellarían a los demás si eso les produce beneficios muy difícilmente
logrará reconstruir el tejido social y la confianza. La oposición comprendió a cabalidad estas ideas tan
sencillas en la pasada contienda del 2 de octubre en torno a la paz y para sacar a flote esas emociones
primarias construyó una argumentación elemental basada esencialmente en tres falacias. La primera: Que al
votar por el SÍ, se le estaba dando el poder a los guerrilleros de las FARC, que por esa vía el país caería en la
órbita del “Castro-chavismo” y que nos volveríamos tan inviables como lo es, actualmente, Venezuela. Una
idea que un menor de edad con buena formación podría desmentir, ya que, con un análisis relativamente
sencillo, es fácil concluir que no hay diferencias entre el programa económico del presidente Santos y del
senador Uribe. También es sencillo concluir que ninguna de las medidas acordadas en La Habana marchaba
hacia la estatización de los servicios, la expropiación de la propiedad privada o el control de los medios de
producción y de los sistemas de comunicación por parte del Estado. Lo único que contempla el acuerdo es
construir vías y apoyar con tierra, tecnología y crédito a los campesinos que han vivido totalmente huérfanos
de Estado durante toda su historia. Uribe que es una persona muy inteligente– sabe que su afirmación es una
falacia; es decir, una mentira con cara de verdad. Aun así, la repitió una y mil veces, porque también sabe que
todas las guerras y dictaduras se alimentan de la manipulación del miedo y la ira, algo fácil de lograr en un
pueblo que ha recibido una educación de tan mala calidad como la que se ha brindado hasta el momento en
el país.

Segunda: La oposición repitió una y mil veces en toda su campaña que en Colombia no existe una guerra
civil. A pesar de que hemos tenido 8 millones 100 mil víctimas, 225 mil homicidios, 87 mil desparecidos y más
de 7 millones de desplazados, sus representantes repitieron, una y otra vez, que Colombia no había
desplazados sino migrantes que querían viajar por las diversas regiones conociendo el país. La idea que se
deriva es que lo que tenemos como guerrilla es un grupo de asesinos que se lucran del narcotráfico. Esta idea
ha sido desmentida por todos los estudios académicos que se han hecho sobre el tema y, una vez más, fue
completamente rechazada por la Comisión Histórica del conflicto, recientemente creada. Aun así, estamos
ante una gran mayoría de la población que no logra extraer una sola idea central en un párrafo; mucho menos
podrá leer, entender e inferir a partir del informe final de esta Comisión, de 565 páginas, o el Acuerdo con las
FARC, de 297. Uribe sabe que está inventando una segunda falacia; es decir, una mentira que de tanto
repetir, llega a parecer como una verdad. Entonces, ¿para qué lo hace? Al hacerlo, saca a flote la ira. Si se
reitera que el gobierno quiere premiar a los “narcoterroristas de las Far”, logra su objetivo: florecen la ira y la
sed de venganza de un pueblo que toda la vida ha vivido en guerra, y que, debido a ello, ha envenenado y
endurecido el corazón. Tercera. La oposición lo dice una y otra vez: “El gobierno Santos es corrupto”. Lo dice
sin pudor y sin temor. Lo dice sin reconocer que su propio gobierno es, hasta ahora, el caso en la historia
colombiana en el que el mayor número de ministros y altos dirigentes han sido investigados y detenidos por la
justicia. Para argumentar su afirmación recurre a un término coloquial: “mermelada”. La idea es que este
gobierno logra sus propósitos corrompiendo a las personas, entregando dádivas a quienes inicialmente se
oponían y dinero público a quien lo apoye. Y la pregona a los cuatro vientos, ya que sabe que la sociedad, los
medios y el gobierno, le tienen tanto temor, como el que tienen los niños ante los padres más agresivos y
autoritarios. Sabe que, por temor, su voz no será silenciada.

Las recientes elecciones ante el plebiscito nos demostraron que en Colombia coexisten tres países: Uno
indiferente ante la suerte que corran sus conciudadanos. A ellos pareciera darles lo mismo que continuemos
enfrentados a bala o que terminemos la guerra en un mes o después de cien años de soledad y muerte. Es el
país de los abstencionistas. Según los primeros estimativos, estamos hablando del 63% de la población. Un
segundo país está anclado en el pasado. No quiere justicia, sino venganza. No quiere reparación, sino cárcel.
No quiere comprensión, sino que destila odio. Es claramente la población a la cual el Uribismo le dirigió su
mensaje; y por ello, fue presa fácil de un discurso muy sencillo y repetitivo, lleno de falacias, mentiras y de
verdades a medias, que tenía como propósito incitar el odio, la ira y la venganza, los combustibles principales
en todas las confrontaciones. Un tercer país es el que está emergiendo, aunque todavía está por inventarse,
pero ya ha alcanzado la mitad de los votantes. Se alimenta de esperanza, perdón, reconciliación y paz. Es un
grupo con mayor nivel educativo y lectura crítica. Es una población que estuvo silenciada durante los dos
primeros gobiernos de Uribe a punta de chuzadas a sus teléfonos y amedrentamiento; comenzó a florecer,
especialmente en las artes, la intelectualidad y las letras y se ha expresado en distintos momentos bajo
formas tan diferentes como la séptima papeleta, la ola verde o la mancha amarilla, entre otros.

Educar es esencialmente formar mejores seres humanos, individuos con criterio y capacidad para
comunicarse, pensar y convivir con los otros. En términos de Kant, educar es formar “mayores de edad”; es
decir, individuos con criterio propio a nivel cognitivo y moral. De allí que hoy tenemos que reconocer que la
educación no ha podido movilizar al 63% de los colombianos para que participen activamente en la
construcción de una mejor sociedad. No hemos podido doblegar su indiferencia. Tampoco hemos podido
enseñarles a argumentar, leer de manera crítica, escribir e inferir a los estudiantes que pasan por nuestras
manos. Según las pruebas SABER, menos del 2% de la población tiene un nivel avanzado en argumentación,
deducción e inferencias. Y este dato ha sido corroborado en cuanta prueba nacional e internacional hemos
participado. Lo que se infiere de la reflexión anterior es que hemos fracasado como sociedad al intentar
convertir la ira en alegría y el odio en solidaridad. No hemos logrado formar individuos que actúen impulsados
por un criterio propio para pensar, analizar o decidir. Lo que permite ratificar que nuestro sistema educativo ha
fracasado en su intento por cambiar las estructuras cognitivas y valorativas de los estudiantes. Por tanto, el
principal obstáculo de la paz en Colombia, no son las FARC, sino un sistema educativo incapaz de modificar
las maneras de pensar, de comunicarse y de convivir de los futuros ciudadanos. Lo anterior implica que no
podremos sacar adelante un proceso que establezca una paz verdadera y duradera mientras no hagamos una
profunda revolución educativa que transforme los fines y los contenidos de la educación en el país, mientras
no actualicemos los sistemas de formación de los maestros y no dotemos de autonomía a las instituciones
educativas, para que la comunidad educativa vuelva a lanzar en cada una de ellas sus proyectos educativos.
Por ahora, la “revolución” que se hizo al sistema educativo durante las dos administraciones de Uribe ha
pasado a la historia como una de las más fracasadas, ya que no enseñó ni a leer, ni a pensar ni a convivir.

Tenía toda la razón Alberto Merani cuando concluía que sin educación de calidad no podrían existir las
democracias. Colombia no será una democracia mientras su sistema educativo no logre mejorar el nivel de
argumentación e interpretación de su población. Mientras eso pasa, una gran parte de la población será
indiferente ante el destino de sus conciudadanos; la otra, seguirá presa del odio y la ira, emociones que
hábilmente han sabido manipular quienes quieren retornar al poder en el 2018 y quienes se han obsesionado
con impedir que durante el gobierno Santos se firme la paz. En consecuencia, hay que pedirle a Mauricio
Babilonia que mande a recoger las mariposas amarillas que soltó, porque la guerra todavía no termina.

Por *JULIÁN DE ZUBIRÍA

DESARROLLAR Y RESPONDER CON SUS PROPIAS PALABRAS SEGÚN SEA EL CASO


1. EN UNA HOJA PARA ENTREGAR UNA VEZ HAYA LEIDO LA LECTURA ANTERIOR, REALICE UN COMENTARIO MUY PERSONAL
DEL TEMA TRATADO MINIMO MEDIA HOJA.
2. QUE ENTIENDE POR LA PALABRA SUBRAYADA.
3. MENCIONE Y EXPLIQUE LAS TRES FALACIAS DE LAS QUE HABLA LA LECTURA.
4. QUE OPINA DEL SISTEMA EDUCATIVO COLOMBIANO ACTUAL.
5. QUE RECOMENDACIONES DESDE EL PUNTO DE VISTA OBJETIVO DARIAS PARA MEJORAR LA EDUCACION EN EL PAIS.
6. CREE QUE LA MANERA EN QUE SE DESEMPEÑA USTED COMO ESTUDIANTE EN LAS AULAS DE CLASES LE SERVIRA AL PAIS.
SI O NO ¿POR QUE?
7. QUE CREES QUE PUEDES APORTARLE AL PAIS, PARA QUE TU ACTUAR IMPACTE DE FORMA POSITIVA EN LA SOCIEDAD Y
EDUCACION COLOMBIANA.
8. CONSIDERA QUE SU ROL COMO ESTUDIANTE LO LLEVARA HACIA DONDE QUIERE ESTAR EN EL TERMINO DE 8 AÑOS. SI O
NO ¿POR QUE?
9. QUE ENTIENDES POR LA LEY DEL MENOR ESFUERZO. ¿LA APLICAS EN TU DIARIO VIVIR? SI O NO ¿POR QUE?
10. SI SIGUES EN EL MISMO RITMO Y DESEMPEÑO EDUCATIVO QUE LLEVAS, ¿CUAL CREES QUE SERA EL DESENLAZE FINAL? Y
¿QUIEN CREES QUE SER EL O LA PRINCIPAL AFECTD@ O BENEFICIAD@? JUSTIFIQUE SU RESPUESTA.

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