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LA BIBLIA COMO INSTRUMENTO PASTORAL

• INTRODUCCION

• Ante todo quiero dejar en claro un mal entendido que a


veces se maneja en nuestra pastoral: lo pastoral se confunde
con lo básico, con lo más sencillo; se contrapone a un estudio
más especializado. Una buena pastoral tiene que ser formativa
y debemos perderle el miedo al estudio de la Biblia, que sin
duda nos ayudará a que nuestra pastoral sea mejor.
• Todos sabemos que a partir del Concilio Vaticano II, se ha
despertado en el Pueblo de Dios un creciente amor por la
palabra de Dios. El Concilio invita a los pastores a buscar los
medios para que los fieles tengan “fácil acceso a la Sagrada
Escritura” (DV 22).
• Sin duda que este estímulo dado por el Concilio significó una
revolución con relación a la Biblia, comienzan aparecer
traducciones de la Biblia en diferentes formatos, y los fieles
poco a poco van perdiendo el miedo a la lectura, aunque
todavía falta mucho. Todavía quedan cristianos que le tienen
miedo a la Biblia, y esto es debido a que por mucho tiempo fue
vista como un libro donde tenían acceso solamente los
sacerdotes, religiosos y especialistas.
• Hoy poco a poco vamos logrando que la Biblia llegue a todos
los sectores, llegue a quienes fue escrita: a los sencillos y
humildes, y a todos los que tengan hambre de la palabra de
Dios, que hoy día son muchos.
• Creo que poco a poco vamos integrando la Biblia en nuestra acción
pastoral, y la vemos como un instrumento necesario y “obligatorio”,
que debe estar no solamente para reforzar lo que enseñamos en la
pastoral, sino un instrumento que nos ayuda a realizar una buena
pastoral. El Concilio Vaticano II, dice al respecto: “Toda la predicación
de la Iglesia, como toda la religión cristiana, se ha de alimentar y regir
con la Sagrada Escritura” (DV 21).
• Y continúa: “Los fieles han de tener fácil acceso a la Sagrada
Escritura” (DV 22). Por eso la Iglesia católica no se limita solamente a
difundir el texto, sino que procura también, acompañarlo de
formación para su recto uso e interpretación.
• Lo que nos propone el Concilio Vaticano II es volver a poner la
palabra de Dios en medio de la experiencia del pueblo, como
alimento para que, todos tengan acceso a ella, ya sea en forma
personal como comunitario.
• Es verdad, que la palabra es entregada a la comunidad, y no en forma
particular, pero donde cada uno puede también tomar su parte y
tener acceso.
• Por eso se han hecho intento de hacer de la Biblia un instrumento
transversal que abarque a todas las instancias de nuestras pastorales.
• I. LA BIBLIA EN LA VIDA DE LA IGLESIA
• Por muchos motivos, la Biblia no estaba al alcance de todos los fieles
católicos. Durante los siglos posteriores a la Reforma protestante
(1520) y a la Contrarreforma (1560), la espiritualidad (o vivencia
consciente de la fe) se centró, al interior de la Iglesia Católica, en los
sacramentos y sobre todo en el culto eucarístico, mientras que en las
Iglesias surgidas de la Reforma ella se nutría esencialmente de la
Sagrada Escritura.
• Para los Protestantes, la fuerza salvífica de Dios se hacía presente ante
todo en su Palabra, contenida en los libros sagrados de la Biblia; para los
católicos, en cambio, ella se desplegaba de de modo privilegiado en los
ritos sacramentales, y especialísimamente en la Eucaristía que le otorgaba
a la Iglesia el don de la presencia “verdadera, real y substancial” del
Salvador en persona.
• Inevitablemente, dado el ambiente polémico que caracterizaba las
relaciones entre el Catolicismo y el Protestantismo, se produjo cierta
desvalorización de la economía sacramental por parte de los Protestantes
(quienes solían descalificarla como “magia”, al menos en la forma en que la
practicaba la Iglesia Católica), y se fue desarrollando una manifiesta
desconfianza de los Católicos respecto de la Sagrada Escritura, cuya lectura
se consideraba por lo menos peligrosa, y en todo caso innecesaria, dado el
carácter claro, viviente y siempre actualizado de la enseñanza magisterial
de la Iglesia, expresada para todos en los “Catecismos”, de los que fue
norma y modelo el Catecismo Romano, editado por orden del Papa Pablo
IV en 1556.
• Y de hecho, la formación catequística no incluía ni estímulos para la lectura
de la Biblia por parte de los fieles, ni luces que orientaran a sus eventuales
lectores. Resultado de todo esto era la convicción tácita de que la Biblia era
un libro para los Protestantes, cuando no un libro protestante.
• Durante el curso del s. XX se habían ya percibido aquí o allá síntomas de
una nueva mentalidad en la Iglesia Católica. En varios países se configuró
un verdadero “Movimiento bíblico” católico, y los Papas Benedicto XV y Pío
XII, con sus Encíclicas “Spiritus Paraclitus” y “Divino afflante Spiritu” ,
respectivamente, le dieron a ese movimiento un apoyo decidido. Además,
Pío XII levantó las trabas con que la Pontificia Comisión Bíblica -a
comienzos de siglo- había hecho imposible para los especialistas católicos
entrar sin reticencias en las metodologías científicas elaboradas sobre todo
por los exegetas alemanes e ingleses, pertenecientes a las iglesias surgidas
de la Reforma.
• 1. Rol de la Biblia en la Iglesia
• Es éste, el contexto en que se sitúa el capítulo VI de la Constitución
conciliar, “Dei Verbum” sobre la Revelación divina. Este capítulo se
propuso tratar específicamente el papel que ha de tener la Sagrada
Escritura en la vida de la Iglesia. Es muy significativo que el capítulo
comience (primera frase del Nº 21) y termine (última frase del Nº 26)
con la idea de la igual veneración que han de encontrar entre los
fieles la Sagrada Eucaristía y la Sagrada Escritura. Sobre todo el
desarrollo del Nº 21 es importante porque allí el Concilio - de acuerdo
con el sentido profundo del capítulo VI del Evangelio de Juan- afirma
que la una y la otra nos ofrecen el mismo Pan de Vida, que es Cristo
en su Palabra y en su Cuerpo: en la Palabra bíblica en el sacramento
de la cena se contiene íntegro el mismo Misterio de Cristo del que
tiene que nutrirse nuestra fe.
• La meta que se propone el Concilio -expresada en la 2ª parte del Nº
21- es que la Sagrada Escritura llegue a impregnar la totalidad del
mensaje cristiano y de la vivencia de la fe cristiana.
• Este programa general se articula en los cuatro números siguientes,
que constituye un todo indisociable.
• El número referente a la lectura de la Sagrada Escritura por los fieles
es el último de ellos (el Nº 25) , pero su alcance exacto sólo puede
captarse a la luz de los números 22-24. Por ello vamos a indicar sus
aportes más significativos.
• a) Que todos tengan acceso a la lectura de la Biblia
• Para poder lograr esta situación es necesario que el acceso a la
Sagrada Escritura esté abierto de par en par a los fieles, y que estos
cuenten con buenas traducciones de la Biblia a su propia lengua.
• Afortunadamente, hoy día contamos con muchas traducciones a las
cuales podemos escoger de acuerdo a nuestras necesidades.
• b) La Biblia fuente espiritual
• El segundo presupuesto para que la lectura de la Biblia pueda ser
fuente de vida espiritual para la Iglesia, se expone en el Nº 23. El
consiste en que se desarrolle en la Iglesia un tipo de estudio bíblico
que no sea una ciencia estéril, puramente técnica y despreocupada
de la proyección vital inherente a la Palabra de Dios. Tiene que ser,
por el contrario un estudio cuyo cultivo sea un semillero de “ministros
de la Palabra”: es decir, un estudio que contribuya al descubrimiento
del carácter interpelante y transformador que ella tiene por sí misma,
y que suscite el entusiasmo y el afán por difundirla como Palabra de
Vida.
• c) Enseñanza fundada en la Biblia
• El tercer presupuesto para el ya mencionado objetivo, se encuentra
en el Nº 24. El que se resume en la exigencia de que toda la
enseñanza que se imparte en la Iglesia esté fundada en la Iglesia esté
fundada en la Escritura e impregnada de ella.
• De otro modo, a los fieles se les produciría una desorientación
mental al constatar la diferencia de “longitud de onda” entre lo que
leen en el texto sagrado y lo que escuchan en la predicación, en la
catequesis o en cualquier otro vehículo de formación cristiana usado
en la Iglesia.
• Y finalmente una Pastoral bíblica que la veremos en el capítulo
siguiente.
• II. LA BIBLIA EN EL MINISTERIO PASTORAL
• Recomendado por la DV 24, el recurso frecuente a la Biblia en el
ministerio pastoral toma diversas formas, siguiendo el género de
hermenéutica del cual se sirven los pastores y que pueden
comprender los fieles. Se pueden distinguir tres situaciones
principales: la catequesis, la predicación, y el apostolado bíblico.
• a) La palabra de Dios en la catequesis
• La explicación de la palabra de Dios en la catequesis (SC 35; Direc.
catec. gen., 1971, 16), tiene como primera fuente la Sagrada
Escritura, que explicada en el contexto de la Tradición, proporciona el
punto de partida, el fundamento y la norma de la enseñanza
catequística.
• La catequesis debería introducir a una justa comprensión de la Biblia
y a su lectura fructuosa, que permite descubrir la verdad divina que
contiene, y que suscita una respuesta, la más generosa posible, al
mensaje que Dios dirige por su palabra a la humanidad.
• La catequesis debe partir del contexto histórico de la revelación
divina, para presentar personajes y acontecimientos del Antiguo y del
Nuevo Testamento a la luz del designio de Dios.
• Para pasar del texto bíblico a su significación salvífica para el tiempo
presente, se utilizan hermenéuticas variadas, que inspiran diversos
géneros de comentarios. La fecundidad de la catequesis depende del
valor de la hermenéutica empleada.
• Existe el peligro de contentarse con un comentario superficial, que se
queda en una consideración cronológica de la sucesión de
acontecimientos y de personajes de la Biblia.
• La catequesis no puede, evidentemente, explotar sino una pequeña
parte de los textos bíblicos. En general, utiliza sobre todo los relatos,
tanto del Nuevo como del Antiguo Testamento e insiste sobre el
Decálogo. Pero debería emplear igualmente los oráculos de los
profetas, la enseñanza sapiencial, y los grandes discursos evangélicos,
como el Sermón de la montaña.
• La presentación de los evangelios se debe hacer de modo que
provoque un encuentro con Cristo, que da la clave de toda la
revelación bíblica y trasmite la llamada de Dios, a la cual cada uno
debe responder. La palabra de los profetas y la de los “servidores de
la Palabra” (Lc 1,2) deben aparecer como dirigidas ahora a los
cristianos.
• b) La Biblia en la Predicación
• Observaciones parecidas se aplican al ministerio de la Predicación, que
debe sacar de los textos antiguos un alimento espiritual adaptado a las
necesidades actuales de la comunidad cristiana. Actualmente, este
ministerio se ejerce sobre todo por la homilía, que sigue a la proclamación
de la palabra de Dios en la celebración eucarística.
• La explicación de los textos bíblicos durante la homilía no puede entrar en
muchos detalles. Conviene, pues, poner a la luz los aportes principales de
esos textos que sean más esclarecedores para la fe y más estimulantes para
el progreso de la vida cristiana, comunitaria o personal. Presentados esos
aportes, es necesario hacer obra de actualización e inculturación, según
cuanto ha sido dicho antes. Para esta finalidad, son necesarios principios
hermenéuticos válidos. Una falta de preparación en este campo tiene
como consecuencias la tentación de renunciar a profundizar las lecturas
bíblicas, contentándose con moralizar o hablar de cuestiones actuales, sin
iluminarlas con la palabra de Dios.
• En diversos países, se han hecho publicaciones con la colaboración de
exegetas, para ayudar a los responsables pastorales a interpretar
correctamente las lecturas bíblicas de la liturgia y a actualizarlas de
manera válida. Es deseable que esfuerzos semejantes se generalicen.
• Seguramente se debería evitar una insistencia unilateral sobre las
obligaciones que se imponen a los creyentes.
• El mensaje bíblico debe conservar su carácter principal de la buena
noticia de salvación ofrecida por Dios.
• La predicación será meas útil y conforme a la Biblia si ayuda a los
fieles, primero a “conocer el don de Dios” (Jn 4,10), tal como ha sido
revelado en la Escritura, y luego a comprender de modo positivo las
exigencias que de allí derivan.
• c) El apostolado bíblico
• El apostolado bíblico tiene como objetivo hacer conocer la Biblia
como palabra de Dios y fuente de vida.
• En primer lugar favorece la traducción de la Biblia en las diversas
lenguas y la difusión de esas traducciones. Suscita y sostiene
numerosas iniciativas: formación de grupos bíblicos, conferencias
sobre la Biblia, semanas bíblicas, publicación de revistas y libros, etc.
• Una importante contribución es la de asociaciones y movimientos
eclesiales que ponen en primer plano la lectura de la Biblia en una
perspectiva de fe y de compromiso cristiano. Numerosas
“comunidades de base” centran sobre la Biblia sus reuniones y se
proponen un triple objetivo: conocer la Biblia, construir la comunidad
y servir al pueblo.
• También aquí la ayuda de los exegetas es útil, para evitar
actualizaciones mal fundadas. Pero hay que alegrarse de ver que
gente humilde y pobre toma la Biblia en sus manos y puede aportar a
su interpretación y actualización una luz más penetrante, desde el
punto de vista espiritual y existencial, que la que viene de una ciencia
segura de sí misma (cf. Mt 11,25).
• La importancia siempre creciente de los medios de comunicación de
masa, diarios, radio, televisión, exige que el anuncio de la palabra de
Dios y el conocimiento de la Biblia sean propagados activamente por
estos medios. Las exigencias muy particulares de estos, y por otra
parte, su influjo sobre un basto público, requieren para su utilización
una preparación específica, que permita evitar las improvisaciones
penosas, así como los efectos espectaculares de mal gusto.
• Se trate de la catequesis, la predicación o el apostolado bíblico, el texto de
la Biblia debe ser presentado siempre con el respeto que merece.
• El proporcionarles a los fieles los principios y los instrumentos necesarios
para una lectura estudiosa, constituye, según el Concilio (DV 25), una
responsabilidad ineludible de los Pastores de la Iglesia, quienes deben
preocuparse de que aquellos puedan disponer de ediciones en su lengua
nativa (especialmente del NT, y sobre todo de los Evangelios)
“enriquecidas, cuando sea necesario, con explicaciones verdaderamente
suficientes”. Esto equivale a decir que una Pastoral católica no puede dejar
de incluir una “Pastoral bíblica”, tal como no puede dejar de incluir una
“Pastoral sacramental” (o litúrgica). Para ello los Pastores pueden servirse
de las instancias creadas por las diversas corrientes que constituyen el
“Movimiento bíblico” católico, cuyos méritos son expresamente
reconocidos en la primera parte de la DV 25.
• Pero la “Pastoral bíblica” no debe limitarse a los fieles solamente.
Debe ser también un elemento indispensable de la acción misionera o
evangelizadora de la Iglesia. Esto lo subraya el Concilio en la última
parte del Nº 25 al hablar del papel que les toca a Pastores y fieles en
la “elaboración” y “difusión” de versiones anotadas “para el uso de
los no-cristianos”.
• De este modo queda trazado un programa muy completo de lo que
debe hacerse para que la Biblia llegue a tener toda la importancia y
relieve que se merece en la vida de la Iglesia: importancia no menos
fecunda que la de la Eucaristía, y que debe revestir la índole de una
verdadera “devoción a la Palabra de Dios” (DV 26).
• Pero esta “devoción” no puede ser una reverencia lejana y distante,
sino que tiene que expresarse en una “lectura asidua” de los textos
sagrados, tal como la devoción a la Eucaristía tiene que traducirse en
una “participación asidua” en su celebración.
• Sólo así, mediante esa “lectura estudiosa” descrita en DV 25, la
Palabra de Dios proseguirá su “carrera triunfal”, evocada por las
palabras de San Pablo (2Tes 3,1: Se difunda y brille la palabra de Dios )
que el Concilio cita al comienzo del Nº 26. Porque todo lo realmente
valioso en la vida de la Iglesia lo realiza la Fuerza de Dios, que se
despliega en su Palabra y en su sacramento.
• III. ALGUNAS CONSECUENCIAS PASTORALES
• No hay que perder de vista que el centro de la Biblia es Cristo, y como
dice San Jerónimo “no conocer las Escrituras es no conocer a Cristo”.
La Biblia como instrumento pastoral nos ayuda a conocer más a Cristo
con el fin de amarlo mejor. Si leemos incorrectamente la Palabra de
Dios, vamos a tener una idea equivocada del Señor. Quisiera destacar
algunas consecuencias pastorales sobre el uso de la Biblia para
favorecer mejor este encuentro con Cristo.
• 1. La Biblia un libro hermoso pero difícil
• Todos sabemos que en la Biblia hay textos que son difíciles de
comprender. De esta situación ya se había percatado la misma Biblia.
Leyendo algunos oráculos de Jeremías, Daniel se interrogaba
largamente sobre su sentido (Dn 9,2). Según los Hechos de los
Apóstoles, un etíope del primer siglo se encontraba en la misma
situación a propósito de un pasaje del Libro de Isaías (Is 53,7-8) y
reconocía la necesidad de un intérprete (Act 8,30-35). La segunda
Carta de Pedro declara que “ninguna profecía de la Escritura puede
ser interpretada por cuenta propia” (2Pe 1,20), y observa, por otra
parte, que las cartas del apóstol Pablo contienen “algunos puntos
difíciles de comprender, que los que carecen de instrucción y firmeza
interpretan erróneamente, como hacen con el resto de las Escrituras,
acarreándose así su propia perdición” (2Pe 3,16).
• Para poder clarificar más la Biblia están las notas que traen nuestras
Biblias, los cursos bíblicos y los métodos de interpretación que son
muchos; algunos científicos, otros más populares.
• Para acercarnos a la Biblia será necesario seguir la pauta que siguió Jesús
con los discípulos de Emaús: ayudar a encontrar y ver sobre todo la
claridad y las luces antes que la obscuridad y las sombras. Además
debemos perderle el miedo a la lectura de la Biblia, debemos
familiarizarnos con los textos, y con el tiempo lograremos comprenderlo
mejor.
• Hay que aprovechar todas las instancias que nos ayuden a comprender
mejor la Biblia, como La escuela de la Palabra, que ayuda a seleccionar
algunos párrafos centrales de la Escritura, los sitúa en un contexto más
amplio y ofrece así una introducción y un estímulo para un contacto directo
y personal con el texto. Estas escuelas de la palabra, nos lleva a encontrar
un texto significativo que me interpela personalmente y me aboca en
consecuencia a un encuentro con el Señor que me habla a través de esa
página.
• Se comprende también la importancia de llegar a captar, a través de
“semanas de la Biblia” y “cursos bíblicos” especialmente orientados al
pueblo, que la Biblia constituye una realidad estructurada y
diversificada, que exige un acercamiento orgánico y específico, y que
no estamos ante una realidad homogénea e indiferenciada -como a
veces se la considera en ciertas asambleas carismáticas.

• b) La transformación progresiva de la relación con el texto


• - Favorecer el conocimiento del Señor
• Es necesario en fin de cuentas promover un verdadero camino
espiritual junto con el texto, un camino que favorezca sobre todo el
conocimiento del Señor, no el conocimiento de la Biblia.
• La finalidad de todas las formas de la pastoral bíblica, en efecto, no es
formar biblistas, sino hombres espirituales, hombres y mujeres de
oración, que movidos por la Biblia van al encuentro y al conocimiento
del Señor que los llama e interpela en las circunstancias actuales de
sus vidas.
• Naturalmente será necesario no causar cortocircuitos pretendiendo
sacar inmediatamente un fruto espiritual de cada página de la Biblia.
Debemos aceptar la aventura de recorrer los variados senderos de la
historia y del lenguaje bíblico teniendo la mirada puesta en la meta de
llegada y puesta la confianza en la fuerza del Espíritu en quien se leen
y comprenden las Escrituras.
• - Formación de agentes
• Otra consecuencia se refiere a la formación de agentes de
animadores bíblicos. Dicha formación apunta sobre todo a formar
hombres espirituales, en los que la sed de acercarse a las Escrituras y
el gusto de darlas a conocer a los otros nacen del deseo de conocer
más profundamente a Jesucristo.
• Los futuros agentes y animadores bíblicos se esforzarán por tanto en
adquirir también las nociones e instrumentos técnicos necesarios,
incluyendo las lenguas bíblicas, sin excluir el hebreo -cosa que ya
constato entre los laicos; así formados crecerán en la certeza de
asimilar no ya nociones dispares y confusas sino elementos y
motivaciones para encontrar en las Escrituras a Jesucristo vivo y así
poder hacérselo encontrar a los demás.
• c) Hacia un camino de integración
• Es necesario que los diversos modos de acercamiento a la Escritura en
la pastoral se complementen y fecunden mutuamente para apoyar un
proceso de integración que conduzca a la familiaridad más plena con
el texto de la Iglesia.
• Hay muchas formas de encuentro con la Biblia en la acción pastoral
de la Iglesia, enumero algunas:
• 1. la celebración litúrgica, con referencia específica a la homilía;
• 2. el camino de iniciación,
• 3. la catequesis y en general el ministerio de la Palabra;
• 4. la enseñanza de la religión en la escuela.
• 5. La Lectio Divina compartida en grupo.
• d) Ejemplos prácticos de acercamientos específicos
• Es importante integrar los diversos modos o instancias para una
mejor lectura de la Biblia. Señalo algunas:

• 1. La Biblia y los alejados


• Hoy día no pocas personas, especialmente en las grandes
ciudades, andan a la búsqueda de sentido. Me refiero sobre todo a
personas que tuvieron en su día una iniciación cristiana y se han
alejado, quizás ya desde temprana edad.
• Sería bueno elaborar un programa para este tipo de personas.
• 2. La Biblia y la catequesis de adultos
• Hoy día en nuestra catequesis usamos la Biblia. A menudo nacen de la
preparación para las misiones populares, pero pueden continuar
autónomamente y crecer como fruto permanente de la misión misma.
• En los grupos bíblicos, acompañados por animadores que asumen de buen
grado recorrer un camino formativo, se lee en los comienzos la Escritura, y
luego se procede a temas de catequesis más orgánica.
• 3. La Biblia y la familia
• Este es quizás uno de los campos más difíciles. Ciertas costumbres del
pasado -la lectura familiar de la Historia Sagrada -han caído en desuso (lo
mismo, la bendición de la mesa en las comidas, etc) y no es nada fácil
introducirla nuevamente. Sería conveniente elaborar material de apoyo
para ayudar a las familias a leer, por ejemplo el sábado por la noche las
lecturas del domingo. El rezo del rosario se puede enriquecer con textos
meditados de la Biblia, etc.
• 4. La Biblia y los jóvenes
• La escuela de la palabra, es un momento privilegiado en que se
experimenta la fuerza de la Palabra y la sed de auténtica oración que
tienen los jóvenes.
• Lo mismo se puede afirmar de los cursos de Ejercicios espirituales en
riguroso silencio, centrados en la meditación de textos bíblicos.
• En los diversos modos de acercamiento al texto es importante que los
jóvenes entren en un clima de recogimiento para dejarse interpelar
personalmente por las páginas bíblicas y poder descubrir, como muy a
menudo ellos lo han confesado.
• Es necesario en todo caso renovar nuestra confianza en la capacidad de
tantos jóvenes de pasar de una aparente inercia y apatía a un sincero
interés cuando se sienten interpretados e interpelados por un texto que
lleva en sí la fascinación de una historia y el sello de un evento ineludible,
el encuentro con una Persona, y provoca aquí y ahora las respuestas
precisas.
• CONCLUSIONES
• Finalmente, propongo a modo de elenco, una serie de hechos que
nos ayudarían a considerar la Biblia como instrumento pastoral.
• 1. Hay mayor presencia de la Biblia en las pastorales, pero falta una
mayor formación en este aspecto a los agentes evangelizadores.
• 2. Hay un esfuerzo por entregar el texto de la Sagrada Escritura; esto
se ve en la catequesis familiar, pero en la administración de los
sacramentos muchas veces se elimina la proclamación de la Palabra.
• 3. Como desafíos: crear Guías de textos para las diferentes pastorales;
ya que la Biblia debe necesariamente crear comunidad, crear
nucleación.
• 4. Se debe dar una primacía a la Palabra de Dios en la Pastoral. La
Palabra de Dios es sobre todo una persona viviente y divina, que
viene a nuestro encuentro, se revela, nos señala sus designios,
entabla alianza de amor y nos arrebata a la gloria.
• A su vez, la Iglesia de Cristo, formada y enviada por la Palabra, es el
mismo Cristo que vive y sigue actuando en la triple acción pastoral:
evangelización, liturgia y caridad. La evangelización lleva al creyente a
la liturgia; la liturgia lo llena de la gracia divina y lo impulsa a la
caridad.
• 5. Toda la vida de la Iglesia es:
• - Palabra de Dios anunciada: evangelización
• - Palabra de Dios celebrada: Liturgia
• - Palabra de Dios vivida: caridad.
• 6. Para poder profundizar más en la importancia de la Biblia en
nuestra pastoral hay que tener presente los siguientes pasos:
• - aprovechar al máximo el mes de la Biblia;
• - insistir en la Palabra de Dios como fuente de la catequesis;
• - compartir la Palabra de Dios en todo tipo de encuentros
eclesiales (consejos parroquiales, diversos encuentros y reuniones,
etc.);
• - Procurar obtener una actitud orante con la Biblia, utilizando uno
de los métodos para este efecto.
• - Que nos acostumbremos a usar la Biblia y llevarla con nosotros, y
dejar de lado esa creencia de que sólo lo pueden hacer los
protestantes.
• - Hacer liturgias de la Palabra no sólo en la comunidades de base,
sino también en la familia, y aprovechar otras instancias, como
bendiciones de anillos, casas, fábricas, visitas a enfermos, etc.
• - Que en nuestras reuniones y programaciones que lo fundamental
sea la Palabra de Dios.
• - Formar ministros de la palabra, no sólo para el culto dominical,
sino para el servicio de las comunidades que sean activos formadores
de la fe, que den formación para los sacramentos y que animen los
círculos bíblicos.
• - Se pueden organizar semanas bíblicas a nivel parroquial, zonal,
etc., que impulsen y coordinen una Pastoral bíblica.
• 7. La comunidad es considerada como el lugar de la escucha de la
Palabra, de su celebración y de las respuesta solidaria de los
creyentes. Conviene, entonces, tener siempre en cuenta la relación
recíproca entre Biblia, comunidad y realidad.
• 8. Todo método de lectura de la Biblia requiere fidelidad al texto y a la
comunidad, para el servicio a los hermanos y hermanas y la
transformación de la realidad según el proyecto de Dios.
• Es importante relacionar la exégesis científica de la Biblia con la
lectura comunitaria y popular.
• La lectura comunitaria de la Biblia ha de fortalecer el sentido de
pertenencia a la Iglesia y el compromiso misionero.
• 9. Favorecer la proclamación y reflexión de la Palabra en grupos como
actividad propia de la Iglesia, recordando que en sus dos mil años la
comunidad siempre surgió a partir del anuncio de la Palabra.

• 10. Promover y animar la lectura orante-personal y comunitaria de la


Biblia, y promover también la formación permanente y actualizada de
los animadores bíblicos.

• PAZ Y BIEN

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