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REPRESENTACIONES DE CHINA EN LAS AMERICAS Y LA PEN. IBERICA(3G)3.

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Representaciones de China en las Américas
y la Península Ibérica

BIBLIOTECA DE CHINA CONTEMPORÁNEA / 27

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Colección dirigida por
Joaquín Beltrán

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Joaquín Beltrán, Francisco Javier Haro
y Amelia Sáiz
(eds.)

Representaciones de China
en las Américas y la
Península Ibérica

edicions bellaterra

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Este libro ha recibido una subvención del proyecto I + D «El impacto de Asia Oriental
en el contexto español: Producción cultural, política(s) y sociedad»
(referencia FFI2011-29090) del Ministerio de Economía y Competitividad
y forma parte de las actividades de investigación del Grupo InterAsia (2014 SGR 1402)
de la Universidad Autónoma de Barcelona

Diseño de la colección: Joaquín Monclús

© de la edición, J. Beltrán, F. J. Haro y A. Sáiz

© Edicions Bellaterra, S.L., 2016


Navas de Tolosa, 289 bis
08026 Barcelona
www.ed-bellaterra.com

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Impreso en España
Printed in Spain

ISBN: 978-84-7290-769-0
Depósito Legal: B. 9.954-2016

Impreso por Romanyà Valls. Capellades (Barcelona)

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Índice

Introducción, Joaquín Beltrán Antolín, Francisco Javier Haro


Navejas y Amelia Sáiz López . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9

PARTE I. PERCEPCIONES, IMAGINARIOS


Y REPRESENTACIONES

1. Atados a percepciones: los mexicanos frente a China, Fran-


cisco Javier Haro Navejas, Kenia María Ramírez Meda y Yair
Candelario Hernández Peña . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39

2. ¿Quién es China según Colombia? Percepciones y relacio-


nes internacionales durante la última década, Cristina Tapia
Muro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 59

3. De imaginarios, (in)visibilizaciones y representación(es): el


caso de las mujeres chinas en España, Amelia Sáiz López . . 79

4. China en España: un tropo polivalente, Joaquín Beltrán An-


tolín . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 101

PARTE II. ETNICIDAD, IDENTIDAD Y TRABAJO

5. De China y los chinos en el imaginario cubano. Apuntes so-


bre las percepciones de antes, de ahora y de siempre, Yrmina
Gloria Eng Menéndez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 127

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6. Yellow Peril, Model Minority, Honorary White, Tiger Na-
tion: Chinese in America, Global China and the United
States, Evelyn Hu-DeHart . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 149

7. «Son todos “chinos”». Etnicidad y formación de identidad


entre inmigrantes chinos en Córdoba, Argentina, Hugo
Córdova Quero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 175

8. A presença Chinesa em Portugal: entre a estrutura de


oportunidades, os recursos étnicos e as perceções sociais da
sociedade de acolhimento, Catarina Reis Oliveira . . . . . . . . 205

PARTE III. RELACIONES DIPLOMATICAS


Y ECONOMICAS

9. Las claves de la relación entre Uruguay y China: un análi-


sis más allá del comercio, Ignacio Bartesaghi . . . . . . . . . . . 237

10. A evolução das relações sino-brasileira sob os governos


Lula da Silva e Dilma Rousseff, 2003-2013, Marcos Cordei-
ro Pires y Luís Antonio Paulino . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 257

11. Las percepciones de Chile hacia China: de amigos a socios


estratégicos, Isabel Rodríguez Aranda . . . . . . . . . . . . . . . . . 283

12. Percepciones en Venezuela sobre las relaciones entre la Re-


pública Popular China y la República Bolivariana de Ve-
nezuela, Javier García Chacón . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 307

Colaboradores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 323

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Introducción
Joaquín Beltrán Antolín, Francisco Javier Haro Navejas
y Amelia Sáiz López

Buenos Aires, comienzos del año 2014, al salir del Espacio INCAA
Gaumont donde los coordinadores de este volumen acabamos de ver la
película Mujer Conejo (Verónica Chen, 2013), coproducción de Argenti-
na-Venezuela-España, entablamos un animado debate contrastando inter-
pretaciones que nos remiten a percepciones e imaginarios múltiples sobre
cómo se concibe a China y la presencia de personas chinas en nuestros
medios cotidianos, sea España, México o la Argentina donde transcurre la
acción de la película. La constatación de esta diversidad no obedece tanto
a un salto generacional, ni a situación socioeconómica, ni laboral, lo cual
podría situarnos en posiciones diferentes que determinaran nuestra mira-
da, pues todos somos profesores de universidad y estudiosos de China,
lugar donde coincidimos por primera vez hace más de veinte años, sino
más bien a un abismo océano-atlántico. En ese momento propusimos
avanzar sobre el proyecto planteado previamente en Aguas de Oro (Cór-
doba, Argentina) durante la visita a uno de los colaboradores de este vo-
lumen, Hugo Córdova, quien nos acogió y mostró su entusiasmo.
El objetivo inicial era recopilar análisis y reflexiones de varios países
de las Américas –desde Canadá a Argentina– junto a algunos de la otra
orilla atlántica –la Península Ibérica– sobre cómo es percibida, imaginada
y representada la renovada China global, su actual posición geoeconómi-
ca y geopolítica en el mundo, así como su población en el siglo XXI, e in-
dagar en las consecuencias o reacciones que provocan esas percepciones.
Pronto invitamos a participar en el proyecto a los y las colaboradoras aquí
recopiladas y a otros/as que por diferentes circunstancias no han podido
aportar sus estudios a pesar del interés mostrado. La propuesta original
incluía tres posibles ámbitos específicos para abordar en cada contribu-
ción de forma exclusiva o, preferiblemente, en conjunción, a saber: en
primer lugar, el estado actual de las relaciones políticas, económicas y
culturales entre países específicos y China, incidiendo en cómo la reorde-

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nación del orden internacional afecta a nivel nacional y local con el fin de
identificar aspectos claves de las relaciones bilaterales y cómo estos pro-
vocan reacciones en diferentes sectores de la sociedad. Es precisamente
sobre las relaciones diplomáticas, económicas y comerciales sobre lo que
más se ha investigado en los últimos años, especialmente en el área ame-
ricana donde el impacto de China, y en concreto sus inversiones de capi-
tal, constituye un ámbito de investigación con una profusión de estudios
desde comienzos del siglo XXI. Los procesos de regionalización desenca-
denados, que incluyen a China como uno de los miembros de las nuevas
asociaciones comerciales por un lado, y los acuerdos bilaterales entre
China y países concretos por otro, han dado lugar a incontables análisis
de flujos de inversión de capital y de comercio exterior. La entrada de
China en la OMC en 2001 acelera la movilidad del capital y de la produc-
ción de mercancías con un nuevo protagonista cada vez más importante
que busca materias primas, fuentes de energía y mercados, acompañado
de la política de salir al exterior –go out o go global– diseñada y promo-
vida por los nuevos liderazgos. La economía, sin duda, «manda» y ha
sido el espacio privilegiado de investigación, seguida de la diplomacia,
las relaciones exteriores que propician o entorpecen los intercambios.
También sobre estos temas existe un considerable número de publicacio-
nes. Aquí no se trata de aportar nada realmente nuevo a lo ya publicado en
relación a la economía y la diplomacia, sino que estas pueden constituir o
no el punto de partida para ser abordadas con otras perspectivas menos
exploradas que inciden también en cada una de las sociedades.
En segundo lugar, nos fijaremos en las percepciones sociales elabora-
das en cada país sobre China y las personas chinas, en sus orígenes y
evolución, pero con un especial énfasis en el estado de la cuestión de estas
representaciones e imaginarios en la época contemporánea. Sin duda el
imaginario social construido tiene hondas raíces en la historia, especial-
mente en países con una temprana y abundante presencia china desde el
siglo XIX como Cuba, Perú, Estados Unidos, Canadá, y en menor medida
México y Brasil, y otras naciones de América. En la Península Ibérica
cabe destacar la posición colonial de Portugal –Macao hasta 1999– o del
imperio español de otras épocas –Cuba y Filipinas, con presencia de po-
blación china–, aunque realmente en ninguno de los dos casos la percep-
ción hacia China y lo chino, y su imaginario, ha estado firmemente confi-
gurado hasta finales del siglo XX, esta vez a partir del número creciente
de residentes y pequeño empresariado chino en ellos. El peso de China y de
lo chino se dejó sentir levemente –con la excepción de Perú– en el ámbito
americano y en la Península Ibérica a finales de la década de 1960 y en la
de 1970 en los movimientos sociales de inspiración maoísta, una ideolo-
gía alternativa abrazada por algunos partidos políticos y movimientos
guerrilleros. Una parte del imaginario social, de grupos izquierdistas de la
época, situaba al maoísmo como un modelo inspirador y alternativo para

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llevar a cabo la revolución: entonces China exportaba ideología y así era
percibida. No obstante en la actualidad, la percepción y el imaginario so-
cial sobre China y su población está dominado por otros parámetros, de-
terminados en parte por su nuevo peso económico global y en parte por la
llegada y presencia física de nuevos residentes, aunque, como veremos,
todavía persisten en la mayoría de los países de la zona imágenes proce-
dentes de quien detenta la hegemonía en la producción del conocimiento
–el mundo anglosajón, con Estados Unidos a la cabeza– expandidas y di-
fundidas por medio de sus productos culturales consumidos en casi todo
el mundo de forma mayoritaria. Por ello, se optó desde el primer momen-
to por incluir en este volumen contribuciones sobre Estados Unidos.
En tercer lugar, consideramos que las percepciones e imaginarios, que
pertenecen al ámbito de la representación, tienen consecuencias sociales
y de ahí el hincapié en documentar casos recientes de reacciones suscita-
das por ellas en la sociedad: actitudes, conductas, actividades, medidas
políticas. Las reacciones pueden ser ambivalentes y contradictorias, de
bienvenida o racistas y xenófobas o incluso de discriminación positiva
ante la constatada desventaja que deben afrontar, de ataque o de defensa,
de intercambio y mestizaje o de rechazo y aislamiento. Y reacciona tanto
«quien imagina al otro», como el «otro mismo» que percibe cómo es ima-
ginado. Las reacciones se producen y afectan tanto a los ámbitos diplo-
mático y económico de alto nivel como a la población general. En este
sentido se presentan estudios de casos locales de reacción ante China y
sus residentes en cada país que ponen de manifiesto las propias caracterís-
ticas culturales y sociales de los mismos y nos ayudan a comprender me-
jor la configuración de los imaginarios sobre la sinidad en el momento
actual.
En definitiva, la actual posición de China en el mundo y su impacto a
nivel local, sea mediante sus inversiones de capital o la presencia de per-
sonas de origen chino, entre otros fenómenos, desorienta a nuestras socie-
dades que disponen de un imaginario previamente construido y relaciona-
do con un pasado de China «pobre» o «comunista». La nueva China
global desafía a ese imaginario y provoca el desconcierto ante las percep-
ciones sólidamente asentadas desde el siglo XIX. El desafío ha dado lugar
a percepciones y reacciones sociales, algunas herederas de la etapa previa
y otras realmente nuevas. El objetivo de esta reflexión no es tanto la re-
construcción histórica y el análisis de la evolución sobre el peso global de
China y de su presencia local, sino centrarse en los nuevos desarrollos
locales –percepciones y reacciones– que emergen como resultado de la
China global de nuestros días. También es importante señalar que cada
país y sociedad es diversa en sí misma por lo que los imaginarios y reac-
ciones pueden ser contradictorios, y así, por ejemplo, mientras cierta élite
política y económica podría elaborar imágenes complacientes y de cierta
admiración y atracción, otras capas sociales, u otras élites con menos po-

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der, podrían al mismo tiempo desarrollar un imaginario caracterizado por
un mayor rechazo ante competencias reales o imaginadas, ante carencias
democráticas, etc. Estas percepciones conllevan reacciones que a su vez
son de diferente índole y varían según cada país concreto. El análisis de
esta complejidad nos ayudará a comprendernos mejor a nosotros mismos
y al mundo que nos rodea.
Las contribuciones que finalmente incluye este volumen están presen-
tadas en tres bloques, correspondientes a aspectos concretos de la propues-
ta previa. El primer apartado reúne las colaboraciones que desarrollan en
más profundidad las percepciones e imaginarios, aunque con diferentes
enfoques; el segundo explora especialmente aspectos de etnicidad, identi-
dad y trabajo; y por último el tercer apartado aborda las percepciones a un
nivel más general de las relaciones diplomáticas y económicas y sus con-
secuencias en la política nacional.
Desde el primer momento se ha optado por la multidisciplinariedad, es
decir, aproximarse al fenómeno de las percepciones y reacciones con dife-
rentes perspectivas analíticas que van desde la economía, las relaciones
internacionales, la sociología, la antropología, la historia y los estudios
culturales preferentemente. Algunas contribuciones asimismo articulan sus
argumentos en función de las categorías de género, identidad y etnicidad.
La información y los materiales que se utilizan van desde estadísticas, en-
cuestas, informes, a noticas de periódicos, programas de televisión, blogs
de internet, además de revisiones de libros y artículos de revistas especia-
lizadas. En algunos casos se han realizado entrevistas en profundidad a una
muestra de población seleccionada. También se respeta la lengua propia de
cada investigador/a con contribuciones en español, portugués e inglés.
Este libro sale en un momento en que votantes y fuerzas políticas han
dado un vuelco a la composición de las fuerzas gobernantes en Argentina,
con la llegada de Mauricio Macri a la presidencia, y en Venezuela, con el
triunfo en la Asamblea Nacional de la oposición al presidente Nicolás
Maduro. Pese a las declaraciones estridentes del primero sobre China du-
rante su campaña electoral y sobre la pretendida cercanía ideológica del
segundo con Beijing, saber qué va a pasar entre esos gobiernos y el chino
es importante. Consideramos que, en todo caso, muchos de los aconteci-
mientos por venir, sobre todo en un futuro cercano, cabrán perfectamente
dentro de la propuesta analítica de este libro, sobre todo en cuanto al nivel
de las percepciones e imaginaros se refiere.

Percepciones, imaginarios y representaciones sociales

La investigación sobre cómo se conceptualiza, describe, identifica y


nomina a las áreas regionales y a los grupos humanos que son diferentes
al propio, o lo que es lo mismo, sobre la diversidad cultural en el mundo,

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tiene una larga historia y ha sido abordada desde diferentes perspectivas.
La antropología social y cultural que surge durante la segunda mitad del
siglo XIX es una disciplina científico-académica cuyo objetivo consiste
precisamente en analizar la diversidad de pueblos y culturas del mundo a
lo largo de la historia y en el presente para encontrar su sentido. Los para-
digmas científicos dominantes de la época estaban inspirados en el evolu-
cionismo a partir de las aportaciones de Darwin y se consideraba que los
grupos humanos evolucionaban de modos de organización social simples
a complejos, de culturas cercanas a la naturaleza con escasa tecnología, a
otras más sofisticadas con mayores muestras de intervención humana y
medios tecnológicos que las alejaban de la naturaleza. De este modo, con
el ideal del progreso de fondo, manifestado en la acumulación de «lo-
gros» culturales, se clasificaba a la diversidad de grupos humanos en una
jerarquía de estadios que iban desde el salvajismo, pasando por la barba-
rie, hasta alcanzar la civilización, cuya vanguardia estaba representada
por la región euroatlántica. El mundo del siglo XIX estaba dominado por
potencias con colonias distribuidas en varios continentes, y por países
más o menos libres que o no fueron colonizados o iban poco a poco inde-
pendizándose del poder colonial –la mayor parte de los países americanos
se encontraban en esta última situación. Para justificar y proporcionar le-
gitimidad al poder colonial, se elaboró una jerarquía de pueblos y «razas»
donde los más civilizados –blancos europeos y sus descendientes en las
colonias– ocupaban la posición de privilegio por considerarse con la mi-
sión de liberar al resto de pueblos del mundo de la opresión de sus tradi-
ciones y así alcanzar a la vanguardia de la civilización representada por
ellos mismos.
En este contexto el imperio chino, sometido a los intereses económicos
de las potencias occidentales que recortaron a la fuerza y con violencia
partes significativas de su soberanía durante un siglo –de mediados del
siglo XIX a mediados del siglo XX–, era considerado una civilización que
había obtenido grandes logros en el pasado, pero que en el presente se
encontraba «enferma» y necesitaba la ayuda exterior para la moderniza-
ción de su sociedad e instituciones. Las imposiciones occidentales, a las
que durante el cambio de siglo se unió el imperialismo de su vecino Ja-
pón, situaban a China en una posición subordinada –semicolonial– que
contrastaba con la anterior admiración hacia su sociedad y organización
política por parte de los filósofos ilustrados europeos de los siglos XVII y
XVIII, para quienes representó un tipo de gobierno burocrático, racional,
centralizado y meritocrático. Un modelo a seguir en la creación de los
nuevos Estados-nación para la nueva clase social burguesa que accedía al
poder y acababa con el Antiguo Régimen dominado por la aristocracia y
legitimado por la religión. La Ciencia y la Razón, en determinados aspec-
tos relacionados con la forma del gobierno y su estructura burocrática,
tomaba a China como inspiración.

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Existen muchas obras que han analizado la evolución de la imagen de
China en Europa y en «Occidente» a lo largo de la historia y con una
perspectiva fundamentalmente histórica (Dawson, 1970; Mackerras,
1989, 2000; Lee, 1991; Spence, 1999; Jones, 2001), a las que se suman
estudios más localizados regionalmente y con un acercamiento a las rela-
ciones internacionales (Li y Hong, 1998; Lukin, 2003), junto a obras más
recientes desde el punto de vista de las relaciones internacionales (Pan,
2012; Aldrich y Lu, 2015; Welsh y Chang, 2015; Campion, 2016). En un
determinado momento, durante el cambio de siglo XIX al XX, apareció una
potente imagen para caracterizar a China que desde entonces ha estado
presente con mayor o menor intensidad en el ámbito euroatlántico y que
resurge con un nuevo énfasis en el siguiente fin de siècle: el «peligro ama-
rillo», primero asociado al imperialismo japonés que derrota al imperio
ruso a comienzos del siglo XX, pasa posteriormente a aplicarse a China y
a su expansión mundial. Los antecedentes se encuentran en los enfrenta-
mientos que se llevaron a cabo contra los chinos presentes en diversos
países del sureste asiático a quienes se consideraba un obstáculo para el
asentamiento y control colonial de las potencias europeas: el imperio es-
pañol en Filipinas se estrenó con una masacre de la población china en
Manila en 1603, ante el miedo a ser controlados por ella. Posteriormente,
durante la segunda mitad del siglo XIX, la migración china a Estados Uni-
dos acabó siendo rechazada y excluida por la supuesta competencia eco-
nómica de su mano de obra y se decretaron leyes para impedir su llegada
así como medidas discriminatorias, circunstancia que se repitió en otros
países angloparlantes –Canadá, Australia, Nueva Zelanda– y de Latinoa-
mérica. El «peligro amarillo», un poco más tarde representado por el ico-
no de Fu Manchú, personaje siniestro con poderes sobrenaturales y mis-
teriosos que utiliza con el objetivo de socavar el poder colonial para
controlar y dominar a las potencias imperialistas, se ha convertido en una
poderosa imagen difundida por la cultura popular que impregna el imagi-
nario euroatlántico a la hora de representar a China. Durante la Guerra
Fría, este tipo de discurso incluye un nuevo peligro, la expansión del co-
munismo, también procedente de China, sobre el cual hay que estar vigi-
lantes. Más recientemente el «peligro» se conceptualiza como «amenaza»,
en este caso ante el crecimiento económico de China, con su incorpora-
ción al sistema capitalista internacional y a nuevos flujos de migración
internacional. El «ascenso de China» (China’s rise) se ha convertido en la
«amenaza de China» (China threat) a escala global, pero especialmente
en el ámbito euroatlántico.
En este contexto de cambio del siglo XX al XXI es donde se encuadran
los trabajos incluidos en este apartado que se aproximan a cómo es repre-
sentada China en ciertos países de América y de la Península Ibérica. La
investigación sobre representaciones sociales, percepciones e imaginarios
se ha llevado a cabo desde numerosas perspectivas, aproximaciones y dis-

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ciplinas, así como a partir de datos de diverso origen y cualidad. La historia
y la antropología se encuentran en la base de las aportaciones analíticas
aquí desarrolladas pero también hay que incluir la teoría de la representa-
ción social procedente de la psicología social, las percepciones sociales
que sacan a la luz las encuestas de opinión pública elaboradas por los so-
ciólogos y politólogos, el análisis crítico de los medios de comunicación
de masas de las teorías de la comunicación, el análisis del discurso de la
cultura popular de los estudios culturales, así como las aproximaciones
desde las relaciones internacionales a la construcción de imágenes de paí-
ses y su relación con la opinión pública.
Las representaciones, imaginarios y percepciones sociales que se de-
tectan en una determinada sociedad y en un momento concreto sobre una
cierta alteridad, son deudoras de su interacción histórica, de los aconteci-
mientos recientes y del poder que las representaciones dominantes y he-
gemónicas a escala global imponen sobre la interpretación de la realidad,
gracias a su control de los medios de comunicación de masas y de una
parte de la producción cultural consumida masivamente –por ejemplo, las
películas de Hollywood para nuestro contexto. Al mismo tiempo, y frente
a representaciones e imaginarios que pretenden ser unívocos y homogé-
neos, y que utilizan todos los mecanismos a su alcance para promocionar
unos determinados intereses específicos privilegiando unas voces e inter-
pretaciones sobre otras, en concreto, las que les benefician para continuar
manteniendo su posición de dominio sobre cómo representar/imaginar/
percibir al otro de tal modo que no cuestione ni ponga en duda la propia
hegemonía, nos encontramos también con representaciones/interpretacio-
nes alternativas que coexisten simultáneamente con las dominantes. En
definitiva, la representación del otro se convierte en un campo de batalla
interno para detentar el poder.

Discursos y opiniones en las percepciones

La convivencia de diversas interpretaciones sobre el otro refleja la di-


versidad inherente que caracteriza a cualquier sociedad y cultura que se
imagina a sí misma homogénea, a pesar de la constatación de la heteroge-
neidad, y así, mientras algunos análisis buscan el hilo del pensamiento
dominante, otros profundizan en la diversidad y contradicciones. La cola-
boración de Francisco Haro, Kenia Ramírez y Yair Hernández, «Atados a
percepciones: los mexicanos frente a China», se encuadra en la dicotomía
de las percepciones sobre otros países y su población entendidas como
positivas o negativas a partir de los datos que aportan diferentes estudios
de opinión, para posteriormente matizar esa polaridad con entrevistas en
profundidad a expertos por un lado, ya que como afirman, «las percepcio-
nes de las élites se transmiten a través del discurso político», y con el

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análisis de noticias en los medios de comunicación por otro, además de
contextualizar históricamente la representación sobre China y los chinos
en el presente mexicano. Este análisis se complejiza al comparar dos es-
tudios de caso que corresponden a ciudades con una historia de relación
con China diferente, lo cual muestra que no todos los mexicanos valoran,
representan, imaginan o perciben a China del mismo modo, y que estas
percepciones tienen consecuencias diferentes a la hora de determinar las
acciones.
El caso de Mexicali, con una larga historia de presencia china, es na-
rrado a partir de la percepción de los especialistas en una ciudad con una
experiencia duradera de interrelación entre mexicanos y chinos, que con-
trasta fuertemente con las percepciones sobre China y los residentes chi-
nos de León que aparece en los medios de comunicación. Las percepcio-
nes, comentan los autores, son configuradas por el discurso y las imágenes
gráficas de los medios, por el discurso del gobierno con todas sus varian-
tes, y por el de las élites –especialistas, analistas. La confluencia de todos
ellos, o la confrontación de los mismos, da lugar a determinadas percep-
ciones con consecuencias en la acción. El discurso de los empresarios del
calzado de León en contra de China se materializa en marchas y en pinta-
das de la población local contra los chinos a quienes se considera culpa-
bles de las dificultades en el sector –en España también es reseñable ma-
nifestaciones y violencia contra empresarios chinos en la industria del
calzado en 2004 que menciona Beltrán en este mismo volumen. No obs-
tante, la situación, tal y como argumentan los autores, es más compleja y
no todos los empresarios coinciden con esta interpretación de los hechos.
En este sentido, se apunta que la política interna es una variable a tener en
cuenta a la hora de comprender cómo otros sectores utilizan la carta china
en su propio beneficio.
El capítulo de Cristina Tapia Muro, «¿Quién es China según Colom-
bia? Percepciones y relaciones internacionales durante la última década»,
delimita su análisis a los datos procedentes de estudios de opinión como
el Global Attitudes Project del Pew Research Centre o el Latinobaróme-
tro y aunque se centra en Colombia, a nivel comparativo incluye a otros
países latinoamericanos, así como la percepción que se tiene sobre Esta-
dos Unidos y su papel global, dada su influencia en la percepción colom-
biana sobre China. La información procedente de las encuestas también
es complementada con una muestra de noticias publicadas en varios me-
dios de comunicación digitales. Como señala Cristina Tapia, las percep-
ciones que registran las encuestas suelen estar polarizadas entre favorable
y desfavorable, positivas o negativas, socio o amenaza. De hecho, y este
es el problema básico y de fondo que limita el resultado de las encuestas
como descripción de lo que sucede en un momento dado, la misma enun-
ciación de las preguntas y de las posibilidades de respuesta disponibles
configuran por sí mismas un determinado modo de representar y percibir

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el mundo, en este caso a otros países. Se selecciona lo que se pregunta y
cómo se plantea lo preguntado y a partir de las respuestas se generaliza como
si esa forma parcial de entender el mundo y representarlo fuera la general
y dominante de la sociedad. Frente a las macrogeneralizaciones, tipo «los
colombianos piensan que…», algunos estudios de opinión incluyen más
variables a la hora de analizar los resultados como la edad y el sexo, y en
estos estudios de representaciones sobre otros países se incluye a veces
también la variable de la posición social, distinguiendo entre élites y po-
blación general (véanse por ejemplo Johnston y Shen, 2015; Escalante,
2015; González, 2013). Cuantas más variables se tengan en cuenta, más
posiciones diferentes aparecen y más diversidad de percepciones sobre un
mismo hecho se detectan, aunque al final son los porcentajes mayoritarios
los que se toman por el todo para generalizar. Las encuestas de opinión
constatan que los resultados varían según las variables tenidas en cuenta
y según el momento en que se realizan, y por eso las mismas instituciones
repiten las mismas preguntas a lo largo del tiempo para observar la evolu-
ción de las respuestas. Pese a ello, este instrumento sigue sin resolver el
problema de base de los presupuestos que se enuncian, al orientar ya las
respuestas sobre una percepción previamente construida.
Cristina Tapia también llama la atención sobre cómo se elabora la opi-
nión en política: «la opinión de la sociedad civil constituye a su vez un
elemento que se forma, entre otras cosas, a partir de la información pre-
dominante en el contexto, independientemente de la calidad de la mis-
ma». Los medios de comunicación desempeñan un papel muy importante
para generar percepciones específicas dado que facilitan la información
de una forma sesgada al seleccionar previamente lo que consideran im-
portante de lo irrelevante, a lo cual habría que sumar los intereses en jue-
go en cada momento. No obstante, no toda la información recibida es
aceptada acríticamente, sino que también existe la posibilidad de modifi-
carla y recrearla. En cualquier caso una de las principales aportaciones
del trabajo de Cristina Tapia consiste en sacar a la luz la estrecha relación
entre la evolución de la consideración de Estados Unidos como actor glo-
bal con el nuevo papel de China en el ámbito internacional. Estados Uni-
dos marca la agenda, marca las percepciones que son retomadas, en parte,
por Colombia y así: «las impresiones sobre China toman como referencia
la relación estatal con EE.UU. para interpretar los acontecimientos del
entorno, tanto internacional como interno».

Persistencia orientalista y cambios en el imaginario chino

El capítulo de Amelia Sáiz López, «De imaginarios, (in)visibilizacio-


nes y representación(es): El caso de las mujeres chinas en España», intro-
duce la perspectiva de género en el análisis del imaginario social cons-

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truido sobre y/o por las mujeres chinas en España. Su aportación se centra
en un segmento de la población china, las mujeres, y aborda tanto cómo
han sido representadas a lo largo del tiempo en España como la (auto)re-
presentación de ella mismas por la generación más joven, una variable
que pocas veces se incluye en los estudios de las representaciones socia-
les sobre otros grupos humanos. En un contexto de diversidad cultural
con relaciones interculturales cotidianas, la autora señala que es necesario
combinar la temporalidad –momento histórico en que se produce la inte-
racción– con los sujetos sociales –de acuerdo a variables sociológicas;
profesión, generación– y con el discurso étnico-identitario –quién y cómo
lo elabora– para profundizar en las características de las representaciones
sociales. La introducción conceptual de la interculturalidad en relación
con la identidad desde la perspectiva de género en el análisis de la repre-
sentación supone una importante aportación a esta obra colectiva.
A partir de datos históricos, de investigaciones sociológicas sobre la
presencia china en España, de noticias de periódicos y de obras de la pro-
ducción cultural, se configura una imagen de la mujer china que ha sido
invisibilizada a pesar de su participación activa en las empresas familia-
res –actividades económicas– y de ser privilegiadas como interlocutoras
en tareas de representación, es decir, portavoces del colectivo en diferen-
tes contextos e instituciones de mediación cultural –actividades políti-
cas. No obstante, en pleno siglo XXI continúa vigente un imaginario de la
feminidad china deudor y continuista del elaborado por las potencias co-
loniales durante el siglo XIX, que coincide con los mecanismos y estrate-
gias para configurar a la otredad descritos por Edward Said en su análisis
del orientalismo. El imaginario literario femenino chino actual, a pesar del
aire de modernidad «no ha anulado la imagen orientalista primigenia» y
aunque ahora las jóvenes chinas son (auto)representadas como menos pa-
sivas, todavía continúan apareciendo sexualizadas, actualizando «la reifi-
cación orientalista de los autores decimonónicos». En definitiva, con el
paso del tiempo un imaginario que se ha construido en un determinado
contexto nunca acaba de desaparecer del todo ni de ser sustituido por otro
de creación más reciente, sino que coexisten y se utilizan indistintamente
en diferentes circunstancias a pesar de lo contradictorio que resulten en-
tre sí.
El imaginario euroatlántico orientalista sobre China, asocia el país a la
inmovilidad y a la tradición y a sus mujeres como víctimas del patriarca-
do por su sumisión al mismo, lo cual anula su capacidad para tomar deci-
siones en tanto agentes sociales. No obstante, también se considera que
por características de género las mujeres tienen mayores habilidades lin-
güísticas, y esta «cualidad comunicativa y de mediación que se reconoce
en las mujeres explica también las buenas relaciones entre representantes
–portavoces– femeninas chinas y entidades públicas». Así las institucio-
nes públicas españolas prefieren como interlocutoras del colectivo chino

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a mujeres que lo representen para evitar la confrontación directa con una
competencia masculina.
La invisibilidad, en el sentido de falta de reconocimiento, de las mi-
grantes chinas en la esfera de la producción ha afectado especialmente a
la primera generación de mujeres que participan en las actividades eco-
nómicas de la familia, siendo también empresarias. Sus hijas, por el con-
trario, pertenecen a otra generación que ha pasado un proceso de doble
socialización al ser escolarizadas en las escuelas, realizar estudios univer-
sitarios y/o pasar a formar parte de parejas mixtas. A ellas se las considera
y representa de otro modo, aunque sus rasgos físicos todavía las identifi-
can con sus progenitores. Se (auto)representan distanciándose de sus ma-
dres a quienes asocian con imágenes construidas por la sociedad españo-
la. En la confrontación entre representaciones y autorrepresentación se
negocia la identidad propia y ajena que evoluciona con el paso del tiem-
po, a pesar de que los legados del pasado orientalista no han desaparecido
del todo.
En el capítulo «China en España, un tropo polivalente», Joaquín Bel-
trán Antolín incide en la construcción de imaginarios ambiguos, funda-
mentalmente orientalistas, que se han construido sobre China y los chinos
en España en diferentes ámbitos como el diplomático, el institucional, el
político y el económico. Su análisis profundiza en el papel que desem-
peña China para definir e identificar a la propia sociedad española y saca
a la luz las luchas por imponer significados de diferentes sectores socia-
les. Es precisamente la heterogeneidad interna de la sociedad española la
que se pone de manifiesto en las imágenes y representaciones que se cons-
truyen sobre China, llenas de contradicciones. Aunque el análisis se cen-
tra en el estado de la cuestión de este fenómeno en el siglo XXI, con un
contexto muy específico, es inevitable una mínima incursión en el pasado
porque una parte significativa de las representaciones actuales tienen su
origen en otras épocas.
Partiendo de datos de diferente índole y procedencia el autor identifica
una serie de representaciones ambivalentes sobre China y su población,
así como algunas de las consecuencias de las mismas tanto para la pobla-
ción española en general como para la población de origen chino residente
en España. El análisis crítico del discurso sobre la migración en los me-
dios de comunicación desarrollado por Van Dijk (1997, 2003) es retomado
durante la argumentación. Especialmente relevante es la autoalienación de
una parte de la élite de la comunidad china que asume las representaciones
estereotipadas y estigmatizantes de la sociedad general, como también se
muestra en el análisis de la autorrepresentación de las hijas de familias
migrantes chinas desarrollado por Amelia Sáiz en este mismo volumen.
Las imágenes sobre China y los chinos cumplen dos funciones, ideali-
zan la homogeneidad de la población española, que se identifica y define
a sí misma en el contraste con lo supuestamente chino, a la vez que seña-

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la las propias carencias y también las aspiraciones. De este modo «lo chi-
no» es percibido como ejemplo a seguir o como encarnación de inmorali-
dad –incluida la invasión y la amenaza–, de ahí la constatación del tropo
polivalente que supone el imaginario creado sobre China en España.
Entre las consecuencias o reacciones que se originan a partir de las
representaciones, la contribución presenta y analiza varios casos, como
por ejemplo, las campañas antirumores que surgen para hacer frente a los
estereotipos que estigmatizan y discriminan a los inmigrantes, entre ellos
a los chinos; las marchas de empresarios/as chinos/as en las calles de
Madrid para manifestar su oposición a políticas públicas locales que per-
judican a sus intereses económicos y tienen un contenido de racismo ins-
titucional; así como el intento chino de contrarrestar en medios de comu-
nicación y blogs el ataque que consideran indiscriminado mediante las
grandes redadas policiales a la búsqueda de delincuentes chinos que aca-
ban criminalizando a todos por igual en el imaginario social.
Los cuatro capítulos de este apartado dedicado a percepciones, imagi-
narios y representaciones sociales, reconocen de diferentes formas el pa-
pel que desempeña en la construcción de imágenes sobre China y los chi-
nos la influencia de los poderes coloniales de otras épocas o del actual
poder hegemónico en el mundo, Estados Unidos, al menos en la produc-
ción del conocimiento y en la cultura popular. Al orientalismo decimonó-
nico que se encuentra en la base de muchas representaciones, se añaden
los estereotipos derivados del mismo que se toman y reproducen acrítica-
mente en un contexto más cercano. Otro tema transversal en estas contri-
buciones es la relación entre las representaciones sobre China en cada
país y sus consecuencias en el ámbito de la política interna: el pragmatis-
mo de la economía nacional a nivel global y la necesidad de inversiones y
de comercio exterior, contrasta con ciertos discursos de determinadas éli-
tes que utilizan el imaginario de China como chivo expiatorio ante caren-
cias propias. Sobre China recae una parte del malestar social eludiendo
las propias responsabilidades de sus causas, y así convertirse en un argu-
mento electoral para la defensa de determinados intereses.

La etnicidad e identidad en el juego de las representaciones

La reflexión sobre la identidad y la categorización de las personas que


coinciden en un territorio en un momento concreto, también forma parte
de la historia de las ciencias sociales. Con anterioridad a las Guerras
Europeas y de Asia Pacífico del siglo XX, la categoría que denominaba a
quienes se desplazaban y asentaban en zonas distintas a sus lugares de
nacimiento era la de forastero/a dentro de la misma nación, o extranjero/a
si procedían de otra. Es cierto que con el tiempo, y según los países, cada
grupo de personas originarias del mismo lugar se rebautizaba con otros

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apelativos de especial significación para los locales, los más necesitados
de reordenar su territorio, como es el caso de los «gallegos» en algunas
partes de las Américas y otros ejemplos. Elias y Scotson (1994) analizan
cómo la distinción entre establecido y forastero se basa en la diferente
posición de poder de cada uno de ellos que no se fundamenta tanto en
«los recursos materiales, de poder o clase social, nacionalidad o pertenen-
cia racial o étnica, sino en el orden de llegada, es decir, en la antigüedad
en el establecimiento. Luego el poder del grupo venía dado por el grado
de cohesión de este… y la atribución de la exterioridad (los outsiders) era
el tiempo de llegada a la comunidad» (Alcalde, 2011, p. 377). Y lo más
importante es que «a mayor desigualdad de poder, menos realismo y
más distorsión se daba sobre la percepción de los establecidos» (Alcalde,
2011, p. 377).
En esta designación de forastero recae la necesidad de «defenderse»
sobre lo que viene de fuera y su perfecta definición e identificación es la
manera colectiva de hacerlo, reconociendo en el otro un ser ajeno a los
códigos de ordenación social de lo propio, es decir, de las relaciones de
poder instauradas, pues es ahí donde radica el peligro de las personas ex-
tranjeras: se desconocen sus filiaciones, fobias y filias. No se sabe si man-
tendrán el statu quo o querrán cambiarlo dado que se ignora su relación
con el poder establecido.
El fortalecimiento de las fronteras europeas después de las dos grandes
guerras, especialmente en la Unión Europea, por un lado, y la inestabili-
dad política y la pobreza resultado de políticas liberales en las Américas,
por otro, son algunos de los factores que han transformado a la figura de
extranjero/a en migrante en nuestro área de estudio. Una categoría más
que añadir y reconfigurar en la alteridad de cada país, sea esta reconocida
o no, como señala en este volumen Hugo Córdova Quero en su capítulo
«“Son todos chinos”. Etnicidad y formación de identidad entre inmigran-
tes chinos en Córdoba, Argentina». En este sentido, los otros/as refuerzan
el sentido de «nosotros/as» de la nación homogénea y hegemónica. Pen-
sada desde el poder que establece la posición social de los sujetos y de sus
posesiones materiales y simbólicas en función de su lealtad y defensa de
los valores socioculturales, permite perpetuar las relaciones de poder es-
tablecidas de las que surgen, se conforman y configuran los imaginarios
identitarios.
La alteridad no solo define la diferente posición social y simbólica de
los establecidos y de los forasteros (Elias y Scotson, 1994) sino también
entre las diferentes etnias, otra de las categorías que explican la distribu-
ción del poder y donde parecen más justificadas las diferencias sociales
–de poder y desigualdad– y culturales –simbólicas y de valores. La pre-
sencia china, entendida como una presencia humana y/o cultural, en las
Américas y en la Península Ibérica se remonta a la primera globalización
(Frank, 1998) o imperialismo colonial (Grosfogel, 2007) hispanoluso del

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sistema mundo (Wallerstein, 1984). Estas son algunas de las perspectivas
que adoptan las contribuciones de este apartado para realizar un recorrido
histórico en la construcción del imaginario colectivo en relación a «lo
chino» –en Cuba–, o a la población asiática –en Argentina– por entender
que la dimensión geopolítica es un elemento importante de la concepción
de la alteridad china. Así, lo chino, «categoría que parece englobar la
identidad de lo chino en Cuba», tenía connotaciones negativas durante
la Cuba colonial, pero con la presencia de los californianos –chinos pro-
cedentes de Estados Unidos–, élite económica china durante esa época, se
inicia una transformación positiva que finalmente se reafirma a raíz de la
participación de los chinos en la guerra de independencia cubana, como
apunta Yrmina Gloria Eng Menéndez en su contribución a este volumen.
En el contexto colonial surge la colonialidad, definida como:

«uno de los elementos constitutivos y específicos del patrón mundial de poder


capitalista. Se funda en la imposición de una clasificación racial/étnica de la
población del mundo como piedra angular de dicho patrón de poder y opera en
cada uno de los planos, ámbitos y dimensiones, materiales y subjetivas, de la
existencia social cotidiana y a escala societal. Se origina y mundializa a partir
de América» (Quijano, 2000, p. 342).

La clasificación racial/étnica históricamente ha otorgado a los caucási-


cos el papel de ideólogos y protagonistas de los acontecimientos sociales,
económicos y culturales que han generado los llamados «procesos civili-
zatorios» de la humanidad, con especial relevancia a partir del siglo XVI.
El «poder blanco» ha construido los fundamentos del poder y de las jerar-
quías étnicas. En este sentido, la aplicación del pensamiento dicotómico
racional europeo sirve de base simbólica y justificación racionalista que
opera en la identidad nacional arrogando la pertenencia natural al territo-
rio a los originarios de esa nación, aunque esta tenga un marcado compo-
nente de extranjeros y/o migrantes, como es el caso de América del Norte.
En este sentido, y siguiendo esa lógica, en el capítulo titulado «Yellow
Peril. Model Minority, Honorary White, Tiger Nation: Chinese in Ameri-
ca, Global China and the United States», Evelyn Hu-DeHart da buena
cuenta de la configuración racial del poder en Estados Unidos y del lugar
ocupado por el grupo chino y chinoestadounidense desde el siglo XIX,
complementando las aportaciones de Hugo Córdova Quero y de Yrmina
Gloria Eng Menéndez a este respecto, pues en los países que analizan se
observa de manera clara cómo opera el proceso cognitivo eurocéntrico
–ya que «el eurocentrismo no es la perspectiva cognitiva de los europeos
exclusivamente, o solo de los dominantes del capitalismo mundial, sino
del conjunto de los educados bajo su hegemonía» (Quijano, 2000, p. 344)–
en la construcción y transformación de las percepciones nacionales sobre
las personas de origen chino.

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También en la construcción de los imaginarios étnicos raciales fruto
del proceso cognitivo eurocéntrico, los intelectuales en un primer mo-
mento –del capitalismo impreso, tal y como acuña el concepto Benedict
Anderson en su obra emblemática Comunidades imaginadas de 1983–
junto con los medios de comunicación posteriormente, han mostrado ser
los agentes más eficaces. En «De China y los chinos en el imaginario cu-
bano. Apuntes sobre las percepciones de antes, de ahora y de siempre»,
Yrmina Gloria Eng Menéndez registra pormenorizadamente las elabora-
ciones intelectuales sobre lo asiático en Cuba. Señala que pese a que se
sintió como «una otredad radical en América Latina», aquí se consignó de
otra manera, «una especificidad perceptiva sobre esta categoría étnica
contraponiendo al “imaginario letrado” el imaginario popular», con el re-
sultado de que el pueblo cubano no lo entendió en «su diferencia radical»
dado que los chinos nunca han representado la otredad extrema en Cuba.
La figura de los intelectuales cobra especial importancia en el análisis
de las representaciones en Estados Unidos. Evelyn Hu-DeHart describe
en su contribución los distintos perfiles que integran el colectivo chinoes-
tadounidense producto de los diversos flujos de población a lo largo de
los siglos XIX y XX, así como de las políticas migratorias del país. La inte-
lectualidad chinoestadounidense de forma individual o a través de las or-
ganizaciones que ha creado, ejerce de vigilante y defensora de la buena
imagen de sus integrantes así como de sus países de origen, aún siendo en
ocasiones objeto de persecución mediática y jurídica por parte de la so-
ciedad general estadounidense. La autora muestra detalladamente ejem-
plos que así lo atestiguan, poniendo de manifiesto, una vez más, la estre-
cha vinculación entre el discurso intelectual y los medios de comunicación
en la producción de imágenes sobre la presencia china en nuestras socie-
dades: los primeros buscando la valoración positiva; los segundos, res-
pondiendo a intereses políticos y económicos nacionales.
El estudio del imaginario que producen los medios recorre varias te-
máticas, y las relacionadas con la etnicidad y el trabajo son de las más
recurrentes, en especial en momentos de crisis económica, como señala el
capítulo de Hugo Córdova Quero en relación con los saqueos a comer-
ciantes chinos en Argentina a principio de la década de 2000, o durante la
reciente crisis económica europea como indica Catarina Reis Oliveira en
su capítulo «A presença Chinesa em Portugal: entre a estrutura de oportu-
nidades e as percepções sociais da sociedade de acolhimento», en rela-
ción al incremento constante de empresarios de origen chino en Portugal.

Etnicidad, migración económica y trabajo

Es su estudio sobre la migración caribeña, Grosfogel (2004) señala el


cambio discursivo sobre «la otredad» en el ámbito estadounidense. Se

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deja atrás los discursos racistas culturales, en los que las características
raciales identifican a las personas, para incorporar una nueva denomina-
ción del otro como étnico y/o migrante. Este proceso que se da en la dé-
cada de 1960, queda de manifiesto en la aportación de Evelyn Hu-DeHart.
Sin embargo, la asunción del componente migrante para la denominación
de la población chinoestadounidense no anula la conciencia de que estos
orígenes no están en la definición primigenia de estadounidense y, por
ello, han tenido más dificultades que otros –blancos europeos– para deve-
nir en ciudadanos con derechos.
La categorización del otro/a como migrante incorpora una dimensión
económica a las jerarquías del sistema capitalista global. Los desplaza-
mientos de población vinculados a las necesidades productivas de los paí-
ses más desarrollados es una constante del sistema mundo desde el
siglo XVII constituido ya como un conjunto de Estados soberanos interre-
lacionados (Wallerstein, 1984). Diversas son las teorías elaboradas para
explicar la migración internacional con carácter económico, como la de-
rivada del modelo macroeconómico neoclásico surgida para explicar la
migración laboral en el desarrollo económico (Ranis y Fei, 1961) a partir
de las diferencias salariales entre los países; el modelo microecónomico
que se centra en la elección de las personas en función de un cálculo ra-
cional del coste-beneficio por el que deciden buscar mayores ingresos
económicos mediante el trabajo fuera de sus países de origen (Todaro y
Maruszko, 1987); que junto a las que se encuadran en los modelos de
atracción-expulsión proponen un escenario marcado por condicionantes
en los países de origen y factores asociados a los de destino además de un
conjunto de variables que afectan a ambos (Lee, 1966); la teoría del mer-
cado dual que postula la permanente necesidad de mano de obra extranje-
ra en los países con economía desarrollada (Piore 1979); o la teoría de los
sistemas mundiales que ve la migración internacional un producto de la
organización política y económica de un mercado global en expansión
(Massey et al., 1993), en el que la movilidad es un elemento fundamental
de las relaciones sociales globales (Sheller y Urry, 2006).
En la actualidad, los y las chinas que residen en nuestra zona de estu-
dio tienen un marcado acento migrante vinculado a lo económico, ya sea
por el papel de potencia económica de la República Popular China en el
mundo y su impronta en los países estudiados, como por ejemplo la reva-
lorización sociocultural de su ocupación histórica del espacio urbano, en
el caso del barrio chino de La Habana, o en el barrio chino de Buenos
Aires, o por el perfil mayoritario de la figura de empresarios/as chinos/as
en el sur europeo, como muestra Catarina Reis Oliveira para el caso de
Portugal, aunque también es reseñable su presencia en el negocio de los
supermercados en Argentina, y sus empresas en otros países americanos.
Hugo Córdova Quero, además, incorpora en su colaboración una dimen-
sión poco tratada en los estudios de migración: la importancia de las orga-

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nizaciones y prácticas religiosas como mecanismos para la inserción de
las personas migrantes, que incluye ritos y ceremonias de la sociedad des-
tino como elementos culturales y no como corpus religiosos concretos.
En este sentido, su reflexión subraya la presunción católico-céntrica de la
sociedad que no entiende la capacidad de los grupos para incorporar prác-
ticas religiosas en un marco cultural concreto.
En relación con el ámbito económico de la población china está su
ethos laboral, seguramente uno de los campos en los que el imaginario
más se ha desarrollado en las Américas y la Península Ibérica. Por ejem-
plo, «trabajar como un chino» es sinónimo en el contexto de diferentes
países de habla hispana de trabajar mucho, y en las últimas décadas, de
ser explotado (véase el capítulo de Joaquín Beltrán en este volumen).
Pese a que este aspecto no ocupa un lugar destacado en las contribuciones
de los y las investigadoras, en todas ellas aparecen alusiones para mostrar
la evolución de estas percepciones vinculándolas al contexto político que
las produce, mostrando una recurrencia histórica en los adjetivos y ele-
mentos que componen el imaginario de las personas de origen chino en la
zona de estudio.

Comercio, inversión y percepciones: visiones, agenda, similitudes y


diferencias

El último apartado del libro está dedicado a las relaciones entre China
y algunos países latinoamericanos. Durante décadas fue un tema práctica-
mente marginal, casi inexistente y con textos cercanos a la propaganda,
alejados de las ciencias sociales. Los latinoamericanos han sido parcos en
libros de viajes o narraciones periodísticas, aunque, por ejemplo, en Mé-
xico existen algunos textos y obras relacionadas con China. Sobresalen
los de Lázaro Cárdenas (1973; 2001), quien fuera presidente de México
entre 1934 y 1936, una de las novelas más famosas (Elizondo, 1985), al-
gunos libros del ramo periodístico (Mora, 1964 y 1973) o narraciones
como las de Márquez (1974).
Si bien desde hace medio siglo El Colegio de México ha alentado el
estudio de China, este no ha sido prolífico, aunque ha tendido a crecer,
sobre todo en España. Por el contrario, el ascenso en cantidad y en cali-
dad variable de la investigación sobre las relaciones entre ambas regiones
del Pacífico ha sido enorme. Trabajos académicos sólidos hay muy pocos,
desde el pionero relacionado con la visita de un presidente mexicano a
Beijing (Garza Elizondo, 1973) hasta la primera obra bien lograda del
período de China en pleno ascenso (Connelly y Cornejo, 1992). En el in-
ter, es posible encontrar obras de historia económica (Valdés, 1987) y es-
pecialmente las que inauguran una fase de interés intelectual que había
sido presa de la amnesia selectiva, la del racismo sufrido por mexicanos

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de origen chino y sus familias, sobre todo las mujeres (Gómez, 1991;
Puig, 1992).
Actualmente, hay instituciones como el Instituto Tecnológico de Mon-
terrey (ITESM) que ofrecen cursos a sus estudiantes en universidades
chinas como las de Fudan, en Shanghai, al mismo tiempo que cada vez
más estudiantes chinos estudian en las Américas. Incluso, la Universidad
Nacional Autónoma de México (UNAM) alienta los estudios sobre temas
mexicanos desde China y tiene un centro de estudios sobre este país en la
Facultad de Economía; además también es reseñable los institutos y aulas
Confucio establecidos en muchos países americanos.
Desde inicios del siglo XXI, prácticamente todas las universidades la-
tinoamericanas, lo mismo privadas que públicas, realizan tarde o tempra-
no alguna actividad, así sea esporádica, sobre China. Además, algunas de
ellas se caracterizan por un esfuerzo de investigación considerablemente
sistemático. Junto a las universidades, gobiernos, congresos y think tanks
publican trabajos de diferente índole e inclusive organizan encuentros
para presentar los avances de esas investigaciones. No obstante, los re-
sultados e impactos son desiguales. En esa orilla del Pacífico, los temas
que han dominado la agenda de investigación son los siguientes: impacto
de la presencia china en América Latina, el cual es principalmente una
preocupación estadounidense (Brandt et al., 2012). Sobresalen los es-
fuerzos donde participan tanto diplomáticos como académicos chinos,
estadounidenses y latinoamericanos (Arnson y Davidow, 2011). En un
nivel parecido, existen preocupaciones sobre diferentes tópicos y espacios
con visiones desde Australia, China y América Latina (Hearn y León,
2011).
Gran parte de la narrativa y de la agenda de investigación se construye
sobre algunas de las siguientes bases, o una combinación de las mismas:
China servirá para equilibrar la fuerza y la presencia de Estados Unidos
en la región; el mercado chino es la salida para las exportaciones latinoa-
mericanas; el crecimiento y la salida de las crisis será posible gracias a la
inversión china, la cual ayudará a recomponer la maltrecha infraestruc-
tura. Desde Beijing se transmite la idea de que es posible compartir obje-
tivos, el sueño chino (Lu, 2013).
China e Iberoamérica se interrelacionan en un contexto que ellos y
otros actores han creado desde principios de los años setenta del siglo
pasado, época cuando Beijing fue aceptada como parte del sistema inter-
nacional. Desde el inicio de este período, la élite china se ha construido
como un poder internacional y como una alternativa frente a otros pode-
res. A su vez, las élites latinoamericanas han visto en China, sobre todo en
los últimos 20 años, la posible solución a su falta de diversificación de
mercados, una fuente de inversión y una contraparte dispuesta a ayudar;
además, de una fuerza siempre útil para equilibrar las presiones estadou-
nidenses.

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China se diferencia de los Estados iberoamericanos por muchas razo-
nes. La primera de ellas, la más importante, es que es una potencia global
con intereses múltiples. En concordancia con ello, la segunda es que tiene
políticas multidimensionales que le permiten realizar acciones en diferen-
tes planos, desde el informal hasta el institucional, pasando por alcanzar
acuerdos con actores político-económicos totalmente disímiles. Ningún
gobierno iberoamericano cuenta con esa capacidad, aunque los grados de
debilidad son variables. España tiene a su favor el entorno político-insti-
tucional comunitario de la Unión Europea, mientras que Brasil y México,
por ejemplo, cuentan con una tradición diplomática que les permite un
margen de maniobra considerable para participar de forma significativa,
aunque parcial, en temas decisivos de la agenda global.
En estos países iberoamericanos la causa de sus problemas es externa:
el subdesarrollo se debe a que los industrializados los utilizan para extraer
materias primas. En el presente, por ejemplo, el desarrollo económico
chino sería el responsable de la desindustrialización latinoamericana. De
acuerdo con esta concepción de la historia y de las interrelaciones entre
Estados, hay víctimas y victimarios. Se trata de relaciones unidirecciona-
les, donde solamente una parte del binomio es activa y domina a la otra.
Los mismos gobernantes chinos se presentan como los beneficiadores de
sus contrapartes, a quienes van a enriquecer y ayudar gracias a su sueño,
sobre todo por las ganancias de los intercambios comerciales. Los capítu-
los del último apartado del volumen se ocupan de estos temas y muestran
alternativas analíticas, conjuntando por lo menos tres niveles de análisis:
diplomático, económico y el de las percepciones. Lo cual no excluye tra-
tar otros tópicos relacionados con lo anterior.

Las escrituras del diablo: relaciones económicas y diplomáticas


sino-latinoamericanas

El estudio de las relaciones entre el gobierno de Beijing y sus contra-


partes latinoamericanos muestra ciertos aspectos que permiten establecer
algunos patrones de conducta. Encontrarlos y analizarlos tendría que faci-
litar el desarrollo de conceptos y la creación de enfoques teóricos especí-
ficos para el estudio de las interrelaciones de las sociedades entre ambos
lados del Pacífico. Hasta ahora nos hemos enfocado básicamente en estu-
diar a actores estatales y económicos, lo cual no significa que no existan
investigaciones que aborden otros tópicos, de lo cual este libro es una
muestra.
El primer patrón de conducta es el de la pasividad y visión de relacio-
nes unidireccionales con las potencias. En su famoso poema La Suave
Patria, Ramón López Velarde resume en un par de líneas la dependencia
intelectual: «El Niño Dios te escrituró un establo/ y los veneros del petró-

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leo el diablo». Los recursos naturales son intrínsecamente negativos. Su
posesión atrae a extranjeros ávidos, la resistencia no es posible, como
tampoco su utilización para negociar e impulsar el crecimiento económi-
co. Es una banda sin fin, donde solamente se puede adoptar una actitud
rentista, los recursos como botín de los políticos, o dejar que los extranje-
ros los utilicen sin beneficiar a los propietarios del suelo. Ello implica un
comportamiento de admiración u odio, o una combinación de ambos,
frente a las potencias. Estas son fuente de solución o de creación de los
problemas vitales. En la medida que se crea un sentimiento de indefen-
sión, no existen políticas precisas y articuladas de cada uno de los Esta-
dos frente a los poderes, menos imaginable es pensar en acciones conjun-
tas de los poseedores de materias primas.
China entra en la categoría donde son colocados los posibles salvado-
res o condenadores de un país, ya que se crean expectativas en uno u otro
sentido: el comercio con China haría despegar la economía y/o su inver-
sión hará que crezca algún sector, como el del transporte, que alentará el
crecimiento del resto. O podría ser lo contrario. Crece un sector exporta-
dor primario, lo cual conduce a lo que se ha llamado la primarización de
la economía. Ante la «avalancha» china lo único que se puede hacer es
postrarse y obtener lo más que se pueda, incluso a costa de establecer una
relación de dependencia completa con los chinos.
Una de las actitudes dominantes es la de la fascinación. Mientras que
en China hay una preocupación constante por saber con quién se interre-
lacionan y por crear su propio conocimiento de con quién se van a rela-
cionar, al otro lado del Pacífico la producción de conocimiento es muy
exigua. El conocimiento es dominantemente indirecto, vía los medios,
principalmente estadounidenses, los cuales tienen su propia agenda; o
bien, alimentan su conocimiento solamente de fuentes oficiales chinas,
pero nunca de las propias.

Debilidad de la relación, pero mucha institucionalización

Aunado a la falta de conocimiento, tenemos que las relaciones con


China se basan esencialmente en el comercio y, en segundo lugar, en la
inversión. Las carencias conducen a que las relaciones en otros ámbitos
no existan o sean muy débiles. En muchos aspectos, Beijing destina per-
sonal y dinero para influir sobre los tomadores de decisiones e incidir en
los procesos de toma de las mismas en las Américas.
Si bien existen patrones de conducta comunes a un considerable núme-
ro de actores latinoamericanos, gubernamentales e independientes, en-
contramos disfunciones específicas. Mientras que la mayoría carece de
una política global que sirva para equilibrar fuerzas con China, Brasil ha
abierto un espacio dentro de los BRICS, en el cual puede ser parte de de-

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bates sustantivos que en algún momento podrían materializarse en políti-
cas públicas, además de que le es útil para enfrentar a Estados Unidos,
con quien algunos prefieren aliarse pese a breves coqueteos con los chi-
nos. Tales son los casos de quienes se han embarcado en la aventura de la
Trans-Pacific Partnership: Chile, México y Perú. En el mismo nivel de
ideas, es posible constatar que, además de la ausencia de políticas globa-
les, los poderes ejecutivos de la mayoría de los países latinoamericanos
tienden a paralizarse en la arena internacional cuando sus problemas in-
ternos son graves y se convierten en un arma de dos filos. Por ejemplo,
este ha sido el caso del gobierno mexicano que, al intentar defender los
intereses de sus ciudadanos muertos y heridos en Egipto en septiembre de
2015, fue zarandeado políticamente por su contraparte. No obstante, algu-
nos de estos países cuentan con burocracias altamente calificadas en
asuntos internacionales, las cuales realizan diferentes misiones diplomáti-
cas adecuadamente, a veces incluso pese a los mismos mandatarios.
Si nos atenemos a la evidencia de lo que los chinos hacen respecto a
América Latina y las maneras en la cual lo hacen, podemos establecer un
enfoque teórico que nos permita comprender a los chinos y, contrafactual-
mente, a sus pares. La actuación de los chinos es global y multidimensio-
nal. Sus acciones se basan en la materialización de sus intereses, guiados
por un conjunto de ideas que van rehaciendo en el proceso y, para lograr
un creciente grado de certidumbre con el objetivo de que en el futuro sus
logros sean mayores, tienen una participación creciente en las institucio-
nes existentes, inclusive han creado o ayudado a crear instituciones. El
uso de la violencia, externa e interna, tampoco ha sido ajena como instru-
mento para erigirse en potencia. La violencia se ha materializado en el
recurso a la movilización de las fuerzas militares, navales y terrestres,
pero sobre todo ha sido gestual y verbal, no por ello menos efectiva.
La República Oriental de Uruguay o simplemente Uruguay, ha tenido
las relaciones diplomáticas más accidentadas con China en el sur del con-
tinente americano. En 1988 Beijing logró establecer relaciones con Mon-
tevideo, ya que anteriormente los uruguayos las tenían con la República
de China o Taiwan. Pese a no ser las más intensas de la región, los chinos
son sus principales socios comerciales. En el capítulo de Ignacio Barte-
saghi titulado «Las claves de la relación entre Uruguay y China: Un aná-
lisis más allá del comercio», hay muchos elementos de análisis para com-
prender a China en la región y no solamente respecto a su país de estudio.
El punto de partida es que la relaciones sino-latinoamericanas están
marcadas por el comercio, tal y como muestra que, efectivamente, ese es
el caso de la situación vivida entre Uruguay y China. Este trabajo analiza
cómo los presidentes visitan China e inclusive firman diferentes tratados,
aunque finalmente no se materializan o difícilmente cristalizan. Es decir,
las burocracias logran un alto grado de eficiencia en la relación bilateral,
pero existen imposibilidades prácticas para diversificar la relación, sobre

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todo para equilibrar las ganancias. Por no hablar de la inexistencia de
posturas bilaterales latinoamericanas respecto a China, en el nivel bilate-
ral la ausencia de políticas de Estado es patente. En este terreno sobresa-
len los intentos de diplomáticos brasileños por señalar que se carece de un
concepto que ayude a profundizar la relación con Beijing, como señalan
Pires y Paulino en su contribución a este volumen.
En ocasiones, las acciones tomadas en la relación entre gobierno y em-
presarios chinos son interpretadas como medidas que favorecen a un gru-
po específico. Para complicar aún más la situación, como el caso urugua-
yo demuestra, ya existe competencia para la atracción de inversión china.
Tal es el caso de las rivalidades desatadas por las medidas proteccionistas
brasileñas que orillan a los inversionistas chinos a instalarse directamente
en su mercado y no en otro, como podría ser Uruguay.

Tentaciones proteccionistas y tensiones sino-brasileñas

Precisamente son algunos de los temas que Marcos Cordeiro Pires y


Luís Antonio Paulino abordan en «A evolução das relações sino-brasileira
sob os governos Lula da Silva e Dilma Rousseff, 2003-2013». Como en
otros países, el incremento de las interrelaciones trae consigo el escala-
miento de las tensiones. Lo cual se debe, entre otros motivos, a la imposi-
bilidad de revertir los términos de la relación favorable a China. Al mis-
mo tiempo que los intercambios se incrementan, también lo hacen las
tensiones.
Dos temas preocupan en Brasil. Por un lado, la inmigración tanto do-
cumentada como indocumentada. Aparentemente, el tema de los flujos
migratorios no debería ser conflictivo socialmente por la composición de-
mográfica del país. El problema radica dentro del esquema de control po-
licial de los migrantes y de su criminalización por parte de los organismos
gubernamentales. Por el otro, algunos sindicatos y patrones se muestran
preocupados por la primarización de la economía y la llegada masiva de
productos chinos. Al igual que sus contrapartes de otros países latinoame-
ricanos, las élites brasileñas desplazan su responsabilidad sobre el estado
de su economía hacia los chinos y lo que ellos hacen dentro de ella.
Muchos gobiernos, cuando ideologizan sus posturas internacionales,
encuentran complicado coincidir con Beijing. Además, no todos están en
condiciones de buscar un espacio en el sistema internacional como actor
que participa e influye en los procesos de toma de decisiones. Brasilia se
encuentra en la posición de hacerlo. Si algo diferencia al gobierno brasi-
leño de sus pares en Latinoamérica, pero no solamente, son las posibili-
dades múltiples que tiene para interactuar con los diplomáticos chinos.
Pires y Paulino describen los acercamientos multilaterales, sobre todo
los que se relacionan con los que ellos denominan la democratización de los

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organismos multilaterales y la coordinación de acciones dentro de los
mismos.
Brasil, como muchos otros países, se enfrenta al enorme peso de la
fuerza comercial china, la cual se fortalece con una tendencia creciente de
las inversiones. No obstante, pese a las debilidades de la relación, es po-
sible encontrar influencias culturales chinas expresadas en diferente tiem-
po y espacio, pero sobre todo manifestadas en varios aspectos de la cultu-
ra brasileña. El componente principal de esa influencia ha sido el de la
población que ha emigrado al sur de las Américas y que contribuye al
enriquecimiento cultural local, a través de la cultura y de otras expresio-
nes, como la lingüística.

Venezuela chavista, incitadora de la presencia china

Si bien parece que el interés primordial chino en Venezuela gira en


torno de los hidrocarburos, Javier García Chacón, en «Percepciones vene-
zolanas sobre las relaciones entre la Republica Popular China y la Repú-
blica Bolivariana de Venezuela», parte del supuesto de que no han sido
los intereses geopolíticos chinos los que les atrajeron a esta parte de las
Américas. Ha sido el chavismo quien ha alentado a los asiáticos al acer-
camiento.
Más allá de una inexistente cercanía ideológica, se han encontrado un
régimen necesitado de apoyo financiero y un conjunto de actores encabe-
zados por el gobierno, dispuestos a proveer a China. Ante la ausencia de
una política ordenada de diversificación, lo que los chavistas han intenta-
do, sobre todo después de Hugo Chávez, es sustituir a los financiadores
estadounidenses por los chinos. Ante la ausencia de una política que pu-
diera conducir a la interdependencia, la llevada a cabo por Nicolás Madu-
ro ha ahondado en la dependencia estructural centenaria.

China y Chile, una relación aparentemente exitosa

Desde la óptica china, México y Chile se encuentran en las antípodas


político-diplomáticas. El primero es considerado como parte de la rela-
ción más difícil, ya que se ha enfrentado a gobiernos que han lanzado
guiños al Dalai Lama o que han afectado a empresas chinas a partir de
decisiones opacas. Mientras que con el segundo, todo fluye de acuerdo a
las expectativas mutuas, las cuales se enmarcan en un tratado de libre
comercio. Isabel Rodríguez Aranda, en «Las percepciones de Chile hacia
China: de amigos a socios estratégicos», nos muestra los logros consis-
tentes de la relación, los cuales podemos asociar a los cambios políticos
internos y al ascenso chino de los años noventa.

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El capítulo ayuda a comprender la relación dentro de un espacio donde
se toman decisiones de política exterior y los actores chilenos construyen
representaciones positivas a partir de insumos eficientes que permiten
percepciones favorables respecto a los chinos. Gracias a ello, esas percep-
ciones se materializan en acciones positivas. Del otro lado del Pacífico,
los chinos valoran los gestos chilenos –como haber sido el primer gobier-
no que les brindó apoyo diplomático con Salvador Allende–, lo cual no
fue obstáculo para que se acercaran a Augusto Pinochet. Además, el chi-
leno fue el primer país con el que firmaron un tratado de libre comercio.
En la relación sino-chilena encontramos una muestra palpable de que
los gestos, las acciones simbólicas, influyen sobre las percepciones y las
acciones de todos los actores involucrados en las relaciones con Beijing.
Se crean las percepciones, se diseñan las respuestas, las acciones se po-
nen en marcha y se llega a acuerdos. Una vez que estos se desarrollan, se
demostrará si las decisiones sobre las cuales se negoció y los resultados
de las mismas redundan en beneficio de los involucrados en los proce-
sos de negociación. La situación de la relación sino-chilena es una mues-
tra del patrón de conducta de los actores latinoamericanos, sobre todo del
bajo nivel de sus resultados.
Las interrelaciones latinoamericanas con Beijing, además de que están
en franca construcción, no cumplen con las expectativas locales. Se ha
esperado demasiado de ellas, por diferentes razones, entre las cuales des-
taca la búsqueda de contener a Estados Unidos y la de suplir a una Europa
no tan activa como sería deseable. En el fondo, el objetivo de gran parte
de las élites latinoamericanas es encontrar un motor exterior que aliente el
crecimiento y el desarrollo local. Desde una perspectiva positiva, China
es una relación en construcción; desde el otro extremo, la inversión china es
magra, la balanza comercial es esencialmente positiva para los chinos,
quienes alientan el fortalecimiento de los sectores primarios.

La reflexión colectiva de este volumen sobre el estado de las represen-


taciones que se han elaborado sobre China y su población quiere contri-
buir a una mayor comprensión de las relaciones establecidas entre los
Estados implicados. Enmarcadas en un nuevo orden internacional, estas
necesitan aproximaciones innovadoras para abordar su estructura, diná-
mica y complejidad, pues las explicaciones e interpretaciones dominantes
todavía son deudoras, en gran medida, del colonialismo decimonónico,
del orientalismo y de la Guerra Fría bajo la hegemonía anglófona de la
producción del conocimiento. Por ello es urgente desarrollar y bucear en
nuevas perspectivas ante el, a menudo, desconcertante nuevo papel de
China en el mundo desde que ha pasado a formar parte del sistema capi-
talista internacional como uno de sus principales protagonistas.
Las aportaciones recopiladas en esta obra plantean nuevas preguntas
que son necesarias profundizar. El futuro está abierto y continuará siendo

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un campo de lucha de intereses contrapuestos en busca de la hegemonía y
en este escenario las representaciones sobre China y los chinos desempe-
ñarán un papel clave para orientar la acción de los intercambios, de los
encuentros, en un sentido u otro. La percepción de competencia, amenaza
y peligro, que tiende a imponerse por determinados intereses, no tiene por
qué ser recurrente y el hilo conductor de la historia. De hecho, tanto a
nivel de representación como de prácticas los casos expuestos muestran
la coexistencia de perspectivas alternativas.
El proyecto de investigación multidisciplinar aquí desarrollado me-
diante las diversas colaboraciones pretende aportar una base y un punto
de partida para elaborar nuevos paradigmas necesarios para interpretar el
mundo que nos rodea que vayan más allá de la (re)producción del pensa-
miento que domina la academia eurocéntrica. De ahí el empeño en la pues-
ta en marcha de nuevas sinergias de colaboración investigadora que espe-
remos dé nuevos frutos.

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Parte I
PERCEPCIONES, IMAGINARIOS
Y REPRESENTACIONES

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1
Atados a percepciones:
los mexicanos frente a China1
Francisco Javier Haro Navejas, Kenia María Ramírez Meda
y Yair Candelario Hernández Peña

La República Popular China (China o RPC) es un país que despierta


una gran fascinación, como pone de manifiesto el hecho de ser el más vi-
sitado después de Francia y Estados Unidos. Es generador de percep-
ciones dispares. La curiosidad-percepciones positivas son producto de
múltiples factores: dimensiones espaciales y demográficas; historia y ar-
queología, la primera habría sido continua durante seis mil años y existen
sitios mundialmente famosos, como la llamada Muralla China y los Gue-
rreros de Terracota; y el impresionante crecimiento económico, el cual
aparece como esencialmente inexplicable. Las hay del signo negativo, las
asociadas a los peligros que China y sus habitantes representarían: un hi-
potético flujo migratorio gigantesco e incontrolable, así como la posibili-
dad de inundar mercados locales con productos baratos y haciendo desa-
parecer un número indefinido de puestos de trabajo.
Partimos del supuesto de que el estudio de cómo se percibe al otro es
fundamental para entender cómo toman forma las interrelaciones gobier-
nos-sociedades-gobiernos. Las páginas que siguen tienen como objetivo
describir y analizar algunas percepciones mexicanas sobre China y los
chinos.
El capítulo está compuesto de las siguientes partes: en la primera reali-
zamos una delimitación espacial y conceptual del tema, donde prestamos
atención especial a explicar por qué las percepciones son importantes,
damos a conocer algunos datos existentes sobre el tema resultado de en-
cuestas realizadas recientemente y exponemos qué son las percepciones,
al menos desde la perspectiva de este trabajo; posteriormente, hacemos
una descripción y análisis tanto de la evolución como del estado actual de
las relaciones bilaterales sino-mexicanas; a continuación, en apartados
separados, exponemos cuáles son algunas de las percepciones existentes
en diferentes grupos sociales mexicanos sobre los chinos y sobre China
misma. Finalizamos con una serie de consideraciones sobre la necesidad

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de establecer una línea de investigación sobre percepciones y sobre las
expuestas en este capítulo.

Construcción de percepciones locales: delimitación espacial y


conceptual

Las percepciones son importantes porque moldean, al menos parcial-


mente, las decisiones que las personas toman en su vida cotidiana. Por
ello este capítulo está dedicado al análisis de algunas percepciones mexi-
canas sobre la República Popular China.
Además de que uno de nosotros (Haro, 2007; Cornejo, Haro y León,
2013) ha explorado el tema con anterioridad desde la Ciudad de México y
básicamente con fuentes de la misma, existen otras que nos permiten sa-
ber cuáles son algunas de las percepciones mexicanas sobre China. El
Pew Research Global Attitudes Project (2013), nos muestra algunas per-
cepciones mexicanas consistentes en el tiempo, lo que quiere decir que
otras han cambiado. En general, se han hecho más positivas. Los mexica-
nos encuestados tienen una visión más positiva y al alza respecto a los
Estados Unidos en contraposición con China. No obstante, un 42 por 100
no descarta a Beijing como socio. En 2007 el 50 por 100 de los encuesta-
dos no tenía confianza en el presidente chino, cifra que no cambió en
2014. Igualmente pasa con quienes manifiestan tener confianza, cifra que
bajó del 17 por 100 al 15 por 100 en el mismo lapso. Por el contrario, la
percepción de que el crecimiento de la economía china sobre México es
algo malo se redujo del 55 por 100 al 36 por 100 en el período anotado.
Mientras que el porcentaje de quienes lo perciben como algo bueno creció
del 28 por 100 al 38 por 100. A su vez, el porcentaje de quienes creen que
el gobierno respeta las libertades personales cayó del 33 por 100 al 25 por
100, y el de aquellos que opinan que no las respeta se mantiene en el
44 por 100. Instituciones mexicanas han hecho encuestas similares, pero
el esfuerzo más importante es el de México, las Américas y el mundo rea-
lizada por el Centro de Investigación y Docencia Económica (González et
al., 2013) Se trata de iniciativas que nos acercan a las percepciones mexi-
canas, pero el panorama necesita ser completado con otros ángulos y ac-
tores involucrados.
Para este trabajo escogimos espacios y actores específicos. A partir de
entrevistas y fuentes de diferente tipo, principalmente periodísticas, in-
vestigamos las percepciones en dos localidades mexicanas: León, Guana-
juato, y Mexicali, Baja California. Las razones de ello son simples. En la
primera se asienta el corazón histórico de la industria del calzado, la cual
se ha visto afectada por las importaciones chinas de ese producto, al me-
nos es el argumento esgrimido por los empresarios. En la segunda encon-
tramos a una de las comunidades mexicanas de origen chino más impor-

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tantes y antiguas en México. Mientras que una está enclavada en el centro
del país, espacio de grupos político-religiosos conservadores; la otra se
encuentra en la frontera con Estados Unidos, un espacio donde confluyen
diferentes culturas. Se trata de antípodas espaciales y culturales. León es
dominio del mestizo-mexicano más cercano al blanco-europeo que al
moreno-mexicano, tanto por su color de piel como por su ideología. Es el
espacio de la pretendida hegemonía católica y de las buenas costumbres
plasmadas por Carlos Fuentes y desacralizadas por Jorge Ibargüengoitia.
Mexicali es el terreno de la diversidad y espacio vital de los migrantes.
Asia, China en particular, es parte sustancial de Mexicali, sin la cual no
existiría, al menos como lo conocemos hoy. Mientras que en León, lo
asiático es algo considerablemente nuevo en el entorno como resultado de
la instalación de diversas empresas de Asia en Guanajuato, entre las que
sobresalen las automotrices niponas.
En Guanajuato lo asiático aún es en gran medida externo, ajeno. Por el
contrario, Mexicali, como Bangkok, Tailandia, en gran medida debe su
nacimiento a los chinos. La otra variable esencial en el origen de Mexica-
li es el espacio, la cercanía a Estados Unidos y la posibilidad de sembrar
algodón a costos más bajos que los vecinos del norte. La ciudad norteña
nació del encuentro de diversas culturas y en un entorno desde el inicio
internacional, mientras que la del centro resiste a la llamada globaliza-
ción, pero busca su integración a la misma. En el siglo XVI lo que ahora es
el Estado de Guanajuato estuvo integrado al mercado mundial principal-
mente por la minería y recientemente por algunos frutos, como la fresa,
pero también por el calzado. Para la primera lo chino es un componente
vital del todo, para la segunda es una agresión.
Las dificultades para realizar la investigación fueron varias, entre las
que destacan el desprecio por el trabajo académico, la desconfianza y la
sensibilidad respecto a algunos temas que involucran situaciones jurídi-
cas en curso, al menos este fue uno de los argumentos para no conceder
entrevistas de parte tanto de funcionarios del gobienro estatal como de
empresarios del calzado.
En estas páginas consideramos que las percepciones se construyen a
partir de la selección y abstracción de porciones de la realidad. La infor-
mación que permite construir percepciones proviene de diferentes fuentes
que ayudan a formar la visión que unas personas tienen sobre otras. La
selección puede ser un proceso consciente, pero la mayoría de las veces
quien percibe ignora cómo construyó su percepción. El proceso mediante
el cual una persona decide qué hechos o datos le son útiles para explicar
su entorno e incidir sobre él pocas veces es sistemático. No obstante, en
algunos niveles, como los gubernamentales, el proceso tiende a ser racio-
nal. La percepción permite a las personas hacer o dejar de hacer alguna
acción. Los actores de las relaciones internacionales realizan sus acciones
de forma individual o institucional en respuesta a las acciones de los

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Tabla 1.1. Características de León y Mexicali

Variable León Mexicali


Ubicación Centro de México Noroeste de México
Ciudad situada al norte del Estado de Guanajuato Ciudad Capital del Estado de Baja California
Coordenadas geográficas: Latitud norte: 21° 07ʹ; Coordenadas geográficas: Latitud norte: 32° 40ʹ; Lon-
Longitud oeste: 101° 41ʹ; y altitud de 1.798 msnm gitud oeste: 115°28ʹ; y altitud de 10 msnm
Ciudad fronteriza con Calexico, California, EE.UU.
Fundación 20 de enero de 1576 14 de marzo de 1903
Vecinos (municipios, Estados Estados colindantes a Guanajuato: Zacatecas, San Sonora (México) al este, Baja California Sur (México)
y/o países) Luis Potosí, Querétaro, Michoacán y Jalisco al sur, California (Estados Unidos de América) al nor-
Municipios: Guanajuato y Silao al este, Purísima del te y Arizona (Estados Unidos al noroeste)
Rincón y el Estado de Jalisco al oeste, Silao, Romita

42
y San Francisco del Rincón al sur y San Felipe al
norte
Distancia respecto de Beijing 12.176,95 km 10.345 km
Distancia respecto México, 341,53 km 2.188 km
D.F.

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Partido dominante (Estado y Estado: PAN. Gobernador de la coalición PAN-PA- Estado: Coalición PAN-PRD-PANAL y Partido de
ciudad) NAL Baja California. Gobernador del PAN

Municipio: Coalición PRI-PVEM. Presidente muni- Municipio: Coalición PAN-PRD-PANAL y Partido de


cipal del PRI Baja California. Presidente municipal del PAN
Principales industrias Industria del calzado Industria manufacturera
Industria textil Industria del comercio
Industria mueblera y automotriz Industria extractiva y de electricidad
Industria manufacturera Restaurantes y servicios de alojamiento
Industria agroindustrial Minería
Industria química Construcción

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Gastronomía Carnitas de cerdo, birria, menudo, gorditas, enchila- Comida china y tacos de carne asada
das, atoles
Clima Templado y subhúmedo Muy seco
Demografía Estatal: 5.486.372 Estatal: 3.155.070
León: 1.436.480 Municipal: Mexicali: 936.826 habitantes
51 por 100 mujeres y 49 por 100 hombres 49,6 por 100 mujeres y 50,4 por 100 hombres
Ocupaciones de los chinos Servicios Principalmente en el sector servicios: restaurantes de
comida china
Aportación del Estado al PIB Aproximadamente entre 2,8 por 100 y 3,4 por 100 Aproximadamente entre 2,8 por 100 y 3,0 por 100
nacional
PIB municipal nd Aportación al PIB nacional de 2,8 por 100
El Estado y la economía Guanajuato ocupa el primer lugar para apertura de Quinta posición de la inversión extranjera directa rea-
mundial un negocio, octavo respecto al manejo de permisos lizada de 1999-2012 con 4,2 por 100 del total nacional
de construcción, sexto en registro de propiedades y Estados Unidos de América es el país con más
el quinto en cumplimiento de contratos inversión en la región, 91,3 por 100

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En flujos de la IED de enero a junio de 2014, la enti- BC cuarto lugar de 32 de la inversión de este país
dad atrajo 478,4 mdd, el 4,9 por 100 del total nacio-
nal
Representaciones diplomáti- Consulado General de la República China en Tijuana
cas chinas

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Negocios chinos nd Más de 130 restaurantes de comida china
Supermercados
Centros de venta al por mayor

Fuentes: Instituto de Investigaciones Sociales UABC (2011), Atlas de riesgos. Climas de la República Mexicana. Recuperado el 7 de septiembre de 2014, de <www.mexicali.
gob.mx/transparencia/administracion/atlas/pdf/2.pdf; INEGI (2012)> Perspectiva estadística de Baja California. Recuperado el 8 de septiembre de, <www.inegi.org.mx/
prod_serv/contenidos/espanol/bvinegi/productos/integracion/estd_perspect/bc/Pers-bc.pdf; Tang> Shubiao (2012). Un hombre dedicado al intercambio cultural entre China y
México. En China Hoy. Recuperado el 8 de septiembre de 2014, de <www.chinatoday.mx/cul/CLACE/content/2012-03/01/content_429316.htm>; Gobierno del estado (2014),
Ubicación del estado de B.C. (2014). Recuperado el 7 de septiembre de 2014, de <www.bajacalifornia.gob.mx/portal/nuestro_estado/ubica_geografica.jsp>.
Nota: nd = NO disponible.

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otros. Las percepciones no toman forma en el vacío. Los actores sociales
les dan forma a partir de su contexto social, y de experiencias previas.

México y China, líneas paralelas

México y la República Popular China comparten algunos rasgos histó-


ricos y políticos importantes. Los Estados existentes en ambos países
nacieron de una revolución, han sido forjados, al mismo tiempo, tanto
por líderes fuertes como por un partido dominante durante la mayor par-
te de su existencia. Además, las élites políticas optaron, por diferentes
razones, embarcarse en reformas de diferente tipo que han llevado a
transformaciones económicas, pero también políticas. Mientras que en el
primero, por una conjunción de circunstancias, el partido dominante es-
tuvo fuera del poder presidencial durante 12 años y el crecimiento eco-
nómico no se ha presentado más que de forma mínima; en el segundo,
China, la economía ha despegado y crecido, pero el partido gobernante
sigue en el poder.
Los lazos bilaterales han dependido más de la manera de cómo se ha
conformado en diferentes momentos el sistema internacional que de pre-
suntas cercanías ideológicas de dos regímenes posrevolucionarios. Si
para el gobierno chino la relación data de los años setenta del siglo pasa-
do, para el Estado mexicano la relación comenzó a fines del siglo XIX y se
ha mantenido con diferentes regímenes chinos, incluido el del Partido Na-
cionalista (GMD) hasta inicio de la década de 1970 cuando Beijing fue
aceptado en la Asamblea General y en el Consejo General de las Naciones
Unidas. El gobierno mexicano, al igual que la mayoría de sus pares al sur
del continente americano, pero con un discurso moderado, era baluarte en
contra del comunismo. Vocación que mudó relativamente con la decisión
de Richard M. Nixon, bajo el pensamiento de Henry Kissinger, de acer-
carse a China para contener a Moscú. Desde el inicio, los chinos impusie-
ron, como lo han hecho prácticamente con todos los países, al gobierno
mexicano el punto más importante de su agenda: el reconocimiento a una
sola China. Los políticos mexicanos no lograron a cambio nada similar
por su alcance histórico y político.
La relación bilateral sino-mexicana durante cerca de dos siglos se pue-
de resumir en algunas características esenciales: la ausencia de intereses
materiales mexicanos, por lo mismo la carencia de una definición sobre
qué hacer respecto a China, la mayor importancia del factor interno, y el
peso de las percepciones débilmente sustentadas en información adecua-
da. Para entender las interacciones entre estos dos países, este último ele-
mento es el más importante, al menos para la perspectiva adoptada en
estas páginas. Históricamente, es posible encontrar algunos momentos
claves donde la percepción marcó de manera definitiva las acciones mexi-

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canas, sobre todo cuando el racismo ha sido muy fuerte o cuando se han
utilizado principios personales antes que estatales para relacionarse con
los chinos.
Para ambos Estados existen relaciones bilaterales más importantes.
Para los mexicanos esencialmente es la que mantienen con Estados Uni-
dos, mientras que para los chinos si bien esta también es importante tie-
nen una gran variedad de relaciones intensas y vitales, como podría ser
con Rusia y Japón, para mencionar solamente dos. Además, a través de
empresas tanto privadas como estatales y de sus ciudadanos, China tiene
una gama de intereses que su contraparte americana ni siquiera imagina.
No obstante, las interacciones son considerables y cubren un espectro am-
plio de temas que van desde el comercio al narcotráfico, pasando por la
migración y los intercambios académicos. De sustento de la amplitud de
tópicos involucrados tenemos un creciente número de actores, muchos
de ellos en niveles subnacionales, como son municipios e instituciones
educativas.
En el nivel nacional, el cambio de partido gobernante en México im-
pactó negativamente en la relación con Beijing. A partir de la segunda
mitad de la década de 1990, con el despegue exportador chino y la entra-
da en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TL-
CAN), las relaciones se tensaron. Si al inicio de la relación con Beijing,
los mexicanos disfrutaban de un superávit comercial, la situación se invir-
tió de forma exponencial. En 1993 el déficit desfavorable a México era de
USD$ 341.667 en 2014 llegó a ser de USD$ 22.479.552. En ese primer
año los intercambios totales fueron de USD$ 431.231, y en el segundo
llegaron a ser de 27.605.568. Lo cual nos lleva a constatar que casi el to-
tal de lo intercambiado tiende a ser cada vez más lo que los chinos apor-
tan y que se están convirtiendo en un socio relevante, todavía marginal
respecto a Estados Unidos, pero que busca desplazar a socios tradiciona-
les como Japón.
Con la nueva configuración de los poderes y la creciente importancia
del comercio la relación pasó por momentos complicados. Los mexicanos
no estaban preparados para la avalancha de productos chinos, a la que se
han enfrentado con medidas burocráticas y abrazando la agenda comer-
cial de la Casa Blanca, lo cual ha molestado a empresarios chinos, pero
también de Hong Kong y Taiwan. Los roces alrededor de las prácticas
comerciales chinas han sido cada vez más fuertes y se extendieron a los
gobiernos de la llamada transición. Los gobiernos de Vicente Fox (2000-
2006) y de Felipe Calderón (2006-2012), en lo esencial, siguieron la polí-
tica comercial de sus antepasados, con lo cual no limaron asperezas. De
hecho, la situación empeoró por la inclusión en la agenda gubernamental
mexicana de temas como la democracia, derechos humanos y la conce-
sión de entrevistas al Dalai Lama, así como las mutuas acusaciones de
maltrato a los ciudadanos del otro por cuestiones de salud pública. En el

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mar turbulento de las relaciones, las burocracias de los ministerios de re-
laciones exteriores de ambos países, lograron mantener un alto grado de
institucionalización; de hecho, la han fortalecido, aunque no siempre ha
sido posible utilizarla para encauzar las diferencias.
Con el arribo de Enrique Peña Nieto al poder (2012-2018), las líneas
paralelas se han acercado. Antes de ascender a la presidencia, como go-
bernador del Estado de México, Peña mostró un gran interés en atraer
inversión china. Por su percepción favorable a las personas de negocios
chinas, no fue una sorpresa que una de sus primeras decisiones como pre-
sidente fuera cambiar al embajador que no era muy bien visto por Beijing
y viajar a Hainan para entrevistarse con su colega, Xi Jinping, también
recién llegado a la presidencia. A final de cuentas, Peña se ensimismó.
Privilegió los problemas internos y sus alianzas domésticas, con lo cual
llevó la relación a un nuevo callejón sin salida.
Si bien no funciona como un espejo, es posible señalar que las percep-
ciones mexicanas se han formado en este contexto que hemos descrito
esquemáticamente. Las fuentes que las han moldeado son esencialmente
tres, en orden de importancia por su alcance: las imágenes discursivas y
gráficas de los medios, el discurso gubernamental en sus diferentes varian-
tes, así como las percepciones transmitidas por analistas y especialistas.

Los chinos en Baja California: construcción de percepciones y de


una región

La relación bilateral institucional sino-mexicana no ha funcionado


adecuadamente durante grandes lapsos. Guerras y revoluciones internas,
así como los conflictos internacionales, la han inhibido. El factor más
importante de inhibición en diferentes momentos ha sido la ausencia de
intereses materiales de uno u otro lado del Pacífico. Pese a ello, y a las
explosiones racistas del lado mexicano, el elemento humano siempre ha
estado presente. La relación ha sido, antes que estatal, societal. Baja Cali-
fornia, especialmente Mexicali, forma parte de la ruta migratoria de los
chinos desde el siglo XIX.2
Los chinos llegaron, inicialmente, desde San Francisco, California, Es-
tados Unidos, contratados por compañías extranjeras para explotar el Va-
lle de Mexicali.3 Con el ascenso del racismo «revolucionario» arribaron
también desde Sonora y Sinaloa, donde fueron expulsados por los gobier-
nos de esos Estados y desembarcaron en San Felipe, localidad ubicada al
sur del municipio de Mexicali y frente al Mar de Cortés. Ya en 1903 había
chinos en Mexicali y en el Valle empezaron a trabajar como jornaleros.
Posteriormente, fueron agricultores, comerciantes, cocineros y banque-
ros. Además de su vida laboral, trataron de mantener sus tradiciones,
como la celebración de su año nuevo. Su ascenso económico les permitió

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controlar la economía regional, pero fueron debilitados de diferentes for-
mas. Por ejemplo, cuando el General Lázaro Cárdenas del Río, presidente
entre 1934-1940, repartió las tierras del Valle de Mexicali a los considera-
dos nacionales, terminaron los subarrendamientos que los chinos tenían
con la Colorado River Land Company.
Los chinos han sido y siguen siendo importantes en Mexicali, sobre
todo desde la perspectiva de la composición demográfica de la región. El
censo de 1915 señalaba que el 75 por 100 de la población de Mexicali era
inmigrante asiática, principalmente de China. Su importancia sigue pre-
sente. Aunque no hay cifras exactas, se estima que actualmente en el mu-
nicipio de Mexicali habría más de 30.000 chinos: ya sea nacidos en Mé-
xico, nacionalizados o recién llegados que han, o no, regularizado su
situación legal. Se trata de estimaciones, ya que las fuentes gubernamen-
tales, en general, no publican censos tan precisos (Coplade, 2014); en
todo caso, cuando lo hacen los chinos no aparecen (Coplade, s/f).
Mexicali es una ciudad fundada por chinos originarios de las provin-
cias de Guangdong y de Fujian (sur y sureste de China). Mexicali sigue
siendo una ciudad de inmigrantes, pero ahora dominan los provenientes
del sur mexicano y los descendientes de las primeras generaciones de in-
migrantes nacidos ya en territorio bajacaliforniano. La presencia china es
permanente y visible, por ejemplo en los edificios construidos por los chi-
nos en el Centro Histórico de Mexicali, en el barrio denominado La Chines-
ca, con muchos edificios propiedad de sus descendientes, algunos de los
cuales siguen siendo comerciantes.
Los chinos son parte vital del Estado, no solamente de Baja California.
De acuerdo al historiador local Oscar Hernández Valenzuela (véase Es-
cuela de Tareas Calasanz, 2012, p. 8):

«[…] por aquellos días, era tanta la influencia de los chinos que a Mexicali se
le llamaba pequeño Cantón; por las tardes los trabajadores chinos invadían el
centro de la ciudad, había opera, música, tambores y hasta vendedores de ato-
les chinos que pregonaban su mercancía dándole a Mexicali la característica de
una ciudad china…»

Uno de los relatos de un inmigrante, Antonio Yee Chein, quien llegó el


16 de marzo de 1911, registra que, «cuando mi llegando Mexicali…
tolo… tolo… estaba limpio: nala se veía, había casita, pelo no mucha…
veníamos doscientos paisano desde Cantón, China y el amo de lo plimelo
paisano llegando Mexicali» (Estrada, 2013).
La trascendencia bajacaliforniana en el mundo chino está confirmada
por la existencia de un Cónsul General de China en Tijuana, Wang Jian.
Él se encarga de alentar la inversión y es el responsable de que los empre-
sarios sean los actores claves para activar la relación bilateral (Bueno,
2014).

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Estudiar las percepciones sobre China y lo chino es relevante por mu-
chas razones, pero sobre todo en un lugar como Mexicali donde los asiá-
tico-chinos son parte constituyente del entorno.

Perspectivas desde lo local: percepciones cachanillas4 sobre lo chino

En este apartado se presentan de forma sistematizada y por áreas las


opiniones y comentarios de cuatro especialistas5 que viven en territorio
bajacaliforniano y que han tenido un acercamiento vivencial a ese país,
sobre el cual han investigado y/o donde han vivido. Entrevistamos en el
mes de agosto del 2014 a cuatro actores claves con perfiles diferentes
para tener percepciones integrales y multidisciplinarias.
Los actores claves comentaron que la china es una comunidad unida,
que tuvo un papel importante en el desarrollo económico del Valle de
Mexicali abriendo y labrando la tierra para sembrar y cosechar el algo-
dón. Actividad económica que dio vida a la ciudad de Mexicali. De acuer-
do a su percepción, es una comunidad muy hermética, sobre todo la pri-
mera generación estaba cerrada a compartir con los mexicanos.6 Mientras
que la segunda y tercera generaciones han sido más abiertas. Los entre-
vistados señalan que una característica distintiva de los bajacalifornianos
de origen chino es su disposición a «mezclarse» con otros pobladores de
la región, lo cual los haría diferentes a personas similares de otras partes
del planeta.

Percepciones en el ámbito social

Preguntamos a los entrevistados si existe una identidad sino-mexicana.


Coincidieron en que sí existe esta identidad, puesto que hay muchos chi-
nos que nacieron en territorio de Baja California o que llegaron muy pe-
queños a ciudades como Mexicali o Tijuana, y mantienen lazos culturales
con su comunidad y país de origen propio de sus antepasados. Una entre-
vistada señaló:

«sí tienen esta identidad y han estado trabajando, y desarrollan constantemente


actividades para hacer evidente su pertenencia a las dos raíces, el ser mestizos
que son resultado de la raíz china y de la raíz mexicana y que no quieren per-
der ninguna de las dos, porque son conscientes de su riqueza, se sienten espe-
ciales porque son productos de las dos raíces, entonces, es especialmente sig-
nificativa» (Catalina Velázquez, 2014).

La percepción dominante es que los mexicanos con orígenes chinos


son perseverantes, ahorradores, menos consumidores. Respecto a la soli-

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daridad de la población bajacaliforniana hacia los chinos que viven en el
territorio las opiniones fueron diversas. Primero, desde el enfoque histó-
rico, comentaron que los chinos fueron víctimas de persecución y en mo-
mentos se organizaron los habitantes del entonces Distrito Norte de la
Baja California –como se llamaba en la época en la que arribaron los
chinos a México– para expulsarlos. La población de Baja California fue
poco amigable con ellos. Sin embargo, actualmente lo chino es parte de la
vida cotidiana en el Estado por los restaurantes de comida, diversos pro-
ductos, pero sobre todo por su presencia como estudiantes en institu-
ciones educativas mexicanas.7 De acuerdo a uno de los entrevistados, la
inmigración no es un tema histórico. Los flujos migratorios aún son cons-
tantes.
Los entrevistados señalan que la llamada adaptación o no adaptación
de los chinos a Baja California no difiere de la de otros inmigrantes, pues-
to que hay zonas en las que muchos inmigrantes de diferentes orígenes no
se pueden adaptar.
Si bien, los chinos son «simpáticos» con las culturas locales, no com-
parten idioma, ni «raza», ni religión. De acuerdo a nuestros entrevistados,
las afinidades son nulas y el proceso de adaptación se vuelve complejo.
En el caso de Baja California, desde principios de 1991 se viene obser-
vando un creciente proceso de contacto en la dimensión del ámbito eco-
nómico, dentro del cual se prevén roces ya que:

«[…] creo que estamos viviendo otra campaña de rechazo hacia los chinos en
aspectos económicos, como de pequeño comercio, porque hay un roce en el as-
pecto de la calidad de los productos, si estos valen la pena o no pagar poco por
ellos en una tienda china o en otra que no sea china, en este nivel hay otra vez
otra campaña de rechazo pero a un nivel más macro no está sucediendo esto»
(Velázquez, 2014).

Es posible observar cómo los locales diferencian a las personas de ori-


gen chino, donde los recién llegados enfrentan el rechazo. Ahora se habla
de una segunda y tercera generación de chinos, los hijos y nietos de los
llegados a principios de 1900, los que ya se adaptan a la «cultura mexica-
na-fronteriza». También han ido ganando espacio en el aspecto cultural y
recreativo, pues forman parte de la comunidad social y no solamente de la
de los negocios.
La estadística de entrada de los chinos en territorio de Baja California
ha sido sesgada, lo cual complica tener una cifra exacta de cuántos inmi-
grantes chinos existen en la actualidad. Desde la praxis un entrevistado
dedicado a la actividad profesional de la traducción de actas y pasaportes
de chinos para su llegada documentada a territorio mexicano comentó «en
2012 proporcioné un buen número de traducciones, pero finalmente este
año (2014) ha bajado bastante la actividad» (García, 2014).

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Se les preguntó: ¿Cuáles son las habilidades de los chinos que no tie-
nen los mexicanos? Con la finalidad de identificar algunas opiniones so-
bre las ventajas competitivas que han desarrollado los primeros frente a
los segundos. Los informantes presentan un conjunto de percepciones
tanto sobre los chinos como los mexicanos, donde aquellos tienen un con-
junto de capacidades y de componentes psicológicos ausentes en los
mexicanos.

Tabla 1.2. Comparación de competencias entre chinos y mexicanos

Competencias
Chinos Mexicanos
Más perseverantes Menos perseverantes
Luchan más por sus «sueños»-objetivo A veces abortan la misión
La sociedad china se ayuda mutuamente
Los chinos abrieron las tierras del Valle Los mexicanos no trabajaron en pre-
de Mexicali parar la tierra del Valle de Mexicali
Cuentan con gran capacidad de adapta-
ción al clima, al trabajo
Gran capacidad para emprender negocios
Gran respeto a la obtención de un crédito
Muy constantes en el trabajo agrícola Poco constancia en el trabajo agrícola
Son muy respetuosos con las demás per- Los mexicanos son «burlescos» con
sonas las demás personas
Trabajo en equipo
Pacientes

Fuente: Elaboración propia con datos recabados de las entrevista a actores clave.

Estas percepciones son consideradas determinantes en los resultados


económicos alcanzados por diferentes grupos humanos. En la medida que
se trata de percepciones construidas no necesariamente responden a las
capacidades y/o psicología de los grupos humanos estudiados. Su impor-
tancia radica en que están presentes en las relaciones humanas estableci-
das entre los habitantes de la región de diferentes orígenes. Cabe destacar
que para uno de los entrevistados, García, existen similitudes entre chinos
y mexicanos, pues ambos, por ejemplo, hacen negocios durante las comi-
das y utilizan albures (juegos de palabras) para comunicarse. Lo cual po-
dría ser una ventaja para quienes se dedican a los negocios internaciona-
les, pues se podrían crear estrategias de negociación adecuadas.

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Percepciones en el ámbito económico

Los chinos en el espacio local se dedican al sector servicios, trabajan


y/o poseen restaurantes de comida china. En percepción y conducta, de
acuerdo a los entrevistados, «la comida típica de Mexicali es la comida
china». La comida de origen asiático es parte integral de la cocina y gus-
tos locales. Además, la industria restaurantera es importante debido a que
es una fuente de empleo importante por los centenares de restaurantes
que existen tanto en Tijuana como en Mexicali. En pocas palabras, la co-
cina china es parte esencial del escenario cultural y económico local. La
percepción que se crea a partir de esta actividad es que se trata de un grupo
social trabajador importante en la región y visible a partir de su actividad
económica.
Respecto al ascenso económico de China, una de las entrevistadas, la
Dra. Maricela González, lo explica a partir de consideraciones de orden
cultural e histórico:

[…] hay una historia milenaria de mucho esfuerzo de la población china, de


hecho la gran mayoría de la gente que hemos tenido contacto con los chinos,
me sobrecogía ver que su vida esté entregada a la vida laboral, ellos viven para
trabajar y no trabajan para vivir… Pienso que el sustento de la economía china
está cimentada en esa larga tradición milenaria del trabajo arduo de los chi-
nos… hay procesos de explotación tremendamente hostiles, por ejemplo cuan-
do ves una sombrilla china hecha de madera con un fino trabajo, con color y
diseño preciso, que te la vendan a 15 pesos, lo único que veo es la explotación
que hay detrás, quiere decir que hay un hambre impresionante, espero que la
construcción de la nueva China esté también con dimensiones laborales, que
su fuerza de trabajo sea compensada por su esfuerzo de trabajo (González,
2014).

De acuerdo a esta visión, es importante que los chinos estudien en


otras partes del mundo para especializarse y poner en práctica en su país
las competencias adquiridas en el extranjero. La percepción es que los
chinos poseen una «sed» de modernismo, lo cual se ha materializado en
la construcción de infraestructura que simboliza el ascenso económico.
Su percepción no es unidimensional. Su experiencia le muestra que en
China persiste la desigualdad y pobreza, sobre todo en regiones alejadas
de la costa pujante de la reforma económica: desde la teoría de la depen-
dencia se observa un centro y una periferia, donde el primero es opulen-
to, rico, ostentoso y la segunda marginal, excluida, pobre, desigual y es-
tratificada. Según los entrevistados, la teoría mencionada se aplica en la
realidad.

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Percepciones del ámbito político

Sobre todo desde la perspectiva de la política internacional, de la ac-


tuación de China en el sistema internacional, los entrevistados tienen la
percepción de una nación líder de la región asiática, incluso a nivel inter-
nacional. Su liderazgo se debería a su trabajo, esfuerzo y dedicación. De-
trás de lo cual está una sociedad organizada. En el campo de los negocios
internacionales, un entrevistado consideró que:

«evidentemente China sí es un líder asiático, en una de las visitas a las ferias


chinas de proveedores, la de la zona de Cantón es impresionante, la magnitud
de la feria, el impacto que tienen a nivel internacional. El impacto económico
que tienen los chinos, muchas familias a nivel internacional comen porque
hacen negocio con los chinos» (García, 2014).

China: la horma de tu zapato

La relación e impacto entre acción-percepción-acción-percepción no


es automática, tal y como se demuestra en la industria del calzado. En
este sector encontramos al grupo empresarial más militante en contra de
China, que exige ayuda a un gobierno que favorece el acercamiento con
Beijing, lo cual aparece como paradójico pues en los dos sexenios presi-
denciales anteriores, no obstante las disputas, se lograron acuerdos con
los chinos sobre este sector. La situación objetiva es complicada. Se trata
de empresarios que aparecen como pasivos y a la espera de la solución de
sus problemas desde arriba y de unos funcionarios que no han diseñado
políticas adecuadas para el impulso de esa industria.
En consonancia con un patrón establecido desde el gobierno de Carlos
Salinas de Gortari (1988-1994), Peña, a través de su Secretario de Ha-
cienda tomó la decisión de proteger a los industriales del zapato, pero sin
la puesta en marcha de una política industrial específica y buscando debi-
litar al Partido Acción Nacional en uno de sus bastiones más fuertes. El
gobierno tomó medidas burocráticas proteccionistas, entre las que desta-
can: suspensión de las desgravaciones arancelarias durante el sexenio,
restablecimiento de los precios estimados de garantía, reducir de 33 a
nueve el número de aduanas por las que se puede importar calzado, pa-
drón de importadores para determinar quién puede importar, sistema obli-
gatorio de aviso anticipado de importación, revisión y auditorías a los
importadores, se permitirá que los zapateros vigilen el funcionamiento de
las aduanas, el desdoblamiento de las fracciones arancelarias de ocho a
diez dígitos y el establecimiento de un fondo de financiamiento.
Los zapateros, localizados principalmente en León, Guanajuato, han
demostrado ser un sector altamente organizado, homogéneo en sus puntos

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de vista, capaz de negociar y lograr el apoyo gubernamental en todos los
niveles, sobre todo en el estatal y federal. Lo más importante es que los em-
presarios, a partir de sus percepciones, construyeron un discurso que so-
cializaron fuera de su ámbito tradicional de actuación y negociación para
movilizar a sus trabajadores e inclusive apelar a la población para que los
apoyara en contra de los chinos. Precisamente es la parte nodal de la per-
cepción sustento de la percepción y de la acción: si bien los principales
tienden a ser grandes empresarios, algunos de origen estadounidense, el
enemigo construido es China, que es parte de la trama pero su papel este-
lar por lo menos es compartido con otros.
Dentro de un contexto complejo del mercado mundial del calzado don-
de hay problemas de carencia de materia prima, falta de competitividad y
mucha competencia, los zapateros mexicanos consideran, con la informa-
ción disponible, que sus problemas se originan en China y materializan su
percepción de formas inusitadas. Los empresarios han construido sus per-
cepciones alrededor lo mismo de símbolos religiosos que de laicos pro-
pios de la tradición corporativista del Partido Revolucionario Institucio-
nal (PRI). A su manera, han borrado las fronteras clasista-partidarias para
enfrentar a los chinos.
El 12 de diciembre es el día de la Virgen de Guadalupe, símbolo por exce-
lencia de la mexicanidad dominante, sobre todo porque mezcla elementos de
laicidad y religiosidad. En la mitología dominante, el iniciador de la indepen-
dencia de España, Miguel Hidalgo, enarboló un estandarte con la imagen de
esa virgen con lo que el sustento del México moderno es religioso y antiim-
perialista. Ese día, pero en 2007, los empresarios gunajuatenses movilizaron
a trabajadores, ciudadanos y gobernantes, sobre todo del PAN, para protestar
en contra de las importaciones chinas e inclusive manifestar que ya habían
sido dominados una vez, se entiende que por España, y no volverían, a ser
dominados otra vez, ahora por China. La Marcha por la unidad y el empleo,
en la cual participaron más de 40.000 trabajadores en el más puro estilo cor-
porativista, fue dominada por un grito: «¡fuera chinos!». Los discursos esta-
blecieron la percepción de que China no juega limpio y de que estaban en
una guerra comercial debido al peligro de perder 300.000 empleos.
La industria del calzado está conformada por diferentes sectores espe-
cializados. Uno de ellos es el de los curtidores, quienes perciben la situa-
ción como sin solución por los medios tradicionales. Para ellos, resolver
sus problemas pasa por presionar a un gobierno insensible mediante la
movilización en las calles para hacer entender a la burocracia que la po-
blación ha sido afectada.
Si bien hay componentes de irracionalidad en las acciones producidas
por las percepciones, los componentes de racionalidad no desaparecen. El
conflicto alrededor del calzado es complejo porque, entre otras razones,
se mezclan y confunden diferentes agendas, cada una con su propio espa-
cio, el cual no es rígido. De tal suerte que los zapateros, se convierten en

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actores internacionales sin desearlo, pues se perciben como actores loca-
les enfrentando a sus contrapartes igualmente locales. Un tema de econo-
mía local se transforma en tópico internacional, pero con impactos diver-
sos a nivel regional. Los actores de las élites movilizan a las masas con un
objetivo preciso, la defensa de la industria del calzado, para posterior-
mente influir sobre otras agendas, principalmente electorales.
Algunos de los actores de conflicto han hecho de las calles uno de sus
principales escenarios de materialización de sus percepciones, no sola-
mente por la marcha mencionada, sino por el uso de las paredes como un
medio de transmitir una percepción que se espera que prenda en quien ve
las pintas (grafiti) anónimas. Por ejemplo, en marzo de 2014 algunas pa-
redes de León lucieron mensajes que igualan la defensa del calzado con la
de la ciudad. Arguyen que lo «chino es chafa [malo]», o bien dicen «no
dejes que China te quite tu chamba [trabajo]» y diferentes expresiones de
repudio al zapato chino. No es fácil establecer hasta qué punto es un asun-
to enteramente de política local, o por el contrario dirigido esencialmente
en contra de los chinos.
El discurso predominante ha sido diseñado para culpar a los chinos de
las dificultades que enfrenta la industria del calzado y responde a una
percepción sobre la omnipotencia de los zapateros chinos. Si bien esta es
la percepción dominante, no es la única. Pese a su homogeneidad, hay fi-
suras entre los zapateros. Algunos productores, además de reorientarse a
mercados en el extranjero, perciben que la fuerza china no es todopodero-
sa. Además, según su percepción, distinguen a quienes son leales y quie-
nes no. De acuerdo, por ejemplo, a algunos empresarios, la deslealtad
proviene de las tiendas de autoservicio y departamentales que se han con-
vertido en las principales importadoras. A partir de esta percepción es po-
sible matizar: los chinos no exportan, son empresas mexicanas, posible-
mente de capital extranjero, las que importan. También respecto a esto
hay matices, ya que también existen cadenas tanto mexicanas como ex-
tranjeras que compran calzado hecho en León.
La construcción de percepciones levantadas alrededor de la economía
china como la causante de las dificultades de la industria del calzado leo-
nés se enfrenta cada vez con nuevas variables que le impiden sostenerse.
El gobierno del Estado ha impulsado la instalación de plantas automotri-
ces en territorio guanajuatense, que se ha convertido en una variable que
mina a los zapateros al atraer con mejores salarios a la fuerza de trabajo
calificada y al disputarles una de las materias primas esenciales, la piel.

Reflexiones sobre una nueva línea de investigación

Las dos primeras reflexiones que planteamos no por parecer obvias son
innecesarias: primera, a mayor contacto con personas de origen chino ma-

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yores posibilidades de roces, los cuales aparecen, entre otras cosas, por
las dificultades de comunicación; segunda, de mantenerse el éxito econó-
mico chino y la imposibilidad mexicana de resolver sus problemas mate-
riales la frustración se incrementará y el enojo contra los chinos se forta-
lecerá. Ninguna de estas situaciones es inevitable, pero ello dependerá en
gran medida de las percepciones que las élites transmitan a través del
discurso político.
Baja California contiene parte del mundo chino, sobre todo Mexicali.
La presencia china es palpable en su demografía y en su cocina, pero no
se ha materializado un mayor acercamiento con la China actual. Las per-
cepciones positivas que se tienen de la población mexicana de origen chi-
no podrían no extenderse a los chinos recién llegados, que disputarían
recursos en una región donde estos nunca han sido abundantes.
Las percepciones de China y sobre los chinos desde lo local son diver-
sas. En el caso de Mexicali, su presencia ha sido contante desde princi-
pios del siglo XX, cuando se convirtieron en constructores de la ciudad y
de la región, donde han dejado su huella cultural y económica impresa
profundamente. La percepción que se tiene de ellos es esencialmente po-
sitiva, pero es preciso investigar más para tener una variedad más amplia
de percepciones. Mientras que en León las percepciones sobre China y
los chinos no son siempre sobre ellos, al menos no solamente. El discurso
es militante en contra de los chinos, pero los actores involucrados en la
afectación a los productores guanajuatenses de calzado son múltiples,
muchos de ellos mexicanos. Lo más complicado es que alrededor del
tema de las importaciones chinas de calzado se mezclan las agendas de
muchos actores, las cuales poco o nada tienen que ver con China y si mu-
cho con procesos políticos internos, como lo pudieran ser los electorales.
El reto, a partir de esta investigación, es crear nuevas líneas de investiga-
ción que permitan profundizar el conocimiento del mundo chino y con
ello facilitar las tareas de los tomadores de decisiones.

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Entrevistas

Ramírez, K. y Hernández, Y. (20 de agosto, 2014). Entrevista con Abdiel García


(Encargado de compras a proveedores chinos de Empresa PROCONSA).
Ramírez, K. y Hernández, Y. (22 de agosto, 2014). Entrevista con Mtro. Luis Al-
fredo Ávila López | Maestro de chino en UABC- Tijuana.

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Ramírez, K. y Hernández, Y. (11 de agosto, 2014). Entrevista con Catalina Veláz-
quez Morales (Investigadora sobre los chinos en UABC-IIH Campus Tijuana).
Ramírez, K. y Hernández, Y. (11 de agosto, 2014). Entrevista con Dra. Maricela
González (Investigadora sobre la historia de los chinos en Baja California,
IIC-UABC).

Notas

1. Denisse Karelia Rodríguez Green, con el apoyo de la Academia Mexicana de Cien-


cias, realizó un verano de la ciencia con Francisco Javier Haro y colaboró en parte de esta
investigación.
2. Hay momentos en que los que los flujos de migrantes han sido considerables, inclusi-
ve sigue existiendo esta ruta migratoria, la cual se ha modificado (Velázquez, 2001).
3. Gracias al manejo del agua del Río Colorado, la Colorado River Land Company con-
trató chinos para las obras en el Valle Imperial, California; luego, esta empresa rentó más de
300.000 hectáreas de cultivo del Valle de Mexicali, lo que dio inicio a la llegada de jornale-
ros chinos e indios (Arellano, 2012).
4. Nombre coloquial de la Pluchea serícea, utilizada para construir viviendas en la re-
gión y que se convirtió en gentilicio para llamar a los habitantes de Mexicali.
5. Los especialistas son: 1. Abdiel García, estudiante del master en administración de
negocios internacionales por Cetys Universidad y licenciado en negocios internacionales
por UABC, actualmente es encargado de compras a proveedores chinos de Empresa PRO-
CONSA y es perito traductor en chino, ha realizado estudios en China y viaja constantemen-
te al país asiático y vive en Mexicali, B.C.; 2. Mtro. Luis Alfredo Ávila López, es docente
del idioma chino en UABC-Tijuana, tiene estancias en China, actualmente reside en Tijua-
na, B.C.; 3. Dra. Maricela González, es investigadora del Instituto de Investigaciones Cultu-
rales de UABC- Campus Mexicali, tiene diversas publicaciones sobre los chinos en Mexica-
li; y 4. Dra. Catalina Velázquez Morales es docente investigadora del Instituto de
Investigaciones Históricas de UABC Campus Tijuana, tiene diversas publicaciones en el
tema de China y chinos en Baja California desde el enfoque histórico.
6. Lo cual llevó a la persecución y discriminación por ser chino en la primera mitad del
siglo XX (Velázquez, 2001).
7. Si bien, antes por lo general, los chinos estudiaban en California, EE.UU, ahora ya lo
hacen más en México.

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2
¿Quién es China según Colombia? Percepciones y
relaciones internacionales durante la última década
Cristina Tapia Muro

Introducción

Según datos del Banco Mundial (2014), China fue la segunda econo-
mía en el mundo en el 2013, solo por debajo de Estados Unidos. Aunado
a esto, diversas fuentes pronostican que de continuar su crecimiento con
la tendencia actual, en poco tiempo ocupará el primer puesto (González,
2014).
Como era de esperar, el auge de China ha generado cambios en la diná-
mica del sistema internacional. Entre otras cosas, ha significando un in-
centivo para que Estados Unidos (EE.UU.) establezca y fortalezca rela-
ciones con diversos países en miras a asegurar su posición global. Sin
embargo, no solo EE.UU. busca proyectar su influencia y garantizar con-
diciones óptimas para su economía en los mercados mundiales, China
también ha mostrado una política activa al respecto durante los últimos
años.
En este sentido, la República Popular China (RPC) ha fortalecido sus
relaciones con América Latina y el Caribe, externando en 2008 a través
del documento Policy Paper on Latin America and the Caribbean las me-
tas de su política exterior hacia esta región: «expansión del respeto y la
confianza mutuas» basadas en los Cinco Principios de Coexistencia Pací-
fica, «profundización de la cooperación y alcance de resultados “ganar-
ganar”» y «aprovechamiento de las fortalezas de cada una de las partes
para potencializar el progreso e intensificar los intercambios»; todo ello
bajo el principio de «una sola China».
En el caso particular de las relaciones entre Colombia y la RPC, estas
pueden sintetizarse como positivas. En palabras de Vélez (2010, p. 10),
ambos actores estatales «han logrado construir un camino con áreas co-
munes a pesar de la gran diversidad cultural, la barrera idiomática y la
distancia geográfica. Esto ha permitido mantener un constante acerca-

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miento y reconocimiento entre los dos países, haciendo que la relación
sea cada vez más fuerte, complementaria y diversa».
En el ámbito comercial, destaca la alta exigencia en términos compe-
titivos que impone la presencia de China en los mercados, cosa que le ha
valido ser percibida de forma polarizada en los países: ya sea como so-
cio o bien como amenaza para las economías nacionales.1 Por ejemplo,
según datos de la encuesta Global Attitudes Project realizada por el Pew
Research Center en 2014, el 30 por 100 de los encuestados percibieron
el crecimiento económico de China como algo negativo para su país.
Por otra parte, al preguntar a los individuos sobre su opinión sobre la
RPC, esta fue favorable en el 50,9 por 100; en ambos casos los resul-
tados hacen referencia a promedios de la información conseguida en
44 países.
En cuanto a la literatura que aborda el tema de las percepciones entre
China y América Latina, trabajos como el de Armory (2013, p. 295) seña-
lan como importante en la agenda de investigación «estudiar las continui-
dades y diferencias en las imágenes de Estados Unidos y China», así
como el abordaje de «la percepción al nivel del ciudadano promedio y de
grupos que tengan un rol importante en las relaciones con China».
A partir de lo anterior, el presente trabajo busca analizar la percepción
de la sociedad civil de Colombia sobre la RPC y la relación de esta con
los vínculos entre países, especialmente con la evolución de las relaciones
durante la última década. La hipótesis es que la impresión de los habitan-
tes incide en las relaciones entre estos actores, las cuales a su vez generan
resultados o condiciones concretas que de nuevo impactan la opinión so-
cial, formando así un esquema dinámico en el que ambos elementos se
modelan mutualmente. Asimismo, las impresiones de la población respec-
to a EE.UU. y su papel global inciden también en la percepción respecto
a China. Para verificar lo anterior, se analizó la información disponible
–para los años subsecuentes al 2000 hasta la fecha– procedente de dos
encuestas de carácter internacional: Latinobarómetro y el Global Attitu-
des Project del Pew Research Center, relacionándola con las interaccio-
nes ocurridas entre estos Estados durante el período de estudio (2001-
2014).
Como resultado, se ha dividido el texto en dos apartados principales.
En el primero se identifican brevemente las particularidades de la relación
de China con Colombia así como las interacciones entre ambos actores
para después abordar el caso específico de las relaciones económicas. En
el segundo apartado se exponen las características de la información utili-
zada así como algunas evidencias sobre las percepciones de Colombia
respecto a China y la forma en que estas presumiblemente han alimentado
los nexos entre ambos países, de ahí su importancia.

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Las relaciones entre la República de Colombia y la República
Popular China

Las relaciones diplomáticas entre la República de Colombia (RC) y


la RPC se establecieron desde inicios de 1980 bajo el principio de «una
sola China», aspecto que implica el no reconocimiento a la independencia
de Taiwan. Este acercamiento obedeció a una aproximación «más prag-
mática que ideológica» en la política internacional, tal como lo reflejan
las palabras de Turbay Ayala, entonces Presidente de Colombia, en 1979:
«si China compra café colombiano, no habrá problemas para establecer
relaciones diplomáticas» (Borda y Berger, 2012, p. 87).
Cabe señalar que este hecho puede interpretarse como tardío en con-
traste con el desarrollo de nexos entre China y otros países, tales como
Chile, Perú, México, Argentina y Brasil, quienes formalizaron sus víncu-
los a inicios de los años setenta (Borda y Berger, 2012, p. 86). En general,
el cauce de las relaciones de la región con la RPC estuvo fuertemente in-
fluenciado por EE.UU., ya desde la década de 1950, en la que como resal-
ta Jiang (2006, p. 21), algunos países latinoamericanos simplemente «si-
guieron a la potencia en su intento por aislar a China». Situándonos en el
contexto de la Guerra Fría, Lafarge y otros autores (citados en Borda y
Berger, 2012, p. 87) recuerdan que varios de los países de América Latina
aguardaron la visita de Nixon –entonces Presidente de EE.UU.–, a Bei-
jing (1972) para entablar relaciones diplomáticas con la RPC.
Tal como señala Tokatlian (2007, p. 51), para entender la dinámica en-
tre China y América Latina debe considerarse lo siguiente: EE.UU. como
actor que busca reafirmar su superioridad, China como país que busca
proyectarse como poder global en el futuro y América Latina inmersa en
una estrategia de diversificación de sus relaciones. Estos tres objetivos
son percibidos también por la sociedad civil, quién presumiblemente es-
tablece sus impresiones no de forma aislada con cada uno de los actores
estatales sino a partir de las referencias que posee entre los mismos.
Así, puede decirse que el vínculo establecido específicamente entre
Colombia y China ha sido influido por la fuerte relación entre el primero
y EE.UU., la misma que ha incidido también en las percepciones de la
sociedad civil. Pese a ello, ambos países han logrado mantener nexos de
forma positiva desde hace más de 30 años.

¿Qué pasó durante la última década?

La colaboración entre Colombia y China se ha manifestado en diferen-


tes situaciones de forma mutua. Algunos ejemplos al respecto son el res-
paldo de la RC hacia la RPC para diversas candidaturas, tales como la
pertenencia a la Organización Mundial del Comercio, los Juegos Olímpi-

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Tabla 2.1. Interacciones entre los Gobiernos de la República de Colombia y
la República Popular China (2000-2013)

Año Tipo de interacción Descripción


Acuerdo para el establecimiento de un mecanismo
de consulta política y cooperación entre la Repúbli-
Suscripción de ca Popular China y la Comunidad Andina de Na-
2000

instrumentos o ciones.
acuerdos Acuerdo para la Adhesión de China a la Organiza-
ción Mundial del Comercio.
El Presidente Álvaro Uribe Vélez realizó una visita
de Estado a la República Popular China, con ocasión
Visitas de alto nivel
del vigésimo quinto aniversario del establecimiento
de las relaciones diplomáticas.
Convenios sobre Cooperación Fitosanitaria y Sani-
2005

dad Animal.
Suscripción de Memorando de Entendimiento sobre el Intercambio
instrumentos o Cinematográfico.
acuerdos Memorando de Entendimiento relativo a la Coopera-
ción en Materia de las Tecnologías de la Información
y Telecomunicaciones.
Suscripción de Acuerdo sobre Asistencia Militar gratuita entre el
2005 y
2007

instrumentos o Ministerio de Defensa Nacional de Colombia y de la


acuerdos República Popular China.
2006

Visitas de alto nivel El Vicepresidente de la República de Colombia


Francisco Santos efectuó una visita oficial a China.
Encuentros en el marco de la Asamblea General de
las Naciones Unidas y en el encuentro empresarial
Visitas de alto nivel del Foro de Cooperación Económica Asia Pacífico
(APEC).
Convenio sobre Cooperación en Sanidad Animal y
2008

Cuarentena.
Suscripción de Carta de Intención entre la Administración Estatal de
instrumentos o Reliquias Culturales de la República Popular China
acuerdos y el Ministerio de Cultura.
Acuerdo para la Promoción y Protección de Inver-
sión.
El entonces Vicepresidente Xi Jinping y el Vicepre-
sidente de la Conferencia Consultiva Política del
2009

Visitas de alto nivel Pueblo Chino Abdul’ahat Abdulrixit visitaron Co-


lombia.

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El Vicepresidente de la República de Colombia
Francisco Santos efectuó una visita oficial a China
en el marco de la ExpoShanghai 2010.
2010

Visitas de alto nivel La Ministra de Justicia Wu Aiying, el Consejero de


Estado y Ministro de Defensa Liang Guanglie, el Vi-
ceministro de Comercio Zhong Shan y la Consejera
de Estado Sra. Liu Yandong estuvieron en Colombia.
El Vicejefe de la Comisión Militar Central de China,
2011

Visitas de alto nivel


General Guo Boxiong visitó Colombia.
El Presidente Juan Manuel Santos realizó una visita
de Estado a China. Durante la visita se sostuvieron
cinco encuentros al más alto nivel, se desarrollaron
agendas paralelas ministeriales y se suscribieron 9 ins-
trumentos.
Li Changchun, miembro del Comité Permanente del
Visitas de alto nivel Buró Político del Comité Central del Partido Comu-
nista de China visitó Colombia. Sostuvo encuentros
con el Presidente Santos y la Canciller Holguín y se
firmaron 6 instrumentos.
El Ministro de Comercio Chino, Chen Deming, visi-
tó Colombia. Se llevó a cabo la VIII Comisión Mixta
de Economía y Comercio.
Convenio de Cooperación Económica y técnica.
Convenio de Prevención del Hurto, Excavación
2012

Clandestina e Importación y Exportación Ilícitas de


Bienes culturales.
Memorando de Entendimiento para la realización
del Estudio Conjunto sobre la factibilidad de un tra-
tado de Libre Comercio.
Suscripción de Memorando de Entendimiento sobre cooperación
instrumentos o agrícola.
acuerdos Memorando de Cooperación entre el Ministerios de
Agricultura y desarrollo rural de la República de Co-
lombia y la Administración General de Supervisión
de Calidad, Inspección y Cuarentena De China.
Memorando para la promoción de la cooperación en
el sector de Minas y Energía.
Protocolo Sanitario para la Exportación de Carne
Bovina.

Fuente: Elaboración propia con datos del Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia (2014).

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cos 2008 y al Banco Interamericano de Desarrollo. Por otra parte, China
ha apoyado a Colombia en su intención de integrarse al Foro de Coopera-
ción Económica de Asia-Pacífico (APEC) (Vélez, 2010, p. 12).
Así, se observa que a partir del año 2000, los dos Estados han fortale-
cido sus vínculos en diferentes dimensiones o esferas. Los encuentros de
alto nivel y la suscripción de diversos instrumentos han sido los dos tipos
de interacción más frecuentes y han actuado como vehículos para el esta-
blecimiento de estructuras y condiciones que faciliten la cooperación téc-
nica, educativa, comercial y cultural (véase Tabla 2.1.).
Respecto a las acciones sobre cooperación en materia económica, se
firmaron diversos convenios bilaterales entre 2004 y 2012. Por su parte,
sobre cooperación científica y técnica, se proyecta firmar acuerdos para
compartir experiencias relativas al arroz híbrido y centros tecnológicos.
En el rubro educativo, se han realizado planes de trabajo bilateral, incen-
tivando intercambios entre instituciones académicas y el aprendizaje de
los dos idiomas. Finalmente, en cuanto a cultura, se ha fomentado el co-
nocimiento mutuo de las expresiones artísticas más importantes en cada
país mediante presentaciones, exhibiciones en museos nacionales y even-
tos como la ExpoShanghai en 2010 (Ministerio de Relaciones Exteriores
de Colombia, 2014).

El comercio entre dos actores asimétricos: características e


importancia de la relación

Referirse a China en términos comerciales es evocar, al menos hasta el


2012, el 11,13 por 100 de las exportaciones y 9,77 por 100 de las im-
portaciones totales en el mundo. En contraste, Colombia representa el
0,12 por 100 y el 0,26 por 100 respectivamente (Organización Mundial
del Comercio, 2014). La asimetría es clara en esta relación: si bien China
ha sido uno de los principales socios comerciales de Colombia represen-
tando uno de los más importantes destinos y orígenes de sus mercancías,
a la inversa no puede decirse lo mismo. Los compradores/vendedores in-
ternacionales más relevantes para la RPC son EE.UU., la Unión Europea,
Japón y la República de Corea.
Sin embargo, la diferencia en cuanto al peso y magnitud de los actores
en la escena internacional no ha representado un obstáculo para el incre-
mento de los flujos comerciales. Pese a que el establecimiento formal de
las relaciones diplomáticas entre Colombia y China se inició aproximada-
mente al mismo tiempo que la apertura de esta última (década de 1980),
esto no sucedió así para la primera. Fue hasta 1991 que el comercio entre
estos dos países inició un proceso de crecimiento significativo con la
apertura comercial de la RC (Borda y Berger, 2012, p. 90). Así, si bien es
posible apreciar un aumento en el comercio de la RC y la RPC hasta la

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fecha dado que tanto las exportaciones como las importaciones han
aumentado, es de destacar que son estas últimas las que exhiben mayor
incremento, derivando en una creciente balanza deficitaria (véase Gráfi-
co 2.1).
En cuanto a las características actuales de los flujos comerciales de
Colombia, en enero de 2014, EE.UU. constituyó el principal destino de las
exportaciones de este país, concentrando el 26,6 por 100 del valor total de
las mismas, seguido por la Unión Europea (16,5 por 100), India (12,2 por
100) y en cuarto lugar, China (11,4 por 100). Estos datos reflejan varia-
ciones positivas respecto a la información correspondiente a enero de
2013 en los casos de India, Venezuela e Israel, mientras que para el caso
concreto de la RPC, se observa un decremento de 3,8 puntos porcentua-
les. Respecto a las importaciones, está presente casi el mismo patrón,
dado que al primer mes de 2014, EE.UU. fue el origen del 30,9 por 100
del valor total de estas, seguido por China, quién concentró el 18,6 por
100, dejando en tercer lugar a la Unión Europea con el 11,7 por 100. Con
base en el año anterior, estas cifras significaron un aumento en las com-
pras a la RPC (en 2,6 puntos porcentuales) y a EE.UU. (2,1 puntos por-
centuales), entre otros (Ministerio de Comercio, Industria y Turismo de
Colombia, 2014).
Los productos que componen el grueso del valor de las exportaciones
de Colombia a China son el petróleo (84,2 por 100), el ferroníquel (6,4
por 100) y la metalurgia (5,3 por 100), los mismos que durante el 2013
representaron el 95,9 por 100 del total. Por otra parte, las importaciones
de la RC a la RPC se encuentran ligeramente más diversificadas, refirién-
dose a maquinaria y equipo (52 por 100), química básica (9,8 por 100),

Gráfico 2.1. Comercio Colombia-China (en millones USD)

Fuente: Elaboración propia con datos del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo de Colombia (2014).

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demás industria liviana (8,8 por 100), metalurgia (6,5 por 100), automotor
(5,4 por 100) y otros (17,5 por 100), según la información del Ministerio
de Comercio, Industria y Turismo de Colombia (2014).
En este sentido, revertir la tendencia deficitaria de la balanza no parece
probable en el corto plazo, dados los patrones de comercio de ambos paí-
ses (véase Cuadro 2.1) así como el nivel de competitividad global de cada
uno de ellos en sus principales exportaciones.

Cuadro 2.1. Patrones de comercio de China y Colombia

China Colombia
Maquinas automáticas procesadoras Aceites de petróleo y obtenidos de
de datos, aparatos eléctricos para lí- minerales, carbón, combustibles sóli-
nea de telefonía y telegrafía, circui- dos similares obtenidos de la hulla,
Exportaciones

tos electrónicos integrados, disposi- oro, café, flores y capullos, plátanos,


tivos de cristal líquido, diodos, azúcar de caña o de remolacha.
transistores, dispositivos semicon-
ductores similares, partes y acceso-
rios de máquinas, barcos, aparatos
receptores de televisión, baúles, ma-
letas, otros muebles y sus partes.
Aceites de petróleo y de minerales, Aceites de petróleo, coches y demás
Importaciones

circuitos electrónicos integrados, vehículos automóviles, aparatos eléc-


minerales de hierro y sus concentra- tricos de telefonía o telegrafía, aero-
dos, dispositivos de cristal liquido, naves, máquinas y unidades de pro-
coches y vehículos automóviles para cesamiento automático de los datos,
transporte, aparatos eléctricos de te- medicamentos, maíz, neumáticos,
lefonía o telegrafía, habas de soja, aparatos receptores de televisión.

Fuente: Elaboración propia con datos Comtrade Naciones Unidas (2014).

¿Quién es China según Colombia?

Percepciones y relaciones internacionales

Las percepciones de la sociedad en torno a los actores tanto nacionales


como internacionales constituyen un elemento importante para entender
la política en sus diferentes niveles. En este sentido, las impresiones, inte-
reses y preferencias de los habitantes no son triviales para el Gobierno
sino que, de manera directa o indirecta incentivan acciones concretas en
el sector público (Haro et al., 2014).
Sin embargo, la opinión de la sociedad civil constituye a su vez un

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elemento que se forma, entre otras cosas, a partir de la información pre-
dominante en el contexto, independientemente de la calidad de la misma.
De una u otra manera, los acontecimientos tanto domésticos como inter-
nacionales influyen en la generación de percepciones específicas; sin em-
bargo, generalmente estos son puestos a disposición del individuo de una
forma procesada ya, es decir, a través de los medios de comunicación que
previamente separan aquello que consideran «lo importante» y descalifi-
can lo que les parece «irrelevante», sesgando la información.
Según Evan Ellis (2011, p. 86), la percepción generalizada existente
sobre China se fundamenta en el aspecto económico. A partir de «sus al-
tas tasas de crecimiento y desarrollo tecnológico, se asume que representa
grandes oportunidades de negocio en el futuro» y constituye un poder
significativo en el mundo. A su vez, esta idea general puede dar origen a
diferentes vertientes en la percepción tales como esperanza para incursio-
nar en el mercado en las inversiones chinas, «esperanza de que China
sirva como un “contrapeso” al poder de EE.UU. y las instituciones en
Occidente», «China como modelo de desarrollo», entre otros.
Armory (2013) por su parte, analiza las percepciones de Colombia so-
bre China mediante un seguimiento de los dos principales medios impre-
sos del país –cada uno perteneciente a una filiación ideológica-política
contraria– durante el período 2008 a 2010. Dentro de sus hallazgos, pue-
den destacarse los siguientes puntos:

– Existe interés público no solo por las acciones concernientes a su re-


lación bilateral sino más bien por la RPC en su calidad de actor global,
sus valores y su magnitud económica: «China parece representar allí un
paradigma de “modernidad sin ilustración”. Este paradigma puede repre-
sentar un camino exitoso hacia el desarrollo económico, pero asimismo
constituye un cuestionamiento para la universalidad de los valores occi-
dentales, particularmente los referentes a los derechos humanos y la de-
mocracia» (Armory, 2013, p. 293).
– Predomina una visión «jánica o diádica» de los periódicos respecto a
la RPC, pues conciben a este Estado ya sea como un socio comercial po-
sitivo o bien como un actor conflictivo en el entorno global (Armory, 2013,
p. 276).
– En comparación con el auge de Japón, destaca la diferencia entre el
primero en su calidad de «aliado de EE.UU.», frente a China como una
amenaza potencial a Occidente.

Presumiblemente la visión de los medios de comunicación en Colom-


bia respecto a China, ha sido transmitida y adoptada por la sociedad civil,
quien a su vez la ha modificado, recreado y posteriormente alimentado
estableciendo así un proceso dinámico. En esta secuencia, es de resaltar el
papel de la relación de la RC con EE.UU., dado que tanto este nexo cer-

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cano como la visión de EE.UU. y de China como poderes antagónicos en
la escena mundial, pueden ser entendidos como origen de las impresiones
sociales respecto a la RPC como se abordará más adelante.

Datos

Los datos utilizados provienen de las encuestas Latinobarómetro y


Global Attitudes Project del Pew Research Center. La primera, constituye
una encuesta realizada de forma anual desde 1995 por la Corporación
Latinobarómetro con sede en Chile. Para el caso de Colombia, la muestra
es de 1.200 habitantes del país mayores de 18 años para todos los años
analizados. El error muestral oscila entre el 2,8 por 100 y el 3,5 por 100
dependiendo del año. Según la muestra probabilística utilizada, esto se
traduce en una representatividad nacional del 100 por 100 en los años del
2004 hasta el 2011. Respecto al período del 2001-2003, la representativi-
dad es de 70,9 por 100, 50,5 por 100 y 50,7 por 100 respectivamente,
dado que durante 2002 y 2003 no se consideraron los territorios en con-
flicto (Latinobarómetro, 2014).
Cabe destacar que si bien esta encuesta es aplicada anualmente, las
preguntas relativas al contexto internacional no son idénticas siempre. En
el caso concreto de reacciones referentes al papel de China en el plano
global, se observó que no es sino hasta 2001 que se incluyen y no de for-
ma definitiva sino esporádicamente. Las preguntas versan tradicional-
mente sobre EE.UU. –todos los años–, la Unión Europea y algunas veces
sobre Japón –desde años anteriores a la aparición de China en las pregun-
tas de la encuesta.
Por su parte, el Global Attitudes Project constituye una iniciativa del
Pew Research Center ubicado en EE.UU. Este centro ha realizado en-
cuestas en diferentes países desde el 2002 hasta el 2014 con una cobertura
que ha ido desde nueve naciones hasta 63 según el año y el tema. Los
datos utilizados de esta fuente corresponden al caso de Colombia en 2014
respecto al proyecto mencionado sobre actitudes globales. No se utiliza-
ron datos anteriores dado que, pese a que esta encuesta se aplica desde
2002, Colombia no fue parte de la muestra de países hasta 2014.
La información fue recogida de habitantes colombianos mayores de
18 años durante el período abril-mayo del año mencionado. La muestra es
probabilística multietápica estratificada y consta de 1.002 casos. Es repre-
sentativa a nivel nacional si no se contempla la región anteriormente de-
nominada «territorios nacionales» y las islas de San Andrés y Providencia
(aproximadamente 4 por 100 de la población) (Pew Research Center,
2014).
Por otra parte, con la finalidad de enriquecer los hallazgos provenien-
tes de los datos estadísticos contenidos en las fuentes mencionadas ante-

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riormente, se realizó un análisis cuantitativo de noticias periodísticas. La
muestra, seleccionada aleatoriamente, corresponde a 122 noticias –refe-
rentes a coberturas sobre China y EE.UU. en iguales proporciones–, pu-
blicadas durante los meses de enero a junio de 2014 por medios electróni-
cos colombianos tales como El Tiempo, El Espectador y El Colombiano.
Dichas noticias periodísticas fueron clasificadas en tres grupos según su
temática: económica –relativa al comercio, desempeño interno, etc.–, so-
cial –problemas o acontecimientos sociales tales como medio ambiente,
salud, entre otros– y política –ya sea a nivel nacional o internacional.

Las impresiones sobre el gigante asiático y las interacciones


interestatales

Como puede observarse en la Tabla 2.2, la opinión de los colombianos


sobre la RPC ha ido cambiando con el tiempo. Por ejemplo, cada vez
menos personas carecen de opinión sobre el gigante asiático. La propor-
ción de encuestados que refirió «no saber» al preguntársele sobre este
país, decreció en 15 puntos porcentuales entre el 2001 y el 2011, reflejan-
do durante ese lapso de tiempo únicamente dos puntos en los que la pro-
porción fue mayor que en el primer año del cual se tiene información:
2003 y 2004.

Tabla 2.2. Opinión de la sociedad colombiana sobre la República Popular


China (Porcentaje del total de encuestados)

Opinión/Año 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011
Muy buena 11 11 4 6 10 8 8 10 10 9 10
Buena 37 41 44 38 50 50 49 47 43 44 52
Mala 11 10 11 9 14 11 17 16 15 14 14
Muy mala 3 2 2 2 2 2 2 2 3 3 3
No contesta 2 5 2 3 1 2 1 2 4 1 2
No sabe 35 32 36 42 24 28 23 23 25 29 20

Fuente: Elaboración propia con datos del Latinobarómetro (2014).

Esto puede entenderse a la luz de la evolución de las relaciones entre


estos países: las visitas de alto nivel se han llevado a cabo desde las déca-
das de 1980 y 1990, sin embargo, una vez iniciado el siglo XXI, no fue
sino hasta el 2005 que se dieron sucesos de esta naturaleza. Ese mismo
año se firmaron también instrumentos y acuerdos para facilitar la coopera-
ción entre ambos países en diversos ámbitos. Después de un repunte en

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2004 en la proporción de personas «indecisas» sobre el gigante asiático,
para 2005 la cifra desciende y no vuelve nunca al nivel inicial de 2001,
manteniéndose siempre por debajo del 30 por 100. Cabe destacar que tam-
bién durante ese período se intensifica la actividad entre los dos países.
Ahora bien, al reducirse el porcentaje de personas que optaron por la
opción «no sabe», tanto las opiniones positivas como las negativas sobre
China se incrementaron. En el caso de las opiniones negativas –agregan-
do «mala» y «muy mala»–, un ligero aumento se hizo perceptible a partir
de 2007, pasando de un promedio de 13,16 por 100 del total (2001-2006)
a 17,8 por 100 (2007-2011). Respecto a las opiniones positivas –agregan-
do «buena» y «muy buena»–, se observa un ligero incremento a partir del
2005 en adelante, de forma que la media de 2001 a 2004 es de 48 por 100,
en contraste con un 57,14 por 100 durante el período 2005-2011.
El incremento en las opiniones positivas en 2005 podría deberse presu-
miblemente por el repunte de actividad entre ambos países como se seña-
ló anteriormente, mientras que el ligero aumento en las opiniones negati-
vas a partir de 2007 podría explicarse a partir de la dicotomía que observa
la sociedad entre EE.UU. y China (véanse Tablas 2.4 y 2.5) y aconteci-
mientos como el inicio de la crisis económica en EE.UU. –la información
de la encuesta fue recopilada durante septiembre y octubre de ese año– y
la posición de China como segundo exportador mundial.
La percepción de la sociedad colombiana en torno a China como un
país aliado en el contexto global resulta ser en gran parte positiva: en
2008, el 48,1 por 100 de las personas encuestadas lo percibió de esta for-
ma en los temas económicos, mientras que el 42,5 por 100 hizo lo propio
en los temas políticos (véase Tabla 2.3). Sin embargo, prácticamente tres
de cada 10 personas consideran que la RPC es un competidor y rival de su
país en ambos temas. Cabe señalar que durante este año, existió una caída
en las exportaciones de Colombia a China así como un repunte en las
importaciones de mercancías provenientes de este país, el mismo que el
año siguiente se revirtió, cayendo ligeramente las importaciones de la
RPC y aumentando las exportaciones colombianas a ese destino.
Asimismo, esta visión competitiva pudo ser reforzada también por las
características de la «nueva migración china» a Colombia. A partir de
2006 y hasta la fecha, la presencia de emigrantes chinos en Colombia se
duplicó tras la llegada de diferentes empresas multinacionales proceden-
tes de ese país alcanzando en 2014 los 25.000 residentes. Sin embargo, si
bien el perfil de las primeras etapas migratorias –comienzos del siglo XX
y hasta los años ochenta– era de un nivel socioeconómico bajo, actual-
mente son funcionarios y empresarios altamente cualificados los que arri-
ban al país por medio de las mismas empresas en las que trabajan (Agen-
cia de Noticias Universidad Nacional 2014).
Es de destacar que en este contexto, los medios de comunicación refle-
jaron la preocupación del sector empresarial de Colombia ante la posibi-

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lidad de un tratado de libre comercio, enfatizando que servirá solamente,
en palabras de Camilo Llinás, Presidente de la Asociación Colombiana de
Fabricantes de Autopartes (ALCOFA), «para que nos vendan más y no
para exportar hacia allá» dado que «la negociación sería desequilibrada, y
no se debe negociar nada de la industria» (Peña, 2012).
La idea negativa respecto al establecimiento de un tratado de libre co-
mercio con China, está también vinculada a las condiciones existentes en
el Tratado de Libre Comercio EE.UU.-Colombia, en el cual se abunda
sobre las reglas de origen para evitar las importaciones trianguladas que
podrían llegar a ser China-Colombia-EE.UU. (Israel, 2012). En palabras
de José Antonio Mutis, cónsul de Colombia en Hong Kong, «los chinos
tienen sus ojos puestos en Colombia porque es el puente que necesitan
para entrar a EE.UU.» (Portafolio.co, 2011).

Tabla 2.3. Opinión de la sociedad colombiana sobre el rol de China respecto


a Colombia (Porcentaje del total de encuestados)

2008 2011

¿China es aliado y socio o rival y ¿Hasta qué punto piensa usted


competidor? que China provee ayuda?

A la economía por
En los temas En los Ayuda
medio de comercio
económicos y temas humanitaria
e inversiones en
de comercio políticos en su país
su país

Aliado y socio 48,1 42,5 Mucho 14,5 7,4


Rival y competidor 30,6 29,4 Algo 30,8 23,2
No responde 1,7 1,7 Poco 23,6 28,5
No sabe 19,6 26,4 Nada 12,5 20,1
No sabe/ 18,5 20,8
No responde

Fuente: Elaboración propia con datos del Latinobarómetro (2014).

Ahora bien, contrastando los resultados obtenidos con otros países de


la región en 2014, puede decirse que la opinión de la sociedad civil co-
lombiana respecto a China es en general positiva. Sin embargo, se aprecia
que es uno de los que exhibe la menor proporción de impresiones favora-
bles, muy por debajo de la media regional en todos los aspectos excepto
en cuanto a las expectativas sobre el aumento del poder chino. Estos datos
contrastan con los que corresponden a países como Venezuela, Nicaragua
y Chile, a la cabeza en esta materia (véase Tabla 2.4).

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Tabla 2.4. Opinión de la sociedad latinoamericana sobre China
(Porcentaje del total de encuestados)

2014
¿Reemplazará
¿Qué tanta La economía ¿Respeta el
¿Tienes una China
confianza creciente de gobierno de
opinión eventualmente
tienes en el China ¿es China las
País/Pregunta favorable o a EE.UU.
presidente favorable o libertades
desfavorable como súper
chino Xi desfavorable personales
de China? poder líder en
Jinping? para tu país? de su gente?
el mundo?
Mucha
Respuesta confianza/
Favorable Favorable Sí Sí
reportada Algo de
confianza
Argentina 40 14 41 17 32
Brasil 44 13 39 24 26
Chile 60 20 63 20 34
Colombia 38 15 30 14 31
El Salvador 48 25 54 27 34
México 43 15 38 25 30
Nicaragua 58 36 74 34 36
Perú 56 18 54 29 30
Venezuela 67 29 66 47 27
Promedio 50 21 51 26 31

Fuente: Elaboración propia con datos del Global Attitudes Project del Pew Research Center (2014).

En 2014, tal como en años anteriores, se aprecia que si bien un sector


importante de colombianos tiene una opinión positiva sobre China –en
este caso casi cuatro de cada 10–, también existe recelo en la población
sobre el impacto en la RC del crecimiento económico de la RPC –sola-
mente tres de cada 10 consideran que el crecimiento de este país es bené-
fico para la economía de su nación–. En este sentido, tampoco existe mu-
cha confianza en el líder actual de la RPC y el cumplimiento del deber
global de este país considerando ciertos valores universales, ni en cuanto
al respeto a las libertades esenciales de los ciudadanos en el mismo. Esta
información es consistente con los hallazgos de Armory (2013) a partir de
su seguimiento a medios impresos.
Sin embargo, si observamos los resultados anteriores a la luz de la opi-
nión social respecto a EE.UU. (véase Tabla 2.5), puede apreciarse que
existe una proporción mayoritaria de la población con una visión favora-
ble en todos los ámbitos. La diferencia regional entre el caso de la RPC y
EE.UU. en cuanto a la percepción social positiva es de 14 puntos porcen-

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tuales a favor del segundo; mientras que si nos enfocamos en la confianza
en los mandatarios y el respeto a las libertades de la población, esta bre-
cha se eleva hasta 25 y 19 puntos porcentuales respectivamente, mante-
niendo la misma tendencia.

Tabla 2.5. Opinión de la sociedad latinoamericana sobre Estados Unidos


(Porcentaje del total de encuestados)

2014
¿Reemplazará
¿Es ¿Respeta el
¿Tienes una ¿Qué tanta China
EE.UU. el gobierno de
opinión confianza eventualmente
superpoder EE.UU. las
País/Pregunta favorable o tienes en el a EE.UU.
económico libertades
desfavorable presidente como súper
líder en el personales
de EE.UU.? Obama? poder líder en
mundo? de su gente?
el mundo?
Mucha
Respuesta confianza/
Favorable Sí Sí Nunca
reportada Algo de
confianza
Argentina 36 31 40 32 27
Brasil 65 52 54 51 52
Chile 72 54 55 53 26
Colombia 64 56 43 44 37
El Salvador 80 58 60 50 36
México 63 40 51 38 30
Nicaragua 71 40 46 42 35
Perú 65 46 41 48 20
Venezuela 62 33 39 50 30
Promedio 64 46 48 45 33

Fuente: Elaboración propia con datos del Global Attitudes Project del Pew Research Center (2014).

De acuerdo con el Pew Research Center (2013), pese a que el comercio


de América Latina con China se ha incrementado, la sociedad de la región
considera que EE.UU. continúa ejerciendo mayor influencia en sus países
y economías. En este sentido, también otorgan preferencia a fortalecer sus
lazos con este país, o en su defecto con ambas potencias. Pocos son los
que consideran a China un aliado más importante que EE.UU.
En el caso particular de Colombia, se aprecia que, en contraste con sus
indicadores respecto a China –por debajo de la media regional–, su opi-
nión favorable hacia EE.UU. es de igual magnitud que el promedio –al
preguntarles su percepción en general–, o incluso superior al mismo –por

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ejemplo en cuanto a la confianza en el mandatario norteamericano–. Al
cuestionar a los habitantes sobre la posibilidad de que China sea el suce-
sor de EE.UU. como poder global, se aprecia que Colombia también con-
centra una proporción de respuestas negativas superior a la de la media
latinoamericana.
Las noticias analizadas provenientes de los medios electrónicos co-
lombianos reflejan la misma tendencia. Del total de referencias a China,
el 63,9 por 100 corresponde a visiones negativas vinculadas especial-
mente con los temas económico, político y ambiental. Económicamente,
se resaltan las implicaciones internacionales de la desaceleración china
durante el período de referencia, algunas veces presentando cierto anta-
gonismo entre el poder asiático y el estadounidense: «Las acciones mun-
diales están recuperando terreno al tiempo que algunos datos positivos
desde EE.UU. contrarrestaron los decepcionantes informes económicos
de China…» (Chisholm, 2014). Se destaca también la corrupción en la
élite política (AFP, 2014) y la contaminación excesiva en las ciudades
(EFE, 2014). En contraste, la cobertura relativa a EE.UU. refleja visiones
positivas en su mayoría (59,01 por 100). En este sentido, son de resaltar
tanto el tema político, especialmente en materia de paz y seguridad inter-
nacional (Colprensa, 2014) como el económico, ya sea a nivel interno
como en cuanto a las implicaciones de su comercio con Colombia (EFE,
2014).
Si bien China ha buscado diferenciarse de los «enfoques extractivos
europeos y de EE.UU.» en sus relaciones con los diferentes países de
América Latina a través de otras formas de intercambio transpacífico
(Jiang Shixue, según Hearn y León-Manríquez, 2011, p. 14), también des-
tacan sus esfuerzos por consolidarse ante el mundo como un poder pacífi-
co y armónico, los mismos que se ven reflejados en acciones tales como
el apoyo a EE.UU. tanto en su decisión de ampliar la campaña para aca-
bar con el Estado Islámico (EI) en Irak y Siria (EFE, 2014) como en el
compromiso anunciado en la cumbre Asia-Pacífico para reducir las emi-
siones de gases efecto invernadero (Criado, 2014).
Como puede observarse, existe evidencia –aunque no concluyente da-
das las limitaciones de la información existente– para pensar que los ciu-
dadanos entienden a estos dos países como una dicotomía en cuanto al
poder global, la confianza y los valores que representan. Así, no es de
extrañar que las percepciones de la población colombiana respecto a Chi-
na se construyan tomando como punto de referencia EE.UU. El mismo
gigante asiático a través tanto de sus declaraciones como de sus acciones
busca afianzarse como poder pacífico aprovechando este aspecto; recu-
rriendo, algunas veces, a acciones conjuntas con la potencia norteameri-
cana tales como las mencionadas anteriormente.

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Reflexiones finales

Al analizar los datos relativos a la opinión de la sociedad civil colom-


biana en torno a China, se observa evidencia de la dualidad o expresión
diádica señalada por Armory (2013): una parte de la población –30-40
por 100 según el año y la encuesta– refiere una opinión favorable sobre
RPC; incluso una visión de socios entre los Estados, sin embargo, otra
proporción de la población refleja preocupación sobre los efectos del cre-
cimiento del gigante asiático, a partir de una impresión más bien desfa-
vorable sobre los valores de este país y la confianza que inspira su actual
mandatario.
Las percepciones referidas han sido moldeadas por los hechos ocurri-
dos y la forma en que estos son relatados en los medios de comunicación,
sin embargo, también han sido modeladoras de las políticas públicas en
las que predomina una actitud de acercamiento con fundamentos más
bien pragmáticos, asentados en el aspecto económico. Destaca en este
proceso la forma en que las impresiones de la población colombiana so-
bre EE.UU. pueden haber constituido una referencia significativa para las
percepciones respecto a China. Esto es, partiendo de que las relaciones
Colombia-EE.UU. constituyeron una referencia incluso para el estableci-
miento de las relaciones Colombia-China (Jiang, 2006; Borda y Berger,
2012) y que EE.UU. ha sido visto tradicionalmente como socio de Co-
lombia; existe la posibilidad de que el ascenso de China sea interpretado
por los habitantes como una fuerza contraria al éxito económico de su
aliado tradicional –un ejemplo de esto es la construcción de las mismas
reacciones en las encuestas, preguntando si China es vista como el «susti-
tuto» de EE.UU. como súper poder global.
En este sentido, las estadísticas presentadas en las que se contrasta la
opinión de los habitantes sobre China y sobre EE.UU. muestran preferen-
cia por el líder de Norteamérica respecto a la RPC, vinculándolo con va-
lores como la confianza y la libertad. Esta tendencia puede apreciarse
también en la muestra aleatoria de noticias de diversos medios electróni-
cos. Presumiblemente las impresiones sobre China toman como referen-
cia la relación estatal con EE.UU. para interpretar los acontecimientos del
entorno, tanto internacional como interno.
Finalmente, es importante señalar que una de las principales limitacio-
nes de este trabajo estriba en la información disponible. Si bien encuestas
como el Latinobarómetro y el Global Attitudes Project del Pew Research
Center abordan el importante tema de las percepciones sobre países que
son calificados como «potencias» en el mundo, la inclusión de este tipo
de reacciones es relativamente nueva, razón por la cual no es posible rea-
lizar un seguimiento temporal completo.

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Referencias bibliográficas

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Notas

1. Al respecto Armory (2013, p. 276) refiere una relación «diádica», sin embargo se re-
salta la visión de socio o bien la de actor conflictivo en el contexto internacional –no solo en
el ámbito económico– a partir de la divergencia entre los valores, por ejemplo en materia
democrática, derechos humanos, ambientales, etc.

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3
De imaginarios,
(in)visibilizaciones y representación(es):
el caso de las mujeres chinas en España1
Amelia Sáiz López

Si bien en las últimas décadas se ha realizado trabajo académico y po-


lítico en pro de la igualdad de género, las tendencias androcéntricas en los
análisis sobre los fenómenos sociales del siglo XXI persisten. A pesar de
que en términos generales, el uso lingüístico del genérico masculino en
español y en otras lenguas románicas, se interpreta como significante de
«humanidad», este no conlleva la inclusión directa de las mujeres, dada la
desigual relación estructural de género que aún mantienen nuestras socie-
dades. Este presupuesto obliga a reconocer que para componer el panora-
ma completo sobre la construcción del imaginario sobre la presencia chi-
na en nuestros países, es necesario un análisis de la imagen, percepciones
y representaciones que sobre las mujeres chinas elaboran los y las ciuda-
danas.
Una década de investigaciones sobre la presencia china en el Estado
español (véase la bibliografía), sus estrategias de asentamiento, las rela-
ciones escolares y las comunitarias, entre otras, nos ha proporcionado una
amplia perspectiva de la evolución en la construcción del imaginario de
«los y las otras», en este caso de las chinas, mujeres que en ciertos mo-
mentos históricos han ejemplificado la otredad española por excelencia.
La perspectiva cronológica, pues, nos ayuda a componer un análisis diná-
mico sobre los mecanismos cognitivos que elaboran el imaginario, un
análisis que tiene en cuenta los efectos de las relaciones interculturales en
el contexto social que las modela, y que como resultado configura –y re-
configura– el significado social de la etnicidad.
Aplicar la perspectiva procesual en el estudio de las percepciones so-
bre las mujeres chinas en España requiere de la combinación analítica de
aspectos sociológicos que explican las acciones de los y de las actrices
sociales. Por ello, la estructura del presente trabajo combina la tempora-
lidad –momento histórico de la interacción intercultural–, los sujetos so-
ciales –determinados por criterios sociológicos como actividad profesio-

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nal, generación– y el discurso étnico-identitario –quién y cómo se
elabora–. De este modo, partiendo de una aproximación «occidental» y
española a la imagen de la feminidad china surgida en el contexto colo-
nial, describimos las características de las actividades de las empresarias
chinas, integrantes de la primera generación de mujeres migrantes chinas
desde el punto de vista temporal, y su escasa visibilización social. Sin
embargo, como la presencia femenina china no se agota con este perfil, en
el siguiente apartado analizamos cómo la actividad laboral fuera del ám-
bito del nicho étnico chino procura a estas mujeres una entidad cuyo reco-
nocimiento por parte de la sociedad española se expresa en la capacidad
de representar –y representarse, en el sentido de ser portavoz– a un colec-
tivo, no siempre definido por la etnicidad. En este sentido, representación
no refiere a los elementos que dan contenido simbólico a un imaginario,
sino a la norma social que adjudica a ciertas personas esta cualidad, bien
sea por su autoridad moral –elemento clave de la representatividad meri-
tocrática china– o democrática –por elección–. Por lo tanto, es este capí-
tulo representación no es sinónimo de representaciones. Estas últimas
designan al conjunto de imágenes, ideas o valores que muestran el discur-
so social sobre un colectivo, o sobre la propia imagen. En este sentido, en
el apartado dedicado a representaciones hemos conectado las elaboradas
por la sociedad españolas sobre las hijas de las familias de origen chino
junto a la (auto)presentación de características de una identidad que po-
dríamos denominar híbrida, pues relaciona imaginarios sobre las madres
a aspectos propios de la generación española con la que se identifican.
Gracias a este recorrido histórico de dos generaciones de mujeres se ana-
liza cómo se elaboran y transforman los imaginarios sobre las Otras en
una sociedad cada vez étnica y culturalmente más diversa.

Imaginario de la feminidad china

La imagen de las mujeres chinas viene precedida por su construcción


orientalista desde mediados del siglo XIX. Said explicó en su obra emble-
mática Orientalism (1978) este concepto que remite a un conjunto de
prácticas discursivas surgidas en el contexto del colonialismo europeo y
el consiguiente contacto con otros pueblos. Por medio de ellas, en Europa
se fue generando un imaginario colectivo sobre «los orientales», median-
te la confrontación de pares dicotómicos que dotan de significado la iden-
tidad propia contraponiéndola a la adjudicada a esos otros diferentes, ge-
neralmente catalogados de exóticos, atrasados, irracionales, tradicionales,
principalmente. Frente a ellos, los europeos representan la civilización, lo
moderno, el progreso, y la razón. Este dispositivo cultural de conforma-
ciones identitarias, es prototípico del dominio colonizador europeo y ha-
bla de unas relaciones de dominación geopolíticas basadas, entre otras

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muchas cosas, en el poder de denominación y definición, el poder de mar-
car, designar, señalar la identidad ajena, sin necesidad de especificar, es-
tereotipar, marcar o designar la propia.
Los estereotipos asociados a las mujeres chinas en España a principios
del siglo XX estaban construidos en torno a criterios estéticos:

«Las chinas no son guapas, su fisonomía corresponde a la de los hombres, y


carecen de la redondez de formas de la mujer de raza blanca; la desastrosa
manera de adornarse realza su fealdad. (…) Los vestidos son muy holgados, y
por consiguiente faltos de elegancia. (…) En cambio, se pintan, y se pintan
muy mal (…) En cuanto a las manos, (…), son afeadas por la costumbre de
dejar crecer las uñas sin tasa ni medida, lo cual, además, es peligroso cuando
se incomodan con los hombres» (Boixet i Castells, «Juan Buscón», «La mujer
china y su toilette», La Vanguardia, 1 de marzo de 1901, citado en Peiró Már-
quez, 2013).

Y morales,

«Pero a lo que aparece de unos datos que tengo a la vista, no hay nada tan
ruin, tan odioso, como una suegra china. La más abominable suegra europea
resulta un fenómeno de bondad si se la compara con una de sus congéneres del
Celeste Imperio. Cada suegra de las de allá vale por lo menos tres de las de
aquí, aun escogiéndolas entre las peores» (Boixet i Castells, «Juan Buscón»,
La Vanguardia, 29 de julio de 1908, citado en Peiró Márquez, 2013).

Junto con su comportamiento en las relaciones sociales:

«La niña no sale a la calle más que en sus primeros años. Cuando se acerca
a la pubertad se la confina dentro de los muros de su casa. (…) Fuera de estas
ocasiones fortuitas hay unas pocas fechas fijas en que la joven se deja ver en
público (…) Pero en estas ocasiones, y en todas, es regla general, sin excepcio-
nes, que vaya acompañada de persona de edad madura, generalmente la madre
o la abuela. En esta época de su vida jamás se la consulta nada. Su criterio o
sus ideas son cosas a que nadie da valor. Tampoco a sus sentimientos y prefe-
rencias. Se la conserva para entregarla a otra familia, a la de su futuro marido,
a la cual pertenece, exclusivamente, desde que se casa y de la cual toma el
nombre. De aquí procede considerarla como extraña a la familia, dentro de la
cual se encuentra accidentalmente y como una carga que únicamente causa
dispendios y ninguna ganancia. No sabemos si algún chino se habrá visto algu-
na vez asaltado por la idea de que mujer, en esa época de su vida, pueda tener
sentimientos, inclinaciones, gustos, preferencias, impulsos, etc.» («Estampas
de la vieja China. La condición social de la mujer antes del matrimonio», La
Vanguardia, 2 de abril de 1935, citado en Peiró Márquez, 2013).

Una variante de la otredad orientalista de la época, fue catalogarlas de


«exóticas», ajenas y distantes a la manera de pensar y sentir de los racio-
nales y civilizados europeos.

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Si en términos generales el exotismo es un atributo de «los otros» en la
era victoriana, en el caso de la otredad oriental adquiere un componente
de género destacado en las representaciones gráficas2 y literarias de su
feminidad. El antecedente literario que configura la identidad asiática fe-
menina es el libro que lleva por título Madame Crisantemo (1887), escri-
to por Piere Loti,3 inspirador de la posterior ópera de Puccini, Madame
Butterfly (1898). Sandra Lyne (2002) señala que Loti describe a las muje-
res japonesas como «muñecas». Así pues, las asiáticas –sin distinción en-
tre chinas, japonesas, o coreanas–4 aparecen como réplicas, simulacros.
Las relaciones adecuadas –es decir, las propias de Europa– no son posi-
bles con ellas; son como una mercancía indistinguible de las baratijas y
fruslerías de mercancía exótica de Japón. Al representar a las mujeres
como «muñecas», el escritor se posiciona como el controlador del juego,
el sujeto al que los muñecos deben dar diversión y placer. Las «muñe-
cas», por supuesto, no lloran «verdaderas lágrimas» por lo que el «verda-
dero dueño» se libera de las complicaciones emocionales y de las cuestio-
nes de ética (Lyne, 2002). Es decir, el imaginario construye a la Otra
minimizándola para deshumanizarla, no es una mujer verdadera –como lo
son las europeas– y por tanto no es necesario un acercamiento verdadero,
sincero, comprometido con las buenas relaciones de género de la época.
«Las muñecas japonesas» son un divertimento en manos de los varones
occidentales. Madame Butterfly sufre, espera, se preocupa por el niño, y
se suicida. Este tipo de construcción racial y de género entronca con la
mentalidad general: las mujeres asiáticas son percibidas en el «mundo
real» como la encarnación esencialista, próxima a la sensualidad primiti-
va de la naturaleza. Estas representaciones se perpetuaron en las películas
en blanco y negro más tempranas.
El tropo de Madame Butterfly en tanto representación de la mujer
oriental exótica se utiliza indistintamente con el concepto de China doll.
La representación de las mujeres asiáticas tiene mucho en común con las
muñecas: comparten una humanidad desplazada, no piensan por sí mis-
mas y son percibidas como objetos pasivos, que han sido seleccionados,
comprados y eliminados a voluntad, tanto en la práctica tradicional –nati-
va– como por los europeos que buscan placeres exóticos a precios de
ganga.
La imagen literaria femenina ha ido evolucionando hasta una versión
actual menos pasiva pero aún sexualizada de las jóvenes chinas. No es de
extrañar que sean autoras chinas las que hayan cambiado el panorama del
imaginario literario femenino oriental. Algunas como Wei Hui, Mian
Mian o Chun Sue, por citar las que han sido traducidas y leídas en caste-
llano –y por tanto fuentes inspiradoras de imágenes sobre la feminidad
china para el público español– han creado personajes femeninos urbanos
contemporáneos de carácter apasionado, y que en su búsqueda íntima –y
en ocasiones extrema– de su personalidad, de lo esencial, o de su yo, el

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deseo, en tanto exponente de la pasión, es el leitmotiv de sus acciones,
tanto por lo que se refiere a sus composiciones artísticas –musicales y li-
terarias– como en sus relaciones personales. La sexualidad ocupa un lu-
gar destacado en la expresión caracterológica de las protagonistas de es-
tos retratos femeninos del siglo XXI. Algunas reactualizan la reificación
orientalista de los autores decimonónicos desde una perspectiva femenina
–por ejemplo, la Coco sexualizada de Wei Hui–; otras cuestionan el papel
de la sexualidad femenina en una sociedad con evidentes muestras de de-
sigualdad, entre ellas la de género, y donde, por tanto, la mujer continua
estando al servicio de los hombres y dependiente afectivamente de ellos.
En una u otra versión –la glamurosa Coco, o la sufrida marginal y lúcida
protagonista de Caramelos de Mian Mian–, las imágenes femeninas lite-
rarias actuales componen figuras en las que la herencia imaginaria de la
feminidad oriental, incluyendo las visiones más feministas, trazan los ras-
gos físicos y sicológicos de las protagonistas, que les confieren un aire de
modernidad muy alejado de sus predecesoras de principios del siglo XX.
Sin embargo, ¿hasta qué punto estas imágenes actuales han desplazado,
olvidado o anulado la imagen orientalista primigenia?

(In)Visibilización de las empresarias familiares chinas en España

En los estudios sobre la migración que se desarrollan en España, espe-


cialmente activos a partir de la década de 1990, la atención a los y las re-
cién llegadas ha sido desigual, siendo el volumen y el tipo de inserción
laboral los rasgos que más han influido en la elección del colectivo a es-
tudiar. Así, los originarios de Marruecos, o de África Subsahariana o
América Latina «… han experimentado una hipervisibilidad social y una
gran preocupación investigadora», mientras otros de origen asiático han
sido «hipovisibilizados» (Lurbe y Santamaria, 2007, p. 60)
La migración china al sur de Europa es de carácter familiar, emigran
padres, hijos e hijas, así como miembros de la familia extensa pudiéndose
dar el caso de familias que mantienen en origen a los integrantes más
mayores –hombres y mujeres en edad de jubilación– cuyos hijos/as y nie-
tos/as están repartidos por varios países e incluso por diferentes ciudades
de un mismo país. La transnacionalidad también es inherente a la compo-
sición familiar de origen chino en España. El flujo –masculino y femeni-
no– se hace más intenso a partir de la década de 1990, y así, en los prime-
ros años del siglo XXI ya podemos hablar de una presencia estable y
consolidada de las personas de origen chino en el Estado español.
Los datos sobre los y las residentes chinas a 31 de diciembre de 2013,
nos hablan de una migración familiar con un relativo equilibrio entre se-
xos (46,8 por 100 de mujeres) y un número considerables de menores de
16 años (23,2 por 100), porcentaje que está siete puntos porcentuales por

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encima de la media nacional y que crece mes a mes, como lo hace el nú-
mero de nacidos en España. La migración china es una estrategia econó-
mica familiar en la que migran todos los integrantes del grupo doméstico,
y lo hacen porque todos participan en el proyecto migratorio de los origi-
narios del sur de Zhejiang, provincia de la Republica Popular China. Por
su parte, el flujo procedente de dongbei (noreste de China) responde a
otros criterios y necesidades, en el que hay familias nucleares de hijos
e hijas únicas así como hombres y mujeres solas, estén solteras o divor-
ciadas.
La migración china procedente del sur de Zhejiang es familiar también
porque lo es el proyecto de vida en destino basado principalmente en el
establecimiento de negocios familiares en el sector comercial y de servi-
cios para atender las necesidades tanto de clientes nacionales como de
coétnicos. La empresa familiar implica y necesita de todos sus miembros,
y así, hombres y mujeres contribuyen a la economía familiar. Migración,
familia y empresa, pues, constituyen un todo que enmarca la actividad
empresarial, el ciclo de vida familiar y el éxito del proyecto migratorio.
La familia y la empresa constituyen un todo integrado donde se inter-
cambian, alternan y superponen las relaciones laborales y familiares, a
veces de manera indivisible. La familia como unidad de producción, dis-
tribución y consumo basa su viabilidad económica en la maximización de
sus recursos humanos, económicos y sociales. En definitiva, todos sus
miembros colaboran activamente en la empresa. La unidad familia-em-
presa que conforma al empresariado chino está vertebrada por elementos
que, interrelacionados entre sí, dan cuenta de la dinámica familiar-empre-
sarial que explica los procesos de migración, asentamiento y propiedad de
negocios como el camino preferente para la movilidad social ascendente,
incluso en tiempos de crisis económica. Nos referimos a las fases del ci-
clo familiar-empresarial, los capitales –económico, social y humano– dis-
ponibles en cada una de ellas y de cada uno de sus integrantes, y la orga-
nización del trabajo productivo y reproductivo en las diferentes fases
(Sáiz López, 2012).
La familia extensa y la red coétnica también participan en el proceso
migratorio y en la constitución de la empresa familiar al facilitar la llega-
da y el período de acumulación de capital en forma de trabajo asalariado
y de aprendizaje para el negocio futuro. Además, la familia extensa y los
amigos suelen contribuir económicamente en algún momento en la em-
presa familiar, bien sea para el abastecimiento de productos –importa-
ción/exportación–, el alquiler y/o compra de los locales, u otras necesida-
des económicas. Las personas que proceden del sur de la provincia de
Zhejiang, están socializadas en una cultura empresarial familiar basada en
el aprovechamiento de los recursos étnicos transnacionales así como en las
habilidades y estilos de trabajo adaptados a sus posibilidades y destinados
a la consecución de sus objetivos.

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Dolores Juliano subraya que la migración femenina es la que acusa
más la invisibilidad social y jurídica en España por componer la fuerza de
trabajo de sectores laborales marginales (Juliano, 2012, p. 531). Sin em-
bargo, el nicho étnico chino permite la llegada regular de sus integrantes
–sobre todo en el siglo XXI– así como su inserción laboral en el sector
servicios, fundamentalmente. Por ello, y en este contexto, la tasa de acti-
vidad femenina china es bastante elevada (Sáiz López, 2012). La mayoría
aparece en las estadísticas de la Seguridad Social como contratada por
cuenta ajena, pero un alto porcentaje de las personas de origen chino lo
están por cuenta propia, categoría de autónomas que se asocia a empren-
dedores o empresarios. Como empresarias de negocios familiares, las mu-
jeres chinas están presentes en los restaurantes, peluquerías, bazares, ba-
res y demás negocios cuya clientela fundamental es la población general.
Así, cada día la población española compra algún producto en «los chi-
nos» –nombre popular con el que se conocen los bazares que poseen–, se
arregla el pelo y las uñas en sus peluquerías, come en sus restaurantes o
bebe en sus bares, por poner algunos ejemplos. Y sin embargo, aún es
común escuchar y leer que las mujeres chinas «son unas desconocidas»
(Piqueras, 2011)
Por otra parte, en los estudios académicos sobre la empresa familiar el
papel de las mujeres en el negocio familiar ha sido tratado como secunda-
rio y oculto, es «la mujer invisible» debido a que las relaciones de género
inscritas en el sistema familiar se integran en la estructura y organización
laboral de la empresa. Sin embargo, las mujeres chinas participan en todo
el proceso migratorio, desde facilitar la migración de los hombres y de su
propia familia nuclear cuando es su propia familia natal la que está en el
extranjero, hasta iniciar la cadena migratoria. Contribuyen también a la
acumulación de capital inicial trabajando para otros parientes o amigos en
el nicho étnico. Conseguir que la empresa familiar sea rentable puede re-
querir varios intentos seguidos de toma de decisiones acerca de la conve-
niencia o no de mantener el negocio, volver a acumular capital, migrar de
nuevo, estrategias productivas que afectan a la estructura de la familiar
transnacional y en la que participan los dos cónyuges. Pero la implicación
de las mujeres en la empresa familiar no termina con la estabilidad o con-
solidación de la misma. Trabajan en la empresa familiar con visibilidad
jurídica. Valoran positivamente poseer negocios –estén o no a su nombre–
porque incrementa su valor económico en la familia aunque la lógica de
la empresa familiar china proporciona el marco ideológico para que la
presencia femenina en la esfera productiva no altere el sistema de género,
es decir, no altere las relaciones formalmente desiguales de la cultura ori-
ginaria, ya que es una obligación de los padres –incluidas las madres–
proporcionar a sus hijos/as las mejores condiciones de vida posibles (Sáiz
López, 2007).
Familia y trabajo constituyen para ellas los dos pilares de los que se

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nutre su existencia e identidad. La materialización de la dimensión pro-
ductiva y reproductiva de la empresa familiar se lleva a cabo gracias a la
transnacionalización del trabajo reproductivo, a su externalización o a la con-
tratación de ayuda doméstica, posibilidades que privilegian la dimensión
productiva de las madres empresarias sin por ello renunciar a establecer
vínculos afectivos con sus hijos e hijas –es decir, sentirse madres. La
ideología familista china, producto de un sistema social donde la conduc-
ta, las normas, los ideales, las actitudes y los valores se centran en el bie-
nestar o van dirigidos hacia los que están vinculados por el nexo de san-
gre o adopción, asume la maternidad transnacional como una relación
más de parentesco con las familias empresarias migrantes en Europa
(Sáiz López, 2012).
En el contexto de la migración, la identificación de los otros constituye
en sí mismo un marco de representación que alimenta el imaginario pre-
viamente existente. Como señala Ahmed (2003, p. 55) «… el extraño no
es nadie que no hayamos sido capaces de reconocer, sino alguien que ya
hemos reconocido como extraño, como un cuerpo fuera de sitio». En el
caso concreto de las mujeres migrantes chinas es su permanente adscrip-
ción a un sistema de género tradicional que exige de las mujeres una total
y completa obediencia a los valores patriarcales que las sumen en una
actitud –eternamente– sumisa:

«Las mujeres chinas debían someterse a tres obediencias: al padre, al mari-


do y al hijo. Y debían poseer cuatro virtudes: pureza, lealtad, recato y apacibi-
lidad. Esta es la tradición que todavía late en ellas» (Boye, 2010).

La sumisión de las mujeres chinas es un elemento de victimización fe-


menina en la sociedad española, abanderada de la lucha en pos de la igual-
dad de género en la última década. Como muestra la cita de Boye, las
concepciones sobre el machismo chino y la sumisión femenina están
construidas en base a la superposición de diferentes momentos históricos
que no se contextualizan, que no responden a una lógica cronológica y
diferenciada dado que el imaginario orientalista sobre China se ha estable-
cido en torno a la inmovilidad como componente fundamental de lo que
concebimos como elemento cultural especifico chino, y que remite a la
tradición como la justificación ideológica razonable de esta especificidad
y, según nuestros parámetros, coloca a las mujeres chinas supeditadas al
patriarcado chino. La sumisión, como estrategia de victimización anula la
agencia de las mujeres en tanto actrices sociales con capacidad para tomar
decisiones y con sus acciones influir en el entorno social. Sin embargo,

«(…) están protagonizando una profunda revolución de las costumbres. Su


nuevo hogar en España es la fragua en la que se funden dos culturas para crear
un futuro distinto» (Boye, 2010).

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La representación social

La lejanía asociada a la generación de mujeres migrantes se diluye en


sus hijas, jóvenes nacidas y/o crecidas en España. Podríamos decir que
dos son los procesos que permiten el acercamiento –a veces entendido
como asimilación– de los extraños hasta resultar familiares, de ser conce-
bidos como otros a formar parte de un nosotros diverso, de llevar a cabo
una incorporación aceptada a la sociedad destino de los padres y de las
madres: la socialización y el contacto cultural en espacios culturales cate-
gorizados como españoles, es decir, lugares de interacción social adscri-
tos a lo propio y por tanto identificados con la cultura autóctona. Por
ejemplo, la españolidad cultural está inscrita en los bares «de toda la
vida» pero no en los restaurantes donde se sirve comida china. En ambos
establecimientos trabajan hombres y mujeres de origen chino, pero desde
el punto de vista local, solo en los primeros se desarrolla un estilo de vida
típicamente español y por tanto son reivindicables como espacios socicul-
turales autóctonos (Beltrán y Sáiz, 2013). Para muchas mujeres de origen
chino ambos procesos –socialización e interacción cultural espacial– se
inician en la vida escolar; para otras será el contacto cultural el que las
hará menos ajenas al espacio social español. Veamos algunos ejemplos.
Además de las mujeres procedentes del sur de la provincia de Zhe-
jiang, otras han llegado desde las provincias de Heilongjiang, Liaoning,
Jilin (noreste de China), Shandong (provincia litoral del norte) y Fujian
(provincia litoral y frontera al sur de Zhejiang), además de las ciudades
de Beijing, Shanghai, la provincia de Guangdong, Hong Kong y Taiwan.
La diversa procedencia de los flujos migratorios chinos a España indica
trayectorias diferentes para los hombres y las mujeres que las protagoni-
zan. En el caso de las primeras mujeres, han acometido su inserción labo-
ral a partir del aprendizaje de las lenguas del Estado español. Esta estrate-
gia ha coincidido en el tiempo con la demanda que existe en la sociedad
de destino de personas que faciliten la comunicación con los migrantes
extracomunitarios –es decir, de fuera de la Unión Europea–, sobre todo
desde mediados de la década de 1990. Así, mediadoras culturales,5 media-
doras sanitarias, empleadas de banco para atender a la clientela china,
asesoras fiscales, entre otras, han formado parte de una actividad muy
alejada y distante de lo que ha sido el itinerario laboral seguido por la
mayor parte de sus compatriotas. En este caso, las características de géne-
ro adjudican a las mujeres habilidades lingüísticas y sociales que las ha-
cen más aptas para estos puestos laborales que a sus compatriotas varo-
nes, también para la sociedad de acogida. Además, las mujeres chinas
más cualificadas son también las que pueden establecer negocios más es-
pecializados, como por ejemplo academias de lenguas para enseñar espa-
ñol a las personas chinas, y chino a las nativas. Otro tipo de actividad fe-
menina es la que se desarrolla en las clínicas médicas chinas donde se

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practica la medicina tradicional, acupuntura, moxibustión, fitoterapia,
para clientela local.
Aún sin ser equivalentes, lo interesante de este tipo de actividades de
mediación, en especial las que son de «cuello blanco» y fuera del nicho
étnico –todas las mencionadas en el párrafo anterior–, es demandada por
empleadores y/o clientes nacionales relacionados con el colectivo chino,
pues la mayor parte de los servicios que ofrecen van destinados de algún
modo a gestionar su presencia en el país o las relaciones económicas y
culturales con China. En esta estrategia de inserción laboral, la etnicidad,
asociada a la diversidad y negociada desde la sociedad de destino, consti-
tuye una habilidad profesional de las mujeres con más capital humano y
menos capital social étnico, es decir, aquellas que no forman parte del
entramado de relaciones étnicas de sus compatriotas de Zhejiang, las em-
presarias familiares.
Junto con algunas de las hijas de las familias originarias del sur de la
provincia de Zhejiang, las procedentes del noreste y de otras ciudades de
China, son las que más componen las parejas mixtas con hombres no chi-
nos. Esta composición matrimonial mixta de hombre blanco/mujer china,
es predominante tanto en Europa como en el norte del continente ameri-
cano (EE.UU. y Canadá). En cierto sentido responde a la construcción de
esa figura femenina exótica y sumisa del imaginario occidental, pero tam-
bién habla de las relaciones de género interétnicas, pues si desde el punto
de vista cultural se considera que la diferencia dificulta la convivencia,
«… en el caso de la atracción sexual, esta es mayor cuanto más diferentes
seamos. Así, en las relaciones de género, las diferencias facilitarían la
convivencia y, en cambio, en el caso cultural, motivarían rechazo» (Julia-
no, 2012, p. 526).
La cualidad comunicativa y de mediación que se reconoce en las muje-
res explica también las buenas relaciones entre representantes femeninas
chinas y entidades públicas. Así, la Asociación de Mujeres Chinas de Ca-
taluña (fundada en 2002), fue una de las pocas asociaciones de origen
chino que mantuvo una relación constante durante varios años con el go-
bierno autonómico para gestionar las escuelas de fin de semana para la
enseñanza de la lengua china, especialmente –pero no exclusivamen-
te– destinada a los hijos e hijas de las familias chinas residentes en esta
Comunidad Autónoma. Existen escuelas chinas de fin de semana en todo
el Estado español. Por lo general no disponen de infraestructura propia
porque no constituyen una entidad en sí mismas. Utilizan las escuelas de
la red pública y privada educativa ya que los edificios escolares pertene-
cen a los gobiernos municipales y entidades privadas. Asociaciones cultu-
rales firman convenios con los ayuntamientos que les permitan utilizar
sus instalaciones durante el fin de semana, o días no lectivos. También
son las encargadas de gestionar su propuesta educativa: programación,
contratación de profesorado, relación con las instituciones de la sociedad

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receptora, etc. La oferta ha ido creciendo durante la última década y con
ella, los conflictos de intereses.
La experiencia fluida de la interacción con las líderes ha derivado en su
reconocimiento como interlocutoras legítimas por parte de la administra-
ción.

«Nuevo paso de la coexistencia a la convivencia. Una china representa por


primera vez a todos los comerciantes del colorido barrio del Fondo de Santa
Coloma de Gramenet. Pertenece a la junta de la asociación de comerciantes de
toda la vida, Fondo Comerç, integrada en la principal entidad de la ciudad, la
ACI. Se llama Zhangjiong Ye Ye, pero se hace llamar Joana» (Benvenuty,
2008).

Si mantenemos que las habilidades de comunicación componen una


característica de género adscrita a las mujeres, podemos indicar que la
relación intercultural pone en juego sistemas de género inteligibles entre
sí, cuando no intercambiables, pues mantienen la jerarquía como elemen-
to sustancial del poder. En el caso concreto que nos ocupa, el poder está
en manos de los gobiernos de la sociedad receptora, los que tienen en su
mano adjudicar a las mujeres chinas –«las otras»– el poder de la palabra,
es decir, de interlocución/representación, en detrimento de sus compatrio-
tas varones, «naturalmente» designados interlocutores en virtud del siste-
ma de género chino, en el que generación, género y edad aún son los cri-
terios de jerarquización social (Sáiz López, 2012). Por lo general, son las
asociaciones mixtas las que defienden los intereses económicos y comer-
ciales del empresariado chino, y suelen ser hombres los que las encabe-
zan, pero hay excepciones. La Asociación Artesana China de Salones de
Belleza de Cataluña, constituida el 2 de marzo de 2010 y presidida por
Shang Mei Wang, agrupa a más de 50 peluquerías chinas y surge ante la
necesidad de acabar con la mala imagen de estos establecimientos sospe-
chosos de practicar el llamado masaje con «final feliz» –eufemismo que
indica la práctica comercial de relaciones sexuales en estos locales. Aho-
ra, cuando a la presidenta le preguntan por esta práctica, contesta que el
masaje es bueno para la salud «y eso ya te hace feliz» (El País, 5 de abril
de 2010). Algunas de las actividades que se asocian a estos locales, como
son el masaje y el sexo, conecta los imaginarios de género y de la femini-
dad clásica china: ellos son los consumidores; ellas las atentas y servicia-
les trabajadoras que satisfacen los deseos de sus clientes.
Adjudicar cualidades a las mujeres inmigradas que las hacen más cer-
canas que sus compatriotas varones no es exclusivo de la sociedad espa-
ñola, en Estados Unidos también el género se ha etnificado para los inmi-
grantes chinos. Los hombres y las mujeres de este origen tienen un acceso
diferenciado a la aculturación y la asimilación. A ellas se les permite ser
«blancas» más rápidamente que a los hombres. Así parecen más asimila-

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bles y por tanto, más y mejor aceptadas que sus compatriotas en la socie-
dad receptora. En el caso de los hombres chinos, la sociedad blanca pare-
ce que les visualiza más por la etnia que por el sexo adjudicándoles
estereotipos de etnia, desexualizados o feminizados, mientras que a las
mujeres chinas se las sexualiza,6 son atractivas más que «extrañas», «aje-
nas», de otra cultura o etnia. Un proceso cognitivo que permite a la pobla-
ción autóctona verlas menos peligrosas (Shih, 2007), y de paso, reactuali-
zar el imaginario civilizatorio de la sociedad occidental, en esta ocasión
como baluarte de la igualdad social de género.
Del lado de la sociedad receptora, la presencia femenina en el espacio
social adquiere más relevancia de la que en realidad tiene para sus pro-
pios compatriotas, especialmente cuanto más se alejan de las tareas asig-
nadas a las mujeres chinas como, por ejemplo, el papel de transmisoras
culturales. Las instituciones públicas de la sociedad receptora, por su par-
te, refuerzan el papel de interlocutoras de las asociaciones que tienen re-
presentantes femeninas para minimizar el peso de la comunidad china en
la sociedad civil, maniobra que se inscribe en el sistema de género de la
sociedad española al valorar el papel de comunicadoras y negociadoras de
las mujeres, evitando la confrontación directa con una competencia
masculina. La estrategia de la no confrontación permite unas relaciones
interculturales relativamente «armónicas» en una sociedad de escasa ex-
periencia multicultural.

Representaciones de las jóvenes chinas

«Se dice que los chinos trabajan muchas horas, que son discretos y que, en
la mayoría de casos, son reacios a sumergirse demasiado en la cultura española
por si eso va en detrimento de la suya propia. Pero, ¿y sus hijos? La integra-
ción completa de los niños de familias chinas que ya han nacido aquí es cada
vez mayor» (López Trujillo, 2013)

Decíamos que las hijas de las familias de origen chino mantienen una
relación cultural con los y las autóctonas diferente a las de sus madres por
mor de la socialización en el territorio español. A este fenómeno de acer-
camiento simbólico cultural que protagonizan los y las descendientes de
los migrantes se ha denominado «integración».
En el caso de las jóvenes generaciones de empresarias de origen chino,
ya con capital humano adquirido en España, completan y complementan
el sentido de la herencia familiar en la formación de nuevas empresas.
Cuentan con una doble formación: la conseguida como sus padres y ma-
dres, a través de la práctica en el negocio familiar, y la de estudios supe-
riores en disciplinas como Administración de Empresas, Económicas,
Empresariales, Turismo y Derecho, principalmente, a los que se añaden

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masters de gestión empresarial. Su preparación de varios años de expe-
riencia práctica y teórica las hace exigentes en sus expectativas, pues
cuentan con todos los recursos etno-culturales de los que se ha servido el
negocio familiar en su búsqueda de éxito empresarial, a los que se agre-
gan las habilidades y competencias profesionales obtenidas mediante el
estudio académico. Una combinación de la que surge un perfil empresa-
rial más competitivo e innovador. Si tienen restaurantes de comida china,
las jóvenes ofrecen diversidad gastronómica en el menú, calidad en el
servicio, buena atención al cliente. Si su familia ya contaba con una em-
presa de importación/exportación, ellas incorporan la consultoría para
actividades económicas y empresariales transnacionales que conectan ca-
pitales españoles y asiáticos, especialmente chinos, en una circularidad
cada vez mayor entre estas dos partes del mundo, contribuyendo a la in-
ternacionalización de la economía española. La ambición es proporcional
al riesgo que se asume en las operaciones comerciales, el triunfo ya no
depende única y exclusivamente del trabajo, jornadas más o menos largas
de servicio al público. En estas nuevas empresas, el diseño de la estrate-
gia empresarial es una actividad dinámica y estructural a la que hay que
destinar tiempo y personal. El éxito se mide por nuevas cotas en el mer-
cado interétnico e internacional, por ofertas integradas y amplias que cu-
bran buena parte de los procesos necesarios para lograr la atracción de
clientes con mayor poder económico de gasto e inversión (Sáiz López,
2010).
El perfil de joven empresaria china ha sido expuesto y valorado en la
prensa escrita a lo largo del último lustro. Ante la situación de pérdida
recurrente de empleo en España desde 2008, la persona autoemprendedo-
ra –es decir, la que busca y «financia» su propia trabajo cotizando por
«cuenta propia» en la Seguridad Social, el régimen sociosanitario espa-
ñol– ha sido la categoría ocupacional entre trabajadores de origen extran-
jero que más ha crecido en el mercado laboral nacional.7 El contexto so-
cioeconómico español ha favorecido una cierta revalorización social de
los y las pequeñas empresarias, incluidas las de origen chino, son muchas
las noticias de periódicos que recientemente así lo certifican. Sin embar-
go, dada la significación social de la socialización de los descendientes de
los y las migrantes, entendemos que la «reivindicación» de las jóvenes
generaciones se alinea con la construcción de la imagen más europeizada
de España, una sociedad moderna, internacionalmente diversa y perfecta-
mente «integrada», sobre todo si lo comparamos con la aparición y auge
de partidos y plataformas de tipo xenófobas presentes en los países más
progresistas de Europa, curiosamente los que han sido y siguen siendo
ejemplos a seguir por los países del sur del continente. Dialéctica norte/
sur que se salda con una «victoria moral» de los territorios europeos con
menos recursos y más problemas a la hora de hacer valer las leyes
europeas sobre la migración –con la excepción de Grecia.

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Más allá de políticas migratorias y respuesta ciudadana a la crisis
europea, lo cierto es que la imagen que de las jóvenes de origen chino se
tiene es menos deudora del imaginario orientalista de la extrañeza y dis-
tancia cultural ya comentado. La sociedad reconoce en lo que denomina
–curiosamente– «segunda generación» indicadores inapelables de la acul-
turación, y pese a ello mantiene el carácter migratorio familiar, como si
este fuera un rasgo más de la herencia genética. Sus relatos muestran ele-
mentos que las (auto)ubican en una esfera cultural distinta y semidistante
de la familiar, en un proceso gradual e irreversible de adquisición de va-
lores socioculturales españoles, en contraposición a la cultura familiar,
claramente china.

«Hui Zhong Cheng, 19 años (Shanghai). Valoro de mi madre su fortaleza y


valentía. Creo que hay que enseñarle al mundo que hay madres coraje que
pueden sobrevivir sin un hombre. Yo quiero tener una vida independiente, vi-
vir en Nueva York y Londres. Estoy orgullosa de ser china, pero me siento de
aquí. Estudio segundo de bachillerato en la rama humanista. Me esfuerzo mu-
chísimo. Ahora visito China durante las vacaciones. Pero allí me siento una
extranjera» (Boye, 2010).

En algunos casos, la socialización primaria, la familiar, tampoco se


ha realizado «naturalmente» es decir, en el seno de la familia biológica,
así, la lengua materna aprendida en esta fase ha sido la local y no la fa-
miliar.

«[Mis padres] Trabajaban muchísimo porque querían devolver el dine-


ro lo antes posible, pero eso hacía que pasaran mucho tiempo fuera de casa,
mientras a mí me cuidaba una chica española, explica. Yo, de hecho, sé es-
pañol pero chino no».

«Quan también pasó su infancia más cerca de la cultura española que de la


china. En su caso, sus primeros años de vida los pasó con una familia anda-
luza. “Mis padres trabajaban muchísimo, como chinos –bromea–. Cuando vol-
ví a su casa, con tres años, teníamos problemas de comunicación porque ni
ellos hablaban demasiado bien español, ni yo hablaba chino”, recuerda» (Ló-
pez Trujillo, 2013) [negrita en el original.]

Hablar español se considera un indicador indiscutible de «integra-


ción», especialmente para el caso del colectivo chino, habida cuenta de
que muchas de las personas de la primera generación no han adquirido
una competencia lingüística en esta lengua que vaya más allá del vocabu-
lario básico del restaurante chino. Sin embargo, y dado el peso del este-
reotipo, la manera de hablar castellano –con acento andaluz, en el caso
del ejemplo de más abajo extraído del Blog Gazpacho Agridulce– puede
dar lugar a situaciones equívocas. En otras palabras, no parece que el co-

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nocimiento y práctica del español sea tan decisivo en la identidad cultural
de las personas, como se da por supuesto. No, al menos, en los tiempos de
diversidad social en que vivimos.
Así pues, una de las condiciones imprescindibles de la integración para
la sociedad española, desde el punto de vista de las jóvenes de origen

Ilustración 3.1. «¿Tú de dónde eres?». Gazpacho agridulce.

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chino, no se ajusta a la misma lógica que la que opera para el resto de la
población. No es solo el uso, ni el acento, lo que indica la identidad; los
rasgos físicos son más definitivos.
Hemos señalado que la experiencia multicultural de la sociedad espa-
ñola es escasa y que en poco tiempo ha sido testigo de movilidades múl-
tiples en relación con población residente de origen chino, incluida la
adopción internacional de niñas. Fenómeno al que alude la última de las
viñetas del dibujo.
El ejemplo que propone Zhou Quan, la chino-andaluza autora del blog,
nos recuerda que para la sociedad española hay varias clases de jóvenes
de origen chino, las que son hijas de padres chinos y las que lo son de
padres españoles, las legítimas castellano-parlantes de rasgos fenotípicos
asiáticos (Ilustración 3.1).
Además de los relatos de las jóvenes de origen chino recogidos por las
periodistas, en el ciberespacio han proliferado los blogs de jóvenes que
exponen sus experiencias biográficas en un intento de generar sus pro-
pias representaciones señalando los elementos identificadores de su
identidad en la sociedad española. Un ejemplo interesante lo encontra-
mos, de nuevo, en el blog Gazpacho Andaluz. Su autora lo define como
un cómic autobiográfico de una chino-andaluza. Hija de una familia pro-
pietaria de un restaurante chino en Andalucía, en su primera temporada
ha dibujado sobre distintas situaciones en el restaurante y su madre, la
gran protagonista del apartado sobre la Familia Zhou. En varias viñetas,
su hija enumera los aspectos ideológicos que la separan de su madre,
específicamente el estilo de vida, la relación con el dinero y con el matri-
monio.
En la viñeta de presentación del blog (Ilustración 3.2), madre e hija
están sentadas frente a frente con un amplio repertorio de marcadores
claros y claves de dos identidades enfrentadas. La composición y ubica-
ción de las dos figuras femeninas sugiere una imagen especular entre ma-

Ilustración 3.2. Gazpacho agridulce.

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dre e hija, ambas están sentadas de la misma manera y sus cuerpos están
vestidos y adornados con los mismos elementos pero de diferente adscrip-
ción. Un recorrido cultural que va desde el jamón al bol de arroz, el traje
de faralaes, la peineta, el pelo lacio, y dos sonrisas desiguales: más abier-
ta la de la hija, más contenida la de la madre. Representaciones que devie-
nen estrategias de (auto)reconocimiento en una mujer que cuestiona
–como hemos señalado con anterioridad– la eficacia identitaria del habla
castellana y que en su folklórica imaginería femenina propone una conti-
nuidad contrapuesta entre dos generaciones: la migrante y la no migrante;
una culturalmente china, otra chino-andaluza.
Mama Zhou es una representación –¿irónica?– de la imagen conven-
cional de las empresarias familiares, tradicional «hasta la médula», des-
cuida su aspecto femenino –un aspecto más de la invisibilidad social–, con
pasatiempos extraños y valedora acérrima de la familia –tradicional– chi-
na (Ilustración 3.3).
Su hija se presenta en una postura juvenil y desenfadada enumerando
alguno de los aspectos que conforman su identidad: la edad, el lugar de
nacimiento, su profesión y su herencia cultural. Con la primera se adscri-
be a la generación demográfica de los y las jóvenes residentes en España;
con la segunda (re)afirma su vinculación –sentido de pertenencia– al te-
rritorio; con la tercera nos muestra su dimensión profesional y con la últi-
ma establece claramente su genealogía familiar (Ilustración 3.4).

Ilustración 3.3. Mamá Zhou, Gazpacho agriculce.

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Ilustración 3.4. Quan, Gazpacho agriculce.

En definitiva, el dibujo presenta una identidad que se construye con


referentes identificables para la población española, y en especial para los
y las integrantes de su generación demográfica. Una identidad que, par-
tiendo de la reivindicación cultural familiar, se aleja de la imagen de chi-
na tradicional en España, para generar una nueva representación que aúna
elementos reconocibles –incluidos los estereotipos sobre la cultura y la
presencia china en España– para la sociedad española como propios, uno
de ellos el sentido de humor que desprenden las viñetas de esta diseñado-
ra gráfica.
¿Está preparada la sociedad para la inclusión y reconocer como autén-
ticamente españolas las nuevas identidades híbridas de toda la población
residente en el país?

(Imposible) Conclusión

Este trabajo no puede concluir. El proceso que se describe sobre la (in)


visibilización y representación(es) de las mujeres chinas en el Estado es-
pañol es un proceso, una constante construcción y deconstrucción de ima-
ginarios, estereotipos, precepciones y apreciaciones sobre la gestión y
reconocimiento de la diversidad recientemente estrenada sociedad mul-
tiidentitaria y cultural. El juego de palabras explícito en el título de este
capítulo da cuenta de cómo se construye ideológicamente la relación con

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los y las Otras, en contextos de ausencia/presencia. En el primer caso –la
ausencia– hemos descrito el imaginario orientalista sobre la mujer asiáti-
ca en general y china en particular; en el caso de la presencia hemos con-
trastado las actividades productivas y reproductivas de las mujeres chinas
de las empresas familiares con su escasa visibilización –en el sentido de
reconocimiento– social puesto que el imaginario colectivo del Estado es-
pañol ha asociado migración económica con personas de menor capaci-
dad económica que los nacionales, y por tanto en un estatus o estrato so-
cial inferior. En cierto sentido, esta imagen minoriza a las personas
llegadas de otros lugares en la medida en que establece con ellas una rela-
ción simbólica de poder al adscribirles a un espacio social de menor pres-
tigio. Esta visión va cambiando, así en el caso de las mujeres chinas que
trabajan fuera del nicho étnico se las reconoce su capacidad de represen-
tar y representarse por estar visibilizadas en el marco de la esfera socio-
cultural española. La agencia de la (auto)representación y reconocimiento
está protagonizada por las hijas de las familias de origen migrantes, las
que han sido educadas en el territorio español, las mujeres que (se) han
acogido los valores culturales nacionales como propios y ofrecen una
suerte de intermediación con la generación de mujeres chinas menos visi-
bilizadas del país.
En definitiva, la conexión entre (in)visibilizaciones, representaciones,
imaginarios e identidades, tal y como la hemos establecido en este traba-
jo, componen el amplio panorama de la constante negociación individual
y colectiva por el reconocimiento en la sociedad española.

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Notas

1. Este trabajo está adscrito al proyecto de investigación MINECO «El impacto de Asia
Oriental en el contexto español» (FFI2011-29090) del grupo InterAsia de la Universidad
Autónoma de Barcelona.
2. Las exposiciones culturales eran una forma de viajar para el público victoriano con
un impulso turístico: creían que podían contemplar las diversas culturas y los pueblos del
«Imperio» sin tener que desplazarse fuera de Europa. Duraron desde 1851 hasta 1939, y
fueron un poderoso medio por el cual los europeos y los estadounidenses exhibieron las
llamadas razas primitivas, exóticas, como curiosidades, y estaban destinados a respaldar el
estado de la tecnología avanzada de las culturas occidentales (Lyne, 2002).
3. Pierre Loti es el seudónimo de Julien Viaud (1850-1923), un oficial naval francés
activo en la era expansionista europea que escribió novelas, indistinguibles de libro de me-
morias-travelogues, entre 1880 y 1914.
4. En España el término, de poca utilización hasta la fecha, designa especialmente a las
personas originarias de lo que anteriormente se denominaba «Extremo Oriente» es decir,
China, Japón, Corea, sobre todo. Aunque Filipinas se ubica geográficamente en esta zona, lo
asiático en tanto exótico solo cubre los tres países mencionados.
5. De los y las informantes del trabajo de campo de una tesis doctoral reciente sobre los
servicios públicos de interpretación y mediación (Vargas Urpí, 2012), seis mujeres de las
20 personas entrevistadas son jóvenes de entre 21 y 30 años de origen chino, alguna de ellas
hijas de padres migrantes. Un dato que nos habla más de la progresiva adquisición de una
competencia lingüística en chino de las personas españolas, que de la presencia mayoritaria
de personas de origen chino realizando esta tarea de mediación cultural, como así fue a fina-
les de los años noventa y principios de los 2000 en España.
6. Sobre la hiperfeminización de los hombres chinos véase Louie (2012)
7. La proporción de trabajadores autónomos extranjeros sobre el total de trabajadores
extranjeros dados de alta en la Seguridad Social ha pasado del 11,3 por 100 a finales del año
2007 al 14,5 por 100 del total a finales del año 2013. Para el global de todos los trabajado-
res, por el contrario, la proporción se ha mantenido estable, pasando del 18,2 por 100 del
total al 18,7 por 100 durante las mismas fechas.

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4
China en España: un tropo polivalente1
Joaquín Beltrán Antolín

«… los cambios en Europa han venido a suministrar a los europeos un cam-


biante punto de comparación desde el cual considerar a los chinos, y también
han determinado la mudanza de deseos y necesidades susceptibles de ser satis-
fechos por conceptos acerca de China adecuados al momento. Así resulta que
China ha sido tenida en uno u otro momento por rica y por pobre, por adelan-
tada y atrasada, por sabia y por necia, por bella y por fea, por fuerte y por dé-
bil, por honrada y por embaucadora: la lista de las cualidades contradictorias
que le han sido atribuidas no tiene límites» (Dawson, 1970, p. 13).

«… para la gran mayoría de la gente China seguirá siendo algo ligeramente


irreal (…) Tan remota está que seguiremos sin sentir interés por sus problemas
e imperturbables ante sus tragedias. Al ir encogiéndose el mundo e ir creciendo
China, nuestra ignorancia resulta más peligrosa» (Dawson, 1970, p. 20).

China y las personas chinas, más bien el imaginario sobre China y su


población, siempre ha sido un útil instrumento en España para hablar de
otras cosas. La alteridad radical con la que se ha construido la percepción
de China y de lo chino, amparada en la supuesta falta de familiaridad ante
un mundo considerado en su misma localización y nominación como ex-
tremadamente –Extremo Oriente– lejano –Lejano Oriente–, abierto a exo-
tismos de todo tipo –«lujo asiático» = riqueza sin parangón; «tortura chi-
na» = crueldad sin par–, reconociendo en el habla popular incluso lo
incomprensible que resulta de forma genérica –«hablar en chino» = no
entender lo que se dice– o la falta de credibilidad de su discurso –«un
cuento chino» = mentira ingeniosa–, es compartida por la mayor parte de
la región euroatlántica. De hecho, el desconocimiento reconocido y la
ignorancia manifiesta de la población general –incluidas las élites políti-
cas y económicas– hacia China y los chinos no ha impedido la creación y
uso de un imaginario lleno de hitos, tópicos y estereotipos que se repiten
y reafirman sin profundizar en sus orígenes: al mismo tiempo que se afir-

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ma que no se conoce ni se sabe nada –«está extremadamente lejos»–, que
no se entiende nada –«como si te hablaran en chino»–, se afirma con la
misma convicción toda una serie de supuestas verdades que nadie sabe de
dónde han salido ni ha comprobado, cuya base última es la propia repeti-
ción, la ampliación de su difusión y la implantación en el imaginario so-
cial como hechos «naturales» e indiscutibles.
Los estereotipos desempeñan una función amparada en la economía
cognitiva: el cerebro humano tiende a economizar para no cortocircuitar-
se. Esta función puede devenir problemática en la construcción de la cog-
nición sobre cada grupo humano, cómo se determina y elige qué es lo
digno a lo que hay que prestar atención y qué se puede descartar, para
lo cual se elabora una consideración simplista. Esta simplificación a me-
nudo obedece a una determinada jerarquía de poder que impone qué es lo que
importa con el objetivo de defender y reproducir los intereses de quien
detenta el poder para continuar con su control –por ejemplo, de la produc-
ción del conocimiento–; en definitiva, qué es lo que beneficia y no desafía
a la jerarquía ya establecida. Y de este modo, la alteridad se construye
habitualmente posicionándola en una situación de inferioridad, salvo si se
admite que el Otro tiene más poder que nosotros –e incluso se puede re-
conocer su opresión–, y entonces, nos situamos en posición de inferiori-
dad y, a veces, de admiración hacia él. Un ejemplo sería el dominio de la
producción del conocimiento detentado por el mundo anglosajón y la ob-
sesión por publicar en inglés de la academia no anglófona que toma como
vara de medir la excelencia el rechazo al uso de la propia lengua en la
producción científica; y una variante, la «autoalienación» por parte de
ciertas élites de grupos minoritarios en un determinado contexto que vali-
dan la estigmatización y los estereotipos que sobre ellos se han construido
para su discriminación y exclusión (Van Dijk, 2003; Jansson, 2013).
El orientalismo que Said saca a la luz con su obra homónima publicada
en 1978, continúa vigente en la actualidad al aproximarse a la alteridad.
El Otro se convierte en un instrumento al servicio de quien lo nombra,
más allá de sus propias características. Hablar del Otro es hablar de uno
mismo y al Otro se le califica y clasifica de tal modo que proporciona la
imagen de uno mismo que se desea difundir y en la que se cree, una ima-
gen de homogeneidad, sin fisuras, idealizada, habitualmente alejada de
las propias prácticas, pero que se reconoce una y otra vez describiendo al
Otro bajo la forma opuesta a lo que se considera que es uno mismo. El
imaginario construido para referirse a la alteridad es el que refleja el ima-
ginario que se posee sobre uno mismo, y no está basado precisamente en
las características propias del Otro. Y en este juego de espejos se encuen-
tra China y la consideración hacia China, lo chino y las personas de ori-
gen chino que forman parte de la sociedad española.
A menudo quien habla sobre los chinos, no habla con los chinos, lo
cual no impide realizar afirmaciones categóricas. De hecho, cuando al-

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guien escucha a una persona china y esta no dice lo que espera oír de ella,
dados los presupuestos y aprioris antes del encuentro, simplemente no la
cree porque el imaginario ya está fuertemente arraigado y ni siquiera la cons-
tatación de que no es corroborado por sus protagonistas de viva voz, con
sus testimonios, es capaz de disolverlo. La imagen de «minoría silencio-
sa», «comunidad hermética», ha dominado la descripción de su alteridad
en España. Su pre-supuesto silencio, hermetismo y cerrazón sirve al inte-
rés de no cuestionar las verdades absolutas ya conocidas y difundidas
sobre «ellos»: la voz callada no replica. Durante un tiempo también se
asociaba a los chinos la imagen de «invisibilidad», en el sentido de pasar
desapercibidos, porque no eran conflictivos, no realizaban demandas a la
sociedad general, desempeñando un papel de huésped ideal, que está pero
no se le nota, hasta que el volumen de su población y negocios aumentó,
con el consiguiente cambio de percepción que pasó a visibilizarlos.
En este ensayo se abordará el ambivalente imaginario –fundamental-
mente orientalista– sobre China y los chinos que se ha construido en Es-
paña en diferentes ámbitos. Se centra en la época de fin de siglo XX hasta
la actualidad, aunque se es consciente de que el imaginario es deudor de
construcciones previas (Ai, 2013; Torres-Pou, 2013; Ning, 2014; Prado-
Fonts, 2015). Los niveles o esferas a tratar son el diplomático, institucio-
nal y político, por una parte, y el económico, por otro. El imaginario es-
pañol construido en torno a China y los chinos es polivalente, ambiguo y
a menudo coexisten percepciones contradictorias, pero en cualquier caso
esas imágenes lo que reflejan es una lucha por la propia identidad, sus
significados y «esencias», que enfrentan a diferentes segmentos de la so-
ciedad española en su competencia por detentar el poder. Las imágenes
sobre China y los chinos se convierten en armas arrojadizas, argumentos
enfrentados cuyo objetivo fundamental es definir al imaginado «Noso-
tros/uno mismo» y no necesariamente conocer en sus propias característi-
cas al «Otro/ellos».

«El mejor amigo» y la justicia universal

La reconfiguración del orden internacional a nivel político y económi-


co desde el fin de la Guerra Fría no ha pasado desapercibida en el ámbito
diplomático español. El peso creciente de China en la geopolítica y en la
economía internacional ha obligado a desplazar la atención de los esfuer-
zos diplomáticos centrados en Europa y América Latina para tímidamente
acercarse a Asia. En este sentido es reseñable que a pesar de que hace más
de 40 años que se establecieron relaciones diplomáticas con China, en
concreto en 1973, en plena dictadura franquista siguiendo los dictados de
Estados Unidos que previamente facilitó su admisión en Naciones Unidas
(Ríos, 2013), el primer hito de cercanía fue el reconocimiento por parte

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del liderazgo chino de nombrar a España el «mejor amigo» de China
como consecuencia de que el Ministro de Asuntos Exteriores, Francisco
Fernández Ordóñez fue el primer líder europeo de alto rango que visitó
China (a finales de 1990) después de Tian’anmen (junio de 1989), no su-
mándose al bloqueo diplomático ni a las sanciones impuestas por Europa
como reacción a la represión violenta del movimiento social.

«… durante el semestre de presidencia española de la Unión Europea en


2010, el anuncio de que Madrid promovería con especial intensidad tanto el
reconocimiento de China como una economía de mercado como el levanta-
miento del embargo de armas, en vigor desde 1989 a raíz de aquellos sucesos
de Tian’anmen, reforzaron esa imagen positiva de España como país “amigo” de
una China ya alejada del subdesarrollo y en vísperas de alzarse con la supre-
macía económica mundial» (Ríos, 2013, p. 79).

España muy pronto mostró su rechazo ante el bloqueo europeo a China


pos-Tian’anmen –embargo a la venta de armas, suspensión de proyectos
de cooperación y congelación de programas financieros– y enseguida rea-
lizó y recibió visitas de alto nivel al país en contra de la presión europea.
De este modo se convirtió en «el mejor amigo de China», y en varias
ocasiones el liderazgo chino ha comentado que nunca olvidará lo que Es-
paña hizo por China en aquellos momentos difíciles de rechazo europeo.
No obstante, el reconocimiento de nación más favorecida mediante la fir-
ma de la Asociación Estratégica Integral tuvo que esperar hasta 2005 y no
será hasta 2014 cuando se comience a concretar en acuerdos de cierto
calado (Higueras, 2015; Herrera Feligreras, 2013, 2015).
Si por un lado España es «amiga» de China, gracias a una política ex-
terior que trata de evitar la confrontación y manifiesta su continuidad in-
dependientemente del partido político que detente el poder, por otro, el
ámbito de la justicia universal española se encargó de condenar a una
parte del liderazgo chino y emitir una orden de captura internacional por
la violación de los derechos humanos en Tibet a partir de una denuncia de
2006 que la Audiencia Nacional resuelve en 2013 y 2014, lo cual ha pro-
vocado algunos incidentes diplomáticos que finalmente se han resuelto
por decreto mediante el cambio de la ley de la justicia universal en 2014
(Ley Orgánica 1/2014, de 13 de marzo) para impedir la posibilidad de
juzgar a altos exdirigentes chinos, así como detener otras causas no rela-
cionadas con este país. De este modo, China es representada en el imagi-
nario político, judicial y social tanto como amiga y digna de confianza,
como violadora de derechos humanos. Sirve a ambos imaginarios que
obedecen a enfrentamientos a nivel de política interna. China es una ex-
cusa para arreglar y ajustar cuentas internas: el partido en la oposición del
momento, independientemente de su ideología, acusa al que detenta el
poder de inmoral por apoyar a un régimen que viola a los derechos huma-

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nos, y con esta potente imagen se da por supuesto que España sí que los
respeta, cuando, por ejemplo, sistemáticamente se niega a investigar los crí-
menes y violaciones propios cometidos durante el franquismo.

El «fantasma» de la triangulación

A mediados de la década de 1990, en plena efervescencia de nuevos


regionalismos emergentes, como el Foro de Cooperación Asia-Pacífico
(APEC, por sus siglas en inglés), que desplazaban el foco de atención in-
ternacional a Asia-Pacífico, Europa se dio cuenta de que necesitaba con
urgencia desarrollar instrumentos de acercamiento a la zona para no per-
der el hilo de la historia y así diseñó ASEM (Asia-Europe Meeting) en
1995 y poco después ASEF (Asia-Europe Foundation) en 1997. Delfín
Colomé, diplomático español que en aquellos momentos era embajador
de España en Filipinas, fue nombrado director de ASEF el año 2000, otor-
gando un protagonismo inesperado en Asia a la diplomacia española que
a nivel interno se había propuesto realizar el primer Plan Marco Asia Pa-
cífico (2000-2004) y la creación de Casa Asia en 2001, ambos instrumen-
tos del Ministerio de Asuntos Exteriores. Ese mismo año China entraba
en la OMC y para entonces ya se había convertido en la fábrica del mun-
do atrayendo todo tipo de inversiones extranjeras y siendo el destino por
excelencia de la deslocalización industrial en el sistema capitalista inter-
nacional (Colomé, 2008).
El Ministerio de Asuntos Exteriores, junto a Casa Asia, pusieron en pie
el programa/estrategia de la triangulación América Latina-España-Asia
Pacífico –focalizado especialmente en China– en el nuevo siglo, retoman-
do y actualizando una vieja teoría que ya se había utilizado durante las
décadas previas: España, perteneciente a la Unión Europea desde 1986, se
imaginaba a sí misma como puente entre Latinoamérica y Europa en su
deseo de canalizar los intercambios y colocarse en una situación de privi-
legio mediador para los flujos en ambos sentidos. España se imaginaba
imprescindible gracias a la ventaja comparativa de un pasado vínculo e
interés colonial con el legado de una legua común. El «fantasma» de un
neocolonialismo naif surgía al sugerir que el mejor camino de Europa
para llegar a América Latina era pasar previamente por España dados sus
estrechos lazos ya establecidos en la zona, y lo mismo en el otro sentido.
Ese mismo espíritu iluminó el espejismo de ofrecerse a China –y por ex-
tensión a otros países de Asia– en su camino para llegar a América Latina,
incluyendo tal vez la ingenuidad de que al revés también era posible: el
peso y la influencia de España en China es muy débil, por lo que mediar
bajo esas circunstancias resulta ilusorio. A este imaginario, puente de una
sola dirección, el Ministerio le dedicó muchos recursos, organizando en-
cuentros anuales, investigaciones y publicaciones e incluso el proyecto de

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la creación de un Observatorio de la Triangulación (de la Riva, 2005;
Soto 2006, 2013; Jiang, 2011; Esteban, 2015). El hecho de considerarse
imprescindible para China en su aproximación a América Latina recorda-
ba a otras épocas de esplendor colonial, al mismo tiempo que mostraba
cierta arrogancia de los proponentes, pues China ha llegado a la región
directamente, sin pedir permiso, ayuda o consejo a la metrópolis en deca-
dencia.

«En términos generales las empresas chinas no necesitan a las españolas


para acercarse a la región, ni tampoco México, Argentina o Venezuela, por ci-
tar algunos países, necesitan a España para acceder a la financiación china.
Incluso tal punto de vista puede resultarles ofensivo» (Ríos, 2013, p. 86).

«Hay otro punto débil en el lado de Latinoamérica. La reacción de esta re-


gión ante la triangulación es poco entusiasta y más bien pasiva. La región pa-
rece estar esperando a ser encontrada por China y España en este juego de
triangulación, aunque no puede negarse que todos los países de la zona inten-
tan por todos los medios atraer más inversión extranjera. Puesto que la triangu-
lación implica tres partes, la participación activa y espontánea por parte de los
países de América Latina sería extremadamente productiva» (Jiang, 2011,
pp. 5-6).

«Por último, y más importante, el enfoque triangular suele ser percibido en


Latinoamérica y en China como una concepción neocolonial, especialmente si
implica a una antigua potencia como España» (Esteban, 2015, p. 8).

El «fantasma» de la triangulación todavía no ha desaparecido, léanse


sino las declaraciones del presidente de España Mariano Rajoy en su pri-
mer viaje a China en 2014:

«Pocos países como España ofrecen tan buenas oportunidades de inversión


en un entorno tan abierto y competitivo. Nuestro país es un puente natural para
acceder a Europa, Iberoamérica e incluso el Magreb» (Discurso del presidente
del Gobierno en el Encuentro Empresarial España-China. Shanghai, 25 de sep-
tiembre de 2014).

O una parte del análisis publicado por el Real Instituto Elcano titulado
China en América Latina; repercusiones para España (Esteban, 2015)
donde a pesar de eludir explícitamente el abordaje de la triangulación,
insiste en que en ocasiones: «La experiencia y el conocimiento del terre-
no, junto con la mayor cercanía cultural y lingüística, sitúan a las empre-
sas españolas en una posición aventajada para colaborar con las empresas
chinas que en los próximos años lleguen a la región [Latinoamérica]»
(Esteban, 2015, p. 60).

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De salvadores a salvados

En el imaginario español sobre China en el ámbito económico se ob-


servan varios niveles. Durante mucho tiempo se ha considerado a China
un país extremadamente pobre y pagano a quién había que ayudar y cris-
tianizar. Las campañas del Domund,2 especialmente en el período que
abarca las décadas de 1940 y 1970 recaudaban fondos para salvar a los
«chinitos» con huchas de cerámica que tenían la forma de la cabeza de
un niño chino con gorro cónico –también había huchas-cabeza de «negri-
tos» y de «indios»–. La minusvaloración de China –al igual que de las
personas de color– quedó marcada en el imaginario por el uso del dimi-
nutivo para referirse a ellos con connotaciones cercanas al racismo que
llegan hasta la actualidad cuando todavía se utiliza la palabra «chinito/a»
para dirigirse directamente a las personas chinas o para hablar sobre
ellas. Es significativo que no se utilicen, por ejemplo, las palabras «fran-
cesitos», «alemanitos» para referirse a personas procedentes de esos paí-
ses, y en cambio el uso de «chinito» y «negrito» resulta familiar, se ha
naturalizado, porque incorpora en el imaginario la inferioridad, la infan-
tilidad, la subordinación, la dependencia. El imaginario sitúa a España en
el papel de salvadora: cuenta con los recursos para ayudarles a salir de
su situación de postración y atraso, es el «hermano mayor» que le va a
guiar.

«… en el imaginario de muchos sigue siendo el país exótico de los chinitos del


Domund. Y sus habitantes, esos seres serviciales, y por lo tanto estúpidos, que
venden productos o comida de mala calidad. Lo más que algunos están dis-
puestos a mover el tópico es pasando del chinito ignorante al chinito mala
persona que viene a acabar de hundir nuestra economía o a invadirnos con ba-
zares que utilizamos tanto como despreciamos.
No se trata de evitar expresiones del tipo «engañar como a un chino» o de
ponernos políticamente correctos. Bastaría con respetar lo que desconocemos.
Y no sobresaltarnos ante el falso rumor de que, sacrilegio, un bazar chino po-
dría instalarse en plena Avenida donostiarra» (Gurpegui, 2011).

«En Montánchez, los chinos han sido siempre chinitos. Cosas del Domund.
Cuando un holandés empezó a traer al pueblo expediciones orientales, siguie-
ron siendo chinitos hasta que los montanchegos descubrieron que aquellas ex-
cursiones dejaban dinero y los subieron de categoría: de chinitos a chinos»
(Alonso de la Torre, 2014).

Pero las tornas han cambiado. China ha comenzado a invertir en el


exterior de un modo importante y en su política de diversificación finan-
ciera, para no depender tanto del dólar y de los bonos del Tesoro de Esta-
dos Unidos –de los cuales es el primer inversor–, también ha incrementa-
do la compra de bonos en euros, e incluso ha comprado bonos del Tesoro

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español en el momento de mayor impacto de la crisis de deuda soberana
cuando la confianza en los mismos era mínima. De hecho, a finales de
2009 China poseía el 18 por 100 de la deuda española en manos de ex-
tranjeros, ocupando el segundo lugar solo detrás de Francia y doblando al
tercer país que era Japón con el 9 por 100. La opinión pública descubre de
golpe que China es uno de los países que más ha invertido en deuda espa-
ñola en momentos de crisis y cómo el gobierno español busca y agradece
sus inversiones en el país: tanto el presidente socialista José Luis Rodrí-
guez Zapatero (2004-2011) como el popular Mariano Rajoy (2011-2015)
han visto a China como «salvadora» y así se ha transmitido.

«Si China ayudó a España a superar la crisis de la deuda que en la primave-


ra puso a nuestro país al borde del precipicio financiero, Zapatero se compro-
metió ayer con su homólogo a ejercer de embajador ante la Unión Europea
para que flexibilice la política de visados hacia este país, que lastra los inter-
cambios de todo tipo. Wen Jiabao reiteró a Zapatero la consideración que tiene
de España como “el mejor amigo de China en la Unión Europea” y recordó
que, durante la mencionada crisis, el español fue el primer gobernante europeo
al que llamó» (López Alba, 2010).

«Hu Jintao, que se ha reunido con José Luis Rodríguez Zapatero a primera
hora de la tarde (hora china) ha recibido al jefe del Ejecutivo calurosamente
tratándole de “viejo amigo”» (Cruz, 2011).

Mientras que la relación política de alto nivel muestra sintonía y conti-


nuidad que se manifiesta mediante un trato especial y considerado hacia
China que aleja a España de la posición de otros países europeos, por
ejemplo, en el tema de los derechos humanos, por otra parte la relación
económica es mucho más débil y desequilibrada: el saldo de la balanza
comercial a favor de China es muy elevado, las inversiones españolas en
China son muy pequeñas y lo mismo sucede al revés. La élite económica
española valora la sintonía política pero esta no es suficiente para el
aumento de los flujos económicos. China sigue su propio ritmo en su es-
trategia de «hacerse global» (go global) diseñada en 1999 y poco a poco
va invirtiendo en España no solo mediante empresas multinacionales en
sectores productivos y comerciales, sino también con la apertura de las
sedes del Banco Industrial y Comercial de China (ICBC) en 2011 y del
Banco de la Construcción de China (CCB) en 2015, y en el sector inmo-
biliario: la compra del emblemático Edificio España de Madrid por el
grupo Wanda, o el Hotel Valparaíso de Mallorca por GPRO en 2014, o la
adquisición del grupo HNA del 20 por100 de los activos de NH Hoteles
en 2013, con el antecedente de la inversión de Hutchison en el Puerto de
Barcelona. La inversión de capital extranjero es bienvenida y buscada
para reactivar la economía nacional en momentos de crisis, pero al mismo
tiempo temida por lo que supone de pérdida de soberanía y este temor

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económico se expresa en el imaginario popular especialmente en el ámbi-
to de la pequeña empresa familiar.

Invadidos y las campañas anti-rumores

A nivel diplomático y de la élite económica y política el imaginario


sobre China y los chinos refleja posiciones ambivalentes que a nivel po-
pular, con el apoyo de los medios de comunicación de masas, a su vez
portavoces de determinados intereses, se han decantado especialmente
hacia un polo que acentúa y actualiza el peligro –«amarillo»–, el temor a
lo «desconocido» con connotaciones xenófobas. No obstante, y a pesar
del imaginario una y otra vez reforzado, las prácticas populares se ale-
jan del discurso pre-dominante y los casos concretos de reacción xenófo-
ba ante la presencia china han sido excepcionales, y no la norma (Cachón,
2005, 2006). En este sentido es reseñable cómo a nivel local algunos gobier-
nos autonómicos y municipales, junto a algunas ONGs han desarrollado
campañas anti-rumores con el objetivo de desactivar el imaginario del
peligro y la xenofobia (Consell Comarcal del Vallés Occidental, 2008;
Xarxa Barcelona Antirumors, 2010; Moreno Beteta, 2011; Rodrigo Prie-
to, 2012; Fundación ACSAR, 2012; Federación Andalucía Acoge, 2014;
Casademont y Cortada, 2015).
La presencia de personas de origen chino en España pasa a ser «visi-
ble» –al menos captando la atención de los medios de comunicación–
desde mediados de la década de 1990, pero sobre todo en el nuevo siglo
cuando, al igual que el resto de la población extranjera, su crecimiento es
espectacular en el país (Beltrán Antolín, 2013).3 De acuerdo a los datos
del Instituto Nacional de Estadística, en 2001 había en España 1.370.657
extranjeros (3,3 por 100 del total de la población), de los cuales 27.574
eran chinos; en 2012 el total de extranjeros era de 5.711.040 (12,1 por
100 del total población) con 175.813 chinos. El porcentaje de crecimiento
de la población extranjera en su totalidad durante el período 2001-2012
fue del +317 por 100, y para el caso concreto chino del +538 por 100. No
obstante, otras nacionalidades superaron a China en crecimiento porcen-
tual, por ejemplo: Paraguay (+9.333 por 100), Rumanía (+2.732 por 100),
Bolivia (+2.691 por 100), Bulgaria (+1.364 por100), Pakistán (+862 por
100), Ucrania (+757 por 100). La llegada –incluido por nacimiento en el
propio país– de aproximadamente 150.000 personas chinas desde co-
mienzos del siglo XXI ha sido calificada en numerosas ocasiones de «inva-
sión», mientras que ese imaginario no se ha desarrollado en la misma
extensión aplicado a otros grupos de extranjeros como paraguayos, boli-
vianos, búlgaros, cuyo incremento porcentual de volumen supera con cre-
ces al de personas chinas. ¿Por qué los chinos «invaden» y los búlgaros
que pasan de 12.035 en 2001 a 176.216 en 2012 no? La respuesta se en-

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cuentra en la peculiaridad de la mayor parte del colectivo chino cuya ex-
pectativa migratoria y su modo de inserción socioeconómica en España
consiste en la apertura de negocios, habitualmente pequeñas empresas
familiares en el sector servicios –hostelería, peluquerías– y comercial
–bazares, tiendas de ropa, de calzado, empresas de importación/exporta-
ción–, y con una presencia menor en el sector industrial –talleres de con-
fección, asalariados en fábricas– y de la construcción (Beltrán y Sáiz,
2009, 2012, 2013, 2015; Beltrán Antolín, 2013).
Desde el año 2008 los chinos superan a los británicos en el volumen de
más trabajadores autónomos extranjeros dados de alta en la Seguridad
Social –indicador de empresariado–, siendo desde entonces los primeros
en ocupar esa posición. Si en enero de 2009 había 24.148 trabajadores
chinos autónomos (el 34,4 por 100 del total de los trabajadores chinos
dados de alta en el Seguridad Social), para junio de 2015 los autónomos
chinos eran 46.834 (50 por 100 del total de los trabajadores chinos). El
incremento de autónomos –léase empresarios– que es una constante des-
de el primer momento de la presencia china en España, no se ha detenido
incluso durante la crisis económica que comenzó el año 2008. La apertura
de negocios regentados por chinos no pasa desapercibida, dado que son
empresas de servicios y comerciales cuya clientela es la población ge-
neral, y sorprende su vitalidad y su llegada a pueblos y ciudades donde
antes no estaban. Estas empresas buscan clientelas propias para su viabi-
lidad y éxito, de ahí la estrategia de dispersión geográfica (Beltrán y Sáiz,
2015). La reacción habitual de la población que los recibe es la de des-
concierto y, por parte del pequeño comercio local, de descalificación a la
nueva competencia a la que acusa sistemáticamente de desleal, con prác-
ticas de explotación, evasión de impuestos, etc. Sorprende que personas
hasta hace poco minusvaloradas –los «chinitos»– sean dueños de empre-
sas y se sospecha y especula sobre el origen del capital que habitualmente
se le imagina en conexión con la delincuencia: blanqueo de dinero, tráfico
de personas, trata de blancas, inmigración irregular, mafia. Los medios de
comunicación inciden especialmente en los aspectos delictivos del colec-
tivo reforzando el estereotipo de «chino malo», «chino delincuente» a
partir exclusivamente de fuentes policiales (Lee, 2006; Merino Sancho,
2008; Jansson, 2013; Zhou, 2013; Hughes, 2014). El estereotipo está tan
omnipresente que deja poco espacio a imaginarios alternativos. El discur-
so de la invasión y de la delincuencia asociado a lo chino se impone sobre
el resto.4
Para hacer frente a los rumores que inciden en fomentar el miedo, el
rechazo y la descalificación de conductas atribuidas a ellos que se consi-
deran inmorales, delictivas y criminales, se han desarrollado y difundido
experiencias pioneras en determinadas ciudades, provincias y comunida-
des autónomas como Santa Coloma de Gramenet, Barcelona, Getxo,
Fuenlabrada, Castellón, Sabadell, Cabildo de Tenerife, Andalucía, etc.

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denominadas «campañas anti-rumores», cuyo objetivo es formar a agen-
tes «anti-rumores» y desarrollar todo tipo de actividades en el ámbito
educativo y ciudadano para desactivar rumores que no son ciertos y po-
nen trabas a la convivencia en su tendencia a justificar la xenofobia (Con-
sell Comarcal del Vallés Occidental, 2008; Xarxa Barcelona Antirumors,
2010; Fundación ACSAR, 2012). Incluso a nivel europeo también se han
hecho eco de la necesidad de contrarrestar los rumores (Fargues, 2014).
La educación y el conocimiento son instrumentos básicos para enfrentar-
se y acabar con los rumores. Un ejemplo de rumor omnipresente referido
a las empresas de propiedad china, independientemente de que el propie-
tario sea trabajador extranjero o nacionalizado español pues no existen
diferencias en cuanto a la propiedad por su estatus jurídico ni tampoco
por el tipo de negocios que gestionan unos y otros, es que «no pagan im-
puestos» (Federación Andalucía Acoge, 2014); otro, más antiguo y que ya
se ha transformado incluso en objeto de mofa, es que «los chinos no mue-
ren»; y continúan también muy activos los que les relacionan a «mafia»,
«hermetismo», «falta de integración en la sociedad», etc., aunque la reali-
dad lo desmienta (Moreno Beteta, 2011; Rodrigo Prieto, 2012).5

«La rumorología que rodea a los comercios chinos. En torno al “boom” de


los establecimientos de origen chino se ha establecido una aureola de misterio
alimentada por la barrera del idioma. “No pagan impuestos durante los prime-
ros cinco años”, advierte el propietario de una tienda de muebles del barrio de
Lavapiés [Madrid]. “El Gobierno chino les subvenciona”, susurra al oído la
encargada de un establecimiento de souvenirs. “No tienen límite de horarios”,
critican. Una serie de rumores que lanzan al aire –siempre “off the record”–,
un gran número de comerciantes españoles que han visto acotado su terreno en
los últimos años. Pero que desde diversos ámbitos se afanan en desmentir. “¿A
que te han contado lo de que no pagan impuestos y que el Gobierno chino les
paga?”, pregunta con una mueca Manuel Osuna, presidente de la asociación de
vecinos de Lavapiés La Corrala. “Pues todo eso es mentira”, señala. “No son
más que bulos”, apunta Osuna» (Elizari, 2010).

En el mismo sentido, la defensora del lector del diario El País escribió


un artículo titulado «Errores que alimentan prejuicios» (12 de septiembre
de 2010) a partir de varias cartas al director enviadas por lectores que
llamaban la atención sobre una noticia que bajo el título «Contrabando
chino en Ceuta» (29 de julio de 2010) publicaba sin confirmar las decla-
raciones de una fuente anónima que afirmaba: «Durante los primeros cin-
co años, los empresarios chinos no pagan impuestos. Su margen de bene-
ficio, al contrario que el nuestro, es positivo de esta manera». Los lectores
comentaban al respecto:

«“es falso que los ciudadanos chinos ni de cualquier otra procedencia tengan
ninguna exención de impuestos diferente de la que tienen los españoles”. Pu-

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blicar una frase como esa sin contrastar constituye, en su opinión, una falta de
ética periodística. Lo mismo opina [la lectora] Remedios Madrona: “Cualquie-
ra que lea el artículo y no esté al tanto de la legislación española en materia de
impuestos creerá o simplemente confirmará lo que se anda diciendo por
ahí: que los chinos disfrutan de unos beneficios fiscales que los españoles no
podemos ni soñar. Semejante falsedad fomenta el racismo y la aversión hacia
un colectivo que, en su conjunto, no es en nada diferente a cualquier otro”,
escribe.
Una afirmación de esa naturaleza debería haber llamado la atención del re-
portero. Juan Diego Quesada explica: “Recogí las declaraciones de un empre-
sario y las di por buenas. Es cierto que debí comprobar que sus palabras
eran ciertas, pero el entrecomillado deja bien claro que es la opinión de esa
persona. Doy fe de que no dirigía esas palabras en tono despectivo a los em-
presarios chinos, sino que comentaba unas ventajas fiscales que han resultado
ser falsas. No quería ofender, solo daba un dato que él creía objetivo”.
El problema no está en la actitud de la fuente, sino en lo publicado. Es obli-
gación del periodista comprobar todo lo que publica. No puede escudarse en
que otro lo ha dicho, y menos si ese otro ni siquiera se identifica. (…) Juan
Pedro Velázquez-Gaztelu, redactor jefe responsable del suplemento Negocios,
lamenta lo ocurrido: “Se trata de un error en cadena. Ni el autor de la in-
formación ni yo, que la edité, fuimos lo suficientemente rigurosos para
contrastar la afirmación de que los comerciantes chinos están exentos de
determinados impuestos en Ceuta. Se trata, a todas luces, de una acusación
ilógica, pues están sometidos a los mismos impuestos que todos los comer-
ciantes. Siento mucho que nuestro error pueda ser utilizado para fomentar ac-
titudes xenófobas, como sugieren los dos lectores. Nada más lejos de nuestra
mente”» (Pérez Oliva, 2010).

Son los otros quienes encarnan los males sociales y a quienes se trata
de culpabilizar como responsables del origen del malestar social. La bús-
queda de chivos expiatorios (Girard, 1986; Elias, 2003; Beriain, 2013),
para lo cual los rumores son un medio de difusión especialmente eficaz,
es una estrategia que sirve para promover la homogeneidad de un grupo
frente a los «otros», al mismo tiempo que elude responsabilidades y des-
vía la atención de las causas de muchos problemas que radican en el pro-
pio grupo y no en quienes acaban de llegar y se incorporan a la sociedad
general en la medida en que se les permite, pues la propia sociedad ha
elaborado toda una serie de barreras institucionales, jurídicas y legales
que impiden su participación e intercambio social en igualdad de condi-
ciones. Los rumores, por su parte, contribuyen a profundizar la sepa-
ración difundiendo falsas verdades y falsas certezas que a su vez entorpe-
cen el intercambio.

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Reacciones

A pesar del escenario cargado de rumores y estereotipos, el sentido


común y la sociedad española no han desarrollado una xenofobia extre-
ma. No obstante, en varias ocasiones se han producido casos de violencia
esporádicos en contra de la presencia china. El más grave fue la manifes-
tación de trabajadores de la industria del calzado en el polígono industrial
de El Carrús de Elche, provincia de Alicante, en 2004 (Cachón, 2005,
2006). En relativamente poco tiempo se establecieron en ese polígono
industrial varias empresas de propiedad china de importación y venta al
por mayor de calzado a las cuales ciertos sectores de la población acusa-
ron de ser el origen de la crisis de la importante industria local de este
ramo y la manifestación convocada acabó con el incendio de dos empre-
sas chinas y un camión cargado de calzado:

«“Volcar y quemar contenedores de calzado asiático”, se podía leer en las


octavillas que circulaban por el polígono de Carrús un 16 de septiembre de
2004 en el momento en el que una multitud marchaba en una concentración no
autorizada contra la proliferación de empresas de importación de calzado chi-
no en Elche» (Martínez, 2013).

Acusar a los empresarios y/o trabajadores extranjeros radicados en Es-


paña de ser el origen del problema estructural del desempleo en la econo-
mía española, es crear un chivo expiatorio buscando la exculpación.6 An-
tes de focalizar el malestar en los empresarios chinos acusándoles de ser
responsables del aumento del desempleo nacional, otros inversores proce-
dentes de Asia Oriental y sus economías nacionales tuvieron ese protago-
nismo público: los japoneses que deslocalizaron parte de sus inversiones
en la industria en España desde mediados de la década de 1990 a princi-
pios de 2000; y los coreanos que aparecieron en pancartas de manifesta-
ciones de trabajadores de astilleros españoles que les acusaban de compe-
tencia desleal.
Por la misma época en Madrid, ante la concentración de tiendas chinas
al por mayor de textil y de otros productos en un barrio céntrico de la
ciudad (Lavapiés) se comenzaron a tomar medidas para detener la apertu-
ra de nuevas tiendas en la zona y regular de un modo más estricto las
existentes. La población china afectada mostró su descontento con estas
medidas mediante manifestaciones de protesta en la calle (Betrisey, 2007,
2009; Bécares, 2005; Medialdea, 2005). Poco después, en 2006, se repro-
dujo un caso semejante en Barcelona –la zona céntrica de Trafalgar, Ron-
da de Sant Pere– ante la concentración de empresas chinas de venta al por
mayor de confección. Un sector de vecinos protestaron y el Ayuntamiento
decretó una moratoria que impedía la apertura de nuevos negocios en la
zona (Merino Sancho, 2008). En ambos casos, en Madrid y en Barcelona,

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al igual que posteriormente en otras ciudades, los empresarios chinos fue-
ron trasladando sus negocios a polígonos industriales dando lugar a con-
centraciones empresariales importantes: Polígono de Cobo Calleja en
Fuenlabrada (zona metropolitana de Madrid); Polígono de Badalona Sud
(zona metropolitana de Barcelona), etc. (Gutiérrez, 2015)
Conforme han ido abriendo negocios en el resto de las capitales de
provincia de España y en ciudades medianas, ha cundido la alarma social
que alerta de la supuesta competencia desleal por sus largas jornadas la-
borales, entre otras acusaciones. De hecho, comunidades autónomas y
municipios han aprobado nuevas regulaciones sobre horarios comercia-
les, en relación a la superficie de los comercios y al tipo de producto que
venden, para impedir que sus horarios sean tan amplios, aunque en gene-
ral las normativas al respecto permiten que el comercio abra 60 horas a la
semana que aparentemente solo los grandes centros comerciales y los pe-
queños negocios de propiedad de inmigrantes aprovechan hasta el límite
de sus posibilidades. En Madrid se acusó a las tiendas regentadas por
chinos de ser las responsables de que los jóvenes beban alcohol en la ca-
lle, hasta el punto de cambiar la legislación en 2002, y de nuevo en 2010,
para exigir una segunda licencia para poder vender bebidas alcohólicas en
las tiendas de alimentación, la cual, durante un tiempo, fue sistemática-
mente denegada a los empresarios chinos que la solicitaban, en un claro
ejemplo de discriminación institucional. Los empresarios chinos afecta-
dos se manifestaron en las calles de Madrid para llamar la atención sobre
este hecho (Saleh, 2011a, 2011b; Agencias, 2011).
Dos operaciones policiales espectaculares por el número de fuerzas de
seguridad que han intervenido se han llevado a cabo para detener a su-
puestos delincuentes chinos en los últimos años:

«A las 9.40 horas de la mañana del 16 de junio del 2009, un ejército de


750 mossos d’esquadra, a las órdenes de un juzgado de instrucción y de la
fiscalía, irrumpieron simultáneamente en 72 talleres textiles clandestinos [en
realidad 24 tenían todos los permisos en regla y otros tantos estaban en trámi-
te] y regentados por ciudadanos chinos en Mataró (Maresme). El balance de la
redada: 77 detenidos ese mismo día y una causa con más de 100 imputados [y
450 trabajadores que se quedan sin empleo]. Tras cuatro años de investigación,
el macroproceso contra la presunta red de explotación laboral se ha desinflado.
La fiscalía considera que no se pueden acreditar la mayoría de los delitos ini-
cialmente atribuidos a la trama y el juez que dirige las pesquisas ha archivado
el proceso para 92 ciudadanos chinos. Solo quedan una decena de encausa-
dos. En definitiva, ni los Mossos, ni el juez instructor, ni el fiscal encontraron
en aquel operativo tanto como esperaban. La denominada operación Wei, el
dispositivo policial de mayor envergadura en la historia de los Mossos, se des-
plegó en las calles de Mataró con el objetivo de desmantelar el submundo de
explotación laboral tejido presuntamente por la mafia china» (Albalat, 2013).

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«El epicentro de la operación [Operación Emperador/red de Gao Ping] es el
polígono industrial Cobo Calleja de Fuenlabrada, donde desde las cinco y me-
dia de la mañana [16 de octubre de 2012] unos 300 agentes del Cuerpo Na-
cional de Policía y 50 funcionarios del Servicio de Vigilancia Aduanera,
apoyados por la Unidad de Intervención Policial (UIP antidisturbios), están
llevando a cabo arrestos y registros. Se calcula que la operación puede superar
en total el centenar de detenidos –se han emitido 108 órdenes de detención, 17 de
ellas en otros siete países, y a siete de la tarde sumaban 80 arrestados– [al día
siguiente se había detenido a un total de 83 personas, de las cuales 17 eran
españolas], acusados de delitos fiscales, evasión de capitales e importación
ilegal, así como de contrabando, delitos contra los derechos de los trabajado-
res, extorsión e incluso prostitución» (Barroso, 2012).

Ante estas dos macro-redadas policiales, los líderes de asociaciones


del colectivo chino protestaron por las consecuencias que tuvieron sobre
la imagen y los negocios chinos en España, afectados con pérdidas econó-
micas, por un lado, y un aumento de la xenofobia dirigida hacia ellos, por
otro, según denunciaron, la Asociación de Chinos en España, creada en
1983 (Vidales, 2012; Servimedia, 2012), o la Asociación Cultural Ni Hao,
fundada en 2004 –directamente relacionada con la Fundación Orient esta-
blecida en 2014 para, entre otros objetivos explícitos, el «fomento del
conocimiento de la cultura china, a fin de erradicar estereotipos y falsos
mitos»–, que en el apartado de su página web dedicado a «Prensa» decla-
ra lo siguiente:

«Tras la “Operación Emperador”, la Asociación Ni Hao España ha colabo-


rado activamente con todo tipo de medios de comunicación en la mejora de la
imagen de la comunidad china en España y contribuyendo de esta manera tam-
bién a la mejora de imagen de la sociedad española ante China.
La Asociación Ni Hao España quiere aportar todo lo posible para construir
una sociedad armoniosa ayudando a conocerse y entenderse mutuamente a la
sociedad española y la comunidad china» (A.N.H.E. Asociación Ni Hao Espa-
ña, 2012).

En ambos casos, también la Embajada y los consulados de China en


España, al igual que en otras ocasiones, intervinieron pidiendo al gobier-
no español que defendiera los intereses económicos de los residentes chi-
nos, al mismo tiempo que conminaba a los mismos a respetar las leyes del
país. Es reseñable también la aparición de nuevas voces que se han mani-
festado para defender la imagen de la presencia china dañada por estos y
otros casos, algunos de ellos asociados a la criminalidad; se trata de dife-
rentes grupos de presión o lobbies de carácter mixto –por ejemplo, la
Fundación Consejo España-China creada en 2004– o exclusivamente chi-
nos –China Club Spain, creada en 2010.7
El análisis de las noticias en los medios de comunicación sobre la de-
lincuencia china,8 especialmente a partir de la «Operación Emperador» o

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caso Gao Ping, ha dado lugar a varios trabajos de investigación como
Zhou (2013) que compara el tratamiento de la imagen de China y los chi-
nos en cuatro diarios de distribución nacional –El País, ABC, La Van-
guardia, El Periódico–, con referencias a Gao Ping; Hughes (2014), en su
búsqueda del racismo y la xenofobia en los medios de comunicación en
relación con los migrantes chinos dedica la segunda parte de su trabajo al
caso Gao Ping y utiliza información de cinco periódicos –ABC, El País,
El Mundo, La Razón y El Confidencial Digital–, complementada con con-
sultas a Google Trends; y finalmente Jansson (2013), se centra en una
única noticia de Raquel Vidales, «¿Chinofobia?» (El País, 13 de diciem-
bre de 2012) sobre las consecuencias de la operación Emperador en los
migrantes chinos en España, a la que aplica el análisis crítico del discurso
con la hipótesis, que demuestra al final, enunciada de la siguiente manera:
«el artículo es un ejemplo llamativo de un sutil –cuando no explícito– dis-
curso racista que, debajo de las apariencias de ser un texto que analiza la
discriminación hacia la minoría china, esconde un argumento racista que
justifica la discriminación sufrida, señalando a la minoría china como
responsable de ella» (Jansson, 2013, p. 2). A estos trabajos se sumarían
otros análisis de los medios de comunicación sobre la imagen que proyec-
ta de la migración china –El País, El Mundo, La Vanguardia, El Periódi-
co– (Merino, 2005); la imagen de China en las secciones culturales de
prensa digital española –El País, ABC– (Mendoza, 2013); China en torno
a los Juegos Olímpicos de 2008 en dos diarios –La Vanguardia, ABC–
(Wang, 2014); o de corresponsales españoles en China y la imagen que
construyen del país (Méndez, 2013).

Tropo polivalente: modelo ejemplar versus modelo inmoral

China y la presencia china en España se ha percibido e imaginado a lo


largo del tiempo dentro de un continuum lleno de matices que la marca y
señala en un extremo como inmoral –competencia desleal–, criminal
–mafia, blanqueo de dinero, tráfico humano, prostitución– minorizada/in-
fantilizada –«chinitos»–, sometida –explotación laboral, falta de dere-
chos–; y en el otro, como ejemplo a seguir: ética del trabajo, valor del
esfuerzo,9 respeto a la autoridad, ausencia de conflicto, no molestan, son
silenciosos, mínima demanda a los servicios sociales públicos, diligencia
en el trabajo, éxito escolar, buenas notas en matemáticas,10 etc. Todos es-
tos atributos y marcas, que van de un extremo a otro y resultan ambiva-
lentes, contradictorios y paradójicos, aparentemente califican a grupos
diferentes de personas, pero en cambio se refieren por igual a China y a los
chinos. Lo que se encuentra detrás de esos imaginarios es precisamente la
referencia indirecta a la propia sociedad que enuncia las percepciones:
ellos son diferentes –la «lejanía cultural» es mencionada a menudo, como

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justificación de la incomprensión de sus características–, todo lo que se
dice sobre ellos es precisamente lo que se supone y se considera que ca-
racteriza al grupo –imaginado homogéneo– que lo afirma en su versión
positiva: está compuesto por seres morales, que cumplen la ley, que no son
delincuentes, son mayores y no están sometidos, al mismo tiempo que se
considera, en su versión negativa, que ha perdido la ética del trabajo y el
valor del esfuerzo está en crisis, no se respeta a la autoridad, los conflictos
abundan en la vida cotidiana, no se es obediente ni diligente, el silencio ha
desaparecido y se causan molestias a menudo, además, el fracaso escolar
caracteriza al sistema escolar y hay muchas carencias en matemáticas.
Al «otro» se le utiliza imaginándolo, marcándolo y estigmatizándolo,
por un lado como chivo expiatorio (Beriain, 2013), origen del malestar
social por su atribuida conducta inmoral, y por otro, como modelo a se-
guir al que se admira en tanto que se aspira a alcanzar, con una función de
autocrítica: al otro se le idealiza con un ideal anhelado por quien lo cons-
truye, el otro sirve para resaltar y llamar la atención sobre las carencias,
puntos débiles, lo que no gusta de uno mismo (Prado-Fonts, 2015). En
ambos casos, la estereotipación funciona a pleno rendimiento, la simplifi-
cación de la compleja realidad del otro es utilizada con fines propios, para
hablar simplemente del propio grupo, y lo mismo es útil para situarse por
encima en una jerarquía de poder étnica, que para ejercer la autocrítica
sobre lo que se desea cambiar. En ambos casos el otro no es tratado en pie
de igualdad, siendo siempre imaginado con proyecciones diversas que
obedecen a funciones alternativas y polimorfas, es decir, nunca es real-
mente conocido ni tampoco existe un verdadero interés en conocerlo en
su propia realidad, porque en ese caso dejaría de ser funcional a las pro-
yecciones exculpatorias –hacia arriba: «inmorales»; o hacia abajo: «ejem-
plares»– y pasaría a ser un igual que cuenta con sus propias peculiarida-
des como se reconocen en los otros iguales.
La oportuna lejanía de «Extremo Oriente» –léase China– justifica el
desconocimiento y la ignorancia sobre sus características, lo cual incluso
se reconoce en ocasiones, pero al mismo tiempo no es óbice, sino todo lo
contrario, para dar rienda suelta a la imaginación y especular: crear rumo-
res infundados que se repiten, generalizar mediante estereotipos para ex-
presar lo propio –es decir, lo contrario de ellos–, o a lo que se aspira
–supuesto ejemplo a seguir–. Todo este imaginario es muy poderoso y
sirve para guiar la acción. La producción cultural y la cultura popular lo
refleja una y otra vez, reforzándolo. Una de las invenciones más fructífe-
ras ha sido la creación de «barrios chinos» donde nunca hubo residentes
chinos. La moda comenzó en Barcelona en la década de 1920 y fue apo-
yada por escritores y viajeros franceses hasta convertirse en un icono es-
pacial de muchas ciudades españolas. El «barrio chino» era aquella zona
del centro de la ciudad caracterizada por la concentración de la oferta de
prostitución callejera y el menudeo de droga, así como por la degradación

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de la vivienda, y no el espacio donde los chinos vivían. «Barrio chino» se
asociaba a pequeña criminalidad, a actividades ilícitas, inmorales y a pe-
ligro, antes de que llegaran personas de origen chino y más allá de su
presencia (McDonogh, 1987). El imaginario creó una potente asociación
que ha dado lugar a muchos titulares de periódicos, novelas y películas.
Una imagen literaria que ha marcado a varias generaciones de españoles.
Actualmente los barrios chinos están en vías de extinción mientras surgen
los nuevos «Chinatown», denominados de este modo –en inglés– por los
medios de comunicación, con reminiscencias a películas de Hollywood,
aunque ahora a lo que se refieren no es tanto a la concentración de resi-
dentes chinos en un área concreta de la ciudad –estas concentraciones,
que existen, son tardías y escasas en España– sino a la concentración de
tiendas y negocios regentados por chinos, incluso aunque sean pocos
(McDonogh, 2013). Y así, la cultura popular en España identifica a «ba-
rrio chino» con un espacio donde no hay chinos y a «Chinatown» –en in-
glés– con la concentración, por muy pequeña que sea, de negocios propie-
dad de chinos, y en ocasiones con su concentración residencial también
–los barrios de Pradolongo en Madrid y Fondo en Santa Coloma de Gra-
menet, son los de mayor concentración.
La oportuna lejanía y el desconocimiento facilitan la proyección espe-
culativa de imaginarios que subrayan el peligro de su presencia: activida-
des inmorales, criminales, delictivas, fuera de la ley –la «mafia»–. El peli-
gro se convierte en una amenaza: la invasión –imagen y concepto repetido
hasta la saciedad–. La competencia es descalificada al mismo tiempo que
se reactiva el poderoso imaginario del «peligro amarillo». Películas
(Wong, 2012; Fares, 2013), teleseries (Capella Márquez, 2011; Biscarrat y
Meléndez, 2014), comics (González del Pozo, 2014) y novelas (Andreu,
2013; Escuredo, 2014) se encargan de fijar y reforzar el imaginario.
En definitiva, al comienzo de este capítulo Raymond Dawson (1970,
p. 13) afirmaba que «la lista de las cualidades contradictorias que le han
sido atribuidas [a China] no tiene límites». Pues bien, casi medio siglo
después su análisis continúa vigente en el contexto español. China y la
presencia china en España es percibida e imaginada simultáneamente
como alguien a quien salvar, civilizar y «domesticar», al mismo tiempo
que se la considera salvadora y modelo ejemplar, debido, entre otras co-
sas, a sus inversiones en deuda pública en momentos críticos, a sus nue-
vas inversiones en sectores productivos y de servicios que impulsan la
llegada de capital extranjero, a su dinamismo empresarial que abre nego-
cios en tiempos de crisis, a las previsiones de crecimiento de su turismo y
de sus compras de bienes inmuebles, etc. No obstante, en ocasiones, la
salvación se torna en invasión. La inversión a veces se considera una in-
vasión: la competencia no es bienvenida cuando procede de unos imagi-
nados jerárquicamente situados en una posición inferior. La sospecha lleva
a especular sobre el origen de su capital que acaba siendo criminalizado.

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Dawson (1970, p. 20) también afirmaba que «Al ir encogiéndose el
mundo e ir creciendo China, nuestra ignorancia resulta más peligrosa».
De hecho, la falta de conocimiento sobre China y sobre la presencia china
en España es mantenida y obedece a unos intereses muy concretos y es
que si la ignorancia desapareciera, entonces todo lo referente a «lo chino»
dejaría de ser útil como tropo y de desempeñar la función de describir a la
propia sociedad imaginada como homogénea. El fin de la diferencia, del
contraste imaginado, y la aparición de la igualdad, del trato en pie de
igualdad, acabarían con un poderoso mecanismo utilizado para justificar
privilegios de poder, marcar fronteras y delimitar exclusiones en nombre
de la «cultura» y la «tradición». Dejaría de ser útil para hablar de uno
mismo, de la idealizada imagen de homogeneidad, de las propias caren-
cias y aspiraciones. El tropo polivalente que proporciona China y lo chi-
nos, continúa cumpliendo con su doble función, por un lado mantiene
alejadas de la cultura nacional a personas que residen y contribuyen con
su esfuerzo a la sociedad española, por otro, la distancia permite un ejer-
cicio colectivo de autocrítica que, no obstante y debido a la comparativa,
no se suele tomar muy en serio. La mejor coartada para la inmovilidad.

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Notas

1. Este trabajo está adscrito al proyecto de investigación MINECO «El impacto de Asia
Oriental en el contexto español» (FFI2011-29090) del grupo InterAsia de la Universidad
Autónoma de Barcelona.
2. Domingo Mundial de las Misiones, fundado en 1926. El acrónimo Domund fue crea-
do por Ángel Sagarminaga, primer director de las Obras Misionales Pontificias de España
en 1943 que es cuando se introduce en el país.
3. «Persona de origen chino» es una categoría analítica que incluye tanto a los que po-
seen esa nacionalidad, sean extranjeros con permiso de residencia o de estudios, o inmigran-
tes irregulares, una pequeña minoría a pesar de las informaciones que en algunos momentos
han aparecido en los medios de comunicación que premeditadamente distorsionan la reali-

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dad obedeciendo a determinados intereses, o sean chinos que se han nacionalizado españo-
les y por tanto jurídica y administrativamente han dejado de ser extranjeros. No obstante, los
chinos nacionalizados españoles continúan siendo personas de «origen chino»: su volumen
es relativamente pequeño pues solo 7.317 han accedido a la nacionalidad española en los
últimos 20 años (1995-2014), a pesar de que muchos más podrían solicitarla y conseguirla
porque cumplen los requisitos para obtenerla: residir con permiso oficial en el país un míni-
mo de 10 años, haberse casado con un/a ciudadano español, haber nacido en España. El na-
cimiento en España permite el acceso a la nacionalidad siempre y cuando los padres la soli-
citen o el propio interesado al alcanzar la mayoría de edad, pero los padres chinos no suelen
hacerlo. Por ejemplo, el año 2014 nacieron en España 3.659 niños de madre con nacionali-
dad china, y ese mismo año obtuvieron la nacionalidad un total de 396 chinos de los cuales
solo 155 lo hicieron por nacimiento en España y 211 por residencia de diez años. En defini-
tiva, la población general, la opinión pública y los medios de comunicación no distinguen
entre los chinos con permiso de residencia (191.078 a finales de 2014), los que están con
autorización de estancia por estudios (6.254 a finales de 2014), los que se han nacionalizado
españoles (7.317 en los últimos 20 años) y sus descendientes, o los pocos que se encuentran
en situación irregular. Para la población española todos son percibidos como chinos, inde-
pendientemente de su estatus jurídico, y la categoría «persona de origen chino», en tanto
instrumento analítico, incluye a todos ellos. Por su parte, la categoría chino-español no se
utiliza, aunque comienza a escuchare en referencia a las niñas y niños adoptados por fami-
lias españolas –aproximadamente 18.000 desde 1997 hasta la actualidad–, otro grupo social
importante del que aquí no nos ocuparemos.
4. Un ejemplo de publicaciones de periodistas que inciden en esta perspectiva son La
silenciosa conquista de China (2011) y El imperio invisible. El éxito empresarial chino y
sus vínculos con la criminalidad económica en España y Europa (2013) de Juan Pablo Car-
denal y Heriberto Araujo.
5. Varios periodistas han publicado libros dedicados a la presencia china en España que
utilizan variantes del rumor para darles título como por ejemplo: ¿Adónde van los chinos
cuándo mueren? de Ángel Villarino (2012).
6. La obra de Julián Pavón, China ¿Dragón o parásito? ¿Quién se ha llevado mi em-
pleo? (2012) desde un punto de vista muy sesgado incide en que uno de los principales
responsables del desempleo en España es China, y en concreto los chinos que tienen empre-
sas en el país. Califica a la economía china de «parásita», lo cual, sin duda, favorece y po-
tencia la xenofobia.
7. Una de las primeras protestas públicas de los residentes chinos, con el apoyo de la
Embajada china, por la imagen que se proyectaba de ellos asociada a «mafia» fue la oposi-
ción al rodaje y posterior exhibición de la película La Fuente Amarilla dirigida por Miguel
Santesmases (1998) (Nieto, 2003).
8. Sobre migración en general asociada a delincuencia en los medios de comunicación
véase, por ejemplo, Wagman (2006).
9. Juan Roig, presidente de Mercadona –una de las empresas familiares con mayor éxito
y capitalización en España–, realizó unas declaraciones a la prensa ensalzando la ética del
trabajo y el esfuerzo de los pequeños empresarios familiares chinos (Aunión, 2012; Sanz,
2012).
10. En 2011 una escuela de Badalona, ciudad de la zona metropolitana de Barcelona, ha
incorporado métodos didácticos chinos para la enseñanza de matemáticas y firmó un acuer-
do con una escuela de China para realizar intercambios de experiencias didácticas (ACN
Barcelona, 2011; Benvenuty, 2011; Robles, 2011).

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Parte II
ETNICIDAD, IDENTIDAD Y TRABAJO

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5
De China y los chinos en el imaginario cubano.
Apuntes sobre las percepciones de antes,
de ahora y de siempre
Yrmina Gloria Eng Menéndez

Abordar cuestiones relacionadas con la percepción de las gentes sobre


otros, con el imaginario de unos pueblos sobre otros, requeriría de una
adscripción teórica, asunciones conceptuales que dejaran sentado el tipo
de mirada que se haría. Más en estos tiempos posmodernos, en que, como
leí, buscando precisamente elementos teóricos para estos fines, coincido
plenamente en que «la imaginación es un elemento central de todas las
formas de capacidad de actuar… es un hecho social… componente clave
del nuevo orden global» y que «La imagen, lo imaginado, el imaginario…
son términos que nos dirigen a algo crítico y nuevo en los procesos cultu-
rales globales: la imaginación como práctica global» (Appadurai, 2002,
pp. 16, 18).
No obstante esa necesidad académica, en esta propuesta se saltará de-
tallar que lo más elemental del pensamiento son las imágenes –que a su
vez pueden ser descompuestas– y que junto a la humanidad han transitado
por tres eras de su historia social, la última de las cuales está definida por
la toma de conciencia caracterizada por una actitud teórica (Moles, 2002).
En este ensayo se trabajará con el supuesto de que los imaginarios son
los presupuestos a partir de los que se conforman las valoraciones de los
otros mundos y personas externos a sí mismos. Y en esa medida las per-
sonas se mueven, o más bien las hacen moverse, en el mundo de lo sim-
bólico, guiando el mundo de lo material. Ambos mundos son realmente
distintos, pero indisolublemente vinculados en una relación de comple-
mentación, unas veces aparentemente contradictoria y otras coincidente,
pero siempre totalmente entrelazadas. Los imaginarios son las claves de
lo que pensamos y cómo lo pensamos. En fin, que aunque no se entrará a
teorizar, debe quedar claro que los presupuestos conceptuales son reque-
rimientos para enfocar la dirección teórica en que un autor se define al
presentar sus argumentos y en la medida que discurren los argumentos del
investigador quedará visible en sus textos su afiliación conceptual.

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Por eso este trabajo parte de considerar que las percepciones de los
cubanos sobre los chinos no han sido ni son totalmente homogéneas, pues
sería poco riguroso pretender que empresarios, estudiantes, trabajadores
no cualificados, profesionales e intelectuales y representantes guberna-
mentales, entre los muchos grupos o sectores de la población, puedan te-
ner la misma idea, la misma actitud hacia algo o alguien, en este caso
hacia China y su gente. Pero como un estudio a ese nivel de estratifica-
ción requeriría de una extensísima búsqueda documental y de un amplio
trabajo de campo para recoger información primaria seccionada según los
grupos referidos –lo cual no ha sido posible en esta ocasión–, se intenta
aquí comentar las percepciones según las fuentes al alcance de la investi-
gadora. Percepciones, demás está decir, pasadas por los procesos subjeti-
vados a los que no escapa la investigación científica.
Se abordarán las valoraciones de los estudiosos del tema, quienes han
plasmado en sus obras aspectos sobre las percepciones de la sociedad
cubana sobre China y los chinos en distintos momentos de las relaciones
entre los dos países y sus gentes –chinos y cubanos. Este grupo de inte-
lectuales, que también incluye a los periodistas y sus medios, los cuales
son creadores, trasmisores y manipuladores de opinión, de imágenes y de
imaginarios. Entre los grupos sociales que se incluyen se encuentran los
de representantes oficiales o gubernamentales; los miembros de la comu-
nidad china, la cual es un grupo de la población cubana que está particu-
larmente vinculado al tema de estudio por el propio origen que ostenta.
En cuestiones de percepción se ha de «rebasar el nivel de las sensacio-
nes y los afectos», logrando «la interpretación asimiladora» y «aplicar los
esquemas de interpretación» disponibles para aprehender lo que llegue a
los sentidos de todas las variantes del entorno desconocido y así lograr
«una percepción integrada» Bourdieu (2002, p. 196).
Entre los problemas para la percepción de lo chino –como icónico de
lo oriental– en el llamado Occidente se encuentran las diferencias en los
sistemas de representaciones. Entonces, desde el sistema de representa-
ciones occidental o eurocéntrico se superpone una manera de interpretar
el sistema de representaciones chino o asiático, por lo que tantas veces
aparecen los malos entendidos, en un principio no reconocidos para des-
pués convertirse en fuentes de desconcierto y por último pasar a un mo-
mento –que pudiera ser el actual– en el que prima la intención de com-
prender, de interpretar. El esfuerzo editorial de este libro pudiera ser un
ejemplo.
Tratando de seguir a Bourdieu (2002, p. 189) cuando dice «Toda per-
cepción artística implica una operación consciente o inconsciente de des-
ciframiento», aquí se trata de lograr desmenuzar esas distintas percepcio-
nes que se han ido transformando en el tiempo sobre lo chino en Cuba y
en los cubanos.
Tampoco podemos perder de vista que el fenómeno de la percepción

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sucede entre dos o más partes en comunicación, en un contexto de amplia
participación de otros actores y procesos menos personalizados o focali-
zados. Entonces, en el caso que nos ocupa, una de las partes principales
en este proceso concreto de comunicación es China, gigante asiático, no
solo por su tamaño geográfico, sino por las muchas otras dimensiones que
tributan a ese calificativo: la cultural, la temporal, la multinacional, la
económico-estructural –aportada por la política autocreada de un país dos
sistemas. Gigante por lo abarcadora a través de la multiplicidad de estra-
tegias, políticas y programas que desarrolla en todos los terrenos –econó-
micos, sociales, culturales, tecnológicos– con un alcance global. China ha
transitado un enorme universo de transformaciones en todos los órdenes
desde mediados del siglo XIX a principios del XXI. Durante ese complejo
proceso, China ha aprovechado y utilizado su legado cultural que ha dado
lugar a una nación que ha superado períodos de fragmentación. Por mile-
nios y siglos fue incorporando a muchos pueblos en un único imperio
primero que se transformó posteriormente en un único Estado, país mul-
tinacional y multicultural. Proceso lleno de contradicciones, transgresio-
nes, violencia, y riesgos asumidos por los chinos cualquiera sea su perte-
nencia étnica o cultura base, dado que tienen en común un conjunto de
características idiosincráticas que los distinguen en el mundo asiático y
en el mundo globalizado de nuestros días.
En la última parte del siglo XX –década de 1990– comienza a retomar
la posición de potencia mundial que hasta el siglo XVIII había tenido, a la
par que restablece la soberanía e independencia sobre los territorios de
Hong Kong (1997) y Macao (1999), importantes pasos en las prioridades
de la política interna china.
Este proceso ha tenido lugar en paralelo con otros muchos procesos
nacionales. En particular los latinoamericanos y caribeños. Pero se trata
del otro lado del proceso de comunicación que estamos estudiando: Cuba,
que en escala y punto histórico de partida en su posición en el sistema de
relaciones internacionales, emerge como territorio bajo el coloniaje espa-
ñol y fue la última de las colonias iberoamericanas que se independizó.
Forjó una revolución de las más radicales, de tal magnitud y profundidad
que fue imposible para los interventores estadounidenses apropiarse le-
galmente del archipiélago y emergió como república independiente, dife-
renciándose de Filipinas y Puerto Rico. Sin embargo, la geografía se im-
pone y la Florida está a solo 90 millas del territorio cubano, lo cual ha
signado su historia hasta hoy día. Por eso durante la república de la pri-
mera parte del siglo XX se siguió enfrentando a la intervención extranjera
en pos de la independencia y la soberanía real. El batallar por la soberanía
y el empoderamiento popular ha guiado los procesos paralelos de los dos
países en gran parte de los últimos 200 años, con las inevitables diferen-
cias correspondientes a condiciones de todo orden, pero con un espíritu
común en la intención de sus respectivos pueblos.

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Por eso investigadores y autores (Pereira, 2013; García, 2003, entre
muchos otros) señalan la gran coincidencia de principios entre China y
Cuba, más aún en sus etapas posrevolucionarias –después de 1949 y 1959
respectivamente– en cuanto a la salvaguarda de la independencia y la so-
beranía, en primer lugar, y en escoger el camino del socialismo por ambos
países para el enfrentamiento a la hegemonía imperialista, los cuales han
dado a la relaciones bilaterales «un marcado contenido político-ideológi-
co» (Pereira, 2013, p. 390), diferenciándolas del resto de las relaciones
entre países.
El asunto de las percepciones sobre China y los chinos en Cuba pudie-
ra ordenarse en tres momentos. El primero de ellos se enmarca en la se-
gunda mitad del siglo XIX, con la irrupción de las migraciones culíes para
garantizar mano de obra a las plantaciones azucareras de la isla colonial y
para otros sectores de actividad económica, relacionados con esa indus-
tria, como fueron los ferrocarriles.
Por la condición de semi-esclavos en que venían y vivían en Cuba, y su
posición en los bajos estratos de la población; así como por la ideología
racista imperante en el período colonial, los chinos eran vistos a través de
las vías oficiales y de los grupos élites –informes oficiales, opiniones
de hacendados, dueños de ingenios y centrales azucareros, políticos y go-
bernantes, sus voceros en la prensa– como una raza perniciosa, peligrosa,
sucios, moralmente degradados, lo que no cambió mucho en los cien años
entre los dos siglos para los más conservadores.
En un segundo momento, después de las guerras de independencia con
la participación masiva y combativa de los chinos en esos trascendentales
momentos para la historia de la nación. Alcanzada la República, tanto
para el pueblo como para grupos en el poder provenientes de las filas
mambisas, la imagen de los chinos cambió, en la medida en que los cuba-
nos tomaron conciencia de que la contribución de los asiáticos en las gue-
rras libertadoras fue esencial y raigal.
En esos mismos años de finales de siglo XIX aparecía también la ima-
gen negativa del chino ladino, vicioso, desconfiado, inmoral, reforzada
por la presencia de los llamados californianos, quienes emigraron desde
Estados Unidos a partir de 1860. Abrían negocios, controlaban las impor-
taciones desde China –incluido el movimiento migratorio de chinos, pa-
rientes o no, en la corriente migratoria libre «uno trae al otro» (López,
2004, p. 93), cadena migratoria que funciona todavía hoy día, a través de
las redes transnacionales de estas comunidades y sus barrios (Alba, 2009).
Los «californianos»1 no fueron más que unos 5.000 (Pérez de la Riva,
1975, 2000) pero su impacto e influencia en las localidades donde se ins-
talaron y dentro de la comunidad china, tuvo un efecto definitorio para el
tipo de chino y su imagen entre los cubanos, en tanto al inicio de la nueva
república existen visiones contradictorias. En el imaginario popular está
presente con fuerza lírica el invaluable aporte de los chinos mambises a la

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libertad de Cuba. Tanto, que dos de ellos –el comandante José Wu y el
capitán José Tolón– cumplían los requisitos para ser elegibles como pre-
sidentes de la República.
A la vez, un sector de la población, más bien el reaccionario, conserva-
dor, elitista y racista, continuaba resaltando los defectos y los llamados
vicios de los chinos, argumentos con los que justificaban las leyes antiin-
migrantes, particularmente antichinas, estimuladas por la injerencia nor-
teamericana a imagen y semejanza de las políticas adoptadas en Estados
Unidos.
Los californianos fomentaron el juego, el consumo del opio, así como
contribuyeron a la formación de la élite china de comerciantes y de polí-
ticos en el interior de la comunidad para ejercer la hegemonía de su grupo
étnico (Hernández y Castillo, 2003). También y contradictoriamente, eso
le dio cuerpo a los nexos comunitarios internos, creando y consolidando
una estructura comunitaria como pocos otros grupos de otros orígenes
étnicos han podido conformar en Cuba. Fomentaron para ello las tradi-
ciones artísticas, sociales y económicas, como recursos culturales porta-
dos por el grupo étnico, lo que cerró el círculo del control más sofisticado
sobre las masas de chinos desposeídos que se convirtieron en doblemen-
te explotados y discriminados, como inmigrantes en el país de residencia
y pertenecientes a la clase más baja dentro de su estructura etno-comuni-
taria.
En la prensa desde épocas tempranas se ha proyectado la imagen del
chino. En la segunda mitad del XIX en el periódico conservador La Mari-
na eran noticia frecuente, dando la imagen acorde con las posiciones del
racismo colonial de los grupos de poder.
Precursora del boom periodístico sobre el barrio chino en la última
década del siglo XX y la primera del XXI, fue el reportaje de Leonardo
Padura recopilado en un número de Cuba Internacional de finales de los
años ochenta2 (Padura, 2002, pp. 21-32). Tiene por subtítulo «Nacimien-
to, esplendor y ocaso del barrio chino de La Habana, que quiso ser una
prolongación de Cantón y resultó, en definitiva, con su exotismo y sus
misterios, el más populoso de América Latina» y está reseñado con el
proverbio chino «El viaje más largo comienza con el primer paso». Es
una excelente crónica de elevado valor poético, que sintetiza como nin-
guna el proceso de inicio, inserción, desarrollo y declive del Barrio Chi-
no de La Habana y es reflejo sentido del espíritu de la comunidad china y
su barrio, plena de los simbolismos, que han acompañado desde sus ini-
cios las relaciones entre chinos y cubanos. Quizás no sabía el autor que le
estaba dando la bienvenida al Año del Dragón. Quizás tampoco pudo pre-
decir el escritor en su crónica de alto nivel intelectual y espiritual, que el
barrio no moriría y que fue una de las inspiraciones del proyecto de revi-
talización del barrio chino habanero conmocionando esa céntrica zona de
la ciudad en los años noventa; que con dicha crónica él mismo había

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contribuido al despertar de la comunidad china en la tarea inmensa de
proteger ese patrimonio para chinos y descendientes, para Cuba y los
cubanos.
La prensa nacional e internacional, radial, televisiva y plana no dejó de
reflejar el renacimiento del barrio chino habanero en las décadas 1990 y
2000-2010, particularmente en el período 1995-2005, etapa de máximo
auge del Proyecto Barrio Chino con la oficialización del Grupo Promotor
hasta su cierre como entidad estatal, exactamente enmarcado en una dé-
cada.
La idea bien establecida de que el barrio chino habanero fue el más
famoso y populoso de América Latina –en sus años de esplendor por la
década de 1930–, es un mito recurrente en muchos escritos sobre ese ba-
rrio, sea con fines periodísticos, informativos o académicos.
Muy diversos aspectos sobre la presencia china en Cuba son temas de
la prensa digital, nacional y extranjera (Garve, 2002; El Mundo, 19 de ju-
lio de 2005).
A finales de los años sesenta hasta finales de los ochenta la desapari-
ción del tema chino de los medios cubanos fue prácticamente total. Poco
más de una decena de años después, a partir de los noventa y coincidien-
do con la revitalización de las relaciones bilaterales, comienza a reapa-
recer con informaciones muy puntuales, según estuvieran vinculadas a
sucesos nacionales. De esta manera los cubanos están accediendo a infor-
maciones culturales y noticiosas sobre el gigante asiático, que estuvo si-
lenciado en Cuba por más de treinta años.
Los espacios televisivos en Cuba a partir del 2008 fueron irrumpidos
por una avalancha de materiales sobre China, que inundaron la programa-
ción televisiva, al punto de generar chistes en los cubanos. Abarcaron los
temas más diversos, que iban desde la elaboración de platos de cocina
china –de la que apenas ya existía en Cuba nociones, solo el arroz frito, el
chop suey y las maripositas chinas–, hasta toda una variedad de presenta-
ciones sobre la naturaleza y la cultura chinas. Por los últimos seis años se
han mantenido en pantalla, aunque últimamente con menos frecuencia y
cantidad y en horarios no estelares. Aún se trasmite uno de los espacios
llamado Así es China por MULTIVISION –canal televisivo de alcance
nacional especializado en materiales internacionales– en la madrugada.
Tampoco los eventos de carácter cultural por fechas memorables son muy
frecuentes en los medios y no tan publicitados. Poca presencia ha tenido
los filmes y las noticias en los programas informativos, específicamente el
Noticiero, donde China es noticia en la medida en que las relaciones con
América Latina y El Caribe se intensifican, cuestión que está comenzando
a cambiar en los últimos meses.
Asia se había mantenido tan alejada en este aspecto como la distancia
física que la separa de la mayor de Las Antillas. Aún hoy, cuando China
es el segundo socioeconómico y comercial de Cuba, cuando las relacio-

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nes entre los dos Estados son consideradas por sus máximos dirigentes
como las mejores en toda la larga historia de vínculos bilaterales, el nivel
de presencia en los medios pudiera no considerarse a la altura de dichos
nexos. Esto puede estar relacionado con las estrategias cubanas en infor-
mación y medios.
Los autores cubanos de obras completas dedicadas al tema de los chi-
nos en Cuba han reflejado su toma de partido con respecto al positivo
saldo de la presencia china en Cuba. Por lo general hay una insoslayable
inclusión del período culí y una conclusión explícita o tácita de su impor-
tancia para la economía y la sociedad cubanas.
Hay que diferenciar lo poco escrito por los intelectuales cubanos del
siglo XIX, pro esclavistas en su mayoría, pertenecientes a las clases econó-
micas pudientes y cargados de juicios seculares totalmente racistas, pre-
juiciados ante el negro y el chino, como José Antonio Saco (2000).
Todo indica que lo primero que se ha escrito sobre los chinos en las
guerras de independencia fue el texto de Gonzalo de Quesada en 1892,
tributo a la magnitud de la participación culí en la Guerra de los Diez
Años,3 que es resaltado por el sinólogo cubano Juan Luis Martín4 en la
Introducción a la reedición del texto en 1946 –cuando se inaugura el mo-
numento a los chinos mambises en Línea y L en el Vedado– y comienza
diciendo:

«Cuba debe gratitud y homenaje a los chinos que por su independencia


combatieron, incorporados ya a las fuerzas mambisas, como habían estado in-
corporados también a la población cubana, desde veinte años antes de estallar
la Revolución, padeciendo con ella, como porciones que era de una de las cla-
ses más maltratadas del sistema colonial.»

A la par, Juan Luis Martín también resalta el aporte de Gonzalo de


Quesada con «el precioso ensayo» porque «nadie hizo más que él, con ese
folleto, para conservar lo que acaso la tradición oral no habría podido
mantener» (Martín, 1946, p. 9). Los Chinos y la Revolución Cubana ate-
sora imprescindible e importante información de primera mano y es fuen-
te primogénita de las hazañas de los culíes en el siglo XIX cubano. De
Quesada finaliza su elogioso ensayo en el que relatara las contribuciones
de los millares de chinos al sostenimiento de la guerra, remarcando que
«aun sin esos méritos, esos adalides nobles e ignorados de nuestra epope-
ya, tendrían derecho a la inmortalidad y a nuestra veneración por el hecho
ejemplar de que “no hubo un chino armado en Cuba que no estuviera al
lado de la libertad”». Grabadas en el pedestal del monumento a los chinos
mambises, quedó la frase con que cierra y que en adelante y sin lugar a
dudas ha marcado el aspecto patriótico del imaginario de los chinos cuba-
nos (1946, p. 24):

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«¡No hubo un chino cubano desertor;
no hubo un chino cubano traidor!»

Con estos calificativos épicos, se construyó una imagen del chino en


Cuba que se resiste a desaparecer, a pesar de todo lo que se divulgaba
sobre las conductas y las cualidades negativas del asiático en esa primera
etapa del siglo y de la república. En tiempos de efervescencia del Proyec-
to Barrio Chino en la última década del siglo XX y la primera del XXI, se
repetía permanentemente en todas las apariciones televisivas sobre los
chinos de Cuba, los discursos, la prensa plana, sacándolo del olvido y
siendo asumido por todos como por arte de magia, si no supiéramos de la
fuerza de los imaginarios respaldados por realidades potentes para todos
los tiempos, como este es el caso.
Mucho tuvo que haber sido aquello; muchas muestras de valor, arrojo,
creatividad en la batalla, tuvo que aportar el chino para tan tamañas ex-
presiones de admiración y reconocimiento, que han marcado el imagina-
rio sobre los asiáticos5 en Cuba, a pesar de que por más de un siglo esa
imagen no fue bien tratada, primero de los representantes del poder esta-
dounidense y después por el silencio a que fueron condenadas o insufi-
cientemente reconocidas y abordadas, ya sea desde la investigación aca-
démica, la prensa o el discurso oficial.
En la primera parte del siglo XX es imprescindible la obra pionera de
los estudios sobre los chinos en Cuba, la de Antonio Chuffat6 (1927), no
tan analítica como oportunamente descriptora y documental de los he-
chos de la vida social, cultural, política, económica y patriótica de los
chinos del archipiélago en la última parte del XIX y las primeras décadas
del XX. Describe en detalle la vida cotidiana de los chinos en los cam-
pos, pueblos y ciudades cubanas, usando los más diversos calificativos
positivos hacia el chino: pacífico, formales, cumplidores, constantes, in-
teligentes, talentosos, sacrificados, honrados, trabajadores, ocurrentes,
perseverantes, patriotas. Tiene mucho de las vivencias del autor en la
comunidad china, a la que estuvo totalmente vinculado. La obra también
es la visión temprana y de su tiempo de un descendiente de chino, miem-
bro activo de la comunidad, articulando el discurso con valoraciones
más íntimas y cercanas, corroborando otras precepciones que argumen-
tan la fama de buenos criados, confiables y no dados al robo; sobre su
carácter pasivo, obediente, sumiso, amable, sincero como «poderoso ar-
mamento para la lucha por la vida»; la de observadores con aspiraciones
de promover en la vida y en este sentido hay una opinión de Chuffat
(1927, p. 16) que expresa el espíritu de superación en la idiosincrasia
china y una de las clave de los problemas que enfrentaron en las socie-
dades americanas en las que insertaron en el siglo XIX, cuando ejemplifi-
ca que

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«Mientras otras razas perdían lastimosamente el tiempo en sandeces y bo-
berías, sin aspiraciones ni pretensiones de nada, el chino se aprovechaba, avan-
zaba hacia el progreso, hacia los adelantos modernos, en pro de un nuevo hori-
zonte, para ser digno de respeto y consideración de los demás hombres».

Con gran sentido de pertenencia a la comunidad, recoge los testimo-


nios de los llegados en los clippers como culíes, de los veteranos de las
guerras, de los cubanos más cercanos a los chinos –jefes mambises, tra-
bajadores en sus negocios, etc.–, de manera que quedaron para la historia
informaciones de primera mano de aquellos tempranos tiempos de la pre-
sencia china en Cuba, en particular sobre la participación de los chinos
en las guerras por la independencia colonial. Registra las opiniones de
oficiales mambises sobre la valentía, la fidelidad y abnegación de los chi-
nos en el campo de batalla. Le reconoce virtudes como la sinceridad, la
bondad: «… amigos buenos y obedientes. Siempre ocupaban la extrema
vanguardia, sonrientes y alegres. Muriendo sin lamentarse como héroes
que eran» (Chuffat, 1927, p. 26). Su lectura convence sobre la participa-
ción en cantidad y cualidad de los chinos en las guerras cubanas del si-
glo XIX, siendo una importante fuente para el estudio de las insurreccio-
nes del siglo XIX en que «… se rebelan blancos, chinos y negros» (1927,
p. 23).
Otro libro del que se conoce poco, quizás por su bajo impacto debido a
los pocos aportes en cuanto a la vida y logros de los chinos en la mayor de
las Antillas, es el de Tejeiro (1947), justamente en el año del centenario
de la llegada de los primeros culíes a La Habana. No obstante a que el
autor esclarece que los fines de la obra son los de «recoger gráficamente
lo presente histórico», el contenido en imágenes y los pocos textos está
concentrado en una mirada a los grupos élite de la comunidad china, sus
instituciones y actividades en las principales localidades del país y en su
barrio habanero, que por aquellos años se encontraba en el apogeo de la
popularidad. A pesar de lo selectivo de la información registrada, los tex-
tos no dejan de reflejar el reconocimiento en la sociedad cubana al presti-
gio del chino-cubano y su repercusión en las relaciones entre los dos paí-
ses, imagen aprovechada por los chinos pudientes para ejercer influencia
en bien de sus intereses. La solidaridad y hermandad que ambos pueblos
fomentaron tiene espacio en sus respectivas historias, lo que este autor
expone sentidamente desde una especie de prólogo:

«¡Lazos históricos, de profunda compenetración espiritual, unen a los hijos


de China y a los hijos de Cuba, pues hay páginas escritas con sangre de chinos
y cubanos en el libro de la historia, que ni los hombres ni el tiempo podrán
borrar jamás!»

Idea que goza de gran vigencia más de sesenta años después, a pesar
de los azarosos incidentes en las relaciones bilaterales por alrededor de

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20 años, 1965-1985. La idea se reitera de distintas maneras en la prensa y
en los discursos de los altos dirigentes de ambos países, particular-
mente en los últimos quince años en que las relaciones han alcanzado los
más altos niveles a los que las relaciones bilaterales entre dos Estados
puedan llegar (García, 2003; Song, 2006; Pereira, 2013). China y Cuba
han cultivado esa amistad y hermandad en episodios trascendentales de la
participación de sus pueblos en la construcción de sus soberanías, por lo
que en las raíces de ambos procesos hay contribuciones mutuamente co-
rrespondidas, que han aportado gran fortaleza a los vínculos entre las dos
naciones, perceptible a las gentes sin distingos de grupos sociales y ci-
mentada sobre bases muy profundas. Por eso sobre el chino en Cuba,
aunque muchas veces haya sido humillado y discriminado, con frecuencia
usado para el choteo y la mofa, contrasta con los sentimientos de admira-
ción y respeto, simpatía y hermandad, que a la vez inspiran en un nivel
más hondo de la consciencia social del cubano.
En una segunda parte del XX, marcada por el triunfo de la revolución
en 1959, aparece la obra de Jiménez Pastrana que reabre el tema, abar-
cando un gran espectro temporal y con un alcance integral para valorar
–desde el análisis marxista de los procesos– el peso de lo chino desde
momentos fundacionales de la nación. Se edita la segunda versión am-
pliada y revisada de la publicada en 1963 (Jiménez, 1983), cuando ya se
precisaba de contribuciones al respecto. Refiere a la generosidad de los
chinos comerciantes con la causa revolucionaria; a lo valioso, valeroso y
heroico que fue el mambisado chino; cita a Chuffat (1927, p. 101), repro-
duciendo anécdotas en que se usan expresiones populares que sirven para
denigrar al chino, haciendo alusión a la habilidad de estos asiáticos para
resolver situaciones difíciles en la guerra: «el chino era ladino, engañó
hábilmente al Comandante» o cuando apunta que «Esta vez, le tocó al
chino engañar al blanco en pleno día, como si fuese chino». Precisa los
períodos antichinos en la república de 1902, cuando la burguesía en Cuba
veía «a los chinos con malos ojos, como a sus más peligrosos competido-
res comerciales» (Jiménez, 1983, pp. 114-115). El sentido de sobriedad
en sus vidas privadas y de habilidad en los negocios, es algo bien recono-
cido por todos, incluso por sus contrarios y enemigos de clase. También
reafirma la continuada actitud y conducta patriótica de los chinos cubanos
en dicho período histórico en la lucha antiimperialista, simbolizado por el
martirio del más renombrado revolucionario chino de la época que fue
José Wong.
A la vez, Juan Pérez de la Riva comienza a incluir el componente chino
en las valoraciones histórico demográficas y económicas del desarrollo de
Cuba (Pérez de la Riva, 1975) hasta llegar a su obra monumental e im-
prescindible para el estudio de la primera etapa de la migración laboral
asiática en Cuba Los Culíes Chinos en Cuba, publicada póstumamente.
Este trabajo estaba listo en la editorial tan temprano como en 1967, con el

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propósito de rendirles homenaje en el centenario de la Guerra de los Diez
Años en la que, como sabemos, los chinos fueron protagonistas sobresa-
lientes. Pero no fue publicado hasta el año 2000.
Los resultados de la actividad investigativa de Pérez de la Riva han
arrojado datos minuciosamente procesados, que le dan un perfil demográ-
fico, por lo que han sido más valorados por los aportes cuantitativos, pero
no deja por ello de trasmitir un sentido, una valoración cualitativa. En-
contramos así la admiración, simpatía y resoluta valoración positiva de la
inmigración asiática y sus aportes a la nación cubana. Recoge testimonios
en que aparecen los calificativos de infelices y desgraciados. Denuncia la
explotación y el atropello de que fue objeto, al incluir con sensibilidad,
testimonios que trasmiten el drama humano de la migración oriental for-
zada a trabajar en las plantaciones cubanas: «Casi todos los chinos que
encontramos sufrían, o habían soportado sufrimientos, y el sufrimiento
era el significado de casi todas las palabras que oíamos» (2000, p. 317),
tomado del documento7 incorporado al final de la obra. Sus descripciones
ayudan a tener una imagen lo más cercana posible a los chinos culíes, lo
cual contribuye al imaginario popular que bebe de todas partes, como los
intelectuales beben de él en un toma y daca imposible de delimitar. Afir-
ma que con la migración culí se incorpora el último de los tres grandes
movimientos migratorios hacia Cuba y, que junto a la española y la afri-
cana, «han formado al pueblo cubano, hoy indisolublemente unido» (Pé-
rez de la Riva, 2000, p. 9). Saca a la luz ideas generalizadoras de lo que
representó la presencia de los culíes chinos en la sociedad colonial cuba-
na, donde «como un gigantesco caballo de Troya» impactaron «en el seno
de una civilización esclavista» (2000, p. 317).
Adentrado el período de reactivación de las relaciones Cuba-China,8 a
finales de los años noventa del siglo XX, aparece una importante obra de
perfil más etnográfico que histórico, que centrando sus objetivos en el
aporte cultural, da un salto en el análisis de la presencia china en Cuba,
siendo la pionera de esta nueva etapa académica. Baltar (1997) se ocupa
del simbolismo del arte asiático que se ha disfrutado en los escenarios
chinos en la isla, y que pudiera explicar el acercamiento del cubano a esas
concepciones estéticas, tan lejanas como incomprensibles desde los crite-
rios estéticos occidentales, y en las que la realidad se expresa a través del
«símbolo como síntesis esencial». Por lo que hay que sumergirse en todo
«un conjunto de normas… a manera de código comunicacional», en un
mundo repleto de imágenes representadas-interpretadas como mecanismo
comunicador de un «lenguaje imaginativo y simbólico» (Baltar, 1997,
p. 137) que ponen distancia entre los convencionalismos y la realidad.
Además del teatro, con los californianos llegó el juego y la comida
china (Chuffat, 1927; Baltar, 1997) que en el siglo XX alcanzaron «cifras
considerables, así como diferentes niveles de calidad y lujo» (Baltar,
1997, p. 145) atrayendo una clientela cubana. Carpentier estuvo fascina-

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do por «nuestra ciudad amarilla» (Carpentier, 2002, p. 25), como tesoro
de la ciudad que era y es. Fue un apasionado del simbolismo del teatro
chino, que se empeñó en descifrar y que aparece en Descubrimiento de
La Habana. Lo que fue el teatro chino (1940) donde refleja el significado
de «lo chino» para la intelectualidad cubana de la primera mitad del si-
glo XX.
Volviendo a Baltar, no deja de llamar la atención acerca de los criterios
dicotómicos sobre los chinos en los cubanos del XIX, pues los más reac-
cionarios, elitistas racistas, se referían a ellos como una raza de «detesta-
ble orgullo» (1997, p. 27), «cuya “indocilidad”» (1997, p. 16) asombraba
a los hacendados y sus secuaces por la resistencia que oponía ante los
castigos corporales. Revela la producción contradictoria de imagen sobre
el chino de los grupos empresarios según su negocio. Argumenta sobre la
errada visión que a los traficantes de culíes les convenía trasmitir del
«chino sumiso», frente a la que divulgaban los negreros, sembrando el
estereotipo de vengativos, taimados, traicioneros, etc. Baltar reseña el pa-
pel de los «californianos»,9 quienes cambian la imagen que hasta ahí exis-
tía de los asiáticos pobres, casi esclavos, en la última escala de la socie-
dad local. Así que junto al prestigio del chino mambí y el status
económico del «californiano», refiere la cita de Chuffat (1927, p. 70), del
decir popular «quién fuera chino» (Baltar, 1997, p. 38), acorde con la
imagen que ya proyectan a finales de siglo XIX en la isla.
Chuffat (1927) aludía al Kuang Kong que los chinos del siglo XIX cu-
bano veneraban y que un siglo después ya se había convertido en «un ser
mítico cubano denominado San-Fan-Con» (Baltar, 1997, p. 174), resulta-
do de un proceso lento de recontextualización que lo sincretizó con Santa
Bárbara y Changó,10 lo que se vincula con otro importante mito cubano
relacionado con lo chino: «la magia de los chinos se reputa como la peor
y la más fuerte de todas, y al decir de nuestros negros, solo otro chino
sería capaz de destruirla» (Baltar, 1997, p. 175, citando a Cabrera, 1989,
p. 33). Esta creencia popular, que reinó en el siglo XX cubano, de que la
brujería china es la más fuerte de todas, imponía un respeto casi sacro
ante lo chino desde los tiempos de la esclavitud, y el misterio en el que
quedaban envueltos por los negros y mulatos llegó a casi todos los secto-
res populares de la población cubana creyentes o no, nutriendo su imagi-
nario de elementos míticos que los aislaban más, en tanto se percibían
más incomprensibles e impenetrables. Aún hoy se mencionan y aluden a
muertos y huesos chinos en las prácticas religiosas cubanas de diversos
tipos.11
La frecuente apelación a lo exótico en los textos que abordan desde lo
académico el tema chino, no se diferencia de los que lo asumen desde el
periodismo y ambos reflejan el imaginario popular. Aparece con frecuen-
cia en la obra de Hernández y Castillo (2003) analizando las relaciones en
el interior de la comunidad china y con las entidades cubanas externas a

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ella en la primera parte del siglo XX cubano; en las valoraciones sobre
expresiones artísticas chinas en Cuba (Baltar, 1997; Linares, 2000, Gar-
cía, 2003).
Con el término exótico(a) se valora a la «cultura del otro» positiva-
mente, en oposición del calificativo rara(o) o extraño(a), que la reconoce
como «otra», pero en un sentido negativo. Ambas valoraciones tienen de
común la fundamentada imagen que afirma el reconocimiento de la dis-
tancia cultural, pero el sentido difiere entre los que la consideran rara o
exótica, poniéndose en tendencias opuestas de desaprobación o acepta-
ción respectivamente. Hernández y Castillo (2003, p. 54)12 observan en
Meza «sus pintorescos y exóticos establecimientos» cuando está desta-
cando los beneficios de dicha inmigración. En años duros para los chinos
en Cuba por el exacerbamiento de la política antichina, en El Industrial13
mencionan a los chinos «entre los “extraños”» (Hernández y Castillo,
2003, p. 59).
La calificación de sui generis (Hernández y Castillo, 2003, p. 17),14
significando peculiar, propio, también contribuye al atributo de diferente,
pero a un grado más particular, como si fueran la otredad de las otredades,
distinguiéndole entre las demás, como pudieran ser los negros africanos,
los indígenas originarios de América, entre otras. Y no faltan frecuentes
comparaciones con las características culturales de los negros africanos,
junto a los que quedarían incluidos entre la gente sin historia (Pérez de la
Riva y Deschamps, 1974).
El mito de que el chino no se mezcla, que vive aislado entre ellos, es
muy arraigado y surge del desconocimiento, tanto como de la diferencia
entre lo llamado occidental y oriental y también en gran medida de los
prejuicios y el tratamiento discriminatorio que obligaron a este sector in-
migrante a refugiarse en sus recursos culturales para subsistir. Entonces
desde José Antonio Saco (2000, p. 196) cuando alude a la idea que expre-
sara en un informe escrito por él en 1861 sobre que «la raza china… no
puede amalgamarse… por ser del todo diferente en su lengua y su color,
en sus ideas y sentimientos, en sus usos y costumbres, y en sus opiniones
religiosas». Sin embargo, otros autores la tiran por el suelo cuando de-
muestran que hay espacios «donde la estructura socioclasista funde las
razas», poniendo ejemplos en que «se recrean constantemente las expre-
siones más auténticas de lo cubano» (Hernández y Castillo, 2003, pp. 17-
18), legitimando la participación china en lo que Cirules (2000, p. 27)
califica como «esencia del tejido social de la nueva cultura, del nuevo ser,
de lo cubano… como fenómeno de mezclas y entrecruzamientos» y que
desde «los fragores de la guerra… ya era sólida» y «le iba a permitir a
Cuba mostrar sus perfiles más vigorosos».
Sentimientos de cariño y aprecio, admiración y simpatía que desbor-
dan los textos, sin duda reflejos del sentimiento popular (Cirules, 2000;
García, 2003). En el caso de Enrique Cirules15 reflexiona sobre la impor-

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tancia profunda y raigal de la presencia china en la cultura cubana, lo cual
plantea en asombrosa síntesis. Pero en particular se muestra categórica-
mente conclusivo cuando dice:

«La integración de los chinos a la cultura cubana, a la nacionalidad cubana,


se produjo de manera silenciosa, callada, tantas veces anónima, tantas veces
sufrida, tantas veces humillada, tan querida y apreciada» (Cirules, 2000, p. 29).

Sin duda, ha sido y es una verdad confirmada –aunque aún pendiente


de profundización suficiente– el aporte cultural de lo chino a lo cubano.
Este último autor también hace una caracterización del chino en Cuba
con una amplia lista de atributos: pacífico, respetuoso, honrado; trabaja-
dor y valiente; que practica la moral; afanoso e inteligente; soldado va-
liente y abnegado; sincero y desinteresado; de coraje indomable y recia
disciplina; con alto sentido de responsabilidad; de infinita paciencia; mo-
desto y desprendido; de acción y firme resolución; cumplidor de sus obli-
gaciones; que ama a la familia y tiene alto sentido de la amistad. Cualida-
des «presentes en su pensamiento y en su acción económica, militar,
social y política, que nos han llegado a través de la memoria histórica de
los cubanos» (Cirules, 2000, p. 33).
García Triana (2003) expresa su simpatía y admiración por los chinos
cubanos –y por lo tanto, toma partido–, por los aportes a la cultura y la
nacionalidad cubanas, que ya antes hemos detallado en otros autores. Lo
interesante de este investigador –autor de una obra en dos tomos en los
que se compilan textos de difícil acceso–, es su procedencia ocupacional-
profesional como diplomático, Encargado de Negocios, en la misión cu-
bana en Beijing durante los años más críticos de las relaciones cubano-
chinas en la década de 1960, moviéndose en una ambivalencia entre las
orientaciones de los sectores intelectuales y oficiales o gubernamentales,
que lo hace distar un tanto de las visiones de uno y otro grupo por separa-
do. Ambivalencia que es frecuente encontrar en la intelectualidad cubana,
en tanto ha desempañado un rol ambivalente por mucho tiempo, debido a
la omnipresencia de lo estatal –y por ello oficial– en todas las esferas de
actividad social en Cuba.
Muchos otros intelectuales cubanos, investigadores y autores de libros
y ensayos, han tomado partido por los chinos, reflejando al parecer la más
generalizada visión positiva que los cubanos tienen sobre el chino. No se
ha de olvidar que ha existido una visión contraria por negativa, en la que
el chino es un ser ladino, inmoral, vicioso y sucio, de malas costumbres,
egoísta, tacaño, aislado. Esta fue por mucho tiempo la imagen trasmitida
por los sectores oficiales de la Cuba colonial y republicana de la primera
parte del XX y por la prensa que les secundaba.
Así vemos que los intelectuales se han divido en las posiciones de
aprobación o desaprobación hacia la migración china a la isla, en cuanto

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al lugar de los chinos en la sociedad cubana y su influencia en la misma.
Se ha reseñado (Hernández y Castillo, 2003) que el peso de las opiniones
conservadoras y de rechazo por parte de la intelectualidad cubana fue más
marcado en las primeras décadas del XX, posturas reforzadas desde la dé-
cada de 1910, con el criterio de que las migraciones de este origen eran
peligrosas y que requería de cuidadosa selección. Entre los nombres de
esos años estaban los de Roig de Leuchsenring, Fernando Ortiz, Ramiro
Guerra, personalidades indiscutibles de la intelectualidad cubana, posi-
ciones respaldadas en la prensa. En El Industrial a la participación china
en la industria nacional se calificaba de injerencia extraña; o El Depen-
diente, donde se publicó el Manifiesto de la Sociedad de Planchadores de
La Habana, que usaba los términos de reaccionario y deprimente al men-
cionar los avances de los trenes de lavado chinos en el de ramo de ese
servicio; o El Fígaro, que cuestionaba la función social de los comercian-
tes chinos.
Lo anterior se enfrenta la tesis de su integración en la sociedad cubana
a la opinión de su aislamiento, su manera de vivir entre chinos, con caren-
cias en pro del ahorro, vendiendo muy barato para ganar centavos dando
una imagen deprimente, muy alejada del sentido de la vida y del bienestar
que tiene el cubano.
El asiático, según Morán, fue en América Latina «como una otredad
radical» (2005, p. 387) que el imaginario letrado y el popular asumieron
sin distingo en muchas partes de América, pero que en Cuba, fue decodi-
ficada de otra manera. Quizás será que las relaciones entre chinos y cuba-
nos –y con los otros grupos raciales y étnicos que han estado compartien-
do con los asiáticos la isla– se resistieron desde un inicio a las formas
occidentales de construir las relaciones interétnicas e interraciales. Que la
visión de los cubanos del orientalismo no asumió el estilo occidental de
creación de imaginarios sobre lo oriental, como Morán (2005, p. 386)
cuestiona citando a Said.16 El etnos cubano en ciernes logró construirse
con presupuestos de una identidad inclusiva que desafiaba al «imaginario
letrado» (Morán, 2005, p. 386), por aquellos tiempos de finales del XIX
dominado por posiciones respaldadas por la ciencia positivista justifica-
doras del racismo. Esa distancia que se establece entre el «otro» asiático,
que «no se deja leer», ni explicar, por «la epistemología occidental» por
su «extrañeza» o rareza «en su diferencia radical» (Morán, 2005, p. 386),
es equivalente a lo que más arriba mencionamos como la otredad de las
otredades, pero el imaginario popular no lo asumió del todo así; no lo
entendió en su diferencia radical porque para «los otros» negros y mula-
tos y blancos pobres, los chinos no fueron totalmente una otredad radical,
sino diría que una otredad paralela. Es decir, la reconocían en su otredad,
pero también se reconocieron como «otros» frente a los hegemónicos en
el poder. Y los «distintos otros» se fundieron en su clase común de otre-
dad. El etnos pueblo cubano iba tomando cuerpo enfrentado a las posicio-

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nes oficiales hegemónicas, pero no en el sentido blanqueador en que ellos
lo concebían.
Así, el imaginario popular cubano tiene en el chino un componente
simpático, más exótico que raro o extraño, y en su ambigüedad martiana
frente a las otredades, triunfa la alianza de los intereses supremos del
bienestar popular, en el que el etnos cubano, como explica Morán que
sucede en Martí, convierte la simpatía en «solidaridad activa: la identifi-
cación con el ninguneado se transforma en afirmación de rebeldía y resis-
tencia» (Morán, 2005, p. 402). Sin embargo, para Fernando Ortiz esto no
pudo suceder, sea por su origen clasista, por su formación académica en
leyes con la influencia Lambrosiana.
En la Cuba de la primera mitad del XX la prensa china –como pudiera
ser la revista Fraternidad de la década de 1930– para el segmento de con-
sumidores y clientes chinos, reforzaban el imaginario en consecuencia
con los elementos manejados en la prensa cubana (Kenley, 2013, p. 207).
Que, según Kenley, fomentó el sentido de cosmopolitismo en el Barrio
Chino de La Habana y desempeñó una función en cuanto a lograr trans-
formaciones en la identidad de los chinos que residían en el extranjero.
Coincido con el papel de la prensa para trasmitir los códigos culturales,
difundir las identidades y proyectar comunidades imaginadas según la
imagen que las élites políticas quieren acreditar o desacreditar, análisis
para el que Kenkey se apoya en autores como C. Calhoun, B. Anderson,
T.Van Dijk y N. Fairclough (Kenley, 2013). Por ello es coherente que los
grupos élites de la comunidad china intentaran alejar la imagen existente
de la comunidad y del barrio chino, de los estereotipos que le perseguían
–de introvertidos, cerrados, enigmáticos, etc.–, enfrentándolos a la ima-
gen de solidarios, cooperativos, de la que también habían gozado en el
siglo XIX y ahora reverdecía con los movimientos de apoyo a la patria de
origen en la lucha frente a la invasión japonesa.
Son muchos los elementos que componen el imaginario chino en Cuba,
pero se han abordado los más sobresalientes, definitorios o claves, ob-
viando los relacionados con el fenotipo –los pies pequeños de las muje-
res, al igual que el sexo de los hombres, entre muchos otros– que no dejan
de tener importancia. De hecho, la castración simbólica del asiático ha
perdurado en el lenguaje popular cubano en la expresión «tenerla como
un chino», la cual alude a un sujeto disminuido en su virilidad (Morán,
2005, pp. 387-388).
Los barrios chinos son un mito bien construido por los propios repre-
sentantes políticos y económicos de las comunidades, montado sobre la
necesidad de respuesta cultural para el sostenimiento del etnos y la sobre-
vivencia del grupo, frente a la marginación en la sociedad receptora (Eng,
2007).
En los últimos 20-30 años –a partir de la década de 1980– los chinos
residentes en el país apenas son visibles. Tanto por la pequeña cantidad

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física en que se encuentran –en estos momentos no rebasan los cien, aun-
que las generaciones de descendientes más inmediatas deben ser numéri-
camente considerable, unos cientos de miles–, como por lo cualitativa-
mente limitado de su vida activa –no tienen una presencia empresarial ni
comercial relevante. Excepción fueron los esfuerzos de apertura de res-
taurantes y tiendas en el centro del barrio chino habanero en el período
1995-2005, a través del movimiento comunitario que encabezó el Grupo
Promotor del Barrio Chino y de la revitalización de las actividades cultu-
rales y sociales que enarbolaban (Eng, 2013a, 2013b). El renacer del ba-
rrio chino, de las asociaciones que en él subsistían, las fuentes de empleo
y actividad económica que impulsa, la vitalidad urbana que imprime, en
momentos del llamado «período especial», dotó de prestigio y orgullo al
origen chino, y volvió a oírse la añeja expresión «quién fuera chino» de
hacía un siglo atrás.
Ha habido un cambio en la fuente del imaginario popular. Hasta hace
10-15 años habían sido los chinos y su barrio. En los últimos tiempos ha
ido emergiendo la potente imagen de una China «fábrica del mundo» de
la que los productos «Made in China» están por todas partes, desde ju-
guetes hasta celulares, pasando por lo mínimo necesario para la vida y
lo máximo para el desarrollo de las economías; de unos chinos que via-
jan como empresarios de cuello y corbata, promoviendo negocios millo-
narios.
Cuba no ha sido una excepción, pero con sus matices y la principal
diferencia está en los fuertes nexos políticos de ambos gobiernos, a pesar
que en el terreno de los negocios y las inversiones los vínculos no estén al
mismo nivel. No obstante, entre empresarios, funcionarios de gobiernos
en viajes de trabajo y residencias temporales, particularmente los más de
3.000 becarios universitarios chinos que se han movido por las calles de La
Habana, se ha revitalizado la presencia de chinos en la isla, aunque estos
no respondan al imaginario tradicional de lo chino en Cuba. Imaginario
que se mueve, en la medida que los programas informativos y educativos
de la televisión cubana proyectan cada vez con más frecuencia las trans-
formaciones del país; su presencia en las economías latinoamericanas y
caribeñas, en la cubana; las visitas de los altos mandatarios de uno y otro
lado.
Desde Cuba se comparten imaginarios similares a los de otros países
del hemisferio americano en los aspectos negativos del chino, incluyendo
España, a donde los chinos han llegado apenas 30 años atrás (Liu, 2013).
Entre ellos el mito de que todos los chinos son iguales o se parecen, o que
no se pueden entender ni diferenciar sus nombres. La expresión «trabajar
como un chino» refleja en el imaginario cubano e hispanoamericano (Liu,
2013, p. 169) lo mucho que trabajan, en contraste con la fama de los espa-
ñoles y latinos de holgazanes. En muchos países de América donde alcan-
zó la «trata amarilla» en los barcos con los culíes, también venían curan-

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deros, botánicos o médicos chinos, que alcanzaron gran fama, como en
Cuba el respetable Cham Bombia (Roig, 2000), cuyos méritos en el sacer-
docio de la asistencia al prójimo originó la frase «a ese no lo salva ni el
médico chino», también presente –con sus variantes– en el refranero po-
pular de otros países latinos.
Los aspectos positivos del imaginario cubano respecto a los chinos y
China son muy variados, intensamente fijados. A diferencia con otros paí-
ses, en los cubanos se siente una proximidad fraternal, más allá del vecino
solícito, del compañero de estudios o de trabajo descendiente de asiático;
o del visitante interesado. Es la íntima sensación de que no le es ajeno.
Mis percepciones como observadora social interesada en temas sobre
China por unos veinte años, coinciden con la generalización de que los
cubanos sienten simpatía y admiración por los chinos, acotado por el sen-
tido de la distancia cultural que perciben. A la vez aun se siente vigente el
contradictorio sentimiento de tendencia discriminatorio heredado de la
primera mitad del siglo XX, y que tiene sus raíces en el tratamiento a las
migraciones culíes en la segunda mitad del XIX, de rebajarlo en forma de
choteo. Así, según el tono y los matices de la voz se usa el vocablo chino
para expresar cariño o desdén.
Particular atención merecen las percepciones de los sectores de la po-
blación cubana más vinculados con China. Entre ellos los jóvenes cuba-
nos que hicieron largas estancias de estudios en China recientemente.17
Con algunos matices que le aportan diversidad a las visiones, de manera
general ellos consideran a los chinos talentosos y laboriosos, que saben lo
que quieren y orientan sus acciones a largo plazo, con una rigurosa tradi-
ción de sacrificarse por el bienestar de las generaciones futuras. Opinan
que China como un país que se proyecta estratégicamente, y tiene una
política certera de preparar a las nuevas generaciones con dominio de
idiomas y técnicas, enviándoles a estudiar y trabajar a esas regiones para
que adquieran experiencia y se familiaricen con el medio social y empre-
sarial, de manera que estén listos para asumir los cargos empresariales,
estatales y gubernamentales. Coinciden en esencia sobre los atributos de
inteligentes y esforzados, con los ya muy adultos –alrededor de los 70 años
de edad–, que estudiaron en aquel país en la década de 1960,18 cuando aún
el desarrollo del país era modesto y las condiciones de vida y trabajo un poco
duras. Todos han quedado sentimentalmente marcados por ese período
importante de sus vidas y las reminiscencias de sus días allá. Hasta hoy
mantienen en ellos, en sus familiares y amigos más allegados presencia
de lo chino en la casa, ya sea en la decoración, en objetos de uso, a través de
los referentes cotidianos y las anécdotas recurrentes.
Entre los cubanos las percepciones sobre China se han movido tremen-
damente en los últimos 50 años, aunque los cambios sean más recientes,
resultado del nuevo acercamiento iniciado a finales de los años ochenta
del siglo XX entre los dos países y que hoy están totalmente consolidados.

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Las visiones sobre los chinos hace unos 50-60 años eran relativamente
similares a las de principios del siglo XX, pero los aspectos negativos te-
nían más espacio en la dicotómica imagen, debido a su exacerbación por
los grupos élites cubanos en la república de la primera parte del XX. Hoy
los elementos positivos los superan. Hay visión generalizada sobre la su-
perioridad –término clave en sus expresiones– de la cultura china y la for-
taleza de las creencias tradicionales en su población, aderezados con la
posición clave de China en la escena internacional y en particular, en la na-
cional cubana, donde representa un seguro socio comercial y económico
y un estable y cada vez más poderoso aliado político.
Los viejos atributos del imaginario van cediendo ante la decodificación
innecesaria, en la medida en que China y los chinos han encontrado la
manera de comunicarse con sus interlocutores de esta y demás partes del
mundo.
Queden así estas ideas como una indagación preliminar en un tema
sumamente interesante y que agradezco a los colegas de la Universidad
Autónoma de Barcelona por la oportunidad de introducirme en esos cami-
nos escabrosos de la percepción y los imaginarios de asiáticos en la anti-
llana Cuba…

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Notas

1. Denominación dada por Pérez de la Riva a la corriente migratoria china procedente


de Estados Unidos, fundamentalmente de California, vía México o Nueva Orleans, huyendo
del movimiento y las leyes antichinas en ese país.
2. Publicado en varios medios aquí referimos su edición como parte de un libro que
compila textos del autor.
3. Las guerras por la independencia fueron tres: además de la de referencia (1868-1878),
le siguió la llamada Guerra Chiquita (1878-1879) y más tarde la denominada Guerra de In-
dependencia (1895-1898) porque de ella resulta la liberación del coloniaje español.
4. Autor de numerosos trabajos sobre la participación del chino en la independencia de
Cuba.
5. Se usa el término asiático para variar con el de «chino», lo que facilita el hecho de
que para los cubanos todos los asiáticos con ojos «achinados» son chinos.
6. Antonio Chuffat Latour. Ex profesor y traductor de la Colonia China de la Habana
1885, Ex secretario del consulado Chino de Colón y Jovellanos en 1892. Ex secretario de la
Unión Comercial China de Cienfuegos 1901. Ex inspector de Sanidad. Jubilado. Actual
Secretario Traductor del Partido Nacionalista de China Kuo Min Tang de Cienfuegos (datos
reseñados en el propio libro del autor).
7. Respuestas contenidas en el Anexo al despacho I. G. Cuba/No. 1 de 1873, «Memo-
rándum de las preguntas que deben responderse. Cuba y Culíes/Comisión China 1873».
8. Este período es marcado por investigadores consultados (García, 2003; Pereira, 2013)
desde finales de la década de 1980 del siglo XX y continúa hasta hoy.
9. Que llegando en años de guerra con un poco de dinero, aprovechan la situación para
establecer negocios y prosperar económicamente, mientras los llegados como culíes todavía
están cumpliendo contratos o se han rebelado y luchan por su libertad en la manigua.
10. Santa Bárbara, del panteón católico y Changó entre las deidades principales de la
Santería o Regla de Ocha, entre las religiones afrocubanas
11. No solo la Santería, sino también en las prácticas del espiritismo, el Palo Monte,
entre las más comunes.
12. Refieren a Meza, Ramón en «La inmigración útil debe ser protegida», La Habana,
1906, pp. 20-22.
13. Referencia al periódico El Industrial de marzo de 1924.
14. Citan a Catellanos, Israel en «El apodo de los delincuentes en Cuba», Revista Bi-
mestre Cubana, 1926.
15. Narrador y ensayista; Premio Casa de las Américas 1993 por el testimonio «El im-
perio de La Habana».
16. «(…) un estilo occidental que pretende dominar, reestructurar, y tener autoridad so-
bre Oriente», Edward Said, Orientalismo, Libertarias, Madrid, 1990.
17. En el proceso de observación que por varios años sometí al grupo de estudiantes

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cubanos que estudiaron idioma chino en China, específicamente los de la Universidad de La
Habana que hicieron la carrera universitaria allá, las opiniones de la mayoría a su regreso
coincidían positivamente.
18. En encuentros colectivos con un grupo de unos 7-8 de estos cubanos, más las entre-
vistas a uno de ellos, Cristóbal Martínez, como caso de estudio

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6
Yellow Peril, Model Minority, Honorary White,
Perpetual Foreigner, Tiger Nation: Chinese in
America, Global China and the United States
Evelyn Hu-DeHart

Introduction: A Brief Historical Overview

The specter of Global China in America can be most palpably felt and
measured by the presence of Chinese immigrants and their descendants
over the course of the entire history of the United States. Even before
gold was discovered in California in the mid-nineteenth century, Chinese
immigrants had made their way to New York City, Newport, Rhode Is-
land, Boston and other points in the East Coast, carried there by the long-
standing New England trade with China that predated American Indepen-
dence in 1776. Thus, Chinese are among the oldest immigrants in
America, and they have continued to come ever since, so they also count
among the newest immigrants. Chinese immigrants have also always
found themselves in the midst of heated debates about immigration and
immigrants, their social and political status often determined by China’s
position in the world at any given time, and by U.S.-China relations as
both countries developed economically and geopolitically.
That the United States of America is a nation of immigrants is undis-
puted fact. But it is also true that not all immigrants from around the
world who have arrived at these shores have received the same reception,
whether welcomed or repelled, integrated or excluded, extolled or vili-
fied, at different points in history. Furthermore, despite declarations of
commitment to diversity and multiculturalism since the Civil Rights
movement of the 1960s, the majority of Americans continue to identify
the nation as white and founded on the principles of Western Civilization
and Christian values, which they view as central to the ideas of freedom and
democracy. Given this deeply entrenched master narrative of American
self-identity, immigrants who are not European in origin, Christian or
white, have historically experienced enormous difficulty becoming Ame-
rican with all the attendant political rights such as citizenship and voting.

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Of course, the United States of America was invented by Europeans, who
called themselves «settlers» rather than «immigrants», and who very un-
self consciously declared themselves both «free» and «white», in marked
contrast to Africans whom they enslaved and later to Asians whom they
subjugated as «coolies». Indeed, the 1790 Naturalization Law of the new
republic very distinctly limited U.S. citizenship to «free, white immi-
grants».
But from the beginning, white settlers also needed help to make the land
produce bountifully, both food and commercial crops, to build the rail-
roads that linked the nation from east to west, to unearth natural resources
that gave rise to industries and manufacturing. Meeting the insatiable de-
mand for labor were more newcomers from Europe, but especially slaves
from Africa, manual laborers from China, farm workers from Mexico.
The white settler society basically tolerated these undesirable immigrants
as a temporary and necessary evil.
As I begin this essay on July 4, 2014, U.S. Independence Day –found-
ing of the republic– the country finds itself once again contorted over the
issue of immigration, agitated about the large numbers of «bad» or un-
wanted immigrants without documentation already in the U.S. or clamor-
ing to get in, while celebrating the impressive achievements of «good»
immigrants who help build America’s economy and undergird her cultur-
al and educational institutions. The undesirables are almost always de-
picted as low-skilled, low-paid, nameless agricultural and service work-
ers from Mexico and Central America, while the celebrated are Nobel
Prize winners, writers, composers, judges and other highly educated intel-
lectuals and professionals, primarily from Europe with a smattering from
Asia (India, China, Korea, Japan) and the rest of the non-western world.
On this July 4, 2014, the Carnegie Corporation of New York published a
full page ad in The New York Times extolling immigrants as «The Pride of
America». Front and center is Andrew Carnegie himself, an immigrant
from Scotland at the beginning of the twentieth century. Surrounding him
are 42 current immigrants who have distinguished themselves in their
chosen fields; a highly visible ten or 25 percent, are of Asian descent,
while tokenized blacks and Latinos are barely visible (The New York
Times, July 4, 2014).
Chinese immigrants, who have been coming to the United States since
the middle of the nineteenth century and are still coming, their numbers
not even significantly curtailed during the era of the somewhat misnamed
Chinese Exclusion Act (1882 to post World War II), have a unique place
in American immigration history in that they have experienced all the ups
and downs of being alternately bad and good, jerked from one extreme to
the other, maligned and praised, bullied and pampered (for a detailed
study of Chinese immigration to the U.S. during the Chinese Exclusion
era, see Lee, 2003). This long history of nearly continuous Chinese mi-

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gration to the United States has taken place while China itself confronted
multiple political challenges and underwent dramatic political transfor-
mations, from the semi-feudal Qing dynasty of the nineteenth century, to
the establishment of the Chinese republic in 1911 led by Sun Yat-sen,
followed by the Guomindang (GMD) under Chiang Kai-shek in power
until World War II, when Chiang lost power and the mainland itself to
Mao Zedong and the Communists in 1949.
Initially for a few decades, the Communists withdrew from most of the
world and turned largely inward, while the world, led by the United States
as the leader of the «free world» during the Cold War, marginalized «Red
China», elevating the GMD on the island of Taiwan as the Republic of
China, the Chinese government-in-exile which conducted world affairs in
the name of China. In the 1970s, the Chinese on the mainland forced the
world to reckon with the People’s Republic of China (PRC) by changing
its own course towards development, opening up her vast markets and
labor reserve to the world economy. Following action taken by the United
Nations in 1971 to recognize the PRC as the sole representation of China
in this world body, the United States and almost every nation worldwide
gradually recognized the PRC as the legitimate and sole China, forsaking
Taiwan on pragmatic geopolitical grounds, and putting closure on the
Cold War by the end of the 1970s.
By the time the United States and the PRC established diplomatic ties
in 1978, many Chinese immigrants had already reached the United States
from Taiwan, most of them educated at home seeking higher professional
degrees in the U.S. China has also resumed her historical role as an immi-
grant sending nation to America. Today, in the twenty-first century, a
prosperous China is witnessing ever more out-migrants, to traditional
destinies in Southeast Asia, Oceania (Australia and New Zealand),
throughout the Americas including South America, and to many new des-
tinations in Africa and Europe, perhaps nowhere more popular than the
United States. In the rest of this essay, we will trace the experience of
Chinese immigrants to the United States against the backdrop of China
itself in its successive political formations, focusing on the current era of
the PRC as a world power and economy second only to the United States,
as these two erstwhile trade partners in the nineteenth century, implacable
rivals during the Cold War, and now wary and often uneasy, but co-de-
pendent sparring partners looking out for their own interests while trying
to manage global conflicts.
What may appear to be irrational or inexplicable shifts in reaction to
Chinese immigrants over the course of time can in fact be explained by
domestic U.S. politics as well as the place of China in the world, specifi-
cally the decline and rise of Chinese geopolitics during the long history
of Chinese migration to the United States. In other words, U.S. politi-
cians and policy makers, the media and public have tended to project

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onto the Chinese in America their anxieties and desires, their hopes and
fears, both at home and in their relationship to the behemoth of the East
called China.

Yellow Peril

America’s relationship with China began during the colonial period


and continued after Independence from England, when New England
merchants in Boston and Providence engaged in lucrative trans-Pacific
trade with Canton and Amoy (Guangzhou and Xiamen), Hong Kong and
Macao.1When the newly acquired territories on the Pacific Coast and along
the U.S.-Mexican border needed a rapid infusion of cheap manual labor
in mid-nineteenth century,2 American entrepreneurs and politicians turned
naturally to China, a country already familiar in the minds and imagina-
tion of this still new nation.
Shortly after they arrived in the nineteenth century, the Chinese in
America were constructed in a sinister, ominous way as a «yellow peril»
that posed a serious threat to American innocence and purity even as their
cheap and dependable manual labor was coveted for opening up the vast
American West for gold mining, railroad construction to link the country
from West to East, and commercial agriculture. Southern states in the
throes of the slavery debate in the 1860s also toyed with the idea of fol-
lowing Cuba’s example by importing Chinese contract labor to supple-
ment the dwindling supply of fresh African slaves on their plantations,
but eventually abandoned it on ideological and practical grounds. Chinese
«coolies» were rejected for extending unfree labor on American soil and
hence a threat to American civilization.3 Thus the «yellow peril» laid the
groundwork for eventual exclusion while temporarily tolerating Chinese
presence in America as a necessary stop-gap labor measure –today, the
Mexican and Central American immigrants as the «illegal alien» serves
the same purpose of simultaneous inclusion in the domestic labor market
and exclusion for reasons of racism and politics at home.
America carried out its callous and discriminatory practices towards
Chinese immigrants with relative impunity in the face of a weakening
China. During the nineteenth century and into the first decade of the
twentieth century, China under Qing dynasty rule was weak, especially
after devastating beatings by Europeans during the Opium Wars of
mid-century and again, during the Boxer Rebellion a few decades later.
Many southerners in Fujian and Guangdong provinces looked overseas
for livelihood, with hundreds of thousands, up to millions –the exact
numbers cannot be determined– migrating to Southeast Asia and to the
Americas, from Canada to South America, with the United States East
and especially West coasts the main destination for largely male laborers.4

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When the United States enacted the so-called Chinese Exclusion Act in
1882, contrary to popular notion, the country did not really exclude all
Chinese, but only laborers. In fact, Chinese in the capacity of merchants,
students, diplomats and travelers, continued to come in considerable
numbers until 1924, when the first comprehensive immigrant act of the
United States curtailed all immigration from the «Asiatic barred zone»,
further imposing a «national origins» quota5 that gave preference to
Northern Europeans while severely limiting Eastern and Southern Euro-
peans in addition to Asians.6

Model Minority

Immigration to the United States from around the world picked up


again when the U.S. Civil Rights movement of the 1960s rendered the
racially tinged national origins quotas untenable, replacing it in 1965 with
a new immigration law that once again opened America’s doors to immi-
grants from Asia, on an equal basis with the rest of the world. But the
United States also allocated rather limited numerical slots for the Eastern
and the Western hemispheres, 120,000 immigration visas for each one,
assigning equal numeral quotas to each nation.7 The significance for Chi-
nese immigrants in this postwar era through the 1960s and into the early
1970s was the paucity of Chinese immigrants from the mainland itself.
Because Taiwan as the Republic of China was the embodiment of China,
Chinese from Taiwan –«free China»– constituted the bulk of Chinese im-
migrants to the U.S., with other ethnic Chinese trickling in as re-migrants
from other parts of the world: Hong Kong, Southeast Asia, even Latin
America and Caribbean, Canada, Europe and Africa.
Furthermore, these new Chinese immigrants who streamed into Amer-
ica as a trickle in the immediate postwar years and steadily grew into a
veritable rush in the eighties and nineties, when mainland Chinese re-en-
tered the picture, continuing unabated in the twenty-first century, are
markedly different from their nineteenth-century predecessors. They
come from all over China, not just predominately from Guangdong prov-
ince in the south. There are now more women and children than men, in
other words, families have been coming. Moreover, while laborers con-
tinue to arrive for menial jobs in restaurants and sweatshops, many more
come armed with high levels of education, acquire more degrees after
arriving, and expect their children to aim even higher. In fact, U.S. poli-
cy-makers articulated a new approach to selecting Chinese immigrants in
the immediate postwar years as the Cold War emerged. They argued that
well educated Chinese refugees fleeing Communism who were stranded
in Hong Kong or had relocated to Taiwan -so-called «intellectuals»-con-
stituted «the best types of Chinese» to be new immigrants to the United

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States.8 By the mid-sixties, educators, policy and opinion-makers in the
U.S. invented the label of «Model Minority» for these Chinese as «good»
immigrants.
These new Chinese immigrants also entered the United States with the
enactment of the Walter-McCarran Act of 1952 which offered citizenship
to all immigrants regardless of race, overturning the long held 1790 race-
based Naturalization Act, followed by the Civil Rights Act a decade later
that dismantled the legal framework of institutionalized racism. Although
American apartheid was primarily aimed at upholding white supremacy
by denying equal opportunities to the descendants of African slaves,
Asians in America were nevertheless caught in the long tentacles of
American racism. Even more than Chinese exclusion, the dragnet cast
over all Japanese in America except those in Hawaii that forced them to
relinquish well established businesses and lives in California to enter con-
centration campus as «enemy aliens» during World War II was more vio-
lent and unjustified than any anti-Asian action ever undertaken by the
U.S. government.
To the world of the Cold War era, presumed anti-Communist Chinese
immigrants as Model Minority was a rebuke to Communist China. Inter-
nally within the United States, the Model Minority was served up as a
counter example to put to shame less successful and docile minorities
who were not living up to the American Dream, yet dared riot in the
streets to protest. That Asians were still a «minority», hence non-white,
was not being reconsidered. Many Asian American scholars reject the de-
ceptively positive Model Minority label as an invidious comparison to
long time U.S. minorities –blacks and Mexicans– who could not so easily
accumulate sufficient cultural capital to succeed after literally centuries of
state-sanctioned violence and institutionalized racism.

Honorary White and Perpetual Foreigner

Moving the Model Minority to incorporate «Honorary White» status


was a natural progression, but it was just another cheap gesture, some
Asian American critics charged, uncomfortable at being thrust into yet
another category not of their choice. Many, but not all, Chinese Ameri-
cans accepted the invitation to align their interests with white America,
such as to repeal Affirmative Action policies in higher education, lower
income and property taxes, assert a more muscular foreign policy agenda.
This seemingly more refined, but still half-hearted, embrace of Chinese
and Asian Americans took place against the background of dramatic de-
mographic shifts in American society that saw a rapidly diminishing
white majority in the face of an alarming growth of minority Americans
–blacks and Latinos– both bolstered by high birth rates and immigration.

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While it is obvious that, since 1965, Latinos are largely constituted of
Mexican, Central American, South American and Caribbean immigrants,
legal and undocumented, black immigrants from the Caribbean, Brazil,
and Africa itself have enlarged and diversified the black population of
America. Demographers predict with confidence that by 2050, the United
States would become a «majority-minority» nation, that is, minorities
would exceed whites numerically. In surveying this changing racial land-
scape of the land, white Americans determined that Model Minority
Asians can be enticed to become suitable political allies by conferring on
them the title as «Honorary Whites». Nevertheless, Chinese and other
successful Asians continue to be racially constructed, located somewhere
in an imprecise point between white and black, the two poles of the Amer-
ican racial regime (Hu-DeHart, 2001).
The world had also changed; the Cold War had faded away with the
dissolution of the Soviet Union. The United States would soon be on
the lookout for the next major threat to her security and prosperity. Mean-
while, her doors remained open, or pried open if shut, to immigrants from
around the world, from Latin American and especially from Asia, now
including many new Chinese immigrants flowing in from the mainland,
the Peoples’ Republic of China. Yet in embracing new Chinese and Asian
immigrants, the United States continued to keep them at arms’ length,
keeping alive the suspicion that they could in a minute revert to being an
untrustworthy «Perpetual Foreigner», the implicit flip side to the Honor-
ary White construction (Tuan, 1998).
It was during the Honorary White era that China rose to become a
world economic power with commensurate political muscle, understand-
ably unnerving the United States. China’s rise to world power triggered
one disturbing response in the United States, which was to look for spies
in the Chinese American community who passed technology and national
security secrets to Beijing. Right wing Republican congressman Christo-
pher Cox issued the multi-volume Cox Report on National Security and
the People’s Republic of China that made many sensational charges, in-
cluding the claims that every 80.000 Chinese who travels to the U.S. each
year is «tasked to find high-tech tidbits». «No other country has succeed-
ed in stealing so much from the U.S.», he loudly announced (Lee, 2001,
p. 142).
It was against the backdrop of the Cox Report that Dr. Wen Ho Lee
was charged with spying for Beijing in December 1999. He was one of
many hard working scientists at New Mexico’s Los Alamos National
Laboratory, originally set up by the Manhattan Project in 1943 to develop
the atomic bomb, which was dropped on Hiroshima and Nagasaki to has-
ten the end to World War II. Unable to make its case against Dr. Lee, the
U.S. had to clear him of the espionage charges, with a federal judge apol-
ogizing to him for the government’s abusive treatment of a citizen. The

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charge was peculiar to begin with, because, as Dr. Lee noted in his own
defense, he was born in Taiwan when it was a Japanese colony in 1939;
like the majority of Taiwanese Chinese, his peasant grandfather migrated
across the Taiwan Straits from southern Fujian province. After college in
Taiwan, young Wen Ho Lee jumped at the opportunity to continue his
education in the U.S., receiving a Ph.D in Mechanical Engineering from
Texas A&M University. Among the early postwar Chinese immigrants to
the United States, who were largely from Taiwan as noted earlier in this
essay, he became a U.S. citizen in 1974. In short, he had no motive to risk
his quiet life in placid New Mexico, where he enjoyed fishing as a hobby,
to boost China’s nuclear ambitions (Lee, 2001, p. 142; Lee specifically
blames the Cox Report for leading U.S. spy catchers to his office door at
Los Alamos).
Also acquitted were two other Chinese Americans accused of espio-
nage in 2003, just after 9/11 changed the way the United States looked at
the world. Captain James Yee of the U.S. Army, a third generation Chi-
nese American from New Jersey and graduate of the West Point military
academy, was arrested in September 2003 while doing his duty, accused
of sedition, aiding the enemy, spying and espionage, presumably for
America’s enemies after 9/11. He had converted to Islam when posted by
the U.S. army to Syria, married his Syrian wife, and, after 9/11, assigned
to Guantanamo military prison as the Islamic cleric to administer to the
many Muslim captives. Espionage charges against Captain Yee were
dropped in March 2004, and he was honorably discharged soon after
(Yee, 2005).
At almost exactly the same time, Katrina Leung, Taiwan immigrant,
Cornell University B.A. and University of Chicago MBA (Business), de-
scribed by The New York Times as a «wealthy [suburban] socialite», a
«prominent businesswoman», and a «political fund-raiser among Chinese
Americans in Los Angeles», was charged as a spy for the PRC. She was
accused of surreptitiously lifting and copying national security documents
from the briefcase of her married FBI «lover» of twenty years while he
slept after sex in her lavishly appointed apartment. Beijing richly reward-
ed her for her daring escapades. Hollywood could hardly have crafted a
more lurid script, filled with sex, money and racial intrigue, for the U.S.
attorney who led the prosecution, Debra W. Yang, was also of Chinese
heritage9 («All Charges Are Dismissed», The New York Times, January 7,
2006). Within the year, charges against her were dropped. With the colos-
sal collapse of these inept, if not outright laughable, cases, the U.S. aban-
doned such attempts to embarrass the PRC government, and has since not
pursued similarly high profile cases against Chinese American individu-
als, preferring instead to lodge charges against Chinese nationals in China
conducting government-sanctioned cyber espionage.10
Chinese American reaction to these accused Chinese spies were swift

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and furious, especially regarding Dr. Wen Ho Lee, the highest profile case
–billed as «the worst espionage case since the Rosenbergs»; Jewish
Americans with communist affiliations accused of spying for the Soviet
Union at the beginning of the Cold War– because it purportedly involved
stealing nuclear secrets for the Communists in China.11 Of the three cases,
his received the most national attention, for the severity of the charges
leveled against him, the almost one year he spent in jail without given
recourse to bail, the time it took to bring the case to a final resolution, and
the dramatic way in which Federal Judge James Parker closed it down in
September 2000 with a heartfelt apology to Lee, when the government
dropped the case before going to trial. Outraged Chinese Americans in-
cluded the distinguished and high profile journalist, activist and writer
Helen Zia, who co-wrote Wen Ho Lee’s memoir of his ordeal (Lee, 2001).
Many Asian American professional organizations, civil rights associa-
tions and advocacy groups mobilized and signed petitions on his behalf,
such as the Association of Chinese-American Engineers and Scientists of
New Mexico, Overseas Chinese Physics Association, Asian American Le-
gal Defense and Education Fund, Asian Law Caucus, National Asian Pa-
cific American Bar Association, Chinese for Affirmative Action, Chinese
American Citizens Alliance, Organization of Chinese Americans. Also prom-
inently represented were organizations that represented the 150.000 or so
Chinese scientists and engineers then working in American industry, gov-
ernment and academia, including 15.000 in the defense sector. The Asso-
ciation for Asian American Studies (AAAS) and the Asian Pacific Ameri-
cans in Higher Education (APAHE) association called for Chinese and
Asian American scientists and engineers to boycott federal laboratories
such as Los Alamos by not applying for jobs with them. The major Amer-
ican civil rights organization, the ACLU (American Civil Liberties
Union), also weighed in on behalf of Dr. Lee. But there is no question that
the rapid and broad mobilization of Chinese and Asian American profes-
sional and civic organizations across the country pushed the government
and the courts to release Dr. Lee after 278 days spent in jail without trial
and without access to bail (Lee, 2001, Chapter 11).
The spy charges against Dr. Lee and its collapse was a perfect case for
the Committee of 100 (website committeeof100.org), which also came to
his defense. It was founded by a group of prominent Chinese Americans
in 1990, shortly after the Tian’anmen incident and massacre in June 1989,
which had severely damaged China’s reputation in the eyes of the Ameri-
can people. Founding members included G. M. VP Shirley Young, Chan-
cellor Chang-lin Tien of Berkeley, pre-eminent cellist Yo-Yo Ma,
world-renowned architect I. M. Pei. Its stated goal is to bring «a Chinese
American perspective to issues concerning Chinese Americans and U.S.
relations with China. To encourage constructive relations between the
peoples of the United States and China. To encourage full participation of

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Chinese Americans in all fields of American Life» (Italics added). This
elite group was concerned about Sino-U.S. relations and the state of Chi-
nese America, and remains focused on improved interaction between the
United States and China. They seemed to understand that a strong China
in world affairs and good relations between China and the U.S. would
benefit and protect Chinese Americans. Very significantly, in its mission
statement, the Committee of 100 urges Chinese Americans to become ful-
ly integrated into American life, to become good Americans, in other
words. Ultimately, the Committee seems to argue, this is the only way
that Chinese Americans could avoid charges of disloyalty to the U.S., for
that is exactly how espionage charges implicate all of them.12 Certainly
Wen Ho Lee got the message. Concluding his memoir, My Country Ver-
sus Me, he noted: «I hope Chung and Alberta [his adult children] and their
generation will be more involved in politics than my generation did. If
one clear message comes of my persecution, it is this: The Chinese Amer-
ican and Asian American people have to stand up» (Lee, 2001, p. 329).

Tiger Nation

The phenomenon of projecting America’s anxieties about her self-iden-


tity onto Asians in America, particularly Chinese immigrants, has persist-
ed to the present day, when a new metaphor is appearing on the horizon,
that of the «tiger nation». In the immediate post World War II era, tigers
referred to the energized Asian economies which reared their dynamic
heads and led the way towards globalization –Japan, Taiwan, South Ko-
rea, Singapore, soon joined by China which would outrun all of them by
the end of the twentieth century–. Today, Chinese and other high achiev-
ing East and South Asian immigrants are touted as constituting the rising
«tiger nation», the «country’s best-educated, highest-earning and fast-
est-growing racial group. They share with American Jews both the dis-
tinction and the occasional burden of immigrant success», so trumpeted
the The Wall Street Journal in huge headlines in October 201213 (The Wall
Street Journal, Oct. 27-28, 2012, pp. C1-C2).
The idea of highly successful Chinese as tigers had just been popular-
ized world-wide by Amy Chua, Yale law professor and daughter of Filipi-
no-Chinese immigrants, in her sensational, best-selling account about
Chinese parenting practices that she claimed were superior to Western
methods of child-rearing. In the combatively titled Battle Hymn of the
Tiger Mother, she depicts harsh and extreme, even cruel, but highly suc-
cessful approaches to raising her daughters that produced impressive aca-
demic and other achievements, such as piano recital at Carnegie Hall,
admission to Harvard (Chua, 2011). Although she maintains that her book
was intended as a comical, self-satirical memoir, most readers in the U.S.

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and in Hong Kong and China –where the book was translated and became
a best-seller as well– probably read her account literally, reacting in admi-
ration if they concur, or in despair if they could not emulate her model for
lack of resources.
Asian American academics and critics, who see their intellectual and
educational role in America having in part to do with dispelling negative
stereotypes and combatting discrimination, have felt particularly stung by
a fellow high powered Chinese American academic’s apparent insensitiv-
ity to self-Orientalizing. Some note that the tiger metaphor perpetuates
the racialization of Asian Americans as foreign aliens long associated
with dragons, tigers, rats, locusts and other exotic, noxious or ferocious
animals.14 Furthermore, in playing up Asian superiority to Western values,
she has stoked the fear already brewing in the general public about an
overly aggressive China nipping at America’s heels for global economic
and political domination, recalling strains of the notorious Cox Report in
the late 1990s. Heightening the drama, this book was released with sensa-
tional publicity about superior Chinese values on the occasion of Chinese
President Hu Jintao’s visit to the U.S. soon after Secretary of Defense
Robert Gates’ own visit to China was clouded by controversy over Chi-
na’s testing of stealth fighters. The concurrent release of yet another com-
parative education achievement index that, once again, put Chinese high
school students way above their American counterparts, further height-
ened U.S. anxiety of China’s military and intellectual prowess.

Chinese Americans in 21st Century America: A Sober Assessment

Here is where Chinese and other Asians in America stand in 2014, us-
ing U.S. census data, which documents a clear picture of immigrant suc-
cess. Yet, as the Orientalized label of «tiger nation» suggests, successful
Asians remain largely a racially constructed alien even as they grasp the
brass ring of the American Dream. Single or mixed-race Asians in Amer-
ica are estimated to be 18,9 million, a growth of another 1,6 million from
17,3 million just two years ago, in 2012. Of this number, 4,2 million are
of Chinese descent (except Taiwanese),15 the largest Asian group followed
by Filipinos (3,6 million), East Indians/South Indians (3,3 million), Viet-
namese (1,9 million), Koreans (1,8 million) and Japanese (1,3 million).
Besides these largely highly educated, high achieving and high-earning
Asians, there are ten or more other Asian ethnicities in America, such as
Indonesian, Thai, Laotian, Cambodian, Malaysian, as well as the largely
Chinese Taiwanese and Singaporean. At almost 19 million strong, grow-
ing 46 percent between 2000 and 2010, they constitute the fastest grow-
ing racial group and represent 6 percent of the total U.S. population, up
from less than 1 percent in 1965. By comparison, whites are 63 percent

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(198 million), Latinos are 17 percent (52 million) and blacks are 12 per-
cent (38 million). Asians are still overwhelmingly of the immigrant gen-
eration, fully three quarters of whom, or 74 percent, are born outside the
U.S.
Asians also have the highest median income in the U.S., at $70.644, a
sum higher than for whites. In educational attainment, they also soar
above whites and all other groups, with 51 percent of those 25 and older
holding a Bachelor’s degree, compared with only 29 percent for all other
Americans; 21 percent of Asians hold graduate or professional degrees,
compared with only 11 percent for all Americans. While only 6 percent of
the total population, they are overwhelmingly represented in the student
body of the country’s most selective public and private universities, ac-
counting for at least ten and often over twenty percent in the Ivy Leagues
and over fifty percent in the top University of California campuses such
as Berkeley and UCLA, making them the most highly educated cohort in
American immigration history. It is also noteworthy that many came with
the first college degree from their Asian home countries –China, India,
Korea, Philippines– marking this population movement a major brain
drain from Asia to America. Immigrants from Asia are better educated
than those who stay home. Asians in America also have more intact –two
parents– families, and a much lower rate of children born to a single
mother –16 percent compared to 41 percent for population at large–, with
higher tendency to live in multi-generational households.16
Of the over four million Chinese, the biggest ethnic group of all
Asians, three in five (60 percent) come from Mainland China; while this
includes some third and fourth generation Chinese descendants of the
nineteenth century Guangdong immigrants, most of the current mainland-
ers are new immigrants, most coming with families, with women over 50
percent. Another one in sixth, or 16 percent, is from Taiwan, 10 percent
from Hong Kong and the rest, 15 percent from the Chinese diaspora
(Cuba, Peru, Southeast Asia, Canada, etc.) These Chinese exhibit a bi-
modal distribution in employment, split between white and blue-collar
sectors. Just over 50 percent work in managerial and professional occupa-
tions, notably software development, engineering, medicine, pharmacy,
law, university, finance, accounting and auditing, research and teaching.
Most of these are well-paid private sector jobs, enabling most Chinese
Americans now to live in middle class suburbs with aspirations to send
their children to Stanford and the Ivy League, or to Berkeley and UCLA.
Chinese from Taiwan and Hong Kong are concentrated in this sector.
Beginning in the 1980s with Taiwan, as well as Hong Kong Chinese
and Southeast Asia, a novel form of transnational family appeared among
immigrants coming from those places that was a strategy for the children
to be well educated in the U.S. without the constant presence of their par-
ents. With parents returning to Taiwan or Hong Kong to work or mind

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businesses in Asia, children in these families are sent to live with rela-
tives, sometimes a trusted servant in their own house, typically in South-
ern California with its large Chinese American community. Up to the
mid-1990s, there could have been as many as 40.000 such «parachute
kids» in America. They attend school and grow up in America, while par-
ents visit them as frequently as possible, and the children return to Asia
for the holidays. By the 1990s and into the present century, mainland Chi-
na is sending over the majority of students seeking a quality education in
America. By and large, these students grow up to join the growing ranks
of Chinese Americans (Zhou, 2009). Many are already more American
than Taiwanese, Hong Konger, Singaporean, Chinese.
At the other end of the spectrum, recent migrants from the PRC who
come under the family-reunification provision of the 1965 immigration
act are likely to come from working class backgrounds of historically
sending villages of Guangdong province in south China, as well as Fuji-
anese workers smuggled into the country by the notorious snakeheads.
They work as cooks, cashiers, waiters/waitresses in thousands of Chinese
restaurants across the land, and as sewing machine operators in China-
town sweatshops. Their labor helps maintain the economic viability of
major Chinatowns in America, such as New York City, Los Angeles, San
Francisco and Oakland, California, especially women –and some men–
who are employed as seamstresses in Chinese owned and operated cloth-
ing factories, some legal, many underground and commonly known as
sweatshops for their flagrant disregard of U.S. labor, health and safety
codes.17 Many of the undocumented Chinese labor migrants are smuggled
in across the Mexican border, or directly introduced to the United States
in unseaworthy boats such as Golden Venture operated by Taiwan snake-
heads, and which floundered on the beaches of Queens, New York, in
June 1993 with 286 unfortunate souls on board, ten of whom perished
when the panicked passengers fought their way through the cold waters to
land on U.S. soil. Despite this and other similar incidents of exposed
smuggling, the United States seems strangely not so preoccupied with
these undocumented immigrants, rather focusing energy and resources
dealing with the millions of Mexican and Central American «illegal
aliens» hiding in plain sight throughout the United States and amassed
along the U.S.-Mexico border, doing jobs in agriculture and the service
sector that maintain cheap cost of living and high standard of living in the
United States for the rest of the people. Of course, the numbers of undoc-
umented Chinese, estimated at 200.000, pale beside the estimated six mil-
lion or so Mexicans, and 11-12 million total.
With actual visa allocations so small, the door that really swung wide
open for immigration after 1965 was through family reunification. In
2006, over 63 percent of immigrants from all countries come under this
category. Chinese immigrants from Macao (94 percent), Hong Kong

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(89 percent), Taiwan (78 percent) and China (58 percent) largely depend-
ed on family reunification preferences.18 In addition, one third of Chinese
immigrants from the PRC have entered in the capacity of «refugees and
asylees», citing human rights violations in family planning –one-child
policy– and religious freedom –followers of Falun Gong– among other
abuses recognized by the U.S. government. Political dissidents such as
the blind lawyer Chen Guangcheng garnered some publicity initially
when he was granted asylum in the U.S in 2012, but interest in his where-
abouts since leaving his temporary post at New York University in 2013
is no longer a matter of general public interest. Furthermore, several tens
of thousands from China enter each year with a H1-B temporary work
visa for high-tech workers, such as computer programmers, which Amer-
ican citizens tend to shun as repetitive and boring. Companies such as
Microsoft perennially petition the Secretary of Homeland Security to in-
crease the numbers above current limits set at 65.000 to 85.000 (in
2014).19
Historically, Chinese immigrants and their descendants have concen-
trated in New York State, California and Hawaii, but after 1965, Tai-
wan-born and later Mainland-born Chinese have fanned out across the
country. While still heavily located in California and New York, their
presence is also strongly felt in New Jersey, Texas, Massachusetts, Illi-
nois, Washington, Pennsylvania, Maryland, Florida, and every state of the
union. They also tend to reside in new suburban ethnic enclaves dubbed
«ethnoburbs», or, more specifically «Asia Towns» or even «new» or «sub-
urban Chinatowns», with good public schools, vast shopping centers with
Chinese supermarkets, upscale restaurants and other businesses catering
to their tastes and cultural preferences.
If we examine the top metropolitan areas where Chinese Americans
live and work, it becomes clearer what attracts them to these localities,
which in turn reflect their occupations in high tech, computers, finance,
health science and other research, academia: New York City, Los Ange-
les, San Francisco, Oakland, San Jose, Boston, Chicago, Washington,
D.C., Seattle, Philadelphia, Honolulu, Houston, San Diego, Sacramento,
Dallas/Forth Worth, Atlanta, Portland, Phoenix, Las Vegas, Minneapolis/
St. Paul, Denver-Boulder, Austin, and a cluster of New Jersey towns be-
tween New York City and Philadelphia. Chinese Americans are also over-
whelmingly young, although the median age of 35 in 2000 has inched up
to 37,4 in 2006. Dramatically reversing history, there are now more wom-
en, 52 percent, than men; families are important, as over 60 percent of those
15 years and older are married. The solidly middle-class majority of Chi-
nese Americans keep their family size small, averaging 3,4 persons, just
above the 3,2 average for the general population. Further reversing histo-
ry is the overwhelmingly urban nature of Chinese Americans.
The bimodal pattern in education and occupation is very pronounced

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in Chinese Americans, more so than in the other major Asian immigrant
communities, the South Indians and the Filipinos. While twice as many
Chinese Americans have a college degree or higher than the general pop-
ulation (52 percent to 27 percent), one in five, or 20 percent, of them do
not have high school diplomas, and these also tend to earn less and more
likely to live in poverty.20 This bifurcation is particularly sharp among
Mainland immigrants, but it narrows considerably among young immi-
grants –labeled 1.5 generation by immigration scholars– and in the U.S.-
born second generation, meaning that less educated, working class immi-
grant parents tend to direct limited family resources to their children’s
education, investing in this endeavor as a proven path to social mobility.
While all immigrants probably exhibit intergenerational educational up-
ward social mobility, few apply this strategy as readily and as successful-
ly as Chinese Americans, who by the second generation can claim that
70-plus percent have college degrees or higher. Middle-class suburban
Chinese families redouble efforts by establishing private supplementary
tutoring facilities for their children, some of which teach Chinese as well
as core academic subjects.21 While bimodal, the distribution in education
and income skews upwards over time. Nearly three-fourths, 70 percent,
of Chinese Americans are U.S. citizens, twice as many (41 percent)
through naturalization as by birth.
Not surprisingly, education is closely linked to labor market participa-
tion, occupation and income. So it should come as no surprise that Asian
and Chinese Americans, the best educated racial group in America, also
have the highest family income, their earnings aligned with high paying
managerial and professional careers for the many with college and pro-
fessional degrees, and experience the lowest unemployment rate of all
Americans. Indeed, what the U.S. does seem keenly aware of are the le-
gions of Chinese scientists, engineers, computer specialists, doctors, law-
yers, research university professors, trained in leading graduate programs
and professional schools, viewing them with awe and appreciation,
though tinged with some fear and loathing. Wen Ho Lee reached out and
mobilized many of them as supporters. The Silicon Valley would not have
arisen and prospered the way it did without them. Like Dr. Lee, they rep-
resent the epitome of the Chinese American Model Minority cum Honor-
ary White, with many now ascending to tiger status. Besides Yale law
professor and best-selling author Amy Chua, other outstanding examples
are Jerry Yang, co-founder of Yahoo, a young immigrant –10 years old–
from Taiwan who grew up in the Silicon Valley and attended Stanford
University, the Valley’s great talent incubator. Steve Chen, co-founder of
YouTube, is another young immigrant from Taiwan. Dr. Steven Chu, son
of Chinese immigrant scientists who came to America before 1949, be-
came a celebrated Nobel Laureate in Physics. He was a Stanford profes-
sor and Silicon Valley veteran when selected by President Obama to be

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his first Energy Secretary. An unusual example may be Jeremy Lin, son of
Taiwan immigrants and engineers in the Silicon Valley (hometown: Palo
Alto) and a rare Harvard University basketball player who became a pro-
fessional basketball player by sheer persistence, hard work, late-bloom-
ing talent, and some luck. He is currently a starter for the NBA’s team in
Houston, the fifth largest Chinese American city.
Indeed, there is probably no better place to look for «Global China» in
America than the Silicon Valley of California, that unique stretch of high
tech companies and upscale communities in the San Francisco Bay Area,
stretching from the city to San Jose down the Pacific coast. This is where
Chinese Americans are most concentrated, along with other highly edu-
cated immigrants from Asia and around the world.22 Without the phenom-
enon of the Silicon Valley, which is built to a significant degree by im-
migrant entrepreneurship, creativity, innovation, ingenuity, guts and
risk-taking, Chinese, South Indians and other Asian immigrants might
still be stuck under the glass ceiling as worker bee scientists and engi-
neers of American corporations. Few Chinese Americans have been pro-
moted from within companies to be CEO’s; existing CEO’s by and large
have founded the companies that they lead, in the Valley or in society at
large. The sheer concentration of ethnic Chinese in the densely populated
region between San Francisco and San Jose, California, anchored by
Stanford University in Palo Alto, invites attention. While no more than
6 percent of the American population, Chinese and other Asians constitute
more than 25 percent of the population in the Valley; half a million Chi-
nese out of the four million total in the country work and live in the four
counties of San Francisco, San Mateo, Santa Clara, and Alameda. Almost
all are involved in the high-tech industry in one capacity or another, from
engineers to technicians, from managers to programmers, from inventors
and innovators to company founders and CEO’s. Furthermore, if profes-
sional and financial success promotes social integration, then it follows
that they put down roots –luodi sengen, a popular Chinese saying–, marry
and have children, acquire U.S. citizenship, and participate politically.
The Chinese in the Silicon Valley also illustrates the complexity and
diversity of Chineseness in the U.S., for they are not monolithic. A slight
majority hail from Taiwan and Hong Kong, although China is fast closing
in (Wong, 2006; data collected in late 1990s, early 2000). Whatever their
geographic origins, most came to obtain graduate degrees in high-tech
fields, at world-renowned research universities that dot the California
landscape –Stanford, Berkeley, UCLA, UC San Diego, Cal Tech (Califor-
nia Institute of Technology)–. Many are U.S-born Chinese flocking from
elsewhere in the state or country to the Valley, a giant magnet for the most
talented and ambitious. Like Chinese parents in general, they are highly
invested in their children’s education and future, not hesitant to buy ex-
pensive homes in upscale towns such as Cupertino and Palo Alto, whose

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public high schools are renowned for academic rigor and great success in
sending their graduates to the best universities (Stanford, Harvard, MIT,
etc.).23 Harvard graduate and professional basketball player Jeremy Lin
graduated from Palo Alto High School. Although other Asians –Asian
Indians, Vietnamese, Filipinos– are also well represented in the Valley,
the anthropologist Bernard Wong, who has studied Silicon Valley Chinese
extensively, consider them «pillars of the Asian Community in Silicon
Valley» (Wong, 2006).
In general, Chinese and Asian Americans are not noted for great dis-
tinction in sports and the arts, although in addition to Jeremy Lin, a few
other Chinese Americans, like him from Taiwan, have reached the pinna-
cle in their sports: Michele Kwan, figure skating, Michael Chang, tennis.
In the performing arts –on Broadway, in the movies and on TV, as well as
popular music– most Americans, even Chinese Americans, would be hard
pressed to name a major Asian or Chinese American star –the kungfu
movie star and pop culture icon Bruce Lee, perhaps? But he died too
young and long ago to have much of an impact today.
In the expressive arts, where one’s skin color and physical features
may not matter as much, and where it is the product that counts, Chinese
Americans have achieved particular distinction and high visibility in an
unlikely field: couture or high fashion. At both inauguration balls, Mi-
chelle Obama wore original gowns designed by self-identified Taiwanese
Chinese Jason Wu. Other Chinese American designers are: Anna Sui,
Philip Lam, Alexander Wang, Derek Lam, Jimmy Choo, Peter Som, Vera
Wang, Vivienne Tam. None of them express their creativity with a hint of
orientalism. Writing –fiction and otherwise– is more problematic, because
Chinese American writers who do not write about the «authenticity» of
their own experience with authority and otherwise self-Orientalize, such
as «tiger mother» Amy Chua, or «Chinaman» Eric Liu (both works cited
in this essay), are not likely to pick up a lot of readers, especially cross-
over ones. One reason for the worldwide popularity of Maxine Hong
Kingston’s Women Warrior is her perceived authority to write about the
Chinese woman’s experience in America.
One notable exception in the arts may be Taiwanese Chinese film di-
rector Ang Lee, who has achieved phenomenal success in Hollywood with
China themed movies (Crouching Tiger, Hidden Dragon; Lust, Caution),
Taiwan themed movies (Eat, Drink, Man, Woman), British (Sense and
Sensibility), American (Brokeback Mountain) themed, as well as the uni-
versal appeal of Life of Pi, which won him his second Best Director Oscar
in 2012. He is now celebrated in the U.S. as an American director, in Tai-
wan as one of them, and in China as «Chinese». There is perhaps no better
representative of «Global China» than filmmaker and director Ang Lee.
Another notable example is the Iowa-born Chinese American architect
Maya Lin, whose winning design for the Vietnam War Memorial in Wash-

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ington, D.C. was submitted when she was still a student at Yale. After the
initial controversy over her unconventional but eerily evocative approach
to commemorate war casualty subsided, she has undoubtedly taken great
comfort in knowing that the Vietnam Memorial has been the most visited
national tourist site in the capital, and that her original concept of etching
the names of the dead has been copied in memorials throughout the coun-
try and the world.
Silicon Valley Chinese may be strongly attached to «Chinese culture»
–which could be Taiwan or Hong Kong derived– but they certainly do not
all identify with the PRC as their homeland. According to anthropologist
Bernard Wong, the different groups of Chinese do not much intermingle
socially, rather, each forming «cultural and residential clusters». They are
too diverse. If anything, they are committed to being productive citizens
of the United States, the model advocated by the Committee of 100. As
Wong notes, «they all want to gain permanent residency and have their
children educated in the United States» (Wong, 2006, p. 24).
Another trend worth noting is the rate of out-marriage or inter-mar-
riage, which grows exponentially with the assimilated second generation.
For U.S. born Chinese men, the rate hovers at around 40 percent, and for
women, it is over 50 percent («A Portrait of Chinese Americans», 2008,
pp. 37-38). This tendency is probably more pronounced for middle-class
Chinese Americans who attend elite universities and enter lucrative pro-
fessional careers in high-tech, medicine, law, academics, for these are
precisely the spaces in American society whether they encounter and in-
teract with the diversity of other Americans, especially well educated
whites likes themselves.
How this level of integration translates into political participation is
just now being seriously and systematically studied by political scientists.
Chinese Americans naturalize at about the same rate as other Asian immi-
grants, becoming eligible to vote. Chinese American elected office-hold-
ers at the senatorial level has consisted of only one, Honolulu-born Re-
publican Hiram Fong, who served long ago from 1959-77. China-born
S.B. Woo served as Democratic Lt. Governor of Delaware. Gary Locke,
son of a laundryman from Guangdong –major source of early Chinese
immigrants–, became governor of Washington State, continued his illus-
trious political career as Obama’s first Commerce Secretary, and capped it
as U.S. Ambassador to China. While in China, he had to remind some
confused Chinese that he was there to serve America’s interest, and not to
advance China’s interest in America. Other Chinese Americans who have
served as cabinet secretaries –the highest echelon of presidential appoin-
tees after only Supreme Court justices who serve for life– include
Obama’s Energy Secretary Steven Chu (discussed above), and George H.
Bush’s Labor Secretary Elaine Chao, born in Taiwan, currently married to
the most powerful Republican senator, Mitch McConnell of Kentucky. Ed

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Lee, like Locke also descended from early Guangdong immigrants, is the
current mayor of San Francisco, while Jean Quan serves as mayor of
nearby Oakland. Only two, David Wu (Taiwan born) and Judy Chu (U.S.
born of Guangdong immigrants) have served in the U.S. Congress, repre-
senting Oregon and Southern California. Another fifty or sixty serve as
elected officials at various levels of state and local government.
As this list illustrates, most Chinese Americans who seek office identi-
fy politically with the Democratic Party, and most Chinese vote with that
party, having twice supported Barack Obama. On particular issues and in
relation to «homeland politics», their preferences wary according to per-
sonal immigration and place of origin, residential pattern in the U.S., in-
come, class, education, gender, age, and other factors that affect all com-
munities. Despite suspicions to the contrary, Chinese immigrants with
strong transnational ties to families and friends in their country of origin
do not engage with hometown and homeland politics to any significant
degree after moving to the U.S. (Wong et al., 2011; Lien et al., 2004).
Today, in the twentieth-first century, Chinese Americans are free to
travel to China, as tourists, to seek family roots, to attend conferences,
network and collaborate with professional colleagues, in the sciences and
engineering, but in the humanities and socials sciences as well. Even Wen
Ho Lee traveled to China to attend conferences related to his work in nu-
clear science. A small but impressive number of distinguished Chinese
American academics, mostly in the sciences and engineering, but in the
humanities and social sciences as well, have been lured to teach and lead
research institutions at China’s preeminent universities. The noted Confu-
cian scholar Tu Weiming, upon retiring from Harvard, now heads a hu-
manities institute at the venerable Peking University. One long time nu-
clear engineer with General Motors has returned to Shanghai to lead a
joint venture between GM and China to build the biggest wind tunnel in
the world, while his wife, a playwright and Theatre Studies scholar, holds
a prestigious academic position at Shanghai’s Jiaotong University. Many
Chinese Americans from the mainland have been lured back to teach and
lead research institutes at their Chinese undergraduate alma maters as
«Changjiang scholars», a prestigious multi-year fellowship open to Chi-
na-born scholars. Taiwan-born engineers and professors have also returned
to Taiwan to found computer companies and other high-tech industries,
teach and do research, their Americanized children in tow for the sum-
mers, but returning to the U.S. for schooling and college.
What China does not countenance, however, are U.S. interference with
domestic Chinese politics. When individual academics speak out in sup-
port of political dissidents, for example, they can be banned from China
indefinitely. Similarly, foreign newspapers and journalists that print sto-
ries unfavorable to China, such as the series of exposés published by The
New York Times and Bloomberg News about hidden family wealth of top

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Chinese Communist Party leaders, the PRC government punishes them
by banning or other restrictions24 (Wong, 2014). But none of these indi-
viduals or organizations caught in China’s crosshairs are Chinese Ameri-
cans. To be sure, in this century there have been some incidents involving
Chinese Americans arrested for committing political offenses or caught in
joint business ventures turned sour. Today, strains in U.S.-China relations
arise around international issues and incidents, such as recent Chinese
aggression in the South China Seas that provoked Taiwan, South Korea
and Vietnam, challenging America’s supremacy in the Asia Pacific since
World War II. Will a pax sinica supplant pax Americana? 25 Mutual accu-
sations of massive illegal hacking and cyber-spying are also widely re-
ported. None of these activities seem to involve Chinese Americans, nor
have they as a group expressed much concern over these matters, not even
the Committee of 100.
Meanwhile, China continues to permit a giant outflow of students to
the United States, traditionally involving only graduate students, but in
recent years including tens of thousands annually of high school graduates
of newly affluent Chinese families seeking undergraduate degrees from
American universities. They self-fund four years of a B.A. degree at high-
ly selective universities such as Harvard and Brown, and enroll at many
lesser institutions, even «diploma mills» that grant worthless degrees. In
2012-13, more than 235.000 Chinese students found their way to the Unit-
ed States. These young student migrants have been affectionately dubbed
–though not without some ambivalence– «haigui», meaning sea turtles,
for having one foot planted overseas and one still clinging to China. Upon
graduation with degrees in Engineering, Computer Science, Economics
and Business –the most popular majors by far– the best and brightest of
these American-educated Chinese find jobs in Silicon Valley and increas-
ingly on Wall Street, constituting the latest wave of brain drain from Chi-
na to the U.S., their talents contributing to the development of this econ-
omy.26 Some, of course, do return to China, using skills and networks
acquired in the U.S. to benefit businesses at home. On the whole, howev-
er, talented and ambitious young people from China who have experi-
enced opportunities in the United States find their future prospects much
brighter on this side of the Pacific. They seem to have a greater sense of
security and more confidence in the U.S. than in the leadership at home.
For similar reasons, the new middle class in China, instead of investing
their savings at home, often prefer to hedge their bets by buying property
in the U.S., even if they cannot take up residence here for the time being.
I conclude this brief essay by drawing on the observations of Eric Liu,
author of a just published memoir intentionally entitled with irony A Chi-
naman’s Chance (Liu, 2014). Son of Taiwan immigrants from the fifties,
he shot up to the top of American success when he attended Yale Univer-
sity, then went to the White House to become Clinton’s speechwriter, and

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now teaches at the University of Washington in Seattle. Liu voices con-
cern about the deteriorating state of U.S.-China relations in mid-2014,
noting, as we have in this essay, that this does not bode well for Chinese
Americans of all kinds because a negative perception of China in Ameri-
can popular opinion often spills over to taint all Chinese Americans as
untrustworthy foreigners, regardless of how assimilated or integrated they
are. But he emphatically states, «America makes Chinese Americans»,
not China, which «wouldn’t even know how».
Eric Liu captures what I have argued in this essay: that the Chinese
American is a distinct and independent identity and entity from China,
one, to be sure, that has progressed through their history in the United
States in many imposed guises –Yellow Peril, Model Minority, Honorary
White, Tiger Nation. While still vulnerable to the vicissitudes of Si-
no-American relations, Chinese Americans –with very few exceptions–
are not dupes for the PRC, do not invest their future in modern China, and
do not yearn to be buried in a «homeland» that increasingly few claim.
Rather, most opt to take their chances on America. The presence of Global
China in America is revealed and best understood in the long, 200-plus
year history of Chinese migration to America, much less so in the recent
rise of the PRC in Sino-U.S. relations, a comparatively short history.

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Notes

1. For a good history of this trade, see Frank, 2011; for Chinese immigration to America
during this period, see Tchen, 1992.
2. After invading Mexico in 1846 (known as the Mexican War in U.S. history), the vic-
torious United States forced on Mexico the infamous Treaty of Guadalupe Hidalgo in 1848
whereby Mexico ceded almost half of its national territory to its powerful neighbor to the
north bearing down on its borders in the name «manifest destiny», a fancy name for em-
pire-building. The ceded territory became California and the U.S. Southwest (Arizona, New
Mexico); eventually Texas was added as well.
3. For a discussion of Chinese contract laborers, commonly called «coolies», to Cuba
and the Caribbean, see Look Lai, 1993; Hu-DeHart, 1991; for discussion of recruiting Chi-
nese coolies to U.S. southern plantations, see Jung, 2006.
4. For the best available worldwide compendium of Chinese migration overseas, see
Pan, 1998.
5. But the national origins quotas did not apply in the Western Hemisphere, so Mexi-
cans, the scourge of the current American immigration crisis at six million undocumented in
the twenty-first century, continued to cross the border in the early half of the twentieth cen-
tury relatively unfettered.
6. For the original text and brief commentary on these and other immigration and citi-
zenship laws of the United States referenced in this essay, see Odo, 2002.

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7. The actual numbers of immigrants legally entering the U.S. since 1965 has been
much larger than the formal allocations, because the new law incorporates off-quota provi-
sions for «family reunification», defining family as extended relationships well beyond the
nuclear unit. From the beginning, Chinese Americans have really benefitted from family
reunification, as many U.S. citizens of Chinese descent applied for multiple family members
to join them in the U.S. Initially, when the 1965 law took effect, the allocation for China was
assigned to Taiwan, which represented China to the United States; during this period, the
trickle of immigrants from the Mainland probably came under family reunification provi-
sions. For Chinese immigrants from all sources, family reunification accounted for more
arrivals in America than the formal allocation of new immigration visas.
8. Under the program named «Aid Refugee Chinese Intellectuals (ARCI)», my family
came to the U.S. in 1959 as refugees from British Hong Kong, which denied such refugees
from China permanent residence in the colony. See Hsu, 2015.
9. U.S. Attorney Debra Wong Yang herself was an interesting personality in her own
way, the daughter of professional Chinese immigrants whom Republican president George
W. Bush appointed to head the office of the U.S. Attorney for the Central District of Califor-
nia at the young age of 42, leapfrogging her over many more experienced, white, male can-
didates. She was about the same age as the accused Katrina Leung, equally successful and
active in local politics, as was Katrina. In other words, both women nicely fit the molds of
Chinese «Model Minority» and «Honorary White».
10. Of course, just before Wen Ho Lee and after Yee and Leung, the U.S. government
has charged other Chinese in America for spying and related illegal activities. There was the
celebrated John Huang campaign fund-raising scandal during the Clinton-Gore campaigns
in the 1990s, when U.S. resident and businessman Huang was accused of funneling illegal
campaign contributions from foreign nationals to the campaign; these foreigners were
wealthy Chinese Indonesians of the Riady family, accused of using campaign contributions
to influence U.S. politics. See Hu-DeHart, 1999, pp. 1-28.
More recently and into 2014, various Chinese immigrant scientists, businessmen and
graduate students in the U.S. have been charged with technology transfer and other crimes
of espionage for the PRC; one in particular in 2012 involved alleged stealing and smug-
gling of American corn seeds. The internet is replete with these stories, but none has arisen
to anywhere near the level of national and international notoriety as the Wen Ho Lee case.
Cases against cyber-espionage by the Chinese government using massive computer hack-
ing methods are increasingly being made in the post Edward Snowden era; Chinese gov-
ernment has responded by accusing the U.S. government of similar illegal hacking activi-
ties. This is an ongoing story that will continue into the foreseeable future and extensively
covered by U.S. media of all kinds. See for example Nakashima, 2014; Schmidt et al.,
2014.
11. Dr. Lee recalls another notorious spy-catching blunder during the Cold War, that of
brilliant Chinese American physicist and rocket scientist Tsien Hsue-Chen, a pioneer of the
American space program. Victim of McCarthyite anti-Commnist hysteria in the 1950s, he
was detained in jail but never charged. Hounded out of his jobs at Caltech and MIT, Dr.
Tsien left his home in America and returned to China, where he led China’s development of
ballistic missiles. Though largely forgotten by the general American public, it continues to
haunt Chinese American scientists today (Lee, Wen Ho, p. 143). For an account of the Tsien
case, see Chang, 1996.
12. In no way does the C-100 resemble a foreign policy lobbying group, in the way of
the powerful Israel lobby group AIPAC (America-Israel Public Affairs Committee). Chinese
Americans are particularly sensitive to the perception that their «ethnicity determines loyal-
ty», a charge to which Jews in America are far less susceptible. So implicitly, the C-100 and
other Chinese American advocacy groups understand they cannot follow the Jewish exam-
ple vis-à-vis Israel in their own relationship to the PRC or Taiwan. For a good discussion on
how Chinese and other Asian immigrants manage their relationship to U.S. foreign policy,

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see Watanabe. For an explosive critique of the lobbying activities on behalf of Israel, see
Mearsheimer and Walt.
13. Sometimes «tigers» are referred to a «dragons», even in Asia itself where self-orien-
talizing practices abound.
14. For a sample of Asian American critiques of Chua’s highly objectionable perfor-
mance of Chineseness and other problems, see the panel organized by Prof. Scott Kurashige
of the University of Michigan at the April 17-20, 2013 Association for Asian American
Studies annual meeting in Seattle, Washington.
15. Given its political separation from the Mainland, and having asserted a distinct Tai-
wanese Chinese identity, Chinese Americans who trace their homeland to Taiwan are count-
ed separately, as are Chinese from Singapore and the rest of the Chinese diaspora. These
Chinese immigrants tend to come with considerable education and social capital because
only those with college degrees are granted immigration visas. Historically, immigrants from
Hong Kong and Macao have also been tracked separately, but that may change now that the
two former colonies of European empires have re-integrated into China. The Vietnamese and
Filipino groups, however, contain many among them who are of Chinese or mixed-Chinese
heritage; some of these Chinese assert their Chinese heritage as primordial in constructing
new identities in America, others keep their Chineseness subsumed or subordinated.
16. These statistics are based on official U.S. Census data, available in two sources: the
University of California Los Angeles Asian American Studies Center 2014 Statistical Por-
trait of Asian Americans, Native Hawaiians and Other Pacific Islanders, and the Pew Re-
search Center publication on «The Rise of Asian Americans», released June 19, 2012. (Sta-
tistical Portrait of Asian Americans, 2014; Pew Research Center, 2012)
17. The data for Chinese Americans taken from: «A Portrait of Chinese Americans». On
American sweatshops, see Hu-DeHart, 2002 and Hu-DeHart, 2007. For Chinese restaurants,
see Lee, Jennifer 8, 2008. According to Lee, there are more Chinese restaurants in the U.S.
than McDonalds, Burger King and all other non-Chinese fast food businesses combined.
18. For these statistics, which are rounded up, see «A Portrait of Chinese Americans».
19. The small numbers of H1-B visas is a subject of yearly dispute between U.S. high-
tech companies and the government, because if always falls short of demand. In 2014, the
limit of 85.000 was reached within one week after the application process opened. See Pe-
terson, 2014.
20. The poverty level of Chinese and Asian Americans is the same at that for whites, at
around 10 percent, considerably lower than the 30 percent for black Americans and 25 per-
cent for Hispanics or Latinos. See Ramani et al. The rates are captured by computing the
«percentage of families with children under 18 in poverty».
21. See «A Portrait of Chinese Americans» for data on residential patterns, educational
attainment, income and other facts. See also: Li, 2000; Zhou, 2009; Fong, 1994. A class
difference in educational choices can be discerned, in that blue-collar families aim for local
public universities, while brand name-conscious middle and professional families aspire to
the Ivy League and comparable elite private universities with big reputations, sky-high costs
notwithstanding.
22. Yahoo co-founder Jerry Yang and YouTube co-founder Steve Chen were both born
in Taiwan; Sergei Brin of Google was born in the Soviet Union. Although Facebook was not
incubated in the Silicon Valley, founder Mark Zuckerberg moved the company to Palo Alto.
His wife, Priscilla Chan, M.D., is the child of Chinese refugees from Vietnam. There are
also numerous examples of companies founded by Taiwanese and other Chinese in America
that are not high-tech, such as internet entrepreneur and venture capitalist Tony Hsieh, and
his wildly successful online shoe and clothing company Zappos.com. Hsieh also authored a
best-selling memoir about his entrepreneurial adventures (Hsieh, 2010).
23. The Wall Street Journal took note of high caliber Silicon Valley public high schools,
but also noted white flight in the face of hard-working, ambitious Asian students. See
Hwang, 2005.

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24. The professor in question is Indiana University Tibetan scholar Elliot Sperling. Oth-
ers banned from China are noted China scholars Perry Link, Andrew Nathan and Orville
Schell, who have all been involved with Tiananmen activism and scholarship. Perhaps no
other subject roils the current PRC leadership than l’affair Tiananmen, the mention of which
is totally prohibited. While Hong Kong residents annually remember this event with mas-
sive public demonstrations, Chinese Americans have organized nothing comparable any-
where in the U.S.
25. See, for example, Kueh, 2012.
26. Three of America’s most successful entrepreneurs with divergent political allegianc-
es–conservative casino tycoon of Macao and Las Vegas Sheldon Adelson, investment guru
Warren Buffet, and Microsoft founder Bill Gates, the latter two more liberal-leaning–penned
an op-ed in The New York Times (July 11, 2014) ostensibly about immigration reform but is
more of a plea to enact policies that would recognize the value of «intelligent and motivated
graduates in our universities» to the U.S. economy. Specifically, they argue, «for those who
wish to stay and work in computer science or technology, fields badly in need of their ser-
vices, let’s roll out the welcome mat» (Adelson, Buffet, and Gates, 2014). Chinese –and
other Asians, such as South Indians– would be major beneficiaries of such a narrowly tai-
lored immigration policy.

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7
«Son todos “chinos”» Etnicidad y formación
de identidad entre inmigrantes chinos
en Córdoba, Argentina1
Hugo Córdova Quero

Introducción

La visita oficial a la Argentina del presidente de la República Popular


China, Xi Jinping en julio de 2014 puso en evidencia una vez más la rela-
ción entre Argentina y ese país. Esta no es una relación nueva, sino que
data de varias décadas. Sin embargo, dada la profundización de las rela-
ciones internacionales, esta visita fue descrita por la Presidenta de Argen-
tina, Dra. Cristina Fernández de Kirchner, de la siguiente manera:

«Es un día fundacional en la relación de ambos países… La relación entre


China y Argentina pasa a ser una verdadera política de Estado. Ya no es de un
gobierno sino de un Estado. Que asume que hay un nuevo marco de las rela-
ciones internacionales afortunadamente y la aparición de nuevos actores es
provechoso para todos» (TELAM, 2014).

La celebración del afianzamiento de las relaciones bilaterales entre Ar-


gentina y China por parte de la Presidenta de Argentina, sin embargo, no
cambia rotundamente las relaciones entre nacionales e inmigrantes chinos
en el contexto de las microfísicas de la vida cotidiana. Estas microfísicas
están atravesadas por nociones geopolíticas, de relaciones interétnicas, de
formación racial, de construcción de la alteridad y de discursos naciona-
listas que influyen el día a día de los inmigrantes chinos en medio de la
sociedad argentina. Es decir, las relaciones entre nacionales e inmigrantes
no necesariamente son cordiales o simétricas, sino que se ubican en un
espectro bastante amplio donde cada una de esas realidades de la «micro-
física de las prácticas»2 de la vida cotidiana impactan positiva o negativa-
mente las vidas de los inmigrantes y su inserción en el contexto socio-
cultural argentino. Ese proceso ha contribuido a reconocer aquellos
inmigrantes que dentro de un esquema europeizante habían sido invisibi-

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lizados durante buena parte del siglo XX. Así, el siglo XXI muestra un
abanico de culturas asiáticas presentes en Argentina que difícilmente pue-
da continuar negando la influencia que estos colectivos étnicos tienen so-
bre la cultura local. Los inmigrantes chinos, sobre todo con la imagen de
los supermercados por ejemplo, son un colectivo ampliamente reconoci-
do en medio de la sociedad argentina.
El presente ensayo se basa en la investigación que se lleva a cabo en la
Ciudad de Córdoba, Argentina, con inmigrantes del Asia Oriental (chinos,
coreanos y japoneses). Esa investigación tiene como propósito general el
comprender de qué manera y a través de qué estrategias los inmigrantes
del Asia Oriental desarrollan su vida cotidiana en esa ciudad. Haciendo
uso de una metodología interdisciplinaria, se busca analizar la interacción
de la dimensión étnica y las estrategias de negociación identitaria en la
vida cotidiana de inmigrantes provenientes de China, Corea y Japón. Es-
pecíficamente, este ensayo se centra en cuatro aspectos, a saber: 1) deter-
minar la historia de migración de estas comunidades en su intersección a
través de mecanismos geopolíticos dentro del sistema-mundo moder-
no; 2) establecer el rol de la dimensión étnica en las relaciones de la vida
cotidiana entre inmigrantes del Asia Oriental entre sí y con los nacionales
de la sociedad receptora, es decir, la ciudad de Córdoba; 3) examinar
cómo las redes y grupos de cohesión que apoyan la vida de estos inmi-
grantes, por ejemplo sus organizaciones culturales y religiosas, facilitan y
median en su proceso de inserción en la sociedad receptora; y 4) analizar
las estrategias de negociación identitaria, subsistencia y promoción de las
actividades de la vida cotidiana en el contexto de las comunidades mi-
grantes chinas, coreanas y japonesas.
Respecto de la comunidad china, se busca explorar lo migratorio en la
vida cotidiana de estos inmigrantes en la ciudad de Córdoba de manera
interdisciplinaria, en la intersección de diversos elementos que nutren y
condicionan ese fenómeno. Debido a que estas intersecciones se refieren
a poblaciones humanas, la cuestión de la identidad y sus múltiples nego-
ciaciones son un aspecto muy importante. Asimismo se busca rastrear los
orígenes de la inmigración de personas y familias chinas a la ciudad de
Córdoba y su continuidad en el tiempo, especialmente en vista de las nue-
vas tendencias migratorias actuales (Martínez Pizarro, 2011). Es impor-
tante destacar que la mayoría de las investigaciones actuales sobre in-
migrantes chinos en Argentina se sitúan en la experiencia de estas
comunidades en la Ciudad de Buenos Aires (Pappier, 2011). Al mismo
tiempo, existen investigaciones que se centran en otros centros urbanos o
espacios rurales elegidos por inmigrantes de otras colectividades del Asia
Oriental como son los inmigrantes coreanos (Biasutto y Saissac, 2008;
González, 2013). Debido a esto, este ensayo busca profundizar esa histo-
ria migratoria en la ciudad de Córdoba porque ha sido escasa o nulamente
estudiada.

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El presente ensayo consta de dos partes. La primera informa sobre la
configuración poblacional de los inmigrantes chinos en Argentina, con
énfasis en la ciudad de Córdoba. Se busca determinar el perfil de esta co-
munidad, contabilizar su población y describir la historia y etapas de su
conformación. La segunda parte presenta elementos de la investigación
preliminar al trabajo de campo en curso, ofreciendo hipótesis y datos re-
cabados en esa etapa previa. Debido a que el trabajo de campo está en su
etapa inicial, no es posible presentar aun datos del mismo.

Historia y perfil de la inmigración china a Argentina

Sin duda el siglo XXI es testigo de múltiples flujos migratorios, tanto


desplazamientos internos como transnacionales. En los estudios migra-
torios estos desplazamientos se distinguen en diversas categorías –no
exhaustivas– que comprenden a personas que migran por cuestiones eco-
nómicas, por razones laborales, tanto de mano de obra no-calificada
como de profesionales –esta última denominada en inglés como brain-
drain–; personas que emigran en busca de formación profesional o aca-
démica a través de estudios de nivel superior; o aquellas que se movili-
zan por causa de la reunificación familiar; entre otras causas. Dada la
cambiante conformación del sistema-mundo global (Wallerstein, 1976)
las migraciones se diversifican cada vez más, mostrando un mosaico de
interrelaciones.
Existen más de 232 millones de migrantes internacionales (United Na-
tions, 2013), cuyas historias de vida no necesariamente transcurren en
lugares «tradicionales» de destino como históricamente lo han sido los
Estados Unidos o los países de Europa. Tanto el sureste asiático como
toda America Latina también han sido lugares «tradicionales» de destino
de flujos migratorio, aunque invisibilizados debido a la organización del
sistema-mundo que ha privilegiado la visibilidad de los denominados
«países desarrollados». En nuestro caso, Argentina, si bien fue receptora
de migrantes predominantemente europeos a finales del siglo XIX y co-
mienzos del siglo XX, también vio cómo la globalización más marcada
desde finales del siglo XX reforzó conexiones migratorias asiáticas tanto
de japoneses que habían llegado al país en el período pre-Segunda Guerra
Mundial (Laumonier, 1991) como de chinos y coreanos que lo hicieron a
partir de las décadas de 1960 y 1980, respectivamente (Pacecca y Courtis,
2008), junto a otros migrantes del sureste asiático –laosianos, camboya-
nos y vietnamitas– (Monzón, 2012) y del subcontinente indio (Rodríguez
de la Vega, 2005).
Desde una perspectiva de factores push-pull, se podría afirmar que
existen procesos paralelos que posibilitaron la migración china a Argenti-
na. Por un lado, los cambios que se dieron en la República Popular China

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posibilitaron que personas y familias pudieran emigrar. Respecto de esto,
Laura Lucía Bogado Bordazar (2012) afirma:

«En el caso de China, su crecimiento sostenido ha sido el resultado del


proceso de reformas económicas y “apertura” política que inició el país a partir
de 1978 (con su presidente Deng Xiaoping), a través del cual se produjeron
cambios importantes en todas las áreas de la sociedad. Entre los cuales pode-
mos mencionar la flexibilización laboral y las privatizaciones (que liberaron
grandes contingentes de trabajadores, muchos de los cuales no pudieron ser
reabsorbidos por el mercado interno), movilidad campo-ciudad, polarización
de la distribución de la riqueza con la consecuente ampliación de la brecha
entre ricos y pobres y la migración regional e internacional» (pp. 130-131).

Paralelamente a esto, en la década de 1980, los grandes contingentes


de migrantes chinos hacia Argentina provenían de Taiwan (Bogado Bor-
dazar, 2012, p. 132). La emigración del grupo familiar es una característi-
ca de la migración china, debido a que la unidad familiar es también con-
siderada como una unidad económica (Beltrán Antolín, 2007). Por otro
lado, la situación en Argentina también presenta su atractivo, especial-
mente con el retorno de la democracia en 1983, como una posibilidad de
mejoramiento de la calidad de vida para todo el grupo familiar (Bogado
Bordazar, 2012, p. 132).
Al mismo tiempo, las crisis económicas en los países de Europa y en
Estados Unidos han acrecentado también tanto las relaciones comerciales
como el interés turístico y cultural entre los países latinoamericanos
–como el caso del bloque Unasur– y sus pares asiáticos. Esto ha produci-
do una revisión de las políticas migratorias a la vez que una reconfigura-
ción tanto de la percepción de esta migración (Cohen, 2004) como de los
discursos de inclusión/exclusión en el país (Domenech y Magliano, 2008)
y de la relevancia de la dimensión étnica (Grimson, 2005).
Según Castiglione (2008), las etapas en la evolución de la migración
china a Argentina se han producido de la manera que se indica en la Ta-
bla 7.1.
Indagar sobre el perfil demográfico de los migrantes chinos en Argen-
tina necesita una salvedad. Si bien reconocemos la disputa entre China
continental y Taiwan en términos de soberanía y autodeterminación desde
1949, a los efectos de simplificar el debate en este capítulo, se ha optado
por incluir Taiwan como parte de China. Taiwan, o formalmente la Repú-
blica de China, solo es reconocida por 21 países de las Naciones Unidas.
Los otros 172 países restantes reconocen a Taiwan como parte de la Re-
pública Popular China. Si bien Argentina reconoció a la República de
China (Taiwan) con una nación independiente en 1945, fue en 1972 que
cambió su postura para aceptar la soberanía de la República Popular Chi-
na. Sin embargo, más allá de este reconocimiento, los censos nacionales
siguen distinguiendo entre inmigrantes de «China» y de «Taiwan». Por

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ello esta sección presenta datos de acuerdo a esa distinción sin entrar en el
debate sobre soberanía o autoderminación entre China y Taiwan, lo cual
es un tema que trasciende los objetivos de este ensayo.

Tabla 7.1. Etapas de la migración china hacia y desde Argentina


(1914-2014)

Período Procedencia Características


1914-1949 Zona costera de China Principalmente varones solos, con es-
caso capital, con motivación migrato-
ria a causa de cuestiones políticas, es-
pecialmente después de la Revolución
China
1970s Taiwan Migracion familiar, con capital propio
1990s Continente, especialmen- Inicio de cambio en la ley migratoria
te provincias costeras argentina, lo cual implica motivacion
(Guangdong, Fujian, de avance económico para los inmi-
Hainan, Guangxi, Shang- grantes chinos y su afianzamiento ante
hai, entre otras) la presencia de coterráneos en el país
2001 Argentina Migración de retorno a Taiwan y Chi-
na continental a causa de la crisis eco-
nómica de Argentina
2002-presente Fujian y Guangdong Migración familiar y/o grupal con ca-
pital propio o financiamiento externo
(préstamos)

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de Castiglione (2008) y Pappier (2011).

Los censos nacionales 1991, 2001 y 2010 arrojan los siguientes resul-
tados para los inmigrantes chinos:

Tabla 7.2. Población china en Argentina, 1991-2010

Censo Mujeres Varones Total


1991 1.141 1.156 2.297
2001 1.819 2.365 4.184
2010 4.032 4.897 8.929

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de los Censos Nacionales de Población, Hogares y Viviendas
(INDEC 1991, 2001, 2012).

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Por su parte, los inmigrantes taiwaneses en los censos mencionados
muestran la siguiente evolución:

Tabla 7.3. Población taiwanesa en Argentina, 1991-2010

Censo Mujeres Varones Total


1991 921 949 1.870
2001 1.725 1.786 3.511
2010 1.440 1.435 2.875

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de los Censos Nacionales de Población, Hogares y Viviendas
(INDEC 1991, 2001, 2012).

Estos datos muestran una discrepancia con los aportados por organi-
zaciones como la Cámara Argentina de Supermercados de Residentes
Chinos (CASRECH) cuyo titular, Miguel Ángel Calvete, estima una po-
blación de 120.000 habitantes (Sánchez, 2010; Najenson, 2011). La dis-
crepancia puede explicarse debido a que los censos no indican en la po-
blación argentina su ancestría. Argentina sostiene el principio de jus solis
(derecho basado en el suelo) para conceder nacionalidad, los hijos de in-
migrantes (desde la segunda generación en adelante) nacidos en el suelo
argentino son considerados automáticamente como ciudadanos argenti-
nos. Lo cual conlleva a que las estadísticas de migración solo contemplen
a la primera generación que arriba al país anualmente.3 Las cifras oficiales
del último censo en 2010 (con la población china y taiwanesa combi-
nadas) informan de 11.804 individuos. Otras fuentes consideran que
hay alrededor de 70.000 inmigrantes chinos en Argentina (Dema y Barco,
2010). Sin embargo, aún tomando en cuenta los descendientes de la
segunda y tercera generación, no parece plausible llegar a la cifra de
120.000 inmigrantes que maneja la CASRECH.
Lo que los datos del censo también demuestran es que si bien la ten-
dencia es hacia la equiparación entre mujeres y varones, es decir, la mi-
gración femenina es uno de las características de la migración china a
Argentina desde la década del 2000 en adelante –algo que no sucedía en
los censos anteriores–, aún persiste un mayor número de varones que de
mujeres. Si sumamos ambas poblaciones (china continental y taiwanesa),
los resultados del último censo de 2010 son los siguientes:

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Tabla 7.4. Población total por sexo de inmigrantes chinos y taiwaneses
en Argentina (censo 2010)

Población Mujeres Varones Total


China 4.032 4.897 8.929
Taiwanesa 1.440 1.435 2.875
Total 5.472 6.329 11.801

Fuente: Elaboración propia a partir de datos del Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2010
(INDEC 2012).

Por otro lado, lo que los censos muestran es la presencia de inmigran-


tes chinos no solo en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) sino
también en la provincia de Buenos Aires así como en Córdoba, Corrien-
tes, Entre Ríos, Mendoza, Río Negro, San Juan, Santa Cruz, y Santa Fe,
tal como lo indica el Mapa 7.1 de la página siguiente.
Por otro lado, la población en la provincia de Córdoba, según el censo
2010, arroja los siguientes resultados:

Tabla 7. 5. Inmigrantes chinos por sexo en la Provincia de Córdoba


(censo 2010)

País Mujeres Varones Total


China 89 120 209
Taiwan 86 103 189

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de INDEC (2012, p. 175).

Ambas poblaciones combinadas ascienden a 398 individuos, siendo la


población masculina de 223 personas y la femenina de 175 individuos.
Siguiendo lo que ocurre a nivel nacional, donde la tendencia de la propor-
ción entre mujeres y varones tiende a la equiparación, en la Provincia de
Córdoba el 56 por 100 sigue constituyendo una mayoría de varones, fren-
te a un 44 por 100 de mujeres. Habrá que esperar al Censo 2020 para sa-
ber si la tendencia ha logrado finalmente la equiparación de género o si
esta se ha revertido.
Los inmigrantes chinos forman parte de los 50.488 inmigrantes (IN-
DEC, 2012, p. 176) que residen en la Provincia de Córdoba. Si bien en su
mayoría los inmigrantes provienen de países limítrofes (Bolivia, Para-
guay, Chile) y de Perú y Colombia, los del Asia Oriental también están

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Mapa 7.1. Principales provincias argentinas con población de origen chino

Fuente: Elaboración propia.

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representados (China, Corea y Japón). Es importante mencionar que la
ley 25.871 sancionada el 17 de diciembre de 2003 constituye un avance
en términos de la agilización de la entrada y permanencia (residencias
temporales y permanentes) de inmigrantes chinos al país. La Dirección
Nacional de Migraciones (de aquí en adelante citada como «DNM») de
Argentina reporta sobre las residencias:4

Tabla 7.6. Residencias de inmigrantes chinos resueltas en


el período 2004-2013

Residencias Residencias Total de residencias


Año
temporales permanentes por año
2004 20 263 283
2005 9.174 242 9.416
2006 280 357 637
2007 419 2.944 3.363
2008 497 982 1.479
2009 338 7.103 7.441
2010 420 1.611 2.031
2011 812 1.719 2.531
2012 653 1.084 1.737
2013 475 1.200 1.675

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Coordinación de Estadística y Análisis, DIM (2013,
pp. 14-15).

De todos modos, la obtención de una residencia permanente en el país


no es sinónimo de afincamiento definitivo. Muchas familias usan Argen-
tina como parte de una «migración triangulada», es decir, como un paso
hacia su migración definitiva, que puede ser Estados Unidos o Canadá.
Por otro lado, como se menciona en la Tabla 7.1 sobre la evolución mi-
gratoria, durante la crisis económica en Argentina en el año 2001, muchos
inmigrantes chinos emigraron hacia otros lugares. Esta migración es parte
del flujo migratorio chino hacia y desde Argentina y es importante men-
cionarla pues la segunda generación, socializada en un entorno hispano-
parlante, debe enfrentar el shock contra-cultural al emigrar hacia otras
tierras. Esto hay que tenerlo en cuenta ya que los flujos migratorios no
son unidireccionales.

183

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Aproximaciones al estudio de la migración china en Córdoba,
Argentina

En esta sección se presentan algunos elementos recabados en la inves-


tigación previa al trabajo de campo junto con algunas hipótesis que serán
verificadas a través de ese trabajo.

Relaciones interétnicas entre inmigrantes chinos y nacionales

La cuestión interétnica es vital pues envuelve los modos de relación y


jerarquías de poder en competencia con otros grupos étnicos y los nacio-
nales a la vez que condiciona la inserción de los inmigrantes chinos al
contexto argentino. Es decir, tanto la dimensión étnica como cultural
impactan las relaciones sociales, de negociación identitaria y de movili-
dad social de las comunidades chinas. Al investigar la dimensión étnica
es necesario abordar las siguientes preguntas: ¿cómo se produce y repro-
duce actualmente la noción de raza dentro del contexto argentino donde
se insertan comunidades chinas en la segunda ciudad de Argentina?
¿Cuáles son los efectos sociales y culturales que condicionan su vida
cotidiana?
La cuestión étnico-racial es un factor ampliamente estudiado en cone-
xión con los flujos migratorios. Los sociólogos estadounidenses Michael
Omi y Howard Winant (1986) han acuñado la noción de formación[es]
racial[es], a través de la cual proponen que la noción de raza es una cons-
trucción ideológica geográfica y culturalmente arraigada a fin de mante-
ner los privilegios de un grupo étnico sobre otro/s. Omi y Winant (1986)
establecen que su teoría,

«… destaca el carácter social de la [noción de] raza, la ausencia de caracterís-


ticas raciales esenciales, la flexibilidad histórica de los significados raciales y
categorías, el carácter conflictivo de la [noción de] raza, tanto en el nivel “mi-
cro-social” como en el nivel “macro-social”, y el aspecto político irreductible
de las dinámicas raciales» (p. 14).

Las formaciones raciales en el sistema-mundo moderno acarrean un


trasfondo colonialista (Grosfoguel, 2004) que condiciona la inserción de
inmigrantes en la sociedad receptora. Según Vilma Bashi y Antonio Mc-
Daniel (1997, p. 671), las formaciones raciales siempre necesitan un otro
«ideal-típico» que a su vez «refuerce» y «reifique» el binario «nosotros/
ellos». Esto condiciona la aceptación de las personas en la sociedad re-
ceptora, que los distribuye en los diferentes estratos de la sociedad, inde-
pendientemente de su capital cultural, social o simbólico. En Argentina,
como en otras partes del sistema-mundo contemporáneo, la construcción

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de la noción de raza ha sido históricamente conflictiva y subjetiva en las
experiencias de distintas etnias, especialmente aquellas que no son europeas
(Briones et al., 1990-92; Quijada, 2002; Frigerio, 2008).
La idea de formaciones raciales en Argentina data de concepciones
arraigadas desde la conquista del continente por los colonizadores espa-
ñoles y del tiempo de la colonia, las cuales no desaparecieron con la con-
formación de la nueva República Argentina. A medida que la república se
conformaba, el lugar de los sujetos subalternos –pueblos originarios,
afro-descendientes y mestizos– fue cada vez más acotado. Un ejemplo de
esto es la famosa «conquista del desierto», llevada adelante por el Gene-
ral Julio Argentino Roca en 1879, que evidencia desde el discurso etno-
nacional argentino la ambigüedad de tal concepción. Por un lado la pre-
sencia de los pueblos originarios en una región no la hace «desierta». Por
otro lado, la cuestión de la conquista implica tomar o arrebatar algo que
no es propio de quien lo arrebata, sino que lo posee por la fuerza. ¿De
dónde provienen las ideas ilustradas de los «padres de la patria» y sus
sucesores? Provienen de Europa, las mismas tierras desde donde españo-
les, portugueses, franceses, ingleses, holandeses y daneses salieron a
conquistar territorios en las Américas, África, Asia y Oceanía luego de
1492, disfrazando este colonialismo de «empresas civilizadoras». Hay un
largo camino en la construcción de esta ideología que comenzó con la
conquista del continente americano en 1492 y con las ideas de «pureza de
raza»/«limpieza de sangre» (Hering Torres, 2003) a través de las cuales
se logró la expulsión de judíos y moros con la consecuente unificación de
la Península Ibérica. Sin embargo, quisiéramos abarcar otros dos antece-
dentes posteriores que sellaron la ideología racial en el mundo moderno,
y su influencia en las nacientes repúblicas en las Américas, incluida Ar-
gentina.
Cuando el científico sueco Carl Linneo publicó Systema Naturaee
(1758), estableció su taxonomía moderna sobre los seres humanos, a los
cuales caracterizó como: (a) Americanus, (b) Europeaus, (c) Asiáticus y
(d) Afer (o africano). Los estudios de Linneo tenían un tono más geográ-
fico, es decir, procuraban dar sentido a los pueblos en relación con sus
lugares de residencia. Cuando Linneo dividió a la humanidad en esas cua-
tro categorías aparentemente no buscaba emitir juicio acerca de la bondad
o maldad de los pueblos del mundo, solo dar cuenta de su observación
sobre la experiencia del lugar donde viven y cómo actúan los seres huma-
nos en los continentes conocidos. Esto no quiere decir que Linneo no
haya tenido ningún prejuicio, sino que su intención posiblemente era des-
cribir el mundo como él lo veía. Su estructuración era más circular que
jerárquica. Por otro lado, nunca utilizó propiamente el concepto de «raza»
(Bitlooch, 1996).
Sin embargo, uno de sus discípulos Johann Friedrich Blumenbach fue
quien acuñó y dio origen al término «raza blanca», que ha definido en

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gran medida las relaciones raciales en el mundo occidental a lo largo de
los tiempos modernos y contemporáneos. Blumenbach en su libro De ge-
neris humani varietate nativa (1795) introdujo un concepto diferente, que
no se basaba ya en la geografía, sino en valorizaciones subjetivas. Al ha-
cer este «pequeño cambio», nos dice Stephen Jay Gould (1994), inauguró
la base sobre la que se construyeron las nociones modernas de la raza y el
racismo. Creemos que es importante saber cómo la raza blanca devino en
categoría y ocupo su lugar dentro de la dinámica racial en Occidente.
Blumenbach definió cinco categorías raciales: (a) Mongólico, (b) Ameri-
cano, (c) Caucásico, (d) Malayo, y (e) Etiópico. Podemos representar esta
tipología en una pirámide basada en las categorías Mongólica y Etiópica
como la base de la pirámide, mientras que las categorías Americana y
Malaya actúan de nexo medio con la cima de la pirámide, ocupada por la
categoría Caucásica. Nótese cómo a partir de una comprensión más circu-
lar de los diferentes pueblos del mundo –presente en los estudios de Lin-
neo– la transición a una construcción más piramidal, jerárquica, da lugar
al surgimiento de los privilegios de la raza blanca como «lo mejor de la
humanidad» –según la concepción de Blumenbach–. A partir de ahí, la hu-
manidad se «degenera» en otras razas –este es el término que utiliza Blu-
menbach en la edición de 1795 de su obra.
Gould (1994) también afirma que si bien Blumenbach no era una per-
sona racista, su trabajo se convirtió en una fuente importante para el ra-
cismo moderno. La razón por la cual Blumenbach designó la categoría
«caucásico» fue porque, según su entendimiento, de allí procedían los
seres humanos con una belleza superior a los demás habitantes del plane-
ta. De esta manera y con este concepto estético subjetivo, Blumenbach
abrió el camino para que otros científicos afianzaran las ideas raciales
sobre la superioridad europea por sobre el resto del planeta.
Esto tiene tremendas consecuencias para el contexto argentino y afectó
primariamente a la relación con los habitantes del país así como con
aquellos inmigrantes que se instalaban en el mismo. Domingo Faustino
Sarmiento es quizás una de las figuras más emblemáticas de aquella nega-
ción de la existencia de los pueblos originarios y su predilección por los
inmigrantes europeos. Su famosa necesidad de poblar la República Ar-
gentina con las «razas blancas» no deja lugar a dudas sobre la negativa
percepción de los pueblos originarios y otros inmigrantes del mundo que
no eran europeos. Sarmiento (1883) basa su opción en la historia de la
conquista de la siguiente manera:

«… podemos por las reglas de una sana crítica y las lecciones de la historia,
llegar a aproximarnos a la verdad, en cuanto a la eficacia de las garantías que
la administración colonial daba a sus administrados de raza blanca, porque
dada la depresión moral e intelectual de las razas cobrizas [pueblos origina-
rios] rescatadas de la vida salvaje, las instituciones civilizadas no podían ex-

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tenderse hasta ellas sino bajo la protección de sus patrones, como domésticos,
mitayos o inquilinos, labradores de la tierra para procurarse el común alimen-
to» (p. 97).

La obra de Sarmiento está marcada por una constante polaridad racial


donde se (re)configuran las categorías de «atraso/progreso» o de «civili-
zación/barbarie» en base al «mal» latinoamericano representado por la
«mezcla de sangre» o mestizaje (Solodkow, 2005, p. 96; véase también
Rodríguez, 2011).
Tanto las ideologías libertarias traídas en el equipaje de los próceres
como José de San Martín y Manuel Belgrano, o aquellas abrazadas por
sus sucesores, como Sarmiento o el General Roca, estaban profundamen-
te marcadas por una noción de eurocentrismo que determinó cómo debían
ser tomados aquellos habitantes originales de este continente o como de-
bía de definirse el «ser argentino». Lo cierto es que ese eurocentrismo que
influyó todas las prácticas de la emergente nación argentina fue tajante en
la exclusión de la «pertenencia» de los pueblos originarios, afro-descen-
dientes y mestizas/os presentes en el territorio argentino a ese «ser nacio-
nal» por considerarlas/os «inferiores racialmente». En las formaciones
raciales, el Otro siempre encarna lo negativo que la mayoría hegemónica
se resiste a asumir como propio. Esto fue muy evidente en Argentina con
las ideologías positivistas de la mano de exponentes como José M. Ramos
Mexía, Carlos O. Bunge, Estanislado Zeballos y Francisco P. Moreno (Di
Liscia, 2002, p. 184) entre otros, quienes ayudaron a sentar las bases so-
bre la superioridad de algunos seres humanos respecto de otros a los que
se considera inferiores, especialmente el Otro por excelencia en Argenti-
na: los pueblos originarios.
Las ideas sobre el estatus inferior de algunos seres humanos respecto
de los europeos y sus descendientes no permaneció en la historia sino que
ha permeado la cultura argentina en todas sus formas. En el caso de los
inmigrantes, esta situación también se reproduce hoy en día, sobre todo
aquellos procedentes de países limítrofes (Bolivia, Paraguay, Chile) y
Perú, con una clara herencia de pueblos originarios, afro-descendencia,
y mestizaje como así también en inmigrantes de Asia. Todos ellos consi-
derados inferiores a los inmigrantes europeos. Rastrear el derrotero de la
emergencia del término «chino» como despectivo no es fácil porque no
existe un estudio que de cuenta de esta historia. Es necesario realizar una
arqueología del conocimiento que nos brinde una idea al respecto. En su
artículo «La representación de los chinos en el imaginario de los occiden-
tales» (2006), Grégory Lee afirma que parte de los estereotipos acerca de
las personas de China pueden encontrarse precisamente en el racismo
científico de finales del siglo XIX. Lee (2006) analiza respecto del contex-
to de Francia y Estados Unidos:

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«Aunque los autores franceses no han tenido problemas para producir clichés
sobre China y los chinos, a menudo se citaba como obra de referencia un libro
escrito en inglés. Se trata del libro del misionero americano Arthur Smith, Chi-
nese Characteristics, editado en Shanghai en 1890. Smith, siguiendo la tradición
del racismo científico de finales del siglo XIX, cuyas huellas todavía persisten en
el siglo XXI, creía que los chinos padecían una falta de cerebro… Es importante
saber que estos argumentos negativos respecto a los chinos se venían repitiendo
en Estados Unidos desde mediados del siglo XIX y que una campaña llevada a
cabo por los medios de comunicación y algunos dirigentes políticos contra los
chinos y a favor de su aislamiento terminó por convertirlos, en 1882, en la única
etnia excluida de la inmigración y la ciudadanía americanas» (pp. 382-383).

Como ejemplo de esta influencia, Lee cita en extenso la obra de Paul


Claudel, Sous le Signe du Dragon [A través del signo del dragón] publi-
cada tardíamente en 1948, donde este autor expresa gráficamente una se-
rie de estereotipos:

«Son una plaga de ratas sucias, carnívoras, roedoras. Tienen cola, unos
dientes salidos y unos ojos despiadados, burlones, una curiosidad inteligente,
eternamente renovada, sin tacto, sin pudor, sin iniciativa, que huyen brusca-
mente, y después se enardecen en legiones, abalanzándose al asalto… También
podemos destacar de paso que esta manera de peinarse [“la trenza y el cráneo
semirrapado”] es muy acertada y contribuye a despejar y traslucir una fisono-
mía a menudo grave y bestial» (1948, p. 236; citado por Lee, 2006, p. 383).

No es inimaginable que Argentina –heredera de una migración europea


muy importante y su concomitante mirada intelectual sobre todo al mun-
do francés– importara estos estereotipos. De hecho el estereotipo de que
las personas chinas son «sucias» persiste en la sociedad argentina hasta
nuestros días, estereotipo que se ha extendido a toda persona asiática, in-
dependientemente que provenga o no de China. De hecho, el término
«chino» es usado como despectivo para toda persona de ascendencia asiá-
tica. Este término está cargado de toda la negatividad que no encarnan
otros inmigrantes como los inmigrantes europeos, a quienes se considera
«superiores» y «civilizados». Otras personas de Asia Oriental no logran
comprender la negatividad del término al escucharlo por primera vez en
Argentina, como lo expresa Maximiliano Matayoshi (2002):

«¿Qué hacen ese club?, pregunté. Nada, dijo [Julieta], vamos solo porque
es divertido pasar una mañana sin adultos. Se organizaban torneos de futbol
[sic.] para los chicos y las chicas se sentaban a hablar de cosas de chicas. Kei
guardó la colilla ya apagada en el paquete, se sentó junto a Julieta y le pregun-
tó si le gustaba ir allí. Sí [sic.], dijo pero pronto se corrigió. No, todos los chi-
cos me llaman china, se burlan y son malos. ¿China?, pregunté sin entender el
insulto más extraño que había escuchado en mi vida… Kei le dijo que no les
hiciera caso, que eran unos ignorantes» (p. 127).

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De todos modos, esto no quita que haya otros epítetos que afecten di-
rectamente a otras personas de Asia Oriental, como por ejemplo el térmi-
no «ponja» aplicado a los inmigrantes japoneses. De todos modos, los
estereotipos asociados al término «chino» son impuestos sobre toda la
población asiática, lo cual no ocurre con el término «ponja».
Otro aspecto derogatorio es la cuestión lingüística, sobre todo las bro-
mas asociadas a la pronunciación de personas asiáticas de la «r» en caste-
llano. Las bromas sobre todo están relacionadas con el arroz, al que la
gente despectivamente pronuncia en una imitación de las personas asiáti-
cas como «aloz». El comentario derogatorio por esta cuestión está presen-
te independientemente del grado de educación o nivel social de las perso-
nas. Por ejemplo, el 4 de febrero de 2015, la Presidenta de la República
Argentina, en su visita oficial a China, emitió un mensaje de Twitter en el
que expresaba: «Más de 1.000 asistentes [chinos] al evento… ¿Serán to-
dos de “La Cámpola” y vinieron solo por el aloz y el petlóleo?» (Porcayo,
2015). La respuesta mundial sobre esta «broma» fue de malestar, espe-
cialmente desde que la «broma» encarna prejuicios sobre la habilidad lin-
güística de las personas chinas.
La estereotipación y el prejuicio basado en la cuestión étnico-racial es
muy fuerte en las interacciones de la vida cotidiana en Argentina, espe-
cialmente en el contexto de la Ciudad de Córdoba donde se lleva a cabo
este trabajo de campo con inmigrantes de Asia Oriental. Es decir, las re-
laciones interétnicas en Argentina, fruto de las formaciones raciales pro-
pias de su historia, son conflictivas, llegando a niveles de violencia como
fue evidenciado en los saqueos de supermercados chinos en las crisis de
diciembre de 2001 (La Nación [Buenos Aires], 20 de diciembre de 2001)
y en los episodios de diciembre 2012 (RTVE.es [Madrid], 21 de diciem-
bre de 2012) y diciembre 2013 (El País [Madrid], 14 de diciembre de
2013), y en ambas situaciones el número de supermercados violentados
fue similar (El Cronista Diario [Chascomús, Buenos Aires], 16 de di-
ciembre de 2013). El hecho que los saqueos sean siempre en diciembre
también muestra un patrón político que trasciende a los inmigrantes chi-
nos. Neufeld y Cravino (2007), quienes se han dedicado a estudiar el fe-
nómeno de los «saqueos» muestran cómo en este término confluyen cues-
tiones ideológicas y procesos socio-político-económicos. Estas autoras
afirman:

«Sin embargo, consideramos que [los saqueos] fueron mucho más que un epi-
sodio fugaz. Constituyeron un punto de quiebre en dos sentidos: por un lado,
marcaron la antesala de la Reforma del Estado, ya que esta se legitimó con el
argumento de la crisis a la que los saqueos contribuyeron como imagen fantas-
magórica de la hiperinflación; por el otro, los saqueos dejaron huellas que no
quedaron solo en la memoria como hechos singulares, sino que fueron el co-
mienzo de la construcción de toda una trama organizativa barrial tendiente a la
resolución de la vida cotidiana. Cuando finalmente los ansiados víveres llega-

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ron a los barrios –producto de los saqueos o de los apresurados aportes de
particulares y el Estado–, se organizaron una multiplicidad de ollas populares.
Estas se recuerdan como el origen de comedores y guarderías actuales» (p. 15).

Por otro lado, tomando en cuenta que los «rumores» de saqueos y la


«inminente invasión» a los barrios por parte de saqueadores constituyó
una atmósfera de miedo que exacerbaba la situación social en sí misma,
Neufeld y Cravino (2007) concluyen:

«Esta nueva presencia del término “saqueo”, como rumor, como posibili-
dad, como amenaza o como metáfora permite percibir hasta qué punto los he-
chos de 1989 y 1990 fueron una experiencia formativa para los sujetos involu-
crados. Los saqueos quedaron instalados, en la memoria de todos, como un
horizonte de posibilidad, que se hizo cierta en diciembre del 2001. Y cuestiona
el abordaje, simplista a nuestro modo de ver, de aquellos que los consideraron
como “protestas episódicas”» (pp. 30-31).

De este modo, es posible ver que no solo la organización de los saqueos


sino también la elección de los lugares de saqueos constituyen parte de un
entramado político que no es ni casual ni ideológicamente neutro. Esa si-
tuación muestra que ante una crisis socio-económica, los inmigrantes chi-
nos sufren consecuencias violentas al ser elegidos como blanco, pues la
explicación tradicional de saqueos espontáneos no se aplica tampoco a los
supermercados chinos así como no se aplica al resto de la sociedad argen-
tina (Neufeld y Cravino, 2007, p. 33).

Rol de las organizaciones étnicas y redes de socialización

Al examinar organizaciones étnicas, es decir las instituciones cultura-


les, comerciales y religiosas y las redes de socialización de los inmigran-
tes chinos en Argentina, cabe preguntarse cómo impactan estas en la vida
cotidiana de los inmigrantes. Es decir, ¿cumplen estas organizaciones ét-
nicas un rol de vital importancia en sus vidas? La respuesta es evidente-
mente afirmativa.
Las redes y grupos de cohesión que apoyan la vida de los inmigrantes,
por ejemplo sus organizaciones culturales, comerciales y religiosas, facili-
tan y median en su proceso de negociación identitaria en medio de la so-
ciedad receptora. Las redes de socialización tienden a mantener el espíritu
de la comunidad a la vez que median en la inserción en el país receptor.
Es de especial interés indagar en la experiencia religiosa como elemen-
to potenciador y cohesionador de la vida cotidiana de inmigrantes chinos
en la diáspora en Argentina, pues habitualmente el rol de las organizacio-
nes religiosas es desestimado en las investigaciones en estudios migrato-
rios. Desde la contribución de Max Weber (1997), Émile Durkheim

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(1982) y Ernst Troeltsch (2005) hasta la obra de Peter Berger (1971), en-
tre otros sociólogos de la religión, se ha mostrado cómo la religión, tanto
a nivel institucional como en la experiencia íntima del homo religiosus
(Eliade, 1998; 2010), juega un papel importante en la vida cotidiana de
las personas y de las comunidades. Este rol actúa reconfigurando constan-
temente el campo religioso (Bourdieu, 2006), especialmente en América
Latina (Bastian, 1997; Mallimaci y Giménez Béliveau, 2007) con el in-
cremento de la diversidad religiosa (Frigerio, 1995; Moreras, 2006; Fri-
gerio y Wynarczyk, 2008). Aun ante la presencia de la denominada hipó-
tesis de la secularización, que entiende la religión como una manifestación
de la humanidad en etapas de evolución inferiores a aquellas en estadios
tecnológicamente avanzados (Stark, Iannacone y Finke, 2006; Campos
Machado, 2007), estudios contemporáneos han demostrado cómo el pro-
greso industrial no necesariamente conduce a una mentalidad menos reli-
giosa (Norris e Inglehart, 2006; Sánchez Capdequí, 1998). Por el contrario,
los patrones migratorios, especialmente desde comienzos de la globaliza-
ción indican claramente que, por ejemplo, las instituciones religiosas que
se estaban debilitando en las sociedades industriales se han revigorizado
con la afluencia de inmigrantes de los países del ex Tercer Mundo (Cór-
dova Quero, 2010).
Hirschman (2004), basándose en sus estudios en los Estados Unidos,
un país con una larga tradición de migración, ha señalado que los migran-
tes tienden a ser más religiosos en la sociedad receptora. Así, la intersec-
ción entre migración y religión constituye un área importante para evaluar
los mecanismos de inserción de los migrantes a la sociedad receptora
como es el caso de Argentina (Ainsa, 2000; Odgers Ortiz, 2008). Según
Bogado Bordazar (2012, p. 134), el 48 por 100 de los inmigrantes chinos
practica el budismo. Sin embargo, esta afirmación debe ser aclarada. Los
chinos se suelen declarar ateos y no seguidores de ninguna religión en
concreto y en su mundo espiritual pueden tener cabida diferentes religio-
nes sin ningún tipo de contradicción interna. Por ejemplo, el realizar un
ritual daoísta por el cual se paga al experto religioso, no necesariamente
significa que una persona es daoísta y por lo tanto deja de ser budista. Al
contrario, ocurre lo mismo que en otros lugares del mundo donde una re-
ligión o versión particular de una religión se ha arraigado culturalmente.
Las personas tienden a incorporar ritos, ceremonias, o preceptos de forma
cultural sin que por ello se consideren «fieles» de esa religión. Esto deno-
ta también que nuestra comprensión esta imbuida de una lectura cristiano-
céntrica occidental de cómo la religión funciona en otras sociedades. Por
lo tanto, cabría preguntarse –tomando en cuenta la afirmación de Bogado
Bordazar– cómo se consideraría el «otro 52 por 100». Intuimos que un
porcentaje mínimo se distribuye entre cristianos –tanto catolicismo roma-
no como protestantismo–, musulmanes, y daoístas; seguidores de movi-
mientos religiosos como Falung Gong; de filosofías como el Confucianis-

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mo o de movimientos religiosos provenientes de otras partes de Asia
como Seicho-no-ie –un nuevo movimiento religioso japonés extendido a
China y otras partes del mundo con presencia también en Argentina–. Sin
embargo, el budismo continúa siendo la tradición religiosa mayoritaria
entre los inmigrantes chinos en Argentina y en el resto de latinoamérica
(Córdova Quero y Shoji, 2015a, 2015b, 2015c; Córdova Quero et al.,
2015). De todos modos, debemos recordar que en China el ámbito religio-
so personal no es exclusivista y por lo tanto la práctica religiosa no nece-
sariamente implica adhesión al estilo occidental a una religión.
Sin embargo, lo que es innegable es que las organizaciones religiosas
hacen mucho más que mantener la vida cultural o espiritual de sus segui-
dores, también ofrecen un espacio donde el idioma materno es hablado,
las costumbres culturales son libremente expresadas y las redes sociales
son fortificadas, lo cual es una característica común de organizaciones
religiosas en otras partes del mundo (Córdova Quero, 2008)
Por otro lado, las organizaciones comerciales son de vital importancia
para la supervivencia del grupo familiar. La organización de los super-
mercados, principal actividad de la colectividad china en Argentina, en la
CASRECH posibilita un posicionamiento distinto en medio de la socie-
dad al de «sospecha» o «vulnerabilidad», como afirma Castiglione (2008):

«En el caso de CASRECH, su principal interés es justamente, revertir esta


situación legalizando todos los aspectos vinculados a los supermercados chi-
nos (…). Sin embargo y no es casual, la situación de vulnerabilidad y de sos-
pecha con respecto a los supermercados chinos, cambia, a partir de las Crisis
del 2001 y el ascenso de CASRECH, dentro del conocimiento de la opinión
pública y los ámbitos político-gubernamentales» (pp. 19-20).

Existen en Argentina más de 6.000 supermercados chinos en todo el


país, de los cuales 4.800 se encuentra distribuidos entre la Ciudad Autó-
noma de Buenos Aires y el conurbano bonaerense (Bogado Bordazar,
2012, p. 135). Testigos de la visibilidad china en Argentina, los supermer-
cados chinos solo son rivalizados en su imagen por el «barrio chino» en
Belgrano, Buenos Aires. El «barrio chino» está próximo a la estación de
trenes Belgrano C de la línea de ferrocarril Mitre, lo que hace que muchas
personas puedan fácilmente desplazarse hasta el barrio por medio de
transportes públicos (buses y tren). Si bien el barrio data de mediados
de la década de 1980, no fue hasta la inauguración de la Galería de Arte
Oriental BuddhaBA, que el barrio cobró un nuevo impulso de la mano de
su dueña, Lin Shyu de Hsieh (Pappier, 2011, p. 5). De ser un barrio casi
desapercibido en Buenos Aires, pasó en poco tiempo a ser un atractivo
turístico para los nacionales a la vez que epicentro cultural y étnico de la
comunidad china en Buenos Aires.5 Esto es una gran diferencia con res-
pecto a inmigrantes chinos que residen en el interior del país que no cuen-

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tan con un barrio chino y que, muchas veces, ven dificultada su vida por
no conseguir elementos de la comida china ya que el número de super-
mercados chinos es menor al de Buenos Aires. De todos modos, cada vez
más en Argentina se consumen productos asiáticos como la salsa de soja,
lo cual ayuda a que muchos inmigrantes chinos y de otras partes de Asia
puedan recrear su propia comida, aunque los precios son muchos más
caros que otros productos. Por ejemplo en la ciudad de Córdoba una bote-
lla de salsa barbacoa de 400 g. –un producto originado fuera de Argentina
en la cocina norteamericana– cuesta entre $16-20 mientras que una bote-
lla de salsa de soja de 500 cm3 –traído desde Japón– cuesta $48.
A diferencia de otras ciudades del mundo en donde comer en un res-
taurant chino cuesta lo mismo que comer en cualquier otro restaurant, en
las principales ciudades de Argentina, los restaurantes asiáticos (chinos,
japoneses, coreanos, tailandeses) pueden llegar a costar hasta 4-6 veces
más que los no-asiáticos. Por ejemplo, en la ciudad de Córdoba, el deno-
minado «menú ejecutivo» –una promoción que incluye entrada, plato
principal, postre y bebida– ronda los $50-60, mientras que comer en un
restaurant asiático puede llegar a costar entre $250-300 por una promo-
ción similar. Esto dificulta no solo que muchas personas inmigrantes co-
man en estos restaurantes, sino que los nacionales también se ven limita-
dos de hacerlo. A diferencia de Buenos Aires, donde el barrio chino ofrece
mayores posibilidades en cuanto a precio y mayor surtido de productos
con los cuales cocinar en casa, en el interior del país –por una cuestión
histórica de Argentina que centraliza toda su vida y oferta en Buenos
Aires en detrimento del «resto del país»–, el acceso a esos productos se
dificulta.
En ambos casos, la economía familiar se ve trastocada por la diferencia
de precios con productos locales. Es aquí donde las redes sociales juegan
un papel importante en el mantenimiento de la dieta propia de las familias
chinas a través de la compra masiva –para varias familias– en Buenos
Aires, donde los precios son más bajos, o en el «encargo» a coterráneos
que viajan periódicamente a esa ciudad. No está de más decir que las re-
des sociales no solo incluyen inmigrantes de una misma etnia y ni siquie-
ra inmigrantes, sino que estas redes son más extensas, ya que la diversi-
dad de redes no se encierra dentro de un patrón monoétnico, sino que se
extiende más allá de las fronteras del propio grupo étnico de pertenencia.

Estrategias de formación identitaria entre inmigrantes chinos

Finalmente, al investigar los aspectos pertinentes a la identidad, cabría


preguntar: ¿cuáles son los mecanismos de negociación identitaria que los
inmigrantes de Asia Oriental despliegan en su vida cotidiana? ¿Cómo de-
construyen los estereotipos y las etiquetas de identidad preestablecidas

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que les son impuestas por la sociedad receptora? ¿Cuáles son los facto-
res que les permiten encontrar sentido a sus historias de la vida cotidiana?
La cuestión identitaria es un elemento vital para comprender la cues-
tión de la vida cotidiana de los inmigrantes en el lugar de destino. Al tra-
tar la cuestión de la identidad, especialmente para el caso de los inmi-
grantes chinos en la ciudad de Córdoba, nos encontramos con múltiples
posicionamientos, que indican las formas en que las personas migrantes
se sitúan en un mundo en constante cambio. Sin embargo, estos posicio-
namientos no son siempre claros, debiendo contrastarse con las historias
de vida de los inmigrantes. En otras palabras, la cuestión de la identidad
varía de acuerdo a las personas en diferentes lugares y situaciones, siendo
la migración un factor importante y determinante. La identidad es un pro-
ceso experimental. En términos generales, la noción de identidad es una
construcción fluida que varía a través del tiempo y la geografía, y si bien
relacionada con concepciones culturales, raciales o étnicas específicas, no
necesariamente se encuentra atada permanentemente a ellas. Sobre esto,
Taylor y Spencer (2004) enuncian:

«La identidad es un trabajo en progreso, un espacio negociado entre noso-


tros mismos y los demás, constantemente siendo reevaluado y muy ligado a la
circulación de los significados culturales de una sociedad. Además, la identi-
dad es intensamente política. Hay constantes esfuerzos por escapar, arreglar o
perpetuar las imágenes y los significados de los demás. Estas transformaciones
son evidentes en todos los ámbitos, y las relaciones entre estas construcciones
reflejan y refuerzan las relaciones de poder» (p. 4)

La cuestión identitaria en relación tanto a la cultura local como a la


cultura ancestral implica una negociación constante entre ambos espa-
cios. En sus estudios sobre la cultura y la sociedad, Pierre Bourdieu
(1977) hizo una contribución significativa a la comprensión de la cultura
como más allá de meras normas y costumbres sociales. Al reelaborar el
concepto de habitus de Mauss, Bourdieu sostuvo que los conceptos de la
cultura no solo interactúan en la conformación de las habilidades y cono-
cimientos de las personas en una sociedad en particular, sino también en
sus creencias y disposiciones. En otras palabras, el concepto de habitus se
refiere a aquellas estructuras «internalizadas» –tanto «mentales» como
«cognitivas»– y habilidades a través de las cuales las personas «interpre-
tan y evalúan el mundo» (Salerno, 2004, p. 219). El concepto de habitus
de Bourdieu es un aspecto que tenemos que tener en cuenta al analizar las
experiencias de los inmigrantes chinos, ya que al modo de otros inmi-
grantes, estos probablemente tomarán decisiones y tenderán a comportar-
se, pensar, sentir y llevar a cabo su relacionalidad basados en el habitus
en el que han sido socializados en su lugar de origen, y no de acuerdo con
el marco de la cultura local en la ciudad de Córdoba. Por lo tanto, la in-

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corporación de estos migrantes a la sociedad cordobesa podrá incluir las
luchas internas por aceptar, rechazar y/o negociar diferentes aspectos cul-
turales en su vida cotidiana.
La identidad se construye en base a la interacción con la construcción
de la alteridad ejercida por la sociedad del país de recepción. El tema del
otro como diferente es un concepto muy importante que nos ayuda a en-
tender las dinámicas de poder que operan dentro de las formaciones racia-
les, las filiaciones étnicas y las experiencias migratorias, especialmente
en América Latina. El término «alteridad» significa literalmente «otre-
dad», un término que se originó en la fenomenología de Hegel (Goldberg
y Solomos, 2002, p. 23). Se desarrolla mejor en las obras de Emmanuel
Lévinas (2001), que estableció el término en su obra Alteridad y Trascen-
dencia, en donde básicamente describe el cambio de la posición de un
individuo por la de otro individuo. En cuanto a la construcción del otro, el
término tiene una historia particular, comenzando por Jean-Paul Sartre
(1944), pasando por Frantz Fanon (1967) hasta llegar a trabajos recientes
en estudios étnicos que se han centrado en la deconstrucción de las for-
maciones raciales en relación con la construcción de la alteridad. Un hilo
conductor de todos estos estudios es el acuerdo que las construcciones de
las diferencias raciales o las categorías étnicas se inscriben dentro de una
relacionalidad simbiótica que apunta hacia la importancia de la alteridad.
Sin embargo, en las ciencias sociales, especialmente en Estudios Étnicos,
el término se utiliza para describir la construcción de individuos entendi-
dos como cultural o racialmente otro(s).
La construcción de la alteridad en medio de los inmigrantes chinos en
Argentina, especialmente en Córdoba, implica lidiar con estructuras men-
tales locales que no reconocen en ellos algunas de las «virtudes» que po-
drían reconocer en otros inmigrantes. Por ejemplo, es muy común escu-
char a nacionales expresar que los inmigrantes chinos no comparten el
ethos de «trabajo duro» con los inmigrantes japoneses, quienes tienen una
historia de afinamiento y de ascenso social de más 100 años en el país
(Higa, 1999; Laumonier, 1991; Cafiero y Cerono, 2004; Gómez y Onaha,
2008). Definitivamente, tampoco son equiparables con los inmigrantes
europeos. Respecto de esto, Castiglioni y Cura (2005) reportan que la
prensa escrita realiza una distinción entre inmigrantes asiáticos –a los que
se denomina simplemente como «inmigrantes»– y a los inmigrantes
europeos y norteamericanos –a los que la prensa escrita denomina «ejecu-
tivos», «profesionales», o «empresarios»– (p. 7). Esto sigue una tenden-
cia mundial en la que individuos de países desarrollados no son descrip-
tos como migrantes sino como «ex patriados», una manera de mantener
cierto statu quo que no es compartido con migrantes de países en desarro-
llo en búsqueda de oportunidades laborales, económicas o de ascenso so-
cial. O como afirma Deo (2012): «El término expatriado es un sello de
superioridad y se reserva para los que tienen el pasaporte correcto –y lu-

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cen como tales». Es decir, es un término que denota solvencia económica
y concepciones raciales de distinción con los «inmigrantes» –a quienes se
pinta como «pobres», «en busca de trabajo», etc.–. La tendencia cierta-
mente está presente entre los argentinos en el exterior –aunque los países
de recepción no los reconozcan como «ex pats»– y la prensa argentina
hace la distinción con los inmigrantes en el país.
Por otro lado, otros estereotipos muy comunes afirman que los inmi-
grantes chinos venden «mercadería barata». Esto no es propio sino fruto
de las prácticas comerciales de importadores argentinos que compran pro-
ductos de cuarta categoría en China para vender en Argentina y que dan
la imagen de «producción barata» con «trabajo esclavo». Todos estos pre-
juicios están fundados en la estereotipación más que en la realidad de la
comunidad china afincándose en el país. Sin embargo, dos de los estereo-
tipos más difíciles de sortear se refieren, por un lado, a los rasgos fenotí-
picos –que inmediatamente separan a los inmigrantes chinos de los na-
cionales– y, por otro lado, –como se dijo anteriormente– la cuestión del
lenguaje. Dado que la inmigración china data de la década de 1970 en
Argentina, tenemos ya una segunda y una tercera generación de descen-
dientes de migrantes que han sido socializados tanto en el idioma caste-
llano como en la cultura argentina. Sin embargo, para muchos argentinos
el hecho de que un inmigrante chino hable castellano es, paradójicamen-
te, una «rareza» como lo expresa Lola:

«Apenas como [que] me ven y todos tienen re fijo como que […] hablas
mal castellano, entonces empiezan a hablar [y] dicen “uy, hablas castellano”
¡Pará, somos gente también! No es que somos unas burras que no sabemos
hablar» (Carruitero, 2012, p. 5).

Frente a esto, las dinámicas de relación y de construcción autoidentita-


ria están atravesadas por las dinámicas de expectativas sociales y de este-
reotipación en la construcción de la alteridad que están en pie mucho an-
tes del arribo de los inmigrantes. Finalmente, esta construcción de la
alteridad erosiona la particularidad de cada grupo migratorio, pues perso-
nas de Asia son asimiladas bajo los calificativos «oriental» o, en casos
peyorativos, «chino», sin importar la riqueza y distintividad de cada co-
lectivo. Por ello, los inmigrantes chinos deben construir su identidad en la
intersección de todos los elementos mencionados en esta sección, mos-
trando la irrealidad de los estereotipos a la vez que luchando por la pre-
servación de su particularidad cultural en torno a la licuación étnica que
se ve como amenaza y como presión de la sociedad circundante.
Debido a esto, un aspecto que se tomará en cuenta en esta investiga-
ción refiere al rol que las organizaciones intermedias que dan cohesión y
sostienen la vida cotidiana de los inmigrantes. El hecho de que haya múl-
tiples generaciones así como también múltiples oleadas de inmigrantes

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chinos hace que esta migración esté ya enraizada en el flujo China-Argen-
tina, que muchas veces, como en el caso de la crisis del año 2001 en Ar-
gentina, se revirtió a través del retorno de algunos de estos inmigrantes.
Uno de los interrogantes es acerca de si la comunidad de inmigrantes
chinos en Argentina se ha transformado en una comunidad transnacional.
Por otro lado, el análisis debería indagar respecto de las percepciones ét-
nicas hacia el interior de las comunidades migrantes, es decir, si las ten-
siones y/o relaciones del país de origen son reproducidas, modificadas,
superadas, y/o exacerbadas en la diáspora. Ambos elementos nos darían
una imagen más profunda y rica de la presencia de los inmigrantes chinos
en Argentina.

Conclusión

Argentina ha sido el destino de inmigrantes chinos en forma masiva


desde la década de 1960. Su inserción en el país no ha sido fácil, debido
a las barreras lingüísticas y culturales que deben sortear cotidianamente.
Sin embargo, las nuevas generaciones, socializadas en el idioma caste-
llano y la cultura argentina, aún deben lidiar con los estereotipos presen-
tes en la sociedad argentina y su enraizado privilegio por los pueblos
europeos. Las relaciones interétnicas para los inmigrantes chinos no son
siempre fáciles, aunque poco a poco la sociedad argentina va adoptando
elementos culturales –comida, música, incluso lenguaje– y la brecha pa-
rece reducirse. Por otro lado, la organizaciones étnicas, tanto culturales,
económicas, como religiosas, ayudan a la inserción de los inmigrantes
chinos al contexto argentino. La construcción de la alteridad no depende
tanto del capital social o cultural de los inmigrantes sino de las percepcio-
nes –muchas veces desligadas de la realidad– que los nacionales tienen de
la cultura, sociedad e inmigrantes chinos.

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Notas

1. Se agradece a Ruben Kalmbach de la carrera de Geografía, Facultad de Filosofía y


Humanidad, Universidad Nacional de Córdoba, Argentina, por su gentileza en realizar el
mapa que aparece en el presente ensayo como asimismo tanto a Eduardo Domenech, Angé-
lica Alvites Baiadera y María del Carmen Falcón Aybar del Centro de Estudios Avanzados
(CEA) de la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina, por su ayuda en encontrar la in-
formación de los censos nacionales argentinos, como a María Fernanda Stang también inte-
grante del CEA, por sus aportes y corrección del estilo de buena parte de este ensayo.
2. Tomando como base a Michel de Certau y relacionándolo con el concepto de «micro-
física del poder» de Michel Foucault, Torrico Villanueva (2000) define este concepto de la
siguiente manera: «En consecuencia, y apelando a una cierta analogía con las ideas de
Foucault, es dable caracterizar a este enfoque sobre la cotidianidad como una “microfísica
de las prácticas”, que al admitir la politicidad de las tácticas piensa las prácticas cotidianas
como ejercicio de microrresistencias y micro-libertades, pero a la vez de formas que produ-
cen “sacudidas (…) en los cimientos del poder”».
3. El principio de jus solis se opone al principio de jus sanguinis (derecho basado en la
sangre), es decir, el reconocimiento u otorgamiento de la nacionalidad basado en lazos san-
guíneos de parentesco independientemene de su lugar de nacimiento. Los países del Asia
Oriental –China, Corea del Sur y Japón– basan su derecho a la nacionalidad en el jus san-
guinis (Choe, 2006, pp. 96, 106; Kashiwazaki, 1998, p. 278). Con la creciente movilidad de
las personas a través de las migraciones, un tercer principio es el de jus domicilis, es decir,
personas que por su residencia en determinado lugar por determinado tiempo pueden acce-
der a la nacionalidad (Choe, 2006, pp. 89-90).
4. La DNM parece no distinguir entre inmigrantes «chinos» y «taiwaneses».
5. Cabe destacar que el «barrio chino» no es el único barrio étnico en Buenos Aires. El
«barrio coreano» en Flores data de la década de 1990, con sus negocios y letreros con anun-
cios en coreano (Mera, 1998; Sassone y Mera, 2007; De La Fuente, Domínguez y Courtis,
2010).

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8
A presença Chinesa em Portugal:
entre a estrutura de oportunidades e as percepções
sociais da sociedade de acolhimento
Catarina Reis Oliveira

Introdução

Até finais do século XX a experiência migratória portuguesa foi muito


marcada pela emigração assumindo só no inicio da década de 1990 saldos
migratórios1 positivos que responderam essencialmente às necessidades
do mercado de trabalho nacional e permitiram atenuar o envelhecimento
demográfico do país. Contudo, a partir de 2010 Portugal assiste a saldos
populacionais totais negativos, associando saldos naturais e migratórios
negativos, retomando a tendência de um maior fluxo de saída por compa-
ração ao fluxo de entradas no país, reflectindo as condições económicas
menos favoráveis do país a partir de 2008 (Oliveira e Gomes, 2014).
Os fluxos de população verificados entre Portugal e China reflectem
não apenas esta dupla experiência de Portugal enquanto país simultanea-
mente de destino e de origem de migrantes, mas também o impacto da
dinâmica do mercado de trabalho português no perfil de entradas de chi-
neses no país que, inerentemente, têm influenciado a evolução das per-
cepções sociais que têm proliferado no país acerca desta população.
A presença chinesa em Portugal remonta a meados do século XX, ainda
que só a partir da década de 1980 tenha revelado alguma expressividade
numérica. Já a presença de portugueses na China remonta há cinco sécu-
los, ao período dos descobrimentos. As relações históricas entre Portugal
e China, através da ligação luso-chinesa de Macau, são relevantes para
enquadrar a interacção multissecular entre os dois países e a evolução das
percepções sociais acerca dos chineses em Portugal, pese embora não ex-
pliquem inteiramente o fluxo imigratório de chineses para o país.
A imigração chinesa para Portugal cresceu particularmente ao longo da
última década, aumentando cerca de cinco vezes entre 2001 e 2011, ten-
dose tornado em números absolutos na nona população estrangeira resi-
dente em 2011. Contrastando com as restantes populações imigrantes no

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país, foi no período da crise económica (desde 2008) que mais aumentou
o fluxo de entrada desta população, assumindo-se em 2013 (segundo da-
dos do Serviço de Estrangeiros e Fronteiras – SEF) como a população
estrangeira residente em Portugal que mais cresceu em relação a 2012,
totalizando 18.637 imigrantes, quando globalmente a população estran-
geira residente entrou em decréscimo desde 2010.
Correspondendo Portugal a um país com graves fragilidades demográ-
ficas,2 a imigração chinesa tem contribuído ainda para a demografia na-
cional: a idade média da população chinesa residente em Portugal é de 31
anos –quando a média de idades da população estrangeira total no país é
de 34 anos e dos portugueses é de 42 anos– e o índice de envelhecimento
da população chinesa é de apenas 9,5 pessoas com mais de 65 anos por
cada 100 indivíduos com menos de 15 anos –valor bastante inferior aos
39,9 observados na população estrangeira e bastante distante dos 130,7 ob-
servados para a população portuguesa (Oliveira e Gomes, 2014).
Os chineses residentes em Portugal são também a população com mais
cidadãos que têm como principal fonte de rendimento o trabalho (76 por
cento), com apenas 1 por cento a declarar-se como desempregada no mo-
mento dos censos, e cerca de 72 por cento da população chinesa emprega-
da tem como actividade económica o comércio a retalho e por grosso
(Delgado e Paulino, 2014). Por comparação às restantes populações es-
trangeiras residentes em Portugal, os chineses apresentam também as ta-
xas de empreendedorismo mais elevadas –42 empregadores em cada 100
chineses residentes–, representando cerca de 13 por cento do total de em-
pregadores estrangeiros residentes, valor que traduz a maior taxa de cres-
cimento de empregadores da última década (Oliveira, 2014).
Como se mostrará em detalhe neste capitulo, esta evolução da imigra-
ção chinesa e os seus perfis socioeconómicos têm influenciado as percep-
ções sociais que são geradas acerca de si, por contraste às restantes popu-
lações estrangeiras residentes no país.
Pese embora a população de origem chinesa residente em Portugal não
seja um todo homogéneo, mas reflicta diferentes comunidades com dife-
rentes razões migratórias –comerciantes de Zhejiang, naturais de Macau,
famílias descendentes de chineses vindas de Moçambique no contexto da
descolonização, e estudantes universitários (Oliveira, 2002; Neves e Ro-
cha-Trindade, 2008)–, nota-se que nem sempre a opinião pública distin-
gue ou atende a essa diversidade interna. Em especial ao longo da última
década, os chineses foram sendo descritos como um todo homogéneo
pela opinião pública, sendo percepcionados como uma população imi-
grante muito bem integrada (Rosário et al., 2011) e eminentemente em-
presarial (Oliveira, 2010a, 2011).
Com o intuito de enquadrar as reacções sociais à presença chinesa em
Portugal, e como essas se desenvolvem ao longo de tempo, este capítulo
analisa sumariamente a evolução dos movimentos migratórios entre Chi-

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na e Portugal. Considera também o papel da estrutura de oportunidades
portuguesa –atendendo às mudanças e evolução do enquadramento legal
e às oportunidades do mercado de trabalho português– na indução de al-
gumas das representações sociais e imagens que têm sido veiculadas na
sociedade portuguesa acerca dos imigrantes chineses ao longo do tempo e
que entrecruzam com algumas das próprias marcas das relações históricas
seculares entre os dois países.
Pese embora seja evidente que as reacções e percepções sociais podem
variar em função das características dos seus portadores e disseminadores
–e.g. sexo, idade, grau de escolaridade, situação económica, nível e tipo
de contacto com os imigrantes, posicionamento político– e ao longo do
tempo e do espaço –e.g. centros urbanos ou contextos rurais, zonas isola-
das ou zonas comerciais–, este capitulo procura ilustrar –sem pretensões
de exaustividade ou representatividade– algumas das reacções e percep-
ções da sociedade portuguesa, em especial ao longo da última década, em
relação aos imigrantes chineses residentes no país, recorrendo a alguns
exemplos veiculados pelos media ou por instituições, ou recolhidos nou-
tros estudos académicos. Ainda que a globalização e a internet tenham
vindo alterar um pouco o impacto da informação veiculada pelos media,
esses continuam a ser um dos elementos de criação e manutenção de ima-
gens sociais e narrativas com impactos centrais na vida pública das socie-
dades e das suas populaçoes, pelo que é relevante a sua análise.

Fluxos migratórios entre China e Portugal

Portugal e a China têm uma relação multissecular que importa conside-


rar para melhor entender os fluxos migratórios entre os dois países e com-
preender a evolução das percepções e representações sociais veiculadas na
sociedade portuguesa acerca do fluxo imigrante de chineses para o país.
A presença portuguesa na China remonta ao período dos descobrimen-
tos com a chegada a Malaca a partir de 1509 e é reforçada com a presença
em Macau a partir de 1557, identificando-se posteriormente inúmeros
acordos comerciais que, desde o século XVI, justificaram os fluxos de por-
tugueses para a China. Portugal viria ainda a obter uma maior proximida-
de à China com a administração do território de Macau, formalizada com
o Tratado de Amizade e Comércio Sino-Português de 1887, que vigorou
até final de 1999.
Pese embora muito tenha mudado no decurso dos séculos, ainda hoje os
consulados de Portugal registam portugueses emigrados na China. Em 1991
–antes de Macau voltar para a soberania chinesa– estavam registados 101.245
cidadãos com nacionalidade portuguesa a residir em Macau.3 Já em 2011,
residiam no território chinês –excluindo Macau– cerca de 421 cidadãos com
nacionalidade portuguesa e em Macau 5.020 –dos quais apenas 1.835 tinham

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nascido em Portugal–, mantendo-se os fluxos de entrada de portugueses nes-
se território –nesse ano 181 portugueses emigraram para Macau.
No sentido oposto do fluxo migratório, é difícil determinar com exac-
tidão quando chegaram os primeiros imigrantes chineses a Portugal. Há
relatos históricos da presença de chineses no século XIX nas plantações do
chá nos Açores. É, contudo, já nos primeiros anos do século XX que o
fluxo imigratório chinês se torna mais consistente em Portugal, em espe-
cial durante as décadas de 1920 y 1930 (Teixeira, 1997, p. 2; Pereira,
2004, p. 22), concentrando-se nas grandes cidades e dedicando-se essen-
cialmente ao comércio. Na sua génese a imigração de chineses para o país
reflectia muito as relações históricas privilegiadas de Portugal com a Chi-
na, nomeadamente através do pequeno território-enclave na China (Ma-
cau) e que justificaram também um fluxo imigratório constituído por indi-
víduos de etnia chinesa com nacionalidade portuguesa.4
Ao longo do século XX, Portugal foi acolhendo também outros fluxos com
origem na China continental. Uma parte dos chineses, de origem cantonesa,
chegou a Portugal entre 1975 e o início da década de 1980 por via de Timor,5
Angola e Moçambique, 6 tendo a maioria destes chineses adquirido a nacio-
nalidade portuguesa (Oliveira e Inácio, 1999). Um novo fluxo imigratório de
chineses, directamente da China, da província de Zhejiang, ocorreu sobretu-
do já no decurso da década de 1990 (Oliveira, 2003)7 (Quadro 8.1).

Quadro 8.1. População chinesa residente e percentagem de empregadores


chineses por total de activos em Portugal, por comparação ao total de
estrangeiros residentes e empregadores, entre 1981 e 2011

Ano 1981 1991 2001 2011


População de nacionalidade chinesa 154 356 2.176 11.458
Total de residentes estrangeiros 108.526 106.664 226.715 394.496
% de chineses por total de residentes 0,1 0,3 1,0 2,9
estrangeiros
% de empregadores chineses por to- 22,2 24,1 36,0 42,2
tal de activos
% de empregadores estrangeiros por 5,1 7,7 10,2 12,1
total de activos

Fonte: Elaboração própria a partir dos Recenseamentos Gerais da População, Censos – INE.

Este fluxo imigratório reforçou-se ainda mais no decurso da década


seguinte. Os Censos de 2011 registaram 11.458 cidadãos de nacionalida-
de chinesa, representando a nona nacionalidade estrangeira numerica-
mente mais representativa –2,9 por cento do total de estrangeiros residen-

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tes no país–. Os dados dos Censos de 2011 revelam ainda que cerca de
78,5 por 100 dos chineses entraram no país a partir de 2000, tendo-se
observado um crescimento em 2008, 2009 e 2010, anos de crise económi-
ca no país –e em vários países da União Europeia.
Os dados dos Censos permitem também mostrar que a última década
foi particularmente relevante para reforçar o impacto dos empregadores
chineses no país, contribuindo em 2011 com 13 por cada 100 empregado-
res estrangeiros –mais 10 pontos percentuais que em 2001–. Foram tam-
bém os cidadãos chineses que apresentaram o maior crescimento no nú-
mero de empregadores (+427 por cento), sendo esse aumento superior à
própria variação do seu total de activos (+350 por cento). Em 2011 a acti-
vidade económica «comércio a retalho e por grosso» concentrou quase
três quartos da população chinesa empregada, sendo a maioria das empre-
sas onde a população chinesa exerce a sua profissão de pequena ou média
dimensão –59 por cento dos chineses trabalha em empresas com 2 a 4 pes-
soas ao serviço, 23 por cento em empresas com 5 a 9 trabalhadores e 10 por
cento com apenas 1 trabalhador (Oliveira, 2014).
Os fluxos migratórios entre os dois países e as actividades económicas
protagonizadas pelos seus migrantes têm-se reproduzindo nos fluxos de
remessas.8 Segundo dados do Banco de Portugal9 (Quadro 8.2), em 2006
foram enviados da China para Portugal cerca de 30 milhares de euros em
remessas, tendo esse valor sido reforçado em 2013 para 1.669 milhares de
euros, o correspondente a 0,1 por cento do total de remessas recebidas em
Portugal dos seus emigrantes.

Quadro 8.2. Remessas entre Portugal e China (em milhares de euros) por
chineses residentes em Portugal, entre 2006 e 2013

Ano 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013

Remessas recebidas em 30 280 270 485 1.389 491 580 1.669


Portugal da China
Remessas recebidas na 1.811 4.731 10.623 16.800 21.715 63.643 67.345 78.204
China oriundas de
Portugal
Saldo (milhares de –1.781 –4.451 –10.353 –16.315 –20.326 –63.152 –66.765 –76.535
euros)
Remessas por número 0,2 0,5 0,8 1,2 1,4 3,8 3,9 4,2
de chineses residen-
tes em Portugal (mil-
hares de euros)
Chineses com Autori- 8.081 9.689 13.313 14.373 15.600 16.785 17.447 18.637
zação de Residência
registados no SEF

Fonte: Elaboração própria a partir do Banco de Portugal (dados relativos às remessas) e Serviço de Es-
trangeiros e Fronteiras (dados relativos aos chineses com autorização de residência em Portugal).

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Esses valores não têm, contudo, comparação face ao volume de remes-
sas enviadas de Portugal para a China pelos imigrantes chineses residen-
tes em Portugal. Em 2006 foram enviados cerca de 1,8 milhões de euros
em remessas de Portugal para a China, sendo esse valor bastante reforça-
do nos anos seguintes e atingindo 78,2 milhões de euros em 2013, o que
gerou um saldo negativo para Portugal de –76,5 milhões de euros nestes
fluxos de remessas. Ou seja, em 2013, as remessas enviadas para a China
pelos imigrantes chineses residentes em Portugal foram 47 vezes superio-
res às remessas enviadas para Portugal pelos portugueses residentes na
China.
É interessante verificar que as remessas enviadas de Portugal para a
China aumentaram exactamente durante os anos em que o país vive uma
crise económica, ou seja, de 2008 em diante (conforme Quadro 8.2),
acompanhando também o crescimento de entradas de chineses em Portu-
gal durante o período de crise económica. Em 2013 a China foi, na hierar-
quia dos destinos das remessas dos imigrantes residentes em Portugal, o
segundo país para onde foram transferidas mais remessas (14 por cento
do total de remessas enviadas de Portugal), pese embora os chineses resi-
dentes no país representassem apenas 4 por cento do total de estrangeiros
residentes.
Acresce que apesar do número de chineses residentes no país ter au-
mentado nos últimos anos, representando em 2013 perto de 19.000 resi-
dentes –quando em 2006 eram apenas cerca de 8.000–, é relevante consi-
derar que em média cada residente chinês passou a enviar mais remessas
em milhares de euros nos últimos anos –em 2006 por cada residente chi-
nês foram enviados de Portugal para a China cerca de 0,2 milhares de
euros, quando em 2013 esse valor subiu para 4,2 milhares de euros por
chinês residente em Portugal, passando a corresponder à nacionalidade
com mais remessas enviadas por cada residente no país.
Neste âmbito deve atender-se a que nos últimos anos o perfil imigrató-
rio de chineses se viu associar cada vez mais a empresários e a grandes
investidores. Assim, paradoxalmente, os anos de crise económica que se
vivem em Portugal desde 2008 e de aumento da dívida pública nacional,
atraíram o investimento e a chegada de mais empresários chineses que
viram neste contexto económico mais uma oportunidade para o estabele-
cimento de novos negócios. A queda no consumo interno e as condições
do mercado português criaram alguns constrangimentos e aumentaram o
risco da comunidade empresarial existente no país, contudo, em paralelo,
a crise facilitou a intensificação das estratégias de globalização da China
em Portugal, nomeadamente através do programa de privatização de al-
guns sectores e actividades nacionais –e.g. electricidade, gás, água– e de
programas de captação de empresários e investidores estrangeiros para
novos segmentos da economia –e.g. sector financeiro: entrada do Indus-
trial and Commercial Bank of China em Portugal em 2012–, abrindo a

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porta à entrada de investimentos chineses de grande e média escala para o
país (Bongardt e Neves, 2014, p. 30).
Este processo mais recente contribuiu para algumas mudanças na co-
munidade de empreendedores chineses em Portugal, nomeadamente tor-
nando o perfil destes empregadores mais complexo e heterogéneo –va-
riando entre os tradicionais comerciantes chineses10 de pequena escala
integrados em contextos locais e com presença mais antiga no país (Oli-
veira, 2003, 2009, 2010a), e os novos investidores de empresas de grande
escala. A chegada e reforço destes grupos de imigrantes em Portugal fez,
inclusivamente, aumentar a taxa de empreendedorismo estrangeiro (Oli-
veira, 2014), assumindo-se os chineses como a nacionalidade com as ta-
xas de empreendedorismo mais elevadas do país (Quadro 8.1).
Algumas mudanças na lei de estrangeiros, com a criação de canais
dirigidos a grandes empresários e investidores, podem explicar também
a maior atractividade de Portugal nos últimos anos para este novo perfil
de imigrantes chineses. Como se detalhará adiante é fundamental atender
à interferência das mudanças do contexto português na opinião pública e
nas reacções sociais dos portugueses face à imigração em geral ou em
relação a um grupo imigrante em particular. No caso chinês, verifica-se
que as mudanças no perfil imigratório têm induzido a variações na opi-
nião pública em Portugal, surgindo nomeadamente algumas percepções
sociais que tendem a realçar contrastes mais negativos ou positivos entre
os chineses e outras populações estrangeiras, ou entre os chineses e os
próprios nacionais portugueses.

Impacto da estrutura de oportunidades de Portugal na imigração


chinesa

Para Castles e Miller (1998, p. 9) uma das principais tendências desta


«era das migrações» é o crescimento da politização das migrações. Na
generalidade dos países, o crescimento dos movimentos migratórios in-
ternacionais têm gerado variadas tentativas de gestão dos fluxos através
do incremento de acordos entre países e regiões, de políticas de regulação
e controlo de entrada, saída e permanência de populações. Actualmente, a
captação de competências e iniciativas empreendedoras é também uma
prioridade em inúmeros países europeus, por força dos contextos econó-
micos e sociais, mas também por sensibilização formal da própria da Co-
missão Europeia, assumindo-se que a imigração pode responder a essa
prioridade mediante a atracção de imigrantes com perfis específicos.
O caso português é bem ilustrativo de como as mudanças nos contex-
tos políticos e reguladores que enquadram a imigração podem promover
ou inibir fluxos ou moldar os perfis dos imigrantes (Oliveira, 2008b,
2010b). Essas mudanças salientam diferentes implicações e consequên-

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cias, nomeadamente nos fluxos de imigração chinesa para o país, e ine-
rentemente induzem também a uma evolução na opinião pública e nas
atitudes sociais dos portugueses face a esta população.
A entrada de Portugal para a Comunidade Económica Europeia (em
1986) e a adesão de Portugal à livre circulação no espaço europeu único
com o Acordo de Schengen (em 1991), explicaram o reforço da imigração
chinesa para o país a partir de meados da década de 1990. Concretamente
a livre circulação de pessoas na Europa permitiu o alargamento do merca-
do que imigrantes, empresários e trabalhadores assalariados usaram para
potenciarem a probabilidade de sucesso da sua experiência migratória.
A sobrevivência de pequenos negócios –como restaurantes, lojas de roupa
e bijutarias, etc.– dependem do abastecimento regular de bens e trabalha-
dores que resulta de contactos frequentes com a origem e outros países
com imigrantes chineses na Europa (Oliveira, 2005, 2009).
Muitos dos imigrantes chineses chegaram a Portugal depois de terem
passado por outros países da União Europeia, nomeadamente por Espa-
nha,11 França e Holanda (Oliveira, 2005). Assim, Portugal não foi escolhi-
do como um primeiro país de destino, tendo a chegada destes imigrantes
sido determinada por outras razões, nomeadamente oportunidades de
mercado –perante a saturação de outros mercados europeus e oportunida-
des especificas em Portugal– e oportunidades no contexto legal nacional
(e.g. regularizações extraordinárias de 1992, 1996 e 2001; mudança da lei
do trabalho em 1998; revisão da lei de estrangeiros em 1998, 2007 e 2012).
Oliveira (2005) indica que o primeiro fluxo significativo de chineses che-
gou a Portugal durante processos de regularizações extraordinárias para
imigrantes em situação irregular.12
Outras características da estrutura de oportunidades de Portugal da úl-
tima década estão também na base do aumento do fluxo imigratório chi-
nês entre 2001 e 2011 e, inerentemente, na sobre representação de em-
pregadores chineses por total de activos. Em 2007 foram introduzidas
inúmeras mudanças na lei que enquadra os fluxos imigratórios para Por-
tugal. Entre essas mudanças destaca-se a criação de um título especial
para empresários e trabalhadores independentes estrangeiros. Em resulta-
do, a partir de 2011 verifica-se um aumento da importância relativa dos
empreendedores asiáticos (33 por cento em 2012) no total autorizações de
residência concedidas para o exercício de uma actividade profissional in-
dependente.
Em meados de 2012 verifica-se mais uma revisão da lei de estrangei-
ros, tendo sido criado um canal de entrada mais facilitado para investido-
res estrangeiros –autorização de residência para investimento (ARI)–,
podendo beneficiar deste título todos os cidadãos nacionais de países ter-
ceiros que exerçam, pessoalmente ou através de uma sociedade, uma das
actividades de investimento previstas, e que reúnam um dos requisitos
quantitativos e temporais mínimos exigidos: (1) «investimento em acções

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ou quotas de sociedades»; (2) criação de 10 postos de trabalho com ins-
crição na segurança social; ou (3) aquisição de propriedade de imóveis
«com valores iguais ou superiores a 500.000 euros».
A ARI simplificou a aquisição de um título de residência para Portugal,
não requerendo ao seu titular uma residência permanente no país. Por
outro lado, definiu inúmeras vantagens aos seus titulares: concessão de
benefícios fiscais; acesso a uma autorização de residência de forma mais
rápida e fácil –com dispensa de visto de residência–; concessão de privi-
légios de circulação no Espaço Schengen; e acesso mais rápido à residên-
cia permanente –ao fim de 5 anos com ARI– e à nacionalidade portuguesa
e/ou passaporte europeu –ao fim de 6 anos com o título– sem ter de residir
de forma permanente no país –tem apenas de estar no mínimo 14 dias
ininterruptos por ano em Portugal–. Outra vantagem atribuída aos titula-
res de ARI é poderem negociar o regime fiscal que lhes será aplicado
junto da Autoridade Tributária.
Deve, pois, verificar-se como o sistema fiscal pode ser usado como
instrumento de política de incentivo a uma imigração com um dado perfil.
Nos últimos anos Portugal tem instituído regimes fiscais semelhantes e/
ou inspirados nos consagrados em outros Estados-membros –e.g. Espa-
nha, Reino Unido, Holanda–, definindo diferentes regimes fiscais internos
para «residentes» e «não residentes» e concedendo benefícios a investi-
dores. O regulamento publicado em 2009 enquadra um tratamento fiscal
favorável aos seus beneficiários durante um período de 10 anos consecu-
tivos, procurando estimular a competitividade portuguesa no que toca à
atracção de profissionais e estruturas empresariais com capital estrangei-
ro. Conforme é realçado no preâmbulo do decreto-lei, os instrumentos de
política fiscal internacional de Portugal devem funcionar «como factor
de atracção da localização dos factores de produção, da iniciativa empre-
sarial e da capacidade produtiva no espaço português». Ou seja, pretende-
-se que a política fiscal ajude Portugal a reforçar a sua competitividade
internacional na atracção de imigrantes de elevado potencial –pelos re-
cursos económicos que dispõem– e, assim, vir «a estimular a economia
nacional e o tecido empresarial português».
Em resultado, Portugal formalizou nos últimos anos um sistema de
entrada com condições bastante mais favoráveis para atrair estes imigran-
tes investidores. Segundo dados reportados pelo Serviço de Estrangeiros
e Fronteiras (SEF), verificou-se um aumento mensal gradual das candida-
turas de ARI até ao final do ano de 2013, tendo-se registado em Outubro
de 2013 um pico de registos (232 candidaturas nesse mês), sendo a maio-
ria das candidaturas (cerca de 80 por cento) de cidadãos chineses. Muito
embora este investimento tenha sido essencialmente por via da aquisição
de imóveis –das 471 ARI atribuídas até ao fim de 2013, 440 foram pela
aquisição de bens imóveis– o que dinamizou o mercado imobiliário, e
não a criação de emprego e/ou desenvolvimento de actividades empresa-

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riais, esta autorização de residência gerou cerca 306,7 milhões de euros
em investimentos, traduzindo um importante impacto na economia portu-
guesa.
A ARI beneficiou de inúmeras estratégias de divulgação, nomeada-
mente através de folhetos informativos disponíveis em várias línguas
–entre elas, o chinês–, destaques em portais institucionais, placares dis-
postos em zonas estratégicas –e.g. aeroportos, representações diplomáti-
cas de Portugal no estrangeiros–. A Agência para o Investimento e o Co-
mércio Externo de Portugal (AICEP) promoveu também o programa a
partir da sua rede internacional, tal como as embaixadas e as representa-
ções portuguesas –em especial na China–,13 tendo sido promovidas ses-
sões de divulgação junto de potenciais investidores, envolvendo agências
imobiliárias e empresários da emigração.
O Ministério dos Negócios Estrangeiros (MNE) de Portugal também
criou um gabinete de atendimento expresso para os interessados no Con-
sulado Geral de Macau, tendo –até ao final de Setembro de 2013– cerca
de 30 por cento dos vistos para investimento sido concedidos por via des-
te gabinete.14
A Câmara do Comércio e Indústria Luso-Chinesa, com sede em Lis-
boa, também introduziu na sua página de internet um destaque a este vis-
to como forma de entrada e investimento em Portugal.15
Marcando a actualidade e assim a opinião pública acerca deste título
de residência e dos seus beneficiários –especialmente os chineses–, os
media nacionais desde então têm também dado inúmeros destaques a este
canal de entrada –conhecido como o golden visa português:

«Desde Janeiro último, quando um despacho governamental simplificou o


programa de obtenção dos “golden visa”, os candidatos chineses foram surgin-
do, paulatinamente. Estavam, por assim dizer, “escaldados” com investimentos
ruinosos concretizados em Chipre, antes do crash de abril passado. (…) Mas o
golden visa português acabou por lhes conquistar a confiança. (…) Os investi-
dores chineses e russos têm, contudo, um ponto em comum: admitem que a
situação política e social nos seus países pode degenerar em caos, e querem
garantir um “porto seguro” para si e as suas famílias, num país que consideram
seguro e, por exemplo, bem apetrechado de colégios internacionais para edu-
cação dos filhos» (Revista Visão, 11 de julho de 2013, pp. 52-56).

«A 2 Revista Visão voltava dar destaque à concessão de um “visto dourado”


no valor de 3,6 milhões de euros a um milionário chinês [que] adquiriu uma
moradia na selecta Quinta da Marinha, Cascais, e três apartamentos de luxo no
Estoril, no mesmo município. (…) O milionário, na casa dos 50 anos e que
exigiu anonimato, confidenciou, ainda assim, que pretende “trazer a família
para a Europa”, a partir de Portugal. Ele próprio andará entre Lisboa e a China,
gerindo os seus negócios» (Revista Visão, 2 de janeiro de 2014).

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É, pois, evidente que o contexto regulador português define constran-
gimentos ou oportunidades com consequências directas na evolução e ca-
racterísticas dos fluxos imigratórios que o país acolhe.
Importa perceber, contudo, como estes enquadramentos legais e a evo-
lução dos fluxos de entrada ecoam na opinião pública nacional e nas per-
cepções dos portugueses. Procura-se analisar de seguida como interagem
estas opções de inserção dos chineses em Portugal com as percepções
sociais que foram sendo construídas e desenvolvidas acerca dos mesmos
ao longo do tempo.

Reacções e percepções sociais acerca dos chineses em Portugal

Em sociedades onde a agenda política e governativa e a agenda mediá-


tica são interdependentes e condicionam –e são condicionadas– pela opi-
nião pública, deve atender-se à persistência ou evolução dos discursos
que são veiculados acerca da imigração, em geral, e acerca de alguns gru-
pos, em particular. A dinâmica do acolhimento e da integração dos imi-
grantes está, em grande medida, também dependente dos efeitos dos dis-
cursos mediáticos. Uma abordagem mediática negativa –explícita ou
implícita– da presença e papel dos imigrantes num país de acolhimento,
influenciará decisivamente uma atitude de fechamento, sendo o inverso
também recorrentemente verdadeiro.
Pese embora se verifique alguma subjectividade e conjunturalidade na
forma como se definem e identificam reacções e percepções sociais acer-
ca de determinada população imigrante numa dada sociedade de acolhi-
mento, a análise de alguns exemplos aqui elencados permite ilustrar ten-
dências na forma como são percepcionados os imigrantes chineses em
Portugal e/ou como o fluxo imigratório da China, com características eco-
nómicas e empreendedoras que contrastam com as restantes populações
imigrantes residentes no país, tem gerado algumas reacções e atitudes
sociais da população portuguesa.
Estudos realizados em Portugal acerca das imagens que os portugueses
têm dos imigrantes e da imigração (Lages et al., 2006; António e Policar-
po, 2011; Rosário et al., 2011) permitem analisar as percepções sociais
dos portugueses acerca dos chineses por comparação a outros grupos es-
trangeiros. As representações dos portugueses vão no sentido de verem os
chineses como os mais fechados,16 misteriosos, exóticos ou desconheci-
dos, por comparação aos outros grupos imigrantes –e.g. europeus de les-
te, nacionais de países de língua portuguesa–. Os chineses tendem a ser
vistos também, de forma antagónica, como os imigrantes melhor integra-
dos na sociedade portuguesa, resultado neste caso que espelha a associa-
ção estereotipada da integração social à incorporação económica bem-su-
cedida ou ao sucesso empresarial desta população em Portugal.

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Como se referiu antes, entre os portugueses e os chineses há uma inte-
racção multissecular que remonta ao período dos descobrimentos. Desde
os primeiros contactos, no século XVI, essa interacção foi deixando dife-
rentes marcas na sociedade portuguesa e gerando diferentes reacções so-
ciais acerca dos chineses que importa analisar. Pela sua riqueza e grande
temporalidade das relações entre os dois países, as percepções e atitudes
sociais dos portugueses face aos chineses evoluíram ao longo dos séculos.
Como Matias (2010) analisa no seu estudo –misturando elementos his-
tóricos e literários através de testemunhos de exploradores, missionários
e viajantes, e de documentos literários– os primeiros contactos entre os
dois povos em território chinês geraram nos portugueses tanto um fascí-
nio e admiração pela ordem, pela valorização na educação, pela profundi-
dade milenar da cultura; como também alguns sentimentos antagónicos
com percepções mais negativas face à alimentação e higiene, gerando
distanciamento ou mesmo rejeição dos chineses.
A inversão dos fluxos migratórios no decurso do século XIX e –muito
reforçada– em finais do século passado, associada à imigração económica
de chineses para Portugal, viria, contudo, a complementar essas percep-
ções sociais acerca dos chineses, pese embora a relação com a China por
via de Macau mantida até finais do século passado17 deva enquadrar algu-
mas das percepções sociais presentes, como bem alerta Matias (2010,
p. 119).
Na década de 1930 os chineses tornavam-se mais conotados com co-
merciantes das «glavatas balatas»18 das grandes metrópoles portuguesas,
passando a partir da década de 1980 a serem associados às lojas chinesas
do «vende tudo e balato» e dos restaurantes chineses. Neste âmbito Ma-
tias (2010) destaca como sobressai ao longo das décadas do século passa-
do uma atitude de tolerância crítica dos portugueses face aos chineses,
por valorizarem a oferta de produtos baratos, pese embora associando-os
a um conjunto de estereótipos que incluem a falta de higiene, a concor-
rência desleal e práticas culturais misteriosas.
Como será analisado, as imagens mais negativas acerca desta popula-
ção têm induzido, em alguns momentos, a representações estereotipadas e
rumores que ao longo do tempo têm sido disseminados em discursos,
meios de comunicação social e por via da internet –e.g. os «chineses não
morrem ou não declaram os óbitos em Portugal»,19 «os chineses fazem
tráfico de órgãos»,20 «os chineses trocam documentos entre conterrâneos
para imigrarem ilegalmente», «os chineses beneficiam de acordos espe-
ciais com o Estado português para terem mais lucros que os outros co-
merciantes».
Portugal tem promovido algumas estratégias de auto-regulação, que fo-
ram aceites pela generalidade dos órgãos de comunicação social, e que
geram a intervenção institucional de algumas agências responsáveis. En-
tre essas agências públicas afigura-se o instituto público responsável pelo

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acolhimento e a integração dos imigrantes em Portugal –o Alto Comissa-
riado para a Imigração e o Diálogo Intercultural, renomeado no início de
2014 para o Alto Comissariado para as Migrações (ACM). No âmbito do
ACM funciona a Comissão para a Igualdade e Contra a Discriminação
Racial (CICDR), que tem assumido um papel fundamental, nomeada-
mente, na monitorização das imagens e percepções que existem acerca
dos imigrantes, reagindo sobre elas sempre que necessário, designada-
mente com comunicados ou formalização de queixas de discriminação de
base racial ou étnica. No âmbito dos inúmeros trabalhos dessa Comissão
é possível identificar alguns exemplos de reacção dos seus conselheiros a
situações que envolveram percepções sociais negativas acerca dos imi-
grantes chineses em Portugal.
O primeiro exemplo, e que deu mesmo origem a uma queixa formal de
discriminação contra uma entidade pública nacional, verificou-se em
2006. Na sequência da CICDR ter tido conhecimento, através da comuni-
cação social, de que a Autoridade de Segurança Alimentar e Económica
(ASAE) estava a promover uma acção inspectiva denominada «Operação
Oriente» a 130 restaurantes chineses, reagiu com um comunicado e uma
queixa de desrespeito pelo principio da igualdade e de discriminação. En-
tre a fundamentação da queixa esteve o critério de selecção dos alvos a
inspeccionar –uma nacionalidade específica– e a intencionalidade de for-
te impacto mediático, evidenciado pelo convite a vários meios de co-
municação social para acompanharem a operação, «com potencial efeito
xenófobo e estigmatizante para toda uma comunidade estrangeira, no-
meadamente para uma das suas principais actividades económicas». Pese
embora desta operação inspectiva tenha resultado apenas o encerramento
de 14 restaurantes chineses,21 acabou por ter, segundo a comunidade chi-
nesa, um forte impacto negativo na procura dos restaurantes chineses nos
meses que se seguiram ao incidente –estimaram quebras de vendas en-
tre 35 por cento e 50 por cento–.22 Neste âmbito a ASAE reagiu defenden-
do que:

«“não escolheu restaurantes chineses mas sim locais de venda de comida chi-
nesa independentemente de quem é o proprietário do estabelecimento comer-
cial” e que a “escolha de locais de venda de comida chinesa tem a ver exclusi-
vamente com o elevado número de consumidores, com as denúncias e queixas
apresentadas e a preocupação de defender os consumidores, no âmbito da saú-
de pública”, bem como “a decisão de efectuar operações temáticas tem, exclu-
sivamente em conta, a indispensabilidade de preparar as equipas para a efecti-
vação de actividades inspectivas de qualidade, na defesa do consumidor e da
livre concorrência dos operadores”» («Comissão para a Igualdade pronuncia-
-se sobre operação “Oriente”», ACM, 11 de abril de 2006).

Estes esclarecimentos mereceram a reacção imediata da CICDR que


defendeu que «nada nem ninguém está acima da lei; mas ninguém pode

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ser particular alvo da lei, nomeadamente em função de uma referência de
nacionalidade. (…) Sendo a “nacionalidade” o factor comum a todos os
alvos de inspecção, tal configura uma opção errada e potencialmente in-
dutora de preconceitos quanto a uma actividade económica em geral, de-
senvolvida por uma comunidade imigrante em Portugal».23 Os meios de
comunicação também documentaram as reacções da comunidade chinesa:

«“O presidente da ASAE irá a um restaurante chinês a convite de um con-


selheiro da Embaixada da China, que se deslocou à ASAE para protestar
contra a Operação Oriente. O descontentamento deve-se a esta acção ter tido
como alvo apenas estabelecimentos chineses e, para mais, com a televisão
atrás, o que terá gerado quebras (…) no negócio”. Na mesma notícia eram re-
portadas as reacções de um líder associativo chinês: “Lamentamos a proporção
que as coisas tomaram. Ninguém pode contestar se levarem sempre a televi-
são e a imprensa e se todas as operações tiverem igual tratamento, mas não foi
isso que aconteceu”» («Chineses acusam fiscalização de gerar xenofobia»,
Jornal Diário de Notícias, 12 de abril de 2006).

O segundo exemplo que gerou um comunicado da CICDR prendeu-se


com um rumor disseminado no ciberespaço que advertia a população em
geral para a ocorrência de raptos em lojas de venda de produtos chineses.
Conforme era explicitado no comunicado de 18 de Dezembro de 2006 da
CICDR, «segundo os autores não identificados destes boatos, os raptos
estariam relacionados com o tráfico de órgãos e os seus autores chegaram
mesmo a indicar cidades (…) como exemplos de locais onde, alegada-
mente, teriam ocorrido essas práticas ilícitas». Dada a gravidade destas
acusações a CICDR solicitou esclarecimentos à Polícia Judiciária (PJ) e à
Polícia de Segurança Pública (PSP), as quais comunicaram que não havia
registos de qualquer ocorrência dessa natureza. Neste âmbito a CICDR
deliberou tornar pública a situação e «denunciar o intuito racista e xenó-
fobo subjacente [aos boatos anónimos] uma vez que o objectivo destas
práticas é a estigmatização dos cidadãos de nacionalidade chinesa e a
tentativa de impedir o legítimo exercício das suas actividades comer-
ciais». Na sequência deste comunicado a CICDR enviou ainda uma parti-
cipação contra incertos à Procuradoria Geral da República pela prática de
discriminação racial, previsto e punido no artigo 240º do Código Penal
português.
Embora estas percepções sociais e rumores acerca da comunidade chi-
nesa em Portugal tenham tido um surgimento e desenvolvimento conjun-
tural que acabou por se ver extinto com o acompanhamento e supervisão
institucional que acolheram, geraram algumas consequências, nomeada-
mente nas dinâmicas empresariais dos chineses. As representações so-
ciais em torno dos padrões de higiene e segurança alimentar promovida
pelos chineses, por exemplo, viriam a afectar profundamente a procura
dos restaurantes chineses. Em consequência, no decurso da última déca-

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da, alguns restaurantes chineses converteram-se em restaurantes japone-
ses ou asiáticos, e alguns empresários mudaram de ramo. Se entre mea-
dos da década de 1990 e a transição para o século XXI os chineses
investiram predominantemente no sector da restauração étnica como for-
ma de entrada no mercado de trabalho português, correspondendo essa
actividade a um nicho de legitimidade étnica (Oliveira, 2005), verifica-se
que a partir de meados da primeira década deste século há a estabilização
dos investimentos na restauração –atingindo nessa altura eventualmente
também o limite para a saturação desse mercado– e há a suplantação das
actividades do comércio e retalho, entrando em clara concorrência com
outros pequenos empresários que ocupavam o nicho de mercado do co-
mércio a retalho.24
De forma mais estável, ao longo dos anos têm sido, porém, alimenta-
das algumas percepções sociais que defendem que os chineses podem ser
uma ameaça para a economia portuguesa e para os empresários nacionais.
A capacidade dos chineses disponibilizarem produtos mais baratos no
mercado e alegadamente trabalharem mais horas, gerando concorrência a
inúmeros pequenos e médios comerciantes locais, têm-se mostrado como
factores perturbadores para o surgimento de reacções e disseminação de
imagens negativas e estereotipadas da população chinesa.25 Neste âmbito,
é possível identificar inúmeros episódios mais ou menos mediatizados em
que são defendidos proteccionismos ou definidos «ataques» à população
chinesa.
Em 2005, o Presidente da Região Autónoma da Madeira declarava
num discurso público que «não queria chineses e indianos a fazer negó-
cios na Madeira».26 Estas declarações geraram inúmeras reacções de ou-
tros políticos,27 figuras públicas, lideres de associações anti-racistas e das
comunidades de imigrantes, tendo também a CICDR se pronunciado
quanto ao teor discriminatório subjacente à afirmação.28 O próprio Presi-
dente da República da altura condenou as declarações.29 O presidente da
Liga dos Chineses em Portugal reagia neste âmbito afirmando que:

«não gosta, nem quer os chineses na Madeira, [mas] vai comprar e utilizar
muitos produtos chineses para continuar a conquistar os seus eleitores nas pró-
ximas eleições» («Imigrantes condenam declarações “racistas e xenófobas” de
Jardim», Lusa, 04 de julho de 2005).

Neste caso, porém, como os media locais reportavam anos mais tarde,
as declarações tiveram, contudo o efeito inverso, uma vez que se verifi-
cou um aumento do número de lojas chinesas na ilha e de residentes chi-
neses.30
Estes exemplos documentados pelos meios de comunicação nacionais
enquadram-se, entre outros, que surgiram em 2005 e 2006, na sequência
da abolição das quotas de importação dos produtos chineses, no quadro

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da Organização Mundial do Comércio, em Janeiro de 2015, o que deu
origem ao aumento da entrada de produtos chineses em Portugal e à mul-
tiplicação de armazéns e lojas chineses pelo país. Essa atividade comer-
cial dos chineses em Portugal despertou, pois, tal como noutros países do
mundo, reacções contraditórias.
Em Lisboa, no âmbito das discussões de 2007 em torno da reabilitação
da Baixa-Chiado, integrando o bairro da Mouraria31 nesse projecto, o dis-
curso de uma das vereadoras da câmara em torno dos comerciantes chine-
ses da zona tornou-se também polémico e alvo da atenção da comunica-
ção social, degenerando em inúmeras reacções de outros políticos,
associações empresariais, associações anti-racistas, empresários locais e
membros da comunidade chinesa e de outras comunidades imigrantes.
O episódio teve inicio quando a vereadora do CDS32 declarou a um jornal
de disseminação nacional que as lojas dos chineses não deveriam ser per-
mitidas na zona histórica da cidade de Lisboa uma vez que, nas suas pa-
lavras:

«“[a] prioridade imediata é travar o declínio da Baixa-Chiado. (…) [e para isso


é necessário] travar a proliferação das lojas chinesas, porque se continuam na-
quele território, nunca mais vai ser possível deitar mão ao pequeno comércio.
(…) O comércio é central para a Baixa, mas sem as lojas chinesas que estão a
dar cabo do comércio da cidade”. Proponha neste âmbito que a “autarquia
proíba a abertura de novos estabelecimentos destes na Baixa-Chiado. A Câma-
ra é que dá a licença e pode dizer que a quota de lojas chinesas neste espaço
está esgotada (…)”. E acrescentava “não há nenhum controlo sobre a origem
desses produtos, portanto, mesmo em termos de mercado, não digo que seja
concorrência desleal, mas não estou certa que seja leal. Se esses produtos são
feitos por uma criança que come uma tigela de arroz”» (Nogueira Pito, citada
no «Baixa sem lojas chinesas», Jornal Expresso, 8 de setembro de 2007).

Na sequência destas afirmações, várias foram as vozes que se levanta-


ram acusando, por um lado, a vereadora de racismo e xenofobia, em
detrimento de um mercado liberal e livre, ou, por outro, comentando a
necessidade de se proteger os comerciantes tradicionais locais da com-
petição gerada pelos pequenos lojistas chineses. A polémica gerou, pois,
inúmeras manchetes e artigos de jornais.33 Em alguns artigos de opinião,
comentadores realçavam também que estas reacções contra os chineses
só reflectiam o desconhecimento do papel importante que estes peque-
nos comerciantes assumiam no dinamismo e revitalização do comércio
local:

«Deitar as culpas para os chineses é ocultar a triste realidade do nosso pe-


queno e médio comércio. Que sendo genericamente pobre e de mal qualidade,
tal como o dos chineses, é também preguiçoso, anacrónico e incompetente.
Esta ideia tão em voga de que a mercearia do bairro é que é boa, quando tanta

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vez não passa de um antro de imundice, tomates podres e roubo no peso, deri-
va da mesma concepção identitária e proteccionista que é responsável por mui-
to do atraso do nosso país. (…) O caso da Baixa é neste sentido exemplar. Num
processo de envelhecimento geral, das pessoas e dos negócios, a área foi-se
degradando. Os próprios envolvidos nunca foram capazes de dinamizar o
local» (Leonel Moura, Artigo de Opinião «Chinatown» Jornal de Negócios,
12 de setembro de 2007).

Lideres de associações chinesas rebateram também as propostas da ve-


readora, argumentando que seria anticonstitucional uma autarquia definir
impedimentos à criação de negócios ou abertura de lojas numa zona espe-
cifica da cidade com base em critérios de nacionalidade do empreendedor,
embora alguns lideres e empresários chineses aceitassem a ideia se signi-
ficasse como contrapartida a criação de um espaço só para os comercian-
tes chineses e/ou fosse desenvolvida uma Chinatown em Lisboa.
Outros exemplos de reacção à possível concorrência gerada pela co-
munidade chinesa em Portugal, e com consequências directas na sua inte-
gração e actividade, têm surgido também noutros contextos locais. Em
Samora Correia um grupo de grossistas e comerciantes da região organi-
zaram-se para formar a Associação de Grossistas de Portugal, reunindo
mais de mil associados do país, entre grossistas, comerciantes e fabrican-
tes têxteis, sapatos, acessórios de moda e brinquedos, com o intuito de
combaterem a alegada «concorrência desleal dos empresários chineses»
por não passarem facturas e não «pagarem qualquer imposto», terem
como trabalhadores «chineses ilegais» sujeitos «a horários de trabalho
alargado, sem garantias e condições mínimas».34 A associação acusou
também as entidades fiscalizadoras nacionais de «passividade» face a es-
ses empresários, tendo neste âmbito o Presidente da Câmara garantido
que foram instaurados vários processos de contra-ordenação com aplica-
ção de coimas a empresários chineses incumpridores e que seria intensifi-
cada «a fiscalização junto de todos os armazéns porque as ilegalidades
não existem apenas nos chineses». Esses grossistas e comerciantes defen-
deram ainda a ameaça que esses empresários chineses fazem «a centenas
de postos de trabalho nas lojas e nas fábricas, que reduziram a produção
para metade nos últimos dois anos».35 Face a esta reacção dos grossistas
portugueses à chegada de inúmeros empresários armazenistas chineses à
zona, os chineses defenderam estar a ser «alvo de racismo» tendo a Em-
baixada da China acompanhado a situação e prometido apoio aos investi-
dores chineses de Portugal.36
Noutro caso de reacção à chegada de empresários chineses, nas Caldas
da Rainha foi noticiado num jornal local em 2004 que o tradicional Café
Central –fechado há vários anos e edificado na década de 1930–, na Praça
da República no centro histórico, iria ser transformado numa loja de pro-
dutos alimentares chineses. A notícia gerou algumas reacções dos habi-

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tantes –que acabaram por fazer um abaixo-assinado para impedir a trans-
formação– e de outras personalidades locais, que pressionaram para o
assunto ser remetido a especialistas do património atendendo a que o es-
paço foi o «centro de debate e de convívio de muitas gerações» locais.
Neste âmbito o Instituto Português do Património Arquitectónico viria a
classificar o imóvel de interesse público e sobre o qual não poderiam «ser
feitas quaisquer obras de demolição, instalação, reconstrução, nem altera-
ção, ou diferente utilização contrária à traça originária, sem prévia autori-
zação».37 Na sequência da polémica os empresários chineses desistiram
do investimento, mantendo-se ainda hoje o edifício como um café com o
mesmo nome. Nos anos que se seguiram, porém, a praça foi presenciando
a chegada de outros empresários chineses –e.g. numa das pontas da praça
uma loja de móveis foi convertida em hipermercado chinês.
Também mais a norte de Portugal, associado a Vila do Conde, numa
zona conhecida como uma Chinatown de Portugal por lá se concentrarem
armazéns industriais e de comércio a retalho de empresários chineses,
têm surgido alguns exemplos de mediatização dos chineses. Apesar da
concentração de empresários chineses nesta zona, desde 2001, ter gerado
o maior centro de abastecimento de produtos chineses do país38 com pro-
ximidade estratégica a Espanha, e ter repovoado uma infra-estrutura que
arriscava a desertificação, a sua presença tem induzido algumas reacções,
nomeadamente dos outros armazenistas portugueses da zona. No essen-
cial têm surgido acusações de concorrência desleal e suspeitas de não pa-
gamento de impostos, associadas uma vez mais ao desconforto face ao
sucesso empresarial da comunidade chinesa:

«Serafim Ferreira foi um dos primeiros a chegar nos anos de 1990 [ao par-
que industrial] e não esconde não ser um entusiasta do predomínio asiático,
[afirmando] “não sou racista, até fui criado em França”, desculpa-se, queixan-
do-se da “concorrência desleal”. Há 25 anos que não vai de férias. Conduz um
Renault. É assim que verbaliza a inveja por ver os chineses a cirandar em topos
de gama. “Isto é Xangai, ninguém paga a ninguém. Só o que eles deviam pa-
gar de impostos dava para pagar à Troika”» («O euromilhões saiu na China-
town da Varziela», Jornal de Negócios, 29 de fevereiro de 2012).

«A jovem Elsa, da Póvoa de Varzim, foi despedida da fábrica e ficou com


um bebé de colo para criar. Valeu-lhe a família de chineses para quem trabalha
agora: “São muito bons, pagam tudo direitinho, fazem-me descontos…”.
O problema, diz, é que “não têm palavra, ora pedem cinco euros por uma blu-
sa, ou já baixaram para três, e eu fico sem saber o que dizer aos clientes”. É
esta jogada de preços baixos que deixa os revendedores portugueses à rasca:
“Não sabemos como conseguem as coisas tão baratas”, queixa-se uma senhora
de um armazém que também faz revendas para as lojas de um euro e meio»
(«Comunidade chinesa ocupa zona industrial de Varziela», Jornal de Notícias,
7 de agosto de 2004).

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«A JB Cash&Carry chegou à Varziela em 1998 e José Miguel, o responsá-
vel desta loja de revenda, (…) lembra que “antes de chegarem os chineses a
zona estava ligeiramente desertificada. (…) em termos de segurança, as coisas
ficaram muito melhores porque eles [os chineses] ocuparam os armazéns e es-
tão por aí 24 horas por dia”, já a intensa procura asiática fez disparar o valor
por metro quadrado» («O euromilhões saiu na Chinatown da Varziela», Jornal
de Negócios, 29 de fevereiro de 2012).

Algumas destas percepções sociais têm gerado, no entanto, algumas


reacções e comportamentos mais hostis face à comunidade chinesa local.
Nos últimos anos há a registar incêndios em vários armazéns chineses da
zona com causas difíceis de determinar39 e foram sinalizados agentes de
forças policiais que montaram um esquema de corrupção, peculato e abu-
so de poder, cobrando pagamentos a empresários chineses em troca de
segurança na zona.40 A comunidade chinesa residente na zona, por sua
vez, também tem sido apontada por alguns crimes, sendo por vezes per-
cepcionada como a «máfia chinesa de Portugal»:

«Conhecida por “Chinatown” (…) a zona industrial da Varziela tem estado


na mira das autoridades por casos de extorsão, jogo ilegal, ajuste de contas a
tiro, branqueamento de capitais e contrafação. Em Março passado, a Polícia
Judiciária deteve três cidadãos chineses e desmantelou um casino clandestino.
O líder deste grupo terá exigido 40.000 euros a um empresário para “autorizar”
que ele instalasse um negócio em Vila do Conde. No ano passado um outro
indivíduo chinês foi condenado a seis anos e meio de prisão por tentativa de
homicídio, num processo que foi rotulado de “ponta do icebergue” da máfia
chinesa em Portugal» (Jornal de Notícias, 6 de novembro de 2012).

O vício do jogo também tem sido uma das imagens que se tem associa-
do à comunidade chinesa. Inúmeros casos têm sido relatados nos meios
de comunicação, seja pela suspeita de existirem casinos e casas de jogos
ilegais de chineses,41 seja pela formalização de queixas e detenção de chi-
neses por casos efectivos de prática de jogo ilegal ou usura por dívidas de
jogo de chineses.42 Em 2011 os meios de comunicação relataram também
o sequestro de uma mulher chinesa por um compatriota chinês, como
consequência de dívidas de jogo do seu marido, que fez desencadear a
detenção de alguns membros da comunidade. Neste caso a comunicação
social relatava também o «silêncio total da comunidade chinesa da Var-
ziela», tendo neste âmbito um líder da comunidade feito algumas decla-
rações que alimentaram a percepção social dos chineses enquanto uma
comunidade fechada que prefere resolver os seus assuntos sem a interfe-
rência da sociedade de acolhimento:

«Presidente da Associação de Comerciantes Chineses, disse (…) que se tra-


ta de “pessoas que se conhecem” e deu a entender que a comunidade não vê a
denúncia com bons olhos. “A pessoa que emprestou o dinheiro podia ter facili-

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tado e perdoado parte dos juros, mas teria sido melhor se se tivesse resolvido
entre nós e não tivesse havido queixa”, disse, acrescentando que “isto prejudi-
ca a imagem dos chineses”» («Mais dois detidos no caso de sequestro de chi-
nesa», Diário de Notícias, 5 de fevereiro de 2011).

Deste modo, nota-se que a generalidade dos meios de comunicação


tem contribuído para a manutenção e atualização de várias narrativas
acerca dos empreendedores chineses em Portugal, tendo um papel impor-
tante na alteração ou reificação de estereótipos ou de conceitos naturaliza-
dos na opinião pública nacional. Como conclui Costa (2010), a cobertura
mediática estabelece inevitavelmente uma simplificação da realidade que,
face ao consumo cada vez mais rápido de informação, induz os jornalistas
cada vez mais ao encontro das «ideias pré-estabelecidas, agir em con-
sonância com os julgamentos rápidos dos seus leitores, ou a criar narrati-
vas facilmente apelativas» (Costa, 2010, p. 110).
Em sessões de focus groups realizadas em Julho de 201443 foi possível
identificar também outro rumor veiculado em Portugal em relação aos
empresários chineses (Oliveira, no prelo). Tanto no discurso de empresá-
rios de outras origens de imigração, como no discurso de representantes
de instituições com programas de apoio ao empreendedorismo, surgiu a
ideia de que o sucesso empresarial dos chineses em Portugal se associa
a um «acordo especial» estabelecido entre Portugal e a China que confere
isenção de impostos a esses empresários:

«Os chineses têm cinco anos de isenção de impostos e a partir dos cinco
anos eles mudam de nome (…) e nunca pagam imposto. E nós pagamos sem-
pre os impostos» (participante Focus Group 1).

«Os chineses também vieram aqui causar algum certo burburinho porque a
gente ouvia “ah, os chineses não pagam (…); o estado beneficiou as taxas dos
chineses (…). Portugal não está preparado para investir nos próprios nacionais
e vai investir nos imigrantes?!”» (participante Focus Group 3).

Apesar de não existirem evidências desse alegado acordo44 que isenta


os empresários chineses do pagamento de impostos em Portugal, e a
própria representante do IAPMEI45 presente num dos focus groups o ter
desmentido, a verdade é que esta percepção tem sido veiculada –nomea-
damente no ciberespaço–, enquadrando um sentimento de injustiça per-
cepcionado por portugueses e outros imigrantes por reacção ao sucesso e
dinâmica empresarial dos chineses no país.
Outros participantes dos mesmos focus groups também foram no sen-
tido de desmentir essas isenções fiscais, realçando outros factores que, na
sua opinião, propiciam os melhores resultados empresariais dos chineses
no país em comparação a outros grupos e nacionalidades:

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«(…) houve de certeza algum incentivo fiscal no tempo da passagem de Ma-
cau. De qualquer das formas, eu não tenho de fonte segura, o que eu oiço é
exactamente ao contrário, que é o Governo Chinês que suporta esses encargos
dos seus cidadãos, não é… não é Portugal. (…) portanto há um período de
transição em que há realmente condições especiais, mas oiçam…, aquilo que
eu sei sem grande fundamento é que é o Estado Chinês que suporta e, quanto a
isso não há nada a fazer» (participante Focus Group 3).

«Eu tive curiosidade e uma vez perguntei a uma pessoa que era inspector
(…) da Inspecção Tributária, e o que essa pessoa me disse e garantiu-me (…)
é que as lojas chinesas são tributadas, taxadas e inspeccionadas exactamente
como todas as outras. Agora o que me contou é que eles têm uns sistemas de
software…, que nem todos são licenciados e nem todos fazem as contagens da
mesma forma (…) o que essa pessoa também me contou, que a grande diferen-
ça é que nunca se sabe bem quantos trabalhadores uma loja chinesa tem. (…)
mas esse controlo não compete às Finanças. (…) [Também] o que acontece
com as lojas chinesas é que têm lucros na ordem dos 500 por cento, porque
conseguem que se venda óculos de sol a 1€, é porque os óculos de sol lhes
custa 0,1€…, e que é a partir daí que as coisas são taxados. A grande dúvida
que as Finanças colocam é sobre os fornecedores das lojas chinesas, portanto,
de resto a tributação é exactamente igual» (participante Focus Group 3).

Num blogue nacional era feita também a alusão a esta percepção so-
cial, sinalizando-a como «um disparate»:

«Este é daqueles disparates que tem como base o medo dos outros. Muitas
pessoas ressentem-se da presença das comunidades estrangeiras, outras não
gostam da concorrência que julgam desleal, outras acreditam simplesmente em
qualquer coisa. Corre por aí que as lojas dos chineses têm uma isenção espe-
cial de imposto, negociada entre Portugal e a China. Certo, certo, é que nin-
guém consegue encontrar o tratado ou a lei ou o que for onde essa isenção está
escrita. Diz-se, mas não se sabe. Repete-se, mas não se verifica. Acredita-se,
mas não se pensa duas vezes» (blogspot de «O Caçador de disparates», 25 de
fevereiro de 2013).

Alguns chineses também têm reagido a esse «mito»:

«Jizhi Fei reside em Portugal há 7 anos (…) [e diz:] “O governo Chinês


ajuda todos os que querem trabalhar ou estudar. Vim para Portugal a convite de
um amigo (…). Como a minha família me ajudou não foi preciso a ajuda do
Governo. Mas quando dizem que os chineses não pagam impostos em Portu-
gal, isso não corresponde à verdade. Tenho os documentos tal como os por-
tugueses e pago impostos”» («O que fazem os chineses aos seus mortos?,
O Crime, 13 de setembro de 2007).

Nos mesmos focus groups (Oliveira, no prelo) alguns participantes


mostraram ainda algumas reacções ao enquadramento legal nacional mais

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recente –em vigor desde 2012– que tem atraído essencialmente investido-
res chineses:

«Acerca dos Gold Visa isto traz a Portugal a Máfia chinesa e isso está a
atrapalhar não só o meu negócio (…) Quantas lojas na sua rua não foram fe-
chadas, dos seus avós ou dos seus conhecidos?» (participante Focus Group 2).

«E nós conseguimos perceber tendo em conta a situação actual do país e a


crise e … que os investidores chineses sejam fantásticos, é um elemento apete-
cível, ninguém o nega, porque há financiamento. Mas depois a médio e longo
prazo existem as relações diplomáticas e, existe a Convenção dos Direitos Hu-
manos e, existem todas estas coisas muito bonitas, mas depois quando o di-
nheiro fala mais alto ficam relegadas para segundo plano. E isto deixa-nos um
bocadinho incomodados. (…) Porque nós sabemos como é que são as relações
económicas, e não só, que a China estabelece e depois como é que fica toda a
parte de cooperação e desenvolvimento e do respeito dos direitos humanos?
E na perspectiva nacional isto é uma preocupação mínima comparada com a
situação e com a resposta que eles têm estado a dar. Portanto, isto é uma reali-
dade que está e que vai ficar» (participante Focus Group 3).

Em suma, pese embora se verifiquem mudanças ao longo do tempo nas


percepções sociais acerca dos chineses em Portugal e que alguns rumores
tal como surgem se extinguem naturalmente, a tendência identificada vai
no sentido de se verificar maior recorrência e estabilidade em percepções
e reacções sociais que se baseiam na integração económica ou sucesso
empresarial dos chineses no país, ou nos receios de concorrência princi-
palmente a pequenos e médios comerciantes do país.
Ainda assim em Portugal coexistem também percepções positivas
acerca dos contributos da imigração para o país. A edição de 2013 do in-
quérito anual Transatlantic Trends46 revela que 54 por cento dos portu-
gueses inquiridos, valor ligeiramente acima da média europeia (em 50 por
cento), afirmam que «os imigrantes ajudam a criar emprego através da
criação de novos negócios». Entre os países onde foi aplicado o inquérito,
Portugal corresponde a um dos três países –ao lado da Alemanha e Sué-
cia– onde a imigração é mais percepcionada como uma oportunidade para
o país (50 por cento) do que como um problema para o país (41 por cen-
to). A média europeia para essa pergunta ficou em 41 por cento dos inqui-
ridos a verem a imigração como uma oportunidade e 44 por cento a verem
como um problema. Quanto a percepções acerca das relações transatlân-
ticas e visões globais da economia mundial, no mesmo inquérito conclui-
-se que 56 por cento dos portugueses afirmaram que acham a China mais
uma ameaça económica do que uma oportunidade económica –valor
mais ou menos estável desde 2007–. Este resultado posiciona-se entre o
dos europeus –46 por cento acham que a China é uma ameaça económi-
ca– e o dos americanos –62 por cento colocam a China como ameaça eco-

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nómica–. Importa realçar, no entanto, que 33 por cento dos portugueses
percepcionam também a China cada vez mais como uma oportunidade
económica, tendo esse valor aumentado desde 2007 –mais 9 pontos per-
centuais que o verificado nesse ano.
Estas percepções dos portugueses acerca da China devem ser enqua-
dradas, por um lado, no aumento do empreendedorismo imigrante chinês
em Portugal e o seu impacto –nomeadamente– no comércio bilateral e,
por outro, na participação da China desde 2010 na compra de dívida pú-
blica portuguesa e investimentos em Portugal. Em Novembro de 2010 o
presidente chinês Hu Jintao veio numa visita oficial a Portugal procuran-
do –segundo aquilo que foi publicado nos media–47 reforçar a sua presen-
ça na Europa, escolhendo os países mais endividados e onde há mais
oportunidades de negócios e a bons preços como troca da compra de dívi-
da pública. A atracção de investimento directo chinês em Portugal confere
à imigração chinesa no país uma posição central, podendo contribuir para
a emergência de diferentes visões e percepções sociais –ora imagens po-
sitivas que sublinham o contributo para a economia e o país, e o seu papel
estratégico na política externa; ora imagens menos positivas associados
ao sentimento do país «estar à venda» e a dar «benefícios» que não con-
fere aos nacionais ou a outras comunidades imigrantes.
Esperam-se, pois, inúmeros desenvolvidos a muito curto prazo nas
percepções e reacções sociais à população chinesa em Portugal, em espe-
cial porque trata-se de um fluxo de imigração que continua a aumentar e a
destacar-se cada vez mais pela aquisição de imóveis, a aplicação de in-
vestimentos e o desenvolvimento de actividades empresariais no país.

Conclusão

Portugal e a China têm uma relação histórica que se desenrola há vá-


rios séculos. Dessa relação resultaram inúmeros fluxos migratórios entre
os dois países e percepções sociais acerca dos dois povos. Pese embora
ainda hoje se verifique um fluxo emigratório de portugueses para a China,
que justifica algumas remessas para Portugal, é a imigração chinesa que
têm tido mais impacto em Portugal.
A imigração chinesa tem-se expandido desde a década de 1990 refor-
çando-se, substancialmente, ao longo da última década. Curiosamente, e
contracorrente aos demais fluxos imigratórios para o país, esta população
aumentou significativamente a sua presença nos últimos anos em que se
vive uma crise económica em Portugal. Entre as populações estrangeiras
residentes, os chineses são os que apresentam as mais elevadas taxas de
empreendedorismo –quase metade dos seus activos são empregadores.
O artigo realça como ao longo das últimas décadas este fluxo imigrató-
rio tem estado atento às oportunidades do contexto português para poten-

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ciarem a sua presença no país. A estrutura de oportunidades portuguesa,
em especial na vertente do contexto legal, tem contribuído para o incre-
mento da imigração chinesa. Neste âmbito destacam-se os impactos das
regularizações extraordinárias, a entrada de Portugal para o Espaço
Schengen, e as sucessivas mudanças legislativas no enquadramento que
regula a entrada e permanência de estrangeiros no país. Nos últimos anos
os chineses mostraram-se ainda atentos aos incentivos criados para a
atracção de investidores estrangeiros que o país realizou, nomeadamente
contemplando benefícios fiscais.
Nestas mudanças dos fluxos migratórios e dos perfis dos seus migran-
tes nota-se uma evolução também importante nas percepções sociais que
se constroem e se desenvolvem em Portugal acerca dos chineses. Sem
preocupação de exaustividade, os exemplos analisados no artigo mostram
como a recepção social e a opinião pública portuguesa se têm moldado
acerca da população chinesa por inerência à evolução do próprio fluxo
imigratório para o país, das suas estratégias de integração económica e
dos programas de gestão e atracão de fluxos migratórios promovidos pelo
contexto português de que têm beneficiado em larga escala.
Pese embora se verifiquem mudanças ao longo do tempo nas percep-
ções sociais acerca dos chineses em Portugal e que alguns rumores tal
como surgem se extinguem naturalmente, a tendência identificada vai no
sentido de se encontrar maior recorrência e estabilidade em percepções e
reacções sociais que se baseiam na integração económica ou sucesso em-
presarial dos chineses no país, ou nos receios de concorrência principal-
mente a pequenos e médios comerciantes do país. Em casos pontuais,
como se elencou, algumas imagens mediatizadas dos chineses têm tido
consequências diretas no desenvolvimento ou crescimento das suas ativi-
dades empresariais em Portugal. As reacções e percepções sociais acerca
dos imigrantes chineses estão num momento de grande mutação, muito
por força do grande investimento directo chinês que se tem verificado nos
últimos anos em Portugal –em contexto de crise económica do país– e
que vem contrastar com a experiencia passada do país no acolhimento de
chineses étnicos de Macau, ou de chineses que chegaram por vias dos
países africanos com língua portuguesa, ou ainda dos pequenos e médios
comerciantes chineses que chegaram desde finais da década de 1990, o
que têm gerado importantes impactos na recepção social e opinião públi-
ca portuguesa que deve continuar a ser estudada.

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Notas

1. No cálculo dos saldos migratórios anuais são contabilizados os emigrantes e os imi-


grantes permanentes, ou seja, são contabilizadas as pessoas –nacionais ou estrangeiras– que,
no período de referência, permaneceram no ou fora do país por um período contínuo igual
ou superior a um ano.

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2. Portugal está entre os países europeus que vivem uma crise demográfica grave asso-
ciada ao envelhecimento da sua população com aumento da esperança de vida e fracos ní-
veis de fecundidade (Oliveira e Gomes, 2014, p. 51). Num contexto demográfico desta na-
tureza o contributo da imigração revela-se particularmente importante –segundo um estudo
do EUROSTAT (2013, p. 137), a partir de 2015 apenas se prevê que o crescimento popula-
cional dos Estados-membros se consiga com saldos migratórios positivos.
3. Conforme explicado no sítio do Observatório da Emigração (<http://www.observato-
rioemigracao.pt>), ao abrigo da lei da nacionalidade chinesa em vigor a partir de 1999, os
residentes nascidos em Macau ou na China continental, de ascendência chinesa, mesmo que
portadores de passaporte português, passaram, por regra, a ser considerados cidadãos chine-
ses. Para efeitos de comparabilidade, se recalculados os números para 1991 caso estas dis-
posições estivessem em vigor na altura, o valor descia para 11.965 portugueses.
4. Macau passou definitivamente para a administração chinesa em Dezembro de 1999,
tendo até essa data os nascidos nesse território obtido a nacionalidade portuguesa (Oliveira
e Inácio, 1999).
5. Com a invasão indonésia em 1975, dos 10.000 imigrantes chineses que residiam em
Timor, cerca de 2.000 procuraram refúgio em Portugal, mas só escassas dezenas deles aca-
bariam por se fixar. A maioria deles reemigrou para a Austrália (Tomé, 1994, p. 14).
6. Dos cerca de 5.000 imigrantes chineses que residiam em Moçambique, fixaram-se em
Portugal cerca de 700, de segunda ou terceira geração de imigrantes, com domínio perfeito
do português (Tomé, 1994, p. 14).
7. A população de nacionalidade chinesa foi a população estrangeira a que registou a
maior variação entre os recenseamentos de 1991 e 2001, com +542 por 100.
8. Por remessas entende-se as transferências correntes efectuadas por emigrantes/imi-
grantes quando são considerados residentes da economia onde trabalham.
9. Dados publicados no sítio do Observatório da Emigração (<http://www.observato-
rioemigracao.pt>).
10. Os empregadores estrangeiros em Portugal têm-se concentrado nas últimas décadas
nos sectores económicos com menos barreiras à entrada –e.g. menor investimento financeiro
e sem necessidade de qualificações especificas–, onde a produção é maioritariamente de
pequena escala, com pouco valor acrescentado e baseado em trabalho intenso (Oliveira,
2010b). Assim, muito embora se verifiquem alguns casos de maior sucesso e inovação em-
presarial (Oliveira, 2005), à semelhança do que é observado em outros países (Kloosterman
e Rath, 2001), a maioria dos empresários estrangeiros em Portugal parece ter estado ao
longo do tempo a ser canalizada para os sectores de menor inovação, onde não são necessá-
rias competências ou qualificações especificas, de menor investimento de capital financeiro,
com margens mais limitadas de lucro, e/ou mais exigentes em termos laborais –no caso dos
chineses os sectores do comércio e da restauração.
11. A Espanha parece ser uma ponte privilegiada, como país de transição (Beltrán, 1997,
p. 63).
12. Segundo dados do Serviço de Estrangeiros e Fronteiras, os processos de regularização
extraordinária 1992 e 1996, legalizaram, respectivamente, 1.352 e 1.608 chineses. No proces-
so de 2001 cerca de 4.000 chineses obtiveram uma autorização de permanência em Portugal.
13. A Embaixada de Portugal em Pequim, entre outras iniciativas, promoveu uma sessão
a 5 de Dezembro de 2013 que reuniu dezenas de promotores imobiliários e responsáveis de
agências de emigração chinesa, tendo o embaixador português apelado ao investimento chi-
nês em Portugal, afirmando que o país «está no momento ideal para acolher» esses projectos
e que as relações económicas luso-chinesas «entraram numa fase qualitativamente diferen-
te». O mesmo embaixador comentando o primeiro ano do programa ARI, no qual os chine-
ses foram o grupo que de longe mais adquiriu o título e investiu em Portugal, afirmava que
«atravessámos um processo muito severo de ajustamento orçamental, mas estamos a ver os
primeiros sinais de que essas políticas resultaram e que vão consolidar-se num futuro próxi-
mo» (Jornal de Negócios, 5 de dezembro de 2013).

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14. Pinto (2013), «Diplomacia. Autorizações de Residência VIP», Revista Sábado,
17 de outubro de 2013.
15. Detalhes em <http://www.ccilc.pt/pt/vistos-gold>.
16. Os meios de comunicação também têm divulgado esta percepção acerca dos chine-
ses: «De facto, em Portugal, os chineses têm um “estatuto de estranhos” que geram muitas
vezes suspeições e desconfianças. “Eles próprios esperam que os portugueses os tratem
como estranhos e não como alguém de dentro”» (Ana do Dragão, «Chineses têm “estatuto
de estranhos” em Portugal», notícias Sapo, 23 de janeiro de 2012).
17. Macau teve administração portuguesa até a 20 de Dezembro de 1999, data em que
regressa à soberania chinesa.
18. A expressão «glavatas balatas» traduzia a forma como os chineses dessa altura di-
ziam-no em português –por referência às gravatas baratas que esses comerciantes vendiam.
Ainda hoje é referenciada alguma dificuldade dos imigrantes chineses pronunciarem correc-
tamente o português, mostrando mais dificuldade em pronunciar algumas consoantes.
19. «O que fazem os chineses aos seus mortos?», Jornal Crime, 13 de setembro de
2007.
20. «A imaginação de alguns pode ser a desgraça de outros. No outro dia, umas pessoas
cuja imaginação está no seu auge, lançaram o boato de que os chineses estão a traficar ór-
gãos e a raptar crianças aqui na Região. (…) Sobre eles [chineses] recaem, muitas vezes,
estigmas e preconceitos complicados e esses boatos, completamente falsos, só vêm piorar as
coisas.» (Paulo Mendes, «Os atropelos de verão», Jornal Açoriano Oriental, 31 de agosto
de 2007).
21. «Inspecção à comida fecha 14 “chineses”», Jornal de Noticias, 31 de março de
2006.
22. «Restaurantes chineses com quebra 35 por 100 a 50 por 100 nas vendas após inspec-
ção», Lusa, 07 de abril de 2006.
23. «Comissão para a Igualdade pronuncia-se sobre operação “Oriente”» ACID, 11 de
abril de 2006.
24. Para aprofundar esta questão da sucessão de nichos comerciais, com ilustração a
partir do caso da Mouraria em Lisboa, vd. Oliveira (2012).
25. «(…) é uma concorrência que coloca em causa alguns dos postulados da sociedade
que o mundo ocidental criou nas últimas décadas. Uma cultura orientada para o trabalho
intensivo, sem prezar as “distracções” e o sem número de solicitações “modernas” com que
todos nos entretemos. A concorrência do quadro chinês de pensamento e de actuação deixou
de ser um tema que preocupe apenas os industriais do têxtil ou os teóricos do comércio in-
ternacional. (…) podemos repudiá-la ferozmente, argumentando que não respeita os nossos
“valores”, ou podemos aprender com ela, no sentido também de a sabermos absorver e, com
isso, sabermos recriar a nossa própria sociedade.» (José Diogo Madeira, «De olhos em
bico», Jornal de Negócios, 22 de março de 2006).
26. «Jardim diz que não quer chineses e indianos a negociar na Madeira», Lusa, 4 de
julho de 2005.
27. «Bloco de Esquerda considera que João Jardim cometeu ilícito criminal», Lusa, 4 de
Julho de 2005; «PSD desmarca-se das declarações de Jardim sobre presença de chineses e
indianos», Lusa, 4 de Julho de 2005; «PCP repudia afirmações de “índole racista” de Alber-
to João Jardim, Lusa, 4 de Julho de 2005; «Parlamento da Madeira chumba voto de protesto
contra declarações de Jardim», Lusa, 5 de julho de 2005.
28. «ACIME acusa Jardim de declarações “ofensivas e discriminatórias”», Jornal Pú-
blico, 4 de julho de 2005.
29. «Jorge Sampaio contra declarações “racistas e xenófobas”», Lusa, 4 de julho de
2005; «Presidente da República rejeita afirmações xenófobas e racistas», Correio da Manhã,
5 de julho de 2005.
30. «China em expansão também na Madeira», Tribuna da Madeira, 31 de agosto de
2007.

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31. A Mouraria é um bairro situado na zona histórica da cidade de Lisboa, entre o Cas-
telo e o Rossio, que ao longo dos séculos tem sido palco do encontro de povos e culturas que
têm vivido na cidade. Os chineses chegaram a esta zona da cidade em meados da década de
1990 tendo gradualmente assumido a predominância na ocupação do espaço, tendo ao longo
do tempo feito várias tentativas de reconversão da identidade local da zona para a «China-
town» de Lisboa. Para mais detalhes vd. Oliveira (2012).
32. O CDS corresponde ao partido do hemiciclo mais à direita representado na Assem-
bleia da República.
33. Ver Diário Económico, 12 de Setembro de 2007; Diário de Noticias, 13 de setembro
de 2007; Jornal Global, 14 de setembro de 2007; Diário de Noticias, 14 de setembro de
2007; Jornal Público, 18 de setembro de 2007; Notícias da Manhã, 20 de setembro de 2007
34. «Chineses acusados de concorrência desleal», Jornal de Vale do Tejo, 27 de Feverei-
ro de 2003.
35. Idem.
36. Idem.
37. «Café Central dá lugar a loja de produtos chineses», Jornal das Caldas, 4 de feve-
reiro de 2004.
38. A proximidade ao aeroporto, tal como a ligação rodoviária ao Porto e a outras zonas
urbanas densamente povoadas do norte de Portugal com ligação a Espanha, estão na origem
dos motivos para a concentração de empresários chineses naquele espaço.
39. Os meios de comunicação reportaram já dois incêndios nocturnos de grandes di-
mensões –um em 2009 e outro em 2013– em armazéns chineses da zona com causas sempre
difíceis de determinar, causando feridos entre a comunidade chinesa («Causas do incêndio
na China Town de Vila do Conde difíceis de determinar», Jornal de Notícias, 31 de janeiro
de 2013 e Lusa, 31 de Janeiro 2013).
40. «Quatro GNR cobravam para proteger negócios chineses», Jornal de Notícias, 6 de
novembro de 2012.
41. Um tenente-coronel comentava a um jornal «onde há um chinês, há jogo», «Comu-
nidade chinesa ocupa zona industrial da Varziela», Jornal de Notícias, 7 de agosto de 2004.
42. «PJ descobre casino da máfia chinesa em Vila do Conde», Jornal de Notícias, 23 de
março de 2012.
43. Estas quatro sessões de focus groups mobilizaram no total 34 participantes distribuí-
dos por essas sessões –11 empresários imigrantes e 23 representantes de instituições com
intervenção na vertente do empreendedorismo –imigrante ou não– da sociedade civil, priva-
das e públicas. As sessões centraram-se nas percepções acerca das respostas e políticas que
existem em Portugal de incentivo ao empreendedorismo imigrante em Portugal e dos blo-
queios sentidos pelos imigrantes e outros empreendedores para a criação de negócios no
país (Oliveira, no prelo).
44. O único acordo que foi possível identificar foi a Convenção entre o Governo da
República Portuguesa e o Governo da República Popular da China para evitar a dupla
tributação e prevenir a evasão fiscal em matéria de impostos sobre o rendimento (Resolução
da Assembleia da República n.º 28/2000, 30 de março) que entrou em vigor a 8 de Junho de
2000. Tal como assinou com a China, Portugal assinou convenções semelhantes a esta com
outros países, nomeadamente países de expressão portuguesa. No essencial a convenção
explicita que um cidadão não deve ser taxado nos dois países devendo, nomeadamente, os
lucros da empresa de um Estado Contratante serem tributados apenas nesse Estado, a não
ser que a empresa exerça a sua actividade no outro Estado Contratante por meio de um esta-
belecimento estável aí situado (artigo 7.º).
45. O IAPMEI é o Instituto de Apoio às Pequenas e Médias Empresas e à Inovação, ou
seja, a instituição pública do Estado português que apoia a criação e desenvolvimento das
pequenas e médias empresas no país.
46. Sondagem anual de opinião pública conduzida pelo German Marshall Fund of the
United States(GMF) e pela Compagniadi San Paolo (Turim, Itália), com o apoio em Portu-

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gal da Fundação Luso-Americana (FLAD). Foram inquiridos 1.000 portugueses com mais
de 18 anos em território português, entre 3 e 21 de junho de 2013 (http://trends.gmfus.org/
files/2013/09/TT-TOPLINE-DATA.pdf). Mais informação acerca desta sondagem podem
ser consultadas em <www.transathlantictrends.org>.
47. «Chineses compram dívida e ajudam euro», Jornal Público, 17 de agosto de 2010;
«China pondera comprar dívida pública portuguesa», Jornal de Negócios, 28 de outubro de
2010; «Incertezas sobre compra de dívida pela China», Jornal Público, 9 de novembro de 2010;
«Almunia: Compra de dívida pública pela China é muito positiva», Jornal de Negócios,
14 de janeiro de 2011.

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Parte III
RELACIONES DIPLOMÁTICAS
Y ECONÓMICAS

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9
Las claves de la relación entre Uruguay y China:
Un análisis más allá del comercio1
Ignacio Bartesaghi

Introducción

Las relaciones de China con todos los países de América Latina han
estado pautadas por la evolución de las relaciones comerciales, que desde
las reformas económicas internas implementadas por dicho país desde la
década de 1970, han sido el principal conducto de relacionamiento entre
el gigante asiático y la región, pero también con el mundo.
El presente capítulo pretende analizar el estado actual de las relaciones
entre China y Uruguay, demostrando cómo las relaciones entre los dos
países siguen centradas principalmente en el comercio, pero identificando
posibles áreas de la agenda bilateral que podrían ampliar el marco de aná-
lisis.
Cabe precisar que también en otros países de América Latina se pre-
senta una situación similar, donde hasta el presente el canal comercial
continúa siendo el de mayor importancia en la relación. Actualmente, un
profundo debate está en curso entre académicos y funcionarios guberna-
mentales de todos los países de la región, en particular el referido a cómo
debemos relacionarnos con China. Existen reclamos de que todos los paí-
ses deben responder a China de forma conjunta, mientras que otros en-
tienden que no es posible definir políticas comunes con el país asiático.
Independientemente de las diferencias en este sentido, la conformación
del Grupo CELAC-China adquiere una importancia vital para las relacio-
nes entre toda la región con China.

Historia reciente de las relaciones diplomáticas

Las relaciones diplomáticas entre Uruguay y China siguieron la ten-


dencia internacional a impulso del impacto que en los diferentes gobier-

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nos latinoamericanos, tuvo el reconocimiento de China por parte de las
Naciones Unidas concretado en 1971, como así también el acercamiento
de Estados Unidos a China, que culminó con el restablecimiento de las
relaciones diplomáticas en 1979 (Kissinger, 2011). Cabe recordar que una
vez finalizada la Segunda Guerra Mundial, el asiento permanente en el
Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas fue otorgado a Taiwan y no
a China.
Estos dos hechos, que no son solo responsabilidad de los países occi-
dentales, reflejan la precisa política exterior de China, que fue desplegada
desde la década de 1960 en adelante. Este fenómeno permitió una reac-
ción en cadena por parte de los países latinoamericanos, que progresiva-
mente fueron reconociendo a China, para lo cual debieron romper relacio-
nes con Taiwan.
A modo de ejemplo, Chile y Perú reconocieron a China en 1971, Ar-
gentina y México en 1972, Brasil en 1974 junto con Venezuela, mientras
que Uruguay lo hizo en 1988. Es importante señalar que Paraguay man-
tiene hasta la fecha relaciones con Taiwan, así como ocurre con otros
países centroamericanos, región que se presenta como el principal reduc-
to de dicha economía en cuanto al apoyo diplomático (Bartesaghi y Man-
gana, 2013). El restablecimiento de las relaciones diplomáticas con China
generó un profundo debate en el interior del país, especialmente a nivel
parlamentario, entre aquellos que entendían debía seguirse con Taiwan
–debido a las donaciones recibidas desde dicho país– y los que pensaban
que ya no justificaba seguir manteniendo relaciones con Taiwan, debido
al cambio de contexto internacional ya mencionado. Esta posición fue li-
derada por el Presidente y Canciller de la época.
Si bien China cuenta con una política específica con toda América La-
tina –conocida como el «libro blanco» para las relaciones con América
Latina–, es importante resaltar que el país asiático diferencia las relacio-
nes según de qué país se trate. Para China son socios estratégicos Brasil,
Venezuela, México y Argentina. En otro nivel se encuentran las relacio-
nes con Chile y Perú, destacándose también el caso de Costa Rica y Co-
lombia.
En suma, si bien es de imaginarse por el tamaño relativo de su econo-
mía, Uruguay no es un socio estratégico para China, más allá de que con
el paso de los años adquiere cada vez más importancia en la proveeduría
de alimentos, especialmente por las colocaciones de soja, carne y lácteos.
Ahora bien, debe tenerse en cuenta que al menos desde el punto de vista
diplomático, China otorga a todos los países un mismo tratamiento, siem-
pre y cuando se actué con reciprocidad.

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Las visitas oficiales

Todos los presidentes uruguayos han visitado China desde la vuelta de


la democracia. Seguidamente se presenta un cuadro con las principales
visitas de los últimos años (Cuadro 9.1). Como puede observarse, el nú-
mero de encuentros es muy importante, así como la variedad de los asun-
tos tratados.
El problema se encuentra en que muchos de los convenios firmados
finalmente no logran implementarse. Este es un desafío para todos los
gobiernos de la región, mucho más si se tiene en cuenta que tras cada vi-
sita de autoridades chinas a América Latina o de funcionarios de esta re-
gión al país asiático, se suelen hacer declaraciones pomposas de los
acuerdos firmados, las que en algunos casos están relacionados con im-
portantes inversiones en infraestructura –puertos, trenes, carreteras, re-
presas etc.– que finalmente no se concretan. Cabe precisar que esta situa-
ción no necesariamente es responsabilidad del gobierno chino, sino que
muchas veces suele ser un mal entendido de los medios a instancias de
una utilización política de los acuerdos firmados. De cualquier forma, una
profundización de las relaciones entre China y América Latina impondría
un mayor nivel de concreción de los acuerdos acordados, pero más par-
ticularmente un mejor seguimiento de su implementación.
Seguidamente se presenta las visitas de autoridades de alto nivel entre
Uruguay y China, desde el año 2008 al 2013, cabe precisar que entre los
años 2008 y 2010, no se registran visitas de autoridades chinas de alto
nivel a Uruguay.
De acuerdo a la información proporcionada por el Ministerio de Rela-
ciones Exteriores de China, los acuerdos suscritos en la última reunión
oficial desarrollada en mayo de 2013, abarcaron temas que van más allá
del comercio como es el caso de la educación, información y comunica-
ciones. Este tipo de convenios ya se firmaban años atrás, como lo eviden-
cia la firma del Convenio de Cooperación Técnica y Científica firmado
en el año 1993 entre China y Uruguay, que incluso creó una Comisión
Mixta.
Respecto a los avances alcanzados en este marco, una vez más se pre-
senta la restricción de la información, ya que los sitios web de las Canci-
llerías no publican los resultados alcanzados en el marco de los sucesivos
acuerdos firmados entre los socios del país, al menos en el caso de las
relaciones con China. La escasa comunicación de los avances evidencia
el escaso grado de concreción en las iniciativas, lo que en muchas ocasio-
nes ha afectado la credibilidad de los anuncios realizados tras los inter-
cambios diplomáticos.

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Cuadro 9.1. Visitas oficiales uruguayas a China

Visita de Mujica a China, mayo de 2013. Reunión con el Presidente de China.


Firmaron 7 acuerdos.
El Vicepresidente Xi Jinping se entrevistó con el Ministro de Relaciones Exterio-
res de Uruguay Sr. Luis Almagro, mayo de 2013.
El Viceministro Xie Hangsheng se entrevistó con el Ministro de Relaciones Exte-
riores de Uruguay, Sr. Almagro, el 28 de mayo de 2012.
El Vicepresidente de la República Xi Jinping sostuvo una conversación con Dani-
lo Astori, Vicepresidente de la República, Presidente del Parlamento y Presidente
del Senado de la República Oriental del Uruguay el 26 de agosto de 2010 en el
Gran Palacio del Pueblo, Beijing.
El 14 de enero de 2010, el Viceministro de Relaciones Exteriores Li Jinzhang se
entrevistó con el saliente Embajador en China y designado Ministro de Relacio-
nes Exteriores del Uruguay, Sr. Luis Almagro.
El 4 de enero de 2010, el Viceministro Li Jinzhang se entrevistó con la Delegación
de la Cámara de Representantes del Uruguay encabezada por su presidente Aguirre.
El 31 de diciembre de 2009, el Canciller Yang Jiechi se entrevistó con el Sr. Luis
Almagro, saliente Embajador en China y próximo Canciller.
El 24 de marzo de 2009, el Primer Ministro del Consejo de Estado Wen Jiabao se
entrevistó en Ziguangge Zhongnanhai, con el Presidente del Uruguay Tabaré Váz-
quez.
El Viceministro de Relaciones Exteriores Li Jinzhang y su homólogo uruguayo
Pedro Vaz sostuvieron el 3 de junio de 2008 la VII Consulta Política entre ambos
ministerios.

Fuente: Elaboración propia en base al Ministerio de Relaciones Exteriores de China.

Estado actual de las relaciones

El estado actual de las relaciones entre Uruguay y China no es distinto


al que atraviesan los otros países del Mercosur. En definitiva, China se ha
transformado en el principal socio comercial de Uruguay en los últimos
años, superando a Brasil que ha sido el socio histórico desde que el país
dio inicio a su proceso de apertura comercial. Uruguay también se ha
visto favorecido por el crecimiento chino de los últimos veinte años,
transformándose en un importante proveedor de las materias primas que
son importadas por China. Este fenómeno ha provocado una verdadera
revolución agrícola en el campo uruguayo que a impulso de las inversio-
nes regionales –especialmente de Argentina–, ha logrado uno de los pro-
cesos de tecnificación sin precedentes en el país.

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Cuadro 9.2. Visitas oficiales de China a Uruguay

Del 22-23 de junio de 2012


El Primer Ministro del Consejo de Estado Wen Jiabao se reunió en Montevideo
con el Vicepresidente y Presidente del Congreso y el Senado de Uruguay Danilo
Astori.
El Primer Ministro del Consejo de Estado Wen Jiabao se reunió en Montevideo
con el Presidente de la Cámara de Representantes de Uruguay Jorge Orrito.
El Primer Ministro del Consejo de Estado Wen Jiabao sostuvo conversaciones en
Montevideo con el Presidente de Uruguay José Mujica.
8 de junio de 2011
Visita Oficial del Vicepresidente de la R. P. China, Xi Jinping, a Uruguay.

Fuente: Elaboración propia en base al Ministerio de Relaciones Exteriores de China.

Además, existe consenso en la potencialidad de la relación comercial


en el sector agroalimentario sudamericano por el crecimiento de la clase
media en China y en otros países asiáticos. En efecto, en los últimos años
Uruguay, pero también los otros países del Mercosur, se han posicionado
como proveedores de fundamental importancia en algunos productos ali-
mentarios demandados por el país asiático, en particular en algunos bie-
nes con mayor valor agregado caso de la carne y los lácteos.
Por otra parte, en Uruguay se debate el efecto del comercio de China
en lo que tiene que ver con la primarización de la economía, que además
muestra signos de concentración tanto en el número de empresas involu-
cradas en las operaciones de comercio exterior como en la concentración
de la tierra. Este fenómeno es seguido de cerca, especialmente por el re-
clamo de que las inversiones chinas no repliquen el patrón del comercio
exterior de bienes, lo que en la práctica ya ha ocurrido en países como
Perú, donde las inversiones chinas se encuentran centradas casi exclusi-
vamente en el sector primario.
Sumado a esto, también existe un doble posicionamiento respecto a las
importaciones, ya que como ha ocurrido en el resto del mundo, China ha
acaparado gran parte del mercado de bienes de consumo –vestimenta, cal-
zado, textiles, electrodomésticos y automóviles, etc.– y de bienes de capi-
tal –máquinas y herramientas, máquinas, aparatos eléctricos y vehículos
de transporte, etc.–. Si bien Uruguay es un mercado pequeño con un desa-
rrollo industrial que no puede compararse con el alcanzado por Brasil o
Argentina, el efecto chino en la desindustrialización es parte de los cues-
tionamientos de cómo relacionarse con el país asiático.

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Al respecto, desde la Cámara de Industrias del Uruguay que engloba a
los industriales nacionales, se han realizado reclamos vinculados al nivel
de apertura del país con respecto a las importaciones chinas de algunos
sectores manufactureros, en particular del sector vestimenta y calzado. Los
reclamos tienen que ver con la necesidad de llevar adelante un mayor con-
trol de las mercaderías en términos de valoración aduanera o en otros ca-
sos demandando la aplicación de los instrumentos de defensa comercial
para combatir lo que los empresarios entienden son prácticas desleales al
comercio. En otros casos, el lobby empresarial demanda la implementa-
ción de otras medidas proteccionistas que son aplicadas por otros países de
la región como por ejemplo los andinos (CIU, 2007). Si bien naturalmente
no integra el discurso público del posicionamiento institucional sobre las
relaciones con el país asiático, el sector industrial centra su relación con
China básicamente en los aspectos comerciales y con una visión negativa
en términos de sus impactos. En efecto, al menos en términos comerciales,
China no es vista como una oportunidad para los industriales naciona-
les, sino como una amenaza, salvo el caso de los importadores que sí se han
beneficiado de las oportunidades comerciales que otorga dicho mercado.
Ahora bien, sigue presente en el país la sensación de que la mercadería
china es de mala calidad, si bien es por todos conocido que el gigante asiá-
tico produce bienes de todas las calidades y se encuentra en franco proceso
de mejora de la innovación y tecnología de los bienes y servicios produci-
dos, para lo cual ha implementado una serie de políticas específicas.
Por su parte, es cierto que para un país con poco desarrollo industrial,
el hecho de acceder a bienes de capital y tecnología a precios competiti-
vos, termina siendo un pilar fundamental para el desarrollo, permitiendo
de cierta forma reducir las diferencias en la brecha tecnológica con los
países desarrollados y también las dependencias en las relaciones comer-
ciales con los mercados desarrollados –caso de Estados Unidos y la Unión
Europea– y con las potencias regionales –Brasil y Argentina–. Este fenó-
meno ha sido uno de los cambios geopolíticos de mayor importancia en
los últimos años para toda América Latina, en especial con su relación
con las potencias desarrolladas, las que como resultado han perdido im-
portancia relativa en la región.
En suma, las relaciones con China están todavía centradas en el comer-
cio, tanto desde la visión de las amenazas –productores locales, especial-
mente industriales–, como de las oportunidades –importante número de
empresas computadoras de bienes chinos–. Más recientemente las inver-
siones chinas en la industria y el sector servicios, pero especialmente las
relacionadas con empresas armadoras de automóviles y algunas empresas
textiles –son las más conocidas por la población–, inversiones que como
se verá más adelante también generaron algunas dificultades en la región,
en particular con Brasil. Los bienes chinos tanto los importados como los
producidos a nivel nacional han tenido una importante penetración en el

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mercado, incluso de forma más extendida que otros países de la región,
ya que tanto Argentina como Brasil han aplicado un número importante
de medidas restrictivas a las importaciones de origen asiático.
Otros planos como el migratorio, el cultural, la cooperación o el turis-
mo, siguen siendo de muy poca importancia para el país, lo que es contra-
dictorio si se toma en cuenta que se trata del principal socio comercial.
Un indicador de la escasa importancia otorgada a estos otros pilares de
las relaciones bilaterales se hace evidente cuando se confirma que el país
no cuenta con ningún Instituto Confucio –el idioma chino se estudia poco
en el país–, el que recién estaría por instalarse en 2015. Sin embargo, como
puede observarse en la Tabla 9.1, existe un número importante de estos
institutos en otros países de América Latina. Los mencionados institutos
atienden a aspectos relacionados con la cultura y el idioma chino, con la
realización de actividades culturales, clases del chino mandarín, fomento
de visitas de académicos chinos, intercambios estudiantiles, entre otras.
China tiene una misión permanente en Uruguay, existe una cámara bi-
lateral Uruguay-China, que se encarga fundamentalmente de las relacio-
nes comerciales y se constituyó un Centro de Integración Cultural Uru-
guay-China.

Tabla 9.1. Institutos Confucio en Latinoamérica y El Caribe, 2015*

Instituto Confucio N.º


México 5
Perú 4
Colombia 3
Cuba 1
Chile 2
Argentina 2
Brasil 11
Costa Rica 1
Jamaica 1
Bahamas 1
Ecuador 2
Guyana 1
Trinidad y Tobago 1
Barbados 1
Venezuela 1
Bolivia 1

Fuente: Elaboración propia en base a Confucius Institute Headquarters (Hanban).


* Incluye las Aulas.

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Respecto a la colonia china en Uruguay, se calcula que viven en el país
cerca de 400 habitantes chinos de acuerdo con la información proporcio-
nada por la Embajada de China en Montevideo (Espectador, 2007). Cabe
precisar que otros datos indicarían que se trata de un número incluso infe-
rior. El número llama la atención si se tiene en cuenta que en los últimos
cinco años se han radicado en Argentina más de 100.000 chinos. En los
hechos, Montevideo es de las pocas capitales del mundo que no cuenta
con los denominados «Chinatown», estando los comercios chinos espar-
cidos por diferentes puntos de la ciudad y no identificándose ninguna
zona donde los negocios se encuentren localizados.
De acuerdo a la información oficial publicada por la Embajada de Chi-
na en Uruguay, los nacionales chinos trabajan en gastronomía, la indus-
tria pesquera, comercio de venta de artículos, almacenes y mini merca-
dos, un perfil muy similar al del chino radicado en Argentina. Si bien los
negocios en manos de nacionales chinos siguen siendo escasos en Monte-
video y otras zonas del país, los existentes están exclusivamente relacio-
nados con mercaderías de muy bajo precio y considerados de muy baja
calidad, si bien no existe en el país un rechazo a la instalación de este tipo
de negocios ni campañas generalizadas contra los ciudadanos de dicho
país asiático. Ahora bien, dado que algunas grandes tiendas de prestigio
nacional, como Tienda Inglesa –red de supermercados– o algunas recono-
cidas tiendas de electrodomésticos –Motociclo–, venden un importante
número de productos chinos que son adquiridos por consumidores de dis-
tinto perfil social y económico, con la seguridad de contar con el respaldo
de la institución comercializadora, la firme relación que aún persiste entre
mercadería china, bajo precio y mala calidad podría verse modificada en
los próximos años.
Los chinos en Uruguay son un grupo social muy trabajador con poco
relacionamiento entre sus compatriotas e incluso no residen necesaria-
mente en los mismas localidades, lo que a diferencia de otras ciudades
hace poco visible la presencia de esta colonia de emigrantes en el país.
Para el profesor Felipe Arocena, investigador de la Facultad de Cien-
cias Sociales de la Universidad de la República, la nueva inmigración
que deberá enfrentar Uruguay será la china, en particular porque los
mismos «ya se instalaron en Buenos Aires copando supermercados de
barrio» (El País, 2013). De cualquier forma, debe tenerse en cuenta que
el tamaño del mercado es de suma importancia para los migrantes chi-
nos que emigran en búsqueda de oportunidades comerciales, las que na-
turalmente son más amplias en mercados del tamaño de Argentina o
Brasil. Incluso, desde la Embajada de China en Uruguay se ha planteado
que en Uruguay es más difícil abrir un restaurante o un supermercado,
ya que la escala es muy pequeña y las oportunidades de negocios más
limitadas.
Tampoco el turismo es un canal que aumente la presencia de los chinos

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en el país, ya que de acuerdo a datos oficiales de la Dirección Nacional de
Migraciones del Uruguay, en 2013 ingresaron 1.956 chinos, mientras que
en el período enero-septiembre 1.321, muchos de los cuales son empresa-
rios, académicos y no turistas.

El pilar comercial: algunos desafíos

La importancia de China en el comercio exterior de Uruguay ha sido


notoria en los últimos años, llegando a explicar en 2013 el 14 por 100 del
total exportado por el país, participación que aumenta considerablemente
si se computan las exportaciones realizadas a través de zonas francas. Las
diferencias se hacen notorias a partir de que comienzan las operaciones
de soja y pasta de celulosa en Uruguay, dos productos que han modificado
la matriz exportadora del país con destino a China.
Así como ha ocurrido en otros países de América Latina, China se ha
ido transformando en el principal socio comercial, superando a Estados
Unidos, la Unión Europea o los socios regionales (Rosales, 2014; Turzi,
2014).
Como puede observarse en la Tabla 9.2 que presenta los principales
cuatro socios comerciales del país en los últimos años, China sube en el
ranking, mientras que en los dos últimos períodos emergen las zonas fran-
cas, que como se comentó anteriormente se trata de productos que en su
gran mayoría son luego exportados a China –son insumos para elaborar
bienes que luego se colocan en China o exportaciones a través de dichos
regímenes por razones logísticas–, por lo que podría afirmarse que China
es hoy el principal socio comercial del Uruguay en el comercio de bienes
–el de servicios se encuentra muy concentrado en la región, con cierta
diversificación en software y audiovisuales.

Tabla 9.2. Principales destinos de exportación de Uruguay

Año
2001 2006 2010 2013
Brasil Brasil Brasil Brasil
Argentina Estados Unidos Zonas Francas Zonas Francas
Estados Unidos Argentina Argentina China
China Rusia China Argentina

Fuente: Elaboración propia en base a Trade Map.

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Entre los años 1999-2013, el comercio exterior de Uruguay con China
sin considerar las colocaciones desde y a través de zonas francas, creció a
una tasa anualizada del 25 por 100, superando ampliamente las colocacio-
nes totales del país en el mismo período. No considerando el comercio de
zonas francas, el saldo comercial de Uruguay con China sería deficitario
en una suma cercana a los US$ 500 millones. Ahora bien, de computar
dicho comercio –que no es informado por las fuentes oficiales–, el país
posee un saldo comercial favorable con China, el que además se acrecen-
tará por la instalación de una nueva planta de celulosa –exportaciones que
tienen a China como primer destino– y por el aumento constante de la
producción de soja en el país.
Además de los bienes señalados, también han adquirido suma impor-
tancia algunos bienes agrícolas con mayor proceso, caso de la carne, los
lácteos, los residuos y desperdicios de las industrias alimentarias y la ma-
dera (DNII, 2014, 2013).
Los bienes históricamente colocados por Uruguay en China son la lana,
los cueros y pescados –los que en todos los casos han perdido participa-
ción entre los años 1999-2013–. Más allá del tipo de bien exportado, exis-
te una importante concentración de las colocaciones de Uruguay a China,
ya que tan solo nueve Capítulos del Sistema Armonizado –de un total de
97– llegaron a explicar el 98 por 100 de las ventas totales registradas en
2013. En el caso de las importaciones, la concentración es mucho menor,
ya que un total de 27 Capítulos del Sistema Armonizado explicaron el 95
por 100 del total importado desde China, destacándose principalmente los
bienes con mayor contenido tecnológico como máquinas y aparatos eléc-
tricos, máquinas, aparatos mecánicos, herramientas, vehículos y sus par-
tes, categorías en que China se ha transformado en un gran jugador mun-
dial. Dichos bienes llegaron a participar en más del 50 por 100 del total
adquirido desde ese país en 2013. El importante crecimiento registrado en
dichas categorías en los últimos años –en conjunto pasaron de participar
del 34,7 por 100 al 51,1 por 100– no necesariamente debe ser considerado
como negativo para Uruguay, ya que el país posee una industria poco de-
sarrollada en estos sectores –lo que no quiere decir que por la competen-
cia china no se hayan visto afectadas algunas empresas nacionales–, por
lo que años atrás dependía fundamentalmente de la proveeduría de dichos
bienes a cargo de Estados Unidos, Europa y la región. Por el contrario,
Brasil y Argentina sí se han visto perjudicados por la pérdida del mercado
regional a costas de la competitividad de las exportaciones chinas. En el
caso de otros productos, como los plásticos, el calzado, los textiles, la
vestimenta, los productos cerámicos, el vidrio y los juguetes, entre tantos
otros, los que también han aumentado considerablemente entre los años
1999-2013, sí se han registrado impactos en la industria nacional, lo que
como se comentó anteriormente favorece la mala percepción que se tiene
de la competencia china en algunos empresarios uruguayos.

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Gráfico 9.1. Número de empresas exportadoras
(Con exportaciones mayores a los US$ 50.000 en todos los años)

Fuente: Elaboración propia en base a SmartDATA.

El comercio entre Uruguay y China es complementario, de caracterís-


ticas muy similares al que tiene el país con los países desarrollados, si
bien en el caso de las exportaciones, el nivel de concentración y primari-
zación es mayor al que se tiene con Estados Unidos y con Europa.
Como resultado de analizar la evolución del número de empresas ex-
portadoras e importadoras hacia y desde China, una primera aseveración
tiene que ver con las diferencias en el número, ya que mientras en 2013 se
computaron 176 empresas uruguayas que exportaron por más de US$
50.000 a China, en el caso de las importaciones ese número fue de 2.213.
Otro de los aspectos que vale la pena resaltar tiene que ver con la ten-
dencia, ya que en el caso de las ventas externas existe cierto estancamien-
to en el número de empresas, lo que en definitiva implica una mayor con-
centración, ya que las colocaciones siguen creciendo. En contrapartida, en
las importaciones la situación es bien distinta, registrándose un sostenido
aumento en el número de empresas nacionales que importan desde China.
Los datos presentados no hacen más que confirmar la visión que se
tiene de China en el país, donde la identificación de negocios se encuentra
focalizada en las importaciones y no en las posibilidades que existen en
este mercado, el cual está viviendo importantes transformaciones que
abren cuantiosas oportunidades de negocios en el país (Bartesaghi, 2014).

Las inversiones y la cooperación

En esta sección se analizan las principales inversiones chinas en Uru-


guay y el estado actual de la cooperación.

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Gráfico 9.2. Número de empresas importadoras
(Con importaciones mayores a los US$ 50.000 en todos los años)

Fuente: Elaboración propia en base a SmartDATA.

Inversiones chinas en Uruguay

Así como ha ocurrido en América Latina en su conjunto, Uruguay ha


mostrado un importante dinamismo en la captación de Inversión Extran-
jera Directa (IED), destacándose en los últimos años importantes inver-
siones en plantas de celulosa de capitales europeos, inversiones en in-
fraestructura y en el sector energético uno de los más dinámicos en los
últimos años. Debe tenerse en cuenta que dentro de la región, consideran-
do el tamaño relativo del país, Uruguay es uno de los países que recibe
más IED. Respecto al PIB de Uruguay supera al promedio de América
Latina y Asia Pacífico, alcanzando su pico máximo en 2006 (7,6 por 100
del total).
Cabe señalar que el país cuenta con un número de regímenes que pro-
mueven las inversiones, además de las reformas que favorecieron la cap-
tación de las mismas en el país (Martínez Larrechea, 2012). Asimismo,
dispone de un importante número de acuerdos bilaterales de inversión en-
tre los cuales se ubica el firmado con China y vigente desde el año 1997.2
Históricamente, la inversión extranjera captada por el país ha sido de
origen europeo o estadounidense, si bien la región comenzó a ocupar una
posición de privilegio en los últimos años. En efecto, de acuerdo a datos
de Uruguay XXI, en 2013 Argentina fue el principal inversor en el país
seguido de Brasil, España y Estados Unidos. Como puede observarse,
China no se encuentra dentro de los principales orígenes de las inversio-
nes del país, lo que también es confirmado por los registros de consultas
de inversiones, las que pueden adelantar inversiones futuras. En 2013, las
consultas de inversiones realizadas fueron de empresas argentinas (16 por

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100), españolas (16 por 100), estadounidenses (15 por 100) y brasileñas
(15 por 100), mientras que las de empresas chinas explicaron solo el 4 por
100 (Uruguay XXI, 2014).

Gráfico 9.3. Recepción de IED por origen (Uruguay)

Fuente: Uruguay XXI en base a BCU.

Respecto a las inversiones de China en otros países de América Latina,


metodológicamente es necesario separar los anuncios de inversiones, de
las realmente concretadas. Como fue señalado, con este país se suelen ha-
cer declaraciones que luego no se condicen con la realidad, lo que afecta la
credibilidad de los futuros anuncios. De cualquier forma, sí es una reali-
dad el aumento de las inversiones de China en América Latina, llegando a
representar dicha región el 13 por 100 del total invertido por el país en el
mundo (Bittencourt y Reig, 2014). A su vez, es esperable que se mantenga
el aumento en la participación debido a la política de «going abroad» im-
plementada por el gobierno chino, lo que se encuentra asociado no solo a
continuar asegurando la proveeduría de materias primas y alimentos, sino
también de captar nuevos mercados más allá de las economías centrales.
Las inversiones chinas en Uruguay están concentradas en el sector te-
lecomunicaciones –empresa Huawei y ZTE que cuentan con acuerdos
con la empresa estatal de comunicaciones ANTEL–, vehículos y autopar-
tes, destacándose dos plantas armadoras como Chery –en este caso se
trata de una asociación de capitales chinos y argentinos– y Lifan, empre-
sas de servicios –construcción e ingeniería– y transporte marítimo. Las
inversiones también se han localizado en el sector textil, en la industria de

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alimentos y en la energía. Más recientemente se han anunciado en el sec-
tor plástico y de la biotecnología –las que hasta la fecha no se han confir-
mado–. Seguidamente, se adjunta la Tabla 9.3 con algunas de las empre-
sas chinas radicadas en Uruguay, lo que confirma la diversificación a
nivel de sectores y presenta diferencias respecto al fenómeno de concen-
tración presentado por países de América Latina.

Tabla 9.3. Empresas chinas en Uruguay

Nombre de Empresa Empresa en Uruguay Industria


CCCC Shanghai Dred- CCCC Shanghai Dred- Construcción e ingeniería
ging Corp. ging Corp.
Chery Scma Argentina Chery Mercosur S.A. Industrial: automotriz y
S.A. autopartes
Cosco Group Cosco Uruguay S.A. Transporte: marino
Huawei Technologies Huawei Technologies Servicios: telecomunica-
Co., Ltd Uruguay ciones
Wanli Stone Wanli Stone Metales y minería
Yutong Group Pimatur S.A. Industrial: maquinaria
ZTE Corporation ZTE Corporation Uru- Servicios: telecomunica-
guay ciones
Geely International Corp. Geely International Uru- Industrial: automotriz y
guay autopartes
BBCA Biochemical Co., BBCA Uruguay Bioche- Industrial: alimentos, be-
Ltd mical S.A. bidas y tabaco
CNOOC Ltd Bridas Uruguay Energía
BIPC Hisud S.A. Industrial: textil e indu-
mentaria
Lifan Group Lifan Group Industrial: automotriz y
autopartes

Fuente: Uruguay XXI.

Cabe precisar que algunas las inversiones chinas en la región han cau-
sado cierta tensión regional, en este caso no interna porque las mismas no
compiten directamente con la industria nacional, pero sí en el comercio
intrarregional por las trabas impuestas por Brasil a las nuevas corrientes
de exportación hacia el principal mercado del Mercosur. Dichas trabas
fueron notorias en el caso del sector automotriz, incluso poniendo en ries-
go las inversiones en el país del algunas empresas del sector, así como en

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el caso del sector textil, donde se han llevado adelante reclamos en el
cumplimiento del régimen de origen del Mercosur por parte de Brasil, lo
que afectó la instalación de otras empresas chinas en este sector –caso de
la empresa textil Texhong que se instalaría en el Departamento de San
José para la producción de hilo de fibras artificiales de poliéster y viscosa
que se utilizan como materia prima para la confección de prendas de ves-
tir–, ya que naturalmente, el interés de las inversiones están en el mercado
regional y no en el de Uruguay. A nivel de los negociadores nacionales, se
entendió que Brasil enviaba un mensaje a Uruguay respecto a las inver-
siones chinas para atender el mercado de su país, lo que parece haber
causado impacto en los empresarios asiáticos que comenzaron a instalar
empresas chinas directamente en el mercado brasileño, evitando posibles
restricciones del principal mercado del Mercosur.
En cuanto a las inversiones en infraestructura, también en Uruguay se
espera una mayor participación de China en obras como el caso del sector
ferroviario, puertos, carreteras o el sector energético. Si bien se hizo pú-
blico el interés de empresas chinas en la construcción de durmientes para
mejorar la red ferroviaria del país, las inversiones siguen sin concretarse.
Se espera que la participación de capitales chinos en el sector frigorífi-
co y agroindustrial sea importante en los próximos años, ya que el país se
ha consolidado como uno de los proveedores principales a nivel mundial
de la carne y los lácteos demandados por el país asiático. Incluso ya se
llevan adelante consultas para compras de frigoríficos en el país por parte
de empresas chinas.
Otro de los sectores en los que se han identificado potencialidades es el
de servicios, donde de acuerdo a datos de Uruguay XXI, China fue el país
que realizó más consultas en el stand del país en la feria CIFTIS 2014
realizada en Beijing, superando a Estados Unidos y a Brasil. También
para Uruguay existen oportunidades en este mercado, ya sea en el soft-
ware o en audiovisual, dos subsectores en los que se han alcanzado nive-
les de competitividad internacional. Por último, Uruguay no podrá quedar
excluido de la importancia que ha adquirido el fenómeno de la financia-
ción por parte de bancos chinos, ya que América Latina se ha transforma-
do en el principal destino de este tipo de operaciones. El gobierno urugua-
yo habría realizado consultas para aumentar la presencia de bancos del
país asiático en el país.

La cooperación

Si bien es creciente, la cooperación bilateral entre China y Uruguay se


encuentra muy por debajo de su potencial. Los principales avances se pue-
den identificar en la cooperación científica en el marco del convenio ya
señalado (Ley 16.514), cooperación agropecuaria en el ámbito académi-

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co, el acuerdo institucional firmado entre el INIA y la Academia China de
Ciencias Agrícolas, convenios entre universidades chinas y Uruguay y las
becas de la OPP –oficina estatal de Uruguay a cargo de la gestión de
las becas internacionales– para estudiantes universitarios y funcionarios
públicos (Lee, 2013).
En definitiva, la brecha cultural continúa afectando los niveles de coo-
peración del país, existiendo gran desconocimiento del empresario chino
sobre Uruguay, más allá de que algunos empresarios sí han valorado po-
sitivamente el régimen de inversiones y la estabilidad jurídica y económi-
ca del país.
Además, el hecho de que exista una muy baja colonia de chinos en
Uruguay o de uruguayos en China, no favorece la integración de las dos
culturas. Los viajes por turismo son escasos, destacándose principalmente
los viajes empresariales los que explican el mayor número de visas expe-
didas entre los Estados. Incluso los intercambios académicos son relativa-
mente bajos3 y no es habitual que en Uruguay se conozca China. El cono-
cimiento del país asiático tiene que ver con el comercio, en particular por
la llegada de mercaderías chinas al país –electrodomésticos, vehículos,
vestimenta, calzado, juguetes, repuestos, etc.– y no con aspectos cultura-
les, de los cuales existe un gran desconocimiento y falta de interés. Inclu-
so más, en algunos sectores sociales se observa una subvaloración de la
cultura china, así como de la capacidad de superación de su sociedad, de
la cual una importante porción de la población uruguaya desconfía o se
siente lejana. Si bien dicha reacción no es demostrable a través de fuentes
bibliográficas o posicionamientos institucionales, es fácilmente identifica-
ble la percepción de muchos empresarios nacionales respecto a China, don-
de se desconocen aquellos aspectos históricos y culturales que sin lugar a
dudas caracterizan a una de las más importantes civilizaciones mundiales,
lo que termina naturalmente afectando a los negocios e intercambios en-
tre las partes, especialmente en el sector empresarial.
Si bien dicha reacción puede encontrar sustentos en la brecha cultural,
la que es evidente, no menos cierto es que la misma también existe entre
el país asiático y otros países, como por ejemplo Australia –independien-
temente de la cercanía geográfica–. Sin embargo, las relaciones culturales
entre estos dos últimos Estados son muy profundas y se han dado pasos
firmes hacia una mayor integración entre las partes, los que por cierto
superan ampliamente los lazos comerciales y económicos.

Las claves de la relación bilateral

Al menos hasta el presente, las relaciones entre Uruguay y China si-


guen explicándose fundamentalmente a partir del comercio de bienes, con
progresiva importancia en las inversiones y con la posibilidad de expan-

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dir los flujos en el comercio de servicios y de la financiación de bancos
chinos a emprendimientos nacionales.
La cooperación entre los dos países sigue siendo muy baja, tanto la
académica, los intercambios culturales, los científicos, pero también las
asociaciones estratégicas entre empresarios, fenómeno que ya es más vi-
sible en otros países como Argentina y que comienza a emerger lentamen-
te en Uruguay (Cesarín, 2014).
Uruguay no es un país conocido por China, tampoco Uruguay conoce
al país asiático al menos cabalmente, sino que su conocimiento se limita
a una asociación con el comercio y en particular con el origen de produc-
tos de bajo precio y calidad. Esta realidad posiciona inadecuadamente al
empresario uruguayo en la identificación de oportunidades en el mercado
chino, especialmente a partir de las reformas internas que están en proce-
so en dicho país. Llamativamente, si bien los intercambios empresariales
han aumentado de forma exponencial en los últimos años, el conocimien-
to de dichos empresarios no necesariamente ha permeado en un mayor
conocimiento sobre China. Si bien las inversiones chinas en Uruguay
cambiarán progresivamente esta realidad, el país debería comenzar a de-
finir algunas políticas específicas para alcanzar una mayor integración en
áreas que superen el plano comercial. Los beneficios de seguir dicho ca-
mino ya se observan en otros países que observan un sin fin de oportuni-
dades en un país al que todavía le restan transformaciones de impacto
global.
Las relaciones con cualquier país asiático son complejas, mientras que
en el caso de China se le agregan otras características como el nivel asi-
métrico, la velocidad de los cambios y los nuevos temas que abarcan la
agenda, para lo cual es necesario contar con una mayor profesionaliza-
ción de todos los actores nacionales que se relacionan con China, pero
especialmente de los tomadores de decisiones (Bartesaghi, 2014).

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Notas

1. El artículo contó con la colaboración de María Eugenia Pereira actuando como Asis-
tente de Investigación.
2. Consultado el 6 de septiembre de 2014. En: <http://www.observatorioasiapacifico.
org/OBSExternalUI/pages/public/agreementForm.jsf?ai=320&ci=2&oi=c18&di=c23>.
3. Cabe precisar que algunas Facultades de la Universidad de la República realizan visi-
tas de estudiantes a China, entre otros países asiáticos y que algunas universidades privadas
del país reciben regularmente estudiantes chinos.

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10
A evolução das relações sino-brasileira
sob os governos Lula da Silva e
Dilma Rousseff, 2003-2013
Marcos Cordeiro Pires y Luís Antonio Paulino

Introdução

Nos últimos 10 anos, temos assistido a um vigoroso e crescente pro-


cesso de interação entre Brasil e China. Nesse período, o país asiático
saltou do décimo para o primeiro lugar no intercâmbio comercial brasilei-
ro (entre 2000 e 2009), superando uma longa predominância dos Estados
Unidos. Também nesse período constatou-se um aumento da relação polí-
tica bilateral nos quadros de uma «parceria estratégica» que, em 2012, foi
elevada para o nível «global». Isto é reflexo da maior coordenação políti-
ca de ambos os países em foros multilaterais, como a ONU, a OMC, o
G-20 Financeiro ou as discussões no Painel de Mudança Climática da
ONU. A criação do Grupo dos BRICS, em 2009, vem reforçando parce-
rias no âmbito das relações Sul-Sul, que buscam uma maior democratiza-
ção dos centros de governança globais.
Verifica-se também o aumento do intercâmbio acadêmico e cultural,
manifestado pela criação de diversos Institutos Confúcio no Brasil, pelo
aumento do fluxo migratório chinês para o país, pelo crescente fluxo de
acadêmicos de ambos os países e da incorporação de diversos aspectos da
cultura chinesa ao cotidiano dos brasileiros, como a culinária, os esportes
marciais, a medicina tradicional e certos costumes daoístas.
No entanto, na medida em que a interação aumenta, verifica-se tam-
bém a ocorrência de pontos de atritos, sobretudo na área comercial, como
a imposição de medidas antidumping, e também por manifestações de
organizações empresariais e sindicais que protestam contra a «invasão»
de produtos industriais chineses no Brasil e ainda contra os processos de
primarização das exportações e de desindustrialização da economia. Do
ponto de vista social, constata-se o aumento de fluxos imigratórios, legais
e clandestinos, que muito se relacionam com a chamada «globalização
popular não hegemônica».

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A temática é bastante extensa, mas por conta dos limites de espaço, nos
debruçaremos sobre alguns aspectos, como o contato em nível governa-
mental, os riscos e oportunidades associados ao aumento do intercâmbio
comercial e financeiro e, por fim, alguns aspectos que denotam o aumento
da presença chinesa no Brasil.

O desenvolvimento da parceria

O restabelecimento de relações diplomáticas entre Brasil e China ocor-


reu em 1974. Naquele momento, em que pese o Brasil ser dirigido por
uma ditadura militar de direita, a diplomacia brasileira ensaiava passos de
maior autonomia frente aos Estados Unidos. Exemplo de um «pragmatis-
mo responsável», na definição do ex-Chanceler Azeredo da Silveira
(1974-1979), foi o reconhecimento do governo de esquerda português
emergido da «Revolução dos Cravos» (1974), e dos governos marxistas
de Angola e Moçambique. É também deste contexto que se afirma o posi-
cionamento mais «terceiro-mundista» da diplomacia brasileira, que atual-
mente assumiu a roupagem de «cooperação Sul-Sul».
Numa perspectiva histórica, as relações entre a China e o Brasil, du-
rante o período de 1974 e 2000, não podem ser classificadas como priori-
tárias na agenda de cada país. Até então, os contatos políticos eram espo-
rádicos, o nível de comércio era pequeno, assim como os fluxos de
investimentos. Apenas alguns projetos de cooperação avançaram mais
rapidamente, como na área de hidroeletricidade e tecnologia de satélites.
Nesse período, o Brasil não aspirava uma presença internacional que
fosse muito além da América Latina, em que pese o seu posicionamento
mais autônomo em relação aos centros mundiais de poder no âmbito da
ONU. Ademais, o país estava concentrado em uma dura agenda interna,
reflexo das crises econômicas que se avolumavam no período de 1980 a
2002.
Naquele momento, apesar da visita de altas autoridades chinesas ao
Brasil, o contato em nível de Chefes de Estado foi pequeno, marcado pe-
las visitas à China de João Batista Figueiredo, em maio de 1984, José
Sarney, em julho de 1988 e Fernando Henrique Cardoso, dezembro de
1995. Da parte chinesa, conta a visita de Jiang Zemin, novembro de 1993,
quando foi anunciada a «parceria estratégica Brasil-China», a primeira
firmada com um país em desenvolvimento.
A interlocução entre os dirigentes dos dois países apresentou maior in-
tensidade na década de 2000. Em 2001, Jiang Zemin fez sua segunda visita
de Estado ao Brasil. Naquela oportunidade, durante o governo de Fernan-
do Henrique Cardoso, foram firmados acordos visando o estabelecimento
de joint-ventures entre empresas brasileiras e chinesas, no caso a associa-
ção entre a EMBRAER e a AVIC e a Vale com a Shanghai Baosteel.

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No entanto, com a chegada do presidente Luiz Inácio Lula da Silva e
do Partido dos Trabalhadores ao poder, em 2003, aliado a uma coligação
de centro-esquerda, as relações atingiram um nível mais elevado, mos-
trando maior interação entre os países nos campos político, econômico e
de cooperação. Em 10 anos ocorreram seis visitas de Estado: Luiz Inácio
Lula da Silva, maio de 2004 e abril de 2009, Hu Jintao, novembro de
2004 e abril de 2010, e Dilma Rousseff, em abril de 2011 e Xi Jinping, em
julho de 2014. A estes, devem ser somadas as reuniões paralelas realiza-
das nas cúpulas do G-20 e também as cinco reuniões do Grupo dos BRI-
CS, em 2009 (Rússia), 2010 (Brasil), 2011 (China), 2012 (Índia) e 2013
(África do Sul) e 2014 (Brasil).
Desses encontros, a primeira viagem de Lula à China foi paradigmáti-
ca, não apenas por seu simbolismo, mas também pela grande delegação
que acompanhou o presidente: a comitiva foi integrada por 430 pessoas,
entre os quais, sete ministros, seis governadores, um senador, 10 deputa-
dos federais e executivos de 350 empresas brasileiras interessadas em ne-
gociar com a China.
Nesse contexto, faz-se necessário ressaltar o papel do governo Lula na
construção de uma agenda Sul-Sul na política externa brasileira, que bus-
cou aprofundar contatos com os países em desenvolvimento em todos os
continentes. Como resultado, a dependência dos mercados da Europa e
dos Estados Unidos para as exportações brasileiras diminuiu fortemente.
Em 2000, elas representavam 58,31 por cento e, em 2012, caíram para
31,2 por cento. Em contrapartida, as exportações para a Ásia subiram de
16,8 por cento, em 2000, para 31,1 por cento, em 2012.
Conforme discutiremos a seguir, a relação entre Brasil e China ganhou
outra dimensão –que reflete a atuação conjunta dos países em foros de
governança global– tanto pela intensificação do intercâmbio bilateral
como pelas iniciativas de avançar a cooperação por meio da criação de
novas oportunidades nos campos científico, econômico, cultural e educa-
cional.

A atuação conjunta de Brasil e China na agenda internacional

Brasil e China possuem um alto grau de compatibilidade em suas polí-


ticas externas. Em suas diretrizes, há ênfases na autodeterminação dos
povos, na igualdade jurídica entre as nações, a não ingerência de assuntos
internos de outros países, na defesa da paz e na busca de soluções nego-
ciadas para os conflitos internacionais e, ainda, na cooperação para o de-
senvolvimento dos países. Com esses princípios em vista, os países têm
atuado em conjunto nos principais foros internacionais, se posicionando
por uma ordem mundial inclusiva, pela cooperação internacional, pela
valorização das instituições multilaterais e por soluções negociadas em

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conflitos internacionais, como aqueles que recorrentemente afligem os
países do Oriente Médio e do Norte da África.
Por conta dessa afinidade, Brasil e China se juntam nos foros de gover-
nança global com vistas à construção de uma ordem internacional multi-
polar, em contraposição à hegemonia dos Estados Unidos e de seus alia-
dos nas organizações multilaterais, onde estes estão sobre representados,
como no Conselho de Segurança da ONU, no FMI e no Banco Mundial,
ou ainda na Organização Mundial de Comércio ou nas Conferências da
ONU sobre Meio Ambiente e Mudança Climática.
Ambos os países compreendem que o equilíbrio do poder mundial não
é mais o mesmo do pós-Segunda Guerra Mundial e que os países em de-
senvolvimento vem ganhando maior peso por conta de seu crescimento
econômico, da maior participação no comércio mundial e também por
conta dos fluxos de capitais. Destaca-se que até a década de 1990, os paí-
ses em desenvolvimento eram fundamentalmente receptores de capitais;
com o avanço da globalização e com a criação de novas multinacionais,
países como a China, o Brasil, a Índia, a Rússia e o México também são
exportadores de capitais.
É nesse contexto que se justifica a adesão de Brasil e China ao Grupo
dos BRICS, que em princípio foi um acrônimo criado pelo Goldman Sa-
chs para sua carteira de investimento em países «emergentes», mas que,
em 2009, se transformou num ator relevante nos foros internacionais. Ini-
cialmente, formado por Brasil, Rússia, Índia e China, incorporou-se a
África do Sul ao Grupo em 2011, na reunião de Sanya, na China.
De forma geral, nos comunicados conjuntos dos BRICS nota-se a
preocupação com a recuperação da economia mundial, o pleito de demo-
cratização das Instituições Financeiras (FMI e Banco Mundial), a defesa
da autodeterminação dos Estados e não interferência em assuntos internos
dos países, notadamente na série de eventos popularizada como «Prima-
vera Árabe», e ainda na cooperação entre os países, tanto os membros do
Grupo como também outros países em desenvolvimento. Dois aspectos
chamaram atenção no comunicado conjunto de e-Thekwini (Durban,
África do Sul) em março de 2013: (1) a perspectiva de institucionalização
dos BRICS; (2) a possibilidade de criação de um banco de fomento con-
junto para auxiliar o desenvolvimento dos países membros e também de
outros países em desenvolvimento (MRE, 2013).
Na mais recente cúpula dos BRICS, realizada no Brasil em julho de
2014, os líderes do grupo começaram a materializar as intenções anuncia-
das anteriormente. Exemplo disso foi a oficialização da criação do Novo
Banco de Desenvolvimento (NBD), para apoiar projetos dos países do
bloco e outras nações em desenvolvimento e a criação de um fundo de con-
tingência para auxiliar os países dos BRICS em crises de balanço de pa-
gamentos, o chamado Arranjo Contingente de Reservas (ACR). Tais me-
didas foram uma resposta à letargia dos países ricos em cumprir a decisão

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da Cúpula do G20 de Seul, em 2010, que já havia determinado a redivi-
são das cotas do FMI, e também à incapacidade e/ou desinteresse do Ban-
co Mundial em patrocinar projetos de infraestrutura nos países em desen-
volvimento.
O capital inicial do NBD será de US$ 50 bilhões, onde cada país apor-
tará US$10 bilhões. Ficou definido que a sede do banco será em Shanghai
e que o primeiro presidente será um indiano. A direção do BND será rota-
tiva, com mandato de cinco anos para cada país. Já o ACR contará com o
montante de US$ 100 bilhões, sendo que a China aportará US$41 bilhões,
África do Sul US$5 bilhões e os US$ 54 bilhões restantes serão aportados
em cotas iguais por Brasil, Rússia e Índia.
Brasil e China também estão juntos no foro BASIC, que reúne Brasil,
África do Sul, Índia e China, cuja atuação se dá no âmbito das discussões
da Convenção-Quadro das Nações Unidas sobre Mudança do Clima (UN-
FCCC), onde se debate a renovação do Protocolo de Kyoto. A coordena-
ção é feita no sentido de garantir simultaneamente a redução das emissões
de efeito estufa e as políticas de crescimento econômico dos países em de-
senvolvimento, já que os países industrializados tentam dividir a conta
dos efeitos do aquecimento global apesar de serem os maiores responsá-
veis pelo dano ambiental.
Ambos os países atuam em conjunto no G-20 Comercial, uma coalizão
de países em desenvolvimento, criada em 2003, que defende o cumpri-
mento dos três pilares do mandato agrícola da Rodada Doha, quais sejam,
acesso a mercados –redução de tarifas–, eliminação dos subsídios à ex-
portação e redução dos subsídios de apoio interno –no que tange à produ-
ção–, pauta que continua travada na OMC por conta da resistência dos
países industrializados em abrirem seus mercados de bens agrícolas. Sem
avanços nessa área, os países do G-20 freiam qualquer outra diretriz no
sentido de maior liberalização nos setores industriais e de serviços, apesar
dos discretos avanços verificados na última reunião de Bali, em dezembro
de 2013.
De maneira similar, Brasil e China têm buscado coordenar ações no
âmbito do G-20 Financeiro, desde a reunião de Cúpula de Washington,
em novembro de 2008, com vistas a garantir o interesse dos países em
desenvolvimento e mitigar os efeitos da crise econômica em curso. Não
obstante a ação conjunta para alterar as quotas do FMI em favor dos paí-
ses em desenvolvimento, Brasil e China mostraram divergências com re-
lação à questão cambial, em 2010, na cúpula de Seul, uma vez que o
Brasil reclamava contra a «guerra cambial», notadamente refletindo a po-
lítica dos Estados Unidos de quantitative easy utilizada para estimular a
sua demanda interna. Como o Renminbi está atrelado ao dólar, a moeda
chinesa tende a se desvalorizar junto com a moeda norte-americana,
criando uma vantagem adicional às suas exportações.
De forma geral, pode-se concluir esta seção salientando que esta atua-

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ção conjunta em foros internacionais é bastante consistente, colocando
ambos os países em lados opostos aos interesses das potências ocidentais
em diversas temáticas. Esta congruência de posições levou ambos os paí-
ses a ampliar simbolicamente o status da relação bilateral: em junho de
2012, a Presidenta Dilma Rousseff e o então Premier Wen Jiabao anun-
ciaram a criação de uma Parceria Estratégica Global, fruto «do aprofun-
damento da confiança política mútua e o dinamismo do relacionamento
entre os dois países, em sua vertente bilateral e em sua crescente projeção
multilateral, com perspectiva de longo prazo» (MRE, 2012a).

Cooperação sino-brasileira

Durante as duas primeiras décadas de relacionamento diplomático, os


acordos de cooperação dominaram a pauta bilateral (Embaixada da China
no Brasil, 2014). Dentre eles, aquele que se revelou mais promissor, e que
ainda hoje é exemplo de cooperação tecnológica Sul-Sul, é o China-Brazil
Earth Resources Satellite, Satélite Sino-Brasileiro de Recursos Terrestres
(CBERS), baseado no acordo de cooperação firmado entre os países em
6 de Julho de 1988, que envolve o Instituto Nacional de Pesquisas Espa-
ciais (INPE) e a Agência Espacial Brasileira (AEB), da parte do Brasil, e
a Academia Chinesa de Tecnologia Espacial (CAST) e o China National
Space Administration (CNSA), da parte da China, para o desenvolvimen-
to de um programa de construção de dois satélites avançados de sensoria-
mento remoto. Trata-se do desenvolvimento compartilhado de alta tecno-
logia em um setor que durante muito tempo se restringiu aos países
industrializados e/ou à URSS. O projeto de construção de satélites foi re-
novado em 2002, para a construção dos CBERS 3 e 4 (CBERS, 2013).
Vale destacar que além do dinamismo comercial verificado desde
2000, deve se mencionar a iniciativa para aprofundar a cooperação pela
criação da Comissão Sino-Brasileira de Alto Nível de Concertação e Coo-
peração (COSBAN), instituída por ocasião da visita de Estado de Lula à
China em 2004. De acordo com o comunicado conjunto, a COSBAN foi
instituída «a fim de orientar e coordenar o desenvolvimento do relaciona-
mento entre os dois países. (…) A forma de funcionamento da Comissão
de Alto Nível será definida de comum acordo por meio dos canais diplo-
máticos dos dois lados» (MRE, 2004).
A primeira reunião da COSBAN ocorreu em março de 2006, presidida
por José Alencar, Vice-Presidente do Brasil, e por Wu Yi, Vice-Primeira-
-Ministra da China. Na oportunidade, foram definidas as temáticas de coo-
peração e também a estrutura e mecanismo de funcionamento da Comis-
são. As áreas temáticas definidas na reunião foram: política, economia,
comércio, Ciência e Tecnologia, espacial, agricultura e cultural-educacio-
nal. A COSBAN foi montada com 11 Subcomissões, que cobrem diversos

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aspectos da agenda bilateral: Econômico-Financeira; de Inspeção e Qua-
rentena; Educacional; Política; de Cooperação Espacial; Econômico-Co-
mercial; de Agricultura; Cultural; de Ciência e Tecnologia; de Energia e
Mineração; e de Indústria e Tecnologia da Informação. Conta também
com Grupos de Trabalho sobre temas específicos: investimentos; proprie-
dade intelectual; questões aduaneiras; esportes, entre outros (MRE, 2006).
É importante frisar que apesar da prioridade ressaltada pelos governan-
tes, a COSBAN ficou em estado de espera a partir de 2006, não ocorrendo
nenhuma reunião de alto nível até 2012. No entanto, quando da visita de
Hu Jintao ao Brasil, em 2010, foi apresentado o Plano de Ação Conjunta
entre o Governo da República Federativa do Brasil e o Governo da Repú-
blica Popular da China, 2010-2014 (MRE, 2010), elaborado pela COS-
BAN, que definia as diretrizes gerais de trabalho e estipulava o período de
dois anos para a realização das reuniões de alto nível.
Nesse ínterim, pesou o mal estar, principalmente na perspectiva chine-
sa, o fato de que o Brasil era muito lento em entregar aquilo que havia
sido negociado anteriormente. O Ex-Chanceler Celso Amorim chegou a
fazer um «mea culpa» sobre a incapacidade de se construir uma relação
mais estreita com a China durante sua gestão: «Precisamos dar uma forma
importante ao relacionamento com a China. Não desenvolvemos um con-
ceito pleno de como vai ser nossa relação com a China. Essa é uma auto-
crítica. Não deu tempo. Precisamos pensar mais profundamente nisso»
(O Estado de São Paulo, 2010).
A visita da Presidente Dilma Rousseff, em abril de 2011, estreitou no-
vamente os laços com a China. Tal como havia ocorrido em 2004, uma
grande delegação de políticos e empresários acompanhou a Presidenta.
Na ocasião, foram firmados acordos e memorandos nas seguintes áreas:
defesa; estabelecimento do Centro Brasil-China de pesquisa e inovação
em nanotecnologia; cooperação bilateral em C&T na área de desenvolvi-
mento em bambu; cooperação em recursos hídricos; metrologia, normali-
zação e qualidade industrial; e cooperação esportiva (MRE, 2011).
Além de contatos em nível governamental, Dilma Rousseff buscou
atrair capitais chineses da área de tecnologia da informação (TI) ao se
reunir com presidentes da FOXCONN, ZTE e HUAWEI. Apesar de anun-
ciados com pompa, os investimentos não fluíram ao Brasil como se espe-
rava. Só a empresa FOXCONN havia anunciado investimentos de US$12
bilhões e a criação de incríveis 100 mil empregos, mas os investimentos
ficaram aquém do esperado (Folha de São Paulo, 2012).
A segunda reunião da COSBAN ocorreu em Brasília, em fevereiro de
2012. Fugindo ao costume, desta vez não foi divulgada a ata da reunião.
No entanto, a discussão preparou o documento que seria anunciado pela
Presidenta Dilma e o Premier Wen Jiabao, em junho de 2012, que seria o
Plano Decenal de Cooperação entre o Governo da República Federativa
do Brasil e o Governo da República Popular da China. Também no âmbi-

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to dessa visita, como já mencionado, foi elevada a parceria estratégica
Brasil-China para o nível «global». As diretrizes para a cooperação do
Plano Decenal são as seguintes: (1) Ciência, Tecnologia, Inovação e Coo-
peração Espacial; (2) Minas, Energia, Infraestrutura e Transportes; (3)
Investimentos e Cooperação Industrial e Financeira; (4) Cooperação Eco-
nômica e Comercial; (5) Cooperação Cultural, Educacional e Intercambio
entre os povos (MRE, 2012b).
Por fim, é preciso mencionar a terceira reunião da COSBAN, realizada
em Guangzhou, China, no dia 6 de Novembro de 2013, que contou com a
presença do Vice-Presidente brasileiro Michel Temer e do Vice Primeiro
Ministro chinês Wang Yang. De acordo com a ata divulgada após o en-
contro (MRE, 2013a), durante a reunião foram revisados os relatórios de
trabalho das subcomissões e identificados os avanços até então realiza-
dos. Vale ressaltar dessa Ata a avaliação sobre os trabalhos da Comissão,
tal como segue:

«As Partes avaliaram positivamente o desempenho do comércio bilateral e


dos investimentos recíprocos. Comprometeram-se a envidar esforços com vis-
tas a seu aumento e diversificação, com especial atenção aos segmentos de
maior valor agregado, ao agronegócio, e a projetos-chaves de energia e in-
fraestrutura. Saudaram a intensificação das relações na área financeira e a tra-
jetória da cooperação nos campos da ciência, tecnologia e inovação, espacial,
cultura e educação».

Durante a visita de Estado, em julho de 2014, a presidenta Dilma Rou-


sseff e o presidente Xi Jinping assinaram cerca de 30 atos em áreas como
aviação civil, energia, sistema financeiro, infraestrutura, educação, mine-
ração, tecnologia, resseguros, construção e agricultura. Um dos acordos
prevê a compra de 60 aeronaves da Embraer pela China. Destacam-se
ainda os acordos de cooperação para o intercâmbio de dados de observa-
ção da Terra e para promoção de investimento de cooperação industrial e
de tecnologia da informação. Na área consular, Brasil e China firmaram
acordo para facilitar a emissão de visto de negócios para cidadãos dos
dois países e, no setor energético, foi assinado acordo de cooperação es-
tratégica entre Eletrobrás, Furnas e as empresas chinesas China Three
Gorges Corporation e CWEI Participações para incremento de coopera-
ção na construção da Hidrelétrica do Rio Tapajós (MRE, 2014).
Importante aspecto a destacar do aprofundamento das relações bilate-
rais, é a aposta do governo brasileiro em alavancar investimentos no país
ao atrair capital chinês. Há um enorme pacote de investimentos em in-
fraestrutura –portos, aeroportos, rodovias, ferrovias, energia– e também
na exploração de petróleo. Em agosto de 2013, a Ministra da Casa Civil,
Gleisi Hoffman, e o Ministro de Desenvolvimento, Fernando Pimentel,
realizaram um road show na China para apresentar ao governo chinês as

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potencialidades de negócios nesses setores. Lá, se reuniram com o vice-
-premiê Wang Yang e com o chanceler chinês, Wang Yi (Casa Civil,
2013). Destaca-se que após esta visita ocorreram investimentos de peso
empresas estatais chinesas no Brasil, como os aportes da CNPC, CNOOC
no consórcio liderado pela Petrobrás para a exploração do campo de pe-
tróleo de Libra (US$3 bilhões) e a participação majoritária da State Grid
num consórcio com a estatal FURNAS para transmissão da energia da
hidrelétrica de Belo Monte. Há uma aposta grande do governo em atrair
mais investimentos em infraestrutura para o Brasil, como fazem outros
países da região, como Equador, Bolívia e Venezuela. Esta discussão será
retomada adiante.
Como se pode verificar pela descrição dos comunicados e atas aqui
selecionados, existe um canal fluído de diálogo que vem ocorrendo um
melhor nível de entendimento entre ambos os países, não só potenciali-
zando as questões econômicas e comerciais, mas também adensando a
compreensão mútua e relação política em foros de governança globais.

As oportunidades e os focos de atrito na relação econômica bilateral

Para além das questões políticas, as relações comerciais entre Brasil e


China têm figurado no topo da agenda brasileira. Em uma década, a China
passou do décimo para o primeiro lugar como parceira comercial do Bra-
sil. As exportações concentram-se em alimentos, minérios e matérias-pri-
mas, enquanto que as importações são predominantemente de produtos
industriais acabados e insumos. Em princípio, a capacidade industrial chi-
nesa pode representar riscos para o Brasil, uma vez que esse novo boom
de commodities comandado pela China poderá encerrar o país em um
novo ciclo de dependência da produção de matérias-primas, provocando
o fenômeno da desindustrialização do país. Por outro lado, se não fosse o
superávit comercial obtido com a China o país enfrentaria maiores difi-
culdades para fechar sua balança de pagamentos. O Gráfico 10.1, abaixo,
descreve a evolução do comércio bilateral.
Como se pode constatar, o fluxo comercial se intensifica a partir de
2001, ano que marca o ingresso da China na Organização Mundial de Co-
mércio, e quando a economia mundial iniciava o processo de forte cresci-
mento que foi interrompido pelos efeitos mais agudos da crise financeira
de 2008-2010. Independentemente da crise, a trajetória de crescimento do
intercâmbio seguiu adiante no período 2010-2013, apesar do pequeno re-
cuo de 2012, quando as expectativas negativas com a Zona do Euro arre-
feceram a recuperação da economia mundial.
É digno de nota que, durante a década de 2000, a China suplantou os
Estados Unidos como principal parceiro comercial do Brasil. Em 2000, a
participação dos Estados Unidos no fluxo comercial brasileiro era de

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Gráfico 10.1. Comércio Bilateral Brasil-China, 1989-2013
(em bilhões de US$)

Fonte: MDIC, 2014c.

23,5 por cento. Treze anos depois, esta participação havia caído para 12,6
por cento. Já a China, no mesmo período, viu sua participação saltar de
2,08 por cento, em 2000, para 17,3 por cento, em 2013.
Além do maior dinamismo da oferta chinesa, há um fenômeno que não
se pode perder de vista: com a reestruturação das cadeias produtivas em
nível global, muito do que antes era produzido nos Estados Unidos se
deslocou para países da Ásia, principalmente para a China. Grandes em-
presas norte-americanas como a Apple, HP, Microsoft, GE, Motorola, en-
tre outras, se valem de subcontratadas na China –como a Foxconn– para
montar seus produtos e de lá exportá-los para o mundo inteiro. Muitas das
mercadorias que vem com o rótulo MADE IN CHINA são, de fato, pro-
dutos de multinacionais dos países industrializados. Nesse aspecto, é im-
portante salientar que também empresas brasileiras se fazem presentes na
China, não apenas para explorar o potencial de mercado interno, mas tam-
bém como plataforma de exportação e para subcontratar empresas chine-
sas para produzir bens distribuídos no Brasil.
Ainda por conta da globalização, parte da matéria-prima que antes era
exportada para os países desenvolvidos foi redirecionada para a China.
Em 2012, 50 por cento das exportações da China eram feitas por empre-
sas multinacionais, assim como 47 por cento das suas importações (NBS,
2013), o que revela sua importância no comércio exterior do país asiático.
Ambos os fenômenos estão refletidos na pauta comercial entre os dois
países, como informam as Tabela 10.1 e 10.2. As exportações brasileiras
são concentradas em poucos produtos. Apenas 20 artigos respondem por

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95 por cento das vendas para a China, com destaque para soja, minério de
ferro, petróleo, açúcar e pasta de madeira. Apenas estes cinco produtos
respondem por 85 por cento do total exportado. Quando se analisa o valor
agregado dessas exportações, constata-se que o valor por quilo de cada
artigo se situa num nível muito baixo, apenas US$ 0,21.

Tabela 10.1. Brasil: 20 Principais Artigos de Exportação para a China –


2013

Exportação – China 2013

Ord Descrição Valor Peso Valor/peso

US$ FOB Part % Kg US$

1 Soja, mesmo triturada, exceto 17.145.722.080 37,25 32.247.279.317 0,53


para semeadura
2 Minerios de ferro nao aglomera- 15.227.156.285 33,08 165.751.178.837 0,09
dos e seus concentrados
3 Oleos brutos de petroleo 4.034.516.244 8,77 5.976.292.034 0,68
4 Outros acucares de cana 1.419.631.336 3,08 3.464.416.620 0,41
5 Pasta Quim. Madeira de N/Co- 1.344.596.719 2,92 2.674.240.035 0,50
nif. a soda/sulfato, semi/branq
6 Minerios de ferro aglomerados e 705.967.631 1,53 4.957.995.285 0,14
seus concentrados
7 Catodos de cobre refinado/seus 584.155.447 1,27 79.199.894 7,38
elementos, em forma bruta
8 Oleo de soja, em bruto, mesmo 507.163.277 1,10 520.033.845 0,98
degomado
9 Fumo N/manuf. total/parc. des- 453.255.722 0,98 55.836.000 8,12
tal. fls. secas, etc. Virginia
10 Pedacos e miudezas, comest. de 440.794.294 0,96 190.322.139 2,32
galos/galinhas, congelados
11 Ferroniobio 362.315.205 0,79 14.366.599 25,22
12 Outs. couros bovinos, incl. bufa- 243.886.036 0,53 78.399.489 3,11
los, n/div. umid. pena flor
13 Pasta quimica de madeira, para 230.048.298 0,50 272.735.989 0,84
dissoluçao
14 Outros mineiros de cobre e seus 192.779.796 0,42 111.887.029 1,72
concentrados
15 Algodao simplesmente debulha- 189.243.739 0,41 96.647.408 1,96
do, nao cardado nem penteado
16 Granito cortado em blocos ou 170.564.294 0,37 977.589.993 0,17
placas
17 Outs. couros/peles, int. bovinos, 130.246.620 0,28 8.900.563 14,63
prepars, etc.
18 Ferroniquel 122.571.917 0,27 29.374.594 4,17
19 Outros mineiros de manganes 118.709.282 0,26 866.392.000 0,14
20 Sulfetos de mineiros de cobre 91.450.310 0,20 43.970.646 2,08
Total 20 principais 43.714.774.532 94,98 218.417.060.316 0,20
Total geral 46.026.153.046 100,00 221.001.453.593 0,21

Fonte: Elaboração própria a partir de MDIC, 2014c.

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Tabela 10.2. Brasil: 20 Principais Artigos de Importação da China – 2013

Exportação – China 2013

Ord Descrição Valor Peso Valor/peso

US$ FOB Part % Kg US$

1 Outs. partes p/aparelhos recept. 1.716.890.779 4,60 65.716.946 26,13


radio dif. televisao, etc.
2 Outs. parts. p/apars. d/telefonia/ 1.004.662.365 2,69 5.419.680 185,37
telegrafia
3 Tela p/microcomputadores por- 479.697.949 1,29 5.156.573 93,03
tateis, policromatica
4 Terminais portáteis de telefonia 465.823.641 1,25 1.869.272 249,20
celular
5 Glifosato e seu sal de monoiso- 373.269.716 1,00 59.947.400 6,23
propilamina
6 Microprocessadores mont. p/su- 355.393.805 0,95 158.870 2.237,01
perf. (SMD)
7 Outras partes e acess. p/maqui- 345.696.944 0,96 8.512.992 40,61
nas automat.proc.dados
8 Lampadas/tubos descarga, fluo- 325.158.737 0,87 36.343.373 8,95
rescente, de catodo quente
9 Outras unidades de ar condicio- 299.909.644 0,80 63.462.857 4,73
nado
10 Circuitos impr.c/comp.elétr./ele- 264.397.895 0,71 473.561 558,32
tr. montados
11 Outs. fornos n/eletr.p/ustulacao, 250.217.711 0,67 184.769.395 1,35
etc. de minerios/metais
12 Outs. cond.elét.ten<=100V,C/ 221.418.902 0,59 17.867.463 12,39
peças de conexão
13 Outros ladrilhos, etc. de cerami- 209.293.836 0,56 733.198.279 0,29
ca, n/vidrados, n/esmaltad.
14 Outros feijoes comuns, pretos, 206.070.949 0,55 226.329.156 0,91
secos, em graos
15 Outros circuitos integrados mo- 205.884.570 0,55 265.127 776,55
nolíticos
16 Unidades de discos magneticos, 205.408.787 0,55 1.188.548 172,82
p/discos rigidos
17 Lamin.ferro/aco, L>=6DM, Gal- 202.741.247 0,54 266.506.307 0,76
van. outro proc. E<4.75 MM
18 Pneus novos para automoveis de 201.678.680 0,54 54.138.172 3,73
passageiros
19 Acumuladores eletricos de ion 196.909.730 0,53 2.755.971 71,45
de litio
20 CI multicamada C/isolante res. 189.017.949 0,51 2.851.802 66,28
epoxida/tec fibra vidro
Total 20 principais 7.719.543.836 20,68 1.736.931.744 4,44
Total geral 37.302.150.042 100,00 11.445.624.916 3,26

Fonte: Elaboração própria a partir de MDIC, 2014c.

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Em contraste, quando se analisa a pauta importada, nota-se uma gran-
de diversidade de artigos e uma baixa concentração: os 20 principais pro-
dutos respondem por apenas 20,68 por cento do total. Há uma forte pre-
dominância de bens industrializados, como componentes do complexo
eletroeletrônico e de tecnologia da informação. Também se constata a
presença de bens acabados, mas nenhum produto que isoladamente supe-
re 5 por cento do total da pauta. Mesmo aqueles intensivos em mão-de-
-obra, como têxteis, confecções e calçados, chegam a apresentar um per-
centual significativo na pauta importada, apesar dos protestos que geram
no Brasil por conta do fechamento de fábricas nesses setores. Já quando
se trata do valor por quilo importado, constata-se que a oferta chinesa é
15 vezes mais valiosa do que a brasileira, situada em US$ 3,26.

Pressões protecionistas no Brasil contra a oferta chinesa

Em decorrência dessa qualidade no intercâmbio comercial com a Chi-


na, há três fatores que têm causado preocupação nos círculos industriais
brasileiros: (1) a reprimarização da pauta de exportação; (2) a maior par-
ticipação de bens importados em comparação com a produção local; e
(3) perda de mercado em terceiros países. Tal como se pode observar na
Gráfico 10.2, justamente quando o «boom» comercial com a China tem
início, no começo da década de 2000, verifica-se a inflexão das tendên-
cias das vendas de bens básicos (em alta) e de bens manufaturados (em
baixa).

Gráfico 10.2. Brasil – Exportação por Valor Agregado, 1964-2012

Fonte: MDIC, 2014c.

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Em contrapartida, quando se observa o grau de penetração das impor-
tações frente à produção local, em grande parte decorrente do aumento da
oferta chinesa, se constata a perda de dinamismo da produção industrial
doméstica, o que leva os segmentos industriais a pressionar o governo por
medidas protecionistas (FIESP, 2010). Vale destacar que nesse processo,
os sindicatos de trabalhadores têm engrossado as demandas dos empresá-
rios, como em outubro de 2013, quando empresários e sindicalistas blo-
quearam a entrada da Gotex Show, uma feira de produtos chineses em
São Paulo (Força Sindical, 2013).
A essas questões domésticas, podemos incluir um terceiro ponto de
desconforto da indústria brasileira com relação à oferta chinesa: a perda
de mercado para produtos industriais na América Latina, particularmente
na Argentina. De acordo com a revista Carta Capital (2012), entre 2005 e
2009 o Brasil deixou de exportar US$ 2,5 bilhões para a região e pelo
menos US$ 730 milhões para a Argentina. Com a crise internacional e a
perda de dinamismo de Estados Unidos e Europa, a concorrência chinesa
na região tem se intensificado.
Para tentar fazer frente aos desafios impostos pelas importações da Chi-
na, o Brasil tem adotado uma série de medidas protecionistas. De acordo
com o Departamento de Defesa Comercial do Ministério de Desenvolvi-
mento, Indústria e Comércio Exterior (MDIC), dentre as 61 medidas em
vigor, 39 envolvem empresas e produtos chineses, como fibras têxteis,
pneus, utensílios domésticos, insumos industriais, como magnésio, eletro-
dos de grafite, tubos metálicos, etc. (MDIC, 2014a). As medidas não se
restringem a essas. Em 15 de Fevereiro de 2014, havia 27 investigações
em curso sobre acusação de dumping, das quais 17 envolviam empresas
chinesas (MDIC, 2014b). Vale destacar que o governo brasileiro, apesar
de medidas pontuais de defesa comercial, jamais se dispôs a utilizar as
Salvaguardas Especiais previstas quando do acesso da China à OMC.
A adoção de tal medida, além de representar um «tiro no próprio pé», tra-
ria consequências desastrosas para o comércio bilateral, uma vez que se-
riam interpretadas pelos chineses como uma ofensa e prova de inimizade.
O mal estar causado pelo desequilíbrio qualitativo do comércio entre
Brasil e China foi explicitado pela Presidenta Dilma Rousseff em sua via-
gem à China, em abril de 2011. Ao fazer balanço de sua viagem, Dilma
Rousseff afirmou que «[Estou] muito satisfeita. Acho que foi um salto de
qualidade em nossas relações, mas queremos mais. Hoje, vendemos muita
matéria-prima para a China. Queremos vender a matéria-prima, mas tam-
bém queremos vender produtos mais elaborados» (Agência Brasil, 2011).
Naquele momento, além de buscar expandir mercados para a oferta
brasileira, também tratou de criar condições para a atração de investimen-
tos chineses no Brasil, não apenas em setores relacionados às áreas de
energia e mineração, mas, sobretudo em setores de maior componente
tecnológico, como TI, telecomunicações e automotivo.

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Investimentos chineses no Brasil

Antes de tudo, é importante frisar que os investimentos diretos são de


mão dupla, mas por conta do espaço não nos ateremos aos investimentos
brasileiros na China.1 Na última década, a China se tornou um dos maio-
res exportadores capitais. Tais investimentos vêm respondendo a duas ló-
gicas: (1) garantir o suprimento de alimentos e matérias-primas para ga-
rantir o nível de crescimento do país; e (2) viabilizar oportunidades de
negócios para as grandes empresas da China, como produtoras de bens
de consumo duráveis, tecnologia de comunicação e informação e ainda gran-
des empresas de serviços públicos. De forma geral, os investimentos do
primeiro tipo estão concentrados em países em desenvolvimento, produ-
tores de alimentos, petróleo e outras matérias-primas. Já os investimentos
de segundo tipo tendem a se concentrar em países industrializados, onde
não só se busca o acesso a mercados, mas também um ambiente adequado
para o desenvolvimento de centros de pesquisa e inovação tecnológica.
No caso brasileiro, por conta das dimensões do país e seu posiciona-
mento estratégico na América do Sul, pode-se verificar a ocorrência de
ambos os tipos de investimentos, tanto aqueles que buscam o acesso a
mercados como aqueles destinados à garantia de suprimentos de alimen-
tos, energia e matérias-primas. O estudo mais recente sobre os investi-
mentos chineses no Brasil foi desenvolvido pelo Conselho Empresarial
Brasil-China (CEBC), com financiamento do Banco Interamericano de
Desenvolvimento (BID). De acordo com Frischtak, Soares e O’Conor
(2013, p. 9), os autores da pesquisa:

«Entre janeiro de 2007 e junho de 2012, o CEBC registrou 60 projetos de


investimentos anunciados por empresas chinesas interessadas em ingressar no
mercado brasileiro. Como resultado, foram confirmados 39 projetos de inves-
timento, enquanto outros 21 ainda estão em processo de negociação ou avalia-
ção por parte das empresas de ambos os países».

De acordo com o estudo, foram anunciados investimentos de cerca de


US$ 68,5 bilhões. No entanto, foi estimado que apenas US$ 24,4 bilhões
foram efetivamente investidos nos últimos anos em 39 projetos.
No que tange ao tipo de empresa que vem investido –ou manifestado
interesse em investir– no Brasil, nota-se a predominância de empresas es-
tatais (78 por cento), tanto em nível do governo central como em nível
subnacional e apenas 22 por cento de empresas privadas. Merece destaque
os investimentos de empresas estatais como a SINOPEC, CNPC e
CNOOC, no segmento de petróleo e gás, da State Grid, na transmissão de
energia elétrica, da ZTE, de telecomunicações, da Chery e da JAC, no se-
tor automotivo. Entre as empresas não-estatais –neste caso, de propriedade
dos empregados–, destaca-se a Huawei, no setor de telecomunicações e TI.

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Quanto à motivação dos investimentos, 63 por cento se concentram na
busca por mercados, enquanto que 31 por cento por recursos naturais e
6 por cento por ativos estratégicos. Tais investimentos se concentram nos
seguintes setores: automotivo (22 por cento), energia e mineração (22 por
cento), eletrônico e telecomunicações (15 por cento) e maquinário e equi-
pamentos (13 por cento). Também há projetos relacionados ao agronegó-
cio, infraestrutura e bancos, entre outros.
Para os chineses, o Brasil, além de oferecer recursos escassos como
terra, água e matérias-primas, o que por si só justificaria o investimento
no país, também «é percebido tanto como base de produção manufaturei-
ra para abastecimento dos mercados nacional e regional, quanto como
potencial vetor de capacitação em bens de capital, veículos, equipamentos
de telecomunicação e indústrias complexas fabricantes de produtos de
alto valor agregado» (Frischtak, Soares e O’Conor, 2013, p. 15).
Para concluir esta seção, vale destacar que os investimentos chineses
no Brasil enfrentam algumas barreiras que não encontram em outros paí-
ses em desenvolvimento. Em primeiro lugar, excetuando pessoal de nível
técnico, a legislação brasileira restringe a vinda de trabalhadores desqua-
lificados para atuarem em projetos de empresas estrangeiras, o que dimi-
nui a competitividade das empreiteiras chinesas. Por outro lado, o moroso
e burocrático processo de licenciamento de novos empreendimentos, par-
ticularmente no que tange às questões ambientais, a legislação tributária
complexa e pouco estimulante para o investimento direto estrangeiro e o
emaranhado de leis e atribuições nos diversos níveis de governo, tendem
a atrasar a liberação e efetivação dos investimentos. Muitas vezes, o que
o governo e os investidores chineses percebem como falta de empenho do
Brasil em concretizar acordos firmados é decorrência dessa estrutura ad-
ministrativa e legal complexa e pouco flexível, estranha ao seu modelo
pragmático de governança.

Para além da política e da economia: a presença da China no Brasil

Para além das relações estatais e comerciais, faz-se necessário dedicar


algumas páginas para outros aspectos desse relacionamento, como a mi-
gração e a absorção da cultura chinesa pelos brasileiros. Antes, é preciso
considerar que os contatos entre os povos de Brasil e China remontam ao
período em que o Brasil era colônia de Portugal, servindo os portos brasi-
leiros como escala no trajeto Lisboa-Macau. Os reflexos desse contato
podem ser encontrados na botânica, na arquitetura, nos costumes e na
culinária. Pelas caravelas portuguesas se fazia o intercâmbio entre o Orien-
te e o Ocidente, tornando as relações entre os povos anteriores à relação
entre os Estados (Paulino e Pires, 2011).
O sociólogo brasileiro Gilberto Freyre foi um observador arguto dessa

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relação antropológica. Ele destaca as influências orientais na formação
da cultura brasileira, chamando atenção para as coincidências entre os
pagodes budistas chineses e os casarões coloniais nos engenhos de açú-
car, ou tal como ressalta, «o Oriente chegou a dar considerável substân-
cia […] à cultura que aqui se formou e à paisagem que aqui se compôs».
(Freyre, 2003, p. 24). Durante o período em que a corte portuguesa se
instalou no Brasil, entre 1808 e 1821, D. João VI trouxe famílias de chi-
neses com o intuito de iniciar a produção de chá no Brasil, empresa esta
malograda.
Esta presença é reafirmada pelo interesse do público por produtos chi-
neses. Ao analisar os anúncios publicitários nos jornais do Rio de Janeiro,
na primeira metade do século XIX, Freyre chamou atenção ao fascínio
exercido pelas chinoises entre os consumidores brasileiros. Na Gazeta do
Rio de Janeiro, de 13 de abril de 1817, destacava o aviso:

«Na Rua da Alfândega n.º 5 se acham à venda por atacado e miúdo todos os
gêneros e fazendas da China, como sejam canela e chás Alfojar, Pérola, His-
son, Uxim, Congo, Sequim, Tonkay e Suchon, toda a qualidade de gangas,
charões, sedas e tonquins, tanto em peças como em chalés, mantas, etc. No
armazém da mesma casa se vendem varejados todos os chás novos do navio
Maria I, pelos preços atuais e louça ordinária e em porcelana, para mesa e chá
também do mesmo navio» (Freyre, 2003, p. 57).

É interessante destacar que as derrotas sofridas pela China nas Guerras


do Ópio contribuíram decisivamente para a diminuição do prestígio chi-
nês em todo o mundo, refletindo-se o fato também no Brasil. Houve uma
quebra na busca por artigos chineses frente ao aumento da oferta indus-
trial inglesa. Isso despertou entre a elite da época um sentimento inédito
de racismo contra os orientais, em geral, e pelos chineses, em particular.
No momento em que se estimulava a imigração europeia, na segunda me-
tade do século XIX, leis impediam a vinda de famílias chinesas. Enquanto
se formavam colônias de chineses nos Estados Unidos ou no Peru, por
exemplo, o governo brasileiro bloqueava o acesso de asiáticos e africanos
ao país. Somente com as restrições à emigração europeia, no começo do
século XX, é que a elite local buscou mão-de-obra asiática, no caso os ja-
poneses que para cá vieram a partir de 1908.
Os movimentos migratórios na segunda metade do século XX e começo
do século XXI estão associados a dois fatores muito importantes: a instabi-
lidade política e a rede comercial associada ao aumento da inserção da
China no processo de globalização. O primeiro deles, ocorrido nas déca-
das de 1950 e 1960, se relaciona à instabilidade política e social decorren-
te dos eventos políticos e sociais que sacudiram a China entre 1911 e
1949, levando à criação de um fluxo migratório associado à busca um
melhor ambiente para se viver e progredir. Nessa leva, merece destaque a

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vinda de famílias que partiram de Taiwan após a implantação do governo
do Partido Comunista na China continental. De acordo com Daniel Véras
(2009, p. 187):

«A partir de 1949 a China foi governada por uma nova proposta social, a da
República Socialista. Foi também um grande marco para a retomada da emi-
gração, dessa vez com um perfil diferenciado. Logo na Revolução famílias re-
mediadas fugiram para Taiwan e outras localidades para salvar seu patrimônio
e escapar da perseguição política. Por isso que é a partir desta data que se ouve
falar mais de empresários chineses se estabelecendo em outros lugares –no
caso do Brasil, as famílias Sieh, Wey, Phi e outras. Como informa o entrevista-
do Padre Pedro Jim Ming Siao (Padre Pedro), pelo país ter entrado num isola-
mento, a emigração na China Continental ficou bastante reduzida. Como ele
colocou, no caso do Brasil, nas décadas de 1950, 60 e 70 viu– se uma maior
vinda de formosinos, dado que Taiwan era bem mais aberta, por isso um ponto
de saída. Apesar disso, ali era constante a ameaça de guerra e invasão por parte
de Beijing. Esse foi um forte fator de emigração para taiwaneses».

Esta primeira leva migratória se concentrou na cidade mais cosmopo-


lita do Brasil, São Paulo. Representou a base sobre a qual o segundo fluxo
se estruturou, já que muitas dessas famílias se transformaram em empre-
sários. Atualmente, a capital do Estado de São Paulo abriga mais da me-
tade da população de origem chinesa radicada no país, que é estimada em
200.000 pessoas. Dados oficiais dão conta que apenas 35.953 chineses
estão regularizados com visto permanente.

Tabela 10.3. Número total de imigrantes permanentes no Brasil em 2012

Portugal 277.727
Japão 91.042
Itália 73.126
Espanha 59.985
Bolívia 50.240
Argentina 42.202
China 35.953
Alemanha 29.224
Estados Unidos 27.953

Fonte: Elaboração própria a partir de oestrangeiro.org com dados da Polícia Federal

A migração de segundo tipo, aquela associada a uma maior presença


da República Popular da China na economia mundial, é a que explica
hoje a grande visibilidade da migração chinesa em todo pais, particular-
mente os indivíduos relacionados à venda de artigos baratos de origem

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chinesa, cujas «feiras chinesas» ou «feiras do Paraguai» se espalham nas
principais cidades do país.
Esta temática tem sido trabalhada pela socióloga Rosana Pinheiro-Ma-
chado (2008). Sua tese de doutorado traça uma relação entre as correntes
migratórias da China, principalmente da província de Guangdong, pas-
sando pelo Paraguai e chegando aos grandes centros urbanos brasileiros.
Trata-se do conceito de «globalização popular não hegemônica» que ela
utiliza para definir as redes informais de comércio e migração que se es-
tabelecem na rota das «bugigangas» chinesas, quais sejam, brinquedos,
calçados, equipamentos eletrônicos e utensílios domésticos cujas princi-
pais características são a baixa qualidade e o baixo preço.
É importante relativizar esta questão não é um fenômeno exclusivo da
migração chinesa no Brasil na medida em que outros fluxos migratórios
também obedecem à lógica econômica por detrás da globalização. De
acordo com a pesquisadora do Núcleo de Estudos de População (Nepo)
da Unicamp, Rosana Baeninger:

«“O imigrante estrangeiro que vem ao Brasil não está necessariamente fu-
gindo de uma crise econômica. Isso muda muito depois dos anos 2000, parti-
cularmente, porque o Brasil vai entrar na rota do capital internacional. E as
indústrias têm um forte componente nessa mobilidade internacional, os gran-
des centros financeiros, também”, disse Rosana. “Os bolivianos, por exemplo,
começam a entrar no Brasil da década perdida, quando nós aqui estávamos em
crise. As explicações para as migrações não estão nos destinos migratórios, ou
na origem. Estão muito vinculadas à dinâmica da circulação do capital, à ne-
cessidade de mão de obra para essa circulação de capital”» (Rosana Baeninger,
apud: Orsi, 2013).

Isto se reflete no maior polo de comércio popular do Brasil, a zona da


Rua 25 de Março, em São Paulo, onde os comerciantes de origem chinesa
suplantaram portugueses, judeus e árabes como o maior grupo de empre-
sários da região. Este tema foi objeto de pesquisa de Douglas Toledo Piza
(2012) que, da mesma forma de Pinheiro-Machado, se debruçou sobre os
fluxos populacionais relacionados aos fluxos de mercadorias oriundas da
China. É justamente nessa região, a da Rua 25 de Março, que pode se
observar a concentração de migrantes chineses que estão ligados a rede
formais, informais e mesmo clandestinas de mercadorias.
A ausência de fontes confiáveis sobre este último aspecto, as redes
clandestinas de mercadorias e pessoas, impede fazer considerações mais
robustas, já que as fontes disponíveis são aquelas publicadas com exa-
gerado destaque pelos meios de comunicação (Correio Brasiliense,
2010). Vale frisar que este perfil de informalidade de parte da migração
chinesa não é fenômeno brasileiro. James Kinge (2007) já mencionava
redes informais de chineses sem documentos associados à produção de
produtos de seda em Prato, na Itália, ou ainda reportagem de El País

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(2013) que trata do desmantelamento de uma rede ilegal de imigração
chinesa.
Apesar deste aspecto, há também uma um fluxo de migrantes chineses
relacionados à globalização formal, formado por pessoal de alta qualifica-
ção que acompanha o grande fluxo de investimentos diretos chineses no
Brasil, como aqueles anteriormente citados, nos setores de petróleo e mi-
neração, automotivo, bens de capital e eletroeletrônicos. De forma simi-
lar, nota-se a presença de um expressivo contingente de brasileiros na
China por conta de investimentos brasileiros naquele país, concentrando-se
na província de Guangdong (Kuhn Júnior, 2012).
Este não é o único tipo de inserção dos migrantes chineses. Em nossa
pesquisa nos deparamos com um trabalho acadêmico bem interessante,
escrito por uma professora taiwanesa que vive no pequeno município de
Cascavel, estado do Paraná, próximo da região das «Três Fronteiras», no
entorno das Cataratas de Foz do Iguaçu, nas fronteiras de Brasil, Argenti-
na e Paraguai. Sua pesquisa busca tratar a imigração chinesa na perspec-
tiva da imigrante, que se mostra muito bem integrada na sociedade local.
Ela tenta compreender como as comunidades se adaptaram e, principal-
mente, como os estudantes de origem chinesa foram inseridos no contex-
to educacional local. Chama atenção que as famílias que se deslocaram
para a cidade em muitos aspectos repetiram a experiência de outras levas
de migrantes, buscando a inserção por meio de restaurantes, mercearias e,
mais recentemente, com a revenda de equipamentos e acessórios de infor-
mática. Descreve também a dificuldade inicial enfrentada por migrantes
com nível superior em se adaptar ao novo país, notadamente aqueles for-
mados em medicina chinesa, que aos poucos conseguem difundir seus
conhecimentos e técnicas junto à comunidade. Apesar dessa dificuldade
inicial, a autora sintetiza a experiência de muitos de seus patrícios no
Brasil:

«O sucesso de um grande número de imigrantes chineses no Brasil compro-


va o espírito de aventura e a capacidade de sobrevivência dos chineses. E para
os chineses, não importa em qual cidade chegaram ou áreas remotas, depois de
um longo período de luta e empenho, eles procuram se sobressair em algum
ramo, buscando se tornar respeitáveis. Pela influência do Confucionismo e a
cultura chinesa, acredito que os novos imigrantes chineses e os descendentes
vão continuar com a missão de elevar a si mesmos e também contribuirão com
a força e intelectualidade para o desenvolvimento do Brasil, sem esquecer-se
de sua terra natal, uma vez que também são partes de sua família» (Chen,
2010, p. 142).

Para além da presença física dos chineses no Brasil, devemos destacar


o aumento do interesse pela cultura chinesa. Antes de tudo, vale afirmar
que o prestígio econômico é sempre acompanhado pelo prestígio cultural.
Conforme ressaltamos, quando o Império do Meio era a principal econo-

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mia mundial, a Europa via a China com admiração. Voltaire elogiava a
estrutura administrativa da China como um exemplo para o mundo civili-
zado. No entanto, a decadência decorrente das guerras imperialistas no
século XIX jogou por terra o prestígio da China.
Atualmente, quando o país se consolida como uma potência econômi-
ca reemergente, o interesse do mundo pelos variados aspectos da cultura
chinesa tem se ampliado. Isto não é diferente no caso brasileiro. Há cen-
tenas de escolas que oferecem curso de mandarim. Este idioma é o tercei-
ro mais procurado, atrás do inglês e do castelhano. A isso se soma a cria-
ção de Institutos Confúcio no Brasil, cujo primeiro surgiu da parceria
entre a Universidade Estadual Paulista-UNESP com a Universidade de
Hubei. A este se somaram os Institutos UNB, em Brasília, na UFMG, em
Minas Gerais, na URGS, no Rio Grande do Sul, na UPE, em Pernambuco,
na PUC do Rio de Janeiro e na FAAP, também em São Paulo. É digno de
nota a parceria entre o Instituto Confúcio na Unesp e a Secretaria Esta-
dual de Educação de São Paulo, que vem oferecendo o ensino de manda-
rim para alunos do nível secundário público em diversas cidades do Esta-
do mais populoso do país.
Este interesse pela cultura chinesa também se reflete no cotidiano de
grandes centros urbanos, como a difusão de restaurantes de comida chine-
sa, a grande oferta de cursos sobre Feng Shui, Tai Chi Shuan e Kung Fu.
Soma-se a isso a profusão de consultórios de acupuntura e de outras téc-
nicas da medicina tradicional chinesa no país, que de tão populares aca-
baram sendo incorporadas como «política pública» pelo Ministério da
Saúde, por meio da «Política Nacional de Práticas Integrativas e Comple-
mentares em Saúde» (Ministério da Saúde, 2014). Adicionalmente, desta-
ca-se que as festividades do Ano Novo Lunar, que até há pouco tempo
atraiam apenas a comunidade chinesa, hoje fazem parte do calendário
oficial de eventos da cidade de São Paulo (Portal Brasil, 2014).
Isto também se repete no intercâmbio acadêmico. As pesquisas sobre
China eram raras no começo da década de 2000. Atualmente, há grupos
de pesquisa sobre a China (e os BRICS) em diversas instituições brasilei-
ras, como a Unesp, a Universidade de São Paulo (USP), a Universidade
Estadual de Campinas-SP (Unicamp), a Pontifícia Universidade Católica
do Rio de Janeiro, as Universidades Federais do Rio Grande do Sul, do
Rio de Janeiro, de Minas Gerais e de Brasília (UnB).
Ademais, por conta dos projetos de cooperação estabelecidos no âmbi-
to da COSBAN, se ampliam pesquisas conjuntas, não apenas o menciona-
do desenvolvimento de satélites, mas também em áreas de grande poten-
cial econômico como o de biocombustíveis (UBRABIO, 2014), por meio
da parceria entre a Universidade Federal do Rio de Janeiro e a Universi-
dade de Tsinghua, em Beijing, que abriga o Centro China-Brasil para Mu-
danças Climáticas e Inovação em Tecnologias para Energia.

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Considerações Finais

Do que se expôs ao longo deste artigo podem ser tirar duas conclusões
importantes: a primeira é que as relações entre Brasil e a China têm raízes
históricas mais profundas do que geralmente supõem as análises da atual
conjuntura econômica e política chinesa, brasileira e global; a segunda, é
que, exatamente em decorrência dessa conjuntura, essas relações adquiri-
ram um notável impulso nos últimos 10 anos de governo dos presidentes
Lula da Silva e Dilma Rousseff.
As evidências apresentadas para a primeira conclusão têm como pano
de fundo o papel desempenhado pelo Brasil e pela China na evolução do
capitalismo mercantil na Europa a partir do século XVI e principalmente o
fato de o Brasil ter se constituído em elo importante na cadeia que ligou a
China ao Ocidente no período das Grandes Navegações, por ter sido, por
séculos, parada quase obrigatória dos navios que faziam o comércio entre
a China e a Europa. Nunca é demais lembrar que a primeira língua estran-
geira com o que a China teve contato regular foi a língua portuguesa, em
decorrência da presença portuguesa em Macau, e que nesse elo China-
-Macau-Brasil-Portugal podemos encontrar, digamos, o precursor ances-
tral da onipresença comercial chinesa no mundo de hoje, pois já desde
aquela época, a China era a origem de bens manufaturados cobiçados
pelo mundo –a seda, a porcelana, o chá– e destino último do ouro e da
prata que o explorador europeu arrancava da América Latina. Da mesma
forma como, hoje, as grandes potências do Ocidente, particularmente os
Estados Unidos, veem com desconforto a crescente dependência financei-
ra em relação à China devido às suas enormes reservas cambiais acumu-
ladas por meio do comércio. As Guerras do Ópio também foram travadas
por motivos análogos: impedir que a China se transformasse no destino
final do ouro e da prata em circulação no mundo. O Brasil se encontrou,
enquanto civilização tropical e em seu processo de formação econômica,
social e cultural, a meio caminho entre o Ocidente e o Oriente. Atualmen-
te, a reconstrução de laços culturais por meio da imigração e da difusão
da cultura chinesa, além do fortalecimento dos laços econômicos e políti-
cos, tende a recolocar o Brasil nesse eixo.
Com relação à segunda conclusão: o rápido avanço das relações bilate-
rais entre Brasil e China nos governos dos Presidentes Lula da Silva e
Dilma Rousseff, podemos atribuir em parte às contingências da globaliza-
ção e aos papeis nela desempenhado por Brasil e China na atual divisão
internacional do trabalho, um como fábrica e outro como celeiro do mun-
do, e em parte a decisões conscientes de governos ideologicamente ali-
nhados num esforço comum de realizar transformações sociais e econô-
micas, visando erradicar a pobreza extrema e transformar-se de economias
de baixa renda em economias de média. A isso junta questões geopolíti-
cas, visando adequar a superestrutura da ordem econômica mundial, que

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sustentou a hegemonia do Ocidente no pós-Guerra e durante e pós-Guerra
Fria, representada pelo o tripé FMI, Banco Mundial, GATT (OMC), às
transformações ocorridas no mundo, principalmente após a crise de 2008,
e que colocaram os grandes países em desenvolvimento, como Brasil e
China, na condição de atores relevantes para a sustentação do crescimen-
to da economia mundial.
Para o bem e para o mal, Brasil e China encontram-se na mesma trin-
cheira, o que não quer dizer, evidentemente, que concordem em tudo, que
tenham as mesmas prioridades, que tudo que é bom para um seja necessa-
riamente bom para o outro, nem que não possa haver conflitos reais ou
latentes entre os dois países, mas que fazem parte de um mesmo campo,
que desde a Conferência de Bandung, em 1955, passando agora pelos
BRICS, procura encontrar um caminho para o desenvolvimento que não
seja na condição de países subservientes aos interesses das grandes po-
tenciais.

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Notas

1. Para conhecer o perfil dos investimentos diretos de empresas brasileiras na China,


ver: Frischtak, Soares (2012) «Brazilian Companies in China: Presence and Experience.
Conselho Empresarial Brasil China». URL: <http://www.cebc.org.br/sites/default/files/pre-
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11
Las percepciones de Chile hacia China:
de amigos a socios estratégicos
Isabel Rodríguez Aranda

El siguiente capítulo se enmarca en el ascenso de China como potencia


global en la configuración de un nuevo orden internacional, en el cual
busca y se esfuerza por ejercer un liderazgo importante. El objetivo es
analizar la relación bilateral de Chile y China a través de la política exte-
rior chilena hacia el gigante asiático en el marco de los últimos tres go-
biernos hasta el 2014, para obtener conclusiones sobre los aspectos claves
de la relación de cooperación a nivel de decisiones en política y de per-
cepciones de la sociedad.
Sostenemos que la relación de Chile y China tiene particularidades en
el contexto latinoamericano, en cuanto Chile es uno de los países que más
y mejor relaciones de cooperación ha construido desde que China se orga-
niza políticamente como República Popular. Lo anterior, impulsado desde
los intereses y objetivos de política exterior de ambos actores que institu-
cionalizan una cooperación de alto nivel que, desde el año 2012, se ha
formalizado en la categoría de «socios estratégicos», estatus que China
solo ha dado a algunos países en América Latina y que su otorgamiento
refleja confianza y cooperación en todos los aspectos de las relaciones
exteriores bilaterales.
Desde esa perspectiva, hay entre Chile y China una cooperación inin-
terrumpida desde 1971 que además ha significado una intensificación de
la misma en el ámbito económico, político y cultural desde los años no-
venta del siglo pasado en adelante. Lo relevante de ello en relación a la
particularidad de Chile en el contexto latinoamericano, es que dicha coo-
peración a nivel de gobiernos se ha extendido ampliamente y homogénea-
mente en la sociedad chilena, esto es, a los distintos actores políticos,
económicos, culturales y académicos, construyendo una imagen y narra-
tiva de amigos confiables que desde el 2012 se corona con la idea de
«socios estratégicos».
Robert Jervis (1940) en su obra Percepcion and Mispercepcion in In-

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ternational Politics, realizó una importante contribución a la teoría de las
Relaciones Internacionales, al incluir los aspectos psicológicos y cogniti-
vos de los actores a las decisiones en política internacional. Sin duda, la
percepción es un proceso de construcción permanente en el que intervie-
nen distintos factores, por ejemplo, conocimiento, historia, ideas, imáge-
nes, instituciones e información entre otras.
Como explica Herrero (2012, p. 195), el significado de la realidad in-
ternacional depende en buena medida de los aspectos políticos y psicoló-
gicos, que en conceptos analíticos corresponden a las decisiones y las
percepciones. Lo interesante de ambos conceptos es que al interactuar
con la realidad son altamente interdependientes y están constantemente
reforzándose mutuamente ya sea en sentido positivo o negativo. En otras
palabras, las decisiones dan el entorno operativo y las percepciones se
nutren de este dando contenido al mismo. Un círculo virtuoso de cons-
trucción institucional y psicológica que se potencia.
Siguiendo a Herrero, los actores actúan dentro de márgenes operativos
perceptivos aceptables, esto es que «la mayor parte de las percepciones
fluctúan dentro de un perímetro aceptable y operativo para la mayoría de
los actores» (2012, p. 201). Es decir, en dicho perímetro hay una conver-
gencia de sentido y narrativa que hace posible una comprensión homogé-
nea sobre el otro. En nuestro análisis, dicho perímetro está delimitado por
las decisiones de la política exterior de Chile y a su vez está dado por los
intereses y objetivos en este ámbito, lo que proporciona a la sociedad
chilena ciertos insumos con convergencia de sentido y narrativa que ge-
nera percepciones favorables hacia la relación bilateral estrecha e intensa
con China en lo económico, político y cultural. Entendiendo la bidirec-
cionalidad de la relación entre decisiones y percepciones, en cuanto se
refuerzan mutuamente, de forma positiva.
Por consiguiente, para el siguiente análisis consideramos la interacción
entre las decisiones de la política exterior de Chile en los asuntos relati-
vos a China, para explorar algunas ideas con respecto a las percepciones
que sustentan están relaciones bilaterales, interpretando que para este
caso de análisis, decisiones y percepciones se refuerzan positivamente
permeándose a distintos actores de la sociedad. Lo anterior desde la pre-
misa que la percepción es positiva y altamente homogénea en la sociedad
chilena sobre China como socio estratégico en lo bilateral y como poten-
cia económica en lo global.
Para explicar lo anterior, este capítulo se estructura en tres partes. La
primera, analiza el contexto operativo perceptivo en América Latina so-
bre el ascenso y mayor influencia de China en la región, para comprender
las particularidades del caso chileno planteadas. La segunda, explica
cómo Chile ha construido este margen operativo favorable a nivel de de-
cisiones en política exterior en la relación con China afectando las per-
cepciones de la sociedad chilena en su conjunto, el cual tiene su máxima

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expresión en el estatus de «socio estratégico» alcanzado por Chile en
2012. Y la tercera, de forma exploratoria plantea algunos aspectos que
trascienden lo económico y explican la cooperación en el ámbito cultural
involucrando a distintos actores de la sociedad civil.

El análisis de las relaciones sino-latinoamericanas: entre el


optimismo y la decepción

Desde inicios del siglo XXI hasta la actualidad estamos en presencia de


un proceso de intensificación de los vínculos sino-latinoamericanos a
todo nivel –político, económico, cultural, estratégico/militar, etc.–, fenó-
meno que se ha desarrollado de forma heterogénea en la práctica, es decir,
con un mayor acercamiento de China hacia países como Chile, Perú, Bra-
sil, Venezuela, México, Argentina, Colombia entre otros –y recientemente
Costa Rica–, y uno menor con países como Bolivia, Ecuador, Nicaragua,
Panamá y Paraguay entre otros. Esta situación ha generado un discurso
académico de iguales características, es decir, no homogéneo y lleno de
matices respecto de las oportunidades, desafíos e incluso amenazas que el
vínculo con Beijing podría generar en los años venideros (Rodríguez,
2012). En este apartado se propone dar cuenta de buena parte de estas
discusiones académicas a nivel de América Latina sobre China.
A pesar de la longevidad en términos políticos de las relaciones sino-
latinoamericanas –desde inicios de los años setenta para gran parte de la
región–, lo más destacado en la literatura de las Relaciones Internacionales
respecto de este vínculo ha sido el ámbito económico, y específicamente el
significativo incremento en el balance comercial entre el gigante asiático y
América Latina y el Caribe a partir del año 2000 en adelante. Al respecto,
el debate tiende a concentrarse en dos orientaciones generales (Phillips,
2011): una que destaca de forma positiva los avances y beneficios alcanza-
dos por este fortalecimiento en las relaciones de la región con Beijing, que
podría vincularse con enfoques de tipo más liberales o de la interdepen-
dencia desde la teoría de las Relaciones Internacionales; y otra desde una
perspectiva más realista, que ve en la primera una exageración de los bene-
ficios a corto plazo, y hace un llamado a la mesura en los análisis colocan-
do en la agenda los problemas y desconfianzas que emergen. Incluso para
algunos autores estarían configurando una «neodependencia» con esta
nueva potencia (Galparín, Girado y Rodríguez Diez, 2006; Nacht, 2013).
En términos más generales, vemos que esta última postura es la que
tiende a desarrollarse en mayor medida, sobre todo a partir de títulos de
carácter binario como «Shared Gains, Asymmetric Hopes» (Domínguez,
2006), «Nuevas oportunidades y desafíos» (Lorieto, 2007), «Una relación
positiva con varias interrogantes» (Yopo, 2011), «Relaciones de coopera-
ción y competencia» (Rho, 2011), e incluso otros más creativos y/o «ex-

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tremos» como «La Chine: Angeo u Démon pour L’Amerique Latine?
(China: Ángel o demonio para América Latina?)» (Blázquez y Santiso,
2005), dando cuenta de la idea antes expuesta de la heterogeneidad exis-
tente en la literatura, como correlato de la heterogeneidad misma de las
relaciones entre Beijing y la región.
Esta polarización de enfoques y de análisis refleja entonces la realidad
heterogénea de la relación de América Latina con China y de China con
América Latina. Sin embargo, se ha experimentado también en los últi-
mos años una tendencia al aumento de publicaciones que incluyen a di-
versos autores latinoamericanos, europeos, chinos y estadounidenses,
para dar cuenta de la multidimensionalidad del vínculo sino-latinoameri-
cano (Jenkins y Dussel, 2009; Roett y Paz, 2008; Santiso, 2007), y de la
multiplicidad de enfoques con los que se puede abordar, siendo de los
más interesantes China Engages Latin America: Tracing the Trajectory
de los editores Hearn y León-Manríquez (2011), al incluir temas que van
desde lo económico a lo político y estratégico, al igual que el libro Latin
America Facing China: South-South Relations beyond the Washington
Consensus, editado por Fernández Jilberto y Hogenboom (2010). Estos
estudios específicos sobre los principales países de América Latina y su
relación con Beijing, también analizan como un factor relevante el esta-
blecimiento de «asociaciones estratégicas» con parte importante de estos
últimos, siendo uno de los más completos trabajos al respecto el elabora-
do por Oviedo (2006), quien define y analiza el significado de esta nueva
forma de vínculo.
Lo anterior explica en buena parte el por qué ciertos países tienden a
analizar la relación de forma positiva como consecuencia de los benefi-
cios mutuos percibidos sobre todo a partir de inicios del siglo XXI, al con-
tar con una relación de carácter complementaria con China, en cuanto no
compiten en exportaciones ni mercados. Es el caso de Chile, primer país
de América del Sur en reconocer a la República Popular China en 1970,
primero en firmar un tratado de libre comercio (TLC) en 2005, y socio
estratégico de China desde el año 2012, entre muchos otros hechos que
dan cuenta de un vínculo estrecho entre ambos países (Artaza, 2011; Lee
y Wu, 2011; MINREL, 2012). Otro caso de estas características es Perú,
segundo país latinoamericano en firmar un TLC con China (2009), y so-
cio estratégico desde el año 2008 (Fairlie, 2010; González, 2009; Lím-
berg, 2009). En Centroamérica destaca Costa Rica que también cuenta
con un TLC con el gigante asiático firmado en 2010 (Burgués, 2009; Mi-
nisterio de Comercio Exterior de Costa Rica, 2010; Revista Conexión,
2012; Ruiz, 2009; Urcuyo, 2009).
Asimismo, cabe mencionar que China también ha desarrollado análisis
propio respecto de su vínculo con América Latina, tanto en documentos
oficiales como el Libro Blanco de 2008, Documento sobre la Política Ex-
terior de China hacia América Latina y el Caribe, como desde el mundo

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académico, siendo uno de los autores más destacados en esta línea Jiang
Shixue (2001; 2006; 2011), quien ha tendido a destacar los aspectos posi-
tivos del nuevo vínculo sino-latinoamericano, aportando a su vez a la ne-
cesidad de «explicar» al mundo la Política Exterior de China, como en su
trabajo «Ten Key Questions» (2011) en el que responde a preguntas como
¿Por qué América Latina es importante para China?, las áreas de poco
entendimiento mutuo, el «factor EE.UU.» en la relación sino-latinoameri-
cana, entre otras.
De igual forma, se han publicado documentos oficiales desde la acade-
mia que dan cuenta de una perspectiva más general, como la del Libro
Blanco de 2008, el cual es el primer documento en la política exterior de
China dedicado en exclusiva a detallar sus objetivos en la relación con
América Latina, y donde se proyecta una relación omnidireccional y mul-
tidimesional entre ambos. También está uno de los más relevantes docu-
mentos de China como es el Libro Amarillo Informe Anual sobre América
Latina y el Caribe (2012-2013), publicado por el Instituto de América
Latina de la Academia China de Ciencias Sociales (CASS), en el cual se
destaca la promoción de la cooperación integral –considerando a todos
los países de la región, y sus diferencias– como objetivo fundamental del
futuro de las relaciones sino-latinoamericanas.
En general, se constata que los análisis de autores de China tienden a
ser optimistas respecto del presente y futuro de la relación, existiendo sin
embargo algunas visiones críticas desde el propio mundo académico chi-
no, alertando por la necesidad de superar ciertos desafíos para profundi-
zar aún más el vínculo con la región, como la falta de entendimiento mu-
tuo debido a indefiniciones y poca claridad en algunos casos de la
diplomacia pública china (Jia, 2013), la falta de «expertos en China/Amé-
rica Latina», conocimiento y estudio entre Beijing y América Latina
(Yang, 2013), y el hecho de que es necesario desarrollar el potencial del
vínculo sino-latinoamericano con los 33 países de la región y no solo con
los más cercanos (Yuan, 2013).

El análisis de las relaciones sino-chilenas: decisiones y percepciones


en política exterior

La política exterior de los Estados se puede entender como un conjunto


de interacciones organizadas de acuerdo a los objetivos e intereses de un
determinado país en el contexto internacional. En consecuencia, las ca-
racterísticas de ese contexto son fundamentales para comprender el com-
portamiento exterior de un Estado. Sin embargo, es necesario entender
que en esas interacciones también participan directa o indirectamente tan-
to las élites gobernantes como la sociedad en su conjunto, y que ambas a
través de mecanismos y organizaciones en distintos ámbitos construyen

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percepciones (Tomassini, 1991). Así, estas decisiones que analizamos
como la política exterior de un Estado se nutren de percepciones, y a su
vez construyen percepciones en lo que ya explicábamos como márgenes
operativos perceptivos.
Al respecto, este apartado busca explicar cómo la política exterior de
Chile construye el marco operativo decisional en su relación con China
influenciado principalmente por factores de contexto y de intereses par-
ticulares como país, que le permiten una convergencia con China y la
construcción de percepciones mutuas favorable. Para ello analizamos el
factor político en la decisión de institucionalizar la relación bilateral, pri-
mero, como TLC, y segundo, como «asociación estratégica». En este sen-
tido, entendemos el factor político como expresión de intereses por una
parte, y de formalización de acuerdos por otra. En el primero, analizamos
la convergencia de intereses en un contexto de globalización económica,
y en el segundo, los acuerdos formales bilaterales mencionados.

Convergencias de intereses en la inserción económica global

China se ha convertido en el primer socioeconómico de Chile desde el


2008. La consolidación de la globalización, la similitud entre los modelos
económicos y su participación en organismos multilaterales desde la dé-
cada de 1990, han hecho de Chile y China grandes aliados. El éxito de las
relaciones no ha sido fruto del azar, sino de un largo proceso de acerca-
miento entre las dos naciones. Es más, cuando China comienza su des-
pliegue y profundización de relaciones en América Latina desde inicio de
la década de 2000, es posible afirmar que Chile, a diferencia de sus veci-
nos, ya llevaba cerca de medio siglo de vínculos con el país asiático.
China y Chile comienzan sus relaciones diplomáticas en diciembre de
1970, convirtiendo a Chile en el primer país de América del Sur y el se-
gundo en América Latina, junto a Cuba, en reconocer la legitimidad del
Gobierno de China. Hecho que no deja de ser menor teniendo en conside-
ración que Naciones Unidas no incorporaría a China comunista hasta
1971 y Estados Unidos recién formalizaría relaciones diplomáticos con el
país asiático en 1979. Sin embargo, antes de eso las relaciones entre Chi-
na y Chile se remontan a la década de 1950 con algunos acercamientos
comerciales y culturales, las cuales se oficializarían en 1970 entre la Re-
pública Popular China y el gobierno de la Unidad Popular. El posterior
golpe de Estado y la instauración de una Junta militar, con claras diferen-
cias ideológicas con el gobierno de China, no supusieron un quiebre de
vínculos entre las dos naciones. Es más, luego de un breve período de en-
friamiento a inicios del gobierno militar chileno, las relaciones diplomá-
ticas se afianzarían aún más, sentando las bases para lo que sería el despe-
gue de las relaciones económicas entre China y Chile.

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A partir de 1990, en el marco del retorno a la democracia en Chile y la
continuidad del modelo económico basado en la apertura unilateral y bi-
lateral, las relaciones sino-chilenas se caracterizarán por un cambio en
intensidad y calidad, en cuanto será el período de mayor coincidencia y
complementariedad entre ambas economías, fundando sólidas bases para
la profundización de relaciones en la década siguiente. En efecto, tanto
Chile como China en la década de 1990 verán los frutos de sus respecti-
vos procesos de apertura económica iniciados en la década de de 1970
demandando mercado para sus exportaciones. A la vez, ambos países par-
ticiparán en el Foro de Cooperación de Asia Pacífico, compartiendo las
premisas liberales de la economía.
En lo particular, Chile que había iniciado la apertura unilateral de su
economía durante la década de 1990, asume con especial fuerza y deci-
sión la profundización de su inserción activa en la economía globalizada,
planteándose sus nuevos objetivos en política exterior a fin de reinsertarse
en los mercados internacionales y consolidar la estabilidad política y eco-
nómica luego de finalizar a el gobierno militar (Quezada, 2010). De esta
forma, el retorno a la democracia conllevó a dar continuidad a la política
económica chilena que ya se venía situando hacia los mercados globales
desde el gobierno militar, pero ahora se intentaba legitimar bajo el alero
de los Gobiernos democráticos concertacionistas por medio del «regiona-
lismo abierto» y el multilateralismo que implicaba la participación en los
procesos de integración regional a nivel latinoamericano como también
con el resto del mundo (Artaza y Ross, 2012).
Por lo tanto, el país comenzó una ofensiva exportadora, consistente en
aumentar el volumen de exportaciones y diversificación de productos, así
como la búsqueda de condiciones para atraer y mantener la inversión ex-
tranjera en el país, situación que se va a concretar con la firma de acuer-
dos de libre comercio con países de América como México, Colombia,
Venezuela, Ecuador, Costa Rica, Canadá, Centroamérica, Bolivia, y en la
década del 2000, con Corea del Sur, la Unión Europea, la Asociación
Europea de Libre Comercio y Estados Unidos entre otros. Así también, el
país se hará miembro de acuerdos regionales como la ALADI, de Merco-
sur como miembro asociado, del Foro de Cooperación de Asia Pacífico
(APEC), de la OMC como miembro fundador. Convergen entonces tres
estrategias en el proceso de inserción internacional de Chile: una unilate-
ral desde el gobierno militar, otra bilateral con acuerdos bilaterales y una
tercera multilateral con la membresía a instituciones económicas regiona-
les y globales. Lo anterior, con el objetivo de reducir su vulnerabilidad
externa así como potenciar la consolidación del acceso de sus productos a
las principales economías internacionales (Rodríguez, 2011).
Por su parte China, después de tres décadas con un sistema económico
socialista de economía planificada, decide iniciar un proceso de apertura
circunscrita a ciertas áreas costeras del país, proceso controlado por el

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Gobierno y que posteriormente, dado sus buenos resultados, decide ex-
tenderlo paulatinamente a través de la creación de las llamadas Zonas
Económicas Especiales (Rodríguez, 2011). Al respecto, este proceso de
apertura y desregulación interna se complementará con una apertura ex-
terna, al concentrarse el flujo de la economía china principalmente hacia
las exportaciones. El modelo chino de inserción a nivel global se basará
en producir manufacturas y exportar, para lo cual generar nuevos merca-
dos será una prioridad en sus relaciones internacionales. Asimismo, el
modelo requiere abastecimiento energético y de alimentos para seguir im-
pulsando el crecimiento y la expansión de su industria nacional, y porque
su numerosa población de unos 1.400 millones de habitantes requiere la
importación de alimentos en un contexto interno de escasa proporción del
territorio nacional utilizable como tierra cultivable.
Estos dos aspectos, necesidad de recursos energéticos y alimentarios
por una parte, y necesidad de mercado para sus exportaciones por otra,
hacen que sea imperativo para China afianzar su cercanía con América
Latina en general y con Chile en particular. Por lo tanto, la década de
1990 representó para China un tiempo de prósperos resultados en su pro-
ceso de apertura económica e inserción en la economía globalizada y la
motivó a ir en búsqueda de nuevos mercados que se convirtieran en los
destinos de sus exportaciones (Rodríguez, 2011).
En consecuencia, la coincidencia de sus planes económicos, la com-
plementariedad de sus economías y la participación de ambos países en
instancias regionales como APEC fueron «factores importantes que im-
pulsaron la profundización de la alianza entre Chile y China, permitiendo
que la distancia geográfica no fuera un impedimento para su cercanía y
complementariedad» (Rodríguez, 2011, p. 186). Sin embargo, a pesar del
mayor intercambio comercial en esta década, hay un punto débil de la
relación, esto es la poca inversión mutua entre ambos países que recién
tendrá una variación positiva en la segunda década del siglo XXI.

Formalización de la convergencia: el TLC China y Chile

Durante el Gobierno de Michelle Bachelet, en el período 2006-2010,


representativo de los partidos de centro izquierda, coalición denominada
Concertación por la Democracia, las relaciones entre Chile y China con-
tinuaron en general un vínculo estable en lo referido a los intercambios
comerciales y en las relaciones diplomáticas. No obstante, podemos
identificar un hito que enmarca este período presidencial y que lo distin-
gue de los anteriores en lo referido a las relaciones sino-chilenas, que fue
durante este mandato en que entró en vigencia el Tratado de Libre Co-
mercio entre Chile y China en 2006. Este hecho marca un precedente en
las relaciones internacionales con China pues Chile es el primer país lati-

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noamericano elegido por China para firmar un TLC, lo que nos permite
observar la posición privilegiada de Chile en el contexto latinoamericano
frente al país asiático que se plasma en aspectos políticos y económicos
favorables.
Los antecedentes que dieron consistencia a un intercambio comercial
fructífero y que fueron dando pie a negociar un tratado comercial, son que
entre 1994 y 2003, el intercambio entre China y Chile aumentó en un 662
por 100, lo cual supera en más de seis veces el incremento de los inter-
cambios globales de Chile en el mismo período que fue de un 94 por 100
(Errázuriz, 2006).
Además, ambas economías que habían tenido un trabajo conjunto en
APEC durante toda la década de 1990, se reconocen como complementa-
rias y aprueban esta idea de avanzar en la liberalización del comercio a
través de la firma de tratados de libre comercio, considerando además que
Chile lleva toda una trayectoria en la firma de estos acuerdos y China
debe estrenarse en dicha práctica. En consecuencia, Chile ve el TLC con
China como parte de su estrategia de inserción internacional, en cuanto es
un logro más en su trayectoria de tratados comerciales firmados, muchos
con países desarrollados y ya varios con países asiáticos –Japón en 2007,
y el P4 en 2006–. Además, se considera un paso en concretar su plan de
ser una plataforma de inversión para América Latina y puente con Asia.
Es la idea de un jugador global que busca la interdependencia con distin-
tos países y regiones con el objetivo de disminuir su condición asimétrica
de exportador de recursos naturales (Rodríguez, 2011).
Por otra parte, para China el TLC con Chile significaba un aprendizaje
sobre este instrumento de libre comercio, con un país como Chile que
llevaba una larga trayectoria de negociaciones en este campo, además de
ser un mercado pequeño que no significaba ningún riesgo para la econo-
mía china. Asimismo, Chile era la puerta de entrada para China en Amé-
rica Latina, además de ser un socio atractivo para la inversión minera en
cuanto posee grandes reservas de cobre y con importante tecnología en su
explotación como es el proceso de biolixibiación.
China representa el 43 por 100 de la demanda mundial de cobre pues
destina altos requerimientos de inversión de este mineral en infraestruc-
tura. Tiene un gran tamaño y acelerado crecimiento lo cual explica que
sea el principal consumidor mundial. Además, su alta demanda es posible
proyectarla en el tiempo en cuanto el gobierno chino proyecta el traslado
de 250 millones de personas en los próximos 12 años desde la zona rural
a la urbana con una alta inversión en infraestructura y construcción (Mi-
nería Chilena, 2014). En consecuencia, estas condiciones del mercado del
cobre han generado una relación de interdependencia comercial con Chi-
le, en cuanto este país es uno de los principales productores de cobre a
nivel mundial y China es el principal comprador. Asimismo, el aumento
de la demanda de alimentos por parte de China ha permitido la explora-

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ción de este mercado en exportaciones de variados productos chilenos
como carnes, salmón y vinos.
Como resultado de la firma del TLC entre Chile y China, tenemos que
las exportaciones chilenas a China crecieron un 41,5 por 100 por año en-
tre el 2000 y el 2008, generando que durante el último trimestre del año
2009, China se posicionara como el primer socio comercial de Chile. Du-
rante el 2012, según cifras de DIRECON, el intercambio comercial entre
Chile y la República Popular China totalizó US$32.651 millones, que re-
presenta alrededor del 21 por 100 del comercio exterior chileno. Esta can-
tidad representa un 4 por 100 más que lo comercializado el año 2011 y
constituye un aumento de un 22 por 100 promedio anual desde 2005, año
anterior a la entrada en vigencia del TLC. Finalmente, Chile ha resultado
favorecido con el intercambio, totalizando en 2012 cerca de US$4.687
millones.
Entre los aspectos menos exitosos de los resultados de la firma del
TLC, tenemos el bajo nivel de inversión y la asimetría en la composi-
ción del comercio entre Chile y China. Al respecto, podemos señalar
que las exportaciones chilenas siguen concentrándose en productos pri-
marios y bienes de bajo valor agregado. Destaca la minería, siendo los
cátodos y secciones de cátodos de cobre refinado y minerales de cobre y
sus concentrados los principales, alcanzando en el año 2008 el 84 por
100 del total de los envíos chilenos a China. Por parte de China, las
exportaciones son en gran medida productos industriales de tecnología
media y alta. Asimismo, la intensificación de la relación comercial no
se condice con una intensificación en la relación en cuanto a inversión
mutua, y hasta ahora el TLC no ha afectado positivamente esta débil
relación.
Entre los años 1974 y 2013, la inversión de China en Chile alcanzó una
cifra global de 116,2 millones de dólares, representando un 0,12 por 100
del total inversión extranjera recibido por este país. Al respecto, «las dife-
rencias culturales, las barreras del idioma, la lejanía geográfica, la no
existencia de vuelos directos, han sido factores destacados para impedir la
llegada de mayores flujos de inversión a Chile» (Martínez, 2009, p. 117).
Destacan siete empresas que han generado alianzas con compañías chile-
nas, de las cuales el caso más conocido es China Minmetals Corporation,
multinacional que bajo el control directo del Gobierno se encarga de ge-
nerar las redes de abastecimiento de los recursos minerales que China
necesita, invirtiendo en extracción y producción de ello.
Sin embargo, la percepción chilena respecto a esta asimetría en la rela-
ción comercial no logra formular una crítica hacia China ni en los medios
de prensa, ni a nivel de empresariado o gobierno. Más bien el discurso se
refuerza en sentido positivo, resaltando que China en la actualidad es el
primer socio comercial de Chile. Por ejemplo, la asimetría en la composi-
ción del comercio se interpreta precisamente como complementariedad

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entre socios estratégicos. En general, la opinión pública chilena resalta
los aspectos positivos de la cooperación y omite posibles críticas, ayudan-
do a esta percepción homogénea favorable a China como socio comple-
mentario, y visualizando estas deficiencias en la relación como desafíos
pendientes que tiene Chile en su relación con China. La explicación po-
dría estar en esta identidad chilena que visualiza en el Pacífico Asiático
un mundo de posibilidades futuras para su comercio.
A esto se suma, en lo que va del año 2014, la prensa chilena constata
un cambio en el devenir del volumen de inversión, con cifras que anun-
cian el cambio en dicha tendencia desde el año 2013. En efecto, en dicho
año se aprobaron 54 solicitudes chinas de inversión, por un monto de
5.113 millones de dólares, tras lo cual, China se convirtió en el segun-
do mayor socio solicitante de inversión. El mayor en tanto, sigue siendo
EE.UU. (Plataforma CBC, 2013).
Hasta ahora, el proyecto más emblemático de inversión conjunta ha
sido la Granja Chileno-China entre una empresa china y la empresa chile-
na FEDEFRUTA, además de la participación de ambos Gobiernos. Esta
constituye una iniciativa que se sustenta en un memorándum de entendi-
miento formado entre los Ministerios de Agricultura de ambos países con
el objetivo de fomentar la cooperación agrícola entre las dos naciones.
Por parte de Chile destaca la participación de ProChile (Oficina de Pro-
moción de las Exportaciones Chilenas perteneciente al Ministerio de Re-
laciones Exteriores) y la Universidad de Chile, ubicada en el distrito de
Xi Jian en el Municipio de Tianjin, desde el año 2001.
En lo que respecta a las inversiones de Chile en el país asiático, tene-
mos que de acuerdo a las cifras aportadas por la Dirección de Relaciones
Económicas de Chile (DIRECON) en 2013, el stock de inversión directa
efectuado por más de 60 empresas chilenas alcanzaron un total de US$308
millones equivalentes al 0,4 por 100 del total invertido en el exterior por
Chile. Las empresas chilenas demuestran un gran interés por entrar en el
mercado chino.
Particularmente, el área de atracción en los mercados chinos se con-
centra en el sector industrial que constituye el principal receptor de las
inversiones chilenas con un monto estimado en US$226 millones, lo que
representa un 73,4 por 100 del total invertido. Es importante destacar que
las oficinas de ProChile se encuentran en varias ciudades de China a fin
de fomentar el intercambio comercial mediante la realización de un con-
tinuo trabajo de promoción de exportaciones, turismo e inversiones. Entre
las ciudades que cuentan con estas oficinas se encuentran Beijing,
Shanghai, Guangzhou y Hong Kong.
No obstante, pese a la sólida y estable relación comercial que se ha
desarrollado entre ambos países, se mantiene que los niveles de intercam-
bio económico deberían aumentar y extenderse a otras áreas como por
ejemplo las de servicio y en general a las inversiones provenientes de

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China, pues los niveles de inversión chinos aún continúan siendo bajos y
la oferta exportadora continúa un tanto restringida. Así se constata que
hay más inversiones de Chile en China que de esta en Chile (Spanish.
news.cn, 2010). En esta dirección, se firmó el año 2010 el Capítulo de
Servicios del TLC y el año 2014 el Capítulo de Inversiones como exten-
sión del TLC, esperando impulsar la cooperación en esta área al asegurar
un marco legal para beneficio de los empresarios de ambos países (Minis-
terio de Relaciones Exteriores, 2014).
En conclusión, es indiscutible que en general la liberalización de las
economías ha tomado un gran protagonismo en las últimas décadas como
un modelo efectivo de inserción utilizada por los Estados, en un contexto
cada vez más globalizado e interconectado y con la presencia de instan-
cias de interacción y participación más allá de los contactos bilaterales.
Esta nueva dinámica ha generado una alta interdependencia entre Chile y
China, reconociendo que la complementariedad de ellas es la mejor base
para ser socios estratégicos y confiables. En este sentido, la postergación
de los temas políticos por los económicos ha permitido que las diferen-
cias asimétricas de poder no sean un obstáculo a la hora de establecer y
estrechar vínculos.
En otro ámbito, también destaca lo realizado en materia de política
exterior durante el gobierno de Michelle Bachelet en cuanto al fortaleci-
miento de la dimensión político-diplomática de la relación sino-chilena,
sobre todo a partir de la visita que realizó la mandataria chilena a China
en abril del 2008, recibida en Beijing por el Presidente Hu Jintao. Esta
visita –y las posteriores declaraciones conjuntas entre ambos Estados–
fueron clave debido a la compleja situación interna que vivía China a
principios del año 2008, a meses de ser anfitrión de los Juegos Olímpicos
(JJOO) y siendo cuestionado por la comunidad internacional por la vio-
lencia en el Tibet y la violación de los derechos humanos (DDHH) –de
hecho, esto empañó ciertas actividades relacionadas con los JJOO–
(Emol, 2008). La posición de Chile al respecto se vio reflejada en la de-
claración conjunta posterior al encuentro, en la que Chile expresa que
«respeta la soberanía e integridad territorial de la República Popular Chi-
na», y desea el «pleno éxito de los próximos Juegos Olímpicos Beijing
2008», respaldando a Beijing y el principio de «Una China» –considerán-
dose según este a Taiwan y el Tibet como parte de la soberanía china.
Este gesto de respaldo al gobierno chino fortaleció la relación política
sino-chilena, aun cuando en ciertos sectores parlamentarios chilenos
–tanto oficialistas como opositores– se criticara dicha postura al no hacer
referencia a la violación de DDHH existente en el país asiático, conside-
rando que en Chile el respeto de estos es un tema de suma importancia
tras los hechos ocurridos en la dictadura militar de Augusto Pinochet.
Ante las críticas, la Cancillería chilena respaldó las declaraciones de la
Presidenta Bachelet, puesto que se afirmó que «no hemos venido a hacer

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apostolados, ni a señalar con el dedo a nadie», en palabras del subsecreta-
rio de la Cancillería en ese entonces, Alberto van Klaveren (Terra.ar,
2008). Sumadas a estas declaraciones, hubo otra de relevancia respecto
de la visión del gobierno de Chile sobre la relación sino-chilena y la estra-
tegia de desarrollo nacional, al decir que «cuando Chile se plantea cómo
continuar el desarrollo, Chile piensa en grande, y pensar en grande, es
pensar en China» (La Nación, 2008).
Complementario a lo anterior, destaca también cuando en abril de 2008,
la Presidenta Michelle Bachelet viajó a Beijing para participar de una
muestra de cultura chilena en el Capital Beijing Museum llamada «Mapu-
ches: Semillas del país» que tenía como finalidad resaltar que las relacio-
nes entre ambos países resulta mucho más amplia que lo puramente co-
mercial (BCN Asia Pacífico, 2008). Asimismo, Chile y Brasil fueron los
únicos países que contestaron una carta formal a China luego de la publi-
cación del Libro Blanco Sobre las Relaciones de China y América Latina,
demostrando con ello la valoración que se le daba a este documento de la
política exterior.

Socios estratégicos como marco operativo de decisiones y percepciones

Para entender la relevancia del status de «socio estratégico» que otorga


China a sus aliados, es necesario comprender la importancia de este as-
pecto en la política exterior de China. Al respecto, el gobierno chino de-
sarrolló las asociaciones estratégicas en la década de 1990 como un ins-
trumento que le permite generar lealtades políticas –no ideológicas– a
partir de la cooperación económica inicial que se logra. Dicha diplomacia
estratégica se ha centrado en las relaciones económicas, denominado
«pragmatismo chino», ya que priman los intereses económicos obviando
las diferencias políticas, le ha permitido a China evitar conflictos ideoló-
gicos con otras potencias con liderazgo político como es Estados Unidos.
No obstante, la estrategia consiste en que después del vínculo económico
se pasa a estrechar relaciones políticas y estratégicas, etapa que se deno-
mina «socios estratégicos» permitiéndole a China fortalecer incluso
vínculos militares con países de América Latina, aprovechando la con-
fianza que se construye con los acuerdos y avances en materia económica
(Rodríguez, 2014).
Entre las principales características de las asociaciones estratégicas
están, en primer lugar, que se establecen como una forma de alianza no
tradicional, al no estar dirigidas contra terceros Estados ni implicar la
aceptación de las obligaciones tradicionales de los tratados de alianzas;
segundo, se centran en la economía en desmedro de lo militar, existiendo
una separación clara entre ambos ámbitos; tercero, afectan a Estados y
organizaciones internacionales, siendo difundidas estas asociaciones a

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partir de la firma de acuerdos, tratados o declaraciones conjuntas bilatera-
les, incluyendo la cláusula de «socios estratégicos»; y cuarto, refuerzan
los intereses económicos de China al buscar asociar a la mayor cantidad
de países a su crecimiento económico, siendo fundamental para este fin el
sobreponer y fomentar la cooperación en vez del conflicto y la competen-
cia (Oviedo, 2006, pp. 390-391).
Hasta el año 2012, y como muestra de la puesta en práctica de dicha
estrategia en América Latina, se han establecido seis asociaciones estraté-
gicas: con Brasil (1993), Venezuela (2001), México (2003), Argentina
(2004), Perú (2008) y Chile (2012). Si consideramos lo antes mencionado
podremos corroborar que cada uno de estos países cumple con al menos
alguno de los requisitos ya expuestos, ya sea como potencias regionales
–Brasil y Venezuela–, como mercado atractivo –México y Brasil–, o
como proveedores de recursos energéticos y materias primas –Chile y
Perú como grandes exportadores de cobre, Venezuela de petróleo, Brasil
de hierro y Argentina de soja)– (Rodríguez, 2014).
Para Chile, será en el gobierno de Sebastián Piñera, en el período
2010-2014, representante de la coalición Alianza por Chile, que este país
recibe en 2012 por parte de China el status de «socio estratégico», como
fruto del avance de los vínculos económicos y políticos durante el gobier-
no de Bachelet que hemos analizado. En palabras del Canciller Heraldo
Muñoz, «este estatus corresponde a un nivel más alto en la relación bila-
teral, reflejando de manera más precisa el desarrollo de la confianza polí-
tica mutua y la coordinación en las agendas internacionales y regionales,
sin excluir temas coyunturales» (Ministerio de Relaciones Exteriores de
Chile, 2014).
En junio de 2012, el Primer Minisitro chino Wen Jiabao realizó una
gira por Latinoamérica cuyos destinos directos que visitó fueron Brasil,
Uruguay, Argentina y Chile. En la gira destacó el discurso «Para siempre
amigos de confianza mutua» en la sede de la Comisión Económica para
los Países de América Latina de las Naciones Unidas (CEPAL) en Santia-
go de Chile. En esa oportunidad, el Primer Ministro chino fue recibido
por el Presidente Piñera, con quien sostuvo una reunión a partir de la cual
se determinó el establecimiento de la asociación estratégica sino-chilena,
finalizando también las negociaciones sobre el acuerdo suplementario de
inversiones del tratado de libre comercio, además de acordar un mecanis-
mo de cooperación intergubernamental y proceder a elaborar un plan de
acción conjunta. En esta instancia, el Primer Ministro hizo llegar un afec-
tuoso saludo al Presidente Piñera del Presidente Hu Jintao, ocasión en la
cual mencionó la larga historia que han construido los dos países, desta-
cando la confianza, cooperación y dedicación que han caracterizados sus
vínculos. Ante lo cual el Presidente Piñera expresó que «China es un ami-
go sincero y socio confiable» (Ministerio de Relaciones Exteriores de
China, 2012).

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Esta visita fue muy importante para Chile dado que en ella, tanto la
autoridad política china como el mandatario chileno acordaron elevar el
status de la relación bilateral desde una «Asociación de Cooperación In-
tegral» al de «Asociación Estratégica», lo cual implicaba el origen de
nuevas oportunidades y desafíos de trabajo para ambos países para poner
en práctica y realizar esta asociación estratégica (Ministerio de Relacio-
nes Exteriores, 2014).
Al respecto, el Presidente Piñera dio continuidad a las proyecciones
del gobierno de Bachelet con China y en general con Asia Pacífico, pues
se debe puntualizar que las pretensiones comerciales hacia el pacífico
asiático en particular corresponden a una política exterior de Estado y no
a una política meramente de un gobierno. Resultado de ello es la partici-
pación de Chile en la Alianza del Pacífico desde el año 2011, proceso de
integración regional en el que junto a Perú, Colombia y México, se pro-
pone aumentar el comercio y la inversión en la zona.
Por parte de China, la asociación estratégica involucra una dimensión
estratégica fundamentada en tres aspectos que caracterizan a Chile en el
contexto latinoamericano. Primero, es un país que no posee ni aspira a ser
una potencia en Sudamérica que involucre o agregue a la relación con
China aspectos geopolíticos. Segundo, dentro de las distintas tendencias
de los países latinoamericanos para relacionarse con EE.UU., Chile se ha
caracterizado por no tener una postura de oposición hacia EE.UU. aspecto
que para China es importante ya que no quiere demostrar tener relaciones
ideologizadas con la región. Y tercero, Chile no ha criticado oficialmente
a China en ninguno de los temas sensibles de su política externa, tales
como derechos humanos, sistema político, Tibet y Taiwan, siendo además
enfático en su política exterior sobre el respeto al principio de Una China.
En cuanto a las proyecciones de la cooperación institucionalizada po-
sasociación estratégica, tenemos que en octubre de 2013, en el marco de
la Cumbre de Líderes de APEC en Indonesia, se establecieron dos meca-
nismos de diálogo y cooperación: el primero fue la Comisión Binacional
Permanente entre Chile y China, y el segundo, el Mecanismo de Diálogo
Estratégico en Materia de Cooperación y Coordinación Económica (Mi-
nisterio de Relaciones Exteriores de Chile, 2014). Y en 2014, se instauró
el Mecanismo de Consultas Políticas Globales. Lo anterior demuestra que
el actual gobierno de la Presidenta Bachelet (2014-2018), se ha propuesto
como objetivos de la asociación estratégica dos aspectos. Primero, traba-
jar en conjunto con China para afianzar las alianzas regionales en la
Cuenca del Pacífico que trabajan por la liberalización del comercio, como
es APEC, la Alianza del Pacífico y ASEAN +6. Y segundo, afianzar las
relaciones entre las ciudades de China y Chile formalizadas a través de la
colaboración de Municipios y gobierno regionales en diversos ámbitos de
la cooperación bilateral.
En palabras del Canciller del gobierno de Bachelet, Heraldo Muñoz:

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«Estamos convencidos que la nueva relación de asociación estratégica que
hemos establecido en 2012 nos permitirá enriquecer y ampliar los vínculos,
incorporando también como actores a comunas y regiones, con el propósito de
favorecer los contactos de pueblo a pueblo. Sabemos que China no solo es
Beijing o Shanghai, sino que existen 160 ciudades emergentes, con poblacio-
nes que superan el millón de habitantes. Hacia allá queremos dirigirnos. Son
ellas las llamadas a ocupar en poco tiempo más, el sitial de interés que hoy
ocupan aquellas ciudades que hoy más conocemos y desde donde se concen-
trará el consumo de nuestros bienes en un plazo relativamente corto. Por ello,
nuestro trabajo demandará creatividad y constancia, para ubicarnos como so-
cios de las mismas» (Ministerio de Relaciones Exteriores, 2014).

Dichos objetivos se concretaron a nivel formal en junio de 2014 con la


firma del Acuerdo Marco para la vinculación directa entre los municipios
de Chile y de China. Las áreas incluidas en el acuerdo fueron: fomento
del comercio e inversión interregional, nuevas rutas de turismo, coopera-
ción en deportes, educación, cultura, avances de la medicina china, cam-
bio climáticos, entre otros. Sin lugar a dudas, se inicia a partir de este
acuerdo la construcción de un nuevo nivel de relaciones, que potenciará
la cooperación bilateral, ahora más específica a las condiciones de cada
región de ambos países, e incorporando temas complementarios a la coo-
peración económica.

Más allá de lo económico: algunas reflexiones sobre las percepciones

El vínculo entre Chile y China ha llegado a consolidarse a través del


tiempo convirtiendo a Chile en el país latinoamericano que cuenta con la
mayor cantidad de instrumentos de cooperación y de intercambio comer-
cial con China (Ministerio de Relaciones Exteriores, 2014), permitiendo
una diversificación con el pasar de los años, abarcando áreas como la
cultura y la academia.
En efecto, existe un número considerable de acuerdos en materias dis-
tintas a la económica principalmente a partir del año 2000, que coincide
con una tendencia general de intensificación y diversificación de relacio-
nes entre China y América Latina (Rodríguez, 2012). Entre los nuevos
temas que se abordan, destacan los relacionados al transporte marítimo y
aéreo, a la cooperación en materia espacial –este último se complementa
con un anterior acuerdo de cooperación científica y tecnológica–, a la
cooperación en materia sanitaria, entre el Ministerio Público de Chile y
la Fiscalía Suprema Popular de China, y también en materia educacional.
Esta tendencia se acentúa luego de la firma de asociación estratégica
entre ambos países en 2012, en cuanto se fortalece el margen operativo de
decisiones que promueven la cooperación en otras aéreas. En este senti-
do, si dejamos de lado la atención en el ámbito netamente económico-

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comercial, el nuevo estatus de China para Chile se observa en variados
aspectos, siendo uno de los más llamativos, por ejemplo, «el que la prensa
nacional haya publicado en 2013 alrededor de 2.000 reportes sobre China,
un promedio de 150 noticias mensuales» (Ministerio de Relaciones Exte-
riores de Chile, 2014). Asimismo, el fenómeno también se observa «en la
creciente actividad académica de investigadores, quienes han concentra-
do sus trabajos y publicaciones en el análisis de los procesos de desarrollo
y de reformas profundas que China lleva a cabo en las áreas comercial,
financiera, inversiones, deportes, ciencia y tecnología, cultural; entre mu-
chas otras» (Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, 2014).
Uno de los aspectos más destacado en los que se ha avanzado, ha sido
en materia cultural y turística. Es interesante que el tema cultural se haya
mencionado desde el inicio de los contactos sino-chileno en los años cin-
cuenta del siglo pasado, cuando China estableció una política para Amé-
rica Latina que incorporó la dimensión cultural, denominada por Mao la
«diplomacia de los pueblos», ante la ausencia de relaciones diplomáticas
formales. El acuerdo de 1991 entre Chile y China para el intercambio
cultural mantiene el espíritu de esa política –que se fue ratificando desde
los años ochenta en adelante–, señalándose que tiene por objetivo el «de-
sarrollar aún más los vínculos amistosos existentes entre ambos países e
incrementar la comprensión mutua entre los dos pueblos». En la misma
línea se firma el convenio para el intercambio cultural del año 2002, y con
especial relevancia el acuerdo del año 2008 en materia de prevención del
robo, excavación clandestina e importación y exportación ilícitas de bie-
nes culturales, en donde se señala que los gobiernos de Chile y China
«consideran que una mayor cooperación bilateral en el campo de la pro-
tección de bienes culturales constituye un medio importante para forjar
relaciones bilaterales más estrechas y un enfoque efectivo para cumplir la
misión de proteger el patrimonio cultural de la humanidad» (Leychile.cl,
2008).
Es interesante mencionar que en Chile existen dos Institutos Confucio,
uno en la Universidad Santo Tomás en la ciudad de Viña del Mar creado
en 2008, y otro en la Pontificia Universidad Católica de Chile en la ciudad
de Santiago creado en 2009. Ambas instituciones están afiliadas al Minis-
terio de Educación del gobierno chino, y tienen por objetivo el impartir la
enseñanza del idioma chino mandarín y difundir la cultura china «para
contribuir al desarrollo del multiculturalismo y a la construcción de un
mundo más armonioso» (Hanban, s.f.). Además, desde el año 2014 la ofi-
cina Hanban, a cargo de todos los Institutos Confucio de América Latina,
escogió a Chile como sede, y se ubica en la ciudad de Santiago.
Volviendo a los acuerdos, uno que es especialmente relevante tanto a
nivel cultural como económico, es el Convenio de Cooperación en mate-
ria de turismo del año 2002, en el que se señala que «Considerando los
tradicionales vínculos de amistad entre ambos países e impulsados por el

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deseo de incrementar y estrechar las relaciones entre sus pueblos; recono-
ciendo que el turismo es uno de los sectores de más rápido crecimiento en
la economía global y uno de los mayores generadores de oportunidades
de empleo, lo que contribuye al bienestar de la población; y conscientes
de los beneficios que el turismo crea en las relaciones bilaterales y en el
mejoramiento de la paz y el entendimiento de los pueblos […]», se esta-
blecía la cooperación en esta materia.
Según cifras de la Organización Mundial de Turismo (OMT), en el año
en el año 2000 el número de turistas chinos a nivel internacional se situa-
ba en 10,5 millones y en 2013 la cifra fue de 100 millones aproximada-
mente (Terra.cl, 2014). Al respecto, es interesante revisar las cifras en
turismo de chinos en Chile en un contexto de lejanía geográfica y la no
existencia de vuelos directos entre ambos países, además del gasto que
significa. Según la empresa China Travel Service (CTS), que es la agen-
cia de viajes y turismo del gobierno de la República Popular de China,
responsable ante la Administración Nacional de Turismo de China, «hay
que tomar en cuenta que si un turista chino con interés de visitar Chile dis-
pone de una semana de viaje, su tiempo se repartiría en 2-3 días de viaje
y 4-5 días de estadía en Chile, debiendo gastar entre 2.000 a 3.500 dólares
solamente en pasajes aéreos» (China Travel, 2013). Sin embargo, a pesar
de estas condiciones adversas, la llegada de turistas chinos ha ido en
constante aumento. Según datos del Servicio Nacional de Turismo de
Chile, el número de turistas chinos en Chile en el 2010 llegaron 6.978, en
el 2011 esta cifra alcanzó a 10.526, y en 2013 fue de 16.000 visitantes
aproximadamente (Sernatur, 2014).
Esta mayor cooperación en cultura y turismo, se complementa también
con los vínculos que se construyen a partir de la migración de chinos a
Chile. Al respecto, según los datos del Censo de 2002, la cantidad de chi-
nos con residencia definitiva en Chile era de 1.653 aproximadamente,
diez años después y según datos del Censo del 2012, esta cifra aumentó a
3.491 (Informe Anual, 2010). Por otro lado, según datos entregados por la
Embajada China en Chile, para el año 2014, la comunidad china en Chile
alcanza un total aproximado de 20.000 personas, considerando un univer-
so que incorpora a aquellos chinos que poseen la residencia definitiva, los
que se encuentran en proceso de obtenerla, y aquellos que ya se han na-
cionalizado como chilenos, junto también con todos los hijos de chinos
que han nacido en Chile (Made in China, 2014). Con respecto a América
Latina, Chile no es el mayor receptor de inmigración china, como si lo es
Brasil, Argentina y Costa Rica. No obstante, el crecimiento en el caso
chileno en los últimos es lo que destaca.
Otra área de cooperación relevante son las joint venture en el área de
investigación científica. Ejemplo de esto es el «Acuerdo de Cooperación
entre el Buró de Sismología de China de la República Popular China y
CONICYT de la República de Chile», firmado el 2001. Así también, Chi-

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le firmó un convenio de cooperación con los organismos responsables de
la elaboración de lluvias artificiales que se utilizan en China en las áreas
de cultivo. En este sentido China se comprometió a asesorar y prestar
apoyo técnico a Chile, del cual se han producido buenos resultados (Em-
bajada de la República Popular de China en la República de Chile, 2013).
Asimismo, la Corporación Cruzando el Pacífico de Chile, fundación
sin fines de lucro y dedicada a enseñar el idioma chino, contribuye al en-
riquecimiento de los lazos de amistad entre las naciones, desarrollando
estrategias académicas, educativas y culturales, para conectar a estudian-
tes y profesionales chinos a instituciones de Gobierno, académicas, em-
presariales y de la sociedad civil de Chile. A su vez, apoya a los chilenos
que están en proceso de acercarse a China para estudiar posgrados o hacer
negocios, en relación al idioma, cultura y sistema de trabajo (Fábrega-
Lacoa y Piña Pérez, 2012). Pero lo principal es como esta Fundación en-
seña el idioma chino en colegios de educación escolar básica. Según da-
tos de 2014 se entregaron como donación 2.000 becas del curso
«Introducción al Chino Mandarín» a liceos municipales y subvenciona-
dos de Arica, Ovalle, Viña del Mar, Santiago, San Bernardo, Rancagua,
San Nicolás, Coronel, Concepción, Panguipulli, Osorno, Coyhaique y
Aysén (cruzandoelpacifico.org, 2014). Desde el año 2015 se donará el
curso a todos los estudiantes de la región de Aysén que junto a otras ini-
ciativas y alianzas asociativas la Corporación espera llegar a 20.000 becas
en todo Chile. Se desarrollarán más cursos en formato e-learning, uno de
ellos será de Cultura China. Además la Corporación también promueve la
Red Chile y China, la cual propicia el encuentro de chilenos estudiando
en China a nivel de pregrado y posgrado con el apoyo de la Embajada de
Chile en China y la Fundación Mustakis. Asimismo, esta Red promueve
reuniones con profesionales, empresarios y ex becarios buscando crear
redes con el apoyo de la Dirección de Asia Pacífico del Ministerio de Re-
laciones Exteriores de Chile.
Los programas de educación en Chile a nivel preuniversitario han ju-
gado un rol clave en este proceso. Un buen ejemplo se ve materializado a
través de los textos de estudio mediante los cuales se va enseñando y a la
vez inculcando una visión sobre las relaciones internacionales de Chile.
Al respecto, hay un claro énfasis en la educación chilena hacia sus buenas
y estrechas relaciones con el Asia Pacífico desde los primeros años esco-
lares, enfatizando que Chile es un país conectado a una red de rutas marí-
timas en el Pacífico, destacando sus relaciones con Asia y Oceanía (Soto,
1998).
A su vez, instituciones académicas universitarias desde la década del
2000 han comenzado a generar programas y centros de estudios enfoca-
dos en China. La Universidad del Desarrollo (UDD) ha sido pionera en
esta área al lanzar el programa «Embajadores del Futuro» en el año 2006,
que hasta datos de 2013, ha llevado a China a más de dos mil alumnos,

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con el propósito que conozcan la cultura, economía y lugares más atracti-
vos del gigante asiático. Este programa se ha ampliado constantemente,
en cuanto al presente realiza hasta ocho viajes al año a China integrando a
otros actores de la sociedad civil como empresarios, políticos –principal-
mente a nivel de municipios–, ex alumnos y profesionales en las distintas
áreas. Además esta Universidad cuenta con el Centro de Estudios de Re-
laciones Internacionales (CERI) de la Facultad de Gobierno, el cual reali-
za investigación focalizada en China en temas políticos e internacionales
con constantes publicaciones. Destaca también el Centro de Estudios La-
tinoamericanos sobre China de la Universidad Andrés Bello de Chile
quienes también realizan investigación en el área. Lo mismo la Universi-
dad de la Santísima Concepción, con el Centro de Estudios y Desarrollo
del Asia Pacífico, cuyo mérito especial es ser una universidad ubicada en
la región del Bío-Bío, llevando los estudios de China a regiones distintas
a la capital de este país. Por último, destacar el Centro de Estudios Asiáti-
cos de la Pontificia Universidad Católica de Chile, que potencia su inves-
tigación al tener uno de los dos Institutos Confucio en este país.
Lo importante de estas instancias de desarrollo de los estudios asiáti-
cos en universidades chilenas, es que además de desarrollar investigación,
están desarrollando convenios con universidades o centros de estudio de
China, destacando la colaboración con los China Institute of Contempo-
rary International Relations (CICIR), la Academia China de Ciencias So-
ciales (CASS), la Universidad de Estudios Extranjeros de Beijing (Bei-
jing Foreign Studies University) y la Universidad de Ciencia y Tecnología
del Sudoeste (Southwest University of Science and Technology) entre
otros. No obstante, hasta ahora no hay en Chile programas académicos
de formación a nivel de posgrado en estudios de Asia Oriental o específi-
cos sobre China, espacio que es un desafío pendiente para la academia
chilena.

Reflexiones Finales

Como explicamos al inicio del capítulo, el enfoque que hemos aplica-


do al análisis de la relación de Chile y China ha estado circunscrito a la
política exterior desplegada por Chile determinada por su constante inte-
rés por el Asia Pacífico, la liberalización del comercio, y la exploración
del mercado chino.
Asimismo, si entendemos la política exterior como un conjunto de in-
teracciones institucionales que forjan un contexto nacional acorde a inte-
reses y objetivos internacionales, encontramos que se construye un dis-
curso, una narrativa, ideas e imágenes, que se van extendiendo y haciendo
permanentes entre los distintos actores de la sociedad, ya sean estos polí-
ticos, empresarios, académicos, estudiantes, entre otros.

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Este marco institucional creado por la política exterior de Chile hacia
China, es lo que conforma el margen operativo aceptable que propone He-
rreros y que hemos tomado como referencia explicativa en este capítulo
para señalar la relación y retroalimentación entre las decisiones de política
exterior y las percepciones de la sociedad chilena sobre el gigante asiático.
Al respecto, es posible sostener que esta retroalimentación entre deci-
siones y percepciones ha evolucionado en el tiempo favorablemente, en
cuanto, el conjunto de imágenes que se han ido construyendo desde la
década de 1970 en Chile sobre China, se refieren a la idea de una coope-
ración ininterrumpida, aún bajo el gobierno militar chileno, lo que se ha
reforzado positivamente con la inserción internacional en la economía
global de ambos países y la vocación comercial de Chile a la Cuenca del
Pacífico. Así, hay una cooperación que crece cada día y se consolida con
la formalización de nuevos acuerdos bilaterales, como el TLC, el acuerdo
en servicios e inversiones –reforzando el margen operativo favorable de
las percepciones–, al punto de pasar de amigos a «socios estratégicos»
con una nueva proyección de relaciones futuras ya no solo comerciales,
sino también políticas, sociales y culturales, y ya no solo a nivel de país,
sino también a nivel de regiones y ciudades. Ciertamente, un nuevo nivel
de relaciones de cooperación con la potencia del siglo XXI.

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12
Percepciones venezolanas sobre las relaciones entre
la República Popular China y la República
Bolivariana de Venezuela
Javier García Chacón

Introducción

Las relaciones bilaterales entre ambos Estados están determinadas por


la política energética venezolana de atraer nuevos socios y la política eco-
nómica china de asegurarse fuentes estratégicas de materias primas, ello
incide en la realización de proyectos tecnológicos, productivos y de in-
fraestructura.
El nivel de compromiso que adquirió China con Venezuela luego del
Primer Plan Socialista de la Nación 2007-2013 le hace cada vez más
determinante en la política de desarrollo social en el país.
Con el Segundo Plan Socialista de la Nación 2013-2019 se abren nue-
vas posibilidades para aumentar la participación china en el desarrollo del
país y por ende promover proyectos de cooperación que amplíen la inter-
dependencia.
Lo anterior se pone en evidencia luego de la reciente visita de Alto
Nivel de parte del Gobierno Chino a Venezuela, donde se ampliaron los
acuerdos bilaterales, los préstamos y la presencia de empresarios prove-
nientes de ese país en las ciudades principales venezolanas. Los fondos
suministrados por China entre 2008 y 2014 llegan a casi 55.000 millones
de USD.
Es dentro de este marco de actuación donde deben analizarse las reper-
cusiones sobre la población venezolana de las cada vez más sólidas rela-
ciones entre ambos gobiernos y cómo ello influye sobre una sociedad tan
cambiante como la venezolana, teniendo en cuenta la situación económi-
ca y social que vive el país.

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Diplomacia y migraciones en la Venezuela contemporánea

No es fácil comprender las relaciones entre ambos países, sobre todo si


no se toma en consideración la gran diferencia en cuanto a política interna
y externa entre los modelos de gobierno de la Venezuela contemporánea,
a saber: El Modelo de Consenso entre la Socialdemocracia y la Democra-
cia Cristiana (1961-1998) y el Modelo Bolivariano (desde 1999).
Ambos modelos introdujeron cambios, tanto constitucionales como so-
cioeconómicos que de alguna u otra manera han desarrollado un acerca-
miento internacional diferenciado. Entre 1961 y 1998 se privilegió las
relaciones con los países andinos, con los EE.UU. y con Europa, hacien-
do que las relaciones culturales, económicas y migratorias estuviesen
orientadas hacia países como España y Colombia, entre otros.
Mientras que en el Modelo Bolivariano desde 1999 las relaciones exte-
riores del país se han orientado hacia países como Brasil, Argentina, Chi-
na, Rusia, Irán y Cuba. Si bien es cierto que el carácter cultural y migra-
torio con estos países no ha sido tan sólido como con países europeos o
andinos, no se puede negar el hecho que económica y políticamente Ve-
nezuela ha dado un giro en su práctica diplomática y comercial tradicio-
nal hacia países geográfica y culturalmente distantes.
La Cooperación Sur-Sur, tanto desde el punto de vista teórico/ideológi-
co como práctico/técnico, en Venezuela siempre ha sido impulsada por
las capacidades económicas del país vinculadas al factor petrolero, por lo
que el carácter de donante y receptor siempre ha ido de la mano de la in-
dustria energética nacional e internacional.
Por lo que se puede argumentar con seguridad que los cambios realiza-
dos por el país no han dejado de tener como eje central el potencial ener-
gético y los intereses de otros países en dicho potencial.
Es en este punto donde el Modelo Bolivariano entra en juego, puesto
que la revolución socioeconómica ha ido de la mano de los cambios den-
tro de la industria petrolera y al mismo tiempo de la mano de los opera-
rios de dicha industria. Hoy en día el país atraviesa por una etapa econó-
mica sumamente delicada, por ello los acuerdos realizados con los demás
países son fundamentales para salir de la situación actual.
En vista de todos estos cambios el papel de actores como Rusia o Chi-
na cobran otro significado, puesto que ellos han entrado al país por peti-
ción del Gobierno Bolivariano, más que por un interés geopolítico que las
potencias anteriores hubiesen planificado.
Ahora bien, la presencia de ciudadanos chinos en Venezuela es de lar-
ga data y no es una fenómeno exclusivo de los cambios acaecidos en los
últimos 15 años de Modelo Bolivariano.
Al igual que en el resto de América Latina, la inmigración china en
Venezuela existe desde mediados del siglo XIX en las ciudades principales
(Lucena, 2007), pero es desde mediados del siglo XX que se generaron

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comunidades y clubes sociales principalmente de personas cantonesas y
en menor medida de Taiwan (Arévalo, 2005).
Ello hace que en el país ha habido una relación histórica con los ciuda-
danos chinos y su cultura desde mucho antes que los gobiernos democrá-
ticos de la Venezuela contemporánea abriesen las relaciones con la Repú-
blica Popular China en 1974.
Dada la condición geográfica de Venezuela –al norte de Suramérica y
en todo el Mar Caribe–, el flujo migratorio siempre ha sido dinámico.
Durante todo el siglo XX, la sociedad venezolana recibió una influencia
cultural con las oleadas migratorias provenientes de Siria, Líbano, China,
España, Portugal, Italia, Colombia, Perú, Ecuador, la República Domini-
cana, Argentina, Chile y otros países de Europa y Latinoamérica.
Bien por deterioro económico o político en los países de origen o por
la estabilidad que generaba una industria energética en ascenso, Venezue-
la se convirtió en una opción para muchas personas cuando los EE.UU.
eran inalcanzables o trasladarse a México, Argentina o Brasil –los tres
grandes de América Latina– no era una opción.
Todo esto ha generado en Venezuela una sociedad heterogénea y mix-
ta. No obstante, al igual que en otros países, estos fenómenos generan
cambios y por ende fricciones internas, por lo que la sociedad venezolana
ha tenido que enfrentar la xenofobia, el racismo, el chauvinismo y por
sobre todos los anteriores, el miedo a lo desconocido y lo culturalmente
distinto.
Durante la década de 1950 el flujo migratorio provino de Europa, du-
rante las décadas de 1970 y 1980 las condiciones en Latinoamérica hicie-
ron necesaria la apertura de fronteras –todo ello en el marco de los acuer-
dos del Pacto Andino–, por lo que en Venezuela la entrada de inmigrantes
andinos fue mayor, generando en la sociedad sentimientos encontrados
frente a los colombianos, ecuatorianos y peruanos.
Durante el Modelo de Consenso (1961-1998) una parte de la población
se identificaba con los EE.UU. y con Europa, no solo a nivel económico
sino social, mientras que la otra parte se sentía desfavorecida por las polí-
ticas sociales que hicieron que la pobreza, al igual que en el resto de la
región latinoamericana, aumentase durante las décadas de 1980 y 1990 a
niveles desproporcionados y alarmantes.
Esta misma población, que luego le dio la victoria al Modelo Boliva-
riano, se sentía más identificada con un regreso al nacionalismo –para
unos necesario, para otros una perversión más del populismo latinoameri-
cano–, haciendo que aquellas comunidades que estén de acuerdo con for-
talecer dicho nacionalismo serán bienvenidas y aquellas que no lo hagan
serán vistas –según la retórica oficialista más radical– como meros repre-
sentantes de las estructuras anteriores.
Desde los últimos años de Modelo Bolivariano, las condiciones de se-
guridad, desestabilización económica y enfrentamiento político entre la

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oposición y el oficialismo, generaron una oleada migratoria de venezola-
nos hacia múltiples destinos como Madrid, Barcelona, Bogotá, Santiago
de Chile, Melbourne, Boston, Miami y Panamá, entre otros.
Es dentro de este contexto que deben volver a estudiarse a las comuni-
dades chinas, puesto que estas sin estar de acuerdo o en desacuerdo con el
Nacionalismo Bolivariano, no han podido escapar del enfrentamiento y la
polarización de la sociedad venezolana, sobre todo en la medida en que
las dos Administraciones del difunto ex Presidente Hugo Chávez fortale-
cieron el papel de China en la economía, en la diplomacia y en otros as-
pectos estrictamente políticos.
Por lo tanto, para entender el componente sociedad/migración en el
país es necesario entender las relaciones entre China y Venezuela y al mis-
mo tiempo la evolución de sus relaciones diplomáticas.

Relaciones bilaterales

Existen cuatro fases que permiten separar y explicar las relaciones en-
tre ambos países. A continuación se realizará un resumen basado en los
trabajos de Lucena (2007) y de la Embajada de Venezuela en Beijing
(2009), quienes al igual que otros autores y analistas de las relaciones
exteriores venezolanas como Boersner (2008), Cardozo (2010) y Toro
Hardy (2008; 2014), han explicado este fenómeno, por no olvidar trabajos
en el exterior como los de Ríos (2012), Sun (2012) y Gallagher (2013),
quienes desde una óptica distinta han explicado las relaciones entre am-
bos países.

Primera fase, entre 1974-2000

• 1974. Firma del Acuerdo por el que se abren las relaciones diplomá-
ticas entre ambos Estados dentro del marco del Pluralismo Ideológico de
las Administraciones de Rafael Caldera (Demócrata Cristiano) y Carlos
Andrés Pérez (Socialdemócrata).
• 1981-1993. Firma de 7 Acuerdos de Cooperación: Cooperación Cul-
tural (1981), Relaciones Comerciales (1985), Cooperación Científica en
Exploración y Explotación Petrolera (1985), Cooperación en el Área Pe-
troquímica (1987), Mecanismo de Consulta entre Ministerios de Asuntos
Exteriores (1991), Complementación de Cooperación Petrolera (1991),
Cooperación Agrícola, Ganadera y Pesquera (1993).
• 1993-2000. Fortalecimiento del Mecanismo de Consulta entre los
Ministerios de Asuntos Exteriores (1991), Creación de la Comisión Mixta
para el Sector Energético (1999), Creación de la Comisión Mixta de Eco-
nomía y Comercio (2000).

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Básicamente, estos fueron los años de la Guerra Fría y posteriormente
de la globalización neoliberal de los años noventa. Durante este período
el Modelo de Concertación se fue deteriorando.
Sin embargo, ya para este momento la comunidad china en el país te-
nía años asentada pero no sirvió de puente para la apertura de relaciones
con el Gobierno del Partido Comunista, sino mas bien los cambios a nivel
internacional con la visita de Kissinger y Nixon a Mao en los años setenta
y las reformas iniciadas por Deng Xiaoping en China desde los ochenta.
Este es un caso contrario al de las comunidades árabes en el país quie-
nes sirvieron de puente al ex Presidente Chávez en sus relaciones con los
Gobiernos de Saddam Hussein en Irak y Bashar Al-Assad en Siria (Boers-
ner, 2008; Toro Hardy, 2008; Cardozo, 2010).
A partir del año 1999 y sobre todo el 2000, es cuando se dan los primeros
pasos hacia el Modelo Bolivariano, entendiendo que la primera Administra-
ción de Hugo Chávez estuvo caracterizada por una etapa de conflictos entre
2001 y 2003 y un proceso de consolidación entre 2004 y 2007. Es dentro de
este marco que se da la segunda fase en las relaciones diplomáticas.

Segunda fase, entre 2001-2007

• 2001. Creación de la Comisión Mixta de Alto Nivel (CMAN) dentro


del marco de la Alianza Estratégica para el Desarrollo de la primera Ad-
ministración de Hugo Chávez. Entre 2001 y 2014 se han celebrado 13
Reuniones de la CMAN.
• 2001. Firma del Convenio de Cooperación Económica y Técnica, del
Memorando de Entendimiento (MDE) para la Cooperación Energética
Decenal (2001-2011) y del MDE para Cooperación Agrícola a Largo Pla-
zo. Estos tres Acuerdos serán los Pilares de la Alianza Estratégica para el
Desarrollo.
• 2001. La CMAN queda presidida y controlada por el Ministerio de
Planificación y Finanzas de Venezuela y la Comisión Nacional de Desa-
rrollo y Reforma de China. Ambas entidades son las únicas encargadas de
la Planificación, Implementación, Seguimiento y Evaluación de todas las
actividades en materia de Cooperación entre ambos Estados desde esa
fecha hasta la actualidad.
• 2001-2007. Las antiguas Comisiones Mixtas y el Mecanismo de
Consulta pasan a formar parte de la CMAN y esta a su vez les subdivi-
de en Subcomisiones Especiales para temas determinados y con la tarea de
gestionar todos los proyectos y programas que emanen de ellas.

1. Subcomisión de Relaciones Bilaterales (2001).


2. Subcomisión de Cooperación Energética y Minera (2001).
3. Subcomisión de Cooperación Económica y Comercial (2001).

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4. Subcomisión de Cooperación Agrícola (2001).
5. Subcomisión de Cooperación Cultural (2006).
6. Subcomisión de Cooperación Científica, Tecnológica y Aeroespa-
cial (2006).
7. Subcomisión de Cooperación en Asuntos Sociales (2007).

• 2005-2006. Acciones relevantes de la Subcomisión de Cooperación


Económica y Comercial para cualquier empresario: En el 2005 se dio la
firma del MDE entre el Banco de Comercio Exterior de Venezuela (BAN-
COEX) y el Consejo Chino para el Comercio Internacional (CCPIT). En
el 2006 se firma el Acuerdo para la creación del Comité Empresarial Ve-
nezuela-China.
• 2007. Creación del Fondo de Financiamiento Conjunto China-Vene-
zuela para proyectos de cooperación principalmente en el sector energéti-
co, agrícola y de infraestructura. Monto inicial de 6.000.000 USD.

Durante esta fase el Modelo Bolivariano se da a conocer en el exterior


como un proceso de cambio socioeconómico que fomenta la multipolari-
dad así como el «Socialismo del siglo XXI». Entiéndase que todo ello se
da por la necesidad de parte del gobierno por recuperarse de los ataques
de parte de un sector radical de la oposición venezolana durante el Gol-
pe de abril de 2002, el Paro Económico de 2003 y las protestas o «gua-
rimbas» de 2004. En vista de esta situación interna y de la creciente agre-
sividad en la Política Exterior de los EE.UU. durante la Administración
de George W. Bush, se desarrolla una búsqueda de nuevos aliados y gra-
cias a la dinámica diplomática de Hugo Chávez y la recuperación de los
precios del crudo, el país vuelve a reorganizarse y pasa a convertirse en
un interés estratégico, a la vez que un mercado, para países como Brasil,
Argentina, Rusia y China.
Al mismo tiempo, durante estos años previos a la crisis económica en
los países desarrollados en 2008, el mundo experimentó un auge econó-
mico caracterizado por el crecimiento económico chino, al igual que en
otros países de Asia. Este crecimiento impulsó la demanda de materias
primas en todo el mundo, beneficiando principalmente a las economías
exportadoras de materias primas en el Sureste Asiático, África, el Medio
Oriente y Latinoamérica.
A partir de estos años es que se puso en evidencia la diplomacia del as-
censo pacífico en China que implicaba un desarrollo económico interno de
la mano de relaciones de suministro que no se viesen afectadas por diferen-
cias ideológicas o conflictos. Venezuela buscaba relaciones con países don-
de no primasen los valores liberales de mercado, democracia y derechos
humanos, sino más bien el pragmatismo, el respeto a la soberanía nacional,
la multipolaridad y la defensa de ideales nacionales y socialistas donde la
economía capitalista de Estado se sobrepusiese a la doctrina liberal.

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Este último punto pone en contradicción a ambos gobiernos, puesto
que desde esos años en China se ha buscado una mayor participación pri-
vada y foránea en la economía, mientras que en Venezuela se buscó pro-
mover una transición socialdemócrata hasta 2004 y sobre todo desde que
el partido de gobierno ganara todos los escaños en el parlamento unica-
meral de Venezuela en 2005, a una fase de mayor participación estatal
con miras hacia el socialismo.
También debe analizarse este período bajo la óptica geopolítica de
disminuir las relaciones con los EE.UU., Europa y los países andinos,
buscando aliados que contrapesasen dichas relaciones y ofertasen una
alternativa financiera y tecnológica, así como comercial a los actores tra-
dicionales.
Nuevamente, no existe evidencia que demuestre que las comunidades
chinas en Venezuela hayan promovido dicho cambio. Estas se vieron be-
neficiadas en la medida en que los acuerdos bilaterales se traducían en
una mayor operatividad de la Embajada y el Consulado de la República
Popular China en Venezuela, así como aumentaban las ventajas comercia-
les y de inversión para empresarios chinos.
Según datos del gobierno chino así como del Fondo Monetario Inter-
nacional (FMI) y la UNCTAD, las relaciones comerciales entre América
Latina y China siempre se han mantenido activas desde los años noventa,
mientras que los flujos de Inversión Extranjera Directa y los Préstamos
han sido dos fenómenos de la década de los 2000 (Yue, 2012).

Tercera fase, entre 2008-2013

• Se fortalecen las relaciones entre ambos Estados como parte de la


implementación del Primer Plan Socialista de la Nación 2007-2013 du-
rante la segunda Administración de Hugo Chávez.
• 2008. El Fondo de Financiamiento Conjunto China-Venezuela es
aumentado a 12.000 millones de USD.
• 2008. Firma de Acuerdos para la Transferencia de Patentes y Licen-
cias Tecnológicas en los sectores energéticos, infraestructura, telecomuni-
caciones y agricultura.
• Comienza la participación del Banco de Desarrollo de Venezuela
(BANDES) en los Proyectos de PDVSA y las Corporaciones de Guayana
–región minera del país– con Financiamiento proveniente del FONDEM,
el Banco del Tesoro, del Fondo Conjunto China-Venezuela y del Banco de
Desarrollo de China. Según los compromisos de la CMAN todas las deu-
das deberán ser canceladas con suministro de petróleo, reservas de oro de
la reserva internacional u otras materias primas como la bauxita y el hierro.
• 2008-2009. Lanzamiento del Satélite Venesat-I o Simón Bolívar. Inicio
de las adquisiciones militares de unidades de combate aéreo, entrenamien-

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to y sistemas de radares en tierra. Operaciones conjuntas para la manufac-
tura de equipos electrónicos y automóviles. Aumento de la participación
china en el complejo ferroviario de Venezuela, las industrias básicas de
Guayana y las operaciones de riego en la región llanera.
• 2010. Participación China en el desarrollo carbonífero del Zulia –re-
gión energética–. Aumenta la participación en Proyectos de Infraestruc-
tura y Energía. Adquisiciones en aéreas comerciales y establecimiento de
nuevas empresas mixtas de electrodomésticos.
• 2011. Mayor participación en la Faja Petrolífera del Orinoco y Plani-
ficación de nuevas refinerías en Venezuela y China para procesamiento
del crudo pesado y extra pesado venezolano. Aumenta la participación de
China en proyectos de Infraestructura Vial, Habitacional, Ferroviaria y
Aeroportuaria.
• 2012. Ambos Estados firman un Acuerdo para renovar y extender
por 10 años más el MDE para la Cooperación Energética Decenal 2001-
2011, el nuevo MDE (2011-2019) definirá los esquemas de participación
en la industria energética nacional y va de la mano del Segundo Plan So-
cialista de la Nación 2013-2019 a implementarse por la Administración
de Nicolás Maduro.
• 2012-2013 China aumenta su participación en el sector vivienda y
recibe el permiso de parte del Estado venezolano para explotar el reservo-
rio aurífero de Las Cristinas y realizar un nuevo mapa geológico en las
regiones de Guayana, Los Llanos y el Zulia como parte de los compromi-
sos para pagar la deuda.

Hasta este momento el ex Presidente Hugo Chávez gozó de una popu-


laridad dentro y fuera del país y al mismo tiempo contó con unos precios
del petróleo, que si bien descendieron entre 2008 y 2009 generando un
impacto fuerte a nivel económico en el país, permitieron mantener la di-
plomacia petrolera de cooperación con el exterior y al mismo tiempo pa-
sar a convertirse en el país petrolero con las reservas de crudo mas cuan-
tiosas –estas en su mayoría de un crudo difícil de procesar en términos
técnicos y económicos–, estos factores influyeron en las relaciones con
China quien ha venido desarrollando una búsqueda de recursos naturales
por el mundo.
Entre 2005 y 2010 el parlamento venezolano contó con mayoría abso-
luta del partido oficialista por lo que los cambios internos pudieron llevar-
se a cabo, siendo unos de estos los cambios en materia exterior, en mate-
ria económica y en materia institucional.
Si bien en el año 2010 dicha legislatura cambió, permitiéndole a la
oposición quitarle la mayoría cualificada al partido oficialista en el parla-
mento, mayoría necesaria para lograr cambios en el hilo constitucional,
ello no se tradujo en los últimos años en un retroceso en las transforma-
ciones fomentadas por el Modelo Bolivariano, siendo dichas transfor-

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maciones la relación económica con China y la profundización de la par-
ticipación de este país en la economía nacional.
Existen una serie de factores económicos que van a condicionar la
cuarta fase en las relaciones diplomáticas, fase que le ha tocado a la Ad-
ministración de Nicolás Maduro llevar adelante desde el año 2013. Para
el siguiente apartado se usaron datos del Banco Central de Venezuela así
como las aportaciones de otros autores como: Gallagher, Irwin y Koleski
(2013), Yue (2012) y Rojas (2013).

Datos económicos básicos

• Según el Banco Central de Venezuela entre los años 2001 y 2012


China ha pasado a convertirse en el segundo destino de las exportaciones
venezolanas, así como el segundo origen de las importaciones, sobrepa-
sando a los socios regionales Colombia, Perú, México y Brasil.
• De mantenerse la tendencia, China podría en menos de cinco años
desplazar a los EE.UU. como principal fuente y destino del comercio ve-
nezolano.
• El Fondo Conjunto Chino en 2011 llegó a los 32.000 millones de
USD.
• El ICBC o Industrial and Commercial Bank of China y el Banco de
Desarrollo Chino (BDC) han prestado a Venezuela 46.500 millones USD
entre 2008 y 2012, mientras que el Banco Interamericano de Desarrollo
solo ha prestado 6.028 millones de USD y el Banco Mundial absoluta-
mente nada durante el mismo período.
• En comparación con Brasil –principal socio chino en la región–, este
solo ha recibido hasta 2012 11.731 millones de USD en préstamos del
Gobierno Chino (ICBC, BDC y Banco Chino de exp./imp.).
• La deuda del Estado venezolano con el Gobierno chino entre 2008 y
2012 aumentó en casi 460 por 100: Fondo+ICBC+BDC+Intereses.

Cuarta fase, 2013 en adelante

Con la entrada en funcionamiento del Segunda Plan Socialista de la


Nación 2013-2019 o Plan de la Patria del Comandante Chávez se ha
dado inicio a una fase de profundización de la revolución socialista o del
Modelo Bolivariano.
Al revisar los puntos fundamentales de dicho Plan se evidencia que la
participación del Estado, de las Comunas –organizaciones locales ampa-
radas en la Ley de las Comunas, Lideradas por el Ministerio del Poder
Popular para las Comunas y Financiadas con los fondos previstos en las
Misiones Sociales–, del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y

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de las Fuerzas Armadas Bolivarianas –que une a los cuatro componentes
tradicionales de las FFAA y un quinto componente conocido como la Mi-
licia Territorial Bolivariana–, es cada vez mayor sobre la economía, la
sociedad y las instituciones (Plan de la Patria, 2012).
De hacerse una línea del tiempo, la segunda administración de Hugo
Chávez entre 2007 y 2013 sería considerada en paralelo a la legislatura
entre 2005 y 2010, el momento clave en que cambió por completo el país
en términos institucionales, culturales, socioeconómicos y al mismo tiem-
po, diplomáticos.
Hablar de Socialismo en Venezuela en términos estrictamente ideoló-
gicos pierde sentido en la medida en que la economía lo que ha hecho es
profundizar el carácter rentista y dependiente al capital petrolero interna-
cional, por no olvidar que pese a los esfuerzos discursivos y retóricos de
parte del oficialismo por promover una sociedad menos consumista y ma-
terialista, Venezuela es hoy por hoy uno de los mercados principales en
Latinoamérica, con una clase media considerable y unos patrones cultura-
les de consumo más similares a los de EE.UU. que a los de los países que
practicaron el socialismo durante la Guerra Fría.
No obstante, si definiéramos al socialismo desde el punto de vista del
Modelo Bolivariano, entenderíamos que de lo que trata es de lograr el
control de la sociedad por vías institucionales y a sabiendas que el motor
económico –la industria petrolera– es controlado por el Estado. Por lo que
estamos frente al desarrollo de un capitalismo de Estado más cónsono con
el modelo económico en China, donde las decisiones económicas siguen
las instrucciones del Politburó chino.
Por otra parte, el desarrollo de un Estado de bienestar paralelo al Esta-
do, como es el caso de las Misiones Sociales quienes operan más dentro
del marco de la Industria Petrolera Nacional y no bajo el control de los
Ministerios (Jacome, 2011), al igual que unas fuerzas militares paralelas
a las FFAANN –la Milicia Territorial Bolivariana– y unas organizaciones
de base comunal que se espera tomen mayor control sobre los consejos
municipales, indican que el gobierno se prepara para un estallido revolu-
cionario mayor o bien que el Partido Socialista Unido de Venezuela teme
perder su cuota de poder dentro de la sociedad y las instituciones, hacien-
do que una parte del partido gire hacia la izquierda y la otra se mantenga
en un centro socialdemócrata.
Es dentro de este fenómeno de cambios que se ha venido dando la cri-
sis económica que afecta a la Administración de Nicolás Maduro, gene-
rando enfrentamientos en el seno del oficialismo que se han traducido en
la salida del Ministro Giordani como encargado de la cartera de Planifica-
ción y la entrada del Ministro de Energía y Minería Ramírez –antigua-
mente presidente de la Estatal Petrolera PDVSA– a la Vicepresidencia de
la República, para posteriormente pasar al Ministerio de Relaciones Exte-
riores.

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Estos dos cambios no solo son fundamentales para una transición de
vuelta al centro político, sino también permiten entrever unas líneas de ac-
tuación distintas en relación con China. Puesto que Giordani como Minis-
tro de Planificación desde el 2000 fue el mayor impulsor de una postura
más radical de izquierdas y de mayor control económico sobre la socie-
dad, al mismo tiempo de ser el encargado principal de las relaciones con
las contrapartes chinas.
Ramírez también fue quien tomó control de la industria desde el 2003
y ha sido quien desde el punto de vista económico ha llevado a cabo la
conducción del país y de las relaciones de suministro e inversión con
China.
Adicional a estos dos cambios, el gabinete de ministros del Presidente
Maduro fue organizado por personas vinculadas a los acreedores chinos,
dejando a un lado a militares y miembros del PSUV (Datanálisis, 2014).
Para el gobierno chino, el principal punto de referencia siempre fue
Hugo Chávez, a quién se le vio no solo como un aliado en Latinoamérica,
que vía la retórica anti EE.UU. permitía una apertura de espacios para la
presencia china, sino también como un líder populista dependiente del
respaldo exterior que permitió una mayor facilidad para la entrada y con-
solidación de los intereses chinos en el país (Myers, 2014).
Ahora bien, desde que Hugo Chávez murió, el gobierno chino, si bien
ya había cultivado relaciones con Maduro debido a su papel anterior
como Ministro de Exteriores, ha tenido que adaptarse a los nuevos cam-
bios institucionales y económicos que afectan a Venezuela, puesto que la
salida de Giordani y el ascenso de Ramírez envían un mensaje claro a los
capitales internacionales y los acreedores mundiales: Venezuela quiere
volver a una senda moderada y realizar reformas económicas puesto que
la sociedad venezolana en este momento se encuentra en fase de descon-
tento generalizado (Keller & asociados, 2014) y que tanto oficialismo
como oposición parecieran estar negociando una nueva transición para
rescatar la economía y evitar un estallido social o un golpe militar.
Frente a todo esto, la posición venezolana ha sido más vulnerable en
las negociaciones internacionales, haciendo que la Administración actual
deba hacer frente a la salida de inversores y socios estratégicos en secto-
res industriales o de infraestructura, quienes están descontentos por la
falta de cumplimiento en los pagos u obligaciones de deuda de parte de
las autoridades venezolanas. Ejemplo de esto lo vemos en casos tan dis-
tintos como el de Chevron o Connoco Phillips quienes salieron de las
operaciones de los campos petrolíferos en Venezuela y llevaron el caso a
los tribunales del CIADI, así como los casos de Petronas –Petrolera Esta-
tal de Malasya– o de Lukoil –Petrolera Estatal Rusa– quienes también
dejaron las operaciones en los campos por problemas en los compromisos
financieros con PDVSA.
Toda esta situación debe ser cubierta o bien por el Estado venezolano

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con fondos externos, o bien por operadores externos y es en este punto
donde la participación de China aumentó considerablemente. Vale la pena
mencionar que en Venezuela una buena parte de los fondos prestados vía
los distintos mecanismos –principalmente Fondo Chino-BANDES-PDV-
SA–, han ido dirigidos a infraestructura vial o habitacional, tecnología
energía y minería (Ríos, 2012; Sun, 2012; Rosa, 2013; Córdoba, 2013).
Bajo un enfoque de realpolitik China se está asegurando una mayor
influencia sobre la economía de Venezuela por la vía de las inversiones y
los préstamos, puesto que a mayor participación multi-área de la coopera-
ción y la inversión chinas en el país, mayor es el compromiso de Vene-
zuela por suministrar de recursos a China, así como el nivel de deuda con
esta, lo que es cónsono con los intereses estratégicos chinos.
Políticamente hablando, el gobierno chino ha dado su apoyo a Nicolás
Maduro desde su victoria en las elecciones de abril de 2013 –altamente
reñidas y con una diferencia de alrededor de 200.000 votos frente a su
contrincante opositor y social cristiano Enrique Capriles–, cuando hubo
protestas en contra de su elección, pasando por los cambios dentro de la
Asamblea Nacional con la salida de diputados opositores, así como otros
enfrentamientos que ha tenido con la opositora Mesa de la Unidad Demo-
crática (MUD) y más recientemente desde febrero de 2014, con las pro-
testas de la oposición en las calles del país que han hecho que Maduro
haya pedido la intervención de la UNASUR y la atención internacional
por lo que desde la perspectiva radical del gobierno, era un intento de
Golpe de Estado con apoyo de los EE.UU. mediante acciones subversivas
de calle que propiciasen un estallido social que tuviera que ser reprimido
por el ejército.
En todos estos aspectos el Gobierno chino ha vuelto a hacer uso del
principio de la Soberanía y la No Intervención en sus declaraciones de
apoyo a la Administración de Maduro, pero al mismo tiempo ha sabido
entender que de perder a su principal aliado en el país, estaría frente a una
situación de transición hacia un tipo de gobierno que pudiera atreverse a
desconocer las obligaciones y los compromisos con los acreedores y em-
presarios chinos, siendo una de las preocupación de la nueva China del
siglo XXI.
No es casual que todo esto se esté tomando en consideración ya que
desde 1974 el comercio ha pasado de 1,4 millones de USD a 19.200 Mi-
llones de USD en el 2013, los préstamos hasta ese año eran de casi 50.000
millones de USD, los proyectos entre ambos rondaban los 276 y los pla-
nes los 67 (Correo del Orinoco, 2014).
Por lo tanto, para China Venezuela no es solo un socio estratégico, es
una apuesta de alto riesgo que le permite tener acceso a mecanismos de
compensación más fuertes y que aten más al país a la órbita geopolítica
china (Myers, 2014).
Sin embargo, luego de la reciente visita de Xi Jinping al país a finales

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del mes de julio de 2014 y su gira por Cuba, Brasil y Argentina, así como
su asistencia a la cumbre de los BRICS en Brasil, China ha enviado un
mensaje claro al mundo y es que sus relaciones con Latinoamérica serán
ampliadas y fortalecidas, lo que al mismo tiempo podría ser interpretado
como una mayor dependencia de la región a los capitales chinos en el
sector primario exportador (Toro Hardy, 2014).
Luego de la Cumbre del 21 y el 22 de julio de 2014 entre China y Ve-
nezuela se lograron nuevos acuerdos que podrían ser divididos entre 16
Acuerdos Públicos y 22 Acuerdos Privados entre empresarios y organiza-
ciones (Correo del Orinoco, 2014). Todos ellos promueven una mayor
participación en la economía venezolana principalmente en el plano ener-
gético y tecnológico, por no olvidar la presencia china en las operaciones
de infraestructura que vienen a fortalecer a la Gran Misión Vivienda y al
desarrollo vial del país.
De todos estos acuerdos el más relevante es la extensión de una mayor
línea de créditos al país vía distintas instituciones de ambos países, lo que
hace que la deuda de Venezuela con China aumente a casi los 55.000 mi-
llones de USD y el suministro de crudo a China sea de casi 800 MBD.
Tómese en consideración que la producción venezolana actualmente es
de entre 2.400 y 2.900 MBD –la diferencia es según la fuente, OPEP en el
primer caso y PDVSA en el segundo–, lo que quiere decir que el país su-
ministra alrededor de la tercera parte de su producción a China como mé-
todo de pago a unas deudas que van en aumento y que no solo culminan
en sectores como el energético si no también en el tecnológico y financie-
ro (PDVSA, 2014).
Desde la formación a la administración pública venezolana hasta el
posible lanzamiento del tercer satélite venezolano Venesat-III –el segun-
do fue lanzado con apoyo de Irán–, pasando por el ensamblaje de unida-
des móviles chinas en el país y una mayor participación de los acreedo-
res chinos en las industrias básicas de la minería, la siderurgia y la
electricidad.
Todos estos acuerdos vienen a darle un respiro a la Administración de
Maduro y al mismo tiempo lanzan un mensaje de tranquilidad a los acree-
dores internacionales, puesto que antes de dicha Cumbre el país se encon-
traba frente a la posibilidad de un quiebre financiero y por ende de una
mayor necesidad por colocar a personalidades socialdemócratas en la
conducción del país, algo que generaba fricciones internas en el Modelo
Bolivariano.
Maduro ha podido también darle un respiro a la economía y a PDVSA
con los nuevos fondos provenientes de china, pero no ha podido resolver
los problemas mayores y eso se ha traducido en un descenso muy grande
de su popularidad (Keller & Asociados, 2014), lo que aunado a los cam-
bios que se venían dando en Venezuela desde la era Chávez, viene a debi-
litar la percepción venezolana sobre los aliados del gobierno.

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Percepciones de la sociedad venezolana

Es dentro de toda la situación descrita anteriormente y en base a la


evolución de las relaciones entre el Modelo Bolivariano y el Consenso de
Beijing, que deben analizarse las repercusiones sobre la población vene-
zolana que han generado estos cambios y su postura frente a los ciudada-
nos chinos en el país y la creciente presencia de empresas, bancos y orga-
nizaciones chinas.
Ciertamente en Venezuela los sentimientos en contra de los inmigran-
tes no están ausentes, por no mencionar los prejuicios internos entre opo-
sitores y oficialistas o los patrones clasistas. A pesar de los índices de
violencia y criminalidad de los más altos en el mundo (UNODC, 2014), la
violencia no ha cruzado a los umbrales de la xenofobia en contra de las
comunidades migratorias.
Hasta el momento no se han reportado casos de ataques a las comuni-
dades chinas en el país de parte de grupos radicales de oposición o de
grupos nacionalistas afectos al gobierno. Eso no ha pasado hasta el mo-
mento, como tampoco ha habido ataques contra las comunidades árabes
por su participación a favor del gobierno. Es necesario recordar el ataque
a la sinagoga de Caracas en 2009, así como el ataque a la embajada de
Cuba durante el Golpe de 2002, pero más allá de estos acontecimientos,
las opiniones o posturas en contra de las comunidades de extranjeros no
han ido más allá de los prejuicios internos.
Es cierto que en la medida en que el Modelo Bolivariano profundiza
un nacionalismo reivindicativo a un punto en que los sentimientos encon-
trados de los individuos pueden ser radicalizados por un supuesto apoyo
institucional. De hecho, la dinámica del conflicto político en Venezuela se
ha tornado cada vez más violenta y la sociedad no supera la polarización
política en vísperas de las elecciones legislativas el año 2015.
Las décadas de 1980 y 1990 generaron en el país un sentimiento de
rechazo a las políticas neoliberales de ajuste estructural. Dicho rechazo se
debió a asociar el nivel de deterioro de la misma economía venezolana
con las políticas de ajuste estructural que venían impulsando las adminis-
traciones socialdemócratas y socialcristianas, siendo una de las razones
detrás del advenimiento de la revolución bolivariana.
La sociedad venezolana, al igual que cualquier otra, tiende a sentirse
afectada y vulnerada cuando ve las condiciones económicas deteriorarse
y debido a que dicho deterioro se ha dado en paralelo a la entrada econó-
mica de China en el país, se tiende a generalizar y asociar dicho deterioro
con la presencia china en la economía y la sociedad.
No obstante, no hay evidencia oficial y pública de instituciones socia-
les alertando sobre el impacto de la migración china en el país o haciendo
llamados para frenar dicha migración o atacar a algún empresario, diplo-
mático o ciudadano chino en Venezuela.

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Salvo comentarios aislados o críticas al modelo económico, no existen
comunicados oficiales de instituciones o publicaciones académicas que
estén fomentando una postura determinada en contra de las comunidades
chinas asentadas en el país.
Todo sigue estando al nivel de las percepciones personales de los indi-
viduos, que en una sociedad con dilemas de convivencia es más fácil que
adopten una postura radical y permitan que se propaguen las ideas xenó-
fobas entre grupos que antiguamente no eran tildados de violentos y radi-
cales.
Es importante tomar en consideración que aún es muy pronto como
para analizar las repercusiones de los nuevos acuerdos bilaterales entre
ambos países y cómo ello afectará realmente desde el punto de vista labo-
ral y político a Venezuela.
La situación económica venezolana está muy delicada y el año 2015
será fundamental debido a las elecciones legislativas y la posibilidad de
un cambio de rumbo en materia económica.
Los acontecimientos del año 2014 en Venezuela no pueden desestimar-
se porque se está al borde de un estallido social que ciertamente podría
representar un retroceso en los niveles de bienestar y gobernabilidad, por
no mencionar que ello desembocaría en una interrupción del suministro
de crudo y otros minerales, así como inseguridad para los empresarios y
ciudadanos chinos en el país –inseguridad que afectaría a todos por igual
sean venezolanos o extranjeros–, algo que sí afectaría a los intereses chi-
nos en el país y que de alguna u otra manera explica la razón detrás del
interés chino porque haya paz y estabilidad en Venezuela, lo que le obli-
garía al Gobierno de la República Popular China a cultivar una buena re-
lación con los actores opositores y a promover junto a ellos y otras insti-
tuciones los estudios interculturales en el país.
Es fundamental promover estos estudios para evitar que Venezuela sea
presa de los prejuicios culturales que culminan en xenofobia y que hasta
el momento no se han transformado en una amenaza real en contra de las
comunidades china asentadas en el país.

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Colaboradores

Ignacio Bartesaghi, Doctor en Relaciones Internacionales, Magíster en


Integración y Comercio Internacional y posgraduado en Negocios Inter-
nacionales e Integración. Director del Departamento de Negocios Interna-
cionales e Integración de la Facultad de Ciencias Empresariales de la
Universidad Católica del Uruguay, Coordinador del Observatorio Améri-
ca Latina Asia-Pacífico de ALADI, CAF y CEPAL. Profesor de la Univer-
sidad Católica del Uruguay y de la Universidad de la República. Integra
el Sistema Nacional de Investigadores del Uruguay y ha publicado un
importante número de artículos y libros en la disciplina.

Joaquín Beltrán Antolín, antropólogo. Profesor y coordinador de Estu-


dios de Asia Oriental en la Universidad Autónoma de Barcelona. Investi-
gador Principal del Grupo de Investigación InterAsia. Director de la Bi-
blioteca de China contemporánea de Edicions Bellaterra, Barcelona y de
InterAsia Papers, CERAO-UAB. Especialista en migración internacional
y diáspora china en aspectos relacionados con identidad, economía, edu-
cación, salud, sociolingüística, religión, arte y producción cultural. Entre
sus obras destacamos Los ocho inmortales cruzan el mar. Chinos en Ex-
tremo Occidente (Bellaterra, 2003); Perspectivas chinas (Bellaterra,
2007); Empresariado asiático en España (coeditado con Amelia Sáiz, CI-
DOB, 2009); La interculturalidad (UOC, 2015).

Marcos Cordeiro Pires, Livre-Docente em Economia Política Interna-


cional na Universidade Estadual Paulista (Unesp) e Doutor em História
Econômica (USP). Professor do Curso de Relações Internacionais e do
Programa de Pós-Graduação em Ciência Sociais na Unesp, na Faculdade
de Filosofia e Ciências-FFC/Marília. É diretor Adjunto do Instituto Con-
fúcio na Unesp e Vice Coordenador do Instituto de Estudos Econômicos
e Internacionais. Coordena com Luís Antonio Paulino o Grupo de Pesqui-

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sa dos BRICS. Suas pesquisas se relacionam com o impacto da ascensão
da China nas relações Sul-Sul, particularmente com o Brasil.

Hugo Córdova Quero, Profesor adjunto y Director del Departamento de


Educación Online en el Starr King School, Graduate Theological Union,
en Berkeley, California, EE.UU. Doctor en Estudios Interdisciplinarios en
Religión, Etnicidad y Migración (2009) y Magíster en Teología Sistemá-
tica y Teorías Críticas (Feminista, Queer y Poscolonial) (2003), ambos
por el Graduate Theological Union. Miembro de los grupos de investiga-
ción Emerging Queer Asian/Pacific Islander Religion Scholars (EQARS),
Grupo de Estudios Multidisciplinarios en Religión e Incidencia Pública
(GEMRIP) y Queer Migrations Research Network. Autor de numerosos
capítulos de libros, artículos y coeditor del libro Queering Migrations
Towards, From, and Beyond Asia (Palgrave MacMillan, 2014).

Yrmina Gloria Eng Menendez, socióloga y antropóloga. Profesora en el


Departamento de Estudios Teóricos y Sociales de la Cultura, Facultad de
Artes y Letras y del Departamento de Sociología de la Universidad de La
Habana, colaborando con otras instituciones en Cuba y en el extranjero.
Por 15 años coordinó la cooperación académica de dicha universidad con
países de Asia-Pacífico. Enseña e investiga en el área de Estudios Orien-
tales sobre cultura, tradiciones y presencia china en Cuba y América Lati-
na y El Caribe, relaciones e influencias interculturales Oriente-Occidente.

Javier García Chacón, Licenciado en Estudios Internacionales y en


Ciencias Políticas, es Master en Economía Internacional y Desarrollo. Ha
desempeñado labores como Analista, Consultor, Planificador, Administra-
dor de Proyectos y Profesor. Trabajó con los Ministerios y Corporaciones
Estatales de Energía y Ambiente de Venezuela, la Agencia Española de
Cooperación Internacional para el Desarrollo en Filipinas, con Intermón
OXFAM en Madrid, dentro del Programa de Naciones Unidas para el De-
sarrollo en Venezuela y como Profesor e Investigador en las Universida-
des Central de Venezuela y Complutense de Madrid respectivamente.
Autor de La Salida de Venezuela de la CAN y sus repercusiones ambien-
tales (CENDES-UCV, 2008).

Francisco Javier Haro Navejas, Profesor-investigador de la Universidad


de Colima. Ha ofrecido cursos en la Universidad Autónoma de Barcelona
y en El Colegio de México. Pertenece al Sistema Nacional de Investigado-
res nivel II. Algunos de sus trabajos más recientes son China y su entorno
geopolítico. Políticas e instituciones de la integración regional (coord. con
Juan José Ramírez Bonilla, El Colegio de México, 2014), Asia. Historia de
las relaciones internacionales de México, 1821-2010 (Secretaría de Rela-
ciones Exteriores, 2011), «China in the Central America and Caribbean

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Zone» (Latin American Policy, 2013), «La dimensión institucional en la
relación ANSEA y OCS» (México y la Cuenca del Pacífico, 2013), «The
People’s Republic of China in Central America and the Caribbean: Resha-
ping the Region» (en China Engages Latin America, Lynne Rienner, 2011).

Yair Candelario Hernández Peña, Profesor en la Facultad de Ciencias


Sociales y Políticas de la Universidad Autónoma de Baja California, Mé-
xico. Especialista en relaciones internacionales con posgrado en adminis-
tración pública. Ha sido profesor visitante en diferentes instituciones
como Facultad de Estudios Superiores-Acatlán de la Universidad Nacio-
nal Autónoma de México.

Evelyn Hu-DeHart, Professor of History, American Studies and Ethnic


Studies at Brown University. Ex-Director of the Center for the Study of
Race and Ethnicity in America, and Director of the Consortium on Ad-
vanced Studies in Cuba. Her research is focused in the indigenous peoples
on the U.S.-Mexico border; the Chinese diaspora in Latin America and
the Caribbean; and race relations and minority politics in the U.S. Select
publications include: Across the Pacific: Asian Americans and Globaliza-
tion (Temple, 1999); Asians in the Americas: Transculturation and Power
(UCLA, 2002); Voluntary Associations in the Chinese Diaspora (Hong
Kong U., 2006); Asia and Latin America (New York City, 2006); Afro-
Asia (Vanderbilt, 2008); Towards a Third Literature: Chinese Writings in
the Americas (City University of New York, 2012).

Catarina Reis Oliveira é socióloga e a coordenadora do Gabinete de Estu-


dos e Relações Internacionais do Alto Comissariado para as Migrações de
Portugal, desde 2005, e coordenadora executiva do Observatório da Imi-
gração (OI). Entre 2001 e 2005, lecionou no departamento de Sociologia da
Universidade Nova de Lisboa. O seu doutoramento é acerca das estratégias
empresarias de imigrantes. Entre as suas publicações destacam-se Estraté-
gias Empresariais de Imigrantes em Portugal (OI, 2004); Empresários de
Origem Imigrante (OI, 2005); «When Diversity Meets Heritage: Defining
the Urban Image of a Lisbon Precinct» (Routledge, 2012), «The determi-
nants of immigrant entrepreneurship and employment creation in Portugal»
(OCDE, 2010) e «Understanding the diversity of Immigrant entrepreneu-
rial strategies» (Edward Elgar, 2007). Em 2000 foi premiada pela Fundação
Calouste Gulbenkian na vertente de Multiculturalismo e Etnicidade.

Luís Antonio Paulino, Doutor em Economia (Unicamp). Professor da


Universidade Estadual Paulista (Unesp) na Faculdade de Filosofia e Ciên-
cias-FFC/Marília. É diretor do Instituto Confúcio na Unesp e membro do
Conselho da Matriz do Instituto Confúcio, em Beijing. É «short term con-
sultant» do Banco Mundial, consultor cultural do governo da cidade de

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Jining, na China, e supervisor convidado da Universidade de Hubei, Wu-
han, China. Foi assessor especial do Ministério da Fazenda do Brasil
(2003), secretário-adjunto da Secretaria de Coordenação Política e Assun-
tos Institucionais da Presidência da República Federativa do Brasil (2004-
2005) e Assessor Chefe do Ministério do Esporte (2012-2014).

Kenia María Ramírez Meda, Profesora-investigadora en la Facultad de


Ciencias Sociales y Políticas de la Universidad Autónoma de Baja Cali-
fornia, México. Fue estudiante de economía en la Universidad de Castilla
la Mancha, España y actualmente es candidata a doctora en Relaciones
Transpacíficas. Autora de libros, capítulos de libros y artículos arbitrados
en revistas nacionales e internacionales. Es colaboradora del cuerpo aca-
démico de Gestión y Políticas Públicas de su facultad.

Isabel Rodríguez Aranda, Doctora en Ciencias Políticas y Sociología,


Universidad Complutense de Madrid; Magíster en Estudios Internaciona-
les, Universidad de Chile; y Posgrado en Procesos de Integración de Asia,
Europa y América Latina, Universiteit Leiden. Directora de la Escuela de
Ciencia Política y Políticas Públicas e Investigadora del Centro de Estu-
dios de Relaciones Internacionales, Facultad de Gobierno, Universidad
del Desarrollo, Chile. Destacan sus publicaciones en el área de las Rela-
ciones Internacionales del Asia Pacífico, como Perspectivas y Oportuni-
dades de la Alianza del Pacífico (CESA, 2015), Diplomacia Pública de
China en América Latina: lecciones para Chile (RIL, 2014) además de
artículos en revistas especializadas.

Amelia Sáiz López, Socióloga, Doctora en Estudios Interculturales, y


profesora de Estudios de Asia Oriental en la Universidad Autónoma de
Barcelona. Estudiosa del género y de la sociedad en China, y género y
migración china en España, así como sobre la recepción de literatura chi-
na femenina. Entre sus obras destacan Utopía y género. Las mujeres chi-
nas en el siglo XX (Bellaterra, 2001); «Gender, Development and Asian
Migration in Spain: The Chinese Case», en The International Handbook
on Gender, Migration and Transnationalism (Edward Elgar, 2013); «Lec-
tura e interculturalidad. Estudio de caso sobre la recepción literaria china
en el contexto español», (OCNOS, 13, 2015).

Cristina Tapia Muro, Doctora en Ciencias Económico-administrativas con


orientación en Políticas Públicas. Actualmente es profesora-investigadora
de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad de Colima,
México. Su interés académico se encuentra en las intersecciones entre polí-
tica y sociedad civil en tanto en México como en Asia. Sus intereses se en-
focan en cultura política, participación social, entre otros temas. Ha publica-
do diversos trabajos, entre ellos uno dedicado a la crisis financiera en India.

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