Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
G. LUKACS
1.-BREVES RESEÑAS BIOGRAFICAS
-1885 Nace György Lukács en Budapest, el 13 de abril
-1904 Funda el teatro Thalia en su ciudad natal
-1906-1909 Colaborador habitual de revistas radicales literarias
-1909 Doctor en filosofía por la Universidad de Budapest
-1909-1910 Estudia en Berlín. Alumno de George Simmel. Conoce a Ernst Bloch
-1911 Publica El alma y las formas
-1912-1917 Viaja por varios paises. Estancia en Heildelberg. Amistad con Max Weber,
Emil Lask y Stefan George. Tras un periodo en Budapest al principio de la
guerra, vuelve a Heildelberg donde redacta Teoría de la novela . A finales de
1917 vuelve a Budapest
-1918 Ingresa en el partido comunista húngaro al poco de su fundación, el 21
de noviembre.
-1919 Se casa con Gertrud Bortstieber. Es nombrado Comisario del
Pueblo para la Instrucción Pública en la República Soviética de Béla Kun. Tras el
aplastamiento de la misma, pasó a la clandestinidad y posterior exilio en Viena,
donde es arrestado. Se organiza un gran movimiento exigiendo su liberación. Al
final de año es puesto en libertad
-1920-1921 Redactor de la revista Kommunismus
-1923 Publicación de Historia y conciencia de clase
-1924 En el V Congreso de la Internacional, ataques de Bujarin y
Zinoviev contra Lukács y Karl Korsch, entre otros, por su "desviacionismo de
izquierdas
-1926Moses Heses y los problemas de la dialéctica idealista
-1929Tesis de Blum Acusación de "desviacionismo de derechas".
Autocrítica y abandono de la actividad política activa.
-1930-1931 Estancia en Moscú. Colabora en el Instituto Marx-Engels-Lenin con
Riazanov
-1933-1934 Emigración a la Unión Soviética tras estancias en Berlín. Autocrítica a
causa de Historia y conciencia de clase . Miembro de la Academia de
Ciencias de la U.R.S.S.
-1938 Debates sobre el expresionismo
-1944-1945 Vuelta a Hungria tras la liberación. Numerosos cargos académicos y
Marxismo 48
profundizarse más en el sentido de sus fundadores. Y que, en cambio, todos los intentos
de superarlo o de corregirlo han conducido y conducen necesariamente a su
deformación superficial, a la trivialidad, al eclecticismo" 1. Han pasado unos setenta años
desde que Lukács publicó esa declaración de ortodoxia marxista. Durante este periodo
Lukács ha estado siempre presente en la autoconciencia del marxismo. La noción de
ortodoxia marxista, que es el centro de la reflexión de todo marxista sobre sí mismo,
puntúa la obra de Lukács en estos setenta años. Es un tema adecuado para hacer
memoria del viejo filósofo ya desaparecido, uno de los últimos intelectuales comunistas
de los que intervinieron activamente en 1717-1719.
La ortodoxia marxista del joven Lukács de 1923 es tan poco
enérgica como poco amiga de dogmas. El siguiente párrafo, de cita obligada en toda
conmemoración, la expresa con énfasis: "(...) suponiendo -aunque no admitiendo- que la
investigación reciente hubiera probado indiscutiblemente la falsedad material de todas
las proposiciones sueltas de Marx, todo marxista "ortodoxo" serio podría reconocer sin
reservas todos estos nuevos resultados y rechazar, sin excepción, todas las tesis sueltas
de Marx sin tener en cambio que abandonar ni por un minuto su ortodoxia marxista (...).
En cuestiones de marxismo la ortodoxia se refiere exclusivamente al método" 2. El
método marxista es, para Lukács la dialéctica, la comprensión del mundo como cambio,
como campo de revolución. En cambio, el marxismo de dogmas es para él el marxismo
de Kautsky, de Berstein, de Hilferding, de Bauer, de los Adler, despreciado por Lukács
hasta la injusticia porque ve que sus acumulaciones de saber marxista sobre la historia y
la economía no desembocan en ningún impulso revolucionario. hasta en su vejez ha
estado satisfecho Lukács por esta caracterización del marxismo que pone a éste, por de
pronto, en otro plano que el de los conocimientos científicos ordinarios (puesto que estos
pueden cambiar sin alterar la ortodoxia marxista). En el prólogo autocrítico puesto en
1967 a todos los textos que componen su célebre obra juvenil Historia y conciencia de
clase (uno de los principales clásicos de filosofía y del pensamiento político del siglo) ha
escrito al respecto: "Ya las observaciones introductorias (al ensayo ¿Qué es el marxismo
ortodoxo? ) ofrecen una determinación de la ortodoxia en el marxismo que, según mis
propias convicciones, no parece objetivamente verdadera, sino que también hoy, en la
víspera de un renacimiento del marxismo, podría tener una influencia considerable"
Efectivamente, lo que ha estado ocurriendo con el marxismo tiene
mucho más que ver con el marxismo del método y de la subjetividad de Lukács que con
el marxismo del teorema y de la objetividad de Althusser, por ejemplo o de los
seguidores de della Volpe, sin que, desde luego, se haya de incurrir en el desprecio del
conocimiento empírico objetivo que caracteriza el idealismo de la ortodoxia marxista de
Lukács de 1923.
Lukács insertaba su tesis sobre la ortodoxia marxista, la tesis del
marxismo como dialéctica, en la filosofía idealista de tradición hegeliana en que se
constituyó su propia autonomía filosófica respecto de sus primeros maestros, los
filósofos neokantianos de las ciencias de la cultura. Lukács busca en Marx la
corroboración de la lectura de Hegel como pensador revolucionario, y no le es difícil
encontrar en el joven Marx la confirmación de su tendencia idealista revolucionaria.
Marx, recuerda Lukács, «ha enunciado claramente las condiciones de la mentada
relación (la unidad) entre la teoría y la práctica. "No basta con que la idea reclame la
realidad; también la realidad tiene que tender al pensamiento"». Y Lukács sigue citando
a Marx: "Entonces se verá que el mundo posee desde hace mucho tiempo el sueño de
una cosa, de la que basta con tener conciencia para poseerla realmente" 3.
De esas nociones de Marx en que resuena el lenguaje de Hegel, va
a partir Lukács para recuperar su Marx revolucionario frente al Marx empírico y mero
teorizador de los autores de la II Internacional. Se puede decir que fueron tres los
caminos del Marx revolucionario en la crisis de la socialdemocracia: el equilibrado
camino abierto por Lenin, que consiste en subrayar el factor subjetivo de la concepción
marxista, pero sin dejarlo desbordarse en un idealismo; el camino caracterizado por este
desbordamiento idealista, la contraposición de un Marx idealista al marxismo
limitadamente materialista y cientificista de la socialdemocracia, ignorante de la
dialéctica: este es el camino del joven Lukács; por último, el camino muy
minoritariamente seguido por los comunistas positivistas, que rechazan la dogmática
socialdemócrata. Hay que destacar que tanto los positivistas como los idealistas
acabaron cayendo en el extremismo. Lenin, movido a la vez por este hecho y por el
idealismo manifiesto de la obra maestra juvenil de Lukács, la criticó duramente en su
ataque al izquierdismo.
La raíz más profunda de la "ortodoxia" marxista idealista del joven
Lukács de 1923 es una trasposición revolucionaria de la tesis hegeliana de la identidad
entre sujeto y objeto. Para Hegel el proceso de conocimiento se aquieta en una
ensayo de 1920 La misión moral del partido comunista escribía ya, como Lenin mismo,
al que entonces conocía sólo insuficientemente: "Tras haber sido el educador del
proletariado para la revolución, el partido comunista tiene que convertirse en educador
de la humanidad para la libertad y la autodisciplina. Pero no conseguirá cumplir esa
misión más que si ejerce su obra educativa desde el principio sobre sus miembros".
El idealismo del joven Lukács tiene, pues, la justificación de un
intento de practicar la operación leninista: revalorizar el elemento subjetivo del
marxismo frente al objetivismo y al cientificismo de la socialdemocracia. EN el epílogo
de 1957 a MI camino hacia Marx , Lukács ha aludido a esa motivación de su idealismo
juvenil, comparándola con la de Lenin: "A comienzos del periodo del imperialismo, Lenin
ha desarrollado la importancia del factor subjetivo más allá de las doctrinas de los
clásicos". Queda el hecho de que, cualquiera que fuese la motivación, el resultado era
efectivamente un idealismo., tan poco consistente como cualquier otro, para guiar la
práctica revolucionaria. Como ha dicho autocríticamente el propio Lukács en 1967, en su
pensamiento juvenil negaba en la práctica la naturaleza, desconocía que el trabajo es
una categoría imprescindible en el análisis de la realidad social, y disipaba la realidad
política con implicaciones tan peligrosas como la reducción, en Táctica y ética , de la
fuerza del estado burgués" a la creencia del proletariado en esa fuerza. Pero lo más
grave es que llegaba inevitablemente a la anulación real de la práctica en la hipertrofia
idealista e intelectualista de la teoría. En Historia y conciencia de clase, el joven Lukács
reprochaba al Engels del Anti-Dühring el no atenerse estrictamente a Hegel para definir
lo metafísico, o sea, el no definir ´precisamente como metafísico el pensamiento
contemplativo que deja inmutado su objeto. La consideración metafísica, prosigue, "es
siempre y solo contemplativa, no se hace práctica, mientras que para el método
dialéctico el problema central es la transformación de la realidad. Si no se tiene en
cuenta esa función central de la teoría se hace del todo problemática la excelencia de la
dialéctica"13. Desde luego, Lukács no estaría pensando explícitamente en una dialéctica
como la hegeliana, que transforma el objeto en sustancia mental. Pero la contaminación
idealista es evidente porque en el mero contexto a la idea de transformación de la
realidad falta la idea de práctica material.
La consiguiente disipación de la práctica misma era demasiado
contradictoria con la motivación revolucionaria del propio Lukács. Por eso las críticas de
Lukács debieron caer ya en un terreno agrietado, bien dispuesto para que arraigara la
semilla.
Hacia 1924 empieza el "tercer periodo", según lo ha llamado Lukács
de su marxismo. El primero fue el de la mera curiosidad de estudiante, y vio a Marx
como científico destacado, a la vez respetado y atacado por los maestro académicos. El
segundo, la lectura hegeliana de Marx a que ya hemos hecho referencia; el tercero es el
de la lectura leninista de Marx que se anuncia en el ensayo de Lukács sobre Lenin. El
mecanismo desencadenador de este tercer periodo de la ortodoxia marxista de Lukács
no se reduce, sin embargo, a la lectura de Lenin. Otra vez opera, con la misma
fecundidad de siempre, la misma fuente y parte integrante de marxismo: "solo la fusión
con el movimiento obrero revolucionario, fruto de una práctica de años y la posibilidad
de estudiar las obras de Lenin (...) abrieron el tercer periodo de mi ocupación con Marx".
Este tercer periodo es el del clasicismo de Lukács. Su fundamento
es una contradicción muy interesante que tal vez podría servir para caracterizar toda
una época del movimiento comunista. Hay, por de pronto, en el Lukács de maduración
de la segunda mitad de los años veinte, la decepción por el incumplimiento de las
previsiones de la revolución mundial. Al efecto de esa decepción hay que sumar la
crítica hecha por Lenin del izquierdismo que Lukács había profesado en el periodo
anterior y el fracaso completo de "Blum", alias de Lukács en la clandestinidad, en su
intento de influir en la política de su partido. (Esta última decepción fue tan grande que,
según el mismo ha contado, le convenció de que era un incapaz como político y le hizo
abandonar siempre toda lucha por la definición política de su partido). Pero, por toro
lado, la consolidación del poder stalinista (Lukács creyó siempre en la razón histórica de
Stalin, pese a su enérgico antistalinismo en materia de organización del poder
socialista), le devolvió el optimismo y le inspiró como tarea de su vida al enlazar un
puente entre el pasado cultural y el futuro comunista. Esta y tarea caracteriza la labor de
Lukács entre 1930 y 1970, el Lukács de los grandes estudios literarios, del Joven Hegel
de la Estética y de la Ontología del ser social . Todas estas grandes producciones del
Lukács clásico quieren ser puentes o intentos de abrir camino sistemáticamente hacia el
futuro. El lenguaje de Lukács se hacen entonces académico. EL Lukács clásico es un
escritor casi enciclopédico, pero principalmente historiador, que intenta dar toda una
visión de la realidad, integrada en la historia, para facilitar comprensión del presente por
el pasado y por el futuro. Su modelo es a veces el viejo Goethe imperturbable y algo
sardónico, y siempre el Marx maduro de los años 1860: "Se ha de considerar la
afirmación de Marx -tan solo existe una ciencia única coherente de la historia, que
abarca desde la astronomía hasta la llamada sociología- como hecho fundamental del
Marxismo 56
ser".
La crisis del stalinismo fue también una crisis de Lukács. Según ha
contado varias veces, Lukács se había acostumbrado a llevar sordamente adelante un
forcejeo tenaz contra la política cultural de Stalin, pero la energía de esa pugna le venía
precisamente de la profunda convicción del acierto de las decisiones básicas que
constituyen el stalinismo: estatalización en un sólo país, política de alianza, rigor
administrativo, conformismo científico cultural en atención paternalista al atraso de las
masas gobernadas tradicionalmente. Las tomas de posición de Lukács contra Trotsky y
contra Bujarin son elocuentes. Esta convicción empieza a resquebrajarse (nunca se
hundió totalmente) en 1948, año en el cual, con la cristalización de la guerra fría, Lukács
ve amenazada e hundimiento su esperanza en un desarrollo progresivo de la alianza
antifascista de la guerra y piensa que el movimiento comunista repite los errores de
1920, esto es, su propio error (de Lukács) de extremismo. En el marco de las dificultades
de los paises no capitalistas de la Europa del este, la crisis del stalinismo de Lukács
culmina en la catástrofe húngara de 1956. Lukács es entonces, a título provisional,
ministro del primer gobierno Nagy y vive, como es sabido, la tragedia sangrienta de
aquel grupo: él fue uno de los pocos supervivientes de nombre famoso. La crisis madura
en Lukács, y éste, con su coherencia habitual, la trabaja en profundidad.
En realidad Lukács había visto muy pronto el riesgo de lo que luego
fue la vía stalinista, predibujado ya en tiempos de Lenin. En 1919 había escrito en La
función de la moral en la producción comunista "El proletariado se aplica la dictadura a
sí mismo. Esta medida es necesaria en interés de la supervivencia del proletarido
cuando faltan el resto conocimiento y la voluntaria orientación por los intereses de clase.
Pero no hay que ocultarse que este camino conlleva muchos peligros para el futuro".
Estas palabras se verificaban trágicamente en 1956, y desde
entonces se agudizaba la sensibilidad autocrítica de Lukács. En Lukács, como en
cualquier comunista inteligente, crítica del stalinismo es autocrítica, porque no es
sensato creerse insolidario de treinta años del propio pasado político, aunque uno tenga
sólo veinte. Destacadamente, Lukács ha indicado la raíz de la "deformación teórica" de
Stalin en la mala relación de la teoría con la práctica: "el gran salto que se produjo desde
Lenin hasta Stalin consistió justamente en que la "filosofía stalinista" correspondió el
papel principal a la resolución táctica de la política práctica de cada caso, de tal modo
que la teoría moral quedó degradada a la condición de guarnición, e superestructura, de
embellecimiento, no teniendo ya ninguna influencia sobre la resolución táctica".
La decisión de tomarse en serio la autocrítica del stalinismo le valió
Marxismo 57
postulados convenidos, o bien se arbitra una palabra, que puede ser el mismo término u
otra, que recoja el sentido explicado del viejo término, o sea, el sentido hecho y
coherente y, sin embargo, aún capaz de seguir recogiendo la mayor cantidad posible de
los usos empíricamente dados antes de la explicación. El primer procedimiento, la
determinación de un término por postulados, no es de verdad útil más que en la
construcción de sistemas formales o cálculos interpretados. El resultado de este método
tiene, en efecto, la exactitud requerida para un cálculo, pero presenta el riesgo de ser
muy restrictivo. La intervención de la convención, de la arbitrariedad controlada y
orientada, es aquí manifiesta y decisiva.
El segundo procedimiento es sin duda más indicado cuando no
existen ni la posibilidad ni la conveniencia de insertar el término explicado en un
sistema formal, porque se trate de una palabra que haya de quedar en el lenguaje
común. No hay que hacerse, por lo demás, la ilusión de que este procedimiento excluya
totalmente lo convencional. No se puede hablar sin convenciones. Pero, de todos modos,
el alcance de la convención es en este caso menos perturbador del discurso, porque se
trata de una convención que no ha de sustraer el término al lenguaje común. La
explicación es una convención que aspira a ser tan universal como las tácitas
convenciones de que está hecho el lenguaje cotidiano. Sin duda, al reconocer esto, hay
que admitir también que el reproche de arbitrariedad hecho a los polemistas del
realismo y el antirealismo es relativo, cuestión de grado. Pero así ocurre siempre en
cuestiones de método, la última palabra de las cuales dice la práctica, la de la
investigación misma o la de la vida social en general.
Por lo demás, el sentido común tiene algunos instrumentos para
decidir entre esas relatividades teóricas. Por ejemplo: respecto al término "realismo" no
parece negable que el sentido común crítico usa esa voz como nombre de un conjunto
de estilos. Ahora bien, de acuerdo con el uso igualmente común de las palabras, estilo
es un concepto que pertenece a la poética, al estudio, más o menos teórico, del hacer
artístico; y no a la estética, al estudio menos que más teórico, de lo tradicionalmente
llamado belleza y fealdad, o se, de ciertas reacciones suscitadas por los objetos de arte,
cualquiera que sea la poética que los ha producido, y por los objetos naturales, al menos
en sujetos que hayan tenido previamente la experiencia del arte. Sin duda es más
razonable y menos especulativo, hablar de "filosofía del arte, teoría del arte, sociología
del arte o e la experiencia estética", etc. Pero, por brevedad, es cómodo seguir usando el
término "estética".
Ahora bien: las relaciones entre el estudio de ciertos objetos
Marxismo 62
temáticos y un estudio cuyo tema es una práctica productiva (como es la poética) no son
nunca relaciones de implicación recíproca, ni siquiera de deducibilidad unívoca y única.
No hay duda, por ejemplo, de que el funcionamiento de las máquinas llamadas gruas se
explica por la mecánica clásica, pero de la mecánica clásica no se deduce la
construcción de ninguna clase particular de gruas, en el doble sentido de que no se
deduce de ella sin sumar a la teoría otros conocimientos de hecho y decisiones acerca
de objetivos, etc. , y de que la teoría pueda dar de sí los principios de muchas clases de
gruas, y también el principio del gato, que funciona al revés que las gruas.
La relación entre la mecánica clásica y los principios de la
construcción de gruas consiste solo en que los segundos se encuentran dentro del
marco de posibilidades abierto por la primera. Y si tal es el caso para las aplicaciones de
la mecánica clásica, aún lo será más para la poética, pueso que la teoría pura
correspondiente a ella -la estética, si la hay- será presumiblemente mucho menos
sistemática que la mecánica clásica.
Ciertamente se admitirá que una determinada estética, aunque no
permita deducir de sí unívoca y únicamente una poética, favorecerá algunas más que
otras. Y esto no porque definirá un campo de posibilidades conceptuales, como hace
cualquier teoría general respecto de prácticas fundadas en ella, sino, además y sobre
todo, porque la estética es, hasta ahora, muy ideológica, una construcción que responde
a necesidades o tendencias de clases sociales en determinadas circunstancias de
tiempo y lugar. El marco de posibilidades tiende entonces a ser muy constrictivo.
Eso indica que la fuerza o influencia de la estética o las estéticas en
el plano de la poética es un hecho ideológico. Ese hecho ideológico da probablemente
razón del intento de fundar estéticas realistas o antirealistas. Las primeras son
características de pensadores socialistas actuales, como Lukács. Pero el hecho es que,
desde Marx, el pensamiento revolucionario consecuente es antiideológico, y deja de ser
revolucionario en la medida en que se hace ideológico. El pensamiento de Marx ha
nacido como crítica de la ideología, y su tradición no puede dejar de ser antiideológica
sin desnaturalizarse.
Por otra parte: también es probable que la mera acumulación de
conocimiento histórico pueda pronto prestar, en este terreno del arte como en cualquier
otro, servicios antiideológicos estimables incluso antes de que la sociedad consiga
ganancia alguna en cuanto a claridad sobre sí misma. El conocimiento de numerosos
objetos de culturas pasadas y de culturas exóticas, así como el de los contextos
culturales de esos objetos, obligan ya hasta el más especulativo de los estetas a
Marxismo 63
establecida entre arte y realidad, subordinando a ella cualesquiera otras cuestiones del
ámbito estético y convirtiéndola a la vez en criterio definitivo de estimación crítica.
Sin duda, este será también el origen de muchas de las dificultades
a las que se enfrentará el propio Lukács y que en buena medida darán pie, así mismo, a
las encontradas reacciones producidas ante algunos de sus planteamientos.
De hecho, globalmente puede decirse que Lukács ha elaborado su
estética como desarrollo minucioso y como justificación teórica de una determinada
poética, la poética del realismo. Además, tal poética, no hay que olvidarlo, fue
consolidándose y tomando forma explícita a través de un prolongado, contínuo y
acrisolado ejercicio de la "crítica". Quizás sea el suyo un ejemplo verdaderamente
paradigmático de cómo Poética, crítica y estética pueden fundirse en un mismo y
compartido horizonte.
El objetivo que se propone G. Lukács de aclarar el lugar, las
posibilidades y los modos de comportamiento estético en el conjunto mismo de las
actividades humanas es uno de los temas favoritos de la reflexión estética a partir del
siglo XVIII, en base concretamente a especificar la caracterización y funcionamiento de
este determinado ámbito en el contexto sistemático de lo real. En este sentido, nos dirá
G. Lukács que: "concebimos el arte como un peculiar modo de manifestarse el reflejo de
lo real, modo que no es más que un género de las universales relaciones del hombre con
la realidad, en las que aquél refleja a ésta". Y añadirá, refiriéndose a su Estética que
"una de las ideas básicas, decisivas de esta obra es la tesis de que todas las formas del
reflejo -de las que analizamos ante todo la de la vida cotidiana, la de la ciencia y la del
arte- reproducen siempre la misma realidad objetiva" 14
Desde aquí, la tarea de analizar "la peculiaridad de lo estético,
arranca del condicionamiento propuesto por tal tesis y la correcta aplicación del
principio metodológico dialéctico -subrayando la necesidad de abordar la realidad como
un todo concreto y de no restringir la totalidad a una de sus partes, ni de reducir un
elemento a otro- haga que el estudio de cuanto de específico tenga dicho reflejo estético
deba llevarse a cabo paralela y comparativamente al análisis del plano propio de la
cotidianidad y de la peculiaridad del reflejo científico.
Ahora bien, el hecho de que el pensamiento cotidiano, la ciencia y
el arte reflejen la misma realidad objetiva supone también que dichos reflejos -que lo
son de una misma realidad- utilicen, a su vez, el mismo entramado categorial, en la
14 Lukács Estética I, pag. 21. Ed. Grijalbo. Barcelona 1966. (Volumen XX Obras Completas )
Marxismo 66
15 Ibidem I, 57
16Ibidem. I,58
misma realidad objetiva que reflejan, pero cada uno las refigura a su modo, con lo que
las categorías cobran en cada campo una función adecuada, de acuerdo con el método
específico de aproximación a la realidad que tiene cada uno de ellos. 19
A los largo de su estudio, con el fin de cualificar mejor el paulatino
desarrollo del reflejo estético en toda su complejidad, Lukács opta por armonizar, de
hecho, el enfoque del materialismo dialéctico con amplias complementaciones propias
del materialismo histórico: sobre todo cuando aborda la exposición de la génesis de los
reflejos a partir del plano de la cotidianeidad. Pero no vamos, lógicamente, a seguir aquí
el extenso desarrollo lukásiano de tal proceso, dado que supondría ir rastreando con él el
estado de la mixtura inicial de lo cotidiano donde in nuce se irían apuntando ya las
tendencias de los posteriores reflejos y de sus correspondientes conexiones y rupturas
con el animismo, la magia o la religión, y nos obligaría a subrayar también el
fundamental papel del trabajo y del lenguaje como protoobjetivaciones directamente
involucradas en ese movimiento de progresiva conformación de cada reflejo y, a su vez,
en la evolución histórica de la cotidianidad misma.
En cualquier caso, Lukács puntualiza una vez más cómo el reflejo
científico y el estético se diferencian en sí mismos, un vez constituidos, "por una parte,
tajantemente, de las complicadas formas mixtas de la cotidianidad (en las que prima el
inmediato criterio de la praxis), y, por otra parte, ven siempre cómo, de algún modo, se
les desdibujan esas mismas fronteras, porque las dos formas de reflejo diferenciadas
nacen de las necesidades de la vida cotidiana, tiene que dar respuesta a sus problemas,
y volverse a mezclar muchos resultados de ambas con las formas de manifestación de la
vida cotidiana hacen a ésta más amplia, más diferenciada, más rica y
profunda...levándola constantemente a superiores niveles de desarrollo" 20.
Tal modo dialéctico de explicar recurrentemente el papel de la
cotidianidad como punto de partida y de retorno de los reflejos, por un lado, preside la
explicación lukásiana del inicio de su génesis, y por otro, funciona, con sus
interacciones, como elemento mediador y hasta, en cierto grado, regulador de todo el
paulatino, desigual y contradictorio proceso evolutivo, en cuanto que la cotidianidad
encarna sus dos extremos ad quo y ad quem de sus necesarias y mutuas
interrelaciones.
Nosotros, tras esas puntualizaciones globales intentaremos esbozar
20Ibidem, I, 35
Marxismo 68
aquellos rasgos y puntos de la estructura general de la teoría del arte de G. Lukács que
guardan un enlace más directo con la cuestión de las conexiones entre arte y
cotidianidad.
En primer lugar hay que subrayar la importancia que, en el
conjunto de la Estética de Lukács, y en general de toda su construcción filosófica, tiene
la categoría de totalidad 21, como uno de los pilares del materialismo dialéctico: totalidad
en cuento infinitud de relaciones dialécticas, constitutivas de la propia realidad objetiva,
en el seno del devenir de la naturaleza y de la sociedad; exigencia de totalidad en
cuanto requisito metodológico y como cautela fundamental para la comprensión
correcta, coherente y unitaria, del desarrollo histórico de esa misma realidad.
Pero esa realidad en sí, que será reproducida por los distintos
reflejos, se presenta como una infinitud de determinaciones. Y, teniendo en cuenta el
modo específico de acercamiento y refiguración de tales reflejos respecto a la realidad,
Lukács nos hablará de que, por un lado, el valor de la abstracción científica consiste
precisamente en que reconoce esa infinitud y hace de ella el punto de partida y crea
formas (descubre leyes) con cuya ayuda puede determinarse con exactitud, descubrirse
concretamente y ponerse en conexión cualquier punto de esa ilimitación extensiva 22. Es
decir, que correlaciona la totalidad extensiva del en sí con la tarea del reflejo científico,
con el progresivo desarrollo de las construcciones de la ciencia.
Pero, por otra parte, Lukács subrayará que el reflejo artístico
renuncia desde el principio a la reproducción inmediata de la infinitud extensiva, y ello
porque este reflejo "no se orienta a la totalidad extensiva de la realidad, sino solo a la
infinitud intensiva de lo reproducido" 23.
Esto implica, de hecho, que el reflejo artístico, junto a la renuncia de la
reproducción de la totalidad extensiva, se impone a sí mismo un modo particular de
refiguración estética, desarrollando un fragmento de la realidad, pero que "como
reproducción intensiva de la totalidad y de las direcciones del movimiento (histórico) de
esa misma realidad, hace visible a ésta desde un aspecto determinado y esencial. Este
trozo de realidad, tiene en efecto la específica propiedad de que en él se expresen las
determinaciones esenciales de la vida entera, en la medida en que pueden darse en un
marco determinado, en su verdadera esencialidad, en sus correctas proporciones, en su
22Véase al respecto Prolegómenos a una estética marxista Ed. Grijalbo. Barcelona-México, 1969 pag. 273
23Ibidem.
Marxismo 69
real contradictoriedad, dirección del movimiento y perspectiva. Por ello, y sólo por ello,
puede y tiene que ser la obra de arte una totalidad cerrada (un "mundo propio"), una
formación puesta sobre sí misma" 24, capaz de enriquecerse, a su vez, la experiencia
estética del sujeto, a través de sus virtualidades evocadoras y miméticas.
Y ello porque este mundo propio de las obras de arte es el resultado
de un proceso antropomorfizador (el propio del reflejo artístico en su totalidad intensiva)
frente a la ineludible exigencia desantropomorfizadora del reflejo científico en su
refiguración de la realidad en sí como totalidad extensiva.
Sin embargo, es también necesario hacer referencia a la misma
categoría de "totalidad dentro del contexto de los planteamientos estéticos 25, referida
ahora no ya a la realidad en sí, ni a los requisitos metodológicos, ni tampoco al mundo
propio de la obra, sino al sujeto mismo de la experiencia estética, tanto creativa como
receptora. No en vano se nos reitera, recogiendo como es sabido, ecos de una rica y
prolongada tradición filosófica, que "lo estético se esfuerza siempre por despertar una
totalidad humana" 26.
Pero ambos modos de reflejar la infinitud de lo real (la totalidad
extensiva y la totalidad intensiva como quehacer respectivo de los reflejos científico y
estético), objetivados en sus correspondientes conformaciones, retornan a la
cotidianidad enriqueciéndola y aproximando sus aportes a la vida misma, desarrollando
así un proyecto de insistente superación y progreso, todo lo mediado, zigzagueante y
contradictorio que se quiera, pero real en el devenir histórico.
No conviene, pues, olvidar que "esas formas diferenciadas de
reflejo nacen de necesidades sociales de la cotidianidad y desarrollan con mayor pureza
posible sus específicas naturalezas esenciales -para satisfacer de modo óptimo aquellas
necesidades-, pero que con eso, en última instancia, no se produce ningún aislamiento
respecto de la práctica de la cotidianidad. Al contrario, los resultados objetivos y
subjetivos del reflejo científico y del reflejo estético afluyen constantemente a la práctica
cotidiana, enriqueciéndola y profundizándola sin superar, desde luego, su carácter de
cotidianidad (como lugar existencial del hombre entero); razón por la cual el nivel de
24Ibid., 183-184
25Un interesante análisis de la categoría de totalidad en Lukács ha sido desarrollado por Roy Pascal en el colectivo
editado por G.H.Parkinson: G. Lukács: él, su obra, sus ideas . Ed. Grijalbo. Barcelona, 1973. Cfr. pag.174 a este
respecto
27Ibidem, 292
31Prolegómenos..., pag.276
Marxismo 73
concretos hombres que las median, a concretos sentimientos que las expresan, tiene
que orientarse a la materialización de lo típico en el hombre y de las situaciones, a una
síntesis cuyo objeto sería el tipo como tal" 32 "Cierto que el arte no debe quedarse en la
mera comprobación de lo típico... En el reflejo estético de la totalidad no se trata solo de
comprobar, ni siquiera solo de destacar ales rasgos típicos del hombre, sentimientos
ideas, objetos, instituciones, situaciones, etc., sino que toda tipificación surge al mismo
tiempo en su concreto sistema dinámico de relaciones entre los diversos momentos
singulares,...produciendo en la totalidad de la obra una Tipicidad de orden superior : el
aspecto de un típico estadio de la evolución de la vida humana, de su esencia, de su
destino, de sus perspectivas" 33
Metódicamente, Lukács ha convertido a la categoría de
particularidad en el centro organizador del reflejo estético, sobre todo al desarrollar su
vinculación directa con el medio homogéneo y su especificación de "lo típico". Sin
embargo, la correlación entre forma y contenido, que de hecho se encuentra subyacente
tanto en la cuestión de la tipicidad como en la del medio homogéneo, no oculta la
prioridad del criterio del contenido, decantando así la función organizativa y
estructuradora de la particularidad al lado del contenido. A este respecto no hay duda:
"La conexión del contenido en el seno de la particular totalidad de la obra es el principio
de la decisión, y no los medios artísticos ni el tono emocional buscado, ni las auxiliares
construcciones técnicas"34. Esto no significa que la forma, por otra parte, no posea
ningún tipo de importancia: "La forma no puede hacer algo de la nada, pero puede crear
con meras posibilidades, es decir, con el contenido aún no conformado, una realidad
artística, puede aportar modificaciones cualitativas a la estructura aparente inmediata
del contenido. Tales posibilidades muestran las decisivas y autónomas funciones
perfeccionadoras de la forma en la obra" 35.
Todo esto no implica que Lukács no asuma el papel que la forma
desempeña en la creación del mundo propio de la obra, en la totalidad cerrada que esta
representa, reconociendo que, "por decisiva que sea la naturaleza del contenido para la
función de la forma, el hecho es que el nivel material o de contenido de la génesis de la
obra, no está cerrado, ni se transforma en mundo más que incoactivamente, y sólo la
forma es capaz de romper los vínculos del contenido con la realidad reflejada, y volver a
35IBID., pag.291-292.
Marxismo 74
37La diferencia entre hombre entero, y hombre enteramente debe ser explicada: l hombre entero de la
cotidianidad se orienta hacia la realidad "con toda la superficie de su existencia", en una inmediatez efectiva cuyo
criterio determinante es la praxis. El hombre enteramente se corresponde con el hombre entero pero con la
importante modificación dinámico estructural de sus cualidades, unitariamente movilizadas, se concentran, por
así decirlo, en relación a una determinada objetivación, en este caso, el reflejo estético.
Marxismo 75
cotidianidad como el antes y el después del reflejo artístico La relevancia de esa especie
de reducción o suspensión de lo cotidiano para la vivencia estética es definitiva, pues la
"puesta entre paréntesis no significa la eliminación, toda vez que el receptor no es
nunca una hoja en blanco ante la obra de arte, sino que llega siempre de la vida cargado
de impresiones, vivencias, pensamientos y experiencias que han arraigado más o menos
firmemente en él.
38Es evidentemente discutible esta afirmación si consideramos, sólo en nuestro país, el resurgir continuado de la
39Ya hemos analizado este problema al principio del presente desarrollo en relación al planteamiento marxista de
Lukács
Marxismo 76
claves de análisis están relacionadas con la actualidad plástica. Dicho de otro modo:
¿Está absolutamente desfasado el proyecto de Lukács o debe ser considerado, aunque
sea con el apoyo de otros proyectos complementarios, en la medida en que aún puede
aportar hoy algo al universo del arte?. Para ello necesitamos, en primer lugar, efectuar
un recorrido por la exposición que Lukács realiza sobre el tema, recorrido que, en primer
lugar, centraremos en su concepción de la vanguardia y en el papel que esta
desempeña, sin entrar de lleno en la problemática concreta del realismo (realismo crítico
y realismo socialista), si bien, como es de suponer, el realismo en general y el crítico en
particular, habrán de estar presentes, aunque sólo sea como antítesis del vanguardismo.
El estudio que Lukács realiza comienza planteando dos prejuicios:
1.-Con el realismo socialista se ha superado el realismo crítico
2.-Hay que combatir la idea de que sollo el vanguardismo tiene valor en la
literatura de la época. Hay que tener en cuenta que los planteamientos del Lukács
maduro coinciden plenamente con la época del máximo delirio vanguardista en el que,
en esencia, lo más importante es atenerse al criterio de la novedad. Nada menos
novedoso, en este sentido, que el realismo. Lukács es consciente del hecho, pero se
manifiesta contra corriente. "los otros", después de todo, no es que van contra corriente,
es que marchan a la deriva: "Un marxista (...) no puede dejarse arrastrar por la corriente
por el mero hecho de que la corriente sea fuerte. Máxime cuando en muchos casos estas
corrientes no son espontáneas, sino provocadas por los monopolios financieros" 40.
Para esclarecer cuales son las afirmaciones de Lukács tendremos
que comenzar por aclarar qué significan realismo y vanguardia dentro de su estética, de
acuerdo con lo cual., podemos establecer las siguientes afirmaciones:
1,-La diferencia entre realismo y vanguardia no radica en la técnica: no es
una mera cuestión de forma, sino que reside en la ideología del autor, en la imagen del
mundo que ha de plasmar y plasma en la obra, esto es, en la toma de posición del
escritor frente a su visión del mundo, en la valoración de la imagen del mundo captada.
Vanguardia y realismo suponen así una determinada cosmovisión y una manera
concreta de reaccionar ante la misma. Desde aquí, la distancia que a menudo pretende
establecerse en base a la adopción de nuevas técnicas formales por una parte, y la
adscripción monotemática a técnicas consideradas como clásicas (realismo), no tendría
ningún fundamento.. La mera utilización de recursos formales vanguardistas, entendidos
como "novedosos", no es razón suficiente para caracterizar la vanguardia literaria
40LUKACS "Entretien avec Antonin Liehm", La Nouvelle Critique nº156-157. Paris, 1964, pag 65
Marxismo 77
lukasiana, puesto que pueden ser utilizados, igualmente, por los escritores catalogados
por nuestro autor como realistas. La diferencia fundamental para distinguir
vanguardismo y realismo no es, por tanto, la existencia o no de innovaciones, sino el uso
que se haga de ellas, esto es, si son medio o fin en sí mismas.
2.-Para Lukács arte es : "un peculiar modo de manifestarse el reflejo de la
realidad, modo que no es más que un género de las universales relaciones del hombre
con la realidad, en las que aquel refleja a ésta". Se trata de responder ahora, de acuerdo
con esta definición a la pregunta ¿Qué es el hombre?, si queremos esclarecerla. Lukács
considera, desde la antropología aristotélica, que el hombre es una "animal político". El
elemento histórico y social es inseparable de su realidad efectiva. La singularidad se
mantendrá unida estrechamente a las circunstancias concretas, históricas, humanas y
sociales de su existencia (singularidad, particularidad y totalidad incardinadas de una
manera correcta). Si, por el contrario, apelamos a respuestas circunscritas de un modo,
por ejemplo, existencial, manifestando "la soledad ontológica del individuo",
entenderemos que el hombre existe esencialmente solo, ontológicamente al margen de
toda relación humana y social. En definitiva, se postulará la ahistoricidad de la
existencia manifestada en dos radicalidades:
a.-El curso del tiempo referido a cada ser humano empieza y acaba con él, por
tanto no hay nada que modifique ni sea modificado por su existencia
b.-El hombre no está relacionado con el mundo. Existe cierto dinamismo del
sujeto que contempla, pero no de la realidad contemplada.
Si el arte puede ser analizado desde dos polos, desde el sujeto, que
ya hemos concebido bien como un ser sólo, bien como un ser histórico, y desde la
realidad, de ésta última hay que decir que también podemos referirnos a dos maneras
de concebirla. Para analizar la realidad, Lukács recurre a la categoría de posibilidad: las
posibilidades abstractas y las posibilidades concretas (o reales). Las primeras serán
infinitamente más ricas que las segundas, aunque solo sea por la circunstancia de que
hasta el individuo menos imaginativo puede concebir un número ilimitado de ellas. El
subjetivismo moderno tendería a primar éstas, las posibilidades abstractas, frente a las
concretas, las cuales, en la medida en que se suponen la negación de las primeras, se
ven abocadas al desprecio. Más aún, mientras la posibilidad abstracta solo puede ser
concebida por el sujeto, la concreta exige su acción recíproca con los hechos objetivos,
esto es: "La descripción literaria de posibilidades concretas de hombres concretos en
Marxismo 78
concretas relaciones con el mundo exterior" 41. De este modo, en Lukács la categoría de
lo particular tendería a orientarse hacia la materialización de lo típico del hombre y de
las situaciones.
Así pues, solo la posibilidad concreta podrá proporcionarnos una
adecuada plasmación de lo típico real frente a lo abstracto, lo cual, si consideramos lo
dicho en el párrafo anterior, no podrá sorprendernos, pues sólo si vinculamos hombre y
mundo podrán surgir las posibilidades concretas de entre las múltiples posibilidades
abstractas.
La única forma de desarrollar una dialéctica entre posibilidades
abstractas y concretas es contrastando las primeras con el mundo y estableciendo
cuales de ellas son, en verdad, abstractas, y cuales, por imposible que hubiera podido
parecer, son concretas. (cuantas veces nos hemos sorprendido diciendo "jamás me
hubiera creído capaz de hacer lo que he hecho", es decir, puede ocurrir que
posibilidades que a priori consideraríamos abstractas se conviertan en concretas o
reales. Para ello es imprescindible el contraste con la realidad exterior).
Por lo que se refiere a la relación entre ambos tipos de
posibilidades, hay que destacar que si nos mantenemos recluidos en la realidad
subjetiva, si nos limitamos a tratar la realidad del sujeto, sin considerar la realidad
contemplada, resultará imposible discernir cuales son las posibilidades abstractas y
cuales las concretas. Sin embargo, aunque parezca una perogrullada, la realidad sólo
podrá estar constituida por las posibilidades reales (verdaderas), en contraposición a las
abstractas, que están siempre presentes, pero se reconocen como intrínsecamente
falsas. Si todo fuesen posibilidades bien abstractas o bien concretas, para Lukács
estaríamos anulando la dialéctica, y con ello procederíamos a la disolución de la
realidad. Este es para Lukács el tema fundamental de la vanguardia.
3.-Otra de las características de la vanguardia es su inclinación a lo
patológico, inclinación que sienta sus bases en la mencionada disolución de la realidad,
la cual supone, además, la disolución de la personalidad, disolución que se puede
observar en muchos de los personajes literarios actuales y que tendrá su representación
paradigmática en el comic. La preferencia por lo patológico se ha querido presentar,
además, como una forma de rechazo de la miseria del mundo existente, un modo de
denunciar la mediocridad y vaciedad de las sociedades burguesas que hacen de l
alienación individual y colectiva su propio sistema de dominación y perpetuación.
incluidos los lukasianos ortodoxos y los lukasianos a pesar de Lukács . Entre los delitos
políticos y civiles de Stalin y los delitos intelectuales del filósofo húngaro no existe
verdaderamente una diferencia a nivel de experiencia. En línea lógica son la misma
cosa"42
¿Se puede deducir de lo que a grandes rasgos hemos presentado
de Lukács semejante postura? Parece que no. Semejantes acusaciones solo pueden
explicarse si tenemos en cuenta el momento en el que están escritas. No hay duda d
que tras el XX congreso del PCUS 43, en 1956, y el desenmascaramiento de la política de
Stalin, se produce una fuerte bipolarización en los ámbitos marxistas que, con el paso
del tiempo, irá profundizándose hasta una total separación. En este orden de cosas, no
son tolerables posiciones intermedias, de "tercero n discordia", que es como el propio
Lukács se define. No se puede, sin más, rechazar a Lukács a partir de un prejuicio porque
hable de realismo y realismo socialista -por más que este término suene a ortodoxia
stalinista- o porque se permita poner entre paréntesis un movimiento como la
vanguardia que, en los años sesenta, es lo que ejerce el primado en el ámbito europeo
occidental. Investigar seriamente la razón de este hecho sería un bonito ejercicio,
analizando, por poner un ejemplo que puede hacer sonreír, la posible influencia de que a
cargo del MOMA hayan estado individuos pertenecientes a la CIA 44
42PIERO RAFFA Vanguardismo y realismo Ed. de cultura popular. Barcelona 1968 pag. 224.
44Al respecto podemos remitirnos al texto: V. COMBALIA El descrédito de las vanguardias Ed. Blume. Barcelona
1982
Marxismo 83
47IBIDEM.
Marxismo 86
48IBIDEM.
49IBIDEM.
50IBIDEM
Marxismo 87
esto significa para Garaudy es que el artista debe ser consciente tanto de la realidad
pasada como de la realidad viva en la que el hombre lucha y se constituye como tal.
Pero no sólo es esta visión del pasado y del presente lo que el arte debe incluir, también
ha de incorporar la visión de lo que la realidad debe ser, de lo que todavía no es: "un
realismo auténtico debe integrar también esa dimensión que los cristianos llaman
trascendencia y nosotros marxistas simplemente porvenir". El auténtico artista debe
darnos "el conocimiento y el amor del mañana"
Las consecuencias que se derivan de esta serie de afirmaciones son
las siguientes:
1.-Si el arte realista es una "promesa de felicidad" dificilmente puede alcanzar tal
calificativo el arte que está no sólo inmerso, sino incapacitado (entre otras razones
porque no lo desea) para escapar e la angustia
2.-Si el artista debe tener conciencia de la realidad viva y cambiante no podrá, en
ningún caso, permanecer ensimismado en su propia realidad subjetiva
3.-Si la conciencia de la realidad debe referirse al porvenir, debemos hablar de
perspectiva en el sentido de Lukács (Hay que anotar que Garaudy también piensa en el
socialismo).
Con todo, es evidente que las diferencias pueden, cuando menos,
relativizarse. Es cierto que Lukács da más nombres que Garaudy y que restringe el
campo de los artistas de un modo más atrevido, por ejemplo, pone serias dudas a la
labor de Beckett: es innovador por lo que se refiere a la forma, pero repite
incansablemente que él no quiere decirnos nada, es más, Lukács dice que efectivamente
no nos dice nada. Garaudy, por el contrario, dice si a Beckett, pero también es cierto que
no quiere ser acusado de neostalinista, ahora bien, ¿Por qué Beckett si y Pollock no? Si
se considera que el arte tiene una función social (da lo mismo que ésta se concrete en
una forma de conocimiento o en una forma de trabajo que modifique a la naturaleza),
habrá que establecer una línea entre los artistas que acepten su tarea como portadora
de una función social. Esto es lo realmente importante, ahora bien resulta más
indiferente el lugar en el que coloquemos la línea, porque esa función social y la
referencia a la realidad social se encuentran implícitas en el concepto de realismo.
En una línea diferente a la de Garaudy, mucho más radical, se
encuentras los ataques que realizó, con respecto a la teoría estética de Lukács Piero
Raffa. Su planteamiento es antagónico y supone una violenta reacción hacia Lukács
también desde dentro del marxismo.
Raffa considera que el arte es un sistema de signos, y diferencia
Marxismo 88
distintos tipos de signos artísticos, unos de los cuales serían los realistas, caracterizados
por ser portadores de una función cognoscitiva: "el realismo es un tipo de lenguaje
artístico cuya característica principal consiste en comunicar significados cognoscitivos
con la función subordinada de cualificar la actitud expresada" 51. Además, para él, el
realismo desempeña una función ético cultural que se concreta en dos consecuencias:
1.-Desmitificar la llamada realidad de las cosas, romper el velo de la "ilusión y la
hipocresía" de tal manera que el arte impida al hombre engañarse a sí mismo y a sus
semejantes
2.-Cumple una tarea pedagógica: el realismo proporciona al hombre algo que le
"sirve para la vida", porque despierta la conciencia del mundo real.
Para Raffa, en consecuencia, el realismo estará siempre, aunque
sólo sea indirectamente, comprometido. La semejanza con Lukács, en este punto, es
importantísima. Hay que tener en cuenta que Lukács achacó al propio realismo producto
de los paises socialistas de "naturalismo burocrático".
52Personalmente creo que no cabe plantear la "utilidad" del arte. Este no se mide por esa pregunta.