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“Al actualizar los mitos prehispánicos de México bajo el estilo de la rebelión surrealista,
Paz, Cortázar y Fuentes evitaron caer en la ortodoxia. No mostraron interés en emplear
fórmulas estilísticas o recursos retóricos del movimiento, y no acataron, desde luego, los
mandatos de los manifiestos oficiales del surrealismo. Sin embargo, cada uno aprovechó a
su manera el enorme caudal de liberaciones y experimentación”. El profesor Anthony
Stanton concluyó de esta manera su ponencia sobre la presencia de ciertos mitos
mesoamericanos en determinados textos, cronológicamente cercanos, de Octavio Paz, Julio
Cortázar y Carlos Fuentes. Quisiera, a partir de la conclusión citada, desarrollar algunas
ideas que considero pertinentes a propósito del trabajo del profesor Stanton, trayendo a
colación la influencia del surrealismo en Alejo Carpentier y en una noción del “método
surrealista” aplicado en Latinoamérica.
Asimismo, la labor etnográfica y/o de investigación que llevaron a cabo escritores como
Carpentier y Miguel Ángel Asturias permitió el conocimiento, la revalorización y, hasta
cierto punto, la actualización de las culturas prehispánicas de nuestro continente. Los
surrealistas demostraron un gran interés en tomar elementos de las culturas periféricas, no
occidentales, como parte de su proyecto estético, cultural e incluso político (recordemos el
manifiesto de 1924 de Breton).
Teniendo estas nociones claras, la propuesta del profesor Stanton resulta muy interesante e
innovadora: como vimos, Carpentier formula una especie de manifiesto artístico, estético y
cultural en el prólogo de “El reino de este mundo”, claramente en deuda a su contacto con
los surrealistas. Lo interesante está en atisbar esta mirada que exotiza, actualiza y re-
descubre un abundante valor estético en los mitos prehispánicos, mesoamericanos, en la
obra de escritores como Paz, Cortázar y Fuentes: estos escritores, ligados también al
surrealismo, ciertamente no tuvieron como objetivo formular proyectos o manifiestos
estéticos como el surrealista.
Sobre esto, el profesor Stanton mencionó que Cortázar hablaba del surrealismo “sin
escuela”, de la mayor eficacia del surrealismo en los no-surrealistas, es decir, más como un
“instrumento de liberación espiritual” para el autor que como la creación (o confección, en
palabras de Octavio Paz) de objetos estéticos. En este punto se imbrican las ideas de
Cortázar y Paz señaladas por el profesor: el surrealismo, como cosmovisión, permite la
transformación del sujeto en “poema viviente”, rescatando el aspecto artístico-literario, las
“liberaciones y la experimentación” que apertura el surrealismo. Estos autores, de manera
libre y bajo sus propios intereses artísticos, redescubren en los mitos mesoamericanos una
potencialidad estética para la creación artística, es decir, redescubren lo propio (al igual que
Carpentier), y encuentran en la tradición imaginativa del mito mesoamericano (en dioses
como Iztpapálotl o Xolotl) ciertos elementos que utilizaron en sus textos.
Marcando las distancias respectivas, Paz, Cortázar y Fuentes, no teniendo ningún interés
“en las fórmulas estilísticas o recursos retóricos”, y dejando de lado los “mandatos de los
manifiestos”, aprovecharon lo aperturado por el surrealismo y mirando hacia Mesoamérica,
hacia ciertos mitos que les permitieron, como señaló Octavio Paz, vivir una “experiencia
poética”, plantearon en sus textos diversas lecturas de los mitos y diversas formas de
actualizarlos: un mito de reconciliación (“Mariposa de obsidiana”, un desdoblamiento o
fractura del yo (“Axolotl” y “La noche boca arriba”), e incluso una “desidealización” del
substrato precolombino (“Chac Mool” y “Por boca de los dioses”). Cabe preguntarnos si la
utilización del mito en estos tres autores, específicamente en los cuentos señalados,
constituyo un telón de fondo para sus intereses literarios particulares o si se trata del
elemento principal/central de estos textos. Sin embargo, es innegable que, al interpretar los
textos señaladas en base al planteado “método surrealista en Latinoamérica”, se enriquece
el valor artístico de estos escritores “heterodoxos”.