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Escultura e instalación, entre volumen y espacio

Los adelantos técnicos, la accesibilidad a la información y la libertad de la forma sugieren


realizar gran variedad de formas en el plano de una escultura o en el espacio de una
instalación. La exploración de temas y formas facilita experimentar nuevas tendencias con
formas innovadoras y con una originalidad que sorprende al observador.

Una escultura es toda una obra de arte tridimensional. Su finalidad es expresar la belleza.
Consiste en moldear o esculpir en barro, en arcilla, cera y yeso. Otras formas de escultura
pueden consistir en tallar en piedra, en madera o en vaciado (escultura hecha con un molde,
generalmente formado de yeso). Otras esculturas pueden ser construcciones en metal,
plástico o de cualquier otro material.

El origen de la escultura, por tratarse de una actividad y de un arte puramente humano,


comienza desde el principio de la prehistoria cuando el hombre tuvo la oportunidad de
esculpir o modelar figuras. Como resultado de estas actividades, se crearon figuras realizadas
con perfecciones de diferentes cánones clásicos expuestas en espacios bien equilibrados. La
escultura ha sido y seguirá siendo el vehículo para difundir unos conocimientos o imágenes
tanto para la ornamentación como para la decoración, jugando con toda forma, espacio,
volumen, masa, movimiento, luz, expresión, acabado o diseño. La representación de la figura
humana, de los componentes de la naturaleza (vegetales y animales) y la representación de
lo abstracto son las distintas formas de expresión del escultor, quien siempre lleva una
perspectiva o proposición hacia un realismo perfecto.

La estatuaria comprende dos tipos: relieve y bulto redondo. La estatuaria de relieve es aquella
que está realizada o adherida a una superficie, por lo cual presenta un único punto de vista,
que es el frontal. Según lo que salga del plano se le llamará estatuaria de altorrelieve, de
medio relieve, de bajorrelieve o de hueco relieve. Las esculturas de bulto redondo son
aquellas que se pueden contemplar desde cualquier punto de vista y, de acuerdo a la parte del
cuerpo representada, se denominará de busto, de medio cuerpo, de tres cuartos, de torso, de
ecuestres, de sedente, de yacente, etcétera.

Por otra parte, la instalación es de carácter social y puede estar incluida en la escultura, pero
no de manera determinante. La instalación proviene de un movimiento contemporáneo de la
década de los sesenta, que se caracteriza dependiendo del lugar en que dicha instalación se
realice. Cabe mencionar que desde la época de Marcel Duchamp las instalaciones han
revolucionado al mundo artístico. Las mismas se enfocan en el tiempo, en el volumen y en
el espacio, asumiendo las mismas características de la escultura. Las instalaciones son un
fenómeno que no ocurre en un ensamblaje artístico ya que permanecen igual en cualquier
sitio y se adaptan a él. En las instalaciones, el objeto real permanece en la vida cotidiana, y
el instrumento y la propuesta estética del artista son lo que lo incorporan a una realidad social.

La instalación es una expresión artística que se realiza a partir de multidisciplinas. Consiste


en un trabajo en el cual la elaboración toma la parte técnica dentro de la pieza teniendo la
presencia activa del espectador. Por medio de esta expresión artística pueden encontrarse las
percepciones, los conceptos, los mensajes, las emociones, las imágenes y hasta los sonidos
de una obra. Las diferencias entre la instalación y la escultura consiste en el sonido —que
consta de la interacción de un elemento sonoro con las artes plásticas—, en la forma en la
que afectan a los objetos y a los elementos visuales, y en la manera en que se desenvuelven
en el espacio y en el tiempo.

La instalación artística es una forma de arte que involucra otras escenas y movimientos
artísticos y que provee una nueva visión dentro del ámbito cultural en donde ya todo está
visto, a través de la cual se tratan de generar nuevas formas de experimentar, sentir, percibir
e interactuar entre el espectador y el artista. Esto diferencia a la instalación de la escultura,
ya que la última es una ornamental y decorativa permanente. En Puerto Rico, se puede
mencionar a Antonio Martorell como el maestro de las instalaciones del arte contemporáneo
puertorriqueño, con sus obras Librería (1998) y Navegaciones y regreso (2001).

La escultura y la instalación son vinculadas con la sensación del espacio, ya que el artista
juega con el volumen en un espacio determinado, incluyendo para los ojos del espectador el
espacio, la forma y el volumen. El volumen se manifiesta de diferentes formas o maneras.
De acuerdo al volumen de una escultura o instalación, estas se presentan con diferentes
aspectos de formas geométricas, o de superficies planas o elevadas. Desde el principio de la
historia del arte, las esculturas son representadas o realizadas en diferentes superficies que
llevan al espectador a ver diferentes panoramas visuales que juegan con el espacio y el
volumen. Este espacio o este volumen se componen de sencillas formas geométricas tales
como la esfera, el cubo, el cilindro y el cuadrado, entre otras. Estas formas articulan un
volumen para crear una realidad visual.

El hombre, a través de la escultura o de la instalación, consigue expresar una intelectualidad


en volumen y forma para poder conquistar, no tan solo lo interior, sino también lo exterior;
a través de la búsqueda de diferentes volúmenes configurados, superficiales, visuales y
terminados. Un gran ejemplo de esto es la escultura cubista, la cual busca relacionarse con
un volumen interior, a la vez que el espacio sigue siendo de continuidad a la misma. Podemos
mencionar como ejemplo y máximo exponente del arte cubista al artista español Pablo
Picasso, quien fue uno de los primeros en trabajar con las formas y el espacio en esculturas
totalmente abstractas que juegan libremente con el espacio y los materiales utilizados.

La escultura en planos rígidos como el relieve, el volumen y el espacio depende del


ensamblaje de perfiles, friso y basa, los cuales pertenecen a la arquitectura. Las esculturas
más corrientes desde el principio de nuestra historia son aquellas en las que la figura humana
determina el volumen y el espacio, jugando con la realidad del cuerpo presentado por el
escultor. La luz, la masa, el vestido, el acabado, lo estético y lo dinámico demuestran el
arquetipo del personaje y sus cualidades. 
Para llegar a un realismo perfecto y mostrar la
realidad humana, el artista se vale de la exquisitez del pulido, de la delicada matización de la
sensualidad, de los movimientos, etcétera.
En la relación entre el volumen y el espacio, el espacio es el elemento primordial. Ambos
elementos son independientes entre sí. El espacio y el volumen no siempre coinciden en la
sensación y en la percepción que despiertan en el individuo que interactúa con la estructura
en la cual se realizan, ya sea escultura o instalación. La razón se debe a que, pese a que el
espacio se encuentra definido materialmente por el volumen, no siempre coincide con la
forma material que lo delimita, pudiendo variar mediante: niveles interiores (proporción),
color y texturas (dimensión visual), transparencias (dirección). Estas características pueden
observarse en los ensamblajes o instalaciones de una escultura. La textura y el color juegan
también con la perspectiva visual.

La imaginación y la creatividad son formas de ejecutar una escultura, y por medio de las
cuales también se puede experimentar la sensibilidad de averiguar el volumen y el espacio.
No importa la materia que haya sido escogida para realizar la obra, es un espacio nuevo para
la geometrización e intuición artística. La creatividad es una forma de observación y
expresión múltiple, que, al representar las masas reales, puede llevar la imagen a la riqueza
de la imaginación de forma volumétrica. El arte del volumen y del espacio son las
consecuencias de la capacidad imaginativa del artista.

La instalación, en términos del espacio y del volumen, alude exclusivamente al acto de


desplegar diversos elementos en las coordenadas espacio-temporales. Esta se revela también
como terreno privilegiado en la exploración del ambiguo concepto de la “libertad”. La
instalación tiene una característica más que la escultura: la pureza de la instalación es una
implícita, que le pertenece solo a ella. El eclecticismo y la hibridación se extienden hasta
apoderarse de cualquier otra forma de expresión, medio o disciplina. Los especialistas y los
críticos de arte como Thomas McEville y Rosalind Krauss determinan “la ampliación lógica
de los límites escultóricos” por esa cualidad expansiva de la escultura para aproximarse y
absorber en ella otras formas de arte. Por esto, la instalación ha pasado a ser considerada
objeto de investigación de los manuales de escultura. Sin embargo, el único soporte de la
instalación es el espacio mismo: la condición más general del mundo material, en el que
conviven el resto de los medios artísticos.

La situación actual de la escultura y de la instalación es de ámbito internacional. En términos


de calidad, temática y ejecutoria comparan favorablemente con las tendencias
internacionales, aunque en estos momentos no tienen una presencia significativa, razón por
la cual no se promueve una muestra internacional.

En Puerto Rico, el arte respecto a la escultura está invadiendo los espacios públicos y
convirtiéndose en parte de las comunidades y de los vecindarios. El artista Rolando López
Dirube fue el primero en hacer esculturas públicas abstractas en la década de los años sesenta;
en los setenta, fueron Rafael Ferrer y Julio Plaza, y sus esculturas públicas abstractas en la
Universidad de Puerto Rico, Recinto Universitario de Mayagüez. También podemos
mencionar algunas obras que caracterizan a Puerto Rico, como la escultura de ámbito urbano.
Un ejemplo de este tipo de escultura es Cangrejos de Adelino González, Oráculo 2001 de
Charles Alvarado, Los molinos de San Juan 2001 de Eric Tabales, Paloma 2001 de Imel
Sierra, El toque de Teo Freytes, La chanchara de Melquiel Rosario, entre otras. Otros artistas
internacionales que han participado en Puerto Rico son: Carlos Cruz (Venezuela) con su obra
Physichromie boricua, Leopoldo Maler (Argentina) con su obra La conciencia empírica,
Soucy de Pellerano (República Dominicana) con la obra Maquinotrón aire–tierra, Claudia
Stern (Brasil) con la obra Profecía. Casi todas estas esculturas artísticas están expuestas en
el Jardín Botánico de la Universidad de Puerto Rico, lugar que se ha convertido en una gran
exhibición sin paredes llevando en sí la integración del arte y la naturaleza. En este lugar se
han realizado dos bienales de escultura: una en 1999 y otra en 2001.

De acuerdo al espacio y al volumen que pueden existir en una escultura o instalación,


podemos establecer un diálogo inmediato con el ambiente. En el caso de las obras
tridimensionales, la armonía entre la obra y el espacio es determinante para que la obra se
manifieste sin importar el tamaño de la pieza. El artista tiene que tomar en consideración
cómo lograr esta armonía entre espacio y volumen, incluyendo a su vez una sensibilidad
especial.

Por último, puede decirse que la escultura, así como la instalación son formas de pintar en el
espacio, pero con la diferencia de que el pintor empieza su obra en un espacio vacío y va
creando volumen y masa, entre otros fundamentos. La escultura y la instalación empiezan a
existir en un espacio que ya fue pintado por la naturaleza o por la obra arquitectónica ya
existente, donde cada punto visual presenta una imagen nueva. El poder mantener la armonía
y un equilibrio perfecto requieren de mucho pensamiento, de esfuerzo, de estudio y de
invertir el tiempo que sea necesario para la contemplación de la obra.

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