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Via Crucis
El Vîa Crucis es la expresiôn mes densa del camino de Dios entre los
hombres. De ahi que séria contradictorio pensait) como un icono estâtico o
simplemente como un episodio, el final, de la vida de Jesûs. Michel Schooyans
sabe esto y -con fina intuiciôn- pénétra en este misterio del camino de Dios. Entrar
en el misterio: ésa es su intenciôn, pero solo no puede... nadie puede. El Espfritu
[ Santo es quien nos introduce en el Misterio; por ello el hilo conductor de este Via
Crucis es la presencia del Espfritu, que nos recuerda todo io que Jesûs nos
ensenô, que ora y gime en nuestro corazôn, que nos hace anhelar el Cielo nuevo
y la Tierra nueva, final del camino de Dios en aquel future y maravilloso des-
escondimîento (Apocalipsis) de su pudoroso andar en medio de los hombres.
Y en este ûltimo dia de la vida del Verbo venido en came, el largo camino
se condensa en unos pocos centenares de métros con toda la firmeza del amor
etemo y fiel y toda la fiaqueza de aquel "Si es posible... que pase de mi este câliz"
(cfr. Le. 22:42), se condensa transformândose en com-pasiôn de la historia de
hombres y pueblos, pero de la historia de cada uno, del corazôn de cada uno. Por
ello tanto el largo camino de eternidad y siglos como el corto camino del Viernes
Santo es el camino de Dios que hipoteco su corazôn al amor y se vueica en
misericordia que hace fiesta, luego, en el encuentra (cfr. Le. 15:6,7,9,10,32).
Agradezco a la Dra. Beatriz Gobbi el esfuerzo para que esta obra mistica
Ilegue a los fieles de habla castellana. Nos hara mucho bien. Que el Sefîor se io
retribuya abundantemente.
Prefacio
Todo hombre, por poco que continue honesto y recto en este mundo
pervertido, deberîa leer sus estudios tan documentados y confiar en sus
diagnôsticos tan pertinentes.
Pero en estas paginas, ya no es mes el clinico del mundo dando su
diagnôstico o el cirujano proponiendo operaciones de supervivencia, es el hombre
de Dios, el contemplativo que comparte su sufrimiento.
Dentro de la Pastôn de Dios, es decir en lo mes fntimo del Amor, esta todo
el desamparo del mundo: las heridas de los nifios, la angustia y la perturbaciôn de
los jôvenes, los gritos de los adolescentes, el desaltento de los que luchan, el
cansancio de los educadores, las lâgrimas de las madrés y ya la angustia de los
padres, la impotencia de los polfticos, el vértigo de los cientificos, el hartazgo de
los padres agotados de luchar para protéger a sus pequefios contra los virus con
los que los contaminan...
Todo ello es aquf arrojado en el corazôn destrozado de Jesûs, y nos es
devuelto en loca esperanza. Todo ello es aquf metamorfoseado en certitud
absoluta de la Victoria final.
Si y si, el amor tendra la ûltima palabra.
La Vida triunfarâ sobre la muerte. La Verdad sobre la mentira. La Verdad
que es realidad. La Verdad etema.
Pues aquf el Hombre nos révéla quién es el hombre. El Rey nos révéla
quiénes somos: jreyes y reinas! Reinando en un mundo en el cual somos los
grandes vencedores.
Sf, Via Crucis: camino de una feiicidad que no es de aquf. Camino de un
^ gozo de otra parte, de un gozo de las profundidades. De un gozo que persiste...
Camino de luz. De una luz del cielo que no conoce la noche...
Camino de la infancia: de nuestra infancia nueva, por tanto etema porque
es divina. De la infancia misma de Dios, dada gratuitamente a todos aquellos de
los cuaies la infancia fue arrancada, la adolescencia arruinada, la juventud
deshonrada...
Y apareciô en mi memoria este Via Crucis, en ocasiôn de las fabutosas
Jomadas Mundiales de la Juventud (JMJ) 2000...
jNunca olvidaré estas jôvenes porcentenas de miles, en intenso recogimiento, con
una ituminaciôn del interior que irradiaba sus hermosos rostres! Estas jôvenes en
masa todo a lo largo de la gran avenida que encierra el Coliseo, simbolo de
C^ martirio por Cristo.
Si, estas jôvenes son hoy las vfctimas del mundo, pero serén manana los
duefios del mundo. Esta generaciôn nueva, ardiente, vibrante, profunda,
prevaleceré en dulzura sobre la generaciôn desfasada que prétende manejar
nuestras sociedades. Ellos serôn los duefios, pero al precio del martirio. Algunos
serân Hamados a seguir las huelias de aquellos mârtires que han perfumado con
su amor, ensangrentado con su sangre, todo este siglo XX, y que han sido
solemnemente gtorificados por nuestro Juan Pablo il y por los otros jefes de las
Iglesias y comunidades eclesiales, aquî mismo, en elColiseo.
jSî, habré mârtires de la famllia, del amor, de la vida! No se puede salvar la
famllla, protéger el amor, defender la vida, sin testimoniar hasta el trabajo
ensuciado, la réputation perdida, la vida dada, la sangre vertida...
Pero, a través de su Via Crucis, tan querido padre Michel, el Seftor nos
murmura: «jNo tengan miedo! jCoraje! ^El mundo? ^No lo he vencido yo? jUna
vez y para siempre! |Aguanta en elcombate! jTe espéra mi corona de gloria!»
Juan el Precursor, <?,no fue él mârtir del amor en familia? El no podïa tolerar
que dos familias sean destruidas por el adulterio y el incesto. Porque él era el
testigo: de una parte, de la Trinidad, de un Dtos-Familia, pura circulaciôn de amor
entre Personas diferentes; de otra, testigo de las bodas de Jésus y de su Iglesia.
" Nosotros mismos, porque somos testigos de la Trinidad yde las bodas de
Dios en su Eucaristia, ^no estamos todos llamados a ser precursores?
Conduit su Via Crucis con la Trinidad y la Eucaristia: jhallazgo génial!
Frente al desencadenamiento de fuerzas satânicas que intentan destruir
nuestras familias, he aquî la respuesta divina: {esta multitud de doscientos
cincuenta mil abuelos, padres, jôvenes, adolescentes, niftos y hasta ninos de
pecho, rezando de rodillas este Via Crucis! Mâs fuerte que el terror jsu fervor!
Mes poderoso que el estrépito de las declaraciones: jsu silencto de adoraciôn! Y
ya victoriosos sobre todo mal: jsu ternura familtar, su comuniôn eclesial, su paz
real!
Michel, hermano de combate y por tanto desde ya de gloria, por estas
f* contemplaciones en donde se adivina su corazôn de embajador de Jésus, su amor
fratemo hacia los jôvenes y patemal hacia los padres, jpermïtame bendecirio!
Daniel-Ange
Ermita de Sarov,
este 6 de enero de 2001,
Epifania del Sefior,
clausura del Gran Jubiieo,
alborada de un nuevo mitenio.
Présentation
Este Via Crucis fue preparado por pedido del Pontificio Consejo para la
Familia con vistas al Gran Jubiieo de las Familias del aflo 2000. Este Jubileo tuvo
Iugar en Roma, bajo la presidenda del Papa Juan Pablo II, el 14 y el 15 de octubre
de 2000. Esta asamblea mundial estaba centrada sobre un tema particularmente
portador de felicidad: los hijos, primavera de la familia y de la sociedad. El Via
Crucis fue, pues, celebrado en una atmôsfera de fiesta, por cristianos que llegaron
en masa de todos los confines del mundo para responder a la invitadôn del Santo
Padre.
M.S.
Oraciôn initial
PRIMERA ESTACIÔN
La Transfiguration
f* Contemplaciôn
su muerte por una mayoria vociférante. Pero el Sefior de gloria levante el vélo
sobre su Resurrecdôn, que es lo ûnico que da sentido a su paso por la muerte de
la Cruz.
Oraciôn
Seflor, danos una mirada nueva para que creamos finvemente que tu has
venido a secartoda légrima. Danos un corazôn nuevo para que podamos amarte
mes y seguirte a todas partes donde vayas. Que en el momento en que seamos
atormentados por la duda, la prueba o la desesperanza, fijemos nuestra mirada
maravillada sobre la zarza ardiente de tu amor.
0$\
13
SEGUNDA ESTACIÔN
La ûltima cena
Contemplaciôn
servir y no para ser servido. Ha venido para inviter a aqueilos que ha elegido, a
entrar en las disposiciones de su Divino Corazôn, llamando a todo hombre a ser el
servidor de sus hermanos. De esta forma se realiza ejempiarmente el nuevo
mandamiento, y esta comuniôn entre Jesûs y sus discîputos funda la comunidad
cristiana.
La institudôn de la Eucaristia da al Lavatorio de los pies su expresiôn
sacramentel y dilata su alcance. Ya no se trata simplemente de un geste que
traduce el nuevo mandamiento en una parâbola viviente donde el Maestro se dfie
el delantal del servidor. Se trata, en adelante, de la ofrenda real y total de él
mismo, del amor por los suyos, de la Nueva Alianza sellada entre Dios y los
v hombres, de la comuniôn a su cuerpo y a su sangre.
Esta actitud de servicio, Jesûs va a llevaria a su realizadôn una vez por
todas el Viernes Santo, en su abandono sin réservas a la voluntad del Padre.
Entre el Lavatorio de los pies y la Cruz, la celebraciôn de la Eucaristia por el
sacerdote es la representaciôn, «hasta que él vuelva», de la ofrenda interior que
Jesûs hace de si mismo el Jueves Santo. Ella es comuniôn a esta voluntad de
servido, llevada hasta el sacrificio de si. Ella es comuniôn al cuerpo y sangre de
Jesûs, disodados en el calvario, pero reunidos en la noche de Pascua. Los
mismos rites litûrgicos ceiebran esta réunion y subrayan que el Cuerpo y la Sangre
de Jesûs nos hacen comulgar, de un mismo movimiento, a la Pasiôn y a la
Resurrecciôn del Salvador. Verdaderamente, el pan y el vino consagrados, que
f^ redbimos de las manos del sacerdote, son el cuerpo yla sangre del Resudtado.
Oraciôn
TERCERA ESTACIÔN
La negaciôn de Pedro
Contemplation
Hay un tiempo para confesar; hay un tlempo para negar. Pedro, no hace
mucho tan impetuoso, tan seguro de si, helo allî que se quiebra. El Mo no le sienta
bien. Las cantlneras encargadas del brasero reglamentario lo ven y lo denuncian.
jPobre Pedro! jEstés en un apuro!
Entonces, el pescador de Galllea se enreda en la évasion, la mentira, la
negaciôn. Olvida el compromiso que habîa tomado de seguir a Jésus a todas
partes donde irîa. jNegada, la evidencia del acento traicionando al discipulo!
Pedro es alcanzado, en el tiempo de una mirada, por la manada
desenfrenada. No comprende mâs nada. Asu manera, esté embarcado en un via
cruds paralelo al de su Maestro. Pues el Maestro no tardaré en tomarto
nuevamente, a él el pecador, entre los hilos de la misericordia. Madurado por
amargas légrimas y por el perdôn, podré recibir su misiôn defmitiva: sertestigo de
la tumba vacîa, corner y beber con el Resucitado, confirmar a sus hermanos, y
finalmente dar e! testimonio supremo que termina de configurar el discipulo a su
Maestro.
Oracfôn
CUARTA ESTACIÔN
f^ Contemplation
Oracîén
Sefior, te pedimos por nuestros gobemantes, los reyes y las reinas, los
présidentes, los ministres, diputados, senadores, prefectos, gobemadores,
présentes y a venir, igual que por los médicos, los juristas, los hombres de
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negocios, los periodistas, los filôsofos y otros llderes de opinion, asf como por los
pastores y los teôtogos. Dales, Sefior, un corazôn abierto a la verdad y a la
justicia. Dales el no abusar de su libertad dando su cauciôn a la culture de la
muerte. Guérdalos, Sefior, de nunca dejarse corromper por el dinero, seducirpor
la voluptuosidad del poder, oembriagarse porla preocupaciôn porta popularidad.
Sefior, tû nunca has dejado de aproximarte a los mes pobres y has dado su
dignidad a aquellos que las personas bienpensantes rechazaban hacia la
exclusion.
Que entre los mes débiles de los seres humanos, podamos todos descubrir
tu rostru tumefacto donde brilla entre las iégrimas tu mirada ilena de temura.
QUINTA ESTACIÔN
Contemplaciôn
Oraciôn
Sefior, desde que tû has sido cargado con tu Cruz, los procedimientos que
f^ se proponen destruir el hombre no han cesado de refinarse. Nuestro siglo ha
puesto apunto técnicas altamente eficientes para despersonal'izar alos hombres y
para reprogramartos. Nuestras sociedades fabrican nuevos esclavos, que
consienten a su servidumbre mientras que se sepa deleitar sus instintos. El
derecho mismo, algunas veces, se transformé en un instrumente de opresiôn,
como la medicina en un instrumente de muerte. Somos testigos, Sefior, de tu
pasiôn que secontinua en aquellos que el mundo desprecia y alos cuales te has
identificado.
Sin embargo, Sefior, tu Cruz victoriosa da no sotamente un sentido a
nuestros sufrimientos, sino que brilla mes que nunca como el signo de toda
esperanza. Desde tu Resunecciôn, el instrumente de tu suplicb sign'rfica tu Victoria
#* sobre la muerte. Tu Cruz mal proyeeta la luz de Pascua sobre todas las viotencias
y les descubre para siempre la injusticia.
Oh Jesûs, era necesario que te hagas cargo de este patfbulo para que
pueda ser revelado el pecado del mundo, para que sea desquiciada la escala de
vafores paganos que cultivan la violencia yhonran ta muerte. Desaffo ala maldad
de bs hombres, tu Cruz nos dice que Dios es fiel a sus promesas y que, mat que
pesé a los corazones endurecidos, el Amor misericordioso tendre la ûltima
palabra.
22
Referentias: Deut 21,22 s.; Mt 27, 27-32; Le 24,20; Jn 19,16 s.; Hech 10, 39; 13,
29;Flp2,8;Heb12,2;13l13.
23
SEXTA ESTACIÔN
Contemplation
Oraciôn
SÉPTIMA ESTACIÔN
Contemplaciôn
Jesûs aspira llegar a la cima del Gôlgota. Le gustaria terminar con esta
Cruz cada vez mes pesada, rugosa, llena de asperezas. No hay forma de
reposarse, pues estén las burlas, las injurias, los latigazos. Y todo debe estar
terminado para las tres horas. Entonces Jesûs no puede mes y se desploma bajo
su Cruz.
La cara contra la tierra, sobre las piedras, ve desfilar todos los pecados del
mundo, los pecados de todos los tiempos, comprendido el nuestro: las injusticias
sociales, el abismo escandaîoso entre los pobres y los ricos, el hambre, la
pobreza, el desempleo, las enfermedades, la miseria, la ignorancia, la violencia, el
terrorismo, la guerra. Ve desmejorar a los chicos que morirén antes de tener un
afto. Ve que la gente mide el valor de los otros en el beneficio que pueden sacar,
en el placer que pueden obtener. Como si los nombres y las mujeres Hiesen
mercancîas. Ve que el mundo es despiadado, que no hay lugar para los débiles,
que son demasiados, que hay que excluirios, impediries nacer, vivir ytrabajar. Las
méquinas los reemplazarén y no pedirén ser amadas: serén menos caras. Jesûs
mismo era vîctima de su debilidad consentida. Hubiese podido convocar a las
milicias célestes, peno rechaza secamenteeste abuso de poder divino.
26
Simon que veîa a Jésus llorar, atribuyô sus légrlmas al peso de la Cruz.
Ténia razôn, seguro, pero para el corazôn de Jésus, la madera de su suplicio era
poca cosa respecte a los pecados del mundo.
obien
v Oractôn
Referencias: Deut 30,19; Si 17,1-15; Lam 3,1-9; 2,16; Mt 21, 33-41; Le 18,13.
29
OCTAVA ESTACIÔN
Contemplacîôn
Estas mujeres, nos dice san Lucas, se golpeaban el pecho viendo a Jésus
Hevar su Cruz. Elias hubieran podido cambiar de vida, ya que el llamado insistente
a la conversion les habia sido dirigido, muchas veces, por el Sefior. Elias hubieran
podido hacer alguna cosa para evitar que se Hegue a ese punto sin vuelta atnâs.
Naturalmente, ante la ejecuciôn, vuelta inévitable, ellas no podian retener sus
légrimas. Después de todo, este Hijo hubiese podido ser su hijo. Pero Jésus las
invita a ir mes lejos, a descubrir su parte de responsabilidad en esta condena.
Revierte la relation de compasiôn, pues él lee en suscorazones, como habîa leido
en el corazôn de la mujer adultéra y en el de los jueces que querian condenarla.
En la hors en que va a afrontar la muerte, Jésus Ian2a a estas mujeres una ûltima
ysolemne invitaciôn al arrepentimiento. Una invitaciôn que, atravesando los siglos,
se dirige a los hijos prôdigos que somos, y que nos hace palpar la paciencia
infinita de nuestro Oios.
Oraciôn
Sefior, tu que sondées tos corazones, sabes que nuestras familias son
visitadas por cruces de todo tipo, y heridas por el pecado. Tô que nos ofreces
siempre tu misericordia, da a los esposos separados la fuerza de un perdôn
crudficante pero liberador. Tû que no quieres que ninguna oveja se pierda, da a
nuestras comunidades no marginalizar a aquellos y a aquellas que se dejaron
Hevar a unanueva union. Tû, a quien José y Maria cuidaron con temura, protège a
tos nitlos abandonados y a aquellos que son tambaleados a merced de las nuevas
uniones de sus padres. Tû que perdonaste a la Samaritana, coloca a todas
nuestras hermanas ai abrigo de la explotadôn y de la violencia. Tû que tuiste
abandonado, reconforta con tu palabra y con tus sacramentos a aquellas y a
aquellos que fueron abandonados injustamente y que continûan, a pesar de todo,
fîeles a sus compromisos. Dales, Sefior, la fuerza necesaria para educar a sus
hijos en el respeto de tu santo Nombre.
NOVENA ESTACIÔN
Simon, el Cireneo
Contemplation
que agregarîan lo que faita a la Pasiôn de Jésus para que el mundo sea salvado.
En nombre de todos aquellos, Simon devolvfa humildemente el cumplido al
Cordero vencedor, que habia venido a armar su tienda entre nosotros y cargarse
con los pecados del mundo.
Oracién
Sefior, por et ejempto de Simon el Cireneo, tû nos invitas a unir nuestra cruz
\ a la tuya. Es hacemos mucho honorasodamos asi a la redendôn del mundo.
Sin embargo, Sefior, puesto que la Cruz te dio miedo, comprenderés que
nosotros temamos a las nuestras. El peso de la enfermedad, las malformadones,
la espéra angustiosa de un hijo, las detidendas ffsicas y mentales, las secuelas
de accidentes, los duelos y fa evidenda de la muerte que marcha hacia nosotros...
iPiedad, Sefior!
Danos también, Sefior, ayudara los otros a Hevar sus cruces. Enséfianos a
volver a nuestras familias atentas a sus padres enfermos; a entomar a los viudos y
viudas de la soticitud que atrviaré su prueba; a adoptargenerosamente a los nifios
abandonados. Haznos descubrir nuestras responsabilidades trente a los nifios
cuyos padres se desinteresan y trente a todos aquellos, jôvenes o viejos, que
f^ sufren las dMsiones familiares.
Gradas, Sefior, porllamamos a soportar nuestras pruebas y a compartirtas
de tos otros, pues creemos que tû te hiciste para nosotros et Cireneo que nos
conduce hacia la otra orilla.
DÉCIMA ESTACIÔN
Contemplation
disidente que elias tantas veces han escuchado, con tanta frecuencia seguido, y
que aman como nunca b han amado.
Oracidn
Referentias: Le 23, 27-32; Is 53,2-4; Sal 27, 8 s.; Cant 3, 4; 1 Ped 3, 1-8. Ver
también Evangefium Vitae 99.
35
UNDÉCIMA ESTACIÔN
Contemplaciôn
Los mâs listos habîan tomado atajos para estar en el Calvario antes de la
iiegada del Rey y de su escorta. Aparece, en fin, el cortejo anuntiado por la
melopea de las santas mujeres. No hay tiempo que perder. <,Las vestiduras?
Arrancadas. «jDéjenle solo su corona!» Jesûs solo tiene un momento de respiro:
ei tiempo de acostarse sobre la Cruz, como la vid de Oriente acostada sobre la
tierra par dar su fruto. Luego el ritual lugubre se acelera. Martillos, clavos, algunos
goipes precisos. Y cames que se tetanizan. Verdadero trabajo de profesional. La
Cruz es en fin erigida y, encaramado sobre este trono irrisorio, Jesûs abraza toda
la miseria del mundo. Un ladrôn a la derecha; un bandido a la izquierda. El primer
buen bandido, seftalado en la Historia, ai reconocer que su cruz, al menos, él no la
habia robado, y, por este reconotimiento, amnistiado en el acto por Jesûs y
catapultado al Parafso.
Y luego, al pie de la Cruz, se encontraba Maria, de pie. Ella habrîa podido
intentar un ûltimo recurso, ira parlamentar con el guardia encargado de orquestar
la ejecuciôn del Cordera de Dios cargado de los pecados del mundo. Pero ella
sabe que todo debe cumplirse conforme a las Escrituras, y que, por tanto, ella
debe ser fuerte hasta elfinal, para que su Hijo, éltambién, sea fuerte hasta elfinal.
Yfuerte, ella lo era como lo son todas las mujeres que sienten que su hijo se les
va a resbalar de las manos.
36
Oraciôn
Frente a esta nidada dei Principe de las Tinieblas, danos el coraje que has
dado a las santas mujeres, a Juan y a tu Madré. Danos, para comenzar, el corafe
del disentimiento, que consiste en no ser un cordero seguidor y balante, y en
negarse a bailar con los lobos al son que tocan. Danos el coraje de llamar muerte
a lo que es muerte, y vida a lo que es vida.
Frente a la culture de la muerte, danos ydaa nuestros pastores la fuerza
de serguardianes capaces de Iadrar. Danos la audacia, siguiéndote, de sersignos
de œntradicdôn y de division frente a aquellos que creen todavia poder darte
muerte, dando muerte a tantos inoœntes, cuyos ângetes œntemplan tu rostro en
elcielo.
Referencias: Is 56,10; Mt 10, 35; 18,10; 23; 25, 31-46; Mc15, 33-39; Le 2, 34; 12,
51-53; 23, 32-43; Jn 3,19-21; 6; 9; 15,18s.; 19, 30; Hech 28,26-28.
38
DUODÉCIMAESTACIÔN
El descendimiento de la Cruz
Contemplation
Por mucho que se ejerza el noble oficio de las Armas, que se tenga la
costumbre de obedecer a las ôrdenes superlores, eso no impide que se tenga una
pequefte idea sobre los acontecimientos del dia. Miren esto: observen a ese
centurion del que nos habla san Lucas. Cuanto mâs se acercaban al calvario, mâs
estaba estremecido por la actitud respetuosa de Simon (el hortelano, no el
pescador) y por la determinaciôn de las mujeres. Y el veterano se hacîa muchas
preguntas. Tuvo, sin embargo, que esperar que toda justicia sea cumpiida, para
que la verdad estalle a sus ojos. Una verdad, por decirlo asf, a dos nivelés.
Primero, la verdad de un hecho: él acaba de coopérer en un emor judicial. Luego,
la verdad en el orden de la fe. Aquf, san Lucas golpea muy fuerte. Impaciente, sin
duda, por anunciar la Resurrecciôn, Ilega a sugerir {que este errer era mâs feliz
que la falta de Adân! «El centurion, escribe el evangelista, alabô a Dios
exclamando: "jRealmente este hombre era un juste!"» Y he aqui como este
soldado desconocido recibiô en pago la gracia de la fe y discemiô que este
supliciado habiavenido pare traerfelicidad.
En cuanto a los verdugos, fueron dispensados de mostrar toda su
competencia profesional. No le quebraron los huesos, a causa de muerte
temprana y évidente. Estos ejecutores de bajas obras merecen por otra parte
también un buen punto ya que, inmuncados por su ignoranda, testimonian, a
39
No obstante, una ûltima prestaciôn les incumbia todavia, sln lo cual senan
sospechosos de complacencia culpable. «Uno de los soldados le atravesô el
costado con su lanza, y en seguida brotô sangre y agua.» Del corazon de Jésus,
esos paganos hacian asi brotar el agua viva del bautismo que nos hace para
siempre hijos de Dios, y la sangre que recibimos en la Eucaristia y reconforta a los
peregrinos de la etemidad. Denramadas por la saivaciôn del mundo, esta agua y
esta sangre serân signos de la Nueva Alianza entre el Cielo y ia Tierra, seltada por
Jésus en el Gôlgota.
Para los familiares del condenado, habia llegado el momento de descender
a Jésus de la Cruz, de perfumar su cuerpo y de entrar en la esperanza. Nicodemo
y José de Arimatea estaban entre ellos. Maria estaba alli también, Madréde dofor,
Piedad plena de compasiôn, como nos la muestra Miguel Ângel. Alli se
encontraban también san Juan y las santas mujeres previsoras, aportando ia inûtil
panoplia funeraria, sus frascos irrisorios y las vendas rituales para siempre
descalificadas.
Oraciôn
Sefior, en este dia en que las Tinieblas pareœn vencer la Luz, te damos
gracias por habemos dado a Maria, la Estrella de la mafiana. Con ella nacia, alpie
de la Cruz la primera comunidad cristlana, la primera célula de la Iglesia, nuestra
Madré.
Aesta misma comunidad pertenecla también Nicodemo. El también habia
dicho palabras muy molestas: «^Acaso nuestra Ley permite juzgar a un hombre
sin escuchario antes para saberto que hizo?» Estaba también José de Arimatea,
que quiso honrar tan precbso cuerpo depositândolo, como era conveniente, en
una tumba nueva.
40
DECIMOTERCERA ESTACIÔN
Contemplation
envia a decir a Ios disripulos que ella ha visto al Sefior resucitado y que han
hablado.
Es asî que esta pecadora arrepentida y perdonada se transformô, porsu fe,
en el primer testigo de la Resurrecciôn, teniendo por misiôn inmediata ir a
despertar la fe y el coraje de Ios apôstoles, que se habian refugiado en la
clandestinidad.
jY decir que todavîa hay gente que encuentra que la mujer tiene solo un
papel secundario en la Iglesia!...
Oraclôn
DECIMOCUARTA ESTACIÔN
La Bienaventurada Trinidad
Contemplacîôn
Oraciôn de envfo
PRIMER LECTOR
SEGUNDO LECTOR
Sefior, hoy como en ios tiempos de Abraham, tû envias Ios ângeles para
visitamos. Algunos de ellos no han tenido tiempo de verla luminosa feliddad con
45
la que tû inundas el mundo. También hay otros que tû has puesto en nuestro
camino y que nosotros no supimos reconocer.
Danos descubrir en ellos el reflejo de tu presencie amante en nuestras
vidas.
TERCER LECTOR
Tabla de contenfdo
Prefacio 4
Presentaciôn Z!."Z!.'ZZ"."!Z"I!8
Oraciôn inicial ïo
PRIMERA ESTACIÔN ZIIZZIll
La Transfiguraciôn H
SEGUNDA ESTACIÔN ZZZl3
La ûltima cena 4 13
TERCERA ESTACIÔN .16
La negadôn de Pedro 16
CUARTA ESTACIÔN 18
Jesûs es condenado a muerte 18
QUINTA ESTACIÔN 20
Jesûs es cargado con su Cruz 20
SEXTA ESTACIÔN 23
Jesûs encuentra a su Madré 23
SÉPTIMA ESTACIÔN 25
Jesûs cae bajo la Cruz 25
OCTAVA ESTACIÔN 29
Jesûs consuela a las mujeres de Jerusalén 29
NOVENA ESTACIÔN 31
Simon, el Cireneo 31
DÉCIMA ESTACIÔN 33
Las santas mujeres 33
UNDÉCIMA ESTACIÔN 35
Jesûs muere en la Cruz 35
DUODÉCIMA ESTACIÔN 38
El descendimiento de la Cruz 38
DECIMOTERCERA ESTACIÔN 41
Jesûs resudtado aparece a Maria Magdalena 41
DECIMOCUARTA ESTACIÔN 43
La Bienaventurada Trinidad 43
47
Este Via Crucis fue redactado a pedido de las mas altas autoridades
romanas con vistas a las celebradones que marcaron el Gran Jubileo de las
Familias. Estas diversas celebradones tuvieron iugar en Roma del 11 al 15 de
octubre de 2000. Fueron seguidas por una multitud énorme y recogida.
Por razones pastorales y a causa de obligaciones de tiempo, el texto
utilizado en la plaza San Pedro la noche del 12 de octubre del 2000 debiô ser
adaptado y abreviado. Ei Via Crucis que presentamos ofrece ia version original y
compléta del texto que habia sido pedido. Fiel al espîritu de esta paraliturgia
tradidonal y popular, pero aprovechando de ia libertad que disponia, ei autor
introdujo estadones que renuevan esta devodôn y le incorporan una nota de feliz
esperanza.
Este texto puede servir a la devoctôn tanto privada como pûblica. Esta
dirigido, en particular, a ayudar a las familias y a Ios jôvenes a descubrir con
admiradôn que el Via Cruds es un camino de vida.
AcademiadeiasCienciasSoda^ydedifeierrtessod^^
aduaSdad, se consaçpa entenamente a ladelensayalapromoc^clelavida,delafemiayde
bs derechos del hombre.