Sei sulla pagina 1di 47

MICHEL SCHOOYANS

Via Crucis

del Jubileo de las Familias

Prôlogo del Cardenal Jorge Mario Bergoglio, s.j.

Prefacio del P. Daniel-Ange

Traducciôn a cargo de la Dra Beatriz de Gobbi


Prôlogo

El Vîa Crucis es la expresiôn mes densa del camino de Dios entre los
hombres. De ahi que séria contradictorio pensait) como un icono estâtico o
simplemente como un episodio, el final, de la vida de Jesûs. Michel Schooyans
sabe esto y -con fina intuiciôn- pénétra en este misterio del camino de Dios. Entrar
en el misterio: ésa es su intenciôn, pero solo no puede... nadie puede. El Espfritu
[ Santo es quien nos introduce en el Misterio; por ello el hilo conductor de este Via
Crucis es la presencia del Espfritu, que nos recuerda todo io que Jesûs nos
ensenô, que ora y gime en nuestro corazôn, que nos hace anhelar el Cielo nuevo
y la Tierra nueva, final del camino de Dios en aquel future y maravilloso des-
escondimîento (Apocalipsis) de su pudoroso andar en medio de los hombres.

El camino comenzô en el Seno de la Trinidad, en aquella décision de amor


"hagamos al hombre a nuestra imagen, segûn nuestra semejanza" (Gen. 1:26).
Sendereô luego por siglos de historia, por momentos luminosos, por momentos
trâgicos... pero siempre fue un camino de fidelidad, sencillamente porque "El no
puede negarse a si mismo" (2 Tim. 2:13). Camino de Iuces y sombras cuyo cantar
#^ constante fue aquel "Con amor etemo yo te amé". Camino que se esconde y se
transfigura, que triunfa y conoce el fracaso, que se ilumina y sabe esperar pesé al
desamor de hombres y mujeres, de pueblos enteros. Si, es el camino del amor
etemo y es la fidelidad firme y estable.

Y en este ûltimo dia de la vida del Verbo venido en came, el largo camino
se condensa en unos pocos centenares de métros con toda la firmeza del amor
etemo y fiel y toda la fiaqueza de aquel "Si es posible... que pase de mi este câliz"
(cfr. Le. 22:42), se condensa transformândose en com-pasiôn de la historia de
hombres y pueblos, pero de la historia de cada uno, del corazôn de cada uno. Por
ello tanto el largo camino de eternidad y siglos como el corto camino del Viernes
Santo es el camino de Dios que hipoteco su corazôn al amor y se vueica en
misericordia que hace fiesta, luego, en el encuentra (cfr. Le. 15:6,7,9,10,32).

Que al seguir los pasos de Dios transformado en Siervo Sufriente el Espfritu


Santo vaya cincelando en nuestro corazôn, con el buril de la misericordia del
Padre, la imagen del Hijo fiel que aprendiô en la paciencia y en el sufrimiento el
misterio de la obediencia (cfr. Hebr. 5:8), esa escucha a corazôn abierto de la
Voluntad del Padre para "realizaria" en su camino entre los hombres.

Agradezco a la Dra. Beatriz Gobbi el esfuerzo para que esta obra mistica
Ilegue a los fieles de habla castellana. Nos hara mucho bien. Que el Sefîor se io
retribuya abundantemente.

Buenos Aires, 14 de septembre de 2007.


Fiesta de la Exaltaciôn de la Cruz

Card. Jorge Mario Bergoglio s.j.


4

Prefacio

De la estupefaciente ietanfa de jubileos non-stop - verdadero géiser de vida


divina - que constelô el gran Arlo Santo 2000 y marcô el pasaje de un milenario al
otro, el de las familias brilla con todas sus Iuces.
Ante la ciudad etema invadida por familias enteras abarcando a veces très
generaciones, me vienen las palabras del profeta Zacarfas:
«Ancianos y ancianas se sentaran de nuevo en las plazas de Jerusalén.
Las plazas de la ciudad se llenarân de ninos y nifias, que jugaran juntos.» (Za 8,
4).
Luego de la ferviente velada, veo a los pequeffos jugando al football en la
plaza San Pedro toda irradiada por Iuces que iluminan la basilica, bajo las
ventanas iluminadas de este anciano con corazôn de nifio, con el espfritu mes
joven que nuestros teen-agers: por excelencia, profeta de nuestra era.
Si los viese desde allf arriba, reiria de alegrfa. <*,No es él quien los invité
aquf, con sus padres y con sus abuelos? <j,Qué jefe de Estado o iider espiritual en
el mundo séria capaz de reunir asï, de todos los pafses de la tierra, familias de
todos los colores y de todas las lenguas? <,De reunirias airededor de Quién?
jAIrededor de este Nirlo de Beién, Rey de las Naciones, del cual celebramos el
2000 aniversario en un indescriptible regocijo!
Recién Io contemplaba abrazando contra su pecho un nifîo sin brazos y sin
piemas presentado por sus padres de adopciôn. jlcono viviente y conmovedor de
la temura del Padrel
Al dia siguiente, estas mismas familias estaban allf, bajo una lluvia glacial.
Durante cuatro horas seguidas, frecuentemente con un nino pequefto en brazos,
resistieron... El colmo: luego de très horas de misa, algunos esperaron todavîa una
hora para poder pasar por la Puerta Santa...
Esta tempestad diluviana: imagen sobrecogedora del ciclôn mortal que se
desencadena contra nuestras familias, de esta ideologfa agresivamente impuesta,
destmctora de nuestra libertad, virando al totalitarisme dictatorial. Verdadero
terrorismo inteiectual que paraliza nuestras sociedades, que ataca a las familias
en sus mismas fuentes: jla vida, y por lo tanto el amor! Pues el que prostituye el
amor destruye la vida. Alli donde el amor pierde su valor, la vida pierde todo sabor.
Alli donde el amor es destrozado, la vida es destruida.
Entre los bastidores de esta guerra contra la famifia tal como es dada por
Dios, amada por Dios, vivida por Dios, se perfila el duelo decisivo entre el
Homicida - cuyo ûnico oficio es el de matar inoculando el odio- y el Principe de la
Vida - cuya ûnica obra es amar. Amar hasta morir para insuflamos su vida.
JP\
Es porque esté Gran Jubileo es precisamente la reactualizaciôn - mfstica,
por tanto real - del instante en que el Amor se hizo cuerpo para damos la vida
que, furioso, el Embustero se desenfrena como nunca contra este misterio de un
amor capaz de dar la vida a través del cuerpo. En resumen: el misterio de la
sexualidad, del matrimonio, de la familia.
jCômo bendecirio, tan querido padre Michel, por su gran coraje en
denunciar con lucidez al Enemigo contra el cual debemos luchar con todas
nuestras fuerzas!

Todo hombre, por poco que continue honesto y recto en este mundo
pervertido, deberîa leer sus estudios tan documentados y confiar en sus
diagnôsticos tan pertinentes.
Pero en estas paginas, ya no es mes el clinico del mundo dando su
diagnôstico o el cirujano proponiendo operaciones de supervivencia, es el hombre
de Dios, el contemplativo que comparte su sufrimiento.
Dentro de la Pastôn de Dios, es decir en lo mes fntimo del Amor, esta todo
el desamparo del mundo: las heridas de los nifios, la angustia y la perturbaciôn de
los jôvenes, los gritos de los adolescentes, el desaltento de los que luchan, el
cansancio de los educadores, las lâgrimas de las madrés y ya la angustia de los
padres, la impotencia de los polfticos, el vértigo de los cientificos, el hartazgo de
los padres agotados de luchar para protéger a sus pequefios contra los virus con
los que los contaminan...
Todo ello es aquf arrojado en el corazôn destrozado de Jesûs, y nos es
devuelto en loca esperanza. Todo ello es aquf metamorfoseado en certitud
absoluta de la Victoria final.
Si y si, el amor tendra la ûltima palabra.
La Vida triunfarâ sobre la muerte. La Verdad sobre la mentira. La Verdad
que es realidad. La Verdad etema.
Pues aquf el Hombre nos révéla quién es el hombre. El Rey nos révéla
quiénes somos: jreyes y reinas! Reinando en un mundo en el cual somos los
grandes vencedores.
Sf, Via Crucis: camino de una feiicidad que no es de aquf. Camino de un
^ gozo de otra parte, de un gozo de las profundidades. De un gozo que persiste...
Camino de luz. De una luz del cielo que no conoce la noche...
Camino de la infancia: de nuestra infancia nueva, por tanto etema porque
es divina. De la infancia misma de Dios, dada gratuitamente a todos aquellos de
los cuaies la infancia fue arrancada, la adolescencia arruinada, la juventud
deshonrada...
Y apareciô en mi memoria este Via Crucis, en ocasiôn de las fabutosas
Jomadas Mundiales de la Juventud (JMJ) 2000...
jNunca olvidaré estas jôvenes porcentenas de miles, en intenso recogimiento, con
una ituminaciôn del interior que irradiaba sus hermosos rostres! Estas jôvenes en
masa todo a lo largo de la gran avenida que encierra el Coliseo, simbolo de
C^ martirio por Cristo.
Si, estas jôvenes son hoy las vfctimas del mundo, pero serén manana los
duefios del mundo. Esta generaciôn nueva, ardiente, vibrante, profunda,
prevaleceré en dulzura sobre la generaciôn desfasada que prétende manejar
nuestras sociedades. Ellos serôn los duefios, pero al precio del martirio. Algunos
serân Hamados a seguir las huelias de aquellos mârtires que han perfumado con
su amor, ensangrentado con su sangre, todo este siglo XX, y que han sido
solemnemente gtorificados por nuestro Juan Pablo il y por los otros jefes de las
Iglesias y comunidades eclesiales, aquî mismo, en elColiseo.
jSî, habré mârtires de la famllia, del amor, de la vida! No se puede salvar la
famllla, protéger el amor, defender la vida, sin testimoniar hasta el trabajo
ensuciado, la réputation perdida, la vida dada, la sangre vertida...
Pero, a través de su Via Crucis, tan querido padre Michel, el Seftor nos
murmura: «jNo tengan miedo! jCoraje! ^El mundo? ^No lo he vencido yo? jUna
vez y para siempre! |Aguanta en elcombate! jTe espéra mi corona de gloria!»
Juan el Precursor, <?,no fue él mârtir del amor en familia? El no podïa tolerar
que dos familias sean destruidas por el adulterio y el incesto. Porque él era el
testigo: de una parte, de la Trinidad, de un Dtos-Familia, pura circulaciôn de amor
entre Personas diferentes; de otra, testigo de las bodas de Jésus y de su Iglesia.
" Nosotros mismos, porque somos testigos de la Trinidad yde las bodas de
Dios en su Eucaristia, ^no estamos todos llamados a ser precursores?
Conduit su Via Crucis con la Trinidad y la Eucaristia: jhallazgo génial!
Frente al desencadenamiento de fuerzas satânicas que intentan destruir
nuestras familias, he aquî la respuesta divina: {esta multitud de doscientos
cincuenta mil abuelos, padres, jôvenes, adolescentes, niftos y hasta ninos de
pecho, rezando de rodillas este Via Crucis! Mâs fuerte que el terror jsu fervor!
Mes poderoso que el estrépito de las declaraciones: jsu silencto de adoraciôn! Y
ya victoriosos sobre todo mal: jsu ternura familtar, su comuniôn eclesial, su paz
real!
Michel, hermano de combate y por tanto desde ya de gloria, por estas
f* contemplaciones en donde se adivina su corazôn de embajador de Jésus, su amor
fratemo hacia los jôvenes y patemal hacia los padres, jpermïtame bendecirio!
Daniel-Ange
Ermita de Sarov,
este 6 de enero de 2001,
Epifania del Sefior,
clausura del Gran Jubiieo,
alborada de un nuevo mitenio.
Présentation

Este Via Crucis fue preparado por pedido del Pontificio Consejo para la
Familia con vistas al Gran Jubiieo de las Familias del aflo 2000. Este Jubileo tuvo

Iugar en Roma, bajo la presidenda del Papa Juan Pablo II, el 14 y el 15 de octubre
de 2000. Esta asamblea mundial estaba centrada sobre un tema particularmente
portador de felicidad: los hijos, primavera de la familia y de la sociedad. El Via
Crucis fue, pues, celebrado en una atmôsfera de fiesta, por cristianos que llegaron
en masa de todos los confines del mundo para responder a la invitadôn del Santo
Padre.

En razôn de obligadones prâcticas, el texto utilizado en Roma el 14 de


octubre, en la Plaza San Pedro, presentaba una version reducida y ligeramente
diferente del texto complète, que es pubiicado aqui.
Habida cuenta del contexte «jubilatorio» en el que se ubicaba, descartamos
de este Via Crucis todo lenguaje estudiado y evitamos todo dima dolorista.
Elegimos escribir este texto en un lenguaje simple, no dudando en utilizar algunas
expresiones familiares.
No sorprendera constatar que este Via Crucis esta fuertemente centrado
sobre temas entrelazados: la vida, la familia, la mujer, el nifto. Como nos fue
pedido, recurrimos a una palabra muy directe, destinada a tocarlos corazones. En
esta celebradôn de la Palabra, hemos centrado todo sobre el misterio de la
Encamadôn y subrayado el origen divino de la familia y de la vida, su beileza, las
amenazas que pesan sobre ellas, el necesario compromiso de los cristianos para
promoverias, la esperanza que justifica todas las audacias para servirtas.
El texto de las estadones es con frecuenda mâs largo que los textes
habituâtes. Hay para ello dos razones. En primer Iugar, cuando el Via Cruds es
celebrado por una gran multitud, es frecuente que los desplazamientos entre las
estadones sean reduddos o induso suprimidos, de donde la posibilidad de ganar
un poco de tiempo en beneficio del texto de meditaciôn. Ademâs, hemos pensado
en aqueilos, cada vez mâs numerosos, que optan por la celebraciôn privada y, por
tante, no sujeta a ninguna obligadôn de tiempo. De todas formas, siempre es
posible abreviar los textes o retener solo algunas estadones, ya sea para ser
destinado a la celebraciôn pûblica o a la devociôn privada.
Este Vîa Cruds esta lieno de reminiscencias escriturarias, fâdlmente
reconodbles. No obstante, en el cuidado de no entrecortar este texto, las
principales referencias a la Escritura han sido reducidas al minimo y generalmente
remitidas al final de cada estadôn.
Aprovechando de la libertad que nos fue acordada, no hemos retomado
todas las estadones habituâtes y hemos incluido nuevas: 1,2,3,13 y 14. Ademâs,
por un proceso de inclusion, inserimos el conjunto entre dos acontecimientos
gloriosos: la Transfiguradôn y la Resurrecdôn. El camino real nos conduce para
terminar en la contemplaciôn de la Bienaventurada Trinidad, seguida de una
oraciôn de envfo en misiôn.
Nuestra esperanza es hacer redescubrir esta tradicional devodôn
renovando el espfritu de la misma. Deseamos, en particular que las familias y los
jôvenes la reencuentren, maravillados.

M.S.

Roma, ano 2000 del Gran Jubileo


10

Oraciôn initial

Seflor, estamos aqul reunidos para celebrar tu Pasiôn, tu muerte y tu


resurrecciôn. Claro, todo comenzô en Nazareth, cuando el éngel Gabriel anunciô a
Maria que ella séria la madré del Salvador. Asf mismo, Seflor Dios, nos
encuentras ahora reunidos para meditar los acontecimientos mayores que
ocurrieron entre Nazareth y Jerusalén.
«tQué acontecimientos?
- Los référantes a Jésus el Nazareno, que fue entregado y crucificado, y que
algunas mujeres dicen que Él esté vivo.»
Seflor, icàmo podriamos olvidar el precio de nuestra salvaciôn, las
làgrimas vertidas pornuestra liberaciôn, la sangre derramada para que tengamos
la vida y la vida en abundancia?
Envianos tu Espfritu, para que podamos seguir a Jésus con fervor por el
camino de la Cruz, que es camino de la vida.
Oh Maria, protectora de los inocentes, tômanos de la mano para
conducimos, mes allé de la Pasiôn y la Cruz de tu Hijo, a la gloria de la
Resurrecciôn. Amén.

jGloria a ti, Seflor, gloria a W

Referendas: Le 24,19-23; Jn 10,10.


11

PRIMERA ESTACIÔN

La Transfiguration

Te adoramos, Seflor, y te bendecimos, porque redimiste al mundo por tu


santa Cruz.

f* Contemplaciôn

El repetido anundo de la Pasiôn era muy difîcil de aceptar por los


apôstoles. Aquello frisaba la provocaciôn. El Evangelio nos recuerda a menudo la
répulsion que suscitaba en ellos la idea de un mesias sufriente y humillado. £Y,
entonces, nuestros buenos lugares? ^Y nuestros prwilegios? <y el
restabledmiento de un reino mesiânico servido por el poder de Dios? Ahora bien,
en Iugar de estas atrayentes perspectivas defuturo, he aquî que el Seftor anuncia
que va a sufrir, ser muerto, que es por eilo que vino y que sube a Jerusalén.
«jEso, Sefior, nunca!» Pero para cortar râpido todo matentendido, Jésus agrega a
su intendôn que, para ellos también, la recompensa sera la persecudôn y el
martirio. Sorprendente câliz al cual son invitados a tomar parte.
Ciertamente, ellos habian sido testigos de curadones y de muchos otros
milagros; vieron personas cambiar de vida al llamado de Jésus. Ellos mismos,
después de todo, habian dejado todo para seguirlo. Pero Jésus, que lee en el
corazôn, sabe cuânto su fe es fragil. «^Todavia no comprenden?»
Entonces el Seftor emplea los grandes medios. Convoca a Pedro, Santiago
yJuan en una alta montafta. Levante el vélo sobre el resplandor de su gloria. Les
transforma la mirada. Les abre muy grandes los ojos de la fe. Se muestra a ellos
tel cual es, ha sido y sera por los siglos de los siglos. No mâs aquel frente al cual
se maravillaban las muchedumbres interesadas, aquellas que no tardaran en votar
12

su muerte por una mayoria vociférante. Pero el Sefior de gloria levante el vélo
sobre su Resurrecdôn, que es lo ûnico que da sentido a su paso por la muerte de
la Cruz.

{Gloria a ti, Sefior, gloria a ti!

Oraciôn

Seflor, danos una mirada nueva para que creamos finvemente que tu has
venido a secartoda légrima. Danos un corazôn nuevo para que podamos amarte
mes y seguirte a todas partes donde vayas. Que en el momento en que seamos
atormentados por la duda, la prueba o la desesperanza, fijemos nuestra mirada
maravillada sobre la zarza ardiente de tu amor.

Referencias: Mt 16,23; 20, 20-28; Me 8,21; 9,1-10; Le 9, 28-36; 24,25; Jn 8,58;


13,6.

0$\
13

SEGUNDA ESTACIÔN

La ûltima cena

Te adoramos, Seflor, y te bendecimos, porque redimiste el pecado por tu santa


Cruz.

Contemplaciôn

Todo habfa sido anundado en Cane, donde Jesûs elevô el matrimonio a la


dignidad de un sacramento. Pero en Cane; era muy temprano. Hoy Hegô la hora
de Jesûs. Es poresta hora que vino al mundo. Es la hora de la verdad. Verdad de
Jesûs trente a su Padre. Verdad de Jesûs, trente a todos nosotros, que ama hasta
dar la vida por nuestra salvaciôn.
Es la hora también del nuevo mandamiento: «Âmense los unos a los otros
como yo los he amado.» Âmense hasta el perdôn. En adelante, no podemos
excusarnos por amar mal dado que inuestro corazôn esta invitado a amar con el
amor mismo del Corazôn de Cristo!
La Eucaristia es la hora santa porexcelencia; es la hora de Jesûs celebrada
para festejar el don de Dios, la Fiesta-Dios, en suma. Don del cuerpo y la sangre
de Jesûs que redbimos en la misa dando gradas a Dios por el don de su Hijo.
Mémorial de sufrimientos infinitos, testimonio de feliddad sin fin, sacramento del
Resucitado para siempreprésente porel ministerio del sacerdote.
Jesûs nos ensefia aquî que la caridad es humilde servicio al prôjimo. Un
servicio que, antes de pasar por la Cruz, se concretiza en gestes simples, de los
cuales, como los apôstoles, dudamos a veces en acoger toda la significadôn
profunda. Situado en esta etapa decisiva de la vida de Jesûs, el Lavatorio de los
pies ilumina la institudôn de la Eucaristia. Anuncia que el Maestro ha venido para
14

servir y no para ser servido. Ha venido para inviter a aqueilos que ha elegido, a
entrar en las disposiciones de su Divino Corazôn, llamando a todo hombre a ser el
servidor de sus hermanos. De esta forma se realiza ejempiarmente el nuevo
mandamiento, y esta comuniôn entre Jesûs y sus discîputos funda la comunidad
cristiana.
La institudôn de la Eucaristia da al Lavatorio de los pies su expresiôn
sacramentel y dilata su alcance. Ya no se trata simplemente de un geste que
traduce el nuevo mandamiento en una parâbola viviente donde el Maestro se dfie
el delantal del servidor. Se trata, en adelante, de la ofrenda real y total de él
mismo, del amor por los suyos, de la Nueva Alianza sellada entre Dios y los
v hombres, de la comuniôn a su cuerpo y a su sangre.
Esta actitud de servicio, Jesûs va a llevaria a su realizadôn una vez por
todas el Viernes Santo, en su abandono sin réservas a la voluntad del Padre.
Entre el Lavatorio de los pies y la Cruz, la celebraciôn de la Eucaristia por el
sacerdote es la representaciôn, «hasta que él vuelva», de la ofrenda interior que
Jesûs hace de si mismo el Jueves Santo. Ella es comuniôn a esta voluntad de
servido, llevada hasta el sacrificio de si. Ella es comuniôn al cuerpo y sangre de
Jesûs, disodados en el calvario, pero reunidos en la noche de Pascua. Los
mismos rites litûrgicos ceiebran esta réunion y subrayan que el Cuerpo y la Sangre
de Jesûs nos hacen comulgar, de un mismo movimiento, a la Pasiôn y a la
Resurrecciôn del Salvador. Verdaderamente, el pan y el vino consagrados, que
f^ redbimos de las manos del sacerdote, son el cuerpo yla sangre del Resudtado.

jGloria a ti, Sefior, gloria a ti!

Oraciôn

Seflor Jesûs, te damos gracias por el don de tu Cuerpo y de tu Sangre.


Nuestro corazôn funde de reconocimiento porel don perpetuo de timismo que has
instituido en la Cena. Da a nuestros sacerdotes, que has estabtecido a la sombra
15

de tu Cruz, ser testigos fieles de tu amor. (Configurâtes a ti! fHazIos progresar en


el conocimiento del misterio de la fei jRevélate a ellos!
Otôrganos acoger, por su mlnisterio, tu Palabra dulce y fuerte, tu Perdôn
que relanza nuestra marcha, el Pan y el Vino consagrados que nos recuerdan que
la hors se acerca y que pronto llegaré tu Dla.
Danos la gracia de un corazôn ardiente a tu escucha cuando nos hablas en
la Escritura, la gracia de un corazôn dispuesto a reconocerte en la fracciôn del
pan.

Referencias: Mt 26,17-35; Le 24,13-35; Jn 2,1-11; 1 Co 11,23-26; Jn 6,1-59; 13,2-


15,34; 15,12.
16

TERCERA ESTACIÔN

La negaciôn de Pedro

Te adoramos, Sefior, y te bendecimos, porque redimiste al mundo por tu


santa Cruz.

Contemplation

Hay un tiempo para confesar; hay un tlempo para negar. Pedro, no hace
mucho tan impetuoso, tan seguro de si, helo allî que se quiebra. El Mo no le sienta
bien. Las cantlneras encargadas del brasero reglamentario lo ven y lo denuncian.
jPobre Pedro! jEstés en un apuro!
Entonces, el pescador de Galllea se enreda en la évasion, la mentira, la
negaciôn. Olvida el compromiso que habîa tomado de seguir a Jésus a todas
partes donde irîa. jNegada, la evidencia del acento traicionando al discipulo!
Pedro es alcanzado, en el tiempo de una mirada, por la manada
desenfrenada. No comprende mâs nada. Asu manera, esté embarcado en un via
cruds paralelo al de su Maestro. Pues el Maestro no tardaré en tomarto
nuevamente, a él el pecador, entre los hilos de la misericordia. Madurado por
amargas légrimas y por el perdôn, podré recibir su misiôn defmitiva: sertestigo de
la tumba vacîa, corner y beber con el Resucitado, confirmar a sus hermanos, y
finalmente dar e! testimonio supremo que termina de configurar el discipulo a su
Maestro.

(Gloria a ti, Seftor, gloria a ti!


17

Oracfôn

Sefior, apenas me animo a decirtelo, pero tedoy gracias por la negaciôn de


Pedro. En primer lugar porque tû lo perdonaste y él se anepintiô. Tû que me
perdonas tan frecuentemente, dame laslàgrimas de un verdadero arrepentimiento.
Dame confesar, como Pedro, que tû ères el Hijo de Dios, el Sefior con la mirada
Ilena de clemencia. Entonces podré, sin temor, confesar mis cobardias, aquellas
del respeto humano, aquellas delas omisbnes, aquellas dela mala fe, aquellas de
los adulterios de todo tipo, aquellas de los disfraces de la verdad, aquellas de las
fullerias y de las trempas de todo tipo.
Sefior, ères tû que suscitas en mi el pedido de perdôn y yo veo en tu
iniciativa el signo de que tû ya me has perdonado.
Ademâs, Sefior, no es que yo quiera discutir contigo, como Abraham o
como Job. Pero desde que me di cuenta que tû has fundado tu Iglesia sobre
Pedro, renegado de un dia, y sobre Pablo, resplandeciente perseguidor, mi
corazôn esta en paz. Como Pedro y como Pablo, yo, cuyo ûnico tftulo es et de
pertenecer a la corporaciôn de los pecadores, tengo la audacia de pedirte, a tu
mepr conveniencia, la corona prometida a aquellos que has perdonado y que
colocaron en ti toda su esperanza.

Refencias: Gn 18,16-33; Le 22,32. 54-62; Mt26,69-75; Hech 10,41; 2 P1,16-19.


18

CUARTA ESTACIÔN

Jésus es condenado a muerte

Te adoramos, Sefior, y te bendecimos porque redimiste al mundo por tu


santa Cruz.

f^ Contemplation

Curioso hombre, este Pilatos. ^Astuto? Seguramente. ^Filôsofo diletante y


desengafiado? Sin duda. Le ocurre, incluso, de hacer la buena pregunta: «^Qué
es la verdad?» Ahora bien, la Verdad estaba delante suyo. Pero entre él y Jésus,
estaba la preocupaciôn por la carrera, por la promociôn. Habîa que agradar al
emperador, sobre todo no hacer olas, y hacer lo necesario para contentar a la
masa. En su corazôn, no habîa mes lugar para esta verdad que pretendîa buscar.
Le queda entonces la libertad, su libertad herida, aquella del poder discrecional: la
libertad de ser vil. Aquella de permitir ta ejecuciôn del Inocente. Misérable libertad
de un manipulador de opinion, que manda a la muerte al mismo que solo esperaba
jpn un gesto para dar a este oportunista la ocasiôn de entrar en la historia como el
patrono de los magistrados întegros y justos.

[Gloria a ti, Sefior, gloria a ti!

Oracîén

Sefior, te pedimos por nuestros gobemantes, los reyes y las reinas, los
présidentes, los ministres, diputados, senadores, prefectos, gobemadores,
présentes y a venir, igual que por los médicos, los juristas, los hombres de
19

negocios, los periodistas, los filôsofos y otros llderes de opinion, asf como por los
pastores y los teôtogos. Dales, Sefior, un corazôn abierto a la verdad y a la
justicia. Dales el no abusar de su libertad dando su cauciôn a la culture de la
muerte. Guérdalos, Sefior, de nunca dejarse corromper por el dinero, seducirpor
la voluptuosidad del poder, oembriagarse porla preocupaciôn porta popularidad.
Sefior, tû nunca has dejado de aproximarte a los mes pobres y has dado su
dignidad a aquellos que las personas bienpensantes rechazaban hacia la
exclusion.
Que entre los mes débiles de los seres humanos, podamos todos descubrir
tu rostru tumefacto donde brilla entre las iégrimas tu mirada ilena de temura.

Referencias: Is 52,14; Jn 18, 38; 19,1-16; Mt27,11-26


20

QUINTA ESTACIÔN

Jésus es cargado con su Cruz

Te adorâmes, Sefior, y te bendecimos porque redimiste al mundo por tu


santa Cruz.

Contemplaciôn

Los especialistas en la cuestiôn son unanimes: la Antigûedad puso a punto


un abanico muy variado de ejecuciones. No para permitir al condenado elegir su
suplicio, por decirio asî, ala carta: se lo elegîan segûn criterios personalizados. La
ley o el uso, preveîa técnicas diferentes segûn la fechorîa a castigar, e! crimen a
expiar, las divinidades a calmar. La ejecuciôn variaba también segûn el estatus
social del condenado. El tipo de muerte infligida era mâs digno segûn que se
tratase de un hombre libre o de un esclavo. Las mujeres se beneflclaban, algunas
veces, de un tratamlento privilegiado. En todos los casos, sin embargo, la muerte
era dada y el desenlace era el mismo: fatal.
Jesûs sabîa desde hacïa mucho tiempo que deberia sufrir y ser muerto.
Considerada como soberana, la voluntad popular réclamé su crucifixion - décision
que Pilatos y Herodes, ganados por e! prurito mimético, se apresuraron en
ratificar. Asî convergîan la requisitoria del pueblo y la profecîa de la Escritura: el
Mesîas moriré en la Cruz.
Ahora bien, la Cruz era el privilegio del esclavo. Habîa, pues, que intentar
retirer a Jesûs la apariencia humana, abofeteândoto, flageléndolo, coronandolo de
espinas, déndole una cana por cetro yun manto rojo, todo para burtar su Realeza
divina. Era preciso que muerda la tierra: humillarlo; habîa que tratar de hacerlo un
subhombre: un esclavo.
21

Encamizarse en privarlo de su dignidad de hombre para estar seguro que


no reflejaria mâs nada de su condition divina. Y en el proyecto - de entrada
condenado al fracaso - de consumar esta destrucciôn, era necesario exponerlo,
hasta quela muerte ocurra, sobre el patîbuio del suplicio.

jGloria a ti, Sefior, gloria a ti!

Oraciôn

Sefior, desde que tû has sido cargado con tu Cruz, los procedimientos que
f^ se proponen destruir el hombre no han cesado de refinarse. Nuestro siglo ha
puesto apunto técnicas altamente eficientes para despersonal'izar alos hombres y
para reprogramartos. Nuestras sociedades fabrican nuevos esclavos, que
consienten a su servidumbre mientras que se sepa deleitar sus instintos. El
derecho mismo, algunas veces, se transformé en un instrumente de opresiôn,
como la medicina en un instrumente de muerte. Somos testigos, Sefior, de tu
pasiôn que secontinua en aquellos que el mundo desprecia y alos cuales te has
identificado.
Sin embargo, Sefior, tu Cruz victoriosa da no sotamente un sentido a
nuestros sufrimientos, sino que brilla mes que nunca como el signo de toda
esperanza. Desde tu Resunecciôn, el instrumente de tu suplicb sign'rfica tu Victoria
#* sobre la muerte. Tu Cruz mal proyeeta la luz de Pascua sobre todas las viotencias
y les descubre para siempre la injusticia.
Oh Jesûs, era necesario que te hagas cargo de este patfbulo para que
pueda ser revelado el pecado del mundo, para que sea desquiciada la escala de
vafores paganos que cultivan la violencia yhonran ta muerte. Desaffo ala maldad
de bs hombres, tu Cruz nos dice que Dios es fiel a sus promesas y que, mat que
pesé a los corazones endurecidos, el Amor misericordioso tendre la ûltima
palabra.
22

Referentias: Deut 21,22 s.; Mt 27, 27-32; Le 24,20; Jn 19,16 s.; Hech 10, 39; 13,
29;Flp2,8;Heb12,2;13l13.
23

SEXTA ESTACIÔN

Jésus encuentra a su Madré

Te adoramos, $efk>rt y te bendecimos, porque redimiste al mundo por tu


santa Cruz.

Contemplation

Slmeôn le habîa dicho: «Una espada te atravesaré el corazôn», y Maria


sabia que la hora de su Hljo séria para ella la hora de prueba de la fe. Jésus habîa
instruido a sus discîpulos: la grandeza de Maria no era tanto haber dado
nacimlento al Hljo de Dios; era el haber creîdo y haber guardado fielmente el
misterio de Jésus en su corazôn virginal, de haberdejado a su fe dilatarse en una
caridad quelleva aquî el nombre de compasiôn.
Pues allf esté donde conduce la fe de Maria, la Fiel. Ella hubiese querido,
ella también, llevar la Cruz de su Nifto, pero Simon va a ocuparse de este oficio.
Enfonces Maria esta totalmente libre para fundir totalmente la ofrenda de ella
misma en la ofrenda que su Hijo iba a hacer de él mismo. Ella desliza todo el
sufrimiento del mundo en el corazôn del sufrimiento del Salvador. En la noche de
su fe, ella ofrece al Padre lo que tiene de mes precioso, Jésus, el fruto bendito de
sus entranas, aquei al que ella a amamantado, acunado, presentado al Templo,
buscado entre los doctores, y quien es también aquei a quien ella continua hoy
asistiendo matemalmente, como nos asistirâ matemalmente en la hora de nuestra
muerte.
Yahora que los doctores habïan envejecido, y que algunos estaban allï
emboscados para verificar si los guardias hacïan bien su tarea, Maria reencontrô
su hijo en el camino del calvario. Ella no podîa estar ausente de este
24

acontecimiento ya que, por su Concepciôn Inmaculada, ella era la primera


bénéficiant. En ella, y aquî, se manifestaba el corazôn maternai de Dios.

{Gloria a ti, Sefior, gloria a ti!

Oraciôn

Oh Nuestra Seftora, nos ocurre a menudo no saber que decir ante el


sufrimiento.
cQué decir a una madré que acaba de perder a su hijo? ^A una esposa
v cuyo marido esté paralizado de por vida? ^Côrno hablar a un enfermo en /ase
terminal? iQué le vamos à decir a un hombre al que la mujer lo acaba de
abandonar? tOaun abuelo que no recibe nunca la visita de sus bips?
Tû misma, dinos, iqué bas podido decira tu Hljo?
Si el Evangelio es discreto sobre este diàtogo, es sin duda para que
aprendamos de tfel secreto de la compasiôn. Estar alli, cerca del que sufre, estar
allf con una presencia discrets, atenta y afectuosa.
Estar muy cerca para compartir su dolor, para décide que no esté solo para
llevarsu Cruz, para décide que la prueba no quita nada a su dignidad, que él tiene
siempreel mismo valor a los ops de Dbs y a los nuestros.
Ypuesto que hastomado sobre ti, para llevarlos, los sufiimientos de tu Hijo,
^ oh Madré nuestra, no permitas que nuestros pecados hagan mes pesada la Cruz
de Jesûs.
jObtiénenos la gracia de una buena muerte, y ta de ser admitidos en el
Reino, donde tu Hip resucitado te elevô para darte la corona de Reina!

Referencias: Le 2,34s.; Qa 5,6.


25

SÉPTIMA ESTACIÔN

Jesûs cae bajo la Cruz

Te adoramos, Sefior, y te bendecimos, porque redimiste al mundo por tu


santa Cruz.
jp\

Contemplaciôn

Jesûs aspira llegar a la cima del Gôlgota. Le gustaria terminar con esta
Cruz cada vez mes pesada, rugosa, llena de asperezas. No hay forma de
reposarse, pues estén las burlas, las injurias, los latigazos. Y todo debe estar
terminado para las tres horas. Entonces Jesûs no puede mes y se desploma bajo
su Cruz.
La cara contra la tierra, sobre las piedras, ve desfilar todos los pecados del
mundo, los pecados de todos los tiempos, comprendido el nuestro: las injusticias
sociales, el abismo escandaîoso entre los pobres y los ricos, el hambre, la
pobreza, el desempleo, las enfermedades, la miseria, la ignorancia, la violencia, el
terrorismo, la guerra. Ve desmejorar a los chicos que morirén antes de tener un
afto. Ve que la gente mide el valor de los otros en el beneficio que pueden sacar,
en el placer que pueden obtener. Como si los nombres y las mujeres Hiesen
mercancîas. Ve que el mundo es despiadado, que no hay lugar para los débiles,
que son demasiados, que hay que excluirios, impediries nacer, vivir ytrabajar. Las
méquinas los reemplazarén y no pedirén ser amadas: serén menos caras. Jesûs
mismo era vîctima de su debilidad consentida. Hubiese podido convocar a las
milicias célestes, peno rechaza secamenteeste abuso de poder divino.
26

Estaba desconsolado de ver cuénto los nombres se apresuraban a hacer


uso de su libertad para suscribir a todo tipo de mentiras, para fabricants y para
hacérselas créer a los otros. Los llamados «nuevos derechos» del hombre, entre
los cuales deberîa figurar el «derecho» al aborto; los llamados nuevos «modelos»
de familia, como las uniones entre personas del mismo sexo; el llamado «derecho
a (a muerte en la dignidad».
Jesûs se acordô entonces de Satanés, su Adversario de siempre, a quien
habîa declarado embustero, homicida, y padre de una descendencia numerosa y
builiciosa.
Gemîa pensando en los falsos profetas y en los pastores mercenarios que
v inventan «justificaciones» falsas para eliminar a los mes débiles o para encerrarios
en réservas, en las boisas del subdesarrollo.
Y ademés, estaba constemado de ver cuénto tas personas estaban
inclinadas a labrarse la propia desgracia. En la creaciôn del mundo, habîan, sin
embargo, sido mimadas: habîan sido hechas a imagen y semejanza de Dios,
dotadas de razôn y de voluntad libre, al igual que de un corazôn para amar y ser
amadas. Sabîan emplear su inteligencia para hacer dinero y para explotar a los
otros. Pero cuando se trataba del modo de uso de su corazôn o de su cuerpo,
desconectaban con frecuencia la razôn para céder a sus instintos. De tiempo en
tiempo, los mistificadores incluso les susurraban: «La trasgresiôn, jes buenal», lo
que nos llevaba de nuevo al punto de partida, a la historia de Adén y Eva.
^ Pobre motivo de consolaciôn, Jesûs veîa que la gente estaba cada vez
mes fascinada por la bella naturaleza que él nos habîa dado. Aquellos se
movilizaban para preservar la capa de ozono, para denunciar la deforestaciôn del
Amazonas, abrîan suscripciones para protéger a las especies en vîas de extinciôn;
se indignaban por la producciôn de came con hormonas. Pero, curiosamente,
muchos admitîan sin temblar, una cuota anual de unos cincuenta millones de
abortos, la hormonizaciôn de las mujeres, la eutanasia de los viejos y otros
«molestos costosos». Jesûs no comprendîa que los nombres comercien la salud y
la vida, mientras que la una y la otra eran dones de Dios.
27

Simon que veîa a Jésus llorar, atribuyô sus légrlmas al peso de la Cruz.
Ténia razôn, seguro, pero para el corazôn de Jésus, la madera de su suplicio era
poca cosa respecte a los pecados del mundo.

Seftor, ten piedad de los pecadores que somos.

obien

Kyrie eleison, Christe eleison. Kyrie eleison.

v Oractôn

Seflor, tu aceptaste seraplastado porel peso de tu Cruz, porelpeso de los


peœdos del mundo. Dônanos œmprender que nuestra responsabilidad esté
gravemente comprometida en las injusticias y en las violencias multiples de la
sociedad. Enséhanos a verlas de trente, a denunciarlas con coraje, a remediartas.
Guârdanos de hacemos complices de estas injusticias y de estas
violencias, que, sin ti, no tendrfamos e/co/a/e de afrontar.
Te rogamos, Serlor, de extender tu protecciôn a todos aquellos que son
victimasde los maies que gênera nuestra sociedad.
Da a los responsables el darfe importancia a opciones prioritarias
f^ conformes a la justicia. En una época en ta que se multiplican las hazaftas
cientificas y técnicas, has césar el escéndalo que hace que demasiada gente
muera sin ruido porfaita de agua potable, o de tuberculosis, lepra, paludisme o de
otras enférmedades de la pobreza.
Enseila a nuestra sociedad a interrogarse lealmente sobre su
responsabilidad trente a la difusiôn del sida. Danos las palabras necesarias para
réconfortera aquellos que sufren de ese mal.
Ilumina a todos aquellos que se esfuerzan por prévenir todas estas
enférmedadesy tratan de encontrarles un remedio.
28

Enséfianos igualmente a asumir nuestras responsabiiidades trente al


suicidio de los jôvenes. Elios también son victimas de la culture de la muerte.
Estén heridos porta division en nuestras familias; sufren la ausenda fisica y moral
de sus padres y las torpezas de los educadores; esté/? sin defensa fiente a las
faladas de nuestros medtos de comunicaciôn. Danos un corazôn dispuesto a
ponerse a suescucha. Danos encontrarlas palabras de esperanza y de amorque
les ayudarén a hacerfa ûnica buena opdôn, la opciôn de la vida.
jTen piedad de nosotros, Sefior! Tû nos has dado todo lo que hace falta
para que seamos relices. iTen piedad de nosotros! No solo hemos dilapidado
nuestra herencia, sino que hemos matado a los servidores del duefio de la vida, y
f* matado asu Hip, que nos habia enviado.

Referencias: Deut 30,19; Si 17,1-15; Lam 3,1-9; 2,16; Mt 21, 33-41; Le 18,13.
29

OCTAVA ESTACIÔN

Jésus consuela a las mujeres de Jerusalén

Te adorâmes, Sefior, y te bendedmos, porque redimiste al mundo por tu


santa Cruz.

Contemplacîôn

Estas mujeres, nos dice san Lucas, se golpeaban el pecho viendo a Jésus
Hevar su Cruz. Elias hubieran podido cambiar de vida, ya que el llamado insistente
a la conversion les habia sido dirigido, muchas veces, por el Sefior. Elias hubieran
podido hacer alguna cosa para evitar que se Hegue a ese punto sin vuelta atnâs.
Naturalmente, ante la ejecuciôn, vuelta inévitable, ellas no podian retener sus
légrimas. Después de todo, este Hijo hubiese podido ser su hijo. Pero Jésus las
invita a ir mes lejos, a descubrir su parte de responsabilidad en esta condena.
Revierte la relation de compasiôn, pues él lee en suscorazones, como habîa leido
en el corazôn de la mujer adultéra y en el de los jueces que querian condenarla.
En la hors en que va a afrontar la muerte, Jésus Ian2a a estas mujeres una ûltima
ysolemne invitaciôn al arrepentimiento. Una invitaciôn que, atravesando los siglos,
se dirige a los hijos prôdigos que somos, y que nos hace palpar la paciencia
infinita de nuestro Oios.

(Gloria a ti, Sefior, gloria a ti!


30

Oraciôn

Sefior, tu que sondées tos corazones, sabes que nuestras familias son
visitadas por cruces de todo tipo, y heridas por el pecado. Tô que nos ofreces
siempre tu misericordia, da a los esposos separados la fuerza de un perdôn
crudficante pero liberador. Tû que no quieres que ninguna oveja se pierda, da a
nuestras comunidades no marginalizar a aquellos y a aquellas que se dejaron
Hevar a unanueva union. Tû, a quien José y Maria cuidaron con temura, protège a
tos nitlos abandonados y a aquellos que son tambaleados a merced de las nuevas
uniones de sus padres. Tû que perdonaste a la Samaritana, coloca a todas
nuestras hermanas ai abrigo de la explotadôn y de la violencia. Tû que tuiste
abandonado, reconforta con tu palabra y con tus sacramentos a aquellas y a
aquellos que fueron abandonados injustamente y que continûan, a pesar de todo,
fîeles a sus compromisos. Dales, Sefior, la fuerza necesaria para educar a sus
hijos en el respeto de tu santo Nombre.

Referencias: Mt 18,14; Le 15,11-32; 23,27-31; Jn 4,1-45.


31

NOVENA ESTACIÔN

Simon, el Cireneo

Te adoramos, Sefior, y te bendedmos, porque redimiste al mundo por tu


santa Cruz.

Contemplation

Como de costumbre, Simon, el de Cirene, habia tenido una jomada dura.


Para hacer fructificar su parcela de tierra, habia soportado el peso del dia y del
calor. Habia layado, rastrillado, escardado bajo el sol. Y ni una moneda por esta
labor, pues él trabajaba para alimentar a su familia la cual ténia a su cargo, como
se dice hoy. Estaba agotado, ios pies contusionados, las manos callosas. Y sin
embargo, cargando sus alforjas, pensaba en sus hijos, que lo esperaban, y en su
mujer, que iba a prepararles una buena sopa de legumbres frescas de su jardin.
Y he aqui que un veterano lo para: «jTû Simon, vamos!» No hay forma de
largarse desapareciendo en las callejuelas.
Es asi que, verdugo mediante, el Cireneo fue llamado, no bajo las
banderas, sino bajo el estandarte glorioso del Rey. Singular vocation, pero que
hace figurar su nombre en la primera pagina del Libro donde el nombre de los
elegidos esté inscrito en el tielo.
jExtrafio cara a cara entre este hombre rudo, vuelto de repente compafteno
del Rey coronado de espinas! La consigna recibida era tan ûnica como imperativa:
«Aqui tienen al hombre» que hay que mantener con vida hasta el momento en que
seré cumplida toda justicia.
Es asi que Simon colocô sus pasos enlos pasos de Jesûs, sin comprender,
en ese momento al menos, que el representaba con anticipation a todos aquellos
32

que agregarîan lo que faita a la Pasiôn de Jésus para que el mundo sea salvado.
En nombre de todos aquellos, Simon devolvfa humildemente el cumplido al
Cordero vencedor, que habia venido a armar su tienda entre nosotros y cargarse
con los pecados del mundo.

jGloria a ti, Sefior, Gloria a ti!

Oracién

Sefior, por et ejempto de Simon el Cireneo, tû nos invitas a unir nuestra cruz
\ a la tuya. Es hacemos mucho honorasodamos asi a la redendôn del mundo.
Sin embargo, Sefior, puesto que la Cruz te dio miedo, comprenderés que
nosotros temamos a las nuestras. El peso de la enfermedad, las malformadones,
la espéra angustiosa de un hijo, las detidendas ffsicas y mentales, las secuelas
de accidentes, los duelos y fa evidenda de la muerte que marcha hacia nosotros...
iPiedad, Sefior!
Danos también, Sefior, ayudara los otros a Hevar sus cruces. Enséfianos a
volver a nuestras familias atentas a sus padres enfermos; a entomar a los viudos y
viudas de la soticitud que atrviaré su prueba; a adoptargenerosamente a los nifios
abandonados. Haznos descubrir nuestras responsabilidades trente a los nifios
cuyos padres se desinteresan y trente a todos aquellos, jôvenes o viejos, que
f^ sufren las dMsiones familiares.
Gradas, Sefior, porllamamos a soportar nuestras pruebas y a compartirtas
de tos otros, pues creemos que tû te hiciste para nosotros et Cireneo que nos
conduce hacia la otra orilla.

Referencias: Dn 12,1; Mt 27,32; Le 10,20; 23,26; Jn 19,5; Col 1,24.


33

DÉCIMA ESTACIÔN

Las santas mujeres

Contemplation

El Evangelio no dice cuéntas eran, ni quiénes eran. En cambio, la Escritura


no déjà ninguna duda sobre su détermination. Es que han precisado mucho
atrevlmiento para franquear el cordon policial, para hacer detener esta marcha al
patîbulo, finalmente para ir a enjugar el rostre irreconotible del Bien Amado.
jSorprendente libertad de estas mujeres, que toman todos los riesgos y nada
consigue intimidarlas!... «Encontre al amado de mi corazôn. »
No sabemos lo que les ocurriô después. En la lôgica del Pensamiento Ûnico
- el de aquel tiempo - eran polîticamente incorrectas; debieran haber sido
acusadas por asotiarse para perturbar elorden pûblico, de préméditation, y recibir
un castigo a la medida de su intrepidez.
De hecho, el culpable era Jésus, el no conformista irredutible, que se
tomaba libertades con respecta a la Ley. Pues, después de todo, jera de él que
venia el «mal ejemplo»! ^Cômo tolerar que Jésus cure un dia del sébado? ^Que
perdone, con curactôn incluida? ^Que se diga duefio del sébado y, al serto, Hijo
de Dios? ... jLa tolerantia tiene sus limites! Que diga la verdad ya es inadmisible,
pero que diga que él es la Verdad, la Vida y ademés el Camino, es lo que hace
desbordar la medida. Entonces, jtolerancia cero! Por otra parte, en cuestiôn de
camino, ténia solo lo que habia buscado: el Camino de la Cruz.
Entonces, a la vuelta de una callejuela, he aqui que surge, dulce pero
inquebrantable, este comando de la compasiôn. Un grupo de algunas mujeres.
Una de ellas, de nombre predestinado, se llamaba, dicen, Verônica. En el lienzo
con el cual ella enjuga el rostro del Supliciado se imprimen las facciones del
34

disidente que elias tantas veces han escuchado, con tanta frecuencia seguido, y
que aman como nunca b han amado.

jGloria a ti, Sefior, gloria a ti!

Oracidn

Sefior, da a nuestras hermanas ser, en este mundo de violencia de todo


tipo, columnas de temura. Las hiciste bellas, como tu Madré, porque es a etlas que
tû has asodado lo mes estrechamente a la obra de tu Creaciôn. Tû tas hiciste
amables y amantes para que acojan la vida en su corazôn y en su cuerpo. Tû las
hiciste compasivas para que puedan acoger el sufrimiento humano y consotario.
Dates, Sefior, también engendrer sus hijos en la vida de los hijos de Dios.
Protégelas, Sefior, contra todos los intentes que se dedican a congelaren
etlas la fibre del amor maternai o a desposeerlas de la capacidad de ser madrés.
No permitas que sean «alienadas» al serdespojadas de su dignidad incomparable
de mujeres.
Abre tos ojos a tos responsables para que elfos reconozcan, protejan y
honren tos papales irremplazabtes de la madré, del padre, de fa familia en ta
sociedad humana.
Y a aquettas que rechazaron la vida apenas nacida en elles, muestra,
f^ Sefior, tu rostro misericordioso, y suscita en etlas la esperanza de ver un dfa af
nifioal cual tû fuiste el primero en abrirfe tos brazos.

Referentias: Le 23, 27-32; Is 53,2-4; Sal 27, 8 s.; Cant 3, 4; 1 Ped 3, 1-8. Ver
también Evangefium Vitae 99.
35

UNDÉCIMA ESTACIÔN

Jésus muere en la Cruz

Te adorâmes, Sefior, y te bendedmos, porque redimiste al mundo por tu


santa Cruz.

Contemplaciôn

Los mâs listos habîan tomado atajos para estar en el Calvario antes de la
iiegada del Rey y de su escorta. Aparece, en fin, el cortejo anuntiado por la
melopea de las santas mujeres. No hay tiempo que perder. <,Las vestiduras?
Arrancadas. «jDéjenle solo su corona!» Jesûs solo tiene un momento de respiro:
ei tiempo de acostarse sobre la Cruz, como la vid de Oriente acostada sobre la
tierra par dar su fruto. Luego el ritual lugubre se acelera. Martillos, clavos, algunos
goipes precisos. Y cames que se tetanizan. Verdadero trabajo de profesional. La
Cruz es en fin erigida y, encaramado sobre este trono irrisorio, Jesûs abraza toda
la miseria del mundo. Un ladrôn a la derecha; un bandido a la izquierda. El primer
buen bandido, seftalado en la Historia, ai reconocer que su cruz, al menos, él no la
habia robado, y, por este reconotimiento, amnistiado en el acto por Jesûs y
catapultado al Parafso.
Y luego, al pie de la Cruz, se encontraba Maria, de pie. Ella habrîa podido
intentar un ûltimo recurso, ira parlamentar con el guardia encargado de orquestar
la ejecuciôn del Cordera de Dios cargado de los pecados del mundo. Pero ella
sabe que todo debe cumplirse conforme a las Escrituras, y que, por tanto, ella
debe ser fuerte hasta elfinal, para que su Hijo, éltambién, sea fuerte hasta elfinal.
Yfuerte, ella lo era como lo son todas las mujeres que sienten que su hijo se les
va a resbalar de las manos.
36

He aqui la Nueva Eva, la Madré de los Vivientes, las Madré de tos


Creyentes, asociada para siempre a la obra del Nuevo Adân. Maria, Madré de la
Iglesia, es aqui confirmada en la misiôn que le confia su Hijo: revelar el rostro
matemo de Dios.
Y a Juan, Jesûs dice: «Ahf tienes a tu Madré», para que los hombres sepan
que si Dios se hizo prôjimo del hombre pasando por Maria, es también, pasando
por el Corazôn de Maria que los hombres son invitados a penetrar en el Corazôn
de Dios.
«Entonces Jesûs dijo: Todo esté cumplido." E inclinando la cabeza,
entregô el espfritu.»

jGloria a ti, Sefior, gloria a ti!

Oraciôn

Oh Jesûs, tû has conocido sobre la Cruz tu ûltima tentaciôn, la mes terrible,


la de creerte abandonado por el Padre. Cuando esta tentaciôn se insinua en
nosotros, tbrtifica, Sefior, nuestra te y nuestra esperanza.
Sefior, con tu Cruz tû has venddo la muerte y das a experimentar a todos
los hombres los ttutos de tu pasiôn vidoriosa. Sin embargo, tû sabes, Sefior, que
tu proceso continua hasta hoy. Tû, et inocente absoluto, tû tuiste dedarado
culpable por una muttitud gritona y afedada de demenda contagtosa:
«jCruciffcalo! jCruciflcalo!» Es todo fo que sabla aullar.
Ahora bien, en nuestros pafses, y algunas veces en nuestras familias, el
drama del viemes santo se repite en la etiminaciôn furtrva de santos fnocentes.
Danos, Sefior, no golpear nuestra culpa sobre et pecho de otro. Danos reconocer
nuestras cobardfas y nuestras omisiones fiente a tos prosélitos de la culture de la
muerte, trente a los mercenarios, a los aprovechadores y a los verdugos, a los
manipuladores de opinion, a tos fabricantes de contraverdedes y otros mercaderes
de viotencie.
37

Frente a esta nidada dei Principe de las Tinieblas, danos el coraje que has
dado a las santas mujeres, a Juan y a tu Madré. Danos, para comenzar, el corafe
del disentimiento, que consiste en no ser un cordero seguidor y balante, y en
negarse a bailar con los lobos al son que tocan. Danos el coraje de llamar muerte
a lo que es muerte, y vida a lo que es vida.
Frente a la culture de la muerte, danos ydaa nuestros pastores la fuerza
de serguardianes capaces de Iadrar. Danos la audacia, siguiéndote, de sersignos
de œntradicdôn y de division frente a aquellos que creen todavia poder darte
muerte, dando muerte a tantos inoœntes, cuyos ângetes œntemplan tu rostro en
elcielo.

Referencias: Is 56,10; Mt 10, 35; 18,10; 23; 25, 31-46; Mc15, 33-39; Le 2, 34; 12,
51-53; 23, 32-43; Jn 3,19-21; 6; 9; 15,18s.; 19, 30; Hech 28,26-28.
38

DUODÉCIMAESTACIÔN

El descendimiento de la Cruz

Te adoramos, Seflor, y te bendecimos, porque redimiste al mundo por tu


santa Cruz.

Contemplation

Por mucho que se ejerza el noble oficio de las Armas, que se tenga la
costumbre de obedecer a las ôrdenes superlores, eso no impide que se tenga una
pequefte idea sobre los acontecimientos del dia. Miren esto: observen a ese
centurion del que nos habla san Lucas. Cuanto mâs se acercaban al calvario, mâs
estaba estremecido por la actitud respetuosa de Simon (el hortelano, no el
pescador) y por la determinaciôn de las mujeres. Y el veterano se hacîa muchas
preguntas. Tuvo, sin embargo, que esperar que toda justicia sea cumpiida, para
que la verdad estalle a sus ojos. Una verdad, por decirlo asf, a dos nivelés.
Primero, la verdad de un hecho: él acaba de coopérer en un emor judicial. Luego,
la verdad en el orden de la fe. Aquf, san Lucas golpea muy fuerte. Impaciente, sin
duda, por anunciar la Resurrecciôn, Ilega a sugerir {que este errer era mâs feliz
que la falta de Adân! «El centurion, escribe el evangelista, alabô a Dios
exclamando: "jRealmente este hombre era un juste!"» Y he aqui como este
soldado desconocido recibiô en pago la gracia de la fe y discemiô que este
supliciado habiavenido pare traerfelicidad.
En cuanto a los verdugos, fueron dispensados de mostrar toda su
competencia profesional. No le quebraron los huesos, a causa de muerte
temprana y évidente. Estos ejecutores de bajas obras merecen por otra parte
también un buen punto ya que, inmuncados por su ignoranda, testimonian, a
39

pesar suyo, el cumpllmiento de la Escritura: «No (e quebrarân ninguno de sus


huesos.»

No obstante, una ûltima prestaciôn les incumbia todavia, sln lo cual senan
sospechosos de complacencia culpable. «Uno de los soldados le atravesô el
costado con su lanza, y en seguida brotô sangre y agua.» Del corazon de Jésus,
esos paganos hacian asi brotar el agua viva del bautismo que nos hace para
siempre hijos de Dios, y la sangre que recibimos en la Eucaristia y reconforta a los
peregrinos de la etemidad. Denramadas por la saivaciôn del mundo, esta agua y
esta sangre serân signos de la Nueva Alianza entre el Cielo y ia Tierra, seltada por
Jésus en el Gôlgota.
Para los familiares del condenado, habia llegado el momento de descender
a Jésus de la Cruz, de perfumar su cuerpo y de entrar en la esperanza. Nicodemo
y José de Arimatea estaban entre ellos. Maria estaba alli también, Madréde dofor,
Piedad plena de compasiôn, como nos la muestra Miguel Ângel. Alli se
encontraban también san Juan y las santas mujeres previsoras, aportando ia inûtil
panoplia funeraria, sus frascos irrisorios y las vendas rituales para siempre
descalificadas.

jGloria a ti, Sefior, gloria a ti!

Oraciôn

Sefior, en este dia en que las Tinieblas pareœn vencer la Luz, te damos
gracias por habemos dado a Maria, la Estrella de la mafiana. Con ella nacia, alpie
de la Cruz la primera comunidad cristlana, la primera célula de la Iglesia, nuestra
Madré.
Aesta misma comunidad pertenecla también Nicodemo. El también habia
dicho palabras muy molestas: «^Acaso nuestra Ley permite juzgar a un hombre
sin escuchario antes para saberto que hizo?» Estaba también José de Arimatea,
que quiso honrar tan precbso cuerpo depositândolo, como era conveniente, en
una tumba nueva.
40

Oh Jésus, danos la vigilanda confiante que animaba a estos creyentes


mientras tu habfas descendido al infiemo. Pues es en este lugar misterioso,
mendonado en el Credo, que acudiste enseguida después de tu muerte, para
libérer de ail! a Adân, a Eva y a sus descendientes de las vendas mortuonas que
les habrian impedido célébrer tu Resurrecdôn.
Y ademés, Sefior, tû nos has también tragado en tu muerte para que
renazcamos a la vida. Gracias, Sefior, porta gracia de nuestro bautismo. Danos el
«despojamos de! hombre viejo y de sus obras y revestimos de! hombre nuevo,
aquel que avanza hada el conocimiento perfecto, renovéndose constantemente
segûn la imagen de su Creador»
ijp\

Referendas: Le 23,47; Jn 7,51; 19,34-42; Ex 12,46; Col 3,10.


41

DECIMOTERCERA ESTACIÔN

Jésus resucitado aparece a Maria Magdalena

Te adoramos, Sefior, y te bendecimos porque redimiste al mundo por tu


santa Cruz.

Contemplation

Es de madrugada. Estamos de vuelta en un jardin, pero ya no es mâs el de


Ios Olivos, ni el del Edén. Es el de la Resurrecciôn.
Se tiene razôn en decir que las mujeres son curiosas; Maria Magdalena nos
lo confirma. Desde muy temprano, ella esta allî, de pie, cerca del sepulcro. Ltora
todas las lâgrimas de su cuerpo, pero es para expulsar sus uitimos demonios, Ios
de la tristeza. Ella es movida por una fuerza misteriosa y un deseo irrésistible:
encontrar el cuerpo del Bien Amado.
Entonces Jésus gratifica a la pecadora perdonada con la iluminaciôn divina
J^ que harâ de ella el primertestigo de la Resurrecciôn. Una iluminaciôn en el orden
de la fe, semejante a aqueila acordada a Pedro, Santiago y Juan en ocasiôn de la
Transfiguraciôn, al ciego de nacimiento, a Ios peregrinos de Emaûs o también a
Pabio en el camino de Damasco.
Maria Magdalena habia venido, pues, con sus perfumes para embalsamar
ei cuerpo del Cructficado, y para dar vuelta una nueva pagina de su vida. Y
observen la delicadeza de Jésus: coloca delante de ella dos ângeles, es decir dos
mensajeros divinos. Estân vestidos de blanco, signo de que estân alli para
anunciarie una novedad radical y gioriosa, para reveiarle la Buena Noticia que ella
no osaba considerar. Jesûs esté vivo. Jésus mismo la llama por su nombre y la
42

envia a decir a Ios disripulos que ella ha visto al Sefior resucitado y que han
hablado.
Es asî que esta pecadora arrepentida y perdonada se transformô, porsu fe,
en el primer testigo de la Resurrecciôn, teniendo por misiôn inmediata ir a
despertar la fe y el coraje de Ios apôstoles, que se habian refugiado en la
clandestinidad.
jY decir que todavîa hay gente que encuentra que la mujer tiene solo un
papel secundario en la Iglesia!...

{Gloria a ti, Sefior, gloria a ti!

Oraclôn

Sefior, nosotros nos reconocemos en Maria Magdalena. Como ella,


hacemos la triste experiencia del pecado, pero también la experiencia de tu
perdôn. Pecados contra la vida, pecados contra el amor. Pecados contra la
verdad, rechazada en nombre de la libertad. Incluse en el corazôn de nuestras
familias, nos ocurre de destmimos. Fisicamente, porel aborto o pormutilacbnes
irréversibles. Sicolôglcamente, por las disputas o el divorcto, portas trasgresbnes
a la mode, la droga u otrasexperiencias que se toman drame.
Sefior, entre nuestros hermanos y hermanas aqui présentes, hay quienes
llevan el peso de pesados pecados y que no logran reenœntrar la paz. Ayudalos
Sefior, a confesar aqui tu misericordia y a encontrar en el Sacramento de la
Reconciliaciôn el camino que lleva hada ti. Révélâtes, Sefior, que la
desesperaciôn no tiene lugar en el corazôn del cristiano. Dates, Sefior resudtado,
el don de la curadôn que ofreciste a Maria Magdalena. Dales, sobre todo, una
mirada nueva, una mirada de nifio para que, después de haberte descubierto
resudtado en eljardin de tu Iglesia, repartan de aqui por Ios caminos del mundo
para prodamarallfet Evangelio de la vida.

Referencias: Jn 9; 20,1-18; Le8,2; 24,1-35.


43

DECIMOCUARTA ESTACIÔN

La Bienaventurada Trinidad

Te adoramos, Sefior, y te bendedmos, porque redimiste al mundo por tu


santa Cruz.

Contemplacîôn

El Camino de la Cruz parte del Corazôn de Dios y conduce al Corazôn de Dios.


Desde la apariciôn a Abraham en la encina de Mambré, Dios no ha cesado de
significamos que él es comuniôn y amor. De toda la etemidad, ei Hijo es obediente
sin réserva al Padre. Es por el Hijo que todo ha sido hecho; es por él que el mundo
fue salvado.

Cuando Dios se aproxima a Ios hombres, es en primer lugar para revelarles


que es Trinidad. Esta Revelacion alcanza su culminaciôn en el acontecimiento de
Pascua, que la efusiôn del Espîritu corona el dfa de Pentecostés. La Cruz nos
^ révéla que entre el Padre y ei Hijo, no hay ningûn repliegue, ni del Padre sobre él
mismo, ni del Hijo sobre él mismo. Entre el Padre y ei Hijo hay transparencia total,
Amor perfecto, y este amor nos es revelado en la persona divina del Espîritu
Santo.
Este misterio fue en otro tiempo revelado a Abraham cuando acogiô a Ios
ângeles. Ei padre de Ios creyentes, percibiô entonces que el Dios Ûnico se
comprometîa en la historia humana y, por tanto, en la nuestra. Acogiendo a ios
enviados, es a Dios mismo que acogîa. Cuando llegô el momento, es también un
éngel que Dios enviô a Maria para anunciarie que el Hijo de Dios iba a encamarse
en su seno.
44

Ahora bien, en el momento que Jésus instituye el mémorial de su Pasiôn,


nos inmerge en el misterio de la Trinidad. Las miradas del Padre, del Hijo y del
Espîritu convergen en la copa de la bendiciôn. Somos invitados a beber de esa
copa no solamente para ser asociados a la Pasiôn sino también a la Resurrecciôn
de Jesûs.

Gracias Sefior por el pan y el vino consagrados, que son el cuerpo y la


sangre del Resudtado. Gracias por damos el pan de Ios ângeles, que hace de
nosotros Ios hombres mâs felices del mundo, ya que por este pan ya somos
acunados en ei corazôn de la Santîsima Trinidad.

jGloria a ti, Sefior, gloria a ti!

Oraciôn de envfo

PRIMER LECTOR

Gracias, Sefior, por el pan y el vino consagrados, que son el cuerpo y la


sangre de Jesûs Resudtado.
Grades por damos este vfnculo misterioso entre el deto y la tierra, y por
penmitimos quedar de este modo en comuniôn con aquellos que nos han
precedido marcados del signo de la fe.
Gracias, Sefior, por damos acceso desde ahora a la contempladôn de la
inefable familia trinitaria.
Gracias, Sefior, por damos desde ahora un testimonio tan precbso de la
gloria a la cual esperamos estar asociados.

SEGUNDO LECTOR

Sefior, hoy como en ios tiempos de Abraham, tû envias Ios ângeles para
visitamos. Algunos de ellos no han tenido tiempo de verla luminosa feliddad con
45

la que tû inundas el mundo. También hay otros que tû has puesto en nuestro
camino y que nosotros no supimos reconocer.
Danos descubrir en ellos el reflejo de tu presencie amante en nuestras
vidas.

Danos acogerlos mensajes que vienen a traemos. Da a nuestras familias


inadiar a Ios ojos de bs hombres el brillo de tu misterio trinitario de amor. Has de
cada una de elles, Sefior, una pequefie Iglesia, una Ecclesiola, donde ta vida es
acog'tda con alegrie y generosidad. Recuérdanos que, en Jesûs, tû te has revelado
a Ios hombres primero en una famiiia y bajo la mirada de un nifio.

TERCER LECTOR

Da a Ios esposos la audacia de manifester por toda su vida el gran misterio


de les Bodas de Cristo y de la Iglesia.
Da a las madrés y a Ios padres acoger a sus hijos con alegrie, como Maria
ecogiô a Jesûs el dfa bendito de la Anundadôn.
Sefior, en este mundo donde le vida y la muerte libran un duelo disimulado
pero sin piedad, has fundir nuestro corazôn de temura ante ta mirada de un nifio.
Gracias, Sefior, por confiamos estos nifios que son primero bs tuyos. Es
entre estas espigas que tû susdtaràs bs obreros de la prôxima cosecha. Es por
ello que te Ios ofrecemos, te bs consagramos, te pedimos que bs bendigas y tos
protejas de todo mal.
Y puesto que estos niHos son la primavera del mundo y de la Iglesia, ite
pedimos de tomarlos bajo tu mantode temura y conducirlos, con todos nosotros, a
la cita de la faliddad sin fini

Referendas: Gn 18,1-10; Jn 1,1-3; Ap 14-21s.


46

Tabla de contenfdo

Prefacio 4
Presentaciôn Z!."Z!.'ZZ"."!Z"I!8
Oraciôn inicial ïo
PRIMERA ESTACIÔN ZIIZZIll
La Transfiguraciôn H
SEGUNDA ESTACIÔN ZZZl3
La ûltima cena 4 13
TERCERA ESTACIÔN .16
La negadôn de Pedro 16
CUARTA ESTACIÔN 18
Jesûs es condenado a muerte 18
QUINTA ESTACIÔN 20
Jesûs es cargado con su Cruz 20
SEXTA ESTACIÔN 23
Jesûs encuentra a su Madré 23
SÉPTIMA ESTACIÔN 25
Jesûs cae bajo la Cruz 25
OCTAVA ESTACIÔN 29
Jesûs consuela a las mujeres de Jerusalén 29
NOVENA ESTACIÔN 31
Simon, el Cireneo 31
DÉCIMA ESTACIÔN 33
Las santas mujeres 33
UNDÉCIMA ESTACIÔN 35
Jesûs muere en la Cruz 35
DUODÉCIMA ESTACIÔN 38
El descendimiento de la Cruz 38
DECIMOTERCERA ESTACIÔN 41
Jesûs resudtado aparece a Maria Magdalena 41
DECIMOCUARTA ESTACIÔN 43
La Bienaventurada Trinidad 43
47

Texto para la pagina 4 de la tapa

Este Via Crucis fue redactado a pedido de las mas altas autoridades
romanas con vistas a las celebradones que marcaron el Gran Jubileo de las
Familias. Estas diversas celebradones tuvieron iugar en Roma del 11 al 15 de
octubre de 2000. Fueron seguidas por una multitud énorme y recogida.
Por razones pastorales y a causa de obligaciones de tiempo, el texto
utilizado en la plaza San Pedro la noche del 12 de octubre del 2000 debiô ser
adaptado y abreviado. Ei Via Crucis que presentamos ofrece ia version original y
compléta del texto que habia sido pedido. Fiel al espîritu de esta paraliturgia
tradidonal y popular, pero aprovechando de ia libertad que disponia, ei autor
introdujo estadones que renuevan esta devodôn y le incorporan una nota de feliz
esperanza.

Este texto puede servir a la devoctôn tanto privada como pûblica. Esta
dirigido, en particular, a ayudar a las familias y a Ios jôvenes a descubrir con
admiradôn que el Via Cruds es un camino de vida.

RIôsofb y teôlogo, Michel Schocyans es sacerdote de la Arquicfiôcesis de Bruseias.


Luego de cfez afios de rrénisterio universiiarb y pastoral en San Pabb, enseftô la fflosoffa
pdttica y las Kteologfas contemporàTeas en la Universidad de Lovaina. Es autor de una
vantera de Baos.Consuftorcyporrt^

AcademiadeiasCienciasSoda^ydedifeierrtessod^^
aduaSdad, se consaçpa entenamente a ladelensayalapromoc^clelavida,delafemiayde
bs derechos del hombre.

Potrebbero piacerti anche