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30.

LAS MEMORIAS AUTOBIOGRAFICAS

Antonio L. Manzanero
Universidad Autónoma de Madrid

Introducción

Definir la memoria autobiográfica no es fácil. La mayoría de los autores consideran


que las memorias autobiográficas forman parte de la memoria episódica (Conway, Rubin,
Spinnler y Wagenaar, 1992), que se define por el contexto espacial y temporal que la
acompaña, y se diferencia así de la "memoria" semántica o de conocimientos que carece
de este contexto (Tulving, 1983). Según Brewer (1986) la principal característica que define
las memorias autobiográficas es el contexto personal que las acompaña. Dependiendo del
grado de referencia personal, Brewer distingue entre: a) memorias personales que
consisten en una representación de un hecho único e irrepetible basado en imágenes; b)
hechos autobiográficos que son formalmente idénticos a las memorias personales pero que
no se basan en imágenes; y, c) memorias personales genéricas que difieren de las
anteriores en que representan de forma más abstracta hechos repetitivos o series de
hechos parecidos.
A este respecto, Larsen (1992) clasifica la memoria dependiendo del tipo de
contexto asociado en: memoria autobiográfica, memoria narrativa, hechos autobiográficos y
conocimiento del mundo (Figura 1).

Hecho central

contexto Personal No personal Forma supraordinada

contexto personal Memoria Memoria Memoria


Autobiográfica Narrativa Episódica

Descontextualizado Hechos Conocimiento Memoria


Autobiográficos del mundo Semántica
Figura 1. Taxonomía de la memoria dependiendo de la contextualización-centralidad (adaptado de Larsen,
1992).

Por otra parte, Johnson (1983) ha propuesto otras características diferenciales de


las memorias autobiográficas en un modelo de memoria más general que denomina
Sistema de Memoria Modular de Entrada Múltiple (MEM). El modelo MEM propone que el
sistema de memoria como un todo implica un conjunto de subsistemas separados:
sensorial, perceptivo y reflexivo. El subsistema de memoria sensorial contiene información
sobre aspectos elementales de la percepción como luminosidad de los objetos, dirección
del movimiento, tamaño, etc, y sería la base de algunas habilidades motoras (memoria
procedimental). El subsistema perceptivo representa información perceptiva de alto nivel
como la experiencia consciente de un conjunto de objetos. El subsistema reflexivo
representa información sobre hechos generados internamente como pensamientos,
imaginaciones, planes, etc. Todas las huellas de memoria se encuentran representadas en
los tres subsistemas, pero la extensión de la representación de una huella en un
subsistema único varia con la naturaleza del hecho que originó la huella de memoria. De
esta forma, según el modelo MEM podríamos distinguir los recuerdos autobiográficos (de
origen externo) de otros tipos de recuerdos con un origen interno (imaginaciones, sueños...)
mediante los atributos característicos que presentan (Johnson y Raye, 1981; Johnson,
Hashtroudi y Lindsay, 1993; Gentil y Diges, 1994). Johnson y Raye proponen que las
memorias con un origen en la experiencia contendrán más detalles sensoriales y
contextuales y más información semántica, mientras que las memorias con un origen
interno (autogeneradas) contendrán más alusiones a procesos cognitivos. Mediante
procesos de razonamiento se compararán los atributos característicos de cada tipo de
memoria con los de la huella objeto de recuperación, con otras huellas relacionadas y con
los conocimientos sobre el funcionamiento de la memoria.

El estudio de la memoria autobiográfica

Una de las primeras técnicas utilizadas para investigar la memoria autobiográfica


fue la técnica de Galton (1883), consistente en presentar a los sujetos una palabra estímulo
y pedirles que recuerden algún suceso personal asociado con ella. Posteriormente se les
pide que describan el suceso y lo sitúen en el tiempo, valorando características como el
grado de detalle y la vividez con que lo recuerdan.
Esta técnica volvió a utilizarse a partir de los años setenta (v.g. Robinson, 1976)
cuando se retomaron los estudios sobre los procesos de memoria que se habían dejado de
lado en las décadas anteriores. Sin embargo, esta técnica presenta algunas limitaciones
como la falta de control o la dificultad que existe al tratar de verificar los recuerdos
autobiográficos. Por este motivo, para estudiar la memoria autobiográfica se han utilizado
además otros paradigmas que resuelven estas dificultades, como los de recuperación
dirigida (Baddeley, 1990) o la confección de diarios (Linton, 1975).
La técnica de diarios aunque es la más costosa es la que más interés ha
despertado. Linton (1975) realizó uno de los primeros estudios con diarios, siendo ella
misma sujeto de sus experimentos. Apuntó diariamente dos sucesos de forma detallada en
una serie de tarjetas que más tarde utilizó para evaluar su capacidad de recordar hechos
autobiográficos. Entre los resultados más interesantes de este estudio, podemos señalar
que los hechos desagradables se olvidan más rápidamente que los agradables. Además,
encontró que si repasaba de vez en cuando algunas tarjetas al azar, el olvido de los hechos
descritos era menor, lo que indica que las memorias autobiográficas son sensibles al
reaprendizaje y al repaso. Sin embargo, el estudio de Linton (1975) tenía algunos
problemas metodológicos. Sólo anotaba en el diario aquellos hechos que consideraba
interesantes destacar cada día, y se basaba en un único sujeto.
Brewer (1988) solucionó este problema utilizando más sujetos que grababan lo que
les estaba sucediendo a intervalos temporales aleatorios marcados por un avisador (busca-
personas). Cuando sonaba el avisador, los sujetos grababan lo que hacían en ese
momento, con qué regularidad lo hacían, su importancia, qué pretendían con ello y su
estado emocional en ese instante. Días o semanas después se les pedía que recordaran
qué habían hecho proporcionándoles indicios específicos como tiempo, lugar, etc.
Wagenaar (1986, 1992) realizó uno de los estudios más completos con diarios
siendo él mismo sujeto de sus investigaciones. Wagenaar (1986) comenzó el estudio
cuando tenía 37 años y lo finalizó con 43, apuntando cada día uno o dos sucesos, cuidando
de señalar quién estaba implicado en el suceso, qué ocurrió, dónde y cuándo tuvo lugar.
Además, evaluó en cada hecho su importancia, frecuencia, el grado de implicación
emocional y la agradabilidad de su implicación. Durante el estudio apuntó un total de 2.400
sucesos. Posteriormente, trató de recordar los sucesos con un intervalo de retención de al
menos 12 meses facilitándose parte de la información como ayuda al recuerdo. El orden de
qué, quién, dónde y cuándo fue aleatorio para comparar la importancia de estos cuatro
aspectos y manipuló el número de indicios que utilizaba como ayuda para recordar. Los
resultados alcanzados mostraron que los indicios sobre quién, qué y dónde fueron
igualmente útiles como ayuda al recuerdo, mientras que la información sobre cuándo era un
indicio pobre. Este resultado sugiere que aunque la información temporal se almacena, no
es una buena vía de acceso a los recuerdos autobiográficos. No obstante, cuando se
combinaba la información temporal con cualquiera de los restantes indicios mejoraba la
recuperación. Respecto a las características de los sucesos encontró que los hechos
inusuales o importantes y los que le implicaban emocionalmente eran los mejor aprendidos
y los que olvidaba menos. El efecto de la agradabilidad de los sucesos fue más complicado
ya que los sucesos desagradables eran peor recordados, aunque sólo tras intervalos cortos
de tiempo, no encontrando diferencias con intervalos grandes de tiempo (más de cuatro
años).

Memorias vívidas

Uno de los hechos que más llama la atención respecto a las memorias
autobiográficas es que parece que somos capaces de recordar ciertos sucesos como si
acabaran de ocurrir. En apariencia son sucesos inmunes al deterioro producido por el paso
del tiempo. Este tipo de memorias autobiográficas se conocen con el nombre de memorias
vívidas o memorias flash y consisten en memorias sobre sucesos altamente impactantes
por la repercusión individual y/o social que tienen. Un hecho de este tipo es, por ejemplo, el
ocurrido en el Congreso de los Diputados en España el 23 de febrero de 1981. Cuando
recordamos aquel día y lo que hicimos antes, durante y después del intento de golpe de
estado es probable que tengamos la sensación de que aquello se nos ha quedado
profundamente grabado y que lo recordamos de forma muy vívida con todo lujo de detalles.
Sin embargo, también es probable que ciertos detalles que creamos que son exactos hayan
sido "creados" posteriormente. Diversos investigadores (v.g. Brown y Kulik, 1977; Pillemer,
1984) que han estudiado este tipo de memorias han mostrado que ciertos detalles sobre lo
que uno hizo durante los momentos en que ocurría un suceso de este tipo no son reales.
Por ejemplo, uno de los detalles que en estos casos se modifica con el paso del tiempo es
el origen de la información; es decir, dónde y de qué forma nos enteramos por primera vez
de aquel suceso. Neisser y Harsch (1992) estudiaron el recuerdo de sus alumnos sobre la
explosión en el aire del transbordador espacial de la NASA Challenger ocurrido el 28 de
enero de 1986 en el que murieron todos sus tripulantes. Este hecho conmocionó a la
opinión pública estadounidense porque fue transmitido en directo por televisión y mucha
gente lo seguía con interés. Al día siguiente, Neisser y Harsch pidieron a sus alumnos,
como un ejercicio de clase, que contaran por escrito las circunstancias en que ellos se
enteraron de la noticia y sus reacciones a la misma. Pasados tres años volvieron a pedir a
esos mismos alumnos que recordaran el suceso. Los relatos mostraron cómo ciertos
elementos de las descripciones habían variado, la idea general de lo ocurrido no variaba,
pero sí, por ejemplo, cómo se habían enterado de la noticia si por radio o televisión, o si se
lo habían contado y luego lo habían visto en algún informativo. Sin embargo, los sujetos
afirmaban que estaban completamente seguros de recordar con total exactitud aquel
suceso. A algunos alumnos les fueron mostrados sus relatos escritos el día después al
suceso, creyeron que habían sido manipulados imitando su letra, y argumentaron para
defender su postura que ellos no habían escrito eso porque no lo recordaban así, y
consideraban que estaban siendo objeto de algún tipo de experimento en el que se les
engañaba para estudiar su reacción. Una explicación a este fenómeno esta basada en el
hecho de que la explosión del Challenger fue pasada en numerosas ocasiones por
televisión, por este motivo el recuerdo de la primera vez puede fácilmente confundirse con
el de las veces posteriores en que el suceso fue visto. Así, parece que algunos elementos
de un suceso emocional pueden ser recordados exactamente, mientras que otros no.

Emoción y memoria

La emoción tiene un papel muy importante en las memorias autobiográficas.


Barclay y Smith (1992) han propuesto un modelo de memoria autobiográfica en el que
consideran que el afecto y la emoción son las características más importantes de este tipo
de memorias que constituyen la cultura personal del sujeto porque relacionan a la persona
con su entorno social. Wagenaar (1986) también señalaba que el nivel de implicación
emocional, además de la saliencia de los sucesos y la agradabilidad influyen en el recuerdo
de un suceso autobiográfico.
Además, se han señalado otros aspectos relacionados con la emoción que estarían
influyendo en los recuerdos autobiográficos: el autoconcepto del sujeto, factores
motivacionales y la perspectiva con que son recordados (Alonso-Quecuty, 1992).
La accesibilidad de los recuerdos autobiográficos depende en muchas ocasiones
del estado emocional. Este fenómeno se conoce con el nombre de memorias dependientes
de estado (Bower, 1981, 1987), que se muestra sobretodo cuando la información está
relacionada con el sujeto (Eich, Macaulay y Ryan, 1994). En general, los hechos
autobiográficos con una implicación emocional importante se recuerdan más
detalladamente que los hechos rutinarios con baja implicación emocional.

Organización de las memorias autobiográficas

Los estudios empíricos muestran que las memorias autobiográficas se encuentran


representadas a diferentes niveles de abstracción, desde representaciones específicas de
hechos vividos hasta representaciones sobre temas y metas que están asociados con un
periodo de tiempo (Conway, 1990). La organización de los contenidos de la memoria
autobiográfica es jerárquica. Los recuerdos específicos autobiográficos estarían en el nivel
más profundo y las representaciones abstractas genéricas en el nivel más elevado. Esta
organización es fundamentalmente temática y por periodos temporales que marcan el curso
de la vida.

Procesos de recuperación

En términos generales, podemos distinguir dos tipos diferentes de recuperación


(Jones, 1982, 1987). Según Jones, el acceso a la información almacenada en la memoria
puede producirse de forma automática mediante un acceso directo al activar la información
los indicios apropiados. De forma que en ciertas ocasiones, los recuerdos nos asaltan
haciéndose conscientes sin que sepamos qué lo ha desencadenado. Pero además, puede
recuperarse la información almacenada en nuestra memoria por una vía indirecta, mediante
procesos conscientes y controlados similares a los implicados en las tareas de resolución
de problemas y donde la información contextual juega un papel esencial (Davies y
Thomson, 1988). El papel del contexto en esta última es la razón por la que algunos autores
(Baddeley, 1990, 1992) plantean que la memoria autobiográfica implica únicamente
procesos reconstructivos conscientes y controlados de memoria. En relación con los
procesos controlados de memoria, Reiser y colaboradores (Reiser, Black y Abelson, 1985)
proponen cuatro estrategias de recuperación basadas en información sobre actividades,
metas, actores y referencias temporales, que tienen una gran relación con la organización
de la información autobiográfica.
Por otra parte, en las memorias autobiográficas se muestran especialmente
relevantes diversos procesos de control (procesos de metamemoria, Manzanero y Diges,
1994) como son el ya mencionado de control del origen de los recuerdos (Johnson y Raye,
1981; Johnson, Hashtroudi y Lindsay, 1993; Alonso-Quecuty, Manzanero y Diges, en
prensa), de control de ejecución que permite discriminar si un plan de acción se ha
realizado ya (Koriat, Ben-Zur y Sheffer, 1988), y de sensación de saber que permite evaluar
el rendimiento en tareas de recuperación de la memoria (Hart, 1965; Schacter, 1983).

El olvido y el desarrollo de los recuerdos autobiográficos

Los rasgos temporales son uno de los elementos de las memorias autobiográficas
más importantes, junto con la emocionalidad, ya que constituyen una de las bases de
conceptualización de la persona (Conway y cols., 1992).
Uno de los aspectos temporales más estudiados de las memorias autobiográficas
es la exactitud al fechar los sucesos. Hay muchos factores que pueden influir en el deterioro
temporal de las memorias autobiográficas, tantos como en el proceso de asignación de
fechas a los recuerdos de este tipo. Pero en términos generales se puede decir que los
hechos recientes se recuerdan mejor que los más remotos. No obstante, los procesos
implicados en la recuperación de información de la memoria son muy flexibles,
dependiendo de las tareas y de los indicios de recuperación. Respecto al fechado de los
recuerdos autobiográficos, diversos estudios (ver Conway, 1990) han mostrado que las
fechas exactas de cuándo ocurrió un suceso no están almacenadas en la memoria, se
infieren después del recuerdo. El fechado de los sucesos se produce tomando como
referencia sucesos especialmente conocidos (por ejemplo la fecha de nacimiento, el día de
licenciatura, cuando el hombre fue por primera vez a la luna, etc.), de forma que en algunos
casos pueden conocerse las fechas exactas de ocurrencia de un hecho, aunque esta
estrategia también puede producir sesgos importantes (Brown, Rips y Shevell, 1985).
Algunas de las variables que más afectan al deterioro y la recuperación de la
memoria autobiográfica son la distintividad de los hechos (cuando son rutinarios se olvidan
rápidamente por la interferencia que sobre su codificación pueden tener sucesos similares).
La naturaleza de los recuerdos y la estructura temporal desde que ocurrió el hecho
autobiográfico pueden determinar la accesibilidad de un recuerdo y la inferencia de la fecha
en que tuvo lugar. Otras variables que afectan a la exactitud de las memorias
autobiográficas han sido estudiadas en el marco de la Psicología del Testimonio que se
analizan en el capítulo veintidos.
Un aspecto especial del desarrollo de la memoria autobiográfica y muy relacionada con
aspectos temporales son los recuerdos autobiográficos infantiles. Es difícil recordar sucesos
acaecidos con una edad menor de cinco años. Este fenómeno se conoce con el nombre de
amnesia infantil y una posible explicación tiene que ver con el hecho de que hasta esa edad
el sistema neurológico no está desarrollado completamente (Moscovitch, 1985). Aunque
otras explicaciones ponen más énfasis en que los niños menores de esta edad carecen de
lenguaje, y en que la percepción adulta es muy diferente a la percepción de los niños muy
pequeños lo que impide el acceso a esas memorias por una cuestión relacionada con la
dependencia de contexto. El psicoanálisis también proporciona una explicación a las
amnesias infantiles (Freud, 1901) argumentando que se encuentran reprimidas por razones
emocionales.
Por otro lado, al otro extremo de la vida nos encontramos con que a partir de cierta
edad se produce un incremento en la recuperación de hechos autobiográficos. Este hecho
se ha explicado por la importancia que se le concede a las memorias autobiográficas en el
mantenimiento y desarrollo del concepto de persona. En los ancianos suelen producirse
procesos de revisión de su vida. La función de estos procesos sería proporcionar un
sentido a su vida, reduciendo los niveles de estrés y déficits afectivos relacionados con
problemas existenciales que frecuentemente sufren las personas de edad avanzada.
Por otra parte, diversas investigaciones (v.g. Burke, Worthley y Martin, 1988)
muestran que los ancianos presentan déficits de memoria autobiográfica en comparación
con personas jóvenes, y sufren más frecuentemente el efecto de tenerlo en la punta de la
lengua que aparece cuando se fracasa en el acceso a información disponible en la
memoria (suele ocurrir frecuentemente con nombres) aun cuando es posible recuperar
información accesoria relacionada (inicial, número de sílabas, con qué rima, etc.)

Práctica propuesta

Objetivo

El principal objetivo es realizar un experimento que analice las características de las


memorias autobiográficas que permitirían distinguirlas de hechos imaginados. Esta
propuesta de práctica tiene como base un experimento realizado por Johnson y
colaboradores en el marco de los estudios sobre los procesos de control de la realidad
(Johnson, Foley, Suengas y Raye, 1988)

Definición de variables

Variables independientes:

* Origen de los recuerdos: recuerdos perceptivos vs. recuerdos autogenerados


(intrasujetos)
* Edad del recuerdo: reciente vs. infantil (intersujetos)

Variable dependiente:
* Características de los recuerdos. Que se medirán a través del cuestionario MCQ

Sujetos

Necesitaremos dos grupos de sujetos con características poblacionales similares.

Material

Utilizaremos el cuestionario sobre características de la memoria (MCQ) utilizado


por Johnson y cols. (1988) (ver apéndice). Consistente en preguntas que evalúan los
recuerdos en un amplio rango de características de memoria, donde los sujetos deben
responder a la mayoría de las preguntas en una escala de 7 puntos, siendo 1 "poco" y 7
"mucho".

Procedimiento

Se pedirá a los sujetos que recuerden un suceso concreto que les haya ocurrido,
como por ejemplo ir a comprar a una tienda, visitar a un familiar o ir al médico de urgencias.
Por otro lado se les pedirá que imaginen que realizan alguna de estas actividades y que
recuerden un sueño que hayan tenido. La mitad de los sujetos describirán sucesos
recientes y la otra mitad sucesos que les hayan ocurrido en su infancia, de igual modo los
sueños e imaginaciones serán recientes o infantiles. Cada vez que describan un hecho,
deberán contestar el cuestionario sobre características de memoria (MCQ).

Resultados: análisis y discusión

Deberemos comparar las respuestas dadas al cuestionario sobre características de


memoria (MCQ) de los sujetos de cada grupo experimental (recuerdo reciente versus
recuerdo infantil) para cada tipo de descripción de memoria (recuerdos perceptivos o
recuerdos autogenerados). Para facilitar la discusión de los resultados puede ser de utilidad
la realización de gráficas y tablas con los datos obtenidos.

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Apéndice

Cuestionario sobre Características de la Memoria (MCQ)


(Johnson, Foley, Suengas y Raye, 1988)

1. Mi memoria para este hecho es 1 = débil; 7 = definida/clara


2. Mi memoria para este hecho es 1 = en blanco y negro; 7 =
completamente en color
3. Mi memoria para este hecho implica detalles visuales 1 = pocos o
ninguno; 7 = muchos
4. Mi memoria para este hecho implica sonidos 1 = pocos o ninguno; 7 =
muchos
5. Mi memoria para este hecho implica olores 1 = pocos o ninguno; 7 =
muchos
6. Mi memoria para este hecho implica sensaciones táctiles 1 = pocos o
ninguno; 7 = muchos
7. Mi memoria para este hecho implica sabores 1 = pocos o ninguno; 7 =
muchos
8. La vividez global es 1 = vaga; 7 = muy vívida
9. Mi memoria para el hecho es 1 = esquemática; 7 = muy detallada
10. El guión del suceso es 1 = confuso; 7 = comprensible
11. El argumento es 1 = simple; 7 = complejo
12. El argumento es 1 = extraño; 7 = realista
13. Mi memoria para la localización del lugar donde se produce el suceso
es 1 = vago; 7 = claro/distintivo
14. El ambiente general es 1 = desconocido; 7 = familiar
15. La localización espacial de los objetos en mi memoria del hecho es 1 =
vago; 7 = claro/distintivo
16. La localización espacial de las personas en mi memoria del hecho es 1
= vago; 7 = claro/distintivo
17. Mi memoria sobre cuándo sucedió el hecho es 1 = vago; 7 =
claro/distintivo
18. sobre el año es 1 = vago; 7 = claro/distintivo
19. sobre la época del año es 1 = vago; 7 = claro/distintivo
20. sobre el día es 1 = vago; 7 = claro/distintivo
21. sobre la hora es 1 = vago; 7 = claro/distintivo
22. La duración del suceso es 1 = corto; 7 = largo
23. La impresión general de mi memoria es 1 = negativa; 7 = positiva
24. En este hecho yo era 1 = espectador; 7 = participante
25. Mientras ocurría, este suceso parecía como si tuviera implicaciones
serias 1 = ninguna; 7 = muchas
26. Mirando hacia atrás, este suceso tuvo implicaciones serias 1 = ninguna;
7 = muchas
27. Recuerdo cómo me sentía cuando ocurrió el suceso 1 = nada; 7 =
mucho
28. Mis sentimientos fueron 1 = negativos; 7 = positivos
29. Mis sentimientos fueron 1 = nada intensos; 7 = muy intensos
30. Tal como lo recuerdo ahora, mis sentimientos son 1 = nada intensos; 7
= muy intensos
31. Recuerdo lo que pensé cuando ocurría 1 = nada; 7 = claramente
32. Este recuerdo significa para mi 1 = nada; 7 = mucho
33. En general, recuerdo este hecho 1 = con esfuerzo; 7 = fácilmente
34. Recuerdo otros hechos previos que tuvieron que ver con el suceso 1 =
nada; 7 = si, claramente
35. Recuerdo otros hechos posteriores que tuvieron que ver con el suceso
1 = nada; 7 = si, claramente
36. ¿Tienes alguna duda sobre la exactitud de tu memoria sobre este
hecho? 1 = muchas dudas; 7 = ninguna duda
37. Desde que pasó, he pensado en este suceso 1 = nunca; 7 = muchas
veces
38. he hablado del suceso 1 = nunca; 7 = muchas veces
39. ¿Cuándo ocurrió el hecho? (Rodea lo que más se aproxime) hoy ayer
hace unos días la semana pasada hace unas semanas el mes
pasado
hace unos meses el año pasado hace mucho tiempo (si fue en la
infancia, indica la edad)

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