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Un sustantivo es la denotación adecuada de una cosa, Puedo decir que tengo cosas: por ejemplo,
que tengo una mesa, una casa, un libro, un auto. La denotación adecuada de una actividad, de
un proceso, es un verbo: por ejemplo, soy, amo, deseo, odio, etc. Sin embargo, cada vez más
frecuentemente una actividad se expresa como tener, esto es, se usa un sustantivo en vez de un
verbo, pero expresar una actividad mediante el verbo tener en relación con un nombre es valerse
mal del idioma, porque los procesos y la actividad no pueden poseerse, sólo realizarse (FROMM,
E, Tener o ser?, FCE, Bs As., 1993, pág 37).
Los trabajadores no suelen decir que trabajan, sino que tienen un trabajo o que buscan trabajo.
En este caso, el vocabulario podría explicarse en la relación real del trabajador con su empleo,
en el que, tal vez por aquello de que lo urgente no deja tiempo para lo importante, el propósito
primero tiende a ser el salario y no el desarrollo de una actividad productiva y creadora – según
la proclama del art. 4 de la Ley de Contrato de Trabajo –
Busqué algún adjetivo que sintetizara, sin exagerar, el disgusto que me causa esta última
expresión – funesta, ominosa, horrible, terrible, cruel, desafortunada - .Ninguno me conformó y
opté entonces por intentar una explicación de las razones de mi repudio.
2. DE SUSTANTIVOS Y ADJETIVOS
Volvamos a los diccionarios.
En singular, recurso es un sustantivo masculino que, amén de referir la acción y efecto de
recurrir, significa medio de cualquier clase que, en caso de necesidad, sirve para conseguir lo que
se pretende (Real Academia Española, Diccionario de la Lengua Española, XXI ed, Espasa Calpe,
Madrid, 1994, t.II, pág 1746).
En plural – recursos – sus significados son: bienes, medio de subsistencia, conjunto de elementos
disponibles para resolver una necesidad o llevar a cabo una empresa. Y el propio Diccionario
aporta inmediatamente como ejemplo: recursos naturales, hidráulicos, forestales, económicos,
humanos, etc. (ídem).
Y esta coherencia entre la condición de elemento disponible para resolver una necesidad o llevar
a cabo una empresa y la necesaria asociación con el uso, costo y aprovechamiento, es lo que
comienza a explicar el sentido de mis preocupaciones.
Porque ese vocabulario, de origen mercantil e industrial, está siendo hoy utilizado para referir
circunstancias que suponen el compromiso de valores fundamentales, como lo son la vida, y la
libertad de las personas.
Recordemos también que, según enseñaba SINZHEIMER, El trabajo es una energía esencial.
Quien presta trabajo no da ningún objeto patrimonial, sino que se da a sí mismo. El trabajo es el
hombre mismo en situación de actuar (SINZHEIMER<H, La esencia del derecho del trabajo
(1927), en Crisis económica y derecho del trabajo, MTSS, IELSS, Madrid, 1984, Pág 73).
Ocurre también que, recursos humanos no es una expresión utilizada por los trabajadores, sino
por los empleadores.
Y esto es así porque se trata de una categoría conceptual definida unilateralmente, desde la
sede del poder, en función de las necesidades de la producción y con un alto contenido de
generalidad y abstracción.
La expresión recursos humanos, en cambio, está instalada en las antípodas de esa posibilidad.
Porque el sustantivo recursos, que como tal define lo importante, fundamental o esencial (Real
Academia), refiere, como indiqué, un uso, costo o aprovechamiento en abstracto, esto es, sin
individualizar, sin personalizar.
FROMM diría que es la diferencia entre la cultura del tener y la del ser.
Con los trabajadores se es empleador.
Los recursos se tienen.
La relación con los trabajadores es de convivencia. Con los recursos es de uso.
Por eso, considerar a los trabajadores como recursos es empobrecer dramáticamente la relación
laboral. Es quitarle lo más importante que puede surgir de esa vinculación personas que es,
precisamente, la riqueza imprevisible e inconmensurable que puede generar la condición
humana.
Muchas políticas laborales actuales, sin embargo, ignoran o niegan esta posibilidad.
No se advierte, empero, que, a medida que se aproximan a los demás recursos, los trabajadores
comienzan a perder su cualidad diferenciadora, la condición humana.
Con el grave riesgo de que, cuando se pretenda recuperar lo humano, tal vez sea demasiado
tarde, y los empleadores usuarios se encuentren con trabajadores parecidos a los demás
recursos: insensibles, mecánicos, irreflexivos, desapasionados.
Porque, debido a esta peculiar nota de la humanidad, quien, en el trato con las personas,
prioriza el uso sobre la relación humana, se deshumaniza el mismo. Degrada su condición
humana. Pierde la oportunidad de la hominización.
3. LAS PERSONAS Y LAS COSAS (ALGO MAS QUE UNA INVOLUCION ETICA)
Recordando aquella observación de UMBERTO ECO, temo que el uso cada vez más frecuente y
generalizado de la expresión recursos humanos no sea sino otro síntome de una cultura todos
los días un poco más mercantilizada, en la que la cosificacón se produce no sólo por el
materialismo de una “sociedad de cosas”, sino porque esa sociedad termina cosificando a su
protagonista, el que debería haber sido su beneficiario (POSSE, A. La última revelación de Emile
Cioran, La Nación, 2/7/95, sec 7, pás 6)
Una sociedad cosificadora que, antes que sentir preocupación por las personas que trabajan y
sus necesidades en cuanto personas, expresa su alarma por los costos (laborales) que ellas
provocan y la relación de éstos con los beneficios que se pueden obtener de ellas.
Y me parecen ilustrativs para este señalamiento dos ejemplos que extraigo del Acuerdo Marco
para el Empleo, la Productividad y la Equidad social, del 25 de julio de 1994.
Difícl parece cuestionar que se promueva la formación profesional de los trabajadores, actuales
o potencales.
En modo alguno es mi intención hacerlo, y lo aclaro anticipadamente para que las observaciones
que siguen no sean mal interpretadas.
Porque todo depende del contexto en el que tal formación profesional se desarrolle.
El capítulo 9 del acuerdo marco está dedicado a la protección de riesgos del trabajo.
Más allá de la ambigüedad del epígrafe – que dificulta reconocer que o a quien se pretende
proteger – la lectura del capítulo 9 permite verificar que en sus seis apartados se menciona dos
veces la palabra costo, tres veces la reparación, dos el resarcimiento, y además de otras
referencias indirectas sobre las que planea sutilmente una concepción mercantil y utilitaria,
expresamente se proclama el objetivo de descartar la posibilidad de que un siniestro se torne de
imposible cumplimiento para el empleados.
Tal vez alguien pueda argumentar que las de los capítulos 7 y 9 del Acuerdo Marcos son
respuestas adecuadas para los recursos humanos.
Mario E. Ackerman
Director