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Las anteriores traducciones al castellano, como las auspiciadas por los monarcas
castellanos Alfonso X el Sabio y Juan II, no habían contado con mayor difusión, en
vista de que la predicación y lectura pública del texto bíblico se realizaba entonces
en latín, siguiendo la Vulgata de Jerónimo de Estridón, considerada la única versión
canónica por la Iglesia Católica. Sin embargo, de acuerdo a la doctrina luterana de
lectura directa de la Biblia como única fuente válida de doctrina y práctica cristiana,
los cristianos protestantes emprendieron varias traducciones a las lenguas
vernáculas, entre ellas la propia Biblia de Lutero, uno de los hitos fundacionales del
idioma alemán moderno.
En las dos primeras ediciones, de Casiodoro de Reina (1569), llamada la Biblia del
Oso, y de Cipriano de Valera (1602), llamada la Biblia del Cántaro, contenían todos
los textos propios de la Biblia Vulgata latina de Jerónimo de Estridón, que es el texto
oficial de la Biblia para la iglesia católica romana. Es decir, que incluía nueve libros
deuterocanónicos católico-ortodoxos y otros tres, propios del canon largo seguido
por iglesias cristianas ortodoxas. En la revisión de Valera, no obstante, estos libros
se situaban a modo de apéndice en una sección aparte.
Algunos fieles, por cuestiones teológicas y de fidelidad textual, rechazan las dos
últimas revisiones, usando de manera preferente sólo las revisiones de 1862 y de
1909. En líneas generales, puede decirse que, salvo algunas excepciones, como las
ediciones de 1977 y de 1995, esta versión ha empleado como base el Textus
Receptus para la traducción del Nuevo Testamento. (Léase, al respecto, el libro
Comprendamos cómo se formó la Biblia, de Neil R. Lightfoot, Editorial Mundo
Hispano, pág. 208.)
En mayo de 2009, las Sociedades Bíblicas Unidas sacaron a la luz una nueva edición
de la Reina-Valera, en la que a los textos de la Reina-Valera Actualizada, de 1995,
han sido nuevamente reinsertados libros deuterocanónicos que estaban en la edición
original de Reina, pero en el orden tal y como quedaron dispuestos en la edición de
Valera de 1602.