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ERNST KASEMANN .
47
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Coll. t-J��x .
CHIL .f:
EL . TEST AMENTO
DE JESUS
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TEOLOGADO S 0
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CONTENIDO
Prólogo: : . 19
Título original: Jesu letzter Wílle nacb [obannes 17
4. Unidad c ri s t i a n a , . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 131
5. Conclusión · . . . . . . . . . .. 165
Printed in Spain
I.S.B.N.: 84-301-0903-X
CASTELLANA
i
- 1
1•
del sector conservador de su iglesia Muy a menudo
En este marco conviene recordar que esta peque No es, por tanto, el campo por el que es. conocido.
ña obra sobre el cuarto evangelio fue calificada, en el Por otra parte .los lectores de habla castellana cono
momento de su aparición, como «material inflamable cen algunas de sus obras traducidas, pero ninguna de
3•
o explosivo» La polémica a que dio lugar es am ellas dedica su atención a la parcela de los estudios
6•
pliamente conocida y son ínnumerables los trabajos [u á n i c o s , aunque por razones diversas
que la han . tenido como punto de referencia funda ¿Qué pretende Kasernann con esta obra y cómo
mental 4. Y es la reacción provocada lo que mueve al alcanza sus objetivos? La obra es un intento de res
mismo profesor Kasemann a constatar que en vez de puesta a la· pregunta que el autor ha tenido planteada
haber saltado en el mismo charco ( como decía en la a lo largo de cuarenta años y que responde a la pre
las reacciones se han acallado y la obra puede consi toria, del cristianismo naci_en:e'. el evangelio de Juan?
derarse como «historia». Es precisamente por ello ¿Cual es el momento histórico en que surge esta
que resulta necesario intentar situar la interpretación obra? La pregunta tiene su razón de ser específica:
de E. Kasemanri en nuestros dias, cuando el público la diversidad del evangelio de Juan respecto no sólo
de habla castellana se enfrenta con una . obra de pu de los sinópticos sino también de los escritos pauli
Hay una segunda razón de cierto peso que fuerza Kasernann aborda esta cuestión desde el ángulo �
a unas pocas líneas de presentación. E. Kasemann ha de la escatología: ¿de dónde sale una escatología que
5•
dedicado sólo tres trabajos a la literatura juánica parece romper los moldes de la escatología tradicio
p. 143.
4. No es este el lugar de dar una nota bibliográfica que, Gottingen 1964, 155-180 (original de 1957); el tercero es la
en cualquier caso, resultaría demasiado amplia. Quien esté obra que hoy presentamos. · · ·
interesado. en· algunas recensiones y trabajos puede ver: J. 6.· En la obra citada en la nota 2 supra Kasemann re
O. Tuñí, El cuarto evangelio: balance de un decenio (1964, nuncia a tratar del contenido de los escritos juánicos: «El
1973): Actualidad Bibliográfica SelL 11 (1974) nota 135, problema de los escritos· de Juan es ·tan complicado que no
p. 263 y nota 191, p. 268; Algunas obras sobre los escritos nos podemos dedicar a él» ibid., 185 y se dedica a comen.
[oanneos: Actualidad Bibliográfica SelL 14 (1977) 92-105. tar la frase «la verdad os hará libres». En la obra Ensayos
5. Ketzer und Zeuge. Zum ¡ohanneischen Verfasserpro.. exegéticos, publicada por Sígueme, Salamanca 1977, no se
blem, en Exegetiscbe Versuche und Besinnungen I, Gottin reproduce ninguno de los artículos · citados en la nota 5
gen 1960, 168-187 (original de 1951); At¡fbau und Anliegen supra, opción plenamente justificada dada la prevalencia de
go una serie de reflexiones que pretenden situar la 8. Ni siquiera por las repetidas alusiones de Kñsemann
a F. Chr, Baur, principal representante de la escuela de la
contribución de esta obra a la exégesis del cuarto
famosa. ciudad alemana.
7•
evangelio 9. Justificar. críticamente estas afirmaciones sería una la
bor prolija, Pero tal vez es innecesario. Baste recordar la
atribución del cuarto evangelio a Cerinto (históricamente ana
7. Para un ¡u1c10 más crítico de la obra de Kasemann
crónica, pero hermenéuticamente significativa), los comenta
puede verse el Boletín citado supra nota 4: Actualidad .Bi
rios gnósticos al cuarto evangelio (por ejemplo el de Hera
bliográfica SelL 11 ( 197 4) 263;27 4.
cleón, conocido a través de Orígenes).
14 Presentación Presentación 15
entonces El testamento de Jesús tal vez nos ayude a tiene una importancia muy notable. La oposicron a
percibir los peligros a que estamos expuestos en una la interpretación de Bultmann al cuarto evangelio se
lectura de este tipo. constituye eri clave de. lectura de la obra de Kase
mente acrítico de la exégesis al uso, que no es capaz sospecha personal, mucho. más subjetiva, ,pero que
hay aquí una llamada urgente que no debemos des del libro: la tesis de Kasemann en esta obra es fruto
atender: la exégesis no puede domesticar la palabra . de un intento sobrehumano de ser fiel a la .verdad
de Dios, no puede suavizar las aristas cortantes de (es decir, al sentido del texto). En efecto, todo lo, que
las cuestiones polémicas y escandalosas, En este sen eh ella se dice acerca del· cuarto evangelio va contra
tido la obra de Kasemann continúa teniendo una los m á s íntimos sentimientos del profesor emérito de
go a la tercera edición se defiende, no sin sarcasmo, 10. Un intento de encontrar una salida a la alternativa
entre Kasemann y Bultmann en J. O. Tuñí, Pasión y muerte
de la acusación de haberse dedicado a cortar el cor
de Jesús en el cuarto evangelio: pqpel y significación: Re
dón umbilical que le unía a su maestro. Este aspecto vista Catalana .de Teología � (1976) 393-419.
16 Presentación Presentación. 17
logia crucis, la iglesia separada del mundo (la secta). C reo que sería injusto no acabar esta breve presenta
rano. Y, si bien es verdad que su búsqueda apasiona exégesis j uánica de los· úl imos
t quince a ñ os. E n cua l
da. de un cristianismo auténtico es una búsqueda de quier caso para este p resentador la obra ha sido el
un cristianismo crístocéntrico (y, en este sentido, el inter lo cutor direct o de más de doce a os
ñ dedicados
cuarto evangelio es para él la interpelación acuciante =-intermitentemente-> _1aL estud o i del cuarto e an e
v g
i
l.
Con estos breves párrafos esperamos haber mos
!
r
conocer que la obra ha perdido parte de la agudeza !
11. La aceptación cualificada de las· tesis de Kasemann día se perciben mayores avances: Cf., por ejemplo, R . . E.
es uno de los factores que ha abierto el camino a una con- Brown, La comunidad del discípulo amado, Salamanca 1983. ·
2
PROLOGO
í
j'
22 Prelacio
1
l
demasiado por la dogmática catálica. Pero, en este
!
dor, el que la dogmática cat6lica -¡y por lo demás,
·¡
de la tradición eclesial y [ilosájica. El lugar del cam
!
bio no debería molestar a nadie, si las indicaciones
con mayor exactitud: la investigación crítica ha he poco comprenderse unos a otros. Pero esté es nues
cho ameos la opinión tradicional de que el · cuarto tro problema: en cierto sentido, los exegetas se han j
evangelio . fue escrito por el apóstol Juan. Pero no e�fo:z�do,. d�sde el siglo II, e�, descubrir la �ituación
ha ofrecido ningún sustitutivo aceptable de esta vi histórica olvidada en que surgio este evangelio. Aho- ¡
sión desfasada. Andamos más. o menos tanteando en ra bien, la multiplicidad de interpretaciones que se l
la oscuridad cuando tratamos de dar sobre el tras contradicen entre sí y que son en sorprendente me
fondo histórico del evangelio una información que dida opuestas muestran más que ninguna otra cosa
determine el conjunto. En ninguna parte del nuevo que esta tentativa ha sido hasta la fecha vana. Esto
testamento tiene esto validez con tanta fuerza como no quiere decir que no se hayan abierto constante
aquí, si bien en todas partes nos encontramos con mente nuevas posibilidades de comprensión, que, en
enigmas. Las denominadas introducciones han de cata parte, han puesto en evidencia auténticos proble
logarse en gran medida en el tipo de los libros de mas y, . en parte marcan progresos a los que no se
cuentos, por más que su tono y su contenido, secos y puede renunciar. Un análisis imparcial mostrará evi
sobrios, les hagan parecer reportajes de hechos incues- dentemente que del mismo modo la fantasía y la ig
l tionables. El evangelista, al que llamamos Juan, pare norancia vuelven a ocultar continua e imperturbable
� ce ser un hombre sin un perfil claro y definido. Es- . mente lo que ya se ha descubierto. La razón y · la
.f cuchamos su voz, que s�bresale claramente por enci- sinrazón .de la investigación se reflejan aquí de igual
1.
ma de otras del primitivo cristianismo, y, sin· embar- · · manera Sin embargo, solamente unos pocos intere
' ..
go, no vemos claramente su lugar histórico. Mucho sados se muestran afectados seriamente por ese he
de lo que nos dice esa voz es totalmente comprensi cho. El evangelio· en . su conjunto, históricamente, )
ble, y por ello siempre nos sentimos fuertemente con continú� siendo un enigma, a pesar de la aclaración
2•
movidos al escucharla. Pero siempre aparece como de algunos detalles
gelio de la manera más sublime. Pero, en cambio; el la p. 79: «la moderna investigación respecto al evangelio de
Juan puede compararse a la comida de los osos, es decir.
historiador no puede contentarse con esto: No· puede a la costumbre que tienen de. lamerse las patas para de esa
trabajar sin el presupuesto del tiempo y del espacio manera saciarse». De un modo semejante, J. Wellhausen,
Das Evangelium [obannis, 1908, 3: «se cuelan los mosquitos
y tampoco en un mundo sin contornos. Debe situar y se tragan los camellos».
los hechos si quiere reconocer su objeto. Sin .un suelo 2. R. E. Brown, The gospel according to ]ohn I-IL
1966/1970 (ed. cast. El evangelio según luan I-II; Madrid
b a j o · los pies, l o s : hombres no pueden· estar ni tamo
1979), p. CXXVI s, podría, sin mucha aprobación, afirmar
' 1
¡
26 El problema El problema 27
J
Mi análisis quisiera al menos contribuir a enseñar . Juan 17 ofrece la base y la dirección a mis refle
a ver este estado de cosas como un . reto para nos xiones. Cualquiera que sea la respuesta a la cuestión
otros. Por otra parte, la experiencia nos puede decir acerca del lugar originario de este capítulo, es inne
toriador no puede resistir la · fascinación de tal reto, Merecería la pena desarrollar el problema de nues
lo mismo· que el alpinista· que ve ante sí el picacho 1 tro evangelio de aquí para atrás. Esto, naturalmente,
inaccesible. Su experiencia le enseñará que debe bus no puede hacerse con una exégesis minuciosa. Yo
car caminos más arriesgados, si los qué han sido ho elijo más bien palabras o frases clave del contexto o
llados en el pasado no conducían al objetivo desea conjunto, las cuales reflejan temas característicos del
do. Tal vez incluso le harán descender más. Pero pue mensaje juamco. Mi análisis se ciñe a los siguientes l
den también abrir nuevos horizontes y; . cuando me temas: la gloria de Cristo, l a . comunidad bajo la pa
nos, perfilar más agudamente el problema que se nos labra y ' la unidad cristiana. Se tratan de forma suce
plantea. De este modo se ganaría mucho, puesto que siva, si bien en Juan 17, lo mismo que en todo el
el preguntar correctamente o · el plantearse adecuada evangelio, se hallan tan entrelazados entre sí que no
i
mente una cuestión, porque las dificultades se han . ! pueden aislarse unos de otros. Por eso, en la argu
1
hecho más claras, es el comienzo necesario y, frecuen mentación, no pueden evitarse las repeticiones y las
temente, el resultado más importante de la labor cien pretericiones o vacíos. La escatología juánica se tra-¡
t
tífica. 1 tará bajo los aspectos de la cristología, la eclesiolo
1
gía y la soteriología. Sin embargo, mi objetivo propio
que, fijándose en la diversidad neotestamentaría, sin embar
go, no era difícil situar a Juan en la corriente principal del
no es la interpretación teológica. Más bien desarrollo
pensamiento cristiano. Más razón tiene . C. H. Dodd, en llt la problemática teológica únicamente en cuanto que
terpretacién del cuarto eoangelio, Madrid 1978, cuando dice:
ella se puede utilizar como la clave para la cuestión
«There is no book either in the new testamcnt or outside it,
which is. really like the fourth gospel» ( «No hay libro bien histórica de la situación en que surgió el evangelio.
é n · el nuevo testamento o. fuera de él que sea realmente
Porque esa problemática debe insertarse en un de
semejante al cuarto evangelio») o también E. Hirsch, en Das
vierte Eoangelium . . . 1936, 145: «es realmente el libro del terminado espacio de la historia del cristianismo pri
nuevo testamento que se halla cerrado con los más fuertes 5•
mitivo y, a la inversa, de ahí debe poder deducirse
sellos contra la superficialidad».
3. E. C. Hoskyns, The fourth gospel, 51954, 20.49s quie
re mostrar fundamentalmente qué el encuentro con la eter
nidad oculta la situación histórica y acusa a la investigación
crítica de no entender esto. Sin embargo, todo encuentro con 4. Así también R. E. Brown, o. c., 745.
la eternidad ·está vinculado a una determinada situación his- 5. Así también R. Schnackenburg, El evangelio según
LA GLORIA DE CRISTO
1
cuerda las palabras d� despedida de un moribundo •
. r
mente esta tradición en una forma desacostumbrada. Jes ú s n o desempeña el mismo papel que en l os si
No se puede hablar ya en serio de una apocalíptica. nópticos, y 11, 41s da la razón de esto: Jesús no
Cuatro largos capítulos, por tanto una quinta parte . necesita pedir nada a _su Padre,· pues él si mpre· Ie
e
del total, están entrelazados por el motivo del· dis -. escucha. En realidad, é l sól o puede d r
a g ra c as.
i Así
curso de despedida. Ellos contienen un peso en el su oración se diferencia de l a nuestra en que ella d a
I
marco de la composición que ni siquiera · les sobre t st monio, como lo hacen sus discursos, de su un
e i ió n
Ahora bien, ¿qué es lo que movió al evangelista d e qui n e se halla asociado inmediatamente co n Dios
a destacar de tal manera esta forma de presentación? y por es o no se preocupa. Juan 17 contiene real m en
No basta la contestación de que con ello se le ofrecía te súpli as, c pero en último término no es ni ng n u a
una manera adecuada de transición . a la parte final de oración de petición. Todo se mueve a q í u a la som
su obra. Porque con está forma de presentación se bra de Un mayestático «yo quiero». Una procl ama
asocia uria :pat�dojt( En' efecto, todo el evangelio ción dirigida al Padre se hace en voz a lt
a de tal for
muestra a Jesús como el' taumaturgo que· cu r a ; que m a que los _discípulos pueden oírl a ta mbié n. No ha
l a: v ida e terna personificadas. 'Pero un testamento en sue lo y profe ía. c Vista desde su contenid , o es u na
bo a del c du e o de la
ñ vida 'e s sin dud a algoprofunda p eza
i de instrucción, Io mismo que los discu s r o s de
'mente si n g la ,
u r {n o cab e imaginarse qu é' el evarlgelis� d esp dida e en su conjunto. Ahora b en,i la f orm a de
tii · no hubie�a e
r fl e
xio nado acerca de ello. ' P or' eso presentación de la oración deja bien claro q ue el des
de
' beinos preguntarnos • por el moti v o . y fun ción . dé tino de los discípulos no está en su . ms an os. Sobr e
do n o sólo un período de la act a ión de u c J e sú s, sin o · para qu e esta de ci sión siga eri vigor. Así ejerce a qu e
se halla compuesto, a diferencia de los capítulos ¡ los c ie los, al que está elevado a la d e tra
i s d e Dios
2•
precedentes, en forma de oración. Nuevamente .hay P adr e Los discípulos son testigos de 'un a c rive sa-
o r
, '· • • . . • 1
3. R. E. Brown, o. c., 582. ' ficado. Pero, de la misma manera que allí; se resume
. ¡ .
¿cómo se ha de conjugar con el mensaje cristológico funda historia terrena. Sin embargo, sólo los discípulos pue-
mental del· evangelio el que sólo aquí se explique in eaenso
den ser los oyentes y los que entienden. A ellos se
el tema antropológico de la fe impugnada? Yo contesto: la
marcha de Jesús permite constataciones fundamentales sobre les transmite una visión que el mundo no tiene ni
la presencia' del Cristo exaltado entre los suyos. La temática
I siquiera puede tener, aunque el mensaje, como tal,
«antropológica» sirve, por consiguiente, también a la cristo
logía. Pero todavía más importante es el hecho de que .}a
muerte de Jesús ahí, tanto como los milagros y los' sucesos
de la pascua, no se consideran en sentido estricto histórico
o en el sentido usual «histórico-salvador» . . Simboliza más bien
es el reconocimiento operado por el Espíritu dé que la exalta:
en forma de modelo lo que · 1a fe experimenta siempre. É11
ción . . como meta es asimismo la clave para la · vida terrena
el plan. juánico, se vive también después de la pascua no
de. Jesús. Ya esta se halla en el signo de la gloria . . Contra
de aquello que ocurrió «una vez» o «una vez por todas».
ta .intención del evangelista, historiza Bornkamm la pasión
La fe se halla siempre situada de nuevo en· la lucha, en la - ¡
de Jesús. como el discurso de despedida y, por consiguiente
tentación de parecer haber sido abandonada . por su Señor.
la aseme¡a .a la presentación de los sinópticos. Esto vafe· tani'.
y orientada. a la venida del Paráclito en la palabra, si es que
· bién para las explicaciones de F. Mussner, Zoe, Die Ans
quiere mantenerse. Así exactamente lo dijo ya, en 6, 66.s,
cbauung �om Leben imiviert!!n Evangelium, 1952, 8&: ,
del trato con el Jesús terreno. La· tribulación y la necesidad
5. As1, pues, la oración m es un acto de la entronización
permanecen aquí y allá, por tanto, iguales. Según eso, ¿cómo
· de Cristo como afirman T. Ar1:7edson, Das Mysterium Cbristi,
puede decir Bornkamm que el tiempo de' Jesús acaba con
1937, 132s; Dodd, Interpretact6n,. 419s, ni ha de restringirse,
su marcha? ¿Cóino pueden ser los discursos de despedida· una
con. Hoskyns, P. 494s, a una oración de consagración, El de
«mirada retrospectiva», en vez de una promesa para el futu-
ducir con _W. Grundmann, .Zeugnis und · Gestalt des .: [oban
1'0? También desde el recuerdo del Paráclito se proyecta so
neseuangeliums, 1961, 76, del lenguaje relaciones eucarísticas
bre el· Jesús terreno lo permanentemente importante y lo que
sena: cuestionable aun cuando ese lenguaje fuera claro. Así
acontece de continuo. Tampoco lo «nuevo» después de la
también .R. E. Brown, p. 597, 746s, · ·
pascua es el encuentro con la gloria ·de jesúscomo tal. Nuevo
· ¡
34 · La gloria de Cristo La gloria de Cristo 35
dentemente, con ello no se hace alusión a secretos o to, por una. parte se señala la gloria de Jesús como
misterios antropológico-cosmológicos, tal como los ya manifiesta, pero al mismo tiempo en cierto sentido
, transmite la predicación apocalíptica. Sin embargo, la como aún pendiente, es decir, completándose con· la
8•
verdad de cuyo conocimiento obligatorio y de cuya
I muerte de Jesús Pero no es de extrañar la tensión
aceptación se trata aquí, sólo se revela a los entendi como . tal entre ambas afirmaciones. Es algo normal
dos y elegidos, y por ello sé comunica en la-fol'má en gran parte del nuevo testamento. Allí nos encon-1
6•
� de un discurso secreto Esta comunidad a la que se tramos de continuo con el fenómeno de una doble
� dirige el discurso se halla más asociada al cielo que escatologí,a, a saber, a la. vez «pre�éntic�>: y «futúri
9•
a la tierra. Aunque es terrena, se halla vinculada en ca» Ahi se expresa la idea o la intencron de anun
su ser propio con el Padre y con el Hijo. ciar el fin del mundo como aflorando ya con Cristo
Estas notas introductorias pueden ser suficientes. en la presente realidad terrena. Con la cristología en
Ellas deberían situarnos en la peculiar atmósfera de tronca asimismo en otras partes del nuevo testamen
la que surge la problemática del evangelio. Ahora to esta doble escatología en cuanto que se diferencia
nos fijaremos en el texto mismo. El comienzo se ha el Jesús terreno del juez universal que ha de volver
lla determinado por la frase-clave de la glorificación o . el crucificado del resucitado o exaltado. Por consi
de Jesús. Con ello nuestro capítulo .recoge nueva guiente, aunque Juan se halla aquí en una tradición
mente el mensaje de todo el evangelio. Y a 1 , 14 pre firme, sin embargo, la desarrolla, como en otras oca
7•
sentó su contenido: «y vimos su gloria» Muy con siones, sorprendentemente e incluso de una manera
secuentemente, 20, 28s termina con la confesión de paradójica. También Pablo y los sinópticos saben de
Tomás: «Señor mío y Dios mío», y con la alusión la exaltación de Jesús terreno. Pero en el cuarto)
a los innumerables milagros y signos de Jesús que evangelio, domina en la presentación. en su c�njunto
podían contarse. Ningún · otro evangelio ha descrito y de antemano de tal manera la gloria de jesús, que
la confrontación de la tierra así como del creyente · la ordenación de la historia de la pasión puede con-
10. La estadística de Bornkamm en Interpretation, p. 18, nólogos, discursos simbólicos y predicciones misterio
podría hablar más en · favor que en contra de mí. Un evan sas, que provoca falsas interpretaciones y propone la
gelio no puede pasar por alto evidentemente l a · muerte de
Jesús. No hay que preguntar con qué frecuencia se alude a crisis del mundo, es cosa evidente. Ni las reminiscen
eso o a las circunstancias que la acompañan. Más bien se cias históricas, ni un pensamiento que hay que de
trata de c6mo se la interpreta. En 7, 30; 8, 20 se mues
12•
tra ante todo la exaltaci6n del Jesús terreno y s� preanun
sarrollar Ciertamente, se puede y se debe plantear
nidad. '
escatolog�a estrictamente «preséntica». y· puesto que para
11. Ahí puedo seguir yo totalmente l a · presentación de
mí .la primacía de la cristología y de la palabra ante la fe
W. A. Meeks, The propbet-king. Mases traditions and the
es importante, estoy yo por una más intensa diferenciación
[obannine cbristology, 1967, 63-81, a la vez que no compar
:y u�a comprensi6n !11ás atenuada y suave · de la escatología
to su énfasis de la pasión en su recensión en Union Semi
judníca, como todavía · está por explicar.
nary Quarterly Review 24 11969). ·
38. . La gloria de Cristo La gloria de Cristo 39
la cuestión de hasta qué punto el evangelio corre. empresa . Las sátiras a esta técnica de transformación
paralelo a los esquemas sinópticos y cómo refleja en da ñ a r ía n a las buenas costumbres. Ahora bien, el
13•
detalle sus. puntos más importantes Pero si esto evangelio de Juan es la palestra preferida para tal
lugar de buscar .el contraste, y si se dislocan o des Lo que se trata de lograr metódicamente como
plazan los acentos juánicos propios;' entonces la inter armonización o como complementariedad a la tradi
pretación se pasa al bando de la apologética. Aquí, ción sinóptica, está a la vista: encontrar, también en
lo mismo que en otras partes, se demuestra eviden el cuarto evangelio, una cristología del anonadamien
temente que la marcha triunfal de la crítica histórica to. La polémica con aquella interpretación liberal,
en el campo de la ciencia neotestamentaria única que caracterizaba unánimemente al Cristo juánico co
14,
mente fue posible de una manera limitada. No se mo al Dios que camina sobre la tierra se deja a un
tal y se utilizaba el método únicamente en el campo d etalle. Pero aquí se trata de uno de los más impor
de lo superficial. Se pretendía con él, no ya lograr tantes, si no el más decisivo, de los problemas de la ·
los distintos: matices y los casos discrepantes, sino interpretación. Si eso no se capta temáticamente, se
la armonización. La crítica histórica ha vencido hoy incurre en · 1a sospecha de no haberlo conocido siquie
en toda la línea, porque se ha conseguido domesti ra. Los problemas no pueden ser sustituidos, sin em
.}
carla ad usum Delpbini. Su tarea no es ya el hacer bargo, sencillamente como los vestidos, por las crea
patentes las cosas extrañas y el mostrar las concepcio ciones de una nueva moda. El problema de la gloria !
nes tradicionales como problemáticas. Con mucha fre divina del Cristo que carnina sobre la tierra en el
cuencia, se intenta llevar el modo conservador de con cuarto evangelio no está. aún solucionado sino plan-
dical. Entonces las batallas se libran en la sala del 14. Fr. Chr. Baur, Kritiscbe Untersuchungen über die
solamente la ilusión, sino la estipulación tácita de la tivos. Como deuda de honor, hay que reconocer. aquí que
la interpretación. de Hirsch, comprensible por las circuns
tancias de su aparición, sin razón se ha desatendido de múl
tiples maneras. Ella pertenece a las grandes interpretaciones
13. Cf. C. H. Dodd, Tradicián bistárica en · el cuarto de Juan de nuestra época, puesto que representa de la ma
evangelio, Madrid 1977., como representativo. nera más pura el tipo de la ·exégesis idealista.
40 .· La gloria de Cristo La gloria de Cristo 41
15•
teado de la forma más aguda, si se escuchan las pala-. de la encarnación? ¿Significa· la afirmación de que
bras del prólogo: «el Verbo se hizo carne». el Verbo se hizo carne algo más efectivamente que
¿Con· qué razón se hace de esta afirmación casi él bajó . al. mundo de los hombres, que se puso
siempre el centro y el tema propio. del evangelio? . en contacto con lo terreno y que así hizo posible el
16•
Naturalmente, que abre y fundamenta la posibilidad encuentro con él? ¿No se halla totalmente a la
de. escribir una historia terrena de Jesús. Sin embargo, sombra de aquella otra afirmación «y contemplamos
17,
se debe preguntar: ¿en qué sentido es carne ésa que su gloria» por la que sólo se ve llena de su conte
camina sobre las aguas y que penetra por las puertas tenido? No me interesa negar totalmente los rasgos
cerradas, a- la que no pueden apresar sus esbirros, que del anonadamiento del Jesús terreno en el cuarto
en el pozo de Samaria, cansada y sedienta, al mismo evangelio. ¿Pero caracterizan la cristología juánica de
tiempo no necesita beber y que tiene otra comida dis tal manera que se hace creíble, a través de ellos, el
tinta de aquella por la que se preocupan sus discípu «verdadero hombre» de la dogmática posterior encar
18•
los? -Jesús no puede ser engañado por los hombres, nacional? ¿Representan ellos algo más que un mí
puesto que él conoce, incluso sin palabras, su interior, nimum indispensable del decorado para aquél que
pulcro y se dirige; voluntariamente y como un vence la misma revelación. Si se afirma correctamente que en l.
14 no pretende caracterizarse a Jesús como Dios sino como
dor, hacia su propia muerte. En todo eso, de una
el Lagos de Dios, sin embargo esa · no parece la alternativa
manera desapercibida y sin motivo alguno, advierte con respecto a 1, ls; 20, 28. W. G. Kümmel, Die Tbeologie
des Neuen Testaments nacb seinen Hauptzeugen, 1969. ex
el evangelista qué ese Jesús se halla siempre en el seno
plica, en P. 251s ·que, como Lagos, sería denominado Jesús
del Padre· y que los ángeles bajan . hacia él y suben el Dios que se revela, pero mantiene en la p. 241 que él es,
de nuevo desde él, que es una mism�· �osa con el Pá para Juan, sin restricciones un · hombre terreno.
· 16. Así Fr. Chr. Baur, p. 97.
dre. El que tiene ojos para ver y oídos para oír, .ve 17. uu., 94s.
y oye sin más y percibe, no sólo desde el prólogo · 18. De un modo ejemplar es afirmado esto por Hoskyns,
p. 17s; Dodd, Interpretación, p. 249; Mussner, Zoe, p. 82s;
y de labios. de Tomás; sino desde todo el evangelio, E. M. Sidebottom, The Cbrist of the [ourtb gospel, 1961,
aquella confesión: «Señor mío y Dios mío». ·¿Cómo 166s: Sin embargo, más o menos, toda la moderna interpre
tación sigue esta línea, dominada por la idea de la encarna-
se ajusta todo . esto con una concepción �ealística ción. ·
42 La gloria de Cristo La gloria de Cristo
1 43
(
19
mora durante un breve tiempo entre los· hombres es al mismo tiempo el nuevo Adán y el anthropos
20, 23 •
y que parece ser su igual sin someterse, sin embar celestial De un modo correspondiente, para Juan,
go, a lo terreno? Su muerte tiene lugar esncruz • 1 la obediencia es la marca del Hijo del hombre, el cual
1
como lo exige la tradición. No obstante, est cru no · no sólo participa en la misión de Dios, sino que tam
\
es ya el patíbulo de aquél que se hizo acorrí aña de ;
_
malhechores. Es la prueba del amor de Dios que se la voluntad de Dios su alimento, que le dispensa de
entrega y un retorno victorioso desde lugar ajeno al la comida terrena y le une con el Padre celestial.
21•
Padre que le había enviado Así esta obediencia del Jesús terreno, en Juan, de
Esta línea de argumentación no se contradice por un modo distinto a lo que ocurre en Flp 2, 9, no se
24,
el hecho de que el cuarto evangelio hable de una ma ve recompensada con la exaltación sino que ter-
nera clara de la obediencia de aquél al que ha enviado mina e�, el�� �lla es la f�rma y la 1 /
22•
el Padre No se puede negar que ahí aflora la tra concrecmn de a glona de Cristo en el tiempo de �
dición de una cristología del anonadamiento, tal corno su encarnación, en la cual, por otra parte, la divini-
la conocemos por Flp 2, 7s. Sin embargo, es discu dad afirmada por él es malentendida, provoca oposi-
tible si Juan nos permite montar sobre eso una inter ción y necesita de una revelación más definitiva. L?
pretación en el sentido de esta cristología del anona fórmula «el Padre que me ha enviado», no es, final
damiento, Ni siquiera puede entenderse a Pablo en. mente, en nuestro evangelio, ni la única fórmula cris
el . sentido de que, para él, la obediencia de Cristo tológica ni la más característica. También ha sido
fuera simplemente signo de su anonadamiento. Por enviado por Dios, según 1 , 6, el Bautista, y «ser en
que, según Rom 5, 12s, Cristo, como el obediente, viado» no significa, en primer lugar, otra cosa que
25•
«ser autorizado» Con todo, según una sentencia
19. Cf. el «y habitó entre nosotros» 1, 14, que es re-. vía y debe ser equiparado por el receptor con éste.
cogido por la paradoja «un poquito» de los discursos de des
Por eso, en el evangelio, la fórmula «el Padre que
pedida en 14, 19; 16, 16s y así como en 7, 33; 12, 35;
13, 33.
20. Los malentendidos en 6, 42; 7, 27.35s; 8, 48. 53: 23. Contra Bornkamm, Interpretation, p. 10, se halla
9, 29 proceden de la problemática de la humanidad de Iesús, totalmente apoyada mi interpretación en la cristología neo
21. Cf. E. Haenchen, Historie und Geschichte in den testamentaria de otros lugares.
;ohanneiscben Passionsbericbten, en Ges.Au] s. II, 1968, 184. 24. La interpretación de Thüsing se orienta totalmente
' de su unión con el Padre y que, según 1, 1 8 , como miento hacia .la exaltación. ¿Se puede hablar, en lu
su «exegeta», supera, en su especial dignidad, a to· gar. de eso, de la paradoja de una exaltación que se
do lo que ha podido ser enviado en otras ocasiones.
encubre en el anonadamiento, como se hace corrien
A partir de ahí, en modo alguno se puede deducir 27
temente hoy? •
32•
tación del Jesús terreno sólo puede ser afirmada, si / la unión con el Padre En realidad, no se cambia a
se puede hablar en serio de la atribulada humanidad sí mismo, sino cambia su lugar. Se entrega al destino
de Jesús expuesta al mundo, al sufrimiento y a la humano para de un modo divino salir airoso de él
29•
muerte El encubrimiento de un ser divino en el y superarlo.
municación entre lo desigual y, por ello, entre lo se por tanto, el comienzo y el fin para los que le siguen,
parado y, por consiguiente, algo · adecuado y lógico, el lugar firme para aquellos que sin él se ven entre
y así también plenamente comprensible en el plano gados a la ifitranquilidad. Puesto que él es la vida y
pero no antinomia. Tiene sin duda sentido el advertir muerte, incluso en el acto de morir, no .tiene ningún
que en el cuarto evangelio se habla de un anonada poder sobre él, al que el Padre dio el poder sobre
miento de Jesús. Su envío le obligó a bajar del cielo todas las cosas. Ese mundo es, para él, morada de
1
a la tierra, y tal anonadamiento acaba por la exalta p aso , y el anonadamiento en él no significa otra cosa
ción en su retorno. Sin embargo, anonadamiento y que el sentirse en tierra ex trañ a. Su humanidad puede
31
exaltación no se hallan separados como etapas de . s u s citar de continuo malentendidos y .escándalo. Pero
· un camino. Se asocian y se vinculan mutuamente en no actúa ella como tal, sino como medio de su llama
cuanto que el Cristo terreno que penetra en el mundo, da a reconocer al Creador, al creer al Hijo. Paradó
Grundriss, 355s: «theologia crucis in ·der scharfsten Pointie exclusividad con la que Jesús asocia la salvación a
rung» ( «la teología de la cruz en su acentuación más aau
' su mensaje y a sí mism o . '
da»). Esto se desarrolla en la p. 379: «ahora no se presenta
nada... fuera de la impotencia. La fe entiende que precisa Los sinópticos, Pablo y también I� Carta a los
mente esto es la revelación de la gloria: la cruz es la exalta
hebreos, se esforzaron por encontrar una conciliación
ción». Para mí esto es totalmente ininteligible, puesto que
el evangelio en ninguna parte habla de la impotencia de [e entre la cruz y la exaltación e hicieron esto de diver
cristiano que utiliza la vida terrena de Jesús sólo nariamente, se parte de la preponderancia de· l a · de
como un pretextó del Hijo de Dios que camina por nominada escatología «preséntica», que de hecho es
el mundo de los hombres y la describe como el espa especialmente característica de nuestro evangelio. Si
33.
cio de 'la irrupción de la gloria celestial Jesús es el gue.discutiéndose, en el marco de esta comprobación,
Hijo del hombre en cuanto que en él el Hijo de Dios la cuestión de la frecuencia e importancia de los res
34. 36:
se nos aproxima como terreno Y el que el cuarto tos de una escatología «futúrica» En cualquier ca
evangelista con este título del juez universal apoca so, es cierto que Juan no conoce ninguna expectativa
líptico perfile la existencia terrena de Jesús señala · próxima y ningún drama final· cósmico en el sentido
es ni un hombre entre los demás hombres ni tam ción cristiana se muestra en la reducción de la -esca
· /predsamente
humana y que allí se hace epifánico. Dieciocho siglos del texto 'como originario, es decir, aun cuándo no sé
quedaron fascinados por esta imagen del Cristo juá- rechacen como glosas posteriores aquellos pasajes que
nico y , · con su fe, hicieron justicia al prólogo y· a la tratan de la resurrección futura de los muertos .. Pues
confesión de Tomás. La iglesia de .todos los tiempos. to que la revisión · redaccional del evangelio aparece
suscribe aquella frase: «vimos· su gloria» y acepta atestiguada en el cap. 21, no se puede rechazar de
por ello el evangelio que pone de manifiesto esa pro principio la posible presencia de tales glosas. En fa
Hemos dado un largo rodeo para poder captar de se trata únicamente de unos· pocos versículos. que se
una manera adecuada el problema de la doble escato muestran en una formulación estereotipada, los cuales
logía y de la cristología que de ahí resulta. Ordi- no cuadran ni con elconjunto ni con el .contexto. Sin
4
50 La gloria de Cristo La gloria de Cristo 51
veremos más adelante que tal manera de ver las cosas plo, en el cap. 11. Pero sobre todo no se ve ahí,
no puede calificarse como totalmente imposible . . en general, o cuando menos no se presenta con cla
La problemática que tocamos aquí nos obliga en ridad, que estas afirmaciones proceden de una tradi
todo caso a reflexionar con mayor exactitud sobre la ción fija, preservada de diversas formas por el nuevo
senta su especificidad en que del creyente se afirma Ellas, aparecen exactamente así e incluso asociadas
con gran énfasis en 5, 24: «porque pasó de la muerte con la entronización celestial, en el mensaje bautismal
la hora, y es ésta, en que los muertos oirán la voz del en el entusiasmo helenista se ve atestiguada por el
hijo de Dios y los que escucharen vivirán». Los pasa hecho de que Pablo modifica la misma . tradición en
jes 3, 36; 6, 47; 8, 51; 11, 25s, atribuyen, con la Rom 6, 4s. Efectivamente, traslada la resurrección y
misma firmeza, al creyente ya la vida eterna, la cual la vida con Cristo del perfecto al futuro. En relación
38
no se ve afectada por la muerte terrena • Jn 3, 1 8s al presente, vale eso sólo en el sentido figurado, a
asocia con ello la afirmación inaudita y radical de que saber, para la nueva obediencia del cristiano. De un
el juicio final, tradicionalmente esperado para el últi modo totalmente claro, aparece el Sitz im Lebem de
mo día, ya ha tenido lugar con la venida de Jesús. esa concepción, al rechazar los miembros fanáticos de
Por eso, en él, según 11, 2 5, se personifican la re la comunidad corintia no la resurrección de Cristo,
f surrección y la vida. Ha habido costumbre de enten sino la futura resurrección de los muertos. Esto lo
der tales frases en un sentido edificante, es decir, más hacen sin duda porque se forjan la ilusión de haber
39•
o menos espiritualísticamente Se trata de privarlas participado por el bautismo en la resurrección y en
37. H. Strathmann, Das Eoangelium nacb [obannes: · con la muerte terrena. La cadena se cierra cuando en
Eschatologje des [obanneseuangeliums, 1962, hace que esto (1925) 27-42, interpreta de una manera· liberal en la p. 112:
valga sólo para el presente terreno de Jesús y sitúa, conse «para la comunidad que ama ha desaparecido la idea del
cuentemente, en la p. 60. 78s la vida del creyente simple- juicio». ¿Pero qué es lo que ocurre con la resurrecci ón de
39. E. Gaugler, Die Bedeutung der Kircbe in den ioban 40. Cf. C. F. D. Moule, The indiuidualism of tbe fourth
neiscben Scbrijten. I.K.Z. 14 (1924) 97-117. 181-219; 15 gospel, en Donum gratulatorium E. Stauffer, 1962, 174-182.
La gloria de. Cristo La gloria de Cristo 53
52
la resurrección de los muertos ya ha tenido lugar, 2 Tim 2, 18, la presencia actual y la realidad de la
Llama bastante la atención que el evangelista, en el resurrección general de los muertos, porque conoce
herencia entusiástica, contra la que Pablo se había surrección es la señal distintiva de su presencia. Juan
41
no ha aprendido todavía, como Lucas, a entender la
puesto en guardia y que fue señalada como herética
. Juan era, sin embargo, demasiado independiente. hecho restringido a Jesús; permanece aún fiel a la
la, la cual, ya en las cartas deutero-paulinas, había sido rrección de Jesús es el comienzo de la resurrección
contexto de una concepción mistérica del bautismo calíptica al no separar ya principio y fin, haciendo
anticipada en la resurrección de Jesús. Afirma, lo mis nera seria y realiter. Hay que tener siempre ante la
mo que los fanáticos en Corinto o los herejes de vista que esto no se expresa de una manera figurada,
41. Esto se ve al menos como posibilidad en. Moule, la antropología, cuya esperanza se ha anticipado. El
Indioidualism, 184. . .
punto de partida es la cristología y su realidad, la
42. Cf. Blank, p. 136.
¡
54 . La gloria de Cristo La gloria de Cristo 55
cual se contempla y se ve, lo mismo que en los him el fin del mundo no sólo se ha aproximado, sino que I
( ticipa en ella en tanto que se permanezca, como cre de la antropología entre la escatología «preséntica» y
yente, en ella. Teniendo en cuenta la problemática «futúrica» en el evangelio de Juan solamente se pue
de conjunto, ·hay que afirmar: la escatología del pri- de mantener en pie con mucho esfuerzo y, e n . último
mitivo cristianismo, preparada por el mensaje de Je extremo, no se ajusta a la realidad. Ella no carac
sús y por su actuación, transformada por la pascua teriza ya el centro de la teología juánica, sino, en
en una esperanza próxima, se halla siempre orientada todo caso, su periferia. Por eso se ha debido constatar
J ya el· horizonte de la cristología, sino al revés, la cris «preséntica», y considerar las afirmaciones «futúricas»
44•
tología es el horizonte de la escatología En Cristo, como últimos testimonios o reliquias que se han fil
puede transcenderse a sí mismo. El recibe la vida única la cristología juánica, totalmente correcta . . A lo sumo
mente a través de aquel milagro al que apuntan las curacio
nes y la resurrección de Lázaro. El nuevo naciiniento pre se le debería reprochar porque no reconoce la com
supone, sin embargo, la exaltación de Jesús. Según la con plejidad de la situación. Pues no permite reconocer
cepción común del cristianismo primitivo, solamente el Exal
tado proporciona el Espíritu, que cambia la existencia en
que en el cuarto evangelio también la vida terrena
el bautismo. Juan varía. esto: para él el Espíritu es la fuer de Jesús cae dentro de esa enumeración. Bultmann
za de la palabra de Dios, Los que creen en esto son, según
no puede hacer esto, porque interpreta de una ma
1, 2, hijos de Dios, y, según 1 Jn 3, 9, semilla divina. Así
el misterio del nuevo nacimiento en el fondo es el misterio nera radical la encarnación como ingreso en la. «pura
del Hijo del hombre como Lagos encarnado. En cuanto que
. humanidad»' por lo cual se mueve en el esquema del
el Encarnado anticipa al Exaltado, habla a través de la boca
del Jesús terreno el mismo Dios que da vida. Consiguiente anonadamiento y de la exaltación y trata de ver am
mente, el nuevo nacimiento es la manifestación terrena de
bas cosas como paradójicamente asociadas. ¿Se puede
aquella realidad de la resurrección qué se da en la presencia
del Logos. soslayar de este modo nuestra interpretación? Esto
44. Esta es también la tesis fundamental de Blánk, cf.
parece posible y necesario aun cuando el camino de
p. 38s. 65, 124s. A ella aludió ya Lütgert, p. 212s; Muss
ner, Zoe, p. 147. Hoskyns dice en la p. 123: «el resorte
de la cristología juánica no es la escatología, sino · 1a epi-
fanía». · . 45. Cf. Teología, 475.
56 L a gloría de Cristo La· gloria de Cristo 57
Jesús no puede entenderse como un proceso en des La segunda cuestión se responde por el hecho de
arrollo, y el uso de la expresión ingeniosa «paradoja» que la amplia y, para nuestro evangelio, caracterís
eón respecto a la realzada divinidad de] esús es Cues tica descripción de la muerte de Jesús se presenta
47•
tionable. Pues sin duda se habla precisamente en Juan mediante el verbo «irse» En sí, abarca la exalta
17 de la gloria de Jesús tanto de un modo «presén ción y la glorificación, en cuanto que significa la se
tico» como. «futúri�o». Ahí aparece la pasión como paración del mundo y el retorno al Padre. Este es;
la hora propia de la glorificación. De hecho, la exé como tal, al mismo tiempo el retorno a la gloria del
48•
gesis que está interesada. en el anonadamiento del Lagos preexistente El aspecto de la obediencia no
Jesús terreno, se refiere a este 'hecho como a su ba se ve eliminado aquí. Por el contrario, es constitu
46•
luarte más fuerte Pero no existe ninguna claridad tivo y debe serlo, puesto q u e . : por él, se establece
definitiva sobre la escatología y la cristología en el la asociación de la pasión con la vida terrena de Je
cuarto evangelio, mientras . no se haya adquirido aquí sús. Lo inismo que en Flp 2, 6s, la muerte es así lo
una comprensión bien clara. Por consiguiente, retor que completa la encarnación. Sin embargo, de una
namos de nuevo a nuestra cuestión de entrada y for manera distinta a Flp 2, 9, no aparece ya la exalta
mulamos de nuevo el problema: ¿en qué relación se ción como la recompensa divina de la obediencia
halla la vida .terrena de Jesús con su pasión? Y, a terrena, y hay que cuidarse de contraponer· .ambas
49•
1 la inversa, ¿qué carácter tiene entonces la pasión, si cosas El mismo Juan no utiliza la categoría «obe
fundamental. Porque también él sostiene de �p modo tradi · . 4 8 . C . f Leroy, p. 57 . 66. 161. · 188.
cional · la historicidad del Ctisto juánico como un «dato fun 49. Co nt ra Ho s ky ns , p . 449 s , el c ua l hace. que la vida
'
damental». También la protesta d e . Bornkamm contra mi 1
terrena, segú n -Ia p . 464, sea una s e
paración del Padre.
. :
explicación se centra aquí sobre todo, según Interpretation, 5 0 . Con tr a B rrett
a , p . 6 0. 7 2; Thü sing, p. 239.
ámbito celeste y de la permanencia en aquella ver en otros lugares del nuevo testamento, pudiera defi
dad, que se contrapone a sucumbir al poder y al en nirse como su galardón. Por el contrario, la obedien
gaño de lo terreno. Si queremos denominar a esto cia resulta de la gloria de Jesús ·y es su testimonio
únicamente en cuanto que tal vinculación con el ám Si se entienden las cosas así, la expresión juánica
bito celeste y con la verdad divina tiene lugar sobre de la hora de Jesús no puede interpretarse simplemen
la tierra. Ella busca, oponiéndose a la rebelión terre te como si ahí constantemente y sólo se viera una
54.
na, la vida en Dios. La obediencia es aquí la manifes alusión a la pasión de Jesús En 2, 4; 4, 21. 23;
tación del señorío y de la gloria divinos en un lugar 5, 25. 28 , se piensa sin lugar a dudas primariamente
extraño a Dios, y, por tanto, cristológicamente la pro en la bota de la gloria de Jesús. Por el contrario, 7,
52•
clamación de la unión con el Padre Precisamente 30; 8, 20; 12, 23. 27; 13, 1; 17, 1 se refieren
por eso, la pasión de Jesús debe ser descrita en nues asimismo' con toda claridad a la pasión de Jesús. Am
tro evangelio no ya como ignominia, sino como un bas series de c itas, sin embargo, no se hallan diso
o el ser de la situación en la que se sitúa Jesús. El a las claras que la hora de la pasión es, de un modo ¡¡
no se anonada, sino que conserva la altura o exalta señalado, la hora de la glorificación de Jesús. En este �
ción del Hijo, incluso en la cruz. Juzga precisamente sentido todos los pasajes del primer tipo se dejan
ahora una vez más a sus jueces, como siempre lo ha referir también realmente a esta hora. Pero, de nue
hecho. Entregado por el Padre, muestra él, con mayor vo, esto no debe hacer que se vea realizada en la
claridad que antes, que la tierra no tiene ningún po- pasión la humildad de Jesús o su comunión de amor
55
der sobre él
53•
En suma: la gloria de Jesús no resulta con el Padre en grado sumo o, paradójicamente,
de su obediencia, de forma que, lo mismo que ocurre en el anonadamiento más profundo se vea el comien
i
52. Esta dialéctica determina 5, 17s. Los judíos consta cosas mencionado de un modo terminante: la hora I
tan correctamente que Jesús se arroga la divinidad, pero no
-de la pasión y de la muerte de Jesús es, en un sen
entienden que precisamente la obediencia es la forma o fi.
gura terrena de su divinidad. Con todo derecho destaca tido destacado, al mismo tiempo la hora de su glo
Blank p. 112s que el «no por sí mismo» muest�a la unidad
rificación, · puesto que en ella Jesús deja definitiva-
con eÍ Padre. El Hijo no tiene «iniciativa propia».
53. Por eso es imposible que yo asegure con R. Bult
mann Das Evangelium des [obannes, 1941, 377, que el glo
54. Thüsing, p. 76s; O. C ullmann, Urchristentum und
rificado sea siempre el encarnado, si. esto se interpreta: el
«
56.
\ mente el mundo y vuelve al Padre A �artir .de �?í pasion corno el retorno a ella. La gloria del Jesús
· · podemos ver el resultado de nuestra. mvesngacion . terreno se. manifiesta en el tiempo y . en el espacio y
realizada hasta ahora. Juan sitúa frente a la gloria en un . mund o · en rebelión c o n tra' Dios . Por esto se
terrena ele Jesús aquella glorificación que acontece en asocian a ella notas de anonadamiento, al que apunta
la pasión. Sin embargo, esto no lo hace en la forma de también el título juánico de «Hijo del hombre». Sin
1
un contraste ni tampoco lo puede hacer, puesto que; embargo, con la muerte de Jesús es superada la limi
para él, el Jesús terreno personifica ya la resurrección tación terrena, abandonado el espacio del anonada
60•
57•
y fa vida Pero la gloria terreria .no es para él sim miento y completada la gloria temporal de Jesús
plemente. la anticipación d e : la otorgada en la exalta Esto no tiene nada en común con la escatología «fu
58 •
ción En todo caso, no lo es de tal manera que con túrica». El, que pasó por la tierra como un extraño,
ello se haya dicho lo decisivo. Las malas interpreta es decir, como el enviado del Padre, y que pasa por
ciones de los exegetas proceden de que ellos trans la muerte invicto y j ubiloso, porque es de nuevo lla
fieren de una manera acrítica el esquema de la escato mado al reino de la . libertad, ha cumplido simple
logía «preséntica» y «Iutúrica» a la cristología j u á ni c á . mente su misión, como lo muestra su última palabra
Se puede partir de ahí como . hipótesis de trabajo, e en la cruz, Ni la encarnación ni la pasión tienen aquí
incluso tal vez históricamente captar con ello el lugar aquellos acentos y contenidos, que se deducen. de· 1a
61•
originario de la cristología juánica. Sin embargo, todo tradición habitual de la iglesia Ellas no marcan
radica en cómo se considere la modificación adoptada una modificación de Cristo en su ser sino; como «ve
aquí por el evangelista. El rompe este esquema cris nir» e «ir», «ba j ar» y «subir», el -carnbio de espa
rológicamente al colocar junto a la . gloria del Jesús cio y, con ello, el alcance de su manifestación. En
dice Bultmann, Teología, 470, tiene un caracter 1e centro · · Yo no puedo aceptar esta antítesis o este desplazamiento.
de gravedad. Sobre esto trata Leroy, p. 59s Y passtm. ·. . . puesto que la encarnación y la cruz me parecen como «pro
57. Cf. Blank, p. 139, el cual por ello. puede formular, yecciones» o manifestaciones del Preexistente. Por eso no
en la p. 271, que la tbeologia crucis de Juan es ya una tbeo- puedo hablar de esa manera destacada del «fruto de .la muer
ción polémica con Cullmann ·Y Haenchen, . designaba ya 1, 14 la encarnación. La muerte de Jesús tiene
59. Utilizo esta expresión tomada de Dodd, Interpreta, especial significación sólo como retorno a .la gloria ilimitada,
en todas partes, manifiestan su esencia y su ser, se afirmaba la resurrección de los muertos realizada sa
revela· en ellas aquél que con el Padre es siempre· y cramentalmente. Por supuesto, que él desarrolló la
Si se quiere caracterizar este estado de cosas a también para esto tenemos puntos de arranque en
partir del esquema de la d�ble escatología, no cabe la tradición del cristianismo primitivo. Ya antes que
contemplar ya su centro en la tensión entre el su él, algunos himnos que procedían de la misma pie
friente y el exaltado. Entonces se debe situar e n · el dad entusiástica, presentaron a Jesús como el ser
centró la relación del Lagos eterno con la revelación celestial preexistente, cuyo ser terreno representaba
en el Jesús terreno. En la escatología juánica, en únicamente una etapa de su camino que llevaba al
cuanto que es cristología, la dirección ha sido inver cielo. Ellos completaron esta imagen mitológica espe
tida. Ella no destaca ya el fin y lo futuro, sino el cialmente por el hecho de que traspasaron a Jesús
62•
comienzo y lo que permanece Por eso lo temporal, desde el mito judío de la sopbia el predicado o cali
puesto que se mide por lo eterno, tiene carácter pa ficativo de mediador en la creación y de esa manera
63•
sajero y efímero El problema fundamental no con suministraron contenido y. peso a su preexistencia.
siste ya en hasta qué punto el Crucificado es hijo De este modo la escatología se confrontó con una
64,
de Dios, sino en por qué Dios se hizo carne y se protología en la cual se reflejaba aquélla. Funda
entregó a la muerte. La contestación a esto se da con mentalmente con ello se establecía el presupuesto pa
No podemos determinar este cambio de perspec escatología apocalíptica, se estableció un cierto equi
tiva sin plantear la cuestión histórica sobre qué fac librio entre la escatología y la protología, pudo final
tores hicieron posible ese cambio. A esto ya se .dijo mente la protología convertirse en el centro del men
62. Por eso Blank, p, 119 distingue la «fundamentación ·en el mediador divino de la creación, el cual, en la
cristológica» de la «explicación escatológ_ica». .
encarnación, se aproximó al hombre y en la pasión
63. Por eso los discursos de despedida, con una dureza
o agudeza inaudita para el· nuevo testamento, pueden incluso se retiró de él de nuevo. Precisamente esto se des-
privar a la muerte de Jesús de su condición de suceso único,
y pueden hacer de ella el ejemplo de un hecho que se repite
siempre. La despedida del Señor se realiza, lo mismo que su
venida siempre de nuevo. Es la situación· de la fe d e · ser · 64 . . Cf. H. Hegermann, Die Vorstellung vom Scbop.
dejado� incesantemente por Jesús, para encontrarse incesante [ungsmittler tm hellemsttschen Judéntum und Urchristentum
mente con él en la palabra del Paráclito. 1961. '
64
La
· La gloria de Cristo
gloria de Cristo
65
arrolló de una manera consecuente en nuestro evan en interés de un único tema, a saber, la cristología.
gelio y se convirtió en su leitmotiv dominante . . . f En todas partes domina sobre él el interés de que
l A partir de aquí se transforma la tradición de los ;'. Cristo mismo por nada debe ser puesto en la som
f relatos de milagros. Los milagros, también para Juan, /} bra, ni siquiera por sus dones y realizaciones. Sola
no son superfluos ni son puras concesiones a la de / mente Jesús es el verdadero don divino, al cual to
65•
bilidad humana Si lo fueran, no habría sido nece ,
¡ dos los demás pueden y deben referirse. El milagro
sario destacarlos hasta el extremo, la pasión de Jesús aislado es precisamente, en este horizonte, tan inad
difícilmente se presentaría ocasionada, con destacada misible como el sacramento aislado o que el antiguo
intencionalidad y · contra toda la tradición, por la re testamento se considere como algo independiente
surrección de Lázaro, y en resumidas cuentas se pa- frente a Cristo, o que a los padres y testigos se
, saría por alto �ue ellos son e�presamen;e}escritos atribuyera, un significado e importancia propios. No
como demostraciones de la gloria de Jesus . La ne se puede achacar la responsabilidad de los relatos de
l
' cesidad humana es. ciertamente su ocasión, pero su milagros narrados a la tradición. Juan, en último tér
remedio, en el mejor de los casos, sólo un objetivo mino, hizo suya esta tradición, dejó a un lado, las
67•
adicional Dios no se · manifiesta en la tierra sin el curaciones d e . posesos intencionadamente, como . algo
resplandor de los milagros, que le caracterizan: como que, no era suficientemente característico, y seleccionó
I el Creador. Es cierto que Juan se opone a la búsque los hechos más milagrosos del nuevo testamento.
da de milagros. Sin einbargo, esto no lo .hace en ser- Ahora bien, esto no se hace si se pretende suminis
vicio de una crítica fundamental de los milagros, sino trar puras ilustraciones a los discursos de Jesús· y si
68•
se carece de todo interés por el mismo milagro
determinaba que los milagros no eran las pruebas más valio 68 . . Esto s i n . duda coincídiendo tanto con J. Becker,
sas sino las más efectivas de la filiación divina de Jesús. Wunder und Chrtstolog/e: NTS 16 (1969-70) 143, como con
66. ·L. Schottroff, Der Glaubende, 248. 250!\; 259s, aun Bornkamm, Lnterpretation, 19s. La dialéctica y la crítica de
que , aquí el peso de la cristología pierde en relación al dua los milagros del evangelio no se han de pasar por alto. Sin
lismo radical. Yo, lo mismo que el asunto mismo, __ me siento embargo, Bornkamm, en la P. 21, sitúa frente a frente los
mal interpretado por Haenchen, Wandel, l Os.: Yo no habla inilagros y la cruz, mientras que yo contrapongo los muchos
da «de dos evangelios teológicamente, diferentes», aunque. sí dones y hechos individuales con el único hecho y don. que
h e . visto el problema expresamente planteado por R. T. Fort se da en la persona de Jesús. De ahí se sigue, para mí, que
na, Tbe 'gospel · of signs, 1970, 22'1 contra' la afirmación de no se puede desprender la cristología juánica de la glorifica
H�enchen. Si los milagros se denominan «acontecimientos ción, principalmente de la tradición juánica de las historias
intraterrenos», también esto vale para los discursos. Hasta de milagros. Esta tradición sin duda la preparó de antemano.
qué punto no son en modo alguno para n_ií los fundamentos Pero �s sobrepasada y superada por el evangelista. Para él.
de mi tesis sino también· «signos y alusiones· a 'algo total los milagros son sólo el resplandor de lo que es y aporta
mente· distinto», lo dejo bien claro en la nota 68. el mismo Jesús Y, por ello, al m i s m o · tiempo una alusión
67. En contra de Lütgert, p. 11. a eso. Juan no critica su tradición, porque dice demasiado,
;
66 La gloria de Cristo La gloria de Cristo 67
Si Tomás es remitido a la fe que no ve, esto se hace de ellos Ios diversos aspectos de la importancia uni
únicamente después de que ha visto. y palpado. La versal de Jesús. Pero no se puede desconocer que
intención aquí es asociar su fe al oír, en el cual nue-. todos ellos . se condensan y se elaboran en un sentido
vamente se capta no ya un · hecho salvador aislado propio juánico al hablar de la unidad del Hijo con
sino a Jesús como la resurrección personificada. En I el Padre. La posibilidad de incomprensión de tal afir-·
general, se moderniza aquí más que lo permitido .al mación se pone de manifiesto · a las claras cuando los
historiador. Ningún cristiano a .finales del siglo I ha judíos la consideran como una blasfemia e incluso
pensado que Dios pudiera intervenir sin milagros o los discípulos no la entienden correctamente hasta el
de que . el nuevo nacimiento sea el único milagro final. Sin embargo, la comprensión equivocada no se
adecuado a él. La crítica juánica de los milagros co limita a ¡ la afirmación como tal. Ella es equívoca y
mienza y termina allí dónde Jesús mismo es buscado ambigua como lo son los mila gros. Porque aquí co
u olvidado a causa de sus dones. Por otra parte, su mo en los milagros se revela el extraño, al cual el
gloria no se da sin sus milagros, y cuanto mayores mundo trata de captar siempre en la red de sus cate
· y más demostrativos son éstos, mejor. Porque su co gorías y experiencias. Por muchos rasgos del tauma
I
munidad confiesa de él: «de su plenitud hemos reci turgo helenista que se transfieran al Cristo juánico,
bido gracia sobre gracia». Aquí precisamente en el en cualquier. caso, él no es un hijo de Dios en el
69•
cuarto · evangelio no existe. ninguna reducción sentido que se le da en esa época. Porque entonces
Lo mismo que los milagros, también los discursos buscaría su propia honra y rompería su unión con
de Juan están proyectados hacia el tema cristológico, el Padre. Para él no se trata de ser aceptado como
que es su centro y en cierta medida su único conte un ser celestial en el círculo de aquellos fundadores
. nido. Evidentemente, el evangelista recoge precisa de religiones que vienen en nombre propio. Unica
I mente los títulos cristológicos, para presentar a través mente como revelador de Dios, permanece uno con
para aquella son importantes los muchos dones, y, para éste. función soteriológica. Unicamente el enviado anuncia
el único dador. Por consiguiente, la dialéctica juánica tiene
al que le envía, únicamente en el Hijo se muestra
una orientación distinta de la de los sinópticos, y no tiene
nada que ver con la teología de la cruz; cf. L. Schottroff, el Padre actuando y hablando. Cristo es el único exe-.
Der Glaubende, 252s. .
geta de aquél que ningún otro ha visto jamás; Ten
. · 69. Conzelmann, Grundriss, 378, elabora con toda clari
dad la concepción juánica. Sin embargo, en contra de él, dremos que preguntarnos más adelante qué es lo que
me parece que el problema . de los milagros permanecerá co- ·
esto significa en concreto. Ahora se trata no sólo de
mo «tema de la teología». ·
La gloria de Cristo
69
68 La .gloria de Cristo 1
en el cuarto evangelio, en contraposición al resto del Más digna de reflexión es la dureza polémica en la recen
sión, por otra parte muy amable, de W. A. Meeks, USQR,
nuevo testamento, no tiene ya sólo como tarea el
p. 420. Define casi como un piadoso contrasentido el que
proclamar la dimensión histórico-salvífica y universal la fe dogmática deba y pueda apuntar por encima de sí mis
ma, y teme que los resultados, tan difícilmente conseguidos
del acontecimiento cristológico. Es al mismo tiempo,
en la investigación de la historia de las religiones sobre tales
expresión del comienzo de la reflexión dogmática en afirmaciones teológicas, vengan a perderse. Esto último difí
cilmente podría aducirse contra mí, puesto que me crié en
el sentido estricto de la palabra y abre el camino
la investigación de historia de las religiones algunas décadas
71•
a la cristología de la iglesia antigua · antes que Meeks. Sin embargo, la primera frase muestra que
determinados exegetas protestantes sólo pueden explicar el
dogma desde el punto de visto religioso-histórico, pero no
pueden comprenderlo realmente. De que ellos de esa manera
incurren en un positivismo dogmático y que sirven a la es
quizofrenia de un historicismo científico y a un incontrolado
activismo o fundamentalismo eclesial, apenas son conscientes.
70. Esto se vuelve incluso contra Dupont, Essais, 231.
· Casi alérgicamente se elimina de ver las cosas, al despachar
267s, 287s, el cual pone en juego el envío �ontra la natura.
- ¡nuevamente en el plano puramente histórico!- mi pro
leza, y contra Bultmann, el cu�l ve. un obstaculo en la con
blemática y sus conceptos clave como vestigios de la post
cepción mitológica de la preexistencia; ante . todo,. contra to·
reforma alemana. Un poquito más de compenetración de la
da interpretación de la unidad como comunidad de amor.
labor histórica con la cuestión teológica e incluso con la
71. La del moderno exegeta la deja también aquí bien
herencia reformista sin duda que no causaría daño en la
clara T. W. Manson. Habla, en la p. 131, de una �eco�s
América de nuestros días. Tal vez allí tengan que ser los
trucción dogmática cjue se expresa en la forma de historia.
católicos los pioneros en esto.
mientras destaca en la p. 134, que Juan se halla más cerca
72. Contra T. W. Manson, p. 135; Dupont, Essals,
de Pablo que de Nicea. Esa . . trivialidad no dice nada si en 287s. ·
absoluto Nicea anda ya por medio. ·
70 La gloria de Cristo La gloria de Cristo
l 71
'
·
�
largos monólogos, los cuales, bajo. diversos aspectos, 1
ble, si el evangelista realmente procede de los círcu
su ocasión, la meditación su carácter, la definición su gelio no tuvo aún por eso que ser escrito contra los
característica más destacada. El movimiento les viene defensores de otra cristología. Juan bien pudo diri
casi exclusivamente . a través d� la polémica, la cual girse contra una tendencia que se iba desarrollando
entendidos absurdos. Unicamente en Pablo se lleva cuenta de un modo suficiente la cristología o sólo
una discusión teológica con tanta pasión. Sin embar de un modo inadecuado. La disputa versaría más o
go, mientras que los sucesos· de la vida diaria de las menos acerca del solus Christus. De momento debe
comunidades cristianas ocasionan los problemas de la mos dejar esta cuestión en suspenso, para desarrollar
les impone la problemática teológica a esos aconteci Si la unidad del Hijo con el Padre es el tema cen
aquí en marcha una confrontación dogmática Se mente el objeto propio de la fe. En niguna parte del
dirige contra el judaísmo, como .no puede ser de otra nuevo testamento se describe la fe con tanto coraje,
manera, si la efectúa el Jesús terreno. A finales del con tal reiteración y con tanta crudeza dogmática co
74•
siglo 1, no fue sólo en Siria donde se daría abun mo este único hecho: el reconocer quién es Jesús
dantemente ocasión para ello. Por otra parte, no sé Este reconocimiento no es un comportamiento teo
puede pasar por alto que los judíos, en el cuarto rético. Pues únicamente se acredita en la permanen
evangelio, son los portavoces de un mundo determi cia junto a Jesús. Y no se efectúa en un único acto,
nado por las tradiciones religiosas, de forma que la que se daría una sola vez, del cual, como adhesión
controversia con ellos tiene un significado ejemplar a Jesús, resultaría por su propio peso todo lo demás.
para un ámbito religioso más extenso. Se ha: de refle Porque significa el seguimiento en el camino, que es
)
xionar, al menos con más cuidado que hasta ahora, el mismo Jesús, a través de un mundo hostil. En
hasta qué punto se refleja y se oculta aquí, en esta esta preregrinación, se necesita que Jesús esté siem-
discusión con los judíos, también una confrontación pre prometiendo, recordando, enseñando, amonestan
intraeclesial. Esto es todavía más indicado y razona- do y consolando, que se acerque así a nosotros y que
73. Correctamente ya Wellhausen, p, 53; Wetter, Sohn \Y/ort und Werk Jesu im [ohanneseuangelium, 1966, 26s;
75•
nosotros le reconozcamos siempre de nuevo - Tal minar quién es Jesús, porque, de lo contrario, pre
descripción de la fides qua creditur no debería, sin cisamente entonces la concepción del mundo, las tra
embargo, - inducirnos a determinar la �onfesión de_ fe diciones religiosas y las variables dogmáticas eclesiales
Jesús. Nos .está ya dada de antemano como _ la fides gía garantiza la fe y mucho menos la sustituye. Sin
quae creditur y, por ello, es Iormulable también de embargo, sin teología, la fe no puede mantenerse vi
una manera que trascienda la situación - personal de va, ni efectuarse adecuadamente la predicación.' En
decisión. Juan no ofrece ningún modelo de un cris- toda teología se trata, aun cuando no lo quiera re
tianismo sin dogmas. Su característica consiste más conocer, del dogma, puesto que debe permanecer re
bien en que ofrece un único dogma, a saber, el dog lacionada con el Jesús que se le ha dado previamente
/ ma cristológico de la unión de Jesús - con el Padre. y tiene que formular quién era y quién es ese Jesús.
No se debería barajar el kerygma para oponerlo a Juan hizo esto a su manera. Así se expuso al peli
76•
esto Así como aquí no se proclama la veneración gro, que representa el elemento tanto de la vida como
;,-
de un nuevo Dios, así tampoco se exige el simple también de la teología. No se puede pasar por alto ¡
77,
les, si bien l a · revelación de Dios ha podido perma glorificación: dicho peligro es el docetismo el cual
formularse en proposiciones doctrinales eclesiales. El 77. Fr. Chr. Baur, p. 233. 286. 391. 373; Wellhausen,
p. 113; Overbeck, p. 30. 344. 364s; Hirsch,
creyente individual únicamente no se halla en peligro Das vierte
tradición religiosa o en una dogmática eclesial, por de una manera consciente. El antidocetismo _ del evangelio
. que se afirma hoy casi corrientemente, es un puro postu�
que su salvación descansa y se apoya sólo en Jesús. lado.
Sin embargo, tampoco se le · puede dejar a él deter- Cuando Meeks, recensión, 419 se pregunta si el .calcedo
nense, por ser fantástico, también fue doceta entra en el
campo de la caricatura. La afirmación de J. Be�ker, en Wun
y no es reconocido aún como tal peligro. El cristia- juicio dogmático, lo que no sólo· se da en la ortodoxia. En
esa cristología juánica de l a ' glorificación. Así siguió rior. De esta manera me ·encuentro en el consenso general
en la crítica histórica, según el cual el canon no puede deli
en él viva la pregunta: ¿quién es Jesús? Pero así
mitarse contra el pasado y el futuro. Este principio, cierto,
cayó también en las dificultades de. aquélla, debió des no sólo vale en el plano histórico-religioso, sino también en
que él no pueda decir esto de otra manera que en un modo distinto a lo que ocurría en tiempos de Reitzen
vemos obligados a la dogmática. Una fe adogmática ' término «gnosis», Y al fin de cuentas, ¿no se tomó también
de la antigua historia de la iglesia y, por tanto, no es un
es, por lo menos, una decisión contra el cuarto evan «anacronismo»?
cf. L. Schottroff, Der Glaubende, 286s, Evidentemente, la mitiva- se explicará en el capítulo 3. Respecto al «docetis
dialéctica teológica, lo mismo que la fe, no es cosa de todos, mo ingenuo», puedo aludir en cualquier caso a una línea
y por eso mi librito resulta tan escandaloso para alguno; genealógica importante en el liberalismo protestante, que se
78. Era de prever que surgiera la oposición contra esta interrumpió hace una generación. S in · embargo, se admite
tesis. Bornkamm, Interpretation, 24, la· ha resumido, lo mis casi generalmente que las dos primeras cartas de Juan están
mo que la de contra mi modo de hablar de catolicismo pri orientadas en sentido antidoceta. ¿Es también esto un ana
mitivo y de dogma intratrinitario, con el concepto clave de cronismo? ¿No presupone el antidocetismo una forma de
«arriesgados anacronismos». Debo defenderme contra lo que docetismo, cuyo origen tal vez puede verse en el anatema
me achaca de· que «censuro demasiado precipitadamente con litúrgico de Jesús· en 1 Cor 12, 3? Que las cartas no pro
criterios de la iglesia posterior». La multiplicidad del men ·ceden del autor del evangelio, se va imponiendo cada vez
saje neotestamentario no puede sin embargo registrarse sim más. Que en una escuela, unas premisas, originariamente
plemente, sino que ha de ser puesta en su lugar, tanto his tomadas sin reflexión, se muestren como peligrosas y provo
tórica como teológicamente. Puede ser que no agrade a un quen contracorrientes, también ocurre en nuestros días. Por
protestante el que en el cristianismo primitivo la eclesiología consiguiente, con el antidocetismo de las cartas no se de
salte al primer plano, mientras que retrocede la teología muestra nada contra el docetismo en el evangelio respecto
ni negar ni atenuar. Mi nomenclatura pretende apuntar a este mentos de todo tipo. ¿Por. qué no se aceptan estos ar;u.
hecho. Si fuera inapropiada, habría que sustituirla por otra. mentes, sino que se cita para ello siempre a 1, 14a, si bien
Pero si no se hace esto, hay que sospechar que no se quiere yo puedo aportar, para ese pasaje, otra interpretación? En
1
76 . La gloria de Cristo j
¡
3
suma, yo renunciaría de. buena gana .a esta: n?menclatura:
algo en las paulatinamente evidentes neces1da�es de la m- . Una de las muchas sorprendentes características
el cent ro del t
ie mp o y q ue a
l carta a lo s efesios
\
78 La comunidad baio la palabra I La comunidad ba;o la palabra
79
logia de la iglesia? No se puede objetar en contra a la comunidad cristiana en el reino celestial. Todas
que eso no se debe esperar en una presentación de estas constataciones se encuentran amplia y frecuente
la historia terrena de Jesús y que _en ella difícilmente mente. Y causa tanta mayor extrañeza el que tam-
puede realizarse. Quien del maestro galileo hizo el . bién aquí la interpretación en general se contente con
Dios que camina sobre la tierra 1, bien podía asimis esto, mientras que muy raramente acomete de un
mo describir el círculo de los discípulos a partir de modci temático la problemática histórica y teológica
la perspectiva de la organización posterior de la igle- . que encierra. Aquí también está más interesada en
sía. Mientras que esto ocurre de hecho inicialmente las componendas con lo corriente que en el análisis
3
en los sinópticos, este no es .a todas luces el caso del exigido con tanto empeño por Fr. Chr Baur de «lo
cuarto evangelio. Incluso 'los elementos fundamenta concreto; individual y característico». La crítica his
les de la vida comunitaria, a saber, el culto, los sa tórica se; ha convertido en un instrumento que utiliza
cramentos y los oficios, desempeñan en él un papel todo el mundo. Ella, sin embargo, no muestra ya el
-tan poco destacado que cabe dudar de que tuviera carácter, la pasión y el horizonte espiritual del his
interés en ello. Así como falta el concepto de iglesia, toriador, para el cual la tradición como tal es discu
J faltan igualmente los atributos de familia o de pueblo tible, sino la manipulación de los textos por especia
' de Dios, de edificio celestial o de cuerpo de Cristo. listas: Por eso, ya en el umbral de nuestro tema nos
A esto corresponde el que los discípulos parece que tenemos que guardar de la apologética, que tra:a de
2
son considerados sólo como individuos y que a ellos, nivelar lo singular.
como tales, se les atribuyen aquellos títulos honorí También en el cuarto evangelio aparece Pedro co-,
ficos que echamos en falta para la organización ecle °;º el represe°;ante del círculo hi.stórico de los dis- .
sial. Ellos son los amigos de Jesús, los amados de cípulos. Todavía en 20, 6s se vislumbra que esto
Dios, los elegidos por un decreto salvador, los san tiene que ver con la tradición sobre él como el pri
tificados a través de la palabra. Ellos pertenecen al mer testigo de la resurrección. Pero, curiosamente,
.reino de la verdad, de la luz y de la vida, en una sin embargo, no se presenta como correspondería al
palabra, al cielo, así como la carta a los efesios sitúa · peso de esta tradición. Por el contrario, los relatos
l. Así J. Grill, Untersuchungen über die Entstebung des Magdalena, de los discípulos en su conjunto y de To
1
80 La comunidad bajo la palabra La comunidad bajo la palabra 81
Esto no se puede considerar como algo casual, si se · apóstoles. La interpretación es cierto que ha incor
5,
· recuerda lo que se nos dice en 20, 4s: no es Pedro porado aquí frecuentemente al círculo de los doce
sino él otro discípulo que le acompañaba, que sin Pero Juan habla, en lugar de ellos; de los discípulos.
duda debe ser el discípulo amado, el que llega pri Para su evangelio, es característico que figuras como
mero al sepulcro; en el que, sin embargo, entra pri Felipe, Natanael, Nicodemo, Lázaro, Tomás y, lo que
mero Pedro.· Si esta última afirmación .tiene el sen · es más digno de atención, también mujeres como la
tido de establecer componendas con la tradición bis- . samaritana, María y Marta y María Magdalena apa
tórica, sin embargo, esta tradición, por el contrario, rezcan en 'primer plano.
queda en la sombra por la introducción· del discípulo Mientras que esas figuras amplían el círculo de los
amado, como ocurre otras veces . . Sea lo que fuere lo apóstoles.. le restan al mismo tiempo su importancia
que hay que entender sobre este discípulo, la verdad· teológica. :El recuerdo histórico no queda eliminado,
es que al menos por él queda en la oscuridad la impor pero se reduce a algo borroso. Aquellos discípulos
tancia eclesial . del príncipe de los apóstoles \ Esto que reciben del Cristo resucitado la misión, el Espí
I
tiene un significado importante, como se deduce de ritu y los plenos poderes, son simplemente los re
20, 21s. Todos los discípulos reciben allí de igual presentantes de la comunidad cristiana. En ella cade
manera la misión, el Espíritu santo y el poder de uno es enviado, cuando es llamado a convertirse en
perdonar los pecados o de retenerlos. Así, pues, la discípulo. Jn J , 41s describe esto, así como 17, 18s
comunidad de Juan conoce y reconoce. un oficio actua lo confirma. Evidentemente, Juan representa una cris
do por el Espíritu, 'con unos poderes específicos. El tiandad en la que las funciones de oficio no van aso
encargo de Jesús no sólo conduce al mundo, sino tam ciadas aún a privilegios. Lo mismo que en Pablo, tie
bién al servicio en la comunidad e incluso a la .dis-. ne aquí vigencia el sacerdocio de todos los creyentes 6,
ciplina eclesial. Nuestro evangelio presupone u n a . vida lo cual, a finales del siglo 1, es algo más que sorpren
7•
comunitaria organizada y, con el perdón, al menos dente Y tiene vigencia incluso con mayor natura
fundamentalmente, también un oficio instituido por lidad que en Pa.blo. Su doctrina diferenciada de los
el Señor resucitado. Sin embargo, ese oficio. no .se carismas demuestra ya que el apóstol conocía muy
ocurre en las cartas pastorales, por delegación de los kletsprücbe und die apostoliscbe Tradition: Bibl.Z. (1961)
67s; R. Schnackenburg, Die Kircbe im Neuen Testament
1961, 30. . '
6
82 La comunidad baio la -palabra La comunidad bajo la palabra
1 83
bien la problemática de tal concepción. Si Juan 3 , 34 los eclesiológicos. La fórmula, como tal, es totalmen
polemiza contra el argumento judío de que sólo se te tradicional. Pero su utilización esterotipada deja
recibe el Espíritu parcialmente; con ello se muestra bien claro que se tomó reflexivamente y con toda
sustancialmente desinteresado por una diferenciación idea y que caracteriza profundamente el ser de la
de los dones del Espíritu y por un orden comunitario comunidad juánica. Los verbos asociados con esa
que se edifica sobre ello. En todo el nuevo testamento fórmula muestran que ella recoge los momentos del
no h a y . . sin embargo, ningún. otro escrito del que se aprender oyente así como el seguimiento servicial y
pueda afirmar esto. ¿Cuándo no .. tuvo que luchar la que, por tanto, se refiere efectivamente al «discípulo».
comunidad cristiana con la cuestión de su ordenación? Así el mismo Jesús puede ser designado como el
En la época postapostólica aparecen dichas cuestiones maestro, si bien esta denominación en él evangelio
en todas partes en primer plano. ¿Cuál es el lugar en naturalmente se pospone a la de hijo de - Dios. Con
el que, a finales del siglo I, no se estuviera afectado tal autocomprensión de la comunidad juánica, se ha
por estos problemas? �Go�pletamente c�mprensible llan asociadas necesariamente unas consecuencias su
que, a la vista de est(apor� se lea t�mbtén en nues mamente importantes. A partir de ahí, se comprende
tro evangelio la autoridad de los apostoles. En -todo que la comunidad no sea considerada primariamente
caso, es más .comprensible que el que no se perciba a partir de su conjunto, sino a partir de sus miem
esa aporía y que se sitúe la comunidad juánica como bros individuales. Por el contrario, la tendencia de
uh espectro en el espacio entre el cielo y la tierra. la época posterior se encamina a ordenar los miem
Con todo nunca puede ser una iglesia tan invisible, bros particulares organizativa, sacramental y cultual
que pueda deducirse de ella ejemplarmente el theolo mente dentro del ámbito de la iglesia. Así se les ha
gournenon de la iglesia invisible. Si los apóstoles son bla, bajo un aspecto raramente esotérico, en 15, 14s,
únicamente honrados, partiendo de un recuerdo his como «amigos» 8, y 3 Jn 15 atestigua que ésta es la
tórico como los iniciadores, debe aparecer otra es- . autodesignación más corriente y familiar de los «her
tructura comunitaria en la que encaje_ esto. A partir manos» entre sí. Ahora bien, donde todos son dis-
sorprendente y en cierto sentido anacrónica, llama terior adoptan esta predicación y se dejan determinar por la
comunión personal con Cristo. No menos importante es que
a los cristianos de un modo persistente los «discípu
los «amigos» se entienden como los · libres, cf Bultmann,
los». Con esto se retoma la más antigua autopredica Evangelium, 418. El esoterismo, que domina el discurso de
así las diferencias de los individ�os pasan . a segundo ser�acio�es · se encadenan. La comunidad que se sabe ¡
go más interesante en este contexto es que sólo en el orgamzacion y .entenderse a sí misma a la manera \
y sin prejuicios mujeres como María Magdalena como miembro s.individuales y que se designa como el círcu
na; en el servicio de la predicación abierta de la pa antiguas denominaciones y tradiciones del primrnvo
importante veto contra la participación activa de · 1a ya pasadas de moda, y así entrar incluso en conflicto
con la que Juan nada aquí contra corriente, caracte- l\ imponerse de un forma duradera El culto y los I
9•
riza su posición histórica Nuevamente se sitúa él
16•
sacramentos no desempeñan en nuestro evangelio \ s e · puede demostrar en esta época Por lo demás,
13•
ningún papel preponderante Pero tampoco se ne aquellos secretos. en los que Juan de hecho se halla
cesita · en modo alguno atribuir todas . las alusiones interesado son tratados en las amplias reflexiones de
14•
a ello a. un redactor La elaboración redaccional un discurso· sobre misterios. Estas faltan, prescindien
podría demostrarse a través de}n 21 y para pasajes do de 6, 51b-58, plenamente por lo que se refiere al
como 6, 51b-58 apenas se puede negar. Sin embar bautismo y a la cena, puesto que el objetivo, por
go, el evangelista sin duda no. sólo sabía acerca del ejemplo, de .3, 3s; · 6, .32s y 15, ls, no es precisa
bautismo de Jesús, sino también presuponía eviden mente lo sacramental como tal. Por el contrario, se
temente el bautismo cristiano y la ceria del Señor. da una gran cantidad de escenas estructuradas de una
Si en .3, 3s; 6, 32s y en otras. partes, se alude a forma primitiva que sólo sirven de base de lanza
ello, esto no es realmente sorprendente a finales del miento. Importantes características de la vida del cris-1
siglo l. Por el contrario; se puede esperar. de ante tianismo primitivo así como contenidos centrales de
mano en esta época gran cantidad de tales alusiones. la predicación cristiana primitiva se pasan por alto, :
Pero nada permite introducir nuestras expectativas como· lo muestra la comparación con los sinópticos y
en el texto, mientras sea posible una interpretación con Pablo. Esto quiere decir que la curiosa relación
eso, · sino sólo acrecentar el engma ·· juánico en este culto no puede ser estudiada y determinada de un
lugar: ¿por qué aquél que, supuestamente de un modo aislado. Es más bien un aspecto característico
modo incesante hace alusiones sacramentales y que en el contexto de conjunto de la relación juánica res
17•
presupone manifiestamente la praxis sacramental en pecto a la tradición dada previamente Unas solu
la comunidad cristiana, no nos refiere la institución ciones simples o extremas no dan razón de. ello, pues
de los sacramentos? ¿Por qué suplanta él el relato to que el problema de la utilización de . la tradición
de la cena del Señor por el relato del lavatorio de los en el cuarto evangelio es complicado y debe ser asu
pies? Es claro que esto ocurre intencionadamente. La mido de una forma dialéctica. La disputa exegética
15
disciplina del arcano aclararía esto. Sin embargó, no . acerca del detalle no puede terminar mientras se bus
15. Así J. Jeremías, Die Abendmablsuiorte [esu, 31960, que el evangelio interpreta lo sacramental más a través de
119s (ed. cast.: La última. cena, Madrid 1981). · otras categorías que a la inversa.
1
88 La coinúnídad baio la palabra La comunidad bajo la palabra 89
r En realidad, lo que entra en debate es la concep- páginas de su evangelio. Ahora bien, siendo las cosas
· I horizonte de la doctrina de la encarnación. Esto se tión si se estudia el significado de la historia, sin te
19•
reconoce de hecho en todas partes, en cuanto que ner en cuenta este aspecto Naturalmente a nadie
en todas partes se plantean las. cuestiones de la igle se le impide el introducirse o enfrentarse con el
sia, del oficio, de los sacramentos, de la tradición en evangelio a partir de nuestras concepciones históri
el evangelio de Juan, más o menos expresamente en cas, existencialistas o histórico-salvíficas. Sin embar
relación con la doctrina sobre la encarnación y a ellas go, precisamente la premisa metódica es discutible.
se responde a partir de ahí. Por desgracia, la mayo Si en el mejor de los casos se descubre a partir de
ría de las veces no se tiene suficientemente en cuenta ella una. parte de la dialéctica j uánica , con ello, sin
lo que esto quiere decir fundamentalmente. Si efec embargo, no se hace justicia en conjunto a la inten
tivamente la encarnación es el eje de toda la proble ción del evangelista. En la confrontación con el Crea
mática señalada aquí, entonces también ahí se pone dor deja la historia de ser lo que nosotros nos re
de manifiesto la primacía de la cristología,· la cual re p r ese n tam os · de . ella. Juan estableció esta idea como
presenta el inmutable distintivo de la teología juá fundamento · de toda su exposición dándole múltiples
nica. La· cristología y la historia no permiten, en variantes. Ella es la perspectiva a partir de la cual
nuestro evangelio, ser simplemente coordinadas, co él escribe y por eso al mismo tiempo la clave de. in
mo si fueran factores relativamente independientes, terpretación para su evangelio. A partir de ella llega
que. se los pudiera bien juntar o separar.· Pero aún él a aquella dialéctica que nosotros ahora tenemos
hay más: la cristología no puede ser introducida co que desarrollar en detalle.
ria, conocido también sin ella, como si la encarnación ción: «la luz brilla en las tinieblas» de aquella otra
Ella es más bien, según el prólogo, encuentro del la primera frase se dice lo que ocurre con e l · mundo
esto es lo que demuestra Juan en cada una de las de los. hechos, evidentemente en la perspectiva correcta. No
se pregunta en modo alguno si tal perspectiva admite en
último extremo la «historia» y los «hechos» en· el sentido
r
,,
moderno-pragmático. . . .
18. Así también Blank, p. 126; L. Schottroff, Der Glau, 20. Cf. E. Kasemann, .Afbau und Anliegen des ioban
en e l · momento de su encuentro· con su Creador.» debe precisarse esta frase en el sentido de · que sólo }
Todo su pasado, su presente y su futuro es puesto la revelación tiene historia. Porque marcadamente
con ello al descubierto, en cuanto que no se expone · Juan habla de la creación del mundo sólo en fórmu
permanentemente al resplandor dé esa -l�z. Por eso las tradicionales, si s e . prescinde del prólogo. El no
el evangelio lo designa como el espacio· dé la im habla en absoluto de la caída de Adán, y sólo rara
mentira, de la incredulidad; de la falta de compren de tal forma que carecen de contornos históricos.
sión, de la duda y de la maldad. Y esto· lo es tam E l l a s · son mencionadas, lo mismo que el Bautista,
bién, y tal vez incluso con más claridad que en cual únicamente en su función de testigos de Jesús. Las
quier otra parte; en su campo religioso, que se halla fórmulas: tradicionales hablan asimismo ocasionalmen
representado por el judaísmo. Y puesto que las cosas te de · la resurrección general de los muertos como de
son así, no existe ninguna historia característica para la meta de la historia, si es que no se trata ahí de
este mundo, que le articule y que le señale su camino glosas. Finalmente, sólo .en los relatos de milagros
21•
inmanente El tiene padres a los que se refiere. Sin ,, tomados por Juan de la tradición se describen -las
embargo, éstos son para él mismo sólo la proyección ' personas individuales con calor · e individualmente.
de su propio pasado. Pero, a la inversa, la revelación Ninguna de las otras figuras posee una vida propia
de Cristo proyecta tal pasado en el ámbito metafísico efectiva, sino que caracterizan, consideradas funcio
del diablo. Según eso, el fin del mundo se halla siem nalmente, la conducta del mundo o de la comunidad
22•
pre presente en la muerte· bajo diversas máscaras. La respecto a la revelación experimentada Ante este
historicidad no es realmente un atributo del mundo estado de cosas, el hablar de historia de salvación
corno tal. Solamente se da en cuanto que· el Creador es algo más que atrevido y sólo está permitido si se
interviene actuando en el plan. Solamente Dios esta distingue rigurosamente esta historia de salvación, por
23•
blece, manifestándose, en verdad la historia, así co ejemplo, de la de Pablo o la de Lucas Naturalmen
mo es sólo él el que da vida. Sin embargo, también te, que cabe reducir Jo distinto a un denominador co-
de la crisis general. Esto demuestra que su tesis fundamental 22. De un inodo fundamental;' pero exagerado mostró
no se ha desarrollado de modo radical. El interés histórico esto A. Loisy, Le quatriéme éuangile, 2¡921, '
no permite destacar consecuentemente la primacía de la cris 23. Sobre todo con .respecto a la interpretación de Cull
tología también sobre la escatología y la consideración de la mann, la cual fue impugnada en bloque últimamente por
que es propio y que se pongan de manifiesto los pun Lagos, en cuanto que es el espacio de su epifanía \
es, si es que se pretende hablar de eso .con precisión, j , único tema.. Lo que de terreno aparece es decorado
constitutivamente la historia del Lagos, que supera \ } y escenario para ello y · sólo parcialmente se alude a
la oposición del mundo contra su- C��a,dor o que la \ ello o se esboza de un modo poco cuidado, de for-
potencia. El hecho de que esta oposícion y su supe ma que muchas descripciones se esfuman en una
ración se presenten siempre de una manera típica semisombra. La reflexión dogmática determina el m o n - 1 J
muestra nuevamente a las claras· hasta qué punto to- taje y articulación particular del evangelio. Según eso,
do el énfasis carga únicamente sobre la revelación el escenario de los acontecimientos puede ser una y
como tal. La historia que se describe aquí tiene lugar otra vez: Jerusalén, y muchas de las importantes tra
sin duda sobre la tierra, y, por tanto, en el tiempo · diciones de los sinópticos, carecen de interés para el
y en el espacio, y por eso el Logos necesita de aso evangelista. Así la expulsión de los mercaderes del
ciados y de oponentes humanos que entren en juego. templo se sitúa al principio, el mi lagro de Lázaro
Sin embargo, su realidad se Iirnita, siempre que Juan abre la pasión y la materia narrativa es utilizada pa-
no se sirve de la materia tomada de la tradición, ra ilustrar la� palabras de Jesús y para introducir los
a la única función de su reacción. Esto explica por largos monólogos de los discursos. Si se mide esto
qué ellos aparecen y desaparecen tan de improviso. con la realidad de la vida diaria, es algo totalmente
estupidez de su falta de comprensión, a veces casi Si se tiene todo esto ante la vista, se comprende
marionetas. La luz que se proyecta sobre ellos los también la relación juánica respecto a la tradición
pone en movimiento, y sólo en el círculo de esa luz en su conjunto. Un evangelista que pretende narrar
por tanto, sólo en el sentido más externo, un pro-¡ J renunciar a las tradiciones. Ya lo que extraña es que
ceso: Jesús es descrito como aquel. que está de paso.¡ Juan, a finales del siglo I y, según parece, estable
Esto se repite en un plano superior en cuanto que¡ cido no muy lejos de Palestina, tal vez lo más fácil
su camino es al mismo tiempo un retorno de la tie�! en Siria, difícilmente conoce a los sinópticos. El uti
t
rra, pasando por la cruz, hacia el cielo. Todo el pa liza sin duda una tradición en su estado primitivo
sado es mencionado únicamente en cuanto que apun- tal como se ha conservado más originariamente en
ta a este presente suyo. Todo el futuro no es otra los sinópticos. Esto apunta nuevamente a un lugar
cosa que la ampliación glorificada y la repetición de en la historia del cristianismo primitivo, en el cual
este presente: la historia sigue siendo historia del todavía no habían hecho demasiada mella las corrien-
94 La comunidad baio la palabra J La comunidad bajo la palabra
95
tes del catolicismo primitivo de la iglesia que se iba . · ¡ f�ente de relatos de milagros, al menos en parte y
formando. Sin embargo, la característica propia del . sm profundas modificaciones. Esto mismo vale para
uso juánico de la tradición es que aquí se trata la su relato de la pasión y de la pascua en su núcleo
tradición con mayor libertad y con más violencia que principal. Con todo esto, nos hace reconocer que no
en cualquier otro lugar del nuevo testamento. No se podemos vivir sin tradición y que el Espíritu sin ella
o que el evangelista hubiera ejercido una crítica No las alternativas sino los desplazamientos de
fundamental de ella, para lo cual . s e hubiera opuesto acento son también aquí de importancia. A ellos
el Espíritu a la tradición. Si esto sucedió a fin de corresponde el que la voz del Espíritu no s e . vea cir
cuentas en el cristianismo primitivo en alguna épo cunscrita a la tradición y ésta no se vea fijada, como
ca; f u e · entonces relativamente pronto después de afirman 2 Pe 1, 12; 2, 2; Jud 3, una vez por todas
pascua. El Espíritu rompió la tradición, cuando; por en la transmisión apostólica. Jesús, que vuelve en el
ejemplo, el círculo de Esteban infringió la ley cúltica Espíritu, es identificado a través de la tradición, pero
judía en beneficio de la misión hacia los gentiles, o es más que ella. Que él conduce a toda la verdad no
cuando los entusiastas corintios rompieron, con su se puede desligar de la tradición, la cual da testimo
escatología «preséntica» fundamentada sacramental nio de su obra en sus primeros discípulos, pero sin
mente, con la apocalíptica judea-cristiana tradicional. embargo, no se agota en ella. Pues su obra va cre
A Juan no hay que ascribirlo a este estadio, si bien ciendo, y la gloria del tiempo posterior es mayor que
-algunas de sus raíces habría · que situarlas ahí. La la del principio. Finalmente, de la tradición de los
alternativa de tradición y Espíritu está muy lejos de apóstoles vale aquello de que ella en ninguna parte
él. También él hace que el Espíritu recuerde las pa se capta como tal directamente y sin malentendidos.
25
labras de Jesús y actualiza e s t o , . al escribir él mismo Siempre que la exégesis afirma esto piensa con las
un evangelio, que en forma y especialmente en su categorías de sus ilusiones y sueños. Así como los
construcción corre paralelo con los sinópticos. El no once representan la comunidad cristiana y, por lo
24,
rehusó la utilización del antiguo testamento aun . demás, tienen solamente importancia histórica, así su
El tomó muy probablemente las narraciones de una posterior por ejemplo entre los helenistas de 12, 20s.
que e11 ella se asegura y se conserva la voz de Jesús. mucho o poco según le parecía útil para · su propósi
27•
Ella no es un fin en sí misma, sino medio del testi . to La polémica es en él algo más que un puro es
rango de sus portadores, sino por su objeto. Así co- ¡· los espíritus. Con eso concuerda también que él re-
mo la tradición sólo tiene la única tarea o misión de chaza lo anticuado, para ser fiel a lo. único que per
conservar la voz de Jesús, así se ve limitada y rela manece. Para Juan vale en todos los momentos lo que
tivizada por ello. No se puede sustituir por la tradi dijo Zinzendorf: «sólo tengo una pasión: ·y ésta es
29•
ción la voz de Jesús, que conduce siempre de nuevo él, únicamente él» Por muy inclinados que este
a la comunidad a la verdad plena. Por el contrario, mos a aceptarlo así, la verdad es que esta confesión
para la tradición cristiana primitiva vale, lo mismo no ha sido precisamente tan evidente en la historia
que para todo lo terreno, aquello de que «el Espí del cristianismo. Ella marca más bien las grandes ex
ritu vivifica, la carne no sirve para nada». Lo que cepciones y no raramente la piedad de las sectas.
ilusorio, por importante que· sea históricamente. In tradición, sin embargo, puede convertirse en ella y,
cluso lo reconocido se sitúa, como todo el evangelio en todo caso, garantiza la libertad del Señor frente
no es el sagrado pasado lo que sanciona como tal, Hemos de. detenernos aquí un momento para ex
sino su posible utilización en el presente. Muy rara presar la sospecha de que, con tales observaciones
'
mente se destaca que Juan sin duda ninguna debe se hace más reconocible el lugar histórico de nuestro
ser contemplado como seguidor de aquella profecía, evangelio. Si presupone más o menos naturalmente las
dicional a su propio tiempo, se ve determinada por . bra de Jesus, por ejemplo, en 5, 45s. jesús necesita de Moi
sés ,como testigo tan poco como, según 5, 33s, del Bautista.
la situación de cada caso, así él aplicó el evangelio, 1
Según 3, 33s; 5, 32, a él le acredita sólo el Padre. La
c�n profética ausencia de escrúpulos.� con unila.t��a mis�a pretensión profética se encuentra en 1 Cor 2, 13s. A
partir de ese contexto, se debe entender también la fórmula
lidad, a su presente. Para eso se utilizó la tradición
«el Padre que ine envió». Ella no tanto tiene la finalidad
de subordinar a Jesús al Padre cuanto de mostrar con la
misión divina la pertenencia al mundo celestial. ·
26. Esto lo vio Kragerud, p. 114, con cuyo resto del 28. Acertadamente Barrett, p, lls; Mussner p. 64·
análisis, sin embargo, no puedo coincidir; cf. W. Grund Brown, p. LXXVIII (edición original). ' '
mann, · Zeugnis und Gestalt , d e s · [obanneseuangeliums, 1961,
29. Cf .. Lütgert, p. 170: «en el amor a Jesús radica . . .
19; Leroy, p. 194. · · toda la religión del evangelista».
7
98 La comunidad bajo la palabra 1 La comunidad bajo la palabra
99
circunstancias y las tendencias de finales del siglo I, .· J mera vez por los gnósticos, puede deberse a que es
sin dejarse asociar en su intención auténtica a ellas, . vestigio de una comunidad arrinconada del. primitivo
esto se ajusta óptimamente a un espacio marginal de cristianismo. Cuando menos, el historiador no se pue
las corrientes generales. Si sólo unas miradas furtivas de cerrar a esta posibilidad. Cierto que frente a tal
ocasionales tratan como de refilón la situación de la posibilidad se halla la clara valoración del evangelio
iglesia, y, sin embargo, muchas cosas van en sentido en toda la historia de la iglesia, de forma que el
opuesto, esto apenas puede explicarse de otro modo teólogo solo difícilmente puede aceptarla. Porque la
si no es en forma polémica. ¿Se esclarece tal vez el labor histórica siempre se logra desilusionando y
hecho de que el lugar histórico del evangelio es tan desmitologizando. Hasta qué punto la cristología del/
difícil de determinar y que, en toda la historia de la evangelio habla en favor de un grupo eclesial singu
iglesia, se consideró como extrañamente desvinculado lar, ya lo hemos visto. Las incomprensibilidades de
de la tierra, admitiendo que no surgió en el espacio la eclesiología y la particular relación dialéctica res
de la iglesia conocida por nosotros en el· nuevo testa pecto a la . tradición se dejan también entender mejor
mento y por ello sólo ella tomada en consideración partiendo de este punto. El que se encuentra al mar
por la exégesis? Ciertamente, a finales del siglo I no gen del desarrollo eclesial dominante puede oponerse
existe aún ninguna organización de conjunto de la. a él y, al mismo tiempo, estar sometido al mismo,
iglesia. Hay que representarse la independencia de como lo demuesta incluso su reacción. Orientado haci�
las comunidades y la diversidad de sus condiciones lo antiguo, puede al mismo tiempo preparar lo que
de vida tan amplias como · sea posible. Esto no ex viene, en cuanto que su reacción no es estéril, sino
cluye que las confederaciones separadas y diferencia útil y fructífera. Mientras que él, en la fidelidad al
das no tendieran a la unidad de múltiples maneras,. ayer, se opone al hoy, puede colaborar en la cons
con diferente claridad y apresuramiento. Ya Pablo trucción del andamiaje del día de mañana. También
sé esforzó en esto, y los Hechos de los apóstoles y los partidarios de las sectas participaron en la cons
la carta a los efesios proyectan el programa teológico titución de la iglesia católica primitiva y con mayor
para ello. El canon del nuevo testamento fue única influjo del que la ortodoxia desearía admitir. La ca
mente posible porque se contempló ingenuamente y nonización. significa que se admite un escrito,. pero
tal vez incluso de una forma bastante ideológica el no su ambiente. Tanto los errores útiles como los
pasado en esta tendencia. Finalmente, la formación errores inútiles se encuentran ligados, en una histo
de la gran iglesia realiza claros progresos hasta me ria de la salvación entendida realísticamente, a la
diados del siglo 11. Si el cuarto evangelio se. amolda ( prooidentia Dei.
· I
· . [
los discípulos un ver también para el futuro. Así, Jesús y que toda fe postpascual sólo surge sobre la I
· pues, no se .hallan contrapuestos dos grados, el pri base de tal predicación de la iglesia determinada dog-
problema
juánica
y
es plantear
contestar
de
claramente
al mismo,
aguda
y no
este
se
a Jesús, incluso después de su exaltación, determina colaborado de una manera especial en este punto. En
claramente que la fe de la cristiandad posterior no general, ella ha ocultado uno u otro aspecto y, con
tiene necesidad de la predicación eclesial del mismo ello, sólo ha eludido el dilema en cuestión. Tuvo que
modo que la tiene un asentimiento a verdades dog hacer esto puesto que se hallaba fascinada o bien
máticas. La fe efectiva no' puede acabar en la pala por la idea de la encarnación, o bien por el presunto
bra del hombre, aun cuando sea la palabra del por espiritualismo juánico y, en ese caso, interpretó la
tador del Espíritu y de la iglesia. Aun cuando des cristología a partir de ahí. Sin embargo, aquí se
pués de la pascua la fe sólo es posible por la pre pone . de manifiesto que no se puede explicar la cris
dicación eclesial, le es imprescindible aún llegar al tología · a partir de nuestras concepciones acerca
mismo Jesús, de la misma manera que los samarita de la encarnación o a partir de un supuesto espiri
nos tuvieron que hacerlo después del anuncio de la tualismo juánico. Más bien la encarnación y lo que I
mujer. Así, pues, la fe está protegida por ambos se denomina espiritualismo o mística se han de en
lados contra malentendidos: no es ni fides historica tender a partir de la cristología juánica. Sólo ella
34.
ni fides dogmatica ¿Pero cómo se puede sostener decide, en último extremo, sobre si la problemática
esta proposición? Por una parte, es verdad que la fe de nuestro evangelio se reconoce efectivamente y se
fue suscitada ya por el Jesús terreno y que tenía resuelve adecuadamente. Pero ambas cosas no son el
a él como contenido. Pero, por otra, se mostró an caso cuando se piensa, como de costumbre, a . partir
1
104 La · comunidad bajo la palabra La comunidad bajo la palabra 105
1 37•
y el contenido de la fe son idénticos, a saber, el la encarnación o que Juan Bautista Es extraordi
·1 Revelador, el cual, como Logos, es uno con el Padre. nariamente importante que Jesús en todo momento
1
· La comunicación de hechos históricos confirmados se defiende de dar sólo testimonio de sí mismo y así
por el testimonio ocular de los apóstoles no sirve, · buscar su gloria. Se defiende igualmente mucho de
35,
como tal, para nada de la 'misma manera que el que la voz del Bautista o la de los padres del anti
mismo Jesús, a pesar de todos sus milagros, encon guo testamento sea entendida como instancia última.
tró más falta de fe que fe. Pero la predicación dog Como testigos, ellos apuntan más allá de sí mismos.
mática de la iglesia tampoco sirve como tal para na La predicación dogmática de la iglesia postpascual
da, si no abre el camino hada el mismo Jesús. Sólo también: lo hace. Si ella no fuera dogmática, no cum
puede fundamentar y dar origen a una religión, con pliría con la pretensión de Jesús. Si no apuntara por
unos hechos salvíficos específicos, junto a las otras encima de sí misma, no llevaría al mismo Jesús. No
religiones. En cambio, Jesús se aproximó a nosotros puede ocurrir entonces otra cosa con el Jesús terre
sobre la tierra y nos quiere también visitar en el no, en cuanto que él se designa como testigo. Y así
Espíritu sobre la tierra. El, ya en su figura terrena, 1 él apunta por encima de sí mismo al Padre, así nun
de su filiación divina. La iglesia no puede desvincu- . terreno, como tal. Ni siquiera se la puede fijar ex
lar su predicación de esa vinculación dogmática, pues clusivamente en el Jesús terreno, al cual, partiendo
emparejados antes y después de la pascua. Y hacen 37. E. Schweizer, [esas der Zeuge Goues, en Studies in
[ohn, Festschrijt J. N. Seuenster, 1970, 161-168 sitúa de un
esto en cuanto que ambos se comprenden bajo ·el modo antitético al testigo contra el Revelador, hace caso
concepto del «testimonio», que tiene un sentido es omiso de la función jurídica del concepto y desarrolla, en
SI.\ lugar -para esto, en general, partiendo de la materia
tricto forense, y, por consiguiente, supone la situa- ·
narrat!'va, .qu; .el evangeli�ta tomó de la tr�dición-, una pe
36•
ción del proceso judicial El mismo Jesús terreno dagogía dialógica del Jesus terreno combatido y que termina
desde y en la iglesia postpascual o que los padres Er kam m setn Eigentum, en Der Ruf [esu und die Antwort
der Gemeinde, Festschríft J. Jeremías, 1970, 114-131, p. 128
veterotestamentarios que dieron testimonio antes de
asocia el mismo interés por la unicidad y la significación de
la vida terrena de Jesús con la aceptación de mi tesis de una
pura cristología de la exaltación con motivación protognós
. '· tica, El rechazo de· la expresión-clave «docetismo ingenuo»
35. Contra Cullmann, p. 48. no le induce en absoluto; por consiguiente, a una coinci
36. As{ ya Heitmüller, p. 16; Dahl, p. 139s; Bultmann, dencia conmigo en lo real u objetivo. ¿Se me tomará enton-
passim. · ces a. mal si digo que ella no me ha impresionado? ·
1
1
La comunidad bajo la palabra 107
La c011;11nidad ba;o la palabra ; i
106
reconocido el Padre, y sólo ahí selogra, según 1 7 , 3� Schottroff. Si según ella, en Der Glaubende, 280s, en la gno
sis no· se da la encarnación del Salvador, sólo por eso es
la vida eterna. todavía menos evidente que entonces se haya producido un
Resumamos aquí el resultado de lo dicho hasta evangelio. Las explicaciones de la autora cuadrarían mejor
a un tratado o a una colección de dichos. Que este proble
ahora: la indicación de los padres, la palabra Y la
ma no exista para ella, dice mucho contra su interpretación.
obra del Jesús terreno y la predicación dogmática de y la caracteriza, cuando menos, como una reducción. Del
craso dualismo de la realidad intramundana y extramundana,
la iglesia son Íos aspectos históricos de aquella única
p. 254s, 269, que no al azar permite hablar en p. 278s de
revelación, que permanece igual, del Logos, que es una «doble vía» de cualidades y que en p. 271s permite
separar violentamente los hemistiquios de 1, 14, se derivan
una misma cosa con el P ad re. Tienen en cada caso
necesariamente las más graves consecuencias: la existencia
su función. Pues muestran las dimensiones de la re intramundana no puede ser, en el sentido auténtico, objeto
del ver y del creer. Esto vale asimismo para Jesús, cuya tal
velación en su profundidad que se remonta a la crea " r
se convierte, por su encarnación, para algunos en in vación. Sin embargo, es comprensible el juicio de la p, 2 9 5:
terrenos de salvación. Incluso la encarnación se halla evangelio de Juan, la doctrina gnóstica sobre la salvación
ha conseguido introducirse en el canon». En el marco de
entre dos luces y en contradicción. Esto lo supera
la .teología existencial que se presupone y de una concepción
sólo la fe que descubre la gloria de Jesús y toda la de la fe circunscrita y reducida por ella, tal conclusión ape
38 • il:
nas puede evitarse.
gloria sólo en Jesús La revelación del Logos es el í
39. En esta alternativa se decide el derecho de toda mi
interpretación. A partir de ahí, ataco cualquier explicación
38. A partir d� esta yroposici�11;,. se desprende .necesa historicista, ya parta de la cruz, de los sacramentos o de la
riamente una amplia crítica al análisis extraordmanamente historia de la salvación.
La comunidad ba;o la palabra La comunidad bajo fa palabra 109
108
mente así; la función del testimonio de los padres ¡ ce ninguna imagen del denominado Jesús histórico.
y de la tradición de la iglesia. Todos. ellos sirven a Tampoco los sinópticos hicieron esto, si bien pueden
su praesentia, la cual, sin embargo, en ninguno de mostrarse en ellos tendencias historicistas. Si se pres
ellos puede ser fijada de forma duradera. Pues la his- cinde de los materiales tradicionales de los relatos
convierte en su forma de aparecerse. Sin embargo, puede fundamentar el supuesto realismo juánico en
la historia. y lo terreno son, al mismo tiempo, el lu- la afirmación de 1, 14a, como se hace, por supuesto,
gar de la peregrinación de Jesús. Ellos no garantizan en general sin ningún reparo. Que la encarnación no
su permanencia y no tienen poder sobre aquél al que tiene por qué significar kenosis ni un entrar pleno en
ha enviado el Padre y el cual, a su vez, envía al nuestra condición humana, apenas se tiene en consi
Espíritu, cuando, donde y como quiere. En lo his deración y, en cualquier caso, se rechaza hoy casi
tórico y en lo terreno, se realizan sus obras y sus unánimemente. Que el Cristo juánico diga no sólo· a
signos, pero su reino no es de este mundo. Donde su madre: «¿qué tengo que ver contigo, mujer?» y
esto tiene vigencia, tienen también el culto y los que se enfre nte como el incomparable a sus discípu
sacramentos su lugar adecuado. También ellos apun- los y adversarios, no se considera fundamentalmente
tan por encima de sí mismos. Lo que importa es como algo pleno de significado. Así sólo raramente
permanecer junto a Jesús bajo su palabra. Así los se ve que él hace que los sacramentos sean un posi
sacramentos se dirigen a la palabra y a su epifanía ble encuentro con el Logos, y por ello, precisamente
y son interpretados a partir de la palabra. Su verdad no algo ya «sacramental» en el sentido que nosotros
La exégesis corriente pone. de relieve · 1os sacra últimos bastiones de la cristiandad. Ella se sirve así
mentos y su importancia para el cuarto evangelio, por evidentemente más mal que bien de consignas origi
que entiende la encarnación .a partir del sacramento nariamente hostiles, y entiende la encarnación ya en
y está interesada en el realismo antidoceta de nues plan moderno, concretamente, en plan histórico. Natu
40•
tro evangelio Sin embargo, la tendencia juánica va ralmente que Juan sostiene que el encuentro con el
bla de la iglesia como institución salvadora, no ofre- forma terrena. De lo contrario, sería un sueño reli
con el concepto moderno de la realidad; nuestro evan más estricta de que la eclesiología se desarrolla aquí,
gelio es más fantástico que cualquier otro escrito del sin cortapisas, desde la cristología, a saber, a partir
nuevc:i testamento. Y se le hace un mal servicio y, del Lagos. Así como la iglesia es la comunidad bajo
por otra parte, eso no puede engañar a los auténticos la palabra, y todas sus características se refieren a la
realistas, cuando se le aplica el título de «antidoceta», palabra, también así es en Juan el Espíritu. Pues él
que debe garantizar la «historia que se da una sola designa en términos juánicos no . otra cosa que la po
41•
vez» Los · títulos contrarios de «espiritualista» y . sibilidad y la realidad postpascuales de un siempre
«místico» tenían frente a esos cuando menos un va nuevo encuentro con Jesús como aquél que revela su
lor heurístico, aunque sean en sí inservibles y equí palabra a los suyos y, mediante ellos, al mundo. Por
vocos. De hecho, continúa todavía en la eclesiología, primera, vez en la historia cristiana, con la promesa
aquel ingenuo, irreflexivo y no sustancialmente cono · del Paráclito, se asocia el Espíritu exclusivamente a
cido docetismo que nosotros afirmábamos para la cris la palabra de Jesús. Ya Pablo se movió en esta di
42•
tología juánica Precisamente por eso, la encarna rección cuando no entendió ya · el Espíritu preferen
ción, la tradición, el pasado. histórico y los sacrarnen temente como el poder de hacer milagros y de tener
tos no tienen la significación que hoy se les atribuye éxtasis. Puesto que el Cristo exaltado se hace pre
y que se podría espetar a finales del siglo I. Así tam sente de · un modo terreno en la predicación y el Es
poco aparece la iglesia como una institución salvífica, píritu es el que transmite esto, los servidores de los
Donde dejan de funcionar o fallan de la misma bra sigue siendo medio y obra del. Espíritu, el cual
manera las fórmulas mágicas o de conjuro «realismo es, a su vez, poder celestial y es atestiguado así tam
histórico» y «espiritualismo místico», queda aquella bién en milagros y en éxtasis. Juan, por -el contrario,'
tego -' que ya presenta el prólogo, a saber; la de identifica al Espíritu con la voz de Jesús, que sigue
la palabr . Ella es la que únicamente domina tam- 1 ; : hablando en la figura del Paráclito desde el cielo a
bien e a eclesiología juánica. Ella es la expresión los discípulos; cuando él ya no permanece. entre los
lestial. Sin embargo, quisiera ya aquí ir preparando mi tesis signa del Jesús terreno. sonaba: «permanece en mí,
posterior.
112 La comunidad bajo la palabra La comunidad bajo la palabra
113
es decir, en mi palabra», así ésta es la única consig- ( entre sí a to das l as generacion s e . No ya la tradición
. na para el cristiano y para· la cristiandad después de como tal , ni s iq uier a el a m or a J e sús ni tampoco la
la muerte de Jesús. Pues seguimiento significa per org ani aciónz la s mantiene unidas , s ino s ólo la pala
43•
manecer' en él Pero esto puede realizarse, puesto bra de esús
J q e elige,
u s nti
a fi ca y u nifica si empre de
que el tiempo y el espacio y la . vida cambian ince n ue vo . Po r eso , el escuchar es la cara ct er stí ica más
que siempre aparece nuevamente en forma profética tituid a, su p lantada o enso m bre ci d a por ningún otro
y, en este sentido, en el peregrinar· por el camino que c riterio . Co m o los que esc u cha n y siguen, los discí
es el mismo Jesús. La misma temática aparece en 2 p ul os so n 'Ios a m ados, los amigos , l s o e l egidos, pues
Pe 1, 1 9 , sin embargo, allí habla de la profecía, que t o qu e s ólo la palabra escuchada s al v a y conserva.
se halla incluida en la Escritura, que es predicada por E sto se ve con fir mado por el he ho c · de que Juan de
los pneumáticos y que es expuesta por la iglesia co- fine tambi n é a p artir de ahí a l mu ndo como el ad
mo la instancia d�cente decisiva. La diferencia es evi v er sario de la i g lesia : el mundo e s el que desea mila
dente: en una inaudita reducción, Juan hace que el gros pe o se cierra, no queriendo o
r ír la voz de Jesús.
44.
del Espíritu Con eso, él sostiene la profecía vivien- pec ha r que p or eso aparecen lo s judíos comci los re
en la que eran importantes la sana doctrina de una t a r d ictor es del J esús te rr eno. A sí l
o ve una manera
ortodoxia que se estaba formando y el relato edifi d e co ns derar las cosas posterior, re
i duc ie ndo y es qu e
cante en el sentido historicista. Así para él el mismo m atizando las realidades histór ic as. Lo s j udío s son
45.
todas las épocas, cuyas características restantes en su sentantes de la tradición religiosa Por e o s e n ellos
conjunto deben ser juzgadas a partir de ahí. La his-1 ) p u do desarrollarse del mejor modo po ib s le e l pr ble
o
43. Cf. J. Heise, Bleiben, Menein in den [obanneiscben . 45. E�to, naturalmente, no significa, corno a veces se me
44 " . Blank, p. 140s reconoce esto, pero al mismo tiempo contra los judíos, que recientemente ha sido mostrada es
atenúa el radicalismo juánico, cuando habla de uno de los pecialmente por L. Martyn; History and theology in the
«momentos estructurales fundamentales», de una «idea. con- [ourtb gospel, 168 y por Meeks. Ella sin duda, determinó
1
114 .· La comunidad bajo la palabra La comunidad bajo la palabra 115
· Con ello se plantea una cuestión tan importante p arece imp ortante úni came n e t e l ha bl a ac tual de la
49•
como difícil: todo lo dicho hasta ahora carece de p ala b ra Por eso B ultma n n formul a q e el
u «que»
sentido si la palabra dé Jesús no posee un contenido [conjunciónee dass] del me nsa j e· e li mina su «que»
50• I
claramente determinable. Pues conduce necesariamen (p ronombre relativo e-wass) d e conteni do Con e sta
te a la anarquía, si sólo puede determinarse la palabra · · alternativa se inter p reta el f en ó meno caracte rí stico l
de Jesús . a través del Espíritu profético y en cada de q ue e l C risto ju áni co siempre y .en todas p artes
que. los profetas raramente coinciden, si se les deja m enos el moderno protestantis m o no ha q ueri d o e n
solos a sí mismos. Y las situaciones acostumbran a t e nder e sto como una fir
a mación do gmá tica , por ejem
ser en general no tan claras como para que todo se pl , o e n _ el m arco de la doctrina acer c a de a T in
l r id a d.
solucione con el precepto del amor, y esto prescin S gúe n eso , necesariamente tiene que c on v ert ir este
no tiene por qué ser algo específicamente cristiano. realidad di v ina y del amor q e
u a h í se auto m nifi a es ta n
.Y no son sólo los apocalípticos los que tienen que o del encuentro q ue siempre se produce de nue v o e n
preguntarse qué es lo que el Espíritu dice a la comu la p redicación cristiana con l a e x ge i ncia di vi na . Si la
talmente e
n la estacada ? s e co m o e x presión sim bóli ca de un a v erdad me t fía si
· A p ri me ra v ista, parece que de hec h o así o c urre , c , a en el se gun do caso , vale como un re v est im ien t o
es decir , qu e no · nos com u nica nada « especial y con anti g uo. El debe ten er como o bj eti v o que el c a á te
r c r
46, 47•
cre to» ni n ingu n a d octrina palpa b le y e v idente decisivo del ll amamiento div i no que opera la v da i o
51•
L a e xég s e is ha tratado d e sa lir al paso a est e hecho l
a muerte q ued e bien a las claras co mo e vidente
de div ersas m aneras. Y esto va tan le jos q ue el car á c A eso corres p no de nue v amente de Un m d o o n e esari
c o
.t t
e de pala b a r d el Logos ju á nic o se dil uy e prof un q e u la f e, por una p arte, se descri b a co n la s c atego
. ci6n silenciosa en el espíritu humano; Hirsch, p. 269, habla 50. Teología, 484s; L. Schottroff, Der Glaubende, 293 .
·del «poder» del amor . . . «que -transforma el coraz6n y la 51. Bultmann, Teología, 479s. · . .
sión existencial, como una siempre nu�va «superación ¿Pero ayuda para algo esta comprobación? Una
54.
del escándalo» afirmación dogmática de este tipo, puede, ciertamen
Ya este dilema de uria interpretación que se mue te, como ocurre en el mismo evangelio, repetirse in
ve en alternativas extremas debería plantear la cues cesantemente o describirse con sinónimos. Sin em
tión si aquí no se . han introducido en el texto pre bargo, ¿no se la puede desarrollar asimismo profé
misas modernas. ¿Tiene, de hecho, la mitología juá ticamente y actualizarla, amonestando, juzgando, con
nica únicamente significado simbólico, de forma que, solando, enseñando, a las situaciones cambiantes y,
55
por medio de ella, sólo se muestre, o bien una deter por tanto, utilizarla como kerygma? • Un protestan
. minada idea de Dios o una . concepción del mundo tismo que se ha convertido en adogmático necesaria
que resulta de ahí, o la importancia de la situación mente se planteará esta pregunta. Por eso la alterna
de decisión? ¿Cabe pensar en tal especie de desmiti tiva en la moderna exégesis no surge por casualidad,
ficación en el cristianismo primitivo del siglo I? Aho sino que se explica a partir de la tentativa de tra
ra bien, si hay que negar esto, río queda, evidente ducción. ¿No hay una vía media entre ambos extre
mente, otra cosa que renunciar a las premisas mo mos, hacia la cual nos oriente el mismo evangelio?
hubieran podido decir lo que querían decir, que no juego que diferencia a la palabra en singular de las
haya que tomar en serio literalmente su mitología o palabras de Jesús, sin pretender separar ambas cosas.
que represente incluso una forma primitiva de pro Porque eso no significa que el uso en singular re
posición doctrinal dogmática. El auto-testimonio cris presente la suma de las palabras en particular, es
56•
tológico del cuarto evangelio se halla formulado y decir, el contenido de sus ideas o su significación
expresado de un modo totalmente dogmático. El tes Más bien hay que observar el paralelismo y la iden
57•
timonio de la gloria de Jesús, de su unidad con el tificación entre las obras y las palabras de Jesús
Padre, eri una palabra, de su divinidad, es, efectiva Las palabras de Jesús no son otra cosa que la conti-1·
mente, el contenido del mensaje juánico. La comu tinua testificación que se da de otra manera y en otra
nicación y la llamada se hallan, por tanto, asociadas situación de la única Palabra, que es él mismo. Usan-
. 1
quiere la concreción . precisamente por la renuncia a imáge
· . · 54. Bultmann; Teología, 486-487. 494s. Blank, p. 308, el incesante lenguaje figurado, los milagros y la afirmación
se aparta, de una manera curiosa, de sus presupuestos hacia solemne de la unión con el Padre?
este aspecto y ve, naturalmente, en la libertad de · aceptar 56. Contra Dodd, Intrepretacion, 266.
. 1
118 La comunidad bajo la palabra 1. La comunidad bajo la palabra 119
do de una frase atrevida, se puede formular esto así: de que el evangelista consideró como posible y ne- i
· ·¡es la interpretación: de la Palabra hecha espíritu a cesaria la actualización· del autotestimonio de Jesús
\¡ través de la palabra haciéndose carne del mensaje en cada una de las nuevas situaciones. El pudo re
en un determinado. espacio. No se tiene esta única porque veía en ella no un objeto de simple asenti
Palabra en la multiplicidad de · las diversas doctrinas m i e nto . Y asf como él no la separó del kerygma, exi-
producirlas a partir de sí misma, sobre lo cual no Un paso más nos hace avanzar el juego termino
se reflexiona evidentemente aquí. Tampoco se la tie lógico que encontramos en Juan 17. La participación
58•
ne en una pluralidad de prescripiciones éticas Sin que garantiza Jesús a sus discípulos en su gloria es
duda que el evangelio identifica las palabras de Jesús descrita en Juan 13 y 15 como una participación en
con sus mandamientos o preceptos. Sin embargo, és su amor. Esto puede tomarse en el sentido de que se
necer creyentes junto a Jesús, y por consiguiente, por la revelación del nombre divino. Es claro que están
su parte, concretan también únicamente la pretensión íntimamente asociados la gloria de Jesús, su amor,
de Jesús. Que no cabe servirse del precepto del amor la revelación de · 1a palabra de Dios . así como la de la
contra ello, se demostrará más adelante. Así pues se verdad y del nombre divino. Designan el mismo he
refleja la inaudita y enérgica reducción de toda la cho bajo diversos aspectos, como lo hacen también
teología al tema cristológico también en la dialéctica las fórmulas del envío por el Padre, de la unidad con
Esta única palabra, que es el mismo Jesús, se tiene preguntarnos cuál es el fundamento; el centro oculto
únicamente en las palabras de la predicación cris y el fin de esa multiplicidad. Su característica espe
tiana. Y se tiene, por supuesto, en cuanto que ias cial la logran estas fórmulas en cuanto que con ellas
palabras de la predicación cristiana pueden ser única' se designa · la acción de Jesús como acción dé . Dios, \
mente testimonio sólo cuando uno se deja conducir ·Y la obra de Dios como obra de Jesús. En Jesús y
por ellas al mismo Jesús, esto es, en el estado de sólo en él, se encuentra uno con el mismo Dios. El
seguimiento e imperio de la palabra. Con esta com es, sin más, el Revelador y sólo él lo es. Esto aparece
probación se ha conseguido por lo menos l a . visión a las claras cuando Juan hace suya la expresión, que
. .
[
120 ,' La comunidad bajo la palabra La comunidad baio la palabra ]'11
puede conocer y apropiarse de él. El nombre de Dios vida y resurrección, puesto que él revela al Padre
es Dios mismo, que se manifiesta de .un modo terre como Creador. y al Creador como Padre. El es la
no. Así, pues, Jesús anuncia, representa y trae en su donación dé Dios en persona al mundo, en cuanto
actuación al Dios que se hace manifi�sto. El es el que es una misma cosa con el Padre y al. mismo tiem
enviado, el cual, según la máxima rabínica, es como po nuestro Señor, auxiliador y amigo. Su gloria, amor
el que le envía y tiene tras de sí todo el pode y elección se manifiestan en que coloca de nuevo al
Esto nos obliga a preguntarnos: ¿ quién es,· según bra nos llama a permanecer como renacida creación.
nuestro evangelio, el Dios que se manifiesta terrena Ya señalábamos anteriormente que en nuestro evan
mente en Jesús? El lenguaje figurado de Juan nos da gelio la, escatología se transforma en protología, y así t
la contestación cuando habla de luz, verdad, vida, pan advertimos ahora el fundamento y la necesidad de
do excelente: aquí se nombra lo que hace posible la otro contenido, y no ocurre otra cosa con las afirmaciones
vida humana. · Ahí se proclama la exclusividad y la acerca de la unidad entre Jesús y el Padre, según las cuales
sólo sucedáneos de la posibilidad y de la realidad dancia, destacar demasiado la idea de la creación? Pero si
sólo él puede apagar en todas partes y siempre el cas - [esta es precisamente mi tesis!-, abarca y penetra
I todo el .evangelio y no puede convertirse en un artículo de
hambre y la sed humanas. El puede hacer esto como I
fe aislado. Cuando menos se tendría que hacer este reproche
Creador que es. Si en Jesús se hacen manifiestos el� al mismo Juan. Naturalmente, entonces se le quitarfa la pro
autoridad y 'su propio ser, entonces en Jesús viene al mismo tiempo, con ello descubre la cósmica separación
y de que hago de ella «un artículo de fe aislado, e inde ella, desde la cual únicamente cabe determinar el lugar his
pendiente». Ya el prólogo dirige la mirada al .Logos como i
tórico del evangelio. Debo mostrar mi admiración de que
creador. Según Bultmann, los discursos· parabólicos no tienen mis críticos tomen tan a la ligera este problema tan central.
122 La com�nidad baio la palabra La comunidad bajo la palabra 123
esta transformación: la última creación reconduce a r¡· separación definitiva del mundo y, con ello, la con-
\
de la libertad que se halla garantizada ya
· _ · l a prime1�a. �� que es e� fin de�cubre. al mismo tiem- ¡·· . _ fi r m a c i ó n
po el principio, es decir, a Dios mismo, que como ahor�. Falta; en otras palabras, aguell� ,pro:unda pa
Creador es el Padre de su creatura. Lo que los him radoja de que el poder de la resurreccion solo se ex
nos y las profesiones de fe del primitivo cristianismo perimenta a la sombra de la cruz y que la realidad
afirman de Cristo como el mediador de la creación, de la resurrección significa en la tierra el lugar bajo
fue trasladado por Juan; en la radicalidad que le es la cruz, En su lugar, aparece la afirmación dialéctica
propia, a nuestro vivir diario. Pablo también aludió de que no se puede permanecer junto a Jesús, si no
a esto, cuando hizo de la nueva creatura · la obra de se encuentra uno de una forma siempre nueva con él.
Cristo. Por el contrario, Juan no abandona · cierta Con él hay que estar simpre en camino, puesto que,
mente el aspecto escatológico de la afirmación pau de lo contrario, no se le alcanza. Para Juan, de mo
lina, en cuanto que habla. de la resurrección y de la do distinto a lo que ocurre en los demás escritores
vida eterna como el don de Jesús. Sin embargo, él del nuevo testamento, el mundo no tiene ningún po
no provee únicamente a este aspecto escatológico de der seductor, contra el cual sólo protege y defiende
un a profunda dimensión, que abarca la historia del la cruz. Así tampoco la existencia cristiana, como
mundo hasta la creación. Esto fue posible también ocurre en Pablo, se ve amenazada por la carne como
en Pablo, aunque más raramente. La diferencia pro nuestra propia· mundanidad. Por eso nuestro evan
pia respecto a Pablo se caracteriza por la falta de · 1a gelio no necesita de ninguna antropología explícita.
tbeologia crucis. Puesto que, para Juan, la cruz es El problema del discípulo no consiste en que alcance ¡
la victoria de Jesús sobre el mundo, el poder de la la meta, sino en que permanezca junto a Jesús. Pero
resurrección no se manifiesta para él primariamente eso no es, como por lo general entre los sinópticos,\
en que la comunidad sea capaz y quiera llevar la cruz una cuestión de s u . propia fidelidad, sino del amor
en pos de Jesús. No se le ahorran la lucha y el su de su Señor que lo mantiene. Aquél que le ha crea
frimiento. Sin embargo, .ellos no son ya los signos do por medio del nuevo nacimiento para la vida eter
de los dolores de parto escatológicos, de: los cuales ·na, debe también conservarlo y sostenerlo. Eso es de
surge y nace la nueva creatura, sino la opresión de lo que se gloría Jesús al despedirse, que él no perdió
un extraño hostil. Según eso, el futuro no es antici a nadie fuera de aquél, Judas, que había sido pre- ·
por la esperanza apasionada. El Espíritu no es ya buen pastor, él defiende a los suyos, y los mantiene
primariamente la fuerza de la esperanza y _ las . arras reunidos junto a sí. El · muestra así el poder pleno
� de la glorificación. El futuro aporta en Juan sólo la que le otorgó el Padre, en que nadie puede arreba-
\
124 La comunidad bato la palabra La comunidad bajo la palabra 125
tarle a los suyos de sus manos. El triunfa lo mismo la revelación que tenía lugar en el mismo Legos, con
en la congregación que en la conservación de su comu todo, los admitió también como «pruebas» del poder
nidad. Su existencia es y permanece como la manifes divino en e l . espacio de lo transitorio ro. Ellos de
Ya vemos que Juan, de un modo distínto a lo que Jesús da a los suyos la vida y todo lo necesario. Ta
ocurría con los fanáticos corintios, toma en serio la les pruebas son, evidentemente, de doble significado
amenaza de los cristianos y del cristianismo por parte . y, si se las toma de un modo aislado, pueden condu
del mundo. No soluciona la cuestión tan fácilmente cir a error, como se objeta contra la tradición pre
como ellos, basando la invulnerabilidad de los discí juánica. El que en los dones no ve y no es condu
pulos en la recepción de los sacramentos. La comu cido por: ellos al dador de los mism os, cambia lo
nidad está en él expuesta a ataques satánicos. Pre celestial por lo terreno y fracasa. Y a la inversa, el
cisamente por eso, no es capaz de resistir con las Logos que se acerca al hombre no sólo se designa
propias fuerzas. Ella sigue siendo· el rebaño, que de como el que da el agua, el pan, la luz, la vida, la
be ser defendido por su pastor. Pero de la misma verdad y la alegría del cielo, de forma que todo de
manera, Jua� anuncia sobre. la comunidad la victoria pendería de la mera aceptación de ese mensaje. Tam
lograda y ésta la funda en la divinidad de Cristo. bién actúa de tal modo que, incluso en el espacio de
Hay que contemplar los relatos de milagros del evan lo transitorio, se confirme su palabra y los signos
gelio también desde este punto de vista. Indiscuti hagan caer en la cuenta sobre su dignidad efectiva.
blemente, se trata en ellos primariamente de la glo Aunque estos signos pueden inducir · al mundo al
ria de Jesús. La historia de las bodas de Caná deja error, los suyos advierten en ellos al buen Pastor,
esto tan claro como la de la resurrección de Lézaro, y a la puerta para sus pastos. La palabra no perma- I
el cual tuvo que estar cuatro días en el sepulcro an nece sin los signos. ..
tes de que interviniera Jesús. Sin embargo, esto no · Resumiendo todo esto, podemos a firm a r: Juan,
puede inducirnos a excluir totalmente la idea de la con su mensaje del Revelador, que ha venido ya, el /
ayuda y de la misericordia divinas. Esto resuena por -cual es tina misma cosa con el Padre, sitúa a la cornu- ( r/
1 .
lo menos en los relatos de curaciones y en el de la nidad en el lugar del que hablan los primeros versícu- &·
1
multiplicación de los panes y de los peces. Está claro los : en el principio, en el que surgió la palabra de
i
cuán poco vio Juan en lo terreno la verdad, y hasta Dios y llamó al mundo de las tinieblas a la luz y a
.J
qué punto hizo que fuera, en e.l mejor de los casos,
un destello de lo celestial, y, por tanto, que todos los 60. Contra Hirsch, p. 124; Haenchen, Dei· Vater, 209;
Wandel, p. 10; de forma mucho más dialéctica Fr. Chr.
milagros fueran para él un signo y una indicación de
Baur, p. 14.3s. 183. 309.
126 La comunidad bajo la palabra La comunidad bajo la palabra .127
. \ la vida. Este principio no es un hecho histórico-sal es p acio y la hi s toria ; no se puede deli mit ar , si n em
vador que se haya esfumado o perdido. Es la reali-] b ar g , o por categoría s te m porale s , esp a ciale s e hi st ó
dad que se descubre nuevamente de un modo escato ricas. P or e s o no se le predica ya de forma his tó rica ,
Iógico, 'que se abre diaria y terrenamente en la comu s n i o dog m t á ica. El ha c e es t alla r el e sp c a io de la his
nidad con la palabra y que debe ser captada de una t o ria h u mana y tran s forma el ti em p o y el mun do en
61•
forma también diaria y terrena mediante la fe L c m a p os en lo s q ue la luz eterna pe n et r a en l a os cu
situada en la presencia del Creador y siempre expe J uan de s r a roll ó e ilus t ó r es t e e st ado de c osas de
rimenta en sí el acontecer del primer día de la crea una manera e j emplar. El redactor q ue reinter p retó e n
rico-salvadora se ve acortada definitivamente, no sólo tro eva ng elio nu n ca puede s er narrado p lena m en t e.
sin o ta mb é i n la d e los tiemp os precri s tianos. Y ahí vale tambi é n para la do gmá tica j u án ica . El la e x g
i e
a p are c e d e un a manera . bien clara la difere n cia con in ter pr etación y desarrollo k er ygmát c i o , en l u gar d e
Ab rah án y · Moi é s s vieron su d ía; que come nz ó · con co m o el t auma t u r go , el sal v ador del m u n d o y el se r
j nt
u o a l a c om u n idad en la vo z de J es ú .s Esto ten D ios , y J es ú s es más q ue ello s. T m a bi én e s de s rit ,
c o
p asado . P ro e al e terno ho y, en el que brill a la l uz, me sí s.a S in embar g o, e s to no c ara ct eri z a ufic
s ie n te
62•
s ól o co n . violen c ia se l
e puede divi di r e n época s mente la i mp or t ancia y la si gnifi ac ó c i n c ó sm i cas de
c s
e itan de e so y s in ello perece n. El qu e da la vida
\
128 La comunidad bajo la palabra
La comunidad bajo la palabra
129
aquí estrechamente relacionadas entre sí. El dualis - su propio derecho cuando se proclama el nonibre del
mo juánico adquiere su profundidad .y su agudeza Padre y nosotros · somos situados en el estado de la
a partir de que, frente al Creador, sólo se puede de creatura. La comunidad bajo la palabra es, por eso,
cir sí o 'no. Con ello sé ve negada o afirmada la exis también siempre la comunidad en la que se supera
tencia misma en sus 'últimos fundamentos. -
el escándalo de la tierra. La creación escatológica
Si la comunidad bajo la palabra confiesa la divi existe sólo en el alejamiento del mundo.
9
. ,
UNIDAD CRISTIANA
ta los límites de aquello que puede hacer estallar la ge. Así, pues, el cristianismo testimonia, en una pro
1
no sólo 'sé tiene que exigir, sirio que debe ser enten- · . tidos a ningún cambio terreno, garantizan la unidad
dida, ser bien fundamentada y correctamente ense de la comunidad determinada por ellos. Esta �clama
ñada. En todas las épocas se ha intentado esto. Por . ción sólo tiene sentido si con ella hay que defenderse
eso Pablo describe ya la: iglesia como cuerpo de Cris- . de, un peligro amenazador. Si la iglesia confiesa su
to. La amonestación hacia la unidad constituía el cen unidad como una característica operada de manera
tro de la parénesis eucarística que él realizó. Con el celestial y garantizada de una manera permanente, se
crecimiento progresivo de la iglesia adquiere necesa- separa a todas luces de los herejes, los cuales trata
. riamente más importancia. Ahora, por encima de la ban entusiásticamente de disolverla en comunidades
comunidad reunida para el culto, la mirada se fija en aisladas. Significativamente, aquí ya no se pronuncia
el cristianismo extendido por el mundo, cuya consis simplemente una amonestación a mantener la frater
tencia en el tiempo y en el espacio debe ser expli nidad. Asi tampoco las divisiones tienen ya, como
cada. La carta a los efesios hizo esto apasionadamen por ejemplo en 1 Cor 11, 19, la función apocalíp
te en un audaz proyecto. Juan 17 está estrechamente tica de signos de la grave confusión que se dar á al
vinculado a ella. La uriidad se convierte también aquí , final de los tiempos. Ellas son ahora un sacrilegio
en el criterio dominante de la verdadera iglesia, y las centra aquella comunidad anclada celestialmente, la
palabras-clave que la describen adquieren un carácter cual, según 1 Tim 3, 15, es el pilar y el fundamento
Los fundamentos, así como las fuerzas impulsoras esencial, es decir, como carácter de la verdad. Así,
de la nueva fase de desarrollo con ello apuntada en en Ef 4, 5, se expresa la ortodoxia que se está for
la' historia del cristianismo primitivo, pueden leerse mando, la cual se entiende a sí misma constitutiva
en la aclamación cuidadosamente perfilada y estruc mente como asociada al cielo y, por eso, como una
turada en tres miembros de Ef 4, 5 : «un solo señor, instit ución de salvación, y no sólo como instrumento
una sola fe, un solo bautismo». A todas luces, 1� fe de la gracia. Su unidad coincide con la verdad de
significa aquí la profesión de fe formulada. El bau la recta doctrina, que tiene que administrar como
tismo, a cuya realización debe de haber perteneciao misterio de la divina revelación. Lo terreno puede
1 '
. ,
'
Este análisis perfila el horizonte en el que debe nemos todos los motivos para considerar a te n ta m en e t
sia, es difícil de entender todo el capítulo y, espe seg ú n la historia de las religiones, si n cuy a aclaración
cialmente, la oración con que termina para que se los más importantes conte x tos de todo el eva n gelio
sial no sólo se funda de un modo celestial, sino que del P adre y del H i o,
j se muestra una ve z más que
también deriva de la relación del Padre hacia el Hijo, la eclesiolo gí a j uánica se desarrolla partiendo de la \ /J
del Hijo hacia el Padre y de ambos hacia los discípu c ristolo gí a . E sto y a ocurrió e n el moti o paul v in o de
trata de edificar. Sin embargo, entonces no se fija un y no destacar ú nicamente la obediencia de los s e rv i -
difícil problema teológico, sino que se cubre con una dores y miembros de C risto . E l si no
g característico
piadosa niebla. El tono entonces descansa necesaria del cristianismo es la unión con su Se or ñ y co n su j
mente en el precepto de la unidad, que los discípulos P adre . E sto signi fi ca q ue el motivo de la unidad no
1,
se ve ya claro q ue el ll ama m iento a la reali aci z ón log a í . Si por e o
ll se denomina a Ju an un m stico
í
h umana retroceda p or completo e n nue s tro te x to . la c u estión a pla n tear se oculta · m edia te u a fórm la
n n u
te no est á en manos de los dis cíp ulos e l h acerla rea mente el P adre , el H i o j y los di scíp ul s considerarse
o
lid d. á i
S la oración ind rectament
i e es ta mb i n
é un co n unta j m ente ba o j la palabra clave - de la uni da d , y
mandato, lo es en cuanto q ue recuer d a a losdiscfpu en q ué lugar histó ico es r esto posi ble ? H ay que o h-
Ios su deber de conservar el don q e u se les h a co n . servar que las diferencias entre ellos no desa p arecen .
cedido . Ese don puede perde se r p or cul p a de los U nicame n te el capricho podría pret nder e i den ti fi car
s loó p uede ser atestiguada como se ñ al terrena d e la cuando se desta q ue la divinidad de é ste , así el Pa
cuando ésta tenga que reflejar la relación intradivina do 3. No es lícito atenuar esto · explicándolo por la
de ambos. La unidad significa también aquí eviden situación del discurso de despedida, en el cual se
temente solidaridad de lo diverso. Sin embargo, ¿en trata de la . existencia del círculo de discípulos y de
4•
qué sentido se afirma esto? la conservación del don de Jesús en esa comunidad
Solemos restar fuerza a esta cuestión de un modo Nada habla en favor de que el amor fraternal abar
5,
edificante reduciendo la unidad a lo que nosotros de que de una manera ejemplar el amor al prójimo
2•
nominamos amor Nos puede inducir a esto el mismo tal como se exige en otras partes del nuevo testa
evangelio, el cual en 3, 35; 10, 17; 15, 9; 17, 23s mento. Por el contrario, aquí se trata de una eviden
nos habla del amor del Padre hacia el Hijo, y, en 14, te restricción 6, tal como la advertimos asimismo en
7•
31, del amor del Hijo hacia el Padre, y de un modo la comunidad de Qumrán Y nuevamente hay que
correspondiente, del amor de ambos hacia la comu decir que esto caracteriza de una manera clara el lu
nidad. El amor y la unidad se encuentran, por tanto, gar histórico de nuestro evangelio.
aquí en paralelismo e identificados: Nuevamente.apa- · No hay que pasar por alto que, según 3, 1 6 , Dios
rece aquí el juego dialéctico con determinadas pala ha amado al mundo. Sin embargo, es más que dudo
bras, las cuales aluden al mismo hecho bajo diferen so que esta afirmación, que no se repite en ninguna
tes aspectos. Sin embargo, precisamente tal enfoque otra parte, nos permita interpretar a partir de ella el
nos· debería salvaguardar de entremezclar indiferencia conjunto de la predicación juánica. Según el contexto,
damente todo entre sí y de simplificar, sin deber ha-, se · tienen motivos suficientes para ver en ella una
cerló, lo que es complicado. Y en ningún caso es lícito fórmula tradicional del cristianismo primitivo tomada
8
restar importancia al motivo juánico de la unidad, a por el evangelista • Ella sirve así como sumario y
Si el amor es la exteriorización concreta dé la uni 3. Esto lo vio agudamente H. Montefiore, Thou sbalt
lave the neigbbour as tbysel], en Domon gratulatorium E.
dad, sin embargo, ésta sigue siendo su origen y fun Stauffer, 1962, 164s; cf. Sidebottom, p. 4; L. Schottroff,
damento. En nuestro evangelio también el amor es Der Glaubende, 294. G. Bornkamm, Interpretation, 14, de
duce de .mi comprobación: «la exigencia del prójimo no sig-
ya un hecho muy problemático. No es, en modo algu
. nifica aquí nada». Sin embargo, se trata para mí de que co
no, algo natural que Juan mande amar a los herma mo prójimo sólo se considera el elegido, y por consiguiente
el hermano cristiano que lo es o que lo ha de ser. '
nos, pero no a los enemigos y de modo correspon
4. Bultmann, Kommentar, 405; Teología, 501.
diente que Jesús ame a los suyos¡ pero no al mun- 5. Contra Hoskyns, p. 248; Barrett, p. 81 s.
6 . A sí W. Bauer, p . 248 ; G augler, p. 218s; E. Schwei
zer, p . 37 5.
2. cr. H. Odeberg, The fourth gospel, 1929, 114; 7 . Brown, P. LXI II , 613 s.
Dodd, Interpretación, 194-199; Barrett, p. 428; Michel, p. 8. W . Bauer, p. 57; S .. Schulz, Untersucbungen zur
532; E. Schweizer.. Th\Y/b VIII, 390; Grundmann, p. 79s. Menschensohnchristologie im [obanneseuangelium, 1957, 140;
1
1
.,
también como transición sólo para destacar la gloria evangelio. E l contrapone el odio del mundo con no
del envío de Jesús,' y, por consiguiente, la maravilla menor fuerza de· contraste al amor e n la comunidad.
de la encarnación. Tradicionalmente, el envío de Jesús E sto se hace to davía más claro sí se analiza el con
culmina en su muerte. Juan destaca, Jo mismo que lo cepto de amor en el c uarto evangelio y · no se p re
hace en todo el evangelio, menos este momento que supone de antemano y de un modo ingenuo que con
la cual el envío vale para todo el mundo, por ejem E n 15, 9 s, se define temáticamente el amor como
plo en 13, .l : el amor de Jesús vale para los suyos el cumplimiento de l os mandamientos, y ciertamente
que están en el mundo. Por eso la fórmula en 3, 16 tanto con m iras a Jesús como a los discípulos. S egún
ni se asume en el testimonio que da Jesús de sí mis 15, 15, el amor de Jesús a sus discípulos se mani
mo ni en su mandato a sus discípulos. Con ella ocurre fi esta en que él les comunica la p alabra del Padre
lo mismo qu e con la denominación « salvador del y a, todas luces en eso consiste también el amor del
mundo» qu e aparece en 4, 42, sin caracterizar de un Padre a la co munidad. A p artir de ahí se .puede de
'\'
modo adecuado al C risto j u áni co . Jesús ciertamente ducir q ue el amor eterno de Dios a J esús, ue
q le
fue enviado, s egún 3, 17; 6, 33; 1 2 , 47, a salvar al h izo, según 17, 4, H ijo y revelador, no significa otra
mundo y a d arle la vida, y es asimismo, según 9, 5; cosa sino qu e D ios siempre hab ló a Jesús: Po r eso
mu estra que ta l envío acaba en el juicio del mundo. m a, la palabra de Dios para el mundo. V istas as í
Según 14, 19, a p artir de la pascua, sólo será v isto las cosas, parece n ecesario sacar la conclusión: si Je
por el g rupo de los elegidos, no por el mundo. P or sús envía a los suyos a l · mundo, para decir en é l la
modo no causal a la instrucción esotérica a los dis divino, entonces el envío de los discípulos al mundo
cípu los y no sin fu ndamento formula 1 Jn 2, 15, en así como el del m ismo C risto están en el signo de
cortante contraste: «s i alguno ama al mundo, no es · ese amor divino. S orprende q ue es t a consecuencia,
tá en é l e l amor del Padr e». S i ahí h abla la escuela n atural y lógica, no se exprese en n inguna parte. Nos
d e J uan, en este caso no se aparta de la opinión d el h allamos aquí ante una de las encrucijadas de la n
i
:.•
1
140 Unidad cristiana Unidad cristiana 141
gelio depende de cómo expliquemos este hecho sin- en el mismo 15, 13 se entronca con el mandato de
. gular y en qué dirección nos movamos. Por eso, yo Jesús, y jesús sigue, según 10, 18, en eso el man
repito de nuevo el resultado al que he llegado: el dato del Padre, en el cual se le muestra, según 5, 20,
rable al acontecimiento de la palabra, es decir, a la Para Juan no existe una auténtica comunicación
proclamación de la palabra, por una parte, y a su sin palabra, conversación, diálogo y, viceversa, tal
recepción y conservación; por otra. Esto vale de igual conversación la entiende como comunicación del ser
manera para la relación del Padre con el Hijo, así y, por ello, es descrita como amor. Si se pretendiera
como para la relación de ambos respecto a la comuni alargar esta línea, se debería afirmar que la obedien
d a d ' º · Tampoco debe confundirnos el que en 10, 1 7 s , cia, según eso, es para él en el fondo un «sí» que
el amor del Padre al Hijo se funde en que el Hijo responde, así como, de hecho, se insinúa por medio
da su vida en una libre entrega( Jo 15, 13 recoge del paralelismo con «escuchar». En todo caso, es cla
una vez más, como un estribillo, esta idea y la sub ro que amor aquí designa algo distinto de un sen
raya. Sin duda ninguna que. Juan no puede concebir timiento e incluso que trasciende el campo de las
11,
el amor sin entrega y también 13, 1 muestra da· decisiones éticas. El amor no sólo respeta el derecho
ramente que tal entrega de Jesús implica la muerte. y la necesidad del otro en la propia conducta. Habla
Se puede y se debe añadir que nuestro evangelio, al al otro y así se comunica a él o mantiene lo oído
aceptar esa idea, sigue la tradición del cristianismo y acepta la autocomunicación del otro incluso en su
primitivo, en la cual el amor siempre significa estar acción. Así en los discípulos coinciden de hecho la fe
12,
para los demás. Sin embargo, ésta no es la manera y el amor a saber, como aceptación, mantenimien
característica· juánica de hablar del amor. Cuando el to o transmisión de la palabra. Sin embargo, se ha
evan gel ist a reflexiona sobre su esencia, precisa la en de reflexionar muncho sobre si esto puede interpretar
trega de tal modo que la asocia con la palabra. Así se· como unidad real de la decisión de fe por la pala
alcanza también a Liitgert, el cual, en las PP. 6. 51s, habla D. Morríson, Mission and etbic., Interpretation 19 (1965)
de la comunión del Espíritu, pero bajo Espíritu no. entien 268; de modo distinto Heise, p. 91, el cual generalmente
de la palabra de Jesús sino «todo lo que le llena interior designa el amor como el espacio concedido por Jesús a los
mente». En ambos casos la mística sustituye a la teología discípulos y que permanentemente determina su tiempo con
creto.
de la palabra. .
11. Faulhaber, p. 37. 4 1 ; · Haenchen, p. 212. 13. Así sin duda Kümmel, Tbeologie, 270.
\.
142 Unidad cristiana .1
Unidad cristiana
143
deducir ya de la relación intradivina, como lo exige que Juan nunca hable del mundo nuevo nr siquiera
14,
· el contexto juánico. En él tampoco el amor tiene na de la nueva creación aurique la iglesia, que ya en
da que ver .con la· pretensión del otro, sino con la aquella época estaba misionando por todo el mundo,
palabra, 'que, naturalmente, incluye el envío y la en · podía ser llamada as í. · Para nuestro evangelio es ca
trega. Así como la fe significa la aceptación para uno racterística la tensión entre universalismo y predes- j
15•
mismo de la palabra, así el amor significa la auto tinación Así como Jesús es denominado el Salvador
entrega en servicio a la palabra. Eso corresponde a la del mundo, que quiere salvarlo y no juzgarlo, así,
propia conducta de Jesús, el cual se deja conducir siri embargo, son sólo los creyentes; los elegidos, los
por la palabra del Padre. Por supuesto que él no es suyos, los que de hecho se salvan. ¿Se puede afirmar
un creyente sino el revelador, al cual la palabra de de ellos que representan al mundo, puesto que el oh-
16•
Dios no se le comunicó en el tiempo ni con la alter . jetivo de Dios . es el cosmos? Algunas fórmulas
nativa de la falta de fe. Así corresponde incluso a la apuntan sin duda en esta dirección, como aparece es
acción misma de Dios, el cual desde el principio se to necesariamente donde la idea de la creación deter
comunica en la palabra. Pues esta palabra es su auto mina de una manera: penetrante la predicación en su
manifestación y, por ello; se recibe en el evangelio conjunto. Pero, por el contrario, el dualismo juánico
como manifestación propia de Jesús. Y como nos si impide absolutamente afirmar esto. Las posibilidades
túa en Jesús ante Dios mismo, se llama verdad san de la apocalíptica no tienen validez ya, aun cuando
tificadora. Otorga la vida eterna, porque nos hace algunas fórmulas transmitidas y algunos giros aisla
por Jesús reconocer al Padre, el cual es el único que dos la recuerden. Juan se halla a caballo de los tiem
puede ser la vida eterna. Sin embargo, lo que sitúa p os. Vive en el espacio de la misión digirida a todo
ante Dios separa del mundo. Esto lo hace también el mundo. Sin embargo, no se trata ya, para él, de
ya cuando estamos en el mundo. Así los discípulos un mundo nuevo, cuya proclamación le parece a él
mundo. Pues el amor caracteriza, en sentido juánico, actividad de juicio y purificadora de Jesús, y ve luego, según
se conserva con la palabra. Pero el mundo no está se muestra sentenciando al mundo, mientras que la purifica
quizá ya algo fantástico y absurdo. La nueva crea creacion de Dios, el lugar de su llamada. Pero tam
20•
sión sólo la conoce él en la figura de los nacidos de bién es inexacto hablar de un dualismo de decisión
17•
nuevo Ellos, sin embargo, no representan al mun El carácter de dicisión de la fe y de la increencia no
18
do terreno, sino al celestial y, por ello, tampoco· puede ser discutido. Sin embargo, nuestra decisión
En ninguna parte del nuevo testamento aparece El dualismo juánico señala el efecto de la palabra
ante nosotros un dualismo tan fuerte como en nues en el mundo, en el �ual siempre brilló la luz en las
/l tro evangelio
19•
Y es uno de los muchos rasgos ex- tinieblas. La fe y la incredulidad confirman, como de
traños y pintorescos, e incluso cómicos, de la historia cisiones concretas de cada hombre individual, actuali
de su interpretación el que pudiera ser relacionado zándola, la separación que ya existe. Ellas siempre
con aquel presbítero efesino, el cual, ya medio cho se dan sobre la tierra, la cual, ya antes, por la pre
cheando, sólo sabía hablar del amor. Ni siquiera Pa- sencia de la palabra, se hallaba dividida en dos cam
. blo, con todo su temperamento, sus accesos de ira pos hostiles. Exactamente lo mismo que en Pablo,
y su ironía, posee aquella frialdad de acero del su por ejemplo en 1 Cor 1, 18s; 2 Cor 2, 15s, la pala
puesto apóstol del amor, que muestra ya el estilo bra de Dios efectúa la separación definitiva entre vida
juánico. Por supuesto, no se puede afirmar que el · y muerte, verdad y mentira, luz y tinieblas, comu
dualismo de nuestro evangelio se haya llevado hasta nidad y mundo. Como palabra del Creador, separa
el extremo más radical. La comunidad cristiana crece siempre, como en el primer día, la creación del caos,
incesantemente a partir del mundo, e incesantemente y por eso establece tanto a aquélla como a éste. En
son enviados los discípulos de Jesús al mundo, El J tal sentido, realiza todas las cosas. El dualismo juá
mundo es el escena�io de la historia divina. Y pue- nico no es otra cosa que la doctrina de la omnipo
21
de serlo porque fue creado por Dios. Pero, por el tencia de la palabra • Nunca se ha asociado de ma-
17. El «todos» en 3, 15; 12, 32 se refiere, por ello, a de las que habla Blank; P. 308. 342s. De esta mrera elude
los redimidos como creyentes. él la necesidad de reconocer. el dualismo juánico. Por. otra
18. Cf. sobre esto Van Hartingsveld, p. 23s. 41. parte, contra Bornkarnrn, Lnterpretation, 23, no hay que afir
19. De manera distinta Blank, p. 128. mar simplemente que el mundo en la rebelión sigue siendo
10
146 ' Unidad cristtana 1 Unidad cristiana 147
nera tan decisiva como en nuestro evangelio toda la . sólo es posible para los elegidos, así como, a la inver
salvación y · toda la perdición a la escucha del men sa, en la fe se hace visible la elección y se ofrece ese
oscuridad existente siempre de nuevo y a la incredu El evangelista sacó de esto conclusiones radicales.
lidad como el permanecer en esa oscuridad. El nuevo La misión universal de la iglesia y el deber de cada
imposible, e incluso para la concepción cristiana, un ponen con toda claridad. La vocación va unida en el
milagro tan misterioso, porque se ha abandonado la cristiano con esta misión, de la cual tampoco se ex
idea de una creación restituida. A la fe se llega sólo ceptúa la mujer, y se dirige a cada uno sin excep
en la fuerza y a la manera de la resurrección de los ción. El Cristo que se despide, describe en 17, 18
muertos. Esta no se impone en todas partes, sino que tal tarea, una vez más, expresamente como su vo
choca, por ejemplo en el judaísmo como conjunto, luntad. El, como enviado del Padre, realizó su camino
con el dominio insuperable de la muerte. Se da no terreno bajo el mismo mandato y se presentó como
sólo esto: que no se quiere creer, s i n o . también lo modelo celestial para los suyos. La vida cristiana es,
otro: que no se puede· creer, y lo uno acredita lo en cuanto tal, misión. Esto no se puede expresar de
otro. El poder decidirse .por Jesús es un don divino y . un modo más contundente. Pero no responde todavía
creación de Dios. Juan podría pensar aquí de Una manera se hallan asociadas a este encargo. Por el contrario,
más dialéctica. El mundo sigue siendo .creaciqn en cuanto
que ha surgido mediante la palabra. Sin embargo, su incre
se debe ver con toda claridad que tampoco. aquí el
dulidad como rebelión contra su Señor manifiesta que su es escenario es al mismo tiempo el objetivo. La am
tado presente tiene el carácter «de ser de abajo», es decir,
plitud universal del encargo no debe establecer y con
de ser tinieblas, mentira y transitoriedad. Por eso los cre
yentes están en el mundo, pero no son del mundo, De he formar un mundo nuevo. Mientras que los discípulos
cho, ellos, como los nacidos de nuevo, que vinieron de la ·.
son enviados a todo el mundo, se les recuerda al
muerte a la vida, representan únicamente a la creación.
Pues ésta se halla cuaffficada en Juan no por el acto crea mismo tiempo que ellos no son ni pueden ser del
tivo inicial, sino por la palabra creadora. Creación es, para
mundo. Ellos, en último término, pertenecen tan po
él, el mundo en la esfera operativa de la palabra, pero no
fuera de ella en su pura existencia dada. A eso corresponde co al mundo que Cristo, al despedirse en 17, 15,
el que Juan, de forma distinta al mundo del primitivo cris
tiene que mostrar expresamente su voluntad de no
tianismo que le rodeaba, no define un universalismo inque
brantable. El «sentido proclamatorio» del «esoterismo juá verlos sacados del mundo. Así. pues, su tarea les lleva
nico», del que habla Bornkamm, p. 24, es indiscutible. Sin
a lo extraño, así como Jesús, según Juan, se halló
· embargo, no puede abstraerse de la doctrina predestinacio
nista del evangelio. Más aún, la proclamación no abarca al .
mundo como tal, sino a los elegidos que se hallan desper
digados por el mundo.
Unidad cristiana 149
148 Unidad cristiana 1
la p. 285, que sólo se reflexiona sobre el efecto de esa oferta otra relación resp�cto a lo terreno. Al mensaje del
de la salvación, y, con lo que dice en la p. 294, se ha de Dios que camina sobre la tierra corresponde la co
considerar la separación del mundo y · de los creyentes como
tal efecto.
munidad que incluso en la conciencia de su misión,
24. Van Hartingsveld aplica esto de un modo fantástico no experimenta ninguna solidaridad con lo terreno.
en las p. 45. 94s a los judíos· de la diáspora.
'
·
1
.,
iglesia universal que abarque la amplitud del mundo. contrario, es esto último en su existencia fáctica. El dualis
mo juánico no es pretemporal. Pero tampoco se puede sen
Si se denominó, de un modo muy discutible, a este
cillamente reducirlo a la fórmula de un dualismo de deci
evangelio espiritualista, por lo menos se vio algo de sión, puesto que la fe, según el evangelista, no es la libre
decisión del hombre, sino la' confirmación de la elección en
inanera correcta. Tampoco donde el Legos es descri
la aceptación de la palabra. Desde el principio brilla la luz
t o · como aquél que, como sopbia, vino a los suyos en las tinieblas. Esto se verifica nuevamente siempre que se
llega a la fe y a la permanencia en ella y siempre que el
y los suyos le rechazaron se deja el camino libre al
mundo se somete a juicio al cerrarse a la oferta de la sal
patbos del mensaje cristiano primitivo enraizado en vación. El dualismo juánico se halla determinado en último
término por la oposición entre reunión y separación. Esta
el antiguo testamento: «la tierra es del Señor y todo
concepción se halla modelada de forma apocalíptica, cuando
cuanto en ella se encuentra». Esto lo he señalado yo por ejemplo, el Apocalipsis de Juan, en el cap. 14, contra
pone la congregación de los 144.000 en la Sión celestial al
con la expresión-clave de docetismo irreflexivo. Juan
mundo. Para el evangelio, es característico que ciertamente
no piensa aquí en privar a la tierra de su carácter· · no renuncia a la concepción tradicional de la creación, pero
se concentra y se · ciñe, conforme a su interés fundamental
de creación. Sin embargo, no le deja efectivamente
cristológico, a la proclamación del Creador. Ahí, como ob
seguir siendo creación y orientarse a su nueva crea serva acertadamente L. Schottroff, Der Glaubende, 232, no
25• se separan la revelación del Creador y del Revelador. sino
ción Y esto sigue siendo válido aunque resuenen
que más bien se capta exclusivamente en el Revelador al
Creador, a saber, como aquél,· al cual, según 3, 35; 13, 3,
25. Con razón muestra Kümmel, Theologie, 25.6.s que todo le ha sido entregado por su Padre y el cual ejerce así
se halla separado, temporal y realmente, de la apoca" fícil definir la esencia de la personalidad celestial,
Iíptica postpascuaL y puede tomar· de ella a lo sumo cuando ya esto con respecto a la persona humana
algunos motivos, que luego, sin embargo, son trans no es tan sencillo, En boca de teólogos no se puede
formados, · El, al menos espacialmente y en la ten tergiversar. la palabra amor. El mismo Juan la uti
dencia teológica, es ajeno al protocatolicismo aun liza de tal manera que el amor muestra y garantiza
cuando participa en gran medida de sus premisas. la unidad, y, a la inversa, la unidad es tanto el pre- /
Es, sin embargo, un désafío para todo cristiano que· supuesto como el resultado del amor. Por eso se ha
quiere instalarse sobre esta tierra. Irónicamente, se afirmado que el amor es la única manera de unidad
28,
debe añadir que precisamente este cristianismo no persona¡ que nosotros conocemos si bien los hom
comprendió ese desafío o lo. sublimó hasta el extre bres se unen también en la conversación o en la
mo. S i , Juan fue o no espiritualista seguirá siendo acción común.· Que el amor es la vida y la acción
en amplia medida una disputa terminológica. Pero propias de Dios no debería asimismo contarse ya en-
apenas se puede negar que él debió suministrar en tre las verdades comunes, si se tiene en cuenta la
29•
todos los tiempos al espiritualismo de la iglesia y predicación bíblica del Juez y del Señor ¿Qué es
de· fuera de ella alimento y espacio vital. lo que se quiere decir, finalmente, cuando se habla
Sólo ahora se puede decir qué es lo que signi- de nuestro amor a Dios o a Cristo? Que se hable ·
fica la unidad en nuestro evangelio. Con ella se ex-¡· JJ de una comunión real con la vida y con la energía
I
30
presa la solidaridad de lo celestial. Pero enseguida de Dios es totalmente incomprensible. Si no se
se debe delimitar esto con absoluta precisión, ya opera. con la gratia infusa, esta concepción necesaria
que los intereses de las diversas interpretaciones se mente queda diluida al menos en un sentido de tipo
y entrari mutuamente en conflicto. Por una compren- escatología». ¿No nos ha hablado la apocalíptica de una
manera personal de Cristo y de su relación respecto a nos
sible reacción contra la interpretación anterior la in otros? Aquí de hecho se muestra que la tesis fundamental
terpretación protestante, aunque ya no sólo ella, se de Blank sobre la primacía de la cristología sobre la escato
logía se fundamenta a partir de una dogmática previamente
esfuerza en rechazar una manera metafísica de . con
dada y que no se reconoce el problema histórico ahí in
siderar las cosas o al menos de limitarla. La catego- herente. Lo mismo vale para Mussner, Zoe, 63s, el cual
opina qué se puede contraponer la «decisión ética» y «la
ría de la personalidad parece adecuada para esto en
situación espiritual» al «enredo cósmico» de la gnosis. Cu
múltiples aspectos v. Sin embargo, tiene que ser di- riosamente, las categorías existencialistas - o liberales ayudan
a algún investigador católico a eludir el problema histórico
religioso.
27 Blank, p. 156 la pone como último término de la 28. Dodd, Interpretación, 199; cf. Sidebottom, 146s.
• ¡
Unidad cristiana Unidad cristiana 155
154
liberal. Se intenta además salir del paso enfrentan eso en antítesis a lo terreno, cuya característica son
35•
do entre sí los patrones «metafísico» y «ético», o · los aislamientos, -las diferencias y las oposiciones
entremezclándolos, cuando, por ejemplo, s e · preten Si hay unidad en la tierra, se da· únicamente como
de fundamentar la unidad ética en el plano meta proyección del cielo, es decir, como característica y
físico 31•
Donde no se pase por alto el problema tri objeto de la revelación.
32
nitario se hace de la unidad de la voluntad la ca Ahora bien, Juan 110 se contenta con constatar
racterística decisiva y se presenta enfáticamente la la unidad. La asocia más bien a relaciones, y la in
33,
obediencia de Jesús a la cual tiene que correspon terpretación de e s as relaciones representa el proble
der la nuestra. Si, por el contrario, se destaca la idea ma peculiar de nuestros textos. Es característico qu e ,
34,
del revelador se rechaza enérgicamente la concep en orden jerárquico, se asocie respectivamente algo
ción ética para determinar la identidad del Padre y superior a algo inferior. El mismo hecho se advierte
del Hijo. Entonces, evidentemente, se tiene que se en la car t a a los efesios. Así, el discutido pasaje de
parar de ésta la afirmación acerca de la unidad de Ef 3, 15 adquiere fuerza argumentativa sólo si toda
la comunidad, y describirla como unidad interior eh paternidad terrena está prefigurada en la divina y
la tradición de la palabra y de la fe o incluso como deriva de ella. Todavía con mayor claridad ofrece en
uniformidad. Sin embargo, no se puede separar la 5, 25s, la relación entre Cristo y la iglesia el modelo
unidad de la comunidad de · 1a que existe entre el para el matrimonio cristiano, que, a su vez, repre
Padre y ei Hijo, en la cual aquélla está fundada. La senta el misterio de la unión perfecta mostrado en
unidad para Juan no es menos una característica de Gén 2, 24. La expresión «modelo» es , evidentemen
lo celestial que la verdad, la luz y la vida. Por eso t e . . demasiado moderna para indicar lo que aquí se
no se la puede explicar partiendo de las analogías quiere expresar, que es algo más que el simple ejem
terrenas, como la amistad o la alianza, o . reducirla plar o nor ma: concretamente, el . reflejo de lo celes
\ J
da para nuestro evangelio en el ámbito celeste y por terreno en el ser de lo celestial. Por eso no es casua
del en�ío.
35. Cf. la excelente interpretación histórico-religiosa en
33. Hirsch, 377s; Haenchen, 215s.
Odeberg, 113s.
34. Bultmann, Kommentar, · 187s, 392s.
. \ .
156 Unidad cristiana Unidad cristiana 157
za explosiva, irrumpe/ sobre la tierra, para desple de continuo. Ella no puede vivir de sí misma, como
garse en copias. Sí tales copias no poseen ya toda . tampoco la primera creación. En cuanto que vive
la realidad del origen, al· menos participan de él. Las de la palabra, vive incluso en l a . tierra a partir del
series de emanaciones de las gnosis posterior atesti cielo, introducida en la comunión del Padre y del
37•
guan la misma concepción. Sin. embargo, en ninguna Hijo y haciéndose por ello celestial Este hecho
parte del nuevo testamento tiene una importancia encuentra su expresión más sorprendente en 10, 34s,
36•
mayor que en nuestro evangelio Sus discursos sim cuando se justifica el ser dioses del Sal 82, 6 por
bólicos están determinados constantemente por el he la recepción de la palabra divina. Esto se aplica sin
cho de que lo terreno tiene su verdad en lo celestial. duda ,en sentido cristológico, pero, sin embargo, no
Por eso se convierte en fantasma de la salvación · puede restringirse fundamentalmente al sentido cris
cuando aparece él mismo como objeto del deseo hu tológico. Porque vale ya también para la comunidad
38•
mano. El reflejo no puede ser aislado de la plena veterotestamentaria La palabra recibida hace celes
realidad de su origen. No posee fuerza· vivificadora tiales, como formula con toda claridad 1 Jn 3, 9.
en sí mismo. Su sentido radica en que puede ser sig Porque es e l . medio que da participación en la comu
no, es decir, indicación de lo celestial.. nión del Padre y del Hijo. En ella se proyecta la
A tal marco pertenece asimismo lo que Juan dice unidad, que es el distintivo del mundo divino, sobre
acerca de la unidad cristiana. Se · da siempre como la tierra. Ella crea así aquella comunidad que, a la
reflejo de la realidad celestial y, por ello, siempre en I vez que el nacimiento de lo alto, posee el carácter
el espacio en que se puede reflejar la realidad celes inalienable de lo celestial, esto es, la integración en
tial, es decir, en el campo de la palabra divina. La la unidad de Padre e Hijo. Se deberá denominar
relación del Padre con el Hijo y del Hijo con el Pa gnostizante ésta sorprendente autocomprensión de la
dre es el modelo de toda auténtica solidaridad. Pues comunidad juánica, y advertir · también con toda cla JJ
allí se pronuncia y se acoge la palabra, que es el ridad aquí el docetismo ingenuo de la eclesiología
principio y el fin de toda salvación, puesto que en juánica. Gnostizante es también sin duda la interpre
ella se muestra el mismo Dios. Desde allí esa pala . ración del antiguo testamento, lo cual, por otra par
39•
bra es revelada al mundo en Cristo, en el cual Dios te, no vale únicamente para nuestro pasaje Esto
decididamente no tiene nada que ver con el Jesús sin embargo, la designación de escatología «presén
histórico. En nuestros versículos habla aquél al que tica» no le .hace plenamente justicia. El desarrolló,
en 1, 18, de una manera muy aguda, .se denomina a partir de. sus premisas, algo así como una escato
el exegeta del Dios invisible, en cuyo seno. y unidad logía «futurística» propia, y Juan 17 muestra que el
permanece él mismo mientras está en la tierra. El es evangelista en modo alguno mira sólo al pasado y
40•
el Logos que franquea la mirada al cielo y al cual, al presente sino que también tiene una esperanza
según 1, 51, incluso �n su existencia terrena, bajan· No es ya la esperanza de los comienzos postpascua
los ángeles y del cual suben otra vez hacia arriba. les. Con la gran iglesia que se está formando, com
Ellos demuestran a los ojos · del creyente su ininte parte Juan la perspectiva de una época que no se ve
rrumpida vinculación con el mundo celestial. En es ya dominada por el final que se va a presentar in
ta su función como' revelador él es todo lo que dicen mediatamente. Lo decisivo tanto para él como para
de él las afirmaciones encabezadas por �<yo . . . », de ella ya ha sucedido y ahora se desarrolla en el cam
forma que la comunidad terrena participa a través po de irradiación de la cristiandad. Que eso no .se
de él, que le habla, en lo celestial. Si esto vale para desarrolle en forma de una organización eclesiástica,
toda la cristiandad, no · menos para sus miembros sino como encuentro con Jesús y con su palabra, es
como individuos y para su relación mutua. Sólo se ya muy importante. Sin embargo, esto no cambia la
necesita aquí el amor fraterno. Pues éste significa. el comprensión de la situación en la que se encuentra
ver al otro bajo la palabra de Dios, el aceptarle con el evangelista. Por el contrario, sería erróneo decir
esta palabra y darle la posibilidad de permanecer que esta comprensión tiene en cuenta simplemente el
· bajo la palabra. El es la solidaridad celestial aplica tiempo en su extensión histórica y en sus inevitables
da a cada uno de los cristianos. La misión cristiana desarrollos. Esto no lo hace incluso la gran iglesia,
· es finalmente la misma solidaridad, sólo que aún en que nunca renunció a su idea del fin, aunque fre-
gún 4, 35, aquello de que el campo ya está maduro explicación de la situación de la fe en el mundo». También
L. Schottroff, Heil, 294. 297. 317, rechaza una compleción
para la cosecha. .
postmortal o postmundana. Ahí resulta que la fórmula de
ción a la afirmación de que Juan sitúa ciertamente la perspectiva cristológica se debe hablar de «unificación»,
la �ual puede también completarse, como lo exige la impug
la praesentia Christi en el centro de su. mensaje, y,
nación terrena.
1
160 Unzdad cristiana Unidad cristiana
161
cuentemente palideció en ,ella. El pasaje de 17, 20s «un solo rebaño, un solo pastor». Con una ligera
deja bien claro que Juan, desde las premisas de su . variación de la expresión, repite 17, 23: «que lle
propia teología, abriga una esperanza del futuro de guen a una unidad completa». En sentido juánico
1
tipo escatológico, que es diferente de l a . de la tradi complecíón significa la victoria y la superación del
i
41• i
ción de la iglesia," pero, sin embargo, vehemente peligro. La reunión de la comunidad apunta, por
1
La petición por la unidad varía ahora, ya que se consiguiente, a una meta, en la cual no se da ya la
mira a aquellos que en el futuro se harán creyentes. amenaza terrena. Por eso, 17, 24 puede modificar lo
1
por el .mensaje cristiano. De ellos se habla utilizan mismo una vez más: es voluntad de Jesús que todos
do la fórmula que caracterizaba en 4, 39 la predica los suyos lleguen con él al lugar celestial y que allí
ción a los samaritanos. La primera y la posterior contemplen su gloria imperecedera. Sobre ese lugar
generación están asociadas bajo l a . palabra, y cada ya constató 14, 2s que Jesús no necesita prepararlo
una de ellas tiene sus ventajas y sus riesgos espe para los suyos, puesto que el Padre ya lo hizo desde
cíficos. Si los primeros discípulos podían llegar cor hace mucho tiempo. Finalmente, 12, 32 promete a
poralmente a Jesús, no percibieron, sin embargo, el los discípulos que su · Señor exaltado los arrastrará
do, en el cual se expande la gloria de Jesús. Y si . Como se ve, son más bien pocos los pasajes que
éste abre a los posteriores más fácilmente el acceso presentan la singular escatología futurística del cuar
a Jesús, estos, por su parte, se hallan más expuestos to evangelio. Sin embargo, tienen una importancia
· a los peligros de una predicación que, según 4, 42, extraordinaria, si los comparamos con los de la es
puede convertirse en palabrería. Por eso Jesús debe catología futurística de Pablo y de los sinópticos. La
rogar por todos, y esto lo hace con aquellas cele naturalidad de esta esperanza, que se expresa casi de
bérrimas palabras: «que todos sean uno». Hay que pasada y de manera destacada sólo al final de Juan
guardarse de entender esto en sentido edificante, co- · 1 7 , la hace todavía más importante. La meta del ca
mo ocurre por lo general. Si el análisis que he hecho mino terreno en el seguimiento de Jesús es la unión
hasta ahora es acertado, se trata de la reunión de lo definitiva de la comunidad en el cielo, donde ella,
celestial bajo el imperio de la palabra, así como en lo mismo que su Señor, ha sido arrebatada de la per
42•
10, 16 se describe lo mismo mediante la fórmula secución terrena Porque en 14, 2s no se piensa,
11
16i Unidad cristiana Unidad .cristiana 163
43,
naturalmente, en la hora de la muerte en la que lugar del pueblo· de Dios disperso, entran en juego
Jesús· llama a sí a los suyos. Si no, se tendría que los hijos· de Dios dispersos por todo el mundo· en
44•
entender 17, 24 también así Por el contrario, Je· lugar del reino terreno con la Sión escatológic�,. la
sús tampoco habla de un proceso cósmico; .en el cual unión en el cielo; en lugar de la parusía para el jui
45,
la' humanidad estaría llamada ' a .la unión con Dios cio universal, como en 2 Pe 1, 11, la recepción de
Aquí más bien se espiritualiza una antigua tradición los piadosos en el reino eterno. En todo este proceso
del primitivo cristianismo y especialmente de la ecle . gación escatológica de los elegidos. Ella .se asocia en
siología postpascual era la esperanza de que las tri nuestro · evangelio con aquella otra idea, bien cono
bus dispersas de Israel habrían qe ser reunidas · o re cida por la carta a los efesios, de que en la · iglesia
construidas a partir de un resto. De momento no · ha tenido ya lugar la unión celestial y que crece a lo
podemos decir cómo se llegó desde allí a la reinter ancho del mundo. Así pues, la plenitud de la unidad
pretación juánica · de esta tradición. Sólo· podemos constituye sólo la conclusión del acontecimiento es
comprobar que la . esperanza judía . judea-cristiana se catológico que está en proces o. Lo celestial no puede
46•
ha traspasado del campo terreno ál metafísico En permanecer como terreno, si bien debe ser reunido
' . 46. De un modo distinto Bultmann, Teología, 510, que tener en cuenta los comienzos de la difusión de nues
habla de la realización de la iglesia invisible en la visible.
tro evangelio. Está ya planteado en la escatología \
De. un modo semejante, si bien partiendo de otras 'premisas,
Gaugler, 209s, 216. Me parece demasiado simple 'que Born juánica en su conjunto. Su transformación en · proto
kamm, Lnterpretation, 23 destaque la concepción antignóstica
logía, la consecuente presentación de Jesús como el
de la fe y eche en falta la idea del origen celestial de los
redimidos así cómo de· la reunión de las chispas de luz. Por
que la afirmación mencionada últimamente . está preparada
«acontecimiento cósmico». Si no se acepta .la fuente de los
o· ·expresada de otro modo juánicarnente por el motivo de
discursos de Bultmann, ya no se puede atribuir la termino
la reunión de los dispersos. De la misma manera, la idea de
logía '!, la m�ti;>a�ión gnostizantes sólo o principalmente a la
elección expresa de otro modo la afirmacióri del origen celes
tradición prejuamca, E_l evangelio es más · «gnóstico» de lo
tial de los redimidos: ellos han nacido «de arriba». Final
que Bornkamm está dispuesto a conceder. Curiosamente. él
mente, hay que tener en cuenta que la fe e n ' sentido [uánico
me achaca sin embargo .no haber presentado de una manera
significa el permanecer en la unión celestial. Por otra· parte,
suficientemente clara el estado de cosas religioso-histórico.
esto es, en contra de una interpretación existencia!ística, Uh
164 Unidad cristiana 1
1
5
Dios que camina sobre la tierra, la eclesiología de 1
l.
luirse en ef detalle de tal manera · que no se vea ya Con las últimas afirmaciones queda formulado el
el bosque a causa de los árboles.· Y el conjunto no resultado del análisis que hemos realizado anterior
señala únicamente la distancia temporal con respecto mente.· Se diferencia notablemente tanto de la opi
a la cristiandad postpascual y la proximidad del pro nión tradicional de la iglesia, como también del jui
47,
tocatolicismo incipiente sino, al mismo tiempo, el cio de la· interpretación de Juan que domina en la
contraste con aquel desarrollo posterior. en un con actualidad. Si se tiene en cuenta la desesperada lucha
48•
ventículo con tendencias gnostizantes que en los últimos cien años ocasionó en la investi
ralmente, de la envergadura de tina interpretación · tuvo. lugar . errare hominum et provídentía Dei. .Con
que se aparta de lo corriente. A esto impulsarán al tra. todas sus intenciones, la iglesia aquí, seducida por
gunas observaciones que vamos a ofrecer para ter- la �rnagen del Dios Jesús que camina sobre la tierra,
Apenas existe otro escrito en el nuevo testamen ; ciada de aquellos que, una generación más tarde de
1•
to que haya irradiado tal fascinación dentro y fuera i nuestro evangelio, fueron condenados como herejes
de la iglesia a través de todos los siglos como el Se asentaba como celestial lo que no se podía locali
cuarto evangelio. Se encontró en él la auténtica voz zar en lo terreno. Y no se podía localiz�r en lo te
de Cristo y se le denominó, a diferencia de los si rren? lo que había surgido al margen de los grandes
nópticos, el evangelio espiritual, reconociendo así su �ammos que conducían a la iglesia protocatólica . e
misma pretensión. En su admisión en el canon está incluso q�; contradecía a este proceso. Sin embargo,
latente ciertamente una profunda ironía: apareció co la r.ecepc1on del evangelio de Juan es simplemente
mo celestial lo que no podía ya adscribirse a· ningún e� e¡emplo más claro y más importante de la integra
lugar terreno. Las leyendas ayudaron, lo mismo que ción en la tradición eclesial de . ideologías. original
en otras partes, a enmascarar esto. Sin embargo, aun mente en�ontradas entre _sí. Ya Pablo asumió en par
cuando la tradición eclesial . hubiera tenido mejores te expresiones de sus opositores. Que los entusiastas
informaciones acerca d e l . autor y de la patria del helenísticos suministraron material para las concep-
Decididamente, él no se deja medir por la norma de l. Esta· tesis . . se expone conscientemente· a aquella críti
opone · a la concepción juánica de que la tradición qu_e ; t�mpoco la pretendida historia santa del cristianismo
nio cristiano. Por el contrario, s u · derecho se com t1º' den las _cartas a los corintios. En honor de la claridad.
e e , ª.nadir que yo adopto las categorías de «ortodoxo»
probará de continuo en si sirve· a la voz de Jesús. Y «heréticos de la tradición, sin justificarlas con ello. No las
Si en este evangelio· se refleja históricamente aquel \ utilizo como términos del. derecho eclesiástico.' Sin embargo,
de 2 Tim 2, 18 conduce al gnosticismo cristiano, . reparos, S1 sitúo a Juan en este campo de tensión, con ello
. · ¡
apunto al P�oblema del canon y de las divisiones de la igle
entonces su aceptación en el canon de la gran iglesia
sia en el cristianismo primitivo.
Conclusión Conclusión 169
168 9
.
2•
dones y tesis de argumentación al· partido contrarío do Históricamente, la iglesia se equivocó cuando
. se advierte con claridad eri las cartas deuteropaulinas lo declaró ortodoxo. ¿Pero fue esto, teológicamente
cismo y el canon no surgieron sin la. colaboración 'de der a tal pregunta, sin saber qué es lo que significa
aquellas corrientes que, ya desde finales del siglo I, J evangelio. Por otra parte, el círculo hermenéutico no
fueron consideradas y rechazadas como heréticas. nos permite conocerlo, sin que dejemos decírnoslo
Con esto, hemos topado con la problemática in- . de continuo, y precisamente también a través de
terna del canon neotestarnentario. Este no se da más nuestro evangelio. Esto, por supuesto, no significa
que como . pluriforme y con muchas contradicciones que, saltando de una situación a otra, debamos man
reales, en las que se refleja la complicada historia del tener siempre en suspenso nuestra decisión y por ello
vez sus tendencias divergentes en muchos aspectos No sólo existe el peligro de una seguridad dog
e incluso sus oposiciones. Esto, evidentemente, no mática, sino también el de una existencia teológica
y que lo pongamos uno junto al otro dándole la mis finitiva, no sabe nada más que lo que puede encon
ma valoración o que podamos armonizarlo y .nivelarlo trar tan bien fuera del canon. El predicar tiene sen
en una teología estándard. Así como no tenemos de tido sólo si, en cierta medida, está claro qué es lo
recho a reducirlo a antiguo o nuevo testamento, así que se debe predicar y qué es lo que no se debe pre
tanto más estamos obligados, por sus diferencias y dicar. El temor ante el dogmatismo condujo al neo
pre nueva y a una decisión continua desde la propia Este peligro es hoy, a pesar de toda la restauración,
escucha. Su autoridad es siempre únicamente la del mayor que el del dogma, que, por su parte, tampoco
evangelio que en él se percibe. surgió del ciego asentimiento y del sacrificium inte
Así, pues, ¿qué autoridad corresponde al evange llectus. Hoy sacrifican en muchos altares a la sinrazón,
lio de Juan? Tampoco esto está decidido de antema- · · e incluso en nombre de la ilustración, aquellos que
no y de una vez para siempre por su admisión en el sólo coinciden en olvidar sea como sea uno solo,
canon. El mismo no reconoce que la revelación esté a saber, el del Dios desconocido por ellos. De to
cerrada. Incluso frente a sí mismo hace valer los de dos modos, la fe y la interpretación no se dan más
.,.
rechos del testimonio del Espíritu que sigue actuan- que dentro de la complicación humana . . Esto' vale,
2. Gaugler, 193.
TlO Conclusión Conclusión. 171
dad de una sistemática bien determinada y fi j a , como e n s u unidad , la q ue alaba s u gl oria ? La c rí tica hi s
de la exégesis, hacia el vagabundeo teológico. La su L a cr ít ica teol óg ic a har á valer el · hecho d e qu e
perstición triunfa aquí como allí. Se habría ganado esta comunidad crece e h el s g
e uimiento d el C ruci fi
biéramos visto situados e n . un doble frente. Por lo tituye el tema juánico. N o fue casualidad q u , e pr c e i
menos esto caracteriza a la mayoría de. los escritos s amente en nombre de nuestro evan g elio , s e e n u c
neotestamentarios, y así también a nuestro evange briera siem p re e s ta t eolo g ía de un modo místico · e
lio. El. transmite, tanto mirando, hacia atrás como idealista . T al h s i toria d e la interpretaci ó n no p uede
m c i a y prof ét ic amen te a c pt
e ando .t ra d ición · original mismo ·t iem p o p erder de vi s ta la pro blem á tica .de la
:
-
mo se s l a e de un . m o do cristiano de l a id e olo g a í y .
correctamente a J sú ?
e s H y a que que s it u ar s e d e u n a
co lis ant m n
t e e te a l a p la abr a de J sús,
e y cua n do mid e ine q uívocamente con T o más a J sú
e s como a su Se ñ or
a c da a igl esia po r a q ue lla ú nica pregunta: co n ocem os y su D io s . A eso le imp u sal b a no s ó lo el mundo q ue
trae a n uestro o ído sin d ud a la vo z del Jes ús terre y la tendencia · de la do g m át ca i p ro t ocatólica que ya
no , qu e e ra d l
e t o o d contrario al docetis m o. ¿C ómo a fl
oraba le o fr ec ían só lo el · am b ien te y el mate ri l a
si ón j á u ni c
a de q ue aq í u s e e x presa la ú ltim a y d fi e vina. E n l a p ermanenci a j unto .a J es ú s t om ó- co n cie n
ni t va
i v o lu nta d de este J sús?
e ¿E st uv o orie nt d a a cia de q ue sin ese Se ño r no se · puede hac e r nada ,
e f c
e ti vamente la vo lun tad .d e J es ú s a fundar a q uella
no se p uede dar fru t o , no s
e puede l o gra . r nin g un a
.!
f
Conclusión Conclusión 173
172
alegría, no se puede pertencer al ser celestial. El L� está en Jesús mismo y sólo en él. Por consiguiente,
gos creó todo lo que merece colocarse bajo el . epí . la fe cristiana se halla ya a partir del nuevo testa
grafe de vida y resurrección. Siempre se debe decir mento en un continuo diálogo. Eri él se ha de incluir
,.
'
.
-
con Pedr�: «Señor, ¿a quién iremos? Sólo tú tienes no en último lugar, al Jesús terreno, como sabían
palabras de vida eterna». Sólo Jesús es la puerta ha hacerlo aún muy bien nuestros padres liberales. Jesús
cia el Padre, el camino hacia la salvación, todo lo nos ha proclamado el reino de Dios que irrumpe so
que puede satisfacer a los suyos. Por eso� el evange bre nosotros, y nos ha mostrado en el Creador al
lista parafrasea incesantemente aquella confesión de Padre y en el Padre al Creador. ¿No podríamos,
fe: «tú, Señor, lo eres todo». En el lenguaje teoló después de todas las reservas críticas, todas las ano
gico esto significa: la divinidad. Pues el tener un Dios taciones irónicas y con todas las cuestiones abiertas,
no significa otra cosa que poder abandonarse a al afirmar, para terminar, que precisamente la fascinan
guien en todas las necesidades Y tener que ensalzarle te y peligrosa teología de Juan nos llama con su
sobre todas las cosas. Los peligros de esta confesión mensaje de Cristo a nuestra condición de creaturas,
quedan de manifiesto. ¿Pero qué teología carece de en la que Jesús nos vio establecidos y que anunció
peligro? La teología de la cruz de Pablo debió ser sobre nosotros? ¿No nos llama así, nuestro evangelio
vir para fundamentar el culto del sacrificio cruento de hecho a la única y última voluntad también del
del Gólgota, la mística de la pasión y la piedad de Jesús terreno y, precisamente así, a su gloria?