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Realiza el 'Camino de la Misericordia' en la Catedral de


México o en tu parroquia
Miércoles, 16 de diciembre de 2015, 10:00 horas
DLF Redacción
La Vía de la Misericordia Consiste en un recorrido precisamente de siete
estaciones. Cada una de ellas consta del fragmento de un salmo, una reflexión,
una oración y la propuesta de un compromiso de vida.

Introducción
MULTIMEDIA
Este itinerario fue preparado para ayudarnos a hacer de la visita a la Catedral de
México, durante el Jubileo de la Misericordia, una experiencia profunda de oración,
reflexión y compromiso cristiano; sin embargo, también puede realizarse en 40° Aniversario de la Nu...
cualquier parroquia, adaptando en lo posible el itinerario, al pie de las imágenes
sagradas relacionadas con cada estación, o bien, recorriendo las primeras siete
estaciones del Viacrucis tradicional. 
La Vía de la Misericordia Consiste en un recorrido precisamente de siete estaciones.
Cada una de ellas consta del fragmento de un salmo, una reflexión, una oración y la
propuesta de un compromiso de vida. Cada estación puede completarse con un
Padrenuestro, un Ave María y un Gloria, y un momento de meditación en el lugar, o
puede reducirse a la lectura del fragmento del salmo y la oración, según las
circunstancias personales. Lo importante es vivir este paso espiritual con gozo y
recoger en él frutos de misericordia. 
Estación I
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Ante la Puerta Santa
En nuestra Arquidiócesis, la Catedral de México, la Basílica de Guadalupe y las
sedes litúrgicas de las ocho vicarías episcopales abrirá la Puerta Santa este domingo
13 de diciembre. En estos diez templos es posible obtener la Indulgencia Plenaria
ingresando por la Puerta Santa debidamente confesados; además, se debe
participar de la Santa Misa y comulgar, así como rezar por las intenciones del Papa
Francisco.
“Entrad por sus puertas con acción de gracias, por sus atrios con himnos, dándole
gracias y bendiciendo su nombre: “El Señor es bueno, su misericordia es eterna, su
fidelidad por todas las edades” (Sal 99,4-5).
Reflexión 
Las puertas de la misericordia están abiertas, como los brazos de nuestro Señor
Jesucristo. Es tiempo de gracia. Dios no deja de invitarnos a su casa. Entrar en ella
es cumplir la más pura aspiración del corazón. Jesús nos dijo que Él es el camino y
que Él es la puerta. Él desea acogernos, brindándonos el perdón del Padre y el don
del Espíritu. En su amor están escondidos todos los tesoros del bien. ¡Es hermoso
estar aquí! ¡Qué emoción tan noble y tan tierna darnos cuenta de que Dios nos
del Espíritu. En su amor están escondidos todos los tesoros del bien. ¡Es hermoso
estar aquí! ¡Qué emoción tan noble y tan tierna darnos cuenta de que Dios nos
recibe en su misericordia, y nos permite hacer de ella nuestro hogar, la fuente de
nuestras certezas y el motor de nuestros compromisos! Entraré en su presencia
anhelando ser el hijo comprendido y abrazado por su Padre. De mi madre, la
Iglesia, obtendré el alimento sabroso de la benevolencia divina. Oraré por mí y por
mis hermanos –especialmente los más necesitados–. En la intimidad de mi Señor,
alabaré su bondad e imploraré su clemencia. Sé que él derramará sobre mí con
abundancia los frutos de la redención. 
Oración
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. 
Dios de misericordia, que has abierto para la Iglesia la puerta de la vida,
concédenos entrar por ella con el corazón dispuesto a ser inundados por tu amor, y
a permanecer en él con la dicha de sabernos hijos tuyos. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
Compromiso
El paso que doy ahora me acerca al Cielo. El Reino que se va realizando
haciéndonos mejores personas, sembradores de paz, de verdad y de justicia,
adelanta en nuestra tierra la alegría de la redención, el gozo del Evangelio. 
PUBLICID AD
Tras acceder al templo, se toma agua bendita de la pila y se dice en voz baja: Esta
agua bendita sea para nosotros salud y vida. Amén.
Estación II
En la Capilla del Perdón, ante el Cristo del Veneno
“Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito, limpia mi pecado” (Sal 51 [50], 3-4).
Reflexión 
Soy pecador. Un examen de conciencia me permite reconocerlo con sencillez. Me
duelen mis pecados. Son numerosas mis palabras ociosas, agresivas o maledicentes;
he consentido también en sentimientos hostiles y venenosos; mi pensamiento ha
vagado por rumbos inhóspitos y hay muchas acciones en mi historia de las que
debo avergonzarme. No siempre he dado buen ejemplo a mi prójimo, e incluso me
he asociado para el mal. ¡Me he olvidado tantas veces de Dios y he descuidado mi
relación con Él, siendo que su amor y su bondad son infinitos! Y sin embargo, deseo
cambiar. La conversión es posible, porque Dios es rico en misericordia. Este mismo
deseo de reconciliación que experimento es ya un movimiento de su gracia. Jesús
perdonó a los pecadores, llamándolos a la fe y al seguimiento. Una vida nueva se
me ofrece. En el Crucifijo reconozco los rasgos de la caridad divina, pues tanto amó
Dios al mundo que le dio a su Hijo único. Él me renueva por dentro y me fortalece
el espíritu. 
Oración
Señor, ten compasión de mí. No ignoro mis pecados, y sin embargo sé que tu amor
es más grande que ellos. Moriste en la Cruz y resucitaste para hacer de mí una
nueva creatura. Tú quieres que ahora mismo yo sea mejor persona, mejor cristiano,
y para ello me das tu Espíritu. Haz que viva convencido de la malicia del pecado.
Ayúdame a renunciar a él, a la presión del mundo desordenado y a las seducciones
del Maligno. Mírame bondadoso y tócame con tu paz. Amén. 
Compromiso
Pediré perdón, a Dios y a mis hermanos. Me propongo alejarme de las ocasiones de
pecado y de todas aquellas veredas que ya conozco y que me alejan de mi Señor.
REDES SOCIALES
Dejaré que la penitencia me fortalezca.
En algún momento del itinerario, es conveniente que me acerque al Confesionario Siame Arquidiócesis...
para celebrar el Sacramento de la Reconciliación. Mirando al Crucifijo puedo decir 15.762 Me gusta
en voz baja: Renuncio al pecado, para poder vivir en la libertad de los hijos de Dios.
Renuncio a todas las seducciones del mal, para que el pecado no me esclavice.
Renuncio a Satanás, padre y autor de todo pecado.  
Estación II Me gusta esta página
Más información
En la Capilla de los Ángeles, ante San Miguel Arcángel, el Ángel de la Guarda y el
Ángel Custodio de la Nación Mexicana Sé el primero de tus amigos en indicar que te
gusta esto.
“Misericordia, Dios mío, misericordia, que mi alma se refugia en ti; me refugio a la
sombra de tus alas, mientras pasa la calamidad. Invoco al Dios altísimo, al Dios que
hace tanto por mí. Desde el cielo me enviará la salvación, confundirá a los que
ansían matarme; enviará su gracia y su lealtad” (Sal 57 [56], 2-4).
Reflexión
La sociedad actual tiene muchos valores. Pero también es cierto que en ella
conocemos una enorme tensión entre la cultura de la muerte y la cultura de la vida. Tweets por @siamemx
Son muchas las amenazas a la dignidad humana que provienen del pecado y de las
fuerzas del mal. Aún personas de bien son atrapadas por sus lazos. Incluso llegan a SIAME
establecerse como leyes y modos de convivencia aceptados ciegamente. La familia @siamemx
como Dios la soñó recibe continuos ataques desde diversos frentes. Víctimas
particularmente sensibles son los niños y los jóvenes, que merecen recibir la Cinco nuevos sacerdotes para la Arquidiócesis
protección que les permita desarrollar una vida plena, conforme al Evangelio. Jesús de México
enseñó la verdad y combatió las fuerzas del mal con energía y autoridad. Le siame.mx/apps/info/p/?a…
pedimos en su misericordia que nos fortalezca en el combate contra el mal, que #SIAME
proteja a los más pequeños de nuestra sociedad y que asista a quienes tienen el
deber de gobernarnos, procurar la justicia y definir las leyes, para que en todo 02 dic
momento cuiden a los débiles, defiendan a la familia y promuevan para todos el
bien común.
SIAME
Oración @siamemx
Concede el Papa indulgencia plenaria por los
¡Señor Jesús, no es fácil perseverar en el bien! Sé que tu Espíritu me conforta para 100 años de las apariciones de Fátima.
decidirme a buscar en todo la verdad, la justicia y la paz. Ayúdame a ser un buen
ciudadano y un buen cristiano, y a no temer dar testimonio de ti. En medio de las
tribulaciones, te suplico por mi país y por mi ciudad: aleja de ellos la violencia, la
corrupción, la prepotencia y la falta de compromiso. Que san Miguel Arcángel nos
asista en la lucha contra el Demonio. Tú aseguraste que los ángeles en el cielo, que
ven continuamente a tu Padre, protegen con especial dedicación a los niños.
Encomendamos a los ángeles custodios a las nuevas generaciones, para que crezcan
seguros, conozcan los genuinos valores y sean educados conforme a ellos. Que
también protejan a las mujeres embarazadas, para que vivan la alegría de su
maternidad. Que los ángeles vigilen también a las autoridades civiles, para que se
aleje de ellos la tentación del abuso del poder y experimenten el gozo de un servicio
público honesto y eficiente, en el que se respeten los derechos de todos,
especialmente de los más pobres y necesitados, que se proteja la vida desde la
concepción hasta su desenlace natural y a la familia conforme al designio divino.
¡Santos ángeles de Dios, intercedan por nosotros! 
Compromiso
Hago una opción firme y decidida por el bien, más allá de las dificultades que
encierre. Corregiré como hermano a quien yerra, y colaboraré amablemente en la
educación de los niños, en particular a través del buen ejemplo. 
Estación IV
En la Capilla de los Santos Cosme y Damián, ante el Cristo de la Salud
“Dichoso el que cuida del pobre y desvalido: en el día aciago lo pondrá a salvo el
Señor. El Señor lo sostendrá en el lecho del dolor, calmará los dolores de su
enfermedad. Yo dije: ‘Señor, ten misericordia, sáname, porque he pecado contra ti’”
(Sal 41 [40], 2.4-5).
Reflexión
A nuestro alrededor hay mucho dolor y desconcierto. A veces quisiéramos cerrar
los ojos para no verlo. Pero no ignoramos que la historia humana ha estado
marcada por el sufrimiento. Jesús no lo evadió, sino que lo asumió, solidarizándose
con quienes más sufren. Lo vemos claramente en la Cruz, esa Cruz que ha estado
tan cercana en la piedad de nuestra tierra. ¿Cómo no pensar hoy en los enfermos,
en los ancianos, en las personas abandonadas, en los pobres? Para los agobiados
por el mal, Jesús tuvo una palabra esperanzadora, que les abrió nuevos horizontes,
y actuó también con su poder a través de múltiples curaciones e intervenciones
salvíficas, para mostrar que el Reino de Dios está presente. Sabemos que la
misericordia y el consuelo divino no abandonan nunca a quienes padecen alguna
situación difícil, pero también debemos recordar que nos corresponde una tarea
especial como discípulos y misioneros del Señor, a través de nuestra cercanía con
ellos, nuestro servicio y nuestro afecto, nuestra oración y nuestro apoyo concreto. 
Oración
¡Señor Jesús, tu amor incansable nos ha traído la salud! En tus manos pongo a los
enfermos y afligidos, especialmente quienes se encuentran más cerca de mí.
Ayúdame a prolongar tu misericordia a través de mi humilde compañía y auxilio,
asistiéndolos según mis posibilidades. Concédeme ser la extensión de tu mano que
consuela al triste, que apoya al desanimado, que cura al enfermo. Permíteme
consagrar mis propias dolencias físicas y espirituales uniéndolas a tu Cruz, por el
bien de todos los seres humanos, especialmente los más desampar ados. Amén.
Compromiso
Visitaré, en nombre de mi Señor Jesucristo, a alguien que se encuentre solo o
enfermo. Oraré por los fieles difuntos. 

Estación V
Estación V
En la Capilla de San José, ante el Cristo del Cacao
“Yo te invoco porque tú me respondes, Dios mío; inclina el oído y escucha mis
palabras. Muestra las maravillas de tu misericordia, tú que salvas de los adversarios
a quien se refugia a tu derecha” (Sal 17 [16], 6-7).
Reflexión
El trabajo dignifica al ser humano. A través de él participamos de la fuerza del Dios
Creador. Es verdad que por el pecado experimentamos la fatiga de llevarlo a cabo,
pero ello no le quita su valor. Según su condición, cada uno está llamado a
realizarlo bien, aportando a la vida común. Jesús mismo quiso laborar
manualmente. ¡El artífice del universo quiso trabajar con manos de hombre! ¡El
Hijo de Dios quiso ser llamado también hijo del carpintero! ¡Cuánta nobleza en este
gesto, y cómo nos revela el amable designio divino sobre el trabajo humano! Sin
embargo, hay mucha gente que no tiene un trabajo digno, o simplemente no tiene
alguno. Hay jóvenes que no encuentran oportunidades de estudio de acuerdo a su
legítima aspiración. En ocasiones quienes trabajan dejan que los atrape la tibieza, la
mediocridad, la corrupción o la pereza. Algunos incluso han quedado
empantanados en ocupaciones criminales. Requerimos una nueva mirada sobre
nuestro ingenio, para que, con el auxilio de la misericordia divina, podamos
colaborar eficazmente en la edificación de un mundo más humano y más abierto a
Dios. 
Oración
¡Señor Jesús, escucha nuestros ruegos! En nuestros cansancios y agobios, no nos
dejes solos. El sudor ha perlado nuestra frente, y no siempre obtenemos el fruto que
esperaríamos de nuestro esfuerzo. Es verdad que a veces no nos empeñamos como
deberíamos. Por tu misericordia, ayúdanos a vencer la desidia, el desinterés y el
descuido, y danos el entusiasmo de participar en la humanización del cosmos. San
José, laborioso y pródigo hombre de familia, intercede por quienes no tienen
trabajo. Tú que asumiste la protección de Jesús y de la santísima Virgen María y te
hiciste cargo de ellos incluso en la persecución, ruega a Dios por que en nuestra
Patria las condiciones económicas y laborales de todos sean cada vez más justas y
prósperas.
Compromiso
Me esforzaré en ser instrumento creativo que aporte cosas buenas a la familia
humana. Seré solícito en la escucha y atención de las personas que necesiten
compartir sus agobios en medio de la fatiga cotidiana.
Estación VI
En la Capilla de Nuestra Señora de la Soledad, ante el retablo de la Pasión
“Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Digan los
fieles del Señor: eterna es su misericordia. En el peligro grité al Señor, y me
escuchó, poniéndome a salvo. El Señor está conmigo: no temo; ¿qué podrá hacerme
el hombre? Te doy gracias porque me escuchaste y fuiste mi salvación. La piedra
que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha
hecho, ha sido un milagro patente. Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es
eterna su misericordia” (Sal 118 [117], 1.4-6.21-23.29).
Reflexión
Dios hace nuevas todas las cosas. Tanto amó al mundo, que envió a su Hijo para
darnos vida, vida buena y abundante. El extremo de su amor lo conocemos en la
Pasión de nuestro Señor Jesucristo, pues no escatimó nada para entregarnos
salvación. La misericordia de Dios actúa por caminos insospechados. A la vida
nueva y definitiva de la Resurrección se llega por la vía de la Cruz. Cada una de las
etapas de la entrega de Jesús por nuestro bien nos narra la bondad de Dios y el
sentido del sacrificio, que a través del dolor alcanza la plenitud. Jesús me amó y se
entregó por mí. No evadió la muerte para que yo alcanzara el perdón de los pecados
y la participación en su vida divina. El culmen de su misericordia se encuentr a en la
gesta salvífica que ha llevado a cabo como buen samaritano, rescatándome de la
postración en la que quedé por el pecado y levantándome para una existencia en la
gracia. Al pie de la Cruz, María ha sido asociada al misterio de la redención. Ella,
madre de misericordia, no deja de mostrarnos a su Hijo y de orientarnos hacia él.
Como madre, acompaña a la Iglesia en su peregrinación, signo de esperanza y de
consuelo. Nos repite con ternura: “¿No estoy yo aquí, que soy tu madre? ¿No estás
bajo mi regazo? No te apene ni te inquiete cosa alguna”.
Oración
¡Señor Jesús, en tu Cruz nos has manifestado la hondura de la divina misericordia, y
con tu Resurrección has llevado a plenitud el itinerario de toda la humanidad!
Gracias por habernos invitado a la fiesta de la vida, pero más aún por habernos
concedido el perdón de nuestras faltas y de habernos llamado al banquete eterno
de tu Reino. Santa María de Guadalupe, bajo tu amparo nos acogemos en este
momento de la historia, suplicándote que, como estrella de la mañana, nos sigas
momento de la historia, suplicándote que, como estrella de la mañana, nos sigas
orientando hacia tu Hijo, en cuyo rostro hemos conocido el amor divino. Ruega por
nosotros, santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de
nuestro Señor Jesucristo. Amén.
Compromiso
Seré amable compañía para quienes se encuentran solos, sostén para quienes están
a punto de caer, servidor desinteresado de mi prójimo, hermano afectuoso de todos
los hombres.
Realizo en voz baja mi profesión de fe bautismal: Creo en Dios, Padre
Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo,
Nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de
Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto
y sepultado; descendió a los infiernos; al tercer día resucitó de entre los muertos;
subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre todopoderoso. Desde allí
ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia
católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la
carne y la vida eterna. Amén.
Estación II
En la Capilla del Señor del Buen Despacho, ante el Santísimo Sacramento, o
preparando la Santa Misa
“Es bueno dar gracias al Señor y tocar para tu nombre, oh Altísimo; proclamar por
la mañana tu misericordia y de noche tu fidelidad, con arpas de diez cuerdas y
laúdes sobre arpegios de cítaras” (Sal 92 [91], 2-4).
Reflexión
Del costado abierto de Cristo brotaron los Sacramentos de la Iglesia. Por el Bautismo
yo he sido asociado a mi Señor en su muerte y resurrección, he sido adoptado como
hijo del Padre eterno, llamado a ser misericordioso como Él, he recibido el don del
Espíritu que consuela y conforta, y soy piedra viva en la edificación de la Iglesia.
Por la Confirmación he recibido la vitalidad del Espíritu para ser testigo de Cristo.
En la Eucaristía, centro de la vida cristiana, la misericordia de Dios nos alcanza en
la persona misma de Jesús, que se hace presente en ella, actualiza su sacrificio
redentor, se nos entrega como pan vivo bajado del cielo y nos adelanta la palabra
definitiva de su misericordia que será habitar para siempre con Él en la gloria. Es el
tesoro más precioso de la Iglesia, y yo tengo la gracia de participar en Él. Deseo
culminar mi itinerario de oración en un contexto eucarístico, adorando al Padre por
su Hijo en el Espíritu, dándole gracias por sus beneficios, pidiéndole perdón por mis
pecados, y suplicándole por mis necesidades, las de mis seres queridos y las del
mundo entero. 
Oración
¡Señor Jesús! Creo firmemente que estás presente en el Santísimo Sacramento del
altar, y que en él, dejándonos el memorial de tu Pasión, has desbordado tu gracia
sobre nosotros, para que podamos experimentar intensamente tu misericordia.
Permíteme descubrir cada vez con más claridad y convicción que soy miembro de
tu Cuerpo Místico, que es la Iglesia, y ayúdame a ser testigo de tu amor en el mundo.
Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo y eres Dios por
los siglos de los siglos. Amén. 
Compromiso
Participaré oportunamente en el Santo Sacrificio de la Misa, con atención, devoción
y profundos sentimientos de gratitud y de alabanza. Oraré por las intenciones del
Santo Padre y de mi Obispo, así como por las necesidades más urgentes de nuestra
sociedad y del mundo entero. 
Envío 
Antes de salir del templo
“Cantaré eternamente las misericordias del Señor, anunciaré tu fidelidad por todas
las edades” (Sal 89 [88], 2).
Reflexión
La experiencia de la misericordia del Padre nos mueve a ser misericordiosos como
él. No juzgar, no devolver mal por mal, compadecernos de los que sufren,
solidarizarnos con los que trabajan por la paz y la justicia. Al hablar del juicio final,
Jesús nos enseñó que cada vez que dimos de comer a un hambriento, de beber a un
sediento, cada vez que hospedamos a un forastero, que vestimos a un desnudo, que
asistimos a un enfermo, que visitamos a un encarcelado o que hicimos cualquier
acción buena por el prójimo, a Él mismo se lo hicimos. ¡Ese es el ejercicio por el que
se nos puede reconocer como discípulos de Jesús! La Iglesia nos ha enseñado a
ampliar la perspectiva de esas obras de misericordia materiales con otras
ampliar la perspectiva de esas obras de misericordia materiales con otras
espirituales: enseñar al que no sabe, dar buen consejo al que lo necesita, corregir al
que yerra, perdonas las injurias, consolar al triste, sufrir con paciencia los defectos
de los demás, rogar a Dios por vivos y difuntos. Este horizonte, en realidad, se abre
en un abanico riquísimo. ¡Es tanto el bien que podemos hacer! 
Oración
Señor Dios, cuya misericordia es incalculable e infinito el tesoro de tu bondad,
aumenta, benigno, la fe del pueblo a ti consagrado, para que todos comprendan con
verdadera claridad con cuánto amor fueron creados, con qué sangre redimidos y
con qué Espíritu reengendrados. Por Cristo nuestro Señor. Amén. 
Compromisos
¿Cuáles son los compromisos que asumo al salir del templo? ¡Ahora soy enviado al
mundo por la misericordia de Dios, como su testigo y operario! Con el impulso
vigoroso del Espíritu Santo, deseo trabajar por el Reino de Dios en todos los espacios
que visite, con la gente que encuentre, en todas las situaciones. Que la Santísima
Trinidad sea glorificada también a través de mi humilde ofrenda. En el nombre del
Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

SIAME:
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