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Una hermana compartió una conversación reciente conmigo: “Mami, yo sé que te gusta tu celular, ¿pero a mí
también me quieres verdad?” Esas fueron las palabras de mi hija de 4 años que me miraba todas las mañanas
mientras revisaba mi teléfono celular antes de dar los buenos días. A pesar de que los teléfonos móviles han
estado con nosotros por menos de 30 años, se han convertido en una herramienta indispensable: apenas
podemos imaginar cómo las personas vivían sin ellos. Los días previos al contacto constante parecen un
recuerdo difuso y distante. La tecnología ha traído muchos beneficios a nuestras vidas, pero ha tenido un
impacto en la forma en que los seres humanos se comunican y se relacionan entre sí. Solo había un
teléfono en la casa. Estaba conectado por cables, lo que la gente llama hoy una "línea terrestre." Los teléfonos
celulares no existían en ese momento. Nos llevábamos bien sin “Smartphones,” ya que los jóvenes conversábamos cara a
cara no de forma electrónica. No estábamos atados a los dispositivos; teníamos una rutina que seguíamos, un itinerario y
ningún dispositivo nos dictaba. En aquel tiempo, el teléfono era una herramienta, no un juguete de entretenimiento.
También leíamos mucho más, libros clásicos, para compartir las experiencias de los personajes en esos libros.