Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
EL FUTURO EN FOCO
CUADERNOS SOBRE DESARROLLO HUMANO
08
PROTECCIÓN SOCIAL Y GÉNERO
EN URUGUAY: AVANCES Y DESAFÍOS
PROTECCIÓN SOCIAL Y GÉNERO
EN URUGUAY: AVANCES Y DESAFÍOS
Uruguay
EL FUTURO EN FOCO. Cuadernos sobre Desarrollo Humano
Protección social y género en Uruguay: avances y desafíos
PNUD Uruguay
Denise Cook. Representante Residente
Aldo García. Representante Residente Adjunto
Paula Veronelli. Gerente de la Unidad de Políticas y Programa
Virginia Varela. Analista de Programa
Esteban Zunín. Área de Comunicación
Felipe Berrutti. Equipo Técnico
ISBN: 978-92-990077-6-1
El PNUD agradece los valiosos aportes de Neus Bernabeu, Corina Rodríguez Enríquez y Juliana Martínez.
Los Cuadernos sobre Desarrollo Humano son publicaciones encargadas por el Programa de las Naciones Unidas
para el Desarrollo (PNUD) a investigadores independientes. Según las normas aplicadas por el PNUD en todo
el mundo, los autores de estos Cuadernos gozan de completa independencia editorial, y aplican criterios de
objetividad e imparcialidad en sus análisis.
El análisis y las recomendaciones de políticas contenidos en este informe no reflejan necesariamente las opinio-
nes del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, de su Junta Ejecutiva o de sus Estados miembros.
Se agradece la difusión y reproducción en cualquier medio, con indicación de la fuente.
PROTECCIÓN SOCIAL Y GÉNERO
EN URUGUAY: AVANCES Y DESAFÍOS
Prólogo
El desarrollo humano se ubica en el centro de las El crecimiento económico sostenido por más de
acciones que el Programa de las Naciones Unidas una década y los caminos que se han implemen-
para el Desarrollo (PNUD) impulsa en el mundo tado en materia de políticas públicas en los más
y en Uruguay en particular. La ampliación de las diversos campos interpelan al país en términos
libertades para que las personas vivan la vida de futuro.
que valoren vivir es el fin último que persigue Tal como postula el Informe de Desarrollo Hu-
este paradigma. mano mundial 2010, la principal riqueza de los
En esta ocasión, el PNUD presenta un conjun- países está en la gente; por lo tanto, hacia allí
to de aportes al debate sobre los desafíos del de- deben dirigirse todos los esfuerzos en materia
sarrollo en el país en el marco de la serie El Futuro de políticas públicas.
en Foco: Cuadernos sobre Desarrollo Humano. El Cuaderno sobre Desarrollo Humano que se
Se trata de contribuir a la construcción de presenta, el octavo de la serie, analiza de manera
miradas prospectivas que permitan renovar la muy rigurosa el sistema de protección social uru-
agenda de desarrollo y dar respuestas adecuadas guayo desde la perspectiva de género. Asimismo,
a los desafíos del siglo XXI. Se pretende de esta profundiza el análisis de los mecanismos a través
forma acercar una plataforma de debate estraté- de los cuales, tanto en su diseño como en su im-
gico que promueva los principios de igualdad, plementación, produce y reproduce las desigual-
justicia y equidad. dades de género que imperan en la sociedad.
Tal como plantea Amartya Sen en el Informe El trabajo pone especial atención en lo que
de Desarrollo Humano 2010: ha sido históricamente la asignación del cuidado
a las mujeres —tanto cuando se realiza en forma
[…] el enfoque de desarrollo humano es sufi- no remunerada en los hogares como cuando se
cientemente flexible como para tomar en cuen- realiza en forma remunerada en el mercado la-
ta la perspectiva futura de la vida humana en boral—, que ha estado ausente en el diseño de
el planeta y lo suficientemente complejo para los sistemas de protección social.
acoger nuevas inquietudes y consideraciones En la medida en que los sistemas de protec-
vinculadas con las perspectivas futuras […]. ción social en el mundo han tenido una mirada
ciega al género y en su diseño han dado por su-
Los temas que se abordan en los diversos puesto que las necesidades de cuidados de una
Cuadernos sobre Desarrollo Humano se analizan sociedad se resuelven de alguna forma, no han
precisamente desde una perspectiva de mediano hecho más que reforzar las inequidades que se
plazo. Se trata de temas novedosos, de una agen- producen por las distintas oportunidades a que
da de nueva generación que pretende dar un salto acceden varones y mujeres.
sustantivo sobre la base de los logros alcanzados En el trabajo se focalizan los principales com-
por el país en la última década. ponentes del sistema, interpelando su diseño,
Uruguay se encuentra entre los países del gru- cobertura y logros recientes, asumiendo que las
po de desarrollo humano alto, según el Informe mujeres —de todos los sectores y grupos sociales,
de Desarrollo Humano 2013. Este posicionamiento y en todas las etapas de su ciclo vital— deben te-
positivo de carácter histórico da cuenta de los ner las mismas oportunidades para desarrollarse
avances y logros alcanzados y se constituye a su que los hombres. Las desigualdades de género
vez en una exhortación a redoblar los esfuerzos en se observan en el alcance y el acceso que las
busca de un desarrollo sustentable y equitativo. instituciones de la protección social tienen para
Pero no se trata de una posición autcomplaciente. hombres y para mujeres.
7
Asimismo, se documentan los principales El mundo que queremos es el que está por
hallazgos del estudio y se formulan aportes en delante. La visión que se continúe construyen-
materia de política pública y agenda de futuras do no es neutra, y es allí justamente donde el
investigaciones. desarrollo humano tiene mucho para seguir
Si los contenidos del Cuaderno sobre Desa- aportando.
rrollo Humano permiten identificar las preguntas
principales que se deben plantear para seguir
mejorando la calidad de vida de las personas, se
habrá cumplido con el objetivo. Si, además, al- Denise Cook
gunas de las líneas de análisis permiten delinear Representante Residente
respuestas posibles, más aún el PNUD se estará del Programa de las Naciones Unidas
acercando a lo buscado. para el Desarrollo (PNUD)
Índice
9
Resumen ejecutivo
Este Cuaderno de Desarrollo Humano analiza el que las instituciones de la protección social tienen
sistema de protección social uruguayo con una para hombres y para mujeres.
mirada de género. Para ello, identifica los meca- Desde el punto de vista conceptual, aquí se
nismos a través de los cuales el sistema de pro- entiende la protección social como el entrama-
tección social, desde su diseño y puesta en fun- do de políticas públicas destinadas a proveer
cionamiento, produce y reproduce (o amortigua bienestar social en distintas modalidades. Por
y contribuye a trascender) las desigualdades de un lado, refiere a la seguridad social o políticas
género que imperan en la sociedad uruguaya. de seguro social, en cuanto componente central
El análisis que aquí se realiza parte de la base de la protección (básicamente contributiva) de
de que la protección social es uno de los instru- los trabajadores y sus familias frente a riesgos
mentos más importantes con que las sociedades sociales básicos y relativamente previsibles en
—y en particular los gobiernos— cuentan para la vida de las personas: vejez, invalidez, enfer-
avanzar en el desarrollo de capacidades y ex- medad, embarazo y desempleo. Por otro lado,
pandir las opciones para la realización humana. contempla las políticas de asistencia social, que
También es clave para incidir en las desigualda- trascienden la lógica contributiva para abarcar
des estructurales y de larga data que han dejado acciones destinadas a proteger a la población
a las mujeres sistemáticamente relegadas en el que, por distintos motivos, quedaba fuera de
acceso a oportunidades. Pero el hecho de que ellas. Este componente incluye básicamente a
hasta ahora los sistemas de protección social las políticas de combate a la pobreza, pero tam-
sean un reflejo bastante fiel de las desigualda- bién a las distintas estrategias desplegadas para
des laborales lleva a que las políticas de protec- cubrir a los excluidos del modelo contributivo.
ción no logren eliminar las desigualdades de Además de estos dos componentes, en los que
género, sino que apenas intenten compensar se concentra el análisis, este Cuaderno explora
—a través del pilar no contributivo— a los más lateralmente las implicaciones de género de otras
desafortunados, que muchas veces tienen rostro políticas que forman parte del sistema de protec-
de mujer. ción social y que apuntan a la promoción de de-
Este Cuaderno se sirve de los antecedentes rechos (regulaciones laborales, políticas activas
académicos y la acumulación existente en el de mercado de trabajo) y a la transformación de
país, pero no busca ser una síntesis exhaustiva ciertas pautas, entre ellas las que buscan generar
del conocimiento en torno al tema, sino que elige un cambio cultural y promover los derechos de
algunos ejes como excusa para analizar los sesgos, ciertos sectores especialmente vulnerables.
los logros y los desafíos que algunas políticas de Esta mirada amplia sobre lo que se considera
protección social muestran en el clivaje de género. protección social es una opción ambiciosa, pero
En particular, el contenido del Cuaderno pone el también ineludible si el objetivo es evaluar los
foco en los principales componentes del sistema logros y desafíos del sistema de protección uru-
e interpela su diseño, cobertura y logros recien- guayo desde el punto de vista de las desigualda-
tes, asumiendo que las mujeres —de todos los des de género. Dicho de otro modo, no se trata
sectores y grupos sociales, y en todas las etapas exclusivamente de explorar el éxito o el fracaso
de su ciclo vital— deben tener las mismas opor- del sistema en reducir los riesgos frente a la pér-
tunidades para desarrollarse que los hombres. dida de ingresos, sino de evaluar su desempeño
Concretamente, las desigualdades de género se en la protección y en la prevención de riesgos
observan tanto en el alcance como en el acceso que van mucho más allá de los ingresos, aunque
(en términos de nivel de beneficios y cobertura) sin desconocer su importancia para prevenir si-
11
tuaciones de vulnerabilidad y alcanzar mayores Aunque en el contexto latinoamericano el
niveles de bienestar. sistema de protección social uruguayo destaca
En sus primeras secciones, el documento por su larga trayectoria en el desarrollo de pila-
aborda la discusión conceptual en torno a la pro- res para la provisión de bienestar y sus niveles
tección social y las implicaciones de analizarla relativamente altos de cobertura, el país viene
desde una perspectiva de género. La idea de la mostrando desde hace ya un buen tiempo seña-
que se parte es muy simple: las mujeres se en- les claras de fisuras en su sistema de protección
cuentran en desventaja para acceder a los bene- social. Estas señales reflejan un relativo desajuste
ficios que la protección social otorga y, por ende, entre la cambiante estructura de riesgos de la
tienen menos posibilidades de aprovecharla para población y las políticas, diseñadas para cubrir
desarrollar sus capacidades. La división sexual del a una ciudadanía que se parece poco a la que el
trabajo y la delimitación de roles que asigna a las país presenta en la actualidad.
mujeres la responsabilidad del trabajo doméstico Las transformaciones productivas, demográ-
y de cuidado surgen de pautas culturales que con- ficas y laborales han modificado drásticamente la
sideran inapropiada la presencia de las mujeres imagen de las familias nucleares, con un hombre
en ciertos espacios de decisión o del mercado breadwinner que trabaja en el mercado laboral for-
laboral, o que asignan poco valor al rol de las mu- mal y una mujer a cargo de las tareas domésticas
jeres. Las restricciones de las mujeres dentro de los y el cuidado de los niños. En efecto, la incorpora-
hogares se reflejan en una posición desventajosa ción masiva de las mujeres al mercado laboral, los
en términos de poder, una menor capacidad para cambios en las pautas de nupcialidad y divorcio, el
reclamar recursos debido a la percepción de que descenso de la fecundidad y las transformaciones
su contribución en términos de recursos es menor. en la estructura productiva han operado en la con-
Esta configuración se completa con reglas que solidación de una nueva estructura de riesgos que
operan fuera de los hogares y que tienden a impo- ya no puede resumirse en aquella imagen. Por otro
ner nuevas restricciones a las mujeres. Entre estas lado, tanto investigaciones previas como evidencia
reglas se encuentran las asociadas a la valoración presentada en este trabajo confirman que estos
social de la autonomía de la mujer (y de vivir sola o cambios se han procesado en forma diferente y
de volver a formar pareja), la aceptación social de afectan de distinta manera a diversos sectores y
la violencia de género, la posición desventajosa en grupos de la sociedad, concentrando riesgos en los
el mercado laboral (marcada por la informalidad, hogares pobres, con hijos pequeños y adultos con
la segregación y la discriminación) y las limitacio- vínculos precarios con el mercado laboral. En esta
nes en la titularidad de ciertos derechos. ecuación, las mujeres jóvenes, menos educadas,
En definitiva, la desigualdad de género se con carga familiar y jefas de hogar aparecen como
refleja, como en tantas otras dimensiones, en los un grupo especialmente vulnerable.
sistemas de protección social y en sus logros. Dicho El análisis del desempeño de los distintos
de otra forma, así como es posible hablar de una componentes del sistema de protección social
división sexual del trabajo, es posible hablar de una uruguayo desde una perspectiva de género mues-
división sexual de la protección social y el bienestar. tra sesgos importantes, pero también algunos
Con este panorama, no cabe duda de que las avances relevantes en el campo de las políticas.
políticas de protección social no deberían ope- En primer lugar, las mujeres uruguayas se en-
rar asumiendo que los recursos se distribuyen cuentran en enorme desventaja respecto a los
en forma equitativa entre hombres y mujeres o hombres en términos de afiliación a la seguridad
que la realidad en la que buscan incidir es neutral. social. Esta desventaja es un reflejo de las des-
Ni el terreno en que las políticas sociales operan igualdades de género en los mercados laborales:
es neutral en términos de género, ni las políticas las mayores tasas de inactividad, desempleo e in-
—aunque frecuentemente no lo expliciten— lo formalidad entre las mujeres contribuyen negati-
son. Sin embargo, es frecuente que los estudios vamente a consolidar su vínculo con la seguridad
sobre protección social omitan los análisis con social. Sumadas a esto, las pautas discriminatorias,
perspectiva de género. la inserción laboral intermitente y las brechas sala-
Este Cuaderno tiene como objetivo contribuir riales impactan negativamente sobre la densidad
a llenar este vacío en el caso uruguayo, ofreciendo y el nivel de cotizaciones a la seguridad social.
una mirada panorámica sobre los logros y desafíos La desventaja que experimentan las mujeres
que enfrenta nuestro sistema de protección social respecto a la protección del seguro social no afecta
en términos de desigualdad de género. a todas por igual. Las trabajadoras del primer y el
13
1. Introducción
15
Gobierno asume el compromiso de construir un grando el cuidado en los sistemas de protección
Sistema Nacional de Cuidados basado en el enfo- social, mediante prestaciones, servicios y bene-
que de derechos humanos, lo cual supone que el ficios que maximicen la autonomía y garanticen
diseño de la política incorporará las perspectivas los derechos, la dignidad, el bienestar y el disfru-
de género, generaciones y étnico-racial (Grupo de te del tiempo libre para las mujeres» (Naciones
Trabajo Interinstitucional sobre Sistema Nacional Unidas, 2013). Por ello, con el desarrollo de un
de Cuidados, 2012). sistema de cuidados Uruguay estaría buscando
Esta sería una política innovadora en el con- dar respuesta a los compromisos asumidos en
texto de América Latina, ya que los gobiernos el ámbito internacional. A su vez, el tema de los
asumen que el cuidado es fundamentalmente cuidados integra las metas de los Objetivos del
una responsabilidad de las familias y la provi- Desarrollo Sostenible (de la Agenda Post-2015),
sión pública es, si acaso, un complemento para pero pone énfasis en el reconocimiento, más que
aquellas que no pueden resolverlo por sí mismas en la redistribución, del trabajo doméstico y de
(Rodríguez Enríquez, 2005). En realidad, la ausen- cuidados no remunerado para lograr el Objetivo
cia de una política pública integral de cuidados1 5, que es «La igualdad de género y el empodera-
refuerza los procesos de retroalimentación entre miento de todas las mujeres y niñas».
las desigualdades sociales y las desigualdades de No puede perderse de vista que la protec-
género. Por ello, una forma de revertir ese circuito ción social es uno de los instrumentos más im-
vicioso es lograr el reconocimiento de los cuidados portantes con que las sociedades —y en par-
como un derecho humano universal para hacerlo ticular los gobiernos— cuentan para incidir en
exigible frente a los Estados (Pautassi, 2010). las desigualdades estructurales y de larga data
En América Latina la preocupación por im- que han dejado a las mujeres sistemáticamente
plementar políticas de cuidados tiene ya algu- relegadas en el acceso a oportunidades. Pero el
nos años. Desde la Conferencia de la Mujer ce- hecho de que hasta ahora los sistemas de pro-
lebrada en Quito en 2007 se vienen generando tección social sean un reflejo de lo que sucede
consensos entre los gobiernos de la región sobre en el mercado laboral (y las reformas de la se-
la relevancia de los cuidados para la protección guridad social han tendido a reforzar esa lógica)
social. En 2007 se reconoció el subsidio que rea- lleva a que las políticas de protección no logren
lizan las mujeres al sistema económico y social eliminar las desigualdades de género, sino que
(CEPAL, 2007) y en 2010 en Brasilia los gobiernos apenas intenten compensar —a través del pilar
se comprometieron a «fomentar el desarrollo y el no contributivo— a los más desafortunados,
fortalecimiento de políticas y servicios universales que muchas veces tienen rostro de mujer.
de cuidado, basados en el reconocimiento del Los antecedentes que analizan la relación
derecho al cuidado para todas las personas y en la entre el sistema de protección social y las des-
noción de prestación compartida entre el Estado, igualdades de género para Uruguay son escasos.
el sector privado, la sociedad civil y los hogares, En general, estos estudios transitan por carriles
así como entre hombres y mujeres, y fortalecer el separados: hay una literatura extensa sobre el
diálogo y la coordinación entre todas las partes sistema de protección social (Filgueira y Filgueira,
involucradas» (CEPAL, 2010b). 1994; Filgueira, Rodríguez, Rafaniello, Lijtenstein
En 2013, en la Conferencia de la Mujer cele- y Alegre, 2005; Alegre, Bogliaccini, Lijtenstein,
brada en octubre en Santo Domingo, se ratifi- Rodríguez y Rossel, 2010; Filgueira y Hernández,
caron estos compromisos (CEPAL, 2012c), y en 2012; Colafranceschi y Vigorito, 2013; Roffman,
la Primera Reunión de la Conferencia Regional 2013) y otra literatura que refiere a las desigual-
sobre Población y Desarrollo de América Latina y dades de género en distintos ámbitos (Batthyány,
el Caribe todos los gobiernos de la región se com- 2004; Batthyány, Cabrera y Scuro, 2007), pero hay
prometieron a «garantizar la corresponsabilidad pocos estudios que conjuguen ambas dimen-
del Estado, el sector privado, la comunidad, las siones. Asimismo, los antecedentes que podrían
familias, las mujeres y los hombres en el trabajo considerarse más relevantes para este trabajo
doméstico y de cuidado no remunerado, inte- porque tienen una mirada conjunta de ambos
fenómenos ponen el acento en solo uno de los
componente más significativos, que es la segu-
1 Se entiende por política pública de cuidados aquella
que tiene un enfoque universal, integral, plural y bus- ridad social (Bucheli, Forteza y Rossi, 2006; Ama-
ca redistribuir la carga de cuidados que han asumido rante y Espino, 2008a; Rodríguez y Rossel, 2009;
históricamente las mujeres. Aguirre y Scuro, 2010).
17
2. Protección social:
aspectos conceptuales y definiciones básicas
19
APUNTE 1. EL CONCEPTO DE PROTECCIÓN SOCIAL
No existe una definición unívoca respecto el estatus social y los derechos de los sectores
al concepto de protección social.(1) Naciones marginados, con el objetivo general de reducir
Unidas, por ejemplo, la define como «un con- la vulnerabilidad económica y social.
junto de políticas y programas gubernamen- La diversidad de definiciones indica una
tales y privados con los que las sociedades dan diversidad de orientaciones. Tres de ellas me-
respuestas a diversas contingencias a fin de recen especial atención para este documento:
compensar la falta o reducción sustancial de
ingresos provenientes del trabajo, brindar asis- a. El primer elemento de debate refiere a qué
tencia a las familias con hijos y ofrecer atención tipos de políticas se incluyen en la protección
médica y vivienda a la población» (Naciones social y a qué sectores de la población esta se
Unidas, 2000). Holzmann y Jørgensen (1999), dirige. En general es posible identificar dos
por otro lado, entienden la protección social grandes grupos de políticas en el desarrollo del
como el manejo social del riesgo a través de concepto: el seguro social y la asistencia social,
políticas que buscan asistir a individuos, jefes que a su vez reflejan dos formas de visualizar
de hogar y comunidades que experimentan la orientación de la protección social.
riesgos asociados al ingreso. Desde este pun- Las políticas de seguro o seguridad social
to de vista, clasifican como protección social se remontan al período de construcción de
a las acciones públicas destinadas a reducir los Estados de bienestar, a mediados del siglo
la vulnerabilidad, incrementar el consumo y pasado, en el contexto europeo de la posgue-
fortalecer la equidad (protección social como rra —aunque en América Latina, al igual que
malla de seguridad y al mismo tiempo tram- en algunos países desarrollados, tienen ante-
polín(2) a través del fortalecimiento de capa- cedentes ya en las primeras décadas del siglo
cidades). Y Conway y De Haan (2000), por su XX—.(3) La consolidación del seguro social (o
parte, proponen una definición similar pero la seguridad social) se entendió como un en-
más amplia, entendiendo a la protección so- tramado de acciones para la protección de los
cial como las acciones públicas orientadas a trabajadores (y, a través de ellos, de sus familias)
combatir niveles de vulnerabilidad, riesgo y frente a riesgos sociales básicos: enfermedad
privación que son considerados socialmente (y posteriormente maternidad), desempleo y
inaceptables en una sociedad determinada. vejez. Inicialmente, la lógica primordial de este
Adicionalmente, la definición de Van Gin- grupo de políticas implicaba contribuciones de
neken (2000) señala que protección social son los trabajadores para obtener la posibilidad de
aquellos beneficios que la sociedad provee a estar protegidos por el seguro. A esta forma
los individuos y jefes de hogar —a través de de protección suele denominársela protección
medidas públicas y colectivas— para prote- social contributiva o pilar contributivo.(4)
gerlos del deterioro en las condiciones de vida, Pero la revisión de la literatura pone de
asociados a un número de riesgos y necesi- relieve que el concepto de protección social es
dades básicas. En esta definición se reconoce más amplio que el de seguridad social, y que la
que la expresión fue pensada inicialmente en evolución histórica desde ese modelo hacia un
términos de seguros (enfermedad, maternidad, entramado de políticas más variado y abarca-
accidentes laborales, desempleo, invalidez, dor ha terminado por dejar claro que no son
vejez, muerte del jefe de hogar), pero que in- ideas equivalentes (Barrientos y Hulme, 2008).
cluye la provisión de la atención a la salud, así Los niveles crecientes de pobreza regis-
como beneficios en transferencias monetarias trados en muchos países fueron dando lugar
a familias (Van Ginneken, 2000). En contraste, a otro tipo de políticas (muchas veces con
Devereux y Sabates-Wheeler (2004) conside- un desarrollo previo o simultáneo a las polí-
ran que la protección social es el conjunto de ticas contributivas), dirigidas básicamente a
iniciativas públicas y privadas que proveen personas que no trabajaban o lo hacían en
ingresos o transferencias para el consumo a condiciones mínimas de formalidad para ad-
los sectores pobres, protegen a la población quirir los beneficios del seguro social, o que
vulnerable contra riesgos vitales y promueven simplemente se encontraban en situación de
de protección con las otras tres esferas, pero la En síntesis: la protección social puede ser ana-
naturaleza de esa protección es centralizada y lizada según el modo en que las políticas públicas
vinculante. actúan para garantizar derechos sociales básicos,
21
a partir del grado en que desmercantilizan (Esping- grupos en riesgo nutricional (Holzmann y Jørgen-
Andersen, 1999) y desfamiliarizan (Orloff, 1996) el sen, 1999; Hulme y Shepherd, 2003; CEPAL, 2006;
acceso a estos derechos. Davies, Guenther, Leavy, Mitchell y Tanner, 2008;
Pero, además, es posible examinar la protec- Barrientos y Hulme, 2008; Robles, 2009; Ferreira y
ción social desde su capacidad de regular e incidir Robalino, 2010; Cecchini y Martínez, 2011). Pero en
en «ciertos aspectos del comportamiento de los los últimos años algunos autores han incluido en
agentes de mercado y de los integrantes familia- este componente a los servicios sociales orienta-
res, modificando así el orden “espontáneo” en es- dos a la atención de población vulnerable, como
tas esferas, mediante incentivos y regulación del servicios de cuidado infantil, centros de atención a
mercado laboral, de los precios y de los derechos violencia doméstica, comedores, policlínicas, etcé-
y obligaciones de los integrantes de las familias» tera (Devereux y Sabates-Wheeler, 2004).
(CEPAL, 2010a: 207) y su capacidad de redistribuir Por otro lado, la función de promoción se
recursos a través de bienes, transferencias y/o cumple a través de políticas que, a diferencia
servicios, con el objetivo básico de sostener la de las políticas de protección, buscan generar
solidaridad sistémica de la protección social y, cambios más profundos en la situación de las
sobre todo, avanzar hacia una mayor igualdad. personas, generalmente a través de una mayor
inclusión social. Un ejemplo típico de este tipo
Principales funciones y componentes de instrumentos son las políticas activas de em-
pleo y la regulación de los mercados laborales
En la literatura suelen asignarse dos funciones (Barrientos y Hulme, 2008), como instrumentos
básicas a la protección social: una función de pro- de inclusión y activación laboral en el primer
tección, para asegurar ciertas necesidades bási- caso y como garante de estándares mínimos en
cas, y también funciones de prevención frente el trabajo y parámetros de trabajo decente en el
a los daños que podrían generar ciertos riesgos segundo (Cecchini y Martínez, 2011).
—por ejemplo, pérdida del empleo—. Enfoques Finalmente, la función de transformación
recientes han sumado a estas dos funciones la refiere a políticas que buscan modificar el des-
promoción, referida al logro de ciertos objetivos balance de poder que crea y sostiene las vulnera-
mínimos de inclusión y cumplimiento de dere- bilidades en ciertos sectores (Devereux y Sabates-
chos básicos y acceso a servicios, y la transforma- Wheeler, 2004). Concretamente, dentro de este
ción, orientada a modificar los desequilibrios de componente se incluyen, por ejemplo, modifi-
poder que existen en la sociedad y que fomentan, caciones a los marcos que regulan la protección
crean y mantienen ciertas vulnerabilidades (De- a los sectores más vulnerables, las políticas que
vereux, Ntale y Sabates-Wheeler, 2002; Devereux promueven la participación y el empoderamiento
y Sabates-Wheeler, 2004). de los grupos que se encuentran en particular
Dentro de la función de prevención suele desventaja, campañas de sensibilización y me-
hacerse referencia a las políticas de seguro so- didas que busquen transformar las actitudes y
cial o seguridad social. Estas políticas aseguran conductas de la sociedad para lograr una ma-
a los individuos frente a situaciones previsibles yor equidad social. Adicionalmente, entre las
como la enfermedad, la vejez, el desempleo o la medidas transformativas de la protección social
maternidad. La lógica de estas políticas es justa- se encuentran aquellas orientadas a reducir la
mente prevenir las situaciones de vulnerabilidad desigualdad que existe dentro de los hogares en
activándose en el momento en que los riesgos se términos del acceso y el uso de los recursos. Esto
transforman en realidad (Naciones Unidas, 2000; es especialmente relevante en la consideración
Hulme y Shepherd, 2003; van Ginneken, 2006; de las desigualdades de género, en tanto, como
CEPAL, 2006; Barrientos y Hulme, 2008; OIT, 2010). se verá, muchas de las dificultades que surgen
Este grupo de políticas incluye también aquellas en la provisión de protección social a las mujeres
que garantizan el acceso a la atención de la salud radican en la división sexual del trabajo y la es-
(van Ginneken, 2006; CEPAL, 2006; Sojo, 2011). casa valoración social que reciben, por ejemplo,
Las políticas a través de las cuales se logra la las tareas de cuidado. Por esta razón, el cambio
función de protección están orientadas a responder sociocultural orientado a que las relaciones de
ex post a situaciones de vulnerabilidad. Esto incluye, poder entre hombres y mujeres sean más equi-
por ejemplo, políticas de transferencias de ingresos, tativas es un objetivo ineludible para la función
programas de atención a situaciones de pobreza transformadora de la protección social (Devereux
o emergencia social, políticas de alimentación a y Sabates-Wheeler, 2004).
Hace casi veinte años, el Informe de Desarrollo la responsabilidad del trabajo doméstico y de
Humano global elaborado por el PNUD señalaba: cuidado. También establece pautas culturales
que consideran inapropiada la presencia de las
No hay actualmente ninguna sociedad donde mujeres en ciertos espacios de decisión o del
las mujeres dispongan de las mismas oportuni- mercado laboral (Luttrell y Moser, 2004) o que
dades que los hombres. Esta desigual condición asignan poco valor al rol de las mujeres (Kabeer,
causa considerables discrepancias entre la gran 2008). Estas restricciones impuestas socialmente
contribución de las mujeres al desarrollo huma- tienden a intensificarse con: a) la forma en que
no y su pequeña participación en los beneficios. se distribuyen los roles y recursos dentro de los
(PNUD, 1995) hogares, la cual refleja las relaciones asimétricas
que tienen lugar en ese ámbito (Sabates-Wheeler
Pasadas casi dos décadas, no cabe duda de que y Roelen, 2011), y b) las desigualdades que rigen
la frase sigue vigente. Continúa siendo relevante la asignación de recursos fuera de los hogares y
prestar atención a los factores que explican el ac- que se ponen de manifiesto en una gran diver-
ceso desigual de las mujeres a las oportunidades sidad de instituciones (Kabeer y Subramanian,
y, en última instancia, a las posibilidades de ex- 1996; Kabeer, 2008), entre ellas, las políticas de
pandir sus capacidades y vivir la vida que deseen. protección social.
El argumento básico sobre el que se asienta el Las restricciones de las mujeres dentro de los
análisis reconoce las enormes brechas generadas hogares se reflejan en una posición desventajosa
por la dicotomía filosófica entre lo público y lo en términos de poder, una menor capacidad para
privado, así como la asociación de los hombres a reclamar recursos, con base en la percepción de
lo primero y de las mujeres a lo segundo, lo que que su contribución en términos de recursos es
en términos más concretos se traduce en la di- menor (Luttrell y Moser, 2004).2 Estas restriccio-
visión sexual del trabajo y la asociación de las
mujeres al trabajo doméstico, reproductivo y no
2 Al respecto, Sen (1990) plantea la noción de conflictos
remunerado, en contraste con la dedicación de
cooperativos, según la cual la organización de los tra-
los hombres al trabajo productivo, remunerado bajos y los recursos dentro de la familia es resultado
y fuera de los hogares. Esta dicotomía —estruc- de la negociación entre sus miembros y, en particular,
turada a partir de una tipología de familia en la entre los miembros de la pareja. Se plantea que los
que el hombre actuaba como proveedor mientras miembros de la pareja tienen interés en cooperar para
las mujeres asumían la tarea de la reproducción, elevar su nivel de vida por encima de lo que habría
sido en ausencia del otro miembro de la pareja. Pero el
el trabajo doméstico y de cuidado de personas
conflicto de intereses surge sobre cómo se distribuyen
dependientes (Fraser, 1994; Sainsbury, 1999)— ha
las ganancias de esa cooperación y cómo se asigna el
cristalizado en un patrón desigual de distribu- trabajo remunerado y no remunerado. El conflicto se
ción de recursos y oportunidades entre hombres resuelve a favor del miembro de la pareja con mayor
y mujeres, que no solo no es neutro, sino que está respaldo económico (fall-back). Ese respaldo depende
fuertemente atado a la asignación asimétrica de de las capacidades individuales, los ingresos, la riqueza,
roles y oportunidades, superando los límites na- los derechos jubilatorios, el acceso a apoyos del Estado
u otros familiares. Comúnmente se considera que la
turales que impone el cumplimiento de la función
posición de hombres y mujeres en los trabajos remu-
reproductiva de las mujeres (Orloff, 1993).
nerados fuera de la unidad doméstica es lo que de-
La división sexual del trabajo y la delimita- fine su capacidad de negociación dentro de la unidad
ción de roles que parte de la naturalización de la doméstica y la distribución de los recursos económicos
capacidad de las mujeres para cuidar les asigna entre sus miembros.
23
nes se completan con reglas que operan fuera términos de ingresos se han venido reducien-
de los hogares y que tienden a imponer nuevas do—. Sin embargo, no debe perderse de vista
restricciones a las mujeres. Entre estas reglas se que el enfoque del desarrollo humano requiere
encuentran las asociadas a la valoración social un abordaje multidimensional, que va mucho más
de la autonomía de la mujer (y de vivir sola o de allá del bienestar medido a través de ingresos,
volver a formar pareja), la aceptación social de la y que las opciones de las mujeres solo podrán
violencia de género, la posición desventajosa en expandirse si se fomentan sus capacidades y se
el mercado laboral —marcada por la informali- garantiza la posibilidad de aprovechar y expandir
dad, la segregación y la discriminación— y las las capacidades adquiridas (PNUD, 1995).
limitaciones en la titularidad de ciertos derechos En segundo lugar, se parte de la base de que
(Luttrell y Moser, 2004). las mujeres se encuentran en desventaja para
Estas configuraciones llevan a que ciertas si- acceder a los beneficios que la protección social
tuaciones, que en principio no tendrían por qué otorga y, por ende, tienen menos posibilidades
afectar a unas más que a otros, impacten más de aprovecharla para desarrollar sus capacida-
negativamente en las mujeres. Así, por ejem- des. La desigualdad de género se refleja, como en
plo, las diferencias de género contribuyen a un tantas otras dimensiones, en los sistemas de pro-
procesamiento diferencial de ciertos riesgos de tección social y en sus logros. En otras palabras,
forma tal que, por ejemplo, un shock externo no de la misma forma en que es posible hablar de
impacta de la misma forma en las mujeres que una división sexual del trabajo, es posible hablar
en los hombres, y no lo hace incluso cuando am- de una división sexual de la protección social y el
bos pertenecen al mismo hogar. Las múltiples bienestar (Sainsbury, 1999).
dimensiones de discriminación que las mujeres El tercer supuesto es que la desigualdad de
experimentan desde la infancia las coloca en una género en la protección social se explica por la
posición de mayor debilidad en los períodos de combinación de las desigualdades estructurales,
crisis y, sin duda alguna, en un lugar de mayor de largo aliento, derivadas de la división sexual del
vulnerabilidad respecto a los hombres (Kukrety trabajo y la forma en que las políticas reaccionan
y Mohanty, 2011). para corregir —o no corregir— esas desigualda-
Por esta razón, las políticas de protección des. Se asume aquí que las políticas de protección
social no deberían operar asumiendo que los re- social no son neutrales, y esto es así básicamente
cursos se distribuyen en forma equitativa entre porque: a) aunque no lo reconozcan o expliciten,
hombres y mujeres o que la realidad en la que las políticas buscan modificar comportamientos
buscan incidir es neutral (Sabates-Wheeler y asumiendo cierta relación de causalidad entre
Roelen, 2011). Ni el terreno en que las políticas fenómenos que muchas veces desconoce las
sociales operan es neutral en términos de género, desigualdades previas, y b) no operan sobre un
ni las políticas —aunque frecuentemente no lo terreno neutro, sino que se insertan en uno que se
expliciten— lo son. encuentra profundamente sesgado y que tiende
En definitiva, el análisis que se realiza en este a poner en desventaja a las mujeres respecto de
Cuaderno parte de cuatro supuestos básicos: los hombres (Jones y Holmes, 2010).
El primer supuesto es que la protección so- Finalmente, se entiende que no todos los regí-
cial es un instrumento fundamental para el de- menes de bienestar tienen los mismos resultados
sarrollo de capacidades (UNDP, 1990; Sen, 1999) en términos de igualdad/desigualdad de género,
y, en última instancia, la expansión de opciones ni todas las políticas logran los mismos resultados
para la realización humana. La protección social en esta dimensión (Lewis, 1992; Sainsbury, 1999;
es una de las vías principales para garantizar a Martínez Franzoni, 2008). Las variaciones están
todos los ciudadanos las tres opciones esenciales dadas, por un lado, en el alcance otorgado en
sin las cuales el desarrollo humano parece poco cada caso a la familia como actor importante en
probable: la posibilidad de tener una vida larga y la provisión de bienestar, básicamente a través del
saludable, la capacidad de adquirir conocimientos trabajo no remunerado de las mujeres, y, por otro,
y la posibilidad de acceder a recursos suficientes en la orientación de las políticas para garantizar
para tener un nivel de vida digno (PNUD, 1995). efectivamente el acceso de las mujeres a ciertas
Cierto es que al revisar algunos indicadores se oportunidades. Lo primero está dado por pautas
advierte que la situación de las mujeres ha venido culturales de largo aliento que, aunque modifi-
mejorando —en las últimas décadas, por ejemplo, cables, requieren estrategias de transformación
las brechas que las separan de los hombres en de mediano y largo plazo. Lo segundo se vincula
25
La perspectiva de género aplicada al análisis y la expansión de opciones. Pero, además, el ejer-
de la protección social no solo implica observar el cicio requiere explorar las diferencias entre las
grado en que las políticas promueven (u obstacu- mujeres —comparando, por ejemplo, a las que
lizan) una mayor autonomía y productividad en tienen más ingresos con las que se encuentran
las mujeres, sino en qué medida lo hacen respec- en situación más desventajosa—, haciéndose
to a los hombres, considerando la sostenibilidad estas mismas preguntas.
27
riva de tres factores combinados (Filgueira et al., América Latina, solo superado por algunos países
2005): a) por un lado, la población uruguaya cam- del Caribe8 (CELADE, 2011).
bió, tanto desde el punto de vista demográfico Adicionalmente, las posibilidades que ofrece
como social y cultural; b) por otro, el sistema de el bono demográfico —es decir, el espacio tempo-
protección social no necesariamente ha acusado ral en el que la fecundidad y la mortalidad están
recibo de esos cambios, y c) como resultado de estables en su descenso y todavía el envejeci-
la combinación de los dos anteriores, las políticas miento no se ha incrementado de forma notoria,
—desde diversos planos— han contribuido al sur- lo que ofrece margen para la expansión del gasto
gimiento de nuevos riesgos sociales, frente a los en las generaciones más jóvenes (Varela, 2008)—
cuales el Estado todavía no ha logrado reaccionar. comienzan a agotarse. A su vez, existen señales
Esto terminó por consolidar un modelo de claras de una segunda transición demográfica,
universalismo estratificado (Filgueira, 2001), con que se refleja en una disminución de la nupcia-
cobertura amplia en ciertos pilares, pero altamen- lidad, un aumento de las uniones consensuales,
te diferenciada por la posición en el mercado la- un incremento en las tasas de divorcio,9 la pos-
boral, con condiciones de acceso diferenciales a tergación de los roles adultos vinculados a la vida
la protección social en materia laboral y de salud. familiar —y en particular, la tenencia de hijos—
De esta forma, aunque en la comparación con y el surgimiento de nuevos modelos familiares
otros países de la región los indicadores agrega- (Filgueira, 1996; Cabella, 2007; Cabella, Paredes,
dos mostraban una posición favorable, comenzó Pellegrino, Pollero y Varela, 2008; Ciganda, 2008).
a ser evidente el progresivo desajuste entre el Por otro lado, junto con el avanzado proceso
sistema de protección social y la estructura de de envejecimiento que lo caracteriza, Uruguay
riesgos de la población uruguaya (PNUD, 1999; destaca en la región por las elevadas tasas de fe-
Kaztman y Filgueira, 2001; Filgueira et al., 2005). cundidad en la adolescencia.
Tres procesos de transformación de largo pla- Los impactos de estas transformaciones
zo están presentes en esta secuencia: las trans- sobre las relaciones de género son múltiples,
formaciones demográficas, las productivas y las y los desafíos que han impuesto a las políticas
del mercado laboral, que han sido procesadas en de protección social también. En primer lugar,
forma estratificada. el proceso de envejecimiento y los cambios en
los comportamientos frente al matrimonio y al
Transformaciones demográficas divorcio han contribuido a que los modelos fa-
miliares estén compuestos por adultos mayores
El primer elemento que debe ser considerado que viven solos/as o con personas de su misma
dentro de estas transformaciones es que el país ya edad y que cada vez viven más años. Esto inter-
cursó la primera transición demográfica —cuyos pela no solo al sistema de jubilaciones y pen-
signos más notorios son el descenso sostenido de siones y a las políticas de salud, sino que incre-
la mortalidad y la fecundidad—. Esto se traduce menta y complejiza las demandas de cuidados
en un crecimiento poblacional escaso o nulo, con de la población adulta mayor.10 Pero, además,
niveles de reproducción por debajo de la tasa de este escenario tiene significados distintos para
reemplazo, un aumento de la esperanza de vida varones y mujeres, porque las segundas tienen
y un progresivo envejecimiento de la población mayor probabilidad de transitar la vejez solas y
(Calvo, 2008; Varela, 2008).7 En efecto, Uruguay en situación de mayor vulnerabilidad.
presenta un índice de envejecimiento de 81,7,
lo que lo coloca como el país más envejecido de
8 Barbados, Cuba, Martinica y Puerto Rico, con índices
de 90,0, 100,0, 97,5 y 97,8.
7 La tasa global de fecundidad varió de 2,47 en 1997 a 9 Como señala Cabella (2007), la tasa de nupcialidad
1,93 en 2011, ubicándose nuevamente por debajo de se redujo a la mitad entre 1985 y 2000 (de 22.000
la tasa de reemplazo, situación ya alcanzada en 2004 a 14.000 matrimonios en esos 15 años) y la tasa de
(Varela, Pardo, Lara, Nathan y Tenenbaum, 2014). A su divorcios se incrementó notoriamente en el mismo
vez, el país muestra una tasa de mortalidad estable. período (de 18,7 % a 33,7 %).
Adicionalmente, entre 1997 y 2010 la esperanza de 10 Aguirre (2007) plantea que, dada la invisibilización de
vida al nacer pasó de 74,29 años a 76,23 años. Según los trabajos de cuidados, el Estado propuso una refor-
el Censo 2011, el 14 % de la población tiene 65 o más ma de la seguridad social por los cambios que genera
años de edad, y las proyecciones de población plant- el envejecimiento de la población, pero no elaboró
ean el aumento de esta cifra de forma sistemática en ninguna política pública para atender lo que dicho
los próximos años (véanse detalles en el Anexo). envejecimiento genera en términos de cuidados.
29
en parte se vieron compensados por la expansión Transformaciones
de los servicios, principalmente a través del tu- en el mercado laboral
rismo y de los servicios con alto consumo de no
residentes —restaurantes y hoteles; comercio al Otros cambios estructurales que contribuyen al
por menor; comunicaciones, y servicios financie- desajuste entre la estructura de riesgos y el sistema
ros, entre otros— (Espino y Azar, 2002). de protección social son las transformaciones en
Estos cambios en la estructura productiva im- el mercado laboral. La incorporación masiva de las
pactaron en la calidad de los puestos de trabajo. mujeres al mercado de trabajo es quizá uno de los
Junto con la reducción del empleo en la industria, cambios más importantes experimentados por la
se verificó una reducción del empleo en el sector sociedad uruguaya en las últimas décadas. La par-
público impulsada por la reforma del Estado, que ticipación laboral femenina pasó de 41 % en 1986
buscaba reducir el gasto público (en el marco del a 55 % en 2013 (gráfico 1), pero estas cifras todavía
proceso de liberalización económica y comercial). siguen mostrando una brecha entre los sexos que,
Ello significó la desaparición de sectores en los aunque en descenso, continúa siendo importante
que prevalecían mejores condiciones laborales (Amarante y Espino, 2001; CIEDUR, 2012).
que en el resto en cuanto a salario y estabilidad la- Este aumento responde principalmente a la
boral. El aumento del empleo en el sector terciario mayor participación laboral de las mujeres casa-
y las diferentes formas que asumió la flexibilidad das. Estas, que a principios de los años noventa
laboral fueron acompañados por la expansión del registraban tasas de actividad significativamente
subempleo, la persistencia de la precariedad, y el inferiores a las de las mujeres solteras y las divor-
debilitamiento de los mecanismos de asociación ciadas/separadas, a finales de la década registran
sindical —unido a la desaparición de los consejos tasas similares (52 % y 52,1 % respectivamente)
de salarios16—. Lo más significativo y paradigmáti- (Amarante y Espino, 2001).
co de los noventa fue el crecimiento del producto Esta incorporación de las mujeres al mercado
con aumento del desempleo, mantenimiento de laboral está estimulada, en parte, por la transfor-
la precariedad laboral y aumento de la diferencia- mación en la estructura productiva y el peso del
ción salarial entre trabajadores calificados y no sector servicios —donde se concentran mayores
calificados (Arim y Zoppolo, 2000). oportunidades laborales—,17 la mejora en el nivel
Luego de la crisis de 2002, las tasas de des- educativo, la reducción de la brecha salarial de
empleo y precariedad laboral llegaron a su punto género y los mayores retornos a la educación.
más alto de las últimas décadas. Pero, dado el Pero se mantiene la división sexual del trabajo, ya
cambio de orientación de las políticas a partir que los estudios evidencian el condicionamiento
de 2005, ambos indicadores se redujeron drásti- que la presencia de hijos en el hogar impone a la
camente. Pese a que la estructura productiva se participación laboral y la dedicación al trabajo
mantiene casi incambiada (las exportaciones se remunerado de las mujeres, a diferencia de los
basan en bienes agroindustriales), el crecimiento hombres (Espino, Leites y Machado, 2009).
económico ininterrumpido que se verifica desde Con el ingreso de las mujeres al trabajo remu-
esa fecha ha estado acompañado de un aumen- nerado, una serie de lógicas de funcionamiento
to del empleo y una mejora en su calidad, tanto familiar comenzaron a cambiar en función de la
en términos de cobertura de la seguridad social nueva realidad. La salida de la mujer al espacio
como de los niveles salariales. Ambos resultados público introdujo un cambio en las familias, que
se lograron mediante políticas dirigidas a atender comenzaron a cambiar su fisonomía: pasaron a
específicamente esas situaciones. tener dos perceptores de ingresos y a pensar en
Los impactos de estos cambios en términos la reproducción también en función de los logros
de las desigualdades de género se procesan a de las mujeres en ese mundo público (Aguirre y
través del mercado laboral y se abordan en la Scuro, 2010).
próxima sección.
70
60
50
40
30
20
10
0
1986 1989 1992 1995 1998 2001 2004 2007 2010 2013
Hombres Mujeres
FUENTE: CIEDUR (2012) Y ACTUALIZACIÓN PROPIA.
45
40.2 MUJER
36.5
30
15 15.8 HOMBRE
0
HOMBRES MUJERES 0 20 40 60 80 100
31
remunerado y solo 21 % al no remunerado, mien- cando los términos en que se estructuraban las
tras las mujeres realizan la doble jornada laboral relaciones entre hombres y mujeres o, en otras
(mitad del tiempo al trabajo remunerado y la otra palabras, introduciendo cambios en algunas de las
mitad al trabajo no remunerado) (gráfico 3). Como fuentes históricas de la desigualdad de género. El
resultado, las mujeres trabajan en total 5 horas resultado es que aquellas políticas de protección
más por semana que los hombres: 10 horas menos social diseñadas para cubrir a los hogares nuclea-
en trabajo remunerado y 20 horas más en trabajo res biparentales, donde había una pareja casada
no remunerado (CIEDUR, 2012). en la que el hombre trabajaba para proveer de
En definitiva, la incorporación de las mujeres recursos al hogar y su esposa se dedicaba a las ta-
al mercado laboral trajo aparejada la agenda de reas domésticas y al cuidado de los niños o adultos
la conciliación entre mundo privado y el mundo mayores, ya no son efectivas para cubrir a la mayor
público, entre trabajo remunerado y no remune- parte de la población. Más aún, a medida que las
rado. También puso de manifiesto, como en otros generaciones más jóvenes van avanzando en el
países de la región, lo que se ha dado en llamar ciclo de vida, estas políticas cubren a una porción
crisis del cuidado (CEPAL, 2010b)19 o déficits de cui- cada vez más minoritaria de las familias uruguayas.
dados, por la sobrecarga que impone la suma de Además, la visión con que se diseñaron esas polí-
los tiempos necesarios para cuidar y trabajar en ticas mantenía los derechos de las mujeres subor-
forma remunerada. dinados a los hombres. No buscaban transformar
Las mujeres con baja calificación enfrentan las desigualdades de género, sino consolidarlas.
restricciones a su inserción laboral y su autono- Pero este no es el único elemento relevante en
mía económica, porque la carga de cuidado que el análisis de las diferencias de género del sistema
mantienen, unida a las precarias oportunidades de protección social actual. De hecho, casi tan
de empleo que se les ofrecen, las mantiene en un importante como acusar recibo de las transfor-
circuito de inactividad y desempleo. Las mujeres maciones de largo plazo es reconocer que estos
con bajo nivel educativo se insertan en sectores cambios han ocurrido sin que el Estado haya dado
de baja productividad (sector informal)20 o per- pasos importantes para garantizar condiciones de
manecen desempleadas (CEPAL, 2012b). igualdad para todas las mujeres. Esta situación se
pone de manifiesto en distintas áreas.
Procesamiento estratificado Por ejemplo, las mujeres han enfrentado –y
de los cambios siguen enfrentando— enormes dificultades para
divorciarse y lograr autonomía económica, de-
La sección anterior muestra que las transforma- bido a la ausencia de políticas que reconozcan
ciones demográficas y del mercado laboral han adecuadamente: a) el trabajo no remunerado
calado hondo en la sociedad uruguaya, modifi- como un aporte tangible a la sociedad, y b) los
obstáculos que enfrentan para alcanzar puestos
de trabajo en sectores de mayor productividad y
19 La crisis del cuidado refiere al envejecimiento de la po-
mejor remunerados. Esto ocurre en todas las cla-
blación junto con una presencia todavía importante de
niños y niñas, y el aumento del número de personas con ses sociales, pero es en los sectores de menor nivel
necesidades de cuidados especiales implica que la de- educativo y de ingresos donde se convierte en un
manda de cuidados ha aumentado, y se espera que au- obstáculo fuerte para el desarrollo y la expansión
mente aún más en los próximos años en nuestra región. de las capacidades de las mujeres. Algo muy si-
Por otro lado, la oferta tradicional de estos cuidados por milar ocurre con el ingreso al mercado laboral:
parte de las mujeres estaría disminuyendo debido a su
es cierto que las cifras agregadas muestran una
inserción creciente en el mercado laboral y a las trans-
evolución muy positiva en las tasas de actividad
formaciones en la dinámica de las familias y el tamaño
de los hogares. Sin embargo, Esquivel (2011) plantea y niveles relativamente altos comparados con
que la apelación al término de crisis puede ser riesgosa los del resto de la región, pero este promedio se
porque evoca la idea de perentoriedad, cuando se trata compone de tasas muy elevadas entre las mujeres
de un fenómeno de mediano y largo plazo. de mayores ingresos y bastante más bajas entre
20 El empleo en sectores de baja productividad (o sector las mujeres de sectores más pobres (gráfico 4).
informal) incluye a ocupados en microempresas (en
Por otro lado, esta pauta también es visible en
establecimientos que ocupan hasta cinco personas),
las trayectorias de las mujeres jóvenes actuales,
empleo doméstico y trabajadores independientes no
calificados, lo que refiere a trabajadores por cuenta donde coexisten dos proyectos de vida: por un
propia y familiares no remunerados sin calificación lado, en los sectores de más ingresos/educación,
profesional o técnica. un retraso de la primera unión y de la tenencia
100
90
80
70
60
50
40
30
QUINTIL I QUINTIL V
20
10
0
1990 1994 1997 1999 2002 2005 2007 2009 1990 1994 1997 1999 2002 2005 2007 2009
Hombres Mujeres
FUENTE: ELABORACIÓN PROPIA BASADA EN DATOS DE ENCUESTAS DE HOGARES.
Gráfico 5. Ratios de paridez media de del primer hijo; por otro lado, en los sectores de
mujeres con primaria incompleta respecto a menos ingresos/educación, una unión temprana
paridez media de mujeres con universidad seguida de una maternidad inmediata. En ese
completa. Evolución 1996-2006 sentido, es clara la pauta estratificada con que
12 se han procesado la baja de la fecundidad y la
10 postergación de la maternidad (Cabella y Pollero,
8
2004; Paredes y Varela, 2005; Varela, 2008).
Esta pauta de empobrecimiento de la repro-
6
ducción (Varela et al., 2008: 36) surge de consta-
4
tar que las mujeres de los sectores pobres tienen,
2
en promedio, más hijos que las de los sectores
0 de más ingresos. Este fenómeno, ampliamente
20 a 24 25 a 29 30 a 34 35 a 39 40 a 44 45 a 49
años años años años años años documentado, hace que una proporción mayo-
1996 2006 ritaria de los niños que nacen en el país lo hagan
FUENTE: ELABORACIÓN BASADA EN VARELA, POLLERO Y FOSTIK (2008). en hogares pobres, una pauta de infantilización de
3,5
AMÉRICA LATINA URUGUAY
3
2,5
1,5
0,5
0
1990 2000 2010 1990 2000 2010
Niños y adolescentes / Población en edades activas Niños y adolescentes / Población total Niños y adolescentes / Población adulta
33
la pobreza que está presente en el país desde los Kaztman y Filgueira, 2001), lo que, sumado a las
años ochenta (Terra y Hopenhaym, 1986; PNUD, tendencias antes mencionadas, delinea un pano-
1999; Kaztman y Filgueira, 2001) y que, pese a los rama extremadamente complejo, con implicacio-
logros sociales recientes, no solo no ha disminuido, nes importantes para, por ejemplo, la inserción
sino que parece haberse reforzado (Rossel, 2013). laboral y la carga de trabajo no remunerado y
La desigualdad de género está en la base de los cuidados.
los mecanismos que operan en la reproducción En definitiva, los cambios demográficos y las
intergeneracional de la pobreza, una configu- transformaciones respecto al mercado laboral no
ración compleja, con rasgos estructurales, que fueron procesados por todos los sectores sociales
mina las posibilidades de las políticas públicas de la misma forma y esto es, en buena medida,
de protección social para revertir los sesgos en producto de que han sido las familias —y no las
detrimento de la infancia y la adolescencia (CEPAL, políticas de protección social— las que han car-
2010b; CEPAL, 2012a; Rossel, 2013). gado con los costos del cambio.
La estratificación de los cambios demográfi- El esquema que sigue sintetiza las transforma-
cos se refleja también en la concentración de los ciones descritas, la pauta estratificada con que se
hogares monoparentales con jefatura femenina han procesado y sus implicaciones para el sistema
en los sectores más desfavorecidos (PNUD, 1999; de protección social:
Sobrerrepresentación femenina
(y juvenil) en el desempleo
Los sistemas de protección social suelen ciones de género propias de los mercados
perseguir diversos objetivos, muchas veces laborales, sino que han incorporado las pro-
de manera concurrente. Pueden proponerse pias, con diseños que nuevamente niegan
atender los riesgos propios de la vida de las las desigualdades de género sobre las que
personas, distribuyendo —con distintos crite- se recuestan.
rios— beneficios ante ciertas contingencias; En los últimos años, algunos países de
pueden tratar de sostener estándares de vida la región han comenzado a visibilizar estas
alcanzados por el intercambio en el merca- dimensiones de la desigualdad y a procurar
do o, por el contrario, comprometerse con la estrategias para atenderlas. Revisar las poten-
transformación de los resultados desiguales cialidades y también los riesgos de estos pro-
de las relaciones mercantiles. cesos es importante para avanzar en un cami-
Este último aspecto cobró relevancia en no igualitario. Al respecto, pueden señalarse:
los últimos años en América Latina, donde la
preocupación por la desigualdad se incremen- 1. la importancia de ampliar las coberturas
tó, junto con la recuperación de la legitimidad de la seguridad social, y de hacerlo con
del Estado para intervenir en la economía y en una pretensión universalista;
los resultados de la dinámica socioeconómica 2. el riesgo de que esta extensión profundice
en términos de bienestar. una segmentación generizada de las pro-
Las instituciones de protección social apa- tecciones (con las mujeres concentradas en
recen en este contexto como una herramienta la base de las pirámides de los beneficios);
indispensable, y el abordaje de sus dimensiones 3. el peligro que encierran las estrategias
de género, como una cuestión clave para dar maternalistas (aquellas que atienden a las
cuenta de los elementos que consolidan pero mujeres en cuanto madres y lo hacen im-
también podrían transformar los mecanismos poniéndoles visiones de lo que es ser buena
de reproducción de la desigualdad. madre) para la autonomía de las mujeres;
En efecto, como lo deja muy en claro este 4. la importancia de accionar sobre las raíces
Cuaderno de Desarrollo Humano, los siste- de las desigualdades de género, incluyen-
mas de protección social construidos con la do a los servicios y prestaciones de cuida-
pretensión de neutralidad en términos de do como ejes de sistemas de protección
género resultaron, en realidad, ciegos a esta social inclusivos.
dimensión innegable en las relaciones socia-
les y económicas en que operan. Como conse- Se trata de avanzar hacia la ampliación
cuencia, estas instituciones se convirtieron en de coberturas universales y homogéneas en
muchos casos en mecanismos de reproduc- sus alcances, que atiendan simultáneamente
ción de desigualdades de género. las necesidades específicas de las personas
El caso de los seguros sociales construi- y los grupos familiares y que aborden en un
dos en torno a la posición de las personas en sentido transformador los mecanismos re-
el mercado laboral es muy representativo de productores de la desigualdad. Es un camino
esta situación. La menor y peor participación inevitable para quienes aspiramos a vivir en
histórica de las mujeres en el mundo del traba- sociedades más justas, que amplíen las op-
jo remunerado —como consecuencia, entre ciones de vida de las personas y fortalezcan
otros aspectos, de la desigual distribución de la capacidad de las mujeres para ejercer su
las responsabilidades domésticas y de cuida- ciudadanía de una manera plena.
do— se replica en la cobertura y los beneficios
de los sistemas de protección social. Debido a Corina Rodríguez Enríquez
sus débiles registros contributivos, las mujeres Magíster en Políticas Públicas
acceden menos a las prestaciones y, cuando lo Investigadora del Consejo Nacional de Inves-
consiguen, con menores beneficios. tigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y
Las instituciones de protección social el Centro Interdisciplinario para el Estudio de
no solamente han replicado las discrimina- Políticas Públicas (CIEPP) en Buenos Aires
35
5. Protección social y desigualdades
de género en Uruguay
37
en el mercado laboral (si son activas o inactivas, cipación laboral de las mujeres de 15 a 49 años
ocupadas o desocupadas y, dentro de cada una en el primer quintil de ingresos, la presencia de
de esas categorías, la condición o el puesto de niños pequeños en el hogar parece operar como
trabajo que ocupan).2 una restricción: la tasa de participación entre las
mujeres que viven en hogares con presencia de
Participación laboral y desempleo niños pequeños es sistemáticamente menor que
la registrada entre las que viven en hogares con
Dentro del grupo de personas inactivas, meno- niños en edad escolar o adolescentes. Esta es una
res de 60 años y que no estudian, se encuentran tendencia que no muestra variaciones significati-
principalmente las mujeres responsables de los vas en las últimas dos décadas (véase el gráfico 7).
quehaceres domésticos en el hogar. Según estima-
ciones recientes, esas mujeres suman 150.000,3 y Gráfico 7. Tasa de participación laboral de
muchas de ellas (cerca de 60.000) declaran que «no mujeres de 15 a 49 años del primer quintil
buscaron trabajo ni instalaron su propio negocio de ingresos, según edad de los niños y
por no tener tiempo, dado su trabajo doméstico, adolescentes en el hogar. Evolución 1990-
2009. En porcentajes
el cuidado de niños/as o personas dependientes».4
Estos números dejan claro que la afiliación directa
65
a la seguridad social excluye a una franja impor-
tante de la población femenina por dedicarse a las 60
tareas de cuidado o, en el mejor de los casos, prevé
una cobertura derivada de la inserción laboral del 55
20
15
10
5
AMÉRICA LATINA URUGUAY
0
1990 1994 1997 1999 2002 2005 2008 2010 1990 1994 1997 1999 2002 2005 2008 2010
vez más, que los logros en esta materia han favore- O, dicho en otras palabras, la carga de cuidados (la
cido sobre todo a los hombres (véase el gráfico 8). edad de los niños en el hogar) solo opera como un
A su vez, si bien es reconocido que el proble- factor relevante en el desempleo de las mujeres de
ma del desempleo está claramente asociado a la menores recursos, mientras que entre las de mayores
edad y es mayor para los más jóvenes (menores de ingresos no parece ser relevante (véase el gráfico 10).
30 años), en las mujeres la incidencia de las edades A su vez, el acceso de las mujeres al seguro por
centrales (entre 30 y 59 años) es más importante desempleo en todas la ramas de actividad ha sido
que para los hombres (véase el gráfico 9). históricamente menor que el de los hombres. A pe-
sar de que ha mejorado entre las trabajadoras del
Gráfico 9. Población desocupada por tramos servicio doméstico (dada la ley 18.065, que les reco-
de edad según sexo. 2012. En porcentajes noce este beneficio), lo que llevó a que el número de
70 estas mujeres que acceden al seguro de desempleo
se cuadriplicara entre 2007 y 2013 (pasó de algo
60
más de 500 a 2.300), el porcentaje es aún el 42 % de
50
las altas al seguro de los hombres (Santos, 2014).7
39
Gráfico 10. Tasa de desempleo de mujeres de 15 a 19 años, según edad de los niños y
adolescentes en el hogar y quintiles de ingreso per cápita. Evolución 1990-2009
45
40
35
30
25
20
15
10
0
1990 1994 1997 1999 2002 2005 2007 2009
0,40
porcenta je de no registro
0,35
0,30
0,25
2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2098 2010 2011 2012
Hombres Mujeres Total
Gráfico 12. Proporción de ocupado sin registro en la seguridad social, según sexo y nivel de
ingresos del hogar. Evolución 2001-2011. En porcentajes
100
HOMBRES MUJERES
90
80
70
60
50
40
30
20
10
0
2001 2004 2007 2010 2001 2004 2007 2010
70
60
50
40
30
20
10
0
1990 1999 2009 1990 1999 2009
NOTA: EL EMPLEO EN SECTORES DE BAJA PRODUCTIVIDAD INCLUYE A OCUPADOS EN MICROEMPRESAS Y ESTABLECIMIENTOS QUE OCUPAN HASTA CINCO
PERSONAS), EMPLEO DOMÉSTICO Y TRABAJADORES INDEPENDIENTES NO CALIFICADOS, LO QUE REFIERE A TRABAJADORES POR CUENTA PROPIA Y
FAMILIARES NO REMUNERADOS SIN CALIFICACIÓN PROFESIONAL O TÉCNICA.
FUENTE: ELABORACIÓN PROPIA BASADA EN LAS ENCUESTAS DE HOGARES.
41
de los cuidados y cómo ello se vincula con la desva- En términos generales, el conjunto de los tra-
lorización social de estas tareas, dado que las han bajadores que aportan a la seguridad social está
realizado históricamente en forma no remunerada cubierto por el instituto de la seguridad social
y sin cobertura de la seguridad social (Espino, 2000; —Banco de Previsión Social (BPS)—, que abarca
Amarante y Espino, 2008b; Aguirre, 2013). La tabla al 92 %. Pero hay otros regímenes vinculados a
1 muestra que, siendo 26,4 % el nivel promedio sectores de trabajadores, como la Caja de Profe-
de falta de cobertura de la seguridad social para sionales Universitarios y la Caja Notarial —que
las mujeres en el sector de los cuidados, tanto en nuclean a los profesionales que realizan ejercicio
el hogar como en instituciones, en el servicio do- libre de la profesión y cubren al 2,4 %—, la Caja
méstico es significativamente superior. Bancaria —que comprende a los trabajadores del
sector financiero8 (1,1 %) tanto público como pri-
Tabla 1. Proporción de ocupadas sin registro vado— y las Cajas Militar y Policial —que pertene-
en la seguridad social. 2011. En porcentajes cen al sector público y abarcan al restante 4 %—.
A su vez, en el BPS se diferencian los requisitos
Hogares Instituciones de aportes y los beneficios para los trabajadores
dependientes según si pertenecen al sector pú-
Cuidadoras de niñas/os 79,2 49,2
blico o privado, y dentro del sector privado hay
Cuidadoras de ancianas/os 79,3 44,3 distintos regímenes de aporte, según si pertene-
Servicio doméstico 52,7 — cen al sector Industria y Comercio, Construcción,
Rural o Servicio Doméstico.
FUENTE: ESPINO Y SALVADOR (2013). Los trabajadores no dependientes pueden ser
patrones e inscribirse como empresa unipersonal,
Por último, también es interesante resaltar que admite tener un cónyuge o concubino colabo-
que hay una importante desigualdad territorial rador y algún empleado, o como sociedad de hecho,
en los niveles de informalidad en el empleo. En que incluye al titular con uno o varios socios. En
tres de los cuatro departamentos donde el nivel ambos casos, según el monto del negocio, pueden
de informalidad es mayor (Artigas, Rivera y Treinta inscribirse bajo el régimen de Monotributo,9 que
y Tres, en los que ronda el 40 %) la brecha de gé- es un instrumento generado para contribuir a la
nero también es relevante. En Artigas el nivel de formalización del empleo en este sector.
informalidad de las mujeres es 48 %, contra 38 % Los beneficios que brinda la seguridad social
de los hombres; en Rivera es 47 % y 43 %, y en a los trabajadores dependientes son más amplios
Treinta y Tres, 41 % y 35 % respectivamente. En los que los que ofrece para los no dependientes.
demás departamentos es significativa la brecha En su vida activa los trabajadores dependientes
en Paysandú (34 % contra 30 %), en Salto (39 % cuentan con un seguro de enfermedad para acce-
contra 33 %) y en Tacuarembó (36 % contra 31 %). der al sistema de salud, un subsidio por enferme-
En el resto del país, los niveles de informalidad dad, derecho a licencia y subsidio por maternidad
son altos en Cerro Largo (45 %), en las localidades y paternidad y subsidio para cuidados del recién
menores de 5000 habitantes —sin zonas rurales—
(donde ronda el 36 %) y en la zona marginal de 8 Incluye a los empleados bancarios y de empresas ad-
Montevideo (donde se ubica en 30 %), cuando el ministradoras de crédito, de cooperativas de ahorro y
promedio para la capital del país es 19 %, pero no crédito y de empresas que presten servicios de trans-
se evidencian diferencias significativas en térmi- porte de valores.
9 El régimen de Monotributo se creó en 2001, pero tomó
nos de género (Rodríguez, 2014).
más impulso en 2007, cuando se introdujeron ciertas
modificaciones en la Ley de Reforma Tributaria para fa-
El régimen de afiliaciones cilitar su acceso. El objetivo era contribuir a la formaliza-
y los beneficios del seguro social ción del sector de ocupados por cuenta propia. Luego
existen las sociedades por contrato, que pueden tener
En Uruguay existen distintos regímenes de afilia- diferentes formas jurídicas (sociedad anónima, socie-
ción a la seguridad social y, a su vez, los benefi- dades de responsabilidad limitada, etcétera). Además,
se creó en 2011 el Monotributo Social del MIDES, que
cios se diferencian según la categoría ocupacional
es un régimen especial para emprendimientos per-
(asalariado, cuenta propia, patrón, miembro de
sonales o asociativos (sin empleados), al cual pueden
cooperativa de producción, trabajador familiar no acceder las personas que integran hogares por debajo
remunerado, trabajador de un programa público de la línea de pobreza o en situación de vulnerabilidad
de empleo). socioeconómica.
Tabla 2. Beneficios sociales previstos para las distintas categorías de ocupación del BPS
Si aportan Si son de
Si cotizan 13 a Industria Industria y
jornadas de y Comercio Comercio o
Solo en
trabajo o más, o con un límite Rural, con
caso de ser
tienen ingresos de hasta 5 cónyuge
Solo tienen Tienen la monotributistas
Con la reforma superiores a 1,25 dependientes colaborador
la opción si opción si tienen la opción,
de la salud BPC. Para los que y sin cónyuge y hasta un
Seguro de son de Rural realizan si realizan un
ingresaron al no cumplan esas colaborador. dependiente (o
enfermedad y realizan un aporte aporte adicional.
mismo régimen condiciones, Si aportan a tres en época
un aporte adicional. Si no son
que los privados es opcional. Si la Caja Rural de zafra), tienen
adicional. monotributistas,
están en seguro y optan por la opción si
no tienen esa
de paro, también esta cobertura realizan un
opción.
tienen cobertura (con el mismo aporte adicional.
de salud. límite de
dependientes).
A partir del
1/1/2013,
perciben el
70 % del valor
ficto patronal
Tienen derecho o categoría por
luego del tercer la cual aportan
día de ausencia efectivamente al
y cobran un mes del último
Con un
70 % de su día trabajado,
justificativo Les Les Solo si son
salario, más con un tope de Les corresponde
médico cobran corresponde corresponde monotributistas
Subsidio por la cuota parte $ 16.994,73, más si contratan
el salario por si contratan si contratan y optaron por
enfermedad del aguinaldo la cuota parte el seguro de
cada día de el seguro de el seguro de el seguro de
correspondiente, de aguinaldo, enfermedad.
ausencia en el enfermedad. enfermedad. enfermedad.
con un tope de 6 y quedan
trabajo.
BPC mensuales exonerados
en el año 2013, de los aportes
que llegará a 8 tributarios
BPC en 2015. por su sueldo
ficto durante
el período
de amparo al
subsidio por
enfermedad.
43
Patrones de empresa unipersonal Cónyuges colaboradores
Tipo de Asalariados Asalariados Socios en sociedad
beneficio públicos privados Sin Sin Con de hecho
Con Monotributo
Monotributo Monotributo Monotributo
Con hasta un
14 semanas.
Licencia y 13 semanas dependiente, Igual beneficio
100 % del
subsidio por 100 % del igual beneficio que asalariados No No No
promedio de los
maternidad salario vigente que asalariados privados.
últimos 6 meses.
privados.
3 días corridos
Con hasta un
del empleador
dependiente, Igual beneficio
Licencia y + 3 días corridos
igual beneficio del BPS que
subsidio por 10 días hábiles del BPS en 2014 No No No
del BPS que asalariados
paternidad (que aumentan
asalariados privados.
a 7 en 2015 y a
privados.
10 desde 2016).
Luego de la
licencia por
maternidad,
padre o madre
Medio horario
pueden reducir
por lactancia
la jornada de Con hasta un
hasta los
trabajo a la dependiente, Igual beneficio
Subsidio para seis meses
mitad (en forma igual beneficio que asalariados No No No
cuidados de edad del
alternada) hasta que asalariados privados.
niño, o según
los 4 meses de privados.
indicación
edad en 2014,
médica.
los 5 meses en
2015, y los 6
meses desde
2016.
Tienen partida
Asignaciones Si perciben un
equivalente,
familiares salario inferior a No No No
sin tope de
(contributivas) las 10 BPC.
ingresos.
FUENTE: ELABORACIÓN PROPIA BASADA EN INFORMACIÓN DEL BPS Y EL MIDES. EN EL ANEXO 2 SE PRESENTA UN MAYOR DETALLE DE ESTAS PRESTACIONES.
En términos generales, los trabajadores asala- 6,5 bases de prestaciones y contribuciones (BPC),
riados del sector público son quienes reciben más según si tenían hijos o no. Pero, desde la reforma
beneficios sociales, seguidos de los asalariados del Sistema Nacional Integrado de Salud (SNIS) y la
privados y, por último, los titulares y cónyuges entrada en vigencia del beneficio de cuota mutual
colaboradores de empresas con la opción de afi- para cónyuges o concubinos/as de trabajadores/as
liarse al régimen de seguro de enfermedad. Entre beneficiarios/as del sistema, se incorporaron (al 30
los asalariados públicos y privados, los beneficios de noviembre de 2013) 135.420 cónyuges (de los
se diferencian también según los convenios labo- cuales la mayor parte son mujeres). Esto significa
rales que hayan firmado. que un número importante de mujeres que no
Las cónyuges colaboradoras, que son una fi- reciben el beneficio de cuota mutual por derecho
gura principalmente femenina tanto en el ámbito propio lo han obtenido a través de este régimen.
urbano como rural, no tienen derecho a licencia Pero un aspecto importante de la figura del
por maternidad ni a subsidio por enfermedad, y cónyuge colaborador en términos de desigualdad
solo accedían al seguro de salud si pertenecían a de género tiene que ver con los derechos que
una empresa monotributista y optaban por ese las mujeres enajenan cuando se inscriben en la
sistema, realizando un aporte de 9,5 % u 11 % de seguridad social bajo esta modalidad. Como plan-
45
«finalizó la zafra», el 54 % son mujeres y, de ellas, Protección a la vejez
una porción importante declara ser inactiva «por
ser la responsable de los quehaceres del hogar» El sistema previsional uruguayo fue creado tem-
(el 37 %, que representa a 7.800 mujeres). El resto pranamente y logró un nivel importante de con-
son desocupadas propiamente dichas —o sea, solidación, lo que lo ha colocado sistemáticamen-
que buscan otro tipo de trabajo, pero no lo en- te entre los sistemas de jubilaciones y pensiones
cuentran— o estudiantes. Como es reconocido, —que combinan componentes contributivos
esta población que trabaja en forma zafral sufre y no contributivos— con mayor cobertura en
importantes problemas de cobertura de la seguri- América Latina (Mesa-Lago, 1991; CEPAL, 2006;
dad social. En 2007, el 75 % no tenía seguro social Rodríguez y Rossel, 2009).
y el 44 % pertenecía al primer quintil de ingresos Desde una perspectiva comparada, el sistema
(Salvador, Pradere y Rojo, 2008). tiene rasgos claros de un modelo que apuesta
Entre las mujeres que ingresan al mercado por la protección cuasiuniversal, pero que se en-
laboral, hay quienes sufren problemas de dis- cuentra estratificado, tanto en cobertura como
criminación laboral reflejados en la segregación en beneficios y condiciones de acceso (Filgueira,
ocupacional (vertical y horizontal) y en las brechas 1999; Rodríguez y Rossel, 2009). Este rasgo se
salariales. Ello se verifica tanto para mujeres califi- plasma en una trayectoria de construcción que
cadas como para no calificadas. El hecho de que las fue incorporando progresivamente a distintos
mujeres insertas en el mercado laboral estén más sectores de la población durante el siglo XIX y la
calificadas que los hombres contribuye a reducir primera mitad del siglo XX (Papadopulos, 1992;
el efecto de la segregación ocupacional sobre la Filgueira y Filgueira, 1994), y que a partir de ese
brecha salarial, pero entre las más calificadas ese momento logró cubrir a la enorme mayoría de las
efecto se reduce y por ello la brecha salarial en la categorías de trabajadores públicos y privados.
población con educación terciaria es mayor (Espi- Como resultado de este largo proceso, Uruguay
no, Salvador y Azar, 2014). Esto claramente impacta se ubica en el primer lugar de América Latina
en el monto de la jubilación al que las mujeres ac- (85,6 %) en términos de cobertura de jubilacio-
ceden por sufrir distintas discriminaciones: porque nes y pensiones en personas de 65 años y más
no logran tener trayectorias laborales similares a (CEPAL, 2013c). En otras palabras, esto indica que
pesar de contar con igual o mejor educación o bien en Uruguay más de ocho de cada diez adultos
porque, aunque registren una trayectoria laboral mayores de 65 años reciben una jubilación, una
similar, el nivel salarial al que acceden es más bajo. pensión o ambas cosas.
Por lo tanto, las desigualdades de género en el Este destacado lugar que Uruguay ocupa en
mercado laboral se reproducen en el sistema de la región parece guardar cierta relación con el
seguridad social, afectando a las mujeres de los lugar en que queda el país cuando se examina
distintos estratos sociales. la cobertura previsional de los adultos mayores
100
80
60
40
20
0
Argentina
(2011)
Uruguay
(2011)
Brasil
(2011)
Chile
(2011)
México
(2011)
Costa Rica
(2011)
Paraguay
(2011)
América
Latina *
Panamá
(2011)
El Salvador
(2010)
Guatemala
(2006)
Bolivia
(2009)
Honduras
(2006)
Rep. Domunicana
(2011)
Colombia
(2011)
Ecuador
(2011)
Perú
(2011)
* PROMEDIO SIMPLE
FUENTE:ELABORACIÓN PROPIA BASADA EN DATOS DE CEPAL (2013C).
Hombres Mujeres
Una de las señales más evidentes de la desigual-
dad de género en el sistema previsional uruguayo
FUENTE: ELABORACIÓN PROPIA BASADA EN DATOS DE LA ENCUESTA DE es la desventaja que experimentan las mujeres
HOGARES 2012.
en el acceso a jubilaciones. En la actualidad,
apenas el 60 % de las mujeres de 65 años y más
desde una perspectiva de género. En efecto, Uru- se encuentran jubiladas, y esta proporción no
guay se encuentra, junto con Argentina, Brasil muestra variaciones significativas en la última
y Chile, entre los países con menor brecha de década. Cierto es que la distancia entre muje-
género en la cobertura previsional (es decir, res y hombres en este indicador se ha reducido
entre los que el porcentaje de cobertura de las algo, pero eso se explica básicamente por el leve
mujeres se ubica apenas por debajo —97,8 %— descenso en la proporción de jubilados entre los
del de los hombres) (Santos, 2008; CEPAL, 2012b) segundos (de 86,7 % en 2002 a 82,2 % en 2011)
(gráfico 15). (véase el gráfico 17).
Esta situación se explica, en buena medida, Cuando se analiza la composición de esta evo-
por el impacto de un conjunto de políticas de lución agregada es notorio el patrón diferencial
larga data en la protección social uruguaya: las con que se comporta el acceso a jubilaciones entre
pensiones contributivas y no contributivas, trans- hombres y mujeres. En los primeros, es claro el
ferencias que tienden a compensar —al menos en descenso generalizado, aunque leve, de la propor-
términos de cobertura— la desventaja estructural ción de jubilados en todos los estratos de ingreso.
que las mujeres enfrentan en el acceso a jubilacio- En las mujeres, en cambio, en el quintil de menos
nes. Como ha sido largamente documentado en recursos la proporción de jubiladas disminuye,
numerosas investigaciones previas (CEPAL, 2006; pero tiende a aumentar significativamente en los
Marco Navarro, 2004 y 2007; Rodríguez y Rossel, estratos superiores de ingreso (véase el gráfico 18).
Gráfico 17. Porcentaje de personas de 65 años y más que declaran estar jubiladas, según
sexo. Evolución 2002-2011
100
90
80
70
60
50
40
2002 2003 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011
47
Gráfico 18. Porcentaje de personas de 65 años y más que declaran estar jubiladas,
según sexo y quintiles de ingreso per cápita. Evolución 2003 y 2011
100
2003 2011
90
80
70
60
50
40
30
20
Quintil I Quintil II Quintil III Quintil IV Quintil V Quintil I Quintil II Quintil III Quintil IV Quintil V
Hombres Mujeres
En definitiva, la leve reducción de la brecha de del valor de sus pares del quintil más rico, en 2011
género en el acceso a las jubilaciones en la última llegaba a 82 % (véase el gráfico 20).
década (de 0,74 a 0,78 en el quintil IV y de 0,73 a El otro punto relevante es que, además de
0,86 en el quintil V), frente a la nula variación de la desigualdad en el acceso a jubilaciones, los
la brecha en el quintil I (0,51 en 2003 y 2011), tuvo montos que las mujeres perciben una vez que
lugar básicamente por el incremento de acceso a acceden al beneficio son considerablemente más
jubilaciones de las mujeres de mayores ingresos, bajos que los de los hombres. Como se observa
mientras que en los quintiles de menores recursos en el gráfico 21, los montos de las jubilaciones de
—donde la desventaja de las mujeres es más pro-
funda— se mantuvo estable (véase el gráfico 19). Gráfico 20. Ratio quintil I/quintil V de
Como resultado de esta tendencia, el acceso a personas de 65 años y más que declaran
las jubilaciones se ha tornado más desigual entre estar jubiladas, según sexo. 2003 y 2011
las mujeres. En el año 2003, la proporción de ju- 0,90
biladas del quintil I representaba el 56 % de la de
0,80
jubiladas del quintil V, mientras que en 2011 había
descendido a 47 %. En contraste, entre los hombres 0,70
90
80
70
60
50
40
30
20
10
0
Decil I Decil II Decil III Decil IV Decil V Decil VI Decil VII Decil VIII Decil IX Decil X
Hombre Mujer
FUENTE: ELABORACIÓN PROPIA BASADA EN MICRODATOS DE LA ECH DEL INE.
las mujeres representan en la actualidad apenas (tanto para la jubilación común como para la ju-
el 67,0 % de los que perciben los hombres, y esta bilación por edad avanzada).15 En el caso de la
proporción no ha variado significativamente en jubilación común, con la ley 18.395, de 2008, se
la última década. flexibilizó el acceso a la jubilación a partir de los
Otra forma de observar el mismo fenómeno es 30 años de servicio, pero con tasas de reemplazo16
a través de la distribución de hombres y mujeres más bajas (45 %).17 En el caso de la jubilación por
cuando los ingresos jubilatorios se analizan por edad avanzada, se flexibilizó la edad para acceder
deciles. El decil más bajo de las jubilaciones está a la jubilación (de 70 a 65 años), pero con mayor
compuesto en un 76 % por mujeres (apenas 24 % número de años de servicio (25).18 Esta informa-
de hombres), mientras que el peso de las mujeres ción se presenta en las tablas 3 y 4.
en el decil más alto es de apenas 32 %, frente a Según Scardino (2009), antes de la flexibiliza-
68 % de hombres (gráfico 22). ción (en el período 2002-2007) los años de servicio
Como han documentado distintas investiga- reconocidos de los hombres para la jubilación co-
ciones, el origen de esta desventaja está ligado a mún y para la jubilación por edad avanzada eran
cuestiones normativas, como las reglas de acceso superiores a los de las mujeres. Con el mínimo se
a la jubilación y la forma de cálculo del reemplazo jubilaban el 31 % de las mujeres y solo el 9 % de
salarial, pero también a la trayectoria laboral de los hombres, debido a lo cual la tasa de reemplazo
hombres y mujeres. promedio de los hombres era 5 % superior a la
de las mujeres.
Cambios en el marco normativo Con las flexibilizaciones se mejoró el acceso
de las jubilaciones de las mujeres a la jubilación. La participación de
mujeres en el total de jubilaciones otorgadas por
Buena parte de la normativa que viene regulando
históricamente el sistema previsional uruguayo
15 La jubilación por edad avanzada es un beneficio pen-
se estructura sobre la división sexual del trabajo,
sado para aquellas personas que no logran cumplir
es decir, sobre el modelo de «trabajador varón los requisitos de años requeridos de cotización para
asalariado, con empleo estable en el sector formal acceder a la jubilación común.
y mujer madre-ama de casa-cuidadora» (Marco 16 La tasa de reemplazo establece la proporción del in-
Navarro, 2007). Esto trajo aparejado el no recono- greso laboral que es reemplazado por la jubilación
cimiento del trabajo no remunerado de las mu- cuando el/la trabajador/a se jubila.
17 Dicha tasa de reemplazo aumenta un punto porcen-
jeres en los hogares como parte del trabajo que
tual cada año adicional de servicio, y llega al 50 % a
genera derechos jubilatorios en la etapa de retiro.
los 35 años.
La reforma previsional implementada en 1996 18 A medida que aumenta la edad, se reducen los años
a través de la ley 16.713 elevó la edad de retiro requeridos (de dos en dos), hasta llegar a los 70 años
para las mujeres y los años exigidos de servicio de edad y 15 de servicio.
49
Tabla 3. Principales requisitos para la jubilación común
Mujeres: 55 años
Edad mínima Ambos sexos: 60 años
Hombres: 60 años
Años de servicio 30 35
Mujeres: 65 años
Edad mínima Ambos sexos: 70 años.
Hombres: 70 años
Años de servicio 10 15
la Ley de Flexibilización del Acceso Jubilatorio de vida. El modelo uruguayo supera ese riesgo,
pasó de ser el 51,3 % en 2009 al 59 % en 2013 y la evidencia respecto a los montos de las ju-
(Santos, 2014). bilaciones lo confirma (Bucheli et al., 2006). En
Otra modificación fue el período considerado definitiva, la diferencia estructural se basa en
para calcular el salario básico de jubilación. An- las distintas trayectorias laborales de hombres y
tes de la reforma de 1996, se consideraban solo mujeres, afectadas por un mercado laboral que
los últimos tres años de aportes. Con la reforma las discrimina.
se plantean dos opciones: los últimos 10 o los Otro cambio de importancia en el sistema ju-
mejores 20 años. Ello se supone que podría ser bilatorio es el cómputo de un año adicional de ser-
más beneficioso para las mujeres, por tener una vicios por cada hijo nacido vivo o adoptivo —con
trayectoria laboral más intermitente y porque los un máximo total de cinco años—, lo que permite
últimos años de actividad no necesariamente re- no solo completar años de trabajo a mujeres que
flejan los mejores años de su vida laboral. Para lo requieren para alcanzar la causal jubilatoria, sino
ambos sexos, lo más perjudicial es la significativa para mejorar su tasa de reemplazo (artículo 14
reducción de las tasas de reemplazo, que exigen de la ley 18.395 de 2008). Hay evidencia de que
más años de actividad para mejorarlas, y ese com- esta reforma tuvo un impacto importante entre las
portamiento es más probable entre los varones. trabajadoras del servicio doméstico porque, dada
Una crítica que presentaba Marco Navarro la informalidad que reinaba en ese sector, tienen
(2007) para los modelos de capitalización indi- mayores dificultades para alcanzar el número de
vidual —como el chileno— es el hecho de que cotizaciones que se les exige y tienen en promedio
para ambos sexos en el momento de la jubilación mayor número de hijos (2,38 hijos, frente a 1,614
se considera su esperanza de vida para el cálculo del promedio de ocupadas) (Santos, 2014).
del monto a percibir. Ello afectaría negativamen- Las mujeres que han podido obtener causal
te a las mujeres, que tienen mayor esperanza jubilatoria por esta modificación fueron 5.029 en
2010, lo que representó el 43,6 % del total de altas 2009). Este tipo de medidas tiende a equilibrar la
por aplicación del artículo 14 de la ley 18.395. En situación de hombres y mujeres cuando enviudan.
los años siguientes, a pesar de que los números Otro cambio importante en estos últimos
absolutos descendieron, la participación de las años ha sido el reconocimiento de las uniones
altas con obtención de causal ha seguido siendo concubinarias para el acceso a estos beneficios.
importante (Santos, 2014). Es un avance significativo en términos de equi-
paración de derechos entre «concubinos y con-
Pensiones contributivas cubinas» y «viudas y viudos» (ley 18.246, que rige
para estas prestaciones desde enero de 2009). De
Como se adelantó, las pensiones explican esta forma, la convivencia de al menos cinco años
la reducida brecha de género que el Uruguay permite el acceso a la pensión por sobrevivencia.
presenta en cobertura del sistema previsional. El Es importante señalar que el monto de las
predominio de las mujeres en el acceso a estas pensiones de sobrevivencia es significativamente
prestaciones es muy notorio y se ha mantenido inferior al monto de las jubilaciones (Rodríguez y
estable a lo largo del tiempo.19 Sin embargo, la Rossel, 2009). De todas formas, quienes perciben
amplia cobertura de estas políticas entre las mu- pensión de sobrevivencia se ubican en los quin-
jeres está muy lejos de colmar sus necesidades tiles altos de ingreso (dos tercios se encuentran
de protección social (ver tabla 5). en los quintiles IV y V).
El cambio más significativo con la reforma
de 1996 fue otorgar este derecho también a los Protección a sectores
hombres viudos o divorciados que acrediten de- de bajos ingresos
pendencia económica de la causante, o carencia
de ingresos suficientes, y reducir el beneficio de El sistema de protección social cuenta también
la pensión vitalicia que tenían las mujeres solo a con un pilar no contributivo para brindar presta-
aquellas de más de 40 años de edad. A su vez, hay ciones monetarias y no monetarias a la población
un tope: el ingreso promedio mensual actualizado de menores recursos. Estas son: las pensiones por
de la viuda en los doce meses anteriores al falleci- vejez e invalidez, Asignaciones Familiares, la Tarjeta
miento debe ser inferior a 59.414 pesos (a enero de Uruguay Social,20 los programas sociales de empleo
51
(por ejemplo, Uruguay Trabaja) y la cobertura de sa- rezca de recursos para subvenir a sus necesidades
lud a través del sistema público de ASSE, entre otras. vitales. No puede tener ingresos de cualquier índo-
En este apartado se analizan sintéticamente le que superen el monto de la pensión ($ 6.852,17
las pensiones no contributivas, porque tienen un a enero de 2014). Si tiene ingresos inferiores, la
impacto significativo en términos de ingresos para prestación es la diferencia entre la pensión y los
las mujeres, y el programa de Asignaciones Fami- ingresos. Para cubrir a la población de entre 65 y
liares del Plan de Equidad, por ser un programa de 69 años, en 2008 se creó la prestación Asistencia
transferencias condicionadas de ingresos (PTC), los a la Vejez, con iguales características, pero admi-
cuales han recibido duras críticas en la región por sus nistrada por el Ministerio de Desarrollo Social (ley
posibles efectos adversos en términos de género. 18.241). También deben probar carencia de recur-
sos los familiares civilmente obligados a prestarle
Las pensiones no contributivas alimentos al beneficiario, convivan o no con él.
La pensión por invalidez es un beneficio orien-
Las pensiones no contributivas —pensiones de tado a aquellas personas que carecen de recursos
vejez e invalidez— forman parte de los prime- para hacer frente a sus necesidades básicas y es-
ros pilares del sistema previsional uruguayo21 y, tán incapacitadas para realizar cualquier tipo de
pese a modificaciones menores, no han cambiado trabajo remunerado. Al igual que en las anteriores,
significativamente desde su creación (Saldain y se toman en cuenta los ingresos del solicitante
Lorenzelli, 2002; Aguirre y Scuro, 2010). y de sus familiares obligados, convivientes y no
convivientes, con excepción de los casos en que
Tabla 6. Principales requisitos de las se documenta discapacidad severa.
pensiones no contributivas (vejez e En caso de discapacidad común, quienes
invalidez) del BPS solicitan el beneficio pueden tener ingresos por
actividad o jubilación común, siempre que no
Reglas superen en tres veces el monto de la pensión de
Edad mínima: 70 años. invalidez ($ 6.852,17 en enero de 2014).
Demostración de medios. Los beneficiarios de estas pensiones son prin-
Pensión por Se toman en cuenta los ingresos cipalmente mujeres. La diferencia es mayor entre
vejez del solicitante y de sus familiares las personas que cobran pensión por vejez (72,7 %
civilmente obligados a prestarle
alimentos, convivan o no con él. mujeres), mientras que en pensión por invalidez
las proporciones son más equitativas (solo el 53 %
Sin umbral de edad. eran mujeres en 2013). A su vez, el 68 % de los
Demostración de medios, con
excepción de la discapacidad severa.
hombres y el 70 % de las mujeres que reciben
Pensión por pensión a la vejez pertenecen a los quintiles II y
Se toman en cuenta los ingresos
invalidez
del solicitante y de sus familiares III de ingresos, y el 83 % de los hombres y el 85 %
civilmente obligados a prestarle de las mujeres que perciben pensión de invalidez
alimentos, convivan o no con él.
pertenecen a los tres primeros quintiles.
Edad: entre 65 y 69 años. Si se compara el conjunto de prestaciones que
Asistencia a
Demostración de medios (igual que reciben hombres y mujeres, se encuentra que el
la vejez
pensión por vejez).
promedio de ingresos de las mujeres (jubiladas y
FUENTE: ELABORACIÓN PROPIA. pensionistas) es siempre inferior al de los hombres
(gráfico 23).
La pensión por vejez está destinada a todo
habitante del país con 70 años cumplidos, que ca- Asignaciones Familiares
(Plan de Equidad)
Alimentaria del MIDES. En julio de 2013, 64.000 ho- Las Asignaciones Familiares del Plan de Equidad
gares contaban con este beneficio. (AFAM-PE) forman parte de los denominados pro-
21 Surgieron en 1919 y son administradas por el BPS gramas de transferencias condicionadas (PTC), que
desde que este fue creado. Este instrumento no tuvo
han sido criticados en la región por el reforzamiento
modificaciones relevantes en la reforma de seguri-
de los roles de género que pueden implicar (Martínez
dad social de 1996, pero se establecieron los 70 años
como edad para el acceso y la demostración de me- Franzoni y Voreend, 2010; Rodríguez Enríquez, 2011).
dios. Posteriormente se eliminó la edad como requisi- Estas transferencias están destinadas a fami-
to para el acceso a las pensiones por invalidez. lias en situación de vulnerabilidad socioeconó-
20000
15000
10000
5000
0
65 a 70 71 a 75 76 a 80 81 a 85 86 y más 65 a 70 71 a 75 76 a 80 81 a 85 86 y más
53
6. Una mirada sistémica sobre la protección
social y la desigualdad de género en Uruguay
Una aproximación al análisis sistémico de la pro- de los que reciben solo prestaciones no contri-
tección social y la desigualdad de género con base butivas es 4 %.
en el ejercicio realizado por CEPAL (2012c) per- Por su parte, los hogares con jefatura mas-
mite identificar a los hogares que se encuentran culina pertenecen en mayor proporción a la
por fuera de todo el sistema porque ninguno de categoría de aquellos cuyos miembros reciben
sus miembros está afiliado a la seguridad social, exclusivamente prestaciones contributivas, aun-
no reciben transferencias asistenciales públicas que en los quintiles I y II es también significativa la
(asignaciones familiares, tarjeta alimentaria, be- proporción de personas que habitan en hogares
cas, subsidios, donaciones) o, en su defecto, no sin protección social (20 %).
perciben ninguna prestación contributiva o no En este análisis, como aclara CEPAL, no se está
contributiva de jubilaciones y pensiones.22 El re- considerando la calidad de la prestación —por
sultado para Uruguay muestra que en 2009 solo ejemplo, evaluando el monto—, sino simplemen-
9 % de los hogares estaban por fuera del sistema te si se recibe o no. Una opción sería tomar la defi-
de protección social, mientras para América Latina nición de OIT de piso de protección social y evaluar
esa proporción es del 36 %. si el monto de la prestación permite acceder a
Los hogares virtualmente desprotegidos o fue- él o no. Por ejemplo, al respecto, MIDES plantea
ra del alcance de las políticas de protección social, que las prestaciones no contributivas que brinda
contributivas o no contributivas, pertenecen ma- (básicamente AFAM-PE y TUS) han permitido a
yoritariamente a los quintiles de menores ingresos algunos hogares superar la línea de pobreza y a
y tienen mayor presencia de jefatura femenina. otros acercarse a ese nivel (CNPS, 2014).
También en esos estratos de bajos ingresos y de De todas formas, para promover un cambio real
hogares con jefatura femenina es más significa- en las condicionantes que determinan la situación
tiva la proporción de aquellos que reciben solo de falta de cobertura de la seguridad social, aso-
prestaciones no contributivas. En los dos primeros ciadas a la inactividad, el desempleo y el empleo
quintiles de ingreso, esa proporción es del 36 %, informal, se debe avanzar en la implementación
mientras la proporción de personas que habitan del denominado cuarto pilar de la protección so-
en hogares sin protección es de 16 %. En el quintil cial por el CNPS (2012), que es el Sistema Nacional
III se mantiene un porcentaje alto de personas en de Cuidados con un enfoque universal, integral y
hogares sin protección (13 %), pero el porcentaje transformador de las desigualdades de género.
55
RECUADRO 2. HACIA LA CREACIÓN DE PISOS NACIONALES DE PROTECCIÓN SOCIAL
IGUALITARIOS E INCLUYENTES
Tres de cada cinco trabajadores latinoamerica- sal mediante un diagnóstico de las causas y los
nos y caribeños —es decir, más de la mitad de factores estructurales de estas, especialmente
la población de la región— quedan excluidos los derivados de las relaciones de género. Im-
de los sistemas de protección social.(1) Se trata plica además superar la asignación obligatoria
de las personas más pobres y más vulnerables, de las tareas de cuidado a las mujeres, estimar
y esta desprotección agrava sus condiciones y tomar en cuenta los costos económicos y
de vida. Las mujeres son las que se encuentran sociales de la reproducción de cuidados de
en una situación de mayor vulnerabilidad, no las personas dependientes, y plantearse la se-
solo por su peor inserción laboral y su menor guridad social como derecho humano universal,
acceso a la seguridad social, sino también por- no solo asociado a los aportes del mercado de
que están a cargo casi exclusivamente de las trabajo o a los programas asistenciales.
responsabilidades domésticas y de cuidados. Para ello, el piso integra un pilar contribu-
Las transformaciones demográficas y so- tivo y otro no contributivo, así como las po-
cioeconómicas que han vivido la mayoría de líticas sectoriales que deberían responder a
los países de la región en las últimas décadas las necesidades de cuidados de la población
han determinado una gradual discrepancia cuidadodependiente, y simultáneamente pro-
entre la cobertura de los sistemas nacionales de mover una reconciliación y redistribución de las
seguridad social y las necesidades básicas reales responsabilidades de cuidados en la sociedad.
de las personas. Asimismo, estos sistemas ya En las últimas décadas los países de la re-
no corresponden a la realidad de los mercados gión de América Latina y el Caribe han avanza-
laborales de la región, donde la informalidad do paulatinamente hacia la creación de pisos
prevalece entre quienes viven en condición de nacionales de protección social, ampliando la
pobreza y precariedad.(2) Es por lo tanto priori- cobertura mediante una mejor articulación
tario avanzar hacia sistemas más incluyentes e entre el régimen contributivo y el no contri-
igualitarios que tengan en consideración los butivo, y haciendo esfuerzos para aumentar
cambios y las necesidades sociales, así como el espacio fiscal destinado a la financiación
las brechas de género. de las políticas de protección social. Argenti-
En abril 2009, la Junta de Jefes Ejecutivos na, Brasil, Chile, Costa Rica, México y Uruguay
del Sistema de las Naciones Unidas adoptó la son algunos de los países que más esfuerzos
iniciativa del piso de protección social en res- han hecho para cubrir las necesidades bási-
puesta a la crisis económica y con el objetivo cas de la población. Sin embargo, varios de
de garantizar un nivel básico de protección los grandes programas de protección social
social para toda la población y contribuir a la implementados no incorporan la perspectiva
integración social, la superación de las des- de género, o solo lo hacen parcialmente, lo
igualdades sociales y la pobreza. Se trata de un que en algunos casos refuerza la tradicional
conjunto básico de garantías sociales, materia- división sexual del trabajo y del rol de la mujer
lizadas a través de transferencias monetarias, como cuidadora del hogar y de las personas
que cubran el acceso universal a los servicios dependientes, limitando su posibilidad de
médicos esenciales y brinden una seguridad desarrollo y empoderamiento.
mínima de ingresos o de sustento para toda En este sentido, se hacen necesarios investi-
la población. gaciones y análisis más profundos en la región,
Para la puesta en marcha de pisos naciona- que incorporen de forma integral el enfoque de
les de protección social se debería además iden- género, en orden a diseñar, ajustar e implemen-
tificar y considerar la desigualdad inicial de las tar pisos nacionales de protección social más
personas, tanto en términos socioeconómicos incluyentes e igualitarios. El reciente mapeo
como de género, si se quiere tener un impac- y análisis desde una perspectiva de género
to efectivo y favorecer la sostenibilidad del del sistema de protección social de República
desarrollo humano. Esto significa abordar las Dominicana, impulsado por el Gobierno con
desigualdades de manera integral y transver- el apoyo del PNUD, es un primer paso en esta
57
7. Conclusiones y recomendaciones
Este Cuaderno analiza los principales componentes A su vez, se debería continuar generando
del sistema de protección social uruguayo desde estímulos al empleo formal a través del acceso a
una perspectiva de género. El análisis realizado beneficios y combatir la informalidad en sectores
muestra los profundos y persistentes sesgos que poco regulados.
hacen que las mujeres se encuentren en sistemá- Se deberían revisar los requisitos de acceso a
tica desventaja para acceder a los beneficios más las pensiones no contributivas para que personas
importantes que ofrecen las políticas de protección con claras desventajas en su inserción laboral no
social: la afiliación al seguro social (y a los beneficios vean reducidas sus oportunidades de desarro-
que de ella se derivan) y la protección en la vejez, a llo personal. En particular, se debería revisar el
través de las jubilaciones. El lazo contributivo sobre requisito que evalúa el nivel de ingresos de los
el que se asientan estos dos componentes de la pro- familiares civilmente responsables por su cuida-
tección ha relegado a las mujeres históricamente a do, con el objetivo de promover su autonomía y
una protección de seguridad social más precaria y no fomentar su dependencia económica.
débil, cuando se obtiene. Habría que promover la nivelación de los be-
En contraste, no pueden desconocerse los dis- neficios de maternidad, paternidad y parentales
positivos que desde hace mucho tiempo existen entre las y los beneficiarios de las distintas cajas
en el sistema de protección social y que buscan de afiliados a la seguridad social.
compensar este déficit. Las pensiones contribu- Es preciso buscar mecanismos para estimu-
tivas y no contributivas, así como las políticas de lar el acceso al empleo formal de las mujeres
transferencias de ingresos, son un paso claro para beneficiarias de las Asignaciones Familiares del
reducir los efectos de las desigualdades antes des- Plan de Equidad, a fin de que no se trasmitan
critas. Sin embargo, estas políticas están lejos de los patrones de desventaja social entre madres-
eliminar la desventaja estructural y de larguísimo padres e hijos.
plazo que castiga negativamente a las mujeres Finalmente, lo planteado en este documento
en el acceso a la protección social y a beneficios permite extraer una primera hoja de ruta para
acordes a sus necesidades. profundizar en la investigación sobre las desigual-
Este documento coloca un tema central para dades de género que persisten y se reproducen
el Uruguay, que debería formar parte no solo de en nuestra sociedad, y sobre el grado en que las
la agenda de las políticas públicas, sino también políticas de protección social son capaces de ate-
de la investigación académica y aplicada. nuarlas y eliminarlas. Este análisis también obliga
En el campo de las políticas, este Cuaderno a considerar que, en algunas dimensiones, el sis-
muestra la necesidad de continuar con el camino tema de protección social puede estar reforzando
trazado por algunas reformas recientes y, a la las desigualdades preexistentes.
vez, contribuir a transformar las bases estruc- Sería de interés analizar en profundidad las
turales de la desigualdad. Para ello se debería limitaciones a la formalización del empleo en sec-
apoyar firmemente el desarrollo de un Sistema tores como los cuidados y el servicio doméstico.
Nacional de Cuidados que promueva la igual- También considerar las condiciones que pueden
dad entre los sexos, a la vez que redistribuya la estar manteniendo niveles muy altos de informa-
carga del cuidado entre las familias, la comuni- lidad en algunas zonas del país.
dad, el sector privado y el Estado. El desarrollo Por otra parte, sería de interés evaluar los
de este sistema colaboraría a la formalización cambios que se irán produciendo en el siste-
del empleo en el sector de los cuidados, que es ma de jubilaciones y pensiones al ir recibiendo
altamente informal. nuevas cohortes de mujeres con trayectorias
59
laborales más largas, y también analizar las di- tamaño del establecimiento, como el monotribu-
ferenciales de género que se mantienen por la to, el régimen de licencias, etcétera.
persistencia de las brechas de ingresos en el Por último, hay que profundizar el análisis del
mercado laboral. trade-off que se puede estar produciendo entre
Es necesario seguir profundizando en las autonomía económica y reforzamiento de los
causas de la intermitencia laboral de las mujeres roles de género que pueden promover las trans-
y sus dificultades para acceder al seguro de des- ferencias condicionadas de ingresos (AFAM-PE).
empleo. Y evaluar, si se considerara pertinente, las Se deberían considerar también las posibles inter-
posibles limitaciones a la expansión de los em- conexiones positivas entre estos programas y los
prendimientos que puedan estar promoviendo programas públicos de empleo u otros que bus-
los mecanismos que acotan beneficios según el can promover la autonomía física y económica.
Aguirre, R. (2007). «Los cuidados familiares como — (2008b). «La situación del servicio domésti-
problema público y objeto de políticas». En I. co en Uruguay». En Uruguay: ampliando las
Arriagada (coord.). Familias y políticas públi- oportunidades laborales de las mujeres. Mon-
cas en América Latina: una historia de desen- tevideo: INMUJERES y Banco Mundial.
cuentros. Santiago de Chile: CEPAL. Arim, R., y G. Zoppolo (2000). Remuneraciones re-
— (2009). Las bases invisibles del bienestar so- lativas y desigualdad en el mercado de traba-
cial. El trabajo no remunerado en Uruguay. jo. Uruguay: 1986-99, monografía presentada
Montevideo: UNIFEM. en la Facultad de Ciencias Económicas y Ad-
— (2013). Personas ocupadas en el sector cuida- ministración de la Universidad de la Repúbli-
dos. Montevideo: MIDES. ca, Montevideo.
Aguirre, R., y L. Scuro (2010). Panorama del siste- Arriagada, I. (1998). «Familias Latinoamericanas:
ma previsional y género en Uruguay. Avances convergencias y divergencias de modelos y
y desafíos. Montevideo: CEPAL, serie Mujer y políticas». Revista de la CEPAL, n.o 65.
Desarrollo n.o 100. Barrientos, A., y D. Hulme (2008). Social Protec-
Alegre, P., J. Bogliaccini, S. Lijtenstein, F. Rodrí- tion for the Poor and the Poorest: Concepts,
guez y C. Rossel (2010). «Uruguay: Estructu- Policies and Politics. Londres: Palgrave.
ra de riesgos sociales y respuesta de políti- Batthyány, K. (2004). Cuidado infantil y trabajo,
cas públicas». En Informe del Observatorio ¿un desafío exclusivamente femenino? Mon-
Latinoamericano de Pobreza 2010. Puebla: tevideo: CINTERFOR-OIT.
AUSJAL y Fundación Konrad Adenauer. Dis- Batthyány, K., M. Cabrera y L. Scuro (2007). «Pers-
ponible en ‹http://www.ausjal.org/tl_files/ pectiva de género». Informe temático, En-
ausjal/images/contenido/Investigacion/ cuesta Nacional de Hogares Ampliada.
Obser vatorio %20de %20la %20Pobre - Bene, N. (2012). «Trabajo doméstico: evolución y
za %20DEF.pdf›. desafíos del sector a nivel nacional. 2.a par-
Amarante, V., R. Arim y A. Dean (2012). The effects te». Comentarios de Seguridad Social n.o 38
of being out of the labor market on subsequent (octubre-diciembre).
wages: evidence for Uruguay. Montevideo: BID (2000). Social Protection for Equity and
Universidad de la República, Facultad de Growth. Washington D. C.: Banco Interameri-
Ciencias Económicas y de Administración, cano de Desarrollo.
Instituto de Economía, DT 10/12. Brunori, P., y M. O’Reilly (2010). Social protection
Amarante, V., y A. Espino (2001). La evolución de for development: a review of definitions. Flo-
la segregación laboral por sexo en Uruguay rencia: European University Institute, Robert
(1986-1999). Montevideo: Universidad de la Schuman Centre for Advanced Studies, Eu-
República, Facultad de Ciencias Económicas ropean Report on Development 2010.
y de Administración, Instituto de Economía, Bucheli, M., W. Cabella, A. Peri, G. Piani y A. Vigo-
DT 3/01. Disponible en ‹http://www.iecon. rito (2002). Encuesta sobre Situaciones Fami-
ccee.edu.uy/dt-03-01-la-evolucion-de- liares y Desempeños Sociales de las Mujeres en
la-segregacion-laboral-por-sexo-en-uru- Montevideo y Área Metropolitana. Sistemati-
guay-1986-1999/publicacion/81/es/›. zación de resultados. Montevideo: Universi-
— (2008a). Informalidad y protección social en dad de la República y UNICEF.
Uruguay. La situación de las mujeres. Amplian- Bucheli, M., A. Forteza e I. Rossi (2006). Seguri-
do las oportunidades laborales para las muje- dad social y género en Uruguay: un análisis
res. Montevideo: Banco Mundial. de las diferencias de acceso a la jubilación.
61
Montevideo: Universidad de la República, — (2011). Panorama Social de América Latina
Facultad de Ciencias Sociales, Departamen- 2010. Santiago de Chile: CEPAL.
to de Economía, DT 04/06. — (2012a). Eslabones de la desigualdad. Hete-
Cabella, W. (2007). El cambio familiar en Uruguay: rogeneidad estructural, empleo y protección
una breve reseña de las tendencias recientes. social. Santiago de Chile: CEPAL.
Montevideo: UNFPA. — (2012b). Panorama Social de América Latina
Cabella, W., M. Paredes, A. Pellegrino, R. Pollero 2011. Santiago de Chile: CEPAL.
y C. Varela (2008). «Nuevas formas de familia. — (2012c). Panorama Social de América Latina
Perspectivas nacionales e internacionales». En 2012. Santiago de Chile: CEPAL.
El Uruguay del Siglo XX. Tomo III: La Sociedad. — (2013a). Los bonos en la mira: aporte y carga
Montevideo: Universidad de la República, Fa- para las mujeres. Observatorio de Igualdad
cultad de Ciencias Sociales, Departamento de de Género de América Latina y el Caribe. In-
Sociología, y Ediciones de la Banda Oriental. forme anual 2012. Santiago de Chile: Nacio-
Cabella, W., y R. Pollero (2004). «El descenso de la nes Unidas.
mortalidad infantil en Montevideo y Buenos — (2013b). Mujeres en la economía digital: su-
Aires entre 1890 y 1950». Ponencia presentada perar el umbral de la desigualdad. XII Confe-
en el I Congreso de la Asociación Latinoame- rencia Regional sobre la Mujer en América
ricana de Población (ALAP), realizado en Ca- Latina y el Caribe. Santo Domingo: CEPAL.
xambú (MG, Brasil) del 18 al 20 de setiembre. — (2013c). Panorama Social de América Latina
Calvo, J. (2008). Sustentabilidad demográfica. La 2013. Santiago de Chile: CEPAL.
población del Uruguay en las próximas dé- CIEDUR (2012). Mapa de género: Trabajo, empleo
cadas. Una visión, dos escenarios y diez pre- y negociación colectiva en Uruguay. Monte-
guntas para debatir. Montevideo: Comité de video: PIT-CNT, Departamento de Género, y
Coordinación Estratégica de Infancia y Ado- Centro Interdisciplinario de Estudios sobre el
lescencia, Documentos de la ENIA. Desarrollo, Uruguay (CIEDUR).
Carrasco, C. (2001). «La sostenibilidad de la vida Ciganda, D. (2008). «Jóvenes en transición hacia
humana: ¿un asunto de mujeres?» Mientras la vida adulta: el orden de los factores ¿no
Tanto, n.o 82, otoño-invierno. altera el resultado?». En C. Varela (coord.).
Carrasco, C., y E. Tello (2001). Apuntes para una Demografía de una sociedad en transición.
vida sostenible. En Maria Freixanet Mateo La población uruguaya a inicios del siglo XXI.
(coord.). Sostenibilitats: Politiques públiques Montevideo: UNFPA.
des del feminisme i l’ecologisme. Barcelona: Colafranceschi, M., y A. Vigorito (2013). «Uruguay:
Institut de Ciències Polítiques i Socials, Uni- Evaluación de las políticas de transferencias».
versitat Autònoma de Barcelona. En R. Roffman (ed.). Hacia un Uruguay más
Cecchini, S., y R. Martínez (2011). Protección so- equitativo. Los desafíos del sistema de protec-
cial inclusiva en América Latina: una mirada ción social. Montevideo: Banco Mundial.
integral, un enfoque de derechos. Santiago de Consejo Nacional de Políticas Sociales (2014).
Chile: CEPAL. De la equidad hacia la igualdad. Las políticas
CEPAL (2006). La protección social de cara al futu- sociales del Gobierno Nacional en el período
ro: acceso, financiamiento y solidaridad. San- 2010-2014. Montevideo: MIDES.
tiago de Chile: CEPAL. Conway, T., y A. de Haan (2000). Social Protection:
— (2007). El aporte de las mujeres a la igualdad New Directions of Donor Agencies. Londres:
en América Latina y el Caribe. X Conferencia Department for International Development.
regional sobre la Mujer. América Latina y el Danani, C., y S. Hintze (coords.) (2011). Proteccio-
Caribe. Quito: CEPAL. nes y desprotecciones: la seguridad social en la
— (2010a). La hora de la igualdad. Brechas por Argentina 1990-2010. Los Polvorines: Univer-
cerrar, caminos por abrir. Santiago de Chile: sidad Nacional de General Sarmiento.
CEPAL. Davies, M., B. Guenther, J. Leavy, T. Mitchell y T.
— (2010b). Panorama Social de América Latina Tanner (2008). «“Adaptative Social Protec-
2009. Santiago de Chile: CEPAL. tion”: Synergies for poverty reduction». IDS
— (2010c). ¿Qué Estado para qué igualdad? Do- Bulletin, vol. 39, n.o 4, Institute for Develop-
cumento elaborado para la 11.a Conferencia ment Studies.
Regional sobre la Mujer de América Latina y Deus, A., D. González, I. Malán e I. Peluso (2013).
el Caribe. Santiago de Chile: CEPAL. Acceso, tenencia, uso y control de tierras con
63
in institutions, relations, and outcomes: fra- estar e igualdad de género: ¿blancos, negros
meworks and tools for gender aware planning. o grises?». Revista de Ciencias Sociales vol. 4,
Sussex: Institute of Development Studies, n.o 122.
Discussion Paper IDS 357. Mesa-Lago, C. (1991). Social security and pros-
Kaztman, R., y F. Filgueira (2001). Panorama de la pects for equity in Latin America. Washington
infancia y la familia en Uruguay. Montevideo: D. C.: Banco Mundial.
Universidad Católica del Uruguay, Programa — (2009). Efectos de la crisis global sobre la segu-
de Investigación sobre Integración, Pobreza ridad social de salud y pensiones en América
y Exclusión Social (IPES). Latina y el Caribe y recomendaciones de políti-
Kukrety, N., y S. Mohanty (2011). «Putting gender cas. Santiago de Chile: CEPAL, serie Políticas
equality at the heart of social protection: les- Sociales 150.
sons from Oxfam GB’s experience with safety Naciones Unidas (2000). El mejoramiento de la
net programming». Gender & Development, protección social y la reducción de la vulne-
vol. 19, n.o 2. rabilidad en el actual proceso de mundializa-
Lewis, J. (1992). «Gender and the Development ción. Informe del Secretario General, Comisión
of Welfare Regimes». Journal of European So- de Desarrollo Social, 39.o Período de Sesiones,
cial Policy, vol. 2. E/CN.5/2001/2. Nueva York: Naciones Unidas.
— (1997). «Gender and Welfare Regimes: Further — (2013). Consenso de Montevideo sobre Pobla-
Thoughts». Social Politics: International Studies ción y Desarrollo. Primera Reunión de la Con-
in Gender, State and Society, vol. 4, n.o 2. ferencia Regional sobre Población y Desarrollo
Luttrell, C., y C. Moser (2004). Gender and Social de América Latina y el Caribe. Montevideo.
Protection. Londres: Overseas Development Nathan, M., y M. Koolhaas (2012). «La medición
Institute. de la migración en el Censo 2011 de Uru-
Machado, A. (2012). El nuevo régimen de Asigna- guay». Taller sobre el uso de los datos Censales
ciones Familiares: su impacto en la participa- para análisis de migración. México D. F., 17 y
ción y permanencia en el Ciclo Básico de Edu- 18 de abril.
cación Media. Montevideo: MIDES. Norton, A., T. Conway y M. Foster (2002). «Social
Marco Navarro, F. (2004). Los sistemas de pensio- protection: Defining the Field of Action and
nes en América Latina: Un análisis de género. Policy». Development Policy Review, vol. 20,
Santiago de Chile: CEPAL. n.o 5.
— (2007). «El sistema previsional uruguayo OCDE (2006). Promoting Pro-Poor Growth: Key Po-
desde la perspectiva de la economía del licy Messages. París: OCDE.
cuidado». Ponencia al Diálogo Nacional de — (2009). Promoting Pro-Poor Growth: Social
la Seguridad Social, El aporte del trabajo no protection. París: OCDE.
remunerado de las mujeres a la economía OIT (2010). Extending social security to all. A guide
y la seguridad social, Montevideo, 10 de through challenges and options. Ginebra: ILO.
febrero. Disponible en ‹http://www.dialo- — (2013). Panorama Laboral 2013. América La-
goseguridadsocial.org/primera-etapa/me- tina y el Caribe. Lima: OIT, Oficina Regional
dia/2007/09/pensiones-desde-economia- para América Latina y el Caribe.
del-cuidado.pdf›. Orloff, A. S. (1993). «Gender and the Social Rights
Marshall, T. H. (1998). «Ciudadanía y clase so- of Citizenshop: the Comparative Analysis of
cial». En T. H. Marshall y T. Bottomore, Ciuda- State policies and Gender Relations». Ameri-
danía y clase social. Madrid: Alianza. can Sociological Review, vol. 58, n.o 3.
Martínez Franzoni, J. (2008). Domesticar la incer- — (1996). Gender in the Welfare State. Annual
tidumbre en América Latina. Mercado laboral, Review of Sociology, vol. 22.
política social y familia. San José de Costa Ostner, I., y J. Lewis (1995). «Gender and the Evo-
Rica: Universidad de Costa Rica. lution of European Social Policies». En S. Lei-
— (2011). Igualdad de género y transferencias bfried y P. Pierson (eds.). European Social Po-
monetarias condicionadas. Cuatro estrategias licy. Between Fragmentation and Integration.
para la reducción efectiva de la pobreza. Bo- Washington D. C.: Brooking Institute.
gotá: Centro Regional para América Latina y Papadopulos, J. (1992). Seguridad social y política
el Caribe. en el Uruguay. Orígenes, evolución y media-
Martínez Franzoni, J., y K. Voreend (2010). «Trans- ción de intereses en la restauración democrá-
ferencias condicionadas, regímenes de bien- tica. Montevideo: CIESU.
65
n.o 22, enero-marzo. Disponible en ‹http:// UNDP (1990). Human Development Report 1990:
www.bps.gub.uy/innovaportal/file/1591/1/ Concept and Measurement of human develo-
analisis_de_las_principales_caracteristi- pment. Nueva York: Oxford University Press.
cas_de_las_altas_de_jubilacion._2002_- Unión Europea (2007). Rapport conjoint sur la
_2007._a._scardino.pdf›. protection sociale et l’inclusion sociale. Bru-
Schwarzer, H., y P. Casalí (2010). «El piso de pro- selas: UE.
tección social: desarrollo conceptual y apli- Van Ginneken, W. (2000). «The extension of social
cación en América Latina». En OIT. Panorama protection: ILO’s aim for the years to come».
Laboral 2010. Lima: OIT, Oficina Regional para En Social Protection: New Directions of Donor
América Latina y el Caribe. Disponible en Agencies. Londres: Department for Interna-
‹http://oit.org.pe/WDMS/bib/publ/panora- tional Development.
ma/panorama10.pdf›. Varela, C. (coord.) (2008). Demografía de una
Sen, A. (1990). «Gender and cooperative con- sociedad en transición. La población uru-
flicts». En I. Tinker (ed.). Persistent Inequalities: guaya a inicios del siglo XXI. Montevideo:
Women and World Development. Nueva York: Universidad de la República, Facultad de
Oxford University Press. Ciencias Sociales, Programa de Población,
— (1999). Development as freedom. Nueva York: y UNFPA.
Knopf. Varela, C., A. Fostik y M. Fernández (2012). Ma-
Sojo, A. (2011). «Condiciones para el acceso uni- ternidad en la juventud y desigualdad social.
versal a la salud en América Latina: derechos Montevideo: UNFPA, serie Cuadernos del
sociales, protección social y restricciones fi- UNFPA, n.o 6.
nancieras y políticas». Ciência & Saúde Cole- Varela, C., R. Pollero y A. Fostik (2008). «La fe-
tiva, vol. 16, n.o 6. cundidad: evolución y diferencias en el
Terra, J. P., y M. Hopenhaym (1986). La infancia en comportamiento reproductivo». En De-
el Uruguay 1973-1984, Montevideo: CLAEH, mografía de una sociedad en transición. La
UNICEF y Ediciones de la Banda Oriental. población uruguaya a inicios del siglo XXI.
Tokman, V. (2007). Informalidad, inseguridad y co- Montevideo: Universidad de la República,
hesión social en América Latina. Santiago de Facultad de Ciencias Sociales, Programa de
Chile: CEPAL, serie Políticas Sociales 130. Población, y UNFPA.
Autor/
Definición
Organismo
Manejo social del riesgo a través de políticas que buscan asistir a individuos, jefes de hogar y
Holzmann
comunidades, en el menor manejo de riesgos asociados al ingreso. Acciones públicas destinadas
y Jørgensen
a reducir la vulnerabilidad, incrementar el consumo y fortalecer la equidad (protección social
(1999)
como safety net y al mismo tiempo springboard, a través del fortalecimiento de capacidades).
«Un conjunto de políticas y programas gubernamentales y privados con los que las sociedades
Naciones Unidas dan respuestas a diversas contingencias, a fin de compensar la falta o la reducción sustancial de
(2000) ingresos provenientes del trabajo, brindar asistencia a las familias con hijos y ofrecer atención
médica y vivienda a la población.»
Conway y de
Haan (2000); Acciones públicas orientadas a combatir niveles de vulnerabilidad, riesgo y privación que son
Norton et al. considerados socialmente inaceptables en una sociedad determinada.
(2002)
Iniciativas públicas y privadas que proveen ingresos o transferencias para el consumo a los
sectores pobres, protegen a la población vulnerable contra riesgos vitales y promueven el
Devereux estatus social y los derechos de los sectores marginados, con el objetivo general de reducir
y Sabates- la vulnerabilidad económica y social de los pobres, los vulnerables y los grupos marginados.
Wheeler (2004) Políticas dirigidas a que varios grupos de la población enfrenten menos riesgos en un contexto
determinado, pero también a cómo transformar este contexto a fin de minimizar el riesgo para
estos grupos.
Beneficios que la sociedad provee a los individuos y jefes de hogar —a través de medidas
públicas y colectivas— para protegerlos del deterioro en las condiciones de vida, asociados
OIT
a un número de riesgos y necesidades básicas. Pensados inicialmente en términos de seguro
(Van Ginneken,
y extensión de la provisión al sector informal (enfermedad, maternidad, accidentes laborales,
2000)
desempleo, invalidez, vejez, muerte del jefe de hogar). Incluyen la provisión de la atención a la
salud, así como beneficios en transferencias monetarias a familias. Piso de protección social.
Políticas públicas orientadas a amortiguar los impactos de los shocks adversos sobre el consumo.
BID (2000)
Énfasis puesto en la vulnerabilidad al riesgo en ausencia de políticas de protección social.
Barrientos y Un número de instituciones y programas —incluidos seguro social, asistencia social y protección
Hulme (2008); del empleo y promoción— que en los países en desarrollo tiene un fuerte foco en la reducción
Hulme y de la pobreza y en la población más pobre. Implica servicios y transferencias, construcción de
Shepherd (2003) activos y promoción del empleo productivo.
67
Autor/
Definición
Organismo
Davies et al. Reducir riesgo y vulnerabilidad entre la población más pobre; mejorar sus condiciones de vida y
(2008) seguridad, expandiendo sus activos.
Políticas para garantizar un ingreso que permita sostener niveles mínimos de calidad de vida
Cecchini y
para el desarrollo de las personas, posibilitar el acceso a servicios sociales y de promoción, y
Martínez (2011)
procurar la universalización del trabajo decente.
Gráfico A1. Número promedio de niños en el hogar, según condición de pobreza. Evolución
1990, 2000 y 2010. América Latina (promedio simple) y Uruguay
3,5
AMÉRICA LATINA URUGUAY
3,0
n úmer o de niños en hogares
2,5
2,0
1,5
1,0
0,5
0,0
1990 2000 2010 1990 2000 2010
Pobres No pobres
69
Esquema general de la población en edad de trabajar por condición de actividad, tipo de
inactividad y desempleo, y categoría de ocupación. 2012
PET
2.693.700
Inactivos Activos
972.300 1.721.400
Jubilados, pensionistas Jubiladas, pensionistas Mujeres Por primera vez Por primera vez
23.800 33.900 720.400 6.400 9.300
FUENTE: ESTIMACIONES PROPIAS BASADAS EN ECH 2012 Y PROYECCIONES DE POBLACIÓN 1996-2025 DEL INE.
Tabla A4. Ocupados sin registro en la seguridad social por categoría de ocupación según
sexo. 2012. En número de personas y en porcentajes
Cuenta propia sin local ni inversión 18.800 24.800 96,3 94,0 7,9 13,0
Cuenta propia con local o inversión 121.400 72.300 67,0 62,6 51,0 38,0
Miembro del hogar no remunerado 5.800 8.600 89,3 62,5 2,4 4,5
NOTA: NO FIGURAN LAS CATEGORÍAS DE ASALARIADO PÚBLICO, PORQUE EN ELLA NO HAY PERSONAS SIN REGISTRO EN LA SEGURIDAD SOCIAL, DE MIEMBROS
DE COOPERATIVAS DE PRODUCCIÓN Y PROGRAMA SOCIAL DE EMPLEO, PORQUE LOS CASOS SON INSUFICIENTES.
* LA SUMA NO COINCIDE CON EL TOTAL PORQUE HAY CATEGORÍAS QUE NO SE INCLUYEN.
FUENTE: ESTIMACIONES PROPIAS BASADAS EN ECH 2012 Y PROYECCIONES DE POBLACIÓN 1996-2025 DEL INE.
* LOS ASALARIADOS PRIVADOS QUE DECLARAN TRABAJAR EN EMPRESAS DE UNA SOLA PERSONA SON EN GENERAL TRABAJADORES DEL SERVICIO
DOMÉSTICO O CUIDADORES EN CASA DE FAMILIA, YA QUE EL MANUAL DEL ENTREVISTADOR DE LA ECH DEFINE QUE, SI ALGUNA PERSONA DECLARA TRABAJAR
EN «CASA DE FAMILIA» CUANDO SE LE PREGUNTA LA RAMA DE ACTIVIDAD, LUEGO DEBE REGISTRARSE COMO ASALARIADO PRIVADO, Y EN LA PREGUNTA
SOBRE TAMAÑO DE EMPRESA DEBE ESCOGERSE LA OPCIÓN «UNA PERSONA», SALVO QUE ESA VIVIENDA TENGA OTRA DOMÉSTICA, CHOFER O JARDINERO.
FUENTE: ESTIMACIONES PROPIAS BASADAS EN LA ECH 2012 Y PROYECCIONES DE POBLACIÓN 1996-2025 DEL INE.
71
Tabla A6. Asalariados privados sin registro en la seguridad social por tipo de ocupación,
según sexo. Año 2012
Técnico o profesional de nivel medio 2.700 2.000 8,1 7,4 3,2 2,4
NOTA: NO FIGURA LA OCUPACIÓN DE DIRECTORES Y GERENTES PORQUE EL NÚMERO DE CASOS DE ASALARIADOS PRIVADOS SIN REGISTRO EN LA
SEGURIDAD SOCIAL ES INSUFICIENTE.
* LA SUMA NO COINCIDE CON EL TOTAL PORQUE HAY CATEGORÍAS QUE NO SE INCLUYEN.
FUENTE: ESTIMACIONES PROPIAS BASADAS EN ECH 2012 Y PROYECCIONES DE POBLACIÓN 1996-2025 DEL INE.
73
la empresa o la remuneración real de la perso- Beneficios sociales
na física correspondiente, dependiendo de cuál
fuera mayor, sin que pueda ser inferior a 11 BFC Los beneficios que brinda el sistema son:
o 15 BFC, según si tienen o no personal a cargo.
Estos mínimos van aumentando con el cambio de 1. Seguro de enfermedad
categoría, que se da por lo menos cada tres años.
Sociedad con contrato. Pueden tener dife- Todos los trabajadores dependientes acceden
rentes formas jurídicas: Sociedad de Responsa- al mismo beneficio de seguro de enfermedad si
bilidad Limitada, Sociedad Colectiva, Sociedad cotizan como mínimo 13 jornadas de trabajo en
en Comandita, Sociedad de Capital e Industria, o el mes o perciben un ingreso superior a 1,25 BPC26
Sociedad Accidental. o son desempleados con seguro de desempleo.
Al igual que en los casos anteriores, los so- Si son no dependientes, están incluidos los pa-
cios realizan sus aportes al sistema de seguridad trones unipersonales de Industria y Comercio sin
social sobre la base del máximo salario abonado cónyuge colaborador y hasta cinco dependientes.
por la empresa o la remuneración real de la perso- Si existe cónyuge o concubino colaborador, ni el
na física correspondiente, dependiendo de cuál titular ni el cónyuge tienen derecho a cobertura
fuera mayor, sin que pueda ser inferior a un ficto de salud.
de 15 BFC, tengan o no personal a cargo. Este Para las empresas unipersonales rurales (con
mínimo aumenta con el cambio de categoría, hasta cinco dependientes) y los monotributistas
que se da por lo menos cada tres años. de Industria y Comercio o Rural (con hasta un de-
Monotributo Social MIDES. Es un régimen pendiente, y tres en época de zafra), la cobertura
especial para emprendimientos personales o de salud es opcional. En estos casos también es
asociativos, al cual pueden acceder las personas opcional la cobertura en salud para el/la cónyuge
que integran hogares por debajo de la línea de o concubino/a colaborador/a.
pobreza o en situación de vulnerabilidad socioe- También pueden optar por esta cobertura y
conómica. Permite la inclusión en el sistema de realizar los pagos adicionales correspondientes
seguridad social de sus integrantes, abonando los titulares de los emprendimientos personales
únicamente un aporte reducido al BPS. El apor- o asociativos que sean beneficiarios del Monotri-
te se paga en forma progresiva, comenzando buto Social del MIDES.
con un 25 % del aporte total, pasando luego al
50 % y al 75 %. Solo después de transcurridos El costo del beneficio
36 meses de actividad se comienza a pagar el
100 % del aporte. Para los dependientes
Pueden desarrollar cualquier tipo de acti-
vidad de producción o venta de bienes y pres- Es de 5 % para el empleador, y para el trabajador
tación de servicios, tanto para consumidores va de 3 % a 8 %, según sus ingresos (sin incluir
finales como para empresas u organismos del el aguinaldo) y la situación familiar (con o sin
Estado. Pueden ser emprendimientos personales cónyuge y con o sin hijos). A su vez, si la suma
o asociativos, y en todos los casos sin empleados. del 5 % del aporte del empleador y el 3 % —que
La cantidad máxima de integrantes para los em- es la tasa básica del aporte del trabajador— no
prendimientos asociativos, sociedades de hecho, supera el monto de la cuota mutual estipula-
es de cuatro integrantes, o cinco si son familiares. da por el Ministerio de Economía y Finanzas, el
Son emprendimientos asociativos los integrados empleador debe hacerse cargo de la diferencia
por titular y cónyuge. Los requisitos son: ser la (a ello se le llama complemento de la cuota mu-
única actividad patronal (excepto si integran va- tual). Los déficits individuales que se generen en
rios emprendimientos en el régimen del MSM), empresas con más de un trabajador dependien-
no ocupar empleados y que la facturación anual te pueden compensarse con los superávits de
no supere los $ 424.084 para emprendimientos otros trabajadores si el 8 % de su salario supera
individuales o $ 706.807 para emprendimientos el monto de la cuota mutual, ya que el cálculo
asociativos (valores a enero de 2012). que realiza el BPS es el monto de la cuota mutual
El aporte mensual total por cada titular (sin
opción FONASA) es de $ 202 los primeros 12 26 En el caso del Servicio Doméstico esos mínimos se
meses, $ 405 los segundos 12 meses, $ 606 los pueden alcanzar agregando los ingresos o jornales
terceros 12 meses y $ 807 luego de los 36 meses. de distintas casas.
Remuneración
Sin cónyuge o Sin hijos 3 % 0 % 3 % 3 % 1,5 % 4,5 %
concubino Con hijos 3 % 0 % 3 % 3 % 3 % 6 %
Con cónyuge Sin hijos 3 % 2 % 5 % 3 % 3,5 % 6,5 %
o concubino* Con hijos 3 % 2 % 5 % 3 % 5 % 8 %
Montos en mayo de
634 285 380 412 507
2013
Con opción al SNIS 3.046 1.857 1.604 2.195 1.942 2.546 2.293 2.884 2.631
QUIEN NO HAGA LA OPCIÓN POR LA COBERTURA DEL SNIS, SEA EL/LA TITULAR O EL/LA CÓNYUGE O CONCUBINO/A COLABORADOR/A, DEBE APORTAR
(1)
ADICIONALMENTE UN 8 % SOBRE UNA BPC, INDEPENDIENTEMENTE DE SI TIENE O NO HIJOS A CARGO, POR CONCEPTO DE SEGURO DE ENFERMEDAD.
PARA BRINDARLE EL DERECHO DEL SEGURO DE SALUD AL CÓNYUGE O CONCUBINO/A A CARGO, EL TITULAR MONOTRIBUTISTA NECESARIAMENTE DEBE
(2)
75
Monotributo - Sociedad de hecho
Máximo = Dos socios sin dependientes o tres socios familiares sin dependientes
3.046
Monto gravado por socio (equivale a 5 BFC)
Un socio 689
77
Las asalariadas del sector público tienen 13 El monto del subsidio, correspondiente a cada
semanas de licencia maternal, que abona el or- día de ausencia por razones de paternidad, será
ganismo correspondiente. equivalente al cálculo del subsidio por maternidad.
El derecho a lactancia en el caso de las asala- Para el trabajador dependiente será el promedio
riadas del sector privado consiste en dos medias diario de sus asignaciones computables percibi-
horas de descanso o reducción equivalente del das en los últimos seis meses, más la cuota parte
horario de trabajo hasta los seis meses de edad correspondiente al sueldo anual complementario,
del niño. El costo de este beneficio lo asume el licencia y salario vacacional a que hubiera lugar por
sector empresarial, ya que esa hora es remune- el período de amparo; para el no dependiente, el
rada. Con la aprobación de la ley 19.161, que rige promedio diario de sus asignaciones computables
desde el 25 de noviembre de 2013, madres y pa- de los últimos doce meses. También se mantiene
dres pueden solicitar, una vez finalizada la licencia el mismo mínimo que para el subsidio por ma-
por maternidad, el subsidio para cuidados, a cargo ternidad (2 BPC mensuales) y las referencias a 6 y
de la seguridad social, que equivale a la mitad del 12 meses corresponderán a períodos de trabajo
subsidio de maternidad o paternidad e implica la efectivo, si fuera más favorable para el trabajador.
reducción en igual proporción de la jornada de En el caso de los asalariados del sector públi-
trabajo. El período en que se percibe el subsidio se co, la licencia es de 10 días hábiles y su costo lo
va ampliando en forma gradual: hasta los cuatro asume el Estado.
meses de edad en el 2014, hasta los cinco meses En caso de adopción de niños con el fin de
en el 2015 y hasta los seis meses desde el 2016. legitimación, siempre y cuando sean menores
Este beneficio se extiende también a los trabaja- de un año, desde el momento que se ejerza la
dores/as no dependientes con un empleado y los tenencia judicial los asalariados y asalariadas del
titulares monotributistas. sector público y privado tienen derecho a la li-
En el sector público, el derecho para la lac- cencia y el subsidio equivalente al de maternidad
tancia consiste en una reducción del horario de por 6 semanas, y a continuación podrán gozar
trabajo a la mitad hasta los seis meses de edad del de la reducción a la mitad del horario de trabajo
niño, o según indicación médica. El costo de este por un plazo de 6 meses. Cuando ambos padres
beneficio lo asume el Estado, ya que se mantiene sean beneficiarios de la licencia especial, la madre
la remuneración. gozará de una licencia especial de 42 días corridos
La licencia por paternidad para los asalaria- y el padre de 10 días hábiles. Para el sector privado
dos del sector privado consistía en solo tres días el costo lo asume el BPS y para el sector público
corridos (incluido el día del nacimiento), hasta la lo asume cada organismo correspondiente. Las
aprobación de la ley 19.161, que rige desde el 25 trabajadoras asalariadas que aportan a las Cajas
de noviembre de 2013. Con la nueva reglamen- Bancaria y Notarial tienen derecho a solicitar este
tación, se mantienen los tres días corridos, cuyo beneficio según la ley 15.084, que solo concedía
costo asume el empleador, y se agregan tres días 43 días de licencia remunerada con posterioridad
corridos desde la fecha de promulgación de la ley, al día de la adopción. Pero estas no están ampara-
que se extienden a 7 días desde el 1.o de enero das por las leyes posteriores, por lo cual no gozan
de 2015 y a 10 días corridos a partir del 1.o de del medio horario durante 6 meses ni los varones
enero de 2016. Este beneficio que remunera la asalariados pueden acceder a estos beneficios.29
seguridad social se brinda también a los padres Están excluidos de todos estos beneficios los
que son trabajadores no dependientes (propie- titulares de empresas y directores sin tareas re-
tarios de empresas unipersonales con hasta un muneradas, los cónyuges colaboradores y socios
dependiente o titulares de empresas monotribu- de empresas.
tistas), siempre que estén al día con sus aportes a
la seguridad social y no figuren como deudores trata de personas discapacitadas, habiendo nacido la
alimentarios morosos en el Registro Nacional de obligación por sentencia ejecutoriada o convenio ho-
Actos Personales.28 mologado judicialmente, que adeuden más de tres
cuotas alimenticias, total o parcialmente, a quienes se
les hayan intimado judicialmente los adeudos y que
28 Se consideran deudores alimentarios morosos a efec- no hayan probado fehacientemente que carecen de
tos de su inscripción en el Registro Nacional de Actos recursos para afrontar las obligaciones alimenticias (ley
Personales a aquellas personas que estén obligadas 17.957).
a servir una pensión alimenticia cuyos beneficiarios 29 Estos beneficios están comprendidos en las leyes
sean menores de 21 años, o mayores de 21 años si se 15.084, de 1980, 17.292, de 2001, y 18.436, de 2008.
79
prestación, con un máximo de 8 BPC. En caso de • Hasta los 16 años si no ha completado pri-
suspensión parcial o trabajo reducido, el monto maria como consecuencia de una enfer-
de la prestación será la diferencia entre el monto medad, por residir en zonas rurales a más
del subsidio calculado y lo efectivamente per- de 5 kilómetros del centro educativo más
cibido en el período durante el cual se sirve el cercano, por ser hijo de empleado falleci-
subsidio, con excepción del sueldo anual com- do, absolutamente incapacitado para el
plementario y los feriados pagos. En los casos trabajo, o hijo de un trabajador que sufre
de trabajo reducido por despido o suspensión privación de libertad.
total en uno de los empleos, la remuneración a • Hasta los 18 años si cursa estudios supe-
considerar para el cálculo comprende también riores en institutos estatales y/o privados
las correspondientes a actividades que se siguen habilitados.
desempeñando. El monto máximo del subsidio • Quienes avalen una incapacidad por medio
en este caso es de 8 BPC. de un certificado del Patronato del Psicópa-
En todos los casos, si el trabajador es casado, ta tendrán derecho a percibir el doble del
vive en concubinato o tiene familiares ascen- monto correspondiente a una Asignación
dientes, o descendientes hasta tercer grado de Familiar, siempre que no perciban además
consanguinidad y afinidad menores de 21 años una pensión por invalidez. Si el beneficiario
o incapaces a cargo, el monto del subsidio se in- es pensionista por invalidez, la Asignación
crementará en un 20 %. Familiar se pagará hasta cumplir los 15
años, siempre que el beneficiario estudie
5. Asignaciones Familiares o su discapacidad justifique la no concu-
rrencia a centros de estudio.
Actualmente coexisten tres regímenes de Asigna-
ciones Familiares que tienen diferentes caracterís- El beneficio consiste en una prestación bi-
ticas y poblaciones objetivo. El más antiguo refiere mestral en dinero, administrado por los padres o
a los trabajadores asalariados del sector privado tutores del menor, que varía según los ingresos
con hijos o menores a cargo (según la ley 15.084, del núcleo familiar:
de 1980), condicionado desde 1995 a determinado
nivel de ingresos salariales del núcleo familiar (por • 0,74 unidades reajustables (UR) por mes por
la ley 16.697). Otro beneficio es para las madres de beneficiario cuando los ingresos salariales sean
gemelos múltiples (tres hijos o más), que rige desde de hasta 27,9 UR;
mayo de 2002 por la ley 17.474. El más reciente es • 0,37 UR por mes y por beneficiario cuando los
el que surgió con la ley 18.227, referente a las Asig- ingresos superen las 27,9 UR y hasta 46,51 UR;
naciones Familiares del Plan de Equidad, que entró • cuando haya tres o más beneficiarios el tope
en vigencia en enero de 2008 y sustituyó a dos leyes de ingresos para percibir el beneficio se au-
anteriores (la 17.139, del año 2000, y la 17.758, de menta gradualmente, según la cantidad de
2004), que tenían un objetivo similar: brindar co- beneficiarios.
bertura a los hogares de menores ingresos.
5.2. Asignación Familiar para
5.1. Asignaciones Familiares madres de gemelares múltiples
para trabajadores dependientes
de la actividad privada Beneficiarios:
• Se paga hasta los 14 años si el menor recibe La prestación para los beneficiarios en ges-
educación primaria. tación es el triple de la que les correspondería
81
6.3. Prótesis y lentes