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HISTORIA Y EVOLUCION DEL DERECHO PROCESAL

El Derecho Procesal, tiene sus raíces en el Derecho Romano, en el que se originan las mayorías de
las instituciones que conocemos. Algunas vienen del proceso romano-canónico que se gestó en la
Edad Media. La Revolución Francesa trajo importantes modificaciones a este proceso intermedio,
en materia tanto civil como penal, producto de lo cual son los Códigos franceses del proceso civil
de 1806 y del proceso penal de 1808, que constituyen los más importantes modelos de los Códigos
contemporáneos.

En un principio se atendió a la necesidad de resolver los conflictos de carácter penal y los que se
originaban entre particulares a causa de oposición de intereses; pero poco a poco se fue
extendiendo su aplicación a la solución de muchos problemas que no conllevan conflicto entre
partes opuestas y que responden por lo general a la idea de proteger a los débiles e incapaces
(como los casos de interdicción, nombramiento de curadores, licencias para enajenar bienes
inmuebles de menores) o la regulación de ciertos efectos jurídicos (como la tradición por causa de
muerte mediante el proceso de sucesión). De esta manera se regula la declaración, constitución,
ejecución, reglamentación o tutela de los derechos, y de la libertad y la dignidad del hombre, y la
realización de formalidades necesarias para ciertos actos jurídicos, no solamente en las relaciones
de los ciudadanos entre sí, sino también de éstos con el estado e inclusive entre las diversas
entidades en que se divide.

En Roma se encuentra la cuna de la mayoría de las Instituciones que hoy nos rigen, muchas tienen
su origen en los países de Oriente y otras en Grecia.

El pueblo español, se regía por el Derecho Procesal romano, que a esa altura del siglo V (año 414,
aproximadamente) ya había entrado en una etapa de evolución.

Podríamos fijar los puntos esenciales del Derecho Procesal en tres posiciones fundamentales:

* La existencia de órganos de la jurisdicción.

* La existencia de un orden jurídico firme.

* La lógica de la prueba y de la decisión.

Estos eran los elementos fundamentales del proceso romano vigente en España como asiento de
culturas de pueblos invasores que dejaron en esta los rasgos de su formación social, y se puede
decir que desde la invasión de los visigodos, el Derecho español participó tanto de las instituciones
romanas como de las germanas. Se produjo la invasión, pero no en la forma de ola de sangre que
se acostumbra afirmar tradicionalmente. La penetración visigoda en España fue lenta. Y aparece,
entonces, un nuevo Derecho antagónico del romano, con hombres dotados de espíritu religioso y
con un sentido metafísico de la vida.

Se podría ilustrar en forma viva cómo era el proceso germánico, primitivo, con una evocación de
carácter artístico. El primer acto de "Lohengrin", el poema de Wagner, es un proceso germánico,
tal como se puede entender a esta altura. Elsa es acusada de matar a su hermano; es denunciada
ante el Rey, para que sea juzgada, y ante el pueblo, pide que comparezca un defensor, para que
luche con el acusador y el duelo decida la culpa o inocencia.

Esto en términos modernos le denominaríamos demanda, citación y emplazamiento,


nombramiento de defensor de oficio, prueba y sentencia. Aquí vemos que el espíritu germánico
no concebía la jurisdicción como una organización del Estado, sino como una guerra más. Como no
había organización política estatal que pudiese asumir la función de justicia, no había jurisdicción.
El derecho procesal germánico primitivo, partía del concepto de que la divinidad no podía
condenar a un inocente, y que la lucha o la prueba del hierro caliente, o del agua hirviente, decían
donde estaban los culpables y dónde los inocentes.

Estos dos mundos jurídicos tan antagónicos, se encuentran frente a frente y coexistieron casi sin
interferencias durante dos siglos. Pero, se produjo lentamente, la penetración del elemento
germánico en el elemento español. Se fundieron dos razas de mentalidades opuestas para crear
una tercera sustancia, producto de la fusión de las dos, pero superadora de las posibilidades de
ambas (fruto de esta obra de unificación fue el fuero juzgo).Naturalmente que hablar de Roma
significa referirse a un largo período histórico que, a los efectos de nuestra reseña, tenemos que
dividir, por lo menos, en dos etapas: El ordo iudiciarum privatorum hasta el siglo III después de
Cristo y la extraordinaria cognitio, desde allí hasta el final. El antiguo proceso romano se dividió en
dos partes, la primera de las cuales la dirigió el pretor, y en la segunda, se dictaba la sentencia, era
realizada por personas privadas: en el civil, por el iudex (arbitro), y el penal, por este y los iurati
(jurados). El magistrado (pretor) dirigía la primera parte del proceso y era quien investía el poder
de juzgar al iudex y a los jurados.

El iudex, y con mayor razón, el jurado, tenía absoluta libertad para apreciar o valorar la prueba
aportada por las partes. El testimonio, fue el medio probatorio casi exclusivo; solo más tarde se
admitieron los documentos y el juramento, luego los indicios, etc.

En la extraordinaria cognitio, desaparece el proceso privado para ser sustituido por un


procedimiento oficial, dirigido de principio a fin por funcionarios. Se acentuó el carácter público
del proceso en virtud de la afirmación de la autoridad del estado.

Antecedentes etapas de la historia procesal romana:

ORDO IUDICIARUM PRIVATORUM: En esta etapa, predominó el carácter privado del proceso,
conforme a los principios generales dominantes en esa época primitiva. Después que se salió de la
etapa histórica más antigua, aún cuando el gobierno se consolidó y adquirió más poder, se
mantuvieron los principios de libertad inicial, que ponían, primordialmente, en manos de las
partes, la suerte del proceso, sometido, a los intereses privados más que a los públicos.
En el proceso civil, se distinguían dos fases: in iure e in iudicio. En la fase del procedimiento "in
iure", dirigida por el Pretor, se perseguía la fijación de los hechos de la controversia y se
establecían los presupuestos necesarios para el otorgamiento de la tutela jurídica.

Se iniciaba el procedimiento con una intimación previa del demandante al demandado, para que
compareciera ante el magistrado (in ius vocatio), pudiendo, si era desatendida, ser conducido por
la fuerza (salvo que prestare fianza). El actor exponía sus razones (edictio actionis). El
procedimiento era excesivamente formalista y requería, de las partes, el pronunciamiento de
ciertas palabras o la realización de ciertos ritos. Estas fórmulas eran las que estaban en las legis
actionis (acciones de ley), pues, no podían reclamarse otros derechos que los allí contenidos.
Luego se creó la fórmula escrita (procedimiento formulario), más elástica, permitiendo al Pretor el
otorgamiento de acciones aun no previstas anteriormente, si la apariencia de derecho era
verosímil. El Magistrado, oídas las partes, analizaba no solo si la acción era de las admisibles
(primero en las legis actionis y después en la fórmula), sino también otros aspectos previos, tales
como la competencia, la capacidad de las partes, y demás que hoy llamamos presupuestos
procesales-. Si se daban las condiciones favorables se concedia el permiso para pasar a la siguiente
etapa (la apud iudicem); caso contrario, se negaba tal autorización (denegatio actionis). En la
primera hipótesis, en virtud de que el demandado no confesaba, sino que contradecía u oponía
excepciones, se celebraba la litis contestatio, también formal y ritual, que fijaba los puntos del
juicio que serían sometidos al iudex. La litis contestatio, impedía volver sobre el mismo caso (Ne
bis in eadem), retrotraía a ese momento los efectos de la sentencia, surgió la prohibición de
enajenar la cosa litigiosa, convirtió en transmisibles las acciones intransmisibles, etc.

La fase del procedimiento "apud iudicem" se desarrollaba ante el iudex (parecido al árbitro),
quien, en un régimen de oralidad, inmediación y publicidad, recibía las pruebas, escuchaba las
partes y fallaba en una sentencia que no admitía recursos. Tenía absoluta libertad para apreciar las
pruebas.

El carácter arbitral del juicio se debía a la ausencia de recursos, al cual las partes en Litis
contestatio, se avía sometido y aceptado de antemano solo se admitía en casos excepcionales, una
acción de nulidad y la restitutio In Integrum, una especie de revicion, si se demostraban algunas
sircunstancias, que justificaran la fraudulencia del juicio .

En el procedimiento penal, el magistrado poseía un limitado poder de control, dando al acusador


la potestad necesaria para investigar el hecho. Previo juramento de proseguir la acusación hasta el
final del veredicto (Perseveratum se in crimine usque ad sententiam). Es similar a la querella de
nuestros tiempos, cada vez más limitada y que lo veremos al ir estudiando el derecho penal.

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