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Los yacimientos de gas de Camisea fueron descubiertos por Shell en 1986 y la extracción
en 2004. Operado por un consorcio de compañías liderados por la argentina Pluspetrol, la
estadounidense Hunt Oil y la española Repsol. También incluye a la empresa SK
Corporation, de Corea del Sur, y la compañía Sonatrach, de Argelia, entre otras.
Costó cerca de US$2.700 millones e hizo de Perú una nación rica en gas con regalías
esperadas de US$34.000 millones durante 30 años. Se estima que contienen cerca de 14
millones de pies cúbicos de gas natural. En 2010 inició exportaciones a México y España.
Cada año un grupo de expertos llamado Panel Asesor de Monitoreo Independiente del proyecto
Camisea, establecido el 2009 como condición a un préstamo, emite un informe sobre el impacto
de Camisea. El Panel reconoció el 2016 que el proyecto Camisea tiene impactos
macroeconómicos muy positivos y sin precedentes en la historia económica de Perú, pero los
pueblos indígenas no sólo no se han beneficiado, sino que su salud, nutrición y educación podría
haber empeorado.
El Comité sobre Cambio Climático, que asesora al gobierno británico, asegura que la producción
bien regulada a nivel doméstico puede producir menos emisiones que la importación de gas
licuado.
ANEXO 5
EL MUNDO PERDIÓ 15,8 MILLONES DE HECTÁREAS DE BOSQUE TROPICAL
EN 2017
27 Junio 2018
2017 es el segundo año con los peores datos registrados en la pérdida de superficie forestal desde
2001. El peor fue el anterior, 2016, con 29,7 millones de hectáreas desaparecidas, según datos del
Global Forest Watch en el marco del Tropical Forest Forum de Oslo. El objetivo de esta reunión es
analizar el papel que representan los bosques en el logro de los objetivos del Acuerdo de París para
impedir la subida de la temperatura global más de 1,5°C y así contener el cambio climático. En
concreto, durante estas dos jornadas se van a poner sobre la mesa las tareas que se han conseguido y
los objetivos que aún están pendientes desde que hace 10 años se incluyera la reducción de las
emisiones causadas por la deforestación y la degradación forestal en las negociaciones sobre el
cambio climático.
Los bosques desempeñan un papel fundamental en el almacenamiento del dióxido de carbono,
principal gas de efecto invernadero. Los bosques podrían eliminar 7.000 millones de toneladas
métricas de carbono /año, el equivalente a neutralizar los efectos de 1.500 millones de automóviles,
más que todos los que existen hoy en el mundo.
Además del Acuerdo de París y los Objetivos de Desarrollo Sostenible, se han desarrollado alianzas
globales para proteger los bosques, como el programa de la ONU REDD+ para incentivar a los países
a reducir las emisiones de carbono que provienen de la pérdida de árboles. Pese a los compromisos
asumidos tanto por Gobiernos como por empresas, la pérdida de cubierta arbórea y la deforestación
han aumentado en los últimos 17 años. Los desastres naturales como incendios y tormentas tropicales
desempeñan un papel cada vez mayor. La tala de bosques para la agricultura y otros usos sigue
impulsando la deforestación a gran escala.
Los bosques, especialmente los tropicales de América Latina, el sudeste de Asia y África Central
están cada vez más amenazados por la producción en constante expansión de soja, ganado, aceite de
palma y productos de madera.
Carlos Nobre, uno de los mayores expertos en clima del mundo, señaló que existen signos de que los
trópicos no van a continuar recogiendo tanto carbono de la atmósfera. No está garantizado en el
futuro, así que necesitamos cambios inmediatos y no tenemos 30, ni 50 ni 100 años para hacerlo.
Esto es urgente y obligatorio. Solo el 2% de la financiación para asuntos relacionados con el clima
se destina al sector forestal, se requiere mayor implicación de los estados.
El país que ha sufrido la pérdida más dramática en 2017 es Colombia: más de 400.000 hectáreas, un
46% más que en 2016 y más del doble de su tasa desde 2001. Casi la mitad de la desaparición de su
cubierta forestal tuvo lugar en las regiones de Meta, Guaviare y Caquetá, limítrofes con la Amazonia.
El informe señala la relación de este empeoramiento con la expulsión de las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia (FARC) de grandes superficies de bosques que controlaban
anteriormente. "Las FARC mantuvieron un estricto control sobre el uso de la tierra y apenas
permitieron el uso comercial de los recursos. Con la desmovilización, surgió un vacío de poder que
condujo a la tala ilegal de pastos y coca por parte de otros grupos armados", indican los expertos,
que añaden que la especulación de la tierra se está produciendo de manera "desenfrenada" porque
parte de la población ocupa y deforesta nuevas áreas con la esperanza de obtener un título de
propiedad de la tierra en virtud de la próxima ley de reforma rural, un componente clave del Acuerdo
de Paz.
No obstante, los autores señalan los esfuerzos del Gobierno colombiano para frenar la destrucción
de los bosques. La Corte Suprema ordenó que se controle la deforestación en el Amazonas, el
Ejecutivo ha cancelado un importante proyecto vial que conecta a Venezuela y Ecuador, ha destruido
varias carreteras ilegales, ha ampliado el Parque Nacional Chiribiquete en 1,5 millones de hectáreas
y ha lanzado la iniciativa Green Belt para proteger y restaurar un corredor forestal de 9,2 millones
de hectáreas.
La pérdida de cobertura de árboles en Brasil sigue siendo alta en todo el país y en 2016 alcanzó su
máxima tasa de deforestación. Los incendios en la Amazonia del 2017 causaron la desaparición del
31% de la cobertura arbórea en los estados de Amazonas, Mato Grosso, Pará, Rondônia y Roraima;
casi todos los incendios fueron con intención de despejar la tierra para destinarla al pastoreo o a la
agricultura. La falta de aplicación de las normas que prohíben los incendios y la deforestación, la
incertidumbre política y económica y el retroceso en la protección ambiental de la administración
actual son las razones que los investigadores achacan a este aumento.
Indonesia ha experimentado una caída en la pérdida de la cubierta arbórea en 2017, con una
disminución del 60% en la pérdida de sus bosques primarios en las provincias de Kalimantan y
Papúa. Es probable se deba en parte a la moratoria nacional de drenaje de turba, vigente desde 2016.
Además, el país no sufrió en 2017 el fenómeno El Niño, por lo que las condiciones fueron más
húmedas y eso ayudó a que hubiera menos incendios que en años anteriores.
ANEXO 6
Pérdida de cobertura forestal en la Amazonia —en morado—. Fuente: Global Forest
Watch
ANEXO 7
BRASIL DICE A SUS DIPLOMÁTICOS QUE CUIDEN IMAGEN DEL PAÍS, BAJO
FUEGO POR EL AMAZONAS
Los principales reproches provienen de líderes de países como Reino Unido, Francia y Alemania,
que han expresado su preocupación por los incendios. La oficina del presidente francés, Emmanuel
Macron, acusó a Bolsonaro de mentir cuando minimizó las preocupaciones sobre el cambio climático
en la cumbre del G-20 realizada en junio.
La circular, afirma que la deforestación alcanzó su punto máximo a mediados de la década de 1990
y se redujo en un 72% entre 2004 y 2018. Sin embargo, no menciona que la deforestación ha
aumentado constantemente desde 2012, en parte debido a la economía brasileña y los recortes
presupuestarios que generaron una menor vigilancia de las normas ambientales. Según datos
preliminares, este año la deforestación en la Amazonía brasileña aumentó un 67% en julio en
comparación con el mismo período del año pasado. El número de incendios subió un 83% este año.
La circular resalta que, en las últimas décadas, Brasil ha podido combinar la producción agrícola
con la conservación, en el control y restricción de actividades de acaparadores de tierra, madereros
y mineros, la reducción de la deforestación e invasión de tierras indígenas. Sin embargo, no
menciona que Bolsonaro ha dicho repetidamente que Brasil tiene demasiadas tierras protegidas y
que debería abrirse a la agricultura y la minería.