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Matrimonio

El matrimonio (del latín:


matrimonīum) es una
institución social, presente en
gran cantidad de culturas, que
establece un vínculo conyugal
entre personas naturales,
reconocido y consolidado por
medio de prácticas
comunitarias y normas legales,
consuetudinarias, religiosas o
morales. La unión matrimonial
establece entre los cónyuges —
y en muchos casos también
entre las familias de origen de
estos— derechos y obligaciones que varían considerablemente según las normas que
lo regulan en cada sociedad. El matrimonio es una realidad que tiene su propio
modo de ser, que puede y debe ser regulado por el ordenamiento jurídico, pero no es
creada ni definida por las leyes.

Las normas matrimoniales están vinculadas con aquellas que regulan las relaciones
sexuales (incesto, adulterio, exclusividad sexual, monogamia, poligamia), la
reproducción y la filiación de los hijos, según las reglas del sistema de parentesco
vigente. El matrimonio suele estar estrechamente relacionado con la familia y en
algunos casos constituye su núcleo. Las reglas sobre finalización del matrimonio
incluyen aquellas referidas al divorcio.

En diversos momentos de la historia y en lugares diferentes, el matrimonio podía ser


llevado a cabo sin tener en cuenta la voluntad de los contrayentes, incluso contra su
voluntad o por la fuerza, muchas veces legitimando la posesión forzada de las
mujeres por parte de los hombres. En los últimos dos siglos se ha universalizado la
exigencia del libre y pleno consentimiento de los contrayentes para contraer
matrimonio, como uno de los derechos humanos fundamentales. Con respecto al
género de los contrayentes, en los últimos años el movimiento LGBT ha obtenido en
varios países el reconocimiento legal del matrimonio entre personas del mismo sexo.
En las sociedades actuales existen dos formas principales de matrimonio:
matrimonio civil y matrimonio religioso. En el primer caso son las leyes del Estado
las que establecen los derechos, deberes y requisitos, mientras que en el segundo
caso son las normas o costumbres de la religión bajo la que se celebra. La
coexistencia de ambas formas y el reconocimiento de su validez varían de acuerdo a
cada sociedad.45

Etimología
El origen etimológico de la palabra
matrimonio como denominación de la
institución bajo ese nombre no es
claro. Se suele derivar de la expresión
"matris munium" proveniente de dos
palabras del latín: la primera "matris",
que significa "madre" y, la segunda,
"munium", "gravamen o cuidado",
viniendo a significar "cuidado de la
madre por el marido/padre", en tanto
se consideraba que la madre era la que
contribuía más a la formación y crianza de los hijos. Otra posible derivación
provendría de "matreum muniens", significando la idea de defensa y protección de la
madre, implicando la obligación del hombre hacia la madre de sus hijos.67

Para una comprensión más amplia de la expresión "matrimonio" en su aspecto


etimológico en muchas de las lenguas romances se debe tener en cuenta el concepto
del contrato de matrimonio considerado por el Derecho Romano, que tiene su
fundamento en la idea de que la posibilidad de ser madre, que la naturaleza da a la
mujer núbil, la llevase a procrear una familia.

Una lectura, que pretende ir más allá de la pura etimología de los dos términos que
componen la palabra, hace derivar el significado originario del segundo término
"monium", que se encuentra también en patri-monium y merci-monium, y que alude
a "agente" o "acción"): según tales fuentes,8 el concepto de matrimonio remitiría a
una acción por parte de la mujer y que pareciera remontarse al rol de la mujer en las
sociedades matriarcales.
Características generales
La forma histórica y tradicional de matrimonio es entre un hombre y una mujer, con
la finalidad de constituir una familia. Esa definición ortodoxa ha sido cuestionada,
de una parte, porque se ha otorgado reconocimiento a las uniones entre un hombre y
una mujer con finalidades prácticamente idénticas al matrimonio, pero que adoptan
formas y denominaciones distin tas (v. infra las sociedades de convivencia). Por otro
lado, el desarrollo de nuevos modelos de familia han desvinculado la función
reproductiva del matrimonio: parejas no casadas con hijos o matrimonios sin hijos
madres y padres solteros o madres y padres con una pareja de su mismo sexo.
Finalmente, en varios países y estados se ha producido una ampliación de derechos
que ha dado reconocimiento al matrimonio entre personas del mismo sexo.

En esos casos el matrimonio se realiza, generalmente, por la forma civil o de Estado,


porque las normas de muchas religiones no permiten este tipo de uniones en su seno.

Con todo, en distintos


tiempos y lugares se han
reconocido otras variedades
de matrimonio.

La monogamia es la
práctica más común.

El matrimonio se considera
una institución importante
porque contribuye a definir
la estructura de la sociedad,
al crear un lazo de parentesco entre personas (generalmente) no cercanas en línea de
sangre (al respecto, recordemos que también hay comunidades en las que se
acostumbra el matrimonio entre primos o entre parientes de distintos grados; véanse
las entradas acerca de la endogamia y el incesto). Una de sus funciones ampliamente
reconocidas es la procreación y socialización de los hijos (si bien no es
absolutamente necesario casarse para tener hijos, ni todos los matrimonios
heterosexuales los tienen), así como la de regular el nexo entre los individuos y la
descendencia que resulta en el parentesco, rol social y estatus.

El papel del sexo y del amor en el matrimonio se ha estudiado con diferentes


enfoques: pedagógico y de preguntas y respuestas.
Roles en el matrimonio
Los roles y funciones que se le adjudican a los hombres y a las mujeres, dentro del
matrimonio, se aprenden en el hogar de origen y en el contexto cultural en que
crecimos. Tanto el hombre como la mujer pueden llegar al matrimonio con
expectativas preestablecidas de lo que será su rol como cónyuge y con los hijos. Por
tanto, es muy importante confrontar estas expectativas con su pareja, puesto que la
falta de congruencia en este punto puede causar conflictos en el matrimonio.

Lo primero que habría que decirse


aquí es que no hay papeles
predeterminados para el esposo y la
esposa dentro de la vida
matrimonial.

Cada miembro de la pareja debe


evaluar los roles y expectativas que
tiene frente a su cónyuge y ajustarlos
a las necesidades reales de la pareja.

Tradicionalmente, y sobre todo en


nuestra mentalidad latina, el hombre se definió como el proveedor de todo lo
necesario y la mujer como la que se quedaba en casa, encargada del cuidado de los
hijos y de las mil tareas domésticas. Como consecuencia, el hombre aprendía que
no tenía responsabilidades en los oficios domésticos ni en el cuidado de sus hijos,
pues esas eran “cosas de mujeres”. La mujer por su parte, aceptaba además que ella
era la que debía atender al esposo.

Eso fomentaba una división muy drástica entre las actividades masculinas y
femeninas dentro de la relación matrimonial y traían un desbalance poco sano al
matrimonio.

En algunos hogares latinos, aún en épocas actuales, la mujer tiene que trabajar
muchas horas, sin goce de salario, sin derechos y sin ese “tiempo personal” para
recargar sus baterías. Todavía hay quienes no consideran el trabajo doméstico como
propiamente un trabajo, sino como una “obligación” que tiene la esposa en el
matrimonio.

Hoy en día, por el contrario, la sociedad reconoce que el hombre y la mujer


participan por igual en el campo laboral fuera de casa y el trabajo doméstico, aunque
no es siempre remunerado, es visto como un verdadero trabajo. Así mimo, los
hombres están tomando conciencia de que también ellos deben participar por igual
en los oficios domésticos, tradicionalmente asignados a las mujeres.

El matrimonio es como un regalo que tanto el esposo como la esposa reciben. En ese
regalo vienen ciertos privilegios y derechos, pero también vienen ciertas
responsabilidades, obligaciones y tareas y no hay manuales que especifiquen cuáles
tareas debe hacer el hombre y cuáles la mujer.

El que la mujer esté naturalmente mejor dotada para realizar ciertas tareas en el
hogar, no impide que el hombre pueda aprender a hacerlas. El hogar, el matrimonio
y los hijos no son sólo de uno, sino de los dos. Cada miembro de la pareja debe
evaluar los roles y expectativas que tiene frente a su cónyuge y ajustarlos a las
necesidades reales de la pareja. Comunicación clara y precisa es siempre una
herramienta importantísima en este proceso.

Importancia del matrimonio


La unión mediante el
matrimonio hace legítima la
filiación de los hijos concebidos
o de aquellos adoptivos,
dependiendo de las leyes de la
sociedad. Además, establece las
obligaciones y derechos que
tiene el matrimonio para con sus
hijos.

Además, el matrimonio brinda


una serie de beneficios sociales y legales para quienes lo contraen. Por ejemplo, un
matrimonio entre personas de diferente nacionalidad permite que uno de los
conyugues, o los dos, cuenten con la nacionalidad del otro, facilitando la
conformación de la familia en uno de los dos países natales.

El matrimonio también brinda compañía y estabilidad al ser humano y le permite


criar a un hijo de manera legítima según ciertas legislaciones.

Para quienes toman el matrimonio como una institución religiosa antes que social, el
matrimonio fue establecido por Dios para alejar al hombre y a la mujer del pecado,
para permitirles criar hijos con honor y permitir las relaciones sexuales legítimas
entre los conyugues sin que por ello exista pecado.

Importancia de la familia en la vida de las personas


La familia es el componente fundamental de toda sociedad, donde cada individuo,
unido por lazos de sangre o afinidades logra proyectarse y desarrollarse. Es en este
contexto familiar, que empieza desde la infancia y la convivencia propia, donde el
hombre y la mujer adquirirán habilidades y valores que lo ayudarán a superarse y
replicar estos principios al momento de conformar su propia familia.

Los conocimientos aprendidos de sus padres y madres, y demás personas de su


núcleo familiar, serán los modelos que necesitará la persona para fortalecer su
identidad y las habilidades básicas de comunicación y relación con la sociedad. Los
lazos creados serán también importantes en el desarrollo de su personalidad.

Una encuesta realizada por Integración - Grupo de Análisis y Comunicación, señala


que la única forma de lograr la unión familiar es a través de la comunicación y
comprensión entre sus miembros. Precisamente, ante la pregunta “¿Cómo llegamos
al futuro imaginado?”, un 56% respondió que esta forma de interrelación es la más
importante para sus vidas.

Proyectándose hacia unos años más, con la pregunta “¿Cómo imaginamos a nuestra
familia en el año 2021?”, el 32% de la población se imagina con una familia estable,
organizada y unida; mientras que el 26% se visualiza con un negocio propio. En
tercer orden, un 21% estaría estudiando o culminando una carrera, además de gozar
de buena salud, por citar algunos aspectos.

¿Qué lleva a una familia a progresar, a salir adelante y mantenerse unida?

Un primer paso es la demostración de confianza desde la infancia, basado en el


ejemplo y la coherencia entre lo que se dice y se hace. Además, fortalecer y
reconocer las habilidades y condiciones de los integrantes de la familia, que los
ayude a superarse para la vida.

Otros componentes son la valoración y aceptación de los hijos e hijas con sus
cualidades y defectos; eso también les permitirá reconocer sus errores y repararlos.
Eso también les dará independencia, autoestima y buena autoestima.
Todos estos ingredientes compartidos en el seno familiar, y complementados desde
la escuela u otros factores externos de la sociedad, formará a mejores personas y
hogares estables y unidos.

Matrimonio civil
Como matrimonio civil se designa aquel que establece la
unión entre dos personas, que pueden o no ser del mismo
sexo (dependiendo de la legislación de cada país),
celebrado ante una autoridad civil, por medio del cual los
contrayentes adquieren derechos y deberes patrimoniales
y domésticos, según lo dispuesto en el código civil del
país, y todo ello sin que medie autoridad religiosa alguna.

Matrimonio religioso
El matrimonio religioso es aquel que establece la unión entre un hombre y una
mujer, con arreglo a los principios doctrinarios de una religión, y que se celebra ante
una autoridad de dicha religión.

Matrimonio católico
Como matrimonio católico se conoce aquel que celebra la unión entre un hombre y
una mujer ante Dios, de manera perpetua y según los dictados de la doctrina
católica, para vivir en comunidad de vida y de amor. Como tal, para la Iglesia
católica, el matrimonio constituye un sacramento y es una institución a perpetuidad
que no puede romperse.

Matrimonio cristiano
El matrimonio cristiano es una
institución divina que celebra
la unión de un hombre y una
mujer con Dios bajo los
principios de la doctrina de
cristiana, sin incluir al
catolicismo, pero sí el grueso
de las religiones protestantes.
Como tal, el matrimonio
cristiano es indisoluble, pues
según la doctrina de Cristo,
“lo que Dios juntó no lo puede separar el hombre” (Mateo XIX: 6). Por otro lado, a
diferencia de la Iglesia católica, las iglesias cristianas sí permiten que sus ministros,
presbíteros y diáconos establezcan uniones matrimoniales.

Matrimonio igualitario
Como matrimonio igualitario o matrimonio entre personas del mismo sexo (también
llamado coloquialmente como matrimonio gay o matrimonio homosexual) se conoce
aquel que concierta la unión entre dos personas del mismo sexo (biológico y legal),
para establecer y mantener una comunidad de vida e intereses, a través del cual los
contrayentes se sujetan a los derechos y deberes de tipo patrimonial y doméstico
establecidos por la ley vigente de su país.

Actualmente, el matrimonio igualitario es causa de innumerables polémicas en todo


el mundo y se encuentra en proceso de aceptación en muchas legislaciones de los
países occidentales. En este sentido, el siglo XXI ha constituido una época de
verdadero progreso en este aspecto. En Latinoamérica, no obstante, apenas
Argentina, Brasil, Uruguay y México (solamente en el Distrito Federal y en el
estado de Quintana Roo) tienen plenamente reconocido el vínculo jurídico
matrimonial entre personas del mismo sexo. España, por su parte, ya lo admitía
desde 2005, lo que lo convierte en uno de los países pioneros.

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