Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
Por estos días se ha presentado un proyecto de ley que busca incorporar un curso sobre memoria y derechos humanos,
de carácter obligatorio, en la educación básica y media. La iniciativa fue presentada por la diputada Carmen Hertz y ha
recibido el respaldo de un espectro parlamentario que va desde el Frente Amplio hasta la Democracia Cristiana. Desde
el gobierno, el ministro del Interior, Andrés Chadwick, consideró dicho proyecto como innecesario, debido a que “eso
ya es parte de los currículums y mallas que establece el Ministerio de Educación y no es necesario establecerlo a través
de una ley”. El ministro tiene razón en parte, debido a que efectivamente el tema de los derechos humanos se encuentra
contenido en los principios que fundamentan las bases curriculares de la enseñanza parvularia, básica y media,
emanadas del Mineduc. Sin embargo, se equivoca al afirmar que no es necesaria una ley. Basta observar que sólo para
la enseñanza básica y media se integra este contenido como parte de los Objetivos de Aprendizaje Transversales (OAT),
y si bien estos promueven que cada docente pueda vincularlos directa o indirectamente a su asignatura, ello no implica
la incorporación de una didáctica adecuada para la formación docente. Vale decir, que los gobiernos de nuestro país
han dejado en manos de sus educadores -a título individual- la responsabilidad de cumplir con las obligaciones
contraídas por el Estado en materia de educación y derechos humanos, sin entregarles las herramientas necesarias para
su aplicación.
Toda esta discusión nos remite al campo de la Educación en Derechos Humanos (EDH) y como Observatorio de Educación
en Derechos Humanos, nos parece importante precisar algunas ideas al respecto. Esto, tanto en términos jurídicos como
En primer lugar, ¿qué es la EDH? En el Manual de Educación en Derechos Humanos, Nancy Flowers la define así: “todo
aprendizaje que desarrolle el conocimiento, las habilidades y los valores referentes a los derechos humanos”. En
términos generales, se remite a ella como una práctica pedagógica que posibilita ejercer derechos propios, además de
incorporar herramientas para el desarrollo integral de las personas y de las sociedades democráticas. En este sentido,
se comprende esta educación como una expresión de los diversos aprendizajes que constituyen a los sujetos, que va
más allá de un modelo universal de enseñanza, por lo que exige una perspectiva amplia para su abordaje.
En primer lugar, ¿qué es la EDH? En el Manual de Educación en Derechos Humanos, Nancy Flowers la define así: “todo
aprendizaje que desarrolle el conocimiento, las habilidades y los valores referentes a los derechos humanos”. En
términos generales, se remite a ella como una práctica pedagógica que posibilita ejercer derechos propios, además de
incorporar herramientas para el desarrollo integral de las personas y de las sociedades democráticas. En este sentido,
se comprende esta educación como una expresión de los diversos aprendizajes que constituyen a los sujetos, que va
más allá de un modelo universal de enseñanza, por lo que exige una perspectiva amplia para su abordaje.
En segundo término, cabe señalar que la EDH ha sido reconocida por Naciones Unidas como parte de los derechos
consagrados a todo ser humano. En efecto, en 2011 se promulga la Declaración de las Naciones Unidas sobre Educación
y Formación en materia de Derechos Humanos, que establece en su artículo 1° que: “Toda persona tiene derecho a
obtener, buscar y recibir información sobre todos los derechos humanos y las libertades fundamentales y debe tener
acceso a la educación y la formación en materia de derechos humanos”. Junto con ello, esta Declaración establece que
la educación y la formación en materia de DDHH engloba tres líneas de acción: 1) La educación sobre los derechos
humanos, que incluye facilitar el conocimiento y la comprensión de las normas y principios de derechos humanos, los
valores que los sostienen y los mecanismos que los protegen; 2) La educación por medio de los derechos humanos, que
incluye aprender y enseñar respetando los derechos de los educadores y los educandos; 3) La educación para los
derechos humanos, que incluye facultar a las personas para que disfruten de sus derechos y los ejerzan, y respeten y
En concordancia con estas orientaciones globales, el Plan Nacional de Derechos Humanos 2018-2021 (el primero que ha
tenido Chile en toda su historia republicana) incorporó como segundo eje de acción a la educación en DDHH, la que
deberá cumplir con el siguiente objetivo: “Promover y garantizar la sensibilización, formación y capacitación en derechos
humanos para desarrollar una cultura de derechos humanos que contribuya a la prevención de sus vulneraciones”. Cabe
destacar además que el primer eje de este plan es la promoción de la investigación, sanción y reparación de los crímenes
de lesa humanidad, y de la memoria histórica. Lo anterior puede ser claramente leído en relación con la necesidad de
que la EDH incorpore entre sus contenidos nucleares el respeto por los derechos humanos, pero también la pasada
experiencia dictatorial como ejemplo nítido de irrespeto a aquéllos. Cabe precisar que este plan fue presentado al país
administración. Tarea ineludible si se tiene en cuenta el derecho internacional de los DDHH, que establece la existencia
de sujetos de derechos y sujetos de obligación, esta última categoría aplicable a los Estados.
Un tercer aspecto a remarcar apunta a la pregunta que da título a esta columna, acerca de si requerimos o no un curso
de DDHH en la educación formal. Teniendo en cuenta los elementos antes enunciados, la respuesta es afirmativa. Pero
no sólo lo es en virtud de esas referencias. Nuestro quehacer como Observatorio de Educación en Derechos Humanos -
en las áreas de docencia, investigación y extensión- nos ha permitido arribar a algunas constataciones preocupantes.
Por una parte, que pese a estar DDHH incorporado como tópico obligatorio en las bases curriculares, ello no implica que
se los aborde efectivamente en las aulas. Por otra, que en los espacios educativos en que así ocurre, tampoco se produce
-necesariamente, aunque suene paradojal- como enseñanza de los derechos humanos, sino muchas veces enmarcado
(¿enmascarado?) o indirectamente tratado en temáticas afines como ciudadanía, educación en valores, ética, entre
otros. Más aún, que los dos puntos antes referidos se deben, en buena medida, a la discrecionalidad con la que se
abordan los derechos humanos en la escuela (cuando se hace), muchas veces dependiendo de las cosmovisiones ético-
políticas de los directivos y/o de los profesores. La formación en DDHH en las carreras de pedagogía es una tarea urgente
e ineludible; por cierto, no sólo en áreas afines como historia y geografía o ciencias sociales, sino en todo el espectro de
las pedagogías, de manera tal que los futuros educadores y educadoras puedan incorporar los derechos humanos en
disciplinas como las matemáticas, la biología, las artes, los idiomas, entre otros.
Tal y como enunciamos al inicio de esta columna, la presencia de estos contenidos en las bases curriculares no conlleva
una obligación de incorporar una didáctica ad hoc durante la formación docente, que permita a las y los futuros
profesores experimentar un saber sobre, por medio y para los derechos humanos. De esta forma, es insuficiente de
parte del Estado, a través del Mineduc, promover un objetivo para el que no se disponen las metodologías pertinentes.
En cuarto lugar, que los hechos conocidos y debatidos estos últimos meses, en torno a la violencia en los espacios
educativos, son una muestra de lo urgente que es -hoy más que nunca- educar en DDHH. Para ello, es necesario
trascender a las visiones punitivas y a las explicaciones cortoplacistas, como las contenidas en el Proyecto Aula Segura,
que se agotan en los casos particulares. Estamos frente a manifestaciones de violencia estructurales -por cierto, no sólo
por parte de estudiantes- que responden a una forma de interacción social amparada en profundas condiciones de
desigualdad y exclusión. Frente a todo esto, un curso obligatorio sobre derechos humanos permitiría supervisar su
efectivo cumplimiento, revisar los contenidos trabajados a su amparo y contribuir a una cultura de la paz. Y a este
respecto cobra sentido la propuesta de la destacada educadora peruana Rosa María Mujica, quien atribuye a la
educación en derechos humanos los siguientes objetivos, entre otros: i) Promover el desarrollo de actitudes, valores,
conductas y comportamientos como el respeto a la persona, la solidaridad, justicia, libertad, igualdad, tolerancia,
participación y otros, para contribuir a la construcción de una cultura democrática; ii) Promover la participación
Entonces, decimos sí a una asignatura obligatoria sobre DDHH. Pero requerimos mucho más. No solo necesitamos
enseñar DDHH en la educación formal, sino también en la informal y en todos los espacios posibles donde los derechos
humanos requieran ser conocidos, difundidos y promovidos como requisito indispensable para una sociedad
democrática, en donde para cada sujeto la dignidad humana sea una realidad. Requerimos, en definitiva, de una ley
Fuente: https://www.elmostrador.cl/noticias/opinion/2018/10/16/necesitamos-un-curso-de-ddhh-en-la-educacion-
chilena/