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El movimiento antivacunas es un problema real en todo el mundo.

La Secretaria
de Salud (Sedesa) está preocupada porque ya hay grupos grandes de
antivacunas en México, sobre todo en estados como Guadalajara, Monterrey y
Ciudad de México.

Una de las vacunas que más ha sido rechazada, es la triple vírica (MMR) o triple
viral, encargada de combatir el sarampión, el virus de fácil diseminación que más
ha resurgido, en gran medida, por las creencias antivacunas.

La investigadora asegura que esto se debe a que “la información de las redes es
un arma de dos filos. Hay fuertes campañas antivacunas que promueven
contradicciones y mitos.

De acuerdo con el IMSS, cada año, las vacunas evitan más de 6 millones de
muertes y previenen discapacidades importantes. Sin embargo, los mitos y
realidades más sobresalientes son:

1.- Con una buena higiene no es necesario vacunarse; en realidad, aunque se


tenga la mejor higiene, existen enfermedades que solo se pueden prevenir a una
vacuna.
2.- Vacunarse puede provocar efectos secundarios a largo plazo y en algunos
casos la muerte; Sin embargo, como sabemos no existen efectos secundarios
tiempo después de la vacunación, es decir, al momento de la aplicación puede
provocar dolor, inflamación o irritación pero no se tendrá tanto tiempo.
3.- La vacuna DTPa (difteria, tétanos y tos ferina), así como la antipoliomielítica
puede provocar síndrome de muerte súbita; realmente no existe vacuna que
provoque el síndrome de muerte súbita del lactante.
4.- Si una enfermedad es erradicada en el país, no es necesaria la vacunación;
pero la única enfermedad erradicada mundialmente es la viruela, y por lo tanto, no
es necesaria la vacuna.
5. Ponerse más de una vacuna puede sobrecargar el sistema inmunológico; las
vacunas no sobrecargan el sistema inmunitario, como sabemos el sistema inmune
combate miles de microbios y los antígenos (que activan este sistema) en las
vacunas provienen de los mismos microbios solo que estos están debilitados o
muertos, por lo que, no pueden enfermarnos gravemente.
6.- La vacuna contra a gripa (influenza estacional) no funciona; esta vacuna es
muy eficaz contra los principales virus de la influenza pero es difícil que llegue a
todos los microorganismos que provocan la enfermedad.
7.- Después de una enfermedad el cuerpo se vuelve inmune a la mista y esto es
mejor que vacunarse; la protección que dan las vacunas es superior a la que se
adquiere al enfermar.
8.- Las vacunas contienen sustancias como aluminio y mercurio (metal) y es
peligroso para la salud; antes se utilizada en pequeñas cantidades, pero
actualmente las vacunas para menores de 6 años no contienen mercurio, además
por otra parte, en un día normal, respiramos, ingerimos o bebemos 30-35 mg de
aluminio, más de 20 veces la dosis reglamentaria máxima contenida en una
vacuna.
9.- Las vacunas causan autismo; no hay evidencia científica que respalde esta
relación entre las vacunas y el autismo.

Con el tiempo, ha ido en aumento el arsenal de vacunas y su correspondiente


efectividad. No obstante, esa ventaja para la salud se acompaña de repetidas
inyecciones que son resistidas por los niños a medida que crecen, por eso algunas
familias comienzan a cuestionar el valor de las vacunas.

Este tipo de vacilaciones se suman a los crecientes movimientos antivacunas. Las


objeciones planteadas son muy diversas, desde considerar que las vacunas
combinadas son procedimientos artificiales, potencialmente dañinos, hasta negar
de plano la necesidad de la vacunación contra el riesgo de una enfermedad
infecciosa inexistente.

El temor a reacciones adversas luego de una vacuna, o la aparición de una


enfermedad tiempo después en población vacunada, son argumentos frecuentes.
Se cuestiona la falta de estudios en el largo plazo que demuestren la inocuidad de
las vacunaciones.

También se desconfía de las vacunas por ser objeto de lucro por parte de la
industria farmacéutica, pero no se tiene en cuenta que esta, a su vez, brinda un
servicio importante para la salud, en general no cubierto por una producción
nacional. Toda la información a la población por parte de los distintos actores ha
de incluir mensajes claros sobre los beneficios de cada nueva vacuna y sobre la
vacunación en general.

La oposición a la vacunación provoca un conflicto entre el derecho individual a no


vacunarse y la responsabilidad de cada individuo de contribuir a la inmunidad
comunitaria. La decisión corresponde a los familiares o responsables de los niños,
pero en la toma de esta decisión, en la mayoría de los casos se ignora que,
además de inmunizar al niño, se contribuye a una salud colectiva. Está
demostrado que la inmunidad comunitaria reduce los riesgos de la diseminación y
trasmisión de agentes infecciosos en el ambiente y evitar así posibles brotes
epidémicos, ya que se alcanzan niveles de cobertura relativamente altos.

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