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PRIMERA PARTE
Un día de verano se encuentra un hombre de setenta y cuatro años “Víctor” sentado
en un banco del parque de su ciudad, lugar donde el solía ir. Cuando un hombre de
sesenta y algo de años “David”, quien se dirigía hacia la banca del parque donde se
encontraba Víctor, quien parecía estar con un aspecto melancólico como si
estuviera pasando por un mal momento de su ida y así había sido su vida los últimos
años.
Al estar los dos sentados en la misma banca se dieron cuenta al mismo tiempo que
se conocían, ambos fueron amigos cercanos durante gran parte de su infancia ya
que eran vecinos en un barrio modesto donde vivieron su infancia. Ambos
sorprendidos por haberse encontrado luego de cincuenta y cuatro años.
Víctor a diferencia de David siempre fue de una familia humilde y escasos recursos,
no termino sus estudios, empezó a trabajar a sus diez años en un lavadero de autos,
botones en un hotel, portero en varios hoteles de cinco estrellas. Hasta que a sus
veintidós años (dijo puedo tener suerte). Compro un pequeño taller que fabrica
bolsos de piel, con todo lo que tenía, ya que tras años de trabajar como portero
sabía lo que les gustaba las mujeres con dinero; Al principio él se encargó de
fabricar y vender los siete días de la semana y reinvirtió todo o que gano el primero
año y busco la manera de mejorar continuamente; Hasta que logro adquirir varios
talleres y tiendas consiguiendo crear así un negocio prospero.
Tras oír la historia de Víctor, David le dijo tu tuviste BUENA SUERTE, mientras que
yo tuve MALA SUERTE (de una manera caprichosa); -Víctor le responde que no es
cuestión de suerte el no tuvo privilegios, pero si se esforzó lo más que pudo,
esfuerzo resultado de un cuento que su abuelo le contaba cuando niño.
David de una manera escéptica por su avanzada edad (sesenta y cuatro años)
estuvo dispuesto a escuchar el cuento del abuelo de Víctor gracias a refrán que le
menciono “Mientras hay vida, hay esperanza”.