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Las tenaces evidencias (evidencias ideológicas de tipo empirista) ofrecidas por el punto de vista de la
mera producción incluso de la simple práctica productiva, (abstracta ella misma con respecto al
proceso de producción) se incorpora de tal modo a nuestra conciencia cotidiana, que es sumamente
difícil, por no decir casi imposible, elevarse al punto de vista de la producción. Sin embargo, cuando
no se adopta tal punto de vista todo resulta abstracto y deformado (más que parcial), aun en el nivel
de la producción y con mayor razón todavía en de la simple práctica.
La calificación de las fuerza de trabajo tiende a asegurarse no “en el lugar del trabajo”, sino fuera de
la producción, por medio del sistema educativo, diseñado para aumentar la fuerza de trabajo.
¿Cómo se asegura la reproducción de las relaciones de producción? Para responder esa pregunta
hay que rescatar primero dos cuestiones.
La sociedad
Utilizaremos la estructura de una sociedad como en principio Marx la describe. Toda sociedad está
constituida por dos niveles: la infraestructura o base económica (“unidad” de fuerzas de trabajo y
relaciones de producción) y la superestructura que comprende dos instancias, la jurídico-política y la
ideológica. Este diseño está estructurado con un interés teórico-pedagógico que ofrece una
fundamental ventana teórica que permite inscribir en el dispositivo teórico de sus conceptos
esenciales lo que nosotros hemos llamado su índice de eficiencia respectivo.
El Estado
El Estado es una máquina de represión que permite a las clases dominantes asegurar su dominio
sobre la clase obrera para someterla al proceso de explotación de la plusvalía. El Estado gira en
torno a la posesión del poder del Estado. Por otra parte existe el aparato de Estado. El objetivo de la
lucha de clases concierne al poder de Estado y en consecuencia en la utilización del aparato de
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Estado, determinado por las clases que tiene el poder de Estado en función de sus objetivos de
clase. Para hacer progresar la teoría del Estado, es indispensable tener en cuenta no solo la
distinción entre poder de estado y aparato de estado, sino también otra realidad que se manifiesta
junto al aparato (represivo) de Estado, pero que no so confunde con él, los aparatos ideológicos del
estado (AIE).
Así como existen los aparatos represivos también existe una pluralidad de aparatos ideológicos de
Estado. Además los aparatos represivos son de dominio público, y en el caso de los aparatos
ideológicos, son del domino privado. No existen aparatos de Estado puramente represivos: las
instituciones como la policía y el ejército también utilizan la ideología, y de la misma manera no existe
un aparato puramente ideológico. La diferencia esencial entre el aparato represivo de estado y el
aparato ideológico del Estado, es que el primero “funciona mediante la violencia”, en tanto que el AIE
funciona mediante la ideología. A pesar de la diversidad de AIE, se podría decir que la clase
dominante ejerce la represión y a su vez utiliza su ideología. Así pues el AIE también tiene su lugar
en la lucha de clases.
¿Cuál es la medida del rol de los aparatos ideológicos de Estado? ¿A qué corresponden la “función”
de esos aparatos ideológicos del Estado que no funcionan con la represión sino con la ideología?
El rol del aparato represivo del Estado consiste esencialmente, en tanto aparato represivo, en
asegurar por la fuerza, las condiciones políticas de reproducción de los relaciones de producción que
son en ultima instancia, relaciones de explotación. El aparato de Estado no solamente contribuye en
su propia reproducción sino también, y sobre todo, asegura mediante la represión las condiciones
políticas de la actuación de los aparatos ideológicos.
La función de la diversidad de los aparatos ideológicos de estado, en su rol único, es reproducir las
relaciones de producción.
La clase dominante en las formaciones capitalistas maduras asegura la “armonía” entre el aparto
represivo y los aparatos ideológicos por medio del aparato ideológico escolar.
Todos los aparatos de Estado buscan el mismo resultado: reproducir las relaciones de producción
(i.e. las relaciones capitalistas de explotación). Por medio del sometimiento de los individuos a una
ideología de Estado “democrática”, atiborrando a todos los ciudadanos mediante la prensa, la radio,
la televisión, con dosis diarias de nacionalismo, chovinismo, liberalismo, moralismo. Se inculca en
los niños “habilidades” recubiertas por la ideología dominante en estado puro (moral, instrucción
cívica, filosofía, etc.)
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Cada grupo está provisto de la ideología que conviene al rol que debe cumplir en la sociedad de
clases.
Se puede concluir que la pareja Escuela-familia constituye el aparato ideológico del Estado
dominante, aparato que desempeña el rol determinante en la reproducción de las relaciones
producción de un modo de producción amenazado en su existencia por la lucha de clases.
La ideología
Todos los aparatos ideológicos del Estado funcionan con una ideología básica, que Marx definía
como: “el sistema de ideas, de representaciones que domina al espíritu de un hombre o grupo
social”. La teoría de las ideologías se basa en la historia de las formaciones sociales; por lo tanto en
los modos de producción combinados en ésta y de las luchas de clases que en ellas se desarrollan.
Tesis 1: la ideología representa la relación imaginaria de los individuos con sus condiciones reales
de existencia.
La palabra ideología significa: ilusión o alusión a algo. Los hombres se representan en forma
imaginaria sus condiciones reales de existencia. La existencia de los grupos de estos cínicos que
basan su dominación y explotación del “pueblo” en una representación falseada del mundo que han
imaginado para esclavizar los espíritus mediante el dominio de su imaginación. Como Marx decía:
“es la alienación material que reina en las condiciones de existencia de los hombres mismos” (trabajo
alienado). En la representación imaginaria del mundo que se encuentra en una ideología están
reflejadas las condiciones de existencia de los hombres y por lo tanto su mundo real.
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En la ideología no está representando entonces el sistema de relaciones reales que gobiernan la
existencia de lo individuos, sino la relación imaginaria de esos individuos con las relaciones reales
que viven.
Los individuos viven en la ideología, cuya deformación imaginaria depende de su relación imaginaria
con sus condiciones de existencia, con las relaciones de producción y de clase. Diríamos que esta
relación está dotada de existencia material. El individuo en cuestión se conoce de tal o cual manera,
adopta tal o cual comportamiento práctico y, además, participa en ciertas prácticas reguladas, que
son del aparato ideológico del cual “dependen” las ideas que el ha elegido libremente con toda
conciencia, en su calidad de sujeto.
Todo depende de la noción del sujeto; la ideología interpela a los individuos como sujetos.
La ideología solo existe por el sujeto y para el sujeto, puesto que toda ideología tiene por función la
“constitución” de los individuos concretos en sujeto. Así la ideología no está nada más en las formas
materiales de la existencia de ese funcionamiento. El hombre por naturaleza es un animal ideológico,
cuando reconoce en otro el discurso que argumenta. La ideología transforma a los individuos en
sujetos.