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El nacimiento de la tragedia- Nietzsche

En 1869, a la muy corta edad de 24 años, Nietzsche entró a la Universidad de


Basilea (en Suiza) como profesor de filología clásica. La comunidad académica
tenía elevadas expectativas del joven Nietzsche, -quien escribe El nacimiento de
la tragedia para posicionarse definitivamente como catedrático- pero este libro les
dejó decepcionado. Primero, la respuesta fue el silencio total, luego, fue
ampliamente criticado por la falta de rigor y pruebas en los datos históricos que
manejaba. Por ejemplo, uno de los maestros de Nietzsche escribió en su diario
que el libro le había parecido una “ingeniosa borrachera”. Sanchez Pascual, define
esta situación como un choque entre “el filósofo y el erudito, siendo que siempre el
primero queda destruido”.

El problema es que Nietzsche no escribió tanto un libro de filología como uno de


filosofía. Su problema con la filología clásica se debía a que él consideraba que
transmitía una tergiversada imagen del mundo griego: sus cultores ven en ella un
conjunto de objetos y no un modelo cultural (que es lo que encuentra N). Lo que le
molesta es el reduccionismo con que se entiende la cultura griega, porque se
cierra a su complejidad y fuerza.

La idea fue rastrear el nacimiento de la tragedia en Grecia Antigua pero acabó


describiendo o exponiendo una nueva visión del mundo: el pensamiento trágico

Mencionemos superficialmente que las ideas del NT, ya se venían perfilando en


textos anteriores como: “el drama musical griego” (origen y efecto de la tragedia es
el tema); “Sócrates y la tragedia”; “La visión dionisíaca del mundo” (ya
encontramos aquí la distinción entre dos fuerzas artísticas de la naturaleza: Apolo
y Dionisio, representados por el sueño y la embriaguez respectivamente).

Temas

Se puede ver esta obra de muchas maneras: como una reinterpretación de la


cultura griega, como una respuesta revolucionaria a la pegunta sobre el sentido
del arte, una crítica a la cultura contemporánea y una propuesta de cómo
pensarla, una reflexión sobre la vida y la muerte, entre otras.

En nuestro enfoque, diremos que el tema centrar de esta obra es el arte,


entrándonos en lo que él dice:

“La existencia se justifica eternamente sólo como un fenómeno estético”.

La cuestión del arte es el tema principal de este libro: creencia de que la creación
artística yace en la parte más honda de nuestro ser. No somos animales
racionales sino creadores.
Contenido

Comienzo

Vamos a la primera oración: “Mucho habremos ganado para la ciencia estética


cuando hayamos llegado no sólo al discernimiento lógico, sino a la
seguridad inmediata de la intuición de que el desarrollo continuo del arte
está ligado a la dualidad de lo apolíneo y lo dionisiaco”.

Aquí vemos mención de los célebres términos de lo apolíneo y lo dionisiaco.

“Ciencia estética”. Sobre esto volverá tiempo después para auto criticarse,
diciendo que esta obra en relidad era imposible. Imposible precisamente por lo
que esa frase pretende, hablar científica o teóricamente sobre la estética. Si lo que
quiere sostener es que el arte es mejor que la filosofía para trasmitir conocimiento
sobre nosotros y el mundo, entonces esta primera línea y el tono teórico general
del libro contradice esa meta.

Conceptos

En la cita que vimos, Nietzsche dice que la manifestación artística está ligada a
la dualidad de lo apolíneo y lo dionisiaco. Estos términos se refieren a los dioses
de Apolo y Dionisio.

Los utiliza para simbolizar los dos poderes básicos de la realidad del mundo, los
dos principios o energías fundamentales que caracterizan no solamente la
experiencia cultural de los griegos sino la propia naturaleza (de ahí que algunos
hablen de que el NT contene una “metafísica del artista”). Hablando desde la
estética, lo apolíneo y lo dionisíaco serían dos impulsos diferentes que en el arte
se traducen como modelos opuestos estilísticos casi siempre en lucha.

Para él, una cultura puede caracterizarse como apolínea, dionisiaca, o como una
fusión de los dos, que sería trágica. Para ilustrar la naturaleza de estas “energías”
Nietzsche acude a los estados fisiológicos del sueño y de la embriaguez.

Y para explicarnos cómo se relacionan lo A y lo D, recurre a una llamativa imagen


de Schopenhauer. En El mundo como voluntad y representación encontramos
esta afirmación: “Como en el mar embravecido, que ilimitado por doquier, entre
aullidos hace que montañas de olas asciendan y se hundan, un navegante está en
una barca confiando en la débil embarcación; de la misma manera, en medio de
un mundo de tormentas, tranquilo el hombre individual, sostenido y confiando en el
pricipium individuationis.” En esta imagen, la pequeña embarcación es el elemento
apolíneo, un producto de ese principio de individuación, y el mar embravecido lo
dionisiaco, un fenómeno abarcador, sin límites. El mar es un buen ejemplo de lo
dionisiaco debido a su enormidad. Desde el punto de vista del hombre en la
embarcación, no tiene límites, rompe el principio de individuación. Lo único que le
salva de ser devorado por el mar es su pequeña creación apolínea.

RECORDAR: principio de individuación: fundamento de la división y


particularización de todo lo que existe. Desde la perspectiva de N, esta visión del
mundo que se refiere a lo existente como “particular”, que se refiere a la pluralidad
de lo existente y a su disgregación, se encuentra sin saberlo prisionera de una
apariencia. Esta apariencia es el mundo de los fenómenos. En verdad, el mundo
no está disgregado en la pluralidad, sino que es una corriente única. Todo es uno.

Apolo-Sueño:

Apolo es el principio de individuación, representante del equilibrio, de la forma


armoniosa y bella, del control, de la serenidad y la mesura. Es la certeza, la
verdad. Concentra, construye, da unidad. Su luz evita que el hombre se fragmente
y le confiere lucidez, comprensión, sobriedad. Es la razón sobre los instintos.

El mundo del sueño, dice Nietzsche, es un entorno de imágenes ilusorias. No son


un reflejo de la realidad sino bellas y placenteras creaciones entre las cuales
paseamos durante un tiempo. Los sueños no son la realidad sino una apariencia
ilusoria. En el sueño cada hombre es artista, es el presupuesto de todo arte
figurativo.

<<Lo apolíneo es el apremio hacia un ser-para-si perfecto hacia el individuo típico,


hacia todo lo que simplifica, destaca aclara, priva de ambigüedad, tipifica: es la
libertad bajo la ley>>

Dionisio-Embriaguez:

El dios de la fertilidad, del vino, y en general del exceso, del desbordamiento.


Representa el caos, el descontrol, la desmesura Es el dios que va opr e mundo
sembrando la locura, en él solo hay lugar para el instinto y la fuerza sexual. Es el
triunfo de la pluralidad en uno mismo. Ademas, si Apolo ama las figuras, Dionisio
es el dios de la música: de la música seductora, que desata todas las pasiones.
(ejemplo: fiestas e electrónica, en la naturaleza, descampados).

Simboliza aquel aspecto de la realidad donde la individualidad se desintegra,


donde el orden de las distinciones se pierde en una consumación unificadora. Si
Nietzsche ilustra lo apolíneo con el sueño, el estado fisiológico que corresponde a
lo dionisiaco es la embriaguez: porque solo en ella desaparecen los limites de lo
individual.
<<Con “dionisíaco” se expresa un apremio de unidad, un desarrollo más allá de la
persona, de la cotidianeidad, de la sociedad, de la realidad, un desbordamiento
apasionadamente doloroso en oscuras situaciones completamente flotantes (…),
como sentimiento de unidad de la necesidad de crear y de destuir.>>

El principio de individuación se colapsa y con ello todas las barreras que


separaban al hombre del hombre y de la naturaleza. Nos sentimos unidos con
nuestro entorno y con los que lo habitan en una sensación de armonía universal.
Ejemplo: festivales en las que hay una expresión colectiva de danza, canto, y
festividades orgiásticas. Hare Krishna, festival del tomate (¿), woordstock

“Hay hombres que, por falta de experiencia o por estupidez, se apartan de


tales fenómenos como de “enfermedades del pueblo”, ridiculizándolos o
lamentándolos desde el sentimiento de su propia salud: los pobres no
sospechan, desde luego, qué cadavérico y fantasmagórico es el aspecto que
tiene precisamente esa “salud” suya cuando pasa junto a ellos en plena
efervescencia la vida ardiente de los entusiastas dionisíacos.”

Sobre la embriaguez quisiera decir algunas cosas más, en un fragmento


póstumo, aparece como lo que lo que estimula e intensifica las fuerzas para la
vida. Es el presupuesto del arte auténtico esta condición fisiológica. Hablamos de
la embriaguez en sentido amplio: la de la excitación sexual, la de la fiesta, de la
rivalidad, de la victoria la embriaguez primaveral la que se debe al influjo de
narcóticos: todo lo que nos conduce al sentimiento de plenitud y de intensificación
de las fuerzas. De este sentimiento hacemos partícipes a las cosas, las
violentamos. En un fragmento póstumo se lee:

<<(…) Los estados en los que ponemos una transfiguración en las cosas y
poetizamos en ellas hasta que reflejan nuesra propia plenitud y placer de vivir: el
impulso sexual, la ebriedad, la comida, la primavera, la burla, la crueldad, el
éxtasis del sentimiento religioso. (…) El cansado, el sobrio, el agotado, no puede
recibir deñ arte absolutamente nada, poruqe no tiene la fuerza artística primordial,
la constriccion de la riqueza: quien no puede dar, tampoco recibe nada. (…) La
perfeccion es el necesario desbordarse sobrepasando todos los limites.>>

Lo apolíneo y lo dionisíaco son dos principios que atraviesan el mundo, la cultura,


el arte, y al mismo hombre.

Artistas

Nos centremos en verlos como modos de creación artística. Al igual que un


hombre dormido produce las bellas ilusiones de los sueños, la creación apolínea
en la vigilia produce objetos individuales como pinturas, estatuas, literatura,
arquitectura, etc. Como la embarcación en el mar o los sueños, estos objetos son
apariencias bellas e ilusorias que se erigen entre nosotros y el incesante flujo del
mundo. El artista apolíneo, como cualquier persona, tiene instintos y una dinámica
inconsciente que serían como ese incesante flujo. Para no caer y perderse en ese
flujo, su consciencia, el ego, crea los objetos de su experiencia, al igual que ese
hombre creó su pequeña balsa para que el mar no le devorara.

Pero la expresión artística no es sólo apolínea sino que puede ser dionisiaca
también. Ciertos tipos de canto y baile pueden llegar a un punto de frenesí donde
el individuo se pierde.

De forma muy sugerente dice Nietzsche que en este caso el hombre no es un


artista sino que se convierte en una obra de arte. Logra, en efecto, eliminar la
brecha entre los instintos y el ego.

Arte: es un espejo transfigurador. La finalidad de la creación artística no es la


producción de conocimiento sino la superación de una situación de vida y no lo
hace al reflejar el mundo sino al transfigurarlo. Hay dos formas en las que el arte
puede llevar a cabo esta transfiguración - mediante el arte apolíneo o el arte
dionisiaco. El arte apolíneo reacciona al tapar esta realidad con una bella ilusión.
El arte dionisiaco es un poco diferente. En vez de tapar esta dura y primordial
unidad del cosmos, la expresa. La expresión dionisiaca se da mejor que nada en
la música y el baile.

Pero hasta aquí nos hemos referido a lo apolíneo y lo dionisíaco por


separado. Contando ya con estos conceptos, podemos pasar a hablar de un
concepto muy importante: tragedia. Consideremos la siguiente idea:

<<El poder de Apolo de crear formas, sin Dioniso, es vacío; y el poder de liberar
pasiones de Dioniso, sin Apolo, es ciego.>>

Y es que aunque sean opiuestos, no pueden existir el uno sin el otro. Su discordia
es también concordia. Adelantandonos a lo que diremos sobre la tragedia,
Nietzsche “descubre” que el mundo de la cultura apolínea de los griegos, su
inclinación a la medida y al orden, descansan sobre la base viva de la desmesura
dionisíaca. Lo dionisiaco es la base sobre la que se apoya el mundo luminoso.

Tragedia

Centrándose concretamente en el caso de Grecia Antigua, muestra cómo lograron


unirlos para dar lugar a la tragedia. El arte supremo es la tragedia ática, fruto de la
reconciliación de Dionisio y Apolo, que muestra la dimensión del espíritu griego
cuya mdida está dada por la conciencia de lo tremendo, que no lo vive como como
culpa, sino que lo mueve a producir aquello que mantenga el equilibrio: el mundo
de las imágenes apolíneas.

Hagamos un breve recorrido histórico para llegar al momento de la tragedia:

Por un lado, Grecia estaba dominado por el aspecto apolíneo. Cuando pensamos
en Grecia Antigua, pensamos en su lado apolíneo, la arquitectura, las estatuas, las
columnas dóricas. Pero también había un lado dionisiaco que se encontraba en
tribus bárbaros en las islas del Mar Egeo. Se caracterizaban por celebraciones
frenéticas en las que reinaba una total promiscuidad sexual.

A pesar de sus esfuerzos, no podían detener todo contacto con estas influencias y
pronto los impulsos dionisiacos empezaron a manifestarse en Grecia. Los griegos
apolíneos no se rindieron sino que llegaron a un acuerdo a coexistir en paz. La
cultura que se forjó a partir de este encuentro perdió el frenesí de las orgías pero
retenía la música en la forma de la flauta y el ditirambo.

Termina el segundo capítulo diciendo que el griego apolíneo, mirando al fenómeno


dionisiaco, se da cuenta que todo esto no es a fin de cuentas tan extraño o ajeno,
que de hecho su consciencia apolínea no es más que un delgado velo ocultando
toda la esfera dionisiaca.

En el tercer capítulo, empieza haciendo notar el exuberante despliegue de dioses


olímpicos que adornan los monumentos de los griegos. Este es el Partenón en
Grecia. En su época se hubiera visto algo así. Lo que le interesa a Nietzsche es,
¿de dónde vino todo esto, de qué honda necesidad de los griegos brotó esta
ilustre sociedad de olímpicos? En vez de dar la espalda a esta impenetrable
exuberancia, Nietzsche pide que prestemos atención a lo que la antigua sabiduría
de los mismos griegos decía sobre la naturaleza de la vida.

Cuenta una leyenda que relata una conversación entre el Rey Midas y este
personaje, el sabio Síleno, compañero de Dioniso. Pregunta el rey, “¿Qué
considera usted que sea lo mejor y más preferible para el hombre? Síleno
responde:

“Lo mejor de todo es totalmente inalcanzable para ti: no haber nacido, no ser, ser
nada. Y lo mejor en segundo lugar es para ti -morir pronto.”

Nietzsche lo menciona porque advierte una relación entre ese pesimismo y la


exuberancia de los olímpicos. Para que este último sea posible, hace falta el
primero, el pesimismo.

Lo que Nietzsche nos quiere decir es que los griegos conocían los horrores y
espantos de la existencia. Para poder vivir en absoluto, tuvieron que colocar
delante de ellos la resplandeciente fantasía onírica de los Olímpicos. En otras
palabras, la creación apolínea del mundo olímpico ocultaba de la vista la
experiencia dionisiaca del sufrimiento y sinsentido de la vida,

Con su cultura apolínea, Nietzsche afirma que los griegos lograron invertir la
sabiduría de Síleno, de modo que lo peor sería morir pronto. No se trata de
retirarse de la vida sino de afirmarla. Con lo que hemos visto hasta ahora, los
griegos no han logrado afirmar la vida sino sólo protegerse del inevitable
sufrimiento que trae.

Ahora, con el posterior desarrollo de la poesía lirica, comienza el arte trágico. La


música que acompaña a la palabra poética es lo dionisíaco junto a las danzas y el
coro; mientras que las palabras que se agregan después de componer la música y
los personajes de la tragedia son manifestaciones apolíneas.

La tragedia empezó en festivales en los que una multitud que formaba un coro
hacía culto a Dioniso. Dado que Dioniso es el dios del desbordamiento y la
destrucción, el culto consistía en un canto hipnótico en el que se relataba lo
efímero de la vida humana y su inevitable destrucción. Esta destrucción no
provocaba pesimismo en los participantes sino una sensación del poder y el júbilo
de la vida, porque, a pesar de los cambios en la civilización, los participantes,
vestidos como sátiros y representando a Dioniso, permanecían iguales.

Luego hubo una importante innovación. Los participantes fueron divididos en dos
grupos: adoradores por un lado y espectadores por el otro, y un actor
enmascarado apareció en el escenario. Este actor es el elemento lingüístico o
apolíneo de la poesía lírica. Lo que tenían que hacer ahora los sátiros era llevar a
los espectadores a ver no el actor como tal sino el personaje visionario que
representaba. Este héroe, sea Edipo u Orestes relata una historia en la que las
cosas terminan mal, donde el héroe queda cegado, desterrado, o muerto. La gran
innovación fue la de ligar lo apolíneo y lo dionisiaco, de hacer que la manifestación
apolínea fuera informada integralmente por las condiciones dionisiacas. Esta
conexión es lo que hace que la creación apolínea sea vital y capaz de cambiar con
el paso del tiempo.

Toda tragedia muestra que la aspiración humana de saberlo todo o de controlarlo


todo o de restaurar la unidad original de la vida, llega inevitablemente a chocar con
la esfera divina o dionisiaca. Este hybris del hombre tiene sus consecuencias, que
son por ejemplo el sufrimiento, o la muerte, respectivamente.

Con la tragedia, el hombre se entrega a la vida de la forma más afirmativa y


creativa posible, le introduce, no le aleja de la vida. Le salva o libera, no de la vida
sino para la vida. Así, el sufrimiento trágico no es signo de imperfecccion, sino de
riqueza y fuerza.

Vemos que el punto clave de la estética nietzscheana es la vida. La vida no es


algo que esté ahí dado de antemano. La vida es lo que acontece a cada instante,
no es un hecho, es un hacer. Siguiendo a Elvira Burgos Diaz,, la tragedia griega
es entendida como acontecimiento, como acción, como algo vivo, algo que enlaza
con la vida. Lo importante es que en este contexto el arte no consiste en que una
obra sea expuesta o representada, el arte consiste en que nosotros bailemos o
cantemos, donde el ser humano se manifiesta como miembro de una comunidads
superior. Nietzsche va a entender como una experiencia vital, como fiesta. En ese
sentido, la tragedia era no relato, sino suceso real, que tenia que ver con las
circunstancias concretas del pueblo.

Esto es lo que, según Nietzsche, posibilitó la magnificencia de la cultura griega. Su


ausencia en nuestro mundo es lo que explica en buena parte nuestra decadencia.
Más precisamente, en el marco del arte moderno, este es incorporado al proceso
de trabajo industrial sirviendo como uno de los instrumentos de alimentación y
recuparecion de la fuerza de trabajo porque combate el tedio de la existencia
moderna.

Visión trágica del mundo

Por su parte, la tragedia griega pertenece a una época de sensibilidad artística


diferente, donde como dijimos la música no esta al servicio de la dramatización
sino al reves. Dice Nietzsche que la excitación dionisíaca s capaz de comunicar a
una masa entera el don artístico de verse rodeada de semejante muchedumbre de
espiritus con los que ella se sabe íntimamente unida.

Siguiendo a Pascual y para concluir, vemos que Nietzsche el arte, la poesía


trágica, es la llave que abre paso a la esencia del mundo.

<<En el acontecimiento estético del nacimiento de la tragedia se refleja el


acontecimiento primordial del nacimiento del mundo en el fondo caótico primordial.
Lo trágico como principio cósmico.>>

El fenómeno del arte queda situado en el centro de esta obra, y en él y desde él


se descifra el mundo. El arte no es solo la autentica actividad metafísica del
hombre, sino que en él acontece sobre todo el esclarecimiento metafísico d lo
existente en su totalidad. Esto vale especialmente para la tragedia antigua, que
posee esta mirada profunda. La verdadera esencia del arte va a ser lo trágico
Pues, el arte trágico conoce la esencia trágica del mundo. En esta línea, el
verdadero sujeto del arte no es el hombre que cree ejercerlo, sino el fondo mismo
del mundo, que actúa por medio del hombre y hace de él el depositario de sus
tendencias.

Es trágico el mundo porque no existe redención o salvación de un ente finito en su


finitud. Lo que rige en cambio es la ley de la decadencia de todo aquello que
desde el fundamento del ser ha salido a la existencia. En la visión trágica del
mundo, vida y muerte, nacimiento y decadencia de lo finito se encuentran
entrelazados. El sentimiento trágico de la vida es una afirmación de esta, un
sentimiento jubiloso incluso a lo terrible. Finalmente, el pathos trágico se alimenta
del saber de que todo es uno.

(Lo que sigue es el analsis que N hace de la muerte trágica de la tragedia, de la


mano de Sócrates y su racionalismo.)

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