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¿Qué diría Eurídice?

EMMANUEL LEVINAS
en conversación 1 con
BRACHA LICHTENBERG-ETTINGER 2.

Traducción: MARTA PALACIO 3

Bracha Lichtenberg-Ettinger: Le expondré mi planteo de Eurídice. Usted ha escrito que conocer


viene a quitar al otro su alteridad, y que “lo que resulta se obtiene desde el primer rayo de luz: iluminar,
es quitar al ser su resistencia, porque la luz... remite el ser a partir de la nada”; ella es traición 4. Usted
ha hablado de “la corporalidad del ser viviente y su indigencia de cuerpo desnudo y hambriento” 5 y
luego esta misma desnudez sin defensa deviene la resistencia ética del Rostro. Estamos en el corazón de
la problemática de la travesía de la muerte y de la entre dos muertes de Eurídice, en el corazón de la
relación entre la desaparición y la diferencia de lo femenino.

Emmanuel Levinas: Mejor será no hacer más que algunas alusiones al sujeto de la diferencia de lo
femenino.

B. Lichtenberg-Ettinger: Creo, al contrario, que su filosofía será cada vez más central para hablar de
la diferencia y de la alteridad de lo femenino, y que aún no se ha medido bien su potencialidad para este
tema.

E. Levinas: Sobretodo no se empeñe demasiado y no agote mucho este tema; la van a atacar, le dirán
que usted ha dicho demasiado o no tanto. Será mejor que no se empeñe usted hasta el fin; manténgase
al margen. Usted comprende, las feministas me han atacado mucho...

B. Lichtenberhg- Ettinger: Así se ha perdido mucho tiempo acerca de lo que me parece de una im-
portancia secundaria. En mi interpretación “matrixial 6”, lo que es lo más importante es que usted parte
de entrada de la diferencia, que la diferencia es sexual, y que la diferencia femenina es originaria, no es
derivada ni dependiente de la diferencia de lo masculino. Además, usted ha articulado lo femenino con
las nociones que inauguran el espacio ético en tanto tal, que lo hacen posible. Esto es lo que prima so-
bre el resto. En relación con eso, yo veo la posibilidad de concebir una cierta relación como femenina.

1
Intercambios y temas recogidos por B. Lichtenberg-Ettinger 1993. Este texto, parte de un libro, ha
sido compuesto a partir de las conversaciones grabadas en 1991-1993, revisadas y corregidas por E. Levi-
nas y B.L.E. Una primera edición limitada de una parte de este texto, titulada Time is the Breath of the
Spirit, ha sido publicada por primera vez en 1993 por el Museo de Arte Moderno, Oxford, y ha aparecido
en hebreo en: Iyyun, 43, 1994 y en francés en: Athanor nº 5, 1994, 9-20. Este texto apareció en hebreo
bajo el título: Lo femenino es esta diferencia inaudita, Libro de artista, 1994.
2
Nota de la traductora: Bracha Lichtenberg-Ettinger es una artista israelí-francesa, psicoanalista y teórica
feminista, nacida en Tel Aviv. Trabaja frecuentemente en Paris. Sus pinturas han sido exhibidas en con-
textos internacionales en importantes museos de arte contemporáneo, y se la puede encontrar en coleccio-
nes públicas. Es autora y co-autora de varios libros y numerosos ensayos.
3
Nota de la traductora: Esta realizado esta traducción al castellano a partir del texto francés. He intentado
respetar el espíritu de la letra de la entrevista, modificando la puntuación sólo en aquellos casos en que el
sentido en castellano así lo requería.
4
Levinas, E., Totalité et Infini, Folio essais, 1971, 34.
5
Ibid, 135.
6
Nota de la traductora: El original francés dice “matrixielle”, término que no tiene traducción. He optado
por traducirlo como “matrixial”, consciente de introducir un neologismo, que por otra parte expresa mejor
la idea de B. Littenberg-Ettinger.

1
Yo interpreto hasta la relación de filiación como femenina-matrixial: el padre/hijos de la filiación es
“una mujer”. Creo que su concepción permitirá incluso a las feministas una búsqueda que irá aún más
lejos a propósito de lo femenino en el varón y en la mujer.

E. Levinas: Eso es una bracha de la Bracha.... (risas) (bracha en hebreo significa: bendición).

B. Lichtenberg-Ettinger: Usted ha hablado de la interioridad a propósito de lo femenino, pero ¿esto


quiere decir que la diferencia sexual está ligada a la diferencia entre una interioridad supuestamente
“femenina” y una exterioridad?

E. Levinas: Yo no opongo exterioridad e interioridad de esta manera. Lo esencial de un ser humano es


la relación con el otro ser humano. Esto es verdad para el varón y para la mujer. Se puede concebir la
multiplicidad humana como hecha de unidades o de individuos, localizada de una cierta manera, englo-
bada, perteneciendo a una especie la cual pertenece a un género. Mi planteo consistía en preguntar si el
individuo humano comienza allí. Y el corazón de mi idea es que el yo humano es ante todo una respon-
sabilidad respecto a Otro.

B. Lichtenberg-Ettinger: En hebreo, otro 7 – acher, otro – ha’acher, y responsabilidad – achraiut


están vinculadas a través de su raíz: a.ch.r.

E. Levinas: Esa es una cierta luz que viene de la etimología en tanto que ella confirma una concepción.
La relación de achraiut con la de acher -sí, sí- es el yo esencial de lo humano, y esta es además verda-
dera tanto para los varones como para las mujeres. La diferencia entre los sexos no se juega ahí dentro.
Que, en el conjunto, lo femenino sea una categoría complementaria necesaria a lo masculino no tiene
nada que ver con la exterioridad del Otro. Para la mujer como para el varón, Otro es la fuente esencial
de su vida. La responsabilidad es así el momento esencial del espíritu y del ser humano. Es incluso en
este sentido que lo humano es esencial al espíritu.

B. Lichtenberg-Ettinger: ¿La diferencia sexual a partir de lo femenino en tanto que apertura al Otro a
través de la acogida, del recogimiento, de la hospitalidad entabla la relación de cada uno y cada una con
Otro?

E. Levinas: La relación de cualquiera que dice “yo”. Pues hay una radical diferencia entre la individua-
ción de las cosas de la realidad y la unicidad –ha’yehidut- humana. Mi tentativa de situar la unicidad
del ser, el poder de decir “yo” por la responsabilidad con relación al Otro –ese es el corazón de mi filo-
sofía. No pienso especialmente confrontar la idea del alma o del pensamiento, sino que insisto sobre ese
ser excepcional de lo humano. Es decir, esta diferencia radical no es porque el ser humano tenga un
alma o un pensamiento; insisto sobre la diferencia humana que es el resultado de este destino excepcio-
nal que es el suyo. Nada es superior al orden del hombre al hombre –en tanto que “hombre” designa al
ser humano – en el que el Otro humano se encuentra reconocido. El orden del hombre al hombre, el
orden del Rostro...

B. Lichtenberg-Ettinger: ¿En tanto que hospitalidad no recíproca que es una abertura hacia este des-
tino y este orden, lo femenino no es una diferencia entre los varones y las mujeres en su complementa-
riedad?

7
Nota de la traductora: el sustantivo masculino“autre” es traducido al castellano como “otro”; asimismo
el neutro francés “autri” es traducido como “otro”, englobando el sustantivo masculino a ambos; de ahí la
repetición que se genera en esta frase, que en el original francés o hebreo no es tal, ya que en ambas len-
guas están distinguidos el masculino del neutro. (Sobre el sexismo en la lengua puede consultarse: Delia
SUARDIAZ, El sexismo en la lengua española, Zaragoza, 2002).

2
E. Levinas: Eso es, Bracha. Pero, ¿dónde ha encontrado usted su nombre?... No se le cierra la puerta a
la bracha. Se le dice: bevakasha, bevakasha, tikansi, tikansi (hebreo: por favor, por favor, entre, entre),
pero la bracha no tiene necesidad de una puerta, ella hace lo que quiere, ¡ella tiene sus caprichos! ¿Có-
mo se dice “capricho” en hebreo?

B. Lichtenberg-Ettinger: Se dice “capricho”… (risas). Pero, cuando trabaje sobre nuestra conversa-
ción ¿qué voy a hacer con todas sus bromas?

E. Levinas: Para mí eso es muy importante. Usted me devolverá la responsabilidad que yo coloco en
usted al hablarle de lo femenino, porque es absolutamente necesario que cada palabra sea sopesada.
Pero aún con un poco de molestias, es necesario conservar las pequeñas cosas, las más importantes que
están en lo que decimos al pasar, bromeando, más que en las cosas abstractas.

La filosofía no comienza en lo incomprensible. La filosofía comienza en el sentido común, aunque éste


sea paradójico. Y el sentido común es lo que más se esconde. Créame, una vez escrito nuestro inter-
cambio, estará más logrado si queda sin acabar que acabándolo.

¿Cómo llamar a esto? Nuestra conversación es un intercambio antes que discurso... Los intercambios
antes que... Los temas antes que los discursos... ¿Temas sin elocuencia? – no, no. Temas sin pretensión,
sí... ¡Temas sin discursos, eso es! A veces la mitad de una palabra es más importante que una frase en-
tera, a menudo las mitades de palabras se reúnen. Es la frase inacabada que conserva la fuerza.

En la escritura está la fuerza del fragmento. Esto es lo que es más sugestivo, porque hay allí alusión. El
fragmento no es dogmático; el fragmento es una abertura. Y la escritura es el fragmento que permanece.

B. Lichtenberg-Ettinger: ¿Volvemos al feminismo? Usted ha escrito que la extraña dualidad de lo no


recíproco anuncia la diferencia sexual.

E. Levinas: Ahí donde el varón goza del amor como la mujer, la diferencia sexual es recíproca.

B. Lichtenberg-Ettinger: En la medida en que, para usted, la relación intersubjetiva es una relación no


simétrica y que usted critica el concepto de totalidad a través de las ideas de secreto y de infinito; desde
que la subjetividad es, para usted, por Otro sin reciprocidad, yo veo ahí un espacio abierto, fértil, para
avanzar en la exploración de la alteridad de lo femenino.

E. Levinas: Od lo ne’emar. Od yavo (en hebreo: No dicho aún. Tiene aún que venir).

B. Lichtenberg-Ettinger: Me gustaría plantearle una cuestión a propósito de esta alteridad. En un cier-


to momento, usted ha hablado de lo femenino como fuga ante la luz.

E. Levinas: Esto quiere decir no mostrarse. Una fuga ante la demostración.

B. Lichtenberg-Ettinger: Yo entendí eso como una metáfora de un cierto movimiento de desaparición.


No ser fijado por la mirada. Para mí, en la idea de la Matrix 8, una cierta retirada ante la luz de la con-
ciencia lleva al reencuentro con el otro desconocido.

¿Existe una interioridad que no sea la vía de tránsito a “lo infinitamente exterior”?
¿Qué diría Eurídice?
¿El sujeto mujer puede tener un cierto acceso privilegiado hacia lo femenino?

8
Nota de la traductora: He decidido conservar el término “Matrix” tal como lo expresa B. Lichtengber-
Ettinger. No existe en cuanto tal en francés ni en castellano. Se entiende por el contexto en la misma
significación que posee “matrixial”, como vinculado a lo materno, matriz, matriarcal.

3
E. Levinas: Lo femenino es el porvenir. Lo femenino en su fase de femenino, en su forma de feme-
nino, ciertamente puede morir al parir- ¿cómo se lo digo? – no es el “morir”, para mí, el “morir” de una
mujer es seguramente inaceptable. Yo hablo de la posibilidad de concebir que hay un sentido sin mí.
Pienso que el fondo del fondo, el fondo de lo femenino, es morir dando la vida, pariendo. No es el mo-
rir que yo subrayo sino, por el contrario, es el porvenir.

B. Lichtenberg-Ettinger: ¿Es la desaparición ante lo que va a venir?

E. Levinas: ...lo que va a venir.


La mujer es la categoría; la mujer es el éxtasis del porvenir. Es la posibilidad de que haya cierta cosa
humana que consiste en decir que la vida de otro ser humano es más importante que la mía, que la
muerte del otro me importa más que mi propia muerte, que el otro pasa antes que yo, que el Otro cuenta
antes que yo; Otro que impone su valor antes que el mío.

En el porvenir, está lo que me puede acontecer. Y está también mi muerte.

B. Lichtenberg-Ettinger: Entonces, ¿puede decirse que el fondo de lo femenino es lo último de la


responsabilidad? ¿o lo último de la relación ética?

E. Levinas: Sí, esa es la K’dousha (en hebreo: santidad).


Y en lo femenino está la posibilidad de concebir un mundo sin mí, un mundo que tiene un sentido sin
mí.
Pero no se puede desarrollar esto con tan pocas palabras. Muchas precauciones intelectuales son nece-
sarias. Hay un riesgo muy grande de incomprensión. Se creerá que yo digo que la mujer es eso para
desaparecer, o que no habrá demasiadas mujeres en el futuro... Se dirá: ellos construyen un mundo y
todo se va a explotar...(risas).

B. Lichtenberg-Ettinger: Al contrario, para mí, usted restituye a la mujer las cosas que le han sido
quitadas: un cierto principio simbólico de creación y un espacio ético. La idea de desaparición puede
hacer alusión a la idea de crear un espacio exterior semejante al del interior.

¿Dónde iremos a buscar lo femenino si no en la relación con los aspectos desconocidos del Otro, o en la
relación con el Otro desconocido a causa de su posición en el espacio y en el tiempo?

Para mí, esto está ligado a las ideas que usted ha desarrollado en Totalité et Infini, a saber que el cono-
cimiento no nos pone en relación con Otro, que en la idea de Tiempo hay un movimiento hacia el Otro.
Cuando yo relaciono esto con la alteridad de lo femenino, me lleva a esta interpretación...

E. Levinas: Esto no es aún visible en mis escritos.


Primero está el pasado. Pero un pasado verdaderamente pasado. Para nosotros el pasado es lo que ha
sido primero presente y en seguida es pasado. Pero el Pasado es un pasado que no ha sido jamás presen-
te. En la relación con el Rostro, entre dos seres humanos, frente al otro, tan pronto lo veo, yo ya estoy
endeudado con él.

Está muy bien dicho en yiddish. ¿Conoce el yiddish? “Acabo de percibirlo, y ya le debo algo”...(risas).

B. Lichtenberg-Ettinger: En tanto que ser humano, usted reconoce su deuda con mi pasado. Y del
lado de lo femenino, en tanto que ser humano, ¿yo reconozco mi deuda por su futuro?

E. Levinas: Sí. No se puede vivir así todo el tiempo; pero sí. El fondo de la ética humana es eso.

4
B. Lichtenberg-Ettinger: Así es el Pasado. Pero lo que usted dice es que el fondo de la ética humana
está vinculado también a la diferencia o a la alteridad de la categoría de lo femenino; tiene una cierta
concepción del futuro.

E. Levinas: Sí, sí. Lo femenino es esta diferencia; lo femenino es esta cosa inaudita en lo humano por
lo que se afirma el hecho que sin mí el mundo tiene un sentido.

B. Lichtenberg-Ettinger: ¿En la mujer?

E. Levinas: No en todas las mujeres, en todo momento...(risas). Toda mujer es Hombre; Adam 9. En lo
humano hay cierta cosa inaudita.

B. Lichtenberg-Ettinger: ¿Para usted se puede ir, con esta concepción, más allá del rostro y decir que
hay responsabilidad hacia lo que no es aún un rostro o hacia lo que no tiene más rostro? ¿Hacia los que
no son aún en este mundo o los que están ya muertos?

E. Levinas: Esta consolación, yo no la tengo. Yo le he dicho solamente que en la realidad aparece este
fenómeno humano que es meshuge (loco). Es una meshigas (locura). No conoce usted bien el yiddish...

B. Lichtenberg-Ettinger: No. Pero conozco meshigas … (risas).

E. Levinas: Y bien, no podremos desarrollar suficientemente este tema, nosotros podemos dar a lo
sumo algunas alusiones solamente. ¡Pero sólo paradojales! Si usted lo dice así, que la mujer es eso para
desaparecer, se dirá que la meshuge (loca) es usted, ¿no es así? Si usted quiere proseguir en esta vía,
tome todas sus precauciones.

B. Lichtenberg-Ettinger: La fragilidad de Eurídice entre las dos muertes, antes pero también después
de la desaparición... la figura de Eurídice me parece emblemática de mi generación y es una posibilidad
para reflexionar sobre el arte. Eurídice despierta un espacio de redifusión para los traumas no reabsor-
bidos. La mirada de Eurídice a partir del trauma y en el trauma abre, de otro modo que la mirada de
Orfeo, un lugar de arte y encarna una figura del artista en lo femenino. Usted ha escrito que la mujer
está al origen del concepto de la alteridad y que “lo otro –lo femenino- se retira en su misterio.” 10 A
partir de Eurídice y con la ayuda de su concepto de lo femenino, unido al futuro y a esta fuga delante de
la luz, yo arribo a un cierta interpretación del acto poético o pictórico, de la pintura al trabajo. Escribir
como seguir un centro que fuga continuamente, pintar como estirarse con, retraerse, escurriéndose de-
lante del conocimiento.

E. Levinas: Eso, usted puede decirlo tanto como quiera sin problema. Eso, puede usted decirlo, pero
preste atención, es necesario encontrar una forma para decirlo; se podría tomar eso que usted dice como
una debilidad.

B. Lichtenberg-Ettinger: Si el Tsimtsoum (en hebreo: retracción/contracción) es del lado de la crea-


ción, entonces a la luz de la ética que usted establece – pienso en Humanisme de l’autre homme 11-, tal
vez que este movimiento no será interpretado como una “debilidad femenina”.

E. Levinas: En Humanisme de l’autre homme, yo no hablo más que de la primera fase de estas cosas.
En todo caso, de la estética, no he hablado mucho ahí. He insistido sobre todo en los aspectos éticos.

9
Hombre en hebreo: Adam, significa el ser humano varón o mujer.
10
Levinas, E., Totalité et Infini, op. cit., 309.
11
Nota de la traductora: Humanisme de l’autre homme fue publicada por Fata Morgana, Montpellier
1972. Fue traducida al castellano bajo el título Humanismo del otro hombre, Siglo XXI, Madrid 1974.

5
Lo que importa aquí, en primer lugar, es que en todas estas descripciones de la relación con el Rostro
hay una cierta concepción del Tiempo. Mi relación con Otro es una obligación. La relación ética con
Otro restituye al Tiempo una significación propia.

En Francia tenemos esta expresión maravillosa: maintenant 12- el presente. Main- tenant. El presente, es
lo que corresponde a la mano – lo que nos permite trabajar, tomar, comprender, com-prender. Howé (en
hebreo: presente) es la mano-teniendo: ma shenichnas layad (en hebreo: eso que está en la mano).

En la estructura de la intencionalidad, conocer o ver, como tomar con la mano, trae el pasado y el futu-
ro al presente, el Otro al mismo. Esto es diferente de la idea del pasado como debido a la relación con
Otro. Es lo que yo le he dicho todo el tiempo: delante del rostro del Otro, yo estoy ya obligado; antes
del haberlo visto, y aún si su rostro está oculto.

Por otra parte, está la idea de lo femenino, o del amor, de las relación del amor con la mujer, o en la
familia; el amor en general. Es la posibilidad de creer que hay una realidad sin mí. Pero esta tiene este
sentido delante de toda presencia del otro, para todo ser humano.

Esta relación con el Rostro, con Otro, es ya delante de un porvenir y es ya una toma sobre un pasado en
el que usted tiene la idea de lo desconocido. Y de lo posible. Y de lo imposible también.

En el porvenir, ellas están ahí: mis posibilidad y mis imposibilidades. Y mi muerte está ahí también. Y
el Tiempo está ahí; en lo posible, en lo que no es más posible, y en lo inolvidable.

El tiempo, nuestro tiempo es ya el soplo del ser humano en relación con el otro ser humano. Nuestro
tiempo es el soplo del espíritu.

París, 1991-1993.

12
Nota de la traductora: “maintenant” significa ahora. He preferido dejarla en el original francés por la
referencia etimológica que Levinas establece con “main” –mano- y “tenir”- tener.

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