Sei sulla pagina 1di 3

1

EL V° CENTENARIO.
o
La Guerra De Los Significados

Juan Pablo Ferreiro*


A Juanjo, In Memoriam

"Un acontecimiento llega a serlo al ser


interpretado: sólo cuando se lo hace propio a
través del esquema cultural adquiere una
significación histórica"
-Marshall Sahlins-

Alguien dijo alguna vez "La anatomía del hombre es la clave de la anatomía del mono",
para significar que todo pasado es visto desde un presente particular, concreto y posicionado, desde
donde se constituye ese pasado. Obrando en consecuencia y optando por la coherencia y no por la
originalidad, propondré una breve y somera reflexión sobre este acontecimiento único, nuestros
últimos (last but not least) 500 años; utilizando como punto de partida nuestro supuesto punto de
llegada: el presente. Esta opción atiende a que es en el presente donde re-significamos el pasado, o si
se prefiere, donde nuestro pasado cobra su verdadera entidad en cuanto tal. Por lógica consecuencia,
es también hoy cuándo nos preguntamos acerca de cómo mirar ese pasado, y en definitiva, de qué
haremos de nuestro futuro.
Al observar esos lejanos acontecimientos desde el mirador privilegiado de el presente
sentimos la sensación que, aunque sea nuestro pasado el que está en discusión, también estamos
reflexionando sobre una sociedad distinta a la nuestra; una sociedad cuyo Ethos y cuya cosmovisión
nos obliga a retraducir permanentemente, impidiéndonos sentir la inconsciente comodidad de lo
cotidiano; en suma, que estamos en presencia de "OTRA" sociedad. Estamos ante el otro, que es
nuestro propio pasado histórico. Ya no somos una sociedad de conquista (aunque ejerzamos cierto
"colonialismo interior"); ni la espada y la cruz guardan para nosotros el mismo significado, ni
tememos caer en un abismo situado al borde del mar. De ahí la diversidad de significados y
resignificaciones.
Visto desde esta perspectiva podríamos eludir las oposiciones binarias tradicionales: Leyenda
Rosa/Leyenda Negra; Descubrimiento/Conquista; Indios/Blancos, etc.; y optar por incluir en nuestra
comprensión la formidable complejidad de este proceso histórico que niega el valor particular y
excluyente de esas oposiciones, pero las integra subsumiéndolas como momentos de una larga
cadena de flujos y reflujos que son explicados desde el presente. Vemos, en consecuencia que, al
margen de lo que ocurrió estamos frente a una historia de discursos, de textos superpuestos referidos
a esos hechos, que intentando reflejar las intencionalidades del pasado, manifiestan los intereses del
hoy. Encuentro de Mundos, Conquista, Descubrimiento son categorías que encuentran hoy nuevas
acepciones, que están en pleno proceso de re-construcción; una reconstrucción a la medida de esos
intereses, de nuestra valoración particular del pasado.
Sin embargo, si atendemos a ciertas realidades históricas en las cuales, o de las cuales,
surgieron estos acontecimientos observaremos la fragilidad de todas esas propuestas como marco
englobador de este proceso.
Un Encuentro de Mundos deja fuera los aspectos más violentos, los choques brutales que
ocurrieron entre europeos y nativos; reduce y simplifica todo a una convergencia de culturas, en la
cual tuvo lugar un intercambio de elementos; quedando en la oscuridad las condiciones en las que se
desarrolló ese supuesto intercambio y eliminando las diferencias internas que cada "Mundo" poseía.
Podríamos hablar entonces de Descubrimiento, pero, ¿para quién?. Al atribuirle tal
exclusividad a la llegada de Colón, subestimaríamos un hecho mucho más importante , ocurrido hace

Licenciado en Ciencias Antropológicas (UBA). Becario CONICET.


*

Docente Auxiliar FHyCS/UNJu.


2

unos 25 o 30.000 años, cuando grandes contingentes humanos cruzaron desde Asia,
presumiblemente por Behring, comenzando a ocupar progresivamente este lugar del planeta.
Deberíamos deshechar, también, la llegada e instalación de grupos nórdicos en la actual
Groenlandia, hecho ocurrido hace unos 1.000 años. Por otra parte usar tal perspectiva sería
"neutralizar" el hecho de que el descubrimiento de América significó para pueblos no europeos, por
ejemplo, los africanos de la Costa de Guinea, siglos de devastación demográfica y esclavitud.
Nos queda entonces la Conquista. No tendría mayores reparos en utilizarlo sino fuera por...La
Guerra de los Significados. Tengo la fuerte impresión de que durante estos últimos 500 años hemos
estado asistiendo a una resemantización de ese término. Los españoles utilizaron profusamente el
término, el cual inclusive sirvió para determinar el Quién es Quién en tierras americanas,
dependiendo de si se había o no estado en alguna conquista o entrada a un nuevo territorio. Ahora
bien, ¿acaso podíamos esperar otra cosa?. Si tenemos en cuenta que aquella España (que como
unidad no deja de ser una invención) que luego de siete siglos de guerra constante, primero entre sí,
luego con los pueblos norafricanos que ocupaban su territorio, necesitaba expandir sus fronteras; por
un lado, porque las tensiones internas, sofocadas durante la reconquista, podían resurgir en cualquier
momento (en Cataluña, Euzkadi, Galicia, Valencia, Extremadura, etc.); porque no alcanzaba la tierra
disponible para alimentar a una población en aumento; y porque durante esos siglos se habían
generado grupos militares cuya natural inercia belicista los hacía peligrosos para la frágil unidad que
se comenzaba a gestar; evidentemente, no podemos esperar algo muy distinto de lo que aquellas
gentes estaban acostumbradas a hacer. América constituyó el espacio privilegiado adonde continuar,
de alguna manera, la "Reconquista"; adonde celebrar nuevas y gloriosas hazañas; donde se podría
adquirir honra y riquezas; adonde encontrar un espacio que en España ya no existía. Y eso fue
precisamente lo que hicieron y lo que relataron. Sólo que las cosas habitualmente no ocurrieron de la
forma heroica en que Amadís de Gaula o Esplandián solían resolverlas. La realidad histórica estuvo
mucho mas poblada de matices. Obviamente la versión que nos ha llegado, la de los vencedores, está
imbuida del tono de la época; sin embargo, aún a través de ese tipo de información es posible atisbar
la realidad histórica.
Enfrentados a ellos tenemos el discurso acusatorio, belicista de los que postulan la Leyenda
Negra; relato poblado de acusaciones hacia el conquistador y el sistema mismo de la Conquista, lo
cual, la más de las veces, resulta cierto y además comprobable. Sin embargo, confluyen con el
discurso hispanista en un punto estructural, ambos pretenden dar a luz un mito fundacional. Los
españoles tejiendo leyendas alrededor de sus bravos capitanes. El discurso indigenista, haciendo lo
propio con las tradiciones locales; esto es particularmente visible en relación a la visión que se tiene,
por ejemplo, sobre el imperio Inka; lo cual significa obviar, por supuesto, que su principal
característica fue precisamente esa, la de ser un Imperio que avanzaba a expensas de grupos locales
que nada podían hacer frente a tamaño aparato político, económico y militar.
La imagen que nos queda después de cinco siglos, y que es el discurso que unos y otros
proponen, es una serie de acontecimientos que tienen como principal elemento la lucha entre la
"Naturaleza" y la "Civilización", entre la "Tecnología" y el "Espíritu". Lucha en la que hay Buenos y
Malos (dependiendo la categorización de adonde uno desee ubicarse). Tal maniqueísmo permite,
como casi toda lógica binaria, cierta facilidad para trasponer términos; y es precisamente en ese
punto donde podemos ver que el "Espíritu", o la "Vocación Imperial" se materializan rápidamente en
discursos en defensa del capital genético con el que un pueblo o grupo cree haber sido dotado;
obviamente, de ahí al racismo, sea donde fuere que uno se ubique, hay sólo un paso. Ambas posturas
olvidan que la Historia, como un Jano Bifronte, las contiene a ambas como su producto y que la
negación de la una, implica automáticamente la inexistencia de la otra, por aquello de "Sin indios no
hay Indias", obviamente y para el planteo que deseamos exponer el reverso de esa afirmación
lascasiana es también cierto.
Llegados a este punto creo posible pensar el evento histórico que nos ocupa en otros términos.
Todos sabemos (suspicacias aparte) que Colón murió afirmando haber llegado a las Indias, a
esa porción del planeta a la que Europa tenía el acceso vedado por el Imperio Otomano, y que
prometía proveerla de productos tanto conocidos como fantásticos. La verdadera América nacería
poco después, con las especulaciones geográficas de otro italiano, Vespucio. De sus cálculos surgió
una tierra nueva, desconocida; cuyas riquezas y extensión afiebraban la nueva imaginación de los
europeos. Aquí comenzó, precisamente, la verdadera Conquista, con el aparentemente simple
3

expediente de otorgar un nombre para ordenar ese "mundo nuevo y desconocido". Sin embargo, tal
fenómeno estuvo lejos, muy lejos, de ser un simple paso; más bien deberíamos mirarlo como un
gigantesco ejercicio de imaginación colectiva que sirvió, como siempre ocurre con el lenguaje, para
tomar posesión, para fundar un nuevo orden de la realidad. Y como siempre ocurre, también, el
nuevo orden discursivo alteró el anterior, o tal vez debiera decir los anteriores.
Las tierras habitadas por aztecas, incas, guaraníes, mapuches, yanomamas, selk'nam, yalas,
quilme, toba, etc. comenzaron a ser llamadas América, el espacio que contenía a todos esos grupos,
el espacio indiano, el nuevo Continente. Luego, aquellos primeros pobladores comenzaron a ser
denominados "indios", lo cual vino a ser un sinónimo de Mano de Obra, de bien móvil en algunos
casos. Y sus vencedores dejaron de ser extremeños, vascos, andaluces, judíos, para ser fundados
Blancos.
España impuso su orden, [o mejor dicho, la Corona de Castilla y Aragón], no sólo a través de
un sistema de producción y de un aparato burocrático-militar; sino, y esto es fundamental para
nuestra propuesta, a través de la comunicación por medio de una Lingua franca, el idioma
Castellano, tal como lo hubiese hecho en la península pocos siglos atrás. Este medio fue, a la vez el
resultado y la causa del éxito del nuevo Imperio. Por su intermedio se "ordenó" un nuevo mundo, no
sólo eliminando los ordenes anteriores, sino y sobre todo, reemplazándolo por un nuevo y único,
excluyente, estado de cosas; que igualaba a todos en la letra y los separaba en los hechos.
Europa, mientras tanto, comenzaba a fundar, también, un nuevo mundo del espíritu, a través
de la recuperación del legado clásico. Europa se "inventaba" a sí misma como centro del naciente
orbe, y una parte de esa invención fue llamada AMERICA partir de allí otra será la Historia (¿o el
Mito?). En consecuencia, propondré otra perspectiva desde donde mirar estos 500 años; tal vez tan
incompleta como las anteriores, pero esta vez centrada en nuestro presente; y aún con limitaciones,
me parece, puede ser de utilidad para observar algunos fenómenos. Propongo, entonces, mirar a
estos festejos no como la Conquista, Descubrimiento o Encuentro entre dos Mundos; sino como la
invención de uno nuevo: América. Por todas estas razones, y si acaso hay algo que festejar, diría que
el mundo alteró su rumbo durante estos últimos cinco siglos, y uno de los resultados de ese viraje
fuimos nosotros; permítaseme aquí sugerir que acaso sea esta una razón genuina para celebrar.

San Salvador de Jujuy, febrero de 1992

Publicado en: Revista Resonancias. Publicación del Círculo de Psicoanálisis de la Escuela de


Orientación Lacaniana, San Salvador de Jujuy.

Potrebbero piacerti anche