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Batalla de Ayacucho

Batalla de Ayacucho
Parte de Independencia del Perú y Guerra de independencia hispanoamericana

Óleo de la batalla de Ayacucho, una obra de Martín Tovar y Tovar

Fecha 9 de diciembre de 1824


Lugar Ayacucho, Perú
Coordenadas 13°02′33″S 74°07′54″OCoordenadas: 13°02′33″S 74°07′54″O (mapa)
Resultado Decisiva victoria del Ejército Unido Libertador.
Consecuencias Firma de la Capitulación de Ayacucho y fin de las grandes campañas en América del Sur.
Fuerzas en combate
5.780234-8.5005 soldados 6.90678-9.310289soldados
1-2 piezas de artillería y servidores246 14 piezas de artillería y servidores210
Bajas
1.800 muertos,1112 700 heridos1112 y 2.000-3.000
370 muertos y 609 heridos11
prisioneros1314

La batalla de Ayacucho fue el último gran enfrentamiento dentro de las campañas terrestres de las guerras de
independencia hispanoamericanas (1809-1826) y significó el final definitivo del dominio administrativo español
en América del sur. La batalla se desarrolló en la Pampa de Quinua en Ayacucho,15 Perú, el 9 de diciembre de
1824.

La victoria de los independentistas supuso la desaparición del contingente militar realista más importante que
seguía en pie, sellando la independencia del Perú con una capitulación militar que puso fin al Virreinato del
Perú. No obstante, España no renunció formalmente a la soberanía de sus posesiones continentales americanas
hasta 1836. El tratado de paz, amistad y reconocimiento con el Perú fue firmado el 14 de agosto de 1879 en
París.

Antecedentes
En el año 1820 España entró en una crisis política por la sujeción del rey Fernando VII, y la restauración de la
Constitución Liberal, apoyada por el general Rafael de Riego, quien sublevó la expedición de 20.000 soldados
para auxiliar a los realistas de América. Esto acabó para siempre con las expediciones de refuerzos de España,
que desde entonces no se aprestaron para ningún lugar de América, y motivó que los dos grandes virreinatos,
del Perú y de Nueva España, que hasta el momento habían contenido el avance de la revolución
hispanoamericana tomasen caminos opuestos.
En México los monárquicos, afianzados tras destruir a los insurgentes, concluyen su separación de la España
Liberal mediante el Plan de Iguala, los Tratados de Córdoba y el pacto trigarante. En el Perú, por el contrario, el
virrey Pezuela estaba desacreditado por la derrota de la expedición de Mariano Osorio en Chile y debilitado por
la expedición a Lima de José de San Martín. El virrey absolutista fue derrocado finalmente por el general José
de la Serna el 29 de enero de 1821 en el golpe militar de Aznapuquio, quien proclamó entonces su adhesión a la
Constitución liberal española.

Los independentistas comenzaron en Cerro de Pasco una prometedora campaña para derrotar al Ejército Real
del Perú mandado por el virrey La Serna. Pero los realistas, bajo una sólida subordinación militar, destruyeron
sucesivos ejércitos independientes. El primero en la batalla de Ica, comandado por los patriotas Domingo
Tristán y Agustín Gamarra. Un año después en las campañas de Torata y Moquegua aniquilaron la Expedición
Libertadora dirigida por Rudecindo Alvarado, retirado José de San Martín tras la Entrevista de Guayaquil. El
año 1823 terminaba con la inesperada destrucción de otro ejército patriota comandado por Andrés de Santa
Cruz y Agustín Gamarra, en otra campaña abierta sobre Puno, que comenzó con la batalla de Zepita, que ocupó
la ciudad de La Paz el 8 de agosto, consiguiendo llegar a Oruro en el Alto Perú. El virrey La Serna terminó la
campaña de Zepita desbandando las tropas aisladas de Santa Cruz y recuperando Arequipa tras batir a Antonio
José de Sucre, quien reembarcó a los colombianos el 10 de octubre de 1823, salvándose con sus tropas pero
perdiendo la mejor parte de su caballería.

Finalmente, lo que restaba de optimismo se apagaba por las acusaciones de traición contra los presidentes
peruanos José de la Riva Agüero y José Bernardo de Tagle. Riva Agüero deportó diputados del Congreso del
Perú y organizó un congreso paralelo en Trujillo, y luego de ser declarado reo de alta traición por el Congreso
del Perú16 fue desterrado a Chile. En cambio Torre Tagle buscaba firmar una paz sin batallas con el virrey La
Serna, por lo cual fue a entrevistarse con los realistas. Este acto fue considerado por Simón Bolívar como
traición. Tagle dispuso que todas las fuerzas a su mando apoyaran a Bolívar para hacer frente al enemigo,
mientras éste buscaba capturarlo para fusilarlo.17 José Bernardo de Tagle encontró refugio con los realistas en la
asediada fortaleza del Callao.

Fue así que al culminar el año de 1823, a pesar de sus contundentes triunfos realistas en los anteriores hechos de
armas y mientras el recién llegado Bolívar escribía solicitando refuerzos de Colombia, y preparaba activamente
la que sería la campaña final contra el Ejército Real del Perú, la situación empezaba a tornarse crítica para los
sostenedores de la causa del rey:

"..El virrey la Serna por su parte, sin comunicaciones directas con la Península, con las más melancólicas
noticias del estado de la metrópoli... y reducido por lo tanto a sus propios y exclusivos recursos pero confiando
notablemente en la decisión, en la unión, en la lealtad y en la fortuna de sus subordinados, aceleraba también
la reorganización de sus tropas y se aprestaba a la lucha que miraba próxima con el coloso de Costa-firme. Un
triunfo más para las armas españolas en aquella situación, haría ondear de nuevo el pabellón castellano con
inmarcesible gloria hasta el mismo Ecuador; pero otra suerte muy distinta estaba ya irrevocablemente escrita
en los libros del destino. .."

Gnrl. Andrés García Camba.18

La Campaña de Ayacucho

El Gran Mariscal de Ayacucho Antonio José de Sucre.

La desintegración del cuerpo de observación de Canterac obligó a La Serna a llevar


desde Potosí a Jerónimo Valdés, quien acudió a marchas forzadas con sus soldados.
Reunidos los generales realistas, y a pesar de las muestras de sincera adhesión del
Cusco, el virrey descartó un asalto directo por la falta de instrucción de sus milicias, aumentadas mediante
reclutas masivas de campesinos unas semanas antes. Por el contrario intentó cortar la retaguardia de Sucre a
través de maniobras de marchas y contramarchas, que se sucedieron desde el Cusco hasta el encuentro en
Ayacucho, a lo largo de la cordillera andina. De esta forma, los realistas buscaron un golpe de mano que
obtuvieron el 3 de diciembre en la batalla de Corpahuaico o Matará, donde a costa de tan solo 30 hombres
ocasionaron al ejército libertador más de 500 bajas y la pérdida de buena parte del parque y la artillería. Pero
Sucre y su estado mayor lograron mantener la organización de la tropa e impidieron al virrey explotar ese éxito
local. Aún a costa de sensibles pérdidas en hombres y material Sucre mantuvo al Ejército Unido en repliegue
ordenado, y siempre situado en posiciones aseguradas, de difícil acceso como el campo de Quinua.

Otro libro de memorias, In the service of the Republic of Peru del general Guillermo Miller, ofrece la visión de
los independentistas. Además del talento de Bolívar y el de Sucre, el Ejército Unido se nutrió de buena parte de
la experiencia militar del siglo: el batallón Rifles del ejército de Colombia, se encontraba compuesto de tropas
mercenarias europeas, que en su mayoría eran voluntarios británicos. Esta unidad sufrió considerables bajas en
Corpahuico. También se encontraban entre sus filas veteranos de la Independencia española, norteamericana, y
Guerras de Independencia Hispanoamericana hasta casos como el mayor de origen alemán Carlos Sowersby,
veterano de la batalla de Borodino contra Napoleón Bonaparte en Rusia.

Los realistas habían consumido sus recursos en una guerra de movimientos sin haber logrado obtener una
victoria decisiva sobre el ejército libertador. Por la extrema dureza de las condiciones de una campaña en la
cordillera andina, ambos ejércitos quedaron con el número de sus tropas seriamente reducidas por enfermedad y
deserción, que afectó en el mismo grado a los independientes, y que igualmente se focalizó en milicias carentes
de instrucción militar o la recluta formada de prisioneros enemigos. Los jefes realistas se habían posicionado en
las alturas del cerro Condorcunca (en quechua: cuello de cóndor), una buena posición defensiva que no podían
sostener dado que en menos de cinco días se verían obligados a retirarse por la hambruna de la tropa, lo que
equivalía a la dispersión de su ejército y una segura derrota por la próxima llegada de refuerzos de Colombia,
motivo por el cual se vieron impulsados a tomar una decisión desesperada: la batalla de Ayacucho daba
comienzo.

Desarrollo de las acciones

Croquis de la batalla de Ayacucho.49


A. Posiciones realistas en la noche del 8 al 9
B. Maniobra preparatoria para el ataque realista
C. Marcha de los batallones al mando del coronel Rubín de Celis
D. Maniobra y ataque de la división Monet
E. Ataque de la vanguardia de Valdés sobre la casa ocupada por los
independentistas
F. Carga de la caballería realista
M. Avance y dispersión de los batallones de Gerona parte de la reserva
realista
K. Batallón Fernando VII, última reserva realista

El dispositivo organizado por los planes de Canterac preveía que la división


de vanguardia de Valdés rodease en solitario la agrupación enemiga,
cruzando el río Pampas para fijar en el terreno a las unidades de la izquierda
de Sucre, lo que se realizaba en la primera fase de la batalla. Mientras, el
resto del ejército realista descendía frontalmente desde el cerro Condorcunca, abandonando sus posiciones
defensivas y cargando contra el grueso del enemigo al que esperaba encontrar desorganizado, quedarían en
reserva los batallones Gerona y Fernando VII dispuestos en segunda línea para ser enviados a donde fueran
requeridos.
Sucre se dio cuenta inmediatamente de la arriesgada maniobra, que resultaba evidente en la medida que los
realistas se encontraban en una pendiente, imposibilitados de camuflar sus movimientos. El coronel español
Joaquín Rubín de Celis, que mandaba el Regimiento primero del Cuzco, y que debía proteger el emplazamiento
de la artillería, que aún se encontraba despiezada y cargada en sus mulas, se adelantó impetuosamente al llano
muy prematuramente, interpretando defectuosamente órdenes directas del Virrey "se arrojó solo y del modo
más temerario al ataque" donde su unidad fue destrozada y él mismo muerto en el decisivo contraataque de la
división de Córdova, que entonces avanza en compactas formaciones de línea, y que con un fuego eficaz
también empuja atrás a los dispersos tiradores de la división de Villalobos, acabados de descender en
formaciones de Guerrilla. La división de Córdova, apoyada por la caballería de Miller, acometió directamente a
la masa desorganizada de tropas realistas que sin poder formar para la batalla descendían en hileras de las
montañas, fue en este ataque que el general José María Córdova pronunció su famosa frase "División, armas a
discreción, de frente, paso de vencedores".

Carga de la caballería llanera venezolana en la batalla de Ayacucho.

Viendo el descalabro que había sufrido su izquierda, el general Monet, sin


esperar que su caballería formara en el llano, cruzó el barranco y a la
cabeza de su división se lanzó sobre la de Córdova logrando formar en
batalla a dos de sus batallones pero prontamente atacado por la división
independentista fue envuelto antes que el resto de sus tropas pudieran formar también en batalla. Durante estas
acciones Monet fue herido y tres de sus jefes muertos. Los dispersos de su línea arrastraron en su retirada a las
masas de milicianos. La caballería realista al mando de Ferraz cargó sobre los escuadrones enemigos que
acosaban la izquierda de Monet, pero que apoyados por el vivo fuego de su infantería causaron una enorme
cantidad de bajas en los jinetes de Ferraz cuyos sobrevivientes fueron obligados a volver grupas y retirarse del
campo de batalla.

En el otro extremo de la línea, la segunda división de José de La Mar apoyada por el batallón Vargas de la
tercera división de Jacinto Lara detuvieron juntas la acometida de los veteranos de la vanguardia de Valdés que
se habían lanzado a tomar la solitaria casa ocupada por algunas compañías independentistas, las cuales fueron
arrolladas en principio y obligadas a retroceder, y serían reforzadas por la carga de los Húsares de Junín bajo la
dirección de Miller y luego por los granaderos a caballo volvieron al ataque,50 al que se sumaría luego la
victoriosa división de Córdova.

El Virrey La Serna y demás oficiales intentaron restablecer la batalla y reorganizar a los dispersos que huían y
el mismo general Canterac dirigió la división de reserva sobre la llanura. Sin embargo los reclutados de los
batallones Gerona no eran los mismos que habían vencido en las batallas de Torata y Moquegua, pues durante
la rebelión de Olañeta habían perdido a casi todos sus veteranos e incluso a su antiguo comandante Cayetano
Ameller. Esta tropa compuesta por soldados forzados a combatir se dispersó antes de enfrentar al enemigo
siguiéndole luego tras una débil resistencia el disminuido batallón Fernando VII. A la una de la tarde el virrey
había sido herido y hecho prisionero junto a gran número de sus oficiales, y aunque la división de Valdés seguía
combatiendo en la derecha de su línea, la batalla estaba ganada para los independentistas. Las bajas confesadas
por Sucre fueron 370 muertos y 609 heridos mientras que las realistas fueron estimadas en 1.800 muertos y 700
heridos, lo que representa una elevada mortandad en combate.

Denis Auguste Marie Raffet - Memorable y decisiva batalla de Ayacucho en el Perú. 1926

Con los diezmados restos de su división Valdés logró retirarse a las alturas de su retaguardia donde se unió a
200 jinetes que se habían agrupado en torno al general Canterac y a algunos pocos dispersos de las derrotadas
divisiones realistas cuyos desmoralizados soldados en fuga llegaron incluso a disparar contra los oficiales que
intentaban reagruparlos. Con el grueso del ejército real destruido, el mismo virrey en poder de los patriotas, y su
enemigo Pedro Antonio Olañeta ocupando la retaguardia, los jefes realistas optaron por la capitulación tras la
batalla.

La capitulación de Ayacucho

Capitulación de Ayacucho (óleo de Daniel Hernández).

"Don José Canterac, teniente general de los reales ejércitos de S. M. C., encargado del mando superior del
Perú por haber sido herido y prisionero en la batalla de este día el excelentísimo señor virrey don José de La
Serna, habiendo oído a los señores generales y jefes que se reunieron después que, el ejército español, llenando
en todos sentidos cuanto ha exigido la reputación de sus armas en la sangrienta jornada de Ayacucho y en toda
la guerra del Perú, ha tenido que ceder el campo a las tropas independientes; y debiendo conciliar a un tiempo
el honor a los restos de estas fuerzas, con la disminución de los males del país, he creído conveniente proponer
y ajustar con el señor general de división de la República de Colombia, Antonio José de Sucre, comandante en
jefe del ejército unido libertador del Perú".

Es el tratado firmado por el jefe de estado mayor realista, Canterac, y el general Sucre al concluir la batalla de
Ayacucho, el mismo 9 de diciembre de 1824. Sus principales consecuencias fueron varias:

 El ejército realista bajo el mando del virrey La Serna renunciaba a seguir la lucha.
 La permanencia de los últimos soldados realistas en las fortalezas del Callao.
 La República del Perú debió saldar la deuda económica y política a los países que contribuyeron
militarmente a su independencia.

Bolívar convocó desde Lima al Congreso de Panamá, el 7 de diciembre, para la unidad de los nuevos países
independientes. El proyecto fue ratificado únicamente por la Gran Colombia. Cuatro años más tarde la Gran
Colombia, a causa del deseo personal de muchos de sus generales y de la ausencia de una visión unitaria,
terminaría dividiéndose en las naciones que forman actualmente.

Se rendían los tenientes generales, virrey José de la Serna y José de Canterac, mariscales Gerónimo Valdés,
José Carratalá, Juan Antonio Monet y Alejandro González Villalobos, brigadieres Ramón Gómez de Bedoya,
Valentín Ferraz, Andrés García Camba, Martín de Somocurcio, Fernando Cacho, Miguel María Atero, Ignacio
Landazuri, Antonio Vigil, Juan Pardo de Zela y Antonio Tur y Berrueta, 16 coroneles, 68 tenientes coroneles,
484 mayores u otros oficiales y 2.000 soldados
Batalla de Junín
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Batalla de Junín
Parte de Campañas del Sur; Independencia del Perú

Batalla de Junín - Oleo de Martín Tovar y Tovar

Fecha 6 de agosto de 1824


Lugar Pampa de Junín, Junín, Perú
Resultado Victoria decisiva independentista.
Beligerantes
República del Perú12
Imperio español
República de Colombia
Comandantes
Simón Bolívar
José de Canterac
Antonio José de Sucre
Fuerzas en combate
Ejército Unido Libertador del Perú: Ejército Real del Perú:
1000 jinetes345 1300 jinetes36
Bajas
254 muertos y heridos
148 soldados muertos y heridos
80 prisioneros

La batalla de Junín fue uno de los últimos enfrentamientos que sostuvieron los ejércitos realistas y patriotas en
el proceso de la independencia del Perú, el 6 de agosto de 1824. Su resultado fue la victoria de los
independentistas, pese a que en un primer momento los veteranos jinetes de la caballería realista del general
José de Canterac cargaron a los regimientos colombianos de tal suerte y modo que el general Bolívar ordenó la
retirada persuadido de la franca derrota. Sin embargo, gracias a la iniciativa del mayor peruano José Andrés
Rázuri oficial del regimiento Húsares del Perú, que conducía el coronel Isidoro Suárez, cargaron los peruanos
con tal ímpetu que consiguieron a sable y lanza aquella victoria. El general Bolívar, de vuelta al campo de
batalla, dispuso el cambio de nombre de Húsares del Perú por Húsares de Junín.

Antecedentes
Simón Bolívar, Libertador y presidente de la República de Colombia continuó la guerra de emancipación del
Perú emprendida por él desde 1823. En el año 1824 los realistas se sostenían aún en la sierra central y el Alto
Perú. Bolívar tenía en su ejército más de 10.000 hombres, en su mayoría colombianos y peruanos, menos de
1.000 chilenos y una centena de jinetes rioplatenses. Su número era equivalente al número de realistas, pero las
fuerzas realistas estaban dispersas entre el valle del Mantaro y Alto Perú.

Esto fue debido a la sublevación en el Alto Perú del general realista Olañeta que fracturó la defensa del
virreinato, y obligó al virrey a mandar sobre el Alto Perú parte importante de sus ejércitos al mando de
Jerónimo Valdés, unos 5000 regulares que tenían su base en Puno, denominado "Ejército del Sur" para asegurar
la base andina de recursos militares, a pesar del desacuerdo de Canterac, veterano de la guerra en Venezuela,
que advertía de los peligros de dividir y desgastar sus fuerzas y dar tiempo a Bolívar.
Bolívar, conocedor de esta ventaja, aprovechó la oportunidad, y en junio de 1824 enfiló su ejército hacia la
sierra central del Perú para aislar a las solitarias fuerzas realistas del general José de Canterac, denominado
"Ejército del Norte". La fuerza que alcanzó a cruzar la cordillera andina fue de 8.000 soldados y a ellos hay que
añadir unos 1.500 montoneros que formaron una pantalla de guerrillas.

Escenario
La batalla se desarrolló en la pampa de Junín o también llamada la Meseta de Bombón, situada en el centro del
Perú en el actual departamento de Junín a orillas del lago llamado Junín o Chinchaycocha que está situado a
4000 msnm. La planicie está ubicada en la región natural de la puna o altoandina, entre los distritos de Junín,
Óndores y Carhuamayo de la región Junín y el distrito de Ninacaca de la región Pasco

La batalla
Obelisco de Chacamarca, ubicado en la Provincia de Junín Perú.

Preludio

El 2 de agosto Simón Bolívar pasó revista a su ejército, compuesto por


7900 soldados de infantería, 1000 de caballería y seis piezas de artillería, en
el llano de Rancas dirigiéndole estas elocuentes palabras:

¡Soldados! Vais a completar la obra más grande que el cielo ha


encomendado a los hombres: la de salvar un mundo entero de la esclavitud.

¡Soldados! Los enemigos que van a destruir se jactan de catorce años de


triunfos. Ellos, pues serán dignos de medir sus armas con las de ustedes que
han brillado en mil combates.

¡Soldados! El Perú y la América toda aguardan de ustedes la paz, hija de la


victoria, y aún la Europa liberal les contempla con encanto porque la libertad del Nuevo Mundo es la esperanza
del Universo. ¿la burlaran? No. No. ustedes son invencibles.

Simón Bolívar

El 6 de agosto el ejército de Canterac, formado por 1300 jinetes, y entre menos de 60007- 7000 infantes y nueve
piezas de artillería,8 marchaba apresuradamente alrededor del lago Junín tratando de evitar el combate con
Bolívar. Esa tarde el Ejército Unido había cruzado el río Grande a la altura de Rumichaca, al llegar a una
elevación pudieron observar al ejército realista en retirada acercándose a la llanura de Junín.

Sin perder tiempo, Bolívar ordenó a 900 jinetes de su caballería intentar detener a los realistas mientras la
infantería, que aún se encontraba a 5 kilómetros de distancia los alcanzaba. Viendo esto, Canterac ordenó a su
infantería continuar la retirada y poniéndose el mismo a la cabeza de sus hombres, desplegó su caballería en
batalla ordenando que los "Húsares de Fernando VII" y los "Dragones del Perú" formaran una sola línea
teniendo a los "Dragones de la Unión" en columna a los dos flancos para favorecer el envolvimiento de la
caballería patriota.

El terreno era difícil, la caballería destacada por Bolívar marchaba en columnas por un espacio angosto entre un
cerro y un pantano. El mando general de toda ella lo ejercía el general Mariano Necochea, el de la caballería
colombiana el coronel Lucas Carvajal y el de la peruana el general Guillermo Miller.9 Encabezando la
formación iba el regimiento de Granaderos de Colombia comandado por Felipe Braun, seguido por el escuadrón
de Granaderos de los Andes al mando de Alejo Bruix, el regimiento de Húsares del Perú del coronel Antonio
Placencia, y el regimiento de Húsares de Colombia del coronel Laurencio Silva. La caballería independentista
salió del trecho por el que venía y comenzó a desplegarse en la pampa, pero cuando únicamente los
"Granaderos de Colombia" habían formado en batalla y el tercer escuadrón de "Húsares del Perú" aguardaba en
la quebrada de Chacamarca su turno para entrar en la línea, fue cargada por la caballería realista.

Inicio de la batalla

Los "Granaderos de Colombia" recibieron a pie firme el choque de la caballería española enrristrando sus largas
lanzas a modo de picas, desconcertando a sus contrarios con esta estrategia y deteniendo durante un instante el
ataque realista. El general Miller que conducía a 250 "Húsares del Perú" con la misión de desbordar la derecha
de Canterac no pudo ejecutar esta maniobra por lo precipitado del ataque realista y hubo de cargar de frente
siendo envuelto junto a los "Granaderos de los Andes" y los "Húsares de Colombia" que mandaba el general
Necochea quien herido y desmontado fue hecho prisionero, únicamente una parte de los "Granaderos de
Colombia" al mando del mayor Braun lograron abrirse paso entre las filas contrarias quedando en posición
ventajosa mientras que el resto de la caballería patriota se replegaba perseguida por la realista. Al presenciar
crítico momento, el general Bolívar, que junto a su estado mayor había estado presenciando el combate sobre
una loma a orilla del lago con grave peligro para su persona, se retiró a retaguardia preocupándose en reunir los
dispersos de su caballería y acelerar la marcha de la infantería siendo alcanzado en dicho lugar por el general
(Jacinto Lara) que conducía la primera de las divisiones patriotas ocurriendo el siguiente diálogo entre ambos
según refiere el coronel Manuel Antonio López, en ese entonces ayudante del estado mayor, en sus recuerdos
sobre la campaña:

(...)Cuando el general reunía nuestros maltrechos jinetes, llegó el general (Lara) y le pregunto:
-¿Que hay, general?
-Que ha de haber, respondio el Libertador, que nos han derrotado nuestra caballería.
-¿y tan buena así es la del enemigo?
-Demasiado buena, cuando ha derrotado la nuestra, replico Bolívar.
-¿Quiere usted que yo vaya a dar una carga con esta caballería? (propuso (Lara) señalando a los arrollados)
-No, (concluyo el Libertador) porque eso sería quedarnos sin caballería para concluir la campaña.(...)

La Batalla de Junín, Recuerdos Históricos del coronel Manuel Antonio


López10
Obelisco de Chacamarca, ubicado en la Provincia de Junín Perú.

Empeñados todos los escuadrones realistas en la persecución de un


enemigo al que creían derrotado perdieron su cohesión inicial sin
percatarse que aún quedaba sin entrar en batalla el primer escuadrón de
"Húsares del Perú" al mando del coronel Isidoro Suárez, quien advirtió
el flanco expuesto que los realistas presentaban a su izquierda, en ese
preciso momento el mayor José Andrés Rázuri comunicó a su superior una falsa orden de Bolívar de cargar a la
caballería realista que galopaba en persecución de los patriotas.11 Ordenada y dirigida la carga por Suárez los
realistas fueron tomados completamente desprevenidos, momento en el cual el grueso de la caballería patriota al
mando de Miller quien había tomado el mando general por la captura de Necochea volvió grupas para regresar
al ataque, distinguiéndose en esta parte de la batalla el coronel Silva quien rápidamente reorganizó a los
"Húsares de Colombia" impidiendo que los realistas lograran envolverlo.

Ya los independientes habían sido arrollados; a pesar de su arrojo y decisión no habían podido resistir al terrible
impulso de la caballería de los realistas; ya estos empezaban a entonar el himno de la victoria cuando dos
escuadrones enemigos que estaban a retaguardia al mando del teniente coronel Suarez, se lanzaron sobre los
vencedores que se hallaban asimismo en el mayor desorden y confusión mezclados con los vencidos. Reunidos
estos con aquella masa de bronce que se hallaba en perfecta formación, cayeron de nuevo sobre los diseminados
realistas, los acuchillaron horrorosamente, los obligaron a ponerse en pronta retirada, y les arrebataron el campo
de batalla.

Historiador español Mariano Torrente12

Atacados de flanco y por retaguardia los realistas se desmoralizaron y volvieron grupas, sin que el general
Canterac que en ese momento se encontraba al frente de sus jinetes pudiera advertir el motivo de este contraste
que se realizaba "inesperadamente, sin que pudiera imaginar cual fue la razón" según informó después al virrey.
Arrojados a la llanura y dispersos en grupos aislados los realistas fueron derrotados tras un encarnizado combate
librado solamente con armas blancas (sables y lanzas), sin que se registrase durante la acción disparo alguno.
Las compañías de infantería que Bolívar había mandado llamar arribaron al campo cuando la lucha había
concluido.

Final de la batalla

Los jinetes de Canterac fueron perseguidos hasta las filas mismas de su infantería, donde desoyendo las
opiniones de algunos de sus oficiales como la del coronel Dionisio Marcilla, quien había comandado la derecha
y padecido menos, que sugerían reagruparse y volver al ataque el general Canterac ordenó continuar la retirada
con tal celeridad que en los veteranos e intactos batallones españoles se introdujo el más sensible desaliento. El
entonces brigadier Andrés García Camba diría años más tarde que en Junín la brillante y engreída caballería del
ejército real perdió todo el favorable prestigio y la ventajosa reputación que había sabido adquirirse en las
gloriosas campañas anteriores.13

El Ejército Unido obtuvo una importante victoria. El resultado de esta batalla fue de 254 muertos y heridos y 80
prisioneros14 para el bando realista y de 148 soldados muertos y heridos (145 según el parte oficial) para el
bando independentista15 y que según parte del general Andrés de Santa Cruz, Jefe del Estado Mayor del Ejército
Unido, se encontraban divididos de la siguiente manera:16

 Granaderos de Colombia: 13 muertos y 26 heridos.


 Idem de los Andes: 8 muertos y 17 heridos.
 Húsares de Colombia: 2 muertos y 9 heridos.
 Primer Regimiento del Perú: 21 muertos y 46 heridos.
 Muerto un oficial edecán del general Miller.
 Total 45 muertos y 99 heridos.

En reconocimiento a la brillante acción de la caballería peruana, que tuvo el 46.5% de las bajas totales, el
general Bolívar le cambió el nombre de Húsares del Perú por el de Húsares de Junín.

Todo el enfrentamiento duró aproximadamente cuarenta y cinco minutos a una altura de 4100 metros sobre el
nivel del mar. El triunfo en la Pampa de Junín haría renacer la moral entre el Ejército Unido.

Consecuencias
El ejército realista había sido sorprendido en su contramarcha desde cerro de Pasco al Cusco y la destrucción de
la caballería realista en las pampas de Junín forzó una retirada desordenada del Ejército del Norte, con las
consecuentes pérdidas masivas en hombres y material, hasta poder alcanzar a duras penas los márgenes del río
Apurimac, y en consecuencia se produjo en la retirada a consecuencia de la campaña de Junín la práctica
destrucción de sus unidades militares a su llegada al Cuzco.
Combate de Tumusla
Combate de Tumusla
Parte de Campaña de Sucre en el Alto Perú y Guerra de la Independencia de Bolivia

Provincia de Nor Chinchas

Fecha 1 de abril de 1825


Lugar Tumusla, Provincia de Nor Chichas, Departamento de Potosí, Bolivia
Resultado Victoria patriota
Beligerantes
Ejército Libertador1 Ejército Realista
Comandantes
Carlos Medinaceli Pedro Antonio Olañeta †
Fuerzas en combate
300 -1.300 soldados, y 26 jefes y oficiales3
2
70024-1.700 soldados, y 32 jefes y oficiales.3
Bajas
509 muertos y 734 heridos6
156 muertos y 270 heridos5 200 prisioneros de tropa y 20 oficiales7
Olañeta herido mortalmente

El combate o batalla del Tumusla fue el último enfrentamiento con fuerzas regulares durante la
independencia de Bolivia y uno de los últimos encuentros de la Guerra de Independencia Hispanoamericana.
Se libró el 1 de abril de 1825, cerca del pueblo de Tumusla (Potosí), en territorio del actual Estado Plurinacional
de Bolivia. Existen controversias sobre el desarrollo de este suceso, sin embargo el consenso es que se
enfrentaron el jefe realista Pedro Antonio Olañeta frente a su antiguo subordinado Carlos Medinaceli, ahora
pasado a los patriotas y bajo el mando del mariscal Antonio José de Sucre.8 El resultado fue una victoria
patriota decisiva y la capitulación de Olañeta, que herido mortalmente murió al día siguiente. Como
consecuencia de las acciones de Tumusla, el territorio de la Real Audiencia de Charcas quedó definitivamente
liberado del dominio español.
Antecedentes
El jefe realista del Alto Perú, el español brigadier general Pedro Antonio Olañeta, por ser adherente al
absolutismo se había negado a reconocer el mando del virrey del Perú José de la Serna por considerarlo liberal y
sostuvo contra el general constitucionalista Jerónimo Valdés un enfrentamiento que menguó sus tropas
(Rebelión de Olañeta). Las diezmadas tropas realistas fueron derrotados en las batallas de Junín (6 de agosto de
1824) y Ayacucho (9 de diciembre de 1824) capitulando ante el Ejército Libertador.

Olañeta, en una actitud ambivalente, no se unió al ejército patriota como le había pedido Bolívar, y no reconocía
la capitulación hecha por el virrey La Serna, y había reagrupado fuerzas realistas en la ciudad de Potosí,
principalmente en el cruce del antiguo Camino Real a orillas del río Tumusla, después de que el 29 de enero de
1825, el general José Miguel Lanza con tropas de la Republiqueta de Ayopaya tomó la ciudad de La Paz.

Perseguido desde el norte por las tropas al mando de mariscal Antonio José de Sucre, quien el 6 de febrero
cruzó el río Desaguadero (límite con el Perú) después de la victoria obtenida en Ayacucho.9 Y cercado desde el
sur por las fuerzas argentinas de Juan Antonio Álvarez de Arenales, Olañeta recibió en Potosí al batallón
"Unión", procedente de Puno, al mando del coronel José María Valdez. Convocó a un Consejo de Guerra que
acordó continuar la lucha y distribuyó sus fuerzas entre la fortaleza de Cotagaita (que quedó al mando de
Medinacelli con el batallón "Chichas") y Chuquisaca(al mando de Valdez con el batallón "Unión") y partió con
el resto de sus tropas hacia Vitichi en Chichas con 60.000 pesos de oro de la Casa de la Moneda de Potosí poco
antes de que Sucre ingresara en la ciudad el 29 de marzo de 1825.10

Mientras, el sobrino de Pedro Olañeta, Casimiro Olañeta, patriota encubierto, cambió de bando cuando se
dirigía a Iquique con 18.000 pesos para comprar armas, poniendo a Sucre en conocimiento de los planes de su
tío.11 Las tropas al mando del coronel Carlos Medinaceli hasta entonces realistas se amotinaron y pasaron al
bando independentista. El coronel Medinaceli en nota fechada en 29 de marzo de 1825, hizo saber al general
Olañeta su resolución de acogerse a la capitulación de Ayacucho y pasarse a los patriotas, e inmediatamente
reforzó el batallón Chichas que mandaba, con elementos que le proporcionaron los patriotas de Cotagaita
(Intendencia de Potosí), donde se efectuó la defección.12

El combate de Tumusla
El general Olañeta, al saber de la defección de Medinaceli, se puso en movimiento para ir a sofocarla en su
cuna. Retrocedió del punto donde estaba y se dirigió a Cotagaita con 700 hombres. Mientras tanto Medinaceli
había tomado posiciones en el río Tumusla, donde Olañeta lo atacó el 1 de abril de 1825. El combate concluyó a
las siete de la tarde. Herido por tiros de fusil el día 1 de abril, Olañeta cayó en tierra, a cuya vista sus soldados
se dispersaron, entregándose algunos al jefe vencedor. Olañeta fallece al día siguiente, el 2 de abril. Ese mismo
día Medinaceli remite el parte de la batalla al mariscal Sucre.

El general Olañeta, que había evacuado Potosí el 28, tuvo un encuentro con una partida nuestra el 1º del
corriente y, siendo completamente derrotado y herido,murió el 2. Antonio José de Sucre, Potosí, 6 de abril de
1825.8

Según Stevenson, citado por Camba, dice que Medinaceli tomó 200 prisioneros de tropa y más de 20 oficiales,
bagajes, municiones, etc. Fue este el último combate de tropas regulares por la independencia de Bolivia.1312
Días después, el 7 de abril, perseguido por Medinaceli y Burdett O'Connor, José María Valdez al frente de 200
supervivientes se rindió en Chequelte, ante el general Urdininea, poniendo fin al dominio español en el Alto
Perú. Tres meses más tarde, Fernando VII concedió al fallecido Olañeta el nombramiento de virrey del Río de la
Plata.
Años más tarde, en 1828, el último foco de resistencia español en la República de Bolívar fue dirigido por el
general realista Francisco Javier Aguilera, famoso por dar muerte a los patriotas Manuel Asencio Padilla e
Ignacio Warnes, finalmente fue derrotado y fusilado en Vallegrande (Santa Cruz, Bolivia) por una división
dirigida por el coronel Anselmo Rojas y todos sus líderes fueron decapitados. Sus cabezas fueron expuestas en
la plaza.14

Controversias
Lo ocurrido en el enfrentamiento de Tumusla tiende a tener diferentes versiones que aumentan o empequeñecen
su importancia en la independencia de Bolivia, en parte debido al protagonismo que se dio a los hechos de
Bolívar y Sucre que dejaron este suceso casi al olvido.

Un artículo periodístico dice que el historiador Teodosio Imaña afirma que en Tumusla sólo hubo un aislado
intercambio de balas, donde muere Olañeta, y por lo tanto consideran que una batalla propiamente dicha no
existió.15

En otra versión se afirma que el combate comenzó sobre las 3 de la tarde con un intercambio de artillería, fue
reñido y de una duración de cuatro horas. Los patriotas bajo fuertes vivas y hondazos avanzaron hacia el río
hacía la lucha cuerpo a cuerpo con cuchillos, sables y piedras. La tropa era regular pero junto a ellos combatían
indígenas originarios. Al general Olañeta, que iba a la cabeza de los realistas, se le vio caer del caballo herido
de muerte, por lo que fue tomado prisionero. Sus soldados viendo caído a su jefe suspendieron el
enfrentamiento para desertar o entregarse, solicitando al Coronel Medinaceli clemencia y perdón.16 Los
documentos presentados en simples fotocopias de esta versión son cuestionados como falsificados en una
reciente investigación del historiador paceño Jaime De La Fuente Patiño.17

Según el libro titulado “La Familia Canterac en América” el combate de Tumusla es denominado también como
la “última batalla de Potosí” por José de Canterac:

“Si la batalla de Ayacucho significó la derrota política y militar de las colonias españolas en Sudamérica, la
batalla de Potosí representó un golpe aún más duro, el corte umbilical entre el cerro de Potosí y España... ¡Oh
Potosí, cuanto te debe Europa. Don José de Canterác, Madrid, 1829".18

Efemérides
La ley Nº 60619 del 24 de Noviembre de 2014 declara patrimonio cultural e histórico del estado plurinacional de
Bolivia la “Batalla de Tumusla”, considerándose el último combate que selló la independencia del Alto Perú,
ocurrida el 1 de abril de 1825 en la localidad de Tumusla en el departamento de Potosí.

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