FICHA DE ORACION Nº Nº 8 – La Encarnación – Las Dos Banderas
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FICHA DE ORACION Nº8
Tema: “La Encarnación, Nacimiento y Vida de Jesús - Las Dos Banderas”
--------------- DIA 1 ---------------
ORACION DE DISPONIBILIDAD
Ej: "Toma, Señor, y recibe…" (Baq. N°1)
PETICION
"Señor, te pido un conocimiento íntimo de Ti,
que por mí te hiciste hombre, para que más te
ame y te siga".
NUEVO PASO EN EL PROCESO
En la Primer Semana, San Ignacio nos invita a
pedirle a Dios la gracia de percibir fuertemente
su misericordia, para que a partir de ahí, pueda
indicarnos algunos aspectos de nuestra manera
de ser que nos alejan del fin para el cual fuimos
creados. Por eso esta etapa apunta al "¿QUE?"
tenemos para REFORMAR en nosotros.
Si uno decidiera quedarse con esto porque le
resultó "interesante", "importante", y "ya sabe lo
que tiene que reformar", estará quedándose con
"BUENOS PROPOSITOS". Inmejorable momento
para escuchar a Jesús en Lc.8,5-15:
“El sembrador salió a sembrar... Los que están
al borde del camino son los que escuchan, pero
luego viene el demonio y arrebata la Palabra de
sus corazones, para que no crean y se salven...
Otra parte cayó sobre las piedras y, al brotar, se
secó por falta de humedad... son los que reciben
la Palabra con alegría, apenas la oyen; pero no
tienen raíces: creen por un tiempo, y en el mo-
mento de la tentación se vuelven atrás...
Otra cayó entre las espinas, y estas, brotando al
mismo tiempo, la ahogaron... son los que escu-
chan, pero con las preocupaciones, las riquezas y
los placeres de la vida, se van dejando ahogar
poco a poco, y no llegan a madurar...
Todas estas son las TURBULENCIAS típicas del
pasaje de primera a segunda semana ignaciana.
Otra parte cayó en tierra fértil, brotó y produjo
fruto al ciento por uno... son los que escuchan la
Palabra con un corazón bien dispuesto, la retie-
nen, y dan fruto gracias a su constancia".
Esta constancia, se manifiesta entrando en la
Segunda Semana para empezar a trabajar el
"¿COMO?" podemos darle forma a esta reforma...
es lo que los Jesuitas llaman "la semana para
CONFORMAR la REFORMA".
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Después de la contemplación global de la vida
del Rey Eterno y del llamado a seguirlo, comien-
za la contemplación de detalles particulares de
la vida de Jesús, para una íntima comunión e
identificación con El, que es el Camino...
Jn.14,6: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida.
Nadie va al Padre, sino por mí".
San Ignacio propondrá que penetremos en los
relatos evangélicos, en la trayectoria misionera
de Jesús, en sus detalles: vivir con él, acompa-
ñarlo, mirar lo que hace, escuchar lo que habla,
contemplar sus gestos y actitudes, y adherirnos a
El. Por eso elabora un método sencillo para que
nos hagamos presentes al misterio que contem-
plamos: ver y considerar las personas, oír y
advertir lo que hablan, mirar y considerar lo
que hacen; y luego, reflectir en mí mismo para
sacar algún provecho. Reflectir o "rumiar", no es
un reflexionar, sino el impulso a preguntarse, en
oración, ¿como viví esta contemplación? ¿qué
relación tiene conmigo, en mi situación?. Un
dejarme iluminar y mover por El.
Escribe John English SJ: "La meditación tiende a
ser discursiva, es decir, la persona cuando medi-
ta piensa sobre alguna verdad, o virtud. La con-
templación, en cambio, busca una percepción
profunda, haciéndose uno presente en el aconte-
cimiento. Una cosa es meditar sobre el hambre
en Calcuta... y otra muy distinta, la experiencia
íntima al contemplar en el hogar de la Madre
Teresa como se alimentan los desnutridos.
El acto de presencia es básico a la contempla-
ción: es un esfuerzo por estar presente con Jesús
en un misterio concreto de su vida… Esta expe-
riencia contemplativa, es especialmente apta
para el discernimiento de espíritus, cuando la
persona está tratando de hallar lo que Dios quie-
re para su vida. Sería algo así como probar expe-
rimentalmente, a traves del recurso de la con-
templación, "hacernos presentes" en distintos
espacios de servicio, y percibir que nos dice cada
uno en nuestro interior, antes de discernir en
cual de ellos me pide Dios que lo sirva.
Es una forma muy relajada y muy simple de ora-
ción. El ejercitante debe colocarse a sí mismo en
la escena y dejar que el Espíritu lo conduzca
(BAQUEANO 3). Este acceso a la oración requie-
re menos esfuerzo mental y libera como un pája-
ro que planea en el aire. En tal atmósfera el
Espíritu puede entrar y salir de la mente y del
corazón de la persona más fácilmente que en una
forma meditativa de oración. Se pueden notar
los movimientos de espíritus, las consolaciones y
desolaciones que afectan al ejercitante en torno
a una decisión".
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ENCARNACION DE JESUS
En el MISTERIO DE LA ENCARNACIÓN la contem-
plación se hace desde 2 perspectivas:
1) El ¿para qué?, el ¿por qué?, Dios se encarna.
2) El ¿cómo? lo hace.
San Ignacio nos invita a reflexionar primero sobre
el ¿qué es lo que lleva a Dios a tomar la determi-
nación de encarnarse, hacerse uno de nosotros?
Para esto primero vemos la escena: cómo las tres
Personas divinas miraban el planeta, lleno de
seres humanos, y viendo que todos perdían la
libertad con que fueron creados y que quedarían
a merced del demonio como destino de eterni-
dad si no intervenían para la redención, decre-
tan que la segunda Persona se haga hombre,
para salvar al género humano; y así se envía al
ángel San Gabriel a nuestra Señora (Lc.1,26-38).
Luego, con ayuda de la gracia, se intenta pasar
de este "mirar cómo miraban" las Personas de la
Trinidad (como expectador) a un "mirar como
ellas miran", es decir, como se ve la situación
desde los ojos de Dios (como actor). Se pide la
gracia para lograr esta transformación (Ver BA-
QUEANO 3, punto 6+).
Se comienza a ver mejor entonces el panora-
ma... un mundo en el cual hay tantas y tan di-
versas personas y actitudes; paralelamente se ve
el hogar de nuestra Señora, en el pueblo de Na-
zaret, provincia de Galilea.
Durante toda la contemplación pedimos un cono-
cimiento interno del Señor, que por mí se ha
hecho hombre, para que más lo ame y lo siga.
Contemplando esta secuencia del ver-decretar-
enviar ("ver-juzgar-actuar") divino, nos asoma-
mos al proceso de toma de decisión divina y nos
ponemos en condiciones de aprender algo, ya
que se trata de aprender a discernir, y se viene
en busca del conocer cómo hacerlo.
Este proceso que, iniciándose con la mirada divi-
na, continúa con el decreto de la redención y el
envío del Ángel a María, hoy comienza un nuevo
tramo de la historia de salvación. Dios nos invita
personalmente a cada uno a continuarla, descu-
briendo nuestra forma de insertarnos en ella.
Coloca nuestra "elección", en clave de "misión",
que continua las misiones de Gabriel, del Verbo y
del Espíritu. Relaciona el "hoy" de cada uno de
nosotros con "la historia de la cosa que tengo
que contemplar" (EE.102). Confronta, los afectos
y temores con los que nos aproximamos a hacer
nuestra elección, con los propósitos divinos.
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El primer punto es VER LAS PERSONAS...
a) a las que están sobre la tierra, en tanta di-
versidad... en vestimenta, como en gestos: blan-
cos, negros, mestizos, orientales; unos en paz,
otros en guerra; unos llorando, otros riendo;
unos sanos, otros enfermos; unos naciendo, otros
muriendo;... etc;
Un mundo en conflicto y división. Una humanidad
que clama por ser «liberada de la esclavitud y la
destrucción, para alcanzar la gloriosa libertad de
los hijos de Dios» (Rom.8,21); y un Dios que «es
tan misericordioso y nos amó con un amor tan
grande, que nos dio vida juntamente con Cristo
cuando todavía estábamos muertos a causa de
nuestros pecados (Ef.2,4-5). Es el mismo Dios
que, en el texto del Exodo, habiendo visto cla-
ramente la opresión de su pueblo en Egipto,
habiendo oído sus quejas contra los opresores, se
fija en sus sufrimientos y baja para salvarlos del
poder de los egipcios (cf Ex.3,7-8). "A los pobres
y débiles se les oprime y se les hace sufrir, por
eso voy ahora a levantarme y les daré la ayuda
que tanto anhelan" (Sal.12,5).
b) a las Tres Personas Divinas, en su trono (ver
Is.6,1-8), cómo miran la tierra, y a toda la gente
tan ciega que pierde su libertad y quedan en
manos de la esclavitud del demonio.
 Vemos el Amor del Padre, en un derroche de
su amor con la humanidad pecadora. "Al entre-
garnos su Palabra, no tiene otra palabra para
pronunciar; dándonos a su propio Hijo, no tiene
otro don para entregarnos; no tiene nada mas
que decirnos, nada más que darnos. Al entre-
garnos a Jesucristo nos lo ha dicho todo, nos lo
ha dado todo". (San Juan de la Cruz)
 Vemos el Amor del Hijo, que “se abaja”.
Rom.8,3: "Dios envió a su propio Hijo, en una
carne semejante a la del pecado...". Heb.2,11-
14: "Porque todos son del mismo Padre… el
Hijo de Dios no se avergüenza de llamarnos
hermanos" Se encarna en condiciones concretas
de pobreza y anonimato y nace en un pueblo
sometido al Imperio, en una región humillada y
despreciada, hijo de un artesano y de una mu-
jer del campo, sujeto a la inseguridad y a los
sufrimientos de la pobreza. Gaudium et Spes
Nº22 presenta a Jesús como paradigma del
hombre: "Cristo,… revela plenamente "el hom-
bre" al propio hombre, y le descubre su voca-
ción… "imagen de Dios invisible" (Col.1,15).
 Vemos el Amor del Espíritu, que cubre con su
sombra a María, y el niño comienza su historia
humana. Su acción continuará en todos sus
hermanos menores, convirtiéndolos en presen-
cias de gracia para los demás, a fin de formar
la familia de hermanos en la que Jesús sea el
primogénito (cf Rom.8,29).
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c) a Nuestra Señora y al Angel que la saluda.
Este acontecimiento es para María "su contem-
plación del llamamiento del Rey Eterno". Un
modelo de respuesta a la invitación a colaborar
en la venida del Reino de Dios (Ficha Nº7). La
intervención de Dios en la historia pide previa-
mente el consentimiento humano. En María, Dios
escoge lo sencillo, para realizar grandes obras.
Lc.1,26-38: …"¡Alégrate!, llena de gracia, el
Señor está contigo"...
El lenguaje del Angel, y después también el de
María, está en ese estilo poético del AT, en que
una frase repite la otra y va como complemen-
tando a la anterior. En un paralelismo dice
"…para siempre… y su reino no tendrá fin", que
es lo mismo, pero la redundancia es propia del
estilo solemne, es el estilo de los salmos. Es un
verdadero himno en su construcción.
El segundo punto: OIR LO QUE HABLAN las per-
sonas sobre la tierra (mienten, discuten,...);
paralelamente, lo que dicen las personas divinas
(«Hagamos» (Gn.1,26) redención del género
humano,...); y lo que hablan el ángel y nuestra
Señora; y reflectir para sacar fruto...
«Hagamos redención del género humano»: en
medio de una humanidad perdida en el sinsenti-
do de la vida, «viendo que todos perdían su li-
bertad», se abre paso el amor-misericordia de
Dios: «Dios nuestro Salvador mostró su bondad y
su amor por la humanidad» (Tit.3,4).
Así entra el Verbo: en un vaciamiento solidario y
compasivo. "Dios amó tanto el mundo, que dio a
su Hijo único para que todo aquel que cree en él
no muera, sino que tenga vida eterna" (Jn.3,16).
En contraste con este mundo que se nos presen-
ta, vemos a la Virgen responder: "¿Cómo puede
ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún
hombre?” Aquí vemos como ha comprendido.
Aquellas palabras del Angel le estaban indicando
que ella sería la madre del Mesías: "el trono de
David","su Reino no tendrá fin". Todas las jóvenes
de Judea querían tener descendencia para, de
alguna manera, emparentarse con el Mesías. Se
da cuenta que va a ser la madre del Mesías. Pero
pregunta ¿como va a ser esto? Es una pregunta de
discernimiento. Dios, que le había inspirado a
ella la virginidad, no podía contradecirse. Y si
esto venía de Dios, entonces tenía una solución
en el camino de Dios. Y el Angel responde: "El
Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del
Altísimo te cubrirá con su sombra... por eso el
niño será Santo y será llamado Hijo de Dios".
El Angel confirma lo que dijo a nuestra Señora,
haciéndole saber la concepción de San Juan Bau-
tista: “También tu parienta Isabel concibió un
hijo a pesar de su vejez... porque no hay nada
imposible para Dios". Mientras la Virgen oía esto,
estaba sintiendo que venía de Dios, que eran
palabras que la llenaban al mismo tiempo de
confianza, no eran palabras que la turbaran.
El tercer punto: MIRAR LO QUE HACEN las per-
sonas sobre la tierra (herir, matar,...); parale-
lamente, lo que hacen las personas divinas (en-
carnación,...); y lo que hacen el ángel (mensaje-
ro) y nuestra Señora (se pone su vida a disposi-
ción de Dios); y después examinar involucrándose
uno para sacar provecho.
El alma de nuestra Señora estaba llena de Dios.
Todo lo que viniera de Dios, debía concordar con
esa paz y esa entrega interior de ella. María dijo
entonces: "Yo soy la servidora del Señor, que se
cumpla en mí lo que has dicho".
Y desde este momento se produce el misterio de
la Encarnación. El mundo que estaba cerrado se
ha abierto y la luz lo ha penetrado: Dios está
entre nosotros. Se vacía y humilla, viene al en-
cuentro del hombre para servirle y salvarlo; y
resplandece y atrae. "la Palabra se hizo hombre
y vivió entre nosotros..." (Jn.1,14)
Luego San Ignacio indica un COLOQUIO "pensan-
do lo que debo decir a las tres personas divinas,
o a la Palabra encarnada, o a la Madre y Señora
nuestra, pidiendo lo que sienta, para más seguir
e imitar al Señor nuestro, así nuevamente en-
carnado". Y luego decir el Padre nuestro.
Aquí ya no se traza ningún esquema de coloquio.
Se invita a una gran libertad, "pensando lo que
debo decir a las tres personas divinas..." Para
San Ignacio, una persona que se ha purificado
sinceramente en su corazón y ahora contempla a
Jesús, puede moverse con libertad, guiada por el
Espíritu, que le enseña cómo orar y qué pedir.

LECTURAS PARA HOY (Además de las indicadas en el texto, otras relacionadas...)

Jn.1,1-18 la Palabra se encarnó y acampó...
Jn.3,1-15 nacer de nuevo
Heb.4,15 El es el modelo del hombre perfecto
Flp.2,5-11 renunció a lo que era suyo...

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--------------- DIA 2 ---------------
ORACION DE DISPONIBILIDAD
Ej: "Toma, Señor, y recibe…" (Baq. N°1)
PETICION
"Señor, te pido la gracia de un conocimiento
íntimo de Ti, de María, de José, de esta vida que
querés que tengamos… una vida llena de Vos,
llena de amor a los demás".
El «conocimiento íntimo» de la petición inicial,
es una experiencia vital. Conocerlo al Señor es
tener experiencia concreta de El. Es una doble
vía: por un lado, consiste en penetrar en los sen-
timientos más profundos de Jesús, sus criterios,
sus valores, sus actitudes; por otro, es dejar que
su espíritu y su mente, impregnen totalmente
nuestros sentimientos y nuestras actitudes.
El conocimiento es un don gratuito, que por lo
tanto debemos pedir. San Ignacio coloca esta
petición como la gracia que se quiere alcanzar
durante toda la segunda Semana. Es el Padre
quien atrae hacia Jesús: "nadie puede venir a mí,
si no lo atrae el Padre, que me ha enviado"
(Jn.6,44). "dichoso tú...porque esto no lo cono-
ciste por medios humanos, sino porque te lo
reveló mi Padre que está en el cielo" (Mt.16,17).
Por otra parte, se pide un conocimiento para...
amarlo más y seguirlo más generosamente".
Podemos ver también la visita de María a Isabel,
y el cántico de María que revela todo su interior
y su confianza en Dios.
La visita de María a Isabel. Lc.1,39-56: En
aquellos días, María partió y fue sin demora ...".
El canto de la Virgen María. María dijo enton-
ces: "Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi
espíritu se estremece de gozo..."
Notemos que María ha resuelto partir y no decir
una palabra a José, dejando todo esto en manos
de Dios. José por su lado recibirá en sueños la
confirmación de que reciba a María, y al mismo
tiempo el encargo de ponerle el nombre Jesús.
José, al aceptarlo asume la responsabilidad del
rol de padre en los matrimonios judíos.
Mt.1,18-25: …"Ella dará a luz un hijo, a quien
pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará..."
Un cuadro muy sencillo. José, el carpintero de
Nazaret, conocido por todos sus habitantes. Ma-
ría, tambien muy querida en el pueblo. El am-
biente de cariño y de aprecio en que vivió la
Sagrada Familia... Después vendrán las dificulta-
des cuando Jesús se presenta como Maestro, ahí
se suscitan las envidias del pueblo. Podemos ver
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que durante esos 30 años en que es el hijo del
carpintero y después el carpintero de Nazaret,
fue una vida muy aceptada por todos y una vida
muy feliz. Esto es importante, porque el llamado
a seguir a Jesús, es un llamado a ser lo que Dios
quiere que nosotros seamos, y normalmente eso
trae consigo los frutos del Espíritu que es amor,
con gozo y con paz, con plenitud.
El cristiano no está llamado a una vida "crucifi-
cada", sino que está llamado a una vida plena,
feliz. Puede haber también sacrificios grandes,
pero lo normal es una vida feliz en que todos
están viviendo a ejemplo de Jesús, María y José.
EL NACIMIENTO DE JESUS
Ante EL MISTERIO DEL NACIMIENTO DE JESÚS,
San Ignacio indica que me sitúe «como si me
hallase presente» (EE.114).
Todo suceso deja una vivencia personal. Pasa el
acontecimiento pero permanece la experiencia.
Ej: cuando después de muchos años volvés a mi-
rar la foto de los primeros dias de tu hijo, surge
algo en tu interior dificil de describir (¡¡ahhh!!).
Hay ahí un memorial de algo que pasó en el pa-
sado, que me produce algo en mi interior hoy.
Algo parecido es este misterio del Nacimiento,
nos encontramos ante un memorial sacramental:
"renovando su memoria, hoy nuestro espíritu se
llena de gracia". No hacemos simple memoria de
un hecho pasado: actualizamos este misterio de
la vida de Jesús que permanece con nosotros «así
nuevamente encarnado» [EE.109] (cada vez que
lo contemplamos, algo vuelve a pasar en nuestro
interior, como con aquella foto).
La liturgia lo expone: "Dios que has iluminado
esta noche santa con el nacimiento de Cristo...
concédenos compartir la vida divina de aquel
que hoy se ha dignado compartir con el hombre
la condición humana".
Contemplar algún misterio de la vida de Jesús,
no se limita a una simple vivencia: conlleva una
gracia (una experiencia interior) que se nos co-
munica con miras al seguimiento de Jesús pobre
y humilde. Lo conocemos para «más amarlo y
seguirlo». Los misterios de la vida de Jesús ad-
quieren así en nuestra oración un carácter sa-
cramental. La contemplación del Señor «así nue-
vamente encarnado» nos ha de disponer inte-
riormente a asumir las actitudes de pobreza,
sencillez y humildad que observamos en El.
La “Historia de la contemplación” será aquí
cómo desde Nazaret salieron nuestra Señora,
embarazada como de nueve meses, sentada en
una asna, y José y una sirvienta, llevando un
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buey, para ir a Belén a pagar el tributo que Cesar

impuso a todas aquellas tierras. Acerca del Na-
cimiento de nuestro Señor escribe Lc.2,1-4...
Lc.2,1-7.Considerar las condiciones materiales,
sociales, legales, políticas de la época. La oca-
sión del viaje de María y José desde Nazaret,
para «pagar el tributo que César echó en todas
aquellas tierras». De un hecho ordinario de la
historia del Imperio romano, Dios toma ocasión
para que Jesús nazca en Belén y "se cumplan las
Escrituras". Nuestros pensamientos y caminos no
son los pensamientos y caminos de Dios.
La “Composición viendo el lugar” será aquí, con
la vista imaginativa, ver el camino de Nazaret a
Belén, considerando la distancia, la anchura, y si
tal camino sea llano o por valles o cuestas, tam-
bién mirar el lugar o cueva del nacimiento, cuan
grande o pequeño, cuan bajo o alto, y cómo es-
taba arreglado.
Hecha la composición viendo el lugar, comenza-
mos a contemplar "viendo las personas", "miran-
do, advirtiendo y contemplando lo que hablan",
"mirando y considerando lo que hacen".
EL PRIMER PUNTO es ver las personas: a nues-
tra Señora y a José y a la sirvienta, y al niño
Jesús después de su nacimiento, haciéndome yo
un pobrecito y un esclavito indigno, mirándolos,
contemplándolos, y sirviéndolos en sus nece-
sidades, como si me encontrara presente, y
después reflectir ("rumiar") para sacar fruto.
El amor se ha de traducir en servicio, en obras.
Aquí el "reflectir" nos induce a que nos pregun-
temos cómo podremos "en todo amar y servir"
hoy al Señor de nuevo encarnado por mi.
EL TERCER PUNTO: considerar lo que hacen,
así como el caminar y sacrificarse, para que el
Señor llegue a nacer en suma pobreza y, al cabo
de tantos sacrificios, de hambre, de sed, de ca-
lor y de frío, de ultrajes y afrentas, para morir
en cruz; y todo esto por mí; después, reflictien-
do, sacar algún provecho espiritual.
Y todo por mí: el eco de la expresión paulina "la
vida que ahora vivo en el cuerpo, la vivo por mi
fe en el Hijo de Dios que me amó y se entregó a
la muerte por mí" (Gal.2,20), resuena fuerte-
mente a lo largo de todos los Ejercicios.
El papel de José: Detrás del silencio sobre su
persona, se adivina una vida de servicio sencillo,
y de total fidelidad a la voluntad de Dios, a su
esposa y a Jesús. En Mt.1,19, José tiene un pro-
tagonismo especial. Su personalidad queda des-
crita en esa sobria expresión: "era justo" (santo).
El anuncio a los pastores. Lc.2,8-21. La prime-
ra manifestación de Dios en medio de nosotros se
hace a los pobres: a unos pastores humildes y
despreciados, cuya profesión era considerada
impura.
¿Cómo presenta Dios a su Mesías? No como un
liberador triunfalista y prepotente, sino como el
Salvador “envuelto en los pañales” de la natura-
leza y de la pobreza humana. San Ignacio: "la
Sabiduría, quiso mostrar al mundo cuán preciosa
fuese aquella joya de la pobreza, cuyo valor
ignoraba el mundo, eligiéndola él, a fin de que
aquella su doctrina de “bienaventurados los que
tienen hambre y sed, bienaventurados los po-
bres, etc.,” no pareciese disonante con su vida".

EL SEGUNDO PUNTO: advertir y contemplar lo

que hablan; y aplicarme eso a mí mismo para Acabar con un coloquio, así como en la prece-
sacar algún fruto. dente contemplación, y un Padre nuestro.

LECTURAS PARA HOY (Además de las indicadas en el texto, otras relacionadas...)

Is.9,1-6 nos han traído un hijo
Is.11,1-9 nacimiento del Príncipe de la paz
Miq.5,1-4 Belén lugar de nacimiento del Mesías
Mt.1,18-25 nacimiento de Jesús
Lc.2, 21-38 presentación del niño en el Templo.
Rom.15,4; 1Cor.10,11 Se trata de que lo leamos contemplativamente.
Tit.3,4-7 se hizo visible la bondad de Dios y su amor por los hombres (su filantropía)

APUNTES SOBRE MIS MOCIONES INTERIORES (¿que sentí hoy en mi oración?)

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ORACION DE DISPONIBILIDAD
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"Señor, te pido un conocimiento íntimo de Ti,
que por mí te hiciste hombre, para que más te
ame y te siga".
El Espíritu Santo, va redimiendo (liberando)
nuestra libertad. En la medida en que nos colo-
camos disponibles a la acción del Señor (Ficha
Nº7, ver CIRCULO 3), atentos a una constante
autocrítica, iremos permitiendo, con docilidad al
Espíritu, que nuestro entendimiento y afectos
sean guiados por la fe.
Comenzaremos a discernir, a través de las reac-
ciones de nuestra afectividad. El cuidado al
examinar, nos lleva a reconocer el buen espíritu
y a fiarnos más y más de él. Comenzaremos a
sentir un gozo y una alegría distintos de la conso-
lación de la primera Semana. El fin que se pre-
tende es salir de mi propio amor, querer e inte-
rés, para que Jesucristo viva en mí.
RESUMEN DE LO VIVIDO HASTA AHORA
La petición de conocer, amar y seguir a Jesús,
busca explicitar cada vez mejor quién es para
nosotros ese Cristo a quien hemos comenzado a
encontrar y a escuchar, en momentos claves:
1) En la meditación de los pecados, en el colo-
quio con «Cristo nuestro Señor delante y puesto
en cruz», nos introdujo en un diálogo lleno de
admiración y gratitud, con aquel a quien debe-
mos nuestra redención. Fue el encuentro germi-
nal de toda la experiencia de conocimiento y
amistad con El, que irá en progreso. En el mo-
mento en que uno desciende a lo más profundo
de sí mismo y se confronta con su libertad que
produjo frutos de muerte y de pecado, descubre
su liberación en Jesús crucificado.
2) El Rey eternal deja oír su llamada al iniciarse
la segunda Semana. Es lógico que la petición se
ordene a conocer y amar más a Aquel que nos
salvó (coloquio de los pecados) y que nos llama a
seguirlo para colaborar con él en su misión (Rey
Eterno). Como Juan y Andrés, que escucharon
del Bautista quién era Jesús y se fueron tras él,
queremos seguirlo para tener una experiencia
más personal y directa.
El camino del conocimiento íntimo es el de la
contemplación de las obras. Así se nos muestra
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el criterio que San Ignacio establece para cono-
cer el auténtico amor: el que se revela por las
obras, más que por las palabras. Las obras de
Jesús se introducen con el relativo: «que por mí
se ha hecho hombre…».
Para aprovechar la recomendación de San Ignacio
de variar los preámbulos según la contempla-
ción, podríamos modificar en cada paso la peti-
ción de esta manera: que por mí nace en Belén…
que por mí enseña en la montaña… que por mí
multiplica los panes… La variedad de acciones
nos presenta desde distintos ángulos la persona
del Señor, cuyo conocimiento íntimo deseamos
con ardor.
Sus valores, sus criterios, sus sentimientos y
actitudes, los vamos conociendo por sus obras.
Lo íntimo de Jesús aparecerá en lo exterior de
cada una de sus acciones, como expresión de su
inmenso amor. La vida de Jesús y la nuestra, se
miden desde el interior, pero esto se evidencia
en las obras. Ambas están ligadas por la expre-
sión: «por mí».
No se trata de una solidaridad genérica de Jesús
con el género humano: para cada uno de noso-
tros esa solidaridad se realiza en forma muy per-
sonal y directa. Jesús es verdaderamente «el
Señor que salva», para cada uno, en la medida
en que cada cual puede aplicarse ese «por mí».
VIDA DE JESUS EN NAZARET
SU EJEMPLO PARA 2 ESTADOS DE VIDA
Contemplamos ahora: la vida de Jesús en Naza-
ret y su subida al templo a los doce años. Este
ejercicio reviste una intencionalidad particular.
Se trata de ponernos por delante los dos ejem-
plos que nos da el Señor para dos proyectos posi-
bles de vida, ambos encarnados en su propia
experiencia y santificados por ella, por lo tanto
ambos santificadores.
Aunque Ignacio distingue un primer estado de
vida «que es en custodia de los mandamientos»;
y un segundo estado «que es de perfección evan-
gélica» [EE.135], nos sorprende cuando los pre-
senta ambos, como vividos por Jesús y como dos
proyectos para disponernos a «venir en perfec-
ción en cualquier estado o vida que Dios nuestro
Señor nos diere para elegir». Procedamos en
esta búsqueda, con la mirada puesta en Jesús.
De él procede nuestra fe y él es quien la perfec-
ciona. (Heb.12,2)
Podríamos modificar los preámbulos según la
sugerencia de Ignacio. Aquí podemos especificar
que «por mí», para iluminar e inspirar mi op-
ción de vida, se identificó en su encarnación con
todos los hombres, «trabajó con manos de hom-
bre, reflexionó con inteligencia de hombre, ac-
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tuó con voluntad humana y amó con corazón
humano»; se sometió a la ley común del trabajo,
viviendo en el seno de una familia en Nazaret; se
«quedó en el templo, dejando a su padre adopti-
vo y a su madre natural, por servir a su Padre
eternal».
Vida en Nazaret, lo ordinario
Jesús de Nazaret: "¿de Nazaret puede salir cosa
buena?" (Jn.1,46;Jn.7,40-52); "estudia y verás
que de Galilea no surge ningún profeta". Galilea,
Nazaret, lugares despreciables. Hijo de artesano,
de un hombre cualquiera que vive de su trabajo.
Jesús en vida de familia: la mayor parte de su
vida humana pasa en Nazaret. Existencia normal,
ordinaria, sujeto a la ley del trabajo. «Crecía»,
aprendía a ser un hijo de hombre, “se humaniza-
ba”. Vivió plenamente lo cotidiano, conviviendo
con sus aldeanos y conociendo experimentalmen-
te sus necesidades, su marginalidad, su anonima-
to, sus alegrías y esperanzas, sus tristezas y an-
gustias "...sufriendo, aprendió lo que es la obe-
diencia; y al perfeccionarse de esa manera, llegó
a ser fuente de salvación eterna" (Heb.5,8-9)
Crecía en todas las dimensiones: en sabiduría, en
estatura y en gracia, y en la relación con Dios,
amor central de su vida, a quien progresivamen-
te iba experimentando como su Abba.
Recorrió el camino de la fe con discernimientos
muy sinceros y personales (celibato, trabajo,
cambio de vida para partir a la misión). Aprendió
a ser «contemplativo en la acción», buscando y
hallando al Padre y su Reino en los aconteci-
mientos de su jornada de cada día.
Las parábolas de sabor campesino que utilizará
durante su ministerio público evocan aquella
dimensión contemplativa de su juventud.
Lc.6,38: "Den, y se les dará. Les volcarán sobre
el regazo una buena medida, apretada, sacudida
y desbordante. Porque la medida con que uste-
des midan también se usará para ustedes". Un
ejemplo de la observación del niño... yendo con
su madre a comprar trigo, el almacenero le da
una buena medida, apretada con su mano (sin
aire), sacudida (sin impurezas), desbordante
(llena)… es decir, una prueba de su benevolencia
con María, la mujer del carpintero. María acom-
pañó su desarrollo, junto con José, que le enseñó
la historia de su pueblo, la ley, y el oficio de
artesano, como buen padre semita.
Jesús en el templo: lo extraordinario
Único episodio registrado por San Lucas en el
breve relato de los 30 años de Jesús en Nazaret.
Libertad e independencia frente a lo más queri-
do: la autoridad justa y santa de sus padres. El
que vivía "obedeciéndolos en todo" (Lc.2,51),
procede ahora "sin que sus padres se dieran
cuenta". ¡Está por encima de todo la soberana
voluntad de su Padre! Más tarde, se apoyará en
esa voluntad del Padre y en la autoridad que le
comunica, para actuar sin tener que consultar a
las autoridades judías: "mi Padre trabaja siempre
y yo también trabajo" (Jn.5,17); "así como el
Padre resucita a los muertos y les da vida, tam-
bién el Hijo da vida a quienes quiere dársela"
(Jn.5,21). Jesús pide a María y a José lo más
duro y exigente: aceptar en fe, sin entender.
Reclama una jerarquía de valores: primero, Dios,
su Padre, el Absoluto; luego, todo lo demás.
Prefigura de la Pasión, con sus tres días de bús-
queda angustiosa para José y María, en ocasión
de la Pascua, en Jerusalén.
El Padre, motivación exclusiva de Jesús: esa fue
su obsesión, la síntesis de toda su vida: «Pa-
dre»…«tu Nombre»…«tu Reino»…«tu voluntad».
En el evangelio de Lucas, la palabra «Padre» es
la única que se le escucha en 30 años y su última
palabra en la cruz; «¡Padre, en tus manos enco-
miendo mi espíritu!» (Lc.23,46). El Padre, la
palabra más revolucionaria del Evangelio, nos
obliga a mirar a los demás como hermanos y a
transformar estructuras, situaciones, actitudes
que desdibujan esa fraternidad que estamos
llamados a formar los hijos de un mismo Padre.
Con su obediencia, servicio, sacrificio y muerte
por él, Jesús nos enseña lo que verdaderamente
significa «Padre» y lo que quiere decir «amor».
La oración se simplifica: lo que importa aquí es
que el ser de Cristo pase a nosotros gracias a una
interiorización cada vez mayor. Dios a los que
elige los llama a configurar la imagen de su Hijo,
los santifica, les comunica su gloria, los va trans-
formando con resplandor creciente: tal es el in-
flujo del Espíritu (Rom.8,28 ss; 2 Cor.3,18).

LECTURAS PARA HOY (Además de las indicadas en el texto, otras relacionadas...)

Miq.6,6-8 lo que el Señor desea de ti…
Lc.2,39-52 vida de Jesús en Nazaret…
Heb.2,5-18 hermano de los hombres…
Ef.4,11 debemos crecer, hasta la talla de Cristo
Flp.2,8-9 presentándose como un hombre cualquiera, se humilló a sí mismo

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--------------- DIA 4 ---------------
ORACION DE DISPONIBILIDAD
Ej: "Toma, Señor, y recibe…" (Baq. N°1)
PETICION
"Señor, te pido lucidez para detectar el mal espí-
ritu que me tienta y «echando redes y cadenas»,
se infiltra y distorsiona mi imagen sobre ti. Quie-
ro conocerte más íntimamente. Y gracia para
guardarme de «los engaños del enemigo» y ad-
herirme a Ti".
REFLEXIONES PREVIAS
La pedagogía ignaciana, después de las contem-
placiones de la infancia de Jesús, nos invita a
que, "mientras contemplamos su vida", comen-
cemos a examinar y a pedir gracia para percibir
"como ordenar mi vida", para mejorar mi segui-
miento de Jesús y mi servicio al Reino.
Pongamos atención al lenguaje ignaciano en este
momento. La “disposición” a la acción del Espíri-
tu Santo se recomienda reiteradamente: debemos
«disponer nuestra vida», «preparar y disponer el
alma», «disponernos a la perfección por el cami-
no que nuestro Señor nos diere para elegir». Es-
tas expresiones contienen una actitud y un firme
propósito, motivados por el afecto. Tendremos
que preguntarnos, si nuestras actitudes y lo que
estamos realizando actualmente son nuestra me-
jor forma de servir como seguidores de Jesús.
Lo iremos haciendo de a poco. Por el momento se
nos pide algo previo: si queremos prepararnos
para discernir debemos examinarnos, para ver
qué tan "dispuestos" estamos para emprender un
discernimiento auténtico, y una sana elección de
la voluntad de Dios sobre mi hoy.
Tal es el sentido de un tríptico que empieza aquí
con "Las Dos Banderas", y seguirá con otros dos
ejercicios. Forman una especie de “test”, para
prepararnos antes de iniciar el discernimiento.
LLAMADO A LA SANTIDAD
Todos, estamos llamados a la plenitud de vida y
a la perfección de la caridad. Estamos todos
invitados y debemos tender a la santidad y a la
perfección en el propio estado (Ver LG.39-42).
2 Pe 1,1: "a todos aquellos que han recibido una
fe tan preciosa como la nuestra... llegue a uste-
des la gracia y la paz en abundancia...".
Para poder elegir libremente y aceptar esta invi-
tación a alcanzar la perfección (santidad), de-
bemos tomar conciencia de los engaños a que
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podemos estar siendo sometidos por el mal espí-
ritu, y la propuesta del Señor que busca derra-
mar en nosotros todo su amor. En este y los
próximos ejercicios, podremos "poner todo sobre
la mesa" (lo conciente y lo inconsciente), y po-
dremos tener claridad para discernir y elegir
seriamente una reforma de vida que nos haga
caminar hacia esta meta de la santidad.
Hoy, en "Las Dos Banderas", podremos examinar:
¿Qué imagen tenemos de Jesús al disponernos a
buscar la mejor manera de seguirlo y servirle? ¿Es
nuestro modo de pensar, el mismo que el de Jesús
(1Cor.2,16)? ¿O hemos acomodado el seguimiento
de Jesús a nuestra medida, a un Jesús que hace-
mos «venir a acompañar las elecciones guiadas
por nuestros afectos desordenados»?
Como el enemigo es muy sutil para tentarnos, es
posible que no hayamos caido en la cuenta sobre
sus engaños. Puede haber logrado falsear el se-
guimiento del auténtico Jesús del Evangelio, in-
duciéndonos a acomodarlo con: la codicia de ri-
quezas, la seducción del prestigio, la ambición del
poder. Pedimos entonces la gracia de reconocer
«la vida verdadera que muestra nuestro Señor».
Esta meditación va también en la línea de las
preocupaciones de Pablo (2Cor.11 y Gal.1): que
los cristianos, engañados por Satanás, acepten
otro Jesús, un Evangelio y un espíritu diferentes
del que él les predicó; y que lo hagan tan tranqui-
lamente, "dándole la vuelta" a la buena noticia
del Mesías. De ahí que los llame a examinarse:
"Examínense para comprobar si están en la ver-
dadera fe. Pónganse a prueba seriamente. ¿Reco-
nocen que Jesucristo está en ustedes? ¡A ver si es
que no pasan el examen!" (2Cor.13,5-6)
El discernimiento hay que hacerlo según la mane-
ra de discernir de Jesús. Por eso la primera tarea
es preguntarnos ¿cuáles son los criterios y valores
con los que él buscó la voluntad de su Padre?
Es un tiempo fuerte de discernimiento que está
íntimamente relacionado con las "Reglas de dis-
creción de espíritus", especialmente de la segun-
da Semana.
LAS DOS BANDERAS
En esta metáfora DOS BANDERAS convocan a la
lucha: la de Cristo, Jefe supremo y Señor nues-
tro, y la de Lucifer, su mortal enemigo.
El tema de esta meditación -la lucha entre Cristo
y Satanás, en el interior de nuestro corazón, para
apoderarse, uno u otro, de él-, tiene una perma-
nente actualidad: penetra toda la revelación de
la Escritura, desde el Génesis -con la tentación
de Eva y Adán- hasta el Apocalipsis -con la lucha
entre el Cordero y el Dragón (Apoc.12)-; vale
decir, toda la realidad de la historia humana.
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La “Historia de la contemplación” será aquí "ver
cómo Cristo llama y quiere a todos debajo de su
bandera" (continuación y complementación del
Rey Eterno); "y Lucifer, seduce y tienta para
esclavizar a la suya" (cosa que, para nada, se
tenía en cuenta en el Rey Eterno).
de honor, el tercero de soberbia, y desde estos
tres escalones induce a todos los otros vicios.
Así por el contrario se ha de imaginar al sumo y
verdadero Jefe, Cristo nuestro Señor.

“Composición viendo el lugar”: Imagino una
gran llanura cerca de Jerusalén donde el jefe de
los buenos es Cristo nuestro Señor; y en el ex-
tremo opuesto, otro campamento cerca de Babi-
lonia donde el caudillo de los enemigos es Luci-
fer.
Jerusalén evoca la ciudad de paz ("lugar humil-
de, hermoso y gracioso"), humilde patria del
pueblo de Dios. Es aquí donde reside nuestro
Señor, que se presenta tal como es.
Babilonia, en cambio, es el lugar de la torre de
Babel (Gn.11,1-9), y por lo tanto: la confusión,
la división, la rebeldía. Sugiere una civilización
materialista, opulenta y orgullosa, pero opresora
del pueblo de Dios; es la imagen del "mundo". Es
ahí donde reside el jefe enemigo, repelente ("en
figura horrible y espantosa") y cruel.
El primer punto (ver) imaginar en aquella gran
acampada de Babilonia al caudillo de todos los
enemigos sentado en un gran asiento de fuego y
humo, con figura horrible y cara espantosa.
El segundo punto (escuchar), considerar cómo
hace una convocatoria a innumerables demonios,
y los desparrama -para hacer daño-, a unos a tal
ciudad y a otros a otra, y así por todo el mundo,
sin dejar de lado regiones, lugares, estados de
vida, ni persona alguna en particular.
El tercer punto (mirar lo que hace) considerar
sus indicaciones y cómo los instiga a apoderarse
de los seres humanos "con redes y cadenas"; y
que primero los acorralen con la tentación a
codiciar riquezas, que en general suele ser lo
primero para atarlos, y así llevarlos más fácil-
mente al vano honor del mundo, y finalmente
despeñarlos al precipicio de la soberbia.
Así que los principales escalones de las tentacio-
nes son tres: el primero de riquezas, el segundo
El primer punto (ver) considerar cómo Cristo
nuestro Señor se pone en una gran acampada en
aquella región de Jerusalén, en un lugar humil-
de, hermoso y agradable.
El segundo punto (escuchar) cómo el Señor eli-
ge a sus discípulos y los envía por todo el mundo,
para esparcir su tesoro entre los seres humanos
de toda clase y estados de vida.
El tercer punto (mirar lo que hace) considerar
las indicaciones que el Señor da a todos sus sier-
vos y amigos que envía para esa tarea. Les en-
comienda que quieran ayudar a todas las perso-
nas trayéndolos, primero a un gran desapego de
los bienes materiales, para que los tengan como
medios, para alcanzar el fin (Ficha Nº3). Y si El
los quisiera elegir... atrayéndolos incluso a la
renuncia a esos bienes (Mc.10,21), para poder
seguir más libremente al Señor, cómo y a dónde
Él quiera disponer de él, y poder compartir me-
jor Su vida; segundo, a deseo de humillaciones e
injurias, que engendran la humildad…
De manera que sean tres escalones: el primero,
pobreza contra riqueza; el segundo, oprobios y
humillaciones contra el honor mundano; el ter-
cero, humildad contra soberbia; y de estos tres
escalones induzcan a todas las otras virtudes.
Cada táctica, se expresa en una "trilogía":
[EE.142] [EE.146]
Caudillo de los enemigos Cristo nuestro Señor
1) codicia de riquezas 1) pobreza espiritual
2) vano honor del mundo 2) deseo de oprobios
y humillaciones
3) crecida soberbia 3) humildad
Como vemos, ambas tácticas consisten en un
"proceso", en el que la persona espiritual es lle-
vada, en un caso, "de mal en peor"; y, en el otro,
"de bien en mejor".

LECTURAS PARA HOY (Además de las indicadas en el texto, otras relacionadas...)

Mt.4,1-11 codicia / gloria / soberbia ... tambien en las tentaciones a Jesús
Heb.12,1-4 corramos resueltamente al combate que se nos presenta
Gal.5,16-26 el espíritu y la carne luchan entre sí
Ef.6,10-17 fortalézcanse en el Señor con la fuerza de su poder

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--------------- DIA 5 ---------------
ORACION DE DISPONIBILIDAD
Ej: "Toma, Señor, y recibe…" (Baq. N°1)
PETICION
"Señor, te pido lucidez para detectar el mal espí-
ritu que me tienta y «echando redes y cadenas»,
se infiltra y distorsiona mi imagen sobre ti. Quie-
ro conocerte más íntimamente. Y gracia para
guardarme de «los engaños del enemigo» y ad-
herirme a Ti".
PLAN DEL CAUDILLO DE LOS ENEMIGOS
Reflexionemos ahora seriamente sobre los tres
“escalones” con que tienta y engaña el enemigo:
codicia de riquezas, vano honor del mundo,
crecida soberbia.
Recordamos la estructura de los vicios capitales:
Impulsos fundamentales no contenidos
GULA - LUJURIA - CODICIA
Estados de ánimo sin resolver en el tiempo
IRA - TRISTEZA - ACEDÍA
Vicios del espíritu
VANIDAD - SOBERBIA
Dicen los Padres del desierto: "por notable que
sea la diversidad de estos pecados capitales en
su origen, es notorio que los seis primeros, están
unidos por un cierto parentesco: la sobreabun-
dancia de uno suele dar lugar a la existencia del
siguiente. En cuanto a los dos últimos, el exceso
de la vanidad engendra la soberbia. No obstante,
estos dos últimos, difieren totalmente de los
seis primeros. Estos dos vicios, lejos de originar-
se de aquellos, se manifiestan siguiendo un or-
den y trayectoria distintos: cuando aquéllos
están extirpados, éstos brotan de nuevo y con
más violencia; cuando aquéllos mueren, éstos
pululan y crecen con más vitalidad"
Se comienza a ser tentado por cualquiera de los
seis primeros; y luego aparecen los otros dos -la
vanidad y la soberbia-, a los que se llega preci-
samente cuando se dominan los seis primeros.
Se observa entonces que este "tríptico" ignaciano
comienza, en general, por la "codicia de rique-
zas" (aunque podría comenzar por cualquier otro:
gula, lujuria, etc.), pero lo cierto es que termina
siempre con la vanidad (gloria personal) y con la
soberbia ("no necesitar de Dios").
Dice San Ignacio que, en general, lo primero es
RIQUEZA: No se trata de "querer ser millonario",
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la tentación es mas sutil... uno fácilmente está
pendiente de ciertas "necesidades", "seguridades
económicas" (mientras Jesús invita a confiar en
la Providencia del Padre), o del prestigio ("del
como me ven"). También es posible que privile-
giemos exitos académicos o laborales, por sobre
el tiempo a dedicarle a nuestros familiares. Y
éstos exitos son valiosos, a su vez generan "pues-
tos", "privilegios", "relaciones convenientes",… La
sutileza de la tentación viene en el disfraz: "Para
servir mejor al Señor, o a mi familia, primero
necesito esto, necesito lo otro"…
Las riquezas no son malas, pero -dice San Igna-
cio- llevan necesariamente al prestigio, a los
HONORES. "Ser conocido", permite trato diferen-
cial, privilegios que otros no tienen (ej: salones
VIP de aeropuertos para personas importantes),…
Y los honores necesariamente "inflan". Es decir,
uno "se siente más importante" que los demás.
Esto también pasa con los espacios de servicio en
nuestras comunidades... Y sintiéndose así, puede
entrar poco a poco la SOBERBIA.
Y la SOBERBIA consiste en creerse autor de los
logros que uno va teniendo, por eso es que aún
trabajando para Dios, puede llegar a prescindirse
de El (ej: falta de oración) ya que los logros se
perciben como meritos propios, aunque se de-
clame lo contrario por falsa modestia.
LOS ENGAÑOS DEL CAUDILLO MALVADO
Detrás de todo pecado o situación de pecado hay
una tentación. Mt.26,41: "Estén prevenidos y
oren para no caer en la tentación, porque el
espíritu está dispuesto, pero la carne es débil".
Como ha dicho el mismo Juan Pablo II: "hay épo-
cas en que la existencia del mal se hace singu-
larmente evidente. Aparece con más claridad,
cómo los poderes de las tinieblas, que actúan en
el hombre y a través de él, son mayores que el
mismo hombre: lo cercan, lo asaltan desde
fuera. Se tiene la impresión de que el hombre
actual no quiere ver este problema. Hace todo lo
posible por eliminar, de la conciencia general, la
existencia de "los espíritus del mal que habitan
en el espacio" (Ef.6,12), esos "astutos ataques
del demonio" de los que habla Efesios. Con todo,
hay épocas en las que esa verdad de la revela-
ción y de la fe cristiana, que tanto cuesta acep-
tar, se expresa con gran fuerza y se percibe en
forma casi palpable".
1Jn.2,15-17: ...todo lo que hay en el mundo -
los deseos de la carne, la codicia de los ojos y la
ostentación de la riqueza- Todo esto no viene
del Padre, sino del mundo...
Jn.17,15-20: No te pido que los saques del mun-
do, sino que los preserves del Maligno. Ellos no
son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
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Mt.6,13: "No nos dejes caer en la tentación, sino
líbranos del Maligno" (la traducción exacta no es
"del mal", sino "del Maligno").
Aunque nosotros en este tiempo de vida de ora-
ción no estemos en el mundo (nos hemos separa-
do del "criterio mundano"), siempre éste puede
influir en nosotros. En general, en los que siguen
al Señor, puede infiltrarse y mucho… "Allí donde
abunda la gracia, abunda la tentación".
Antes de llegar a una reforma de nuestra vida,
Ignacio nos hace meditar lo de las Dos Banderas,
como aviso: "Cuidado que el mundo no se haya
infiltrado en ustedes con este tipo de engaños".
Ef.6,12-20: "Porque nuestra lucha no es contra
enemigos de carne y sangre (contra hombres de
carne y hueso), sino contra los espíritus del mal.
Por eso... debemos estar siempre en oración y
súplica, velando juntos con perseverancia e in-
tercediendo por todos…"
Es una visión dramática de la historia de salva-
ción: "toda la vida humana, la individual y la
colectiva, se presenta como una lucha, y por
cierto dramática, entre el bien y el mal, entre la
luz y las tinieblas" (Gaudium et Spes n.13)...
"A través de toda la historia humana, existe una
dura batalla contra el poder de las tinieblas,
que, iniciada en los orígenes, durará hasta el día
final (Mt.24,13; 13,24-30 y 36-43). Enfrascado
en esta pelea, el hombre ha de luchar continua-
mente, y sólo a costa de grandes esfuerzos, con
la ayuda de la gracia de Dios, es capaz de esta-
blecer la unidad en sí mismo" (G.et S. n.37).
Sin embargo, el centro de la meditación de las
Dos Banderas no es "el caudillo de todos los ene-
migos", sino el "sumo y verdadero capitán, que es
Cristo nuestro Señor" [EE.143]. Sería injusto
afirmar que el cristianismo ha hecho, de Satanás,
el argumento preferido de su predicación, olvi-
dándose del señorío universal de Cristo, y trans-
formando, la Buena nueva del Señor resucitado,
en un mensaje de terror. La Iglesia, a lo largo de
los siglos, ha reprobado incansablemente cual-
quier tipo de exageración en esto, rechazando,
por ejemplo, las diversas formas de superstición,
así como la excesiva preocupación acerca de
Satanás y de los demonios. Sin embargo, sería un
error funesto comportarnos como si nada tuviera
que enseñarnos la historia, y considerar que la
Redención ha surtido ya todos sus efectos, sin
necesidad de que nos empeñemos, con todas
nuestra fuerzas, en la lucha de la que nos habla
sobre todo el Evangelio y los maestros de la vida
espiritual (a partir de la espiritualidad de los
Padres del desierto) y San Ignacio en sus Ejerci-
cios. Ya San Juan Crisóstomo declaraba, a los
cristianos de Antioquía: "no es para mí un placer
hablar del demonio; pero la doctrina que este
tema sugiere será para ustedes muy útil".
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Pero, en esta materia, tanto se peca -o se es
tentado- por carta de más, como por carta de
menos; y es tan erróneo ver "demonios" por todas
partes -hasta "en la sopa"- como el no verlos en
ninguna parte. Más aún, diríamos que es más
peligrosa la segunda tentación que la primera. Y
si hoy en día se peca por algo, es "por carta de
menos". Por eso es necesario hacer referencia a
la fe constante y universal de la Iglesia, y a su
fuente más grande: la enseñanza de Cristo.
La existencia del mundo demoníaco se revela
como un dato dogmático en la doctrina del Evan-
gelio y en el corazón de la fe vivida. No es un
elemento secundario del pensamiento cristiano.
Por eso Paulo VI, hablando de esta realidad mis-
teriosa y tremenda, podía afirmar con su autori-
dad: "Se sale del cuadro de la enseñanza bíblica
y eclesiástica quien se niega a reconocer la exis-
tencia del demonio".
S.Juan y S.Ignacio tienen una visión dramática de
la historia de salvación: para ambos, todo hom-
bre se encuentra en medio de un inmenso drama
espiritual. Y en el transfondo de este drama se
perfila la potencia maldita, presente en este
mundo, y que hace de él "tinieblas" (Jn.12,35;
ver Jn.8,12), "oscuridad", mundo cerrado en sí
mismo, encerrado en la mentira y la violencia.
También las Reglas ignacianas "para discernir los
diversos espíritus que agitan al alma, para hacer
caso a los buenos y rechazar los malos" [EE.313],
o de discreción de espíritus [EE.328], esclarecen
esta concepción de la historia como un drama,
como una lucha, como un combate, y entrañan la
necesidad del discernimiento, que también es
afirmada en el Principio y Fundamento, cuando
se habla del "tanto… cuanto" (Ficha Nº3).
El discernimiento juega un papel capital en el
Evangelio. Numerosos textos indican "las redes y
cadenas" que ligan la libertad humana, e impiden
que el corazón del hombre se abra a la inciativa
de Dios: la suficiencia, el miedo, etc.
Jn.5,44: "¿Cómo es posible que crean, ustedes
que se glorifican unos a otros ("Honores") y no se
preocupan por la gloria que sólo viene de Dios?".
Jn.9,22: Los padres del ciego de nacimiento,
después de su curación, tenían miedo a los judí-
os, que ya se habían puesto de acuerdo para
excluir de la sinagoga al que reconociera al Se-
ñor como Mesías.
Jesús quita la máscara que cubre el rostro de
todo hombre. Jn.5,42: "Yo los conozco: el amor
de Dios no está en ustedes". Jn.9,41: "Si ustedes
fueran ciegos, no tendrían pecado, pero como
dicen: 'Vemos', su pecado permanece. Jn.7,7: "El
mundo no tiene por qué odiarlos a ustedes; me
odia a mí, porque atestiguo contra él que sus
obras son malas".
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A veces pareciera que una de las maldades de
Satanás, que "busca a quien devorar" (1Ped.5,8),
fuese la de hacer creer que no existe. O que es
simbólico, para representar el mal aún en carica-
turas que parezcan graciosas (vestido de rojo con
tridente) o útil para un guión cinematográfico. O
que sólo se lo encuentra en ofertas esotéricas.
"Mientras me mantenga lejos de esas cosas, no
tiene influencia en mí" (se piensa).
El teólogo P. José A. Sayés escribió sobre Sata-
nás, según la fe de la Iglesia. Algunos párrafos:
"El demonio no es un principio absoluto, sino una
criatura limitada, creada por Dios, que, por
elección se rebeló contra Él"... "En el Nuevo Tes-
tamento se habla del demonio 511 veces. Eso
quiere decir que es verdaderamente una reali-
dad, porque de algo meramente simbólico no se
estaría tan pendiente en la Escritura. Pero, sobre
todo, si nos fijamos en Jn.8,41-44: "ustedes
tienen por padre al demonio... desde el comien-
zo el fue homicida, es mentiroso y padre de la
mentira", en Jn.17,15: "No te pido que los sa-
ques de este mundo, sino que los preserves del
maligno"... Cristo lo considera una persona; le
llama Príncipe de este mundo, Padre de la men-
tira y Homicida desde el principio"… aparece
realmente como el enemigo personal del Reino
de Dios que Cristo quiere instaurar. El enemigo
de este Reino no son las legiones romanas. Jesu-
cristo no dice: "El Reino de Dios ya ha llegado
porque empiezan a marcharse los romanos", sino:
Lc.11,20-22: "si yo expulso a los demonios con
la fuerza del dedo de Dios, quiere decir que el
Reino de Dios ha llegado a ustedes. Cuando un
hombre fuerte y bien armado hace guardia en su
palacio, todas sus posesiones están seguras, pero
si viene otro más fuerte que él y lo domina, le
quita el arma en la que confiaba y reparte sus
bienes. Jesus, además, en la parábola se presen-
ta como el más fuerte que desposesiona de su
poder al fuerte, a aquel "príncipe de este mundo"
del que nos libera en la muerte.
"Jesús tiene conciencia de librar una batalla per-
sonal con el demonio, de tal manera que esa
batalla comienza con las tentaciones en el de-
sierto, con las cuales el demonio quiere desviarlo
del camino de obediencia que le lleva a la
Cruz."... "El demonio aparece como el opositor
del Reino que Cristo quiere instaurar, aquel que
puede perdernos.
"El Concilio Vaticano II habla 18 veces del demo-
nio, dice, por ejemplo, que en el bautismo
hemos sido arrancados de la esclavitud del Ma-
ligno". A Pablo VI en 1972, se le preguntó: "¿Qué
pasa en la Iglesia, que a pesar del entusiasmo del
Concilio Vaticano II, ahora estamos inmersos en
una tremenda confusión?" Respondió: "Esto es el
humo de Satanás que ha entrado en la Iglesia".
León XIII tuvo una visión según la cual habría un
tiempo en que el demonio entraría en la Iglesia y
sembraría la confusión. Escribió entonces una
oración poniéndola, en la liturgia de toda la Igle-
sia. El Catecismo de la Iglesia Católica, al co-
mentar el Padrenuestro, interpreta la frase "lí-
branos del mal" como "líbranos del Maligno" como
auténtico significado de las palabras de Jesús.
"No hay ninguna vida de un santo, absolutamente
ninguna (podríamos citar a Santa Teresa, a San
Juan María Vianney y tantos otros) en que no
haya habido una lucha personal contra el demo-
nio. En la vida espiritual de una persona cristia-
na, aunque no tenga visiones del demonio, hay
un combate espiritual contra el Maligno, como lo
tuvo Cristo desde el principio.
"Hoy no se habla del demonio. Porque hay una
tremenda ignorancia, y porque se piensa que el
mundo nos va a rechazar. Lógicamente, antes se
hablaba del infierno de una forma tremendista,
metiendo miedo. Ahora se ha pasado de aquella
forma amenazadora a un silencio absoluto. Pero
el infierno, está en toda la tradición de la Igle-
sia, está por supuesto en el NT, y muy bien reco-
gido en el Catecismo de la Iglesia católica.
"Dijo el cardenal Ratzinger que fue el cristianis-
mo el que quitó el miedo a los demonios, porque
el cristianismo presenta la figura del demonio
como una realidad, una "persona", limitada, que
tiene un poder limitado y que ha sido vencida
por Cristo. El cristiano no tiene por qué tener
miedo. Ahora bien, en la medida en que se pier-
de la fe en Cristo, vuelve el miedo a los demo-
nios. Y en el mundo hoy hay una especie de mie-
do mezclado con morbo, con curiosidad."..."Si la
Iglesia fuera valiente, presentaríamos al demonio
justamente en su sitio, es decir, como criatura
limitada y vencida por Cristo, y a partir de ahí
enfocaríamos el problema. La verdad es la que
nos hace libres.
"Muchas veces me pregunto: si yo fuera el demo-
nio, ¿qué haría hoy? Ciertamente, no haría mu-
chas posesiones diabólicas, porque en un mundo
descreído como el nuestro, inducirían a creer y
quedaría al descubierto. Yo haría dos cosas: con-
vencer al clero de que la oración no es tan
importante como se decía en otro tiempo, y
sembrar la confusión en la Iglesia.
"Las posesiones diabólicas se dan, pero son esca-
sas, sobre todo en el terreno de los bautizados;
son mucho más frecuentes en territorios de mi-
sión, donde el bautismo no se ha extendido toda-
vía, porque indudablemente el bautismo tiene un
gran poder exorcista. El demonio, efectivamen-
te, está haciendo esto: convencernos para que
dejemos la oración y sembrar la confusión".

LECTURAS PARA HOY (Meditamos sobre las indicadas dentro del texto)
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ORACION DE DISPONIBILIDAD
Ej: "Toma, Señor, y recibe…" (Baq. N°1)
PETICION
"Señor, te pido lucidez para detectar el mal espí-
ritu que me tienta y «echando redes y cadenas»,
se infiltra y distorsiona mi imagen sobre ti. Quie-
ro conocerte más íntimamente. Y gracia para
guardarme de «los engaños del enemigo» y ad-
herirme a Ti".
PROGRAMA DE JESUS, NUESTRO SEÑOR
Veamos ahora los tres "escalones" por los que
Jesús nos conduce a la «vida verdadera»: pobre-
za espiritual (y material, si su divina majestad
lo quisiese elegir), deseo de oprobios y humi-
llaciones, y humildad.
Respecto a la POBREZA ESPIRITUAL, podremos
entender mejor su significado analizando Mt.5
Las Bienaventuranzas
[Mt.5] [Lc.6,20]
alma de pobres pobres
(pobres de espíritu)
pacientes
(mansos)
afligidos lloran
hambre y sed de justicia hambre
*misericordiosos . Los "pobres de espíritu" son los humildes: el tér-
*corazón puro . mino hebreo "anawim" (que traducimos en
(limpios de corazón)
*trabajan por la paz . Mateo su valor etimológico: se trata de hombres
perseguidos los excluyan, los odien
calumniados
Mt.5,1-12 en realidad aporta solo 3 Bienaventu-
ranzas nuevas, ya que la primera de Lc.6,20 (po-
bres) y la última (perseguidos) las desdobla. Esto
parecería menos evidente en la primera ("pobres"
= "alma de pobres" + "pacientes") pero veamos...
"Pacientes" o "mansos" está tomada del Sal.37,11
(“poseerán la tierra"), donde el término "manso"
corresponde en el hebreo a “anawim”, la expre-
sión que, en el oráculo de Is.61,1, sirve de apoyo
a la primera Bienaventuranza. Al hablar en pri-
mer lugar de los "pobres", y luego de los "man-
sos", pone en evidencia dos matices religiosos del
vocablo hebreo "anawim".
Debemos entender también el verdadero sentido
de la expresión que usa S.Mateo: "alma de po-
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bres" o "pobres de espíritu". La Biblia contiene
muchas expresiones de este mismo género: una
palabra principal, que está determinada por un
complemento como "de espíritu" (o "en..."), "de
corazón", "de alma". Se indica con ello, que la
significación natural del término principal, debe
ser traspuesta para aplicarse a una disposición
interior. Ej: los "limpios de corazón", donde el
adjetivo "limpios" (sin mancha) ha sido interiori-
zado y califica una actitud espiritual.
La expresión "pobres de espíritu" (o "en espíritu")
reclamaría pues una trasposición interior de la
idea de "pobreza". Aunque la manera de operar
esta trasposición no es evidente a simple vista.
En general en el uso corriente, el "pobre de espí-
ritu" es un hombre "espiritualmente" despegado
de los bienes de este mundo, interiormente libre
respecto del dinero; y por eso la expresión se usa
naturalmente a propósito de personas que dispo-
nen de mucho dinero... es posible, a aquél que
es económicamente rico, ser "pobre de espíritu".
Sin embargo, es un hecho que los Padres de la
Iglesia interpretan casi siempre "pobres de espíri-
tu" en el sentido de "humildes", "modestos";
pero no explican cómo pasan, de la idea de la
"pobreza", a la de la "humildad" o "modestia".
Esto se aclaró desde hace algunos años: los tex-
tos hebreos descubiertos en Qumram, a orillas
del Mar Muerto, y contemporáneos de Jesús,
emplean la expresión en un contexto que ya no
nos permite dudar de su sentido. A partir de
estos textos, se ve que los Padres tenían razón.
Lc.6,20 por "pobres"), conserva en la versión de
"encorvados", inclinados hacia abajo; y la acti-
tud de alma a la que remite la precisión "de espí-
ritu" es la de una humildad interior. La presen-
cia de la Bienaventuranza de los "mansos" con-
firma esto.
En la Biblia griega, "anaw" = "manso", "pobre". Y
los textos del Qumram, antes citados, muestran
bien que la mansedumbre (o no-violencia) consti-
tuye, junto con la humildad y la paciencia, una
de las componentes de esa actitud fundamental
del "anawah", a la que podríamos designar, en
nuestro idioma, como la "pobreza espiritual".
Jesús había proclamado la felicidad de los "po-
bres", pero, como habla de estos "anawim", el
Evangelista piensa en una actitud del alma. Así la
Bienaventuranza no se dirige ya a hombres ca-
rentes de lo necesario (Jesús siempre mira al
hombre en su interior, mas que por su exterior),
sino a hombres que se caracterizan por su man-
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sedumbre, su paciencia, su humildad: hombres
desprovistos de violencia, que no oponen al mal
con el mal, sino con el bien.
Mt.11,25-30: "...aprendan de mí, porque soy
paciente y humilde de corazón..." ("anawim")
Además, otros pasajes propios de Mateo subrayan
la dulzura de Jesús, su rechazo de la violencia,
su discreción (Mt.12,19-20; 21,5).
Ante Dios “somos nada”. Somos pura creación de
El. Pura dependencia. No tenemos títulos para
exigir a Dios nuestra existencia ni nuestra gloria.
Todo eso es regalo. Los “pobres de espíritu” son
los “anawim” que decía el profeta Sofonías
(Sof.2,3; 3,12). Y esos "pobres de Yahvé" son los
escogidos del Señor, porque están abiertos y
dependen totalmente de Dios.
Lc.10,21-22: Jesús se estremeció de gozo, mo-
vido por el Espíritu, y dijo: “Te alabo, Padre, ...
por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los
prudentes y haberlas revelado a los pequeños…”
La exigencia de mostrarse pobre de espíritu y
manso ("anawim"), toma su ejemplo en el Maes-
tro manso y humilde de corazón; y la doble Bie-
naventuranza es un llamado a los cristianos a que
conformen sus sentimientos a los de Jesús.
Esta pobreza espiritual entendida como "ana-
wim", nos lleva al segundo escalón... a soportar
OPROBIOS Y HUMILLACIONES, "cargando todas
las penurias, incomprensiones y ataques que
me sobrevengan por seguirte" [EE.98], de las
que está llena la vida de Cristo Jesús.
Para soportar... hay que ser manso. Por ejemplo,
a veces se dicen cosas injustas sobre nosotros o
sobre personas a las que queremos, y reacciona-
mos. No somos "pacientes", ni "mansos" capaces
de soportar esos oprobios y humillaciones al esti-
lo de Jesús.
No nos damos cuenta que, el que imputa, ve las
cosas con otra óptica debido a su propia cultura,
historia, ideología, etc. Y saca sus conclusiones,
percibiendo la realidad en forma distinta a noso-
tros. Nos falta "tolerancia", nos falta reconocer
que no necesariamente nuestra mirada es la de
la verdad, porque tambien nosotros estamos
embebidos de nuestra propia historia, etc.
También sucede cuando esperamos respuestas
distintas a las que nos dan los demás; y esto hace
que nos irritemos. No somos "mansos" respecto
de los que tratan con nosotros.
Esto puede ser fruto de nuestra "soberbia". Con-
sideramos nuestra mirada como "absoluta": "si yo
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fuera Dios lo haría de esta manera". Así, los de-
más deberían responder de acuerdo a nuestras
expectativas; y cuando no lo hacen así, monta-
mos en cólera (a diferencia de Dios). Por eso, en
general, la falta de mansedumbre, es una falta
de humildad.
A veces, podemos tener derechos que el otro no
respeta; pero recordemos que no debemos pres-
tar atención a la "verdad" únicamente, sino al
"espíritu" que esa "verdad" suscita en nosotros.
El Beato Fabro SJ, decía: "todo bien que yo
hubiese de hacer, pensar, o indicar, ha de hacer-
se por medio del buen espíritu, y no del malo.
Nuestro Señor no debe tener por bien reformar
algunas cosas de la Iglesia según el modo de los
herejes, porque ellos, aunque en muchas cosas -
así como también los demonios- dicen verdad, no
la dicen con el espíritu de la verdad, que es el
Espíritu Santo"... No está en lo que se dice, sino
en el modo en que se lo dice, y lo que termina
generando en el otro, por esa forma de decirlo...
Nuestro Señor, modelo del "anawim", que es
capaz de soportar así los oprobios y humillacio-
nes, nos muestra y enseña con esto, el tercer
escalón, de la verdadera HUMILDAD. Se ve cla-
ramente en sus actitudes:
Mt.3,13-17 Le decía Juan el Bautista: "Soy yo el
que tiene necesidad de ser bautizado por ti, ¡y
eres tú el que viene a mi encuentro!...".
Mc.9,35 "El que quiera ser el primero, debe
hacerse el último y el servidor de todos".
Nos muestra las ACTITUDES DE AMOR, de SER-
VICIO que debemos tener unos con otros, con el
Buen Samaritano. Ese samaritano que baja de
Jerusalén a Jericó… es Jesús, que baja de su
gloria eterna para salvarnos.
Lc.10,25-37: "¿Cuál de los tres te parece que se
portó como prójimo?". "El que tuvo compasión de
él"... "Ve, y procede tú de la misma manera".
Jn.13, 34-35: "ámense unos a otros..."
Jn.13,1-17: "...ustedes serán felices si sabiendo
estas cosas, las practican"
En la última cena se produce una discusión entre
los apóstoles sobre quien es más importante.
Lc.22,24-27: "el que es más grande, que se com-
porte como el menor, y el que gobierna, como
servidor, yo estoy entre ustedes como el que
sirve". Y precisamente, en la última cena es de
tal manera servidor, que instituye la Eucaristía.
El se hace nuestro alimento, nuestra bebida. El
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se pone en ese servicio a nosotros, los de las No son ventajas materiales, o lugares de presti-
generaciones futuras, para seguir sirviéndonos gio, sino santidad. Es decir, rectitud. Una vida
como sustento de nuestra vida espiritual de una recta, paz y gozo en el Espíritu Santo. Ese es el
forma sacramental. Reino de Dios.

Muestra su DESPRENDIMIENTO: "El Hijo del hom-
bre, no tiene donde reclinar su cabeza".
San Pablo remarca como raíz la OBEDIENCIA.
Flp.2,5-10: ...se anonadó a sí mismo,... se humi-
lló hasta aceptar por obediencia la muerte...
En el Huerto, Jesús hablará con su Padre y le
dirá: Lc.22,42-44: "Padre, si quieres, aleja de
mí este cáliz". Porque lo que venía era espanto-
so. La crueldad humana en su máxima expre-
sión… Pero que no se haga mi voluntad, sino la
tuya". En el momento en que comprende que el
Padre no va impedir esa Pasión, Jesús, diríamos
"la encara", va adelante, pero venciendo ese
terrible terror humano ante el sufrimiento.
De modo que Jesús:
 Eligió reinar como "anawim", soportando opro-
bios y humillaciones por amor a su Padre y a
nosotros.
 Eligió el camino de la humildad, el ser servi-
dor de todos.
 Eligió el desprendimiento.
 Eligió la obediencia aunque lo llevara al dolor,
porque era la Voluntad de su Padre.
Ese fue el camino elegido por Dios. Y es el que
muestra con sus actitudes y su enseñanza como
"Camino" para seguirlo a El.
Nosotros hemos de pedirle al Señor que nos de su
gracia para seguir ese mismo camino que lleva al
gozo perfecto (Jn.15,11). En este momento en
que vamos a empezar a hacer nuestros propósitos,
es muy importante tener esto presente.
Finalizamos la meditación con un primer colo-
quio a nuestra Señora pidiéndole que me alcance
de su Hijo y Señor gracia para que yo sea recibi-
do y permanezca debajo de su bandera, y ...
primero, en sumo desapego de los bienes mate-
riales, y, si fuera para servicio a su divina majes-
tad y me quisiera elegir y recibir, incluso con la
renuncia a dichos bienes;
segundo, en pasar oprobios y humillaciones, para
imitarlo más en ellas, con tal que las pueda pa-
sar sin que para eso ninguna persona tenga que
caer en pecado, ni que yo u otros causemos
ofensa a su divina Majestad.
Y con esto rezar un Ave María.
Segundo coloquio: Pedir otro tanto al Hijo, para
que me alcance eso del Padre.
Ofrecerle la oración "Alma de Cristo" (Ficha Nº6)
Tercer coloquio: Pedir otro tanto al Padre, para
que Él me lo conceda.
Finalizar con un Padre nuestro.

Rom.14,17-19: "El Reino de Dios no es cuestión La gracia que pedimos, se transforma, en este
de comida o de bebida, sino de justicia, de paz y triple coloquio, en una ardiente petición a nues-
de gozo en el Espíritu Santo…." tra Madre, al Hijo y al Padre.

LECTURAS PARA HOY (Además de las indicadas en el texto, otras relacionadas...)

Mc.10,35-45 los poderosos les hacen sentir su autoridad, entre ustedes no debe ser así
Lc.12,13-15 la vida de un hombre no está asegurada por sus riquezas
Lc.14,26-33 cualquiera de ustedes que no renuncie ... no puede ser mi discípulo
2 Cor.12,5-10 me complazco en mis debilidades
Flp.2,5-11 se anonadó a sí mismo y tomó la condición de servidor
1 Tim.1,12-17 me ha considerado digno de confianza, llamándome a su servicio
2 Tim.2,22-26 amable con todos, apto para enseñar y paciente en las pruebas

APUNTES SOBRE MIS MOCIONES INTERIORES (¿que sentí hoy en mi oración?)

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ORACION DE DISPONIBILIDAD
Ej: "Toma, Señor, y recibe…" (Baq. N°1)
PETICION
"Señor, te pido lucidez para detectar el mal espí-
ritu que me tienta y «echando redes y cadenas»,
se infiltra y distorsiona mi imagen sobre ti. Quie-
ro conocerte más íntimamente. Y gracia para
guardarme de «los engaños del enemigo» y ad-
herirme a Ti".
UN RESUMEN PARA LA REPETICION
REPETICIONES [EE.118-120]
La repetición es muy aconsejada: «repetir el
primero y segundo ejercicio, notando y haciendo
pausa en los puntos que he sentido mayor conso-
lación o desolación o mayor sentimiento espiri-
tual…» [EE.62]. En una atmósfera de afecto nos
ponemos a la escucha de la Palabra de Dios que
nos cuestiona y nos transforma en el transcurso
del tiempo. Es una forma de oración que va más
allá del simple “saber” y educa el “sentir”, un
verdadero ejercicio de oración-discernimiento,
que nos enseña a “degustar”, como sugiere
[EE.2]: «no el mucho saber harta y satisface el
alma, mas el sentir y gustar de las cosas inter-
namente». Este volver a sí mismo, sin ninguna
prisa ni deseo de agotar la materia propuesta,
permite detenerse allí donde se haya sentido la
consolación de Dios o donde anteriormente se ha
experimentado desolación (cf EE.118). Es como
"poner a prueba" los diversos espíritus en el desa-
rrollo del proceso. En esos puntos de atracción
o de resistencia, Dios espera al ejercitante. Las
repeticiones prolongan el contacto con el Señor a
través del misterio en que se nos manifiesta.
Proporcionan un tiempo de mayor exposición a la
acción de su presencia y así permiten a la gracia
realizar su obra transformadora en nosotros.
Si hubiera tiempo para repetir en la semana, es
provechoso el pasar de los cinco sentidos de la
imaginación por las contemplaciones de la EN-
CARNACION y del NACIMIENTO, así:
El primer punto es ver las personas con la vista
imaginativa, contemplando en particular sus
circunstancias, sacando provecho de la vista.
El segundo: oír lo que hablan o pueden hablar y
aplicándose a sí mismo sacar fruto.
El tercero: oler y gustar con el olfato y con el
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gusto la infinita suavidad y dulzura de la divini-
dad, del alma y sus virtudes y de persona que se
contempla, y aplicarse para provecho.
El cuarto: tocar con el tacto, abrazar y besar los
lugares donde esas personas pisan y se sientan;
procurando sacar provecho de ello.
Terminar con un coloquio y un Padre nuestro.
El seguimiento de Jesús, para ser auténtico, nos
exige estar atentos y liberarnos de los engaños
permanentes del enemigo de la naturaleza huma-
na y desear y pedir la vida verdadera que nos
ofrece nuestro Señor. El ofrecimiento que hicimos
en la meditación del Rey Eterno (Ficha Nº7), se
completa ahora con una pregunta muy seria y muy
sincera: ¿cuál es la calidad actual de mi segui-
miento de Jesús?
Dos campos, dos ciudades, dos caudillos, dos
amores, se disputan nuestro corazón. Esta medi-
tación ofrece una luz para contemplar el mundo y
la historia con la mirada y con la intención de
Jesús: «La imaginación aporta su contribución
valiosísima, ¡pero no por eso debe pensarse que
se trata de un combate y de un lugar imaginarios!
Jerusalén y Babilonia hacen parte de la historia,
como dato de fe procedente de la memoria de la
Iglesia, traído ahora a la consideración del ejerci-
tante para su contemplación. En toda la humani-
dad subsiste una imagen arquetípica de confron-
tación entre dos campos, desarrollada por autores
espirituales y profanos, desde donde le llega a
Ignacio, a quien le gusta presentar las cosas por
contrastes y confrontación como ayuda para ver
más claro.
Un párrafo que San Ignacio leyó en Loyola, dice,
hablando de San Agustín: "Estas dos ciudades, son
construidas por dos amores: porque es el amor de
sí, que crece hasta el desprecio de Dios, el que
construye la ciudad del demonio, y es el amor de
Dios, que crece hasta el desprecio de sí, el que
construye la ciudad de Dios".
El enemigo conquista engañando, echando redes y
cadenas, se disfraza de «ángel de luz» (cf. 2Cor.
11,14-15). Cristo nuestro Señor, en cambio, “es-
parce” su mensaje persuadiendo, encomendando
«a todos sus siervos y amigos, que a tal jornada
envía... que a todos quieran ayudar en traerlos
en deseos...»
San Ignacio nos traza en este ejercicio una visión
global de la vida de Jesús desde la perspectiva de
su intención, es decir, de su estilo de vida y modo
de realizar la misión, de sus criterios y valores.
Dos mentalidades aparecen retratadas, que se
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repiten en todas las épocas y que influyen tam-
bién implacablemente en nuestro tiempo sobre
las personas, las sociedades, las instituciones. Es
el mundo de todos los tiempos:
1Jn.2,16-17: «nada de lo que el mundo ofrece
viene del Padre, sino del mundo mismo. Y esto es
lo que el mundo ofrece: los malos deseos de la
naturaleza humana, el deseo de poseer lo que
agrada a los ojos y el orgullo de las riquezas.
Pero el mundo se va acabando, con todos sus ma-
los deseos; en cambio, el que hace la voluntad de
Dios vive para siempre»
La meditación se emparenta con la temática bí-
blica de los profetas, que denuncian el derroche,
la injusticia, la opresión de parte de los poderosos
y su desprecio del pobre; y ensalzan al justo y
humilde que «hizo justicia a pobres e indigentes»
y por eso conoció a Dios y sintonizó con él (cf
Jer.22,13-19; Is.1,10-19; 58,1-12; Am.4,1; 5,7-
15 y 21-24; 6,1-11; 8,4-8).
También se encuentra en el Evangelio: Bienaven-
turanzas, parábola del sembrador, del rico necio
(Lc.12,3ss), del trigo que crece con la cizaña.
Igualmente se inspira en Pablo, en su instrucción
a Timoteo sobre el peligro de las riquezas: «los
que quieren hacerse ricos caen en tentaciones,
trampas y mil afanes insensatos y funestos que
hunden a los hombres en la ruina y en la perdi-
ción; porque raíz de todos los males es el amor al
dinero; por esta ansia algunos se desviaron de la
fe y se ocasionaron mil tormentos» (1Tim.6,6 ss).
Finalmente, presta del Apocalipsis, y de la teolo-
gía de Juan la lucha entre Jerusalén y Babilonia,
la luz y las tinieblas, la verdad y la mentira, la
vida y la muerte.
Debemos estar dispuestos a seguir al Señor tam-
bién en la descalificación, el desprecio, la humi-
llación, los oprobios y aun la muerte.
Lc.5,22-23 "Dichosos ustedes cuando los odien los
hombres y los expulsen y los insulten y difundan
mala fama de ustedes por causa de este hombre.
Alégrense ese día y salten de gozo"
Nuestra tarea va a consistir en preguntarnos sobre
lo que implica seguir a Jesús y también:
¿Cuáles son mis escalones más comunes en mi
realidad cotidiana de cada Bandera?
Las Banderas se perciben pero no hay posiciones
asumidas de por vida, sin que sobrevengan tenta-
ciones o gracias, que me lleven a una u a otra.
La tarea de esta meditación será tomar concien-
cia de esta batalla y tenerla muy presente en
cada elección que hacemos durante el día.
Jn.16,33 "Les digo esto para que encuentren la
paz en mí. En el mundo tendrán que sufrir, pero
tengan valor, yo he vencido al mundo"
También podemos enriquecer este tema de las
Dos Banderas, leyendo las reglas de discernir
ignacianas, viendo en ellas -cuando contempla-
mos la Bandera de Lucifer- los escalones del mal
espíritu; y luego -cuando contemplamos la Ban-
dera de Cristo- los escalones del buen espíritu en
las mismas reglas (BAQUEANOS 4 y 5)
Serán muy utiles, además, los propios apuntes
espirituales que uno ha redactado en los exáme-
nes de oración, pero releyéndolos ahora para
hacer más consciente la variedad de espíritus
que, sin duda, se ha dado en nosotros (si no, no
se habrían hecho Ejercicios Espirituales, EE.6).

LECTURAS PARA HOY (Además de las indicadas en el texto, otras relacionadas...)

Mt.4,1-11; Mc.1,12-13; Lc.4,1-13 la prueba de Jesús en el desierto
Mt.20,20-28 instrucción de Jesús sobre el servicio y la humildad
1Cor.1,18-29 la cruz, subversión de valores
2Cor.11,1-4 y 13-14; Gal.1,6-10 engaño de aceptar un Jesús diferente
1Tim.6,6-12 raíz de todos los males es el amor al dinero.
Sant.4,4-10 haciéndose amigos del mundo se hacen enemigos de Dios

APUNTES SOBRE MIS MOCIONES INTERIORES (¿que sentí hoy en mi oración?)

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