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Y para realizar tal comparación legislativa se debe tomar en cuenta las teorías sobre el
fin de la pena que es tomada en cuenta en ambos países, legislación vigente respecto a
los fines de la pena en ambos países, así como el principio de resocialización como fin
supremo de la pena y como es tratado tanto en Perú como en Colombia
En las exposiciones doctrinales sobre el fin de la pena se suele distinguir las llamadas
teorías absolutas de la pena y las llamadas teorías relativas de la pena. El criterio de esta
distinción radica en que mientras las primeras ven la pena como un fin en sí misma, las
segundas la vinculan a necesidades de carácter social. Si bien esta contraposición
constituye una simplificación esquemática de posturas que se muestran en la práctica
mucho más complejas y menos unilaterales, no puede negarse su utilidad pedagógica en
la exposición de las ideas. Por esta razón, voy a orientar mi exposición general sobre las
teorías de la pena a partir de esta tradicional diferenciación de posturas.
Las teorías absolutas de la pena sostienen que la pena tiene la misión trascendental de
realizar el valor Justicia. Por lo tanto, no se encuentran informadas por criterios de
utilidad social. Este punto de partida es asumido por las llamadas teorías retributivas de
la pena que la definen como retribución por una lesión culpable. En su versión
subjetivo-idealista, Kant sostiene que la ley penal es un imperativo categórico que
impone la razón del sujeto individual sin atender a consideraciones de carácter
utilitarista. El carácter estrictamente ideal de esta concepción de la pena se pone de
manifiesto en el extendido ejemplo de la isla propuesta por el profesor de Königsberg,
en donde llega a afirmar que si la sociedad de una isla decide disolverse, debe ejecutarse
hasta el último asesino que se encuentre en prisión. La idea central de esta concepción
es que la pena debe ser impuesta por imperativos de la razón, aunque su ejecución no
La comprensión del Derecho penal como fenómeno social nos lleva necesariamente a
las teorías relativas de la pena, es decir, a aquellas teorías que entienden que la pena
debe cumplir necesariamente una función social. El consenso doctrinal llega, sin
embargo, sólo hasta este punto, comenzando a romperse cuando se tiene que determinar
cuál esta función social. Si bien se suele reducir las teorías relativas a las que procuran
fines de prevención, lo cierto es que cabe también otra orientación: las teorías de la
reparación o reestabilización.
1. Perú
Teniendo como concordancias lo señalado en el: C.E.P.: arts. II y III, 76, 77, 92 y 125;
DUDH: art. 5.
2. Colombia
Está contenido en el título primero del código penal en el artículo 4, donde señala lo
siguiente:
PRINCIPIO DE RE-SOCIALIZACIÓN
Y en ese marco de análisis, cabe preguntarse y cuestionarse ¿cuáles han sido los
resultados obtenidos por el Estado colombiano en procesos de resocialización dentro del
sistema penitenciario? No hay que ser el más pesimista para responder que muy pocos,
por no decir que ninguno. La pésima infraestructura, el deficiente número de personal
destinado a labores terapéuticas, resocializadoras, formadoras, sumado a la falta de
iniciativa política y jurídica por cumplir con tales fines, han detonado la actual situación
carcelaria del país, que fuera de Brasil y Venezuela, es la más grave de América del sur.
Pero más allá de los problemas prácticos recién señalados, hay que decir que el
legislador en Colombia no se ha desligado de fines retributivos, al señalar dentro de las
funciones de la pena la “retribución justa”; cuando en el artículo 4 del Código Penal
(2010) se establece que “la pena cumplirá las funciones de prevención general,
retribución justa, prevención especial, reinserción social y protección al condenado”,
situación que ha servido como excusa para mantener en la conciencia de los jueces y
fiscales de la República la convicción de que la imposición de sanciones privativas de la
libertad en centro carcelarios como los de nuestro sistema, es el mejor mecanismo para
llegar a la verdad, a la justicia y a la reparación protegiendo a la víctima, a la comunidad
y al mismo condenado; pero pasándose por alto las consecuencias del haber estado
inserto en un sistema penitenciario que, como el colombiano, dificulta tener procesos
resocializadores efectivos por causas como el hacinamiento. Hacinamiento que pudiese
ser mucho menor si existiese una efectiva aplicación de principios preventivos
especiales y se otorgaran los beneficios que los procesos resocializatorios exigen.
Los inconvenientes que puede tener la necesidad de trazar un límite preciso al poder
estatal bajo el lema de la resocialización, y principalmente, su coexistencia con un
sistema de valores pluralista, lo ponen en jaque constantemente. Respecto de este
segundo punto, se destaca que el éxito de este sistema solo tendría posibilidades en
sociedades pequeñas, con unidad moral y de valores, donde el individuo a resocializar y
el encargado de hacerlo aceptan el mismo fundamento moral que la norma de
referencia47. En cambio, en un sistema social democrático y pluralista, donde coexisten
varios conjuntos normativos que son materia de conflicto, esto no sería posible; en tanto
la reinserción social exige “un modelo de referencia, compacto, definido, hacia el que
ha de aproximarse o identificarse (en los programas máximos) el individuo”.
Sin embargo, más allá del origen de estas ideas, existen ciertas ventajas y puntos
positivos de su aplicación. En primer lugar, si se analiza la realidad carcelaria hoy, que
subsiste bajo el sistema de finalidad de reinserción social, y todas las dificultades que
este presenta aún bajo ese imperativo, resulta difícil imaginar un ambiente penitenciario
humano y respetuoso de los derechos de los presos ausente de esta finalidad. En
cambio, el abandono de este marco teórico llevaría a la focalización penitenciaria en una
mera intervención de seguridad y custodia, convirtiéndose de este modo las prisiones en
meros depósitos de seres humanos.
Es por eso que podemos afirmar, como señala José Ávila Herrera, que las personas no
se resocializan por la cárcel, sino a pesar de la cárcel; ya que el sistema penal no puede
ni podrá garantizar la resocialización de los condenados.
Es por eso que se debe desterrar la idea de un sistema de rehabilitación que imponga un
fin distinto al de la voluntad de la persona privada de su libertad. Pensamos que la idea
de resocialización, establecida por la Constitución, hay que interpretarla como el
desarrollo de las capacidades de las personas para ejercer derechos y, como en cualquier
derecho, uno puede decidir si lo ejerce o no. El sistema de rehabilitación debe existir
como una opción seria y eficiente para los condenados que decidan optar por
resocializarse, esto quiere decir, que debe existir un compromiso real por parte del
Estado para mejorar las condiciones de vida en la cárcel, para brindar un sistema de
rehabilitación que de manera real permita la reeducación del privado de libertad en un
ambiente en donde se le respeten todos sus derechos fundamentales.
https://www.tdx.cat/bitstream/handle/10803/131999/Tjrra1de2.pdf?sequence
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PB.pdf
https://www.unifr.ch/ddp1/derechopenal/articulos/a_20080521_80.pdf
https://derecho.usmp.edu.pe/sapere/ediciones/edicion_16/articulos/articulos_alumnos/erron
ea_aplicacion.pdf
http://ius360.com/publico/penal/la-finalidad-resocializadora-de-la-pena/
http://www.pensamientopenal.com.ar/system/files/2014/07/doctrina39378.pdf