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Juan Huaylupo
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La desigualdad social y la colonialidad del poder. Consideraciones teóricas y epistemológicas View project
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RESUMEN
1
Catedrático en Administración Pública. Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Costa Rica.
El presente ensayo es producto ampliado de una Conferencia efectuada en la Facultad de Ciencias
Económicas el 25 de abril del 2012.
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Es una especulación imaginar una sociedad pre-ética, en un mundo sin normas, donde lo regular fuera el
dominio por la fuerza en una lucha infinita de todos contra todos, como imagino Hobbes. En esa ilusión la
sociedad, la socialidad y el propio ser humano seria inexistente. Asimismo, es persistente la idea reductiva e
individualista de interpretar la historia y la sociedad, así como, la ética, la cultura o todo fenómeno social,
como originadas por individuos que tienen la capacidad de influir sobre los demás y gestar procesos sociales.
La ética y la ética pública
Las relaciones cotidianas o los patrones de interacción social son constructos gestados a
través de los tiempos por los grupos y pueblos, en condiciones particulares. Las pautas de
valores y conductas de los individuos en las organizaciones sociales, o la ética, tienen raíces
históricas y culturales, las cuales modelan las relaciones de los individuos. Se podría
afirmar, que la ética es la forma concreta como se manifiesta la historia, cultura e
identidad común de una colectividad. Esto es, la calificación de ético o antiético no es
arbitraria, ni puede ser definida individualizadamente, responde a valores y prácticas
validadas socialmente por la historia y cultura de un grupo o pueblo particular. La ética
no está conformada por comportamientos mecánicos ni son formas sin contenidos,
susceptible de imitar y reproducir, posee contenidos particulares que se manifiestan con
formas en apariencia similares a otras, aunque con contenidos y significaciones que son
específicos. De tal manera, la ética constituye un modo que propicia y contribuye a la
comunicación y acción de las personas en sus comunidades.
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Juan Huaylupo Alcázar
El prejuicio o creencia de valores universales que se expresan del mismo modo, como suele
atribuírsele a la ética, se ha convertido en una posición que no admite reflexión ni
requiere evidencia alguna, como un mito o un dogma incuestionable. De este modo, la
ética se convierte en un régimen inexplicable, que sin razonamiento alguno se impone a
la actuación concreta de los individuos en cualquier tiempo y espacio. Esa concepción, es
la negación de valores y comportamientos acordes con la voluntad, conciencia y
dinamismos de las poblaciones, para convertirse en una cárcel que se impone a los
individuos como una dominación, encubierta como única y mejor forma de actuación
individual y colectiva.
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Inmanuel Kant (2005) destacaba que la mayor elaboración de los principios éticos guardan
correspondencia con las exigencias de las religiones, a lo que se podría agregar, la universalidad y rigidez de
dichos postulados.
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La ética y la ética pública
experiencias y un futuro común. Sin embargo, no es posible esperar que las cosmovisiones,
valores y acciones puedan ser comprendidas y aceptadas por cualquier individuo,
comunidad o cultura 4 . Es un mito el creer que la ética es neutral, valida todas las
colectividades en todos los tiempos. La universalidad de las creencias es la negación de la
particularidad de las culturas, de la diversidad y pluralidad de realidades, pensamientos e
ilusiones, así como, es la anulación de la libertad de imaginar destinos diferentes para las
sociedades. La inmutabilidad de la ética y las sociedades es una fantasía de un mundo
estático y mecánico. La ética forma parte de una concepción de mundo, integrada a la
vida cotidiana y devenir de cada organicidad social, no es independiente ni
determinadora de la sociedad.
Todo irrespeto o transgresión a las pautas éticas establecidas socialmente, son censurables
y condenables por un orden o poder establecido. La ética en todos los tiempos, ha
actuado decisivamente en la conservación o defensa de prácticas arraigadas socialmente,
como un modo de reproducir a una colectividad determinada, luego supone e implica
poder. La sanción o castigo a quienes violan un orden establecido, es social y en muchos
casos también jurídica. Las pautas éticas no son naturales, espontáneas ni son inventos de
dioses o autócratas, son constructos sociales respetados para la continuidad de un sistema
de valores y comportamientos compartidos. La validación social de la ética también
justifica y garantiza la reproducción del sistema originario, así como, supone e implica
poderes establecidos. La ética no es neutra ni imparcial, se nutre del sistema, así como le
es útil y necesaria, como lo evidenciaba Aristóteles (1959), al justificar la imposibilidad de
autodeterminación a los esclavos.
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La ética o el patrón de comportamiento en contextos sociales determinados, conformaron las bases para
los deberes y derechos de los individuos, los cuales no eran universales ni nacionales, pero al formalizarse y
perennizarse en normas jurídicas rígidas, se autonomizaron de su origen para depender de los imperios de
gobiernos y de negociaciones entre legisladores, que violentan la historicidad, organicidad y ética
ciudadana.
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Juan Huaylupo Alcázar
castigados y condenados en las cárceles son los pobres y excluidos de la sociedad. Los
Estados y su aparato institucional no es neutro, como tampoco lo son las leyes ni el modo
de hacerlas cumplir. Así, es posible afirmar que no es ético ni justo el sistema y poder que
arrebata libertad, democracia y organicidad a la heterogeneidad social.
La ética hace referencia a una colectividad social, no es individual, en todos los casos, es
una construcción histórica, como una condición para la convivencia y la vida en sociedad.
Las culturas suponen e implican principios éticos, implícitos o explícitos. Las prácticas
individuales que respetan los valores de la comunidad y cultura, también la representan.
La manifestación ética se presenta como individual y operativa en las relaciones
cotidianas, pero su origen y respeto son de una comunidad. La historicidad de los pueblos,
la cultura, la identidad social constituyen las bases de toda ética, sin las cuales no existe, es
subyacente a toda actuación de los individuos en sociedad.
La ética da consistencia a las relaciones entre las personas, a la vez que coadyuva a la
identidad orgánica y posibilita la socialidad en sus relaciones. Toda ética es colectiva y en
ese sentido pública, en tanto que es una construcción colectiva y porque es común a una
población, no al universo social, sino a una colectividad integrada 5. De este modo, la ética
no es resultado de decisiones autocráticas o de otros con pretensión mesiánica, que
imponen prácticas caprichosas y arbitrarias, distintas o contrarias a las arraigadas histórica
y culturalmente por los pueblos. El que se imponga formas particulares de actuación a las
poblaciones, no se relaciona con la ética, ellas son formas violentas de dominación a las
poblaciones, a quienes se les ha privado de la libertad de actuación en correspondencia
5
El contexto liberal contemporáneo se ha difundido la idea de una ética privada, en contraste con una
ética pública, pero apreciando lo privado como manifestación del interés individualizado y empresarial, no
de una colectividad. Lo ético trasciende la visión y práctica individualista, imaginar que el interés y devenir
privado sea el de todos, es suponer relaciones históricas y culturales estandarizadas o robotizadas, lo cual es
absurdo e inexistente. La determinación individualista de lo social, es antitético con respecto de la ética,
porque irrespeta los valores creados y validados por cada comunidad particular.
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La ética y la ética pública
con sus formas de vida. La coacción, represión y el miedo provocada por dogmas y tiranos
contra los valores, las actitudes y comportamientos de las poblaciones, para imponer
comportamientos a favor del dominio, no crea ética alguna, por el contrario la niega y la
destruye, como a los patrones de vida de las poblaciones.
Las rupturas sociales son críticas a la ética, al orden jurídico y poderes establecidos.
Revertir las prácticas dominantes ha implicado la destrucción sus cosmovisiones, para
reivindicar proyectos de vida, cultura y ética de los pueblos (Dussel, 1998). En democracia,
no existe homogeneidad ética, sino diversidad y respeto a los patrones culturales de la
heterogeneidad social y orgánica.
“La voluntad libre se mueve en un vacío; queda desvinculada de los lazos sociales, que son
lo que da su sentido a la vida ética. A la noción atomista de una persona que es
presentada como propietaria de sí misma, le corresponde una noción contractualista de
sociedad, que niega a un contexto vital que ha sido reducido al cálculo y al interés propio
toda cualidad moral a él inmanente:
«Para que una sociedad sea una comunidad en sentido fuerte, la comunidad debe ser
constitutiva para las autocomprensiones compartidas de los participantes y estar
encarnada en sus avenencias institucionales, sin que si limite a ser meramente un atributo
6
La destrucción privada y empresarial ha llevado a Adela Cortina (2010) a sustentar una controversial
afirmación: la existencia de una ética sin moral.
6
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de los planes de vida de ciertos participantes.»” (Sandel, 1983: 173. Tomado de Habermas,
2000: 92).
“En cambio, tan pronto partamos del concepto de individuo de suyo socializado y veamos
el punto de vista moral situado germinalmente en la estructura de reconocimiento
recíproco de los sujetos que actúan comunicativamente, la moral privada y la justicia
pública, ya no se distinguirán en el plano de los principios, sino solamente en lo que
respecta al grado de organización y a la mediación institucional de las interacciones.
Resultará claro entonces que las personas están moralmente obligadas como individuos
que se respetan entre sí de la misma manera que lo están como miembros de una
comunidad que realiza objetivos colectivos.” (Habermas, 2000: 173).
Una posición de esta naturaleza sólo admitirá el imperio individual sobre los demás, sin
moral ni ley. La fantasía liberal niega la existencia y condición de toda moral, además de
no aceptar el condicionamiento ni reconocimiento de una comunidad de vida e intereses
ni Estado, más allá de la individualización en la vida social.
Las visiones que sobreponderan lo privado sobre el interés público, es la manifestación del
individualismo posesivo imperante, lo cual es antiético hacia una colectividad que es
condenada a la exclusión, pobreza y explotación contra clases subalternas. La
globalización de los consorcios y negocios privados que alteran y destruyen la historicidad,
cultura y la ética, son formas perversas, similar a los procesos bélicos, que no solo asesinan
y destruyen la infraestructura física, económica y militar, también desfalcan las bases
orgánicas y superestructurales (ideológicas, jurídicas, subjetivas y éticas) de los supuestos
adversarios. La confrontación de clases es también enfrentamiento ético, pero no es
equivalente a la imposición de propietarios globales, que también se enfrentan entre ellos
por el dominio y control absoluto del planeta.
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La ética y la ética pública
Es una regularidad apreciar que las valoraciones éticas tienen distintas significaciones
entre las poblaciones, como distintos son los momentos sociales que las crean. En toda
sociedad, no se acepta como ético, el que se irrespete la propiedad, tradiciones y derechos,
como tampoco, los transgresores admitirán como correcto, ni ético, el que sean asaltados y
violados sus intereses, derechos y pautas de conducta en sus grupos de referencia social.
Pero, ello no supone éticas comunes, el contexto de un sistema mundial que privilegia la
propiedad, no implica que todas las relaciones sociales sean determinadas por este único
factor, como tampoco homogeniza la ética. Asimismo, la diversidad de los patrones éticos
diferirá entre los partidos políticos, clases sociales, grupos de interés o grupos mafiosos, los
cuales tienen cosmovisiones, estilos de vida y horizontes de futuro distintos, contradictorios
o antagónicos. De tal modo, no existe ética sin comunidad, ella es inherente a la socialidad
de las personas, pero tampoco es posible la ética sin democracia.
LA FILOSOFÍA DE LA ÉTICA
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Leonardo Boff (2007) interpreta la afirmación de Heráclito, “Ethos antropou daimon'” como «la
casa es el ángel protector del ser humano» que como una voz profética de cada individuo que “proveniente
de un ser superior”, que permite establecer un espacio de realización humana, como “… un pequeño lugar
sagrado…”. La significación de lo ético como el carácter o modo de ser apreciado, es una perspectiva que
guarda continuidad conceptual, porque diviniza las relaciones de concordia, bondad y felicidad, pero, las
delimita como no originarias del ser humano.
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Juan Huaylupo Alcázar
griego, hace referencia al carácter y modo de ser de las personas, por ello tienen un uso
indistinto cotidianamente.
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En el comunicación cotidiana la ética y moral suelen confundirse, mientras que la ética hace referencia a
un conocimiento o explicación del comportamiento social, la moral es la acción concreta. Adela Cortina
(1990) considera a la ética como un conocimiento que orienta a la acción o un saber práctico.
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La ética y la ética pública
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La visión epistemológica formalista (Castells y De Ipola, 1983), asume una vieja concepción de la ciencia,
según la cual se establece la forma de hacer las cosas y obtener los resultados esperados, o la forma como
debe comportarse la realidad. Así, algunas disciplinas ponen un absoluto acento a las supuestas teorías para
controlar y manipular la realidad, tal el caso de las concepciones dominantes en la economía, la
administración, el derecho, la ética, entre otras. Por ello, Antonio Sacristán Colás (1990), afirma que las
aplicaciones tecnocráticas y mecanicistas de la “teoría” económica, con también las causantes de las crisis
económicas, como se evidencia contemporáneamente en las decisiones que se adoptan en la crisis
económica europea.
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En la sociedad contemporánea lo ético, es objeto de manipulación desde el ejercicio estatal, así es
considerado como correcto y bueno, el abuso de la cantidad como criterio para la definición o delimitación
de lo que se debe hacer en una sociedad. Así, por ejemplo, las leyes o los aprobaciones legislativas
efectuados exclusivamente por el numero de partidarios o aliados, sin sustento en argumentos, reflexiones ni
estado del conocimiento, así como carentes o ignorantes de la historia, cultura o de las tradiciones, sin duda
no son prácticas éticas ni democráticas, son ejercicios tiránicos, encubiertas de una inconsistente y absurda
formalidad.
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Juan Huaylupo Alcázar
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Al respecto convendría recordar la apreciación relacional de lo bueno que hace Shakespeare en la
tragedia Hamlet, cuando en un diálogo se afirma: “Nada hay bueno ni malo, si el pensamiento no lo hace
tal” (Shakespeare, s/f: 49), lo cual pone de manifiesto que las cualidades de bueno o malo, no son externas
sino internas a los sujetos que la valoran, lo cual es contrario a la concepción de bueno o malo, como
dimensiones absolutas e independientes de los individuos, grupos o sociedades.
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“Lo que quise decir al afirmar que “bueno” denota una cualidad, es algo que creo poder decir con mucha
sencillez. Quería decir, simplemente, que la propiedad de ser valioso por sí mismo era una propiedad
intrínseca, no relacional: eso y nada más”. (Moore, 1959a: 97).
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La ética y la ética pública
Lo bueno, no está referido a las cosas, sino a la actuación humana, en relación con sus
referentes sociales o con los otros grupos o sociedades. La vida en sociedad para su
funcionamiento y reproducción, implica el respeto normas establecidas formalmente y de
aquellas que emanan del devenir colectivo, esto es, no todas las regulaciones del
comportamiento individual, son regulaciones éticas.
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La ética no supone supremacía frente a otras valoraciones, no serán idénticas en contextos sociales
distintos, pero no implica que unos valores deben prevalecer sobre otros.
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tiempo social. Lo ético como lo bueno, es inconsistente por una pretendida universalidad y
por su autónoma absolutización de los procesos sociales del cual depende. Lo ético es
relacional y múltiple, no es un objeto, técnica ni procedimiento, como tampoco son leyes,
reglamentos, símbolos, signos o mensajes. Está relacionado con la intencionalidad y
percepción de una actuación, cuya significación trasciende al individuo.
Las rebeliones son intentos colectivos por reivindicar o conquistar prácticas, pensamientos
y aspiraciones, contra un sistema que lo limita o anula. Los vínculos del poder y la ética
establecidos, no son aliados a la deconstrucción de una ética que sustenta un sistema
político.
Los temas filosóficos en Occidente, han sido tratados por personalidades que la historia del
pensamiento reconoce, pero muchas de sus reflexiones no estaban directamente
relacionadas con la situación o preocupaciones existentes en la pluralidad social de sus
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La ética y la ética pública
contextos. Los análisis de los filósofos racionalizaban la práctica política estatal a la vez
que trascendían la cotidianidad, para ser planteamientos universales, sin tiempo ni
espacio, así como desprovistos de toda vivencia común. La filosofía era una reflexión
individualizada vinculada con el ejercicio del poder, atributos que aun es posible de
apreciar.
La filosofía no siempre fue concebida como un constructo social, como la conciencia lúcida
y crítica de la situación y condición individual en una sociedad o época, como la concibe
Augusto Salazar Bondy (2006) y Ignacio Ellacuría (1976 y 1985), entre otros.
La ética pública ha sido y es apreciada como un asunto estatal, sin embargo las
diferencias sociales y políticas entre Estados, no permite hacer una generalización válida
para todos y en cualquier tiempo-espacio. La denominación a los Estados es común, aun
cuando todos son particulares, porque son producto de relaciones sociales y de poder
gestados históricamente, los atributos de los Estados no son generales ni comunes en
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Juan Huaylupo Alcázar
Creer que todos los individuos, organizaciones y sociedades puedan valorar las acciones y
pensamientos del mismo modo, es imaginar un mundo mecánico, inexistente en la
realidad fáctica, es una ideología del poder que busca perennizar el interés privado como
interés general o universal para todos. Es negarle la particularidad de las formas sociales
existentes en un mundo plural, desigual y dinámico. La imposición de patrones,
comportamientos y acciones ajenas y extrañas a las colectividades sociales, no son ni
tienen una connotación ética, puesto que no responden a las conductas, conciencias ni
concepciones de las poblaciones, pero actúan como un recurso necesario que justifican el
ejercicio de acciones en prejuicio de los dominados. Los nazis y todo régimen tiránico
justificó, con pretendidas verdades, actuaciones que son vergüenzas para las sociedades y
la humanidad.
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La ética y la ética pública
“Hay una sed de ética en América Latina. La opinión pública reclama en las encuestas y
por todos los canales posibles comportamientos éticos en los líderes de todas las áreas, y
que temas cruciales como el diseño de políticas económicas y sociales y la asignación de
recursos sean orientados con criterios éticos.” (Kliksberg, 2007: 20).
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La pretensión del hacer cosas buenas, ha incidido en los modos técnicos de diseñarlas,
ejecutarlas y evaluarlas, lo cual autonomiza las acciones de las circunstancias por la que
atraviesa una sociedad, su organicidad social, así como los anhelos ciudadanos.
Esta concepción tecnocrática de ética pública ignora la naturaleza social y política del
Estado, o la representación social de su poder, que incide directamente en la forma y
contenido de su intervención en la sociedad. Asimismo, imaginar que los Estados deban
efectuar actividades intrínsecamente buenas, niega la diversidad y pluralidad de las
formas políticas existentes en las sociedades, así como ignora la existencia de un sistema
integrado y contradictorio clasistamente.
La visión tecnocrática en las últimas décadas en América Latina, son una expresión del
pensamiento único, como único y excluyente es el interés privado que representa. Las
acciones liberales transformaron las sociedades, se perdió libertad, democracia,
organicidad y representación plural en el Estado, pero no como un producto y resultado
estandarizado, sino por el ejercicio de una representación privada. Lo correcto y bueno
para los empresarios globales, son verdaderos atentados contra los derechos ciudadanos y
la calidad de vida, así como son transgresiones contra la ética y lo público. Los proyectos y
aplicaciones estandarizados que desregulan la acción estatal en la sociedad, según los
ajustes estructurales, el Consenso de Washington, los tratados de libre comercio y los
procesos de privatización de la función pública14, han sido acciones contrarias a la ética,
porque violentaron la voluntad, intereses y aspiraciones ciudadanas y orgánicas de la
sociedad civil.
El respeto a los derechos ciudadanos, así como la democracia, lo público y nacional, es una
práctica ética del Estado. Lo público y lo nacional no es un invento de autocrático ni
abstracción inexistente, es una construcción ciudadana en interrelación plural y compleja.
Ignorar lo público y lo nacional, desde el poder estatal es una intencionalidad política y
clasista. Las imposiciones legales violan lo público y lo nacional, también lo hacen con los
patrones éticos existentes, afectando la reproducción de la sociedad, a la vez que
debilitan el poder estatal en su capacidad reguladora de la sociedad y particularmente
sobre los propietarios globales. El irrespeto a los valores arraigados históricamente, está
provocando formas autoritarias y corruptas en el ejercicio del poder estatal, así como
14
Las condiciones políticas liberales internacionales y nacionales, promovieron cambios desde las cúpulas del
poder político formal, para imponer tratados, leyes y acciones directamente vinculadas con los intereses
globales en los contextos nacionales, los cuales promovieron el crecimiento y la rentabilidad privada,
creando creciente desempleo, pobreza, exclusión y deterioro de los servicios públicos del Estado.
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La ética y la ética pública
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Juan Huaylupo Alcázar
Las constantes referencias contemporáneas a la ética pública, tienen como implícito que
el Estado deberá hacer políticas públicas, entendiendo que son acciones benéficas a la
colectividad, las cuales por ser buenas, serán también éticas. Aún cuando, sean efectuadas
sin la participación ni decisión ciudadana, ni respetar las necesidades ni anhelos de las
poblaciones, porque se estima que son decisiones de carácter especializado y técnico que
las poblaciones ignoran, lo cual niega la concepción misma de política y de lo público
(Arent, 2008; Bauman, 2001; Mouffe, 1999).
El haber identificado al Estado de Bienestar con lo público, de ningún modo supone, que
dicha característica sea la de todo Estado. Asimismo, no podrá asociarse como público ni
16
Al respecto y como ejemplo de esta visión, Alfonso López Quintas, de la Real Academia Española de
Ciencias Morales y Políticas, afirma: “El hecho de crecer comunitariamente supera por elevación la
dicotomía de “público” y “privado”. Decimos que la vida familiar es algo privado respecto a la vida social,
que es para nosotros algo público. Ciertamente, cabe afirmar en este sentido que hay una esfera privada y
una pública. Pero no es menos cierto que la vida familiar es la proyección comunitaria de la vida privada
de los esposos y los hijos.” (López, s/f).
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La ética y la ética pública
éticas las acciones que realizan los Estados, independientemente de su orientación social,
dado que sus intervenciones no son neutrales ni técnicas, son intervenciones
comprometidas socialmente. Todo Estado interviene en sus sociedades, pero no toda
intervención estatal es pública ni en cualquier espacio-tiempo social.
Asumir que el Estado debe hacer labor benéfica debido a los profundos desequilibrios
sociales existentes las cuales son debidos a carencias éticas en las prácticas sociales y
estatales (Kliksberg, 2007). Desde esta posición, el Estado es un actor externo a las
desigualdades sociales, que debe hacer buenas prácticas públicas, como una labor
caritativa, lo cual es una distorsión ideológica y una falsa conciencia estatal, porque lo
que ocurre en la sociedad excluyente, tiene en el Estado a un activo y comprometido
actor. La individualización y la pretendida universalidad de la ética, contribuyen a
validar un sistema que profundiza y recrea iniquidades sociales.
En esa posición, lo público es ajeno de los beneficiados y propio de los benefactores. Los
buenos son los realizadores de lo ético, mientras que los excluidos son objetos, sin
cualidades ni humanidad. De modo similar, Aristóteles (1993) sostenía que la democracia,
solo podría ser construidas y disfrutadas por aquellos por disponen de tiempo para
reflexionar, mientras que los otros, solo obedecen y trabajan, lo cual guarda
correspondencia con el pensamiento conservador republicano, en la campaña por la
presidencia de EE.UU., Mitt Romney, en Boca de Ratón, afirmó: “Mi trabajo no es
preocuparme por esa gente. Nunca lo voy a convencer de que deben hacerse
responsables en lo personal y velar por sus vidas.” (Tomado de: Krugman, 2012: 34A).
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“La razón tecnocrática es chata y conservadora, pero el pensamiento utópico sin programas ha
demostrado ser impotente y, a veces, dañino.” (Lahera, 2002: 41).
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Las ideologías como cárceles de larga duración, como afirmaba Braudel (1984),
constituyen ataduras autosuficientes, que polarizan la sociedad, donde los derechos
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La ética y la ética pública
ciudadanos de los pobres y excluidos, desaparecen para ser sustituidos por actos de
caridad o asistencialismo gubernamental. Es un deber y responsabilidad ética estatal,
garantizar la calidad de vida de la población y la nacionalidad, así como es un derecho
cívico demandarlo y luchar por conquistarlo.
La ética y lo público tienen relación, hacen referencias de una colectividad unida por
vínculos históricos, afectivos, conductas y de un horizonte de vida de los individuos en
sociedad. Lo público es lo común, como comunes son las orientaciones y acciones éticas en
cada contexto orgánico.
La vida social otorga contenido a la ética y lo público, aspectos que a su vez deberán
guiar el quehacer estatal, en tanto que la conformación social del Estado, sea la
representación de la pluralidad social existente. Esto es, lo público no es atributo del
Estado, ni capricho de caducos autócratas, es la historia y cultura expresada en la
articulación, identidad y actuación orgánica de la sociedad.
Los Estados autoritarios que se han autonomizado de sus sociedades, por la fuerza de las
armas o por elecciones 18 , no están en capacidad de hacer políticas públicas ni actuar
éticamente.
18
Las elecciones legales se le ha otorgado el calificativo de democráticas, aun cuando la democracia
trasciende el acto instrumental de votar, por ello, es posible afirmar que los resultados electorales pueden ser
auténticos imperios privados sobre la colectividad pública y ética.
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Juan Huaylupo Alcázar
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