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La inmunidad innata representa la primera línea de defensa contra las infecciones, no requiere

del contacto previo con el agente infectante y en este sentido funciona de manera natural. Los
determinantes de la inmunidad innata incluyen factores genéticos, raciales, hormonales, celulares
y humorales, además de otros factores como la edad y las barreras de protección mecánica.
Intervienen las barreras físicas y químicas, tales como: el epitelio y las sustancias antimicrobianos
producidas en las superficies epiteliales; proteínas plasmáticas y células del sistema inmune.

Las células que participan son los fagocitos (macrófagos, neutrófilos y células dendríticas), células
Asesinas Naturales (NK), mastocitos, eosinófiloa y basófilos. Mientras que las sustancias químicas o
factores solubles que colaboran son las proteínas de fase aguda y sistema del complemento.

Activación del sistema del complemento

El sistema del complemento forma parte de esta inmunidad innata

Se han descrito tres vías de activación del sistema del complemento: la vía clásica, la alternativa, y
la de las lectinas (Figura 1), que se diferencian tanto en el mecanismo desencadenante de la
activación como en sus componentes iniciales. En general, los integrantes de este sistema se
nombran con una C seguida de un número que indica el orden de participación en la cascada (del 1
al 9). Las tres vías tienen un acontecimiento común que consiste en la formación de la C3 convertasa,
enzima capaz de convertir C3 en C3b y C3a.

La vía clásica se activa fundamentalmente por complejos antígeno-anticuerpo. Es un proceso


espontáneo, que ocurre continuamente en la circulación y es controlado por el principal regulador
de esta vía, el inhibidor de C1, una proteína altamente glicosilada que actúa como un inhibidor de
distintas proteasas que pertenecen a los diferentes sistemas de activación. La vía de las lectinas se
activa por la presencia de ciertos azúcares (mananos) que aparecen en la superficie de las bacterias.
La vía alternativa no necesita anticuerpos para activarse, por lo que es un mecanismo innato de
defensa muy importante en los estadios iniciales de una infección.

Cuando la activación llega hasta el final tiene lugar la lisis celular (destrucción de la célula), proceso
en el que intervienen los componentes de C5 hasta C9. Esta fase final de la cascada tiene como
resultado la formación de grandes poros en la membrana, alterándose el equilibrio osmótico y
destruyendo el agente patógeno o la célula afectada.

Toda la activación del sistema del complemento está regulada de forma muy precisa. Además del
inhibidor de C1 intervienen también otros reguladores, como diversos factores (H, I, MCP). La
importancia de esta regulación se ha puesto de manifiesto porque mutaciones en los genes de estas
proteínas causan graves enfermedades como angioedema hereditario, lupus eritematoso o
glomerulonefritis. La vía alternativa ha adquirido un remarcado protagonismo en los diez últimos
años, por el hecho de que enfermedades como el síndrome hemolítico urémico, o algunas
glomerulonefritis, están asociadas a alteraciones en componentes de esta vía. Finalmente, la
ausencia total de alguno de los componentes C5 a C9 puede causar meningitis fulminantes que
pueden llegar a ser mortales.

La inmunidad adquirida se desarrolla cuando los agentes infecciosos logran evadir los mecanismos
innatos de defensa y está generada por la penetración de una dosis inicial de antígenos; se hace
efectiva sólo después de varios días. Los componentes principales de la respuesta inmunitaria
adaptativa son los linfocitos B y linfocitos T; y como productos solubles, las citoquinas y los
anticuerpos.
Se caracteriza por su especificidad, reconociendo un único epítopo antigénico a través de su
receptor antigénico (BCR como receptor del linfocito B, y TCR como receptor de linfocito T); por
desarrollar memoria del antígeno, incrementando la intensidad de respuesta ante los subsiguientes
contactos con el mismo antígeno; por su heterogeneidad o diversidad; y multifactorialidad.

El sistema inmune además se divide en un componente humoral, que comprende las


interacciones entre antígenos y anticuerpos, y un componente celular que comprende las
interacciones entre antígenos y células.

La respuesta inmunitaria humoral: se realiza mediante moléculas solubles que son transportados
mediante el flujo sanguíneo a todo el organismo. Se basa en la síntesis de anticuerpos específicos
por los linfocitos B que en presencia del antígeno se transforman en células plasmáticas que son las
que producen los anticuerpos los cuales son liberados al torrente sanguíneo. Además de los
anticuerpos actúan también moléculas no específicas como el interferón, complemento, etc…

La respuesta inmunitaria celular: se realiza mediante la acción de células organizadas en los tejidos
y órganos linfoides (leucocitos o glóbulos blancos) destacando la acción específica de los linfocitos
T: Tc (citotóxicos, destruyen células extrañas portadoras del antígeno o células propias infectadas
por microorganismos), Th (colaboradores, activan otros linfocitos desencadenando la respuesta
inmune) y Ts (supresores, atenúan la respuesta inmunitaria).

HIPERSENSIBILIDAD

 Tipo I. Es la denominada reacción anafiláctica o hipersensibilidad inmediata. El alergeno o


antígeno reacciona con la IgE unida a las células tisulares denominadas mastocitos y los
basófilos circulantes induciendo degranulación y activación celular que determina la
liberación de mediadores activos de la inflamación.
 Tipo II. Llamada también hipersensibilidad citotóxica, en la cual un anticuerpo específico
reacciona con componentes de la superficie celular produciéndose opsonización,
citotoxicidad y activación del complemento con el consiguiente daño celular y tisular.
 Tipo III. Reacciones mediadas por complejos inmunes. Se produce por formación de
complejos inmunes que activan el sistema de Complemento, inducen agregación
plaquetaria, activación de leucocitos polimorfonucleares y liberación de enzimas
proteolíticas que causan microtrombos, vasculitis y necrosis.
 Tipo IV. Hipersensibilidad retardada o celular en la cual los linfocitos T que se han
sensibilizado y frente al estímulo antigénico liberan citoquinas que inducen infiltración y
transformación principalmente de células mononucleares. Se produce sin la participación
de anticuerpos.
Respuesta inmune frente a bacterias extracelulares

Las bacterias extracelulares gram(+) (A) y gram(-) (B) producen enfermedad través de toxinas y de
la inducción de respuestas inflamatorias que se acompañan de gran daño tisular y efectos
sistémicos. Las toxinas pertenecen a dos categorías: las exotoxinas y las endotoxinas.
Las exotoxinas son liberadas al medio extracelular principalmente por bacterias gram(+)
produciendo efectos tales como citotoxicidad, daño a membranas, disminución de la síntesis
protéica, aumento de cAMP y fiebre.
Las endotoxinas o lipopolisacáridos presentes en bacterias gram(-) producen efectos deletéreos
estimulando a diversas células del huésped a producir citoquinas y otros mediadores responsables
de daño tisular. En concentraciones bajas, las endotoxinas actúan principalmente sobre
macrófagos, polimorfonucleares neutrófilos, linfocitos B y complemento. Los primeros producen
IL-1 y TNF que median la respuesta febril. En concentraciones altas, estos componentes
bacterianos son responsables de una condición letal conocida como shock endotóxico
caracterizado por hipotensión y coagulación intravascular diseminada.
La respuesta del huésped ante la presencia de estos microorganismos comprende mecanismos
inespecíficos y específicos. Algunos de ellos son comunes para ambos tipos de bacterias (2), otros
en cambio son respuestas particulares ante bacterias gram(+) (1) y gram(-) (3).
Los mecanismos inespecíficos comunes para ambos tipos de bacterias comprenden básicamente la
fagocitosis por PMNn (a) y macrófagos (b), la activación del complemento por vía alterna (c) y la
estimulación de liberación de citoquinas por macrófagos y células endoteliales (d). Las respuesta
específica más importante es la humoral (e). La inmunidad celular (f) contribuye mediante la
cooperación de linfocitos T CD4+ a la respuesta humoral y la liberación de linfoquinas.
a. La fagocitosis es uno de los mecanismos más efectivos en la eliminación de bacterias
extracelulares. La presencia de opsoninas derivadas de la activación del complemento por vía
clásica o alterna y de anticuerpos que reconocen antígenos de la pared bacteriana, permite
aumentar la eficacia de este proceso. La capacidad de las diferente bacterias de sobrepasar estos
mecanismos determina en gran parte su virulencia.
b. Las bacterias gram(+) poseen un peptidoglicano de membrana que promueve la formación de la
C3 convertasa iniciando la activación del complemento por vía alterna. Los lipolisacáridos de
bacterias gram(-) pueden activar el sistema a partir de C1q o de C3 al poseer receptores para estos
componentes del complemento. La activación del complemento aporta opsoninas, factores
quimiotácticos, anafilatoxinas y complejo de ataque a membrana los que hacen más efectiva la
respuesta inflamatoria y conducen a la lisis bacteriana.
c. Las citoquinas más importantes que participan en estas respuestas son las interleuquinas 1, 6 y
8 y el factor de necrosis tumoral TNF que estimulan la inflamación y participan en la inducción y
fase efectora de respuestas inmunes adaptativas. Además producen efectos sistémicos tales como
fiebre y secresión de proteínas de fase aguda. Estas citoquinas pueden sin embargo producir gran
daño al huésped cuando se liberan masivamente en el shock séptico o endotóxico.
e. La respuesta humoral puede ser inducida directamente por polisacáridos componentes de la
membrana bacteriana originando grandes cantidades de IgM. Si existen citoquinas en el medio, se
produce la variación isotípica hacia otras clases de inmunoglobulinas. Los anticuerpos participan
en la respuesta opsonizando bacterias, neutralizando sus toxinas y activando el complemento.
f. La respuesta celular se origina en la presentación de péptidos antigénicos bacterianos por
macrófagos y linfocitos B a linfocitos TCD4+ los cuales colaboran con respuestas humorales
liberando interleuquinas 2, 5 y 6. También participan en la respuesta efectora celular liberando
linfoquinas que estimulan macrófagos y aumentan la producción de leucocitos en médula osea
entre otros.
Además de estos mecanismos generales, algunas bacterias gram(+) (1) liberan toxinas que
estimulan gran cantidad de linfocitos T al tener la propiedad de ser superantígenos. Estos
antígenos tienen la particularidad de unirse a todos los linfocitos T que expresan una familia
particular de genes Vß en su TCR y al MHC clase II que está presentando al antígeno. Los linfocitos
T así estimulados producen grandes cantidades de citoquinas.
Las bacterias gram(-) (3) tienen la particularidad de generar respuestas policlonales en linfocitos B,
con la producción de inmunoglobulinas de diferentes especificidades.

Respuesta inmune frente a bacterias intracelulares

Algunas bacterias son resistentes a los mecanismos bactericidas de fagocitos al presentar una
pared cérea que impide su acción. Así, ellas bacterias pueden sobrevivir y permanecer en el
interior de dichas celulas, especialmente de macrófagos, durante largo tiempo. Las micobacterias
y la listeria monocitogena pertenecen a esta categoría de bacterias intracelulares.
Como es de esperar, los mecanismos inespecíficos de defensa, fagocitosis y complemento y la
respuesta inmune humoral son bastante ineficaces en la eliminación de estos microorganismos. La
respuesta T o celular en sus versiones citotóxica y de tipo hipersensibilidad retardada son las
encargadas de combatir a las bacterias intracelulares. Sin embargo en muchas ocasiones estas
respuestas producen gran daño al organismo.
Los antígenos protéicos bacterianos son presentados a linfocitos T CD4+ en MHC II de macrófagos
(1) y a linfocitos T CD8+ en MHC I de células nucleadas infectadas (2). Los linfocitos T CD4+ se
ativan y luego de proliferar, secretan citoquinas especialmente interferón gamma (IFNþ). Estas
citoquinas atraen y activan macrófagos estimulando su poder fagocítico y microbicida. También
contribuyen a estimular la producción de anticuerpos. Esta respuesta se manifiesta como una
inflamación productiva difusa y puede erradicar completamente a los agentes infecciosos. Sin
embargo, cuando las bacterias persisten debido a su resistencia a los mecanismos bactericidas, las
citoquinas atraen más macrófagos originando granulomas (3) que intentan localizar la infección
impidiendo su diseminación. Los granulomas están constituidos de células gigantes multinucleadas
(4) que contienen micobacterias en su interior, rodeadas de células epitelioideas (5), linfocitos y
fibroblastos. Las células gigantes se forman por fusión y multiplicación de macrófagos y las células
epitelioideas son macrófagos atípicos. El portador de estas estructuras suele desarrollar
hipersensibilidad retardada que se manifiesta como una respuesta más vigorosa que conduce a
necrosis y fibrosis del granuloma. De esta manera, la respuesta del huésped es la principal causa
de daño tisular y efectos sistémicos propios de la enfermedad.
El papel que juegan los linfocitos T CD8+ citotóxicos no está claro. Se ha postulado que lisan
células infectadas que están permanentemente presentando antígenos.
Respuesta inmune frente a parásitos helmintos:

Algunos parásitos tales como los helmintos provocan en el huésped una respuesta inmune
particular y distinta a las respuestas celular y humoral clásicas. Esta respuesta esta mediada por
IgE, células cebadas y eosinófilos.
Los helmintos poseen antígenos que estimulan preferentemente a linfocitos T CD4+ que secretan
las interleuquinas 4 y 5. Estos linfocitos pertenecerían al subgrupo de linfocitos cooperadores Th-2
descritos en el ratón. La IL-4 actúa sobre linfocitos B produciendo la variación de isotipo desde IgM
a IgE (A). La IL-5 atrae gran cantidad de eosinofilos al lugar donde se encuentra el parásito. La IgE
opsoniza al parásito y los eosinófilos se unen a esta inmunoglobulina a través de sus receptores
para Fc epsilon (1). Mediante un mecanismo ADCC y liberando el contenido de sus gránulos en la
superficie del helminto, los eosinófilos son capaces de producir la lisis parasitaria. La proteína
básica mayor presente en los gránulos del eosinófilo es más tóxica para estos organismos que los
radicales libres y enzimas proteolíticas liberadas por polimorfonucleares neutrófilos y macrófagos.
Las células cebadas colaboran en esta respuesta al ser inducidas a secretar mediadores por la
acción de IgE unida a su superficie a través del fragmento Fc y a antígenos parasitarios a través de
la región Fab (2). Entre estos mediadores son importantes la histamina que produce vasodilatación
y aumenta la permeabilidad vascular, los factores quimiotácticos que atraen eosinófilos,
neutrófilos, monocitos y basófilos, los leucotrienos que aumentan la secresión de mucus y la
histamina y prostaglandina D2 que producen contracción del musculo liso. Sus efectos contribuyen
a producir daño al parásito y a expulsarlos cuando se encuentran en zonas tales como el lumen
intestinal.
Además de esta respuesta, el huésped utiliza al sistema complemento, a anticuerpos de otros
isotipos y a la acción de PMNn y macrófagos en la eliminación de helmintos.

Respuesta inmune frente a virus:

Los virus son parásitos intracelulares obligados, requiriendo de la maquinaria metabólica de una
célula para replicarse. Su estructura básica incluye un ácido nucleico, que puede ser DNA o bien
RNA, rodeado por una envoltura protéica o cápsula que le permite ingresar a las células. Una
infección viral comprende una etapa extracelular y una etapa intracelular, por lo tanto la
respuesta inmune puede interferir con ellos en estos dos niveles.
Los virus ingresan al organismo por diversas vías incluyendo la respiratoria, la gastrointestinal, la
transcutánea la genitourinaria y la rectal. Luego de ingresar, se produce una etapa de replicación
primaria para luego diseminarse e introducirse en su tejido blanco final. Las infecciones virales
pueden ser líticas, latentes o persistentes. La respuesta inmune adquiere características y
efectividad diferentes de acuerdo a la vía de ingreso del virus y al tipo de infección que provoca.
La respuesta inmune en sentido amplio frente a estos microorganismos comprende mecanismos
inespecíficos y específicos con características y efectividad particulares que dependen de la
naturaleza de cada virus. Entre los mecanismos inespecíficos, los de mayor relevancia incluyen la
producción de interferón tipo I, la presencia de células NK y la activación del complemento. La
respuesta inmune adaptativa antiviral incluye mecanismos efectores humorales y celulares, siendo
estos últimos los más eficaces.
El organismo cuenta con una serie de elementos para impedir o dificultar el ingreso de virus al
organismo. Así por ejemplo, en la vía respiratoria, los virus deben sobrepasar el efecto
neutralizante de IgA secretora, la acción lítica de células NK y la función fagocítica de macrófagos.
En el sistema gastrointestinal existen una serie de elementos que limitan la persitencia e ingreso
de partículas virales. Entre ellos tienen importancia el pH ácido gástrico, las sales biliares, enzimas
proteolíticas e IgA secretora. En la piel, el estrato córneo constituye una barrera física que es
sobrepasada cuando los virus ingresan mediante picaduras de insectos, mordida de animales o
bien por el uso de jeringas contaminadas. La transmisión sexual ha adquirido especial importancia
a raíz del SIDA. En este caso, la mucosa y la IgA se oponen al ingreso del virus HIV.
Si los virus logran sobrepasar estas barreras, se ven enfrentados a diversas modalidades de la
respuesta inmunológica cuya eficiencia dependerá de la etapa del ciclo infectivo viral en que
actúen.
En una fase precoz de la infección tiene importancia la actividad lítica de las células NK las que
lisan células infectadas por virus ya sea directamente o bien a través del mecanismo ADCC y la
activación del complemento por via alterna.
Más adelante, los virus, al ser en general muy inmunogénicos, estimulan respuestas T y B. Los
linfocitos T CD4+ reconocen péptidos virales en el contexto de moléculas MHC clase II en células
presentadoras de antígeno ejerciendo su función cooperadora con respuestas de linfocitos B y T
CD8+. La respuesta celular en su modalidad citotóxica es la más efectiva ya que los linfocitos T
CD8+ activados, al reconocer péptidos antigénicos de origen viral en moléculas MHC clase I en
células infectadas por virus, son capaces de lisarlas (1).
Los anticuerpos (2) cumplen un papel relativamente pobre en las infecciones virales agudas, sin
embargo son importantes en la prevención de reinfecciones. Los anticuerpos, al unirse a epitopos
presentes en proteínas ubicadas en la superficie de la partícula viral (anticuerpos neutralizantes),
pueden reducir su infectividad. Esto lo logran inhibiendo diversas etapas del ciclo reproductivo
viral tales como unión a la membrana celular y penetración a la célula. Además pueden producir
agregados de viriones, acelerar su degradación en vesículas y facilitar su fagocitosis al
opsonizarlos.
La activación del complemento (3) es otro mecanismo defensivo antiviral. Este sistema puede ser
activado por vía clásica y alterna, conduciendo a la opsonización por C3b y a la lisis de virus con
cápsula o de células infectadas por virus. Su eficacia en el hombre es sin embargo relativa, ya que
pacientes deficientes en factores del complemento, no presentan una mayor incidencia ni
gravedad en infecciones de este tipo.
Finalmente, durante la infección viral se induce la síntesis de proteínas llamadas interferón en las
células del huésped. El interferón es liberado al extracelular y actúa sobre células vecinas
uniéndose a un receptor e induciendo la síntesis de una proteína kinasa que fosforila un factor de
iniciación de la síntesis protéica. Mediante este mecanismo, se interfiere con la síntesis de
proteínas virales. Además el interferón activa a endonucleasas que degradan el mRNA viral y
estimulan a otras células que participan en la respuesta inmune tales como celulas NK y linfocitos
T citotóxicos.

Respuesta inmune frente a células cancerosas


Las células cancerosas presentan una neoantigenicidad al exponer en su membrana antígenos
diferentes a los propios. De esta manera, desde un punto de vista de la inmunidad adaptativa,
equivalen a un trasplante alogénico. Los antígenos tumorales que provocan un rechazo
inmunológico se denominan TSTA e incluyen proteínas tumorales que son presentadas por
moléculas MHC clase I presentes en las células cancerosas.
Los antígenos de neoplasias malignas originan respuestas humorales y celulares. Se ha detectado
la presencia de anticuerpos contra estos antígenos en el suero de pacientes cancerosos. Su papel
en el rechazo inmunológico del tumor, es sin embargo, controvertido. En experimentos in vitro,
estos anticuerpos hacen posible la activación del complemento y también el mecanismo ADCC
(citotoxicidad mediada por anticuerpos) por parte de células NK.
Los linfocitos T CD8+ citotóxicos (1) parecen ser más efectivos que los anticuerpos en el rechazo
inmunológico de células cancerosas. La especificidad de estos linfocitos a un determinado tumor
no está bien clara ya que pueden reaccionar también con otras neoplasias malignas que no
presentan la misma antigenicidad.
Las células " Natural Killer" o NK (2) parecen ser las células efectoras más importantes en la
vigilancia inmunológica y en la respuesta inmune efectora a células cancerosas. En el primer caso,
las células NK detectan la presencia de células malignas en forma precoz, eliminándolas por un
mecanismo citotóxico antes de que constituyan una neoplasias clínicamente detectables. Si las
células cancerosas han sobrepasado este rechazo inmunológico y han conformado un tumor, las
células NK pueden ejercer citotoxicidad directa de una manera similar a la de los linfocitos T
citotóxicos o bien, en conjunto con anticuerpos, pueden lisar células cancerosas por el mecanismo
ADCC. En esta respuesta es de vital importancia la presencia de citoquinas que activan la
capacidad tumoricida de células NK. Entre estas, se cuentan los interferones, el factor de necrosis
tumoral y la interleuquina 2.
Finalmente, los macrófagos (3) pueden participar en la respuesta frente a células cancerosas a
través del mecanismo ADCC y de la liberación de enzimas lisosómicas y radicales libres. También
se ha descrito la participación de oxido nitroso (NO). Sin embargo, la citoquina más importante en
la reacción de macrófagos ante células cancerosas, es el factor de necrosis tumoral (TNF) cuya
unión a la superficie celular se manifiesta como toxicidad a través de la generación de radicales
libres en ella. Además, el TNF produce alteraciones en la circulación sanguínea las que se
traducirían en trombosis y necrosis isquémica del tumor.
A pesar de la existencia de todos estos mecanismos inespecíficos y específicos, las neoplasias
malignas, una vez alcanzado un tamaño crítico, no son posibles de ser eliminadas por medios
inmunológicos.
RESPUESTA INMUNE A M. tuberculosis (patógeno intracelular)

No sirve la respuesta innespecífica ni la humoral. Sirve la respuesta celular citotóxica y de tipo


hipersensibilidad retardada. Existen algunas dificultades para separar la inmunidad mediada por
células y la hipersensibilidad retardada, ya que ambos términos describen el mismo fenómeno
inmunológico, y se refieren a la respuesta inflamatoria mediada por linfocitos T que reaccionan con
su antígeno específico, sin considerar si el resultado final es protectivo o nocivo para el individuo.
En sentido más estricto las funciones efectoras del linfocito T se pueden definir como la citotoxicidad
directa ejercida por linfocitos citotóxicos y la inmunidad mediada por células e hipersensibilidad
tardía ejercida por LTH1.

Los antígenos proteicos bacterianos son presentados a los LT CD4+ en MHC II de macrófagos y a LT
CD8+ en MHC I de células nucleadas infectados; los LT CD4+ se activan y luego de proliferar secretan
citoquinas especialmente interferón gamma (IFNγ). Éstas citoquinas atraen y activan los macrófagos
estimulando su poder microbicidas y fagocítico. También contribuye a la producción de
anticuerpos. Esta respuesta se manifiesta como una inflamación productiva difusa y puede
erradicar completamente a los agentes infecciosos.

El papel que juegan los linfocitos T CD8+ citotóxicos no está claro. Se ha postulado que lisan células
infectadas que están permanentemente presentando antígenos.
Mecanismo de acción respuesta inmune innata con el patógeno

Inmunidad innata: El paciente al presentar una sífilis secundaria significa de la espiroqueta a estado
gran cantidad de tiempo en el cuerpo del paciente, esta es una bacteria gram negativa que al
ingresar por la presencia LPS tiene la capacidad de estimular a los macrófagos, estos a su vez
expresan receptores para captar a la bacteria y comienzan a librar quimioquinas entre ellas IL-1
(pirogenica), IL-6 (pirogenica), IL-8 (sirve como factor quimiotactico para neutrófilos), TNF-alfa el
cual permite activar PMN y permeabilizar el endotelio para mayor aumentos de IgG y activación de
complemento y procesos de opsonizacion y IL-12 la cual es capaz de estimular la activación de las
celulas NK.

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