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¡NO COMETERÁS ACTOS IMPUROS!

¡NOCONSENTIRÁS PENSAMIENTOS NI
DESEOS IMPUROS!

6to y 9no Mandamiento

I. HACIA UNA DEFINICIÓN.

Los diez mandamientos pertenecen a la revelación de Dios. Nos enseñan al mismo


tiempo la verdadera humanidad del hombre. Ponen de relieve los deberes esenciales y,
por tanto indirectamente, los derechos fundamentales, inherentes a la naturaleza de la
persona humana. Estos son:

Los Diez Mandamientos de la Ley de Dios son:

1º Amarás a Dios sobre todas las cosas.


2º No tomarás el Nombre de Dios en vano.
3º Santificarás las fiestas.
4º Honrarás a tu padre y a tu madre.
5º No matarás.
6º No cometerás actos impuros.
7º No robarás.
8º No dirás falso testimonio ni mentirás.
9º No consentirás pensamientos ni deseos impuros.
10º No codiciarás los bienes ajenos.

Los diez mandamientos, por expresar los deberes fundamentales del hombre hacia Dios
y hacia su prójimo, revelan en su contenido principal obligaciones graves. Son
básicamente inmutables y su obligación vale siempre y en todas partes. Nadie podría
dispensar de ellos.
SEXTO MANDAMIENTO: “NO COMETERÁS ACTOS IMPUROS”

Lo que hace Dios es bueno, la sexualidad no es mala, ni es contraria a la ley de Dios; es


buena puesto que viene de Dios. Es otro don de Dios.

Eso sí, la sexualidad tiene una razón de ser muy definida y sublime. Aunque Dios podía
haber hecho las cosas de otra manera, quiso -por la sexualidad- confiar al hombre y a la
mujer -a los esposos- la misión nobilísima de transmitir la vida, continuando la
generación humana querida por Dios. Y como la misión es tan alta, quiso también
ordenarla y protegerla con unos preceptos que la mantienen en su dignidad y eficacia,
conforme al plan de Dios. Por eso no se puede hacer con el cuerpo lo que apetece. Dios
ha establecido un orden en el uso de la sexualidad y consiste en que el placer sexual -sea
de pensamiento, palabra u obra- sólo es lícito buscarlo dentro del matrimonio y
encaminado al fin señalado por el Creador: la transmisión de la vida humana, junto con
la ayuda mutua de los esposos.

El pecado de impureza destruye en el hombre y en la mujer tesoros que Dios les ha


dado, no sólo porque le ofendemos y perdemos su amistad, sino porque daña de modo
particular virtudes de verdad excelentes. El impuro está triste, porque es esclavo del
pecado; no es generoso, porque sólo piensa en sí mismo y en el placer; se debilita su fe,
porque se le va cegando el corazón. Pierde esa sensibilidad fina del alma, que le
capacita para amar a Dios y a los demás.

Si no se consigue la educación y dominio de la sexualidad, con una pedagogía de


libertad, la alternativa es evidente: o el hombre controla sus pasiones y obtiene la paz, o
se deja dominar por ellas y se hace desgraciado.

Pecan contra la castidad los que -consigo o con otros- cometen acciones impuras; miran
cosas impuras; consienten pensamientos o deseos impuros; mantienen conversaciones o
cuentan chistes sobre cosas impuras; los que voluntariamente se ponen a sí mismos o a
otros en peligro de cometerlos. Como tipificación moral, son pecados notorios contra la
castidad la masturbación, la fornicación, las actividades pornográficas y las prácticas
homosexuales; contra la dignidad del matrimonio destacan el adulterio, la poligamia y
el amor libre.

Qué nos prohíbe el sexto mandamiento:

Toda acción, toda mirada, toda conversación contraria a la castidad (La virtud de la
castidad consiste esencialmente en la ordenación de la función sexual al fin que Dios le
ha señalado), y la infidelidad en el matrimonio.

Para cumplir con este mandamiento, debemos procurar la limpieza interior de nuestro
cuerpo y de nuestra alma ya que es un tesoro muy grande que debemos conservar.
Nuestro cuerpo es un templo del Espíritu Santo.

DÉCIMO MANDAMIENTO: NO CONSENTIRÁS PENSAMIENTOS, NI


DESEOS IMPUROS

Con el Noveno Mandamiento, Dios nos pone en guardia contra los peligros del camino
que nos pueden atraer y alejarnos de Él y de nuestra felicidad. No consentirás
pensamientos y deseos impuros significa:

Si somos unas personas normales, es natural que reaccionemos ante los estímulos que se
nos presentan en el mundo. Los sentimientos y sensaciones, no son malos de ninguna
manera. Son prueba de que somos normales Pero, éstos deben ser controlados por la
razón. No nos deben hacer esclavos o dependientes.

Nos pide que seamos puros y castos no solo respecto a nuestro cuerpo sino a nuestros
pensamientos y deseos, que tengamos pudor; nos prohíbe lo malos pensamientos,
deshonestos y desordenados; y todo deseo contrario a la fidelidad que los cónyuges se
han jurado.

La imaginación…

Podemos tener muy claro nuestro fin, pero de pronto, al ver una imagen, la imaginación
empieza a "meter ruido" en el cerebro y puede suceder que, de un momento a otro,
perdamos contacto con nuestra inteligencia y con Dios. Y, seguramente, se termine
haciendo las locuras que nuestra imaginación nos dicte... con las consecuencias que ello
nos traiga.

La imaginación, fuera del control de la inteligencia, puede hacernos ver como atractivas
algunas cosas que no lo son en realidad.

En el Noveno Mandamiento Dios nos aconseja que pongamos "riendas" a nuestra


imaginación y que no permitamos que se "desboque" ante cualquier estímulo que
reciben nuestros sentidos.

Es importante a cualquier edad y estado de vida, cuidar lo que vemos, lo que oímos, lo
que leemos para no caer en tentación. Busquemos siempre lo mejor para nosotros y para
los demás comportándonos de acuerdo a nuestra dignidad de cristianos, siendo un
ejemplo de pureza y grandeza de alma.

Pecados contra el noveno mandamiento

Cuando se busca el placer sexual cómo un fin en sí mismo, es decir, buscarlo fuera del
marco natural deseado por Dios, se pueden cometer pecados contra este mandamiento.

Los pecados que atentan contra el noveno mandamiento son actos internos, por lo cual,
generalmente, son pecados de pensamiento que alientan deseos, imaginaciones,
recuerdos, emociones con el fin de procurar un placer sexual.

En conclusión, para poder vivir este mandamiento, necesitamos vivir la virtud de la


pureza. Esta virtud nos lleva a respetar el orden establecido por Dios en el uso de la
capacidad sexual a fin de vivir un amor humano más perfecto. Practicar la castidad,
cuidando lo que vemos, lo que oímos, lo que decimos, etc. Cuidar el corazón de todo
aquello que lo pueda manchar.
II. CLASIFICACIÓN.

Los diez mandamientos se dividen en “dos tablas”: los tres primeros referidos a Dios y
los siete restantes referidos a la conducta de la propia persona y su relación con los
demás. Dentro de estos últimos están: el sexto y noveno mandamiento.

III. IMPLICANCIAS LEGALES

En nuestro Ordenamiento Jurídico se podrían consignar estos mandamientos en los


siguientes apartados:

a) Código Procesal Civil, Artículo 333.1 “Causales de Separación de cuerpos”,


Adulterio. Definido como: el trato sexual con tercera persona, sostenida por quien
contrajo matrimonio civil, violando el deber de fidelidad que nace en el
matrimonio.

b) Código Penal, Artículo 170, Violación Sexual ; “….El que con violencia o grave
amenaza, obliga a una persona a tener acceso carnal … será reprimido con pena
privativa de libertad…”
Quien violenta a otra persona la degrada completamente. Irrumpe con violencia
en su intimidad más profunda, hiriendo su núcleo de la capacidad de amar.

IV. SOLUCIONES

Pureza

La pureza es precisamente la virtud que nos hace respetar el orden establecido por Dios
en el uso del placer que acompaña a la propagación de la vida. Es una virtud
eminentemente positiva. No supone un cúmulo de negaciones (no veas, no pienses, no
hagas…) sino una verdadera afirmación del amor

La pureza han de vivirla todos los hombres, cualquiera que sea su estado:
a. El casado: ordenando la actividad sexual a las normas morales. No quiere decir que
por el hecho de estar casado ya está todo permitido.

b. El consagrado: que por amor a Dios y a las almas renuncia al matrimonio,


descubriendo y manifestando al mundo la belleza de la pureza vivida por esos ideales
superiores.

c. EL soltero: que todavía no se ha casado o bien que se ha quedado viudo. En ambos


casos debe vivir en castidad

Confesión y comunión frecuente

Purifican al alma y la fortalecen contra las tentaciones. (Es bueno confesarse con un
confesor fijo a ser posible). Sin la ayuda de este medio es prácticamente imposible vivir
en pureza.

Oración frecuente

El hombre por sus propias fuerzas no puede nada. Por ello, necesita la ayuda de Dios,
necesita acudir a la oración, pedir y suplicar la fortaleza para vencer la tentación.

Devoción a la Santísima Virgen

Que es modelo de esa virtud, Ella que es la Inmaculada (rezar al acostarte, reza Bendita
sea tu Pureza…)

Mortificación

Ofrecer pequeños sacrificios que afirman la voluntad y consiguen la gracia. Quien está
acostumbrado a darle todos los caprichos y gustos al cuerpo no tendrá fuerza cuando
llegue la tentación.

Guardar la vista
Hay obligación de no detener la mirada en cosas que puedan despertar la sensualidad
películas, revistas, miradas…) no por una actitud de ñoñería, sino de listos huir de
ocasiones que me llevan fácilmente a pecado grave.

Cuidar el pudor

Puede definirse como la aplicación en la virtud de la prudencia en la castidad. Pudor en


las conversaciones y bromas, en el vestir, en las miradas, en el respeto hacia el propio
cuerpo y hacia el de los demás.

En medio de un ambiente que apenas distingue entre lo que es bueno y lo que es malo,
hay que devolver a los jóvenes el sentido de la dignidad persona.

Huir de la ocasión de pecado

Hay que ser más valiente para huir de la ocasión de pecado que para quedarse en ella.

V. PROBLEMÁTICA DESDE EL PUNTO DE VISTA DE LA ÉTICA Y


MORAL

Dios estableció la institución matrimonial como principio y fundamento de la familia y


de la sociedad.

El sexto mandamiento protege el amor humano y señala el camino moral para que el
individuo coopere libremente en el plan de la creación, usando la capacidad de
engendrar que ha recibido de Dios, solamente dentro del matrimonio.

El sexo es un don de Dios abierto a la vida, al amor y a la fecundidad. Su ámbito natural


y exclusivo es el matrimonio. Jesucristo elevó el matrimonio a la dignidad de
sacramento.
La generación no es el resultado de una fuerza irracional, sino de una entrega libre y
responsable -es decir- de acuerdo con la dignidad natural de la persona creada por
Dios.

Como los demás mandamientos, el sexto está impreso en la naturaleza humana, es parte
de la ley natural y, por tanto, obliga a todos los hombres.

La virtud de la castidad consiste esencialmente en la ordenación de la función sexual al


fin que Dios le ha señalado; por eso, es una virtud positiva que se ha de vivir según las
características de la vocación de cada uno.

Con frecuencia la corrupción de las costumbres comienza por los pecados contra la
castidad; se tiende a querer justificarlos de modos diversos, a través de la deformación
del juicio de la conciencia.

Por tratarse de una exigencia de la ley natural, todos los hombres reciben de Dios la
ayuda necesaria para cumplir este precepto del Decálogo.

Es completamente normal, por tanto, sentir el instinto sexual pero no hay que permitir
que nos domine. A los animales les regula el instinto. Como no tienen inteligencia Dios
ha regulado su reproducción con una ley fisiológica. Pero como el hombre es un ser
racional Dios no ha querido sujetar esta importante función a leyes puramente
fisiológicas sino que hay dejado en esto el influjo de la libertad. El hombre debe
gobernar esta tendencia con la razón y la voluntad.

VI. OPINIÓN DEL GRUPO.

Los Diez Mandamientos, como su nombre lo dice no son opciones sino


obligaciones inmutables que como seres humanos estamos en la deber y necesidad
de asumir. Su cumplimiento no depende de las circunstancias o de la época: no
son preceptos de moda.

Específicamente el sexto y noveno mandamiento: “No cometerás actos impuros”


y “No consentirás pensamientos ni deseos impuros”, referidos a la conducta de la
propia persona y su relación con los demás, últimamente parece el hombre haber
“olvidado”, situación que ha conllevado a desórdenes sociales que afectan, las
relaciones personales, familiares; la moral. Lo antes referido, a través de la TV,
los diarios, Internet y la poca o nula orientación y concientización moral y
religiosa.
Se debe reaccionar, el sexto y noveno mandamientos establecen formas de actuar
que conllevan a la verdadera realización personal; a la auténtica felicidad en
comunión con los demás.

Juan Alberto Segundo Caján Polo


Asesora:MMPB

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